La idea imperante es que la evolución es una lucha de todos contra todos. Pero, en realidad, cada organismo es al mismo tiempo una comunidad de seres vivos donde prima la cooperación. La microbiota humana es un buen ejemplo de ello.
Eucalipto, tomillo, limón, manzanilla… Los aceites esenciales de estas y otras plantas han demostrado su eficacia a la hora de acabar con microorganismos patógenos. ¿Podrían ayudarnos también a luchar contra las bacterias resistentes a los antibióticos?
Además de provocar resistencias en las bacterias patógenas, el abuso de antibióticos también puede dañar a los microorganismos beneficiosos para nuestra salud. De hecho, se han vinculado algunas enfermedades graves con esta alteración de la microbiota.
Es vital conocer a fondo cómo evolucionan las bacterias para evitar que desarrollen resistencias a los antibióticos, un problema sanitario de primera magnitud.
Se prevé que la resistencia a antibióticos sea la responsable de diez millones de muertes anuales en todo el mundo en 2050. Pero ¿qué enfermedades son las que no se podrán curar?
La miel presenta unas características particulares y una variedad de sustancias que han sido sugeridas como elementos clave responsables de su potencial antimicrobiano.
Las bacterias resistentes a los antibióticos son responsables de 700 000 muertes al año en el mundo. Pero también culpables de aproximadamente el 15,5 % de los casos de infecciones adquiridas en el hospital. En el Día para el Uso Prudente de los Antibióticos, ¿cómo podemos plantarles cara?
La aparición de resistencias a antibióticos es un problema grave de salud pública. Nuestro estudio muestra que cualquier bacteria puede acabar encontrando un camino para resistir.
Cuando los antibióticos irrumpieron en escena muchos pensaron que era el fin de las infeciones bacterianas. Pero el uso despreocupado de estos medicamentos ha dado lugar a bacterias resistentes que podrían matar a 10 millones de personas en 2050.
Cada vez es más difícil encontrar nuevos antibióticos. Una alternativa pueden ser las terapias secuenciales, una vía de salida para evitar entrar en el mundo postantibióticos. Y solo estamos rascando la superficie.
Solemos relacionar los virus con enfermedades y otros aspectos negativos. Sin embargo, estos sirven de gran ayuda en muchas situaciones: desde el tratamiento del cáncer hasta la producción de vacunas.
Dos plantas mediterráneas, la jara y el granado, poseen moléculas con actividad antimicrobiana que pueden ayudar a resolver el problema de la resistencia a los antibióticos.
Al manipular los alimentos en la cocina es importante lavarnos frecuentemente las manos, mantener condiciones higiénicas y evitar el contacto de los alimentos con enfermos. Así evitaremos diseminar resistencias a antibióticos.
La azitromicina y la claritromicina, antibióticos que se encuentran bajo observación por la UE debido al riesgo que pueden suponer para los ecosistemas acuáticos, se adhieren a los microplásticos, que les llevan hasta donde no llegarían solos.
Lucía Gallego, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
El uso prudente de los antibióticos es indispensable para evitar la resistencia a los mismos. De hecho, la resistencia antibiótica es el motivo de graves infecciones y muertes año tras año.
El uso abusivo e inapropiado de los antibióticos ha favorecido la resistencia bacteriana, convirtiéndola en un problema global. Ahora, la covid-19 se ha convertido en un agravante más, que analizamos con motivo del Día Mundial del Uso Prudente de los Antibióticos.
Profesora de Microbiología Médica e Investigadora, Facultad de Medicina y Enfermería. Representante de la Facultad en el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Profesora del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular e investigadora del Instituto Biofisika (CSIC, UPV/EHU), Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea