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Faro de Punta Teno, Tenerife. Víctor Torres / Shutterstock

The Conversation contribuye a una sociedad mejor informada y más culta


El nuevo presidente del Comité Asesor de The Conversation España, Segundo Píriz, exrector de la Universidad de Extremadura y expresidente de CRUE Universidades Españolas, defiende en este artículo la importancia de la divulgación y la transmisión del conocimiento universitario y subraya, en este sentido, el papel que desempeña esta plataforma como puente entre la comunidad docente e investigadora y la sociedad.


Siempre hemos defendido que la universidad, además de cumplir su primera y más importante misión –la docencia-, debe desarrollar hasta el límite que permitan sus medios la segunda y tercera misión que tiene encomendadas: la investigación o generación del conocimiento y la transferencia de ese conocimiento a la sociedad.

Las universidades españolas llevan ocho siglos cumpliendo con la transmisión del conocimiento y permitiendo a una parte cada vez mayor de ciudadanos acceder a la educación superior. En mi opinión, esta labor se realiza de forma adecuada, si bien es cierto que podemos y debemos mejorarla.

La investigación en España no tiene esa historia, tampoco la tiene en la mayoría de las universidades del mundo. Sin embargo, desde que la universidad alemana del siglo XIX incorporara la misión investigadora a la docente hasta que las universidades de nuestro país siguieron ese camino transcurrieron demasiados años. Podemos afirmar que no es hasta las primeros años de la recién estrenada democracia cuando se realizó una tímida apuesta por facilitar recursos a los profesores e investigadores universitarios. En pocos años se produjo un cambio radical en nuestras instituciones y se generó una cultura investigadora hasta entonces escasa y circunscrita a escasos grupos. La aparición de los famosos sexenios de investigación aceleró esa transformación y transformó nuestra realidad.

A pesar de que la inversión pública en recursos destinados a la investigación nunca llegó al 1,5% del PIB español, y la cantidad que llega a las universidades y centros de investigación no es superior al 0,5%, las universidades españolas han generado más del 60% del total de las publicaciones de nuestro país. En pocas décadas hemos pasado de ser irrelevantes a ocupar la décima posición mundial tanto en cantidad (algo más del 3%) como en la calidad de las aportaciones científicas realizadas. Debemos felicitar a los investigadores y a las investigadoras por su magnífico esfuerzo, realizado en unas condiciones en muchos casos adversas.

El problema del desempleo juvenil

He defendido que el principal problema que tiene nuestro país es el desempleo, principalmente el juvenil. Si no conseguimos revertir esta situación no podremos mantener el estado de bienestar que tanto tiempo y sacrificios costó a muchas generaciones de españoles.

Hemos de preguntarnos qué debemos hacer desde las universidades y desde los centros de investigación para ser una parte esencial de la solución de esta cuestión. Si hacemos autocrítica comprobaremos que la asignatura pendiente en España es la transferencia del conocimiento. Un país que genera algo más del tres por ciento del conocimiento científico mundial no llega al uno por ciento de las patentes globales.

La ciencia y el sector privado

Es decir, invertimos recursos y generamos conocimientos que otros países utilizan para propiciar valor añadido y puestos de trabajo cualificados. Mientras eso ocurre tenemos una alta tasa de desempleo, impropia de un país desarrollado, bajos salarios y una escasa cultura sobre la importancia que la investigación y su transferencia tienen en la riqueza de un país. Los países son más ricos por invertir más en investigación.

Los ejemplos de Corea del Sur o Israel, con una inversión que supera el cuatro por ciento de su PIB, son relevantes. Países de nuestro entorno europeo están próximos, si no superan, el tres por ciento, como también sucede en Estados Unidos, China o Japón. En este apartado debemos señalar que si bien la aportación pública invertida en España es escasa, es todavía más preocupante la irrelevante cantidad dedicada a la investigación por el sector privado.

En los países de los que hablamos, y que tienen que servirnos como referencia, la inversión pública no es muy superior a la española. La diferencia la marca la inversión privada que se sitúa en una media de dos tercios del total. Si nuestras empresas no apuestan de forma clara y decidida por la I+D+I no serán competitivas ni generarán esos puestos de trabajo cualificados y bien retribuidos de los que estamos tan necesitados.

El papel de The Conversation

En estas circunstancias, ¿qué papel puede desempeñar The Conversation? Entendemos que en la vida, para valorar y querer algo, es requisito primordial conocerlo. Crear una cultura investigadora necesita de la ayuda de muchos sectores y de muchas personas. Todo lo que podamos hacer en este sentido es poco.

A los universitarios se nos sigue achacando, de forma injusta, que vivimos alejados de la sociedad y que no estamos comprometidos con los problemas reales de las personas. Esta creencia es falsa pero necesitamos ser proactivos para terminar de derribarla. La inmensa mayoría de nuestras investigaciones y publicaciones pasan inadvertidas para los ciudadanos, que no saben qué hacemos ni a qué se dedican los recursos que utilizamos.

Consideramos muy acertada la idea del periodista australiano Andrew Jaspan, quien se preguntó en el año 2011 qué ocurriría si la universidad y los centros de investigación se convirtieran en una fuente editorial para alimentar un nuevo canal de información.

Ocho años después The Conversation es una plataforma digital independiente que quiere situar a la investigación y a la transferencia en un lugar relevante de la sociedad mediante la aportación de contenidos basados en las aportaciones de los investigadores con la ayuda de periodistas expertos. Se trata, en definitiva, de sacar a la calle, y en un lenguaje culto pero accesible, una parte importante de los muchos avances y resultados obtenidos en los laboratorios.

Vivimos en un mundo que tiene acceso a una cantidad de información sin parangón en la historia de la humanidad. Lamentablemente muchas de estas noticias no tienen fundamentos o son interesadas y obedecen a intereses económicos o de otro tipo. Abordar temas de actualidad desde una perspectiva basada en la verdad científica creará una sociedad mejor informada y más culta, a la vez que aumentará la calidad democrática de nuestro país. Si entre todos conseguimos transmitir a la sociedad la importancia de la investigación y su aplicación a la hora de generar empleo y riqueza resultará más fácil que apostemos de forma clara y decidida por ella.

Quiero dar las gracias a todos los miembros del Comité Asesor de The Conversation España por nombrarme presidente de este órgano y aprovecho para invitar a todas las universidades y centros de investigación de nuestro país, que todavía no lo han hecho, a que se incorporen a esta iniciativa que contribuye a crear una sociedad inclusiva en la que todos somos importantes y necesarios.

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