Menu Close
Kendrick Lamar actuando durante el Festival de verano de Quebec el 7 de julio de 2017. Amy Harris/AP Photo

El camino del rap: del barrio al Pulitzer

El premio Pulitzer otorgado a Kendrick Lamar es un hito importante para el hip-hop, un género que celebra su 45.º aniversario en agosto.

También es un triunfo que muchos, hace solo una década, no habrían pronosticado. Como alguien que enseña y estudia las ideas políticas del hip-hop y del rap, me sorprendí gratamente.

Pensé en los primeros años del hip-hop, cuando algunos insistían en que el género, denigrado como «basura pornográfica», sería un fiasco.

Sin embargo, no fue ninguna moda; su música enseguida fue ganando en aceptación popular. Como respuesta, muchas personas –desde padres hasta políticos y líderes comunitarios– criticaron esta forma de arte y trataron de reprimirla.

La historia del hip-hop es una historia de rebeldía, intentos de censura y, finalmente, aceptación artística.

El rap conoce el éxito y, después, la resistencia

El hip-hop enraizó en el Bronx cuando comenzaba la década de los setenta. Al principio, el rap, centrado en la narración rimada, no desempeñó un papel importante. Sin embargo, hay al menos cuatro elementos tradicionales de la cultura hip-hop: el DJ, el grafiti, el break dance y el rapeo.

Hoy en día, sin embargo, el rap es el distintivo más destacado de la cultura hip-hop. El principio central de su estilo –hacer rimas sobre ritmos– se remonta a los poetas políticos del Black Arts Movement (Movimiento del Arte Negro), con letristas como Gil Scott Heron, que usaban sus voces como forma de resistencia a principios de los setenta.

El rap no tendría éxito comercial hasta el Rapper’s Delight de Sugarhill Gang (1979). Más tarde, el The Breaks de Kurtis Blow también alcanzó el número 87 en la lista Billboard Hot 100 y el número 4 en el ranking Hot Hip Hop/R&B. A esto le siguió la primera canción de rap política, The Message, del grupo Grandmaster Flash and The Furious Five, en 1982.

‘The Message’ de Grandmaster Flash and the Furious Five.

Si bien a menudo el rap exploraba temas importantes como el trauma de la pobreza y las adicciones, las letras también describían la violencia y se desviaban hacia la misoginia. A medida que la popularidad del género crecía, también lo hacían las críticas, tanto desde dentro como desde fuera de la comunidad negra.

En 1993, el reverendo Calvin Butts, de la Iglesia Bautista Abisinia de Harlem, organizó una protesta contra ese estilo de música en la que los asistentes destrozaron discos de rap.

«No toleraremos la música vil, desagradable, rastrera, ofensiva y grosera», dijo.

Mientras, la activista política afroamericana C. Delores Tucker se convirtió en una de las más feroces críticas del género.

“¿Qué creéis que diría el Dr. King sobre los raperos que llaman zorras y putas a las mujeres negras?”, se preguntaba en 1996. “¿Y sobre los raperos que ensalzan a matones, traficantes y violadores? ¿Qué tipo de ejemplo son para los jóvenes que viven en los barrios marginales?”.

En otros casos, intervino la justicia.

Un tribunal de distrito de Florida dictaminó que el álbum As Nasty as They Wanna Be, publicado en 1989 por Luther Campbell y el grupo 2 Live Crew, era considerado obsceno de acuerdo con la ley, y prohibió que las tiendas de discos de Florida lo vendiesen. Más tarde, miembros del grupo 2 Live Crew fueron arrestados por interpretar canciones de ese álbum en el condado de Broward, y también algunos propietarios de tiendas que siguieron vendiéndolo. Con el tiempo, el Tribunal de Apelación anuló la resolución de acuerdo al principio de libertad de expresión.

Charles Freeman, dueño de una tienda de discos, esposado tras vender a un agente encubierto una copia del álbum ‘As Nasty As They Wanna Be’, de 2 Live Crew. Doug Jennings/AP Photo

Las letras contra la policía, que proliferaron a finales de los años ochenta, fueron uno de los grandes focos de críticas. Muchas describían el acoso, la elaboración de perfiles raciales y la brutalidad policial que sufrían los barrios desfavorecidos de todo el país.

Sin embargo, fueron las canciones del grupo N.W.A. las que llamaron más la atención, especialmente Fuck tha Police, que criticaba a la policía sin disimulo.

Los sindicatos policiales denunciaron la letra de la canción; algunos departamentos de policía se negaron a atender la seguridad durante las actuaciones de N.W.A., mientras que el FBI envió una carta a la discográfica del grupo, Priority Records, en la que consideraba que la letra era “disuasoria y humillante para esos agentes valientes y comprometidos”.

“Un canal de televisión invisible” para la población negra

Debido a estas controversias que acaparaban titulares, fue fácil para los críticos menospreciar el rap como un género nihilista que se regodea en la misoginia y la violencia.

A menudo se ignoraba la forma en que la música rap llegaba a la juventud marginada y aislada de los barrios pobres, que detallaba su vida cotidiana de una manera que la mayoría de los medios de comunicación no hacía, o no podía hacer.

