tag:theconversation.com,2011:/fr/topics/ciborgs-56498/articlescíborgs – The Conversation2020-01-15T17:43:54Ztag:theconversation.com,2011:article/1290522020-01-15T17:43:54Z2020-01-15T17:43:54ZEl futuro de la robótica en las distopías cinematográficas<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/308075/original/file-20191220-11929-13a5s43.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3928%2C2037&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Sello impreso en Gran Bretaña dedicado a la película 2001 Una Odisea del Espacio.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/united-kingdom-circa-2014-stamp-printed-254520397">Shutterstock / Neftali</a></span></figcaption></figure><p>Las cuestiones relativas a la robótica y a lo que se ha dado en llamar “inteligencia artificial” están a la orden del día. Mientras el cambio climático y los giros de la nueva política global nos inquietan sobremanera, el tema de la robótica nos fascina y hace volar nuestra imaginación. </p>
<p>Sin embargo, como en todo avance científico y tecnológico de gran calado, los objetivos que nos propongamos deberían verse modulados por la reflexión ética. Si no queremos convertir en una pesadilla lo que podría ser el cumplimiento de un hermoso sueño tantas veces preterido.</p>
<h2>El efímero sueño de la revolución industrial</h2>
<p>La revolución industrial parecía poder liberarnos de los trabajos más pesados gracias a las nuevas maquinarias.<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Dickens">Dickens</a> acertó a describir en algunas de sus novelas cómo semejante utopía se malogró al dar sus primeros pasos. En realidad abrió paso a la explotación infantil de las fábricas decimonónicas. Las ulteriores cadenas de montaje se verían inmortalizadas en los años treinta del siglo pasado por el Chaplin de <a href="https://www.youtube.com/watch?v=CRSvbjk6Q1s"><em>Tiempos modernos</em></a></p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/308074/original/file-20191220-11891-165bs8w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/308074/original/file-20191220-11891-165bs8w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/308074/original/file-20191220-11891-165bs8w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=858&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/308074/original/file-20191220-11891-165bs8w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=858&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/308074/original/file-20191220-11891-165bs8w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=858&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/308074/original/file-20191220-11891-165bs8w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1078&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/308074/original/file-20191220-11891-165bs8w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1078&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/308074/original/file-20191220-11891-165bs8w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1078&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Cartel de la película Metrópolis (Fritz lang, 1927)</span>
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<p>Fritz Lang nos mostró una futurista <em>Metrópolis</em>. En ella los trabajadores han de inmolarse para que siga funcionando sin descanso una sacrosanta maquinaría denominada <a href="https://www.youtube.com/watch?v=w7-fINQZUIM"><em>Moloch</em></a>-. </p>
<p>Mientras tanto un robot pretende promover una rebelión violenta. Su parecido le hace suplantar a quien puede mediar en el conflicto entre las élites y los trabajadores para resolverlo pacíficamente sin recurrir a la violencia. </p>
<p>Esta magistral película situaba cronológicamente la ficción que narra un siglo después de su estreno. En el muy lejano por aquel entonces año 2026.</p>
<h2>Emociones e inteligencia artificial</h2>
<p>Una de las películas que Kubrick dejó sin realizar se titulaba precisamente <em>Inteligencia Artificial</em>. Su perfeccionismo le hizo esperar que las técnicas cinematográficas avanzaran en el terreno de los efectos especiales. Finalmente fue <a href="https://www.youtube.com/watch?v=_04BDeCHU_g">Steven Spielberg</a> quien llevó a la gran pantalla ese título. Centró su relato en unos padres que deben conformarse con adoptar un robot como hijo. Los esquilmados recursos del planeta desaconsejan la procreación.</p>
<p>Resulta inevitable citar aquí la primera <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Blade_Runner"><em>Blade Runner</em></a>. Esta se ambienta por cierto en 2019. En ella un robot decide encontrar a su hacedor para preguntarle por qué le ha hecho mortal pudiendo no serlo. Se despide llorando de su robótica existencia en la legendaria escena conocida como “lágrimas bajo la lluvia”.</p>
