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El transbordador espacial Atlantis fue uno de los últimos lanzamientos importantes a bordo de un cohete de la NASA. NASA

El retraso en el lanzamiento de Artemis es el último de los muchos retrasos de la NASA por motivos de seguridad

Me encanta un buen lanzamiento espacial, y he esperado ansiosamente a que el nuevo y potente cohete Space Launch System de la NASA despegara como primera parte de la ambiciosa misión Artemis de la NASA para devolver a los astronautas estadounidenses a la Luna. Pero este lanzamiento ya ha sido aplazado cuatro veces este año: dos veces debido a problemas técnicos y una vez por una tormenta tropical y un huracán.

Soy un profesor de estudios espaciales que imparte cursos de Derecho e Historia del espacio. Una de las lecciones que he aprendido es que, a pesar del éxito que han tenido Estados Unidos y otros países en el lanzamiento de cohetes al espacio durante décadas, un gran número de lanzamientos se retrasa por motivos meteorológicos o de seguridad. De las 135 misiones del transbordador espacial de la NASA, sólo el 40 % se lanzaron en la fecha prevista.

Aunque Artemis 1 continúa la larga tradición de retrasos en los lanzamientos de la NASA, hay buenas razones para el alto nivel de precaución que subyace a estos retrasos.

Retrasos, cancelaciones y aplazamientos

Los lanzamientos que no se realizan a tiempo se pueden clasificar como aplazamientos, cancelaciones (scrubs) y retrasos.

Se habla de aplazamiento cuando se posterga una fecha de lanzamiento prevista para una fecha posterior, normalmente en el mismo día en que se supone que se va a realizar el lanzamiento y se reprograma. Las cancelaciones suelen ser una decisión de última hora provocada por el mal tiempo o por problemas mecánicos que causan problemas de seguridad. En cuanto al retraso, ocurre cuando un lanzamiento se produce más tarde de lo previsto originalmente, pero en el mismo día.

El malogrado lanzamiento del transbordador espacial Challenger en enero de 1986 sufrió todos estos contratiempos. En primer lugar, dos aplazamientos por un total de tres días para acomodar el aterrizaje del transbordador espacial Columbia. El lanzamiento también se canceló dos veces debido a problemas meteorológicos y técnicos. Finalmente, la misión sufrió dos retrasos el mismo día del lanzamiento. Lamentablemente, el transbordador y los astronautas a bordo se perdieron en una explosión 74 segundos después del lanzamiento.

Este primer lanzamiento de Artemis ha experimentado tanto aplazamientos como revisiones, pero parte de la razón por la que ha pasado tanto tiempo entre los intentos de lanzamiento se debe al concepto de ventanas de lanzamiento. Debido a la rotación de la Tierra y a la posición de la Luna, el lanzamiento de un cohete en determinados momentos requiere mucho menos combustible que en otros. Si un lanzamiento pierde su ventana, normalmente no se puede volver a lanzar al día siguiente.

Si bien los repetidos aplazamientos y revisiones de Artemis 1 son desalentadores, estos retrasos tienen una buena razón. La NASA quiere garantizar una misión segura y exitosa.

El lanzamiento de Artemis 1, programado para el 3 de septiembre de 2022, se canceló después de que el equipo detectara una fuga de hidrógeno mientras cargaba el combustible del cohete en la plataforma de lanzamiento.

Cultura de la seguridad

Como adelantábamos, los aplazamientos, las cancelaciones y los retrasos de las misiones espaciales suelen deberse a malas condiciones meteorológicas, problemas mecánicos o problemas de salud de la tripulación, todo lo cual podría poner en peligro la seguridad de la nave y de las personas que van a bordo. La NASA ha aprendido por la vía dura a ser precavida ante estos escenarios.

