tag:theconversation.com,2011:/us/topics/psicologia-cognitiva-55512/articlespsicología cognitiva – The Conversation2022-06-29T17:32:17Ztag:theconversation.com,2011:article/1859712022-06-29T17:32:17Z2022-06-29T17:32:17Z¿Son útiles los ejercicios de memorización en la escuela?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/471551/original/file-20220629-20-m1vg2c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=16%2C5%2C3751%2C2506&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/eight-years-old-caucasian-blond-child-591123161">Shutterstock / Pinkyone</a></span></figcaption></figure><p>Solemos referirnos a la memoria como si de una entidad unitaria se tratara. </p>
<p>Sin embargo, tenemos claro que algunas personas son nefastas para reconocer rostros familiares, pero en cambio tienen una capacidad sobresaliente para adquirir una lengua. O que hay personas con una habilidad extraordinaria para recordar acontecimientos del pasado, a pesar de que no son capaces de retener un número de teléfono durante un breve periodo. </p>
<p>Estas aparentes contradicciones en las manifestaciones de la memoria se deben a que no es unidimensional, sino que existen distintos sistemas de memoria, apoyados por sustratos y mecanismos neurobiológicos parcialmente diferentes. </p>
<h2>Tipos de memoria para tipos de conocimientos</h2>
<p>En la escuela, los conocimientos y habilidades que han de adquirirse son de distinto tipo y, por tanto, son sustentados por distintos sistemas de memoria. </p>
<p>La adquisición de una nueva lengua, por ejemplo, no requiere los mismos mecanismos ni procesos que la adquisición del conocimiento semántico necesario en ciencias naturales. </p>
<p>Como el aprendizaje de distintas materias y destrezas no hace uso de la memoria de la misma manera, es difícil generalizar sobre qué hace más o menos eficaz una estrategia de memoria en el entorno educativo. </p>
<p>En este artículo nos centraremos sólo en la adquisición de conocimiento declarativo, sustentado por un tipo de memoria que es explícita, y a la que podemos acceder conscientemente. Datos, fechas, nombres, hechos pasados, conceptos, y otros elementos similares son el contenido habitual de la memoria declarativa.</p>
<h2>Estrategias memorísticas y mnemotecnia</h2>
<p>Por los <a href="https://bpspsychub.onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.2044-8295.1994.tb02520.x">estudios</a> con expertos memoristas (personas capaces de recordar cantidades ingentes de información) sabemos que, aunque la genética explica gran parte de nuestras diferencias a la hora de ser mejores o peores recordando datos, hay personas que desarrollan una capacidad excepcional para recordar mediante el uso de estrategias que han practicado durante largos periodos. </p>
<p>Las técnicas mnemotécnicas más empleadas están basadas en la creación de imágenes mentales o en estrategias verbales que normalmente requieren de mucho entrenamiento. </p>
<p>El método de los lugares, por ejemplo, consiste en asociar a lugares concretos los elementos que se quiere recordar. Por ejemplo, a la hora de recordar la lista de la compra, podemos trazar mentalmente el recorrido al trabajo dejando los elementos de la lista en distintos lugares del camino. De esta manera, cuando queramos recordarlos sólo tendríamos que recorrer mentalmente nuestro camino al trabajo. </p>
<p>Este método es empleado habitualmente por memoristas expertos, y los <a href="https://www.nature.com/articles/nn988">datos de neuroimagen</a> muestran que, durante las tareas de memorización, los expertos tienen mayor activación en las áreas cerebrales encargadas de procesar nuestro entorno visoespacial. </p>
<h2>Relación, ruta y práctica</h2>
<p>La eficacia de las distintas estrategias mnemotécnicas está basada en tres principios fundamentales: </p>
<ol>
<li><p>Es necesario relacionar la información que queremos aprender con nuestro conocimiento previo. </p></li>
<li><p>Para que el proceso de recuperación de la información sea eficaz debemos almacenar la ruta de acceso a la información junto con la información que queremos aprender.</p></li>
<li><p>La eficacia y la agilidad con las que realicemos los dos procesos anteriores va a depender de la práctica repetida de la estrategia.</p></li>
</ol>
<h2>Uso limitado en la escuela</h2>
<p>Las <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/13554790902776896?journalCode=nncs20">investigaciones</a> con expertos memoristas hacen suponer que, si alguien puede entrenar estrategias de memoria para llegar a recordar 67 890 dígitos del número pi, será posible también desarrollar estrategias más eficaces que incrementen la adquisición de conocimientos en la escuela. </p>
<p>Aunque se ha <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/acp.1115">demostrado</a> la elevada eficacia de las técnicas mnemotécnicas basadas en la creación de imágenes mentales o las mnemotecnias verbales, el uso real que podemos hacer de ellas en la vida cotidiana es limitado. </p>
<p>En la escuela, es posible utilizar estos métodos para el aprendizaje de listas, como los planetas o los elementos químicos, pero es muy difícil hacerlo con materiales o conocimientos más complejos. </p>
<h2>Codificación y redes de conocimiento</h2>
<p>Debido a estas limitaciones, parece más razonable intentar mejorar la memoria por otros medios, centrándose en trabajar algunos de los elementos que participan en los procesos de memoria. Aplicando los mismos principios que determinan la eficacia de las estrategias mnemotécnicas, podemos influir en la forma de crear conocimiento nuevo en el entorno escolar.</p>
<p>La creación de una huella de memoria se inicia con la codificación de la información, que sería su registro de entrada. Sabemos que el factor más importante para aprender información nueva, mucho más que la intención de aprender en sí misma, es qué hacemos con el contenido que queremos aprender. </p>
<p>La elaboración profunda de la información, relacionándola con conocimiento previo, es la mejor manera de facilitar su memorización. Por lo tanto, al repasar un contenido con intención de memorizarlo es mucho más eficaz relacionarlo con cosas que ya sabemos en lugar de limitarnos a repetir esa información mentalmente. </p>
<p>Es fundamental, por tanto, crear redes ricas de conocimiento en las que integrar y organizar el conocimiento nuevo. De este modo, recordar el año en que fue escogido el primer presidente norteamericano resultará mucho más fácil si lo integramos y organizamos en torno al conocimiento que ya poseemos sobre la revolución francesa, generando de este modo lo que los investigadores denominan una codificación significativa. </p>
<h2>La importancia de la ruta de acceso</h2>
<p>Tan importante como el proceso de la codificación es el proceso de la recuperación. Muchas veces tenemos almacenada información a la que no podemos acceder, por ejemplo, cuando sabemos que conocemos el nombre de una persona, pero se nos queda en la punta de la lengua sin poder recuperarlo. </p>
<p>Por esto, para que la memoria sea eficaz, debemos almacenar, junto con la información que queremos aprender, las claves con las que vamos a acceder posteriormente a ella. Su ruta de acceso, su estructura de recuperación. </p>
<p>Por último, la práctica repetida de estas estrategias es imprescindible para que la memorización se produzca de manera más eficiente y rápida.</p>
<h2>Conocer la propia memoria</h2>
<p>La intervención más eficaz en la escuela no es aquella que se limita a enseñar técnicas de memorización, sino la que ayuda a los alumnos a conocer cómo funciona su propia memoria. </p>
<p>Como regla general, cuántos más conocimientos tengamos y más tiempo practiquemos estrategias efectivas de memorización, menos nos costará adquirir nuevos conocimientos. </p>
<p>Es fundamental enseñar a los escolares cuáles son las estrategias de estudio más eficaces para cada tipo de contenido y de evaluación, y marcarse como principal objetivo que sean capaces de aplicarlas flexiblemente.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/185971/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Podemos enseñar las estrategias de estudio más eficaces para cada tipo de contenido y de evaluación, y ayudar a los estudiantes a aplicarlas flexiblemente.Claudia Poch, Coordinadora del Doctorado en Educación y Procesos Cognitivos, Universidad NebrijaJorge González Alonso, Investigador Sénior en el Centro de Investigación Nebrija en Cognición (CINC), Facultad de Lenguas y Educación, Universidad NebrijaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1847592022-06-09T18:03:05Z2022-06-09T18:03:05Z¿Por qué no podemos recordar cuando nacimos o cuando aprendimos a hablar? Lo que sabemos de la amnesia infantil<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/467993/original/file-20220609-1203-twobvv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C14%2C4913%2C3238&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">¿Recordará alguno de los hermanos este trascendental encuentro?</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/brother-sister-lie-towels-on-their-1120338728">Shutterstock / komokvm</a></span></figcaption></figure><p>En mis clases sobre <a href="https://scholar.google.com/citations?user=wGGw7JQAAAAJ&hl=en&oi=ao">desarrollo infantil</a>, siempre que hablo sobre la memoria empiezo por pedir a mis alumnos que identifiquen su recuerdo más antiguo. Algunos hablan de su primer día de colegio, otros de disgustos o de cuando nació un hermano pequeño. </p>
<p>Hay enormes diferencias en la cantidad de detalles con que recuerdan estos eventos, pero todos sus primeros recuerdos tienen una cosa en común: son <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Autobiographical_memory">autobiográficos</a>, es decir, tienen que ver con experiencias personales significativas, y no han sucedido antes de los 2 o 3 años. </p>
<p>De hecho, casi nadie puede recordar nada de sus primeros años de vida. Es un fenómeno que los científicos llaman <a href="https://doi.org/10.1016/B978-012370877-9.00007-4">“amnesia infantil”</a>. Pero ¿por qué sucede esto? ¿Acaso la memoria solo empieza a funcionar a partir de una edad determinada?</p>
<p>Esto es lo que sabemos sobre la memoria y los bebés. </p>
<h2>Formación de recuerdos</h2>
<p>Aunque no recordemos cosas de antes de los 2 o 3 años, las investigaciones apuntan a que los bebés sí que pueden formar recuerdos. Eso sí, no son el tipo de recuerdos que nos dicen cosas sobre nosotros mismos. </p>
<p>A partir de los primeros días de vida, los bebés pueden <a href="https://doi.org/10.1111/j.2044-835X.1989.tb00784.x">recordar la cara de su madre</a> y distinguirla de la de un extraño. Unos meses después, ya son capaces de <a href="https://doi.org/10.1037/0012-1649.37.5.642">recordar las caras de las personas más próximas</a> y sonríen más al verlas. </p>
<p>De hecho, hay muchos <a href="https://www.brainhq.com/brain-resources/memory/types-of-memory/">tipos de recuerdos</a> que no son autobiográficos. Existe la memoria semántica, la memoria de hechos, como los nombres de diferentes tipos de manzanas o la capital de un país. También hay una memoria funcional, esa que nos permite recordar cómo se realiza determinada acción, desde abrir una puerta a conducir. </p>
<p>La psicóloga <a href="https://www.rutgers.edu/news/carolyn-rovee-collier-pioneer-whose-research-proved-infants-can-learn-dies-72">Carolyn Rovee–Collier’s</a> y su equipo realizaron unos conocidos experimentos en los años 80 y 90 que demostraban que los niños son capaces de crear este tipo de recuerdos desde muy temprana edad. </p>
<p>Obviamente, los bebés no pueden explicarnos directamente lo que recuerdan. La clave en este tipo de estudios fue encontrar el tipo de tareas que se adaptan mejor a la rápida evolución de los cuerpos y las habilidades infantiles, para poder valorar en qué medida recordaban cosas en un periodo largo de tiempo. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/467578/original/file-20220607-15930-ust6na.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="bebé tumbado de espaldas en la cuna mirando un móvil suspendido desde arriba" src="https://images.theconversation.com/files/467578/original/file-20220607-15930-ust6na.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/467578/original/file-20220607-15930-ust6na.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/467578/original/file-20220607-15930-ust6na.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/467578/original/file-20220607-15930-ust6na.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/467578/original/file-20220607-15930-ust6na.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/467578/original/file-20220607-15930-ust6na.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/467578/original/file-20220607-15930-ust6na.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Un móvil en movimiento puede mantener al bebé entretenido.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/photo/asian-newborn-baby-feeling-joyful-and-happy-with-royalty-free-image/1372675707">Nattakorn Maneerat/iStock via Getty Images</a></span>
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<p>Para bebés de entre 2 y 6 meses, los investigadores colocaron un móvil sobre el cabecero de la cuna. Midieron cuántas patadas daban los bebés para saber cuál era su propensión natural a moverse así, y después ataron una cuerda desde el pie del bebé al extremo del móvil. De esta manera, cuando el bebé mueve los pies el móvil se agita también. </p>
<p>Los bebés rápidamente descubren que controlan el movimiento del móvil. Les gusta ver ese movimiento, lo que les hace dar muchas más patadas que antes de tener la cuerda atada. Esto demuestra que han entendido que mover sus piernas hace que el móvil se mueva. </p>
<p>Los bebés de entre 6 y 18 meses ya no quieren pasar tanto tiempo tumbados en la cuna. El experimento se realiza con el bebé sentado frente a una mesa donde hay un botón. El botón inicialmente no tiene ningún efecto, y se mide la frecuencia con que los niños aprietan. </p>
<p>Transcurrido un tiempo, se activa el mecanismo que hace que el botón ponga en funcionamiento un tren de juguete. Los niños aprenden rápidamente que tienen esta capacidad y aprietan mucho más a menudo el botón.</p>
<p>¿Qué tiene que ver esto con la memoria? Lo más interesante de estos experimentos es que, transcurridos un par de días en los que los bebés aprenden a hacer estas tareas, Rovee-Collier midió en qué medida se acordaban. Cuando los niños volvían al laboratorio, y volvían a estar en la misma posición, ¿se acordaban de que existían esa relación causa-efecto?</p>
<p>Pues bien, los resultados revelaron que a la edad de 6 meses y con un “entrenamiento” de un minuto los bebés podían acordarse al día siguiente. Cuanto mayores eran los niños, más duraba el recuerdo. También descubrieron que era posible conseguir que lo recordaran <a href="https://eclass.uoa.gr/modules/document/file.php/PPP243/%CE%A5%CE%BB%CE%B9%CE%BA%CF%8C%202021/Rovee-Collier1999.pdf">a más largo plazo</a> si se les entrenaba durante más tiempo, y si se les hacía algún recordatorio entre medias, por ejemplo mostrándoles el móvil brevemente. </p>
<h2>¿Por qué no hay recuerdos autobiográficos?</h2>
<p>Si los bebés pueden recordar cosas en sus primeros meses de vida, ¿por qué no almacenamos recuerdos de las cosas que nos pasaron o que hicimos en esa etapa inicial? No sabemos aún si la amnesia infantil tiene que ver con la incapacidad de formar este tipo de recuerdos o más bien con la incapacidad de recuperarlos más adelante. Desconocemos exactamente qué ocurre, aunque los expertos tienen algunas teorías. </p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/467577/original/file-20220607-24-histdj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="un niño emocionado sentado en un asiento de ventanilla de un avión" src="https://images.theconversation.com/files/467577/original/file-20220607-24-histdj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/467577/original/file-20220607-24-histdj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=870&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/467577/original/file-20220607-24-histdj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=870&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/467577/original/file-20220607-24-histdj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=870&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/467577/original/file-20220607-24-histdj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1094&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/467577/original/file-20220607-24-histdj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1094&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/467577/original/file-20220607-24-histdj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1094&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Es necesario que haya mucho desarrollo para que puedan recordar una experiencia emocionante.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/photo/inspecting-my-private-jet-an-excited-child-playing-royalty-free-image/1062132748">FroggyFrogg/iStock via Getty Images</a></span>
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<p>Una de ellas es que, para tener recuerdos autobiográficos, en primer lugar hace falta tener un sentido de uno mismo. Es necesaria la capacidad de pensar en nuestro comportamiento y su relación con los demás. </p>
<p>Los investigadores han hecho un experimento en este sentido, llamado <a href="https://psycnet.apa.org/record/1995-97661-006"><em>el test del pintalabios</em></a>, usando el reconocimiento en un espejo. A los bebés se les pone una marca de pintalabios rojo en la nariz. Después se le presenta ante un espejo. </p>
<p>Hasta los 18 meses, los bebés no son capaces de reconocer que ese bebé que les mira desde el espejo son ellos mismos. Pero entre los 18 y los 24 meses, se tocan la nariz, incluso aparecen avergonzados, sugiriendo que conectan ese punto rojo que ven con su propia cara. Por lo tanto, ya tienen una idea de sí mismos. </p>
<p>Otra explicación para la amnesia infantil es la relación de la memoria con el desarrollo del lenguaje. Como el lenguaje no se desarrolla hasta el <a href="https://www.nidcd.nih.gov/health/speech-and-language">final del segundo año de vida</a>, no les es posible crear un discurso articulado sobre sus propias vidas que puedan recordar más tarde. </p>
<p>Por último, el hipocampo, la región del cerebro responsable en mayor medida de la memoria, <a href="https://doi.org/10.1016/j.dcn.2015.08.009">no está completamente desarrollado en la primera infancia</a>. </p>
<p>La ciencia seguirá buscando maneras para averiguar cómo cada uno de estos factores influye en el hecho de que no podamos recordar mucho –si es que recordamos algo– de nuestras vidas antes de los dos años.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/184759/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Vanessa LoBue no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los experimentos demuestran que los bebés pueden formar recuerdos desde los dos meses. ¿Por qué no podemos recordar eventos autobiográficos?Vanessa LoBue, Assistant Professor of Psychology, Rutgers University - NewarkLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1821642022-05-11T17:28:27Z2022-05-11T17:28:27ZPodemos medir la inteligencia, pero ¿para qué?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/462527/original/file-20220511-16-l7kdxm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C6%2C4293%2C2986&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/close-people-hands-measuring-brain-ruler-319742126">Shutterstock / Sergey Nivens</a></span></figcaption></figure><p>La definición de inteligencia ha evolucionado a lo largo de los años. Una definición rápida podría ser “aquello que miden los tests de inteligencia”. Quizás suene banal, pero es que los humanos creamos conceptos abstractos a medida que los necesitamos, y la inteligencia no se independizó de ideas como el alma o el pensamiento hasta principios del siglo XX, cuando se empezó a usar este término en investigación científica.</p>
<p>Así, hablar de inteligencia es hablar de un constructo (concepto teórico) que puede ser entendido desde distintas perspectivas. En la actualidad, la <a href="https://www.apa.org/topics/intelligence">Asociación Americana de Psicología</a> afirma que la inteligencia es una habilidad para obtener información, aprender de las experiencias, adaptarse al entorno, emplear el pensamiento y la razón.</p>
<h2>Historia de la inteligencia</h2>
<p>La inteligencia aterriza dentro de la disciplina de la psicología, que es nieta de la filosofía. Su invención deriva de apreciaciones sobre conceptos tan profundos como la mente, el pensamiento o la moral. Pero cuando se lleva al plano científico, la medición de la inteligencia recurre desde el principio a lo que es observable. </p>
<p>El pensador británico <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Francis_Galton">Francis Galton</a> creó en 1882 un laboratorio para medir la respuesta sensorial con una batería de test, y poco después, en 1902, los pedagogos <a href="https://ruc.udc.es/dspace/bitstream/handle/2183/12605/RGP_21_2013_art_4.pdf?sequence=1&isAllowed=y">Binet y Simon</a> adaptaron dichas pruebas para discernir necesidades educativas en niños franceses.</p>
<p>En 1904, el psicólogo inglés <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Spearman">Charles Spearman</a> añade la psicometría y la estadística a este tipo de test para organizar los datos. Lo más destacable de esta investigación es que encuentra un factor común en estas medidas: el factor <em>g</em> de inteligencia.</p>