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<h2><em>Cyborgs</em> compasivos que no sean <em>Terminators</em></h2>
<p>Los avances de la robótica son muy prometedores en algunos terrenos. Pueden llegar a procurarnos cosas realmente útiles. Como vemos con esas prótesis que suplen a nuestras extremidades. O esos artilugios altamente sofisticados que permiten expresarse a personas con graves dolencias como la padecida por <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Stephen_Hawking">Stephen Hawking</a>. </p>
<p>Explorar el universo de los futuros <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%ADborg"><em>cíborgs</em> </a>es un extraordinario desafío para la ciencia. Pero esa industria podría dar lugar a <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/The_Terminator"><em>Terminators</em></a> o <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/RoboCop"><em>RoboCops</em></a> prácticamente indestructibles y diseñados tan sólo para grandes hazañas bélicas. Esto sólo haría las delicias de quienes ganan mucho dinero con la lucrativa industria del armamento.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/307796/original/file-20191218-11951-116sdgg.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/307796/original/file-20191218-11951-116sdgg.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=419&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/307796/original/file-20191218-11951-116sdgg.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=419&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/307796/original/file-20191218-11951-116sdgg.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=419&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/307796/original/file-20191218-11951-116sdgg.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=527&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/307796/original/file-20191218-11951-116sdgg.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=527&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/307796/original/file-20191218-11951-116sdgg.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=527&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">2001, una odisea en el espacio.</span>
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<p>También Hall 9000 en <em>2001, una odisea en el espacio</em>, pese a no ser tan siquiera un androide y no tener apariencia humana, expresa su irresistible temor a ser desconectado. Manifiesta su anhelo de no fenecer. Solicita para sí mismo esa piedad que no ha dispensado a la tripulación del <em>Discovery</em>. Aunque no logre suscitar compasión alguna en el único superviviente de la nave.</p>
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<figcaption><span class="caption">Dexconexión Hall 9000.</span></figcaption>
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<p>Ya hemos comprobado que la inteligencia artificial puede ganar a los campeones mundiales de ajedrez y de cualquier otro juego por complejo que sea este. Son capaces de hacer movimientos tácticos y <a href="https://www.lavanguardia.com/ciencia/20181206/453396865826/inteligencia-artificial-alphazero-deepmind-juegos-mesa-ajedrez-go-shogi.html">desplegar estrategias que no estaban programadas</a>. Así las cosas, la gran pregunta es: ¿pueden estas máquinas experimentar algo similar a nuestras emociones? Eso sucede con algunos de los robots que protagonizan <em>Blade Runner</em>. Se creen tan humanos como para llegar a enamorarse.</p>
<h2>La ética como guía</h2>
<p>La ética no puede dictar las pautas de sus descubrimientos a los ingenieros. Pero sí debe orientarlos. Le corresponde recordar cosas tan básicas como las <a href="https://www.unebook.es/es/libro/fundamentacion-de-la-metafisica-de-las-costumbres_202199">distinciones kantianas</a> entre fines y medios, personas y cosas, o dignidad y precio.</p>
<p>Fomentar y extender la cultura humanística ha de ser algo tan importante como potenciar los avances tecnológicos. En el Siglo XVIII pensadores como <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Discurso_sobre_las_ciencias_y_las_artes">Rousseau</a> o <a href="https://www.unebook.es/es/libro/que-es-la-ilustracion_136579">Kant</a> ya nos advirtieron de que nuestra índole moral puede llegar a ser inversamente proporcional a nuestro ingenio tecnológico. Es un error en el que se ha incurrido demasiadas veces. Deberíamos velar por no repetirlo. </p>
<p>Apostar ciegamente por un innovador y revolucionario avance tecnológico como el de la inteligencia artificial, sin ponderar sus efectos desde una perspectiva moral del mismo, puede pasarnos grandes facturas.</p>
<h2>Evitar un mundo de pesadilla</h2>
