tag:theconversation.com,2011:/ca/topics/crisis-climatica-71782/articlescrisis climática – The Conversation2024-01-11T18:18:04Ztag:theconversation.com,2011:article/2209472024-01-11T18:18:04Z2024-01-11T18:18:04ZLos daños de los pélets de Galicia son la punta del iceberg<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/568861/original/file-20240111-29-6wwvfb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">El plástico afecta a la fauna de los océanos y, finalmente, llega al ser humano a través de la red trófica marina</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.theoceanagency.org/search-result?s=ocean%20plastic">Naja Bertolt Jensen / Ocean Image Bank</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span></figcaption></figure><p>No es la primera vez que las costas españolas se ven afectadas por la contaminación por pélets. Un ejemplo es la playa de La Pineda, en Tarragona, que lleva años contaminada con bolitas de plástico, producto de las pérdidas de las <a href="https://es.m.wikipedia.org/wiki/Complejo_Petroqu%C3%ADmico_de_Tarragona">industrias petroquímicas</a> cercanas que las corrientes marinas arrastran hasta la playa. </p>
<p><a href="https://www.aemet.es/es/noticias/2020/01/Tres_temporales_mediterraneos_en_nueve_meses">El temporal Gloria</a> de 2020 también dejó la playa de Barcelona repleta de pélets, entre otros microplásticos de distinta índole.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/568863/original/file-20240111-15-mce2uo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/568863/original/file-20240111-15-mce2uo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/568863/original/file-20240111-15-mce2uo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/568863/original/file-20240111-15-mce2uo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/568863/original/file-20240111-15-mce2uo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/568863/original/file-20240111-15-mce2uo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=565&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/568863/original/file-20240111-15-mce2uo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=565&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/568863/original/file-20240111-15-mce2uo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=565&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Pélets recogidos por la autora en las playas de Barcelona tras el temporal Gloria.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Cristina Romera</span></span>
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<p>Pero son solo la punta de un iceberg: el de la contaminación por plástico de playas y océanos.<a href="https://www.iucn.org/story/202207/plastic-pollution-crisis"> Más de 12 millones de toneladas de desechos plásticos</a> ingresan a los océanos cada año. </p>
<h2>Limpiar el mar es como barrer en el desierto</h2>
<p>Limpiar el mar de microplásticos es como barrer en el desierto. Las bolitas se esparcen por todos lados y no se pueden retirar fácilmente con redes, ya que se arrastrarían también organismos de ese tamaño, claves para el correcto funcionamiento del ecosistema marino. </p>
<p>Limpiar la arena tampoco es fácil. Se puede tamizar y separar los pélets si son de mayor tamaño que los granos de arena, pero ante tales cantidades el trabajo es muy tedioso y puede llevar años. </p>
<p>Y nadie nos asegura que no sigan llegando más y haya que volver a empezar el proceso como si de un castigo de los dioses griegos se tratara.</p>
<p>Nada menos que 28 toneladas de bolitas de plástico o pélets se vertieron al mar el 8 de diciembre tras el accidente <a href="https://theconversation.com/lo-que-sabemos-hasta-ahora-sobre-el-vertido-de-pelets-de-plastico-en-galicia-220683">del barco carguero Toconao</a>. Las autoridades no le dieron la importancia necesaria hasta que llegaron a playas de Galicia y Asturias. </p>
<p>El plástico que se vierte al mar en forma de pélets o de otro tipo tiene múltiples consecuencias nocivas para los organismos marinos que en última instancia pueden afectarnos a nosotros. Si este plástico es de menos de 5 mm (microplástico), las consecuencias son aún más graves.</p>
<p>La consecuencia más evidente es la ingestión de estos microplásticos por parte de los animales marinos. Algunos que los ingieren acaban muriendo con su estómago lleno de plástico y otros, aunque no mueran, ven afectado su crecimiento y reproducción. Algunos de estos animales son especies comerciales por lo que el plástico o sus productos de degradación pueden llegar hasta nosotros. </p>
<h2>Los animales marinos prefieren el plástico colonizado</h2>
<p>El plástico empieza a ser “colonizado” en cuanto llega al mar. Diversos microorganismos como bacterias, algas microscópicas, hongos, etc., se adhieren a la superficie del plástico liberando exudados que atraen a otros microorganismos y forman en conjunto una película, un <em>biofilm</em>. </p>
<p>El plástico colonizado es más atractivo para muchas especies de animales marinos, que lo prefieren al plástico sin colonizar. </p>
<p>Sucede que las aguas de la costa gallega son muy ricas en nutrientes, lo que las convierte en una zona pesquera tan productiva. Cuánta más concentración de nutrientes tengan las aguas de la superficie, más vida habrá y los microorganismos formarán con más rapidez un <em>biofilm</em> sobre el plástico flotante. </p>
<p>Teniendo en cuenta el tiempo que los plásticos del vertido del Toconao llevan flotando en las ricas aguas gallegas, deben estar ya colonizados y se han hecho más apetecibles para los animales marinos. </p>
<p>Algunos de los colonos del plástico flotante a menudo son especies invasoras y patógenas. Y el plástico sirve de vehículo para transportarlas de unas regiones a otras del océano. Las nuevas especies pueden causar desequilibro allí donde lleguen.</p>
<h2>Hasta un 60 % del peso del plástico pueden ser aditivos químicos</h2>
<p>Pero hay otros efectos del plástico que son menos evidentes. El plástico no suele ser nunca un polímero puro sino que lleva aditivos (retardantes de llama, antioxidantes, estabilizantes, etc.) que le proporcionan las cualidades requeridas para su uso. </p>
<p>Hasta un 60 % del peso del plástico pueden ser aditivos químicos. Una vez en el mar, empieza a liberar aditivos o subproductos de degradación, proceso que se potencia si está afectado por la luz solar. </p>
<p><a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmars.2022.861557/full">Nuestro grupo de investigación del Instituto de Ciencias del Mar-CSIC ha calculado</a> que anualmente se liberan unas 57 000 toneladas de carbono orgánico, en forma disuelta, de todo el plástico que llega al océano. </p>
<p>Parte de este carbono es consumido y degradado por las bacterias marinas, y descubrimos que este aporte <a href="https://www.nature.com/articles/s41467-018-03798-5">hace que se reproduzcan más rápidamente</a>. </p>
<p>Los compuestos liberados por el plástico afectan a otros muchos organismos marinos. Por ejemplo, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31098417/">disminuyen la capacidad de crecimiento de los organismos fotosintéticos más abundantes en la Tierra, parte fundamental del fitoplacton marino</a>. La exposición a los compuestos liberados del plástico reduce su producción de oxígeno. </p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/la-contaminacion-quimica-del-plastico-una-amenaza-silenciosa-116669">La contaminación química del plástico, una amenaza silenciosa</a>
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<h2>Malformaciones en erizos de mar</h2>
<p>Son muchos los ejemplos de daños a animales marinos. Entre ellos, se encontró que <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0269749120364332?via%3Dihub">los compuestos químicos liberados por pélets recogidos en playas provocaban malformaciones en erizos de mar</a>. Las larvas de erizo criadas en agua contaminada por sustancias químicas presentes en los plásticos mostraron graves deformidades; sin embargo, los plásticos que nunca habían sido tratados químicamente no causaron deformidades. </p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1366461622026448901"}"></div></p>
<p>Los compuestos liberados por el PVC <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0269749123005602">también aumentan la resistencia a los antibióticos y la virulencia de comunidades bacterianas marinas</a>.</p>
<h2>El plástico atrapa y concentra contaminantes</h2>
<p>El plástico que flota en el mar puede actuar como una esponja, atrapando contaminantes y concentrándolos cientos de veces por encima de la concentración a la que están en el agua. Estos contaminantes pueden ser liberados de nuevo cuando las condiciones del medio circundante cambian. Por ejemplo, en el interior de un organismo marino que lo haya ingerido. </p>
<p>Es difícil que estos pélets lleguen a nosotros a través de los productos marinos que consumimos, ya que suelen quedarse en el estómago del animal que es un órgano que retiramos y no comemos. Además, son lo suficientemente grandes y duros como para notarlos durante la masticación. Sin embargo, podríamos estar expuestos a los compuestos químicos que estos plásticos puedan liberar en el animal que consumimos.</p>
<h2>Protocolos de actuación</h2>
<p>Por todo esto, las consecuencias en el ecosistema marino de un vertido como el de las costas gallegas pueden ser aún mayores y a más largo plazo. </p>
<p>Aunque este problema no es nuevo, la marea blanca que está llegando a las costas del norte de España le ha dado visibilidad y ha hecho consciente a la población. Hace ya más de un mes que ocurrió el accidente en que los contenedores cayeron al mar y no puede ser que ante una catástrofe de este tipo se tarde tanto en actuar. </p>
<p>Esperemos que este incidente sirva para concienciar del gran daño que hacen este tipo de vertidos, que en un futuro se tomen en serio cuando ocurran y se ponga en marcha un protocolo de emergencia de inmediato. Porque una rápida intervención tras el accidente puede prevenir mucho daño. Los vertidos de plástico al mar son un problema serio.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/220947/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Cristina Romera Castillo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La crisis de los pélets de Galicia es la punta del iceberg de la contaminación por plástico en playas y océanos. Hasta un 60% del peso del plástico pueden ser aditivos químicos. Su liberación afecta a las especies marinas y llega a nuestra mesa.Cristina Romera Castillo, Investigadora Ramón y Cajal en el Departamento de Biología Marina, Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1950702022-11-23T17:51:25Z2022-11-23T17:51:25ZPensar, vivir y actuar en tiempos de incertidumbre<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/496543/original/file-20221121-13-3cteru.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C183%2C1914%2C781&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/photo-stylish-bearded-lawyer-wearing-glasses-397576321">Shutterstock / SFIO CRACHO</a></span></figcaption></figure><p>Puede que algunos piensen que la afirmación del Presidente Macron de que <a href="https://www.france24.com/es/europa/20220824-estamos-viviendo-el-fin-de-la-abundancia-macron-advierte-desaf%C3%ADos-econ%C3%B3micos-y-sociales">asistimos al final de la edad de la abundancia</a> tiene algo de retórica muy al gusto francés, pero recoge bien lo que Ortega y Gasset denominaría “<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_tema_de_nuestro_tiempo">el tema de nuestro tiempo</a>”: vivimos tiempos de incertidumbre, de transición, de cambio de época, quizá de gran transformación.</p>
<p>Este es el escenario en el que aparece <a href="https://repositorio.comillas.edu/xmlui/handle/11531/75526">el <em>Informe España 2022</em></a> de la <a href="https://www.comillas.edu/es/catedra-jose-maria-martin-patino-de-la-cultura-del-encuentro">Cátedra Martín Patino de la Cultura del Encuentro</a> de la Universidad Pontificia Comillas. </p>
<p>Cuando hace poco más de un año iniciamos el proceso de elaboración del informe empezábamos a ver la luz al final del túnel de la pandemia, se discutía de la profundidad y persistencia de un incipiente rebrote de la inflación durante tantos años domeñada y observábamos con alguna preocupación el aumento de los precios de los combustibles fósiles, especialmente del gas. Creíamos, o queríamos creer, que todo estaba bajo un control razonable. Planteamos algunos de los temas del informe como una reflexión con una perspectiva más amplia acerca del impacto de la pandemia en ámbitos como la vida democrática y la cultura política, la sostenibilidad de la deuda pública, las brechas de género en la conciliación y los cuidados y los principales indicadores demográficos, junto a temas más estructurales como el proceso de descarbonización del sistema energético o la formación de trabajadores y parados. </p>
<p>Cuando la redacción de los capítulos del informe estaba muy avanzada, Vladimir Putin ordenó invadir Ucrania.</p>
<p>La aceleración, la sensación de desbordamiento y estrés que vivimos desde que se iniciara el tercer milenio hace necesario contar con mapas de situación y hojas de ruta que nos permitan comprender lo que está y nos está pasando y actuar. </p>
<p>Necesitamos, en términos clínicos, un diagnóstico y un tratamiento que nos permita recobrar el sentido de futuro y de proyecto necesarios para una vida humana en sociedad.</p>
<p>A la luz de las transiciones socioeconómica, cultural, ecológica y política en las que estamos inmersos nos vemos abocados a una resignificación de los valores que han definido la Ilustración y la Modernidad: la libertad, la igualdad y la fraternidad. </p>
<p>Como señalan <a href="https://www.udg.edu/ca/directori/pagina-personal?ID=109381">Quim Brugué</a>, <a href="https://www.udg.edu/ca/directori/pagina-personal?ID=105638">Gemma Ubasart</a> y <a href="https://portalrecerca.uab.cat/en/persons/ricard-josep-goma-carmona-3">Ricard Gomà</a>, autores de uno de los capítulos del Informe España 2022, “la construcción de un nuevo acuerdo de ciudadanía afronta ahora un reto insoslayable: trenzar coordenadas de justicia social en la doble dimensión material y cultural; enlazar las políticas de igualdad con las de reconocimiento de la diversidad. En efecto, solo la distribución igualitaria de poder y condiciones materiales hacen posible la realización de todos los proyectos de vida. Pero no hay atajos a la igualdad que puedan obviar la heterogeneidad y las aspiraciones de reconocimiento”. </p>
<p>Afrontamos igualmente el reto de conjugar la autonomía personal con la reconstrucción de lazos de solidaridad, de vínculos comunitarios y ecológicos. Los valores de fraternidad y sostenibilidad deben formar parte sustancial de un nuevo contrato social, necesario para afrontar los nuevos tiempos.</p>
<h2>Apostar por la democracia</h2>
<p>Gobernar todas estas transiciones o esta gran transformación exige apostar por y revitalizar la democracia, el mejor instrumento con el que contamos –con todas sus imperfecciones– para llevar adelante este proyecto. Pero la democracia necesita de un zócalo de valores, conductas y estructuras socioeconómicas para que pueda arraigar y desarrollarse. ¿Podemos pensar una sociedad bien ordenada, pacificada, innovadora, confiada en sus posibilidades con un nivel insoportable de desigualdad, con amplias capas de la población excluidas de los instrumentos de integración básica, temerosa de una realidad multicultural insoslayable para su propia supervivencia, incoherente frente a un reto ecológico y ambiental que ha dejado de ser ya una amenaza probable, con unas pautas de consumo, organización espacial y movilidad que exaltan la individualidad y el aislamiento social…?</p>
<p>Los populismos de todo tipo han venido a exacerbar la pulsión de la diferencia y del conflicto que subyace a las guerras culturales que proliferan por doquier tras el fracaso de un universalismo racional e ilustrado que ha dejado a la intemperie las débiles raíces de una integración social y política basada en el acceso al empleo y al consumo. </p>
<p>La guerra, la inflación galopante –agazapada en el recuerdo recurrente del período de entreguerras y de la crisis energética de los 70– y la crisis climática –a lo que habría que añadir el impacto, decreciente pero no extinto, de la pandemia– configuran un contexto marcado por la incertidumbre, la fragilidad y el temor que tiende a aislarnos y encerrarnos, incluso cuando sabemos que nuestro desarrollo económico y social y hasta nuestra propio futuro demográfico dependen en buena medida de la apertura y del encuentro con otros.</p>
<p>Solo con y desde una cultura arraigada del encuentro, de valores y comportamientos asumidos de solidaridad, tolerancia, empatía, igualdad y seguridad y de estructuras sociales que, como señala John Rawls en su <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_de_la_justicia_(libro)"><em>Teoría de la Justicia</em></a>, hagan posible una sociedad bien ordenada de mujeres y hombres libres e iguales podremos hacer frente con determinación y esperanza a las múltiples incertidumbres y crisis en las que estamos inmersos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/195070/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Agustín Blanco no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Solo con valores y comportamientos asumidos de solidaridad, tolerancia, empatía, igualdad y seguridad podremos hacer frente con determinación y esperanza a las múltiples incertidumbres y crisis en las que estamos inmersos.Agustín Blanco, Director de la Cátedra José María Martín Patino de la Cultura del Encuentro, Universidad Pontificia ComillasLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1704942021-10-22T19:27:06Z2021-10-22T19:27:06Z¿Existe la ecoansiedad, el miedo crónico a un colapso ambiental?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/428048/original/file-20211022-22-11huxoj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C7%2C4687%2C3118&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/eden-australia-december-31-2019-tourists-1607862448">Shutterstock / Joachim Zens</a></span></figcaption></figure><p>En los últimos 15 años han tenido lugar diferentes situaciones de crisis de repercusión global. Por ejemplo, la crisis económico-financiera de 2008 y, de forma más reciente, la pandemia de la covid-19. </p>
<p>Dichos escenarios de inestabilidad han representado una importante fuente de amenaza para el correcto funcionamiento de las sociedades afectadas. Pero también para la salud mental de los individuos.</p>
<p>Las investigaciones científicas sugieren que dichos eventos pueden afectar a la salud mental dependiendo, en parte, de la forma en que son percibidos y las experiencias emocionales asociadas.</p>
<p>Así pues, en el caso de la crisis económica en España, nuestros <a href="https://link.springer.com/article/10.1007%2Fs12144-019-00506-4">estudios</a> revelaron que una mayor percepción individual de amenaza económica se relacionó con un peor bienestar. Esa amenaza se definió a partir de sentimientos de incertidumbre, riesgo o preocupación.</p>
<p>En el caso de la covid-19, también se ha <a href="https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/1948550620931634">encontrado</a> que un mayor grado de percepción de amenaza, respecto a la propia situación económica y de salud, puede tener efectos perniciosos en el bienestar. </p>
<p>No obstante, existen otras situaciones de emergencia de carácter global que, también durante los últimos años, han experimentado un acusado agravamiento. Este es el caso del cambio climático, probablemente la principal amenaza global a la salud pública durante el siglo XXI. A este respecto cabría preguntarse si se relaciona también la crisis climática con un empeoramiento de la salud mental.</p>
<h2>¿Por qué se está popularizando el término ecoansiedad?</h2>
<p>Tradicionalmente el <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s12144-021-01385-4">estudio del impacto psicológico del cambio climático</a> se ha centrado en un determinado aspecto: analizar cómo el hecho de haber experimentado de forma directa algunos de sus efectos se asocia a la salud mental de las personas afectadas. Ejemplos de ello podrían ser los cambios pronunciados en la temperatura o enormes riadas vividas en ciudades o países concretos.</p>
<p>Sin embargo, la experiencia subjetiva de las personas respecto a la emergencia climática también podría proporcionar una gran ayuda para aprehender los efectos psicológicos del cambio climático.</p>
<p>En este marco de análisis, el concepto de ansiedad climática o ecoansiedad ha suscitado un mayor interés científico y mediático. Especialmente durante los últimos años. </p>
<p>La Asociación de Psicología Americana y la organización EcoAmérica lo definen como “<a href="https://www.apa.org/news/press/releases/2017/03/mental-health-climate.pdf">el miedo crónico a un colapso medioambiental</a>”. No obstante, conviene señalar que existen trabajos recientes de <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2667278221000444">revisión sistemática</a> que evidencian la necesidad de llevar a cabo más estudios para dar respuesta a la falta de claridad conceptual del término y su posible solapamiento con otros conceptos.</p>
<p>En general, podríamos convenir en que la <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s12144-021-01385-4">ecoansiedad</a> comprende sentimientos de preocupación por el cambio climático y respuestas emocionales negativas asociadas a la anticipación de sus efectos nocivos. </p>
<p>Por ejemplo, angustia ante los cambios medioambientales, miedo ante sus consecuencias más dramáticas o desesperanza ante los perjuicios que ocasionará a las generaciones venideras. </p>
<h2>El impacto psicológico de la ecoansiedad</h2>
<p>Existen algunos estudios que se han propuesto dilucidar la conexión existente entre la ecoansiedad y la salud mental. Recientemente, <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s12144-021-01385-4">uno de ellos</a> mostraba que la ansiedad climática se relaciona negativa y significativamente con la salud mental percibida de los participantes.</p>
<p>Esto es, una mayor ecoansiedad se relacionó con peores niveles de salud mental. La investigación se llevó a cabo con participantes procedentes de diferentes contextos culturales –25 países, entre ellos España–.</p>
<p>Además, en dicho trabajo también se reveló que la ecoansiedad se vincula positiva y significativamente con los síntomas de insomnio: una mayor ansiedad climática fue indicativa de una mayor tendencia a presentar problemas de insomnio. </p>
<p>La evidencia científica discutida sugiere que mayores niveles de preocupación y ansiedad relativos a la crisis climática pueden tener un efecto adverso en la salud mental.</p>
<p>No obstante, la investigación está introduciendo otros conceptos de interés para abarcar la amplitud de respuestas emocionales vinculadas a la emergencia climática. Por ejemplo, otros términos que están captando la atención en este ámbito de conocimiento son los de ecodepresión y ecoira.</p>
<h2>Efectos diferenciales de la ecoansiedad, ecodepresión y ecoira</h2>
<p>Un <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2667278221000018">estudio</a> reciente se propuso analizar tres experiencias emocionales distintas relacionadas con el cambio climático: ecoansiedad, ecodepresión y ecoira. Además, estudió también sus posibles efectos diferenciales en la salud mental (entre otras variables).</p>
<p>En dicha investigación, la ecodepresión se entendió como el grado en que el cambio climático hacía que los participantes se sintieran abatidos y deprimidos. En el caso de la ecoira se consideró el nivel de frustración y enfado provocados por la crisis climática.</p>
<p>Dicha investigación reveló que la frecuencia de las expresiones ecoansiedad y ecoira fue similar, mientras que la frecuencia de la ecodepresión fue menor.</p>
<p>Respecto a la salud mental, los resultados indicaron que, consideradas estas tres respuestas simultáneamente, la ecoansiedad y la ecodepresión parecían contribuir a peores niveles de salud mental. Por su parte, la ecoira se reveló como una experiencia emocional más adaptativa: dicha respuesta emocional predijo un mayor bienestar personal. </p>
<p>En síntesis, las investigaciones científicas confirman que la crisis climática puede socavar la salud mental de las personas a través de las emociones negativas que experimentan en respuesta a la misma.</p>
<p>Resulta necesario que futuras investigaciones profundicen en las implicaciones de dichas respuestas (ecoansiedad, ecodepresión y ecoira) a fin de comprender mejor sus características definitorias, potenciales determinantes y consecuencias en la salud mental y el comportamiento humano ante el desafío global representado por el cambio climático.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/170494/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ginés Navarro Carrillo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La ecoansiedad se relaciona con la preocupación por el cambio climático y con respuestas emocionales negativas ante sus efectos. Son necesarios más estudios para aclarar este concepto.Ginés Navarro Carrillo, Profesor e investigador en el área de Psicología Social, Universidad de JaénLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1605452021-05-10T20:24:12Z2021-05-10T20:24:12ZCambio climático: ¿Qué futuro nos espera si no hacemos nada?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/399438/original/file-20210507-23-kmkd63.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4577%2C2882&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/fire-wildfire-burning-pine-forest-smoke-717645178">Lumppini / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La crisis climática ya no es una amenaza inminente: ya estamos viviendo las consecuencias de siglos de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero aún hay margen para luchar por todo esto. La forma en que el mundo decida responder en los próximos años tendrá enormes repercusiones para las generaciones que aún no han nacido.</p>
