tag:theconversation.com,2011:/institutions/estacion-experimental-de-aula-dei-eead-csic-3893/articlesEstación Experimental de Aula Dei (EEAD - CSIC)2022-04-03T19:47:04Ztag:theconversation.com,2011:article/1798702022-04-03T19:47:04Z2022-04-03T19:47:04Z¿Se puede ser religioso y aceptar la evolución?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/455244/original/file-20220330-4833-r2vlr2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=16%2C0%2C3679%2C2471&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/skulls-raw-showing-humans-evolution-human-568685599">Shutterstock / JuliusKielaitis</a></span></figcaption></figure><p>La evolución y su significado en el devenir de los organismos y del ser humano es un tema ampliamente tratado en la literatura científica y no científica. Charles Darwin aportó en el siglo XIX una idea crucial para entender cómo se originan las especies: la selección natural. Desde entonces se han sucedido los debates. Su libro <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_origen_de_las_especies"><em>El origen de las especies</em></a>, publicado en 1859, abrió la puerta para aprender y comprender la evolución biológica.</p>
<p>La evolución es un campo fundamental de la biología moderna que tiene una gran relevancia social hoy en día. Sus descubrimientos nos ayudan a entender y dar respuesta al cambio climático, la resistencia a los medicamentos, las epidemias y pandemias, los problemas de seguridad alimentaria y las controversias en la medicina moderna. </p>
<p>Esto hace que el conocimiento de la evolución sea un modelo ideal para investigar enfoques que mejoren el estado de la alfabetización científica en general.</p>
<p>Pero ¿conocemos el nivel del conocimiento y la aceptación de la evolución en diferentes entornos educativos? ¿Y los factores que influyen en su aceptación o rechazo? ¿Es homogéneo este conocimiento en los diferentes países? ¿La evolución y la selección natural están ampliamente aceptadas? </p>
<p>Los resultados publicados sobre este tema en los últimos años son ambiguos y demuestran que existe una amplia variedad de problemas de medición. Estas dificultades son debidas, en parte, a la falta de métodos estandarizados, especialmente para las comparaciones entre países. </p>
<p>La situación en Europa es muy diversa debido a las diferencias culturales, sistemas educativos y comunidades de investigación fragmentadas. <a href="https://evolution-outreach.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12052-020-00132-w">Los estudios con resultados significativos son escasos y carecen de estandarización</a>.</p>
<h2>Los estudiantes aceptan la evolución, pero su conocimiento varía</h2>
<p>Para subsanar estos déficits, el proyecto en el marco de la Acción Europea COST “<a href="http://www.euroscitizen.eu/wg1-assessment/">EuroScitizen: building on scientific literacy in Evolution</a>” ha planteado entre sus objetivos un estudio estandarizado, validado y completo sobre estas cuestiones a través de un cuestionario de educación sobre la evolución. </p>
<p>En el estudio se han analizado tres variables: </p>
<ol>
<li>Aceptación de la evolución.</li>
<li>Conocimiento de la evolución.</li>
<li>Grado de creencia religiosa en las distintas confesiones. </li>
</ol>
<p>En la encuesta han participado 9 200 estudiantes universitarios de primer año (con estudios de biología o no en la enseñanza secundaria) de veintiséis países europeos.</p>
<p><a href="https://evolution-outreach.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12052-021-00158-8#Sec28">En el estudio descubrimos</a> que, a pesar de los diferentes contextos culturales y sistemas educativos de los países europeos, los estudiantes universitarios de primer año, en general, suelen aceptar la evolución. Sin embargo, su conocimiento varía significativamente. </p>
<p>Se constata que, en general, los estudiantes carecen de conocimientos sustanciales sobre este tema. Incluso aunque estén matriculados en un programa de estudios relacionado con la Biología. </p>
<p>Los estudiantes de Biología conocen mejor la evolución que los demás, y la aceptan. Quienes no estudian Biología también la aceptan. </p>
<p>El estudio señala asimismo la influencia de las distintas creencias religiosas, tanto para la aceptación como para el conocimiento de la evolución. Los estudiantes muy religiosos aceptan la evolución significativamente menos que los no religiosos. Además, los países muy religiosos tienden a mostrar un menor conocimiento de la evolución.</p>
<p>España aparece con un nivel medio de creencias religiosas, pero ocupa el tercer puesto a nivel europeo –por encima de la media– tanto en la aceptación como en el conocimiento de la evolución. Es un buen dato sobre el nivel de nuestro sistema educativo, que ha venido incluyendo las asignaturas de Biología, Filosofía y Cultura Científica ya en la Enseñanza Secundaria.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/455245/original/file-20220330-6091-1orri4x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/455245/original/file-20220330-6091-1orri4x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/455245/original/file-20220330-6091-1orri4x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/455245/original/file-20220330-6091-1orri4x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/455245/original/file-20220330-6091-1orri4x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/455245/original/file-20220330-6091-1orri4x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/455245/original/file-20220330-6091-1orri4x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/455245/original/file-20220330-6091-1orri4x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Estatua del naturalista británico Charles Darwin en el Museo de Historia Natural de Londres.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/statue-charles-robert-darwin-english-naturalist-1559826065">Shutterstock / ShutterStockStudio</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Cómo mejorar el conocimiento de la evolución</h2>
<p>El trabajo recomienda que, además de aumentar el conocimiento sobre la evolución en la enseñanza, se debería hacer hincapié en la relación entre la evolución y la religión cuando se fomenta su aceptación. Por ejemplo, mediante el razonamiento y la argumentación. </p>
<p>Este es un tema delicado a la hora de abordarlo con los alumnos, y la enseñanza a este nivel es un reto, en parte cultural. Según nuestro modelo, un aumento en los conocimientos sobre la evolución y el interés por los temas biológicos aumenta la aceptación de la evolución. El efecto de la edad y el sexo, así como el hecho de estar o no matriculado en un programa universitario relacionado con la Biología, son relativamente poco significativos.</p>
<p>Los resultados del amplio estudio indican que, a pesar de todas sus diferencias, la mayoría de los sistemas educativos europeos para la enseñanza secundaria y superior conducen a la aceptación de la evolución, al menos en los estudiantes universitarios. </p>
<p>En la muestra de casos analizada, las diferencias de conocimiento entre países no reflejan ni el grado en que los planes de estudio escolares cubren la biología evolutiva ni el porcentaje de estudiantes que cursan biología. </p>
<p>Para esclarecer la influencia de estos factores, en futuros estudios se debería investigar el papel de los distintos planes de estudio europeos, además de identificar los conceptos evolutivos especialmente problemáticos o infrarrepresentados en la enseñanza y analizar con más detalle el papel de las creencias religiosas en la enseñanza de la evolución.</p>
<h2>Esencial para la alfabetización científica</h2>
<p>La evolución es la columna vertebral de los estudios biológicos modernos. Proporciona un marco unificador en el que los científicos de diferentes ramas y subdisciplinas se plantean preguntas sobre el mundo viviente. Una comprensión básica de los conceptos evolutivos centrales es esencial para la educación biológica y la alfabetización científica, y así lo han subrayado en el Consejo de Europa. </p>
<p>En este sentido, desde diferentes organizaciones científicas europeas se promueve y trabaja en la enseñanza de la evolución como una teoría científica fundamental. El proyecto “<a href="http://www.euroscitizen.eu/wg1-assessment/">EuroScitizen: building on scientific literacy in Evolution</a>” también pone empeño en el análisis de los planes de estudio, los libros de texto, los mensajes en exposiciones científicas y los medios de comunicación para mejorar la contribución de la educación formal e informal a la comprensión de la evolución y a la alfabetización científica del público europeo sobre este tema. </p>