<p>Los test fueron utilizados de manera equivocada e incluso discriminatoria. Se suscitó un debate entre genética y aprendizaje que explotó en los medios de comunicación como un enfrentamiento de clases sociales. En medio de esta polémica que mezcló lo innato, lo genético, el ambiente y todo lo que faltaba por investigar, la dificultad de traducir el lenguaje científico a los medios de comunicación dio lugar a los <a href="https://www.psicothema.com/pii?pii=247">primeros mitos</a> de la psicología. </p>
<h2>Medir la inteligencia a través de la inferencia</h2>
<p>La confusión se ha resuelto con la estandarización de los test de inteligencia, basados en la estadística sobre mediciones observables de la conducta que se atribuye a la inteligencia. Se cuantifican y analizan determinadas variables tangibles, con el objetivo de predecir ciertos resultados del individuo. </p>
<p>Pero tampoco hay que olvidar que no existe ninguna prueba tan sencilla o asequible que mida de manera integral todo el constructo de la inteligencia, y es imprescindible atender a la validez y fiabilidad como indicadores de exactitud de los resultados de cada herramienta de evaluación, ya que no todos los instrumentos de media son igual de fiables.</p>
<p>Con estas premisas, las medidas de inteligencia más precisas se ajustan al modelo propuesto por el psicólogo estadounidense <a href="https://doi.org/10.1016/B978-008043793-4/50036-2">John B. Carrol</a>, con una estructura jerárquica en donde la inteligencia general (<em>g</em>) se ubica en la cúspide y se calcula con múltiples fórmulas de regresión que explican más del 60 % de la varianza del constructo. Por debajo quedarían la inteligencia fluida y la cristalizada. </p>
<p>No entraremos en profundidad en estas nociones, aunque sí es relevante saber que estos condicionantes son genéticos y también no genéticos. Tan solo hay que especificar que los test de inteligencia nos proporcionan una medida numérica de estimación, un resultado: el famoso cociente intelectual (CI). </p>
<h2>¿Inteligencia o inteligencias?</h2>
<p>Fuera del circuito científico han proliferado medidas que han buscado otras definiciones de inteligencia. Pero no han sido capaces de medir esas “otras inteligencias” de forma consistente. </p>
<p>Uno de los ejemplos más conocidos es la teoría de las inteligencias múltiples de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Howard_Gardner">Howard Gardner</a>. Él mismo afirma que su síntesis nada tiene que ver con el cerebro y que, <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1111/mbe.12229">“incluso si la teoría es plausible, ninguna recomendación educativa deriva directamente de ella”</a>. </p>
<p>De estas definiciones de inteligencias nacen algunos <a href="https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.591923">neuromitos</a>, como por ejemplo afirmar erróneamente que la sobreestimulación temprana en la primera infancia hace que los niños sean más inteligentes.</p>
<h2>Entonces, ¿para qué medir la inteligencia?</h2>
<p>En realidad, aunque el constructo inteligencia nos ofrece la oportunidad de saber si hay algún problema de aprendizaje, no aporta mucho por sí solo. ¿Alguien sabría decir la diferencia en habilidades, capacidades o resultados esperados entre un CI de 98 y un CI de 110? Al fin y a cabo, estamos hablando de un número extraído de un ambiente social en el que hay muchos factores cambiantes en juego.</p>
<p>Una de las principales aplicaciones de la medición de la inteligencia es poder atender a las diferencias individuales y ritmos de aprendizaje. Existen nuevas propuestas que aúnan enfoques cognitivos y psicométricos y nos dan herramientas para, por ejemplo, relacionar ese factor <em>g</em> con funciones ejecutivas como <a href="https://doi.org/10.3390/jintelligence9030034">la atención</a>.</p>
<p>La mitad de la población tiene un CI normal. Un CI inferior o superior podría ser una llamada de atención en entornos educativos. Pero no impide que utilicemos todo el potencial de la parte fluida y cristalizada, que dependen de factores no genéticos. Se trata de generar los mejores escenarios de aprendizaje y que cada persona utilice su CI para lo que le motiva, le llama y le hace ser inteligente.</p>
<p>Sí, podemos medir la inteligencia de forma fiable y válida. Pero si no hay un hito alarmante que nos haga sospechar algo poco común, la enseñanza basada en las evidencias científicas nos permite educar la inteligencia de cada persona como el motor de sus propios talentos, bien sean matemáticos, lingüísticos, deportivos, o una mezcla de todos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/182164/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>El cociente intelectual, resultado de una serie de mediciones observables, ha servido para estandarizar nuestro concepto de inteligencia. ¿Pero de dónde viene este concepto y hasta qué punto es importante?Marta Torrijos-Muelas, Ayudante. Departamento de Psicología. Facultad de Educación de Cuenca. Universidad de Castilla-La Mancha, Universidad de Castilla-La ManchaManuel Jacob Sierra Díaz, Investigador del área de didáctica de la Educación Física, Universidad de Castilla-La ManchaSixto González-Víllora, Profesor Titular de Universidad en Didáctica de la Educación Física y Pedagogía Deportiva, Universidad de Castilla-La ManchaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1807202022-04-18T15:20:28Z2022-04-18T15:20:28ZPor qué a los jóvenes les cuesta concentrarse<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/458423/original/file-20220418-16-rymupg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C0%2C5742%2C3828&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/tired-businessman-sleeping-after-hard-working-524947354">Shutterstock / Lipik Stock Media</a></span></figcaption></figure><p>“¡Concéntrate, concéntrate!”, dice el mago. Nuestra atención queda focalizada en lo que él quiere que miremos y se produce el truco de magia. Dejamos de ver lo que hace posible la magia y sólo vemos aquello que quiere que veamos: nos centramos en el guante, la carta, el sombrero y no en lo que hace posible el truco.</p>
<p>Cuando aprendemos, ¿dónde focalizamos? ¿Estamos atentos a los detalles? ¿Nos centramos en “el truco” o podemos apreciar todo el contexto? ¿Nos cuesta concentrarnos al estudiar?</p>
<p>Cuando estudiamos, la atención nos permite encauzar la vida mental y las acciones hacia la consecución de nuestros objetivos. Pero para concentrarnos nuestra mente necesita inhibir los estímulos que considera irrelevantes. Eso es lo que hace la red atencional ejecutiva.</p>
<p>¿Cómo centrarnos en lo que es importante? Hoy estamos inmersos en una sobreestimulación de demandas de atención. Estamos en un mundo infoxicado, con exceso de información. Nuestras mentes parecen haber desarrollado la necesidad de estar siempre “encendidas”, de recibir centenares de informaciones cada día a las que no se les puede dedicar tiempo. Sin profundizar en nada, saltamos de una cosa a la otra. </p>
<p>Es el resultado de un mundo, una sociedad, donde se da más importancia a la exhaustividad (necesidad de estar en todo, ver lo último) frente a la relevancia (lo más importante). Parece que la concentración lo tiene mal para encajar en este contexto, y más a la hora de estudiar.</p>
<h2>Exhaustividad frente a relevancia</h2>
<p>Además de la presión exterior y la sobreestimulación, nosotros mismos nos sometemos a unas inercias de rendimiento tal y como nos invita a pensar el filósofo surcoreano <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Byung-Chul_Han">Byung-Chul Han</a>: </p>
<blockquote>
<p>“En realidad, lo que enferma no es el exceso de responsabilidad e iniciativa, sino el imperativo del rendimiento, como nuevo mandato de la sociedad del trabajo tardomoderna”. </p>
<p><strong><a href="https://www.unebook.es/es/libro/la-sociedad-del-cansancio_117096"><em>La sociedad del cansancio</em></a></strong></p>
</blockquote>
<p>Sentimos la necesidad de estar presentes en las redes, de estar en lo último y abarcar todo lo reciente. Y eso es prácticamente imposible hoy en día. Acabamos dispersando nuestra atención y perdiendo la capacidad de ver lo que realmente importa.</p>
<p>Parece que la situación no es la óptima para que nos podamos concentrar. Pero hay maneras de conseguirlo. </p>
<ol>
<li><p><strong>Empecemos por la curiosidad</strong></p>
<p>Desde la neuroeducación sabemos que la forma más directa de despertar la atención, mecanismo imprescindible para el aprendizaje, es <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6170873">suscitar la curiosidad</a>. Y esto es así debido a que los seres humanos somos curiosos por naturaleza. </p>
<p>Si algo <a href="https://escuelaconcerebro.wordpress.com/2014/08/04/la-atencion-en-el-aula-de-la-curiosidad-al-conocimiento/">despierta nuestra curiosidad</a>, seguro que vamos a estar atentos y concentrados en esa novedad. Realmente captará nuestras ganas de conocer, de indagar, de explorar, de profundizar, de estudiar y aprender.</p></li>
<li><p><strong>Tomar consciencia y decidir</strong></p>
<p>Concentrarse es también decidir a qué le queremos dedicar nuestra atención, focalizar nuestra mirada. Por tanto, tomar consciencia es un paso relevante para la concentración. </p>
<p>Por ejemplo, si debemos estudiar o realizar una tarea compleja, decidir no atender a nada ni a nadie durante 60 minutos puede ser una buena estrategia. Eso garantiza estar sólo pendientes del objetivo propuesto durante un tiempo determinado. </p>
<p>Si realmente aquello que se está haciendo nos motiva, estamos fluyendo, el tiempo ya no cuenta. Cuando se está fluyendo no hay distracción que valga ni necesidad de determinar tiempos. </p></li>
<li><p><strong>Momentos de nada con movimiento</strong></p>
<p>Hacer parones para hacer alguna actividad física de 10 minutos mínimo puede ayudar para volver a concentrarnos en el estudio. Si la actividad física es regular (principalmente el ejercicio aeróbico) estaremos consiguiendo promover la neuroplasticidad y la neurogénesis en el hipocampo, facilitando la memoria de largo plazo y un aprendizaje más eficiente. </p>
<p>Además, este ejercicio no sólo aporta oxígeno al cerebro optimizando su funcionamiento, sino que genera una respuesta de los neurotransmisores noradrenalina y dopamina que intervienen en los procesos atencionales.</p></li>
<li><p><strong>Atender a nuestro estado emocional</strong></p>
<p>Hay muchos factores que influyen en los procesos atencionales y en la concentración. Por ejemplo, como sabemos que la atención guarda una estrecha relación con el nivel de activación, la fatiga, la falta de sueño y las emociones intensas, haber dormido bien y tener bienestar emocional facilitan la concentración. Quizá un poco de meditación puede ayudar a concentrarnos mejor. </p></li>
<li><p><strong>Efecto biblioteca</strong></p>
<p>Nuestro cerebro es un cerebro social: a veces estudiar con otros nos ayuda a concentrarnos, entramos en sintonía con los demás. </p>
<p>Si lo podemos hacer en espacios diseñados para ello, como bibliotecas, perfecto. Si no, podemos crear espacios para compartir la concentración con otras personas, ya sean presenciales o virtuales (encuentros para estudiar).</p></li>
<li><p><strong>Puentes de futuro</strong></p>
<p>A nuestro cerebro le gusta aprender aquello que entiende que le va a servir para el futuro. Para concentrarnos, podemos pensar en los beneficios que tendrá para el futuro lo que estamos estudiando. Proyectar ese futuro nos ayudará a motivarnos para estudiar en el presente.</p></li>
</ol><img src="https://counter.theconversation.com/content/180720/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Anna Forés Miravalles no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Estudiar siempre fue tarea exigente, pero en nuestra época se ha convertido en una proeza casi imposible para los adolescentes rodeados de estímulos. Proponemos algunos trucos eficaces.Anna Forés Miravalles, Profesora Facultad de Educación, Universitat de BarcelonaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1762672022-03-21T19:53:47Z2022-03-21T19:53:47ZEl rechazo en la escuela: cuando no gustar al grupo se cronifica<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/452560/original/file-20220316-8547-hbpxel.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3834%2C2149&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/depressed-african-child-abandoned-lavatory-leaning-1828272227">Shutterstock / nimito</a></span></figcaption></figure><p>La necesidad de pertenencia es fundamental en el desarrollo de los seres humanos. Para los humanos más pequeños esta necesidad se concreta en tener compañeros y compañeras de aprendizaje, de juegos y, algo después, amigas y amigos. </p>
<p>Pero, para algunos niñas y niños, esto no funciona y son sistemáticamente excluidos de las relaciones grupales. Sus compañeros prefieren estar con otros miembros del grupo, e incluso, explícitamente, prefieren no hacer cosas junto a ellos. La investigación ha constatado que existe un elevado índice de niños y niñas que a lo largo de su escolaridad son rechazados por sus compañeros, con pequeñas variaciones a lo largo de la escolaridad, y <a href="http://repositori.uji.es/xmlui/handle/10234/183275">de forma muy desigual en chicos y chicas</a> (los niños son más rechazados que las niñas). </p>
<p>En <a href="http://repositori.uji.es/xmlui/handle/10234/167585">nuestros propios datos</a> encontramos tasas de rechazados entre el 12 % y 16 %, siendo muy improbable encontrar un aula sin ningún rechazado. De hecho, en torno al 75 % de las aulas cuentan con al menos 3 estudiantes rechazados.</p>
<h2>No gustar, experiencia común</h2>
<p>La mayor parte de las personas no gustamos a todos, incluso puede que seamos el foco del rechazo activo de algunas personas, por lo que los desagrados y los rechazos forman parte de la dinámica interpersonal y grupal cotidiana. De nuevo en <a href="http://repositori.uji.es/xmlui/handle/10234/179539">nuestros datos</a> aparece con claridad que el intercambio de desagrados o afectos negativos entre compañeros es una experiencia adversa común desde el inicio de la escolaridad. </p>
<p>Así, en <a href="http://repositori.uji.es/xmlui/handle/10234/185232">estudios previos</a> hemos encontrado que el 96 % de niños y niñas de 6–7 años señalan negativamente a algún compañero y el 86 % de los niños y niñas son señalados negativamente al menos una vez por otro compañero.</p>
<h2>El rechazo crónico y sus efectos</h2>
<p>Pese a que el rechazo forma parte de manera difícilmente eludible de nuestras relaciones, cuando se vuelve crónico, se convierte en uno de los <a href="https://doi.org/10.1037/0033-2909.113.1.99">predictores</a> más importantes de desajuste psicológico, social y académico para el que lo padece.</p>
<p>Estudiar el rechazo y su evolución es complicado por variadas razones. La primera es que acceder a informaciones negativas puede implicar hacer preguntas delicadas, lo que no siempre es fácil. Pero quizá la fundamental es que en nuestra sociedad existe un fuerte sesgo positivo sobre las relaciones, olvidando los aspectos más negativos de los intercambios personales, como serían los desagrados entre iguales, es decir: las situaciones en las que dos personas no se gustan o a una no le gusta la otra.</p>
<p>El resultado de que las personas estén menos dispuestas a expresar o compartir informaciones negativas, o que las expresen en escenarios menos accesibles a los rechazados, es que se dispone de menos información sobre las actitudes o relaciones negativas. </p>
<p>Todo ello conlleva que las situaciones de rechazo generalmente tengan un carácter encubierto. Así, <a href="https://www.researchgate.net/publication/338106270_Por_que_no_nos_gustan_algunos_companeros_Razones_de_los_escolares_de_primero_y_segundo_curso_de_educacion_primaria">hemos encontrado</a> que el 95 % de los niños y niñas de 6–7 años cometen algún tipo de error en la identificación de sus rechazadores y que la mitad no acierta a descubrir quiénes son. Esta situación parece mantenerse en el tiempo, dado que en torno a la mitad de los rechazadores de cuarto curso creen que los compañeros que no les gustan lo desconocen y que, en cierta manera, esto ocurre porque lo ocultan.</p>
<h2>¿Por qué no gusto?</h2>
<p>Pero ¿por qué ciertos niños y niñas no gustan? ¿Qué tienen en común? O quizás una pregunta más adecuada sea: ¿qué ha ocurrido para que el grupo no los quiera?</p>
<p>Una respuesta rápida e intuitiva sería pensar que algo está mal en ellos. Desde esta teoría de <a href="https://psycnet.apa.org/record/2008-19117-013">las características</a> se señala que hay rasgos que se consideran deseables en sí mismos, como la empatía o la prosocialidad, que serían motivos de aceptación, y que hay otros, como la agresividad y el retraimiento, que no se consideran deseables y que serán motivo de rechazo. </p>
<p>Se pone el acento, entonces, en las propias conductas de las personas rechazadas. Una respuesta algo más compleja se centraría en que las preferencias o rechazos se realizan sobre la base del coste–beneficio que tiene para quienes toman la decisión. </p>
<p>En ese caso se pondría el foco en la interpretación que los rechazadores hacen de la conducta del rechazado en términos de costes para sí mismo o para su grupo. </p>
<p>Además de esta valoración objetiva de la conducta por parte del grupo, también <a href="https://doi.org/10.1016/S0022-4405(03)00048-7">hay evidencias</a> de que nos gustan personas con características similares a las nuestras. Esta búsqueda de similitudes también se extiende a los grupos, identificándonos con características diversas, como puede ser el sexo (“chicas” frente a “chicos”). Esta última teoría propone, a su vez, que la disimilitud conduce al desagrado.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/452561/original/file-20220316-8461-17pdxhi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/452561/original/file-20220316-8461-17pdxhi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/452561/original/file-20220316-8461-17pdxhi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/452561/original/file-20220316-8461-17pdxhi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/452561/original/file-20220316-8461-17pdxhi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/452561/original/file-20220316-8461-17pdxhi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/452561/original/file-20220316-8461-17pdxhi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/452561/original/file-20220316-8461-17pdxhi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/selective-focus-depressed-schoolgirl-sitting-near-1651732663">Shutterstock / LightField Studios</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Un círculo vicioso</h2>
<p>Así, un niño o una niña con habilidades sociales pobres tiene conductas retraídas, agresivas o poco adaptadas al grupo, lo que provoca cierto rechazo entre sus compañeros. En no pocas ocasiones, ni siquiera encontramos al inicio conductas inadecuadas, sino simplemente diferencias en conducta o juego, poca relación, poca afinidad o pertenencia a grupos distintos, incluido el género. </p>
<p>Este rechazo inicial influye negativamente en las percepciones del niño sobre sí mismo y sobre los otros. Esto, a su vez, influye en el comportamiento del niño con los iguales, que se vuelve cada vez más desadaptativo, lo que, a su vez, influye negativamente en las actitudes de los iguales y su comportamiento hacia el niño, formando así “una espiral negativa de desarrollo”.</p>
<p>La cronificación del rechazo resulta especialmente grave porque es una situación que aleja permanentemente a los niños y niñas que lo sufren tanto de las ventajas evolutivas y beneficios de las propias relaciones como de los mecanismos de influencia entre pares y que son cruciales para el desarrollo de determinadas habilidades. </p>
<h2>La ausencia de aprendizaje grupal</h2>
<p>Son niños y niñas, por tanto, que no pertenecen al grupo y que no se benefician de este como contexto de aprendizaje. Hay que añadir, además, que el rechazo suele ser una situación relativamente estable cuando no se interviene en ella y que la estabilidad del rechazo se relaciona claramente con un mayor deterioro del ajuste socioemocional. </p>
<p>Pocos problemas durante la infancia conllevan el nivel de estrés y daño a largo plazo que el que causa <a href="https://www.guilford.com/books/Peer-Rejection/Karen-Bierman/9781593852436/reviews">el rechazo crónico de los iguales</a>. </p>
<p>A corto plazo, el rechazo provoca daños emocionales, como la soledad, y bajo rendimiento académico; a largo plazo, se relaciona con problemas de internalización (depresión, baja autoestima, ansiedad) y de externalización (abandono escolar, problemas de conducta, conducta antisocial, abuso de drogas).</p>
<p>Solo intervenciones que pongan el foco tanto en la prevención como en la promoción de la convivencia, que combinen la atención individual con la implicación del profesorado, la familia y el grupo de iguales, que se prolonguen en el tiempo y se adapten a las situaciones y prácticas concretas de cada contexto ofrecerán soluciones satisfactorias a las niñas y a los niños inmersos en las situaciones de rechazo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/176267/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Francisco Juan García Bacete recibe fondos de organización.