<p>En mi libro <a href="https://www.penguin.co.uk/books/320/320155/how-to-save-our-planet/9780241472521.html"><em>Cómo salvar nuestro planeta</em></a>, imagino dos visiones diferentes del futuro. Una en la que hacemos muy poco para afrontar el cambio climático, y otra en la que hacemos todo lo posible.</p>
<p>Así sugiere la ciencia que podrían ser esas realidades tan diferentes.</p>
<h2>Año 2100: el escenario de pesadilla</h2>
<p>El siglo XXI llega a su fin sin que se hayan tomado medidas para evitar el cambio climático. Las temperaturas globales han aumentado más de <a href="https://www.ipcc.ch/report/ar5/wg1/">4°C</a>. En muchos países, las temperaturas estivales se mantienen persistentemente <a href="https://www.nature.com/articles/s41558-019-0555-0">por encima de los 40°C</a>. Las olas de calor con temperaturas de hasta <a href="https://www.nature.com/articles/s41558-019-0555-0">50°C se han vuelto comunes</a> en los países tropicales. </p>
<p>Cada verano, <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0005102">los incendios forestales hacen estragos</a> en todos los continentes excepto en la Antártida, generando columnas de humo acre que hacen <a href="https://www.cabi.org/cabebooks/ebook/20143328434">insoportable respirar al aire libre</a>, provocando una crisis sanitaria anual. </p>
<p>Las temperaturas de los océanos <a href="https://www.iucn.org/content/explaining-ocean-warming-causes-scale-effects-and-consequences">han aumentado drásticamente</a>. Tras repetidos episodios de blanqueamiento, la <a href="https://elibrary.gbrmpa.gov.au/jspui/handle/11017/3478">Gran Barrera de Coral</a> de Australia ha sido oficialmente declarada muerta.</p>
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<img alt="Restos de coral muertos asfixiados por las algas" src="https://images.theconversation.com/files/399208/original/file-20210506-19-brsujy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/399208/original/file-20210506-19-brsujy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/399208/original/file-20210506-19-brsujy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/399208/original/file-20210506-19-brsujy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/399208/original/file-20210506-19-brsujy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/399208/original/file-20210506-19-brsujy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/399208/original/file-20210506-19-brsujy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Los arrecifes de coral tropicales son vulnerables al aumento de las temperaturas oceánicas.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/dead-coral-reef-killed-by-global-461420101">Rich Carey / Shutterstock</a></span>
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<p>Las sequías frecuentes y prolongadas asolan vastas regiones de la tierra. Los <a href="https://www.ipcc.ch/srccl/">desiertos del mundo se han expandido</a>, desplazando a muchos millones de personas. Alrededor de <a href="https://www.ipcc.ch/srccl/">3 500 millones</a> viven en zonas donde la demanda de agua es superior a la disponible. </p>
<p>La contaminación del aire tiene una nueva causa importante fuera de las ciudades atestadas de tráfico: el <a href="https://www.ipcc.ch/srccl/">polvo</a> que se levanta de las tierras de cultivo, ahora estériles.</p>
<p>El <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s40641-018-0113-2">océano Ártico está libre de hielo cada verano</a>. Como resultado, las temperaturas medias en el extremo norte <a href="https://www.ipcc.ch/report/ar5/wg1/">han aumentado más de 8°C</a>. Las <a href="https://www.ipcc.ch/srocc/chapter/chapter-3-2/">capas de hielo de Groenlandia y de la Antártida Occidental</a> han comenzado a derretirse, liberando una enorme cantidad de agua dulce en los océanos.</p>
<p>La mayoría de los <a href="https://www.ipcc.ch/srocc/chapter/chapter-2/">glaciares de montaña se han derretido completamente</a>. El esquí es ahora un deporte de interior que tiene lugar en <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1462901114001269">enormes pistas artificiales</a>. La mayor parte del hielo de la meseta del Himalaya ha desaparecido, lo que ha reducido los caudales de los ríos Indo, Ganges, Brahmaputra y Yamuna, de los que dependen <a href="https://link.springer.com/book/10.1007/978-3-319-92288-1">más de 600 millones de personas</a> para obtener agua.</p>
<p>El océano se ha expandido debido al calor. En combinación con el agua procedente del deshielo, el nivel del mar ha subido <a href="https://www.ipcc.ch/srocc/chapter/chapter-4-sea-level-rise-and-implications-for-low-lying-islands-coasts-and-communities/">más de un metro</a>. Muchas ciudades importantes, como Hong Kong, Río de Janeiro y Miami ya están inundadas y son inhabitables. Las Maldivas, las islas Marshall, Tuvalu y muchas otras <a href="https://www.ipcc.ch/srocc/chapter/chapter-4-sea-level-rise-and-implications-for-low-lying-islands-coasts-and-communities/">pequeñas naciones insulares han sido abandonadas</a>. </p>
<p>Muchas zonas costeras y fluviales se <a href="https://www.ipcc.ch/srocc/chapter/chapter-4-sea-level-rise-and-implications-for-low-lying-islands-coasts-and-communities/">inundan regularmente</a>, entre ellas el delta del Nilo, el valle del Rin y Tailandia. Más del <a href="https://www.springer.com/gp/book/9783319263557">20 % de Bangladesh</a> está permanentemente bajo el agua.</p>
<p>Las <a href="https://www.ipcc.ch/report/managing-the-risks-of-extreme-events-and-disasters-to-advance-climate-change-adaptation/">tormentas de invierno</a> son más enérgicas y desencadenan más agua, causando cada año daños generalizados por viento e inundaciones. </p>
<p>Los <a href="https://www.ipcc.ch/report/managing-the-risks-of-extreme-events-and-disasters-to-advance-climate-change-adaptation/">ciclones tropicales</a> se han vuelto <a href="https://www.gfdl.noaa.gov/global-warming-and-hurricanes/">más fuertes</a> y afectan a <a href="https://journals.ametsoc.org/view/journals/bams/101/3/bams-d-18-0194.1.xml">decenas de millones de personas</a> cada año. Los <a href="https://www.weforum.org/agenda/2019/03/hurricanes-to-deliver-a-bigger-punch-to-coasts">megaciclones</a>, como el <a href="https://www.youtube.com/watch?v=8UJW84Fqhgw">tifón Haiyan</a> de 2013, se han vuelto más comunes, con velocidades de viento sostenidas de más de 200 mph.</p>
<p>Los <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S167498711400036X">monzones del Sudeste Asiático</a> se han vuelto más intensos e imprevisibles, trayendo demasiada o poca lluvia a cada región, lo que afecta a la vida de más de tres mil millones de personas.</p>
<p>La inseguridad alimentaria y del agua ha aumentado en todo el mundo, amenazando la salud y el bienestar de <a href="https://www.ipcc.ch/srccl/chapter/chapter-5/">miles de millones de personas</a>. El <a href="https://theconversation.com/will-three-billion-people-really-live-in-temperatures-as-hot-as-the-sahara-by-2070-137776">calor y la humedad extremos</a> en los trópicos y subtrópicos ha multiplicado por diez el número de días en los que es <a href="https://www.thelancet.com/article/S0140-6736%252820%252932290-X/fulltext">imposible trabajar al aire libre</a>, reduciendo la productividad agrícola. </p>
<p>El clima extremo en regiones templadas como Europa ha hecho que <a href="https://www.ipcc.ch/srccl/chapter/chapter-5/">la producción de alimentos sea muy impredecible</a>. La mitad de la tierra dedicada a la agricultura en el pasado es ahora inutilizable, y la capacidad del resto para cultivar alimentos <a href="https://www.ipcc.ch/srccl/chapter/chapter-5/">difiere mucho de una temporada a otra</a>. El rendimiento de los cultivos está en sus <a href="https://www.ipcc.ch/report/ar5/wg2/">niveles más bajos</a> desde mediados del siglo XX.</p>
<p>Las poblaciones de peces han <a href="https://www.ipcc.ch/report/ar5/wg2/">colapsado</a>. La <a href="https://www.noaa.gov/education/resource-collections/ocean-coasts/ocean-acidification">acidez</a> del océano ha <a href="https://tos.org/oceanography/article/ocean-acidification-present-conditions-and-future-changes-in-a-high-co2-wor">aumentado</a> en un 125 %. La <a href="https://www.ipcc.ch/srccl/chapter/chapter-5/">cadena alimentaria del océano</a> ha colapsado en algunas regiones, ya que los pequeños organismos marinos que forman su base luchan por fabricar conchas de carbonato de calcio y así sobrevivir en las aguas más ácidas.</p>
<p>A pesar de los avances de las ciencias médicas, <a href="https://www.thelancet.com/article/S0140-6736%252820%252932290-X/fulltext">las muertes por tuberculosis, malaria, cólera, diarrea y enfermedades respiratorias</a> se encuentran en los niveles más altos de la historia de la humanidad. Los fenómenos meteorológicos extremos –desde olas de calor y sequías hasta tormentas e inundaciones– están <a href="https://www.thelancet.com/article/S0140-6736%252820%252932290-X/fulltext">causando grandes pérdidas de vidas</a> y dejando a millones de personas sin hogar. Las epidemias se han sucedido durante todo el siglo, extendiéndose entre poblaciones asediadas por <a href="https://www.ipcc.ch/report/ar5/wg2/human-health-impacts-adaptation-and-co-benefits/">la pobreza y la vulnerabilidad generalizadas</a>.</p>
<h2>Año 2100: la humanidad afronta el reto</h2>
<p>Este es el aspecto que podría tener nuestro planeta si hacemos todo lo posible por contener el cambio climático.</p>
<p>Las temperaturas globales aumentaron hasta <a href="https://www.ipcc.ch/sr15/">1,5°C en 2050</a> y se mantuvieron así durante el resto del siglo. Los combustibles fósiles han sido sustituidos por <a href="https://www.ipcc.ch/report/renewable-energy-sources-and-climate-change-mitigation/">energías renovables</a>. Se han plantado <a href="https://theconversation.com/reforesting-an-area-the-size-of-the-us-needed-to-help-avert-climate-breakdown-say-researchers-are-they-right-119842">más de un billón de árboles</a>, que absorben el dióxido de carbono de la atmósfera. El aire es más limpio que antes de la Revolución Industrial. </p>
<p>Las ciudades se han reestructurado para ofrecer un transporte público totalmente eléctrico y vibrantes espacios verdes. Muchos edificios nuevos tienen un recubrimiento fotoeléctrico que genera energía solar y <a href="https://www.epa.gov/heatislands/using-green-roofs-reduce-heat-islands">tejados verdes que refrescan las ciudades</a>, convirtiéndolas en lugares más agradables para vivir. </p>
<p>Los <a href="https://www.globalrailwayreview.com/article/72347/america-high-speed-rail-travel/">trenes eléctricos de alta velocidad</a> que alcanzan las 300 mph conectan muchas de las principales ciudades del mundo. Los vuelos intercontinentales siguen funcionando, con grandes y eficientes aviones que funcionan con <a href="https://www.shell.com/business-customers/aviation/the-future-of-energy/sustainable-aviation-fuel/synthetic-kerosene.html">queroseno sintético</a> que se fabrica combinando agua y dióxido de carbono aspirado directamente de la atmósfera.</p>
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<img alt="La vegetación cubre el exterior de un edificio en una ciudad japonesa." src="https://images.theconversation.com/files/399210/original/file-20210506-20-vutwrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/399210/original/file-20210506-20-vutwrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/399210/original/file-20210506-20-vutwrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/399210/original/file-20210506-20-vutwrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/399210/original/file-20210506-20-vutwrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/399210/original/file-20210506-20-vutwrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/399210/original/file-20210506-20-vutwrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">La vida urbana debe ser más verde, con un aire más limpio y un transporte público con cero emisiones de carbono.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/fukuoka-japan-jul-09-view-acros-302474765">Yyama / Shutterstock</a></span>
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<p>La dieta mundial se ha <a href="https://www.pnas.org/content/110/21/8399">alejado de la carne</a>. La eficiencia de la agricultura ha mejorado enormemente durante la transición de la producción de carne a escala industrial al sustento a base de plantas, creando más tierra para resilvicultura y reforestación. </p>
<p><a href="https://eowilsonfoundation.org/half-earth-our-planet-s-fight-for-life/">La mitad del planeta</a> se dedica a restaurar la biosfera natural y sus servicios ecológicos. Por otra parte, la <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2211467X19301257">energía de fusión</a> se pone por fin en marcha a gran escala para proporcionar energía limpia e ilimitada a los habitantes del siglo XXII.</p>
<p>Dos futuros muy diferentes. El resultado que vivirán sus hijos y nietos depende de las decisiones que se tomen hoy. Afortunadamente, las soluciones que propongo son beneficiosas para todos: reducen las emisiones, mejoran el medio ambiente y hacen que la gente esté más sana y sea más rica en general.</p>
<hr>
<p><em>Este artículo está basado en el último libro de Mark Maslin, <a href="https://www.penguin.co.uk/books/320/320155/how-to-save-our-planet/9780241472521.html">How to Save Our Planet: The Facts</a>.</em></p><img src="https://counter.theconversation.com/content/160545/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Mark Maslin is a Founding Director of Rezatec Ltd, Co-Director of The London NERC Doctoral Training Partnership and a member of Cheltenham Science Festival Advisory Committee. He is an unpaid member of the Sopra-Steria CSR Board and Sheep Inc Advisory Board. He has received grant funding in the past from the NERC, EPSRC, ESRC, Royal Society, DIFD, DECC, FCO, Innovate UK, Carbon Trust, UK Space Agency, European Space Agency, Research England, Wellcome Trust, Leverhulme Trust, The Children's Investment Fund Foundation and British Council. He has received research funding in the past from The Lancet, Laithwaites, Seventh Generation, Channel 4, JLT Re, WWF, Hermes, CAFOD, HP and Royal Institute of Chartered Surveyors.</span></em></p>¿Un futuro de calor y conflictos o el mejor momento de la humanidad? Nuestra respuesta actual al cambio climático definirá el siglo XXI.Mark Maslin, Professor of Earth System Science, UCLLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1567032021-03-29T20:05:42Z2021-03-29T20:05:42ZYoutubers por el clima: divulgación sobre la crisis ambiental en los nuevos medios sociales<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/391466/original/file-20210324-17-2x7sj3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4787%2C2728&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/frankfurt-main-germany-april-5-2019-1362394283">Shutterstock / Paapaya</a></span></figcaption></figure><p>El coronavirus ha alterado por completo nuestras vidas. De la noche a la mañana, nuestro entorno social quedaba confinado en una burbuja digital en la que los estudios, el trabajo y el ocio pasaron a desarrollarse a través de internet.</p>
<p>Tras más de un año de <a href="https://theconversation.com/es/topics/pandemia-58465">pandemia</a>, las importantes secuelas a nivel sanitario y económico siguen ocupando las portadas de los principales medios de comunicación, en un relato que ha permanecido invariable a lo largo de los últimos meses. En consecuencia, asuntos de vital importancia como la crisis climática se han visto desplazados del foco mediático.</p>
<h2>La emergencia climática, otra víctima del coronavirus</h2>
<p>Tras un 2019 esperanzador, en el que las manifestaciones estudiantiles y la celebración de la <a href="https://theconversation.com/es/topics/cop25-78846">cumbre del clima</a> en Madrid situaban los niveles de presencia mediática de la crisis ambiental en un histórico 4,8 %, la cobertura de la pandemia durante el año 2020 ha reducido este espacio a apenas un 1,3% , según datos del observatorio <a href="https://recambiacambioclimatico.files.wordpress.com/2021/01/29.-resumen-2020.pdf">ReCambia</a>.</p>
<p>La práctica desaparición de la emergencia climática de los espacios informativos evidencia el carácter secundario que históricamente ha caracterizado a este problema, y pone en riesgo los avances conquistados desde la celebración del Acuerdo de París, en 2015. </p>
<p>Según una encuesta publicada por el <a href="http://datos.cis.es/pdf/Es3271clase_A.pdf">CIS</a> a comienzos del año 2020, el 82 % de los españoles se informaba sobre el cambio climático a través de los medios de comunicación.</p>
<h2>Internet, un escaparate alternativo</h2>
<p>Las redes sociales constituyen la segunda fuente de información sobre el cambio climático en España, y su importancia es aún mayor entre el público más joven. YouTube, con más de 2 000 millones de usuarios, es el segundo sitio web más visitado en el mundo (por detrás de Google). Esto lo convierte en un actor muy relevante a la hora de conformar la opinión pública.</p>
<p>Frente a las limitaciones propias de las redacciones periodísticas, marcadas por la actualidad y los intereses empresariales, el relato generado por los creadores de contenidos en internet se beneficia de la libertad que proporciona la Web 2.0. Constituye un ecosistema democrático donde los roles de emisor y receptor se diluyen, y que sitúa al usuario en el centro del esquema comunicativo. </p>
<p>Este entorno líquido y en constante cambio invita a los internautas a crear, buscar, visionar, valorar y compartir contenidos, es decir, a diseñar su propio informativo personalizado. Los libera así de la configuración de las agendas de los grupos periodísticos y de los intereses de los <em>lobbies</em> empresariales.</p>
<p>En la plataforma de vídeo YouTube conviven creaciones elaboradas por los profesionales de la comunicación, como productoras, agencias de publicidad o medios de comunicación, con las obras que emergen de la cultura popular, en lo que se ha dado a conocer como el contenido generado por el usuario (GCU, en inglés). </p>
<p>Este tipo de contenidos, producidos con escasos medios, han logrado alcanzar grandes cuotas de audiencia y generar pequeñas comunidades de suscriptores en torno a sus creadores, que en algunos casos han abrazado la producción audiovisual como profesión.</p>
<p>Una prueba de su relevancia son los estudios que se han desarrollado en los últimos años, abordando vídeos sobre la <a href="http://ddfv.ufv.es/xmlui/bitstream/handle/10641/1209/12_e02_pablovazquez.pdf?sequence=1&isAllowed=y">imagen de los políticos</a>, la promoción de los <a href="https://revistas.ucm.es/index.php/hics/article/download/45122/42485">movimientos sociales</a>, las campañas de <a href="https://revistas.ucm.es/index.php/HICS/article/download/43993/41599/">organizaciones no gubernamentales</a> o la <a href="https://revistas.ucm.es/index.php/ESMP/article/view/50889">lucha contra la drogadicción</a>.</p>
<h2>Youtubers por el clima</h2>
<p>La crisis medioambiental ha ganado terreno entre las creaciones de vídeo <em>amateur</em> durante los últimos años. Uno de mis <a href="https://revistascientificas.us.es/index.php/Ambitos/article/view/8885">estudios</a> muestra que los vídeos más vistos en YouTube sobre el cambio climático fueron creados después de 2015, y que estos títulos acumulan el 80 % de las visitas totales en esta categoría.</p>
<p>Las obras más destacadas son dos animaciones que tienen como protagonista a <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Familia_Teler%C3%ADn"><em>La Familia Telerín</em></a> (TVE), y que suman en conjunto unos 21 millones de reproducciones. Con más de 7 millones de suscriptores, la imagen de marca y el apoyo de Televisión Española suponen un factor decisivo para impulsar el alcance de estos breves relatos sobre el cambio climático.</p>
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<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/P38V9M21cv8?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
<figcaption><span class="caption">Vídeo de la La Familia Telerín para La Hora del Planeta del 2016.</span></figcaption>
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<p>Entre las creaciones realizadas por los internautas destacan dos canales dedicados a la divulgación científica: <a href="https://www.youtube.com/channel/UCbdSYaPD-lr1kW27UJuk8Pw">Quantum Fracture</a> y <a href="https://www.youtube.com/channel/UCaVPhFg-Ax873wvhbNitsrQ">El Robot de Platón</a>. </p>
<p>Estos youtubers han logrado suplir sus limitaciones técnicas y económicas con la generación de una comunidad participativa en torno a sus canales, obteniendo así el mayor número de comentarios y de votos positivos de la muestra analizada.</p>
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<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/3ZbRHzimXOA?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
<figcaption><span class="caption">Vídeo sobre el cambio climático de Quantum Fracture.</span></figcaption>
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<p>En un entorno en el que <em>todo vale</em>, los consumidores de este tipo de relatos apoyan a los creadores que generan un valor añadido, ya sea por su habilidad para fomentar la participación y el debate o por las fuentes utilizadas en su discurso. </p>
<p>Por el contrario, los usuarios huyen del enfoque apocalíptico y sensacionalista que tradicionalmente ha caracterizado a la representación de la emergencia climática en los medios de comunicación. ¿Marcarán estas preferencias el devenir del relato climático del futuro?</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/156703/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>David Vicente Torrico no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Debido a la pandemia, el cambio climático protagoniza escasas noticias. Internet, y en especial YouTube, constituye una fuente alternativa para encontrar contenidos que explican este problema global.David Vicente Torrico, Doctor en Comunicación, Universidad de ValladolidLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1568912021-03-16T19:06:40Z2021-03-16T19:06:40Z¿El siglo de la biología? Necesitamos un clima de ciencia y ética<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/389387/original/file-20210313-18-p3ay8b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C7477%2C4064&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/businessman-on-blurred-background-using-digital-1005896620">Shutterstock / sdecoret</a></span></figcaption></figure><p>La palabra <em>ciencia</em> ha sido <a href="https://www.rae.es/noticia/el-diccionario-de-la-lengua-espanola-supera-los-mil-millones-de-consultas-en-un-ano">una de las más buscadas en el Diccionario de la Lengua Española</a> entre febrero de 2020 y enero de 2021. Ojalá no sea algo coyuntural, sino el indicio de un cambio en los intereses de las sociedades hispanohablantes. Nos gustaría pensar que no es casual que entre las palabras más consultadas también se encuentren <em>cultura</em> y <em>filosofía</em>.</p>
<p>Con motivo de la pandemia de covid-19 han aumentado notablemente la inversión en investigación científica, el número de proyectos en ejecución y las publicaciones científicas, relacionados con el virus y la enfermedad.</p>
<p>En definitiva, la pandemia ha despertado un interés inusitado por la ciencia. Pero de nuevo con las visiones de una sociedad que surge tras cuarenta años de progresivo desmantelamiento del estado del bienestar, de la crisis de la socialdemocracia y del keynesianismo económico.</p>
<h2>¿El siglo de la biología?</h2>
<p>Desde mediados del siglo XX la biología, en su trayectoria en búsqueda de su estatuto como ciencia, ha dado pasos de gigante, por la importancia y espectacularidad de sus avances y el <a href="https://asebio.com/sites/default/files/2019-11/Libro%20Emilio%20Mu%C3%B1oz.pdf">potencial de sus aplicaciones sobre la vida humana</a> (ver ‘Tendencias científico-tecnológicas. Retos, potencialidades y problemas sociales’, Capítulo X: <a href="https://books.google.es/books?id=NQoTDgAAQBAJ&pg=PT8&hl=es&source=gbs_selected_pages&cad=2#v=onepage&q&f=false">¿Estamos ya en el siglo de la biología? Un análisis sobre sus impactos sociales y económicos</a>)</p>
<p>Ha pasado de la simple catalogación (lo que llevó a Rutherford a cuestionar su carácter de ciencia, al compararla con la “colección de sellos”) a los recientes avances que estamos viviendo en torno a la pandemia de la covid-19. Lo que sin duda nos permite volver a preguntarnos si ya estamos en el <a href="https://canal.uned.es/video/5a6f80ceb1111f64398b45aa">siglo de la biología</a>.</p>