<p>Solo a la luz de los conocimientos evolutivos podremos entender realmente los avances en la investigación biológica y médica, y los riesgos que conlleva el declive de la biodiversidad y el cambio climático.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/179870/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Inmaculada Yruela ha participado en el proyecto COST (Cooperación Europea en Ciencia y Tecnología;
<a href="http://www.cost.eu">www.cost.eu</a>) "EuroScitizen" de acceso abierto a través de la Acción COST 17127.</span></em></p>En general, la teoría de la evolucion es aceptada, según revela una encuesta a 9.200 estudiantes europeos. Sin embargo, existen matices respecto a su conocimiento y comprensión. Por ejemplo, cuanto más religioso es un país menos se comprende.Inmaculada Yruela Guerrero, Investigadora Científica CSIC, Estación Experimental de Aula Dei (EEAD - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1770892022-03-03T14:12:41Z2022-03-03T14:12:41ZNuestra seguridad alimentaria depende de los cereales: España debe impulsar su investigación<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/449212/original/file-20220301-13-1or6vsq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C15%2C5176%2C3430&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Balas de paja en un campo de cereal de Almansa, Albacete.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/straw-bales-cereal-field-early-morning-2076385528">Shutterstock / Alfredo Garcia</a></span></figcaption></figure><p>La seguridad alimentaria de los ciudadanos es una de las preocupaciones básicas de un país. En un contexto de población mundial en expansión y cambio climático global es un desafío para la sociedad mundial. ¿Qué papel pueden jugar los cereales en todo esto?</p>
<p>Los cereales son el pilar esencial de la alimentación humana: el 44 % de las calorías y el 37 % de las proteínas que ingerimos proceden directamente de ellos. Por otro lado, estos cultivos son una fuente importante de proteínas, carbohidratos, fibra, lípidos (saturados, monoinsaturados y poliinsaturados) y una amplia gama de minerales (calcio, hierro, magnesio, fósforo, potasio, sodio y zinc) y vitaminas.</p>
<p>Según los diferentes modelos climáticos <a href="https://theconversation.com/informe-ipcc-la-amenaza-del-cambio-climatico-sobre-el-bienestar-humano-y-la-salud-del-planeta-es-inequivoca-177938">que prevé el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC)</a>, en las próximas décadas, se espera que los niveles de CO₂ y temperatura sigan incrementándose y los niveles de precipitación sufran descensos importantes en ciertas regiones, como es el caso de la cuenca Mediterránea. </p>
<p>Dichos cambios implican que, en un futuro próximo, las plantas estarán creciendo en ambientes más estresantes. </p>
<p>Los estudios más recientes apuntan a un descenso drástico de las producciones de los cereales en el sur de Europa si no se incrementa su resiliencia. Por lo tanto, debemos redoblar esfuerzos para conocer el impacto de los estreses abióticos en el desarrollo y productividad de las plantas. </p>
<p>A continuación, hay que trasladarlo a la obtención de nuevas variedades más tolerantes para dar respuesta al incremento en la demanda de alimentos. Además, las alteraciones del clima afectarán también a la incidencia de estreses bióticos (enfermedades) y la relación de las plantas con otros organismos (ya sean beneficiosos o perjudiciales), cuyos impactos también deben ser estudiados.</p>
<h2>El cereal en España</h2>
<p>España produce aproximadamente 21 millones de toneladas de grano al año, y tiene que importar otros 11 millones para responder a la demanda actual. </p>
<p>Somos ya un país deficitario en cereales y lo seremos mucho más, por lo que el principal pilar de la seguridad alimentaria nacional está en peligro. </p>
<p>Ante la imposibilidad de aumentar la superficie dedicada a la agricultura, a nivel mundial y nacional, la única respuesta posible para responder a la demanda actual y futura de una población creciente es mantener o incrementar la productividad y estabilidad de los cultivos, bien sea por medios agronómicos o por mejora genética. </p>
<p>En este sentido, <a href="https://theconversation.com/por-que-espana-no-es-una-potencia-mundial-en-alimentacion-128158">la pregunta que nos debemos hacer es si se puede mantener o incrementar la productividad de las variedades cultivadas en España</a>. La respuesta es sí, y el coste es bajo.</p>
<h2>La innovación debe ser española</h2>
<p>La gran mayoría de las variedades de cereales que se cultivan en el mundo <a href="https://theconversation.com/de-matojos-silvestres-a-cultivos-como-ha-domesticado-el-hombre-el-trigo-el-maiz-y-otras-plantas-152431">proceden de programas de mejora</a>. Esta actividad se diferencia de otras en que importa, y mucho, dónde se lleve a cabo. </p>
<p>Una estrategia clave para la obtención de variedades mejor adaptadas a las diferentes condiciones climáticas de los principales cereales de España (trigo, cebada, avena) consiste en el desarrollo de las mismas en el ámbito local. </p>
<p><a href="https://theconversation.com/son-los-trigos-modernos-peores-para-la-salud-y-el-medio-ambiente-152898">Una variedad de trigo</a> producida para dar altos rendimientos en Alemania no expresará su potencial de la misma manera al trasladarla a España. Eso no es sorprendente: las condiciones ambientales de España y Alemania son distintas y por eso se requieren variedades con distintas adaptaciones agronómicas. </p>
<p>El concepto de adaptación es amplio e incluye características genéticas específicas y su traducción en respuestas fisiológicas concretas. El “que inventen ellos” es una estrategia especialmente mala en la mejora vegetal. </p>
<p>Las mejores variedades para España solo podremos obtenerlas aquí (incluso hay diferencias entre las variedades empleadas en distintas zonas de la Península). Hacerlo es una responsabilidad nacional, que debería afrontarse mediante iniciativas estratégicas. Así lo han entendido los países líderes en Europa.</p>
<h2>Un programa europeo para mejorar el trigo</h2>
<p>La preocupación por la seguridad alimentaria ha llevado a los principales países europeos a impulsar la realización de programas especiales de investigación a los cereales, especialmente el trigo. Los programas <a href="https://breedwheat.fr/">Breedwheat</a> (Francia), <a href="https://designingfuturewheat.org.uk/">Design Wheat for the Future</a> (UK) y <a href="https://www.proweizen.de/pro-weizen/">Proweizen Alliance for Wheat Research and Breeding</a> (Alemania) son tres claros ejemplos. </p>
<p>Los mejores grupos de investigación de cada país y las empresas privadas del sector colaboran estrechamente para explorar la diversidad genética, mejorar las variedades, responder a las demandas del mercado y de los consumidores, protegerse frente a las amenazas de patógenos y plagas, y hacer frente a los retos del cambio climático. </p>
<p>Un país de nuestra extensión y con nuestros problemas específicos debe seguir ese mismo camino y no quedarse atrás para afrontar estos retos, que son los mismos que tienen nuestros vecinos europeos, incluso más graves en el caso del cambio climático. </p>
<p>Debemos plantear una estrategia nacional para asegurar una óptima producción de los alimentos básicos. Un programa similar en España supondría un apoyo capital a la agricultura y a la industria nacional. Los agricultores tendrían a su disposición cultivos mejor adaptados, y la industria podría competir con productos diferenciados y específicos para nuestro país y otras regiones de características similares.</p>
