tag:theconversation.com,2011:/us/topics/soledad-56354/articlessoledad – The Conversation2024-01-28T21:18:32Ztag:theconversation.com,2011:article/2186672024-01-28T21:18:32Z2024-01-28T21:18:32ZCómo reducir la brecha entre generaciones: el caso de Vitoria-Gasteiz<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/571774/original/file-20240128-17-ygquzh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=175%2C0%2C6198%2C3627&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/happy-cute-7s-girl-standing-line-2066780114">fizkes/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>En los próximos años nos enfrentaremos a un desafío esencial: la diversidad de la sociedad contemporánea. El <a href="https://www.un.org/es/global-issues/ageing">envejecimiento demográfico</a>, los <a href="https://www.iom.int/global-compact-migrationation">movimientos migratorios</a> y las variadas necesidades de niños, niñas y jóvenes se perfilan como líneas de acción cruciales. </p>
<p>Al examinar la realidad de las personas mayores en la actualidad, observamos un cambio significativo. El aumento de la <a href="https://ajuntament.barcelona.cat/dretssocials/sites/default/files/arxius-documents/soledad-article-fernando-fantova-enfoque-abordaje-soledad-no-deseada.pdf">soledad no deseada</a>, alimentado por el individualismo, está generando impactos negativos en la salud de este grupo.</p>
<p>Simultáneamente, la realidad de los niños, niñas y jóvenes ha experimentado transformaciones radicales. Cambios en las estructuras familiares y la movilidad <a href="https://psycnet.apa.org/record/1980-50587-000">han reducido</a> los <a href="https://maestroysociedad.uo.edu.cu/index.php/MyS/article/view/1561/1530">contactos intergeneracionales</a>. La pandemia y las medidas de protección han acentuado <a href="https://theconversation.com/coronavirus-why-young-and-old-must-pull-together-to-survive-this-133973">esta distancia entre generaciones</a>. </p>
<p>En este contexto, la promoción de la cohesión e inclusión social se convierte en un desafío apremiante, y las experiencias que fomentan las relaciones intergeneracionales se destacan como <a href="https://drive.google.com/file/d/1Y6cljgZOpp3MCtoAawjMCEhpqaEwZHQ3/view">herramientas clave</a>. Estas experiencias no solo reducen la brecha entre generaciones, sino que también fomentan la interrelación y el apoyo mutuo, generando cambios positivos tanto a nivel individual como comunitario, promoviendo la <a href="https://www.google.com/url?q=https://catedras.ugr.es/macrosad/informacion/noticias/toma-datos-proyecto-siga&sa=D&source=docs&ust=1701420236922316&usg=AOvVaw2ENDvhrJnAdB-Gv4MSbh4s">cohesión social y la inclusión</a>.</p>
<h2>Participación de personas mayores</h2>
<p>En este contexto, la participación de las personas mayores en experiencias intergeneracionales se revela como un factor influyente en sus dimensiones individual y social (<a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s10755-016-9371-x">Pstross et al., 2016</a>. Asimismo, estas experiencias generan cambios significativos en los niños, niñas y jóvenes participantes, abarcando aspectos individuales, sociales y educativos (<a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/02701960.2018.1515740">Lokon et al., 2018</a>. Desde la perspectiva de los profesionales involucrados, las experiencias intergeneracionales impactan a toda la comunidad, promoviendo la <a href="https://cadenaser.com/emisora/2019/09/26/ser_vitoria/1569504399_342542.html">cohesión social</a>, reduciendo distancias e intercambiando valores, sabiduría y culturas sociales.</p>
<p>La Universidad de el País Vasco (UPV/EHU) estamos realizando una investigación junto con el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz donde el propósito central es explorar las experiencias intergeneracionales impulsadas por el departamento de Políticas Sociales de este ayuntamiento. </p>
<p>El objetivo es identificar buenas prácticas y, en consecuencia, desarrollar un marco de actuación determinado. Para lograrlo, se han establecido objetivos específicos, como analizar estas experiencias, crear una guía de buenas prácticas y resaltar el valor de las experiencias intergeneracionales en la construcción de una sociedad inclusiva y sostenible. </p>
<p>Partiendo de este marco, investigadoras de la UPV/EHU y técnicas del departamento de Políticas Sociales del ayuntamiento crearon una herramienta de recogida de datos para identificar y describir las prácticas intergeneracionales en la ciudad de Vitoria-Gasteiz.</p>
<p>Se recogieron 132 experiencias intergeneracionales. Entre los/as participantes, alrededor del 77 % de las actividades las promovieron desde el Servicio de Personas Mayores siendo la mayoría en el centros sociales participativos de la <a href="https://www.vitoria-gasteiz.org/wb021/was/contenidoAction.do?idioma=es&uid=u_44a0bd70_130ab4f1005__7ff5">Red BIZAN</a>.</p>
<h2>Acción comunitaria y cohesión social</h2>
<p>Cabe destacar que existe una fuerte unión comunitaria, puesto que la mayoría de las actividades son realizadas en red con diferentes agentes comunitarios, tales como escuelas, entidades o programas de educación de calle. Esta metodología de trabajo en red repercute directamente en la comunidad y en la ciudadanía de Vitoria-Gasteiz, puesto que refuerza la acción comunitaria y la cohesión social.</p>
<p>Los principales objetivos que persiguen las diferentes experiencias son, en primer lugar, estrechar los lazos entre generaciones, creando conexiones significativas entre jóvenes y mayores. Después, se embarcan en la misión de derribar estereotipos relacionados con la edad, desafiando ideas preconcebidas y demostrando que cada etapa de la vida tiene su propio valor. Además, invitan a la comunidad a participar activamente, convirtiendo a cada individuo en un actor vital en la historia compartida. Para lograrlo, trabajan con diferentes grupos y áreas, construyendo conexiones imprescindibles para la participación comunitaria. </p>
<p>Por ejemplo, una de las actividades llevadas a cabo es un taller de arte de varias sesiones de duración y diseñado por profesionales donde un grupo de personas mayores, adultos y jóvenes comparten distintas acciones relacionadas con el arte: <em>El arte y dinámicas para fomentar la creatividad</em>, <em>Pintura: Arte milenario chino, De la tinta a la acuarela</em>, <em>Pintura: Retrato de mujeres del mundo</em> y <em>Empoderamiento feminista a través del arte</em>.</p>
<p>En gran parte, estas experiencias tienen lugar en grupos pequeños, generalmente entre tres y doce personas. Esta configuración crea un ambiente propicio para establecer vínculos significativos entre las personas participantes. El tamaño reducido de los grupos permite una interacción más cercana y personal, creando un espacio donde las conexiones pueden florecer de manera más íntima y auténtica.</p>
<p>Sin embargo, al estudiar estas experiencias intergeneracionales también se han observado diferentes limitaciones. Aún no tenemos instrumentos de evaluación para obtener la eficacia de estos programas y es la observación la técnica más usada para medir su utilidad. La falta de un plan de difusión organizado se refleja en que cada experiencia sigue su propio camino sin un marco común. No existe una estructura coordinada para compartir estas iniciativas, lo que significa que cada una se desenvuelve de manera independiente. </p>
<p>Esta ausencia de un enfoque unificado dificulta la creación de una narrativa colectiva y limita la visibilidad de estas valiosas experiencias. Disponer de un marco común podría brindar cohesión y facilitar la difusión para maximizar el impacto positivo de cada experiencia.</p>
<hr>