<p>Estamos planteando si las empresas deben cotizar por sus trabajadores cibernéticos y otras cosas por el estilo. Previamente deberíamos diseñar planes de actuación con unas metas muy precisas que no desdeñen los problema morales inevitablemente asociados a esos recursos.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/307833/original/file-20191218-11909-40ux24.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/307833/original/file-20191218-11909-40ux24.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/307833/original/file-20191218-11909-40ux24.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/307833/original/file-20191218-11909-40ux24.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/307833/original/file-20191218-11909-40ux24.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1005&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/307833/original/file-20191218-11909-40ux24.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1005&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/307833/original/file-20191218-11909-40ux24.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1005&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Robot en Tokyo (foto de R.R. Aramayo)</span>
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<p>Imaginar la humanización de los androides resulta muy estimulante. Pero tampoco estaría mal preocuparnos por la creciente robotización de los humanos. Cada vez estamos más pendientes de lo que pasa en la pantallas del móvil o del ordenador. En cambio menospreciamos cuanto sucede a nuestro alrededor entre los congéneres.</p>
<p>Cuando queremos gestionar algún trámite por teléfono, tenemos que tratar con un insufrible contestador automático. Si recurrimos a internet, nos obligan a identificarnos como humanos ante un robot cibernético. Hemos de marcar algunas casillas para demostrarle que nosotros no somos otro robot…</p>
<p>Algunos indicios como estos nos hacen creer que Ridley Scott acertó plenamente al situar su célebre <em>Blade Runner</em> en el año 2019. Cabe preguntarse por tanto bajo qué condiciones culturales y tecnológicas celebraremos en 2027 el primer centenario de la futurista <em>Metrópolis</em>.</p>
<p>Para cincelar un futuro alternativo al brindado por las futuristas distopias cinematográficas, el <a href="http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/view/172/172"><em>talante</em> moral</a> del que nos habló <a href="http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/view/170/170">Aranguren</a> debe servir como brújula para orientar nuestros <em>talentos</em> científico-tecnológicos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/129052/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Roberto R. Aramayo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El mundo que plantean las películas futuristas ya está aquí: tenemos en nuestras manos la posibilidad de evitar que el desenlace sea tan catastrófico como en el cine.Roberto R. Aramayo, Profesor de Investigación IFS-CSIC. Historiador de las ideas morales y políticas, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1140262019-05-26T20:10:28Z2019-05-26T20:10:28Z¿Quiere subir su mente a la nube?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/268099/original/file-20190408-2905-xmow02.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=20%2C0%2C4473%2C2532&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/photos/2LowviVHZ-E">Ben Sweet / Unsplash</a></span></figcaption></figure><p><a href="https://nickbostrom.com/papers/history.pdf">El transhumanismo</a> es un movimiento intelectual y cultural que afirma que no sólo es posible, sino también deseable, mejorar la condición humana a través de tecnología, especialmente mediante el desarrollo y la creación de técnicas para eliminar el envejecimiento e incrementar nuestras capacidades físicas e intelectuales. </p>
<p>Un buen número de transhumanistas –muchos estarán el <a href="http://eventos.comillas.edu/23428/detail/transhumanismo.-desafios-antropologicos-eticos-juridicos-y-teologicos.html">Congreso Internacional</a> que se celebrará en mayo en la Universidad Pontificia Comillas– se definen como <em>inmortalistas</em>, con lo que defienden la posibilidad de erradicar la misma muerte. </p>
<h2>Seamos cíborgs</h2>
<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Sapiens:_De_animales_a_dioses">Cada vez disponemos de más medios para perfeccionar nuestras capacidades</a>. La medicina ha alargado nuestra esperanza de vida y desarrollado fármacos que consiguen incrementar nuestro rendimiento físico o nuestras capacidades cognitivas. </p>
<p>Nuevos desarrollos como los órganos artificiales están a la vuelta de la esquina y <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15977341">no tendrían necesariamente que ser recibidos por personas con problemas</a>, sino que podrían sustituir a órganos sanos. Es decir: no hace falta ser minusválido para poder beneficiarse de unas piernas robóticas, si van a ser más potentes que las nuestras de nacimiento. </p>