<p>Para conseguirlo, contamos con una riqueza adicional. Nuestro país es el más rico de Europa en diversidad genética, uno de los recursos principales para la obtención de variedades. Un programa de investigación en cereales, involucrando a los actores públicos y privados, daría un impulso capital a la investigación española, dotándola de liderazgo y capacidades en el estudio de la producción y la calidad de los cultivos en respuesta a los estreses climáticos que azotarán a nuestro país con especial gravedad.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/177089/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Nada que declarar. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Elena Prats recibe fondos de CSIC, MCIN/AEI, UE. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>José Luis Araus Ortega recibe fondos de investigación del MINECO </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>. Nada que declarar</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Ernesto Igartua Arregui, Gustavo A. Slafer, Iker Aranjuelo Michelena, Patricia Giraldo Carbajo y Rosa María Morcuende Morcuende no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>La gran mayoría de las variedades de cereales que se cultivan en el mundo proceden de programas de mejora. Esta actividad se diferencia de otras en que importa, y mucho, dónde se lleve a cabo.Iker Aranjuelo Michelena, Científico titular. Área de especialización: Caracterización multidisciplinar encaminada al estudio de modelos agrícolas sostenibles, Instituto de Agrobiotecnología (IdAB - CSIC - Gobierno de Navarra)Alejandro Pérez de Luque, Investigador del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera de Andalucía (IFAPA), Junta de AndalucíaElena Prats, Investigador Científico. Mejora Genética Vegetal, Instituto de Agricultura Sostenible (IAS - CSIC)Ernesto Igartua Arregui, Investigador en mejora genética de cultivos, Estación Experimental de Aula Dei (EEAD - CSIC)Gustavo A. Slafer, Research professor, Universitat de LleidaJosé Luis Araus Ortega, Catedrático de Fisiología Vegetal, Universidad, Universitat de BarcelonaNieves Aparicio Gutiérrez, Investigador Unidad de Herbáceos, Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y LeónPatricia Giraldo Carbajo, Profesora Titular del área de Genética, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)Rosa María Morcuende Morcuende, Investigadora Científica de Organismos Públicos de Investigación, Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1616292021-06-15T21:28:53Z2021-06-15T21:28:53ZLa multicelularidad fue una de las mayores innovaciones de la evolución: ¿cómo se originó?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/405962/original/file-20210611-25-1kmzbtq.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C3%2C2588%2C1932&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">_Grypania spiralis_, un fósil del Proterozoico con una antigüedad de 1870 millones de años.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Grypania_spiralis.JPG">Wikimedia Commons / Xvazquez</a></span></figcaption></figure><p>La diversificación de la función de las células, es decir, su especialización, es el resultado de una de las transiciones evolutivas más importantes de la historia de la vida. La multicelularidad es una forma de organización biológica en la que las células tienen una actividad más compleja que cada una de ellas por separado.</p>
<p>Aunque parezca sorprendente, la multicelularidad apareció de forma independiente en varios grupos de organismos eucariotas. Sirva como ejemplo la distinción entre las algas que solo tienen una célula (<em>Chlamydomonas reinhardtii</em>, <em>Ostrococcus tauri</em>) de las pluricelulares que forman colonias (<em>Volvox carteri</em>). </p>
<p>A pesar de la importancia de esta transición de lo unicelular a lo multicelular, se desconocen en profundidad los mecanismos evolutivos, moleculares, o ambos, que dieron lugar a la aparición de las plantas y de los animales a partir de sus ancestros unicelulares. Su relación con la eucariogénesis, es decir, con el proceso que dio lugar a los organismos eucariotas a partir de uno procariota, también es un tema de discusión a caballo entre la ciencia y la filosofía.</p>
<p>El progreso de la biología celular, molecular, estructural y computacional en los últimos años ha permitido entender algunos de los mecanismos que subyacen a esta importante transición. </p>
<p>A nivel celular, las tecnologías de captura de células individuales y las metodologías de análisis genómico y transcriptómico de entidades celulares únicas han permitido explorar las funciones asociadas a cada tipo de célula a un nivel de detalle sin precedentes. </p>
<p>A nivel molecular, el conocimiento de la estructura y la función de las proteínas que intervienen en la división, adhesión y comunicación celular en los diferentes organismos, así como el análisis computacional y empírico del papel que juegan las proteínas y regiones dúctiles en estos mecanismos celulares han sido también muy importantes.</p>
<p>Actualmente conocemos muchos detalles de la evolución del ensamblaje de los módulos celulares desde las bacterias a las plantas y los animales vertebrados, los orígenes de los diversos tipos de células y la diversificación celular en linajes de animales y plantas divergentes. También de las redes reguladoras genéticas y epigéneticas que controlan la diferenciación y la especialización celular en diferentes tejidos. </p>
<p>Esta información nos permite reconstruir el desarrollo celular en los animales y en las plantas durante la evolución, así como diferentes aspectos de la identidad neuronal y de la diversificación de los tipos celulares sensoriales y neuronales en los vertebrados.</p>
<h2>Un campo en continua evolución</h2>
<p>Este es un campo de estudio muy activo en los últimos años. Investigadores expertos se dan cita en la serie de simposios <a href="https://www.embo-embl-symposia.org/symposia/2021/EES21-05/"><em>The Identity and Evolution of Cell Types</em></a> que organiza <a href="https://www.embl.de/">EMBL</a> y <a href="https://www.embo.org/">EMBO</a>. El último se ha celebrado en formato virtual en el mes de mayo de 2021.</p>
<p>También hemos aprendido que el aumento de las regiones flexibles en las proteínas y el aumento de las proteínas dúctiles en los proteomas contribuyen a la diversificación de las células y a la multicelularidad. </p>
<p>Los segmentos dúctiles son más frecuentes en los proteomas de los organismos multicelulares que en los de los organismos procariotas (bacterias) y eucariotas unicelulares. Una de las hipótesis que explicarían esa mayor frecuencia la vincula a las particulares características de la maquinaria genética eucariota. </p>
<p>Las regiones dúctiles abundan en las secuencias de las proteínas reguladoras que actúan en la transcripción de los genes (factores de transcripción). Se estima que el 80-90% de sus secuencias contienen largos segmentos de baja complejidad estructural, es decir, de regiones dúctiles. Los análisis computacionales indican una <a href="https://doi.org/10.1093/gbe/evx073">fuerte correlación positiva entre el aumento del número de tipos de células en los organismos y el aumento de las regiones flexibles en los factores de transcripción</a> que intervienen en la división, la proliferación, la adhesión y la comunicación celular. </p>
<p>Estos procesos subyacen a la propia multicelularidad. Las regiones dúctiles se combinan a lo largo de la secuencia de una proteína con las regiones estructuradas (hélices alfa, laminas beta), proporcionando, por un lado, estabilidad al plegamiento de la proteína y, por otro, la flexibilidad y la plasticidad que explican su función. </p>
<p>Es frecuente que las regiones flexibles, dada su alta adaptabilidad, participen en el reconocimiento y en la unión con otras biomoléculas compañeras de viaje en la célula (ADN, ARN, proteínas, lípidos, azúcares, metales, iones, entre otros), un aspecto esencial en los factores de transcripción y en otras proteínas reguladoras.</p>
<p>No solo el aumento de las regiones dúctiles en los factores de transcripción contribuye a la multicelularidad. <a href="https://doi.org/10.1016/j.tplants.2020.12.011">La construcción filogenética de las enzimas histona deacetilasas (HDA)</a> desde sus ancestros, esto es, las cianobacterias, hasta las plantas con flores, muestra una ganancia de ductilidad y flexibilidad en sus estructuras durante la evolución. </p>
<p>En particular, este aumento se observa en aquellas enzimas HDA que son esenciales en la regulación de la actividad de los genes y en los cambios epigenéticos relacionados con el desarrollo celular. Las regiones flexibles se localizan en las extensiones que estas enzimas tienen en sus extremos y que dan lugar a la formación de complejos multiproteicos y a complejas redes de regulación en las células. </p>