En realidad nuestro proyecto es una sucesión de proyectos de investigación subvencionados por diferentes entidades públicas y privadas a nivel nacional, autonómico y local que en conjunto suman 21 años de investigación
Ministerio de Ciencia e Innovación (PSI2008-00541/PSIC); Ministerio de Economía y Competitividad (EDU2012-35930); Generalitat Valenciana (11I028); Fundación Dávalos-Fletcher de Castellón (Convocatoria 2012); Conselleria de Educación, Cultura y Deportes de la Generalitat Valenciana (Convocatoria Gerónimo Forteza de la Generalitat Valenciana, 11I028; Convocatorias Buenas Prácticas en Centros Educativos, Resoluciones de 30/08/2010 y 11/01/2010; Contrato Art. 83 LOU, 11I046); Centro de Formación del Profesorado de Castellón (2012, 2013-13CA07IN229, y 2014-14CA02IN475); y Universitat Jaume I (P1-1B2009-33; P1-1A2012-04; UJI-B2019-29).
</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Ghislaine Marande Perrin está participando desde 2009 en Proyectos de Investigación I+D+I nacionales, autonómicos y locales. Actualmente miembro investigador en el proyecto UJI-B2019-29. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Irene Jiménez Lagares ha recibido fondos de Proyectos I+D+I nacionales y autonómicos</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>MARÍA VICTORIA MUÑOZ TINOCO ha participado en el pasado en proyectos I+D+I nacionales y autonómicos</span></em></p>El rechazo forma parte de las relaciones humanas, pero cuando es continuo, los rechazados entran en un círculo vicioso que empeora sus posibilidades de socializar durante toda su etapa escolar.Francisco Juan García Bacete, Catedrático de Psicología Escolar y Familiar, Universitat Jaume IGhislaine Marande Perrin, Profesora de psicología evolutiva y educativa, Universitat Jaume IIrene Jiménez Lagares, Profesora de Psicología del Desarrollo, Universidad de SevillaMaría Victoria Muñoz Tinoco, Profesora Dpto. Psicología Evolutiva y de la Educación, Universidad de SevillaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1761642022-02-22T19:28:58Z2022-02-22T19:28:58ZLos buenos propósitos, mejor de uno en uno<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/447577/original/file-20220221-13-1vjuqnx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C8%2C5353%2C2275&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-vector/success-leadership-concept-journey-origami-red-1976615705">Shutterstock / MrArtHit</a></span></figcaption></figure><p>Se dice que cada mes de marzo, cuando con la llegada de la primavera se producía una explosión de vida en la naturaleza, las buenas gentes de la antigua Babilonia se comprometían en un rito festivo con proyectos que programaban su cerebro en busca del éxito. El equivalente a nuestros “buenos propósitos” de Año Nuevo. </p>
<p>Es de suponer que también el pueblo babilónico lucharía, como hoy hacemos, contra esa tendencia innata a posponer o enlentecer las acciones necesarias para triunfar. Dicho de otro modo, se esforzaban para permanecer firmes ante <a href="https://damassincaballeros.wordpress.com/2018/09/13/en-seguida-lo-hago-el-cerebro-procastinador-la-ciencia-que-se-esconde-tras-nuestra-necesidad-de-posponer/">nuestro cerebro procastinador</a>, ese que nos engatusa y desvía de nuestros objetivos intentando convencernos de dejarlo todo <a href="https://wires.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/wcs.1492">“para luego”</a>. </p>
<p>Nuestra tendencia a procrastinar es uno de los sabotajes cerebrales más evidentes a los que nos enfrentamos a la hora de cumplir los buenos propósitos. Pero no es el único: la fortaleza de nuestros hábitos supone otro escollo importante a tener en cuenta.</p>
<p>Resulta que mejorar el nivel de inglés, dejar de fumar o hacer más deporte son excelentes propósitos que se oponen a <a href="https://link.springer.com/article/10.3758/s13420-021-00488-z">hábitos bien establecidos y difíciles de erradicar</a>. A pesar de que el cerebro humano es plástico y ha sido seleccionado para poseer una gran capacidad de aprendizaje, le cuesta menos mantener un comportamiento habitual que abandonarlo para adquirir uno nuevo. Por más que el cambio mejore sustancialmente nuestra vida. </p>
<p>Ahora bien, que el cerebro se resista al cambio no significa que resulte imposible hacer realidad nuestros buenos propósitos. Y perseverar en el intento será más sencillo si previamente entendemos cómo funciona nuestro cerebro.</p>
<h2>Con cabeza y gritándolo a los cuatro vientos</h2>
<p>El proceso de crear nuevos hábitos funcionará si logra poner en marcha toda la maquinaria neural de aprendizaje necesaria para modificar nuestra conducta hasta entonces. Desoyendo, de camino, todo aquello que refuerza nuestras costumbres. </p>
<p>Por ejemplo, al decidir dejar de fumar, gracias a la certeza de que este propósito nos permitirá respirar mejor –y, si apuramos, hasta evitar un cáncer– el cerebro aplicará funciones cognitivas que tendrán que imponerse a las emociones que se produzcan, en este caso, al desprenderse todo el entramado social que se construye alrededor de encender un pitillo. </p>
<p>Y ojo, porque esto del grupo no es un tema menor. Muy al contrario, el cerebro humano es social y, como consecuencia, necesita de la aprobación de sus semejantes. Por eso, al formular un propósito, es muy conveniente publicitarlo. Aunque parezca una frivolidad, al cerebro “le gusta” mantener su credibilidad y <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8280175/">hará “lo que sea” para evitar que en el futuro nadie le recuerde que fracasó</a>. </p>
<p>Aquí es importante aclarar que cuando hablamos de lo que al cerebro “le gusta” nos referimos a la actividad neuronal relacionada con las expectativas y las recompensas. Se localiza en la corteza orbitofrontal y las neuronas del estriado y el cerebro medio. Normalmente implica la liberación de una sustancia que hace que nos sintamos recompensados: <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Dopamina">la dopamina</a>. </p>
<p>Las neuronas dopaminérgicas ponen todo su empeño en identificar secuencias de estímulos conducentes a la recompensa. La posibilidad de conseguir “el premio” ayuda a perseverar en el esfuerzo. </p>
<h2>Tomar el control</h2>
<p>Recientemente <a href="https://www.pnas.org/content/109/46/18932">se ha demostrado en ratas</a> que si se suprime la actividad de una zona de la corteza llamada infralímbica, los animales “pierden su costumbre” de andar de una determinada forma por un laberinto. Los equipos de investigación lo achacan a que dicha corteza infralímbica, que envía conexiones a una parte del estriado, controla (o al menos aprueba) las “conductas habituales”. </p>
<p>Una de las implicaciones más interesantes de este hallazgo sobre la implicación cortical, para el tema que nos ocupa es que, incluso si los hábitos están tan arraigados como para parecer automatizados (como <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7004226/">encender un cigarrillo</a>), nuestra voluntad (es decir, el <a href="https://damassincaballeros.wordpress.com/2019/04/27/haciendo-eleccionesel-cerebro-que-toma-decisiones/">cerebro que “toma decisiones”</a>) no pierde totalmente el control en ningún momento. Y esa es una gran noticia: nos permite organizar el cerebro en la búsqueda de sus objetivos.</p>
<h2>Objetivos factibles y divisibles</h2>
<p>Los objetivos deben ser grandes para que merezca la pena luchar por ellos. Pero es interesante que, a la vez, se puedan dividir en pequeños pasos, a ser posible cuantificables, que nos permitan dosificar el esfuerzo. Hablar inglés, como reto, implica aumentar el vocabulario día a día, por ejemplo. Una vez escogido, y si es posible cuantificado (10 palabras al día, por ejemplo), se trata de conseguir perseverar hasta que se alcance “EL” gran objetivo.</p>
<p>Lo que parece indiscutible es que para conquistar el triunfo es imprescindible centrar la atención. En este sentido, las redes de control prefrontales son fundamentales en la <a href="http://neuroblog.stanford.edu/?p=5359">focalización de la conducta dirigida a una meta concreta</a>.</p>
<p>La corteza prefrontal de cada individuo contribuye, de manera crítica, a la toma racional de decisiones pero también a administrar el tiempo. No hay que olvidar que, si la recompensa no es inmediata, el cerebro debe gestionar la espera (e incluso el sacrificio) actual por un bien mayor que llegará en un futuro más o menos próximo. Es decir, que si llega junio y estoy estudiando, mi cerebro debe permitirme renunciar a pasear bajo el sol (recompensa inmediata) a cambio del magnífico éxito que conseguiré en mi examen (recompensa aplazada). </p>
<p>La única manera de mantenernos firmes a pesar de la demora de la recompensa será a través de la motivación. Que no es ni más ni menos que ese estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta hacia un fin determinado. También depende de la dopamina: cuanto más altos son los niveles de esta sustancia que circulan por nuestro cerebro, menos nos va a costar esforzarnos en conseguir una recompensa más valiosa, aunque no inmediata. </p>
<p>En síntesis, no basta con buenas intenciones. La “toma de decisiones” para alcanzar el éxito implica dedicar tiempo, esfuerzo y “control cortical”. Y como a cada decisión acompaña un esfuerzo cerebral, conviene reducir el número de decisiones para usar toda esa energía en las cosas que realmente merecen nuestro empeño. De ahí que valga la pena dosificarse y perseguir los buenos propósitos de uno en uno.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/176164/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Susana P. Gaytan no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Han pasado casi dos meses desde que arrancó 2022 y nos cargamos de “buenos propósitos”. Que los hayamos alcanzado o no depende de muchas cosas, entre ellas la resistencia del cerebro a deshacerse de hábitos y la gestión de la espera.Susana P. Gaytan, Profesora Titular de Fisiología, Universidad de SevillaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1715632021-11-23T20:52:09Z2021-11-23T20:52:09ZCuándo y cómo adelantar de curso al alumnado con altas capacidades<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/432438/original/file-20211117-15-slfn9q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C16%2C5447%2C3620&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/elementary-school-girl-standing-front-chalkboard-1902169528">Shutterstock / Impact Photography</a></span></figcaption></figure><p>Flexibilizar es como se denomina técnicamente a adelantar de curso a un alumno con un alto desempeño escolar, siempre y cuando presente un alto nivel intelectual y se le hayan aplicado el resto de medidas curriculares y extracurriculares. </p>
<p>Esta medida suele causar cierta preocupación en el centro educativo y en las familias, pero se ha demostrado que atiende de manera positiva a las necesidades del alumnado con altas capacidades intelectuales (AACC), tanto a nivel académico como social y emocional.</p>
<h2>¿Pertenezco al grupo AACC?</h2>
<p>Partiendo de la teoría de los <a href="https://gifted.uconn.edu/wp-content/uploads/sites/961/2019/11/The_Three-Ring_Conception_of_Giftedness_2.pdf">tres anillos</a> de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Joseph_Renzulli">Renzulli</a> y, como vemos en el gráfico, una persona pertenece al grupo denominado de Necesidades Específicas de Apoyo Educativo (NEAE), en concreto de altas capacidades, si presenta: </p>
<ol>
<li><p>Una capacidad intelectual superior (es decir, cociente intelectual igual o superior a 130). </p></li>
<li><p>Un alto nivel de creatividad. </p></li>
<li><p>Compromiso e implicación en tareas de alta complejidad intelectual ligadas a sus áreas de interés .</p></li>
</ol>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/431497/original/file-20211111-27-ap7fkm.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/431497/original/file-20211111-27-ap7fkm.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/431497/original/file-20211111-27-ap7fkm.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/431497/original/file-20211111-27-ap7fkm.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/431497/original/file-20211111-27-ap7fkm.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/431497/original/file-20211111-27-ap7fkm.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/431497/original/file-20211111-27-ap7fkm.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/431497/original/file-20211111-27-ap7fkm.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Modelo de Renzulli.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://psisemadrid.org/enriquecimiento-en-altas-capacidades/modelo-renzulli/">PSISE</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Además, tal y como expresa este autor, la personalidad y los factores ambientales influyen en el comportamiento de este tipo de alumnado. Por tanto, el éxito académico que se espera o que puedan tener no solo depende exclusivamente de uno mismo. </p>
<h2>¿Cómo es el proceso de la flexibilización?</h2>
<p>La flexibilización corresponde a una medida extracurricular. Esto significa que se van a establecer modificaciones significativas del currículo ordinario. Supone también cambios esenciales en el ámbito organizativo, así como en los elementos de acceso al currículo o en la modalidad de escolarización. </p>
<p>Antes de llevar a cabo esta medida debemos agotar las medidas curriculares previas: adaptaciones de tareas, metodología en el aula, entre otras.</p>
<p>Para realizar una flexibilización debemos valorar el nivel madurativo del niño, ya que el alumnado con AACC suele presentar una falta de sincronía entre su nivel intelectual y madurativo. Además, debemos tener presente que este tipo de estudiantes pueden tener dificultades en sus relaciones sociales. El equipo de orientación, profesor tutor y la familia han de asegurarse de que el niño esta capacitado para asumir este cambio. </p>
<p>A lo anterior se suma que hay que preguntarle al alumno en cuestión si quiere adelantar de curso o si cree que será una buena medida para él, ya que su opinión debe ser la definitiva.</p>
<h2>Un cambio paulatino</h2>
<p>Seguidamente, debemos tener en cuenta que, antes de que el niño adelante, debe conocer el nuevo ambiente y a sus nuevos compañeros de manera paulatina. Por ejemplo, en aquellas materias donde el niño tenga mayor destreza o habilidad realizará un cambio gradual con el grupo con el que va a pasar el próximo curso escolar. De esta forma, conocerá a sus nuevos compañeros, el cambio no será brusco, y podrán aceptarlo y valorarlo.</p>
<p>El nuevo profesor tutor debe mostrar un perfil proactivo y debe realizar, junto con el departamento de orientación, una adaptación curricular para el nuevo curso escolar, asimismo, debe acompañar al niño durante todo el proceso. De esta forma, conseguiremos que el niño no se frustre y consiga mantenerse motivado para lograr el éxito académico esperado. </p>
<p>Por último, tanto el departamento de orientación como el profesor tutor deben realizar un seguimiento al alumno. Una vez terminado el proceso de flexibilización, la familia, el alumno y el centro han de valorar conjuntamente si la medida ha logrado eliminar las carencias del alumno en cuestión y qué propuestas de mejora se incluirán en el siguiente curso escolar.</p>
<h2>¿Cuándo y cuántas veces?</h2>
<p>En qué momento y con qué frecuencia flexibilizar a un alumno depende sobre todo del propio alumno, de su desarrollo madurativo y de su desarrollo intrapersonal e interpersonal. Teniendo en cuenta todo lo descrito anteriormente, las mejores etapas educativas para flexibilizar son educación infantil y primaria. En estas etapas es más fácil reducir las dificultades que pueda encontrarse en el camino, como, por ejemplo, en sus relaciones sociales. En educación infantil y en el inicio de educación primaria los niños no cuentan con un grupo de referencia y el cambio no es significativo.</p>
<p>En España, cada comunidad autónoma tiene su propia regulación para este tipo de medidas. En Galicia, por ejemplo, se establece por la orden de 8 de septiembre de 2021, por la que se desarrolla el <a href="https://www.xunta.gal/dog/Publicados/2021/20211026/AnuncioG0598-211021-0005_es.html">Decreto 229/201</a>, que regula la atención a la diversidad del alumnado. Este decreto establece los siguientes momentos para la flexibilización:</p>
<ul>
<li><p>Un año escolar en la etapa de educación infantil, pudiendo comenzar la educación primaria en el año natural en el que se cumplen 5 años de edad.</p></li>
<li><p>Un año en la etapa de educación primaria, independientemente de que se haya reducido o no su permanencia en educación infantil. </p></li>
<li><p>Un año en la etapa de educación secundaria obligatoria, independientemente de que se haya reducido en las etapas anteriores.</p></li>
</ul>
<p>Por tanto, sí se puede flexibilizar hasta tres veces. Aunque lo habitual es que una sola flexibilización y otras medidas curriculares o extracurriculares sean suficientes para obtener un buen clima de aprendizaje y lograr el éxito académico. </p>
<p>No siempre se consigue el ritmo de aprendizaje que nos gustaría o que el alumno que ya ha flexibilizado establezca relaciones de amistad, debido, seguramente, a una falta de intereses comunes.</p>
<p>En resumen, la flexibilización ha de ser una medida extracurricular adaptada a cada situación particular y, si es necesario, se debe flexibilizar al alumnado de AACC. Además, es muy importante la opinión del alumno antes, durante y después de haber llevado a cabo esta medida, junto con el seguimiento consensuado del centro educativo y de las familias. Los centros educativos siempre han de velar por los intereses del alumnado y por su propio bienestar.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/171563/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Aroa Otero Rodríguez recibe fondos de Xunta de Galicia, a través de una beca predoctoral. </span></em></p>Adelantar curso puede ser una buena medida para algunos alumnos con altas capacidades. Hay que saber cómo y cuándo hacerlo, además de cuántas veces.Aroa Otero Rodríguez, Investigadora en el departamento de Psicología Evolutiva y Comunicación, Universidade de VigoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1695722021-10-18T19:10:02Z2021-10-18T19:10:02ZDiez ideas para crear buen ambiente en clase<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/426745/original/file-20211015-27-1vkon8k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5472%2C3628&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/group-happy-students-applauding-their-lecturer-1937720896">Shutterstock / Drazen Zigic</a></span></figcaption></figure><p>La educación juega un papel fundamental en la formación de la persona. No se trata de asimilar conocimientos, algo que se puede adquirir leyendo libros, sino de transformar a la persona. Acompañar al alumnado en su crecimiento y transformación, y guiarle en ese apasionante viaje, es papel del profesorado. Educar, en definitiva, no es enseñar a alguien algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía.</p>
<p>Este proceso se da en el aula, primer entorno fuera del hogar en el que vamos a ayudar al alumnado a crecer y aprender de nuestra mano, junto con el resto de los compañeros y compañeras. Son muchos años y muchas horas las que van a dedicar a interactuar con otras personas fuera del hogar.</p>
<p>Ser docente no es sólo saber unos contenidos y explicarlos. Es mucho más: es facilitar y poner los medios para el aprendizaje. El ambiente que se crea en el aula es un aspecto clave para que se dé el aprendizaje y el alumnado crezca y aprenda.</p>
<h2>Sincronizar la atención</h2>
<p>La neurociencia apunta a que <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0010945216303720?via%3Dihub">el cerebro del profesorado y el alumnado se sincronizan</a>, están en constante comunicación. La zona del cerebro más importante en esta sincronización es la que trabaja la atención, la observación ecuánime y la consciencia de uno mismo. El profesorado es guía, faro del desarrollo del alumnado; y la atención, la consciencia y la ecuanimidad son claves en la interacción que se da entre profesorado y alumnado. </p>
<p>El ambiente en el aula contribuirá a que la experiencia vivida y el aprendizaje sean buenos o sean malos. ¿Qué podemos hacer para crear un buen ambiente en el aula?</p>
<ol>
<li><p><strong>Sé un modelo para el alumnado.</strong> Buscar una coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Reforzar nuestros mensajes con nuestras conductas, evitando incoherencias, hace que el alumnado nos sienta auténticos/as y confíe en nosotros/as. Poder mostrarnos desde la autenticidad, tal cual somos, sin intentar escondernos, mostrar que no sabemos cuando no sabemos y que nos sientan a su lado.</p></li>
<li><p><strong>Deja claras las reglas.</strong> Lograr un consenso sobre las reglas de funcionamiento del aula ayudará en esta tarea. Es importante socializar las normas, asumirlas y respetarlas. Conseguiremos un compromiso con las reglas de juego si sienten que han formado parte de ellas, que han podido expresarse, que se les da un espacio y se les escucha.</p></li>
<li><p><strong>Busca experiencias positivas.</strong> Tratar de que venir al aula sea una experiencia de seguridad, disfrute y algo positivo es fundamental para el desarrollo y recuerdo de nuestro paso por el centro. El actor fundamental es el profesorado. Somos creadores de escenas posibilitadoras. Podemos limpiar nuestros juicios negativos hacia el alumnado, y encontrar la seguridad y el disfrute en nosotros/as, que se transfiere de inmediato al alumnado.</p></li>