<p><em>Este artículo ha sido realizado con la colaboración de Batirtze Egia Sastre,
Gemma Vidán Bujanda y Raquel Villarreal Rodríguez, educadoras sociales del <a href="https://www.vitoria-gasteiz.org/we001/was/we001Action.do?idioma=es&accion=home&accionWe001=ficha">Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/218667/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Es un proyecto universidad-sociedad por lo tanto recibe fondos del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y la Universidad del País Vasco</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Miren Nekane Beloki Arizti recibe fondos de la UPV/EHU y del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Ana Belén Fraile Bermúdez, Idoia Imaz Aramburu, Jose Miguel Correa Gorospe y Naiara Ozamiz Etxebarria no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>La soledad no deseada en personas mayores aumenta y la puesta en marcha de experiencias intergeneracionales emerge como clave para la inclusión. El Ayuntamiento de Vitoria y varias investigadoras han puesto en marcha experiencias y actividades con personas mayores, de mediana edad y jóvenes para estrechar lazos y derribar estereotipos.Amaia Eiguren Munitis, Docente del departamento de Didáctica y Organización Escolar. Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaAna Belén Fraile Bermúdez, Profesora de Enfermería. Investigadora del grupo AgeingOn., Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaIdoia Imaz Aramburu, Profesora de Enfermería, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaJose Miguel Correa Gorospe, Profesor del Departamento de Didáctica y Organización Escolar, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaMiren Nekane Beloki Arizti, Profesora en el Departamento de Sociología y Trabajo Social, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaNaiara Ozamiz Etxebarria, Profesora agregada en el Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Educación, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2172952023-12-14T18:26:46Z2023-12-14T18:26:46ZAsí afecta la soledad al cerebro de las personas mayores<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/565151/original/file-20231212-24-r6ejjm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=44%2C31%2C4149%2C2760&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/portrait-lonely-sad-old-lady-black-1525240625">De Visu/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La soledad afecta a aproximadamente <a href="https://www.sciencealert.com/global-review-finds-loneliness-is-a-common-and-harrowing-issue-we-are-overlooking">una de cada doce personas</a> en el mundo, sin distinción de fronteras ni diferencias culturales. <a href="https://joint-research-centre.ec.europa.eu/scientific-activities-z/loneliness/loneliness-prevalence-eu_en">Según la última encuesta realizada en Europa</a>, hasta el 13 % de los entrevistados dijeron sentirse solos la mayor parte del tiempo durante las cuatro semanas anteriores al momento en que les plantearon la pregunta. </p>
<p>Si nos fijamos en el contexto específico de España, por ejemplo, <a href="https://www.ine.es/prensa/ech_2020.pdf">las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE)</a> revelan que más de dos millones de personas mayores de 65 años viven actualmente sin compañía. Estos datos, además, subrayan una brecha de género significativa: 44,1 % de las mujeres mayores de 85 años están solas, frente al 24,2 % de los hombres.</p>
<p>Esta circunstancia no solo impacta en el bienestar emocional, sino que también se erige como un <a href="https://www.who.int/es/news/item/15-11-2023-who-launches-commission-to-foster-social-connection">problema de salud pública</a> que incrementa el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y mentales.</p>
<p>En este ámbito, tenemos que hablar de dos fenómenos distintos. Por un lado está la soledad transitoria, una experiencia común cuyo impacto en el bienestar y la salud es limitado, dada su naturaleza efímera. Sin embargo, cuando la situación se extiende en el tiempo, la soledad puede volverse crónica y transformarse en una amenaza significativa para la salud.</p>
<p>El segundo supuesto es el que puede deteriorar el funcionamiento mental de las personas mayores. La complejidad inherente a este problema se encuentra en la íntima conexión entre la persistente sensación de aislamiento y las transformaciones que se suscitan en la función mental.</p>
<h2>Una retahíla de efectos negativos</h2>
<p>Para entender mejor esta relación, es necesario sumergirse en los últimos descubrimientos de la neurociencia y la psicología. <a href="https://rcnp.cl/articles/volumen-17-numero-1-abril-2023/consideraciones-neuropsicologicas-de-la-percepcion-de-la-soledad-y-cognicion-social-en-adultos-mayor">Estudios recientes</a> han revelado un aumento en la activación del sistema nervioso simpático y una disminución en la regulación del sistema nervioso parasimpático –el responsable del descanso y la recuperación– entre las personas mayores solas. Estos cambios pueden obstaculizar la adaptabilidad cerebral y la generación de nuevas células cerebrales. </p>
<p>Otros trabajos también han detectado cambios tangibles en la estructura física del cerebro que predisponen a sufrir enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, la demencia y el <a href="https://go.gale.com/ps/i.do?p=IFME&sw=w&issn=&v=2.1&it=r&id=GALE%7CA767714375&sid=googleScholar&linkaccess=abs&userGroupName=anon%7E1e39728&aty=open-web-entry">párkinson</a>. <a href="https://revistas.um.es/eglobal/article/view/514761">Investigaciones previas</a> sugieren, por su parte, un mayor riesgo de deterioro cognitivo leve y el desarrollo de demencia en etapas avanzadas de la vida.</p>
<p>Y por si esto no fuera suficiente, la falta de interacción social podría degradar diversas capacidades cognitivas, <a href="https://revistas.um.es/eglobal/article/view/514761">como la memoria episódica, la memoria de trabajo, la atención sostenida y la flexibilidad cognitiva</a>, además de aumentar el riesgo de depresión, ansiedad y estrés crónico. Este conjunto de desafíos agrava los efectos cognitivos y funcionales asociados habitualmente con el proceso de envejecimiento.</p>
<h2>Tintes de epidemia en los países desarrollados</h2>
<p>Aunque son muchas las causas que pueden abocar a la soledad, se han identificado una serie de factores de riesgo, <a href="https://revistas.ucp.edu.co/index.php/grafias/article/view/1311/1320">como padecer depresión y/o enfermedades crónicas</a> y tener una edad avanzada. A más años cumplidos, más posibilidades de aislamiento social. </p>
<p>Por lo tanto, todo indica que el impacto de la soledad irá cada vez a más, sobre todo en los países desarrollados, por tener una población más envejecida. Esto ha provocado que cada vez sea más frecuente catalogarla como una epidemia que requiere abordarla mediante políticas de salud pública.</p>
<p>La creciente preocupación por este panorama ha impulsado el desarrollo de programas comunitarios destinados a fomentar la interacción social y proporcionar apoyo emocional. <a href="https://www.researchgate.net/profile/Francisco-Sotos/publication/360671123_Efecto_de_un_programa_de_intervencion_multidisciplinar_sobre_la_soledad_y_el_aislamiento_en_personas_mayores_institucionalizadas_confinadas_durante_la_pandemia_por_Covid-19_en_Espana_ARTICULO_ORIGINAL/links/6284a9e87cdcb914aaebb774/Efecto-de-un-programa-de-intervencion-multidisciplinar-sobre-la-soledad-y-el-aislamiento-en-personas-mayores-institucionalizadas-confinadas-durante-la-pandemia-por-Covid-19-en-Espana-ARTICULO-ORIGINAL.pdf">Intervenciones concretas</a> han demostrado su eficacia, sustentando no solo la necesidad de mitigar los efectos de la soledad, sino también de fortalecer el tejido social de las comunidades. Así se promueve un envejecimiento activo y saludable. </p>