<p>En las cianobacterias filamentosas también encontramos algunos ejemplos. La proteína SepJ, necesaria para mantener la unión íntima entre las células que forman los filamentos, contiene largos segmentos dúctiles enriquecidos en aminoácidos de tipo prolina, serina y treonina. Estos interaccionan con la membrana celular y con otras proteínas activas en la división y la comunicación celular que controlan la longitud de los filamentos.</p>
<p>Otro rasgo relevante que contribuye a esta innovación evolutiva –la diversificación de las células y a la multicelularidad– es el procesamiento de corte y empalme (<em>splicing</em>) que sufre el ARN mensajero (ARNm) después de la transcripción de los genes y que resulta en el ARN maduro y en la proteína correspondiente. </p>
<p>Este mecanismo es exclusivo de los organismos eucariotas y de algunos virus. Aproximadamente el 50% de los genes humanos dan lugar a proteínas a través de un mecanismo de corte y empalme. Mediante este proceso un gen puede dar lugar a varias proteínas, lo cual contribuye al aumento de la diversidad del proteoma y a una mayor versatilidad funcional en la célula. </p>
<p>Las proteínas que resultan de un procesamiento de corte y empalme del ARNm tienden a contener un número significativo de regiones dúctiles. Además, este tipo de mecanismo sucede con una gran probabilidad en las regiones del ARNm que codifican proteínas dúctiles. Las regiones flexibles en las proteínas suelen ser objeto de modificaciones postraduccionales, especialmente de fosforilación, otro rasgo que contribuye a la diversificación y complejidad de las células.</p>
<p>En conclusión, las multifuncionalidades que confieren las proteínas dúctiles y la combinación de las regiones flexibles con los procesos de corte y empalme del ARNm y las modificaciones postraduccionales han contribuido de una manera significativa a <a href="https://doi.org/10.1093/jxb/erx493">la evolución de la multicelularidad</a> en la mayoría de los organismos eucariotas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/161629/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Inmaculada Yruela Guerrero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Aunque parezca sorprendente, la multicelularidad apareció de forma independiente en varios grupos de organismos eucariotas. Cada vez entendemos mejor los procesos que la originaron.Inmaculada Yruela Guerrero, Investigadora Científica CSIC, Estación Experimental de Aula Dei (EEAD - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1549092021-02-22T20:16:03Z2021-02-22T20:16:03ZCómo encajar las debilidades y las fortalezas de la ciencia durante la pandemia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/384531/original/file-20210216-13-1fe757g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5463%2C3637&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">shutterstock</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/key-book-surreal-concept-1317528635">Shutterstock / fran_kie</a></span></figcaption></figure><p>Tras un año de pandemia, la ciencia es uno de los elementos sociales más presentes en nuestra vida. No solo por la relevancia de todo lo que ha ocurrido en los hospitales, sino por la exigencia de saber qué estaba pasando con el virus. A nivel biológico y médico, pero también social. Este ha sido y es un gran tema de estudio sociológico y mediático. Ahora sabemos más del virus, de las estrategias para combatirlo desde varios frentes y de cómo nuestros hábitos se pueden cambiar tras cierto aprendizaje.</p>
<p>Tras un año de presencia de la ciencia en la sociedad, quizá sea ya el momento de evaluar un efecto nada despreciable. Nos referimos a investigar hasta qué punto el gran esfuerzo de divulgación científica llevado a cabo ha calado fuera del estricto ámbito de cada disciplina científica y del ambiente sanitario. ¿Se entienden entre sí los biólogos, sociólogos, médicos, químicos, psicólogos, economistas, físicos, historiadores y matemáticos? ¿Qué información basal va a quedar como poso en el gran público cuando pase cierto tiempo? ¿Seremos realmente más <em>científicos</em>?</p>
<p>Si se considera que la ciencia abre las puertas de la <em>verdad</em> y que es infalible, en cuanto muestra su aspecto frágil e inseguro, en cuanto reconoce que hay aspectos que se le escapan, incluso que son inabordables, puede generar frustración y desencanto en quienes necesiten saber todo al instante. Más en este tiempo que nos ha tocado vivir, entrenados para acceder y disponer de la información a golpe de clic. Sufriríamos las consecuencias de pedirle a la ciencia lo que esta no puede dar o, traducido al refrán popular, estaríamos pidiendo peras al olmo.</p>
<p>Un ejemplo lo estamos viviendo estos meses. A finales de diciembre, contra todo pronóstico, llegaban las primeras vacunas. La necesidad de poner fin a la pandemia originó una desmedida expectación y un exceso de confianza en el sistema científico. Ahora, al toparnos con sus limitaciones, con las dificultades propias de cualquier proceso de producción biotecnológica y con la evaluación ética de cuáles son los grupos prioritarios y el orden de vacunación, surgen la desconfianza y las acusaciones arbitrarias. Algo así como el desenamoramiento tras un modo de amar demasiado irreal que puede conducir, y no sería la primera vez, al rechazo, incluso al desprecio, de la ciencia en favor de saberes ocultos y de teorías conspiranoicas. Así es como funciona la falacia <em>ad ignoratiam</em>: de lo que no sabe se sigue lo que más le atraiga al ignorante.</p>
<p>Otro ejemplo es el no poder entender cómo se infecta y enferma cada persona concreta por el virus SARS-CoV-2, a pesar de tener hábitos y constituciones similares. Tampoco es fácil de entender cómo la enfermedad evoluciona de manera tan desigual. Algunos pacientes son asintomáticos, otros enferman y responden de manera rápida a los tratamientos médicos, otros no superan la infección y otros quedan con graves secuelas <a href="https://theconversation.com/fatiga-tras-la-covid-19-culpa-del-virus-o-estres-postraumatico-143763">cuya relación causal con el virus está muy lejos de ser conocida</a>. </p>
<p>Estas diferencias se atribuyen en parte a la genética de cada individuo, pero la regulación de los genes y su actividad epigenética también juegan un papel importante en estas diferencias aunque aún no las conozcamos con precisión. Por otro lado, <a href="https://theconversation.com/sars-cov-2-su-infectividad-y-ductilidad-son-una-puerta-abierta-a-nuevos-tratamientos-149887">la biología del virus y cómo interacciona con las células del organismo es un aspecto a tener en cuenta que aún no se conoce completamente</a>. La ciencia, de momento, no tiene una respuesta clara, determinante y fácil de entender para estas cuestiones tan palpitantes.</p>
<h2>La filosofía como antídoto</h2>
<p>Ante esta complicada situación es fácil desesperar. Aquí la filosofía puede ser un buen antídoto contra este efecto maléfico. Tomarse las cosas con filosofía puede ser una <em>vacuna</em> contra esos efectos nada deseables. En particular, podemos acudir a la filosofía de la ciencia de George Santayana (Madrid, 1863 - Roma, 1952). </p>
<p>Santayana fue contemporáneo del esplendor del positivismo y de la ciencia, aunque no sintió la necesidad, como otros, de refugiarse en lo irracional o en lo pseudocientífico a modo de autodefensa. Fue también contemporáneo del idealismo, supo detectar en él su lado ineludible, el metodológico, y desenmascarar su lado falaz, cuando convierte a la naturaleza en la experiencia humana de la naturaleza. El puritanismo moral y el liberalismo político fueron cuestionados por él desde dentro. Su brillante y fluido estilo enlaza con el de <a href="https://theconversation.com/ciencia-y-democracia-ii-john-locke-123042">Locke</a> y Hume, y la fuerza de sus argumentos hereda la de Spinoza y Schopenhauer.</p>
<p>Ya en su primer sistema filosófico, la vida de la razón, dedicó uno de sus volúmenes a <em>La razón en la ciencia</em> (1906). Más tarde, cuando se vivió otro auge en el interés por la ciencia parecido al actual, aunque en otro ámbito –el de la física, en el contexto de las discusiones en torno a la teoría de la relatividad de Albert Einstein y a la mecánica cuántica–, Santayana escribió, en su artículo <em>Revolución en la ciencia</em> (1928): </p>
<blockquote>
