tag:theconversation.com,2011:/uk/topics/hambre-61111/articleshambre – The Conversation2023-09-04T17:58:58Ztag:theconversation.com,2011:article/2082082023-09-04T17:58:58Z2023-09-04T17:58:58Z¿Comemos con los ojos? Ver fotografías de alimentos también puede producir saciedad<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/544222/original/file-20230823-19-df2rt1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=296%2C89%2C5694%2C3898&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/photo-shooting-food-on-mobile-phone-2160915375">Rinik/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Actualmente, uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad es la obesidad, que ha adquirido tintes de epidemia: <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34906346/">se estima que 650 millones</a> personas están afectadas a nivel mundial. Uno de los principales motivos es que <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35879462">consumimos más calorías de las que necesitamos</a>. Y buena parte de ellas proceden de alimentos poco saludables, a los que es difícil resistirse.</p>
<h2>Comer por comer</h2>
<p>De hecho, cada vez más gente basa su alimentación en el placer que le produce, y no por necesidad fisiológica. Este fenómeno, que se conoce como hambre o apetito hedónico, sucede cuando el deleite generado por la comida sobrepasa la sensación de saciedad, provocando un gran estimulo del apetito –a veces compulsivo– que altera nuestras conductas alimentarias. Además, se sabe que <a href="https://theconversation.com/no-es-falta-de-voluntad-nuestra-predisposicion-a-almacenar-energia-es-la-principal-culpable-de-la-obesidad-210307">los alimentos ricos en grasas y azúcares potencian este mecanismo</a>. </p>
<p>El hambre se define como el ansia o la necesidad urgente de comer. Sin embargo, la regulación del apetito y el comportamiento alimentario es un proceso muy complejo donde interaccionan dos tipos de factores: internos, controlados por señales hormonales y moleculares del intestino, el tejido adiposo o el <a href="https://theconversation.com/lo-que-pensamos-y-sentimos-afecta-a-la-microbiota-y-viceversa-192960">eje cerebro-intestino</a>; y externos, basados principalmente en el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/4886532/">aprendizaje</a> producido por las señales generadas al ingerir el alimento. </p>
<p>En este segundo caso intervienen elementos tanto emocionales, culturales y sociales como la pura búsqueda de placer. Sentimos <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29226823/">un gozo subjetivo al comer</a>: disfrutamos con la presentación de un plato, un aroma o una textura. Incluso nos agradan los colores que vemos o los sonidos que produce su ingesta. Las <a href="https://www.elsevier.es/es-revista-endocrinologia-diabetes-nutricion-13-articulo-influencia-multisensorial-sobre-conducta-alimentaria-S2530016417302537">percepciones sensoriales</a> van a reforzar ese placer, aumentando la probabilidad de repetir. </p>
<h2>Hambre a la vista</h2>
<p>El sentido de la vista participa directamente en este mecanismo. Se sabe que mirar una comida o su fotografía es suficiente <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/18045735/">para iniciar el proceso fisiológico de la alimentación</a>: aumenta la salivación, activa la secreción de ácido gástrico, bilis y enzimas digestivas e incluso fomenta la liberación de hormonas como la insulina, la colecistoquinina o la grelina a la sangre. Pero ante todo, desata el deseo por llevarse el manjar a la boca. </p>
<p>En definitiva, lo que percibimos por los ojos, aunque sea solo su representación, influye directamente en nuestra conducta alimentaria. De hecho, un <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26644270/">reciente metaanálisis</a> concluyó que la exposición a las señales visuales de la comida tiene los mismos efectos efectos que la comida real o los estímulos olfativos. </p>
<p>En esta misma línea, varios estudios han demostrado cómo percibir imágenes de alimentos –incluyendo la forma, color, tamaño de la porción y presentación– activa las áreas del cerebro involucradas en la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/15703257/">percepción del gusto y el procesamiento de recompensas</a>, afectando directamente a la regulación del <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29226823/">apetito y la saciedad</a>.</p>
<h2>Dese un atracón (solo) digital</h2>
<p>Internet, y especialmente las redes sociales, ponen constantemente delante de nuestros ojos imágenes de platos muy apetitosos y con apariencia impecable. Y esto, unido a la facilidad actual de acceso a la comida, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26791177/">podría estar agravando los problemas de la obesidad</a> a los que nos enfrentamos. </p>
<p>Pero este bombardeo también podría convertirse en un aliado para controlar la conducta alimentaria, como han demostrado <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/36528255/">Tjark Andersen y sus colaboradores</a>. <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26432045/">Algunos autores</a> incluso han sugerido de manera preliminar que el consumo de retratos de alimentos aumenta la saciedad. ¿Cómo es esto posible? </p>
<p>Piense en un alimento que le apetezca mucho, busque fotos de él en internet y, mientras las mira, imagine que se lo come. Así engañará al cerebro al estimular las mismas áreas que se activarían con, pongamos, una chocolatina real.</p>
<p>Estas son las conclusiones <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/36528255">de un estudio reciente</a>, según el cual ver imágenes repetidas (unas treinta veces) e imaginar un alimento aumenta la saciedad y reduce el deseo de ser consumido cuando se compara con la experiencia de los participantes que visualizaron la foto solamente tres veces. Experimentos anteriores <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/21148388/">apuntaban en la misma dirección</a>.</p>
<p>En definitiva, y a la espera de nuevos estudios que lo ratifiquen, podríamos hallarnos ante una novedosa estrategia dietética con impacto positivo a largo plazo sobre el control del peso y las conductas alimentarias. Entonces, la expresión “comer con los ojos” dejaría de ser una simple metáfora.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/208208/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>El simple hecho de mirar imágenes de comida nos abre el apetito y activa los resortes fisiológicos de la ingesta, pero, como sugieren recientes estudios, también podría quitarnos las ganas de comer.Sofía Pérez Calahorra, Doctora en Ciencias de la salud. Profesora en Grado de Enfermería. Investigadora postdoctoral IIS Aragón y Universidad de Zaragoza., Universidad de ZaragozaCarmen Rodrigo Carbó, Investigadora predoctoral grupo dislipemias primarias, Universidad de ZaragozaItziar Lamiquiz Moneo, Profesor ayudante doctor de Neuroanatomia e investigador de la unidad de lípidos del Miguel Servet , Universidad de ZaragozaRocío Mateo Gallego, Profesora en el Grado de Nutrición H. y Dietética (Dpto. de Enfermería y Fisiatría), Universidad de ZaragozaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2009562023-03-19T22:07:23Z2023-03-19T22:07:23ZAtracones emocionales: cuando asaltamos la nevera para aliviar el malestar psicológico<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/515800/original/file-20230316-26-fzynav.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=27%2C0%2C4562%2C3034&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/young-hungry-brunette-girl-overeating-junk-250554517">Shutterstock / Fotos593</a></span></figcaption></figure><p>El termino alemán <em>Kummerspeck</em> es una de esas palabras, como las españolas sobremesa y vergüenza ajena, difíciles de traducir a otros idiomas. Proviene de <em>kummer</em>, pena, tristeza, y <em>speck</em>, tocino o panceta. O sea, significaría algo así como <em>penapanceta</em> y actualmente es utilizada por algunos psicólogos <a href="https://hyperbole.es/2020/04/el-sindrome-de-kummerspeck-kummerspeck-syndrom/">para definir los atracones emocionales</a>, tan frecuentes hoy en día. </p>
<p>¿A qué nos referimos exactamente? Todos nos podemos identificar con esas situaciones en las que el estrés, la ansiedad o la carga de trabajo acumulada influyen, casi siempre de forma negativa, en nuestra dieta. Cuando un mal día acaba con un ataque indiscriminado a la nevera. Y no para atiborrarnos de fruta o verdura, precisamente.</p>
<p>Podríamos hablar de <a href="https://www.mundopsicologos.com/articulos/alimentacion-emocional-que-es-y-como-controlarla">alimentación emocional</a>, entonces, como aquel proceso en el que nuestro estado de ánimo genera conductas alimentarias que pueden dañar nuestra salud.</p>
<h2>En busca de recompensas inmediatas</h2>
<p>Esto se debe a que nuestro cerebro busca una recompensa inmediata frente a los déficits emocionales. Alimentos como los que contienen elevadas cantidades de azúcares, sodio o grasas, o potenciadores del sabor como el <a href="https://www.uoc.edu/portal/es/news/actualitat/2017/088-umami-glutamato.html">glutamato monosódico</a> son capaces de enviar mensajes de satisfacción casi inmediatos a nuestra mente. Estos compuestos aumentan, además, la sensación de apetito.</p>
<p>Las causas que provocan <em>hambre emocional</em> son muy variadas. Saber el origen del problema es la mejor forma de comenzar a resolverlo. He aquí algunas situaciones que pueden desencadenarlo:</p>
<ul>
<li><p>Conflictos personales, discusiones con seres queridos y problemas familiares o de pareja. Estas circunstancias pueden generar un vacío emocional importante que se intenta llenar mediante alimentación emocional.</p></li>
<li><p>Estrés, situaciones en las que el trabajo o las obligaciones provocan un agotamiento de los recursos mentales. Especialmente <a href="https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/003211.htm">el estrés crónico</a>, que perdura y genera un desgaste emocional intenso, hasta el punto de provocar el <a href="https://theconversation.com/el-sindrome-de-estar-quemado-la-proxima-pandemia-195968">síndrome de estar quemado</a>.</p></li>
<li><p>Aburrimiento, que nos hace darle vueltas a las cosas y pensar en exceso. Múltiples estudios relacionan la desmotivación que surge del hastío con la necesidad de buscar estímulos. <a href="https://repositori.uji.es/xmlui/handle/10234/155725">La ingesta de alimentos</a> puede generar el neurotransmisor dopamina, que compensa esa sensación de vacío.</p></li>
<li><p>La ansiedad y otras patologías mentales como la depresión <a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-48082007000200005&script=sci_arttext&tlng=en">están íntimamente ligadas con la sobrealimentación emocional</a>. El vacío que generan se intenta llenar con la satisfacción inmediata de la alimentación. En muchas ocasiones se convierte en un círculo vicioso, pues tras el atracón viene el remordimiento y el malestar.</p></li>
</ul>
<p>Esta conducta en alza contribuye a agravar un problema de salud global. <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/obesity-and-overweight">Según la Organización Mundial de la Salud</a>, la obesidad se ha triplicado desde 1975. En 2016 había un 39 % de adultos con sobrepeso, cifra que sigue aumentando y que a menudo está en el origen de las llamadas <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/noncommunicable-diseases">enfermedades crónicas no transmisibles</a>: trastornos vasculares, cánceres asociados al sedentarismo, enfermedades respiratorias y diabetes.</p>
<h2>Primer paso: identificar el problema</h2>
<p>¿Y cómo podemos evitar este tipo de conductas? El primer paso es reconocer cuáles son las causas y los motivos que nos llevan al atracón emocional. Ser capaces de distinguir qué tipo de hambre estamos padeciendo puede ser una buena forma de comenzar:</p>
<ul>
<li><p>El hambre emocional aparece de forma repentina y nos fuerza a darle una solución urgente. Además, es selectiva: demanda unos tipos concretos de alimentos. Y normalmente, como hemos visto, poco saludables. Este tipo de apetito no genera sensación de saciedad, o sea, seguimos comiendo aunque ya no necesitemos alimento. Finalmente, nos deja una sensación de malestar, de culpabilidad, siempre un sentimiento negativo.</p></li>
<li><p>El hambre fisiológica es paulatina, va creciendo gradualmente y puede esperar. No demanda urgencia para saciarla. Atiende a una gama mucho más amplia de alimentos, no es tan “caprichosa”. En el momento en el que se cubren las necesidades, dejamos de comer. La sensación final es de satisfacción, sin sentimientos de culpa.</p></li>
</ul>
<h2>Maniobras de distracción</h2>
<p>Además de reconocer la situación que estamos viviendo, podemos buscar alternativas a esos comportamientos:</p>
<ul>
<li><p>Practicar ejercicio: <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0214916817300670">la actividad física</a> disminuye los niveles de grelina y aumenta las concentraciones de leptina, hormonas directamente relacionadas con el apetito.</p></li>
<li><p>Regular el descanso puede ayudarnos a controlar nuestras emociones y disminuir el apetito emocional.</p></li>
<li><p>Debemos adquirir hábitos de alimentación adecuados. Nuestro cerebro <a href="https://es.ara.cat/misc/cerebro-mejor-aliado-perder-regimen_1_1363232.html#:%7E:text=El%20cerebro%20tarda%20unos%2020,de%20lo%20que%20hemos%20comido">tarda más de 20 minutos</a> en percibir que nuestro estómago está lleno. <a href="https://theconversation.com/alimentacion-consciente-por-que-es-importante-concentrarnos-en-lo-que-comemos-y-como-lo-comemos-184883">Comer lentamente nos ayuda a ser conscientes</a> de lo que nos llevamos a la boca y a sentirnos satisfechos antes.</p></li>
<li><p>Finalmente, acudir a un profesional puede ayudarnos a regular nuestra ansiedad y estrés. Puede ser un guía para reconocer cuales son nuestras necesidades, pues nosotros mismos a veces no somos conscientes del problema.</p></li>
</ul><img src="https://counter.theconversation.com/content/200956/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Iván Fernández Suárez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La ansiedad, la depresión o el mero aburrimiento pueden despertar un tipo de hambre que no tiene que ver con nuestras necesidades fisiológicas y que demanda alimentos poco saludables. ¿Cómo podemos hacerle frente?Iván Fernández Suárez, Profesor en el máster en Prevención de Riesgos Laborales. Consultor PRL para Fraternidad Muprespa. Grupo de investigación TR3S-i, Trabajo Líquido y Riesgos Emergentes en las Sociedad de la Información., UNIR - Universidad Internacional de La Rioja Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1917172022-10-20T19:03:51Z2022-10-20T19:03:51ZLa hambruna silenciada de la posguerra española<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/489657/original/file-20221013-13-u8bn8o.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=161%2C155%2C3917%2C2835&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Niños atendidos en los comedores de Auxilio Social (1937-1938).</span> <span class="attribution"><a class="source" href="http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.do?fechaFdesde=1924&showYearItems=&field=todos&advanced=false&exact=on&textH=&completeText=&text=comida&fechaFhasta=1964&tipomaterial1=Dibujos%2c+Grabados+y+Fotograf%c3%adas&pageSize=1&pageSizeAbrv=30&pageNumber=2#">Biblioteca Nacional Española</a></span></figcaption></figure><p>En su novela autobiográfica <a href="https://cabaretvoltaire.es/el-ni%C3%B1o-pan"><em>El niño pan</em></a>, publicada originariamente en francés en 1983, el novelista y dramaturgo Agustín Gómez Arcos describía el pan de la posguerra española como el más preciado de los sacramentos. Para quienes pasaban hambre, como el niño que protagoniza la novela del escritor almeriense, sólo existía el pan. No podían dejar de soñarlo, de pensar en él ni de mirarlo cuando aparecía ante sus ojos. Su presencia ahuyentaba el hambre, mientras que su ausencia la evocaba. </p>
<p>La polarizada sociedad de los años 40 en España quedó dividida entre quienes podían comer el apetitoso pan blanco, hecho a base de harina de trigo, y aquellos que sólo podían consumir pan negro, hecho con harinas de centeno o cebada popularmente consideradas de segunda categoría y que le conferían un mal aspecto y una textura desagradable. Además, solía contener numerosas impurezas como raspas de la cebada e incluso hilos de los sacos en los que se almacenaba.</p>
<p>Todavía hoy nuestros abuelos comen pan como acompañamiento de una larga lista de alimentos, sienten que no están saciados si no lo consumen o lo besan si se cae al suelo antes de volver a colocarlo en la panera. También insisten en que nos acabemos el plato de comida para no desperdiciar nada, aprovechan las sobras al día siguiente, llenan la nevera “por si acaso” y comen en exceso como buscando compensar las carencias del pasado. </p>
<p>En sus cocinas aún huele a <a href="https://www.unex.es/organizacion/servicios-universitarios/servicios/servicio_publicaciones/publicacion?id=1799">recetas de posguerra</a> como las gachas, las migas o las papas a lo pobre. En sus <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0195666321001744">elecciones y prácticas alimenticias</a> cotidianas pervive aún el hambre que pasaron cuando eran niños, aunque muchos no se atrevan a reconocerlo y prefieran hablar de “necesidad” o “falta”.</p>
<h2>No fue “necesidad”, fue hambruna</h2>
<p>Pese a los pretextos esgrimidos durante décadas por la dictadura franquista, hoy sabemos que el hambre de los años cuarenta en España tuvo su origen en la política autárquica impulsada por el régimen con fines nacionalistas al término de la guerra civil. La autarquía, que supuso la intervención de la economía durante más de una década, acarreó el alza de los precios y la escasez de productos de primera necesidad y allanó el camino a la corrupción, <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=818553">fracasó rotundamente</a>. </p>
<p>Sabemos también que los peores años del hambre (1939-1942 y 1946) constituyeron una <a href="https://digibug.ugr.es/bitstream/handle/10481/65285/DEL%20ARCO%20Famine%20in%20Spain%20During%20Franco%27s%20Dictatorship%20FINAL.pdf">auténtica hambruna</a> durante la que cayó drásticamente el poder adquisitivo de la población y se registraron numerosas muertes por inanición. Se ha calculado que solo en el periodo 1939-1944 <a href="https://uwpress.wisc.edu/books/0699.htm">murieron 200 000</a> personas directa o indirectamente a causa del hambre. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/490402/original/file-20221018-8391-yrtjmb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/490402/original/file-20221018-8391-yrtjmb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/490402/original/file-20221018-8391-yrtjmb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=438&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/490402/original/file-20221018-8391-yrtjmb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=438&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/490402/original/file-20221018-8391-yrtjmb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=438&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/490402/original/file-20221018-8391-yrtjmb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=550&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/490402/original/file-20221018-8391-yrtjmb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=550&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/490402/original/file-20221018-8391-yrtjmb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=550&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">La población famélica forma colas en Auxilio Social esperando el reparto de víveres, entre 1936 y 1939.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000226868">Biblioteca Nacional de España</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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</figure>
<p>La situación fue especialmente grave en el sur del país y afectó sobre todo a los grupos más humildes. Las calles de los pueblos y de las ciudades se llenaron de niños desnutridos, hombres famélicos y ancianos enfermos de avitaminosis, tifus o tuberculosis. La pobreza extrema condujo a numerosas familias a malvivir hacinadas en cuevas y chabolas en pésimas condiciones de salubridad e higiene. Las del barrio almeriense de La Chanca fueron descritas como “bocas oscuras, profundas y desdentadas” <a href="https://www.rtve.es/television/20190805/chanca-pugna-entre-etica-estetica/1974780.shtml">por Juan Goytisolo</a>, quien visitó esta deprimida zona del país en los años cincuenta.</p>
<h2>¿Qué se comía?</h2>
<p>Ni el pan negro del racionamiento ni los aguados caldos de Auxilio Social que se conseguían tras aguardar durante horas en largas colas garantizaban la supervivencia. Las mujeres comenzaron a elaborar <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1031004">sucedáneos</a> para sustituir los productos que no podían ni encontrar ni pagar, como el chocolate, que fue reemplazado por el de algarroba, o el café, en cuyo lugar se utilizó la cebada tostada. </p>
<p>También idearon originales preparaciones culinarias con los escasos ingredientes disponibles, como la tortilla sin huevo. O cocinaron hierbas arrancadas directamente del campo o animales domésticos como los gatos, cuyo consumo no estaba culturalmente aceptado. </p>
<p>Pero tampoco estas estrategias cotidianas bastaron para salir adelante. Muchos hombres y mujeres se vieron obligados a <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3841890">hurtar</a> animales y frutos del campo, a <a href="https://www.comares.com/libro/delinquir-o-morir_115949/">estraperlear</a> harina o aceite en el mercado negro y a contrabandear con pastillas de sacarina, vitaminas o aceite de hígado de bacalao. En su desesperada lucha cotidiana por alcanzar el sustento muchos fueron encarcelados, multados o desposeídos de sus escasos bienes por infringir las normativas autárquicas del régimen.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/489658/original/file-20221013-23-o3oc87.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Cartilla de racionamiento de España, 1945." src="https://images.theconversation.com/files/489658/original/file-20221013-23-o3oc87.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/489658/original/file-20221013-23-o3oc87.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/489658/original/file-20221013-23-o3oc87.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/489658/original/file-20221013-23-o3oc87.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/489658/original/file-20221013-23-o3oc87.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/489658/original/file-20221013-23-o3oc87.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/489658/original/file-20221013-23-o3oc87.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Cartilla de racionamiento de España, 1945.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Cartilla_de_racionamiento_Espa%C3%B1a_1945.JPG">Falconaumanni / Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
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<h2>La hambruna sale a la luz</h2>
<p>Aunque la dictadura trató de silenciar la hambruna y de ocultar sus efectos, ya antes de la muerte de Franco y, sobre todo, a partir de 1975, el fenómeno del hambre fue representado en obras literarias y cinematográficas. Así ocurre en novelas como <em>Nada</em> (Laforet, 1945), <em>La Colmena</em> (Cela, 1950), <em>Tiempo de silencio</em> (Martín Santos, 1962) o <em>La plaza del diamante</em> (Rodoreda, 1962). O en cintas como <em>Surcos</em> (Nieves Conde, 1951). </p>
<p>Además, en los últimos años distintas investigaciones del ámbito de la antropología, la antropometría o la historia han puesto de manifiesto la <a href="https://libreriavirtual.dip-badajoz.es/es/novedades/1038-hambre-una-etnografia-de-la-escasez-de-posguerra-en-extremadura.html">dimensión cultural del hambre</a>, los perniciosos efectos que tuvo la malnutrición en <a href="https://www.aehe.es/wp-content/uploads/2021/07/DT-AEHE-2103.pdf">la estatura de los más jóvenes</a>, la prolongación de la miseria en <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7689134">la década de los cincuenta</a>, las peculiaridades en torno a <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7412638">la memoria del hambre</a> o el protagonismo que jugaron <a href="https://www.cedma.es/ficha.php?pub=04020">las mujeres de posguerra</a> en el diseño de <a href="https://www.cedma.es/ficha.php?pub=04020">originales estrategias</a> con las que hacer frente a la carestía. </p>
<p>Los resultados de todas estas investigaciones son recogidos en la exposición itinerante “<a href="https://www.hambrunafranquismo.es/">La hambruna silenciada. El hambre durante la posguerra franquista (1939-1952)</a>”. La muestra cuestiona muchos de los mitos que la dictadura construyó en torno a los años del hambre y que han llegado hasta la actualidad, como el que atribuía la escasez al legado republicano, las destrucciones de la guerra, el aislamiento internacional y la “pertinaz sequía”. También recupera las historias de las víctimas, de los supervivientes y de los resistentes de aquellos años sin pan.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/191717/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Gloria Román Ruiz es miembro del proyecto de investigación "Hambruna", financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Miguel Ángel del Arco Blanco disfruta de una beca Leonardo de la Fundación BBVA. También es IP del proyecto "Hambruna", financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. </span></em></p>Los peores años del hambre en la posguerra española constituyeron una auténtica hambruna durante la que cayó drásticamente el poder adquisitivo de la población y se registraron miles de muertes por inanición.Gloria Román Ruiz, Profesora de Historia Contemporánea, Universidad de GranadaMiguel Ángel del Arco Blanco, Profesor de Historia, Universidad de GranadaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1882042022-08-17T18:54:33Z2022-08-17T18:54:33ZMédicos judíos del gueto de Varsovia documentaron en secreto los efectos de las políticas nazis de hambruna en un libro redescubierto recientemente<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/477744/original/file-20220804-24-8ne1d4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=70%2C118%2C1282%2C883&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">El libro 'Maladie de Famine' incluye fotos inquietantes tomadas dentro del Gueto, juntas con un record de los efectos médicos de la inanición.</span> <span class="attribution"><span class="source">'Maladie de Famine," American Joint Distribution Committee</span></span></figcaption></figure><p>Hace 80 años, un grupo de científicos y médicos judíos hambrientos en el gueto de Varsovia recopilaban datos sobre sus pacientes que carecían de alimentos.</p>
<p>Esperaban que su investigación beneficiara a las generaciones futuras a través de mejores formas de tratar la desnutrición, y querían que el mundo supiera de las atrocidades nazis para evitar que algo similar volviera a suceder.</p>
<p>Registraron los sombríos efectos de una falta casi total de alimentos en el cuerpo humano en un libro titulado “<a href="https://www.worldcat.org/title/maladie-de-famine-recherches-cliniques-sur-la-famine-executees-dans-le-ghetto-de-varsovie-en-1942/oclc/613124708">Maladie de Famine</a>” (en inglés, “The Disease of Starvation: Clinical Research on Starvation in the Varsovia Ghetto in 1942”) que fue redescubierto recientemente en la biblioteca de la Universidad de Tufts.</p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/474374/original/file-20220715-4647-pxtnux.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="yellowed frontispiece of a book" src="https://images.theconversation.com/files/474374/original/file-20220715-4647-pxtnux.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/474374/original/file-20220715-4647-pxtnux.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=830&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/474374/original/file-20220715-4647-pxtnux.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=830&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/474374/original/file-20220715-4647-pxtnux.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=830&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/474374/original/file-20220715-4647-pxtnux.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1042&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/474374/original/file-20220715-4647-pxtnux.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1042&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/474374/original/file-20220715-4647-pxtnux.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1042&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Esta traducción al francés fue donado a la Universidad de Tufts en 1948.</span>
<span class="attribution"><span class="source">'Maladie de Famine,' American Joint Distribution Committee</span></span>
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<p><a href="https://scholar.google.com/citations?user=HyTsVigAAAAJ&hl=en&oi=ao">Como científicos que estudiamos</a> <a href="https://scholar.google.com/scholar?q=irwin%20rosenberg&btnG=&hl=en&as_sdt=0%2C22">el hambre</a>, sus efectos biológicos y su uso como arma de destrucción masiva, creemos que la historia de cómo y por qué los científicos judíos realizaron esta investigación en condiciones tan extremas es tan importante y convincente como sus resultados.</p>
<p>El médico principal del proyecto clandestino, Israel Milejkowski, escribió el prólogo de los libros. En él explica:</p>
<blockquote>
<p>“El trabajo se originó y se llevó a cabo en condiciones increíbles. Sostengo mi pluma en mi mano y la muerte mira fijamente en mi habitación. Mira a través de las ventanas negras de casas tristes y vacías en calles desiertas llenas de posesiones destrozadas y robadas. … En este silencio reinante reside el poder y la profundidad de nuestro dolor y los lamentos que un día sacudirán la conciencia del mundo”.</p>
</blockquote>
<p>Al leer estas palabras, ambos quedamos paralizados, transportados por su voz a un tiempo y un lugar donde el hambre se usaba como arma de opresión y aniquilación mientras los nazis exterminaban sistemáticamente a todos los judíos en sus territorios ocupados. Como estudiosos del hambre, también sabíamos muy bien que este libro cataloga muchas de las justificaciones de <a href="https://www.icrc.org/en/doc/war-and-law/treaties-customary-law/geneva-conventions/overview-geneva-conventions.htm">las Convenciones de Ginebra de 1949</a>, que hicieron del hambre a los civiles un crimen de guerra.</p>
<h2>Un expediente médico desafiante</h2>
<p>A los pocos meses de su invasión de Polonia en 1939, las fuerzas nazis crearon el infame gueto de Varsovia. En su apogeo, se requirió que más de <a href="https://www.jstor.org/stable/26627292">450.000 judíos vivieran en esta pequeña área amurallada</a> de aproximadamente 3,9 kilómetros cuadrados dentro de la ciudad, <a href="https://doi.org/10.2307/4065270">sin poder salir ni siquiera para buscar comida</a>.</p>
<p>Aunque a los alemanes en Varsovia se les asignó <a href="https://hekint.org/2022/01/06/the-warsaw-ghetto-hunger-study/">una ración diaria de unas 2.600 calorías</a>, los médicos del gueto estimaron que los judíos solo podían consumir unas 800 calorías al día en promedio a través de una combinación de raciones y contrabando. Eso es aproximadamente la mitad de las calorías que consumieron los voluntarios <a href="https://doi.org/10.1093/jn/135.6.1347">en un estudio sobre el hambre</a> realizado cerca del final de la Segunda Guerra Mundial por investigadores de la Universidad de Minnesota, y menos de <a href="https://www.dietaryguidelines.gov/sites/default/files/2020-12/Dietary_Guidelines_for_Americans_2020-2025.pdf">un tercio de las necesidades energéticas promedio de un hombre adulto</a>.</p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/474375/original/file-20220715-16-4kqicm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="emaciated naked patient sits on hospital bed with nurse behind" src="https://images.theconversation.com/files/474375/original/file-20220715-16-4kqicm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/474375/original/file-20220715-16-4kqicm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=742&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/474375/original/file-20220715-16-4kqicm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=742&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/474375/original/file-20220715-16-4kqicm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=742&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/474375/original/file-20220715-16-4kqicm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=932&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/474375/original/file-20220715-16-4kqicm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=932&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/474375/original/file-20220715-16-4kqicm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=932&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Miles de judíos murieron antes de las deportaciones, a causa de las condiciones en el Gueto de Varsovia.</span>
<span class="attribution"><span class="source">'Maladie de Famine,' American Joint Distribution Committee</span></span>
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</figure>
<p>Cuando los nazis designaron el distrito del Gueto de Varsovia, encerraron dos hospitales, uno para adultos judíos y otro para niños judíos. A los hospitales se les permitió continuar tratando a los pacientes con cualquier recurso que pudieran obtener, pero a los judíos en general se les <a href="https://www.archives.gov/publications/prologue/2010/winter/nuremberg.html">prohibió realizar investigaciones</a>. Sin embargo, a partir de febrero de 1942, un grupo de médicos judíos del gueto desafió a sus captores reuniendo meticulosamente y en secreto datos y observaciones sobre múltiples aspectos biológicos de la inanición.</p>
<p>Luego, el 22 de julio de 1942, las fuerzas nazis entraron en el gueto y destruyeron los hospitales y otros servicios críticos. Los pacientes y algunos de los médicos fueron asesinados en el acto o deportados para ser gaseados, sus laboratorios, muestras y parte de su investigación fueron destruidos.</p>
<p>Con su propio fallecimiento acercándose, los médicos restantes pasaron las últimas noches de sus vidas reuniéndose en secreto en los edificios del cementerio, transformando sus datos en una serie de artículos de investigación. Para octubre, mientras le daban los toques finales al libro, ya habían sido gaseados <a href="https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/deportations-to-and-from-the-warsaw-ghetto">unos 300.00 judíos del gueto</a>. Los propios datos de los médicos mostraron que otros 100.000 habían muerto por hambre forzada y enfermedades.</p>
<p>Con las deportaciones finales de los pocos judíos sobrevivientes en marcha y su propia muerte inminente, Milejkowski escribió sobre el vacío oscuro y bostezante del gueto en ese momento y las horribles condiciones en las que los médicos habían trabajado para realizar y registrar la investigación.</p>
<p>Milejkowski tuvo palabras no solo para el lector, sino también para sus queridos colegas, muchos de los cuales ya habían sido ejecutados.</p>
<blockquote>
<p>“Qué puedo decirles, mis queridos colegas y compañeros de miseria. Eres parte de todos nosotros. La esclavitud, el hambre, la deportación, esas figuras de muerte en nuestro gueto también fueron tu legado. Y tú, por tu trabajo, podrías darle al secuaz la respuesta ‘Non omnis moriar’, [No moriré del todo]”.</p>
</blockquote>
<p>El acto de resistencia del equipo a través de la ciencia fue su forma de sacar algo bueno de una situación malvada, para mostrarle al mundo la calidad del médico judío, pero sobre todo para desafiar la intención de los nazis de borrar su existencia.</p>
<p>Con la muerte llamando a la puerta, los médicos sacaron de contrabando su preciada investigación del gueto a un simpatizante que la enterró en el cementerio del hospital de Varsovia. Menos de un año después, todos menos unos pocos de los 23 autores estaban muertos.</p>
<p>Inmediatamente después de la guerra, el manuscrito fue desenterrado y llevado a uno de los pocos autores sobrevivientes, el Dr. Emil Apfelbaum, y al Comité de Distribución Conjunta Estadounidense en Varsovia, una organización benéfica cuyo objetivo principal en ese momento era ayudar a <a href="https://www.jdc.org/video/75-years-later-remembering-jdcs-role-in-saving-wwii-survivors">los sobrevivientes judíos</a>. Juntos, hicieron las ediciones finales e imprimieron los seis artículos supervivientes, encuadernándolos en un libro junto con las fotos tomadas en el gueto. Apfelbaum murió solo un par de meses antes de la impresión final, destrozado por sus años en el gueto.</p>
<p>En 1948 y 1949, el American Joint Distribution Committee difundió 1.000 copias de la traducción al francés a hospitales, facultades de medicina, bibliotecas y universidades de los EEUU. Era una copia humilde y desmoronada de este libro que esperaba ser “redescubierta” unos 75 años después en el sótano de una biblioteca de la Universidad de Tufts.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/474631/original/file-20220718-61161-bd2k07.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="black and white photo of an emaciated boy lying on a bed" src="https://images.theconversation.com/files/474631/original/file-20220718-61161-bd2k07.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/474631/original/file-20220718-61161-bd2k07.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=453&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/474631/original/file-20220718-61161-bd2k07.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=453&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/474631/original/file-20220718-61161-bd2k07.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=453&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/474631/original/file-20220718-61161-bd2k07.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=569&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/474631/original/file-20220718-61161-bd2k07.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=569&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/474631/original/file-20220718-61161-bd2k07.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=569&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Muchos residentes del gueto de Varsovia que murieron de hambre estaban libres de enfermedades.</span>
<span class="attribution"><span class="source">'Maladie de Famine,' American Joint Distribution Committee</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Las sombrías descripciones del libro</h2>
<p>Basada en las observaciones de miles de muertes por inanición, esta investigación del gueto de Varsovia proporciona información sobre la progresión biológica de la inanición que los científicos apenas comienzan a comprender.</p>
<p>Por ejemplo, muchos residentes del gueto de Varsovia que murieron de hambre estaban libres de enfermedades. Los investigadores del gueto encontraron que mientras que un cuerpo por lo demás saludable disminuía debido al hambre aparentemente tenía una menor necesidad de vitaminas, la necesidad de ciertos minerales permanecía. Vieron pocos casos de escorbuto (deficiencia de vitamina C), ceguera nocturna (deficiencia de vitamina A) o raquitismo (deficiencia de vitamina D). Pero sí vieron osteomalacia significativa, un ablandamiento de los huesos, ya que el cuerpo los extrajo para sus reservas de minerales.</p>