<li><p><strong>No toleres malas conductas.</strong> Cortar de raíz comportamientos inadecuados evita males mayores. No hay que tolerar ese tipo de conductas. De lo contrario, nos costará, o no las podremos frenar posteriormente. Explica las consecuencias de estos comportamientos abiertamente: poder conversar sobre ello facilita la comprensión y poco a poco la integración del aprendizaje. Comprender es clave para que el aprendizaje sea profundo.</p></li>
<li><p><strong>Haz atractivo el ambiente.</strong> Un aula ordenada, con un diseño atractivo, en el que puedan participar, hace más acogedor el ambiente. Hazlo lo mejor que puedas dado el contexto en el que tenemos que trabajar. Organiza el aula de la manera más adecuada para el aprendizaje que deseas conseguir. </p></li>
<li><p><strong>Toma las decisiones por consenso.</strong> Procura no imponer las decisiones, sino adoptarlas por participación y consenso. Estamos formando a los ciudadanos del futuro. No hay mejor ocasión para interiorizar las normas de funcionamiento en sociedad que en el centro. Las quejas son más válidas si van asociadas a propuestas. Trabaja por consenso y busca que el alumnado participe.</p></li>
<li><p><strong>Genera un espíritu de pertenencia al grupo.</strong> Fomenta actividades que contribuyan a crear grupos, que se apoyen y resuelvan los problemas. Vigila las conductas inadecuadas y canalízalas hacia conductas socialmente responsables. Haz que se sientan arropados por el grupo y lo que allí pase formará parte de algo importante. A menudo el grupo es una amenaza: conviértelo en un lugar de seguridad.</p></li>
<li><p><strong>Estimula al alumnado.</strong> Evita la rutina en el aula. Que cada día sea diferente, estimulando nuevas conductas y rompiendo la monotonía. Aproxímate a lo que el alumnado puede entender, no a lo que tú comprendes, para construir desde donde ellos parten. Renueva tu motivación y rutina para poder hacer lo mismo con el alumnado.</p></li>
<li><p><strong>Cuida la comunicación en el aula.</strong> Busca una comunicación positiva. Fomenta la escucha hacia los demás y la empatía. La escucha es un motor del aprendizaje. Mira a los ojos a todo el alumnado, no te dejes a nadie por contactar con la mirada, no te quedes solo en los que les interesa, busca a todos/as y diles con tu mirada que te importan.</p></li>
<li><p><strong>Potencia las emociones que abren posibilidades</strong>. Trabaja con lo que sucede en el aula. Si tiene que ver con emociones negativas, utiliza la energía de estas emociones para darles la vuelta y convertirlas en motor de lo que sucede. Sabemos ya que sin emoción no hay aprendizaje y podemos aprovecharnos de las emociones y ponerlas a favor. Convierte la alegría en disfrute sostenido, busca el sabor de la ternura frente a la rabia, saborea la unión de crear un proyecto colectivo. Las emociones se contagian, las que vayan contigo al aula se transformarán en emociones que el alumnado va a sentir. Respira y sé consciente de tus emociones, busca la que necesitas para cada sesión y entra en ella para que el alumnado se contagie. No hay clases en las que se aprenda menos que cuando el profesorado está aburrido y sin motivación.</p></li>
</ol><img src="https://counter.theconversation.com/content/169572/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>El aula es nuestro primer entorno fuera del hogar y aquel en el que más horas pasamos alumnado y profesores. Para que sean horas de disfrute y aprendizaje, para que fomentemos la transformación, el ambiente es fundamental.Elena Quevedo, Lecturer & Researcher. Faculty of Psychology and Education. Educational Innovation Unit (Responsible Teacher Training), Universidad de DeustoFernando Díez Ruiz, Profesor doctor Facultad de Psicología y Educación, Universidad de DeustoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1684882021-09-22T18:28:46Z2021-09-22T18:28:46ZQué es la psicología de emergencia y por qué es fundamental en La Palma<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/422643/original/file-20210922-19-guwgws.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=9%2C9%2C1588%2C1188&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://twitter.com/CruzRojaEsp/status/1440015415162322956?s=20">Cruz Roja Española</a></span></figcaption></figure><p>Son muchas las imágenes que se están haciendo virales cuyo contenido gira en torno a la erupción del volcán de La Palma. Algunas muestran la ayuda que están prestando los profesionales que están a pie de cañón a las familias que vivían en los alrededores. Cada gesto cuenta y refleja la empatía con aquellos a los que apremia la evacuación.</p>
<p>La Organización Mundial de la Salud publicó en 2012 una <a href="http://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/44837/9789243548203_spa.pdf;jsessionid=88CA32DAA1D4501AE44976F481955210?sequence=1">guía</a> de primeros auxilios psicológicos para trabajadores de campo en emergencias y catástrofes. </p>
<p>En ella establecía tres principios de actuación: Observar, Escuchar y Conectar. La mano de un bombero en el hombro de una mujer que abandona su vivienda en Todoque es un claro esfuerzo por conectar con el sentir de quien deja tanto atrás:“Lo siento, eh, lo importante es la vida”.</p>
<p>Durante la erupción del volcán en la isla de La Palma, en los medios de comunicación y las redes sociales estamos viendo personas actuar con una parsimonia que se nos antoja inconcebible en una situación tan dramática al mismo tiempo que vemos a otras correr de un lado a otro sin tener claro su destino. Oímos a alguien clamando al cielo con un hongo de humo a pocos metros y a quien está a su lado le escuchamos decir: “Es solo un suspiro”. </p>
<h2>¿Cómo reaccionamos ante una catástrofe?</h2>
<p>Las reacciones cognitivas, emocionales y conductuales ante una situación tan crítica son tan impredecibles y distintas entre sí como distintos somos los humanos unos de otros. Todas son muy extrañas y todas son normales.</p>
<p>La psicología de emergencias se diferencia de la psicología clínica en la relación que existe entre la respuesta y la situación. En un reduccionismo muy grueso podríamos decir que un profesional de la psicología clínica trabajará con personas que experimentan respuestas extrañas ante situaciones normales, como por ejemplo angustiarse al subir en ascensor. </p>
<p>Pero, cuando la situación es que un volcán está pulverizando todo lo que uno conoce, no hay reacción que por extraña que resulte no sea comprensible. </p>
<p>Externamente, las reacciones de las víctimas pueden ser similares a la sintomatología de muchos trastornos mentales, pero lo más común es que no haya ninguna patología subyacente y que cuando todo termine y el mundo vuelva a la normalidad, las personas también lo hagan. </p>
<p>En este tipo de catástrofes lo que se necesita no es psicoterapia sino ayuda. Se pueden resumir los objetivos del Primer Apoyo Psicológico en tres sencillos pasos: </p>
<ol>
<li><p>Ayudar a la víctima a comprender que estamos ahí para ayudarle y que el riesgo ya ha pasado. </p></li>
<li><p>Acompañar a la víctima y orientarla en la toma de decisiones y la ejecución de las acciones más urgentes para afrontar la situación.</p></li>
<li><p>Detectar y prevenir riesgos mayores de afectación psicosocial a medio y largo plazo para recomendar, llegado el momento, derivaciones a recursos especializados.</p></li>
</ol>
<p>Estas premisas son especialmente importantes en la interacción con las personas afectadas: </p>
<blockquote>
<p>“No te preocupes. Tú no te estás volviendo loco, lo increíble sería que algo así no te afectara”.</p>
</blockquote>
<p>La intervención psicológica en crisis debe realizarse por especialistas en psicología de emergencias. Sin embargo, todo profesional que interactúe con las víctimas (sanitarios, bomberos o policías) debe tener la formación y la sensibilidad suficiente para ponerse en el lugar del otro. </p>
<p>Es decir, además de salvar la vida de las personas, impidiendo por ejemplo que entren en sus domicilios ya asediados por la lava, han de dedicar un segundo a conectar con las emociones de quienes tienen delante. </p>
<p>El objetivo es tratar de evitar que una atención apremiada por la lógica de la emergencia tenga un efecto adverso que propicie una afectación psicosocial mayor a medio y largo plazo. </p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1440299494654898185"}"></div></p>
<h2>La importancia de la resiliencia en eventos catastróficos</h2>
<p>Un concepto muy recurrente en los últimos años cuando hablamos de afrontamiento de emergencias y catástrofes es la <a href="https://theconversation.com/la-resiliencia-una-esperanza-de-futuro-152866">resiliencia</a>. La RAE <a href="https://dle.rae.es/resiliencia">la define como</a> la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. Sin embargo, en psicología el uso de este término nos lleva un paso más allá.</p>
<p>La experiencia nos ha demostrado que los seres humanos no solo podemos adaptarnos a la perturbación y recuperar después nuestro estado inicial. Lo cierto es que tenderemos a crecer en esa adversidad y, cuando todo termine, es muy probable que nos sepamos más sabios y nos sintamos más sensibles. La resiliencia nos lleva, por tanto, a una versión mejorada de nuestro estado inicial.</p>
<p>Por ello, es importante que los profesionales estemos atentos a cada semilla de resiliencia que encontremos y que nos aseguremos de que queda plantada y regada, a veces en el otro, a veces en nosotros mismos. </p>
<p>Sembrar resiliencia es ayudar a alguien a tomar conciencia de que está haciendo lo correcto. Es señalarle explícitamente que está siendo valiente, solidario, inteligente, etc. Eso permitirá que esa persona no olvide introducir esa versión mejorada de sí misma en el relato que construirá en su mente (y guardará en su memoria durante años) sobre aquella catástrofe que le tocó vivir.</p>
<p>Recordarnos a nosotros mismos como sujetos activos en el afrontamiento de la situación y no como víctimas pasivas del suceso nos permitirá fortalecer nuestro autoconcepto y salvaguardar nuestra autoestima. </p>
<p>A menudo es más útil quien te ayuda a ver que puedes levantarte que quien te saca en brazos del peligro. Esa es la razón por la que los primeros auxilios psicológicos son extraordinariamente efectivos en la prevención de eventuales trastornos psicosociales a medio y largo plazo. </p>
<p>En emergencias con muy poco se puede conseguir mucho. Una mano apretando una herida puede salvar una vida. Una mano apoyada en un hombro puede evitar un trastorno. </p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1440403035017003010"}"></div></p>
<h2>Cuidar a los que cuidan</h2>
<p>Debemos adiestrar al profesional de la emergencia en el <a href="https://theconversation.com/la-importancia-de-cuidar-a-quien-cuida-147778">cuidado de sí mismo</a> para poder seguir mañana ayudando a otros, deben seguir en pie cuando cada jornada termine.</p>
<p>Cuando uno vive una crisis de este tipo se olvida de dormir, de ir al baño, de desahogar sus frustraciones… Nos olvidamos de nosotros mismos durante ese tiempo, pero, en general, es un tiempo corto y se vive una vez en la vida.</p>
<p>Sin embargo, cuando tu trabajo diario consiste en ir de catástrofe en catástrofe, si se te olvida dormir cuando vives una crisis, no duermes nunca. </p>
<p>Por ello, asumiendo que nuestro cuerpo requiere alimentarse si quiere moverse, no parece tan descabellado que alguien que ve que un volcán entra en erupción, previendo el día que tiene por delante, diga: “Hay tiempo de comer, sin problema”.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/168488/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Miguel Ángel Estévez Paz no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Ante una catástrofe como la de La Palma, las reacciones de las personas afectadas pueden ser muy diversas, pero todas normales. En estos eventos, la psicología de emergencia es fundamental.Miguel Ángel Estévez Paz, Profesor Titular de Psicología Social CES Cardenal Cisneros y Profesor Asociado del Departamento de Psicología Social de la Facultad de Psicología de UCM, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1633112021-09-06T18:24:10Z2021-09-06T18:24:10ZNo lo intente: los niños no reconocen el sarcasmo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/419551/original/file-20210906-17-1h4s8xi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C16%2C10983%2C6158&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/boy-on-tin-can-phone-listening-744297028">Shutterstock / Brian A Jackson</a></span></figcaption></figure><p>“¡A ver si puedes salpicar un poco más!”, dijo a su hija al comprobar que el momento del baño había convertido la habitación en un estanque. La pequeña Olivia, con una sonrisa de incredulidad, comenzó a zarandear sus brazos alegremente con más intensidad, disfrutando del espectáculo, ante la cara descompuesta de su padre.</p>
<p>La ironía usa el lenguaje queriendo dar a entender algo que no se corresponde literalmente con lo que se dice. Todos la empleamos de forma habitual. El sarcasmo supone un uso particular de la ironía dirigido a la burla. Es una ironía mordaz y cruel con la que se ofende o maltrata a alguien o algo.</p>
<p>La comunicación es un proceso psicolingüístico en el que descodificamos el mensaje de nuestro interlocutor de forma que llegue a entenderse su sentido. Implica la participación de distintas habilidades lingüísticas, pero también sociocognitivas y comunicativas, donde intervienen aspectos del desarrollo cognitivo (por ejemplo, las habilidades de comprensión del lenguaje) y también del mundo social.</p>
<p>Los niños pueden tener dificultad para entender la ironía y el sarcasmo cuando no son capaces de “descifrar” la intención comunicativa de la otra persona, que en este caso requiere de una interpretación de su sentido comunicativo. Le ocurre también a algunos adultos. Es además un rasgo característico del espectro autista, que se caracteriza por esa literalidad incompatible con la ironía.</p>
<p>Los <a href="https://digest.bps.org.uk/2010/02/22/at-what-age-do-children-recognise-the-difference-between-sarcasm-and-irony/">estudios</a> sugieren que comprender la ironía implica unas habilidades tardías, que surgen sobre los 5 o 6 años de edad. Puede ser más tarde, y depende de la complejidad del mensaje irónico-sarcástico y de las pistas a las que puede recurrir la persona para interpretarlo correctamente.</p>
<h2>Depende de la edad y el contexto</h2>
<p>Hay contextos en los que un niño, según la edad, puede descifrar más fácilmente un comentario sarcástico. Por ejemplo, cuando en el colegio uno le dice a otro al fallar un tiro a puerta “Eres un fenómeno jugando al fútbol”, el niño objeto de este falso elogio puede entender que en realidad le están echando en cara su falta de habilidad. </p>
<p>Pero otras situaciones son más ambiguas. La auténtica intención del emisor puede pasar desapercibida, por ejemplo, cuando a un niño que atrona con su voz a su profesor, este le dice bromeando: “¡A ver si puedes hablar más fuerte, no te escuchan bien en China!”. En este tipo de situación, el niño debe percibir distinto tipo de información para entender que su profesor en realidad le está solicitando lo contrario de lo que dice literalmente. </p>
<p>Hay elementos de la conducta no verbal que ayudan a entender el mensaje sarcástico, y que un niño aún no percibe: el tono del emisor, su lenguaje gestual y otros elementos del propio contexto.</p>
<p>En la comprensión de la ironía intervienen además otro tipo de capacidades que provienen de la denominada teoría de la mente, es decir, la capacidad para comprender la conducta del otro, su intención y estado emocional. Implica interpretar acertadamente qué tiene el otro en su cabeza y, por lo tanto, cuál es su intención comunicativa. Muchos niños están en proceso de desarrollar esta capacidad y confunden su propio conocimiento con el conocimiento del resto de personas (por ejemplo, en historias donde se les pide que anticipen la respuesta de una niña que va a buscar su muñeca guardada en un lugar donde previamente la había depositado, sin conocer –nosotros sí– que otro niño la había cambiado de lugar). La mayoría falla en su predicción cuando no ha desarrollado las habilidades mentalistas.</p>
<h2>¿Se puede entrenar su comprensión?</h2>
<p>El sarcasmo es una forma común de lenguaje social, pero puede ser un desafío para que lo entiendan los niños. <a href="https://psycnet.apa.org/record/2020-56049-001">Lee, Sidhu y Pexman (2021)</a> investigaron si la práctica mediante entrenamiento podría mejorar la capacidad de los niños para comprender el sarcasmo. Participaron niños de 5 y 6 años. Unos recibían entrenamiento y otros actuaban como control. </p>
<p>Los niños vieron unos espectáculos de marionetas. Después de cada historia se preguntaba a los niños sobre las ideas del narrador, sus intenciones y su sentido del humor. Los hallazgos de este estudio demostraron que distintos aspectos de la comprensión del sarcasmo podían potenciarse mediante entrenamiento.</p>
<h2>Pistas para reconocerlo</h2>
<p>Para el reconocimiento del sarcasmo irónico, los adultos nos solemos basar sobre todo en dos indicadores: el contexto en el que se hace el enunciado y la entonación del emisor. <a href="https://srcd.onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1467-8624.1990.tb03568.x">Varios expertos</a> encontraron que los niños eran capaces de reconocer el sarcasmo cuando el emisor usaba una entonación sarcástica, pero fallaban sin esa pista de la entonación, incluso cuando el contexto sugería una interpretación no literal. </p>
<p>En otros experimentos se confirma que los niños dependen mucho más de la entonación y son en mayor medida ajenos al sarcasmo implícito en el contexto.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/163311/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>A los niños les cuesta mucho entender el sarcasmo, especialmente si aún no han cumplido los 5 o 6 años. Contextualizar la broma ayuda, también emplear un tono que les de pistas.Mireia Orgilés, Catedrática de Universidad. Experta en Tratamiento Psicológico Infantil, Universidad Miguel HernándezJosé Pedro Espada, Catedrático de Psicología, Universidad Miguel HernándezLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1589912021-08-15T17:43:08Z2021-08-15T17:43:08ZReinventarse en tiempos de crisis: las claves para evitar la parálisis<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/415822/original/file-20210812-28-6w0oq7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4608%2C3062&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/concept-creative-idea-innovation-paper-ball-422864347">Shutterstock / Piyapong89</a></span></figcaption></figure><p>Quien más quien menos, al hacer balance de este último año se habrá preguntado si a raíz de la pandemia hemos progresado o por el contrario nuestra creatividad ha quedado congelada. La corriente Zen aporta un sugerente significado del término crisis: <em>peligro-oportunidad</em>, muy similar a la conocida sentencia occidental que afirma que la virtud se fortalece en la dificultad, y al refrán popular: “a grandes males, grandes remedios”. Aun así, constatamos que en esta encrucijada, mientras unos se paralizan, otros se <em>reinventan</em>.</p>
<p>En parte se debe a que la creatividad fluye del balance inconsciente ante algo que no resulta tan fácil como para aburrir ni tan difícil como para abatir: en ese punto medio la sitúa <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Mihaly_Csikszentmihalyi">Mihaly Csikszentmihalyi</a> en su obra <a href="https://www.ted.com/talks/mihaly_csikszentmihalyi_flow_the_secret_to_happiness?language=en"><em>Fluir: Una psicología de la felicidad</em></a> (2008). También remite a que la <a href="https://www.unebook.es/es/libro/los-patitos-feos_68600"><em>resiliencia</em></a>, esa capacidad de mantenerse en pie frente a las dificultades, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Boris_Cyrulnik">se distribuye</a> en la población siguiendo la curva normal: un tercio de personas se rompe, otros simplemente sobreviven y al 30% restante le sirve para dejar aflorar su mejor yo.</p>
<p>Ante la tarea de reinventarse, la etimología <em>creceré</em> sugiere un germinar de ideas novedosas, recurso muy útil para navegar en nuestra <em>sociedad líquida acelerada y cambiante</em>, como explica Zygmunt Bauman en su obra <a href="https://www.researchgate.net/publication/277955932_Amor_liquido_Acerca_de_la_fragilidad_de_los_vinculos_humanos"><em>Amor líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos</em></a> (2003). Y es que los factores que integran el proceso creativo: originalidad, fluidez, imaginación, flexibilidad, transformación, pensamiento divergente, etc. se van consolidando en nuestra biografía con distintos matices; en la infancia la imaginación, la transformación en la adolescencia y el pensamiento divergente en la madurez.</p>
<h2>Tipos de creatividad y de bloqueo</h2>
<p>Aun así, cada uno somos creativos a nuestra manera (como cantaba Sinatra en <a href="https://youtu.be/HItCecYk_fs"><em>My way</em></a>): unos cultivando la inteligencia –humanistas y filósofos– otros la sensibilidad –artistas– y la técnica –ejecutivos. Los bloqueos son también distintos: el temor ante una hoja en blanco, la insensibilidad o la repetición rutinaria. Como en cualquier miedo, su origen emocional exige superarlo con la emoción contraria: la experiencia serena de que, a pesar de la incertidumbre, es posible crear. La era de la imagen no lleva al sosiego que procede de la reflexión personal, de ahí el auge del <em>mindfulness</em>. </p>