<p>“La condición moral es que el orgullo de la ciencia debería tornarse en humildad, que no debería imaginar por más tiempo que pone de manifiesto la naturaleza intrínseca de las cosas. Y el paradójico resultado es el siguiente: que los métodos de la ciencia son opcionales, como lenguajes o formas de notación diversas. Una puede ser más conveniente o sutil que otra, en función del lugar, sentidos, intereses y alcance del explorador; una reforma en la ciencia puede volver anticuadas las teorías antiguas, como la costumbre de llevar togas, o de ir desnudo, pero no puede hacerlas falsas, o verdaderas en sí mismas”. <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2976140">Limbo 22 (2005)</a>.</p>
</blockquote>
<p>En un libro suyo recientemente publicado, <a href="https://www.tecnos.es/ficha.php?id=4884976&id_clase=219160"><em>Ensayos de historia de la filosofía</em></a>, puede leerse: </p>
<blockquote>
<p>“La existencia del mundo –salvo que recaigamos por un momento en el insostenible escepticismo– es segura o, al menos, es algo que se ha de asumir incuestionablemente. La experiencia lo puede explorar como aventura y la ciencia describirlo con precisión, pero, tras ser recorrido de arriba abajo durante años y tras reunir toda la información que se pueda sobre sus costumbres, ese mismo mundo, puesto que existe sustancialmente y no es inventado, sigue siendo algo extraño y un prodigio para el espíritu: incognoscible como lo es una gota de agua o como lo es la persona amada”.</p>
</blockquote>
<p>En conclusión, los científicos hemos de aprender a comunicar sin ruido, desde la humildad, con diálogo y sin dogmas, porque sabemos que cualquier problema científico admite distintos abordajes. De esta manera, no crearemos falsas expectativas en el público y evitaremos que se desencante con la ciencia. Con una buena divulgación, quedará claro que la debilidad de la ciencia es a su vez su fortaleza respecto a <em>seguridades</em> religiosas o pseudocientíficas, más débiles aún, a pesar de que estas se presenten como la verdad, revelada o esotérica.</p>
<hr>
<p>En este artículo ha colaborado Daniel Moreno Moreno, miembro del consejo de redacción de <a href="https://twitter.com/limbosantayana"><em>Limbo. Boletín internacional de estudios sobre Santayana</em></a>, KRK Ediciones.</p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/154909/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Inmaculada Yruela Guerrero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La crisis de la covid-19 ha puesto de manifiesto lo mejor de la ciencia, pero también sus limitaciones. La filosofía de la ciencia de George Santayana nos invita a reflexionar sobre ello.Inmaculada Yruela Guerrero, Investigadora Científica CSIC, Estación Experimental de Aula Dei (EEAD - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1498872020-12-29T16:58:12Z2020-12-29T16:58:12ZSARS-CoV-2: su infectividad y ductilidad son una puerta abierta a nuevos tratamientos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/374880/original/file-20201214-17-pko92h.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C2506%2C1604&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Microfotografía electrónica de transmisión de partículas del virus del SARS-CoV-2.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.flickr.com/photos/niaid/49557550706/in/album-72157712914621487/">NIAID</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>En el coronavirus SARS-CoV-2, como en todos los virus, la flexibilidad y la plasticidad estructurales tienen una especial relevancia. La manera en que el SARS-CoV-2 infecta nuestras células se explica analizando su estructura molecular y, sobre todo, fijándonos en las regiones dúctiles de las proteínas que lo forman. </p>
<p>El material genético de los virus, en este caso el ARN, se encuentra empaquetado con miles de pequeñas subunidades de nucleoproteínas en el interior de una envuelta de lípidos llamada cápside que, en el caso de los coronavirus, tiene forma de corona. El tamaño del genoma de los coronavirus es mayor que el de otros virus tipo ARN. El genoma del SARS-CoV-2 codifica catorce proteínas funcionales. </p>
<p>En la cápside se localizan la proteína S (<em>Spike</em> –espiga– en inglés), la proteína E (de la Envuelta) y la proteína M (de la Membrana), que cumplen con la función estructural de ensamblar el virus y de reconocer la célula huésped. En el interior de la cápside, se encuentra la nucleoproteína N, que interacciona con el ARN viral proporcionándole estabilidad. A estas proteínas se suman otras diez estructurales de menor tamaño y dieciséis más no estructurales que participan en la replicación y la transcripción del virus en la célula huésped. </p>
<p>Al conjunto de proteínas accesorias y no estructurales se le ha denominado, un tanto literariamente, <em>proteoma oscuro del SARS-CoV-2</em>. Aunque menos estudiado, encierra elementos importantes para la biología del virus y su infectividad, como veremos enseguida. Otra característica a destacar de los virus tipo SARS es que todas sus proteínas tienen tendencia a unirse al material genético.</p>
<h2>La estructura del SARS-CoV-2</h2>
<p>Desde que comenzó la pandemia, la explosión de trabajos científicos en torno al SARS-CoV-2 ha proporcionado rápidamente numerosos resultados sobre la estructura de sus proteínas, muchos de ellos inspirados en el conocimiento que se tenía de otros virus emparentados: el SARS-CoV (conocido desde 2002) y el MERS-CoV (conocido en 2012). </p>
<p>Desde mediados del siglo XX, el estudio de la estructura de las proteínas se ha abordado mediante técnicas biofísicas fundamentadas en la interacción de la radiación electromagnética con la materia, por ejemplo, las técnicas espectroscópicas, que abarcan un rango de posibilidades tan amplio como el del espectro electromagnético. Pero el éxito de los estudios con cristalografía y difracción de rayos X ha llevado a colocar esta técnica en el primer puesto del <em>ranking</em> para resolver la estructura tridimensional de estas biomoléculas a nivel atómico e inferir su función. Una prueba de ello es que, a día de hoy, se contabilizan cerca de cuatrocientas estructuras del SARS-CoV-2 resueltas con esta técnica en 2020, según los datos del <a href="https://www.rcsb.org/"><em>Protein Data Bank</em></a> –el repositorio que registra las estructuras tridimensionales conocidas de las proteínas y los ácidos nucleicos–. </p>
<p>Las estructuras resueltas por otras técnicas clásicas, como la resonancia magnética nuclear (RMN) o como la difracción de neutrones, son minoritarias y no llegan a alcanzar la decena. El extraordinario esfuerzo de la comunidad científica en este campo durante el último año se pone de manifiesto cuando contamos que, en el periodo 2002-2019, las estructuras resueltas de los virus tipo SARS eran cerca de la mitad.</p>
<p>La proteína S del SARS-CoV-2 es, con diferencia, la más estudiada por cristalografía de rayos X. Se cuentan hasta ciento treinta y siete estructuras tridimensionales resueltas. La extraordinaria atención que ha tenido se debe a que es clave para la infección pues funciona como la llave de entrada del virus en la célula huésped al acoplarse a la proteína receptora ACE2 que actúa como cerradura en la mucosa oral, principal vía de entrada en el cuerpo humano. Es, por tanto, determinante en la fusión de la membrana viral con la célula huésped al permitir la liberación del genoma del virus y causar la infección. </p>
<p>La nucleoproteína N le sigue con trece estructuras resueltas hasta ahora y participa en el proceso intracelular de replicación y transcripción del genoma del virus.</p>
<p>La resolución de las estructuras del ‘<em>proteoma oscuro del SARS-CoV-2</em>’ es escasa, en parte debido a la dificultad de encontrar proteínas homólogas disponibles en otros virus o de resolver sus regiones dúctiles. Como alternativa, las técnicas de microscopía están contribuyendo al conocimiento de su papel, seguramente relevante, en la biología del virus.</p>
<h2>Las regiones dúctiles de las proteínas influyen en la infectividad</h2>
<p>Algunos elementos estructurales de las proteínas escapan de los procedimientos experimentales de la cristalografía y difracción de rayos X. Pero no por ello dejan de ser importantes, al contrario, a menudo resultan cruciales para su funcionamiento. Esa falta de estructura es una característica útil. </p>
<p>Las regiones dúctiles (IDRs) son biológicamente activas y altamente dinámicas en el reconocimiento molecular, en la unión con otras biomoléculas o átomos (ADN, ARN, proteínas, azúcares, metales) y en el ensamblaje de los complejos moleculares. Pueden adoptar rápidamente conformaciones interconvertibles bajo diferentes condiciones fisiológicas. Así, los elementos estructurados y los flexibles se complementan.</p>