<p>Cuando los doctores proporcionaron azúcar a los severamente desnutridos, sus células hambrientas de energía la absorbieron rápidamente. Esto demostró que la capacidad de absorber y usar energía rápidamente se mantuvo hasta el final, lo que sugiere que la energía era el factor más importante en la inanición, no otros micro o macronutrientes.</p>
<p>Cada una de estas observaciones nos invita como científicos a explorar más. Y con estas lecciones podemos esperar prevenir muertes o daños a largo plazo por inanición a través de un mejor tratamiento para las personas con desnutrición severa. </p>
<p>Como científicos que estudian el hambre hoy en día, sería <a href="https://www.ama-assn.org/system/files/2019-01/code-of-medical-ethics-chapter-7.pdf">impensable y poco ético matar de hambre a las personas</a> para aprender cómo se ajusta y cambia el cuerpo humano durante las etapas finales de la inanición extrema. Incluso si los investigadores se adentran en una población afectada por la hambruna para aprender sobre la inanición, inmediatamente tratan a las víctimas, borrando el objeto mismo de su investigación.</p>
<p>En parte como resultado de la experiencia del gueto de Varsovia, las Convenciones de Ginebra tipificaron como <a href="https://ihl-databases.icrc.org/applic/ihl/ihl.nsf/Article.xsp?action=openDocument&documentId=ACF5220D585326BCC12563CD0051E8B6">delito la hambruna masiva intencional</a>, fortalecida aún más por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU <a href="https://www.un.org/press/en/2018/sc13354.doc.htm">en 2018</a>. Sin embargo, este aspecto inhumano de la guerra <a href="https://theconversation.com/starving-civilians-is-an-ancient-military-tactic-but-today-its-a-war-crime-in-ukraine-yemen-tigray-and-elsewhere-184297">permanece hasta el día de hoy</a>, como lo demuestra eventos actuales en <a href="https://www.politico.eu/article/the-starvation-of-a-nation-how-putin-is-using-hunger-as-a-weapon-in-ukraine/">Ucrania</a> y <a href="https://www.economist.com/leaders/2021/10/09/ethiopia-is-deliberately-starving-its-own-citizens">Tigray</a>, Etiopía.</p>
<p>Aunque “Maladie de Famine” nunca se ha perdido u olvidado por completo, las lecciones de la investigación de los médicos se han desvanecido en la semioscuridad. Ocho décadas después de la destrucción que puso fin a sus estudios, esperamos arrojar una luz renovada sobre este trabajo y su impacto duradero en la comprensión de los médicos sobre la inanición y cómo tratarla. Los datos y observaciones únicos sobre la hambruna severa que los médicos del gueto de Varsovia, a pesar de su propio sufrimiento, presentaron en este precioso libro pueden incluso ahora ayudar a proteger a otros de ese mismo destino.</p>
<p><em>Este artículo fue <a href="https://www.elimparcial.com/">traducido por El Imparcial</a>.</em></p><img src="https://counter.theconversation.com/content/188204/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Merry Fitzpatrick no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Irwin Rosenberg no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
</span></em></p>El libro registra los sombríos efectos de una falta casi total de alimentos en el cuerpo humano. Es un tesoro para los médicos que también muestra la dedicación y humanidad de los científicos judíos.Merry Fitzpatrick, Research Assistant Professor of Nutrition Science and Policy, Tufts UniversityIrwin Rosenberg, Professor Emeritus of Nutrition and Medicine, Tufts UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1833002022-06-14T17:18:13Z2022-06-14T17:18:13ZLa guerra en Ucrania puede provocar más hambre en el mundo: así podríamos remediarlo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/468554/original/file-20220613-15-knvy13.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=11%2C3%2C2629%2C1754&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/war-ukraine-ukrainian-flag-tractor-farm-2137165359">Shutterstock / tanitost</a></span></figcaption></figure><p>¿Cuál es el impacto de la guerra en Ucrania sobre los suministros alimentarios y el precio de los alimentos? Lo primero que hay que tener en cuenta es que la invasión rusa de Ucrania no solo <a href="https://digitallibrary.un.org/record/3958976?ln=es">está provocando una tragedia humanitaria</a> de gran magnitud junto a violaciones graves del derecho internacional, sino que además puede generar <a href="https://www.economist.com/leaders/2022/05/19/the-coming-food-catastrophe">una crisis alimentaria global</a> de igual o peores efectos que la que se produjo entre los años 2007 y 2008 debido al aumento de los precios de los alimentos básicos (como los cereales) en los mercados. </p>
<p>En este sentido, hay que recordar que a nivel mundial, Rusia y Ucrania desempeñan un papel clave en la producción mundial de cebada, trigo, maíz y aceite de girasol. Por ejemplo, <a href="https://reliefweb.int/report/world/ukrainerussia-war-continues-africa-food-crisis-looms">más del 40 % de las importaciones de trigo en África provienen de Ucrania y Rusia</a>. Sin embargo, la producción de cereales en Ucrania está siendo perjudicada por los efectos del conflicto armado. La producción ucraniana en el marco del suministro de trigo y otros cereales no será fácilmente reemplazable a corto plazo. De hecho, está provocando que se estén produciendo especulaciones excesivas en el precio de los alimentos en la Bolsa de Chicago por parte de los fondos de inversión.</p>
<p>Según la <a href="https://unric.org/en/the-un-and-the-war-in-ukraine-key-information/">Organización de Naciones Unidas</a>, la guerra en Ucrania puede provocar que aumente en 13 millones más el número de personas que actualmente padecen hambre en el mundo (en torno a <a href="https://www.fao.org/3/cb4474es/cb4474es.pdf">800 millones se encuentran en situación de inseguridad alimentaria</a>). </p>
<p>Además de eso, otro de los problemas que se aprecia es la interrupción del comercio de fertilizantes utilizados para la producción de alimentos. <a href="https://eur-lex.europa.eu/resource.html?uri=cellar:5391557a-aaa2-11ec-83e1-01aa75ed71a1.0011.02/DOC_2&format=PDF">Rusia y Bielorrusia exportan gran cantidad de fertilizantes</a> (a base de nitrógeno potásico) a muchos países de Europa y de Asia. Las sanciones económicas impuestas a productos rusos por la invasión de Ucrania están ocasionando una disrupción en el comercio de estos insumos agrícolas. A su vez, podemos ver cómo también existe una interrupción en las cadenas de suministro y en el transporte de materias primas alimentarias. </p>
<p>Importantes flujos comerciales de cereales y semillas oleaginosas procedentes del Mar Negro prácticamente <a href="https://eur-lex.europa.eu/resource.html?uri=cellar:5391557a-aaa2-11ec-83e1-01aa75ed71a1.0011.02/DOC_1&format=PDF">se han interrumpido</a> a consecuencia del bloqueo por el conflicto. Asimismo, los cereales son el principal alimento que utiliza el sector ganadero para alimentar al ganado y, cuando estos escasean o suben de precio, obviamente también aumenta el precio de la carne. </p>
<h2>El precio del trigo ya se ha encarecido</h2>
<p>En este sentido, según el <a href="https://www.fao.org/worldfoodsituation/foodpricesindex/en/">índice de precios de los alimentos</a> elaborado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el trigo se ha encarecido un 50 % en las últimas semanas hasta alcanzar los niveles más altos en 14 años. A lo que se suma también el <a href="https://reliefweb.int/report/world/food-and-energy-price-shocks-ukraine-war-could-last-years-enarruzh">aumento del precio de los fertilizantes y de la energía</a>. </p>
<p>Todos estos factores tienden a aumentar los costes de producción para los agricultores y los transportistas de alimentos. Si cuesta más caro producir y transportar alimentos, obviamente el precio de venta de los alimentos va a aumentar para los consumidores y ello es especialmente perjudicial para las personas de bajos ingresos. </p>
<p>Finalmente esta cuestión también repercute en la dieta y en la salud de los consumidores, ya que cuando sube el precio de los alimentos, los hogares tienden a comprar menos frutas y hortalizas y se decantan por alimentos más baratos que suelen ser alimentos con alta densidad calórica y pobres en nutrientes para la salud (vitaminas, minerales, etc.). </p>
<p>También se verán afectados los estados que son importadores de alimentos (especialmente de cereales). Muchos estados de África, Oriente Medio y de los Balcanes occidentales (que importan gran parte de sus alimentos y en particular el trigo) van a ver un <a href="https://www.ifw-kiel.de/publications/media-information/2022/cereal-exports-ukraine-default-hits-african-countries-hard">aumento de la factura de sus importaciones</a>. </p>
<p>Por ejemplo, estados importadores de cereales como Líbano, Egipto, Túnez o Yemen ya se ven gravemente afectados y esto hace que puedan aumentar las tensiones, el malestar social o la inestabilidad en dichos estados. Igualmente, los países que dependen de la importación de los fertilizantes para una significativa parte de su producción agrícola también se enfrentan a costes cada vez mayores para adquirir estos insumos importados, lo que supone una grave amenaza para la producción de sus alimentos para las próximas cosechas.</p>
<h2>Respuestas necesarias para afrontar la crisis</h2>
<p>Dado que el impacto de esta crisis es global, se necesita una respuesta también global y que se aplique tanto a corto como a largo plazo. Para el primero de los casos:</p>
<ul>
<li><p>La respuesta a esta crisis no puede ser la restricción del comercio. El retorno al proteccionismo o la limitación de las exportaciones para garantizar el consumo interno no sería la respuesta correcta por dos razones en particular: en primer lugar, porque agravaría el hambre en el mundo (principalmente en los estados más pobres de Oriente Medio y de África que dependen en gran medida de las importaciones de cereales provenientes de Ucrania). En este sentido, <a href="https://ec.europa.eu/info/food-farming-fisheries/plants-and-plant-products/plant-products/cereals_es">las exportaciones europeas podrían jugar un papel importante al respecto </a>, pero se requiere de una cooperación internacional a mayor escala. En segundo lugar, porque acentuaría más el aumento de los precios de los alimentos. </p></li>
<li><p>También se requiere que se intensifique la ayuda humanitaria y alimentaria directa, tanto para Ucrania como para los estados que están resultando especialmente afectados en sus suministros alimentarios. En este sentido, el <a href="https://www.wfp.org/emergencies/ukraine-emergency">Programa Mundial de Alimentos (PMA)</a> puede desempeñar un papel clave, pero necesita mayor financiación por parte de los estados, de lo contrario, si se resta apoyo económico a este órgano subsidiario conjunto tanto de la FAO como de Naciones Unidas, el PMA se verá obligado a reducir las raciones de alimentos que asigna a países vulnerables como Yemen, Chad, Níger o la misma Ucrania. </p></li>
<li><p>Los estados deberían aplicar <a href="https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/es/ip_21_6608">tipos reducidos del impuesto sobre el valor añadido (IVA) en los bienes y servicios que responden a necesidades básicas</a> en aras de mitigar el impacto de los altos precios de los alimentos sobre los más vulnerables económicamente. Esto es algo que se está haciendo en algunos países de la Unión Europea. </p></li>
<li><p>Igualmente, a corto plazo deberíamos reducir la proporción de las tierras agrícolas que se utilizan para producir materias primas para los biocarburantes en detrimento del uso de los cultivos con fines propiamente alimentarios para la población, para compensar así la pérdida de las exportaciones ucranianas de cebada, maíz, trigo y girasol. </p></li>
<li><p>Debería articularse un seguimiento y análisis periódicos de los precios de los alimentos en el mercado. <a href="https://www.fao.org/newsroom/detail/amid-the-war-in-ukraine-europe-and-central-asia-discuss-ways-of-ensuring-food-security-and-transforming-agrifood-systems/en">La FAO debe asumir un papel clave a la hora de analizar y ofrecer recomendaciones para tratar las repercusiones que la invasión de Ucrania está teniendo</a> en los sistemas alimentarios internacionales. En este sentido, el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial podría encargarse de coordinar un sistema de información sobre el mercado agrícola para ofrecer recomendaciones tempranas, mejorar la transparencia y orientar sobre las formas de hacer frente a condiciones críticas. </p></li>
</ul>
<p>En cuanto a las posibles respuestas globales a largo plazo, deberían ser las siguientes:</p>
<ul>
<li><p>Promover una transición hacia sistemas agrícolas y alimentarios que sean más sostenibles porque eso supone hacerlos más resilientes a futuras crisis. En este sentido, tenemos que adaptar la producción alimentaria a la evolución de las condiciones climáticas, como lo demuestra el último informe del IPCC (<a href="https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg2/">Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático</a>) y, a su vez, tenemos que reducir los efectos negativos que está provocando la agroindustria intensiva sobre los ecosistemas, con la consecuente pérdida de biodiversidad. </p>
<p>Por ejemplo, realizar un mayor esfuerzo por parte de los estados hacia la transición de prácticas agroecológicas que reduzcan el uso de fertilizantes y pesticidas químicos es una cuestión que se puso encima de la mesa en la última <a href="https://www.un.org/en/food-systems-summit">Cumbre mundial sobre sistemas alimentarios de 2021</a> y también constituye un objetivo de la estrategia de la UE denominada <a href="https://www.consilium.europa.eu/es/policies/from-farm-to-fork/#:%7E:text=Su%20objetivo%20principal%20es%20impulsar,planes%20nacionales%20de%20agricultura%20ecol%C3%B3gica.">“De la granja a la mesa”</a>. La agricultura ecológica utiliza cantidades limitadas de abonos minerales y fertilizantes químicos y, por tanto, está menos expuesta a los efectos negativos que provoca el aumento del precio de estos insumos químicos en el mercado. </p></li>
<li><p>Es necesario mejorar la resiliencia de las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas (vulnerables a la volatilidad de los precios en los mercados), apoyar el desarrollo de cadenas de suministro cortas y facilitar el acceso al crédito a los agricultores para reducir la dependencia de las importaciones de alimentos y favorecer la <a href="https://www.consilium.europa.eu/es/meetings/agrifish/2022/03/21/">soberanía alimentaria interna</a>.</p></li>
</ul>
<p>En definitiva, podemos concluir que, debido a lo expuesto, la protección y mejora de <a href="https://www.dykinson.com/libros/el-hambre-como-riesgo-y-amenaza-a-la-paz-y-seguridad-internacionales/9788413248394/">la seguridad alimentaria debe integrase en los esfuerzos de todo el sistema de Naciones Unidas para reafirmar la paz y seguridad internacionales</a>. La paz es fundamental para proteger a las personas del hambre.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/183300/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Adriana Fillol Mazo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La falta de producción de cereales en Ucrania, los flujos comerciales de semillas y cereales procedentes del Mar Negro detenidos y la interrupción del comercio de fertilizantes de Rusia y Biolelorrusia no tardarán en poner en peligro la seguridad alimentaria de muchos países si no se toman medidas.Adriana Fillol Mazo, Profesora Ayudante Doctor en Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales, Universidad de SevillaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1768412022-02-22T15:34:46Z2022-02-22T15:34:46ZHolodomor: Morir de hambre en los años 30 en la Unión Soviética<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/445443/original/file-20220209-23-c72b6y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=4%2C0%2C1592%2C1188&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Paseantes hambrientos en Járkov, 1933.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:GolodomorKharkiv.jpg"> Alexander Wienerberger / Wikimedia Commons</a></span></figcaption></figure><p>El <em>Holodomor</em> es un término que deriva del ucraniano <em>Голодомор</em> y se traduce como “matar de hambre”. Hace referencia a la hambruna que asoló a la URSS y tuvo un gran impacto en Ucrania entre 1932 y 1933. Pero no fue la primera, pues también es reseñable la hambruna de los años veinte, especialmente en la región del Volga, que requirió ayuda internacional.</p>
<p>La aplicación de la política económica de colectivización forzosa, la escasez de alimentos y la extremadamente difícil supervivencia motivaron la muerte por inanición de millones de personas. La hambruna ha dejado huella en los <a href="http://www.holodomorsurvivors.ca/">testimonios de los supervivientes</a> y también ha sido reflejada en la literatura (en la novela <a href="http://www.galaxiagutenberg.com/libros/todo-fluye-2/"><em>Todo fluye</em></a> de Vasili Grossman).</p>
<h2>La hambruna en tiempos de Stalin</h2>
<p>La aplicación de la colectivización forzosa a partir de 1928 y los planes quinquenales supusieron un viraje respecto a la Nueva Política Económica (1921) que había aumentado el nivel de vida de los campesinos. Las consecuencias de la colectivización fueron, entre otras, el fin de las estructuras tradicionales de vida de los campesinos y la integración del sector de la agricultura de forma plena en la estructura económica y política centralizada. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/445445/original/file-20220209-27-o0v1sd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/445445/original/file-20220209-27-o0v1sd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/445445/original/file-20220209-27-o0v1sd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=414&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/445445/original/file-20220209-27-o0v1sd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=414&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/445445/original/file-20220209-27-o0v1sd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=414&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/445445/original/file-20220209-27-o0v1sd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=520&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/445445/original/file-20220209-27-o0v1sd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=520&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/445445/original/file-20220209-27-o0v1sd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=520&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Requisa de trigo en el óblast de Kiev, 1930.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:%D0%A1%D0%B5%D0%BB%D1%8F%D0%BD%D0%B8_%D0%B7%D0%B4%D0%B0%D1%8E%D1%82%D1%8C_%D1%85%D0%BB%D1%96%D0%B1.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>El 7 de agosto de 1932 se aprobó la Ley de las Espigas, que establecía castigos para todos aquellos que estuviesen en contra de la confiscación de grano, lo ocultaran y, sobre todo, para quienes lo robaban. Se impusieron penas y se coartó la movilidad. Además, se proyectó una imagen de los kulaks como traidores, como puede apreciarse en el cuadro de Boris Iogason <a href="https://www.diomedia.com/stock-photo-a-plot-of-kulaks---ioganson-boris-vladimirovich-1893-1973-image20358657.html"><em>Conspiración de Kulaks, enemigos de la colectivización</em></a> de 1933-1934. Y la hambruna quedó relegada al silencio en la propaganda del sistema.</p>