La primera lección llegó en enero de 1967, durante una prueba para la misión Apolo 1. El cohete en cuestión debía realizar un primer vuelo de prueba para las primeras misiones estadounidenses a la Luna. Los astronautas Ed White, Roger Chaffee y Gus Grissom murieron cuando se produjo un incendio en la cabina de la tripulación durante una prueba en la plataforma de lanzamiento. Tras la tragedia, la NASA creó su Oficina de Seguridad de Vuelo.

La mayoría de los lanzamientos de la NASA fueron bien después del desastre del Challenger. Pero la ruptura del transbordador Columbia después de entrar en la atmósfera terrestre en febrero de 2003 fue una notable excepción que mató a los siete astronautas a bordo. Esta catástrofe hizo que la NASA interrumpiera sus operaciones y revisara sus estrategias de lanzamiento. En un informe realmente incisivo tras una investigación interna, la NASA expresó “la quiebra de su cultura de la seguridad” y la incapacidad de aprender de los errores del desastre del Challenger.

En los años posteriores, la NASA se ha esforzado por aprender de los errores del pasado. No es de extrañar que retrase los lanzamientos si es necesario comprobar la seguridad de la nave o de la tripulación.

Dos cohetes en las plataformas de lanzamiento en la distancia.
El Sistema de Lanzamiento Espacial de la NASA en la distancia y un Falcon9 de SpaceX en primer plano representan dos caras de los vuelos espaciales modernos: un proyecto grande y a largo plazo y un caballo de batalla pequeño, eficiente y reutilizable. NASA/Joel Kowsky

El cohete Falcon9 y otras iniciativas de lanzamiento privadas

Los lanzamientos espaciales son cada vez más frecuentes. Este crecimiento se debe sobre todo al incremento de las empresas espaciales privadas como SpaceX, que sirven de reabastecedores de la Estación Espacial Internacional y para transportar satélites a su órbita. Todo indica que la tendencia al alza de los lanzamientos continuará en los próximos años.

A diferencia de las agencias gubernamentales, las empresas de lanzamiento privadas tienen un importante acicate lucrativo para realizar lanzamientos frecuentes. Aunque es difícil encontrar datos concretos sobre los calendarios de lanzamiento de la industria privada, parece que, por ejemplo, los lanzamientos de SpaceX suelen ser puntuales. Esto puede deberse al hecho de que el gran volumen de lanzamientos con el cohete Falcon9 –alrededor de 50 sólo este año– ha dado a los ingenieros de la empresa mucho tiempo para solucionar problemas mecánicos.

Aunque otras empresas van por detrás de SpaceX en cuanto a volumen, se están poniendo al día. Blue Origin, por ejemplo, completó su 22ª misión al espacio en agosto de 2022 con seis pasajeros.

A pesar de su éxito general, las empresas privadas no son inmunes a los problemas técnicos, meteorológicos o de salud que pueden provocar aplazamientos, cancelaciones o retrasos. A principios de octubre de 2022, SpaceX suspendió el lanzamiento de uno de sus cohetes Falcon9 para permitir inspecciones adicionales del vehículo. SpaceX también pospuso un lanzamiento debido al mismo huracán que ha vuelto a retrasar Artemis. Y en 2021, se retrasó un lanzamiento cuando surgió un problema de salud con uno de los astronautas de la NASA que tenía como destino la Estación Espacial Internacional.

A medida que haya más cohetes para necesidades tanto gubernamentales como privadas, los retrasos y los problemas de lanzamiento seguirán siendo un hecho para cualquiera que lance cohetes al espacio. Esa sensación de tensión, frustración y emoción que siento cuando veo un destello brillante y un cohete dirigiéndose a los cielos es un sentimiento compartido por muchos.

Durante el largo retraso de la misión Freedom 7 Mercury de 1961, el astronauta Alan Shepard estuvo amarrado a su cápsula sin poder hacer nada más que esperar durante varias horas. Al final se hartó y le dijo a la NASA que “arreglara el problemilla y encendiera la vela”. Al cabo de un rato, la NASA dio el visto bueno y Shepard se convirtió en el primer estadounidense en volar al espacio.

This article was originally published in English

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