<p>Las proteínas virales contienen un gran número de regiones dúctiles y diversos estudios correlacionan esta característica con la virulencia. En SARS-CoV-2, como en todos los virus, las regiones dúctiles establecen interacciones con otras proteínas y con el material genético. Por ejemplo, en la nucleoproteína N, su alta proporción de regiones flexibles posibilita una estrecha interacción con el ARN viral y con otras proteínas de la membrana, como la glucoproteína M, que es la más abundante en el virus, o con las proteínas de la célula huésped, siendo así multifuncional.</p>
<p>El resto de proteínas del SARS-CoV-2, incluida la proteína S, tienen un moderado o bajo contenido en regiones dúctiles, pero algunas de ellas pueden ser cruciales para modular la infección. En un reciente trabajo publicado en <a href="https://doi.org/10.1038/s41586-020-2286-9"><em>Nature</em></a> se han encontrado hasta trescientas treinta y dos interacciones entre las proteínas del SARS-CoV-2 y proteínas humanas. La mayoría de ellas tienen como protagonista a la proteína S y las proteínas accesorias no estructurales Nsp7 y Nsp8 del virus. La <a href="https://journals.iucr.org/m/issues/2020/06/00/fq5016/fq5016sup2.mp4">flexibilidad y movimiento</a> de las proteínas S en la envuelta de la cápside (se cuentan hasta cerca de cuarenta unidades) es determinante para el reconocimiento de las membranas celulares y su unión a ellas. En varios trabajos, con ayuda de la criomicroscopía electrónica de alta resolución, se ha probado que existe una flexibilidad continua y característica en la proteína S, que es lo que hace que este virus sea diferente a otros coronavirus.</p>
<p>Como se ha sugerido, las regiones dúctiles del ‘<em>proteoma oscuro del SARS-CoV-2</em>’ también son relevantes. Las herramientas computacionales e informáticas proporcionan una valiosa información sobre si una proteína adopta, o no, una estructura tridimensional bien definida, y si una región flexible está, o no, implicada en el reconocimiento molecular. El reciente estudio publicado en <a href="https://doi.org/10.1007/s00018-020-03603-x"><em>Cellular and Molecular Life Sciences</em></a> concluye que casi todas las proteínas del SARS-CoV-2 tienen uno o más segmentos de reconocimiento molecular. El aumento de la flexibilidad en regiones concretas de las proteínas correlaciona con la infectividad. En algunos casos, las predicciones asociadas a esas correlaciones llegan a ser probadas. </p>
<p>Un <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-020-2895-3">reciente trabajo publicado en <em>Nature</em></a> muestra evidencia clínica de que la mutación D614G en la proteína S del SARS-CoV-2, detectada en una <a href="https://doi.org/10.1038/s41598-020-70827-z">variante</a> surgida en Europa durante el mes de enero, aumenta la replicación en las células epiteliales del pulmón y en los tejidos primarios de las vías respiratoria, con lo que se potencia la infectividad. Esa mutación –una sustitución de aspartato por glicina– supone una pérdida de complejidad en la secuencia y una ganancia de flexibilidad local. Un fuerte cambio fenotípico relacionado con la virulencia y asociado a una mutación por glicina también se ha descrito en la bacteria <em><a href="https://doi.org/10.1093/gbe/evw279">Mycobacterium tuberculosis</a></em>.</p>
<p>La relación entre ductilidad e infectividad está siendo útil en el diseño de nuevas terapias dirigidas a bloquear la entrada del virus en la célula o su replicación. Algunos de los diseños de las vacunas y fármacos antivirales intentan bloquear sitios específicos de las proteínas inspirados en este conocimiento para impedir la infección. Es una puerta abierta a la esperanza.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/149887/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Inmaculada Yruela Guerrero no recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo.</span></em></p>La estructura del coronavirus juega un papel importante en el proceso de infección, pero también puede servir para atacarlo con nuevas estrategias.Inmaculada Yruela Guerrero, Investigadora Científica CSIC, Estación Experimental de Aula Dei (EEAD - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1120262019-02-21T22:16:20Z2019-02-21T22:16:20ZComer menos carne contra el cambio climático: una estrategia controvertida y llena de matices<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/259807/original/file-20190219-43273-cgwi7a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=53%2C0%2C6000%2C3997&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><span class="source">Shutterstock</span></span></figcaption></figure><p>El cambio climático supone un desafío para la humanidad. Por suerte, nuestras acciones pueden mitigarlo. Para comprender nuestro papel necesitamos información entendible, contrastada y basada en la evidencia científica, pero con frecuencia recibimos informaciones simplistas y contradictorias. Es el caso de la producción y consumo de productos de origen animal y su reducción como estrategia contra el calentamiento global.</p>
<p>Los mensajes contradictorios son un error de comunicación en la lucha contra el cambio climático. Tienen un notable efecto disuasorio sobre la acción política y social y dificultan la acción clara y decidida: “Para qué voy a hacer algo si ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo”. En otros casos, se elige el mensaje que coincide con los intereses de cada uno.</p>
<p>Lo que comemos, cómo lo producimos y lo que desechamos tiene un gran impacto en el medio ambiente y en nuestra salud. ¿Se debe reducir el consumo de productos de origen animal para paliar los efectos del cambio climático? </p>
<p>Un grupo de investigadores pertenecientes a la <a href="https://redremedia.wordpress.com">Red Remedia</a>, que nos dedicamos al estudio de la mitigación del calentamiento global en la agricultura y la ganadería, hemos tratado de responder a esta cuestión.</p>
<p>Para ello debemos:</p>
<ol>
<li><p>Precisar cuál es la contribución de la producción y el consumo de productos de origen animal al cambio climático, en comparación con otros alimentos y sectores. </p></li>
<li><p>Valorar en qué medida es efectivo reducir nuestro consumo de estos productos en la lucha contra el calentamiento global.</p></li>
<li><p>Esclarecer si existen diferencias entre distintos tipos de producciones animales en cuanto a las emisiones. </p></li>
</ol>
<p>Este es el resultado de nuestras reflexiones:</p>
<h2>Debemos ser rigurosos al contar emisiones</h2>
<p>Los <a href="https://www.eea.europa.eu/data-and-maps/data/data-viewers/greenhouse-gases-viewer">inventarios de emisiones</a> no siempre reflejan el impacto climático asociado a las pautas de consumo de alimentos.</p>
<p>Para conocer cuál es la contribución del sector ganadero al cambio climático acudamos al inventario nacional de emisiones. Esta es la herramienta con la que países como España cuantifican las emisiones anuales de sus sectores productivos. Gracias a ella, se establecen los compromisos de reducción de emisiones. </p>
<p>El inventario facilita el cómputo de las emisiones mediante unas reglas comunes establecidas <a href="https://unfccc.int/es">por la ONU</a>. Para ello, clasifica las emisiones de cada país en varios apartados y según sector (energía, industria, agricultura). En definitiva, es una herramienta muy potente para poder llevar a cabo políticas de mitigación a nivel estatal.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/259909/original/file-20190220-148536-r7m7ho.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/259909/original/file-20190220-148536-r7m7ho.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/259909/original/file-20190220-148536-r7m7ho.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=427&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/259909/original/file-20190220-148536-r7m7ho.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=427&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/259909/original/file-20190220-148536-r7m7ho.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=427&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/259909/original/file-20190220-148536-r7m7ho.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=537&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/259909/original/file-20190220-148536-r7m7ho.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=537&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/259909/original/file-20190220-148536-r7m7ho.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=537&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Reparto porcentual por sectores de emisiones de gases de efecto invernadero en España, 2016.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.eea.europa.eu/">Agencia Europea de Medio Ambiente</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Los datos de 2016 del inventario español indican que la agricultura es responsable directa del 11 % de las emisiones de gases efecto invernadero. Más de la mitad (un 6 % del total) corresponde a la cría de animales y la gestión de sus deyecciones. Estas se producen en forma de metano, un gas con un poder de efecto invernadero muy superior al del CO₂ y que se origina en la digestión de rumiantes como vacas, ovejas y cabras. También durante la gestión de los estiércoles líquidos, purines, procedentes del ganado porcino. </p>