<p>En el plano historiográfico, la hambruna de los años treinta ha generado debate sobre las cifras, la intencionalidad y existencia de la misma. A modo de breve panorámica, <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=238495">Medvedev califica</a> de graves los errores durante la colectivización forzosa de la agricultura y la industrialización. Y Conquest, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/La_cosecha_del_dolor">en su obra <em>La cosecha del dolor</em></a>, conecta colectivización y hambruna, pues la escasez en Ucrania, entre 1932 y 1933, estuvo causada por una política agrícola llevada a cabo por Stalin con un fin destructivo. Anne Applebaum incide en esta cuestión en <a href="https://www.penguinlibros.com/es/historia/11801-libro-hambruna-roja-9788499929026"><em>Hambruna roja: la guerra de Stalin contra Ucrania</em></a>. <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=292775">En palabras de Carr</a>: “Lo que había sido planeado como una gran realización terminó en una de las grandes tragedias”.</p>
<h2>¿Fue un genocidio la hambruna soviética?</h2>
<p>El genocidio es definido en términos jurídicos como un acto perpetrado con la intención de destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial o religioso, ya sea cometido en tiempos de paz o de guerra. Se considera un delito de derecho internacional en la <a href="https://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CrimeOfGenocide.aspx">Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948</a> y en el <a href="https://www.un.org/spanish/law/icc/statute/spanish/rome_statute(s).pdf">Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de 1998</a>. </p>
<figure class="align-left zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/445444/original/file-20220209-19-ivmwpm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/445444/original/file-20220209-19-ivmwpm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/445444/original/file-20220209-19-ivmwpm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=837&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/445444/original/file-20220209-19-ivmwpm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=837&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/445444/original/file-20220209-19-ivmwpm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=837&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/445444/original/file-20220209-19-ivmwpm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1051&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/445444/original/file-20220209-19-ivmwpm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1051&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/445444/original/file-20220209-19-ivmwpm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1051&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Áreas afectadas por la hambruna en la Unión Soviética.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Famine_en_URSS_1933.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>En 2006, el Parlamento de Ucrania reconoció como “genocidio” la muerte de millones de campesinos ucranianos durante la colectivización forzosa en los años treinta del siglo XX. Algunos países también lo han reconocido, como EE.UU. –en el Senado–, Canadá, Polonia, Estonia, Letonia y Lituania. Otros estados aplican el término de “acto de exterminación”, como es el caso de España, Italia y Argentina. </p>
<p>La Federación Rusa no considera el <em>Holodomor</em> un genocidio porque la gente no falleció por el hecho de ser ucraniana sino por ser víctimas de las duras imposiciones económicas que sufrieron, como el resto de soviéticos. El documental <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Holodomor-1933._Lecciones_no_aprendidas_de_la_historia"><em>Holodomor-1933. Lecciones no aprendidas de la historia</em></a> denuncia las cifras de víctimas dadas por considerar que se han sobredimensionado y que la cifra de siete millones incluiría a otros territorios soviéticos además de Ucrania: el Cáucaso Norte, la región del Volga o Kazajistán, entre otros. </p>
<p>El profesor André Liebich <a href="https://es.euronews.com/2013/11/22/holodomor-el-genocidio-ignorado">considera</a> poco apropiado el término genocidio. Aclara que se trata de un crimen contra la humanidad, no contra un pueblo en particular, incide en que la hambruna se dejó sentir en más regiones y en que podría haber memorias compartidas del hecho que unieran, más que fracturaran, sociedades, y afirma que “el Estado no tiene que decretar la verdad ni poner fin a las discusiones”.</p>
<h2>El recuerdo de las víctimas del Holodomor</h2>
<p>En Ucrania se recuerda oficialmente este luctuoso hecho a través del día en memoria de las víctimas del Holodomor el cuarto sábado del mes de noviembre, desde su aprobación por decreto presidencial de Leonid Kuchma el 26 de noviembre de 1998. El día ha sido renombrado y también se ha añadido un minuto de silencio dentro de los actos de homenaje. </p>
<p>En países donde la comunidad ucraniana tiene una presencia significativa, como en Canadá, también se rinde tributo a las víctimas. Y el Parlamento Europeo, en <a href="https://www.europarl.europa.eu/doceo/document/TA-6-2008-0523_ES.html">su resolución de 23 de octubre de 2008 sobre la Conmemoración del Holodomor, la hambruna ucraniana</a>, la condena como crimen contra la humanidad, manifiesta sus condolencias y pide la apertura de archivos para su investigación.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/446823/original/file-20220216-10370-jp9kt3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/446823/original/file-20220216-10370-jp9kt3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/446823/original/file-20220216-10370-jp9kt3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=335&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/446823/original/file-20220216-10370-jp9kt3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=335&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/446823/original/file-20220216-10370-jp9kt3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=335&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/446823/original/file-20220216-10370-jp9kt3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=421&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/446823/original/file-20220216-10370-jp9kt3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=421&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/446823/original/file-20220216-10370-jp9kt3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=421&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Exterior del Museo del Holodomor en Kiev.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://holodomormuseum.org.ua/en/about-the-museum/">Holodomor Museum</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>En el entramado urbano de Kiev se han levantado monumentos en memoria de las víctimas, como la estatua que representa a una niña, situada frente al <a href="https://holodomormuseum.org.ua/en/about-the-museum/">Museo Nacional del Holodomor-Genocidio</a>, que en los días de recuerdo recibe flores, velas y espigas. Y también hay otros monumentos en ciudades como Edmonton, Múnich, Varsovia y Washington. </p>
<p>En síntesis, la vertiginosa modernización emprendida en la URSS fue una imposición para los soviéticos que generó ingentes estragos. Y el <em>Holodomor</em> es un hecho que ha suscitado controversias, investigado y recordado a través de los supervivientes, monumentos e instituciones dedicadas a la memoria de las víctimas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/176841/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Magdalena Garrido Caballero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El Holodomor es un término que se traduce como “matar de hambre”. Hace referencia a la hambruna que asoló a la URSS y tuvo un gran impacto en Ucrania entre 1932 y 1933.Magdalena Garrido Caballero, Profesora Titular del área de Historia Contemporánea, Universidad de MurciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1762242022-02-02T16:58:48Z2022-02-02T16:58:48ZBienvenidos a 536, el peor año de la historia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/444010/original/file-20220202-15-1i2d6am.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C3%2C2116%2C1511&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">'El triunfo de la muerte', de Pieter Brueghel el Viejo.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:The_Triumph_of_Death_by_Pieter_Bruegel_the_Elder.jpg">Museo del Prado / Wikimedia Commons</a></span></figcaption></figure><p>Apenas estamos en el mes de febrero y ya el año 2022 tiene mala pinta. Una enorme erupción volcánica en la costa de <a href="https://theconversation.com/por-que-la-erupcion-volcanica-en-tonga-ha-sido-tan-violenta-y-que-podria-ocurrir-ahora-175085">Tonga</a>, la perspectiva de una <a href="https://theconversation.com/cinco-claves-para-entender-por-que-rusia-podria-invadir-ucrania-175475">guerra con Rusia</a>, la pandemia en curso (y sus trastornos económicos). Y eso antes de hablar del ruido de sables chino sobre Taiwán o del desastroso retorno de “Sexo en Nueva York”.</p>
<p>Bienvenidos al nuevo año: tan espantoso como el anterior.</p>
<h2>Una historia de malos tiempos</h2>
<p>No escribo para quitarle importancia a los problemas reales de nuestro mundo, sino para ponerlos en perspectiva. 2020, 2021 y quizás ahora 2022 han sido todos malos. </p>
<p>Pero no han sido años peores que, por ejemplo, 1347, cuando la <a href="https://www.historytoday.com/archive/black-death-greatest-catastrophe-ever">Peste Negra</a> comenzó su larga marcha por Eurasia. O 1816, el “<a href="https://scied.ucar.edu/learning-zone/how-climate-works/mount-tambora-and-year-without-summer">año sin verano</a>”. O 1914, cuando el <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Assassination_of_Archduke_Franz_Ferdinand">asesinato</a> de un oscuro archiduque de los Habsburgo precipitó no uno, sino dos conflictos mundiales, uno de los cuales provocó millones de muertes en el genocidio más horrible de la humanidad.</p>
<p>Ha habido muchos otros años y décadas malos. En la década de 1330, la hambruna hizo estragos en la China de Yuan. En la década de 1590, una hambruna similar <a href="https://www.cambridge.org/core/books/abs/famine-in-european-history/famines-in-europe-an-overview/1F2C289429D917478CA3124B1604127E">devastó Europa</a>, y en la década de 1490 <a href="https://www.jstor.org/stable/24631803">la viruela y la gripe</a> empezaron a abrirse camino entre las poblaciones indígenas de América (recíprocamente, <a href="https://www.encyclopedia.com/science/encyclopedias-almanacs-transcripts-and-maps/appearance-syphilis-1490s">la sífilis hizo lo mismo</a> entre los habitantes del Viejo Mundo).</p>
<p>La vida ha sido a menudo “desagradable, brutal y corta”, como <a href="https://www.gutenberg.org/files/3207/3207-h/3207-h.htm">observó</a> el filósofo político y cínico Thomas Hobbes en su Leviatán de 1651. Y, sin embargo, los historiadores, incluso ahora, señalan a veces un año concreto como peor que los demás. </p>
<p>Sí, puede haber habido un momento dentro de la memoria histórica que realmente fue la peor hora para estar vivo.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/443620/original/file-20220201-27-jqyvoo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/443620/original/file-20220201-27-jqyvoo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/443620/original/file-20220201-27-jqyvoo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=512&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/443620/original/file-20220201-27-jqyvoo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=512&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/443620/original/file-20220201-27-jqyvoo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=512&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/443620/original/file-20220201-27-jqyvoo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=643&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/443620/original/file-20220201-27-jqyvoo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=643&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/443620/original/file-20220201-27-jqyvoo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=643&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Inspirada en la Peste Negra, la Danza de la Muerte, una alegoría sobre la universalidad de la muerte, fue un motivo pictórico común en el periodo medieval tardío.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Wikipedia</span></span>
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<h2>536: ¿el peor año de la historia?</h2>
<p>536 es el <a href="https://www.science.org/content/article/why-536-was-worst-year-be-alive">actual candidato de consenso</a> para el peor año de la historia de la humanidad. Una erupción volcánica, o posiblemente más de una, en algún lugar del hemisferio norte parece haber sido el desencadenante. </p>
<p>Dondequiera que fuera, la erupción precipitó un “<a href="https://scitechdaily.com/volcanic-winter-ever-present-threat-of-catastrophic-supervolcano-eruptions-revealed/">invierno volcánico</a>” de una década de duración, en el que China sufrió nieves estivales y las temperaturas medias en Europa descendieron 2,5°C. Los cultivos no prosperaron. La gente pasó hambre. Y se alzaron en armas unos contra otros. </p>
<p>En 541 <a href="https://www.worldhistory.org/article/782/justinians-plague-541-542-ce/">la peste bubónica llegó</a> desde Egipto y consiguió matar a un tercio de la población del imperio bizantino. </p>
<p>Incluso en el lejano Perú, las sequías afectaron a la hasta entonces floreciente <a href="https://www.worldhistory.org/Moche_Civilization/">cultura Moche</a>.</p>
<p>El aumento de la capa de hielo del océano (un efecto de retroalimentación del invierno volcánico) y un intenso <a href="https://spaceplace.nasa.gov/solar-cycles/en/">mínimo solar</a> (el período regular que presenta la menor actividad en el ciclo solar de 11 años del Sol) en el año 600 aseguraron que el enfriamiento global continuara durante más de un siglo. </p>
<p>Muchas de las sociedades que vivían en el año 530 simplemente no pudieron sobrevivir a los estragos que se desencadenaron las décadas siguientes. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/443622/original/file-20220201-26-on5flv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/443622/original/file-20220201-26-on5flv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/443622/original/file-20220201-26-on5flv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/443622/original/file-20220201-26-on5flv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/443622/original/file-20220201-26-on5flv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/443622/original/file-20220201-26-on5flv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/443622/original/file-20220201-26-on5flv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/443622/original/file-20220201-26-on5flv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Un invierno volcánico es un descenso drástico de las temperaturas que se produce en todo el mundo tras una erupción volcánica masiva, ya que las partículas de ceniza y los gases, como el dióxido de azufre, que se inyectan en la estratosfera durante la erupción y se propagan por todo el mundo a través de los vientos, tapan el sol e impiden que la energía solar llegue a la superficie terrestre.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Shutterstock</span></span>
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<h2>La nueva “ciencia” de la historia del clima</h2>
<p>Los historiadores nos interesamos ahora especialmente por temas como este porque podemos colaborar con los científicos para reconstruir el pasado de formas nuevas y sorprendentes.</p>
<p>Solo una parte de lo que sabemos, o creemos saber, sobre lo que ocurrió en ese periodo tan turbio procede de las fuentes escritas tradicionales. Tenemos algunas para el año 536: el historiador bizantino Procopio <a href="https://books.google.com.au/books?redir_esc=y&id=szQjAQAAMAAJ&pg=PA329&sig=ACfU3U3viCnyjDWpIekZMiXINambZi7GiA&focus=searchwithinvolume&q=portent">escribió</a> ese año que “se ha producido un presagio muy temible”, y el senador romano Casiodoro <a href="https://books.google.com.au/books?id=aymsvxyyOhoC&pg=PA518&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false">señaló</a> en el año 538:</p>
<blockquote>
<p>[…] el sol parece haber perdido su luz habitual y tiene un color azulado. Nos maravilla no ver las sombras de nuestros cuerpos al mediodía y sentir que el poderoso vigor de su calor se ha debilitado. </p>
</blockquote>
<p>Sin embargo, los verdaderos avances en la comprensión histórica de este “peor año de la historia” están surgiendo gracias a la aplicación de técnicas tan avanzadas como la <a href="https://www.sciencedirect.com/topics/earth-and-planetary-sciences/dendroclimatology">dendroclimatología</a> y el <a href="https://www.ncdc.noaa.gov/news/picture-climate-what-can-we-learn-ice">análisis de núcleos de hielo</a>. </p>
<p>El dendroclimatólogo Ulf Büntgen <a href="https://www.nature.com/articles/ngeo2652">detectó</a> pruebas de un grupo de erupciones volcánicas en 536, 540 y 547 en los patrones de crecimiento de los anillos de los árboles. Asimismo, el <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/antiquity/article/alpine-icecore-evidence-for-the-transformation-of-the-european-monetary-system-ad-640670/0727B4230C5DA92634B6251B9FBD3898">análisis ultrapreciso</a> de un glaciar suizo realizado por el arqueólogo Michael McCormick y el glaciólogo Paul Mayewski ha sido clave para comprender la gravedad del cambio climático del año 536.</p>
<p>Este tipo de análisis se considera ahora un recurso importante, incluso esencial, en la caja de herramientas metodológicas de los historiadores, especialmente para analizar periodos en los que no se conservan muchos registros.</p>
<p>Algunos historiadores –como <a href="https://press.princeton.edu/books/hardcover/9780691166834/the-fate-of-rome">Kyle Harper</a>, <a href="https://www.penguinrandomhouse.com/books/288954/collapse-by-jared-diamond/">Jared Diamond</a> y <a href="https://yalebooks.yale.edu/book/9780300219364/global-crisis">Geoffrey Parker</a>– utilizan los avances en este campo en expansión para construir relatos revisionistas completos sobre el ascenso y la caída de determinadas sociedades. Para ellos, las condiciones de nuestro planeta son mucho más significativas en el impulso de nuestra historia de lo que habíamos considerado.</p>
<h2>Cómo hacer frente a la adversidad</h2>
<p>Pero, ¿cómo se vivió un acontecimiento que cambió el clima como el que comenzó en el año 536? Es una pregunta que los historiadores siguen considerando a medida que revisamos nuestras fuentes.</p>
<p>La mayoría de los que vivían en el año 536 probablemente no sabían que lo tenían tan mal. Como historiadores, somos propensos a confiar demasiado en fragmentos anecdóticos cargados de fatalidad, como las citas de Procopio y Casiodoro. </p>
<p>Sin embargo, al igual que en el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADndrome_de_la_rana_hervida">síndrome de la rana hervida</a>, el ciudadano medio de la época puede que solo se diera cuenta poco a poco de lo sombrías que se estaban volviendo las condiciones de su mundo. De hecho, el peor momento no fue en el año 536, sino algún tiempo después, cuando los efectos de las plagas y las sequías, el frío y las hambrunas se hicieron sentir de verdad.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/176224/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Miles Pattenden ha recibido fondos para hacer investigaciones en el pasado por la Academia Británica, la Comisión Europea, y el Gobierno de España.