<p>Queremos glosar aquí el importante libro de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ernst_Mayr">Ernst Mayr</a>, publicado en 1985, <a href="https://www.hup.harvard.edu/catalog.php?isbn=9780674364462"><em>The Growth of Biological Thought: Diversity, Evolution and Inheritance</em></a>, del que François Jacob afirmó que “no existe otro libro que nos diga en forma tan crítica y lúcida el camino por el que la evolución de las ideas condujo a la biología moderna”.</p>
<p>Para Mayr, la propiedad más significativa de la biología actual es la unificación: todas las grandes controversias de los siglos anteriores se han resuelto; se han refutado todas las formas del vitalismo; las diferentes versiones de las teorías evolucionistas que han competido se han ido abandonando y se han sustituido por una versión sintética; han prevalecido las interacciones entre la biología funcional y la evolucionista, que no se producía antes; y se ha admitido la complejidad de los sistemas biológicos y que el proceso de la emergencia (el todo es más que la suma de las partes) es más importante en los sistemas vivos que en los inanimados.</p>
<h2>Investigación científica y técnica, dinámicas y dimensiones éticas</h2>
<p>Paradójicamente, el esplendor de la biología y sus aplicaciones, con importantes consecuencias morales, ha sido el desencadenante de la reflexión, desde la filosofía de la biología, sobre las <a href="http://arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/view/172">dimensiones y dinámicas éticas de la investigación científica y técnica</a>. Fruto de ello ha sido el haber acuñado el concepto de <a href="https://es.slideshare.net/FundacionAreces/emilio-muoz-ticas-aplicadas"><em>interéticas</em></a>, y su correlación con la innovación social bajo una perspectiva crítica de la economía.</p>
<p>Como apuntábamos al principio, la palabra <em>ciencia</em> está de moda. También lo está la palabra <em>ética</em>, que se está usando inflacionaria y banalmente, como ha diseccionado brillantemente Roberto R. Aramayo <a href="https://theconversation.com/banalizamos-la-etica-156393">en un reciente artículo</a>.</p>
<p>De modo similar, estamos asistiendo a una banalización y mercantilización de muchos conceptos biológicos. Como el de evolución, un término utilizado para marcar signos positivos de aquello que se quiere identificar como lo que progresa, sin apenas idea de lo que es la evolución biológica. O las siglas ADN (de ácido desoxirribonucleico), utilizadas para ponderar las señas identitarias de cualquier organización u objeto de comercio (incluso los automóviles de lujo que, obviamente, carecen de esta molécula biológica).</p>
<h2>La covid-19 y las ciencias</h2>
<p>El esfuerzo investigador realizado con motivo de la pandemia tiene un carácter fundamentalmente utilitarista, dirigido por la urgente e inevitable necesidad de obtener vacunas y tratamientos frente a la enfermedad, y consecuentemente de reactivar la economía y recuperar el empleo lo antes posible.</p>
<p>Este esfuerzo investigador descansa en varios factores. Entre ellos, el modo como la covid-19 ha afectado a todo el planeta y ha despertado los miedos y los intereses del mundo desarrollado. Y el giro copernicano experimentado por Europa en sus planteamientos para salir de la crisis, apoyándose en los desarrollos de la biología generados por las instituciones públicas y con estrategias de colaboración público-privada.</p>
<p>Paradigmático a este respecto es el caso de BioNTech, una empresa biotecnológica alemana pionera en investigación básica, con éxitos en la proyección clínica y decisiva para el diagnóstico y las vacunas contra la covid-19. Una empresa desarrollada por inmigrantes turcos de segunda generación y con una investigadora húngara que ha sido decisiva en el desarrollo de esta tecnología del ARN.</p>
<h2>La urgencia de la covid-19 relega otros problemas importantes</h2>
<p>No obstante, es importante reivindicar el valor de la ciencia no sólo como inversión que genera soluciones y retornos inmediatos (necesarios sin duda ante una pandemia). También, y sobre todo, el valor de la ciencia que genera conocimientos y valores no inmediatos, y no siempre monetizables (al menos en el corto plazo) pero traducibles y que desembocarán, a la larga, en bienes para la humanidad.</p>
<p>Una vez más, hay que advertir sobre lo que Nuccio Ordine califica como “<a href="https://elpais.com/cultura/2014/01/07/actualidad/1389123019_008453.html">la barbarie de lo útil</a>” y que toma protagonismo incluso en detrimento de otros asuntos importantes, pero desgraciadamente de menor impacto inmediato, como el cambio climático o <a href="https://theconversation.com/pandemia-ambiental-salto-evolutivo-o-involucion-155240">pandemia ambiental</a>, que quedan en un segundo plano a causa de los “egoísmos del presente”.</p>
<h2>Contra una ciencia esclava de lo útil</h2>
<p>La ciencia debe buscar el rechazo a ser esclava de lo útil. El sistema actual de la ciencia somete a los científicos a un género de servidumbre que les dificulta centrarse en la generación de conocimiento y la búsqueda de la verdad, sujetos como están a la urgencia del tiempo, supeditando sus intereses investigadores a los de soberanos como las agencias financiadoras y las grandes editoriales científicas, a quienes deben aprender a adular y seducir con sus obras si no quieren perecer (<a href="https://theconversation.com/la-ciencia-necesita-tiempo-para-pensar-el-movimiento-que-quiere-acabar-con-la-cultura-de-publicar-o-morir-116367">publicar o morir</a>) en el competitivo entorno profesional de la ciencia.</p>
<p>Esta ciencia conduce a los científicos a convertirse en esclavos de la productividad, y al conocimiento a transformarse en mercancía.</p>
<h2>Es la ciencia, estúpido; y la necesaria ética</h2>
<p>Así pues, recordando la frase que el expresidente norteamericano Bill Clinton dirigió a sus adversarios electorales, “<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Es_la_econom%C3%ADa,_est%C3%BApido"><em>es la economía, estúpido</em></a>”, nos gustaría invitar a la reflexión a quienes proponen políticas económicas que no solo no contribuyen a resolver la crisis en el ámbito europeo, sino que de hecho complican la situación.</p>
<p>La ciencia debe formar parte de los cimientos sobre los que se apoyen las políticas para salir de la actual crisis y fortalecer la industria y la economía europeas para avanzar hacia el futuro. Para no instalarnos en una “nueva normalidad” en la que nos olvidemos de la ciencia y las dimensiones éticas, hasta que nos volvamos a sentir amenazados. Y quizás entonces estemos ante amenazas irreversibles.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/156891/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Jesús Rey Rocha es socio fundacional de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC) y miembro de su Junta Directiva. Es miembro del equipo investigador del proyecto 'Análisis científico, filosófico y social del COVID-19: repercusión social, implicaciones éticas y cultura de la prevención frente a las pandemias (BIFISO)' financiado por el CSIC en el marco del programa CSIC-COVID-19.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Emilio Muñoz Ruiz es socio promotor de la AEAC y miembro de su Consejo Consultivo. Forma parte del equipo investigador del proyecto "Análisis científico, filosófico y social del COVID-19: repercusión social, implicaciones éticas y cultura de la prevención frente a las pandemias (BIFISO) ", financiado por el CSIC en el marco del programa CSIC-COVID-19.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Víctor Ladero es socio fundacional de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC)</span></em></p>La ciencia debe formar parte de los cimientos sobre los que se apoyen las políticas para salir de la actual crisis y fortalecer la industria y la economía europeas para avanzar hacia el futuro.Jesús Rey Rocha, Investigador Científico en Ciencia, Tecnología y Sociedad, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)Emilio Muñoz Ruiz, Profesor de Investigación. Unidad de Investigación en Cultura Científica del CIEMAT, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)Víctor Ladero, Científico Titular del IPLA-CSIC, Investigador del Instituto Investigaciones Sanitarias de Asturias (ISPA) y Socio Fundacional de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC), Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA - CSIC) Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1565212021-03-11T21:13:57Z2021-03-11T21:13:57ZInterés, inercia y miedo: por qué nos cuesta actuar contra el cambio climático<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/389033/original/file-20210311-22-je73gi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5176%2C3445&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/man-standing-empty-land-dry-cracked-1458006029">Shutterstock / Piyaset</a></span></figcaption></figure><p>Recientemente, los investigadores Emilio Muñoz y Jesús Rey <a href="https://theconversation.com/pandemia-ambiental-salto-evolutivo-o-involucion-155240">hablaban de una “pandemia ambiental”</a>. Su pretensión, como la de tantas personas que escribimos sobre el asunto, es mover a la acción para paliar el cambio climático. </p>
<p>Los autores invitan a la reflexión sobre las posibles consecuencias negativas del calentamiento global para nuestra evolución biológica y social. Pero ¿es eficaz esta estrategia? ¿Puede la mera reflexión empujarnos a actuar o es necesario algo más?</p>
<h2>El problema de la atención</h2>
<p>El primer paso para incitar a la actuación contra el cambio climático consiste en atraer la atención hacia él. Como saben bien quienes se dedican a la publicidad, o a la comunicación en general, eso no resulta sencillo. Los mecanismos más eficaces son los que recurren a nuestras respuestas automáticas: un sonido fuerte, un aspecto extravagante, unas palabras punzantes. </p>
<p>El problema es que la sorpresa o el susto se desvanecen en instantes. Si se quiere mantenerlos, hay que ir incrementando el nivel de estímulo, porque el umbral de sensibilidad va subiendo. De ahí que, para hacer frente a la fatigosa tarea de retener la atención, se haya desarrollado una disciplina novedosa y lucrativa, la <a href="https://captology.stanford.edu/"><em>captología</em></a>. </p>
<p>Pero la atención no basta para afrontar la crisis climática: también se precisa que despierte interés.</p>
<h2>Los límites del interés</h2>
<p>Dice la RAE <a href="https://dle.rae.es/interesar">en su diccionario</a> que interesar puede entenderse, primero, como “dar parte a alguien en un negocio o comercio en el que pueda tener utilidad o interés” y, segundo, como “hacer tomar parte o empeño a alguien en los negocios o intereses ajenos, como si fuesen propios”. </p>
<p>Para que el cambio climático nos resulte interesante, tenemos que saber que tomamos parte en él, que nos afecta. De ahí que la mayoría de escritos sobre el tema expongan sus consecuencias. Puesto que estas consecuencias son negativas, se suele tildar a esos textos de catastrofistas. </p>
<p>Todos los seres humanos tendemos a evitar las noticias que nos resultan desagradables o que nos invitan a cambiar nuestros hábitos, así que el interés por el cambio climático se acaba donde empieza nuestro disgusto, que nos empuja a apartarnos del asunto.</p>
<h2>La importancia de las inercias</h2>
<p>Conocer la realidad es necesario, pero no suficiente para cambiarla. Todo el mundo sabe que debería hacer ejercicio regularmente, dormir siete u ocho horas diarias, cumplir las normas de circulación y no dejar las cosas para última hora. ¿Por qué no lo hacemos? Porque actuar supone vencer una serie de resistencias. </p>
<p>Abandonar prácticas rutinarias que han funcionado durante toda nuestra vida resulta muy costoso (aunque solo sea por el <a href="https://thedecisionlab.com/biases/endowment-effect/">efecto donación</a>) y conocer una realidad tan compleja como la del cambio climático supone invertir mucho tiempo, como nos cuenta la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Econom%C3%ADa_de_la_informaci%C3%B3n">economía de la información</a>. </p>
<p>Además, tenemos generalmente una comprensible tendencia a la pasividad, como ha mostrado <a href="https://www.ted.com/talks/dan_ariely_how_to_change_your_behavior_for_the_better">Dan Ariely</a>. Cambiar cuando estamos bien se percibe como una decisión antieconómica y por eso no solemos hacerlo, salvo que temamos algún mal por quedarnos quietos (como en el manido ejemplo de la reina de corazones de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/A_trav%C3%A9s_del_espejo_y_lo_que_Alicia_encontr%C3%B3_all%C3%AD"><em>A través del espejo</em></a>). </p>
<h2>El miedo, motor y freno</h2>
<p>El miedo a empeorar es necesario para cambiar. La capacidad de movilización de la amenaza es muy limitada, como han expuesto <a href="https://theconversation.com/los-limites-del-miedo-en-la-narrativa-del-cambio-climatico-154409">Bruner y Valladares</a> en <em>The Conversation</em>, pero el temor racional es indispensable: si no tememos un mal, ¿por qué vamos a dedicar esfuerzo alguno a evitarlo? </p>
<p>Sin algo de miedo (que no es pánico ni terror), no hay motivos para la acción preventiva. Así lo ha puesto de manifiesto una <a href="https://www.unige.ch/communication/communiques/en/2021/les-emotions-pour-lutter-contre-le-changement-climatique/">investigación reciente</a> de Tobias Bosch para la Universidad de Ginebra. Y, ¿de dónde puede surgir el miedo razonable más que del conocimiento?</p>
<h2>Conclusión: no hay atajos</h2>
<p>Aunque nos empeñemos en buscarlos, no hay trucos ni caminos fáciles para actuar contra el cambio climático. Paliar problemas complejos resulta imposible sin una combinación de información, reflexión, miedo y entusiasmo. Necesita tiempo y esfuerzo, y, aún peor, requiere que cambiemos nuestros hábitos, lo que suele llevar aparejado cierto sufrimiento. </p>
<p>Pero el cambio climático actual, además de un problema incómodo y complicado, es una oportunidad de mejorar nuestro entorno con acciones sencillas. Cada acto individual cuenta, no necesita de otros para funcionar. Cada persona, si quiere, puede resultar útil, puede hacer algo, porque el cambio climático, aunque complejo, no es natural, no nos viene impuesto, sino que es consecuencia de nuestras acciones. </p>
<p>Cada quien tiene la ocasión de convertirse en freno de la contaminación atmosférica, en la medida en que opte por ciertas acciones continuadas y sencillas: reducir los viajes, consumir productos locales, reciclar, obtener energía de procesos que no impliquen combustión, etc. Es verdad que el resultado final depende de la implicación de otros agentes, pero la acción individual cuenta, interesa y nos beneficia sin necesidad de sumar la acción ajena (aunque esta contribuya a un mayor bien). </p>
<p>Para hacer frente al cambio climático no hay atajos: solo el largo camino que conduce al éxito colectivo y la satisfacción individual. Recorrerlo supone tener interés y conocimientos. Con ellos no basta, pero sin ellos no hay forma. Por eso tantos artículos de los que se publican <a href="https://theconversation.com/es/topics/cambio-climatico-55574">aquí</a> resultan indispensables.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/156521/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Armando Menéndez Viso es socio promotor y miembro del Consejo Consultivo de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC), así como miembro del Comité Asesor de Política Científica del Principado de Asturias.</span></em></p>Captar la atención de los ciudadanos no es suficiente para que se involucren en la mitigación de la crisis climática. Es necesario captar su interés y conseguir que venzan su resistencia al cambio.Armando Menéndez Viso, Profesor de Filosofía, Universidad de OviedoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1466942020-09-30T18:20:50Z2020-09-30T18:20:50ZCOVID-19: ¿Nos preocupa ahora menos el cambio climático?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/360050/original/file-20200925-14-1irlghk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3834%2C2155&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/save-world-coronavirus-covid-19-virus-1715683711">Shutterstock / Rattanamanee Patpong</a></span></figcaption></figure><p>La pandemia de <a href="https://theconversation.com/es/covid-19">COVID-19</a> ha alterado la vida de la personas. Algunos investigadores han postulado que la actual crisis sanitaria y económica podría reducir nuestra preocupación por el cambio climático. Una posible explicación es que la gente tiene una <a href="http://guide.cred.columbia.edu/guide/sec4.html"><em>reserva limitada de preocupación</em></a>.</p>
<p><a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0959378012000143?casa_token=H_tmfeGKJ80AAAAA:xRnp6vW-BzlUC6BZh4ay0Jekik9ASBlqg9A_YaRjnidwztczI3XyLEwWaFyS5A5_bmCqRPuG750">Investigaciones en diferentes países muestran</a> que cuando las economías caen en recesión, la preocupación por el cambio climático tiende a disminuir. Dada la amplitud y gravedad de la actual situación de la COVID-19, cabría esperar un efecto similar.</p>
<h2>Preocupación por el cambio climático antes y después de COVID-19</h2>
<p>Aquí presentamos algunos resultados preliminares obtenidos en dos encuestas realizadas a nivel nacional en <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s10584-020-02842-y">agosto de 2019</a> y junio de 2020 en España. Cada encuesta tuvo unos 2 000 participantes. </p>
<p>Un primer análisis (figura 1) permite sacar dos conclusiones:</p>
<ul>
<li><p>Primero, vemos que hay un porcentaje similar de personas que dicen estar al menos <em>bastante</em> preocupadas por el cambio climático: 79 % en 2019, frente al 77 % en 2020. </p></li>
<li><p>Segundo, hay un cambio en la distribución de las respuestas sobre la preocupación entre 2019 y 2020: hay más personas que marcaron <em>bastante</em> y menos <em>muchísimo</em>. Esta reducción de la proporción de personas preocupadas por el cambio climático es estadísticamente significativa. </p></li>
</ul>
<p>En general, estos resultados parecen apoyar la idea de que las personas tenemos una <em>reserva limitada de preocupación</em>.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/360824/original/file-20200930-14-qvpgxe.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/360824/original/file-20200930-14-qvpgxe.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/360824/original/file-20200930-14-qvpgxe.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=284&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/360824/original/file-20200930-14-qvpgxe.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=284&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/360824/original/file-20200930-14-qvpgxe.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=284&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/360824/original/file-20200930-14-qvpgxe.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=357&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/360824/original/file-20200930-14-qvpgxe.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=357&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/360824/original/file-20200930-14-qvpgxe.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=357&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Figura 1. Comparación de la preocupación por el cambio climático antes (2019) y después de COVID-19 (2020).</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Apoyo público a la política climática</h2>
<p>¿Qué hay de las actitudes hacia unas políticas climáticas que <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/wcc.462">muchos expertos consideran cruciales</a>, como son los impuestos sobre el carbono? Estas tasas gravan el uso de combustibles fósiles proporcionalmente a la cantidad de carbono que contienen, ya que esto determina las emisiones de CO₂ resultantes de su combustión. </p>
<p>Los impuestos aumentarán, por ejemplo, el precio del carbón más que el de la gasolina y el de esta más que el del gas natural. Como consecuencia, los productores y los consumidores estarán incentivados a cambiar a energías renovables, ahorrar energía en calefacción y aire acondicionado, y dejar de usar medios de transporte basados en combustibles fósiles.</p>
<p>La figura 2 muestra que el apoyo a un hipotético impuesto sobre el carbono es mayor después de la crisis de la COVID-19. El 51 % de los participantes en 2020 frente al 43 % en 2019 dijeron que esta política les parece <em>algo</em> o <em>completamente</em> aceptable. Este aumento del apoyo a un impuesto sobre el carbono es estadísticamente significativo.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/360867/original/file-20200930-20-11tcc1s.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/360867/original/file-20200930-20-11tcc1s.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/360867/original/file-20200930-20-11tcc1s.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=324&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/360867/original/file-20200930-20-11tcc1s.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=324&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/360867/original/file-20200930-20-11tcc1s.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=324&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/360867/original/file-20200930-20-11tcc1s.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=407&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/360867/original/file-20200930-20-11tcc1s.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=407&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/360867/original/file-20200930-20-11tcc1s.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=407&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Figura 2. Comparación del apoyo al impuesto sobre el carbono cuando no se especifica cómo se usarán los ingresos y cuando se especifica que los ingresos se utilizarán para pagar los gastos de la COVID-19.</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Impuestos climáticos para afrontar la COVID-19</h2>
<p>Además, es <a href="https://theconversation.com/aceptariamos-en-espana-un-impuesto-al-carbono-118218">importante recordar que</a>, aunque el principal objetivo de un impuesto sobre el carbono es estimular las opciones de bajo consumo de carbono, los ingresos recaudados pueden utilizarse para diversos fines públicos. </p>
<p>En la encuesta del 2020, también preguntamos a los participantes cuán aceptable les parecía un impuesto sobre el carbono cuyos ingresos se utilizasen para compensar los gastos de hacer frente a la COVID-19. </p>
<p>En el panel derecho de la figura 2 se muestra que tal impuesto sobre el carbono es considerado aceptable por un número aún mayor de personas (54 %). Esta diferencia es nuevamente significativa desde el punto de vista estadístico. </p>
<p>Las personas parecen reconocer los beneficios adicionales, no ambientales, de una política como el impuesto sobre el carbono. Esto puede explicar por qué el apoyo a la tasa ha aumentado mientras que la preocupación por el cambio climático es menor desde la COVID-19.</p>
<p>Otras encuestas en <a href="http://cast.ac.uk/cast-briefing-04-covid-low-carbon-choices/">Reino Unido</a> y <a href="https://climatecommunication.yale.edu/publications/climate-change-in-the-american-mind-april-2020/2/">Estados Unidos</a> muestran tendencias aún más positivas, con un aumento tanto de la preocupación pública por el cambio climático como del apoyo a la política climática desde el comienzo de la crisis de COVID-19. </p>
<p>Varios factores pueden explicar estas tendencias. Entre ellos: el activismo climático y el movimiento <a href="https://theconversation.com/cambio-climatico-entre-el-colapso-y-la-metamorfosis-social-128655">Fridays for Future</a> en los meses anteriores al brote de COVID-19, las <a href="https://academic.oup.com/bioscience/article/70/1/8/5610806">miles de advertencias desde la ciencia</a>, el número cada vez mayor de <a href="https://theconversation.com/solo-nos-acordamos-del-cambio-climatico-cuando-truena-o-hace-mucho-calor-141213">fenómenos meteorológicos extremos</a> y la <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0048969719321436">cobertura mediática</a> de todos estos temas.</p>
