Muchas de las decisiones que tomamos a diario determinan el impacto de nuestra vida en el medio ambiente: ir al trabajo en coche o en bicicleta, comer un filete o un plato de garbanzos, pasarnos la tarde…
Distintos factores sociales, económicos y culturales afectan de forma diferente a los hombres y las mujeres, condicionando sus decisiones de consumo y, por lo tanto, su huella de carbono.
Un reciente informe revela que, aunque nos preocupa el medio ambiente, nos fijamos más en otras características del vehículo. Hay quien sigue sin tener muy claro por qué las emisiones de CO₂ son un problema.
Además de ser muy beneficioso para salud, este pescado azul es uno de los alimentos con menor huella de carbono cuando se captura mediante cerco o ‘xeito’, una técnica gallega.
Un estudio identifica por primera vez los principales países implicados en el comercio mundial de cefalópodos. Conocer la ruta que siguen los productos marinos permite evaluar su impacto ambiental.
Aunque no emiten gases durante su uso, la huella de carbono del ciclo de vida de los coches eléctricos sigue siendo elevada debido a la fabricación de las baterías y su elevado peso.
Los trabajos que analizan el impacto ambiental de la alimentación establecen sus propios criterios y no suelen tener en cuenta todos los parámetros e indicadores.
El consumo de los ciudadanos es el principal responsable de las emisiones de gases de efecto invernadero: entre el 60 y el 75 % están ligados al transporte, la comida, la ropa y la climatización.
La conciencia de la necesidad de proteger el medio ambiente es muy alta entre los estudiantes universitarios. Pero no se traduce en un cambio de hábitos suficiente para favorecer la sostenibilidad.
Los vehículos eléctricos, los biocombustibles y los combustibles sintéticos de baja o nula huella de carbono y el hidrógeno tienen una menor huella de carbono que los combustibles tradicionales.
Además de elegir los productos que compramos según sus valores nutricionales, podemos fijarnos en criterios de sostenibilidad, como su origen, su envasado y su estacionalidad.
La obtención de materias primas para la fabricación de dispositivos tecnológicos, su uso y posterior desecho tienen un grave impacto medioambiental y humano que debemos considerar.
La Plataforma Europea de Materiales Amigables con el Clima propone una serie de instrumentos para incentivar la inversión y el uso de materiales bajos en carbono en Europa.
Cuando compramos frutas y verduras cultivadas localmente en España, pero fuera de temporada, estamos eligiendo productos con una mayor huella hídrica y de carbono que algunas importaciones.
El desperdicio de alimentos no solo genera grandes impactos sobre la seguridad alimentaria, sino también ambientales, debido al uso ineficiente de recursos naturales en su producción.
Las grandes multinacionales estadounidenses pueden adoptar medidas para reducir el impacto ambiental de su actividad: la huella de carbono de sus filiales duplica las emisiones generadas en España.
La recuperación de materiales reciclables y el aprovechamiento de los productos generados en el tratamiento de algunas fracciones permite reducir la huella de carbono del conjunto de procesos.
Profesor del Departamento de Ingeniería Química Industrial y del Medio Ambiente. Miembro del Grupo de Tecnologías Ambientales y Recursos Industriales, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
Chercheuse en carboneutralité et durabilité des transports et infrastructures au CIRAIG (Polytechnique Montréal), chercheuse associée au laboratoire Ville Mobilité Transport (ENPC), École des Ponts ParisTech (ENPC)