</span></em></p>2020, 2021 y quizás ahora 2022, han sido años muy malos, pero comparados con lo que ocurrió en 536, un año en el que confluyeron la erupción de volcanes, una peste, una hambruna y un invierno interminable, parecen muy poca cosa.Miles Pattenden, Senior Research Fellow, Institute for Religion and Critical Inquiry/Gender and Women's History Research Centre, Australian Catholic UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1749792022-01-17T19:10:53Z2022-01-17T19:10:53ZObesos y famélicos: la alimentación es ética y política<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/441071/original/file-20220117-17-1s37eyn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C16%2C5512%2C3650&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/pigs-lying-stable-1378708994">Shutterstock / matej_z</a></span></figcaption></figure><p>En julio de 2021, el ministro de Consumo, Alberto Garzón, pidió reducir el consumo de carne en España, el mayor consumidor de la Unión Europea. Alegaba que el consumo excesivo de carne roja y sus derivados deteriora la salud y reduce la esperanza de vida. </p>
<p>Meses más tarde, el 26 diciembre para ser exactos, Alberto Garzón reiteró esta recomendación en una <a href="https://www.theguardian.com/world/2021/dec/26/spanish-should-eat-less-meat-to-limit-climate-crisis-says-minister">entrevista concedida al rotativo inglés <em>The Guardian</em></a>. En ella abogaba por una ganadería extensiva, de carácter sostenible, para reducir el impacto ambiental de la ganadería intensiva, que contribuye en gran medida a la emisión de gases de efecto invernadero. Y sus declaraciones levantaron un gran revuelo.</p>
<h2>Megagranjas y contaminación</h2>
<p>La proliferación de «megagranjas» en España, en detrimento de las explotaciones familiares y cooperativas, está detrás de la contaminación por purines de los suelos y aguas subterráneas de amplias zonas del país. Especialmente en CC. AA. como Cataluña, Aragón y las dos Castillas. </p>
<p>La situación es tan grave que Cataluña aprobó en 2019 un decreto para mejorar el manejo de los purines. Además, en diciembre de 2021 la Comisión Europea <a href="https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/es/ip_21_6265">decidió llevar a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea </a>por la deficiente aplicación de la Directiva sobre nitratos. Estas sustancias contaminan las reservas de agua subterránea, y <a href="https://theconversation.com/asi-contribuye-al-cambio-climatico-la-agricultura-quimica-que-intoxica-el-mar-menor-167158">están detrás de desastres ecológicos como el del mar Menor</a> por eutrofización de lagos, ríos y costas. </p>
<p>Desde entonces, el Gobierno y algunas de las comunidades autónomas más afectadas han anunciado o aprobado moratorias para la construcción de nuevas megagranjas o ampliación de las existentes. </p>
<p>Por ello, resulta en extremo chocante la airada reacción provocada por las declaraciones del ministro de Consumo entre la oposición, sus socios de Gobierno y los presidentes <a href="https://www.efe.com/efe/espana/economia/lamban-niega-que-en-aragon-haya-macrogranjas-y-dice-no-se-van-a-autorizar/10003-4714348">de Aragón</a> y <a href="https://www.efe.com/efe/espana/politica/los-lideres-del-psoe-critican-a-garzon-y-subrayan-la-calidad-sector-carnico/10002-4712696">Castilla-La Mancha</a>, solo explicable por la alta presencia del sector industrial cárnico en esas regiones. </p>
<h2>¿Economía o bien común?</h2>
<p>España es <a href="https://ec.europa.eu/eurostat/documents/3217494/12069644/KS-FK-20-001-EN-N.pdf">el primer país de la UE en censo porcino</a>, con el 21,8 % del total de animales de los países miembros. También se sitúa como cuarta potencia mundial en producción de la industria cárnica porcina, en buena parte destinada a la exportación, solo detrás de China, Estados Unidos y Alemania. </p>
<p>Estamos, por tanto, ante un debate público sobre políticas agroalimentarias, trufado de intereses económicos y electoralistas que dominan el discurso por encima de la utilidad pública y del bien común de la sociedad en su conjunto y que determinan el tipo de comida que acabará en nuestros platos. </p>
<p>Pero los datos son contundentes. En un mundo globalizado, donde se está imponiendo este modelo industrial e intensivo de producción de alimentos, <a href="https://www.fao.org/publications/sofi/2021/es/">las dietas saludables son inasequibles para más de 3 000 millones de personas</a>. Además, cerca de un tercio de la mortalidad es debida a <a href="https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)30752-2/fulltext">algún tipo de malnutrición</a>: desnutrición, obesidad o déficits nutricionales de vitaminas o minerales.</p>
<p>Nadie discute que la comida es un elemento necesario para la supervivencia y el bienestar de las personas. Tampoco que forma parte sustancial de la cultura de los pueblos y sociedades. Lo sabemos bien en España, donde la gastronomía ha sido encumbrada casi a una suerte de religión. </p>
<p>Pero comer, más allá de su evidente relación con la cultura y con el mantenimiento de nuestra vida (o quizá precisamente por ello), es un acto con una dimensión ética y política. No es algo inocuo y baladí cómo comemos, qué comemos, el ciclo de producción y distribución de la comida, cuánta comida sobra o falta o qué régimen de propiedad se aplica sobre los alimentos.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/441115/original/file-20220117-25-16jt88c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/441115/original/file-20220117-25-16jt88c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/441115/original/file-20220117-25-16jt88c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=379&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/441115/original/file-20220117-25-16jt88c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=379&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/441115/original/file-20220117-25-16jt88c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=379&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/441115/original/file-20220117-25-16jt88c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=476&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/441115/original/file-20220117-25-16jt88c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=476&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/441115/original/file-20220117-25-16jt88c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=476&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">El 10 % de la población mundial (768 millones de personas) está subalimentada.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/this-soup-kitchen-supplies-daily-meal-1646649502">Shutterstock / BigDane</a></span>
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<h2>La dimensión ética y política de la comida</h2>
<p>La plaga del hambre es esa vieja compañera de la humanidad, antigua y persistente, que ha azotado a los seres humanos en diversos momentos de la historia y que, una vez más, volvió a aumentar hasta casi el 10 % de la población mundial en 2020, <a href="https://www.fao.org/publications/sofi/2021/es/">con 768 millones de personas subalimentadas</a>, 118 millones más que en 2019. </p>
<p>La inseguridad alimentaria moderada o grave lleva 6 años creciendo (también en España) y afecta a más del 30 % de la población mundial. El hambre no sólo provoca sufrimientos agudos del cuerpo y debilitamiento de las capacidades motrices y mentales, sino que es causa de exclusión de la vida activa, de marginación social, de angustia por el futuro y de pérdida de autonomía.</p>
<p>Acabamos de indicar que el hambre, en vez de reducirse, se ha incrementado. Lo inaudito es que la agricultura mundial podría alimentar a 12 000 millones de seres humanos. Esto es, prácticamente un 50 % por encima de la población mundial. Lo que es más importante, <a href="https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(18)31788-4/fulltext">podría hacerlo de forma sostenible</a>, a condición de sustituir buena parte de la carne de la dieta por proteína vegetal, reducir drásticamente el desperdicio alimentario y mejorar la producción, mediante un uso eficiente de fertilizantes, agua de riego y terrenos de cultivo. </p>
<h2>El hambre en el mundo se podría evitar con los recursos actuales</h2>
<p>De esto se deduce que el hambre no es producto de una “carencia objetiva” de bienes, ni constituye un mecanismo malthusiano regulador de la población. La causa es una distribución radicalmente desigual de unos bienes básicos como los alimentos. </p>
<p>El hambre no es una fatalidad, ni un problema de recursos, sino una enorme injusticia, ya que <a href="https://www.mundocooperante.org/educacionenvalores/descargas/consumo_responsable.pdf">el 20 % de la población mundial consume el 80 % de los recursos</a>. </p>
<p>Y esto hace que, a la par que hablamos de casi <a href="https://www.fao.org/publications/sofi/2021/es/">800 millones de personas que pasan hambre</a>, unos 2 000 millones tienen exceso de peso u obesidad. Lo describe bien el economista Raj Patel en <a href="https://www.todostuslibros.com/libros/obesos-y-famelicos-ne_978-84-18236-10-5"><em>Obesos y famélicos. El impacto de la globalización en el sistema alimentario mundial</em></a>, un análisis crítico de la cadena de producción, distribución y consumo de alimentos que provoca esta situación paradójica. </p>
<p>Esto es consecuencia de un complejo industrial agroalimentario que deja a cientos de millones de personas sin comida. A la vez que genera obesidad al fabricar, promocionar y vender bebidas y alimentos ultraprocesados, altamente calóricos y pobres en nutrientes esenciales. </p>
<p>Como muestra, un botón: casi <a href="https://ec.europa.eu/info/food-farming-fisheries/plants-and-plant-products/plant-products/cereals_es">dos tercios de los cereales que se producen en la UE</a> y el 37 % de los que se producen en el mundo se destinan a la alimentación animal para la producción de carne y sus derivados que se consumen sobre todo en los países ricos, donde se desperdician enormes cantidades de comida. </p>
<p>Al mismo tiempo, se abandona la agricultura de consumo en los países empobrecidos, donde la producción de mijo, sorgo y tubérculos, sustento básico de su alimentación, se ha estancado debido a la falta de incentivos económicos y de medios técnicos y financieros. Igualmente, se ha reducido la producción de leguminosas y proteaginosas, ricas en proteínas y base de alimentación en muchos países del Sur: guisantes, judías, lentejas, cacahuetes. </p>
<p>La situación se está agravando con el progresivo incremento del consumo de carne, especialmente en los países ricos –la mundialización de la hamburguesa–, que conlleva que en los países del Sur se dediquen cultivos de cereales, soja y mandioca para cebo de animales, en lugar de para alimentación humana. </p>
<p>Y algo similar sucede con los <a href="https://www.oecd-ilibrary.org/sites/8d79647e-es/index.html?itemId=/content/component/8d79647e-es">agrocombustibles</a>. En los últimos años ha aumentado espectacularmente el uso no alimentario de las cosechas, principalmente para la producción de biodiesel y bioetanol. Esto ha provocado un aumento de la demanda de cereales dentro de un mercado de especulación sobre los alimentos (Chicago Commoditiy Stock Change; Parworld Agriculture Classic, etc.) que dominan grandes corporaciones agroalimentarias, que tienden a confluir entre sí, estableciendo un control casi absoluto del sistema alimentario, desde las semillas hasta el plato, en muy pocas manos. Cargill, por ejemplo, agrupó sus enlaces de procesamiento y de logística en una sociedad con el gigante biotecnológico Monsanto.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/441118/original/file-20220117-23-h6hhjn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/441118/original/file-20220117-23-h6hhjn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/441118/original/file-20220117-23-h6hhjn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/441118/original/file-20220117-23-h6hhjn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/441118/original/file-20220117-23-h6hhjn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/441118/original/file-20220117-23-h6hhjn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/441118/original/file-20220117-23-h6hhjn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/441118/original/file-20220117-23-h6hhjn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">La soja se utilizan principalmente para fabricar pienso destinado a alimentar a los animales de cría industrial. También para la producción de biodiésel y en la industria alimentaria.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/green-ripening-soybean-field-agricultural-landscape-1061717603">Shutterstock / oticki</a></span>
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</figure>
<h2>La paradoja de la obesidad convertida en epidemia global</h2>
<p>Por otro lado, <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/obesity-and-overweight">la obesidad se ha convertido en una epidemia global</a> que incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, muchos tipos de cáncer, problemas osteoarticulares, apnea del sueño, enfermedad hepática, depresión, deterioro cognitivo y mortalidad prematura. </p>
<p>Esta circunstancia no es fruto de la decisión individual sino de factores vinculados a la desigualdad y la injusticia: imposibilidad de acceder a una dieta saludable y equilibrada debido a los bajos ingresos, la pérdida de trabajo, la inseguridad económica o la falta de tiempo, y la carencia de entornos seguros para pasear, jugar o hacer deporte. Estas circunstancias disparan el estrés, el uso de antidepresivos, el consumo masivo de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas, y las alternativas de ocio sedentario con pantallas que sirven de vehículo a la publicidad de ese tipo de productos.</p>
<p>Y todo esto sin entrar en consideraciones sobre el bienestar y el derecho a la vida de los animales no humanos (Melanie Joy se pregunta en su libro <a href="https://www.todostuslibros.com/libros/por-que-amamos-a-los-perros-nos-comemos-a-los-cerdos-y-nos-vestimos-con-las-vacas_978-84-16032-01-3"><em>Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas</em></a>).</p>
<p>En definitiva, la alimentación es ética y política. Somos lo que comemos, y qué alimentos consumimos y cómo lo hacemos incorpora una indudable dimensión ética que demanda un ineludible debate público global.</p>
<hr>
<p><em><strong>Pliego de descargo</strong></em></p>
<p><em>El contenido de este artículo es responsabilidad exclusiva de los autores y no representa necesariamente los puntos de vista del Instituto de Salud Carlos III y del CSIC.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/174979/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Txetxu Ausín recibe fondos de los proyectos EXTEND (<a href="http://www.extend-project.eu/">www.extend-project.eu/</a>) y BAKARZAIN (Soledad no deseada y cuidados. BBK Kuna y GLOBERNANCE). Es socio de OXFAM-INTERMON y de CIVIO. Forma parte del Clúster de Ética del País Vasco</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Miguel Ángel Royo Bordonada recibe financiación para investigación en convocatorias competitivas de la Acción Estratégica en Salud (Instituto de Salud Carlos III) y del IMIENS, y es miembro de Fiare Banca Ética, Acción Solidaria Aragonesa, Médicos del Mundo, Médicos Sin Fronteras, CGT, SOM energía y Justicia Alimentaria.</span></em></p>Que tantas personas pasen hambre no es por falta de comida. La agricultura mundial podría alimentar a 12.000 millones de seres humanos (un planeta y medio). Eso sí, a condición de sustituir buena parte de la carne de la dieta por proteína vegetal. Cuestionar las macrogranjas tiene más sentido que nunca.Txetxu Ausín, Científico Titular, Instituto de Filosofía, Grupo de Ética Aplicada, Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC)Miguel Ángel Royo Bordonada, Presidente de la Asociación Madrileña de Salud Publica. Escuela Nacional de Sanidad, Instituto de Salud Carlos IIILicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1619202021-06-14T20:04:04Z2021-06-14T20:04:04ZCómo regula nuestro cerebro en qué momento dejar de comer<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/406096/original/file-20210614-102836-kk3i2x.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C1917%2C1077&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Ilustración del hipotálamo en el cerebro.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/brain-hypothalamus-anatomy-medical-concept-3d-1980868973">Shutterstock / mybox</a></span></figcaption></figure><p>Ahora que tanto se habla de libertad, conviene recordar que somos libres de emplear todo el tiempo del que disponemos en actuar sobre nuestro entorno físico o en socializar con nuestros congéneres gracias a que nuestro organismo nos libera de innúmeras decisiones fisiológicas, endocrinas y metabólicas. </p>
<p>Piense por un momento que mañana tuviese que escoger cómo adaptar su ritmo respiratorio o las pulsaciones de su corazón a sus necesidades diarias. O ajustar su temperatura corporal, concentración de glucosa en sangre o la insulina que su cuerpo necesita. Incluso que fuese usted mismo quien tuviese que regular su producción de orina. </p>
<p>A estas funciones se pueden añadir otras mucho más complejas. ¿Algunos ejemplos? La regulación del ciclo vigilia/sueño o la regulación hormonal del comportamiento sexual. Incluyendo, por supuesto, todo lo relacionado con embarazo, cría y lactancia. </p>
<p>En realidad, todas estas tareas se realizan de forma automática e inconsciente. Esto permite que quede libre la actividad consciente para ocuparse de las relaciones con el mundo y con los demás.</p>
<p>El órgano rector de esas funciones y otros muchos cometidos es <a href="https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/002380.htm">el hipotálamo, un pequeño centro nervioso</a> que no representa más de un 1% del peso total del cerebro. </p>
<h2>El cerebro a la hora de comer</h2>
<p>La pregunta que hoy nos concierne es: <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24840801/">¿Cómo regula nuestro cerebro la ingesta de alimentos?</a>. En concreto, ¿cómo decide el momento oportuno de dejar de comer? </p>
<p>A partir de mediados del siglo pasado, los neurocientíficos comenzaron el estudio experimental sobre la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3769497/">regulación cerebral de la ingesta de alimentos</a> mediante técnicas de estimulación o lesión. </p>
<p>Gracias a ellas, <a href="https://www.agapea.com/libros/Manual-de-Neurociencia-9788477386001-i.htm">se describió en el hipotálamo lateral la presencia de un centro del hambre</a>. Su estimulación en animales de laboratorio producía hiperfagia (aumento de la ingesta). Su destrucción, anorexia (disminución de la ingesta). </p>
<p>Al tiempo, también se describió la presencia de un centro de la saciedad, situado en el núcleo ventromedial (NVM) del hipotálamo. Este cumplía funciones opuestas al anterior: su estimulación producía el cese de la ingesta y anorexia a largo plazo y su lesión, hiperfagia y obesidad experimental. </p>
<p>Más tarde se descubrió que determinadas neuronas del NVM tenían receptores para la glucosa presente en la sangre. De tal manera, si su concentración aumentaba, estas neuronas se encargaban de <a href="https://www.medigraphic.com/pdfs/invsal/isg-2006/isg063i.pdf">inhibir el centro del hambre</a>. Así, contribuyen a la disminución del apetito y al cese de la ingesta de alimentos. </p>
<h2>Otros factores que modulan el apetito</h2>
<p>Existen factores más tempranos que también modulan el apetito. Por ejemplo, la mera distensión de las paredes del estómago por la presencia de alimentos ya produce sensación de saciedad. </p>