<p>Todos estos resultados preliminares muestran que desde la esfera política se ha de ser consciente de que, incluso en tiempos de crisis sanitaria mundial, existe apoyo público para hacer frente a la crisis climática.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/146694/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Stefan Drews ha recibido fondos del Consejo Europeo de Investigación y del MINECO, programa María de Maeztu, para Unidades de Excelencia para ICTA-UAB.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Jeroen van den Bergh ha recibido fondos del Consejo Europeo de Investigación y del MINECO, programa María de Maeztu, para Unidades de Excelencia para ICTA-UAB.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Sergio Villamayor recibe fondos del Ministerio del Ministerio de Ciencia y Educación a través del programa Ramón y Cajal y del MINECO a través del programa María de Maeztu para Unidades de Excelencia.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Ivan Savin no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Dos encuestas realizadas en 2019 y 2020 revelan que incluso en tiempos de crisis sanitaria mundial, existe un apoyo público para hacer frente a la crisis climática.Stefan Drews, Postdoctoral researcher at the Institute of Environmental Science and Technology (ICTA), Universitat Autònoma de BarcelonaIvan Savin, Research Fellow at Ural Federal University & Postdoctoral Research Fellow at the Institute of Environmental Science and Technology (ICTA), Universitat Autònoma de BarcelonaJeroen van den Bergh, Professor at VU University Amsterdam & ICREA Research Professor, Universitat Autònoma de BarcelonaSergio Villamayor, Investigador en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales, Universitat Autònoma de BarcelonaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1344612020-04-06T14:16:44Z2020-04-06T14:16:44ZLa COVID-19 y la sostenibilidad medioambiental del mañana<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/325684/original/file-20200406-96913-1p3cqq6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C14995%2C6092&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/sustainable-development-goals-sdgs-concept-people-652587091"> Jacob_09 / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Hoy, la crisis global sanitaria de <a href="https://theconversation.com/es/covid-19">COVID-19</a> salpica todos los rincones. En cada noticiario, cada conversación en casa o en remoto hablamos de lo mucho que deseamos que acabe y que sea un pasado lejano al que mirar desde, por ejemplo, el anhelado verano.</p>
<p>Sin embargo, antes de esta crisis de salud nos enfrentábamos ya como sociedad a enormes desafíos que, lógicamente, han quedado relegados por el acuciante <em>ahora</em> de la emergencia sanitaria. Pero cuestiones como el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad siguen presentes y conectados con la situación que vivimos.</p>
<h2>Cambio climático, contaminación y COVID-19</h2>
<p>Ya se vio <a href="https://www.carbonbrief.org/analysis-coronavirus-has-temporarily-reduced-chinas-co2-emissions-by-a-quarter">en China</a>. Y ahora también en <a href="https://www.corresponsables.com/actualidad/ods13-emisionesCO2-caen-2019-bajaran-mucho-mas-covid-19">Europa y España</a>: la reclusión y la minimización de las actividades comerciales y el transporte debidos al estado de alerta han supuesto una disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero, sobre todo de la industria y del transporte por carretera. En el corto plazo, esto es una buena noticia para la consecución de los objetivos de mitigación de gases de efecto invernadero (GEI). </p>
<p>De forma similar, la contaminación atmosférica en nuestras ciudades se ha reducido, tanto en <a href="https://es.euronews.com/2020/03/02/la-nasa-confirma-caida-de-las-emisiones-de-gases-de-efecto-invernadero-en-china-por-el-cor">China</a> como en <a href="https://www.esa.int/Applications/Observing_the_Earth/Copernicus/Sentinel-5P/Coronavirus_lockdown_leading_to_drop_in_pollution_across_Europe">Europa</a>. Cabría esperar que este hecho redunde positivamente en la salud de las personas que habitan estos núcleos, normalmente sometidas a altos niveles de contaminación. </p>
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<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/ARpxtAKsORw?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
<figcaption><span class="caption">Reducción de emisiones de dióxido de nitrógeno en Italia.</span></figcaption>
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<p>Podríamos aventurarnos a pensar, con todas las cautelas, que las cerca de <a href="https://www.efe.com/efe/espana/destacada/la-contaminacion-causa-10-000-muertes-ano-en-espana-y-7-millones-el-mundo/10011-4119614">10 000 muertes prematuras que se producen al año por la polución del aire en España</a> podrían disminuir notablemente. <a href="https://www.imperial.ac.uk/news/196556/coronavirus-measures-have-already-averted-120000/">Un descenso que podemos sumar a los fallecimientos por COVID-19 evitados gracias al confinamiento</a>. </p>
<p>Cuando esta situación pase, problemas como el cambio climático, la contaminación atmosférica en las grandes ciudades o la pérdida de biodiversidad seguirán siendo desafíos de enorme magnitud, frente a los que proponer medidas también urgentes. </p>
<p>No obstante, podemos comenzar a afrontar ya los retos de ese mañana pospandemia teniendo en cuenta algunos factores relacionados con la crisis actual.</p>
<h2>1. Los problemas ambientales del efecto rebote</h2>
<p>Si la salida de la cuarentena no es paulatina, escalonada, se producirán picos en el consumo de bienes y servicios. Estos desencadenarán una emisión masiva de GEI y compuestos contaminantes en un modelo de producción y consumo todavía fundamentado en el <a href="https://www.scientificamerican.com/article/how-the-coronavirus-pandemic-is-affecting-co2-emissions/">uso de combustibles fósiles</a>. </p>
<p>El efecto rebote, tan deseado desde el punto de vista económico, entraña un riesgo medioambiental serio. El repunte de emisiones podría incluso compensar la reducción registrada durante la etapa de confinamiento.</p>
<h2>2. La importancia de la concienciación y educación ambiental</h2>
<p>Las personas que trabajamos en el ámbito de la ciencia y la sostenibilidad, la sociedad civil y los responsables políticos no podemos perder otra oportunidad de acercar a la ciudadanía las consecuencias de nuestras decisiones y hábitos cotidianos. Cómo nos movemos, cómo trabajamos y cómo nos alimentamos influye profundamente en problemas medioambientales de enorme calado, tiene repercusiones socioeconómicas graves y una incidencia transversal.</p>
<p>Seguramente esta crisis suponga nuestra entrada en <a href="https://theconversation.com/2020-el-ano-0-de-una-nueva-sociedad-135047">una madurez como sociedad</a> sin demasiados precedentes cercanos en el tiempo. </p>
<p>Muy probablemente esté naciendo una conciencia de la colectividad y la corresponsabilidad social determinantes para encarar los muchos desafíos que nos quedan por enfrentar como sociedad en las próximas décadas. Las muestras de generosidad, el apoyo mutuo, la importancia y puesta en valor de servicios públicos esenciales como la sanidad, la educación y la investigación son signos del cambio.</p>
<p>Será necesario también recordar, por ejemplo, que las elevadas tasas de contaminación atmosférica en ciudades como las del norte de Italia o Madrid –con graves consecuencias para la salud, especialmente en poblaciones vulnerables– podrían estar relacionadas con una <a href="https://epha.org/coronavirus-threat-greater-for-polluted-cities/">mayor incidencia de enfermedades cardiorrespiratorias como la COVID-19</a>.</p>
<p>Tendremos que reafirmarnos en la urgencia de reducir la emisión de GEI para frenar un cambio climático que ya causa el sufrimiento de muchos seres humanos en el planeta. Un cambio climático que también puede acelerar la <a href="https://www.thelancet.com/pdfs/journals/laninf/PIIS1473-3099(19)30161-6.pdf">llegada de enfermedades</a> como la que estamos sufriendo.</p>
<p>Habremos de recordar que, si seguimos presionando los ecosistemas naturales con un consumo exacerbado de recursos y territorio, <a href="https://mondiplo.com/contra-las-pandemias-la-ecologia">podemos acercarnos a focos de contagio</a>. Podemos perder la capacidad de resistir el embate de eventos climáticos extremos. Perderemos, en definitiva, <a href="https://theconversation.com/es-posible-alimentar-a-10-000-millones-de-personas-sin-devastar-el-planeta-116751">nuestra resiliencia como sociedad</a>.</p>
<h2>3. La necesidad de un cambio de sistema</h2>
<p>Pero quizás lo anterior no sea suficiente para abordar los <a href="https://theconversation.com/la-crisis-del-coronavirus-y-nuestros-tres-niveles-de-negacionismo-134749">cambios estructurales de modelo</a> que se precisan para que la degradación medioambiental y sus consecuencias (pandemias como la de COVID-19, entre ellas) se palíen. </p>
<p>Esta crisis es una oportunidad para modificar hábitos, para asegurar <a href="https://theconversation.com/2020-el-ano-0-de-una-nueva-sociedad-135047">un futuro</a> digno a nuestra especie y a nuestra relación con el planeta.</p>
<p>Por ejemplo, la forma en que trabajamos y la forma en que nos relacionamos podrían dejar de ser tan sumamente <em>presencialistas</em> y demandantes de recursos. El teletrabajo podría imponerse como una norma y dejar de ser una excepción. En el ámbito de la investigación, por ejemplo, puede que <a href="https://www.openpetition.eu/petition/online/el-manifiesto-de-cercedilla-para-reuniones-cientificas-sostenibles">los congresos y reuniones científicas en remoto sean mucho más frecuentes</a>. Todo ello, con el consiguiente impacto positivo en la mitigación de GEI. </p>
<h2>4. El papel imprescindible de la investigación</h2>
<p>Es muy probable, según experiencias previas no lejanas en el tiempo, que la previsible crisis económica que nos espera tras la salida de la sanitaria se cebe con la <a href="https://www.eldiario.es/catalunya/Xavier-Querol-economicas-perjudicar-ambientales_0_1008949689.html">inversión en educación e I+D+i</a>. </p>
<p>Si como sociedad no evitamos que esto ocurra, el riesgo de limitar nuestra capacidad de enfrentar los desafíos medioambientales antes mencionados (y otros en otros ámbitos directamente relacionados, como el de la salud) crecerá exponencialmente.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/134461/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Cuestiones como el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad están relacionadas con la situación de crisis que vivimos. Tengámoslas en cuenta.Alberto Sanz Cobeña, Profesor e investigador en el Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Ambientales, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)Candela de la Sota Sández, Investigadora asociada en cambio climático y contaminación atmosférica, Stockholm Environment InstituteLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1290352019-12-25T20:38:38Z2019-12-25T20:38:38ZCómo actuar frente al ‘populismo climático’<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/307642/original/file-20191218-11946-vrlzd3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C53%2C6000%2C3314&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/aachen-nordrheinwestfalengermany-0621-fridays-future-protestors-1433055893">Timon Goertz/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La celebración de la última <a href="https://www.miteco.gob.es/es/cop25/cop25/#ancla2">Conferencia de las Partes (COP25) sobre Cambio Climático</a> al inicio de diciembre de 2019 en Madrid, recogiendo el testigo de Chile, ha colocado el cambio climático en el centro de la agenda social y política en España. </p>
<p>El calentamiento global y sus consecuencias han supuesto un descubrimiento para muchos de lo que es la acción internacional sobre cuestiones de interés y proyección global. Para otros agentes, la referencia a la emergencia climática ha significado un recuerdo. El evento se ha proyectado como plataforma para el debate político envuelto en la riqueza argumental que deriva de las múltiples aristas que rodean a esta temática.</p>
<p>Queremos compartir unas reflexiones sobre la importancia del cambio climático para el adecuado cultivo de la democracia. Para ello, partiremos de la noción de “crisol de la cultura democrática”, que tomamos prestada del concepto “<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Crisol_de_culturas">crisol de culturas</a>”. Este término se utiliza para “representar la forma en que sociedades heterogéneas se convierten en sociedades homogéneas”, es decir, para hablar de integración.</p>
<p>Uno de nosotros ha estado interesado por el cambio climático desde los primeros pronunciamientos del Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC, de sus siglas del inglés), interés plasmado en varias contribuciones en foros diversos y distintas plataformas. El enlace a la entrada <a href="https://www.google.com/search?q=Emilio+Mu%C3%B1oz%2Ccambio+climatico&rlz=1C1GCEU_esES822ES826&oq=Emilio+Mu%C3%B1oz%2Ccambio+climatico&aqs=chrome..69i57.15295j0j8&sourceid=chrome&ie=UTF-8"><em>Emilio Muñoz, cambio climático</em></a> en el buscador Google ofrece una muestra significativa de ello.</p>
<p>Particularmente importante para nuestro propósito es el último <a href="https://www.fundacionsistema.com/el-cambio-climatico-ante-el-futuro-del-planeta-cultura-cientifica-etica-de-la-responsabilidad-y-participacion-ciudadana/">trabajo que ha publicado en marzo de 2019</a>. En él se aborda desde la perspectiva del método científico, en línea con la misión de la AEAC, la complejidad del problema, su sentido y sus repercusiones, las contradicciones en que se mueve, la importancia de la ciencia que lo sustenta y las reacciones sociales que suscita.</p>
<h2>Las dos visiones del fenómeno</h2>
<p>Lo que se ha reflejado con nitidez durante las dos semanas de la COP es la existencia de dos macroculturas claramente antagónicas que dan forma a una controversia política, social y esencialmente ética de un notable calado. </p>
<ul>
<li><p>Por un lado, están los científicos, los ecologistas, los agentes movidos por el doble motor de la visión ética weberiana: las convicciones y las responsabilidades. </p></li>
<li><p>Por otro lado, se encuentran quienes mantienen sus intereses y defienden el continuismo. Niegan incluso la existencia del fenómeno –la realidad que cualquier observador atento percibe– y recurren a argumentos poco ajustados a las pruebas científicas que revelan el aumento del nivel de CO₂, el calentamiento de la tierra y los océanos en periodos sorprendentemente cortos y la proliferación de fenómenos atmosféricos extremos. </p></li>
</ul>
<p>Este último constituye un importante movimiento que ignora la ciencia, sus métodos y las éticas que la han modulado desde hace más de medio siglo. </p>
<p>Este grupo aprovecha, además, las tecnologías de la información y las comunicaciones ─uso abusivo de internet y las redes sociales─ para descalificar primero a los científicos implicados en la ciencia del clima y, más recientemente, a los activistas que defienden la salud del planeta y el futuro de los <em>sapiens</em>, <em>de la humanidad</em>.</p>
<p>Coincidimos con el brillante y controvertido economista francés Thomas Piketty, quien en los días de la COP25 declaró que <a href="https://cadenaser.com/programa/2019/12/13/hora_25/1576231800_396065.html">“la desigualdad y el cambio climático son los dos problemas más acuciantes de nuestro tiempo”</a>.</p>
<p>Este debate político de difícil clausura por su enorme contenido emocional es el reflejo de un combate entre populismos, porque este término tan de actualidad en los análisis políticos adolece de claridad y robustez en su definición.</p>
<h2>Populismos climáticos</h2>
<p>El Diccionario de la Lengua Española define el populismo como la “tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”. Una definición bastante neutra, si la comparamos, por ejemplo, con la del Diccionario de Cambridge, más cercana al uso habitual que se le da actualmente: “<em>Political ideas and activities that are intended to get the support of ordinary people by giving them what they want</em>” (ideas y actividades políticas que están destinadas a obtener el apoyo de la gente corriente ofreciéndoles lo que quieren). </p>
<p>El término populismo, y el calificativo “populista”, suelen usarse –cada vez con más frecuencia y de manera más indiscriminada─ con una connotación peyorativa. Sobre todo, en aquellos ámbitos políticos con una más señalada diferenciación entre los espectros izquierda-derecha o pueblo-élite.</p>
<p>Como en la democracia, frente a la crisis climática no cabe el populismo o los populismos, sino el pluralismo. Debemos abordar las soluciones con una visión plural, atendiendo a las perspectivas globales y las necesidades de los distintos pueblos. Los pueblos (<em>the peoples</em>), y no el pueblo, en el sentido de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU. </p>
<p>¿Será serendipia o casualidad –o en definitiva, llamada a un ejercicio de coherencia interna─ que Estados Unidos, cuyo timón está en estos momentos en manos de un negacionista confeso del cambio climático, se rija por una constitución cuyo texto comienza diciendo “<em>We the People</em>” (Nosotros el pueblo)?</p>
<h2>Soluciones, con reflexión y serenidad</h2>
<p>Aunque los científicos vienen advirtiendo desde hace tiempo de las consecuencias para el planeta de la actividad humana, en estos albores del siglo XXI, pareciera que esas consecuencias se precipitan en avalancha. O al menos se perciben de forma más explícita. </p>
<p>Los ciudadanos nos encontramos de bruces con ellas de forma inusualmente rápida, de hoy para mañana. Un día cualquiera desayunamos con nuevas enfermedades o inusuales tasas de prevalencia de algunas de ellas como consecuencia de la contaminación atmosférica, incendios de dimensiones continentales, deforestación masiva o nuevas formas de contaminación como la de los microplásticos. </p>
<p>Ante esta aceleración de los efectos percibidos de la actividad humana, ante la emergencia, la respuesta es pensar y actuar con calma. Esto podría parecer una paradoja. “<em>Pensadnos despacio y actuad con serenidad</em>” ─sería la reclamación de las posibles soluciones─, “que tenemos prisa por ser implementadas”.</p>
<p>Somos conscientes de las dificultades que entraña la clausura de controversias en el campo de las ciencias humanas y sociales por su gran dependencia de la coyuntura, lo que les lleva a producir y diseminar conocimientos en bucle. </p>
<p>Apostamos por un cierre interrogativo. Para ello, parafraseamos a ese fenómeno mediático de la alta divulgación sociocientífica y técnica que es el historiador israelí <a href="https://www.ynharari.com/">Yuval Noah Harari</a>. En su libro <a href="https://www.unebook.es/es/libro/sapiens-de-animales-a-dioses_111117"><em>Sapiens: De animales a dioses. Una breve historia de la humanidad</em></a> (2015, Debate, pág. 454) nos plantea la pronta y posible manipulación de los deseos. </p>
<p>Harari apunta que la pregunta real a la que nos enfrentemos sea “¿qué queremos desear?”, en lugar de “¿en qué deseamos convertirnos?” Algo aterrador desde la razón de la ciencia. </p>
<p>Escribió Julio Llamazares: “<a href="https://elpais.com/elpais/2018/03/09/opinion/1520606606_765680.html">Puesto a elegir entre la razón y la paz, prefiero la paz, aunque eso me suponga guardar silencio cada vez más</a>”. Por identificados que estemos con esa frase, en cuestión de democracia y de emergencia climática, razón y paz van de la mano, y no cabe guardar silencio.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/129035/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Emilio Muñoz Ruiz es socio promotor de la AEAC. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Jesús Rey Rocha es socio fundacional de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC)</span></em></p>Como en la democracia, frente a la crisis climática no cabe el populismo o los populismos, sino el pluralismo.Emilio Muñoz Ruiz, Profesor de Investigación. Instituto de Filosofía del CSIC; Unidad de Investigación en Cultura Científica del CIEMAT, Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC)Jesús Rey Rocha, Investigador Científico en Ciencia, Tecnología y Sociedad. Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)., Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1266122019-12-09T20:03:25Z2019-12-09T20:03:25ZPor una verdadera educación para el cambio climático<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/302276/original/file-20191118-66945-w135pq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C137%2C4608%2C3193&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/woman-hand-little-giel-haand-holding-1107577682?src=-1-31">Suriyawut Suriya/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>No es seguro que la <a href="https://www.europapress.es/internacional/noticia-ministro-educacion-italia-insta-estudiantes-manifestarse-contra-cambio-climatico-20190924014421.html">llamada de Lorenzo Fioramonti</a>, ministro de Educación de Italia, animando a los estudiantes a faltar a la escuela y participar en protestas, contribuya a preparar al mundo para los cambios tecnológicos, económicos y sociales necesarios para enfrentar <a href="https://theconversation.com/cambio-climatico-la-cuenta-atras-ya-ha-comenzado-119903">el cambio climático</a>. </p>
<p>Si algo necesitamos para encajar su impacto y adaptarnos al nuevo marco climático-ambiental, van a ser buenos científicos (de la naturaleza y sociales) y buenos tecnólogos. </p>
<p>Pero sobre todo, hacen falta ciudadanos conscientes de que tienen responsabilidades asociadas a sus hábitos de vida, producción y consumo. <a href="https://theconversation.com/la-incertidumbre-en-los-informes-sobre-cambio-climatico-un-motivo-para-dudar-120389">Ciudadanos bien informados para enfrentar racionalmente las trampas</a> de los “mercaderes de la duda”.</p>
<h2>Jóvenes y cambio climático</h2>
<p>Por más demagógica que suene su llamada a hacer novillos cada viernes, en lo que sí acertó Fioramonti es en la decisión de impartir a los escolares <a href="https://www.lavozdegalicia.es/noticia/sociedad/2019/11/05/italia-impondra-asignatura-cambio-climatico/00031572965258901874989.htm">al menos 33 horas anuales</a> (una hora semanal) de clases sobre sobre causas, efectos y formas de enfrentar y adaptarse al cambio climático.</p>
<p>Los más jóvenes no son tan activos como las manifestaciones de los viernes climáticos del mundo rico pueden hacernos creer, atendiendo a los pocos estudios actitudinales existentes sobre la materia.</p>
<p><a href="http://theconversation.com/esto-es-lo-que-piensan-los-espanoles-sobre-el-cambio-climatico-126154">Un informe reciente</a> publicado en España por el Instituto Elcano muestra una cercanía de los más jóvenes a los valores medios en todos los ítems. </p>
<p>Esta situación no es responsabilidad de los propios jóvenes, que son producto de la socialización recibida, sino de los adultos. Sus mayores han defendido, en algunos casos, políticas negacionistas (<a href="https://doi.org/10.1080/21711976.2019.1602338">a menudo basadas en falsas verdades</a>), como ha ocurrido durante años en España y actualmente en los Estados Unidos. </p>
<p>Por primera vez <a href="http://www.apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/mcg2.pdf">tras casi una década de ausencia</a> del problema, el barómetro de noviembre de 2018 del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) <a href="http://www.cis.es/cis/opencm/ES/1_encuestas/estudios/ver.jsp?estudio=14435">incluía un micromódulo sobre cambio climático</a>. Este muestra cómo para los más jóvenes los problemas ambientales son, incluso, menos preocupantes que para los mayores respecto a otros asuntos “cercanos” como el paro o “los políticos”. </p>
<p>En las escasas preguntas específicas sobre el calentamiento global, sus causas, consecuencias y herramientas para enfrentarlo, <a href="http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/Marginales/3220_3239/3231/cru3231edad.html">los cruces por edad</a> indican que los más jóvenes tampoco destacan positivamente respecto de otras generaciones. </p>
<p>Estudios <a href="http://dx.doi.org/10.22459/HER.23.01.2017.01">intergeneracionales más exhaustivos</a>, en base a metodologías cualitativas, han obtenido resultados más preocupantes. </p>
<p>Un análisis sobre actitudes ambientales y socialización de abuelos y nietos <a href="https://summa.upsa.es/viewer.vm?id=0000044025">ha evidenciado</a> que, aunque los más jóvenes expresan actitudes más ambientalistas que las generaciones precedentes, sus prácticas no lo son tanto. Son menos consecuentes en sus hábitos que sus mayores.</p>
<h2>La urgencia de la alfabetización climática</h2>
<p>El IPCC realiza una evaluación periódica de los conocimientos y elabora <a href="https://www.miteco.gob.es/es/ceneam/recursos/mini-portales-tematicos/Cclimatico/informe_ipcc.aspx">informes y resúmenes</a> útiles para el diseño de políticas públicas, tanto para la mitigación (reducción de las emisiones) como para la adaptación (resiliencia) de las poblaciones a los impactos y escenarios de riesgo. </p>
<p>A partir de estas evidencias, las principales agencias apuestan por la educación como una herramienta fundamental para preparar a las generaciones actuales, pero especialmente a las futuras. </p>
<p>Así, el programa de Educación para el Desarrollo Sostenible de la UNESCO evoluciona hacia la <a href="https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000233083">Educación para el Cambio Climático</a>. <a href="https://www.ecologyandsociety.org/vol19/iss1/art42/">Muttarak y Lutz</a> han revisado las propuestas de los expertos y refrendan la importancia de la educación para reducir la vulnerabilidad a los desastres y potenciar la capacidad adaptativa. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/301969/original/file-20191115-66941-1m50atx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C338%2C5373%2C3238&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/301969/original/file-20191115-66941-1m50atx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C338%2C5373%2C3238&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/301969/original/file-20191115-66941-1m50atx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/301969/original/file-20191115-66941-1m50atx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/301969/original/file-20191115-66941-1m50atx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/301969/original/file-20191115-66941-1m50atx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/301969/original/file-20191115-66941-1m50atx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/301969/original/file-20191115-66941-1m50atx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Jóvenes de todo el mundo han protagonizado numerosas protestas por el clima.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/bratislava-slovakia-september-20-2019-group-1509602588">Nataliajakubcova/Shutterstock</a></span>