<p>Según el inventario español de emisiones, la ganadería se sitúa lejos del sector energético, que representa un 78 % del total y está liderado por las industrias energéticas (28 % del total) y el transporte (22 %). Actuar sobre el sector ganadero tendría, en principio, un impacto escaso. Sin embargo, el inventario sirve para computar el total de emisiones de un país, pero no está diseñado para determinar la contribución de un sector en las emisiones de gases efecto invernadero. </p>
<p>Estas emisiones deben cuantificarse sumando las generadas en todas las etapas de la producción de un producto o servicio, lo que se conoce como <em>huella de carbono</em>.</p>
<h2>Las emisiones indirectas duplican a las directas</h2>
<p>La <a href="http://www.fao.org/gleam/results/es/">FAO estima</a> que las emisiones <em>directas</em> procedentes de los animales y sus excreciones suman, a nivel mundial, unos 2.300 millones de toneladas de CO₂ equivalente. Reconoce, eso sí, que incluyen también otros procesos. Por ejemplo, el uso de combustibles para maquinaria y calefacción en granjas también debe asociarse a la producción animal, pero está incluido en el apartado de “energía” del inventario. </p>
<p>La huella de carbono de un producto de origen animal considera también las emisiones procedentes de la obtención de su alimento. Esta no siempre es producida en España y, por lo tanto, no siempre aparece computada en el inventario. Además, la producción de piensos requiere con frecuencia cambiar la forma en la que se usa el suelo, que pasa a retener menos carbono, liberando CO₂ a la atmósfera, aunque estos cambios se pueden revertir. El ejemplo más claro es la deforestación de bosques tropicales.</p>
<p>En definitiva, la FAO estima que estas emisiones <em>indirectas</em> son casi el doble que las directas. Desde esta perspectiva, el peso de los productos de origen animal en las emisiones de gases de efecto invernadero se sitúa en un 14,5 % a nivel global, con unos 7.100 millones de toneladas de CO₂ equivalente, según la FAO. Esto supone una parte muy relevante de las emisiones relacionadas con la producción agroalimentaria, que se estima cercana al 25 % <a href="https://www.ipcc.ch/sr15/chapter/summary-for-policy-makers/">según organismos como el IPCC</a>.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/260135/original/file-20190221-195861-1i0zk3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/260135/original/file-20190221-195861-1i0zk3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/260135/original/file-20190221-195861-1i0zk3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/260135/original/file-20190221-195861-1i0zk3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/260135/original/file-20190221-195861-1i0zk3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/260135/original/file-20190221-195861-1i0zk3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/260135/original/file-20190221-195861-1i0zk3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Stijn te Strake / Unsplash.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/photos/UdhpcfImQ9Y">Unsplash</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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<h2>El ritmo de mejora es insuficiente</h2>
<p>El <a href="https://www.ipcc.ch/sr15/chapter/summary-for-policy-makers/">reciente informe de IPCC <em>Global Warming of 1.5 °C</em></a> detalla de qué forma podemos evitar las peores consecuencias del cambio climático. Indica que será necesario reducir, además del CO₂ emitido por la quema de combustibles fósiles, las emisiones procedentes de la agricultura. </p>
<p>La producción animal es, por tanto, una pieza esencial en la lucha contra el cambio climático por sus emisiones directas e indirectas. Las posibilidades técnicas para mitigarlas son amplias:</p>
<ul>
<li><p>Optimizar la cría de animales en las granjas para que necesite la menor cantidad de recursos posibles. </p></li>
<li><p>Limitar los procesos por los cuales se originan las emisiones. </p></li>
</ul>
<p>En ambos casos se han logrado grandes avances en los últimos años, con perspectiva de que sigan mejorando en el futuro. Existe también medidas más estructurales:</p>
<ul>
<li>Reducir las pérdidas asociadas al desperdicio alimentario. </li>
</ul>
<p>A pesar de todo, existen evidencias científicas de que el ritmo actual de mejora no será suficiente. Aunque producir carne pueda tener cada vez una menor huella de carbono, el total de emisiones asociadas no se reducirá debido al aumento de la demanda global.</p>
<p>Por tanto, es indispensable desarrollar a través de la investigación e innovación formas de producción ganadera que permitan reducir a mayor ritmo las emisiones directas e indirectas relacionadas con la producción animal. Las medidas ligadas al consumo también serán fundamentales.</p>
<h2>¿Reducir el consumo donde más se consume?</h2>
<p>En este contexto, se introduce en el tablero de juego un cuarto grupo de estrategias asociadas a los consumidores:</p>
<ul>
<li>Reducir el consumo de productos con una elevada huella de carbono (entre los que se suelen encontrar los de origen animal) y sustituirlos por otros con menor huella que mantengan el aporte nutricional.</li>
</ul>
<p>Esta estrategia genera controversia y tiene matices que dificultan su aplicación a escala global. Se entremezclan aspectos ajenos al cambio climático, pero igual de relevantes, como la salud, la seguridad alimentaria, el bienestar animal y la sostenibilidad económica del mundo rural, entre otros. </p>
<p>El enfoque siempre debe ser por regiones, pues existen partes del planeta muy deficitarias en la ingesta de nutrientes y proteína de alto valor biológico. Allí, los productos de origen animal desempeñan un papel fundamental. Además, los estiércoles generados son necesarios para la fertilización de los cultivos.</p>
<p>Por el contrario, en las regiones de rentas más altas, como España, la ingesta de proteína de origen animal es, en general, mayor de la recomendable. <a href="https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(18)31788-4/fulltext">Muchos estudios indican</a> que reducirla para adecuarla a las recomendaciones de los nutricionistas ayudaría a mitigar el cambio climático. Una dieta con un mayor peso de legumbres, frutas y verduras de proximidad y temporada, en detrimento de carnes, bebidas azucaradas y alimentos procesados es un ejemplo de dieta más saludable y a la vez más sostenible desde el punto de vista climático.</p>
<h2>Una estrategia efectiva, pero con matices</h2>
<p>Reducir el consumo de productos de origen animal es efectivo, pero tiene matices importantes que deben ser considerados. ¿Qué tipo de producto animal convendría reducir por motivos climáticos? La respuesta no es evidente, ya que existen producciones animales muy diversas.</p>
<p>Los animales criados en condiciones <em>intensivas</em> pertenecen a razas mejoradas de cerdos y aves, alimentados con piensos de elevada calidad nutricional. Son los que aprovechan una mayor proporción de los nutrientes que ingieren y los que emiten menos metano por cada kilo de producto. </p>
<p>Este tipo de producción es la que más se han intensificado en las últimas décadas, y ha permitido incrementar el consumo de productos de origen animal al hacerlos más accesibles. Esto no tiene por qué significar un mejor resultado a nivel de la cadena de producción, pues la mayor parte de su huella de carbono no está asociada a la cría de los animales, sino a la obtención de su comida, que alternativamente podría emplearse para alimentar a la población. </p>