<p>Conforme avanza la digestión, aumenta la concentración en sangre de muy diversas sustancias y hormonas (leptinas, insulina, colecistoquinina). Estas llegan al hipotálamo, bien directamente como moléculas disueltas en la sangre o por activación del nervio vago (que no quiere decir que sea “un flojo”, sino que tiene un recorrido errante y complicado por muchas vísceras de nuestro organismo). </p>
<p>Así pues, cuando lo ingerido alcanza niveles “suficientes”, todos estos mecanismos hormonales y nerviosos hacen que disminuya el deseo de comer. </p>
<p>En contraste, cuando los niveles en sangre de glucosa o de aminoácidos están disminuidos o cuando el tubo digestivo carece de alimentos en su interior,<a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/3095717/"> se produce la sensación de hambre</a>. Como sabemos, actúa como un motivo interno para ponerse a buscar algo de comer.</p>
<h2>Efectos a largo plazo</h2>
<p>Hay que hacer un par de salvedades. Algunos de los mecanismos descritos producen efectos a largo plazo: para producir obesidad o anorexia hace falta una inhibición o activación sostenida en el tiempo de los centros del hambre o de la saciedad. En contraste, en una comida normal, el apetito queda saciado antes de que se activen las señales hormonales y nerviosas que regulan el proceso digestivo. </p>
<p>A este respecto, desde hace tiempo se especulaba que la dopamina (una molécula que actúa como mensajera entre distintos grupos neuronales) podría estar relacionada con el mecanismo de la saciedad. Es decir, de considerar como suficiente la cantidad de alimento ingerido. </p>
<p><a href="https://advances.sciencemag.org/content/7/22/eabf8719">En un reciente estudio experimental</a> se ha confirmado de modo convincente que neuronas que liberan dopamina, ubicadas en el área tegmental ventral (ATV) del mesencéfalo, proyectan sobre grupos neuronales del hipotálamo lateral (recuerde, donde se ubica el centro del hambre). Así, inhiben su actividad y producen una disminución del apetito y el cese de la ingesta antes incluso de que se pongan en marcha las señales hormonales y nerviosas relacionadas con la digestión. </p>
<p>Los autores del estudio han relacionado este mecanismo fisiológico con la inhibición del apetito y la pérdida de peso que ocurre en los pacientes con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) tratados con metilfenidato o con derivados anfetamínicos. Una posible relación es que estas sustancias incrementan la actividad de las neuronas dopaminérgicas arriba indicadas.</p>
<h2>No siempre comemos por hambre: también lo hacemos por placer</h2>
<p>Ahora bien, la ingesta de alimentos también tiene componentes hedonísticos que alcanzan el nivel consciente. Por ejemplo, un motivo suficiente para comer es tener hambre, <a href="https://neurology.mhmedical.com/book.aspx?bookID=1049">pero no todos los alimentos nos atraen igual</a>. </p>
<p>Algunos actúan como incentivos adicionales si son particularmente de nuestro agrado, por su especial sabor o presentación. Así pues, es más que probable que en estudios experimentales venideros se ponga de manifiesto que centros cerebrales como la corteza prefrontal medial y el núcleo <em>accumbens</em> (dos importantes zonas relacionadas con la sensación subjetiva consciente de agrado, bienestar o satisfacción) también desempeñen un importante papel en la modulación consciente de las señales de apetito y saciedad.</p>
<p>En resumen, comer es relativamente fácil si uno tiene alimentos a mano. En particular, si estos son gustosos o atractivos. Esto lo vivimos de forma consciente, pero no está de más agradecer a nuestro organismo el preciso y regulado trabajo digestivo, metabólico y nervioso que realiza. </p>
<p>Todo ello sin que lleguemos a enterarnos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/161920/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>José María Delgado Garcia no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Nuestro organismo dispone de sofisticados mecanismos neuronales y hormonales, automáticos y conscientes que regulan la cantidad de alimentos que necesitamos ingerir.José María Delgado Garcia, Profesor Emérito de Neurociencia, Universidad Pablo de OlavideLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1539302021-03-22T21:55:32Z2021-03-22T21:55:32Z¿Qué mecanismos regulan el apetito, el hambre y la saciedad?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/388164/original/file-20210307-13-tpchfv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=16%2C0%2C5411%2C3613&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><span class="source">Priscilla du Preez / Unsplash</span></span></figcaption></figure><p>El control de qué comemos y cuándo lo hacemos es el resultado de una compleja interacción de numerosos factores. </p>
<p>El primer tipo de control que interfiere en esta decisión es homeostático. Esto quiere decir que sentimos hambre cuando llevamos mucho tiempo sin comer y viceversa. La estructura que lleva a cabo este control homeostático del apetito se encuentra en el hipotálamo. Aunque pequeña, se trata de una región del centro del cerebro que desempeña un importante papel en nuestro organismo. </p>
<h2>¿Cómo “surge” el hambre?</h2>
<p>Explicaremos con un ejemplo cómo y por qué surge el hambre. Pongámonos en situación: son las dos del mediodía y llevamos más de 5 horas sin llevarnos nada a la boca. Queremos comer. ¿Por qué? ¿Qué ha ocurrido para que tengamos esa sensación? </p>
<p>Lo que sucede es que el estómago ha empezado a sintetizar una hormona denominada ghrelina. Esta hormona viaja hasta el hipotálamo, donde activará un grupo de neuronas que sintetizan varias sustancias. Entre ellas, por ejemplo, el neuropéptido Y (NPY). En conjunto, éstas desencadenan la sensación de hambre. Nos indican y avisan de que debemos comer. Otra de las señales que intervienen en el aumento de la sensación de hambre es el nivel de glucosa en sangre, que en ese momento del día, también va a la baja. </p>
<h2>¿Por qué al comer nos saciamos?</h2>
<p>Por fin empezamos a comer. Poco a poco va apareciendo la sensación de saciedad gracias a sustancias liberadas en nuestro intestino como respuesta al contacto con los alimentos. Es el caso de la colecistocinina (CCK) o el péptido YY (PYY), entre otras. Su objetivo es inducir señales de saciedad en el hipotálamo para detenerla ingesta de alimentos que se está llevando a cabo. </p>
<p>Por su parte, conforme aumentan los niveles de glucosa plasmáticos, como consecuencia de la ingestión de alimentos, se secreta la insulina. La hormona también actúa sobre el hipotálamo para que éste favorezca la sensación de saciedad. Todo este sistema lo podemos imaginar como un exquisito engranaje de relojería que nos induce a tener apetito o a detener nuestra ingesta de alimentos. </p>
<p>La ingestión de alimentos no solo tiene un control a corto plazo, como se ha explicado anteriormente: también lo tiene a largo plazo. Aquí interviene otra hormona, la leptina. Esta se sintetiza en el tejido adiposo y tiene una acción anorexigénica, es decir, inhibe el apetito. De forma sencilla, cuando ganamos peso por incremento de tejido graso, aumenta la secreción de leptina, que llega al hipotálamo. Aquí, esta hormona disminuye la actividad de las neuronas que generan la sensación de hambre. Y al contrario: cuando perdemos peso, disminuyen los niveles de leptina y se activan las neuronas orexigéncias (o activadoras del apetito). ¿Por qué? Al fin y al cabo, se busca ingerir alimentos para aumentar las reservas de grasa. </p>
<p>Desde un punto de vista evolutivo y teniendo presente que hemos pasado miles de años con escasez de alimentos, es lógico pensar que la vía más eficiente sea la última que hemos descrito y no la primera. Por ello, generalmente, es mucho más difícil perder peso que ganarlo.</p>
<h2>El placer también interfiere en la conducta alimentaria</h2>
<p>El control del cuándo y cuánto comemos, por tanto, es el resultado de la compleja interacción de numerosos factores neuronales y hormonales, siendo el hambre una necesidad fisiológica que nos induce a comer porque nos falta energía.</p>
<p>No obstante, si la conducta alimentaria estuviera únicamente regulada por estos mecanismos, la mayoría de nosotros nos mantendríamos en un peso ideal. Comer sería, al fin y al cabo, una actividad similar a respirar o a ir al baño: una función necesaria pero simple y sin emoción. </p>
<p>Sin embargo, en la ingesta de alimentos existe otro protagonista crucial que es el control hedonista, es decir, el placer. Esto es lo que nos lleva a escoger qué comemos pero también a obviar las señales de saciedad del hipotálamo y hacer un hueco para el postre. Pensemos en las comidas y cenas navideñas. ¿No es cierto que, aunque nos sintamos muy llenos, siempre hay lugar para un trozo de turrón o un último polvorón? </p>
<p>Generalmente nos gustan más los alimentos dulces y salados y menos los alimentos amargos o ácidos. Esto tal vez se deba a que, tras miles de años de evolución, asociamos el sabor amargo con plantas que probablemente eran tóxicas. </p>
<p>Cuando tomamos una comida que nos gusta, como cuando realizamos cualquier actividad placentera, se activa en nuestro cerebro el sistema de recompensa, que forma parte del sistema dopaminérgico. Se ha observado en animales de experimentación que la ingesta de alimentos ricos en azúcar desencadena una potente liberación de dopamina, generando placer y deseo de consumir ciertos alimentos.</p>
<h2>Los factores psicológicos desempeñan un importante papel</h2>
<p>Sabemos que la comida puede ser un medio para intentar compensar nuestras emociones. Por eso, cuando nos sentimos solos, tristes, ansiosos o nerviosos, no es extraño que intentemos aliviar estas sensaciones comiendo. En tales situaciones, además, no solemos escoger unas hojas de lechuga. Es más probable que los productos elegidos sean más similares a chocolate, helados o patatas fritas. </p>
<p>Por si fuera poco, éstos activan con mayor intensidad nuestro centro de recompensa, induciéndonos a comer incluso cuando estamos satisfechos. La interacción entre los sistemas hedónico y homeostático es una de las razones por las que a veces nos cuesta tanto controlar cuándo, cuánto y qué comemos.</p>
<p>Hoy por hoy, aunque sus mecanismos se entienden cada vez mejor, aún no comprendemos la complejidad de la conducta alimentaria. Ahora bien, sí podemos proporcionar algunas pautas para tener una relación sana y satisfactoria con nuestra alimentación. </p>
<p>Entre ellas, ingerir alimentos de buena calidad, cocinados de forma simple y utilizando aceite de oliva virgen, que ayuda a aumentar las propiedades sensoriales de nuestra cocina. También tratar de acompañar nuestros platos con muchas verduras, legumbres y hortalizas. Además de sabor, nos proporcionan fibra, un nutriente clave para mantener nuestro “cerebro” saciado más tiempo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/153930/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Aunque sentir hambre sea una sensación común, en ella y en su oponente, la saciedad, interfieren multitud de factores, tanto físicos como emocionales.Maria Izquierdo-Pulido, Catedrática del Departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimentación y Gastronomía, Universitat de BarcelonaMaria Fernanda Zeron Rugerio, Investigadora del Departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimentación y Gastronomía, Universitat de BarcelonaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1127182019-02-28T22:15:19Z2019-02-28T22:15:19ZCómo la contaminación y los gases de efecto invernadero afectan ya al Sahel<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/261439/original/file-20190228-106365-13shtbf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=32%2C0%2C5431%2C3637&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Un depósito de agua en la región de Louga, en el norte de Senegal.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/view-thirsty-people-drawing-water-reservoir-792363643">BOULENGER Xavier/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Durante la última década, muchos países de la región del Sahel –la franja semiárida del sur del Sahara que <a href="https://www.un.org/africarenewal/magazine/december-2013/sahel-one-region-many-crises">se extiende</a> desde Senegal hasta Etiopía– han estado sumidos en diversos conflictos. La población de estos países <a href="https://www.theguardian.com/global-development/2014/oct/22/population-growth-outpaces-food-sahel-study">está creciendo</a>, lo que implica que los recursos son cada vez más escasos. Además, las formas de vida basadas en la agricultura son cada vez más inciertas debido a la alta variabilidad del clima.</p>
<p>Se ha podido relacionar estos sucesos en la región con el <a href="https://www.weforum.org/agenda/2019/01/all-the-warning-signs-are-showing-in-the-sahel-we-must-act-now/">cambio climático</a>.</p>
<p>Durante los últimos 100 años se han producido grandes fluctuaciones en el clima de la región. A las abundantes lluvias en las décadas de los 50 y los 60 sucedieron pertinaces sequías en los 70 y los 80. Desde mediados de los 90, la zona se caracteriza por la alternancia de buenos y malos años.</p>
<p>Nuestras <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s10584-018-2341-9">últimas investigaciones</a> atribuyen esta evolución del clima a las emisiones producidas por la quema de combustibles fósiles. Nuestro equipo ha demostrado que los <a href="https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2018/02/WG1AR5_Chapter09_FINAL.pdf">modelos climáticos mundiales más recientes</a> pueden explicar las persistentes sequías en el Sahel cuando se incluye información sobre la emisión de sustancias contaminantes y de gases de efecto invernadero. También han constatado el potencial de estos modelos, ya que pueden simular de manera fiable cambios en la temperatura de los océanos y en las precipitaciones regionales a partir de observaciones del mundo real.</p>
<p>Esta es la primera vez que se ha demostrado que la evolución de las precipitaciones en una región durante el siglo XX ha estado directamente afectada por las emisiones humanas, concretamente de sustancias contaminantes y gases de efecto invernadero. También es la primera vez que se propone un único argumento que explica de forma coherente tanto las fluctuaciones naturales como los cambios causados por la actividad humana. La base que sustenta esta teoría es la influencia de los océanos en el clima regional.</p>
<h2>La sequía del Sahel</h2>
<p>La lluvia del Sahel proviene de la humedad que los <a href="https://www.nationalgeographic.org/encyclopedia/monsoon/">vientos del monzón</a> transportan desde el Atlántico Norte.</p>
<p>A medida que el aire <a href="https://journals.ametsoc.org/doi/abs/10.1175/BAMS-84-9-1205">se eleva</a>, este se enfría y condensa la humedad, que cae en forma de lluvia. Cuanto más se caliente el Atlántico Norte, mayor será la cantidad de humedad que se evapore de su superficie y se desplace hacia tierra, y más húmedo será el Sahel.</p>
<p>Aunque el aire se eleve de forma local, también depende del mismo fenómeno a nivel mundial. Por ejemplo, durante un evento climático como El Niño, el aire se eleva sobre un Pacífico tropical mucho más cálido y desciende en otros lugares, causando <a href="https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1029/2004GL020901">sequías generalizadas</a>. Durante la segunda mitad del siglo XX, los gases de efecto invernadero <a href="https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2018/02/WG1AR5_Chapter10_FINAL.pdf">calentaron</a> los océanos tropicales, lo que provocó que las condiciones para que el aire ascendiera en otras zonas fueran desfavorables.</p>
<p>Del mismo modo, la emisiones de pequeñas partículas sólidas que emiten las centrales eléctricas de carbón, conocidas como aerosoles de sulfato, aumentaron como consecuencia de la reconstrucción de la economía tras la Segunda Guerra Mundial. Esto <a href="https://www.nature.com/articles/nature10946">enfrió el Atlántico Norte</a> de manera directa, reflejando la radiación solar y, de manera indirecta, favoreciendo la formación de nubes que, a su vez, reflejan la radiación entrante.</p>
<p>El análisis de un total de 29 modelos climáticos mundiales llevado a cabo por nuestro equipo muestra que la combinación del calentamiento de los océanos tropicales, causado por los gases de efecto invernadero, y el enfriamiento del Atlántico Norte, causado por los aerosoles de sulfato, que caracterizaron la segunda mitad del siglo XX, condujeron a la sequía del Sahel.</p>
<p>El estudio también demuestra que, a pesar del papel de los gases de efecto invernadero en el pasado, el cambio climático no conducirá necesariamente a la sequía en el Sahel. </p>
<p>Ahora que <a href="https://www.eea.europa.eu/data-and-maps/indicators/main-anthropogenic-air-pollutant-emissions/assessment-4">las emisiones de aerosoles de sulfato se han reducido drásticamente</a> en torno al Atlántico Norte, gracias a la <a href="https://www.epa.gov/clean-air-act-overview">legislación medioambiental</a> destinada a reducir la <a href="https://www.epa.gov/acidrain/what-acid-rain">lluvia ácida</a> y las consecuencias para la salud pública de la contaminación, el calentamiento del Atlántico Norte ha repuntado.</p>
<p>Por lo tanto, las predicciones de condiciones más húmedas debido al calentamiento están en sintonía con la explicación que se ha dado: el aire puede ahora elevarse sobre el Sahel, impulsado por el aumento de la humedad debido al calentamiento del Atlántico Norte, desafiando las precipitaciones impuestas por el calentamiento de los océanos tropicales en otros lugares. Las predicciones también están en consonancia con tendencias emergentes en la observación de un ciclo del agua más dinámico: los episodios de precipitaciones <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2211464512001455">más intensos</a>, aunque quizás menos frecuentes, que han conducido a episodios recurrentes de <a href="https://www.ajol.info/index.php/ajest/article/view/135466">inundaciones</a> durante la década pasada.</p>
<h2>Futuras políticas</h2>
<p>La atribución de la sequía del Sahel a las emisiones demuestra que el cambio climático es real y ya está aquí. Existe tecnología para adaptarse a las sequías y a la variabilidad del clima en general. Esta tecnología incluye previsiones climáticas estacionales y prácticas de gestión de la tierra tales como la agrosilvicultura, la agricultura de conservación y la conservación de la tierra y el agua, que ya desempeñan un papel en el desarrollo de estrategias de adaptación.</p>
<p>De cualquier modo, dadas las presiones sociales ya mencionadas al comienzo, para seguir la senda del desarrollo, el Sahel necesita diversificar su economía más allá de la agricultura. Esto requerirá mucha más energía de la que actualmente se produce en el Sahel. En el contexto global de políticas relativas al cambio climático, la mitigación de sus problemas derivados ofrece la oportunidad de desarrollarse de manera sostenible, con el apoyo necesario para una transición hacia las energías renovables, especialmente atractiva en una región con abundante sol y viento.</p>
<hr>
<p><em>Artículo traducido por Silvia Munín con la colaboración de <a href="http://www.casafrica.es/">Casa África</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/112718/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Alessandra Giannini ha recibido financiación de la Agence Nationale de la Recherche de Francia, de la National Science Foundation, la National Aeronautics and Space Administration, y la National Oceanic and Atmospheric Administration de EEUU. Es socia de la American Geophysical Union y de la American Meteorological Society.