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<p>Estados Unidos, a través del <a href="https://www.nap.edu/catalog/13224/climate-change-education-goals-audiences-and-strategies-a-workshop-summary">Grupo de Trabajo del Consejo Nacional de Investigación</a>, fue pionero en la reflexión. Sin embargo, la presidencia de Trump rompió muchas expectativas a nivel federal. </p>
<p>En 2014, Australia llegó a plantear la alfabetización climática como un objetivo explícito. El <a href="https://www.schools.aidr.org.au/">Instituto Australiano de Resiliencia ante los Desastres</a> ha desarrollado un completo programa educativo. Aunque algunos investigadores <a href="https://theconversation.com/ever-wondered-what-our-curriculum-teaches-kids-about-climate-change-the-answer-is-not-much-123272">señalan</a> que los apoyos públicos a la educación climática se abandonaron pronto. </p>
<p>En el Reino Unido, con casi medio siglo de experiencia en educación ambiental, encontramos iniciativas como el programa <a href="https://www.campaigncc.org/schoolresources">Cambio Climático en las Escuelas</a>. En la región inglesa de North of Tyne acaba de iniciarse <a href="https://www.northoftyne-ca.gov.uk/climate-change-education">un ambicioso programa</a> de educación formal en cambio climático que se pretende generalizar a toda el Reino Unido.</p>
<h2>Educación para el cambio climático</h2>
<p>No obstante, como señalan los trabajos del proyecto <a href="http://www.resclima.info/lista-de-publicaciones">RESCLIMA</a>, la alfabetización climática es una condición insuficiente para cambiar las actitudes y comportamiento de los escolares. </p>
<p>En la interacción clima-sociedad, la principal fuente de incertidumbre no está en las ciencias del clima, sino en las lecturas sociales, económicas y políticas que se hacen.</p>
<p>Hay además una lógica atendiendo a la genealogía del ambientalismo. Desde la primera oleada de alarmas, a mediados del pasado siglo, se entrelazan las voces de científicos de la naturaleza como Rachel Carson (<a href="https://archive.org/details/fp_Silent_Spring-Rachel_Carson-1962">1962</a>), Barry Commoner (<a href="https://archive.org/details/sciencesurvival00barr">1963</a>) o Paul Ehrlich (<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/La_bomba_P">1968</a>), con las de sociólogos y críticos sociales como Vance Packard (<a href="https://archive.org/details/wastemakers00pack">1960</a>), Murray Bookchin (<a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Our_Synthetic_Environment">1962</a>) o David Riesman (<a href="https://archive.org/details/abundanceforwhat00ries">1964</a>), que relacionan esos problemas con las estructuras sociales. </p>
<p>Junto al cúmulo de evidencias sobre sus nocivos efectos, estos posicionamientos críticos con el modelo de desarrollo económico y modo de vida occidentales condujeron a la primera Conferencia Internacional sobre Medio Ambiente Humano (Estocolmo, 1972). </p>
<p>En España, aún con las limitaciones de la dictadura, también el componente socioambiental tuvo un peso clave en el despertar de la conciencia, con grandes hitos en la investigación y la acción, como el marcado por el sociólogo <a href="http://www.encrucijadas.org/index.php/ojs/article/view/450/296">Mario Gaviria</a>. </p>
<h2>La situación en España</h2>
<p>En nuestro país, se promovió en 2004 un Grupo de Trabajo sobre Comunicación, Educación y Participación frente al Cambio Climático. Sus sucesivos <a href="https://www.miteco.gob.es/es/ceneam/grupos-de-trabajo-y-seminarios/respuestas-desde-la-educacion-y-la-comunicacion-al-cambio-climatico/cambio_climatico_6.aspx">seminarios</a> generaron reflexiones, pero sin consecuencias en el sistema educativo. El Gobierno Rajoy (2011-2018), inicialmente negacionista, dejó este fenómeno fuera de la agenda. </p>
<p>Actualmente no existe una acción pública explícita, aunque podamos encontrar acciones aisladas.</p>
<p>El proyecto RESCLIMA ha analizado <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5999130">la presencia del calentamiento global en los libros de texto de Secundaria</a>. Sus resultados demuestran que existe un marco reduccionista y convencional centrado exclusivamente en la dimensión de las ciencias de la naturaleza, olvidando la dimensión social. </p>
<p>En nuestro caso, <a href="https://doi.org/10.7203/RASE.11.1.10618">hemos analizado la presencia del cambio climático en el currículo de la Educación Secundaria</a> en Extremadura, y estamos contrastándolo actualmente con otras comunidades autónomas. </p>
<p>Las conclusiones en un estudio exploratorio deben tomarse con cautela. Pero la principal evidencia encontrada hasta el momento es la escasa presencia del término cambio climático en las asignaturas troncales, específicas y de libre configuración autonómica del currículo de la ESO. </p>
<p>Cierto que detectamos ecos de una cierta sensibilidad ambiental, pero su concreción en experiencias coyunturales e incompletas, como el <a href="http://redined.mecd.gob.es/xmlui/bitstream/handle/11162/28612/00920093004540.pdf?sequence=1">proyecto de Ecocentros</a>, demuestra el carácter periférico que la cuestión ambiental tiene en la política educativa. </p>
<p>La escuela expresa y reproduce los valores dominantes de una sociedad. A la luz de la presencia de contenidos en libros de texto y programas docentes de la Educación Secundaria, no parece que los valores ambientales formen parte real del ideario colectivo de la sociedad española. </p>
<p>Esto es especialmente significativo en el caso de una sociedad, la extremeña, en la que lo ambiental forma parte del relato identitario regional. </p>
<p>Queda, por tanto, mucho por hacer para que las generaciones futuras sean capaces de asumir actitudes y, sobre todo, hábitos proambientales sostenibles.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/126612/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Artemio Baigorri recibe fondos de Junta de Extremadura. Ayudas a Grupos de Investigación (Grupo de Investigación Análisis de la Realidad Social SEJ023).</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Manuela Caballero Guisado recibe fondos de Junta de Extremadura. Ayudas a Grupos de Investigación (Grupo de Investigación Análisis de la Realidad Social SEJ023).</span></em></p>Hemos comprobado la escasa presencia del término ‘cambio climático’ en las asignaturas troncales, específicas y de libre configuración del currículo de la ESO en Extremadura.Artemio Baigorri, Profesor Titular de Universidad. Área de Sociología, Universidad de ExtremaduraManuela Caballero Guisado, Profesora Contratada Doctora, Área de Sociología, Universidad de ExtremaduraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1266282019-11-28T21:27:28Z2019-11-28T21:27:28ZEl ecofeminismo es la respuesta<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/300671/original/file-20191107-10952-1tyfqow.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C8%2C5982%2C3979&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Manifestación contra el calentamiento global en Barcelona el 27 de septiembre de 2019.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/barcelona-september-27-2019-global-climate-1520514785"> Angela Compagnone / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Estamos en un momento decisivo para la humanidad y el resto de la biosfera: nos enfrentamos al reto de corregir el rumbo para evitar un colapso ecológico, social y civilizatorio. Para expresar que la situación es grave, actualmente se la denomina “emergencia climática” o “crisis climática”, en vez de simple “cambio”. </p>
<p>En 2017, más de 15 000 figuras de renombre del mundo de la ciencia, entre ellas varios premios Nobel, firmaron la <a href="https://academic.oup.com/bioscience/article/67/12/1026/4605229"><em>Segunda Advertencia de los Científicos del Mundo a la Humanidad</em></a> para que se tomaran medidas efectivas contra el cambio climático. </p>
<p>En 2018, expertos de la ONU presentaron <a href="https://www.un.org/sustainabledevelopment/blog/2018/10/special-climate-report-1-5oc-is-possible-but-requires-unprecedented-and-urgent-action/">un informe</a> sobre medidas concretas que se tenían que implementar para reducir la subida de las temperaturas y sus temidos efectos. Y, sin embargo, poco se ha hecho.</p>
<h2>La movilización juvenil</h2>
<p>El ecologismo lleva más de 60 años alertando sobre la imposibilidad de un crecimiento infinito en un planeta limitado, denunciando la contaminación de los ecosistemas y señalando que las generaciones futuras se verían muy perjudicadas por el uso irresponsable de los recursos en el presente. Su mensaje ha sido ridiculizado, silenciado e ignorado. </p>
<p>Hoy, los movimientos internacionales de jóvenes por el clima, como <a href="http://thisiszerohour.org/">Zero Hour</a> o <a href="https://www.fridaysforfuture.org/">Fridays for Future</a> (<a href="http://juventudxclima.es/manifiesto/">Juventud por el Clima</a>, en el ámbito hispanohablante) asumen el mensaje ecologista con la urgencia de quienes ven amenazado su propio porvenir, no sólo ya el de las generaciones siguientes. </p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1175406040667643905"}"></div></p>
<p>“Nuestra casa está en llamas. ¿Crees que nos escuchan? Haremos que nos escuchen (…) esto es sólo el comienzo”, dijo en septiembre de 2019 la joven sueca Greta Thunberg ante miles de jóvenes en Nueva York. Los miembros de estos grupos parecen pocos si los comparamos con una inmensa mayoría que todavía no es consciente de las causas y las consecuencias del aumento de las temperaturas globales, de la sexta extinción de las especies y de la creciente frecuencia de los fenómenos climáticos anormales (sequías, inundaciones, huracanes…) en todo el mundo. </p>
<p>Sin embargo, los miles de jóvenes organizados que convocan manifestaciones multitudinarias y organizan huelgas internacionales por el clima son una nueva realidad que se extiende más allá de las diferencias y las fronteras que los separan. </p>
<h2>¿Qué es el ecofeminismo?</h2>
<p>En nuestro país, el referente de muchas de las jóvenes que pertenecen a estos movimientos es el ecofeminismo, una corriente feminista que está experimentando, como es lógico, un gran auge. </p>
<p>¿Por qué? He afirmado en <a href="http://www.plazayvaldes.es/libro/claves-ecofeministas"><em>Claves ecofeministas. Para rebeldes que aman a la Tierra y a los animales</em></a>, que “el ecofeminismo es una nueva visión empática de la Naturaleza y una redefinición del ser humano para avanzar hacia un futuro libre de dominación”. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/300679/original/file-20191107-10905-hhpm9s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/300679/original/file-20191107-10905-hhpm9s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=900&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/300679/original/file-20191107-10905-hhpm9s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=900&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/300679/original/file-20191107-10905-hhpm9s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=900&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/300679/original/file-20191107-10905-hhpm9s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1131&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/300679/original/file-20191107-10905-hhpm9s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1131&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/300679/original/file-20191107-10905-hhpm9s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1131&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Manifestación del 8 de marzo de 2019 en Madrid.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/madrid-spainmarch-8-2019-young-women-1380885236">Sonia Bonet / Shutterstock</a></span>
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<p>Las jóvenes españolas que hoy levantan su voz por el planeta son hijas del feminismo. Ya no se resignan a un papel social subordinado. Denuncian los prejuicios sexistas, participan con entusiasmo en las gigantescas manifestaciones del 8M y quieren ser dueñas de sus propias vidas. </p>
<p>La <a href="https://www.efeverde.com/noticias/ecofeminismo-movimiento-mujer-cuidado-naturaleza/">teoría ecofeminista</a> plantea que existen relaciones profundas entre la histórica subordinación de las mujeres y la dominación de la Naturaleza que nos ha traído hasta esta situación de crisis ecológica. Conecta, así, las reivindicaciones emancipatorias del feminismo con una nueva propuesta de relación con el mundo natural. </p>
<p>En los años 70 del siglo XX, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Fran%C3%A7oise_d%27Eaubonne">Françoise d’Eaubonne</a>, la pensadora que creó el término ecofeminismo, descubrió en la preocupación ecologista por la sobrepoblación un nexo con el feminismo, ya que éste luchaba por que las mujeres pudieran decidir libremente ser madres o no serlo. No se habría llegado a la sobrepoblación, afirmaba, si las mujeres hubieran tenido ese poder. Pero este no es el único vínculo.</p>
<h2>Pensar como el ecofeminismo</h2>
<p>El pensamiento ecofeminista sostiene que el patriarcado se caracteriza por una voluntad de dominio que hoy resulta ecológicamente suicida. Si antes esta voluntad se expresaba en la conquista territorial, hoy se manifiesta en la desmesurada avidez de beneficios económicos del mercado global. </p>
<p>Históricamente, los hombres se han dedicado a la competición y la conquista, ocupando los espacios de la guerra, la política, la religión, el ejército, la cultura, la ciencia y el trabajo asalariado. Excluyeron a las mujeres de estos ámbitos, <a href="https://theconversation.com/quien-ejercia-los-cuidados-en-la-prehistoria-112452">atribuyéndoles las tareas del cuidado</a>. Estas tareas son indispensables para la vida humana, no sólo para la infancia y la vejez o la enfermedad, sino en la vida cotidiana, ya que todos necesitamos comida, ropa y hogar limpios y un continuo soporte emocional; pero al ser consideradas femeninas, han sido devaluadas. </p>
<p>Las actividades distribuidas según el sexo exigían y favorecían actitudes y virtudes diferentes: en los varones, el distanciamiento emocional, la dureza y la audacia; en las mujeres, la empatía, la compasión y la escucha atenta. El ecofeminismo impugna la devaluación tradicional de estas características tradicionalmente femeninas, viéndolas, en cambio, como valores necesarios en todos los seres humanos de una sociedad ecológica. Es hora de reemplazar la voluntad de conquista y dominio por la de colaboración y reconocer que la humanidad depende de la Naturaleza para sobrevivir, que somos seres ecodependientes. </p>
<p>Esta propuesta conecta con la nueva sensibilidad de una juventud que ya no aplaude el maltrato, la humillación o la muerte de los animales y está convencida de que nuestra relación hacia ellos ha de evolucionar, superando el prejuicio antropocéntrico que nos lleva a pensar que sólo es criticable el daño causado a los humanos. </p>
<h2>Las luchas de nuestro tiempo</h2>
<p>Numerosos jóvenes rebeldes frente a los viejos mandatos patriarcales se convierten en defensores de los animales y se sienten atraídos por el veganismo o son conscientes de la necesidad de <a href="https://www.ipcc.ch/report/srccl/">disminuir el consumo de carne</a>, tanto sea por compasión como por contribuir a la sostenibilidad ambiental.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/300684/original/file-20191107-10901-e9imyt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/300684/original/file-20191107-10901-e9imyt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/300684/original/file-20191107-10901-e9imyt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/300684/original/file-20191107-10901-e9imyt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/300684/original/file-20191107-10901-e9imyt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/300684/original/file-20191107-10901-e9imyt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/300684/original/file-20191107-10901-e9imyt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/300684/original/file-20191107-10901-e9imyt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Marcha convocada por las mujeres de varias nacionalidades indígenas amazonicas el 8 de marzo de 2016, para protestar en contra de la política extractivista del gobierno de Rafael Correa.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.flickr.com/photos/rastrosdeluz/25850425245">pato chavez / Flickr</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/">CC BY-NC-SA</a></span>
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<p>Otra razón importante por la que el ecofeminismo resulta muy atractivo en los movimientos de jóvenes por el clima es la atención que presta a <a href="https://www.ocmal.org/america-latina-mujeres-resisten-al-extractivismo/">las mujeres indígenas</a> que ponen en riesgo su vida para defender el territorio frente al extractivismo, es decir, frente a la explotación insostenible de recursos naturales del Sur global para el mercado mundial. </p>
<p>En el ecofeminismo encontramos la lucha feminista por los derechos de las mujeres, la revalorización del cuidado y el reconocimiento de nuestra ecodependencia, la empatía con los demás seres vivos, la apertura al diálogo de culturas y el sentimiento de sororidad internacional con las defensoras del medio ambiente de los países empobrecidos. En suma, un pensamiento crítico que permite cuestionar el presente y trazar un horizonte futuro de compasión y ecojusticia.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/126628/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Alicia Puleo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El pensamiento ecofeminista sostiene que el patriarcado se caracteriza por una voluntad de dominio que hoy resulta ecológicamente suicida.Alicia Puleo, Profesora Titular de Filosofía Moral y Política, Universidad de ValladolidLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1239682019-09-26T20:15:33Z2019-09-26T20:15:33ZLo prudente es hablar de emergencia climática<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/293666/original/file-20190923-54804-w744y6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C16%2C5413%2C3581&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Río Segura a su paso por Murcia tras las intensas lluvias provocadas por el fenómeno DANA a principios de septiembre.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/murcia-spain-september-132019-segura-river-1503485378?src=ifCBB3LvIvPHoVL4pDvGFw-1-0">Jose y yo Estudio/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>No podíamos seguir permitiéndonos en España una falta de atención mediática al cambio climático. Y menos tras haber sufrido una gota fría sin precedentes en diversos puntos de la costa mediterránea. </p>
<p>Se dijo que “era demasiado pronto” para relacionar las lluvias torrenciales con el cambio climático. Y mucha gente nos preguntamos hasta cuándo iba a seguir siendo demasiado pronto y si no era contraproducente guardar cautela a la hora de informar acerca de uno de los mayores retos de nuestro tiempo.</p>
<p>Frente a esa prudencia de no querer atribuir un evento regular como la gota fría al cambio climático, existe el consenso científico de que <a href="https://www.ipcc.ch/report/ar5/syr/">el aumento de la temperatura está detrás de la intensificación y la recurrencia de estos fenómenos</a>. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/293654/original/file-20190923-54782-1tkxlii.JPEG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/293654/original/file-20190923-54782-1tkxlii.JPEG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/293654/original/file-20190923-54782-1tkxlii.JPEG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/293654/original/file-20190923-54782-1tkxlii.JPEG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/293654/original/file-20190923-54782-1tkxlii.JPEG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/293654/original/file-20190923-54782-1tkxlii.JPEG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/293654/original/file-20190923-54782-1tkxlii.JPEG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/293654/original/file-20190923-54782-1tkxlii.JPEG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Imágenes del municipio de Los Alcázares (Murcia) y el mar Menor del 19 de agosto de 2019 (izquierda) y del 13 de septiembre (derecha), tras el episodio de lluvias torrenciales.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Satélites Sentinel del programa europeo Copernicus/SnapPlanet</span></span>
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</figure>
<p>Dada la inacción política frente a la crisis climática, no querer precipitarse en mencionar el cambio climático solo ha retrasado el momento de poner sobre la mesa medidas urgentes tanto para mitigar emisiones como para adaptarnos a fenómenos extremos. Quizás, lo “prudente” sea informar con frecuencia sobre la emergencia climática. </p>
<h2>Signos de una crisis sin precedentes</h2>
<p>Si repasamos la actualidad climática, los últimos cinco años han sido los más cálidos jamás registrados. Así lo indica <a href="https://public.wmo.int/en/resources/united_in_science">el reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial</a> encargado para la cumbre de la ONU sobre Acción Climática que se celebra estos días en Nueva York. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/293696/original/file-20190923-54804-3ec8vm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/293696/original/file-20190923-54804-3ec8vm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/293696/original/file-20190923-54804-3ec8vm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=605&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/293696/original/file-20190923-54804-3ec8vm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=605&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/293696/original/file-20190923-54804-3ec8vm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=605&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/293696/original/file-20190923-54804-3ec8vm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=760&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/293696/original/file-20190923-54804-3ec8vm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=760&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/293696/original/file-20190923-54804-3ec8vm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=760&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Mensajes clave del informe ‘Unidos en la ciencia’ producido por el Grupo Asesor de Ciencias Climáticas de la Cumbre de Acción Climática de la ONU 2019, Nueva York.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://public.wmo.int/en/media/press-release/landmark-united-science-report-informs-climate-action-summit">Organización Meteorológica Mundial</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>El hemisferio norte acaba de experimentar <a href="https://www.noaa.gov/news/summer-2019-was-hottest-on-record-for-northern-hemisphere">el verano más caluroso desde que se tienen registros</a>. La proporción de ciclones tropicales intensos (categorías 4 y 5) <a href="https://www.ipcc.ch/report/ar5/syr/">se ha incrementado en el Atlántico Norte desde 1970</a>. </p>
<p>Dorian ha sido <a href="https://www.nhc.noaa.gov/archive/2019/al05/al052019.public.033.shtml">el huracán más potente jamás registrado en azotar Las Bahamas</a>. Ha dejado el archipiélago devastado a su paso. En su deriva hacia el norte, Dorian irrumpió en la circulación atmosférica de latitudes medias, generando perturbaciones en la corriente en chorro (chorro polar o <em>jet stream</em>). </p>
<p>Como si fuera el meandro abandonado de un río, de las ondulaciones generadas se descolgó una bolsa de aire frío –<a href="https://aemetblog.es/2018/10/17/las-gotas-frias-danas-ideas-y-conceptos-basicos/">una depresión aislada en niveles altos (DANA) o gota fría</a>– que llegó a alcanzar la franja mediterránea. </p>
<figure> <img src="https://cdn.theconversation.com/static_files/files/739/Dorian.Dana.3.gif"> <figcaption>Mapa animado de isobaras donde se aprecian las perturbaciones generadas por Dorian y la formación de una DANA o gota fría. Alicia M. Bentley, Ph.D.</figcaption></figure>
<p>Sabemos desde hace tiempo que <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s00024-017-1739-z">la temperatura superficial del Mediterráneo ha subido 1,27 °C de media en los últimos 35 años</a>. Es una media aritmética, lo que significa que existe una mayor amplitud en eventos puntuales. </p>
<p>Un mar caliente junto con bolsas de aire frío en altura son dos de los ingredientes principales para el desarrollo de fenómenos convectivos adversos, como <a href="https://theconversation.com/por-que-sufrimos-cada-vez-mas-extremos-climaticos-123545">las intensas tormentas de las pasadas semanas</a>. </p>