<p>La producción de pienso utiliza amplias zonas de cultivo de soja y cereal, con frecuencia alejadas miles de kilómetros del lugar en que son consumidas. También conlleva el uso de fertilizantes y las emisiones asociadas a su fabricación, aplicación y transporte. A menudo, implica cambiar el uso de suelos para implantar cultivos.</p>
<p>Los animales criados en condiciones más <em>extensivas</em>, con una menor densidad de ganado por unidad de superficie, aprovechan una menor proporción de los nutrientes que ingieren. Al ser habitualmente rumiantes, tienden a emitir mayores cantidades de metano en su digestión. Pero por ser rumiantes son capaces de aprovechar (tanto en pastoreo como en condiciones intensivas) recursos difíciles de aprovechar por otros animales e incluso humanos. Esto reduce bastante la huella de carbono asociada a su alimentación.</p>
<p>Entre los extremos mencionados existe una amplia variedad de producciones ganaderas en cuanto a sus impactos y potenciales beneficios. Esto impide cualquier valoración genérica y, una vez más, hace necesario un enfoque regionalizado.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/260134/original/file-20190221-195873-ytwb2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/260134/original/file-20190221-195873-ytwb2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=320&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/260134/original/file-20190221-195873-ytwb2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=320&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/260134/original/file-20190221-195873-ytwb2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=320&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/260134/original/file-20190221-195873-ytwb2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=402&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/260134/original/file-20190221-195873-ytwb2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=402&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/260134/original/file-20190221-195873-ytwb2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=402&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<h2>No solo gases</h2>
<p>Las emisiones de gases efecto invernadero no deben ser la única herramienta de decisión ambiental. La producción animal tiene otros impactos relevantes e importantes.</p>
<p>Estos dependen del tipo de producción, y están asociados al consumo de recursos naturales y suelos, así como a la gestión de las excreciones de los animales. El grado de concentración ganadera dificulta (pero no imposibilita) su control, de forma que el modelo de producción intensiva es más proclive a generar problemas ambientales, mientras que la producción extensiva y en pastoreo contribuye en mayor medida a la conservación de determinados hábitats y ecosistemas. </p>
<p>Algunos ejemplos de impactos negativos nada despreciables están relacionados con las emisiones de amoniaco y la contaminación de las aguas subterráneas por nitratos, ambas muy vinculadas a la agricultura y ganadería intensivas. También la generación de olores y el uso de antibióticos. </p>
<p>En cualquier caso, no deben obviarse los beneficios económicos, sociales y ambientales asociados a cada tipo de producción animal. Por tanto, la imagen completa de los impactos y beneficios de ganadería es difícil de abarcar incluso para especialistas en estos temas.</p>
<h2>La necesidad de estrategias conjuntas</h2>
<p>La mitigación del cambio climático requiere considerar estrategias de forma conjunta, pues resulta inefectivo o incluso contraproducente centrarse en una. </p>
<p>Podría pensarse, erróneamente, que dejar de consumir este tipo de alimentos compensaría otras emisiones como las del transporte, o viceversa. Por poner un ejemplo, un <a href="https://www.icao.int/environmental-protection/Carbonoffset/Pages/default.aspx">viaje de ida y vuelta en avión</a> de Málaga a Amsterdam tiene unas <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0306919212000942">emisiones comparables</a> al <a href="https://www.mapa.gob.es/es/alimentacion/temas/consumo-y-comercializacion-y-distribucion-alimentaria/panel-de-consumo-alimentario/ultimos-datos/">consumo anual de carne de un consumidor español promedio</a>, lo que puede dar a cada uno una idea sobre cuáles podrían ser sus prioridades climáticas.</p>
<p>Tampoco debemos negar el papel que tienen nuestras acciones diarias. El último informe del IPCC defiende medidas coordinadas que afectan a nuestros hábitos de consumo. Es decir la forma en la que vivimos, nos desplazamos y nos alimentamos.</p>
<p>Las mejoras ambientales asociadas a reducir el consumo de productos de origen animal son evidentes, al igual que lo es reducir otras actividades como los desplazamientos en avión y en coche. Debemos seguir trabajando para reducir aún más las emisiones de la ganadería, tanto de consumo como de producción, con una estrategia que tenga en cuenta los impactos y beneficios asociados.</p>
<p>Por tanto, el consumo y producción de productos de origen animal no son <em>la</em> solución al cambio climático, pero seguramente serán parte de ella. Siempre, eso sí, de forma coordinada, regionalizada y basada en evidencias científicas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/112026/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Salvador Calvet Sanz es el coordinador de la Red Remedia</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Agustin del Prado Santeodoro recibe fondos del programa Ramon y Cajal del Ministerio de Economía y competitividad (RYC-2017-22143)</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>María Almagro Bonmatí recibe fondos de Ministerio de Economía y Competitividad, contrato Juan de la Cierva-Incorporación (Ref: IJCI-2015-23500). </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Pol Llonch Obiols recibe fondos de Agencia Estatal de Investigación. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Sonia Roig Gómez es miembro de la Sociedad Española de Pastos y de la Plataforma por la Ganadería Extensiva y el Pastoralismo. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Agustín Rubio Sánchez, Ana Iglesias Picazo, Cipriano Díaz Gaona, David R. Yáñez-Ruiz, Elena Galán, Fernando Estellés Barber, Guillermo Pardo, Haritz Arriaga Sasieta, Inmaculada Batalla, Jorge Alvaro-Fuentes y Víctor Vélez-Marroquín no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>¿De verdad limitar el consumo de productos cárnicos ayudaría a salvar el planeta? 16 investigadores responden a la pregunta.Salvador Calvet Sanz, Profesor titular en el Instituto de Ciencia y Tecnología Animal, Universitat Politècnica de ValènciaAgustín del Prado Santeodoro, Investigador en agricultura y cambio climático , BC3 - Basque Centre for Climate ChangeAgustín Rubio Sánchez, Catedrático de Ecología y Edafología, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)Ana Iglesias Picazo, Investigadora del Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales , Universidad Politécnica de Madrid (UPM)Cipriano Díaz Gaona, profesor del departamento de Producción Animal, Universidad de CórdobaDavid R. Yáñez-Ruiz, Investigador Científico, Nutrición Animal, Estación Experimental del Zaidín (EEZ - CSIC)Elena Galán, Investigador postdoctoral, BC3 - Basque Centre for Climate ChangeFernando Estellés Barber, Profesor Titular en Producción Animal, Universitat Politècnica de ValènciaGuillermo Pardo, Investigador postdoctoral, BC3 - Basque Centre for Climate ChangeHaritz Arriaga Sasieta, Investigador, Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario NEIKER-TecnaliaInmaculada Batalla, Postdoctoral researcher, BC3 - Basque Centre for Climate ChangeJorge Alvaro-Fuentes, Científico Titular, Estación Experimental de Aula Dei (EEAD - CSIC)María Almagro Bonmatí, Investigadora postdoctoral Juan de la Cierva-Incorporación, BC3 - Basque Centre for Climate ChangePol Llonch Obiols, Investigador en bienestar animal, Universitat Autònoma de BarcelonaSonia Roig Gómez, Profesora Titular. Depto. Sistemas y Recursos Naturales. Presidenta Sociedad Española de Pastos, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)Víctor Vélez-Marroquín, Researcher and Professor in Animal Production, Universidad Nacional Mayor de San MarcosLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.