</span></em></p>La investigación demuestra que las alteraciones del clima en la franja del sur del Sáhara están originadas por la quema de combustibles fósiles y otras emisiones humanas.Alessandra Giannini, chercheur en météorologie au Laboratoire de Météorologie Dynamique/senior research scientist at the International Research Institute for Climate and Society/laureate of "Make our planet great again", École normale supérieure (ENS) – PSLLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1089362018-12-27T23:11:33Z2018-12-27T23:11:33Z¿Contribuyen las dietas veganas a la malnutrición en los países desarrollados?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/251786/original/file-20181220-103643-1aadyyy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C997%2C666&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/download/confirm/685397128?src=sEW69JKczljK7Y-qWu6DlA-1-52&size=medium_jpg">Shutterstock / mdbildes</a></span></figcaption></figure><p>El <a href="http://www.fao.org/sustainable-development-goals/did-you-know/detail-news/en/c/211122/">hambre oculta</a> afecta a más de dos mil millones de personas en todo el mundo. La causa es la falta crónica de micronutrientes esenciales en la dieta, como las vitaminas y los minerales. Puede que los efectos de estas deficiencias nutricionales no se aprecien de manera inmediata, pero cabe la posibilidad de que deriven en consecuencias realmente graves, entre las que se podrían encontrar una resistencia menor a las enfermedades, trastornos mentales e incluso la muerte.</p>
<p>Aunque la mayoría de los casos de hambre oculta se dan en países en vías de desarrollo, este fenómeno está comenzando a generar preocupación en la salud pública de los países más desarrollados. Por ejemplo, la falta de yodo es la causa más común de trastorno mental prevenible, y Reino Unido se sitúa séptimo en la lista de los diez países con <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21640375">mayor deficiencia de yodo</a>. Por otra parte, los datos que llegan <a href="https://academic.oup.com/jn/article/141/10/1847/4630521">desde Estados Unidos</a> revelan que más de un cuarto de los niños padecen falta de calcio, magnesio o vitamina A, y más de la mitad sufren una carencia de vitaminas D y E.</p>
<p>Confluyen varias causas que ocasionan el hambre oculta en países desarrollados. Una de las principales se halla en el consumo (generalmente por aquellas personas con menos recursos económicos) de alimentos baratos, hipercalóricos, bajos en nutrientes y altamente procesados. Incluso aunque se consuman alimentos frescos, estos contienen un menor número de micronutrientes que antaño debido a la <a href="https://royalsocietypublishing.org/doi/full/10.1098/rstb.2007.2178">pobre calidad del suelo</a>, que ha empeorado por culpa del <a href="http://environment.harvard.edu/sites/default/files/smith_2018_impact_of_anthropogenic_co2_emissions_on_global_human_nutrition.pdf">cambio climático</a> y por una gestión agrícola deficiente.</p>
<h2>La creciente tendencia del veganismo</h2>
<p>La creciente tendencia del veganismo podría llegar a convertirse en otra de las causas del hambre oculta en el mundo desarrollado. Según datos de la <a href="https://www.veganlifemag.com/veganism-booms/">Vegan Society</a> (Sociedad Vegana), el número de personas que han adoptado una dieta vegana en Reino Unido se ha multiplicado por más de cuatro en la última década. Un estudio encargado por el <a href="https://www.vrg.org/nutshell/vegan.htm">Vegetarian Resource Group</a> (Grupo de Investigación Vegetariana) reveló que cerca del 5% de la población de Estados Unidos es vegetariana, y alrededor de la mitad de ese número practica el veganismo. (Nota del editor: Según la <a href="http://www.lantern.es/papers//the-green-revolution-entendiendo-el-auge-del-mundo-veggie">consultora Lantern, el 7'8 % de los adultos residentes en España</a> es <em>veggie</em>).</p>
<p>Consumir una dieta basada en vegetales puede <a href="https://www.nature.com/articles/s41430-018-0310-z">reducir el riesgo de sufrir enfermedades de carácter crónico</a> y es <a href="https://www.pnas.org/content/early/2016/03/16/1523119113">beneficioso para el medio ambiente</a>, pero las dietas veganas confeccionadas de manera defectuosa, es decir, aquellas que no reemplazan los nutrientes esenciales que se encuentran en la carne, pueden producir importantes <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/public-health-nutrition/article/vegetarian-diets-lowmeat-diets-and-health-a-review/CFE7D0A7ADA80651A3DC03892287BABA">carencias</a> de micronutrientes.</p>
<p>La salud de los huesos supone una preocupación para los veganos. Suelen ingerir menores cantidades de calcio y <a href="https://doi.org/10.1371/journal.pone.0148235">vitamina D</a>, lo que se traduce en una menor <a href="https://academic.oup.com/ajcn/article/107/6/909/5032650">densidad mineral ósea</a> y un menor <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/public-health-nutrition/article/plasma-concentrations-of-25hydroxyvitamin-d-in-meat-eaters-fish-eaters-vegetarians-and-vegans-results-from-the-epicoxford-study/13C1A2796ADA3A318D4F3B7C105D9D9C">nivel de vitamina D en sangre</a>, datos que son comunes en los veganos de todo el mundo. A esto se añade que el <a href="https://www.nature.com/articles/1602659">índice de fracturas de huesos</a> es un tercio mayor en los veganos comparado con el resto de la población.</p>
<p>Los niveles de omega-3 y de <a href="https://nutritionj.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12937-015-0103-3">yodo</a> son también más bajos comparados con los de los consumidores de carne, así como los niveles de vitamina B12, la cual se obtiene principalmente mediante alimentos procedentes de animales. En los veganos se han descubierto índices más altos de falta de vitamina B12 comparados con los hallados en los <a href="https://www.nature.com/articles/ejcn201446">vegetarianos</a> y en los <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23298782">consumidores de carne</a>. Los síntomas pueden llegar a ser importantes, desde cansancio y debilidad extremos hasta mala digestión, pasando por retrasos en el desarrollo en los niños. Si no se trata, la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28660890">deficiencia de vitamina B12</a> puede originar un daño nervioso irreversible.</p>
<p>La obtención de una <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29477223">menor cantidad</a> de vitamina B12 de lo recomendado es normal en mujeres embarazadas y en los países menos desarrollados. Sin embargo, la <a href="https://academic.oup.com/nutritionreviews/article-abstract/71/2/110/1940320?redirectedFrom=fulltext">frecuencia de deficiencia</a> entre los vegetarianos y los veganos de países más desarrollados varían de manera llamativa según los diferentes grupos de edad. Aunque no sean considerados deficientes, los bajos niveles de vitamina B12 pueden resultar <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/british-journal-of-nutrition/article/plasma-total-homocysteine-status-of-vegetarians-compared-with-omnivores-a-systematic-review-and-metaanalysis/1754320C613E6CD7F9AED4EE60C421B5">perjudiciales para la salud</a>, llegando a incrementar el <a href="https://www.mdpi.com/2072-6643/6/8/3259">riesgo de sufrir una enfermedad cardiaca</a>.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/250057/original/file-20181211-76986-cp3r1a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/250057/original/file-20181211-76986-cp3r1a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/250057/original/file-20181211-76986-cp3r1a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/250057/original/file-20181211-76986-cp3r1a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/250057/original/file-20181211-76986-cp3r1a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/250057/original/file-20181211-76986-cp3r1a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/250057/original/file-20181211-76986-cp3r1a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">La falta de vitamina B12 es normal durante el embarazo.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/download/confirm/1038118966?src=0BBfiqkJSMkmDMjhoD5FFQ-1-28&size=medium_jpg">Anna Om/Shutterstock</a></span>
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<h2>Posibles soluciones</h2>
<p>Los veganos pueden prevenir la deficiencia de micronutrientes mediante el consumo de alimentos enriquecidos (alimentos a los que se han añadido vitaminas y minerales) y de <a href="http://www.mattioli1885journals.com/index.php/progressinnutrition/article/view/5229">suplementos</a>. Sin embargo, las personas que siguen una dieta basada en plantas a menudo <a href="https://www.mdpi.com/2072-6643/8/12/767">no toleran</a> los suplementos, ya que estos <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/j.1467-3010.2005.00467.x">interfieren en la absorción</a> de otros nutrientes importantes.</p>
<p>Además, los suplementos veganos derivados de las plantas suelen tener una <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1365-2095.2009.00722.x">actividad biológica baja</a> en los humanos. Hay estudios que demuestran que los <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/proceedings-of-the-nutrition-society/article/vitamin-d-deficiency-as-a-public-health-issue-using-vitamin-d2-or-vitamin-d3-in-future-fortification-strategies/49816B8345AFC98DB16320F12608E2A2">suplementos veganos de vitamina D2</a> resultan menos efectivos que los suplementos de vitamina D3 (utilizados habitualmente) a la hora de aumentar los niveles de vitamina D en sangre. Otros suplementos, como los de <a href="https://pubs.acs.org/doi/ipdf/10.1021/acs.jafc.6b03550">vitamina B12</a>, casi con total seguridad no producirán efecto alguno en el organismo.</p>
<p>El hambre oculta es ampliamente reconocida y está siendo abordada en países en vías de desarrollo con la puesta en marcha de programas organizados de biofortificación a gran escala. Quizá se deba llevar a cabo alguna acción similar para afrontar este problema en el resto del mundo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/108936/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Chris Elliott trabaja con muchas compañías de alimentación (locales, nacionales e internacionales) en las áreas de seguridad e integridad alimentaria. No ha recibido ningún pago, petición o consejo de ninguna de esas fuentes para este artículo. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Chen Situ y Claire McEvoy no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>¿Necesitan los países occidentales programas de biofortificación para prevenir el hambre oculta causada por el crecimiento del veganismo?Chris Elliott, Professor of Molecular Biosciences, Queen's University BelfastChen Situ, Lecturer, School of Biological Sciences, Queen's University BelfastClaire McEvoy, Lecturer, School of Medicine, Dentistry and Biomedical Sciences, Queen's University BelfastLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1054482018-10-24T20:37:44Z2018-10-24T20:37:44ZEl hambre mundial aumenta por tercer año consecutivo debido al cambio climático<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/241663/original/file-20181022-105761-gemjfa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Un hombre camina por un invernadero al noreste de Uganda, donde se enseñan técnicas de agricultura sostenible, como cultivos resistentes a las sequías y plantación de árboles. Fotografía del 19 de octubre de 2017.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="http://www.apimages.com/metadata/Index/Uganda-Climate-Change/5693393d0e7b4e8ba89f418fdc4c8dec/5/0">AP Photo/Adelle Kalakouti</a></span></figcaption></figure><p>El hambre en el mundo ha aumentado por tercer año consecutivo, según el <a href="http://www.fao.org/state-of-food-security-nutrition/es/">informe anual sobre seguridad alimentaria</a> de las Naciones Unidas. </p>
<p>El número total de personas que se enfrentan a la escasez crónica de alimentos ha aumentado en quince millones desde 2016. Actualmente, alrededor de <a href="http://www.fao.org/state-of-food-security-nutrition/es/">821 millones de personas</a> se enfrentan a la inseguridad alimentaria, cifras que alcanzan el mismo nivel que hace casi una década.</p>
<p>El informe indica que la situación está empeorando en América del Sur, en Asia Central y en la mayoría de las regiones de África. </p>
<p>También destaca un preocupante aumento de casos de anemia entre las mujeres en edad reproductiva. Esta condición afecta a una de cada tres mujeres del mundo, con consecuencias para su salud y desarrollo, así como para el de sus hijos.</p>
<p>Entre 2005 y 2014, la desnutrición mundial <a href="https://ourworldindata.org/hunger-and-undernourishment">disminuyó</a>, pero el ritmo de descenso fue cayendo de forma continuada. Hace varios años se detuvo por completo, y el hambre en el mundo empezó a ascender de nuevo. </p>
<p>Entre los factores que llevaron a este retorno se encuentra el cambio climático.</p>
<p>Si bien la malnutrición y la inseguridad alimentaria empiezan en el ámbito familiar, el hambre es un problema de todos. El daño provocado por la hambruna en las comunidades puede <a href="https://unfoundation.org/blog/post/conflict-hunger-worsening-trend/">generar inestabilidad local y conflictos</a> que se extienden más allá de las zonas afectadas. </p>
<p>Por ejemplo, <a href="https://www.univision.com/univision-news/immigration/climate-change-a-factor-in-central-american-migration">la sequía y las malas cosechas en Centroamérica</a> son algunas de las causas de la inmigración en la frontera con EEUU.</p>
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<h2>Clima, tiempo y cosechas</h2>
<p>Las causas de la inseguridad alimentaria son complejas y están interrelacionadas. En nuestro libro, <a href="https://islandpress.org/book/how-to-feed-the-world"><em>How to Feed the World</em></a> (Cómo alimentar al mundo) –una colección de ensayos de investigadores destacados–, analizamos los desafíos más urgentes. </p>
<p>Entre ellos, el cambio climático aparece como un problema preocupante que influye en todos los demás.</p>
<p>El clima de la Tierra ha pasado por períodos glaciales desde el origen de los tiempos. Sin embargo, en los últimos cincuenta años, las cosas han cambiado. Las temperaturas globales medias han aumentado de forma cada vez más rápida, con nuevas máximas registradas <a href="https://www.climate.gov/news-features/understanding-climate/climate-change-global-temperature">en 2014, luego superadas en 2015 y de nuevo en 2016</a>.</p>
<p>El cambio climático también está <a href="https://nca2014.globalchange.gov/highlights/report-findings/extreme-weather#intro-section-2">aumentando la gravedad y la frecuencia</a> de los fenómenos meteorológicos extremos, como fuertes tormentas y sequías. </p>
<p>En consecuencia, algunas regiones del mundo se están volviendo más húmedas, como el norte de EEUU y Canadá, mientras que otras se están volviendo más secas, como el suroeste de EEUU. En el Medio Oeste del país los episodios de fuertes lluvias <a href="http://s3.amazonaws.com/nca2014/low/NCA3_Full_Report_02_Our_Changing_Climate_LowRes.pdf">aumentaron en más de un tercio</a> entre 1958 y 2012.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/241475/original/file-20181019-105761-1wbg6nm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/241475/original/file-20181019-105761-1wbg6nm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/241475/original/file-20181019-105761-1wbg6nm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/241475/original/file-20181019-105761-1wbg6nm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/241475/original/file-20181019-105761-1wbg6nm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/241475/original/file-20181019-105761-1wbg6nm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/241475/original/file-20181019-105761-1wbg6nm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/241475/original/file-20181019-105761-1wbg6nm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Daños en cultivos en Puerto Rico debido al huracán María. Fotografía del 3 de octubre de 2017.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://flic.kr/p/C15GKE">Puerto Rico Department of Agriculture</a></span>