<p>Un remedio sencillo para estimular la creatividad es agradecer el don de la vida, convencidos de que <a href="https://www.unebook.es/es/libro/inteligencias-multiples_164188">todos somos geniales de alguna manera</a>. Así surge una sana inquietud por devolver algo de lo que hemos recibido; de alguna manera se lo debemos a nuestra familia y sociedad. Otro elemento de éxito es el sentido del humor, no tomarse a uno mismo demasiado en serio atenúa la ansiedad y fortalece el sistema inmunitario, reduce la realidad a su verdadera dimensión y quita dramatismo a los problemas. Así uno está en condiciones revelar todo su potencial, de amar lo que hace y descubrir su auténtico sentido. </p>
<p>También nos ayuda conectar con <a href="https://www.youtube.com/watch?v=3_E7nuKUCcc">el niño que todos llevamos dentro</a> y querer aprender de todos, fomentar una mirada apreciativa, como defiende <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81lex_Rovira">Álex Rovira</a>. Esa capacidad de admiración permite tunear creativamente lo recibido y mejorarlo. Ahí la perseverancia en el trabajo diario tiene un gran papel. Como le gustaba decir a Picasso: que la inspiración nos pille trabajando. </p>
<h2>Equilibrio rutina-novedad</h2>
<p>La sabiduría está en encontrar un equilibrio entre las pequeñas rutinas —que ahorran energía mental– y una apertura flexible a nuevos métodos. Siempre, pero más si cabe en los momentos difíciles, comprobamos que no seríamos los mismos sin nuestra gente. Estamos tejidos con hebras de amistades, decisiones, encuentros, sueños y expectativas… Esa urdimbre creativa es la aceptación personal. Cuando el centro de gravedad lo tenemos dentro, nos abrimos al encuentro profundo con la realidad, con los demás y su obra, emanando así una interacción creativa.</p>
<p>Trabajar de manera colaborativa, pedir opinión, escuchar… estimula el proceso creativo. Como expone <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Edward_de_Bono">Edward de Bono</a> en su obra <em>Seis sombreros para pensar</em>, las sinergias del <em>thinking group</em> refuerzan el potencial individual y promueven soluciones más complejas. Hace ya algún tiempo que el ciberespacio –con sus redes, <em>blogs</em>, <em>webs</em>– amplía nuestro ámbito de comunicación y puede ayudar a reactivar el ritmo vital cuando se nubla de rutina o cansancio, siempre que no sea una evasión. </p>
<p>Para crecer en estas actitudes conviene conocer el perfil personal, descubrir el color del sombrero creativo: saber si se crea en blanco, buscando la verdad como un filósofo; en rojo, a través de las emociones; en negro, detallando el método; en amarillo, con una especulación variada y constructiva; en verde, por medio del movimiento y el pensamiento lateral; o en azul, buscando síntesis conclusivas que permitan controlar y seguir los proyectos. Partir de quienes somos nos permite aprender y crear con los demás.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/158991/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Paloma Alonso-Stuyck no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Cada tipo de inteligencia y cada etapa de la vida tienen su estilo creativo y su manera de salir del bloqueo. La resiliencia viene del conocimiento propio, del agradecimiento, el humor y la colaboración.Paloma Alonso-Stuyck, Dra. Psicología, especialidad Relaciones Familiares, Universitat Internacional de CatalunyaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1653692021-08-10T19:03:23Z2021-08-10T19:03:23ZDesgranando ‘mindfulness’ y su práctica: ¿son útiles las aplicaciones móviles?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/413931/original/file-20210730-17-1imoijb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=57%2C0%2C6452%2C4288&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/calm-happy-middle-aged-old-woman-1537671356">Shutterstock / fizkes</a></span></figcaption></figure><p>Mario y unos amigos estaban viajando en coche cuando, de pronto, el conductor comenzó a trastear su teléfono para poner música. Su compañero, de copiloto, le indicó: “¡Mario! ¡A la carretera! Ya pongo yo la música”. Entonces soltó el teléfono y volvió a dirigir ambas manos al volante y los ojos a la carretera.</p>
<p>Este ejemplo tan cotidiano representa un proceso que nos permite sobrevivir: poner la conducta bajo control o al servicio de estímulos que simbolizan lo relevante para el individuo en el momento. Si Mario no sitúa su conducta bajo control del coche y de la carretera, tanto él como sus amigos podrían tener un accidente y morir. </p>
<p>A lo largo de la historia de la humanidad (y, dentro de esta, de la ciencia) se mira, analiza y aborda un mismo proceso de distintos modos, desde ángulos diferentes. Sin embargo, el proceso sigue siendo uno. Con <em>mindfulness</em> sucede algo similar. ¿Qué es <em>mindfulness</em>? ¿Qué no es? Establecer un consenso que otorgue una definición precisa ha sido difícil por varias razones. </p>
<h2>Diferentes acepciones para una misma habilidad</h2>
<p>Se ha definido con <a href="https://psycnet.apa.org/record/2018-11984-026">múltiples acepciones</a> sin aclarar si significan lo mismo entre ellas: conciencia, atención o concentración al momento presente, aceptación o actitud no evaluadora, meditación…</p>
<p>Algunas veces se indica que se trata de la habilidad de atender y notar experiencias internas (pensamientos, sensaciones, emociones). Otras, darse cuenta de qué hacemos cuando nos surgen emociones. Y, a veces, también se indica que <em>mindfulness</em> es ambas cosas.</p>
<p>En cuanto a su función, a veces se dice que sirve para modificar estados de ánimo como estrés y ansiedad. Otras, para reducir comportamientos problemáticas o potenciar otros más beneficiosos. Asimismo, también hay quien confirma que su objetivo es lograr ambas cosas. </p>
<p>Según los objetivos que persiga, la práctica de <em>mindfulness</em> es eficaz, pero sus beneficios son objeto de controversia y no están del todo delimitados. Además, se utiliza prácticamente en todos los ámbitos en los que se desenvuelve el ser humano (y por ende su conducta): clínico, laboral, educativo, deportivo, etcétera. Su expansión se ha dilatado tanto como confusión e imprecisión hay en su definición técnica y mecanismos de cambio. En conjunto, la confusión teórico-práctica producto de este escenario ha promovido que, en general, se haya investigado con falta de rigurosidad, como veremos más adelante.</p>
<h2>Una mirada científica a la práctica de <em>mindfulness</em></h2>
<p>Entonces, ¿qué es <em>mindfulness</em>? La <a href="https://doi.org/10.1080/14639947.2011.564815">mayoría de los métodos</a> hunden sus raíces en las enseñanzas budistas, que lo centran en la conciencia, atención o meditación del momento presente. Esta definición se ha ido abordando bajo diferentes conceptos y para diferentes objetivos, como indicábamos.</p>
<p>Sin embargo, los últimos años han visto nacer un análisis científico en el que, entre otros, se ha tratado de desgranar e indagar en los procesos psicológicos que están en la base de esta práctica.</p>
<p>En esa línea, una definición más técnica y precisa podemos encontrarla en la terapia contextual o <a href="https://contextualscience.org/publications/terapia_de_aceptaci_n_y_compromiso_un_tratamiento_conductual_orientado_a_lo">Terapia de Aceptación y Compromiso</a>, la más representativa de las llamadas terapias de tercera generación de <a href="https://contextualscience.org/publications/hayes_strosahl_wilson_1999">intervención</a> psicológica. La terapia contextual ajusta sus herramientas al conocimiento científico de los procesos y mecanismos de cambio psicológico que se <a href="https://contextualscience.org/publications/hayes_barnesholmes_roche_2001">investigan</a> desde hace más de dos décadas mediante la teoría de la cognición y lenguaje (teoría en la que la terapia se sustenta). Los avances en la investigación han permitido abordar las emociones y cómo estas pueden impactar en lo que hacemos. </p>
<p>En ese sentido, al servicio de la intervención psicológica se han ido desgranando los procesos y mecanismos que fomentan el cambio terapéutico. Para ello, una de las estrategias centrales que se utiliza en la terapia contextual es ‘defusion’, que abarca el procedimiento de <em>mindfulness</em> desde el punto de vista científico en el análisis y manejo de los procesos y mecanismos psicológicos.</p>
<p>Bajo dicho ángulo técnico, <em>mindfulness</em> (o defusion) es la habilidad de situar la atención en notar qué pensamientos o sensaciones (reunidos en emociones) emergen en el momento y si invitan o piden hacer algo, identificar quién nota todo eso, y qué sería lo más relevante que podríamos hacer en ese momento. </p>
<p>Lo crucial de este movimiento es esto último: ¿Qué nos demanda cada presente, en términos de qué hacer? El objetivo final es hacer lo conectado a nuestros valores personales, a aquello que más nos importa y que redundará en nuestro bienestar emocional. </p>
<h2>Cómo practicar <em>mindfulness</em> adecuadamente</h2>
<p>Los estudios experimentales nos indican que, cuando se entrena hacia dicho objetivo, de este modo, y de forma sistemática y consistente, se potencian repertorios de <a href="https://doi.org/10.1007/s40732-017-0250-3">comportamientos</a> mucho más flexibles. Con ello, a medio o largo plazo, también mejora el bienestar emocional.</p>
<p>No obstante, si únicamente se entrena al individuo a “notar” pensamientos y emociones, sin fomentar que actúe a continuación de un modo que sea el que le beneficie acorde a lo relevante, los resultados son contraproducentes. Por ejemplo, aprendemos a estar en excesiva “alerta” ante aquello que pensamos y sentimos, o a rumiar en exceso, entre otros problemas.</p>
<p>Como cualquier habilidad, esta necesita práctica constante para convertirse en hábito. Es un modo general de funcionamiento en la vida, especialmente en aquellos momentos en los que surgen pensamientos, sensaciones y emociones que nos invitan a poner en marcha comportamientos contraproducentes.</p>
<h2>Aprender <em>mindfulness</em> a través de aplicaciones móviles</h2>
<p>Precisamente en el ánimo de convertir habilidad en hábito, la incorporación de los dispositivos móviles en nuestro día a día ha impulsado la creación de múltiples aplicaciones de entrenamiento para esta práctica. </p>
<p>La ventaja parece clara: es un dispositivo que acompaña a la persona las veinticuatro horas del día, permitiéndole practicar en cualquier instante, bajo casi cualquier circunstancia. </p>
<p>No obstante, las aplicaciones desarrolladas construyen el entrenamiento en base a la concepción que cada una tiene del <em>mindfulness</em>. Aquí, el problema anteriormente expuesto se manifiesta de nuevo. </p>
<p>Algunas, como Meditopia o Gurumind, parecen centrarse en disminuir el malestar emocional (ansiedad y estrés). Mientras, otras como Headspace, Petit Bambou, Meyo o Aire Fresco, parecen además incidir en la modificación de comportamientos problemáticos ante el malestar emocional. De nuevo, como hemos visto, aquellas aplicaciones que incluyan en el entrenamiento que la persona identifique y modifique conductas problemáticas serían más eficaces en la mejora de su bienestar emocional. </p>
<p>Aire Fresco, por ejemplo, es una aplicación española sometida a <a href="https://www.mdpi.com/1660-4601/18/2/802/htm">estudio</a> cuyo impacto parece ser beneficioso en la mejora de la satisfacción vital (rendimiento laboral, logro de metas o relacionales sociales) y características de la personalidad (autocontrol, creatividad, etcétera). No obstante, más allá de medir este impacto a través de cuestionarios sería recomendable utilizar medidas conductuales.</p>
<p>En definitiva, aquellos entrenamientos que contengan los pasos científicamente validados y que estén disponibles para la persona de modo constante a través de dispositivos es una promesa que dará resultados muy demandados en todos los ámbitos de actuación humana.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/165369/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Bárbara Gil-Luciano no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Las aplicaciones de ‘mindfulness’ construyen el entrenamiento en base a la concepción que cada una tiene de esta práctica y de ello dependerá su eficacia. Analizamos algunas de ellas.Bárbara Gil-Luciano, Profesora de Psicología Clínica, Universidad NebrijaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1518022021-01-25T20:59:41Z2021-01-25T20:59:41Z¿Pueden las tecnologías ayudarnos a superar un duelo?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/379338/original/file-20210118-13-1d2fck7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C17%2C5674%2C3774&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/funeral-home-employees-wear-protective-suits-1693075750">Shutterstock / Giannis Papanikos</a></span></figcaption></figure><p>La pandemia de covid-19 está marcando la vida de todas y todos de manera directa o indirecta. <a href="https://jamanetwork.com/journals/jama/fullarticle/2771763">Afecta</a> a casi todos los aspectos de la vida diaria y aún seguimos evaluando los estragos que está causando. </p>
<p>Una de las poblaciones más afectadas son las personas que han fallecido y sus seres queridos cercanos. La pérdida de un ser querido es quizás uno de los acontecimientos más <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3068410">impactantes</a> que se produce en la vida de una persona. </p>
<p>El <a href="https://revistas.ucm.es/index.php/PSIC/article/view/40902">duelo</a> es una experiencia emocional humana universal, única y dolorosa. Puede delimitarse en el tiempo, el cual permite a la persona la adaptación a la pérdida y a la nueva realidad. </p>
<p>Se <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0885392420303882">prevé</a> que la pandemia tenga un fuerte impacto relacionado con esta experiencia, relacionada con la la muerte y la aflicción.</p>
<h2>Superar un duelo en pandemia</h2>
<p>Para algunas personas el proceso de duelo se puede complicar y alargar, ya que existen factores que pueden alterar el curso de este proceso. Entonces se le suele denominar duelo complicado, patológico o crónico, entre otros.</p>
<p>Los <a href="https://psycnet.apa.org/record/2014-24102-004">síntomas</a> del duelo complicado son distinguibles del duelo normal. Destacan la dificultad para aceptar la muerte, el sentimiento de incredulidad, deseos de evitar los recuerdos del fallecido, pérdida de identidad, descuido del arreglo personal, preferir el aislamiento y dejar de tener planes para el futuro. En estos casos, la respuesta de dolor persiste durante más de 6 meses.</p>
<p>La crisis de covid-19 ha incentivado la búsqueda de <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7320675/">alternativas</a> para ofrecer intervenciones que puedan aliviar el sufrimiento de personas en duelo, tales como el apoyo a la financiación de la telepsicología. </p>
<h2>¿Que factores influyen?</h2>
<p>Hay varias variables que se dan en la situación actual que pueden afectar al curso del duelo. Por ejemplo, se ha <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5512961">observado</a> que la presencia de una mala situación económica familiar es la variable que predice peor pronóstico y mayor malestar emocional. </p>
<p>Precisamente esta es una situación muy presente en la actualidad, ya que muchas familias han perdido sus principales fuentes de ingresos. Ante esta situación que requiere apoyo psicológico, la mejor estrategia para brindar apoyo es a distancia, por medio de distintas redes y plataformas de telecomunicación. </p>
<p>Por eso, los gobiernos, universidades y asociaciones de psicólogas y psicólogos han ofrecido sus servicios, en la mayoría de las ocasiones de manera gratuita. Sin embargo, la necesidad de atención sobrepasa a la cantidad de psicólogos formados para ofrecer tratamiento, por lo que han surgido alternativas tecnológicas. </p>
<h2>Terapia psicológica <em>online</em></h2>
<p>Afortunadamente, durante las últimas décadas ya se había observado un incremento de las intervenciones en línea debido a las ventajas que estas suponen. Esta modalidad cuenta, por ejemplo, con una <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5827988/">mayor flexibilidad y anonimato</a> y una accesibilidad más rápida. </p>
<p>Respecto al tratamiento del duelo anormal mediante una intervención <em>online</em>, hay evidencias de su eficacia. Por ejemplo, hay <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/20070953/">estudios</a> donde se ha llevado a cabo una intervención en línea en la que el paciente tiene que escribir una carta a la persona fallecida. </p>
<p>En ellos, los investigadores concluyeron que esta actividad por sí sola era eficiente para reducir la soledad emocional y para aumentar el estado de ánimo positivo, en parte a través de su efecto sobre la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Rumiaci%C3%B3n">rumiación</a>. </p>
<p>Sin embargo, no se observaron efectos en cuanto a la sintomatología de duelo y depresión. Esto sugiere que una intervención en línea dirigida a esta población debería abarcar múltiples componentes. </p>
<p>En otro <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24061387/">estudio</a> de la investigadora Anette Kersting se implementó una intervención breve de 5 semanas basada en la Terapia Cognitivo Conductual a padres que perdieron un hijo durante el embarazo. </p>
<p>Los contenidos de la intervención fueron entregados a través de una plataforma web enfocada en tres ejes centrales: autoconfrontación (los pacientes describen su experiencia de pérdida, con un énfasis especial a los procesos emocionales y cognitivos), reevaluación cognitiva (en esta fase se trabaja un cambio de perspectiva para ayudar a los participantes a desarrollar estrategias de afrontamiento realistas y útiles) y compartiendo socialmente (los pacientes tienen que realizar un escrito para las personas afectadas por la muerte del ser querido, incluyéndose a ellos mismos y una carta para la persona que falleció). </p>
<p>El estudio contó con dos grupos, uno de intervención y otro de lista de espera. Los resultados mostraron que los participantes en el grupo intervención redujeron la sintomatología de estrés postraumático, duelo prolongado, depresión y ansiedad, con cambios estadísticamente significativos. </p>
<p>Como se puede observar, las intervenciones en línea para pacientes con duelo anormal están sustentadas con estudios que han demostrado su eficacia. </p>
<h2>Tecnologías de apoyo psicológico</h2>
<p>Cuando las personas quieren sentir alivio pueden recurrir a la búsqueda de ayuda psicológica autoaplicada, por ejemplo, a través de aplicaciones. Sin embargo, es necesario asegurarse de que la ayuda proporcionada por estas aplicaciones está basada en algún modelo psicológico claramente identificado. </p>
<p>Por ejemplo, de una <a href="https://www.jmir.org/2018/6/e10120/">revisión</a> de aplicaciones que utilizan los principios de la Terapia Cognitivo Conductual para la depresión, los autores encontraron un total de 1 680, de las cuales solamente 31 contaban con una clara descripción y sustento teórico para poder ser analizadas. </p>
<p>Cualquiera que sea la opción, recomendamos al lector hacer una amplia revisión de las características de dicha herramienta tecnológica, su sustento teórico y, de ser posible, solicitar la opinión de un experto. </p>
<p>También es importante recordar que, aunque las tecnologías son una gran ayuda, sobre todo en estos momentos, estas no están hechas para reemplazar a los profesionales en salud mental. Por ello, si siente que requiere atención, no dude en ponerse en contacto con un especialista.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/151802/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Alejandro Domínguez Rodríguez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La necesidad de atención psicológica en la pandemia ha fomentado el surgimiento de alternativas tecnológicas para ayudarnos a superar un duelo.Alejandro Domínguez Rodríguez, External professor, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1108722019-01-30T21:36:12Z2019-01-30T21:36:12ZEscuchar expresiones de odio predispone nuestro cerebro a cometer actos de odio<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/256466/original/file-20190130-108351-1iy17mo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Contenido inflamatorio te puede influir la mente.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/photos/t8T_yUgCKSM">Elijah O'Donnell/Unsplash</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span></figcaption></figure><p>Una marca en una página, un meme en Internet, un sonido fugaz: ¿cómo es posible que estos estímulos, en apariencia tan insignificantes, lleven a acciones tan trascendentales como participar en una marcha racista o masacrar a fieles inocentes? </p>
<p>Algunos psicólogos, neurocientíficos, lingüistas y filósofos están desarrollando una nueva teoría de comprensión del lenguaje que está comenzando a ofrecer respuestas. Las investigaciones actuales demuestran que los seres humanos comprenden el lenguaje al activarse los sistemas sensoriales, motrices y emocionales en el cerebro. </p>
<p>De acuerdo con esta nueva teoría de la simulación, el simple hecho de leer un texto en una pantalla o de escuchar un podcast activa áreas del cerebro de manera muy similar a cuando estamos en la situación que el lenguaje describe. Este proceso hace que sea mucho más fácil pasar de las palabras a los hechos.</p>
