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¿Conocen los alumnos del futuro los riesgos ecológicos que están por venir? ¿Y sus profesores? NASA / Unsplash

Educar sobre la naturaleza en un planeta en crisis

La educación y el estado de salud de nuestro planeta están cambiando rápidamente. Sin embargo mientras que el número de propuestas pedagógicas crece, a veces abrumadoramente, el número de especies decrece al deteriorarse o desaparecer los hábitats que las sustentan. Aun así, el futuro de ambos parece estar relacionado.

Clases a los futuros profesores

En este contexto, comienzo el curso de Proyectos Didácticos sobre el Medio Natural con una imagen de la Vía Láctea. Probablemente algunos alumnos piensen que se han equivocado de clase. “¿Qué es ésto?”, les pregunto. Hablamos de la inmensidad del universo, de los 250 millones de años que tarda el sistema solar en dar la vuelta al centro de la galaxia, de lo único que es nuestro planeta, al menos hasta la fecha, por albergar vida con una complejidad y belleza desbordantes…

Luego les pongo a trabajar en grupos. Son parte de una civilización extraterrestre que ha estado observando la Tierra desde la Luna durante siglos. Tienen que hacer una lista de los problemas medioambientales del planeta que se aprecian desde el exterior: deforestación, desertificación, deshielo, calentamiento global, basura espacial, pérdida de biodiversidad, contaminación lumínica…

Todos estos problemas los escribo en la pizarra, y les pido que los relacionen unos con otros. Siempre me sorprende que, aun contando con un porcentaje significativo de alumnos de letras, sean capaces de identificar e incluso relacionar muchos de los problemas más relevantes.

Es de agradecer que, en parte gracias a la difusión de estos asuntos medioambientales por los medios de comunicación, los futuros profesores de primaria, es decir, mis alumnos, tengan unos conocimientos previos sobre los cuales se puede seguir construyendo conocimientos que en su momento transmitirán a sus propios alumnos. Una parte importante de su éxito como docentes dependerá no sólo de su capacidad para conectar con el alumnado sino de las metodologías que utilicen.

Esta actividad muestra a los futuros profesores que saben más de lo que creen sobre el tema, que los problemas medioambientales son complejos y están interrelacionados, y que nuestro planeta está en un estado de deterioro medioambiental progresivo muy preocupante.

La situación actual

La Tierra ha pasado por al menos cinco extinciones masivas de especies y estamos en medio de la sexta. Las implicaciones de este cambio planetario, con una rapidez sin precedentes, son no solo medioambientales sino también sociales, económicas y culturales, y añaden más incertidumbre si cabe al mundo en que vivimos.

Esto se refleja en un documento firmado por más de 15.000 científicos de 184 países. Entre otras medidas para la transición a la sostenibilidad, proponen “aumentar la educación ambiental para niños y fomentar un mayor aprecio por la naturaleza por parte de la sociedad”.

Esta medida es muy importante en un mundo cada vez más urbanizado y aislado del medio natural, y con un peso creciente de las ciudades en las decisiones políticas. Por ejemplo, en contraste con comunidades indígenas, una gran mayoría de urbanitas tienen un desconocimiento casi total de la biodiversidad de las plantas y sus beneficios. Mientras en las comunidades indígenas se accede directamente a las plantas para curarse, en las ciudades la mayoría de la gente tiene una relación indirecta con ellas, a través de productos farmacéuticos de origen vegetal.

La naturaleza como entorno de aprendizaje

Generalmente la enseñanza sobre el medio natural en las ciudades se ha desarrollado en las aulas, lo que ayuda poco a romper este aislamiento. Afortunadamente, cada vez se conocen mejor los múltiples beneficios que tiene realizar actividades educativas en la naturaleza: entre otras cosas mejora el comportamiento, comunicación, motivación, habilidades cooperativas, la salud y el sentirse bien con uno mismo.

En educación infantil y primaria es muy importante estimular el amor a la naturaleza, sentirla a través de juegos, arte, contacto directo con el mundo natural, empezar a conocer sus componentes y cómo se relacionan, y aprender a ser conscientes de la interrelación que tenemos con ella, y de la conexión entre algunos de nuestros actos y su deterioro.

Es mucho mejor enseñar a respetar la naturaleza desde la propia naturaleza. Val Vesa / Unsplash

En educación secundaria y en la universidad cobran especial importancia la investigación y el método científico. Las salidas al medio natural sirven para observar, buscar patrones, hacer preguntas, plantear hipótesis y evaluarlas, y crear modelos teóricos, con el fin de comprender el funcionamiento de la naturaleza y aprender cómo podemos protegerla mejor.

Aprendizaje en grupos cooperativos y en redes

En los últimos años estamos viendo el uso creciente de una gran diversidad de técnicas didácticas centradas en el alumno, no en el profesor. Algunas de ellas, pensadas para dinámicas de grupos, como el aprendizaje basado en proyectos (ABP), el aprendizaje cooperativo y la ciencia ciudadana, tuvieron sus orígenes hace décadas, siguen evolucionando y aportan aprendizajes muy necesarios en el mundo en que vivimos.

Son además herramientas muy flexibles que pueden combinarse entre ellas y adaptarse a muy diversos escenarios de aprendizaje, tanto en la naturaleza como en el aula. Así, por ejemplo, la respuesta razonada a la pregunta “¿deberíamos volvernos vegetarianos en un mundo cada vez más poblado?”, no es única, implica conocimiento interdisciplinar de varias asignaturas y sería un ejemplo de ABP.

Si además hacemos que los alumnos dependan unos de otros para tener éxito en el proyecto, tendríamos grupos cooperativos. Si los grupos los formamos entre alumnos de distintos centros educativos europeos coordinados a través de “e-twinning”, hablaríamos de una red de aprendizaje cooperativo. Y si grupos de investigación de universidades europeas recogieran y analizasen datos sobre la alimentación de los estudiantes participando en el proyecto, estaríamos haciendo ciencia ciudadana.

Por medio de un solo proyecto trabajamos entre otras cosas la capacidad de análisis y síntesis, el pensamiento creativo, la cooperación y la concienciación medioambiental y cultural.

Un futuro prometedor y comprometedor

El futuro depende en gran parte de nosotros. Debemos al menos conocer las consecuencias de nuestras acciones sobre nuestro entorno, y la educación medioambiental juega un papel clave en este sentido. Afortunadamente, este es el momento de la historia con mayor diversidad de recursos educativos, un periodo increíble para dedicarse a la educación.

La especie humana puede adaptarse a ambientes muy degradados y simplificados. Sin embargo, y como dice el biólogo E.O. Wilson, el resultado global de nuestras acciones presentes y pasadas es un planeta cada vez más empobrecido de especies y más aburrido para las generaciones que vienen. ¿Crees que esto tiene importancia? Y si es así, ¿qué puedes hacer?

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