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Las principales ciudades de Estados Unidos tienen instaladas cámaras para detectar infracciones de tráfico. Gints Ivuskans/shutterstock

Cámaras que identifican a infractores no suponen una mejora para la seguridad vial

Los coches matan. Unas 1,25 millones de personas perdieron la vida en accidentes de tráfico a nivel mundial en 2015, según la Organización Mundial de Salud.

En Estados Unidos, donde accidentes vehiculares mataron a 36.375 personas en 2014 y dejaron a 2,3 millones de personas heridas, 438 municipios han lanzado programas de seguimiento electrónico para tratar de reducir el número de accidentes. En particular, se usan las “cámaras de luz roja” para identificar a los conductores que se saltan semáforos en rojo.


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En un estudio que llevé a cabo junto con el economista Paul J. Fisher, analizamos todas las grabaciones policiales de accidentes de tráfico (cientos de miles) en tres grandes ciudades del estado de Texas en un período de 12 años.

No encontramos evidencias de que los radares de semáforo supusieran una mejora para la seguridad pública. No reducen el número total de accidentes automovilísticos, las cifras de heridos ni la cantidad de personas que sufren lesiones que requieren traslado al hospital.

Las cámaras de semáforo

Las cámaras se sitúan en un lugar desde el que puede tomar fotografías o grabar vídeos de los vehículos en el momento en el que pasan por una intersección.

Después, funcionarios municipales o empleados de empresas privadas revisan las fotos para comprobar si un coche atravesó el cruce cuando el semáforo estaba en rojo. Si es así, se le envía una multa al propietario del vehículo.

La intención de este tipo de iniciativas es reducir el número de choques en los cruces, confiando en que los conductores preferirán parar por temor a ser multados, lo que haría decrecer las cifras de colisiones laterales.

Hay evidencias que demuestran que los programas con radares tienen una gran efectividad a la hora de evitar que los conductores se salten semáforos en rojo. Un estudio realizado en el estado de Virginia arrojó unos resultados a priori positivos: el número de coches que ignoraban la luz roja del semáforo se redujo en un 67% gracias a las cámaras.

Sin embargo, estas cámaras pueden generar el efecto contrario para la seguridad vial.

Conductores que antes hubieran continuado la marcha con la luz del semáforo en ámbar o en rojo ahora intentarán parar, por lo que el número de accidentes provocados por vehículos que no se detienen ante un semáforo en rojo probablemente disminuirá. Pero el número de accidentes provocados por obedecer repentinamente al semáforo (colisiones traseras, por ejemplo) seguramente aumentará.

No se trata de un efecto secundario intrascendente. Algunos conductores se detendrán, exponiéndose de esa manera a sufrir un choque trasero en lugar de uno lateral. Todo por evitar una multa.

En general, el efecto de estos programas dependerá del impacto en cifras de los accidentes de tráfico y de las lesiones producidas. La seguridad de los conductores podría verse aumentada o reducida.

Nuestro estudio

La investigación que hemos realizado se centra en una de las grandes ciudades de Estados Unidos. Houston, Texas, puso en marcha un programa de cámaras masivo, con la instalación de radares en 66 intersecciones entre los años 2006 y 2010.

Una de las razones por las que elegimos Houston para realizar nuestro estudio fue para aprovechar el experimento natural que tuvo lugar cuando los habitantes de la ciudad aprobaron un referéndum en noviembre de 2010 para eliminar las cámaras de semáforo.

Consultamos la información detallada de cada accidente ocurrido en Texas entre 2003 y 2014 mediante una solicitud de acceso al registro público. Los datos incluían la ubicación exacta en coordenadas del choque, el tipo de accidente, si el conductor se había saltado un semáforo y diversos detalles acerca de las lesiones producidas.

Cuando las cámaras en Houston fueron retiradas, las colisiones laterales aumentaron un 26%, mientras que los demás tipos de accidentes disminuyeron un 18%. Aproximadamente un tercio de los accidentes en cruces en Houston son choques laterales, por lo que parece que los beneficios del programa de vigilancia eran mucho menores que los problemas que generaba.

Nuestro estudio no contiene evidencias de que los radares hicieran disminuir el número total de colisiones. Cuando las cámaras fueron eliminadas, tan solo se apreció una reducción del 3% en las cifras de accidentes.

Del mismo modo, no hay pruebas que demuestren que las cámaras ayudasen a rebajar el número de lesiones o probabilidad de sufrir una discapacidad relacionadas con los accidentes.

La elevada cifra de accidentes de tráfico en intersecciones urbanas constituye un grave problema para la salud pública, pero nuestro estudio demuestra que el monitoreo electrónico no es la solución.

This article was originally published in English

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