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Read more:
<a href="https://theconversation.com/hearing-hate-speech-primes-your-brain-for-hateful-actions-107336">Hearing hate speech primes your brain for hateful actions</a>
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<p>Como psicólogo cognitivo, <a href="https://scholar.google.com/citations?user=W4fT1ocAAAAJ&hl=en&oi=sra">mi propia investigación</a> se ha enfocado en <a href="https://doi.org/10.1016/j.cortex.2011.04.010">desarrollar la teoría de la simulación</a>, <a href="https://doi.org/10.3758/BF03196313">ponerla a prueba</a> y utilizarla para crear <a href="http://dx.doi.org/10.1037/tps0000100">intervenciones para mejorar la comprensión lectora</a> de niños pequeños.</p>
<h2>La simulaciones son el primer paso</h2>
<p>Tradicionalmente, los lingüistas han analizado el lenguaje como un conjunto de palabras y reglas que expresan ideas. Pero ¿cómo se convierten estas ideas en acciones? <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11301525">La teoría de la simulación</a> <a href="https://doi.org/10.1016/j.cortex.2011.04.010">intenta responder</a> esa pregunta. Sin embargo, muchas teorías tradicionales sobre el procesamiento del lenguaje <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/3375398">prestan muy poca atención a las acciones</a>.</p>
<p>La teoría de la simulación propone que el procesamiento de las palabras depende de la actividad en los sistemas neuronales y conductuales de acción, percepción y emoción de las personas. La idea es que percibir palabras activa en los sistemas de nuestro cerebro estados que son prácticamente idénticos a los que se evocarían con la experiencia directa de lo que las palabras describen.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/253116/original/file-20190109-32142-7qux90.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/253116/original/file-20190109-32142-7qux90.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/253116/original/file-20190109-32142-7qux90.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/253116/original/file-20190109-32142-7qux90.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/253116/original/file-20190109-32142-7qux90.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/253116/original/file-20190109-32142-7qux90.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/253116/original/file-20190109-32142-7qux90.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/253116/original/file-20190109-32142-7qux90.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Las palabras son suficientes para activar simulaciones en los sistemas neuronales motrices.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/young-couple-walking-on-beach-moonlight-159045794">Joyce Vincent/Shutterstock.com</a></span>
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<p>Tomemos, por ejemplo, la oración “Dos enamorados caminaban tomados de la mano a la luz de la luna por una playa tropical”. </p>
<p>De acuerdo con la teoría de la simulación, cuando leemos estas palabras, el sistema motriz de nuestro cerebro simula la acción de caminar; es decir, la actividad neuronal provocada por la comprensión de esas palabras es similar a la actividad neuronal generada por la acción concreta de caminar. </p>
<p>De manera similar, los sistemas perceptuales de nuestro cerebro simulan la vista, los sonidos y la sensación de la playa. Nuestro sistema emocional también simula los sentimientos implícitos en la oración.</p>
<p>Entonces, las palabras son suficientes para activar simulaciones en los sistemas neuronales motrices, perceptuales y emocionales. El cerebro produce la sensación de estar ahí: el sistema motriz se prepara para la acción y el sistema emocional motiva dichas acciones.</p>
<p>Por lo tanto, en la simulación, es posible actuar de manera muy similar a como actuaríamos en la situación real. Por ejemplo, asociar por medio del lenguaje a un grupo étnico con “<em>bad hombres</em>” podría producir una simulación emocional al ver a los miembros de ese grupo. A su vez, si esa reacción emocional es lo suficientemente fuerte, puede motivar una acción – como un comentario despectivo o un ataque físico.</p>
<p>Si bien la teoría de la simulación aún se encuentra bajo escrutinio científico, se han comprobado con éxito muchas de sus predicciones. </p>
<p>Por ejemplo, mediante técnicas de neuroimagen para realizar un seguimiento del flujo sanguíneo en el cerebro, los investigadores descubrieron que escuchar verbos como “lamer”, “recoger” y “patear” <a href="https://doi.org/10.1016/S0896-6273(03)00838-9">genera actividad en áreas de la corteza motora del cerebro</a> que se utilizan para controlar la lengua, las manos y las piernas, respectivamente. </p>
<p>Escuchar una oración como “El guardabosques vio un águila en el cielo” genera una <a href="https://doi.org/10.1111/1467-9280.00430">imagen mental por medio de la corteza visual</a>. Mientras que utilizar bótox para bloquear la actividad de los músculos que fruncen el ceño <a href="https://doi.org/10.1177/0956797610374742">afecta el sistema emocional</a> y retrasa la comprensión de oraciones que expresan ira. </p>
<p>Estos ejemplos demuestran las conexiones entre el procesamiento del habla y los sistemas motrices, sensoriales y emocionales.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/253117/original/file-20190109-32127-1aov6a7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/253117/original/file-20190109-32127-1aov6a7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/253117/original/file-20190109-32127-1aov6a7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/253117/original/file-20190109-32127-1aov6a7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/253117/original/file-20190109-32127-1aov6a7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/253117/original/file-20190109-32127-1aov6a7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/253117/original/file-20190109-32127-1aov6a7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/253117/original/file-20190109-32127-1aov6a7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Una sonrisa ayuda a relajarse.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/closeup-portrait-happy-elderly-gentleman-pink-362500571">AshTproductions/Shutterstock.com</a></span>
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<p>Recientemente, el psicólogo <a href="https://scholar.google.com/citations?user=7Marb_sAAAAJ&hl=en&oi=ao">Michael McBeath</a>, nuestra estudiante de posgrado Christine S. P. Yu, y yo, descubrimos otra sólida conexión entre el lenguaje y el sistema emocional.</p>
<p>Tomemos, por ejemplo, pares de palabras de una sola sílaba en inglés que solo se diferencien en que el sonido de la vocal es más parecido a una “i” o a una “o”, como “<em>gleam-glum</em>” y “<em>seek-suck</em>”. Utilizando unos 90 pares de palabras, les pedimos a las personas que indicaran cuál de las dos palabras les parecía más positiva. </p>
<p>Los participantes seleccionaron la palabra con el sonido similar a “i” dos de cada tres veces. Ahora, si los sonidos lingüísticos y las emociones no estuviesen relacionados y las personas eligiesen al azar, hubieramos esperado que solo la mitad de las palabras con el sonido parecido a “i” habrían sido identificadas como más positivas.</p>
<p>Nuestra teoría es que esta relación surge porque pronunciar el sonido “i” activa los mismos músculos y sistemas neuronales que se utilizan al sonreír, o al decir “¡whisky!”. De hecho, inducir mecánicamente una sonrisa (por ejemplo, sosteniendo un lápiz entre los dientes sin utilizar los labios) <a href="http://dx.doi.org/10.1037/0022-3514.54.5.768">ayuda a relajarse</a>. </p>
<p>Nuestra nueva investigación demuestra que pronunciar palabras que activan los músculos de la sonrisa puede tener un efecto similar.</p>
<p>Pusimos a prueba esta idea pidiéndoles a las personas que masticaran chicle mientras evaluaban las palabras. El chicle bloquea la activación sistemática de los músculos de la sonrisa. Efectivamente, con el chicle, la percepción entre las palabras con sonidos similares a “i” y a “o” fue más equitativa. También demostramos los mismos efectos en China con pares de palabras en mandarín que contienen estos sonidos parecidos a “i” y “o”.</p>
<h2>La práctica mediante las simulaciones hace fáciles las acciones</h2>
<p>Por supuesto que para motivar a alguien a cometer un crimen de odio se necesita mucho más que pronunciar “<em>glum</em>” o “<em>suck</em>”.</p>
<p>Pero las simulaciones se generan <a href="http://dx.doi.org/10.1037/0033-295X.95.4.492">más rápido con la repetición</a>. Cuando alguien escucha una palabra nueva o un concepto por primera vez, generar esa simulación puede ser un proceso mentalmente complejo. Un buen comunicador puede facilitar ese proceso haciendo gestos con la mano para expresar la simulación motriz; señalando objetos o imágenes que ayuden a crear la simulación perceptual; y haciendo expresiones faciales y modulando la voz para inducir la simulación emocional.</p>
<p>Con el potencial que tienen para amplificar y repetir información e ideas, tiene sentido que las redes sociales sea el espacio que fomente la práctica necesaria para acelerar y darle forma a la simulación. La simulación mental de “<a href="https://theconversation.com/el-origen-de-la-caravana-de-migrantes-106825">caravana</a>” puede cambiar de una fila de camellos, que es emocionalmente neutral, a una multitud de narcotraficantes y violadores con mucha carga emocional. </p>
<p>A través de la simulación reiterada que se genera al leer repetidamente publicaciones similares, el mensaje se vuelve cada vez más creíble, porque cada repetición produce otra instancia de esa sensación de haber estado ahí y de haberlo visto con los propios ojos.</p>
<p><a href="https://psychology.berkeley.edu/people/dan-i-slobin">El psicolingüista Dan Slobin</a> sugirió que las formas habituales de hablar llevan a <a href="http://psycnet.apa.org/record/1996-98701-002">formas habituales de pensar acerca del mundo</a>. El lenguaje que escuchamos nos proporciona el vocabulario para analizar el mundo. A su vez, ese vocabulario, al producir simulaciones, genera hábitos en nuestra mente. </p>
<p>Así como tan solo leer un libro de terror puede hacer que tengamos miedo a entrar al mar porque simula ataques de tiburones —que son muy inusuales—, estar en contacto con cierto lenguaje acerca de otros grupos de personas —y su comportamiento criminal extremadamente inusual— puede distorsionar nuestra visión de la realidad.</p>
<p>Se pueden crear simulaciones y comprensiones alternativas. Una caravana puede simularse como familias en una situación difícil que tienen el valor, la energía y las habilidades para comenzar una nueva vida y enriquecer nuevas comunidades.</p>
<p>Como la simulación genera la sensación de estar en una situación concreta, <a href="https://doi.org/10.1177/1368430210374483">motiva las mismas acciones</a> que la situación en sí. Si simulamos compasión y empatía, y utilizamos palabras de forma cuidadosa, actuaremos todos con más amabilidad.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/110872/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Arthur Glenberg es accionista de Moved by Reading, LLC. Ha recibido apoyo de the National Science Foundation, the Institute of Education Sciences, the National Institutes of Health y the Office of Naval Research.</span></em></p>Leer un texto en una pantalla o escuchar un podcast activa áreas del cerebro de manera muy similar a cuando estamos en la situación que el lenguaje describe.Arthur Glenberg, Professor of Psychology, Arizona State UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/986652018-10-24T21:23:41Z2018-10-24T21:23:41ZPor qué se nos da fatal verificar la información<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/241728/original/file-20181022-105779-13bje6r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5991%2C3979&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/true-false-choice-on-keyboard-490626529">Shutterstock / Gaelfphoto</a></span></figcaption></figure><p>He aquí una prueba rápida:</p>
<ul>
<li><p>En la Biblia, ¿qué fue lo que se tragó a Jonás?</p></li>
<li><p>¿Cuántos animales de cada especie llevó Moisés en el arca?</p></li>
</ul>
<p>¿Ha contestado «ballena» a la primera pregunta y «dos» a la segunda? La mayoría de las personas sí… pese a saber que fue Noé y no Moisés quien construyó el arca en la historia bíblica.</p>
<p>Los psicólogos <a href="https://scholar.google.com/citations?user=AUtiwQQAAAAJ&hl=en&oi=ao">como yo</a> llamamos a este fenómeno <a href="https://doi.org/10.1111/1467-9280.00273">la ilusión de Moisés</a>. Es solo un ejemplo que confirma que se nos da muy mal detectar errores fácticos en el mundo que nos rodea. Incluso cuando conocemos el dato correcto, muchas veces no nos damos cuenta de los fallos e incluso seguimos utilizando esa información incorrecta en otras situaciones.</p>
<p>La investigación de la psicología cognitiva demuestra que, por naturaleza, se nos da mal verificar la información y es muy difícil comparar cosas que leemos o escuchamos con lo que ya sabemos sobre un tema. En la denominada era de las noticias falsas, esta realidad tiene consecuencias importantes sobre la forma en que utilizamos el periodismo, las redes sociales y el resto de la información pública.</p>
<h2>No percibir los errores</h2>
<p>La ilusión de Moisés se ha estudiado de forma reiterada desde 1980. Sucede cuando se plantea una serie de preguntas y la conclusión fundamental es que, aunque sepamos la respuesta correcta, no nos damos cuenta del error y contestamos mal algunas preguntas.</p>
<p>En el <a href="https://linkinghub.elsevier.com/retrieve/pii/S0022537181901651">primer estudio</a>, el 80 % de los participantes no se dio cuenta del error incluido en la pregunta pese a que después respondió de forma correcta al interrogante “¿Quién fue el que metió a los animales en el arca?”. Esto se produjo pese a haber advertido a los participantes que algunas de las preguntas podían contener equivocaciones y haberles enseñado algún ejemplo de pregunta incorrecta.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/212700/original/file-20180329-189830-2fvsmf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/212700/original/file-20180329-189830-2fvsmf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/212700/original/file-20180329-189830-2fvsmf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=392&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/212700/original/file-20180329-189830-2fvsmf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=392&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/212700/original/file-20180329-189830-2fvsmf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=392&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/212700/original/file-20180329-189830-2fvsmf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=492&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/212700/original/file-20180329-189830-2fvsmf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=492&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/212700/original/file-20180329-189830-2fvsmf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=492&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">¿Quién puso a los animales en fila por parejas?</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Noahs_Ark.jpg">Edward Hicks</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>La ilusión de Moisés demuestra lo que los psicólogos denominamos <a href="http://marshlab.psych.duke.edu/publications/MarshCantorBrashier2016.pdf">ignorancia del conocimiento</a>: las personas tenemos conocimientos relevantes, pero fallamos al utilizarlos.</p>
<p>Una manera de trabajar sobre esa ignorancia del conocimiento es hacer que las personas lean historias ficticias que <a href="https://linkinghub.elsevier.com/retrieve/pii/S0749596X03000925">contienen datos verdaderos y falsos</a>. </p>
<p>En una de las historias que hemos utilizado, mis compañeros y yo presentamos a un empleado temporal de un planetario. Algunos de los datos facilitados son correctos: “Por suerte, tuve que utilizar un traje espacial enorme y viejo. Supongo que encarnaba a alguien concreto, quizás Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la Luna”. Otros datos eran incorrectos: “Primero tuve que hacer un repaso de todos los hechos astronómicos habituales, empezando por cómo funciona nuestro sistema solar, que Saturno es el planeta más grande, etc.”</p>
<p>Después, sometemos a los participantes a un test de cultura general con algunas preguntas nuevas (¿qué piedra preciosa es roja?) y algunas relacionadas con la información de la historia anterior (¿cuál es el planeta más grande del sistema solar?). Descubrimos de manera fidedigna los efectos positivos de leer los datos correctos en la historia: los participantes tienen más posibilidades de contestar de forma correcta la pregunta “¿Quién fue la primera persona en pisar la Luna?”. También observamos los efectos negativos de leer información errónea: los participantes tienen menos tendencia a recordar que Júpiter es el planeta más grande y más probabilidad de responder que es Saturno.</p>
<p>Estos efectos negativos de leer información falsa se producen incluso cuando ésta contradice de forma directa el conocimiento previo de las personas. </p>
<p><a href="http://psycnet.apa.org/doiLanding?doi=10.1037%2Fa0028649">Para uno de nuestros estudios</a>, mis compañeros y yo hicimos que los participantes realizasen un test de cultura general dos semanas antes de darles a leer las historias que les propusimos. De este modo, sabíamos qué datos conocía o desconocía cada persona. Aun así, los participantes interiorizaron datos falsos de las historias que leyeron después.</p>
<h2>¿Se puede mejorar la identificación de la información incorrecta?</h2>
<p>Con frecuencia no nos damos cuenta de los errores en nuestras lecturas y los usamos en situaciones posteriores. Pero, ¿qué podemos hacer para evitar la influencia de esos datos incorrectos?</p>
<p>La experiencia o el mayor conocimiento parecen ayudar, pero esto <a href="https://dx.doi.org/10.1080/09658211.2016.1152377">no resuelve el problema</a>. Los estudiantes de posgrado de Biología sometidos a pruebas de este tipo trataron de responder preguntas tergiversadas como: “El agua contiene dos átomos de helio y ¿cuántos átomos de oxígeno?”, pero la probabilidad de que respondieran mal fue menor que la de los estudiantes de posgrado de Historia (el patrón se invierte en las preguntas sobre Historia).</p>
<p>Muchas de las intervenciones que mis compañeros y yo hemos realizado para intentar reducir la confianza de las personas en la información incorrecta han fracasado o incluso han sido contraproducentes. Inicialmente pensamos que los participantes tendrían más probabilidades de detectar errores si tenían más tiempo para procesar el texto. Por tanto, presentamos las historias en formato audiolibro y disminuimos el <a href="https://link.springer.com/article/10.3758%2FPBR.15.1.180">ritmo de presentación</a>. Pero, en lugar de utilizar el tiempo adicional para detectar y evitar
errores, fueron aún más propensos a usarlos en el test de cultura general posterior.</p>
<p>Después intentamos <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/09658211.2010.543908">resaltar la información importante en rojo</a>. Dijimos a los lectores que prestaran especial atención a ese color con la esperanza de que les ayudaría a darse cuenta y evitar los errores. En cambio, prestaron más atención a los mismos y, por tanto, fueron más propensos a repetirlos en la prueba posterior.</p>
<p>Lo único que parece ayudar es actuar como un verificador de información profesional. Cuando se les dice a los participantes que corrijan la historia y resalten cualquier declaración errónea, <a href="https://link.springer.com/article/10.3758%2Fs13421-013-0339-0">son menos propensos a interiorizar las incorrecciones</a>. Se obtienen resultados similares cuando los participantes leen las historias frase a frase y <a href="https://link.springer.com/article/10.3758%2FBF03193260">deciden si en cada una de ellas hay algún error</a>.</p>
<p>Es importante tener en cuenta que incluso a los lectores «verificadores de información» se les escapan muchos errores e interiorizan datos falsos. Por ejemplo, en la tarea de detección frase por frase, los participantes descubrieron aproximadamente un 30% de los errores. Pero dado su conocimiento previo, deberían haber podido registrar al menos un 70%. Así que este tipo de lectura minuciosa sí que ayuda, pero a los lectores aún se les escapan muchos errores que utilizarán en el test posterior.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/212713/original/file-20180329-189798-1rxpa05.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/212713/original/file-20180329-189798-1rxpa05.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/212713/original/file-20180329-189798-1rxpa05.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/212713/original/file-20180329-189798-1rxpa05.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/212713/original/file-20180329-189798-1rxpa05.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/212713/original/file-20180329-189798-1rxpa05.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/212713/original/file-20180329-189798-1rxpa05.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/212713/original/file-20180329-189798-1rxpa05.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Nuestra reacción natural no es desconfiar de los datos que nos encontramos.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://pixabay.com/en/reading-newspapaer-newspaper-man-2706960/">hitesh014/Pixabay.com</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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<h2>Las particularidades de la psicología hacen que se nos escapen errores</h2>