<h2>Incertidumbre no significa inacción</h2>
<p>Pese a <a href="https://theconversation.com/la-incertidumbre-en-los-informes-sobre-cambio-climatico-un-motivo-para-dudar-120389">la incertidumbre</a> que pueda existir al relacionar los puntos arriba mencionados, no podemos permitirnos el lujo de continuar desperdiciando ocasiones para informar sobre la necesidad de actuar frente al cambio climático. Lo prudente es hablar de soluciones a la emergencia climática. </p>
<p>Si alguien todavía considera que la evidencia científica no es suficiente, <a href="https://www.munichre.com/topics-online/en/climate-change-and-natural-disasters/climate-change.html">las compañías aseguradoras también manejan una gran cantidad de indicadores al respecto</a>. </p>
<p>Dado el grado de inacción, los peores escenarios pueden pasar a ser probables. Y recordemos que <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0959378012001215">la comunidad científica tiende a ser conservadora en sus predicciones</a>. </p>
<p>Hoy sabemos que, lejos de ser alarmistas, <a href="https://theconversation.com/hablemos-claro-sobre-cambio-climatico-las-evaluaciones-se-quedan-cortas-114310">los científicos han subestimado</a> la velocidad, la magnitud y la recurrencia de algunos de los impactos que estamos viviendo como consecuencia del cambio climático. </p>
<p>Más allá de la dimensión biofísica, los modelos económicos también han subestimado, o directamente omitido, muchas de las graves consecuencias del fenómeno en los medios de vida de las personas. Así lo pone de manifiesto <a href="http://www.lse.ac.uk/GranthamInstitute/publication/the-missing-economic-risks-in-assessments-of-climate-change-impacts/">el reciente informe de perspectiva política</a> publicado por The Earth Institute, The Grantham Research Institute on Climate Change and the Environment y The Postdam Institute for Climate Impact Research. </p>
<h2>Un punto de inflexión</h2>
<p>La crisis climática no nos va a afectar menos por dejar de mentarla. Sin embargo, aumentar la cobertura mediática es fundamental para el llamamiento a la acción. </p>
<p>Iniciativas recientes como <a href="https://www.coveringclimatenow.org/">Covering Climate Now</a> (<em>The Nation</em> y <em>Columbia Journalism Review</em>) y la <a href="https://ecodes.org/docs/Medios_Comunicacion_Cambio_Climatico.pdf">Declaración de los Medios de Comunicación Frente al Cambio Climático</a> (ECODES, MDCS y periodistas especializados) están logrando un punto de inflexión a la hora de informar sobre la emergencia climática. </p>
<p>Se trata del mayor esfuerzo hasta ahora realizado por los medios de comunicación para dar cobertura a la crisis climática. Y se refieren a crisis climática o emergencia climática porque <a href="https://www.theguardian.com/environment/2019/may/17/why-the-guardian-is-changing-the-language-it-uses-about-the-environment">el término cambio climático no reflejaba la urgencia del momento</a>. </p>
<blockquote>
<p>“Covering Climate Now es inusual, ambicioso, oportuno y bienvenido, sobre todo porque es raro ver medios de comunicación a menudo altamente competitivos colaborando por un propósito compartido”. </p>
<p><strong>Editorial de <a href="https://www.nature.com/articles/d41586-019-02734-x"><em>Nature</em></a> (15 de septiembre, 2019).</strong></p>
</blockquote>
<h2>Llamamiento a la acción política</h2>
<p>La atención mediática se suma al poderoso altavoz de <a href="https://theconversation.com/huelga-por-el-clima-sin-educacion-no-hay-desarrollo-sostenible-123774">la movilización mundial por el clima, que protagonizan los más jóvenes en todos los rincones del planeta</a>. Desde que el año pasado Greta Thunberg comenzara las huelgas escolares <a href="https://www.fridaysforfuture.org/">Fridays for Future</a>, millones de personas inspiradas por Greta, conscientes de la urgencia climática, se han sumado al llamamiento a la acción en más de 163 países.</p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1175198609660399617"}"></div></p>
<p>¿Ha existido alguna vez una movilización tan extendida en todo el planeta? Probablemente no. Es, sin duda, un movimiento histórico, desde la base de la sociedad y sustentado en la ciencia, que está transformando el mundo a través de la equidad y la justicia intergeneracional. </p>
<p>Las movilizaciones por el clima, el apoyo de los medios de comunicación y la nueva convocatoria de elecciones en España suponen una oportunidad histórica para trasladar, de una vez por todas, la necesidad de acción climática a los responsables políticos. </p>
<p>No permitamos de nuevo que la crisis climática quede omitida o silenciada durante la campaña ni en los debates políticos. Solo así podremos elegir, de manera informada, líderes del lado de la ciencia para hacer frente a los retos del siglo XXI.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/123968/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Daniel Ortiz Gonzalo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La movilización mundial por el clima y el reciente compromiso climático de los medios de comunicación presentan una oportunidad única para por fin abordar la acción climática en unas elecciones.Daniel Ortiz Gonzalo, Profesor e investigador postdoctoral en la Facultad de Ciencias, Departamento de Geociencias y Gestión de los Recursos Naturales, University of CopenhagenLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1236572019-09-22T19:51:01Z2019-09-22T19:51:01ZCinco falsos mitos sobre el cambio climático<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/292996/original/file-20190918-187991-1e267ee.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C10%2C3589%2C3395&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-illustration/environmental-change-concept-room-two-windows-436361461?src=-1-11"> Lightspring / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La ciencia del cambio climático tiene más de <a href="https://time.com/5626806/eunice-foote-women-climate-science/">150 años</a> y es, probablemente, el área más estudiada de todas cuantas conforman la <a href="https://www.ipcc.ch/report/ar5/wg1/">ciencia moderna</a>. Sin embargo, la industria energética y los grupos de presión políticos, entre otros, llevan 30 años sembrando la duda sobre el cambio climático donde no la hay. Las últimas investigaciones estiman que las cinco compañías petroleras y de gas más grandes del mundo dedican <a href="https://www.forbes.com/sites/niallmccarthy/2019/03/25/oil-and-gas-giants-spend-millions-lobbying-to-block-climate-change-policies-infographic/#240bf72b7c4f">alrededor de 200 millones de dólares al año</a> al mantenimiento de <em>lobbies</em> que controlan, retrasan o impiden el desarrollo de políticas climáticas de obligado cumplimiento.</p>
<p>La negación organizada del cambio climático ha contribuido al estancamiento en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) hasta desembocar en el estado de <a href="https://theconversation.com/uk-becomes-first-country-to-declare-a-climate-emergency-116428">emergencia climática</a> global en el que nos encontramos. Como consecuencia, que los negacionistas se sirvan de ciertos mitos (en el mejor de los casos, noticias falsas; en el peor, descaradas mentiras) para desautorizar a la ciencia del cambio climático puede hacer que <a href="https://www.nature.com/articles/d41586-019-02637-x">las personas de a pie</a> no sepan a qué atenerse. A continuación exponemos cinco de estos mitos y las pruebas científicas que los desacreditan.</p>
<hr>
<h2>1. El cambio climático no es más que una parte del ciclo natural</h2>
<p>El clima de la Tierra nunca ha dejado de cambiar, pero el estudio de la <a href="https://serc.carleton.edu/microbelife/topics/proxies/paleoclimate.html">paleoclimatología</a> o, lo que es lo mismo, los “climas antiguos”, demuestra que los cambios acontecidos <a href="https://www.pnas.org/content/115/52/13288">durante los últimos 150 años</a> (desde el comienzo de la Revolución Industrial) no pueden ser naturales por su excepcionalidad. Los resultados de los modelos indican que el calentamiento previsto para el futuro podría no encontrar precedentes en los últimos cinco millones de años.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/290677/original/file-20190903-175682-18z7pu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/290677/original/file-20190903-175682-18z7pu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/290677/original/file-20190903-175682-18z7pu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=242&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/290677/original/file-20190903-175682-18z7pu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=242&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/290677/original/file-20190903-175682-18z7pu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=242&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/290677/original/file-20190903-175682-18z7pu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=304&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/290677/original/file-20190903-175682-18z7pu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=304&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/290677/original/file-20190903-175682-18z7pu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=304&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Las temperaturas globales de los últimos 65 millones de años y el posible calentamiento global del futuro, que depende de la cantidad de GEI que emitamos.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.pnas.org/content/115/52/13288">Burke et al (2018)</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>El argumento de la “naturalidad de los cambios” esgrimido por los negacionistas se apoya en que el clima terrestre aún se está recuperando de las frías temperaturas de la Pequeña Edad de Hielo (1300 d.C-1850 d.C.), y que las que tenemos en la actualidad son las mismas que las del Período Cálido Medieval (900 d.C.-1300 d.C.). La laguna de dicha apreciación es que ambas etapas no supusieron cambios globales, sino <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-019-1401-2">regionales</a>, que afectaron al noroeste de Europa, al este de América, Groenlandia e Islandia.</p>
<p>Un estudio con <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-019-1401-2">700 registros climáticos</a> ha demostrado que la única vez que el clima ha cambiado al mismo tiempo y en el mismo sentido en todo el mundo durante los últimos 2 000 años ha sido en los últimos 150, en los que más del 98% de la superficie del planeta ha experimentado un aumento de temperatura.</p>
<hr>
<h2>2. Los cambios se deben a las manchas solares o a los rayos cósmicos</h2>
<p>Las <a href="https://www.scientificamerican.com/article/sun-spots-and-climate-change/">manchas solares</a> son regiones de la superficie del astro que albergan una intensa actividad magnética y pueden ir acompañadas de erupciones solares. Si bien estas manchas poseen la capacidad de modificar el clima de la Tierra, desde 1978 los científicos han empleado sensores en satélites para obtener un registro de <a href="https://climate.nasa.gov/climate_resources/189/graphic-temperature-vs-solar-activity/">la energía solar que llega al planeta</a> y no han observado la existencia de una tendencia ascendente, por lo que no pueden ser la causa del calentamiento global reciente.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/290679/original/file-20190903-175673-1piz2a7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/290679/original/file-20190903-175673-1piz2a7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/290679/original/file-20190903-175673-1piz2a7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=449&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/290679/original/file-20190903-175673-1piz2a7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=449&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/290679/original/file-20190903-175673-1piz2a7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=449&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/290679/original/file-20190903-175673-1piz2a7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=564&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/290679/original/file-20190903-175673-1piz2a7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=564&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/290679/original/file-20190903-175673-1piz2a7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=564&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Comparativa de los cambios de temperatura globales en la superficie terrestre (línea roja) y la energía solar recibida por la Tierra (línea amarilla) en vatios (unidades de energía) por metro cuadrado desde 1880.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://climate.nasa.gov/climate_resources/189/graphic-temperature-vs-solar-activity/">NASA</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Los <a href="https://www.swpc.noaa.gov/phenomena/galactic-cosmic-rays">rayos cósmicos</a> son radiación de alta energía originada fuera del sistema solar, surgida, quizá, en galaxias lejanas. En alguna ocasión <a href="https://www.nature.com/news/2011/110824/full/news.2011.504.html">se ha señalado</a> que estos rayos podrían ser uno de los motivos por los que se “fabrican” las nubes, por lo que si se redujera la cantidad de rayos que alcanzan la Tierra disminuiría el número de nubes, lo cual haría que se reflejase menos luz solar en el espacio y, como consecuencia, que el planeta se calentase. </p>
<p>Sin embargo, esta teoría tiene dos escollos. En primer lugar, la ciencia demuestra que los rayos cósmicos <a href="https://skepticalscience.com/cosmic-rays-and-global-warming-advanced.htm">no son demasiado eficaces a la hora de crear nubes</a>, y en segundo, a lo largo de los últimos 50 años la cantidad de radiación cósmica que alcanza la Tierra ha aumentado hasta establecer nuevos récords durante los últimos años. Si la hipótesis fuese correcta, los rayos cósmicos <a href="https://skepticalscience.com/cosmic-rays-and-global-warming-advanced.htm">deberían enfriar el planeta</a>, pero lo cierto es que está ocurriendo todo lo contrario.</p>
<hr>
<h2>3. El CO₂ solo es una pequeña parte de la atmósfera, así que no puede calentar demasiado</h2>
<figure class="align-left zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/290705/original/file-20190903-175663-9n8vl1.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/290705/original/file-20190903-175663-9n8vl1.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/290705/original/file-20190903-175663-9n8vl1.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=556&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/290705/original/file-20190903-175663-9n8vl1.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=556&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/290705/original/file-20190903-175663-9n8vl1.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=556&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/290705/original/file-20190903-175663-9n8vl1.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=698&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/290705/original/file-20190903-175663-9n8vl1.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=698&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/290705/original/file-20190903-175663-9n8vl1.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=698&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">El artículo de Eunice Newton Foote, <em>Circunstancias que afectan a los rayos del sol</em>, publicado en 1857 por el <em>American Journal of Science</em>.</span>
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<p>Se trata de un intento de jugar una carta de sentido común, pero yerra el tiro. En 1856, la científica estadounidense <a href="https://time.com/5626806/eunice-foote-women-climate-science/">Eunice Newton Foote</a> realizó un experimento con una bomba de aire, dos cilindros de vidrio y cuatro termómetros con el cual <a href="https://www.climate.gov/news-features/features/happy-200th-birthday-eunice-foote-hidden-climate-science-pioneer">demostró</a> que un cilindro expuesto a la luz solar que contiene dióxido de carbono atrapa más calor y durante más tiempo que un cilindro que alberga aire normal. Desde entonces, la ciencia ha repetido este experimento tanto en laboratorios como en la atmósfera llegando a la misma conclusión una y otra vez: el dióxido de carbono emite más gases de efecto invernadero. </p>
<p>En cuanto al argumento atribuido a la escala del “sentido común” de que una parte diminuta de algo no puede generar un efecto significativo, basta con recordar que solo se necesitan 0,1 gramos de <a href="https://www.canada.ca/en/health-canada/services/publications/healthy-living/guidelines-canadian-drinking-water-quality-guideline-technical-document-cyanide.html">cianuro</a> para matar a una persona adulta, es decir, el 0,0001% de su peso corporal. Estos datos se pueden comparar con la presencia del dióxido de carbono en la atmósfera (<a href="https://www.esrl.noaa.gov/gmd/ccgg/trends/">0,04%</a>), a lo que se suma el hecho de que es un potente gas de efecto invernadero. Por su parte, el nitrógeno conforma el 78% de la atmósfera y apenas es reactivo.</p>
<hr>
<h2>4. Los científicos manipulan los datos para mostrar la tendencia ascendente de la temperatura</h2>
<p>No solo no es cierto, sino que es una maniobra simplista utilizada para atacar la credibilidad de los científicos que estudian el clima. Para que una conspiración de estas dimensiones fuera posible, sería necesario que miles de científicos de más de 100 países se pusieran de acuerdo a la hora de mentir sobre los datos obtenidos.</p>
<p>Los científicos corrigen y validan continuamente la información recabada. Por ejemplo, entre nuestras labores está la <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-019-1349-2">corrección de registros históricos de temperatura</a>, ya que los sistemas de medición han variado a lo largo del tiempo.</p>
<p>Entre 1856 y 1941, la mayoría de mediciones de la superficie marina se llevaban a cabo izando el agua con un cubo desde la cubierta del barco. Este método no ofrecía garantías, ya que al principio se utilizaban cubos de madera y después se emplearon de lona. Asimismo, el cambio de embarcaciones de vela a barcos de vapor alteraba de igual manera la temperatura del agua, ya que la diferencia de altura entre las naves hacía que la evaporación fuera mayor o menor en cada caso cuando el agua llegaba a cubierta. Desde 1941, la mayoría de mediciones se han realizado a través del sistema de toma agua de los barcos, por lo que no hay que preocuparse por la refrigeración producida por la evaporación. </p>
<p>Por otra parte, debemos tener en cuenta que muchas ciudades han crecido en tamaño, por lo que las estaciones meteorológicas que antaño se encontraban en zonas rurales ahora están integradas dentro de áreas urbanas que presentan habitualmente temperaturas más altas que el campo por el que están rodeadas.</p>
<p>Si los científicos no hubiéramos modificado las mediciones originales, las cifras del calentamiento de la Tierra durante los últimos 150 años habrían sido incluso mayores de lo que son realmente. Actualmente, <a href="https://climate.nasa.gov/scientific-consensus/">el aumento de temperatura se sitúa en 1˚C</a>.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/290910/original/file-20190904-175673-1s3azep.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/290910/original/file-20190904-175673-1s3azep.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/290910/original/file-20190904-175673-1s3azep.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=335&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/290910/original/file-20190904-175673-1s3azep.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=335&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/290910/original/file-20190904-175673-1s3azep.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=335&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/290910/original/file-20190904-175673-1s3azep.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=421&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/290910/original/file-20190904-175673-1s3azep.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=421&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/290910/original/file-20190904-175673-1s3azep.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=421&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Reconstrucción de las temperaturas a nivel global desde 1880 hasta 2018 realizada por cinco grupos internacionales de científicos independientes.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://climate.nasa.gov/scientific-consensus/">NASA</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<hr>
<h2>5. Los modelos climáticos no son fiables y son demasiado sensibles al dióxido de carbono</h2>
<p>Esta afirmación es incorrecta y demuestra un pobre entendimiento acerca del funcionamiento de los modelos, a la par que menosprecia el alcance del cambio climático. Existe una amplia gama de <a href="https://www.carbonbrief.org/timeline-history-climate-modelling">modelos climáticos</a>, desde aquellos que se ocupan de mecanismos específicos, como puede ser los ciclos de las nubes, hasta los modelos de circulación general (MCG), los cuales se utilizan para predecir el clima futuro de nuestro planeta.</p>
<p>Hay <a href="https://www.carbonbrief.org/qa-how-do-climate-models-work">más de 20 centros en todo el mundo</a> en los que algunas de las personas más inteligentes del planeta han dado forma y dirigen modelos de circulación general que contienen millones de líneas de código que representan la vanguardia de lo se conoce sobre el sistema climático. Estos modelos se someten continuamente a pruebas con datos históricos y paleoclimáticos, así como con acontecimientos climáticos independientes, como grandes erupciones volcánicas, para confirmar que reconstruyen el clima de manera correcta (como, de hecho, así es).</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/290681/original/file-20190903-175668-1q82qoo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/290681/original/file-20190903-175668-1q82qoo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/290681/original/file-20190903-175668-1q82qoo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=396&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/290681/original/file-20190903-175668-1q82qoo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=396&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/290681/original/file-20190903-175668-1q82qoo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=396&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/290681/original/file-20190903-175668-1q82qoo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=497&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/290681/original/file-20190903-175668-1q82qoo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=497&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/290681/original/file-20190903-175668-1q82qoo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=497&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Reconstrucción a partir de un modelo de la temperatura global desde 1970. Las distintas series y la media de los modelos están representadas en gris y negro, respectivamente, para compararlas con los registros de temperaturas observados por la NASA, la NOAA, HadCRUT, Cowtan and Way y Berkeley Earth.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.carbonbrief.org/qa-how-do-climate-models-work">Carbon Brief</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Un modelo, por sí mismo, no se debería considerar correcto, ya que representa un sistema climático global sumamente complejo. Sin embargo, al tener tantos modelos diferentes construidos y calibrados de manera independiente <a href="https://rgs-ibg.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/j.1475-4959.2012.00494.x">podemos confiar en su fiabilidad</a> cuando coinciden en sus resultados.</p>
<p>Al estudiar los resultados de todos los modelos, observamos que duplicar de las emisiones de dióxido de carbono podría aumentar la temperatura <a href="https://www.carbonbrief.org/explainer-how-scientists-estimate-climate-sensitivity">entre 2˚C y 4,5˚C</a>, con una media de 3,1˚C. Todos los modelos muestran un calentamiento significativo cuando se añade dióxido de carbono extra a la atmósfera. A pesar de que la complejidad de los modelos ha aumentado, la escala de calentamiento previsto ha permanecido en baremos similares durante los últimos 30 años, lo que demuestra su efectividad. </p>
<hr>