<h2>Calidad de vida en los años dorados</h2>
<p>En resumen, la soledad en las personas mayores representa un desafío multifacético que exige respuestas a nivel individual, comunitario y político. Comprender los mecanismos neurobiológicos subyacentes y los efectos interrelacionados de la soledad en la salud cerebral y emocional es esencial para guiar el desarrollo de estrategias que mitiguen los impactos negativos.</p>
<p>Al priorizar la soledad como un tema de importancia en la salud pública, podemos mejorar la calidad de vida de las personas mayores en todo el mundo. Este compromiso global es esencial para fomentar la conexión y el enriquecimiento personal a lo largo de los años dorados de la vida.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/217295/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>María Antonia Parra Rizo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El envejecimiento es un factor de riesgo para sufrir soledad. Y cuando esta se convierte en crónica, puede deteriorar la salud mental a múltiples niveles: desde predisponer a sufrir demencia a aumentar las papeletas de caer en una depresión.María Antonia Parra Rizo, Doctora en Psicología de la Salud, Universidad Miguel HernándezLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2043362023-06-07T17:54:48Z2023-06-07T17:54:48ZSoledad no deseada: principales causas y coste social<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/529796/original/file-20230602-19-dop5rs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=867%2C773%2C4649%2C2357&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/depression-sadness-alone-solitude-loneliness-concept-1950027547">Jorm Sangsorn / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>En las sociedades actuales es evidente el <a href="https://revistadefomentosocial.es/rfs/article/view/1434">deterioro en la cantidad y la calidad de las relaciones sociales</a>. Esta situación es debida a diferentes factores, entre los que destacan una reducción de la convivencia intergeneracional, la dificultad para relacionarse con los demás, una mayor movilidad social, un retraso en la edad de matrimonio, una mayor proporción de hogares unipersonales y un envejecimiento poblacional unido a un aumento de las situaciones de dependencia. <a href="https://academica-e.unavarra.es/bitstream/handle/2454/44000/Martinez_ImpactoPandemia_1662720020804_14250.pdf?sequence=1&isAllowed=y">La pandemia también ha contribuido</a> a aumentar la prevalencia de la soledad y de personas que viven aisladas socialmente. </p>
<p>La soledad no deseada se diferencia del concepto de aislamiento social. Mientras que estar socialmente aislado se corresponde con una situación objetiva, relacionada con la existencia de poco contacto social, la situación de soledad es la percepción subjetiva que tiene el individuo sobre esa situación. </p>
<h2>Estar solo o sentirse solo</h2>
<p>Sentirse solo es una emoción negativa que generalmente se define con la situación de tener menos relaciones sociales, o de peor calidad, que las que se desearía tener, de ahí el término de soledad no deseada. En este sentido, una persona podría tener mucho contacto social, pero sentirse sola.</p>
<p><a href="https://www.soledades.es/sites/default/files/contenidos/Estudio%20El%20coste%20de%20la%20soledad%20no%20deseada%20en%20Espa%C3%B1a.pdf">Con el objetivo de obtener las prevalencias de soledad</a> entre la población mayor de 15 años, elaboramos un cuestionario específico con preguntas sobre el padecimiento de soledad y sus causas, entre otras. Con esta finalidad, contactamos con 4 004 individuos representativos de la sociedad española por sexo, edad y tamaño de localización.</p>
<p>A partir de sus respuestas, estimamos una prevalencia general de soledad no deseada del 13,4 % (14,8 % en mujeres y 12,1 % en hombres). Por tramos de edad, la mayor prevalencia se obtiene entre la población de 16 y 24 años (21,9 %) y las personas que tienen entre 25 y 34 años (16,5 %). Seguiría la población de entre 55 y 64 años y la población mayor de 74 años con una prevalencia del 12,4 % y 12,2 %, respectivamente. Estos resultados confirman que la prevalencia de la soledad no sigue una relación lineal con la edad, obteniendo una relación de <em>U</em>: más elevada en adultos jóvenes, se reduce en adultos de mediana edad y vuelve aumentar en la población más envejecida.</p>
<p>Según los resultados del estudio, por término medio las personas en soledad llevan aproximadamente seis años en esta situación. En lo que respecta a las principales causas de la soledad no deseada, el 79 % están relacionadas con causas externas, principalmente la “falta de convivencia o apoyo familiar o social” (57,3 %), sobre todo por estos motivos: </p>
<ul>
<li><p>La residencia lejana de sus familiares (11,9 %). </p></li>
<li><p>El dejar de convivir con las personas con las que convivía habitualmente (10,5 %).</p></li>
<li><p>La incomprensión de la gente que le rodea (8,2 %). </p></li>
</ul>
<p>Las causas laborales representan un 11,1 % de las causas totales, y el exceso de trabajo es la principal causa laboral de su soledad (6,2 %). Los dos últimos grupos de causas externas hacen referencia a motivos de aislamiento debido al entorno (8,6 %) y a ejercer de cuidador/a de otras personas (2,1 %). Respecto a las causas internas o intrínsecas a la persona, la dificultad para relacionarse con los demás representa el 12,7 % del total de las causas declaradas, y la soledad derivada de un mal estado de salud representa el 6,4 %.</p>
<h2>Estado de salud y limitaciones</h2>
<p>En comparación con la población que no se encuentra sola, las personas solas presentan unas mayores prevalencias en determinadas enfermedades. La percepción de su estado de salud también es peor:</p>
<ul>
<li><p>Depresión (39,3 % frente a 6,9 %).</p></li>
<li><p>Ansiedad crónica (37,8 % frente a 7 %).</p></li>
<li><p>Enfermedades del corazón (6 % frente a 0,8 % en infarto de miocardio).</p></li>
</ul>
<p>Así, mientras un 70 % de la población que no declara encontrarse en dicha situación percibe su salud como buena o muy buena, este porcentaje se reduce al 51,1 % entre las personas que sufren soledad no deseada. </p>
<p>Al mismo tiempo, las personas solas frecuentan más los servicios de salud, principalmente consultas al médico especialista y los servicios de urgencia. También se aprecia un mayor consumo de medicamentos prescritos para enfermedades relacionadas con su situación de soledad, destacando el consumos de tranquilizantes relajantes y de antidepresivos estimulantes (33,1 % frente a 12,9 % y 23,5 % frente a 5,3 %, respectivamente).</p>
<p>Los costes directos sanitarios ascendieron a un total de 6 101 millones de euros. El 92 % de estos costes se corresponde con la frecuentación de servicios sanitarios. En la partida de costes indirectos se han estimado un total de 848 muertes prematuras asociadas a la soledad no deseada, lo que genera una pérdida de 6 707 años potenciales de vida productiva a tiempo completo. Esta pérdida de años de vida productiva equivale a un total de 191 millones de euros anuales para la sociedad española.</p>