Chuck D, del grupo Public Enemy, definió el rap como “el canal de televisión invisible que la población negra de Estados Unidos nunca tuvo”. Maxine Waters, diputada por Los Ángeles, fue una de las pocas políticas que reconoció sus valores positivos. En 1994, se unió a la defensa del rap.

“Sería un error imprudente señalar a los poetas como la causa de los problemas de Estados Unidos”, afirmó. “Son nuestros hijos y han inventado una nueva forma de arte para describir su sufrimiento, sus miedos y frustraciones con nosotros como adultos”.

Ese mismo año, Tricia Rose, experta en Estudios Americanos, publicó Black Noise, su trascendental estudio sobre la cultura hip-hop. Fue la primera académica que exploró las complejidades y contribuciones positivas del género en forma de libro.

Y después estaba el simple hecho de que a los estadounidenses les encantaba la música rap: en los años noventa se había convertido en el género más popular en la lista Billboard Hot 100.

No obstante, quizás debido a su reputación, en los ámbitos tradicionales dudaban si abrazar el rap.

Los Grammy tienen una historia polémica y contradictoria con el rap. El primer premio relacionado con el hip-hop fue el Grammy a la mejor interpretación de rap, otorgado en 1989 al dúo DJ Jazzy Jeff & The Fresh Prince por su canción Parents Just Don’t Understand. Sin embargo, los Grammy no emitieron este premio durante la cobertura televisiva del espectáculo, una decisión que hizo que algunos artistas de hip-hop boicotearan la ceremonia.

En 1993, el grupo de rap Arrested Development recibió el Grammy al mejor artista revelación. Dos años después, los Grammy reconocieron por primera vez a artistas femeninas de hip-hop, cuando Queen Latifah y Salt-N-Pepa ganaron cada una un premio. Pero solo dos álbumes de rap han ganado el codiciado Grammy al álbum del año: el The Miseducation of Lauryn Hill de Lauryn Hill, que pertenecía a la categoría de álbum R&B, y el álbum Speakerboxx/Love Below, del dúo de southern rap (rap sureño) Outkast.

El rap consigue un aliado en la Casa Blanca

En la actualidad la situación sigue siendo muy parecida. La brutalidad policial continúa siendo un tema recurrente del rap, incluido el trabajo de Kendrick Lamar.

En su canción Alright, rapea: “Nigga, and we hate po-po, wanna kill us dead in the street fo sho” (Negrata, y odiamos a la poli, quieren matarnos en la calle, sin duda).

Las críticas tampoco han disminuido. En una sección del canal Fox News del 29 de junio de 2015, el presentador Geraldo Rivera criticó la canción Alright y argumentó que en los últimos años el hip-hop había hecho más daño a la juventud afroamericana que el racismo.

Lamar respondió diciendo: “El hip-hop no es el problema. El problema es nuestra realidad”.

A pesar de la obstinación de la crítica, el reconocimiento al hip-hop ha ido aumentando en otros galardones populares. El rapero Eminem y el grupo de rap Three 6 Mafia han ganado premios Óscar. Los artistas de hip-hop también reciben votos para entrar en el Salón de la Fama del Rock and Roll, como Tupac, que ha sido el último en sumarse a esta lista. En 2017 el Premio Kennedy reconoció al rapero y actor LL Cool J, la primera vez que este premio se otorgaba a un artista de hip-hop.

El presidente Barack Obama desempeñó un papel importante en la aceptación del género. Incluso antes de anunciar de forma oficial su candidatura a la presidencia, Obama mantuvo reuniones privadas con raperos como Ludacris, para hablar sobre el empoderamiento de la juventud.

Durante sus campañas electorales y sus dos presidencias, los raperos siempre contaron con su atención: siguió reuniéndose con ellos, mencionándolos en sus discursos e incluso recibiéndoles en la Casa Blanca.

Después de la elección de Obama, las opiniones de los republicanos también empezaron a cambiar. En 2009, el expresidente del Comité Nacional Republicano Michael Steele intentó atraer a raperos al Partido Republicano. Oprah Winfrey, que en el pasado había criticado la música rap, realizó su primera entrevista en profundidad a un rapero cuando invitó a Jay-Z a un programa emitido el 24 de septiembre de 2009.

En 2016, el presidente Barack Obama recibió a Kendrick Lamar en la Casa Blanca.

En los siglos XIX y XX, hubo intentos de censurar las narraciones de los esclavos porque detallaban la dura realidad de la esclavitud en los estados del sur del país. Los críticos cuestionaban la autenticidad y exactitud de dichos relatos. Pero con el paso del tiempo, cada vez más personas fueron reconociendo el valor de esas narraciones y el gobierno federal envió a escritores para que anotaran las historias orales de los esclavos supervivientes en la década de 1930.

En las últimas décadas ha ocurrido algo similar con el rap. Mientras algunos han intentado silenciarlo, debido a la crudeza de su retrato de la vida en los barrios desfavorecidos, mucha gente entiende cada vez más su valor. Al igual que las narraciones de los esclavos, el rap auténtico y sincero ha dado una voz a los que no la tenían.

Por su papel en esta tradición, Kendrick Lamar tiene bien merecido el Premio Pulitzer.

This article was originally published in English

Want to write?

Write an article and join a growing community of more than 182,100 academics and researchers from 4,941 institutions.

Register now