<p>Tras combinar el conocimiento científico sobre el calentamiento y enfriamiento del clima a partir de factores naturales (energía solar, volcánica, aerosoles y ozono) y factores propiciados por el hombre (gases de efecto invernadero y cambios en el uso de la tierra), podemos asegurar que <a href="https://www.carbonbrief.org/analysis-why-scientists-think-100-of-global-warming-is-due-to-humans">el 100% del calentamiento</a> observado a lo largo de los últimos 150 años se debe a los humanos.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/290687/original/file-20190903-175705-iuqnxv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/290687/original/file-20190903-175705-iuqnxv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/290687/original/file-20190903-175705-iuqnxv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=464&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/290687/original/file-20190903-175705-iuqnxv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=464&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/290687/original/file-20190903-175705-iuqnxv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=464&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/290687/original/file-20190903-175705-iuqnxv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=584&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/290687/original/file-20190903-175705-iuqnxv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=584&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/290687/original/file-20190903-175705-iuqnxv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=584&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Influencias naturales y de la mano del hombre en las temperaturas globales desde 1850.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.carbonbrief.org/analysis-why-scientists-think-100-of-global-warming-is-due-to-humans">Carbon Brief</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>No existe un solo argumento científico sobre el que apoyarse para negar sistemáticamente el cambio climático. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (<a href="https://www.ipcc.ch/">IPCC</a>, por sus siglas en inglés), creado por las Naciones Unidas para acercar la ciencia climática a la ciudadanía, ofrece <a href="https://theconversation.com/explainer-how-scientists-know-climate-change-is-happening-51421">seis pruebas irrefutables sobre el cambio climático</a>. A medida que las alteraciones extremas del tiempo se vuelven cada vez más habituales, la gente se está dando cuenta de que no necesitan que los científicos les digan que el clima está cambiando, ya que lo están experimentando en primera persona.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/123657/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Mark Maslin is a Founding Director of Rezatec Ltd, Director of The London NERC Doctoral Training Partnership and a member of Cheltenham Science Festival Advisory Committee. He is an unpaid member of the Sopra-Steria CSR Board. He has received grant funding in the past from the NERC, EPSRC, ESRC, Royal Society, DIFD, DECC, FCO, Innovate UK, Carbon Trust, UK Space Agency, European Space Agency, Wellcome Trust, Leverhulme Trust and British Council. He has received research funding in the past from The Lancet, Laithwaites, Seventh Generation, Channel 4, JLT Re, WWF, Hermes, CAFOD and Royal Institute of Chartered Surveyors. </span></em></p>La desinformación y las mentiras se utilizan regularmente para socavar la evidencia científica sobre el cambio climático. Aquí desmontamos cinco falsos mitos negacionistas.Mark Maslin, Professor of Earth System Science, UCLLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1236202019-09-17T20:01:34Z2019-09-17T20:01:34ZNosotros también podemos actuar contra el cambio climático<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/292789/original/file-20190917-19055-4es9b6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=15%2C7%2C5160%2C3437&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/water-crisis-child-sit-on-cracked-319917638">Piyaset / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Para la semana del 20 al 27 de septiembre <a href="https://www.fridaysforfuture.org/news">se plantean acciones por todo el mundo</a> para instar a particulares y administraciones a tomar medidas contra el cambio climático. ¿Cuáles son los efectos que exigen que la humanidad tome medidas para frenarlo? </p>
<p>Entre 11 000 y 5 000 años antes del presente, el Sáhara era un vergel. Un pequeño cambio en la inclinación del eje de giro de la Tierra lo convirtió en el mayor desierto que hoy tiene nuestro planeta.</p>
<p>En España hoy llueve poco. Esto parece un tanto irónico teniendo en cuenta <a href="https://theconversation.com/por-que-sufrimos-cada-vez-mas-extremos-climaticos-123545">las inundaciones de las pasadas semanas</a>, pero aunque la media de precipitación en la España por debajo de la latitud de León no es muy diferente de la de Francia, llueve de manera concentrada durante muy pocos días. Luego hay sequías muy largas. </p>
<p>La lluvia intensa no llena pantanos, ni recarga acuíferos, ni moja las raíces de las plantas. Lo que hace es arrastrar el suelo fértil hacia las ramblas y, al final, hacia el mar. Tenemos una media razonable de lluvia, pero una dispersión insostenible. </p>
<p>Mientras que la productividad del trigo es de 9 000 kg por hectárea en Bélgica, no llega a 2 800 kg/ha en nuestro país. No hay agua suficiente en el suelo. La productividad de vegetales y frutales en Murcia es muy alta, pero los embalses de la cabecera del Trasvase están siempre a un tercio de su capacidad. El acuífero del Júcar está cada año más profundo. </p>
<p>En España no podríamos aunque quisiésemos, que no queremos, <a href="https://theconversation.com/deberian-cerrar-las-centrales-nucleares-espanolas-111122">montar más centrales nucleares</a>: no tenemos agua suficiente para refrigerarlas. </p>
<p>El <em>clima</em> no existe, es un invento humano. Es la estadística del tiempo atmosférico. Cómo estadística de fenómenos sometidos a interacciones no lineales, varía constantemente. Cuando hablamos de cambio climático elegimos un marcador para seguir la evolución de esta estadística: la temperatura media anual global. Esta se calcula a partir de la media en un año y tiene en cuenta las temperaturas registradas, o deducidas de registros diversos, de todo el globo.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/292781/original/file-20190917-19076-1uldgqu.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C1449%2C1088&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/292781/original/file-20190917-19076-1uldgqu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=451&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/292781/original/file-20190917-19076-1uldgqu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=451&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/292781/original/file-20190917-19076-1uldgqu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=451&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/292781/original/file-20190917-19076-1uldgqu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/292781/original/file-20190917-19076-1uldgqu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/292781/original/file-20190917-19076-1uldgqu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Comparación anual de temperaturas.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=466264">Wikimedia</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>El cambio de temperaturas actual es global, es decir, ocurre por igual en todo el planeta, desde hace 150 años. Coincide con la quema masiva del carbono de los combustibles fósiles y la emisión masiva de CO₂, tan rápida que los océanos no alcanzan a absorber más que la mitad de esa emisión.</p>
<p>No hay duda científica de que la subida de la temperatura media global desde hace 150 años está causada por la quema acelerada de combustibles fósiles. No voy a hablar más de ello: aquí quiero analizar los efectos de esa subida de temperatura.</p>
<h2>Cómo nace un desierto</h2>
<p>El tiempo atmosférico sobre cada punto del planeta depende de la cantidad de radiación que cae desde el Sol sobre ese punto en cada día del año, y de los vientos que circulan sobre él. </p>
<p>La radiación depende de la latitud del lugar. Los vientos, que son masas de aire en movimiento y arrastran energía en forma de calor y humedad en forma de vapor de agua, dependen de diferencias de temperatura y de la estructura vertical de la atmósfera sobre esos puntos.</p>
<p>¿Por qué todos los desiertos de la Tierra están, en esta etapa geológica, entre las latitudes 15 ⁰N y 30 ⁰N, 15 ⁰S y 30 ⁰S?</p>
<p>La radiación del Sol calienta mucho más la superficie de la Tierra entre ambos trópicos, 23 ⁰N y 23 ⁰S que en los Polos. La superficie caliente del mar genera convección de aire con vapor de agua. Este aire asciende hasta la troposfera, unos 16 km. Allí ya no puede seguir subiendo, y como tiene aire ascendente a su izquierda y derecha, el único camino que le queda es hacia los Polos. </p>
<p>Pero la Tierra gira más deprisa (en velocidad lineal) en el Ecuador que a los 23 ⁰N y 23 ⁰S. Se genera una aceleración, denominada de Coriolis, y el aire se desplaza hacia el este por la parte alta de la atmósfera. Al subir, el aire se ha enfriado y descargado el vapor en forma de agua (los bosques tropicales).</p>
<p>El aire frío es más denso que el caliente. Baja y vuelve a girar, esta vez hacia el oeste. El aire al bajar se calienta y no descarga el poco vapor que aún contiene. </p>
<p>Se generan los desiertos.</p>
<p>Más al norte no hay, en superficie, ninguna fuerza dominante. Debido a la combinación de la diferencia de temperaturas entre el ecuador y el Polo Norte, y a la aceleración de Coriolis, el aire aumenta su velocidad en la dirección oeste-este, según sube en altura, formando el <em>chorro polar</em>. Este arrastra el aire en superficie, con grandes torbellinos y turbulencias. </p>
<p>La posición del chorro, en latitud, corresponde al punto de máximo gradiente de temperaturas. </p>
<p>Al aumentar la temperatura media del planeta aumenta, mucho más, la del Polo Norte. En los trópicos más energía solo supone más evaporación, no una subida de la temperatura. </p>
<p>Al aumentar la temperatura del Polo Norte, el punto de máximo gradiente se desplaza hacia el norte, y el gradiente disminuye en intensidad. El río de aire deja de bajar con fuerza por la ladera y se mueve con meandros por la llanura.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/292783/original/file-20190917-19076-1x0bipg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/292783/original/file-20190917-19076-1x0bipg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/292783/original/file-20190917-19076-1x0bipg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/292783/original/file-20190917-19076-1x0bipg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/292783/original/file-20190917-19076-1x0bipg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/292783/original/file-20190917-19076-1x0bipg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/292783/original/file-20190917-19076-1x0bipg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/washington-dc-april-29-2017-thousands-630429824?src=jdbX4PReLwtjTmw9T7xvfQ-1-1">Nicole S. Glass</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>¿Y qué pasa en España?</h2>
<p>Hace unos 50 años, y antes, en otoño y en primavera el chorro arrastraba masas de aire con vapor de agua procedentes del Atlántico tropical y central hacia España. Ahora el chorro circula más al norte, y solo arrastra vapor cuando uno de sus grandes meandros entra en España. </p>
<p>La temperatura del Polo Norte seguirá aumentando, pues cada vez absorbe más energía al disminuir su capa de hielo que antes la reflejaba. El gradiente de temperaturas continuará disminuyendo y el chorro se desplazará aún más al norte y se debilitará.</p>
<p>En España ya tenemos problemas. Si no detenemos el cambio climático, en vez de 6 meses de sequía, nos acercaremos a 8 o incluso 10, con inundaciones puntuales cada vez más intensas.</p>
<p>Si se secan los acuíferos es imposible regar, incluso en las vegas. Un tercio de nuestra economía desaparece. Este efecto es desesperante. </p>
<p>El colapso del Imperio Romano se debió a muchas causas. Pero destacan dos: la peste del fin del reinado de Marco Aureli, y la paulatina desertización de uno de los graneros de Roma, el norte de África. </p>
<p>Al aumentar la temperatura se dilata el agua de los océanos. Los glaciares de Groenlandia y del oeste de la Antártida resbalan hacia el mar. Las costas mediterráneas tardarán más en experimentar la subida del nivel del mar, pero terminarán haciéndolo. Parte de Cádiz, Algeciras, Málaga, Almería, Valencia, Sagunto, Tarragona y Barcelona quedarán inundadas permanentemente. Se destrozarán inversiones milmillonarias. </p>
<p>Estos son dos de los efectos más inmediatos y evidentes. El resto son sutiles, pero reales: al cambiar las condiciones cambian las economías y el nivel de vida.</p>
<h2>Es hora de actuar</h2>
<p>Cada uno de nosotros podemos actuar de manera muy importante contra el cambio climático, en nuestro propio beneficio. Debemos poner celdas solares en todos los lugares donde podamos hacerlo. Esto nos ahorrará dinero a lo largo de 20 años, pero exige una inversión hoy. Si consideramos que es un gasto excesivo dependiendo de la situación de cada persona, podemos actuar de otras maneras más baratas:</p>
<ul>
<li><p>Podemos ir sustituyendo los vidrios de nuestras ventanas por vidrios dobles, aunque sea de uno en uno. </p></li>
<li><p>Podemos poner planchas de yeso prefabricado que llevan aislantes térmicos, son muy baratas y basta con atornillarlas a las paredes interiores que den al exterior de las viviendas.</p></li>
<li><p>En las viviendas colectivas, con frecuencia, la calefacción tiene la misma intensidad en los pisos bajos y en los altos, de manera que arriba hace un calor excesivo. Se pueden instalar reguladores de temperatura, que son realmente muy baratos. </p></li>
<li><p>Podemos renunciar a los coches dentro de las ciudades y movernos con coches eléctricos compartidos, mientras los transportes públicos no se hagan tan deseables que los elija todo el mundo.</p></li>
<li><p>Podemos cooperar en plantar árboles, o conseguir que se planten. El vapor de agua que emiten las hojas supone la diferencia entre lluvia suave, o sequía e inundaciones. </p></li>
<li><p>Podemos exigir que aumente la parte de madera en las construcciones que compremos, reduciendo en lo posible el uso del cemento. </p></li>
<li><p>Podemos tratar de aumentar el consumo de productos ecológicos, fertilizados con abono natural, pues las fábricas de nitratos suponen unas emisiones de CO₂ considerables. </p></li>
</ul>
<p>Todo esto no empeora nuestra vida. De hecho, la mejora. Utilizar coches compartidos hace desaparecer el agobio de aparcar en las ciudades. Viviendas bien aisladas con calefacciones más flojas son muchísimo más agradables y demandan mucho menos aire acondicionado en verano. </p>
<p>Acciones que cada uno de nosotros puede hacer, con poco dinero inicial, y que suponen un ahorro notable a lo largo de los años.</p>
<h2>La importancia de la presión ciudadana</h2>
<p><a href="https://www.fridaysforfuture.org/">Las movilizaciones de esta semana</a> también deben llevar a que los ciudadanos apoyen solo a aquellos gestores sociales que hayan demostrado que son capaces de tomar medidas eficaces contra el cambio climático. Que hayan instalado puntos de recarga eléctrica en las aceras de todas las ciudades que gestionan, que hayan apoyado y conseguido que los hogares instalen energía fotovoltaica en sus tejados y fachadas, que hayan impulsado la conversión de edificios en edificios de consumo casi nulo.</p>
<p>Y digo “hayan demostrado”, porque prometer es gratis. </p>
<p>Recuerden que van a poder premiar a estos gestores sociales que se postulan para gestionar la sociedad durante los próximos cuatro años. </p>
<p>Solo la presión ciudadana es capaz de conseguir cambiar el esquema energético frente a las grandes empresas que favorecen la quema de carbono.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/123620/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Antonio Ruiz de Elvira Serra no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Entre el 20 y el 27 de septiembre se plantean acciones por todo el mundo para instar a particulares y administraciones a tomar medidas contra el cambio climático.Antonio Ruiz de Elvira Serra, Catedrático de Física Aplicada, Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1220742019-09-02T20:30:07Z2019-09-02T20:30:07ZEl Ártico, un termómetro del cambio climático<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/289674/original/file-20190827-184234-yfmcba.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C24%2C4079%2C2673&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/thermometer-winter-snow-on-against-background-1277154607?src=-1-64">Andrei Dubadzel/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>El Ártico y los cambios que en él se están produciendo son una alarma sobre el cambio climático. Hay múltiples y variadas evidencias –detalladas por el <a href="https://archive.ipcc.ch/home_languages_main_spanish.shtml">Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)</a>– que sugieren que las actividades humanas están afectando profundamente al sistema climático. </p>
<p>Entre esas pruebas se encuentran el aumento global de las temperaturas, la subida del nivel del mar o el incremento en la intensidad y frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos. Pero si buscamos un verdadero termómetro para el cambio climático, este podría ser el Ártico: se está calentando a un ritmo el doble de rápido que el planeta a escala global.</p>
<p>La responsable de tal calentamiento desproporcionado tiene nombre: <a href="https://www.bbc.com/mundo/noticias-47787501">amplificación polar</a>. El transporte de calor desde latitudes bajas y cálidas hacia latitudes altas y frías –junto con otras retroalimentaciones del sistema–, hace que las temperaturas en los trópicos sean más frías y en los polos más cálidas de lo que se esperaría sin estos patrones climáticos de circulación.</p>
<p>Las consecuencias del aumento de las temperaturas en el Ártico son evidentes. En los últimos <a href="https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/2013RG000431">30 años se ha perdido la mitad de hielo marino</a> y <a href="https://theconversation.com/time-will-tell-if-this-is-a-record-summer-for-greenland-ice-melt-but-the-pattern-over-the-past-20-years-is-clear-119307">acelerado la pérdida del casquete glaciar de Groenlandia</a>. También son preocupantes las proyecciones climáticas que alertan de posibles <a href="https://theconversation.com/why-arctic-melting-will-be-erratic-in-the-short-term-35969">veranos sin hielo marino en el océano Ártico para mediados de siglo</a> y de la <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-019-0889-9">pérdida de casi la mitad de la masa total de hielo de Groenlandia para 2100</a>.</p>
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<figcaption><span class="caption">Evolución del hielo marino Ártico (NASA Climate Change)</span></figcaption>
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<h2>Pérdida de masas de hielo polares y clima global</h2>
<p>Las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la actividad humana son la principal causa del calentamiento global, aunque también existen retroalimentaciones en el sistema que lo potencian. Por ejemplo, el deshielo del Ártico.</p>
<p>No hace mucho, el Ártico solía estar cubierto por una sólida y gruesa capa de hielo marino que persistía todo el verano, reflejando de vuelta al espacio parte de la luz solar (<a href="https://meteoglosario.aemet.es/es/termino/354_albedo">efecto albedo</a>). <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Ice%E2%80%93albedo_feedback">La pérdida de masas de hielo y nieve resta eficiencia al albedo del Ártico</a>, absorbiendo mayor radiación solar por las superficies más oscuras del océano y suelo continental. </p>
<p>El cambio en el albedo polar resulta ser una retroalimentación positiva muy importante del cambio climático, ya que potencia el calentamiento mediante la amplificación polar. </p>
<figure>
<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/HT3IA8hN5JU?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
<figcaption><span class="caption">Cómo el deshielo del Ártico afecta al albedo (Science Nordic/NASA Ice-Albedo)</span></figcaption>
</figure>
<p>Esta y otras retroalimentaciones en el sistema climático son áreas objeto de una intensa investigación. Hay muchas cuestiones que comienzan a explorarse: ¿existen regiones no polares que sufren impactos asociados a los cambios que se están produciendo en el Ártico? ¿Cómo pueden evolucionar estos impactos en un clima abocado al cambio?</p>
<h2>Lo que pasa en el Ártico no se queda en el Ártico</h2>
<p>Puede resultar contraintuitivo pensar que el cambio climático y la amplificación polar resulten en olas de frío más persistentes en invierno, como aquellas registradas estos últimos años en <a href="https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-03-24/tiempo-clima-nieve-cambio-climatico-meteorologia_1353728/">España</a>, <a href="https://noticias.eltiempo.es/una-nueva-corriente-en-chorro-controla-el-tiempo/">Europa</a> y <a href="https://www.bbc.com/mundo/noticias-47063723">Norteamérica</a>. </p>
<p>Se podría creer que se trata de una <a href="https://www.abc.es/sociedad/abci-trump-vuelve-burlarse-cambio-climatico-frio-brutal-pasado-calentamiento-global-201811221109_noticia.html">evidencia que argumenta en contra del cambio climático</a>. Sin embargo, mientras unas regiones localizadas sufren heladas, el <a href="https://www.bbc.com/mundo/noticias-47036611">resto del planeta se sigue calentando</a>. ¿Qué está ocurriendo entonces?</p>
<p>Cada vez existe más evidencia que indica que la amplificación polar y el calentamiento desproporcionado del Ártico están detrás de este tiempo “loco”. La <a href="https://meteoglosario.aemet.es/es/termino/220_corriente-en-chorro">corriente en chorro polar</a>, caracterizada por fuertes vientos confinados en la alta troposfera y asociada al frente polar de latitudes medias, tiene un papel destacado. </p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/289595/original/file-20190827-184207-huaqhl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/289595/original/file-20190827-184207-huaqhl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/289595/original/file-20190827-184207-huaqhl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=660&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/289595/original/file-20190827-184207-huaqhl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=660&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/289595/original/file-20190827-184207-huaqhl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=660&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/289595/original/file-20190827-184207-huaqhl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=829&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/289595/original/file-20190827-184207-huaqhl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=829&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/289595/original/file-20190827-184207-huaqhl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=829&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Chorro polar entre noviembre de 2013 y julio 2014.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.climate.gov/news-features/event-tracker/us-temperature-extremes-and-polar-jet-stream">NOAAClimate.gov</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>La existencia del chorro polar, principal responsable de la meteorología en estas latitudes, se debe al gradiente térmico norte-sur. Debido a que el Ártico se está calentando más rápidamente, el chorro polar pierde intensidad y forma “meandros” más pronunciados (igual que un río al perder velocidad su corriente). </p>
<p>Esas curvas que se producen desde el Ártico hacia el sur desplazan masas de aire polares y pueden provocar <a href="https://theconversation.com/a-melting-arctic-and-weird-weather-the-plot-thickens-37314">intensas olas de frío</a>. Al mismo tiempo, <a href="https://theconversation.com/is-warming-in-the-arctic-behind-this-years-crazy-winter-weather-89740">otras zonas registran temperaturas anormalmente elevadas</a> allí donde el chorro polar fluctúa en sentido opuesto.</p>
<p>Parece prematuro vaticinar cómo evolucionará este patrón observado recientemente de inviernos más cálidos acompañados de olas de frío más duraderas. Futuras investigaciones deben arrojar más luz sobre los complejos mecanismos que gobiernan el sistema climático y las perturbaciones que la actividad humana provocan en este. </p>
<p>En cualquier caso, los cambios acentuados que se están produciendo en el Ártico suponen un verdadero termómetro para el cambio climático.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/122074/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Fernando Iglesias-Suarez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El cambio en el albedo debido al deshielo del Ártico provoca una retroalimentación positiva del cambio climático, ya que potencia el calentamiento mediante la amplificación polar.Fernando Iglesias-Suarez, Postdoc de Química Atmosférica y Clima, Instituto de Química Física Rocasolano (IQFR-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1210652019-08-06T20:46:28Z2019-08-06T20:46:28ZHace 40 años, los científicos predijeron el cambio climático y tenían razón<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/286725/original/file-20190802-117875-1kvab4g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=39%2C0%2C4368%2C2909&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Han pasado cuatro décadas desde el primer informe mundial creíble sobre el efecto del dióxido de carbono en el clima mundial.