<p>De acuerdo con los resultados, casi un 21 % de las personas en situación de soledad tiene algún tipo de discapacidad, principalmente de movilidad y visión. Además, el 6,5 % de las personas con soledad declara estar gravemente limitada, frente al 3,85 % de las personas que no se sienten solas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/204336/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Berta Rivera Castiñeira recibe fondos de Fundacion ONCE. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Bruno Casal Rodríguez recibe fondos de Fundación ONCE. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Eva Rodríguez Míguez ha recibido fondos de la Fundación ONCE para la realización de este estudio. </span></em></p>Es más frecuente en mujeres que en hombres y ocurre más en adultos jóvenes. Conlleva un enorme coste social al estar asociada a mayor coste sanitario y pérdida de productividad y de calidad de vida.Berta Rivera Castiñeira, Catedrática de Economía Aplicada, Universidade da CoruñaBruno Casal Rodríguez, Profesor de Economía Aplicada, Universidade da CoruñaEva Rodríguez Míguez, Catedrática de Economía, Universidade de VigoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1940742023-02-07T17:49:21Z2023-02-07T17:49:21Z¿Cómo moldea el estrés nuestro cerebro? La infancia es el periodo crítico<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/508600/original/file-20230207-13-a5qg5r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=40%2C10%2C6669%2C4456&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/crying-child-stress-pain-sadness-despair-1067086859">Shutterstock / NadyaEugene</a></span></figcaption></figure><p>Quién no ha experimentado alguna vez <a href="https://theconversation.com/es/topics/estres-56855">estrés</a> en su vida, ya sea asociado al trabajo, a los estudios o a problemas económicos o familiares. La respuesta de nuestro organismo al estrés es buena: adaptativa y totalmente necesaria para nuestra supervivencia como especie. Nos mantiene en estado de alerta para poder enfrentarnos a los desafíos cotidianos. </p>
<p>Pero ¿qué ocurre cuando ese estado de alerta se mantiene de forma prolongada en el tiempo? Es lo que denominamos estrés crónico y puede tener un efecto muy negativo en nuestra salud mental.</p>
<p>En este contexto, cabe preguntarse: ¿somos igual de vulnerables al estrés crónico en todas las etapas de nuestra vida? ¿Tiene las mismas consecuencias un trauma sufrido en la infancia que uno sufrido en la edad adulta o en la senescencia? La respuesta es no, y la clave está en <a href="https://theconversation.com/neuroplasticidad-el-extraordinario-poder-de-nuestro-cerebro-para-transformarse-y-repararse-197731">la plasticidad de nuestro cerebro</a>.</p>
<h2>Los dos primeros años de vida, claves</h2>
<p>Durante la primera infancia se configuran las redes neuronales que intervienen en el desarrollo de nuestras emociones. En este periodo, la plasticidad es muy elevada. En concreto, los dos primeros años de vida son fundamentales para que se produzca un desarrollo cerebral adecuado y la adquisición de habilidades socio-afectivas. </p>
<p>En esta fase, que llamamos “periodo crítico de plasticidad”, el ambiente es muy efectivo en producir cambios a largo plazo en nuestro cerebro y, consecuentemente, en nuestro comportamiento. El cierre de este periodo es crucial para la maduración y estabilización de los circuitos neurales; una vez acabado, la plasticidad queda muy limitada. Podríamos utilizar como símil un chicle: al empezar a masticarlo es muy moldeable, pero con el tiempo se vuelve más duro y difícil de modelar (plasticidad limitada, pero no inexistente).</p>
<p>Un ambiente enriquecedor en la infancia produce cambios plásticos en el cerebro que promueven la resiliencia; es decir, la capacidad para superar circunstancias traumáticas. Por el contrario, un trauma infantil, como sufrir maltrato, supone un factor de riesgo para el desarrollo de multitud de <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s00406-022-01495-5">trastornos neuropsiquiátricos y comportamientos patológicos</a>, como la esquizofrenia, trastornos ansioso-depresivos, violencia o adicción. De hecho, un 45 % de los trastornos que aparecen durante la infancia y un 30 % de los surgidos en edad adulta están directamente relacionados con el <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0896627316000209?via%3Dihub">maltrato infantil</a>. </p>
<p><a href="https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/child-maltreatment">Según la Organización Mundial de la Salud</a>, la negligencia –definida como la falta de satisfacción de las necesidades físicas, médicas, educativas o emocionales de un niño o niña– es el tipo más común de maltrato. <a href="https://jamanetwork.com/journals/jamapediatrics/fullarticle/1107651">Estudios recientes</a> han demostrado que según el tipo de negligencia sufrida y en función del género, los efectos en el cerebro y la conducta son distintos. De ahí la importancia de la inclusión de género en la investigación.</p>
<h2>Un delicado equilibrio de conexiones</h2>
<p>Las sinapsis (mecanismo que emplean las neuronas para comunicarse) varían con la edad. Estas sinapsis son muy rápidas y eficaces; si hay un fallo, la conexión no se establece bien y aparecen alteraciones neuronales. </p>
<p>En términos generales, podemos clasificar las sinapsis como excitadoras o inhibidoras. Las excitadoras se generan sobre todo en etapa perinatal y primera infancia, reduciéndose durante la adolescencia (la llamada poda sináptica), mientras que las inhibidoras tienen un curso temporal inverso. Por eso, un niño o niña de dos años no es consciente del riesgo que supone cruzar la carretera sin mirar si vienen coches.</p>
<p>Aquí entra en juego la corteza prefrontal, una región situada en la parte más anterior del cerebro y muy importante en la toma de decisiones. Con dos años de vida, esta zona todavía no ha madurado y, por tanto, no hay un balance equilibrado entre ambos tipos de sinapsis. </p>
<p>¿Podría el estrés afectar a este desequilibrio y desencadenar la aparición de alteraciones socio-afectivas? Muchos estudios demuestran que los <a href="https://www.eneuro.org/content/4/2/ENEURO.0034-17.2017">desajustes en el balance excitación/inhibición</a> son, efectivamente, relevantes para explicar la aparición de numerosas enfermedades psiquiátricas. </p>
<p>Ahora bien, conocer las consecuencias celulares y moleculares del estrés en el cerebro humano es complicado. Por ello, la utilización de <a href="https://www.mdpi.com/1422-0067/21/16/5819">modelos animales</a> es vital en este campo de estudio. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/508602/original/file-20230207-26-9ckb4k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Una persona mayor con chaqueta azul y con las manos en la cabeza vista de espaldas." src="https://images.theconversation.com/files/508602/original/file-20230207-26-9ckb4k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/508602/original/file-20230207-26-9ckb4k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/508602/original/file-20230207-26-9ckb4k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/508602/original/file-20230207-26-9ckb4k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/508602/original/file-20230207-26-9ckb4k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/508602/original/file-20230207-26-9ckb4k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/508602/original/file-20230207-26-9ckb4k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/adult-woman-has-headache-she-sitting-1138610708">Shutterstock / AimPix</a></span>
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</figure>
<h2>La soledad, la mayor causa de estrés a edades más avanzadas</h2>
<p>Si buscamos artículos científicos sobre los efectos del estrés en personas mayores de 60 años o en modelos animales de envejecimiento, veremos que hay poco publicado. </p>