<p>La mejora de la condición humana, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/La_era_de_las_m%C3%A1quinas_espirituales">según estos autores</a>, implica un proceso de “cyborgización”, en el que la tecnología se hibridará con el propio cuerpo y se difuminarán las fronteras entre persona y dispositivo. Muchos transhumanistas anticipan la tecnología de implantes neuronales que, según sus predicciones, hará posible conectar nuestras mentes a ordenadores para acceder a la información almacenada en ellos o, según los más osados, transportar nuestra mente a un soporte electrónico (<em>mind uploading</em>), lo que posibilitaría pervivir en un mundo virtual abandonando nuestros cuerpos limitados y caducos. </p>
<p>El proyecto de luchar contra la enfermedad y retrasar el envejecimiento es indiscutiblemente positivo. Sin embargo, en estas propuestas, el cuerpo ha pasado a ser una mercancía que podemos cambiar por otra con una función similar, todo ello sin consecuencias reseñables. ¿Es un cuerpo robótico equivalente a uno de carne? ¿Es una mente simulada lo mismo que una real?</p>
<h2>¿Humanos o cacatúas?</h2>
<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/La_Singularidad_est%C3%A1_cerca">Los transhumanistas aseguran</a> que pronto las máquinas superarán el test de Turing, una prueba que consiste en hacerse pasar por un ser humano. Las máquinas serán entonces conscientes, libres y dotadas de individualidad. </p>
<p>Sin embargo, eso no tiene por qué ser equivalente a crear una consciencia auténtica (creo que es precisamente la palabra autenticidad la que deberíamos devolver a estas discusiones). No es posible conocer lo que sucede en la subjetividad ajena. Pero, el que solo podamos percibir la apariencia de subjetividad, consciencia o autonomía no quiere decir que no debamos plantearnos cuándo esta apariencia se corresponde con el fenómeno auténtico. Lo auténtico emerge de la naturaleza subyacente de las cosas, nunca viene impuesto. La consciencia emergió de la biología a través de la evolución. Si diseñamos a una máquina para que nos engañe, si le damos el objetivo –impuesto– de aparentar consciencia, <a href="https://www.researchgate.net/publication/320542295_Strong_Artificial_Intelligence_and_imago_hominis_The_Risks_of_a_Reductionist_Definition_of_Human_Nature">¿qué motivos tenemos para pensar que esa apariencia se corresponde con la realidad?</a> </p>
<p>Planteo el ejemplo siguiente. Una cacatúa, convenientemente entrenada, recibe a su dueña con un “Te he echado de menos” cada tarde. Su marido puede decirle exactamente las mismas palabras, tiernamente, cuando regresa tras un viaje. ¿Son entonces equivalentes? Es claro que en el segundo caso las palabras emergen de la necesidad de comunicar un sentimiento, y se apoyan en el desarrollo y aprendizaje del lenguaje. En el caso de la cacatúa, no ha habido emergencia, sino una imposición realizada a través del entrenamiento. Si hemos entrenado al pájaro para que pronuncie esa frase, no debe sorprendernos que, efectivamente, lo haga, y no es razonable plantearnos si comprende lo que está diciendo. </p>
<p>De la misma manera, si entrenamos a un ordenador para parecer consciente, no debe sorprendernos que acabe pareciéndolo, pero, de la misma manera, no debemos dejarnos engañar por esa apariencia.</p>
<p>El criterio de emergencia frente a imposición, o de espontaneidad frente a entrenamiento, no descarta que pueda darse, en algún momento, consciencia artificial. Sin embargo, subraya la relevancia de cómo surgen las cosas, su origen. </p>
<p>En un futuro más o menos cercano podríamos tener máquinas que emulen sentir como sienten los seres humanos. Nada impide tampoco que emulen a un ser humano en particular, con lo que podríamos construir incluso “cíborgs a la carta” o una copia de nosotros mismos a nuestro servicio. </p>
<p>Esto podría llevar a muchos a abrazar la “ciborgización” y, en su extremo, el <em>mind uploading</em>, convencidos de que, aunque el sustrato sea diferente, la esencia de la vida y la consciencia se mantienen. Sin embargo, podríamos terminar, no en una utopía de hombres fuertes, sabios e inmortales, sino en un mundo vacío, sin más voces que cacatúas hablando entre ellas, en el que la última pregunta que se pronunció de manera real fue: “¿Quiere subir su mente a la nube?”.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/114026/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Sara Lumbreras no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los transhumanistas aseguran que las máquinas pronto serán conscientes y libres. Sin embargo, eso no tiene por qué ser equivalente a crear una consciencia auténtica.Sara Lumbreras, Profesora Propia Adjunta, Universidad Pontificia ComillasLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/998642018-07-19T22:57:30Z2018-07-19T22:57:30Z¿Quién teme a los humanos digitales?