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Coronavirus, ERTE y empresarios

Hace apenas medio año el escenario actual de confinamiento y paralización hubiese parecido ciencia ficción. Pero desde mediados del tercer mes de 2020, con el Real Decreto 463/2020 de 14 de marzo, fue declarado el estado de alarma para poder gestionar la crisis sanitaria ocasionada por la COVID-19.

Ante el avance del coronavirus y el parón de las empresas, los empresarios han tenido que actuar de manera inmediata y sin apenas tiempo de reacción. En un tiempo récord, y con un alto coste tanto a nivel profesional como personal, muchos de ellos iniciaron los trámites para los ERTE de sus plantillas.

Los ERTE aplicados a 3,9 millones de trabajadores han desbordado las oficinas públicas de empleo. Debido a la saturación del sistema, miles de empleados corren el riesgo de sufrir retrasos en el pago de las prestaciones a las que tienen derecho.

Mientras, el FMI prevé para 2020 una contracción en la economía mundial del 3% y para España, una previsión de caída del PIB del 8%.

Las grandes empresas al ERTE

Grandes empresas españolas se han visto obligadas a aplicar ERTE en sus plantillas: El Corte Inglés (25.900 trabajadores), VIPs, Starbucks y Domino´s Pizza (22.000 trabajadores); SEAT (14.800 trabajadores), Burger King (14.000 trabajadores) o IBERIA (13.900 trabajadores) son algunas de las que se han visto afectadas.

A modo de un oasis en el desierto resiste Inditex, que ha decidido sufragar con recursos propios los salarios de su plantilla correspondientes al mes de abril. Aguantará mientras pueda, pero, de momento, lanza un mensaje de apoyo a sus empleados, aún a costa de ver reducidos sus beneficios.

Aprender sobre la marcha

Cuando las escuelas de negocio enseñan a los futuros directivos, no los preparan para eventos tan excepcionales. El objetivo es formarlos y prepararlos para liderar una empresa que contrate a los mejores profesionales, y que estos la impulsen hasta lograr su más alta cota de efectividad, productividad y rentabilidad económica.

Las empresas son el corazón económico de los países, el motor que impulsa la economía y el bienestar entre los ciudadanos, la riqueza y prosperidad de las naciones. La expansión del coronavirus ha parado en seco la producción pero ha puesto en marcha a los directivos, que han tenido que hacer frente a la crisis recurriendo a los ERTE para detener temporalmente la actividad con el objetivo de volver a reactivar a las empresas en cuanto sea posible.

Emocionalmente están viviendo un momento de incertidumbre y temor ante una situación inesperada, que les ha obligado a actuar sin tener casi margen de actuación. Un mes más de pago del salario sin ingresos puede significar un punto de no retorno para algunas empresas que no andaban bien ya antes de la crisis.

Aceptar, adaptarse y confiar

Hay que dar tres mensajes claros y positivos para la sociedad en general y para el empresario en particular:

1- Aceptación. La situación ya se conoce y, por dura que sea, hay que aceptarla. Lo que no supone eludir la realidad, sino afrontarla y asumirla, “ha sucedido y no hay vuelta atrás”. No se pueden cambiar los hechos, pero sí la actitud que se tiene ante ellos, puesto que eso depende de cada individuo. Como dijo el psicólogo de la Universidad de Harvard, William James, “la aceptación de lo que ha sucedido es el primer paso para superar las consecuencias de cualquier desgracia”.

2.- Adaptación. Personas y empresas viven en un permanente estado de adaptación a los nuevos requerimientos del Gobierno, a los nuevos descubrimientos sobre la COVID-19, al día a día del confinamiento y a las noticias que van llegando sobre las previsiones y expectativas de vuelta escalada a la normalidad. Es obligatoria la referencia a Charles Darwin, que sostenía que, en la lucha por la supervivencia, el más fuerte gana a expensas de sus rivales debido a que logra adaptarse mejor a su entorno: La adaptación es un sistema de supervivencia, pero también una demostración de inteligencia.

3.- Esperanza. Goethe decía que para todo es mejor la esperanza que la desesperación. Todo lo que empieza acaba. Que no quepa duda de que lo que se está viviendo ahora tendrá un final. Hay que confiar en que, tarde o temprano, sociedad y economía se van a recuperar, como ya ocurrió en el pasado ante situaciones de excepcional gravedad. Las empresas recuperarán su actividad, las personas volverán a sus puestos de trabajo. Seguro que no todo volverá a ser igual, pero surgirán nuevas oportunidades que habrá que aprovechar.

Es probable que las escuelas de negocios no hayan preparado a sus estudiantes para situaciones excepcionales. Pero quizás nadie lo estaba. Decía Henry Ford que “la mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos”. Es hora de ir pensando en dar soluciones para que las empresas, los empleados y la sociedad en general se reactive y podamos retomar la actividad económica, de manera escalonada, pero también de forma eficiente.

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