<p>Aun así, se sabe que el aislamiento social afecta a <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/ageing-and-society/article/age-and-loneliness-in-25-european-nations/CB2D91D8793AA3522286EAD7203FA492">uno de cada tres adultos mayores</a> en Europa. Es el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7437541/">estresor más frecuente</a> en esta etapa de la vida y el más relacionado con trastornos depresivos, especialmente en mujeres. </p>
<p>Las relaciones sociales son necesarias para sobrevivir, pero conforme envejecemos pasamos más tiempo a solas. Sin ir más lejos, tras la pandemia de covid-19, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9271012/">el número de casos de depresión aumentó en la población de avanzada edad</a>. Y como sabemos, muchas de estas personas estuvieron solas en casa durante la pandemia. </p>
<p>Volviendo al símil del chicle, nuestro cerebro se va haciendo menos moldeable con el tiempo, aunque la plasticidad cerebral nunca deja de existir. Por eso, durante nuestra infancia y adolescencia somos más vulnerables al estrés, lo cual no quiere decir que no pueda afectar (y mucho) a nuestro cerebro durante edad adulta y avanzada. La aparición de enfermedades psiquiátricas o alteraciones socio-afectivas dependerá del momento de nuestra vida en el que suframos estrés y del tipo de estresor que lo desencadene.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/194074/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Esther Castillo-Gómez recibe fondos de la Comisión Europea (MSCA-SE. 101086247), Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades "RTI2018-095698-B-I00", Generalitat Valenciana (AICO/2021/246) y Universitat Jaume I (UJI-A2020-20).</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Aroa Mañas Ojeda no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Durante los primeros años de vida, el cerebro es más sensible a los estímulos exteriores y puede verse afectado por un trauma para toda la vida.Aroa Mañas Ojeda, Estudiante del Programa de Doctorado Ciencias Biomédicas y Salud en el Grupo de Investigación NEST, Universitat Jaume IEsther Castillo-Gómez, Profesora Titular de Anatomía y Embriología Humana. Doctora en Neurociencias. Investigadora principal grupo NEST. Investigadora G23 CIBERSAM. Departamento de Medicina., Universitat Jaume ILicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1864312022-08-25T17:21:12Z2022-08-25T17:21:12ZInternet, un refugio para las personas con fobia social<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/480584/original/file-20220823-12-lawk92.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C8%2C5472%2C3628&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/woman-lady-using-mobile-smart-phone-1262002582">Matkub2499 / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Hay personas que se sienten más cómodas trabajando o estudiando en casa sin necesidad de salir de su zona de confort. Es posible que, gracias a las restricciones debidas a la pandemia por la covid-19, se hayan acostumbrado a establecer sus relaciones personales a través de las pantallas. </p>
<p>Algunas de estas personas pueden tener dificultades para relacionarse cara a cara. Las redes sociales les han facilitado establecer relaciones sociales sin hacer esfuerzos. Para ellas, la <a href="https://theconversation.com/es/topics/nueva-normalidad-86359">vuelta a la normalidad</a> supuso un momento de gran inquietud y malestar. Veamos a quién afecta y por qué ocurre esto.</p>
<h2>Ansiedad social elevada</h2>
<p>Las personas con <a href="https://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/trastorno-de-ansiedad-social-mas-alla-de-la-simple-timidez">ansiedad social</a> tienen miedo intenso a exponerse a una gran variedad de situaciones sociales. La razón es que temen ser juzgadas o valoradas de forma negativa. Si se exponen cara a cara a situaciones sociales, piensan que son el centro de atención, cuando en realidad quieren pasar desapercibidas. Tienen miedo a no saber comportarse, a que la gente se fije en ellas o en su apariencia física.</p>
<p>Para manejar sus miedos se comunican poco, con escaso contacto visual y evitan hablar de ellas mismas. Cuando se relacionan cara a cara, experimentan muchos síntomas fisiológicos como, por ejemplo, sudoración, sonrojo, temblores. Todo ello les produce gran malestar emocional e insatisfacción con su vida. Por ello, evitan asistir a reuniones sociales. La ausencia de contactos hace que tengan menos amigos y sea menos probable que tengan pareja o relaciones sexuales. </p>
<p>Las personas con <a href="https://www.msdmanuals.com/es/hogar/trastornos-de-la-salud-mental/ansiedad-y-trastornos-relacionados-con-el-estr%C3%A9s/fobia-social">fobia social</a> no renuncian a tener contactos sociales, a pesar de lo dificultoso que les resulta. Esta es la razón principal por la que, para ellas, internet se convierte en <a href="https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1989-38092012000300002">un medio de comunicación más amigable y seguro</a>.</p>
<h2>¿Comunicación presencial o por internet?</h2>
<p>¿Cómo afecta la comunicación presencial y la comunicación en internet a las personas con fobia social? Para responder a estas cuestiones se han realizado <a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-48082011000200010&script=sci_arttext">numerosos estudios</a>, la mayoría con <a href="http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1729-48272014000100005">adolescentes</a> y estudiantes universitarios. Hasta el momento, se han podido identificar algunos aspectos importantes. La comodidad en su uso y la edad son algunos de ellos.</p>
<p>La comunicación vía internet permite a las personas con fobia social tener y mantener relaciones anónimas de forma cómoda. Esto les genera mayor sensación de seguridad y les evita preocupaciones sobre su apariencia. Además, pueden ocultar su temor a presentar síntomas fisiológicos de ansiedad (por ejemplo, <a href="http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/115727/1/Fobia%20social.pdf">temblar</a> o sonrojarse). </p>
<p>La edad es otro aspecto importante a tener en cuenta para conocer el impacto de la comunicación digital. La utilización de esta forma de comunicarse varía entre las distintas generaciones, ya que tienen diferentes niveles de formación técnica y aceptación de la digitalización. </p>
<p>La generación de los <em><a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Baby_boomers">baby booomer</a></em> tiene mayores dificultades para adaptarse a las nuevas tecnologías y, por tanto, mantiene mayor interés en la comunicación presencial. El miedo les aísla socialmente y les produce sentimientos de soledad y malestar emocional. Sin embargo, cuando se relacionan vía internet, lo hacen de forma más segura y espontánea. </p>
<h2>Jóvenes y relaciones sociales cara a cara</h2>
<p>Los <em>millennials</em> o <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Generaci%C3%B3n_Y">generación Y</a>, conocidos como los nativos digitales, y la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Generaci%C3%B3n_Z">generación Z</a>, la generación de las redes sociales y la comunicación digital han crecido realizando muchas actividades de relación con los otros a través de internet. </p>
<p>En estos grupos, la ausencia de contactos sociales de forma presencial puede ser una conducta habitual. Por eso es mucho más difícil identificar si es producto de la ansiedad social o incluso de otras patologías. Muchos de ellos aceptan que sus relaciones solo se dan a través de las redes sociales. Esto favorece que pierdan oportunidades de implicarse en muchas actividades que se dan solamente cara a cara.</p>