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/powerful-denial-concept-man-his-head-1144257776">Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Hace unas semanas, el mundo celebraba el 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna. Sin embargo, ha pasado casi inadvertido otro aniversario científico, quizá de igual importancia para el futuro de nuestra civilización.</p>
<p>Hace cuarenta años, un grupo de científicos se reunió en la Institución Oceanográfica de Woods Hole, en Massachussetts, para la primera sesión del “Grupo Ad Hoc sobre Dióxido de Carbono y Clima”. La reunión dio lugar a la preparación del llamado <a href="https://www.bnl.gov/envsci/schwartz/charney_report1979.pdf">Informe Charney</a>, la primera evaluación exhaustiva sobre el cambio climático mundial debido al dióxido de carbono. </p>
<p>No suena tan increíble como el aterrizaje en la Luna y, desde luego, no había millones de personas conteniendo la respiración a la espera de los resultados de la reunión.</p>
<p>Sin embargo, el Informe Charney es un buen trabajo científico y el éxito de sus predicciones a lo largo de estos 40 años ha establecido firmemente la ciencia del calentamiento global.</p>
<figure>
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</figure>
<h2>¿Qué es ese ‘gas de efecto invernadero’?</h2>
<p>Ya en el siglo XIX, otros científicos habían demostrado que el dióxido de carbono era lo que hoy llamamos un “<a href="https://www.bbc.com/news/science-environment-15093234">gas de efecto invernadero</a>”. En la década de los 50 del siglo XX, los científicos predijeron el aumento de la temperatura en varios grados producido por la quema de combustibles fósiles. </p>
<p>En 1972, John Sawyer, responsable de investigación de la Oficina Meteorológica del Reino Unido, escribió un artículo de cuatro páginas publicado en la revista Nature que resumía lo que se sabía hasta ese momento. El artículo predecía un calentamiento de casi 0,6 °C para finales del siglo XX.</p>
<p>Pero estas predicciones eran todavía controvertidas en los años 70. En todo caso, el mundo se había enfriado a mediados del siglo XX y todavía se especulaba en los medios de comunicación con que quizá nos estábamos dirigiendo hacia una nueva edad de hielo.</p>
<p>El encuentro de Woods Hole reunió a 10 distinguidos científicos del clima, que habían solicitado asesoramiento a otros investigadores de todo el mundo. El grupo estaba liderado por Jule Charney, del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), uno de los estudiosos de la atmósfera más respetados del siglo XX.</p>
<p>El informe expone claramente lo que se sabía sobre los posibles efectos del incremento de dióxido de carbono en el clima, así como las incertidumbres. La conclusión del informe fue clara:</p>
<blockquote>
<p>Estimamos que el calentamiento más probable al duplicar las emisiones de CO₂ estará cerca de 3 °C con un margen de error de 1,5 °C.</p>
</blockquote>
<p>Durante los 40 años transcurridos desde aquella reunión, la media anual de concentración de CO₂ en la atmósfera, medida en <a href="ftp://aftp.cmdl.noaa.gov/products/trends/co2/co2_annmean_mlo.txt">Mauna Loa, Hawaii</a>, se ha incrementado cerca de un 21 %. Durante el mismo periodo, la <a href="https://data.giss.nasa.gov/gistemp/tabledata_v4/GLB.Ts+dSST.txt">temperatura media global de la superficie terrestre</a> se ha incrementado en torno a 0,66 °C, casi exactamente lo que podría haberse esperado si una duplicación de CO₂ produce cerca de 2,5 °C de calentamiento, justo un poco por debajo de su mejor estimación. Un pronóstico notablemente premonitorio.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/285091/original/file-20190722-11350-7rmjxy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/285091/original/file-20190722-11350-7rmjxy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=532&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/285091/original/file-20190722-11350-7rmjxy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=532&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/285091/original/file-20190722-11350-7rmjxy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=532&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/285091/original/file-20190722-11350-7rmjxy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=669&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/285091/original/file-20190722-11350-7rmjxy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=669&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/285091/original/file-20190722-11350-7rmjxy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=669&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><span class="source">Author provided/The Conversation</span>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nd/4.0/">CC BY-ND</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Repercusión del artículo</h2>
<p>A pesar de la gran consideración con la que los autores del Informe Charney fueron recibidos por sus compañeros científicos de aquella época, el informe no produjo cambios inmediatos de comportamiento por parte de los ciudadanos o los políticos.</p>
<p>Con el tiempo, como el mundo ha continuado calentándose como se predijo, el informe ha sido considerado como un hito relevante para calibrar las consecuencias que nuestros actos tienen sobre el clima. La nueva hornada de científicos del clima venera a Charney y sus coautores por su perspicacia y claridad.</p>
<h2>Base científica</h2>
<p>El informe ejemplifica cómo trabaja la buena ciencia: tras un examen desde los puntos de vista físico y químico, se establece una hipótesis, y, basándose en los resultados de su investigación, se hacen predicciones sólidas. Aquí, “predicciones sólidas” significa algo que sería improbable que suceda si sus hipótesis y sus investigaciones fueran incorrectas.</p>
<p>En este caso, sus predicciones más específicas fueron que el calentamiento entre 1,5 °C y 4,5 °C vendría acompañado de una duplicación del CO₂ atmosférico. En ese momento, las temperaturas globales, a falta de sus hipótesis y ciencia, podría haberse esperado que se mantuvieran prácticamente iguales durante los 40 años posteriores, que se enfriaran un poco, posiblemente incluso que enfriaran mucho, o que calentaran un montón (o un poco).</p>
<p>En ausencia de una ciencia del calentamiento global, cualquiera de estos resultados podría haber sido factible, así que sus predicciones específicas reflejaron una prueba muy rigurosa de su ciencia.</p>
<p>Los autores del Informe Charney no resumieron sin sentido crítico la ciencia. También actuaron de forma escéptica, intentando encontrar factores que pudiesen invalidar sus conclusiones. Así, determinaron: </p>
<blockquote>
<p>Hemos intentado, pero no ha sido posible encontrar efectos físicos pasados por alto o subestimados que puedan reducir el calentamiento global estimado actual como consecuencia de la duplicación del CO₂ atmosférico a proporciones insignificantes o revertirlas completamente.</p>
</blockquote>
<p>El informe y la exitosa verificación de su predicción aportan una base científica firme para el debate sobre qué debemos hacer ante el calentamiento global.</p>
<p>Durante los 40 años siguientes, como el mundo se calentó tal y como Charney y sus compañeros esperaban, la ciencia del cambio climático mejoró, con <a href="https://www.ipcc.ch/report/ar5/syr/">modelos</a> que incluyeron varios de los factores que faltaban en las conclusiones de 1979.</p>
<p>Sin embargo, esta ciencia posterior solo ha confirmado las conclusiones del Informe Charney, aunque ahora son posibles muchas más predicciones detalladas sobre el cambio climático.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/121065/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Neville Nicholls ha recibido fondos del Consejo Australiano de Investigación y de otros organismos para la investigación sobre la variabilidad y el cambio climático. En este momento no recibe ningún tipo de financiación de este tipo.
</span></em></p>Los científicos avisaron del cambio climático en 1979, pero su mensaje tardó décadas en ser asumido.Neville Nicholls, Professor emeritus, School of Earth, Atmosphere and Environment, Monash UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1195622019-07-03T20:02:55Z2019-07-03T20:02:55ZEl ejército de Estados Unidos contamina más que 140 países: se impone reducir esta maquinaria de guerra<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/282200/original/file-20190702-126400-7n24ap.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3000%2C1899&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Cazas de la Fuerza Aérea de EE UU durante la Guerra del Golfo de 1991.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/us-air-force-fighters-patrol-nofly-244396819">Everett Historical / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Las fuerzas militares de los Estados Unidos dejan una huella de carbono inmensa. Al igual que las cadenas de suministro empresariales, utilizan una amplia red mundial de buques portacontenedores, camiones y aviones de carga para abastecer sus operaciones de todo lo necesario, desde bombas hasta ayuda humanitaria e hidrocarburos. Nuestro <a href="https://rgs-ibg.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/tran.12319">nuevo estudio</a> calculó la contribución de esta descomunal infraestructura al cambio climático.</p>
<p>Para contabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero, normalmente se tiene en cuenta la cantidad de energía y combustible que consume la población civil. Pero, según han mostrado <a href="https://watson.brown.edu/costsofwar/papers/ClimateChangeandCostofWar">trabajos recientes</a>, entre ellos el nuestro, las fuerzas militares de los Estados Unidos son uno de los mayores contaminantes de la historia, ya que consumen más combustibles líquidos y emiten más gases de efecto invernadero que la mayoría de los países de tamaño medio. Si fueran un país, solo su consumo de combustible las situaría en el puesto 47 de los principales emisores de gases de efecto invernadero del mundo, entre Perú y Portugal.</p>
<p>En 2017 las fuerzas militares norteamericanas compraron unos 269.230 barriles de petróleo al día y emitieron más de 25.000 kilotoneladas de dióxido de carbono con la quema de esos combustibles. Las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos adquirieron combustible por valor de 4.900 millones de dólares, la Armada, 2.800 millones, seguida por el Ejército, con 947 millones, y los Marines, con 36 millones.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/280920/original/file-20190624-97757-1rval3v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/280920/original/file-20190624-97757-1rval3v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/280920/original/file-20190624-97757-1rval3v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/280920/original/file-20190624-97757-1rval3v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/280920/original/file-20190624-97757-1rval3v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/280920/original/file-20190624-97757-1rval3v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/280920/original/file-20190624-97757-1rval3v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Buque de guerra perteneciente a la Armada de los Estados Unidos repostando frente a la costa de California.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/us-navy-underway-replenishment-refueling-ship-31086694?src=6qlFew5cWm16ORFAEiLEdw-1-1&studio=1">Jason Orender/Shutterstock</a></span>
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<p>No es ninguna casualidad que las emisiones ocasionadas por las fuerzas militares de los Estados Unidos se suelan pasar por alto en los estudios sobre el cambio climático. Resulta muy difícil obtener datos coherentes del Pentágono y los departamentos gubernamentales estadounidenses. De hecho, los Estados Unidos insistieron en que se los eximiera de notificar <a href="https://newint.org/blog/2015/11/19/the-military-and-greenhouse-gas-emissions%20o%20https://www.theatlantic.com/science/archive/2015/12/paris-climate-deal-military-carbon-emissions-exemption/420399/">las emisiones militares en el Protocolo de Kyoto de 1997</a>. Ese vacío jurídico se <a href="https://newrepublic.com/article/125775/us-military-loses-emissions-exemption-paris-climate-deal">subsanó en el Acuerdo de París</a>, pero con la administración Trump, <a href="https://theconversation.com/trumps-climate-policy-may-backfire-as-he-unwittingly-plays-an-old-psychologists-trick-79054">tras la retirada del acuerdo en 2020</a>, volverá a producirse.</p>
<p>Nuestro estudio se basa en datos extraídos de numerosas solicitudes presentadas, de conformidad con la Ley sobre Libertad de Información, ante el Organismo de Defensa Logística de los Estados Unidos, el gran organismo burocrático encargado de gestionar las cadenas de suministro de las fuerzas militares estadounidenses, incluidas sus adquisiciones y su distribución de hidrocarburos.</p>
<p>Las fuerzas militares de los Estados Unidos han comprendido hace ya tiempo que no están a salvo de las posibles consecuencias del cambio climático, y reconocen que este fenómeno constituye un “<a href="https://www.politico.com/story/2019/01/18/pentagon-military-installations-climate-1098095">multiplicador de amenazas</a>” que puede agravar otros riesgos. Muchas <a href="https://www.scientificamerican.com/article/not-all-military-bases-plan-for-warming-watchdog-finds/">bases militares, aunque no todas, se han estado preparando</a> para las consecuencias del cambio climático, como, por ejemplo, la subida del nivel del mar. Tampoco han ignorado las fuerzas militares su propia contribución al problema. <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0962629816302001">Como ya hemos mostrado en anteriores ocasiones</a>, las fuerzas militares han invertido en el desarrollo de fuentes de energía alternativas como los biocombustibles, pero estos abarcan una parte insignificante del gasto en combustibles.</p>
<p>La política sobre el clima adoptada por las fuerzas militares norteamericanas presenta contradicciones. Se han hecho intentos de “ecologizar” algunos aspectos de sus operaciones, por ejemplo incrementando <a href="https://www.reuters.com/article/us-usa-military-green-energy-insight/u-s-military-marches-forward-on-green-energy-despite-trump-idUSKBN1683BL">la generación de electricidad renovable en las bases</a>, pero las fuerzas militares de los Estados Unidos siguen siendo, <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0962629816302001">por sí solas, el consumidor institucional de hidrocarburos más grande del mundo</a>. Además, en los próximos años no tendrán más remedio que utilizar sistemas de armas basadas en hidrocarburos, al depender de las aeronaves y los buques de guerra existentes para sus operaciones.</p>
<h2>No se trata de “ecologizar”, sino de reducir las fuerzas militares</h2>
<p>El cambio climático se ha convertido <a href="https://www.independent.co.uk/news/world/americas/us-politics/2020-us-election-trump-climate-change-joe-biden-a8918351.html">en un tema candente en el período de campaña</a> para las elecciones presidenciales de 2020. Destacados candidatos demócratas, como la <a href="https://grist.org/article/elizabeth-warrens-newest-climate-proposal-is-based-on-a-wwii-global-aid-package/">senadora Elizabeth Warren</a>, y miembros del Congreso, como <a href="https://theconversation.com/the-green-new-deal-is-already-changing-the-terms-of-the-climate-action-debate-112144">Alexandria Ocasio-Cortez</a>, están pidiendo que se lleven a cabo iniciativas de envergadura en relación con el clima, como el <a href="https://theconversation.com/national-service-for-the-environment-and-a-green-new-deal-to-fight-climate-change-imagine-newsletter-1-114168">Nuevo Pacto Verde</a>. Para que cualquiera de esas medidas resulte eficaz, es preciso que las políticas internas y los tratados internacionales sobre el clima afronten el problema de la huella de carbono que dejan las fuerzas militares de los Estados Unidos.</p>
<p>Nuestro estudio muestra que la labor de lucha contra el cambio climático exige que se abandonen enormes secciones de la maquinaria militar. Hay pocas actividades en el mundo tan desastrosas desde el punto de vista ambiental como librar una guerra. Si se recortara de forma significativa el presupuesto del Pentágono y se redujera su capacidad para librar guerras, disminuiría enormemente la demanda del mayor consumidor de combustibles líquidos del mundo.</p>
<p>De nada sirve hacer pequeños ajustes en el impacto ambiental de la maquinaria de guerra. El dinero gastado en adquirir y distribuir combustible a lo largo y ancho del imperio estadounidense podría invertirse, en cambio, como dividendo de paz, ayudando a financiar un Nuevo Pacto Verde, sea cual sea la forma que adopte. No son pocas las prioridades políticas que podrían aprovechar este empujón financiero. Cualquiera de estas posibilidades sería mejor que abastecer de combustible a <a href="https://www.nytimes.com/interactive/2017/03/22/us/is-americas-military-big-enough.html?auth=login-smartlock">una de las fuerzas militares más grandes de la historia</a>.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/119562/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Benjamin Neimark realizó esta investigación con la consultora de sostenibilidad Cara Kennelly.
</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Oliver Belcher y Patrick Bigger no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>Si el ejército estadounidense fuera un país, sus emisiones de carbono estarían entre las de Perú y Portugal.Benjamin Neimark, Senior Lecturer, Lancaster Environment Centre, Lancaster UniversityOliver Belcher, Assistant Professor of Geography, Durham UniversityPatrick Bigger, Lecturer of Human Geography, Lancaster Environment Centre, Lancaster UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.