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/228460/original/file-20180719-142417-u9n5yv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=14%2C7%2C4949%2C3431&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">shutterstock</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/abstract-science-circle-global-network-connection-1034765266?src=r7nYsV7HROj-_b0-tURE0Q-1-73">13_Phunkod / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p><em>Si desea leer <a href="https://telos.fundaciontelefonica.com/quien-teme-a-los-humanos-digitales/">una versión más amplia</a> de este artículo, está publicada en la <a href="https://telos.fundaciontelefonica.com/">Revista Telos</a>, de <a href="https://www.fundaciontelefonica.com/">Fundación Telefónica</a>.</em></p>
<p>En la maraña de nuevas terminologías sobre la tecnología, el concepto de humano digital podría referirse a ciertos seres que se diferencian de los simplemente humanos porque no padecen la tecnofobia de las humanidades tradicionales, pero tampoco comparten ciegamente la tecnofilia de los posthumanos o transhumanos.</p>
<p>Los humanos digitales se diferencian de los simplemente humanos porque no comparten resistencias ni prejuicios contra la tecnología; no la ven como amenaza ni temen que la especie sea destruida por inteligencias artificiales y/o robots; no desean regresar a un pasado idealizado. Aceptan que su existencia ha sido alterada por la tecnología para siempre y que no hay marcha atrás.</p>
<p>Pocas personalidades como <a href="https://elpais.com/tecnologia/2018/02/13/actualidad/1518530871_166156.html">Perry Barlow</a> –un primer humano digital–, fundador de la Electronic Frontier Foundation, han conseguido plantear la necesaria distancia entre las obsoletas humanidades y las urgentes reformulaciones para entendernos en el presente digital. En 1996 hizo pública la <em>Declaración de independencia del ciberespacio</em>: “Gobiernos del Mundo Industrial, gigantes vetustos de carne y acero, yo vengo del Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro, les pido a ustedes, del pasado, que nos dejen en paz. No son bienvenidos entre nosotros. No tienen soberanía alguna ahí donde nos reunimos. […] Declaro que el espacio social y global que estamos construyendo es por naturaleza independiente de las tiranías que buscan imponernos. No tienen derecho moral para gobernarnos, ni poseen métodos de coerción que sean verdaderamente de temer. […] No nos conocen, ni conocen nuestro mundo. El ciberespacio no recae dentro de sus fronteras. […] crece por medio de nuestras acciones colectivas. […]”.</p>
<p>La <em>Declaración de independencia del ciberespacio</em> (<a href="https://www.eff.org/cyberspace-independence">En inglés</a>, <a href="https://es.wikisource.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_independencia_del_ciberespacio">en español</a>) describe el medio ambiente digital que comenzaba a gestarse, en el que gente de cualquier geografía, raza o género empezó a reunirse y tener cierto sentido de electorado político.</p>
<h2>Digitales y transhumanos</h2>
<p>Los humanos digitales también se diferenciarían de los <em>cíborgs</em> porque estos son cuerpos de recambio que buscan adaptarse a las condiciones de la realidad o incrementar sus capacidades corporales por encima de la arbitrariedad de su biología. En cambio, los humanos digitales se entretejen en los enjambres digitales sin necesariamente cambiar o modificar su apariencia o su corporalidad.</p>
<p>Los humanos digitales se relacionan de manera crítica con proyectos post-humanistas como <em><a href="https://www.xataka.com/robotica-e-ia/iniciativa-2045-comienza-la-carrera-por-crear-un-avatar-que-nos-permita-ser-inmortales">Iniciativa 2045</a></em>. Mientras estos disponen de la tecnología más sofisticada para reforzar su corporalidad (prótesis, exoesqueletos, chips) o aumentar sus capacidades cognitivas (nanotecnología, ciberdrogas, etcétera), los humanos digitales no ven al cuerpo humano como algo obsoleto y lo suman a la tecnología que les es útil para organizarse políticamente.</p>
<h2>Avanzan en el futuro</h2>
<p>Si los humanos digitales no son simplemente humanos, pero tampoco precisamente posthumanos, entonces ¿qué o quiénes son? Podríamos formular que los humanos digitales son aquellos que avanzan en el futuro sin olvidar las injusticias del pasado; quienes intentan reducir la brecha digital entre humanos y posthumanos; quienes fusionan su inteligencia natural con la artificial.</p>