<p>Además de la comodidad y la edad, el tiempo de exposición a las redes también debe tenerse en cuenta. Las personas con fobia social emplean aproximadamente <a href="https://dspace.tdea.edu.co/bitstream/handle/tdea/811/InformeFinal_AnsiedadRedesSociales.pdf?sequence=1&isAllowed=y">el mismo tiempo en las redes</a> que aquellas que no tienen fobia social. Sienten que pueden regular mejor la frecuencia y duración de sus contactos sociales cuando se comunican vía internet. Se relacionan cuando quieren, con quién quieren y durante el tiempo que quieren. Esto les permite ir construyendo sus relaciones sociales de forma gradual y en condiciones más controladas. </p>
<p>Resumiendo, cuando se estudia <a href="https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-33252013000600010">por qué los jóvenes emplean internet en sus contactos sociales</a> se obtienen algunas conclusiones interesantes. Indican que se sienten más cómodos, menos inhibidos, se pueden expresar con mayor libertad y están menos preocupados por lo que piensen otros sobre ellos.</p>
<h2>Utilidad de la comunicación digital</h2>
<p>Para el <a href="https://www.nice.org.uk/guidance/cg159/chapter/recommendations#interventions-for-adults-with-social-anxiety-disorder-2">Instituto Nacional para la Calidad de la Sanidad y de la Asistencia de Reino Unido</a> (NICE, por sus siglas en inglés), la forma más apropiada para ayudar a las personas con fobia social es el <a href="https://es.scribd.com/document/536677777/Manual-de-Terapia-de-Conducta-Tomo-I-Vallejo-M-a-Coord">tratamiento cognitivo conductual</a>. Con la ayuda de un profesional de la psicología, se propone a los pacientes que se expongan de forma gradual a las situaciones que temen.</p>
<p>Internet puede ser de ayuda a quienes presentan ansiedad social, pero como en las relaciones cara a cara, la única forma de conocer e incrementar su círculo social es interactuar y compartir experiencias.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/186431/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Carmina Saldaña García no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Quienes sufren ansiedad social temen exponerse a situaciones que hacen que la gente se fije en ellos, en su comportamiento y en su apariencia física. Por eso prefieren las relaciones virtuales.Carmina Saldaña García, Profesora Emérita en Psicología Clínica e Intervención Psicológica, Universitat de BarcelonaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1848912022-06-19T18:32:24Z2022-06-19T18:32:24ZEn el siglo XVIII no estaba bien visto estar sola<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/469050/original/file-20220615-25-8pzyzi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=29%2C373%2C1434%2C1036&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">'Mujer sentada', de José Camarón y Bonanat.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/mujer-sentada/1e1654e6-6de1-4cb4-91a7-fadd2d516ff1?searchid=6d4299bf-01e6-bf0e-3c78-3e3ffda315f4">Museo del Prado</a></span></figcaption></figure><p>A través de diferentes épocas y culturas, la soledad ha adoptado multitud de caras. Desde un sentimiento doloroso de vacío, ausencia y pérdida, hasta una sensación de fuerza y poder personal; desde un estado estéril de abatimiento y tristeza, a una euforia habitada, llena de presencias. </p>
<p>La soledad se experimenta a veces como un fracaso y otras como un logro. Puede ser vivida como una falta de afecto y sociabilidad, pero también como el máximo exponente de autoafirmación, rebeldía y, a la postre, <a href="https://press.uchicago.edu/ucp/books/book/distributed/P/bo26297655.html">libertad</a>. </p>
<p>La soledad entendida como el arte de ser uno mismo, como conexión con el centro magnético de la personalidad, representa en el fondo algo desconocido: el mayor de los misterios. El enigma de la soledad, su carácter secreto por excelencia, la convierte en un objeto de estudio particularmente evasivo. </p>
<p>Al igual que la muerte –o el sueño–, su esencia radica precisamente en lo que no vemos desde fuera por situarse al otro lado de la barrera. El auténtico solitario no comunica su estado y, por tanto, no deja testimonios. La envoltura de la soledad <a href="https://books.google.es/books/about/The_call_of_the_desert.html?id=ohQRAQAAIAAJ&redir_esc=y">protege el acceso a lo que se esconde en su interior</a>. </p>
<h2>La soledad femenina</h2>
<p>Pero si ya es difícil hablar de la soledad en general, más complejo todavía, remontándonos al siglo XVIII, resulta desentrañar la vivencia particular de la soledad femenina. Muy pocas mujeres fueron capaces de reflejar su experiencia por escrito, dado el alto nivel de analfabetismo, que afectaba sobre todo a las niñas. Las visiones que conservamos proceden, por tanto, en su inmensa mayoría, de testimonios masculinos. </p>
<p>Según un tópico tradicional que llegó hasta el Siglo de las Luces, para el hombre estar solo sería algo normal e incluso una importante fuente de virtud y felicidad. Por el contrario, la soledad femenina era considerada un fracaso y solía asociarse a la tristeza –en el caso de las solteras y las viudas–, cuando no al riesgo de desarrollar la tendencia al mal característica de las mujeres –en el caso de las acusadas de brujería–. </p>
<p>Sin caer en el extremo de condenar a las mujeres solitarias como aliadas del diablo, el filósofo y médico suizo Johann Georg Zimmermann (1728-1795) afirmaba sin ambages <a href="https://es.scribd.com/document/421540237/La-Soledad">a propósito de la soledad femenina</a>: </p>
<blockquote>
<p>“La imaginación de la mujer está más propensa a conmoverse y exaltarse que la del hombre. Se ve, por tanto, más expuesta a caer en toda clase de extravagancias cuando pasa una vida retirada y constantemente sola consigo misma”. </p>
</blockquote>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/469051/original/file-20220615-21-lwtn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/469051/original/file-20220615-21-lwtn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/469051/original/file-20220615-21-lwtn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=900&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/469051/original/file-20220615-21-lwtn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=900&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/469051/original/file-20220615-21-lwtn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=900&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/469051/original/file-20220615-21-lwtn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1131&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/469051/original/file-20220615-21-lwtn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1131&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/469051/original/file-20220615-21-lwtn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1131&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption"><em>El Paraíso Perdido</em>, una escultura de Jean Gautherin conservada en la Ny Carlsberg Glyptotek de Copenhague.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Le-Paradis-perdu.jpg">Thierry Caro / Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
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</figure>
<p>La irracionalidad intrínseca atribuida a la mujer no sólo la convertiría en un peligro para sí misma, sino también para el varón. </p>
<p>No obstante, en su <em>Paraíso Perdido</em>, John Milton presentaba a un Adán sensible y plenamente consciente de la necesidad de afecto por encima de cualquier otro bien. “En soledad, ¿qué dicha puede haber?”, exclama dirigiéndose a su creador, como lo haría más tarde el monstruo creado por Mary Shelley en <em>Frankenstein</em>. </p>
