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La brecha de género sigue existiendo en el trabajo remunerado (y en el no remunerado, también)

Durante los últimos años, las brechas de género han estado en el punto de mira social y político. En consecuencia, han aparecido diferentes medidas buscando que desaparezcan o disminuyan en ámbitos como la violencia de género, la discriminación salarial, la presencia de mujeres en puestos de responsabilidad o la conciliación laboral-familiar.

Pese a dichas medidas, las diferencias de género siguen siendo una realidad. Esto genera un amplio abanico de consecuencias indeseadas.

Estudios previos han demostrado que dichas diferencias pueden llegar a afectar a, entre otras cosas, el crecimiento económico, la evolución de los salarios o la violencia de género.

Tiempo de trabajo

Uno de los ámbitos en los que las diferencias de género son más visibles, además de las diferencias salariales, es en la forma en la que hombres y mujeres distribuyen su tiempo disponible a lo largo del día.

Comprender y analizar las diferencias de género en el tiempo que se dedica al trabajo remunerado, pero también a otras actividades como el no remunerado (actividades domésticas como realizar la compra, limpiar, preparar comidas, etc.), es esencial para diseñar futuras medidas que eliminen la brecha.

En un reciente estudio publicado en la revista Social Indicators Research, analizamos las diferencias de género en el tiempo dedicado en Europa al trabajo remunerado y al no remunerado durante las últimas dos décadas. También estudiamos cómo dichas diferencias se relacionan con diferentes variables sociales e institucionales.

Para ello, empleamos las encuestas europeas armonizadas sobre el empleo del tiempo (Harmonised European Time Use Survey, HETUS), que permiten analizar las actividades que realizan los trabajadores a lo largo de todo el día empleando diarios de actividades. Estas encuestas se han convertido en una herramienta esencial para estudiar los comportamientos de los trabajadores.

Comparativa de datos de la encuesta HETUS entre los años 2000 y 2010
Comparativa de datos de la encuesta HETUS entre los años 2000 y 2010. EUROSTAT

Los resultados muestran cómo los hombres todavía dedican, en promedio, más tiempo que las mujeres al trabajo remunerado (pese a la disminución de esta brecha durante la última década). Aunque este resultado se mantiene para todos los países analizados, también se muestra que la brecha de género varía significativamente entre países. Dicha variabilidad sugiere que, especialmente en los países con mayores diferencias, aún hay camino por recorrer para alcanzar la igualdad de género en el trabajo remunerado.

En cambio, la situación respecto al trabajo no remunerado es opuesta. Pese a que aquí también han disminuido las brechas, los hombres todavía dedican en promedio menos tiempo a este tipo de actividades que las mujeres.

Políticas sociales

Una vez exploradas las brechas de género, analizamos cómo se relacionan con diferentes valores sociales e institucionales. Por ejemplo, consideramos el gasto público en políticas enfocadas en las familias, la disponibilidad de servicios de cuidado de hijos, el gasto en permisos de paternidad y maternidad, la duración de dichos permisos, o el porcentaje de mujeres en parlamentos y en puestos relevantes en empresas.

Los resultados estadísticos muestran que, en los países en los que los hombres tienen un mayor peso social y político, los niveles de desigualdad de género en el trabajo remunerado y no remunerado son mayores.

Asimismo, encontramos menores brechas de género en aquellos países en los que las políticas de paternidad son más generosas y las bajas por paternidad similares a las bajas por maternidad. Asimismo la generosidad del gasto público en guarderías o en ayudas a las familias se relacionan con una menor brecha de género.

Finalmente, la participación de las mujeres en el espacio político y económico se relaciona de forma significativa con una reducción en las desigualdades de género en el tiempo de trabajo remunerado y no remunerado.

Percepción social

La aplicación de políticas sociales centradas en las bajas por maternidad y paternidad, así como en la creación e inversión en infraestructuras para el cuidado de los hijos, se relacionan con una disminución en las diferencias de género en el trabajo remunerado y no remunerado.

Las políticas destinadas a cambiar la percepción de actividades tradicionalmente llevadas a cabo por hombres o por mujeres también pueden generar disminuciones en estas brechas de género.

No obstante, acabar por completo con esta desigualdad parece una tarea complicada por la dificultad que conlleva cambiar las percepciones sociales. Solo se logrará con un esfuerzo adicional por parte de las instituciones y de la sociedad.

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