<p>Es un sentido crítico, Byung-Chul Han piensa que la hipercomunicación digital nos aleja más del otro bajo la ilusión de que nos acerca. El “enjambre digital” está formado en realidad por individuos que no desarrollan ningún “nosotros” capaz de generar una dirección o emprender una acción política común. “El hombre teclea en lugar de actuar”, dice Han.</p>
<p>Comentario muy realista, pues el grueso de los humanos hace un uso idiota de la tecnología, dentro y fuera de la red. Por eso, los humanos digitales encuentran necesario doblegar esfuerzos ampliando y regenerando constantemente las formas activistas en que operan, en tácticas como el <em>hackivismo</em>, el <em>artivismo</em>, o el <em>arthacktivismo</em> para constituir contrapoderes, aunque frecuentemente son cuestionados por la aparente falta de relación entre el impacto mediático y la movilización real. Se cuestiona también su efectividad, ya que la resistencia en la red a veces resulta ser más simbólica que real.</p>
<h2>Más allá del tecleo sin sentido</h2>
<p>Pero tenemos otros puntos de vista. Pensadores como Juan Martín Prada ven en el enjambre digital una participación y una pertenencia sustentadas en una economía y una gestión de la afectividad, y no solo en el tecleo sin sentido.</p>
<p>Para Felix Stalder: “Las redes digitales son un elemento esencial en la reconstrucción contemporánea de la autonomía y la solidaridad, aun cuando su presencia empírica e importancia varíen entre casos. Por lo tanto, no es ninguna coincidencia que muchos de los valores que han estado insertos en las tecnologías digitales sean prominentes en esta nueva cultura y esto contribuya a la revitalización de acercamientos autonomistas”.</p>
<p>Posturas que identifican la hibridación total entre el mundo digital y el real, pues las acciones en uno tienen efecto en el otro. Y, como dice Alberto López Cuenca: “Ninguna tecnología es simplemente un dispositivo: las tecnologías son las configuraciones sociales y las prácticas que mediante ellas se establecen”.</p>
<p>Por ello, las acciones que llevan a cabo los humanos digitales no solo consisten en compartir o liberar información sino en crear diferentes tácticas de supervivencia colectiva para constituir, precisamente, un “nosotros”. Donde hay vigilancia, crean una contra visibilidad; donde hay estrategias de control crean tácticas de desobediencia; donde hay gestos de dominación cultural hay políticas de representación; cuando hay represión hay organización política…</p>
<p>Si todo ello pudiera parecer utópico, las praxis de muchos humanos digitales con nombre y apellido como el mismo Perry Barlow o Aaron Swartz, Julian Assange, Edward Snowden, Lawrence Lessig, Enric Duran o quienes operan en forma de Anonymous son la prueba contundente de que es posible llevar a cabo acciones políticas en el mundo real gestadas desde el mundo digital.</p>
<h2>Democratización de la tecnología</h2>
<p>Es también visible en el terreno del arte, donde los humanos digitales acometen acciones encaminadas a la democratización de la tecnología.</p>
<p>Por ejemplo, el proyecto <em>IO_lavoro immateriale</em>, del colectivo <em><a href="https://transmediale.de/content/knowbotic-research">Knowbotic Research</a></em>, presentado en la Bienal de Venecia de 1999, que consistió en una base de datos colectiva públicamente accesible y modificable que contenía textos en los cuales se discutían las actuales condiciones de producción, economía, trabajo, campo social y esfera pública, entre otros. Los contenidos de esa base de datos y la relación entre las contribuciones de la gente que participó se experimentaban físicamente por el usuario.</p>
<p>O el proyecto <em><a href="http://www.danielandujar.org/tag/technologies-to-the-people/">Technologies To The People</a></em> (TTTP, 2011), de Daniel García Andújar, que llama la atención sobre el carácter excluyente de todo orden tecnológico. En palabras del artista, “está dirigido tanto a la gente del llamado Tercer Mundo como a los sin techo, los huérfanos, los parados, los fugitivos, los inmigrantes, los drogadictos, las personas aquejadas de disfunciones mentales y toda otra categoría de "indeseables”. […] es para las personas a las que se les niega el acceso a la nueva sociedad de la información y a las nuevas tecnologías".</p>
<p>Estos casos son pruebas contundentes de que las acciones emprendidas por los humanos digitales no quedan relegadas al terreno de la simulación o a una simple cuestión de Internet. Ni tampoco quedan encerradas en el campo virtual o digital, sino que tienen efectos en el mundo real.</p>