<p>¿Por qué a los seres humanos se les da tan mal detectar errores e informaciones incorrectas? Los psicólogos creen que existen al menos dos motivos.</p>
<p>En primer lugar, las personas tienen una tendencia general a <a href="https://dx.doi.org/10.1037/0003-066X.46.2.107">creer que las cosas son verdad</a> (después de todo, la mayoría de las cosas que leemos o escuchamos son ciertas). De hecho, existen algunas pruebas que confirman que al principio procesamos cualquier declaración como cierta y que después se requiere un esfuerzo cognitivo para <a href="https://doi.org/10.1037/0022-3514.65.2.221">marcarlas en el cerebro como falsas</a>.</p>
<p>En segundo lugar, las personas suelen aceptar afirmaciones siempre que se aproximen a la información correcta. Normalmente, la forma en la que hablamos contiene errores, pausas y repeticiones («Llevaba puesto un vestido azul… eh, quiero decir, negro, un vestido negro»). Y da la sensación de que para mantener una conversación, necesitamos dejarnos llevar: aceptar la información que es «lo suficientemente buena» y <a href="http://journals.sagepub.com/doi/10.1111/1467-8721.00158">avanzar</a>.</p>
<p>Pero las personas no se dejan engañar por esas ilusiones cuando las incorrecciones son muy obvias. Por ejemplo, no intentan contestar a la <a href="https://linkinghub.elsevier.com/retrieve/pii/S0022537181901651">pregunta</a> «¿cuántos animales de cada especie llevó Nixon en el arca?», ni creen que Plutón sea el planeta más grande después de haberlo leído en una <a href="https://link.springer.com/article/10.3758/s13421-013-0359-9">historia ficticia</a>.</p>
<p>Detectar y corregir información falsa es un trabajo difícil y requiere luchar contra la forma en la que nuestro cerebro la procesa. El pensamiento crítico por sí solo no nos salva. Nuestras particularidades psicológicas nos ponen en el riesgo de creer en la información incorrecta, la desinformación y la propaganda. <a href="https://factcheckingday.com/">Los verificadores profesionales ofrecen un servicio fundamental</a> para encontrar errores a la vista de todo el mundo. Como tales, son una de nuestras mejores esperanzas para centrarnos en los errores y corregirlos antes de que los demás leamos o escuchemos datos falsos y los incorporemos a nuestro conocimiento del mundo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/98665/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Lisa Fazio recibe fondos de la Fundación Rita Allen.</span></em></p>Los psicólogos cognitivos conocen la forma en la que trabaja nuestra mente. No sólo no nos damos cuenta de los errores y la información que sabemos falsa, sino que también la recordamos como cierta.Lisa Fazio, Assistant Professor of Psychology, Vanderbilt UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1003042018-08-13T18:52:14Z2018-08-13T18:52:14Z¿Las noticias te estresan? Estas cuatro técnicas de entrenamiento mental te ayudarán a calmar el cerebro<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/231772/original/file-20180813-2903-1o6b3u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">El estrés existe para ayudarnos a escapar de una situación de peligro físico, no reaccionar mal al periódico cada mañana. </span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/portraits-beautiful-asian-woman-stressed-work-794191012">Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Desde la <a href="https://www.sacbee.com/opinion/op-ed/article214297024.html">histeria</a> provocada por la nominación de un candidato conservador a la Corte Suprema a las <a href="https://theconversation.com/por-que-el-censo-de-2020-no-deberia-preguntar-sobre-tu-ciudadania-99118">políticas anti-inmigrante de Donald Trump</a> y el <a href="http://www.eluniversal.com.mx/articulo/ciencia-y-salud/salud/2016/11/17/estados-unidos-tiene-27-millones-de-adictos-y-66-millones">crecimiento de las tasas de adicción</a>, las noticias de los últimos meses en Estados Unidos han sido algo inquietantes.</p>
<p>La peligrosa polaridad y el ardor de la retórica hacen que muchas personas se sientan consternadas, desanimadas, enojadas o perdidas. Sin embargo, este estrés también podría tener algún beneficio: el de darnos ánimos para detenernos el tiempo suficiente para reflexionar sobre cómo manejarlo.</p>
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Read more:
<a href="https://theconversation.com/reeling-from-the-news-train-your-brain-to-feel-better-with-these-4-techniques-100144">Reeling from the news? Train your brain to feel better with these 4 techniques</a>
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<p>El estrés ha sido considerado la epidemia número uno en todo el mundo. </p>
<p>Nuestra respuesta al estrés ha evolucionado para prepararnos a responder a episodios infrecuentes de <a href="https://www.nimh.nih.gov/news/media/2009/sapolsky.shtml">estrés físico</a>, no a la vida que vivimos hoy, cuyo estrés emocional tiene carácter crónico. La inestabilidad percibida y la incoherencia de personas e instituciones de las que dependemos y el consiguiente sentido de <a href="https://news.stanford.edu/news/2007/march7/sapolskysr-030707.html">aislamiento e inseguridad</a> exacerban ese estrés emocional. </p>
<p>El cerebro abrumado puede bloquearse durante un estado de estrés crónico, o una alta <a href="https://openi.nlm.nih.gov/detailedresult.php?img=PMC3181832_DialoguesClinNeurosci-8-367-g001&req=4">carga alostática</a> que causa del <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3341916/">75 por ciento al 90 por ciento de los problemas de salud</a> derivados del estrés. </p>
<p>Mis colegas de la Universidad de California, San Francisco, y yo hemos desarrollado un <a href="https://www.ebtconnect.net/">programa digital</a> llamado <a href="http://www.hypothesisjournal.com/?p=955">Entrenamiento Emocional del Cerebro</a>, o EBT por sus siglas en inglés. La idea es mejorar la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4260341/">eficacia</a> del cerebro en la prevención y el tratamiento de los problemas ocasionados por el estrés, que van desde la ansiedad y la depresión, a <a href="https://www.ebtconnect.net/joymethod">comer en exceso</a> y a la consiguiente <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2831158/">obesidad</a>. </p>
<p>Hemos descubierto que el uso de estas cuatro técnicas basadas en el cerebro pueden ayudar a entrenar a este a recuperarse del estrés con mayor rapidez.</p>
<h2>1: Vea el estrés como su oportunidad</h2>
<p>Una de las maneras más efectivas de combatir el estrés es verlo como algo bueno. </p>
<p>Este sencillo ajuste mental impide que <a href="https://www-ncbi-nlm-nih-gov.ucsf.idm.oclc.org/pubmed/27894469">el estrés secundario</a> reflexione sobre una tensión que podría durar horas o días, después de haber sufrido una situación agobiante. </p>
<p>Además, nuestras antiguas expectativas inconscientes, que se encuentran almacenadas en el cerebro emocional, pueden bloquear nuestra creatividad. Los momentos estresantes abren el cerebro a la revisión de esas expectativas; por eso es más fácil experimentar un gran avance en una relación amorosa, un proyecto laboral o una nueva perspectiva vital. </p>
<p>A través del <a href="http://grantome.com/grant/NIH/R01-MH097085-03">portal del estrés</a>, las <a href="http://www.human-memory.net/brain_neurons.html">conexiones sinápticas</a> vinculan a las neuronas para lograr el desbloqueo de viejas expectativas. Estas fluyen para que aparezcan ideas frescas en nuestra mente con mayor facilidad.</p>
<p>La primera técnica para superar el estrés es decirnos: “¿Estrés? ¡Qué bien! ¡Esta es mi gran oportunidad!” </p>
<h2>2: Chequee su nivel de estrés</h2>
<p>Otra estrategia para sentirse mejor es controlar el nivel de estrés de su cerebro y asignarle un número. En lugar de preguntar: “¿Cómo me siento?” o “¿Por qué hice eso?”, pregúntese: “¿En qué nivel de estrés estoy?” </p>
<p>Usamos el sistema EBT de 5 puntos, siendo 5 el nivel más alto de estrés. En un estado de alto estrés, o “estado mental 5”, el cerebro primitivo reptiliano está activo y todos los aspectos de la vida (pensamientos, sentimientos, relaciones y comportamientos) se ven ineficaces y extremos. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/221550/original/file-20180604-175411-azlawu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/221550/original/file-20180604-175411-azlawu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=445&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/221550/original/file-20180604-175411-azlawu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=445&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/221550/original/file-20180604-175411-azlawu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=445&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/221550/original/file-20180604-175411-azlawu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=559&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/221550/original/file-20180604-175411-azlawu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=559&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/221550/original/file-20180604-175411-azlawu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=559&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Para controlar el estrés, hay que poder identificarlo.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Shutterstock</span></span>
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<p>En un estado de estrés bajo, o “estado cerebral 1”, la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2566758/">neocorteza baja</a> toma el control y los diversos dominios vitales devienen efectivos y balanceados. </p>
<p>Verificar los estados cerebrales tiene beneficios importantes, como ayudarnos a comprendernos mejor y apreciar las características comunes de todas las personas. Todos experimentan los cinco estados cerebrales. </p>
<h2>3: Actualice sus expectativas inconscientes</h2>
<p>La tercera técnica para la desintoxicación es actualizar expectativas irracionales que están codificadas en el cerebro a partir de experiencias pasadas. Estas hacen que el cerebro reaccione enérgicamente ante las noticias diarias.</p>
<p>Estos circuitos emocionales pueden tomar la forma de generalizaciones falsas, mensajes que pudieran haber sido ciertos en un momento, pero el cerebro los tomó como un hecho vital, como “no tengo poder”. La repercusión de ese mensaje contribuye a nuestro estrés.</p>
<p>Además, estas expectativas irracionales pueden ser asociaciones falsas, conexiones cruzadas de una experiencia momentánea de estrés que enfrentamos de manera no saludable. El cerebro registró esa respuesta y la reproduce como respuesta a pequeñas tensiones diarias. Si buscábamos comida cuando en realidad necesitábamos amor, esa expectativa se codifica automáticamente, como “logro amor cuando como en exceso”, lo que provoca ansiedad por comer. </p>
<p>Si nos sentimos distanciados en una relación, el mensaje codificado puede ser “Mi seguridad depende del aislamiento”, generando décadas de distanciamiento y separación de los seres queridos. Estas expectativas incrementan nuestros <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3079864/">químicos del estrés</a> y estimulan un estrés prolongado e ineficaz.</p>
<p>Nuevas investigaciones han demostrado que estos circuitos se pueden estimular, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3640262/">reactivar y actualizar</a> para hacerse más racionales. Cuando los cambiamos, los mensajes del cerebro comienzan a promover la resistencia al estrés, y esto nos ayuda a recuperarnos de las noticias inquietantes de manera más rápida. La reconfiguración de estas expectativas irracionales siempre ha sido el centro de atención de la psicoterapia. </p>
<p>Sin embargo, la reformulación de estas expectativas como <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3055445/">circuitos emocionales</a> ha aumentado el interés en el uso del poder del cerebro para cambiar a través de la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3102236/">neuroplasticidad autodirigida</a>
en programas clínicos y de bienestar. La técnica de EBT para la reformulación, que se llama la “<a href="https://www.ebtconnect.net/science">herramienta del ciclo</a>”, aplica esta investigación con un conjunto de enunciados que guía a los usuarios a reducir su estrés rápidamente y a actualizar sus expectativas. </p>
<p>La clave para utilizarla es formular una frase tras otra, y hacer una pausa lo suficientemente larga para que los mensajes de la mente inconsciente “borboteen” en la mente consciente para completar las resoluciones. </p>
<h2>La herramienta del ciclo EBT</h2>
<p>-Esta situación es… (usted se queja de una situación)</p>
<p>-Lo que más me estresa es… (redúzcalo a una queja)</p>
<p>-Estoy enojado por eso…</p>
<p>-No puedo soportarlo…</p>
<p>-Detesto que suceda eso…</p>
<p>-Me entristece que suceda eso…</p>
<p>-Me atemoriza esa situación…</p>
<p>-Me siento culpable de eso…</p>
<p>-Por supuesto que lo haría porque mi expectativa es irracional…</p>
<p>-Mi expectativa razonable es… </p>
<p>Aquí está mi herramienta del ciclo para este momento: </p>
<p>La situación es… <em>que los políticos están arruinándolo todo y van a destruir el mundo.</em> Lo que más me estresa es… <em>que el mundo se está destruyendo.</em> Me enoja <em>que el mundo se aniquile.</em> No soporto <em>no poder confiar en nadie</em>. Detesto que <em>no se haga lo que yo quisiera que hagan</em>. Me entristece que… <em>las cosas estén tan malas</em>. Me aterra que <em>todo pueda empeorar…</em> ¡Me siento culpable _de mi propio estrés! _</p>
<p>Por supuesto, estoy estresado <em>porque mi expectativa irracional es que mi seguridad depende de que otras personas hagan las cosas como yo quisiera que las hicieran.</em> ¡Pero eso es ridículo! Mi seguridad no puede depender de que otros hagan las cosas como yo quisiera. Eso es imposible. <em>Mi seguridad depende de mi conexión conmigo mismo, y de hacer lo que pueda para potenciar seguridad y alegría en mi vida.</em></p>
<p>Pasados de uno a cuatro minutos de haber puesto en práctica esta herramienta emocional, me sentiré bien de nuevo y considero que he logrado una mejoría pequeña, pero importante, en mi control. Repítala tres veces.</p>
<h2>4: El poder de la comprensión</h2>
<p>La cuarta y técnica final es verificar el estado cerebral de los demás. Los problemas en las relaciones tienden a ocurrir cuando ambas personas están en un alto nivel de estrés. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/144635/original/image-20161104-27939-1r5mvxq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/144635/original/image-20161104-27939-1r5mvxq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/144635/original/image-20161104-27939-1r5mvxq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/144635/original/image-20161104-27939-1r5mvxq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/144635/original/image-20161104-27939-1r5mvxq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/144635/original/image-20161104-27939-1r5mvxq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/144635/original/image-20161104-27939-1r5mvxq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">La buena disposición ayuda.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="http://www.shutterstock.com/pic-142809292/stock-photo-cute-couple-both-with-an-afro-posing.html?src=iaT7Gqnh9eEzCzWyFG7TlA-1-41">From www.shutterstock.com</a></span>
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<p>El cerebro reptiliano está activo, por lo que no solo las emociones son extremas, sino que el cerebro activa las disfunciones en nuestras relaciones, como la conexión o el distanciamiento de otras personas. Nuestro cerebro pensante permanece desconectado, por lo que <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2907136/">analizar la situación</a> se transforma rápidamente en una obsesión o motivo de reflexión. Nuestra tendencia es distanciarnos de los demás y juzgar.</p>
<p>Cuando el estrés llega a ese nivel, nadie es una “relación esencial”. Si advierte que su pareja está estresada, sea comprensivo y utilice el buen humor (por ejemplo, “Me gustaría que habláramos del tema, pero mi cerebro reptiliano está activo en este momento”.) para eliminar el estrés y facilitar un instante de reconexión curativa.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/100304/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Laurel Mellin, Ph.D., es fundadora de EBT, Inc., una organización educativa que ofrece certificación y capacitación para el Entrenamiento Emocional del Cerebro (Emotional Brain Training, EBT por sus siglas en inglés), para profesionales de la salud y el público general, y posee acciones en esa organización.</span></em></p>Muchas personas se sienten abrumadas por las incesantes noticias y buscan la forma de apaciguar su ánimo y mantenerse saludables. Aquí verá algunos consejos de la neurociencia que podrían ayudar.Laurel Mellin, PhD, Associate Clinical Professor of Family & Community Medicine and Pediatrics, University of California, San FranciscoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1014372018-08-12T21:02:10Z2018-08-12T21:02:10Z¿Por qué nuestro cerebro siempre encuentra problemas?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/231585/original/file-20180812-2900-1fqmv8g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=4%2C11%2C1093%2C650&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">El cerebro, ese enigma. </span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/salesman-doubt-can-not-find-solution-1018795438?src=XkCaLYo268rmznCNGzj9uA-1-13">ra2studio/www.shutterstock.com</a></span></figcaption></figure><p>¿Por qué en la vida se nos presentan tantos problemas que parecen aferrarse a nosotros con una fuerza tal que no importa lo que hagamos para resolverlos? Al parecer, el cerebro humano tiene una forma muy peculiar de procesar la información, de forma que, cuando algo empieza a darse con poca frecuencia, acabamos encontrándolo por todas partes.</p>
<p>Imaginemos una patrulla vecinal conformada por voluntarios que llaman a la policía en cuanto ven algo sospechoso. A esa patrulla se une un nuevo voluntario para ayudar a reducir la delincuencia en la zona y, nada más empezar la ronda, da un aviso ante varios indicios de un delito grave, como pueden ser un asalto o un robo.</p>
<p>Supongamos que su labor ayuda y que, con el tiempo, los asaltos y los robos desaparecen casi por completo del vecindario. ¿Cómo actuará ese voluntario en adelante? Por un lado, puede que la patrulla se relaje y deje de avisar a la policía. Después de todo, los delitos graves ya no son algo de lo que preocuparse.</p>
<p>Pero, al igual que ya intuyó nuestro grupo de investigación, uno también podría plantearse que la mayoría de voluntarios en este contexto no bajaría la guardia simplemente porque la delincuencia hubiese disminuido. Más bien, estos empezarían a considerar sospechosas muchas de las cosas a las que anteriormente, cuando el nivel de delincuencia era mayor, no les habrían dado importancia. Cosas como imprudencias peatonales o gente merodeando por la noche.</p>
<p>Es fácil imaginar multitud de situaciones similares en las que los problemas nunca parecen desaparecer y ello se debe a que las personas nunca dejamos de cambiar la forma en la que los definimos. Esto suele denominarse “<a href="https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/1047840X.2016.1082418">deslizamiento de concepto</a>”, o “subida del listón”, y puede llegar a ser una experiencia muy frustrante. ¿Cómo puede alguien saber si está progresando en la resolución de un problema, si no deja de redefinir las condiciones de esa resolución? Nuestro grupo de investigación se propuso comprender <a href="https://doi.org/10.1126/science.aap8731">cuándo se da este tipo de comportamiento</a>, por qué se da y si puede evitarse.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Después de que el crimen violento comienza a disminuir, los holgazanes y los que cruzan la calle pueden empezar a parecer más amenazadores.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/victoria-british-columbia-canada-6-september-721737862">Marc Bruxelle/Shutterstock.com</a></span>
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<h2>Buscando problemas</h2>
<p>Para estudiar cómo cambian los conceptos según van apareciendo con menos frecuencia, invitamos a un grupo de voluntarios a <a href="http://wjh-www.harvard.edu/%7Edtg/gilbert.htm">nuestro laboratorio</a> y les dimos una tarea sencilla: observar una serie de rostros generados por ordenador y decidir cuáles les resultaban más “<a href="http://dx.doi.org/10.1037/a0032335">amenazantes</a>”. Las caras fueron cuidadosamente diseñadas por investigadores, siguiendo una escala que va desde “muy intimidante” hasta “muy inofensiva”.</p>
<p>Según fuimos reduciendo el número de rostros amenazantes que mostrábamos a los voluntarios, descubrimos que estos iban ampliando cada vez más su definición de “amenazante”. Es decir, cuando dejaron de ver rostros amenazantes, empezaron a considerar amenazantes rostros que anteriormente habían calificado de inofensivos. Así pues, la categoría “amenazante” no era para ellos una categoría sólida, ya que esta iba cambiando en función de la cantidad de amenazas previamente detectadas.