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<p>La agricultura es una de las industrias más expuestas y vulnerables al cambio climático. Los cultivos y el ganado son extremadamente sensibles a las temperaturas y a las precipitaciones. Una helada tardía en primavera puede ser devastadora y una ola de calor en la época de floración puede provocar que las cosechas se reduzcan bruscamente. </p>
<p>En resumen, la agricultura es la <a href="https://ag.purdue.edu/feedtheworld/chapter-four-a-changing-climate/">industria de “ricitos de oro”</a>. El clima no debe ser ni demasiado cálido ni demasiado frío, y las precipitaciones deben ser “solo las adecuadas”.</p>
<p>Producir alimentos suficientes para todos los habitantes del planeta depende en gran medida del clima. Esto significa que no será posible frenar la hambruna sin adaptarse al cambio.</p>
<h2>La importancia de la investigación agrícola</h2>
<p>El cambio climático provoca que la información generacional e histórica sobre la agricultura sea menos valiosa. Lo que antes funcionaba quizás ya no se pueda poner en práctica en un clima alterado. </p>
<p>Cuando el conocimiento histórico ya no funciona, los agricultores tienen que confiar en otras fuentes de información, como meteorólogos, agrónomos y otros científicos, así como en el desarrollo de nuevas tecnologías sostenibles.</p>
<p>Los agricultores de las economías más avanzadas ya <a href="https://www.usda.gov/topics/research-and-science">dependen totalmente del conocimiento científico</a>, en el que muchas veces intercede el sector privado o los servicios de extensión locales. </p>
<p>Sin embargo, los agricultores de los países más pobres, que en muchos casos <a href="https://theconversation.com/how-should-we-compensate-poor-countries-for-loss-and-damage-from-climate-change-55612">sufrirán los impactos más graves</a>, casi nunca tienen acceso a este conocimiento y solo representan el <a href="http://www.ifpri.org/publication/asti-global-assessment-agricultural-rd-spending-0">3% del gasto mundial en investigación agrícola</a>. </p>
<p>Sin inversiones para compartir los descubrimientos de las investigaciones, muchos avances de los países más ricos no se trasladarán a los países pobres.</p>
<h2>La influencia generalizada del cambio climático</h2>
<p>El cambio climático también agudiza otras necesidades de la producción global de alimentos. </p>
<p>Pongamos como ejemplo el papel crucial del agua: solo el consumo de carne representa aproximadamente un <a href="http://dx.doi.org/10.1073/pnas.1109936109">22% del uso global de agua</a>, y esta necesidad aumentará en un planeta más cálido. </p>
<p>El cambio climático también altera los patrones de lluvias: en algunos lugares no tendrán agua suficiente para cultivar, mientras que en otros quizás llueva en un mal momento, con poca frecuencia, o en episodios de fuertes lluvias más prolongados.</p>
<p>Incluso los factores aparentemente dispares, como el comercio internacional, se ven afectados, con repercusiones importantes para la seguridad alimentaria. A medida que el cambio climático genera cambios permanentes en la geografía de las zonas de producción agrícola de todo el mundo, el comercio internacional surge como un importante mecanismo de resiliencia para reducir el hambre y mejorar el acceso equitativo a los alimentos. </p>
<p>Por ejemplo, en 2012, una ola de calor y una sequía causaron importantes pérdidas en las <a href="https://ars.els-cdn.com/content/image/1-s2.0-S2212094715300360-gr4_lrg.jpg">cosechas de maíz de EEUU</a>. Los productores del hemisferio sur se adaptaron a este déficit, lo que permitió controlar la subida de los precios en Estados Unidos. Esto solo fue posible gracias al comercio internacional.</p>
<p>Una respuesta efectiva al cambio climático también será clave para avanzar en muchos otros retos relacionados con la seguridad alimentaria, como frenar la pérdida de alimentos, mejorar la nutrición o promover sistemas de producción sostenibles. </p>
<p>Los países productores de alimentos necesitarán políticas creativas y nuevas tecnologías para enfrentarse a estos retos con éxito.</p>
<h2>Adaptarse a las nuevas condiciones</h2>
<p>Se prevé que en 2030 el cambio climático llevará a más de <a href="https://elibrary.worldbank.org/doi/abs/10.1596/978-1-4648-0673-5">cien millones de personas</a> a una situación de extrema pobreza. Adaptarse al cambio climático es una de las claves para combatirlo, y la tecnología puede ayudar.</p>
<p>Por ejemplo, <a href="https://theconversation.com/farmers-of-the-future-will-utilize-drones-robots-and-gps-37739">la agricultura de precisión </a> puede aprovechar los ordenadores, los sistemas de posicionamiento global, los sistemas de información geográfica y los sensores para proporcionar los datos necesarios para darle a cada pequeña parcela de terreno exactamente lo que necesita. </p>
<p>También se está generando interés en el uso de la tecnología tradicional del <a href="https://hal.archives-ouvertes.fr/hal-01688919/file/13593_2016_Article_410.pdf">cultivo de cobertura</a> para mitigar el impacto del cambio climático.</p>
<p>Con la aparición de la nanotecnología, podemos hacer mediciones a una escala menor, incluso “nano”, como mejorar <a href="https://theconversation.com/how-nanotechnology-can-help-us-grow-more-food-using-less-energy-and-water-59034">el uso de los fertilizantes y pesticidas</a>. </p>
<p>Al colocar productos químicos en pequeñas cápsulas o en geles, se puede controlar cuándo y cómo utilizar esos productos para que sean más efectivos, al tiempo que se reducen las emisiones de sustancias químicas y los vertidos.</p>
<p>Pero al final, todo depende de cada uno. Las personas deben ejercer su poder social para mitigar el cambio climático pues a todo el mundo le importa la seguridad alimentaria del futuro.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/105448/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Jessica Eise no trabaja para ninguna compañía u organización que se beneficie de este artículo; tampoco consulta ni posee acciones ni recibe fondos por ese concepto; y no ha divulgado afiliaciones relevantes más allá de su posición académica.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Kenneth Foster Jessica Eise no trabaja para ninguna compañía u organización que se beneficie de este artículo; tampoco consulta ni posee acciones ni recibe fondos por ese concepto; y no ha divulgado afiliaciones relevantes más allá de su posición académica.</span></em></p>Tras bajar durante una década, el número de personas que pasan hambre vuelve a crecer. La principal causa es el cambio climático, que altera los patrones climáticos de los que depende la agricultura.Jessica Eise, Ross Fellow in the Brian Lamb School of Communication Doctoral Program, Purdue UniversityKenneth Foster, Professor of Agricultural Economics, Purdue UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1051472018-10-18T21:40:43Z2018-10-18T21:40:43ZInsectos contra el hambre<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/241234/original/file-20181018-67185-1h6dnq0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C0%2C4881%2C3254&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Un hombre observa el grillo que se va a comer en un mercado de Tailandia.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/caucasian-young-male-eating-cricket-night-753829315">Shutterstock / Koldunova Anna</a></span></figcaption></figure><p>Los insectos podrían ser una pieza clave en la lucha contra la inseguridad alimentaria y conseguir al fin eliminar el hambre en el mundo, el asunto que ha protagonizado este año el <a href="http://www.fao.org/world-food-day/theme/es/">Día Mundial de la Alimentación</a>.</p>
<p>Comer insectos puede contribuir en <a href="https://academic.oup.com/fqs/article/2/1/17/4911878">la lucha contra el hambre</a> porque son una fantástica fuente de nutrientes —como las proteínas— y sirven como alimento cuando la producción de alimentos básicos —como el maíz— falla en África debido al clima cambiante, las sequías o el daño producido por las plagas.</p>
<p>Comer insectos es una <a href="https://www.wageningenacademic.com/doi/pdf/10.3920/JIFF2015.0074">antigua práctica</a> que aún perdura. Cerca de <a href="http://www.fao.org/docrep/018/i3253e/i3253e.pdf">dos mil millones</a> de personas, más de una cuarta parte de la población mundial, comen insectos. La mayoría vive en África, Asia y Latinoamérica.</p>
<p>Debemos <a href="https://www.annualreviews.org/doi/pdf/10.1146/annurev-ento-120811-153704">sacarles provecho</a> ya que son una excelente manera de combatir el hambre y la desnutrición por varias razones: son abundantes y saludables, producirlos conlleva una menor huella de carbono y pueden ofrecer una gran variedad de oportunidades empresariales.</p>
<h2>¿Por qué comer insectos?</h2>
<p><strong>Abundantes</strong>: Hay muchísimos insectos en África. En el continente <a href="https://www.wur.nl/en/Research-Results/Chair-groups/Plant-Sciences/Laboratory-of-Entomology/Edible-insects/Worldwide-species-list.htm">cohabitan</a> más de 1900 especies de insectos comestibles, en su mayoría escarabajos, orugas, saltamontes, avispas y hormigas. </p>
<p>Además, se reproducen rápidamente y tienen altas tasas de crecimiento, por lo que pueden alcanzar la madurez en menos de un mes. Así, la mayoría de los insectos tarda unas tres semanas, o incluso menos, en completar su ciclo vital. Además, criar insectos no requiere mucha tierra y agua, como pasa en la agricultura tradicional.</p>
<p>La cría de insectos ya es una realidad en ciertas partes de África. En Kenia, por ejemplo, los grillos <a href="https://biznakenya.com/cricket-farming-in-kenya/">se crían</a> en cubos y cajones donde las hembras adultas ponen los huevos fertilizados bajo un algodón húmedo. Después de un mes, nacen las ninfas, que se alimentan de vegetales, harina de soja y agua. Tras tres meses, los grillos alcanzan finalmente la madurez. En Zimbabue, la empresa <a href="http://www.mopaneworm.com/">Mopane Worm</a> cultiva los árboles que las polillas utilizan para poner sus huevos. Posteriormente, estos eclosionan y las larvas se alimentan de las hojas. Es durante esta etapa cuando se cosechan las orugas mopane.</p>
<p><strong>Saludables</strong>: Los insectos pueden servir como fuentes alternativas y sostenibles de proteínas y otros nutrientes, ya que <a href="https://agricultureandfoodsecurity.biomedcentral.com/articles/10.1186/s40066-015-0041-5">son ricos</a> en aminoácidos esenciales y proteínas. A veces, atendiendo al peso, son incluso <a href="http://www.doc-developpement-durable.org/file/Elevages/Insectes/edible%20forest%20insects.pdf#page=94">superiores</a> a las fuentes de proteínas tradicionales, como la carne de ternera, pollo, cabra y oveja. Los beneficios nutricionales <a href="https://www.nature.com/articles/ejcn2015149">pueden variar</a> de una especie de insecto a otra. Por ejemplo, los ortópteros —entre los que se incluye el saltamontes— tienen el mayor <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1002/mnfr.201200735">contenido proteico</a>.</p>
<p><strong>Mejores para el medioambiente</strong>: La agricultura y la ganadería <a href="https://www.epa.gov/ghgemissions/sources-greenhouse-gas-emissions">emiten grandes</a> cantidades de gases de efecto invernadero. En comparación con la agricultura, los insectos producen <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0014445">muchos menos</a>: tan solo una décima parte de metano y una centésima parte de óxido nitroso.</p>
<p><strong>Generadores de ingresos</strong>: Los insectos proporcionan una estupenda oportunidad para emprender. Millones de africanos ya los están comiendo y se podrían crear nuevos negocios, puesto que se pueden comer tal cual o se pueden procesar —por ejemplo, como proteínas en polvo que sirvan como suplementos. Por ello, ya han aparecido <a href="https://agfundernews.com/funding-insect-startups-slow-start-despite-demand.html/">varias empresas</a> centradas exclusivamente en la producción de insectos para la alimentación humana y animal. Esta actividad comprende países tan dispares como <a href="https://protix.eu/">los Países Bajos</a>, <a href="https://www.agriprotein.com/">Sudáfrica</a> y <a href="https://biznakenya.com/cricket-farming-in-kenya/-start-ups">Kenia</a>.</p>
<h2>Pruebas</h2>
<p>Comer insectos es una práctica muy extendida en África. </p>
<p>En <a href="https://ethnobiomed.biomedcentral.com/articles/10.1186/s13002-018-0258-z">Costa de Marfil</a>, una encuesta reciente afirmó que más del 59% de los encuestados comía insectos. Del mismo modo, en <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s12571-018-0801-8">Zimbabue</a>, otro sondeo confirmó que la mayoría de las personas había comido insectos. Este consumo se da en las zonas rurales, más que en las ciudades.</p>
<p>En Sudáfrica, comer insectos es habitual. Encabezando la lista de los más populares se encuentra la oruga mopane, un manjar que también <a href="https://scholar.google.com/scholar?hl=en&q=Stack%20J%2C%20Dorward%20A%2C%20Gondo%20T%2C%20Frost%20P%2C%20Taylor%20F%2C%20Kurebgaseka%20N.%20Mopane%20worm%20utilisation%20and%20rural%20livelihoods%20in%20Southern%20Africa.%20International%20Conference%20on%20Rural%20Livelihoods%2C%20Forests%20and%20Biodiversity%3B%202003%20May%2019-23%3B%20Bonn.">se come</a> en otros países africanos, como Zimbabue y Namibia.</p>
<p>En Kenia, los agricultores y los empresarios están recurriendo cada vez más <a href="https://www.reuters.com/article/kenya-drought-farming-insects-idUSL5N1EV2CU">al consumo de insectos para luchar contra el hambre</a>. Por ejemplo, las familias de los pequeños agricultores comen termitas para complementar sus comidas en épocas de cosechas fallidas. Asimismo, crían insectos para venderlos en los mercados locales. Un <a href="https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-319-74011-9_22">reciente estudio</a> en Kenia, mostró que más del <a href="https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-319-74011-9_22">80 % de los encuestados</a> afirmaron que comían insectos, siendo <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0950329316301720">las termitas y las moscas de los lagos las primeras de la lista</a>. También consumen otros insectos como saltamontes, langostas, hormigas y grillos. </p>
<h2>Aún queda mucho por hacer</h2>
<p>Utilizar los insectos para luchar contra el hambre, la inseguridad alimentaria y la desnutrición también acarrea una serie de desafíos.</p>
<p>Como entomóloga —que ha tratado con colonias de insectos en laboratorio— sé de primera mano el trabajo que supone. Es decir, manipular insectos requiere una atención y un trato especiales. Esto incluye regular la temperatura y la humedad y mantener un alto nivel de higiene, ya que los insectos son muy susceptibles a las infecciones microbianas y bacterianas. De momento, no existe regulación al respecto. Por ello, se debe establecer una nueva legislación para garantizar que los empresarios que decidan aventurarse en la cría de insectos mantengan unos estándares adecuados de higiene y alimentación.</p>
<p>Pero dado que numerosos desafíos —como las sequías relacionadas con el cambio climático— continúan agravando los problemas relacionados con la seguridad alimentaria, los insectos ofrecen una oportunidad para innovar.</p>
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<p><em>Artículo traducido gracias a la colaboración con <a href="https://www.fundacionlilly.com/">Fundación Lilly</a></em>.</p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/105147/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Esther Ndumi Ngumbi no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los insectos son una excelente herramienta para combatir el hambre y la desnutrición porque son abundantes y nutritivos.Esther Ndumi Ngumbi, Assistant Professor, Department of Entomology; African-American Studies, University of Illinois at Urbana-ChampaignLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.