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Gabriela Morreale, la endocrinóloga que introdujo la prueba del talón en España

Gabriela Morreale. SEBBM

Gabriela Morreale nació en Milán (Italia) en 1930. Durante su niñez viajó con su familia por distintos países, pero completó sus estudios de bachiller y universitarios en España. En 1951 obtuvo su título en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y defendió su tesis doctoral en 1955, bajo la supervisión del especialista en química inorgánica Enrique Gutiérrez Ríos.

Parte de su trabajo de tesis consistió en demostrar que la escasez de yodo en la zona de La Alpujarra (entre Granada y Almería) era la causante de la alta presencia de bocio entre los habitantes de esa comarca. Es decir, se trataba de bocio endémico, curable tras un tratamiento a base de un suplemento de yodo en la dieta.

En esa época Gabriela conoció al médico Francisco Escobar el Rey cuya tesis doctoral, dirigida por Eduardo Ortiz de Landázuri, estaba centrada en la administración de sal yodada en La Alpujarra.

Tras casarse, su vida investigadora transcurrió de manera conjunta. Realizaron una estancia de investigación de varios años en el Departamento de Endocrinología de la Universidad de Leiden (Holanda). Allí se centraron en el estudio de la tiroides, la glándula que regula el metabolismo y la sensibilidad del cuerpo a otras hormonas.

La deficiencia de yodo

En 1958 Gabriela Morreale y Francisco Escobar regresaron a España, en parte por motivos personales, pero también porque en ese momento el país tenía un grave problema de deficiencia de yodo y sus investigaciones podían ayudar.

El matrimonio fundó la Unidad de Estudio de Tiroides en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas donde, durante décadas, desarrolló diferentes proyectos centrados en el funcionamiento y las enfermedades que afectan a la glándula tiroides.

El elemento yodo se encuentra presente fundamentalmente en el agua marina. Su consumo es necesario durante toda la vida para el desarrollo y la buena salud de las personas, ya que participa en la síntesis de las hormonas tiroideas. Estas influyen en el metabolismo de la mayoría de las células del organismo e intervienen en el crecimiento y desarrollo de los órganos, especialmente del cerebro.

Por ello, el déficit de yodo es especialmente grave entre los más jóvenes, porque puede producir daños cerebrales. En las zonas alejadas del mar, la tierra y el agua son muy pobres en yodo y, por ese motivo, la dieta no garantiza el consumo suficiente de este elemento. La solución está en consumir alimentos enriquecidos con yodo.

La prueba del talón

En 1976 Gabriela Morreale impulsó un estudio piloto de detección de hipotiroidismo congénito en niñas y niños recién nacidos. Esta enfermedad, que afecta aproximadamente a uno por cada 2.300 nacidos, consiste en la incapacidad para producir cantidades normales de hormona tiroidea. Se trata de la primera causa de discapacidad mental prevenible.

Este proyecto se extendió poco a poco por todo el país, lo que permitió un diagnóstico precoz y el tratamiento con hormona tiroidea. Así se evitó el retraso mental en decenas de niñas y niños.

¿Cómo se detecta este posible problema? En el momento del nacimiento, se hace una punción en el talón del bebé para obtener una muestra de sangre. Esta simple operación, desarrollada por el microbiólogo Robert Guthrie en 1957, permite detectar de manera precoz enfermedades metabólicas congénitas como el hipotiroidismo congénito, la hiperplasia suprarenal congénita y las hemoglobinopatías congénitas.

Prueba del talón realizada a un recién nacido en el Servicio de Salud de Castilla - La Mancha.

Gabriela Morreale también demostró el papel esencial de la hormona tiroidea materna en el desarrollo del cerebro del feto. Este descubrimiento promovió la administración sistemática de yodo a todas las mujeres embarazadas para evitar los problemas de desarrollo de los embriones.

El reconocimiento a una larga carrera

Considerada como una de las fundadoras de la endocrinología moderna en España, Gabriela Morreale falleció a finales del año 2017, dos años después de su compañero de vida y de laboratorio.

Su labor fue reconocida con galardones recibidos a lo largo de su vida. Entre otros, obtuvo el Premio Nacional de Investigación en Medicina en 1977 (compartido con Francisco Escobar), el Premio de Investigación de la European Thyroid Association (1985), el Premio Severo Ochoa de Investigación Biomédica (1989), el Premio Nacional de Investigación Médica Gregorio Marañón (1997), el Premio Rey Jaime I de Medicina Clínica (1998) o el Premio Serge Lissitzy de la Asociación Europea de Tiroides (2009).

Además de sus contribuciones a través de la prueba del talón y del suplemento de yodo a las mujeres embarazadas, Morreale supo trasladar a las autoridades sanitarias españolas la necesidad de yodar la sal común como manera sencilla de compensar el bajo consumo de este elemento por parte de la población.

Gabriela Morreale fue también una reconocida formadora. Sus discípulos incluyen a varias generaciones de estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid y a investigadores del Instituto de Endocrinologia y Metabolismo Gregorio Marañón y del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols.

A todos sus estudiantes les transmitió su pasión por el conocimiento, la necesidad del rigor en la práctica científica y, sobre todo, la necesidad de mirar fuera del laboratorio para ayudar a poblaciones en riesgo.


_Este artículo ha tenido como referencias principales “Gabriela Morreale, o cómo usar lo que descubres para mejorar la vida de la gente”, escrito por Rocío Pérez Benavente en el blog Mujeres con ciencia de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU y “Gabriela Morreale”, escrito por Juan Bernal y Mª Jesús Obregón en SEBBM Divulgación.


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