Este tipo de inconsistencia no se limita a la detección de una amenaza. En otro experimento pedimos a los voluntarios que tomasen una decisión aún más simple: si los puntos mostrados en una pantalla eran de color azul o morado.</p>
<p>Conforme la cantidad de puntos azules fue disminuyendo, los voluntarios empezaron a considerar azules puntos que eran ligeramente morados. Lo hicieron incluso a pesar de que les avisamos de que la cantidad de puntos azules iría disminuyendo. Estos resultados sugieren que este comportamiento no es completamente consciente, pues, de lo contrario, los voluntarios habrían sido capaces de mantener un criterio lo suficientemente rígido con el fin de conseguir una recompensa económica.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=222&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=222&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=222&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=279&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=279&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=279&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">En la misma medida que cambia el contexto, también lo hacen los límites de sus categorías.</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
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<h2>Ampliar el concepto de inmoral</h2>
<p>Después de observar los resultados de <a href="https://doi.org/10.1126/science.aap8731">nuestro experimento </a>con colores y caras amenazantes, nuestro grupo de investigación se preguntó si no se corresponderían estos con alguna extraña propiedad del sistema visual. ¿Cambiarían de la misma forma este tipo de conceptos de no ser juzgados visualmente?</p>
<p>Para comprobar esto, llevamos a cabo un experimento final en el que pedimos a los voluntarios que leyeran diferentes estudios científicos y que decidieran cuáles de ellos eran éticos y cuáles no. Inicialmente nos mantuvimos escépticos ante la idea de que en este tipo de juicios encontraríamos inconsistencias similares a las que encontramos en los juicios visuales.</p>
<p>¿Por qué? Porque sospechábamos que los juicios morales eran algo más consistentes en el tiempo que cualquier otro tipo de juicio. Al fin y al cabo, si hoy uno piensa que la violencia está mal, mañana debería seguir pensando lo mismo, independientemente de cuánta violencia haya presenciado a lo largo del día.</p>
<p>Pero, para nuestra sorpresa, encontramos el mismo patrón. Según fuimos disminuyendo la cantidad de estudios inmorales que les íbamos mostrando, estos empezaron a considerar inmorales un mayor número de estudios. Básicamente, el encontrar cada vez menos estudios inmorales les hizo endurecer su concepto de “ético”. </p>
<h2>Al cerebro le gusta comparar</h2>
<p>¿Por qué no podemos evitar expandir nuestro concepto de “amenazante” cuando nos exponemos a una menor cantidad de amenazas? Investigaciones en psicología cognitiva y neurociencia sugieren que esto se debe al mecanismo más básico que nuestro cerebro emplea para procesar la información: <a href="https://doi.org/10.1038/nrn2155">comparar constantemente lo que tenemos delante con su contexto más reciente</a>.</p>
<p>En lugar de decidir minuciosamente cuán amenazante es una cara en comparación con las demás, el cerebro solo procesa lo amenazante que es en <a href="http://dx.doi.org/10.1016/j.cogpsych.2005.10.003">comparación con las últimas caras vistas</a>, o con un promedio de las últimas caras vistas, o <a href="http://dx.doi.org/10.1037/h0022602">con los rostros más y menos amenazantes que ha visto</a>. </p>
<p>Este tipo de comparaciones podrían llevar directamente al patrón que mi grupo de investigación detectó en nuestros experimentos, pues en cuanto las caras amenazantes disminuyen, las nuevas son juzgadas en base a una mayoría de caras inofensivas. Entre una multitud de rostros afables, cualquier cara que presente el más mínimo rasgo de aspereza podrá parecer aterradora.</p>
<p>Al parecer, para nuestro cerebro las comparaciones relativas suelen suponer un menor gasto energético que las medidas absolutas. Para que nos hagamos una idea, resulta más fácil acordarse de quién de nuestros primos es el más alto que tratar de recordar cuánto mide exactamente cada uno. </p>
<p>Es probable que el cerebro humano haya evolucionado hacia un uso prioritario de <a href="https://doi.org/10.1242/jeb.017574">las comparaciones relativas</a>, ya que este tipo de comparaciones suelen arrojar información suficiente como para movernos de forma segura por nuestro entorno y tomar decisiones con el mínimo esfuerzo posible.</p>
<h2>Ser coherente cuando sea necesario</h2>
<p>A veces, los juicios relativos son más que suficiente. Si nos ponemos a buscar un restaurante elegante, seguramente lo que consideramos “elegante” en Paris, Texas, difiera bastante de lo que consideramos elegante en París, Francia.</p>
<p>Pero una patrulla vecinal haciendo juicios relativos continuará expandiendo su concepto de “delito” hasta acabar incluyendo infracciones cada vez más leves. Como resultado, puede que nunca lleguen a percibir el éxito de su labor ayudando a reducir el problema que les preocupa. En la actualidad, ya sea ante diagnósticos médicos o inversiones financieras, los humanos nos vemos obligados a hacer todo tipo de juicios complicados que exigen coherencia.</p>
<p>¿Cómo podemos tomar decisiones más coherentes si la situación lo requiere? Nuestro grupo de investigación se dedica actualmente al seguimiento de un estudio sobre el desarrollo de intervenciones efectivas que ayuden a neutralizar las extrañas consecuencias de los juicios relativos.</p>
<p>Una estrategia potencial consiste en que a la hora de tomar decisiones que requieran coherencia, se definan primero las categorías involucradas con la mayor precisión posible. Así, alguien que se apunte a una patrulla vecinal debería plantearse escribir una lista con los tipos de infracciones por las que deberá preocuparse una vez que empiece su labor. De lo contrario, podría precipitarse y acabar llamando a la policía por el simple hecho de ver a alguien paseando a un perro sin correa.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/101437/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Esta investigación fue financiada por la National Science Foundation.</span></em></p>¿Por qué en la vida se nos presentan tantos problemas que parecen aferrarse a nosotros con tal fuerza que no importa lo que hagamos para resolverlos? La psicología habla de “deslizamiento de concepto”.David Levari, Postdoctoral Researcher in Psychology, Harvard UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1011722018-08-10T18:16:00Z2018-08-10T18:16:00Z¿Por qué nuestro cerebro siempre encuentra problemas?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/231515/original/file-20180810-2921-136tpai.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">¿Cómo puede alguien saber si está progresando en la resolución de un problema, si el cerebro humano está diseñado para continuamente redefinir las condiciones de esa resolución?</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/salesman-doubt-can-not-find-solution-1018795438?src=XkCaLYo268rmznCNGzj9uA-1-13">ra2studio/www.shutterstock.com</a></span></figcaption></figure><p>¿Por qué en la vida se nos presentan tantos problemas que parecen aferrarse a nosotros con una fuerza tal que no importa lo que hagamos para resolverlos? Al parecer, el cerebro humano tiene una forma muy peculiar de procesar la información, de forma que, cuando algo empieza a darse con poca frecuencia, acabamos encontrándolo por todas partes.</p>
<p>Imaginemos una patrulla vecinal conformada por voluntarios que llaman a la policía en cuanto ven algo sospechoso. A esa patrulla se une un nuevo voluntario para ayudar a reducir la delincuencia en la zona y, nada más empezar la ronda, da un aviso ante varios indicios de un delito grave, como pueden ser un asalto o un robo.</p>
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Read more:
<a href="https://theconversation.com/why-your-brain-never-runs-out-of-problems-to-find-98990">Why your brain never runs out of problems to find</a>
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<p>Supongamos que su labor ayuda y que, con el tiempo, los asaltos y los robos desaparecen casi por completo del vecindario. ¿Cómo actuará ese voluntario en adelante? Por un lado, puede que la patrulla se relaje y deje de avisar a la policía. Después de todo, los delitos graves ya no son algo de lo que preocuparse.</p>
<p>Pero, al igual que ya intuyó nuestro grupo de investigación, uno también podría plantearse que la mayoría de voluntarios en este contexto no bajaría la guardia simplemente porque la delincuencia hubiese disminuido. Más bien, estos empezarían a considerar sospechosas muchas de las cosas a las que anteriormente, cuando el nivel de delincuencia era mayor, no les habrían dado importancia. Cosas como imprudencias peatonales o gente merodeando por la noche.</p>
<p>Es fácil imaginar multitud de situaciones similares en las que los problemas nunca parecen desaparecer y ello se debe a que las personas nunca dejamos de cambiar la forma en la que los definimos. Esto suele denominarse “<a href="https://doi.org/10.1080/1047840X.2016.1082418">deslizamiento de concepto</a>”, o “subida del listón”, y puede llegar a ser una experiencia muy frustrante.</p>
<p>¿Cómo puede alguien saber si está progresando en la resolución de un problema, si no deja de redefinir las condiciones de esa resolución? Nuestro grupo <a href="https://doi.org/10.1126/science.aap8731">se propuso comprender</a> cuándo se da este tipo de comportamiento, por qué se da y si puede evitarse.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/225231/original/file-20180627-112607-1d9rjgc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Después de que se reduce la incidencia de crímenes violentos, quienes no obedecen las señales de tráfico o merodean de noche por las calles pudieran parecer amenazantes.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/victoria-british-columbia-canada-6-september-721737862">Marc Bruxelle/Shutterstock.com</a></span>
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<h2>Buscando problemas</h2>
<p>Para estudiar cómo cambian los conceptos según van apareciendo con menos frecuencia, invitamos a un grupo de voluntarios a <a href="http://wjh-www.harvard.edu/%7Edtg/gilbert.htm">nuestro laboratorio</a> y les dimos una tarea sencilla: observar una serie de rostros generados por ordenador y decidir cuáles les resultaban más “amenazantes”. Las caras fueron <a href="http://dx.doi.org/10.1037/a0032335">cuidadosamente diseñadas por investigadores</a>, siguiendo una escala que va desde “muy intimidante” hasta “muy inofensiva”.</p>
<p>Según fuimos reduciendo el número de rostros amenazantes que mostrábamos a los voluntarios, descubrimos que estos iban ampliando cada vez más su definición de “amenazante”. Es decir, cuando dejaron de ver rostros amenazantes, empezaron a considerar amenazantes rostros que anteriormente habían calificado de inofensivos. Así pues, la categoría “amenazante” no era para ellos una categoría sólida, ya que esta iba cambiando en función de la cantidad de amenazas previamente detectadas.</p>
<p>Este tipo de inconsistencia no se limita a la detección de una amenaza. En otro experimento pedimos a los voluntarios que tomasen una decisión aún más simple: si los puntos mostrados en una pantalla eran de color azul o morado.</p>
<p>Conforme la cantidad de puntos azules fue disminuyendo, los voluntarios empezaron a considerar azules puntos que eran ligeramente morados. Lo hicieron incluso a pesar de que les avisamos de que la cantidad de puntos azules iría disminuyendo. Estos resultados sugieren que este comportamiento no es completamente consciente, pues, de lo contrario, los voluntarios habrían sido capaces de mantener un criterio lo suficientemente rígido con el fin de conseguir una recompensa económica.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=222&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=222&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=222&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=279&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=279&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/231516/original/file-20180810-2918-11pzmk3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=279&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">En la misma medida que cambia el contexto, también lo hacen los límites de sus categorías.</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
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<h2>Ampliar el concepto de inmoral</h2>
<p>Después de observar los <a href="https://doi.org/10.1126/science.aap8731">resultados de nuestro experimento</a> con colores y caras amenazantes, nuestro grupo de investigación se preguntó si no se corresponderían estos con alguna extraña propiedad del sistema visual. ¿Cambiarían de la misma forma este tipo de conceptos de no ser juzgados visualmente?</p>
<p>Para comprobar esto, llevamos a cabo un experimento final en el que pedimos a los voluntarios que leyeran diferentes estudios científicos y que decidieran cuáles de ellos eran éticos y cuáles no. Inicialmente nos mantuvimos escépticos ante la idea de que en este tipo de juicios encontraríamos inconsistencias similares a las que encontramos en los juicios visuales.</p>
<p>¿Por qué? Porque sospechábamos que los juicios morales eran algo más consistentes en el tiempo que cualquier otro tipo de juicio. Al fin y al cabo, si hoy uno piensa que la violencia está mal, mañana debería seguir pensando lo mismo, independientemente de cuánta violencia haya presenciado a lo largo del día.</p>
<p>Pero, para nuestra sorpresa, encontramos el mismo patrón. Según fuimos disminuyendo la cantidad de estudios inmorales que les íbamos mostrando, estos empezaron a considerar inmorales un mayor número de estudios. Básicamente, el encontrar cada vez menos estudios inmorales les hizo endurecer su concepto de “ético”.</p>
<h2>Al cerebro le gusta comparar</h2>
<p>¿Por qué no podemos evitar expandir nuestro concepto de “amenazante” cuando nos exponemos a una menor cantidad de amenazas? </p>
<p>Investigaciones en psicología cognitiva y neurociencia sugieren que esto se debe al mecanismo más básico que nuestro cerebro emplea para procesar la información: <a href="https://doi.org/10.1038/nrn2155">comparar constantemente lo que tenemos delante con su contexto más reciente</a>.</p>
<p>En lugar de decidir minuciosamente cuán amenazante es una cara en comparación con las demás, el cerebro solo procesa lo amenazante que es en <a href="http://dx.doi.org/10.1016/j.cogpsych.2005.10.003">comparación con las últimas caras vistas</a>, o con un <a href="https://doi.org/10.1073/pnas.1217854110">promedio de las últimas caras vistas</a>, o con <a href="http://dx.doi.org/10.1037/h0022602">los rostros más y menos amenazantes que ha visto</a>. </p>
<p>Este tipo de comparaciones podrían llevar directamente al patrón que mi grupo de investigación detectó en nuestros experimentos, pues en cuanto las caras amenazantes disminuyen, las nuevas son juzgadas en base a una mayoría de caras inofensivas. Entre una multitud de rostros afables, cualquier cara que presente el más mínimo rasgo de aspereza podrá parecer aterradora.</p>
<p>Al parecer, para nuestro cerebro las comparaciones relativas suelen suponer <a href="https://doi.org/10.1016/S0959-4388(00)00237-3">un menor gasto energético que las medidas absolutas</a>. Para que nos hagamos una idea, resulta más fácil acordarse de quién de nuestros primos es el más alto que tratar de recordar cuánto mide exactamente cada uno. </p>
<p>Es probable que el cerebro humano haya <a href="https://doi.org/10.1242/jeb.017574">evolucionado hacia un uso prioritario de las comparaciones relativas</a>, ya que este tipo de comparaciones suelen arrojar información suficiente como para movernos de forma segura por nuestro entorno y tomar decisiones con el mínimo esfuerzo posible.</p>
<h2>Ser coherente cuando sea necesario</h2>
<p>A veces, los juicios relativos son más que suficiente. Si nos ponemos a buscar un restaurante elegante, seguramente lo que consideramos “elegante” en Paris, Texas, difiera bastante de lo que consideramos elegante en París, Francia.</p>
<p>Pero una patrulla vecinal haciendo juicios relativos continuará expandiendo su concepto de “delito” hasta acabar incluyendo infracciones cada vez más leves. Como resultado, puede que nunca lleguen a percibir el éxito de su labor ayudando a reducir el problema que les preocupa. En la actualidad, ya sea ante diagnósticos médicos o inversiones financieras, los humanos nos vemos obligados a hacer todo tipo de juicios complicados que exigen coherencia.</p>
<p>¿Cómo podemos tomar decisiones más coherentes si la situación lo requiere? Nuestro grupo de investigación se dedica actualmente al seguimiento de un estudio sobre el desarrollo de intervenciones efectivas que ayuden a neutralizar las extrañas consecuencias de los juicios relativos.</p>
<p>Una estrategia potencial consiste en que a la hora de tomar decisiones que requieran coherencia, se definan primero las categorías involucradas con la mayor precisión posible. Así, alguien que se apunte a una patrulla vecinal debería plantearse escribir una lista con los tipos de infracciones por las que deberá preocuparse una vez que empiece su labor. De lo contrario, podría precipitarse y acabar llamando a la policía por el simple hecho de ver a alguien paseando a un perro sin correa.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/101172/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Esta investigación fue financiada por National Science Foundation.</span></em></p>Cuando algo se vuelve raro, la gente puede percibirlo en más lugares. ¿Qué es en psicología el “concepto progresivo” que hace que cambiemos la forma en que categorizamos el mundo que nos rodea?David Levari, Postdoctoral Researcher in Psychology, Harvard UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.