<p>El Adán imaginado por Milton toma el fruto prohibido voluntariamente, a sabiendas del riesgo que corre. “A morir contigo estoy resuelto, ¿cómo voy a poder vivir sin ti?”, le dice a Eva una vez cometida la infracción. </p>
<h2>Las apariciones</h2>
<p>Frente al idealismo miltoniano, la tradición cristiana patriarcal presentaba a la mujer como un obstáculo –prueba de paciencia o tentación dañina– para la paz espiritual del varón. </p>
<p>Sin embargo, poco a poco, a medio camino entre el desprecio de la feminidad y un incipiente igualitarismo, el siglo XVIII vuelve la mirada a la Antigüedad clásica, y la “confusa soledad” masculina comienza a encarnarse en ciertas divinidades o ninfas inspiradoras. </p>
<p>La soledad masculina, entendida como una manifestación de ninfolepsia o posesión espiritual por una aparición femenina (del griego <em>νύμφα</em>, “ninfa”, y <em>ἐπιληψία</em>, “epilepsia”), como un sentimiento de vacío y, al mismo tiempo, de pasión por algo inalcanzable, fue un concepto inventado a finales del siglo XVIII. Dicha emergencia fantasmal de lo femenino iba a coincidir, no por casualidad, con el momento histórico en que <a href="https://books.google.es/books/about/The_Spirit_of_Solitude.html?id=DQpcwAEACAAJ&redir_esc=y">una minoría de mujeres empezaron a reivindicar una nueva identidad independiente del varón</a> a través del encuentro con su propia sensibilidad. </p>
<h2>Llega Wollstonecraft</h2>
<p>En 1792, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Mary_Wollstonecraft">Mary Wollstonecraft</a> <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Vindicaci%C3%B3n_de_los_derechos_de_la_mujer">llamaba la atención</a> sobre la necesidad de la soledad para las mujeres. Las mujeres están “rara vez solas por completo”, escribe, y por eso “se hallan más bajo la influencia de los sentimientos que de las pasiones. La soledad y la reflexión son necesarias para dar a los deseos la fuerza de las pasiones”.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/469052/original/file-20220615-15-tvud59.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/469052/original/file-20220615-15-tvud59.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/469052/original/file-20220615-15-tvud59.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=729&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/469052/original/file-20220615-15-tvud59.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=729&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/469052/original/file-20220615-15-tvud59.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=729&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/469052/original/file-20220615-15-tvud59.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=917&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/469052/original/file-20220615-15-tvud59.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=917&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/469052/original/file-20220615-15-tvud59.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=917&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Retrato de Mary Wollstonecraft por John Opie, 1790.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Mary_Wollstonecraft_Tate_portrait.jpg">Tate Britain / Wikimedia Commons</a></span>
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</figure>
<p>El estado pasivo de degradación e infantilización de la mayoría de las mujeres tendría que ver fundamentalmente con su búsqueda de aprecio o amor –llámese sumisión– en vez de respeto; con su general incapacidad para pretender ser algo más que el objeto del deseo masculino; con la falta de una educación enfocada a cultivar la propia sensibilidad –llámese identidad– a través de la autoestima. </p>
<p>Al igual que Wollstonecraft, otras damas ilustradas como <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Mary_Astell">Mary Astell</a>, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Mary_Montagu">Mary Montagu</a>, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Catharine_Macaulay">Catharine Macaulay</a>, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Mary_Hays">Mary Hays</a> u <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Olympe_de_Gouges">Olympe de Gouges</a> fueron especialmente conscientes del obstáculo que las convenciones sociales suponían para la autosuficiencia femenina. Pero una cosa es la soledad como fortaleza interior, independencia, poder personal de decisión o, en términos sartrianos, “ser-para-sí”, tal y como empezaron a experimentarla algunas mujeres educadas de las clases altas, y otra muy diferente el aislamiento involuntario, asociado al encierro doméstico, o el desamparo que padecieron muchas mujeres pertenecientes a las clases populares. </p>
<p>A finales de siglo empezó a abrirse un abismo entre las actitudes rompedoras de algunas figuras ilustradas y la mentalidad tradicional según la cual la mujer debía permanecer “con la pata quebrada y en casa”. </p>
<p>Entre quienes defendieron una mayor expansión para las mujeres destacan en España algunos varones célebres como Benito Jerónimo Feijoo, Gaspar Melchor de Jovellanos o Leandro Fernández de Moratín. La soledad femenina entendida como encierro doméstico <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=60619">fue denunciada por los tres</a>. Para Jovellanos, la culpa de la debilidad y dependencia de las mujeres radicaba en el aislamiento al que habían sido sometidas por los hombres. </p>
<h2>La soltería</h2>
<p>Uno de los aspectos más reveladores de la soledad femenina en esta época es la vivencia de la soltería. Su diferente consideración en hombres y mujeres resulta alarmante. Mientras que para ellos representa un estado no sólo digno, sino deseable, para ellas supone una vergüenza. Lo triste no era tanto la consideración social externa como la interiorización femenina de las humillaciones. </p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/469043/original/file-20220615-9155-9il9c1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=39%2C33%2C751%2C803&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/469043/original/file-20220615-9155-9il9c1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=39%2C33%2C751%2C803&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/469043/original/file-20220615-9155-9il9c1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=738&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/469043/original/file-20220615-9155-9il9c1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=738&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/469043/original/file-20220615-9155-9il9c1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=738&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/469043/original/file-20220615-9155-9il9c1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=928&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/469043/original/file-20220615-9155-9il9c1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=928&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/469043/original/file-20220615-9155-9il9c1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=928&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">‘Hidden Hodges II’, creación de Volker Hermes a partir del ‘Retrato de Emma Jane Hodges’ de Charles Howard Hodges, c. 1810.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.rijksmuseum.nl/en/rijksstudio/191934--volker-hermes/creations/fe563390-f426-4508-bf3e-ebbd99e87355">Rijksmuseum</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>El profundo sentimiento de fracaso de las solteras era generalizado y se acentuaba al ir cumpliendo años. A medida que avanzaba la veintena, las posibilidades de casarse disminuían drásticamente, pues una vez pasados los veinticinco las vírgenes empezaban a considerarse “viejas”. La mayoría de las mujeres <a href="https://books.google.es/books?id=LGXUxYlvoOIC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false">vivían la soltería como una auténtica enfermedad</a>. </p>