<p>Los humanos digitales son aquellos individuos que, haciendo un uso político de la tecnología, en beneficio de la sociedad, hacen temer a los poderes, económicos, políticos, capitalistas, empresariales, o académicos. El debate está abierto.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/99864/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Iván Mejía Rodríguez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>No expresan resistencia ni prejuicios contra la tecnología; no la ven como amenaza ni temen que la especie sea destruida por robots. Aceptan que la tecnología ha alterado nuestra existencia para siempre.Iván Mejía Rodríguez, Doctor en Historia del Arte, Universidad de las Américas PueblaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/994832018-07-09T21:42:39Z2018-07-09T21:42:39ZMi vida como un ‘cíborg’<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/226439/original/file-20180706-122250-1u8v5b4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=26%2C2%2C1470%2C994&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">¿Y si en el futuro todos somos 'Terminator'? Sin necesidad de prenderle fuego a todo, claro...</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Dereck_Hard_Arnodl_Schwarzenegger_as_Terminator_T-800_-_Little_Reality_2016.jpg">Honza Nedoma - Wikimedia</a></span></figcaption></figure><p>“Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad”. Atribuida a Albert Einstein, la frase condensa los recelos que rodean cada revolución tecnológica. Pero la especie humana no solo ha convivido siempre con la tecnología: le debe su propia condición de humanidad. Hace pocos años un equipo de arqueólogos halló uno de los primeros dibujos de nuestra especie. Es un trazo en forma de zigzag, probablemente grabado con un diente de tiburón en una valva de molusco, hace más de 500.000 años, por uno de nuestros antepasados: el <em>Homo erectus</em> (Balter, 2014). Los erectus usaban dientes de tiburón para fabricar herramientas afiladas.</p>
<p>Dientes de tiburón, piedras cortantes, palos para excavar la tierra… Para algunos <em>Homo erectus</em> eran inestimables innovaciones tecnológicas que enriquecían las formas de alimentación y supervivencia. Para otros, eran objetos peligrosos: implicaban armas dañinas, cambios de dieta, modos de hacer y de pensar diferentes de los ya conocidos. El temor a la innovación ha estado posiblemente ligado a la evolución de la especie. Pero los homínidos que sobrevivieron fueron los que usaron la tecnología para adaptarse a las transformaciones del medio ambiente. Descendemos de ellos, de los que se atrevieron.</p>
<h2>Tecnología en el cuerpo</h2>
<p>Desde que se tienen registros, la tecnología ha sido clave de la evolución como sociedad. Sin ella probablemente seguiríamos viviendo en cavernas y alimentándonos de lo que pudiéramos encontrar. Desde las antorchas con las que nuestros ancestros pudieron explorar la noche, la agricultura, la domesticación de animales y la selección de semillas, los sistemas de riego de la antigua Mesopotamia, las máquinas a vapor del siglo XVIII, la bombilla eléctrica de Thomas Edison, el teléfono inventado por Antonio Meucci, el primer automóvil construido por Karl Benz, hasta los <em>smartphones</em>, las <a href="https://www.efesalud.com/asi-se-fabrica-piel-humana-laboratorio/">pieles humanas artificiales</a> y las <a href="https://elpais.com/sociedad/2010/11/03/actualidad/1288738808_850215.html">retinas electrónicas</a>, las modificaciones nacidas de la ciencia y la tecnología son los factores de mayor cambio en la sociedad.</p>
<p>Somos, desde los tiempos paleolíticos, humanos tecnificados, cuerpos que según sus necesidades incorporan o añaden elementos externos. El homínido que cayó de un árbol, se rompió una pierna y tomó una rama caída para apoyarse, creó el primer bastón. Se trataba ya de un humano(ide) tecnificado. Roger Bacon, un monje franciscano inglés del siglo XIII, descubrió que un segmento de cristal hace ver los objetos mayores y más gruesos. Se supone que fue el verdadero inventor de las gafas.</p>
<p>En 1858 se desenterraron en Italia los restos de una prótesis para pierna, construida con hierro y bronce para una persona amputada por debajo de la rodilla. Databa del 300 a. C. Las siguientes se registran en el Renacimiento, cuando se crearon prótesis de hierro, acero y cobre.</p>
<h2>Humanos digitalizados</h2>
<p>La bioingeniería, la biotecnología y la biología sintética nos permiten imaginar el futuro libre de defectos físicos. Prótesis y órganos del cuerpo fabricados a partir de impresoras 3D, piel electrónica, retinas biónicas… Solo en EEUU, aproximadamente 22 personas mueren al día esperando un órgano. La compañía estadounidense <a href="https://www.xataka.com/makers/organovo-y-yale-unen-fuerzas-para-impulsar-la-impresion-3d-de-organos-humanos">Organovo</a> obtuvo en 2014 el primer hígado producido con una de estas impresoras.</p>
<p>Desde las prótesis no digitales a la incorporación de tecnología electrónica solo faltaba un pequeño paso, y se ha dado. Una cámara de miniatura que se traga como una píldora para explorar el tubo digestivo, un microcircuito fijado en el ojo, un páncreas artificial: las tecnologías de vanguardia irrumpen en el cuerpo humano para diagnosticar, reparar o curar.</p>
<p>Máquinas que se infiltran en nuestros cuerpos, que se fusionan con nosotros. El concepto del <em>ciborg</em> –abreviación de <em>cybernetic organism</em> en inglés– fue creado por Manfred E. Clynes y Nathan S. Kline en 1960 para nombrar a un ser humano mejorado que podría sobrevivir en entornos extraterrestres. Se planteaba la necesidad de una relación más íntima entre los humanos y las máquinas, en momentos en que la exploración del espacio era una de las prioridades científico-políticas de las dos potencias mundiales.</p>
<p>Algunos escritores de ciencia ficción se apropiaron del término y juegan con la idea de que tendremos cada vez más partes artificiales en el cuerpo. Piernas, brazos, ojos, corazón, trasplantes que ya se están implementando. Quien lo desee (y pueda pagarlo) puede disponer también de partes digitales incorporadas al cuerpo.</p>
<p><a href="https://www.ted.com/talks/neil_harbisson_i_listen_to_color">Neil Harbisson</a> es artista y activista británico e irlandés. Es también el primer cíborg reconocido por un gobierno, y el primer humano en poseer una antena implantada en la cabeza. Ciego a los colores, es dueño de un nuevo sentido, creado a partir de la unión perdurable entre su cerebro y la cibernética. La antena le permite “oír” los colores e incluso discernir colores invisibles a los humanos comunes, como infrarrojos y ultravioletas, así como recibir imágenes, videos, música o llamadas telefónicas directamente a su cabeza desde aparatos externos como móviles o satélites.</p>
<p>La ciencia permite ya la modificación genética de los seres humanos. En 2017 la revista <em>Nature</em> confirmó que un equipo de investigadores logró modificar genéticamente embriones humanos con éxito. Utilizando la herramienta de edición genética <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/CRISPR">CRISPR-Cas9</a> (Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente interespaciadas, en español) logró librarlos de una mutación en un gen causante de una enfermedad cardíaca congénita, y sin introducir errores adicionales en su genoma.</p>
<p>No son cíborgs solo las personas que han incorporado tecnología a sus cuerpos. Todos los que usamos las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y nos integramos en redes sociales extendemos nuestras mentes para alcanzar, para tocar, a otras personas, a otros conocimientos.</p>
<p>Será necesario establecer, en esta transformación del pensamiento, un nuevo contrato social, entre empresas de tecnología, investigadores, fabricantes de aparatos médicos, aseguradoras, y los pacientes, los futuros cíborgs. Pero también se establece un nuevo contrato de mutua dependencia entre las empresas proveedoras de Internet, entre los gobiernos, entre las organizaciones que pretenden regular Internet, y los <em>cíborgs cerebrales</em>. Por el momento, estos contratos se mantienen relativamente tácitos. Es preciso explicitarlos, y para ello, es relevante la participación activa de los ciudadanos.</p>
<p>Surgen interrogantes no tan nuevos. Dado que no todos podrán pagar por ello, ¿la humanidad se fragmentará entre humanos modificados y portadores de deficiencias? ¿los más ricos podrían prolongar indefinidamente su salud y juventud? ¿hasta qué punto puede un humano incorporar piezas sin dejar de ser humano? ¿quién es el verdadero propietario del cuerpo de un cíborg: el humano que porta las modificaciones, la empresa que los produce, o el seguro médico que las paga? ¿pueden <em>hackearse</em> las prótesis o miembros cibernéticos?</p>
<p>Son preguntas que probablemente no podrán ser resueltas desde las ciencias, sino desde las políticas.</p>
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<p><em>Si desea leer <a href="https://telos.fundaciontelefonica.com/la-tecnificacion-de-los-humanos-la-alianza-entre-tecnologia-y-biologia-requiere-un-nuevo-contrato-social/">una versión más amplia</a> de este artículo, está publicada en la <a href="https://telos.fundaciontelefonica.com/">Revista Telos</a>, de la <a href="https://www.fundaciontelefonica.com/">Fundación Telefónica</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/99483/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Susana Finquelievich no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La tecnología ha sido la clave de la evolución social. Ha permitido que el ser humano tome medidas que, aplicadas al cuerpo humano, permiten nuestra evolución y transforman el pensamiento social.Susana Finquelievich, Investigadora Principal del CONICET, Universidad de Buenos AiresLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.