<p>El siglo XVIII vio cómo empezaba a abrirse una grieta entre la soledad elegida libremente por una minoría de mujeres ilustradas y el aislamiento impuesto a quienes no podían permitirse el privilegio de la educación. Entre las sombras del Siglo de las Luces se oculta una amplia variedad de experiencias de soledad femenina, muchas de ellas trágicas. </p>
<p>Desde el encierro doméstico de la mayoría de las casadas, el conventual de las monjas sin vocación religiosa, la soltería y viudez vigiladas, el rechazo de las ancianas, la reclusión carcelaria de ciertas mujeres de “mala vida”, la exclusión de las llamadas endemoniadas o la marginación de quienes todavía seguían señalándose como locas o brujas, es mucho todavía lo que queda por indagar y aprender acerca de nuestras antepasadas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/184891/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>María Tausiet recibe fondos del ERC (European Research Council) a través del proyecto CIRGEN: Circulating Gender in the Global Enlightenment: Ideas, Networks, Agencies. ERC-Advanced Grant 787015.</span></em></p>Si ya es difícil hablar de la soledad en general, más complejo resulta hablar de la soledad femenina, ya que pocas mujeres escribieron sobre ello. Las visiones que conservamos son mayoritariamente testimonios masculinos.María Tausiet, Investigadora Senior Historia Moderna. ERC Project CIRGEN, Universitat de ValènciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1807212022-04-19T17:01:31Z2022-04-19T17:01:31ZFomentar la lectura y crear vínculos entre generaciones: un proyecto escolar pionero<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/458424/original/file-20220418-129082-z0vibq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C432%2C4652%2C2350&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/grandmother-granddaughter-read-big-book-home-2094825343">Shutterstock / PicMy</a></span></figcaption></figure><p>Los cambios en las estructuras familiares, la inmigración y la crisis económica, entre otras cuestiones, dificultan el vínculo generacional. Por ello, está surgiendo la imperiosa necesidad de crear espacios compartidos en los que diferentes generaciones se relacionen entre sí. </p>
<p>Partiendo de esta premisa, el entorno escolar ofrece un contexto ideal para trabajar la visión intergeneracional. De hecho, las experiencias intergeneracionales que se producen en la escuela ayudan a crear una ideología educativa para toda la vida, fomentando el aprendizaje bidireccional, y alimentando la participación activa tanto de las personas mayores como del alumnado.</p>
<p>Nuestro proyecto intergeneracional e intercultural ubicado en Vitoria-Gasteiz ha establecido una colaboración entre colegios, asociaciones no gubernamentales y centros de mayores para fomentar una relación de apoyo mutuo entre niños, personas mayores y profesionales. </p>
<p>Se sustenta en el <a href="https://www.euskadi.eus/publicaciones-servicios-sociales/web01-a2gizar/es/">Modelo de Atención Centrado en la Persona y en la psicología humanista positiva </a>, de modo que, aunque tiene una estructura, busca estrategias personalizadas para las diferentes realidades. </p>
<p>La consigna fundamental es que, como mínimo, en el espacio y tiempo del proyecto cada persona (niños, niñas y mayores) aporte la mejor versión de sí misma. Y que lo haga desde la autenticidad, considerando a cada persona desde un enfoque apreciativo, poniendo en valor lo mejor de cada una. </p>
<p>Para ello se realizaron dos sesiones preparatorias con docentes, en las que se sentaron las bases del proyecto.</p>
<h2>Metas compartidas, vínculos y lectura</h2>
<p>La meta compartida es que, a través de una actividad agradable, los niños mejoren sus competencias lectoras y el gusto por la lectura, a la vez que establecen un vínculo positivo con las personas mayores que sea significativo para su vida. Han participado 18 personas mayores (de entre los 61 y 91 años) y 24 niños (de entre los 9 y 12 años) pertenecientes a 11 nacionalidades diferentes.</p>
<p>El proyecto se ha desarrollado a lo largo de varios años. Comenzó en el curso 2017–2018. El alumnado de 5º de Educación Primaria, mediante actividades de vivencia en primera persona y acercamiento a la realidad de las personas mayores, observaron la importancia de crear entornos accesibles y amigables para que todas las personas puedan desenvolverse de forma autónoma y cómoda. </p>
<p>Un ejemplo de estas actividades son las sesiones formativas sobre la importancia de los entornos accesibles y amigables. Por un lado, se reflexionó sobre la importancia de la <a href="https://photos.app.goo.gl/v7HK87Bd2B2WqQ2X7">accesibilidad</a>. Y por otro, a través de un <a href="https://www.resantevous.fr/wp-content/uploads/2021/01/Flyer-Scenesens.pdf">simulador</a>, se realizaron varias dinámicas que permitieron al alumnado vivir en primera persona las dificultades que padece en su día a día una persona con movilidad reducida, baja visión o sordera. </p>
<h2>Apoyo a la lectura con mayores</h2>
<p>Partiendo de esa experiencia de trabajo colaborativo entre escuela y comunidad, en el curso 2018–2019 pusimos en marcha el programa de apoyo a la lectoescritura. Se adoptó el formato <a href="https://lecturafacileuskadi.net/">Lectura Fácil</a> y, a pesar de la <a href="https://www.youtube.com/watch?v=6d-LHy2oI90&t=1s">pandemia</a>, <a href="https://www.noticiasdealava.eus/araba/2020/05/13/personas-mayores-alumnado-colegio-santa/1026982.html">no se detuvo</a>. </p>
<p>El proyecto se desarrolló en el propio centro educativo, y el alumnado era el encargado de preparar el espacio, tanto a las necesidades de las personas mayores que iban a acudir, como a las necesidades de la propia actividad. </p>
<p>Por ejemplo, para la lectura en pequeños grupos se utilizaban hasta cuatro salas a la vez. Esto permitía disponer de un espacio más íntimo y tranquilo. Al terminar esa tarea se preparaba un aula amplia con sillas en círculo para que se sentaran las personas mayores, mientras el alumnado lo hacía en el suelo. </p>
<p>También se tenía muy en cuenta el itinerario dentro del propio centro, ya que se facilitaba el uso del ascensor a las personas con mayores dificultades de movilidad. Asimismo se fomentaba el protagonismo del alumnado como guía de la actividad: preparaba dinámicas de <a href="https://photos.app.goo.gl/ZY9t5tdMX6Ndg7aq9">presentación y cierre </a> supervisadas por el equipo docente y el educador de la entidad <a href="https://kokuk.org/">Kokuk</a>. </p>
<p>Se acordó realizar una sesión semanal de una hora de duración. Además, tanto las personas mayores como el alumnado debían preparar estos encuentros con antelación mediante actividades de selección de lecturas paralelas junto a su grupo de iguales a lo largo de la semana. Todos los textos se seleccionaron con el objetivo de posibilitar una reflexión grupal final, poniendo sobre la mesa temas como la amistad, la soledad y el respeto. </p>
<h2>Relaciones positivas, confianza y cariño</h2>
<p>Durante todo el proceso se ha podido observar cómo han ido surgiendo relaciones positivas entre los niños y las personas mayores. Este vínculo se ha ido forjando desde la confianza y el cariño. Los niños que han participado en la experiencia verbalizan lo positivo que es para ellos tener contacto con personas mayores: </p>
<blockquote>
<p>“Yo he aprendido también mucho de esta experiencia, porque antes las abuelas, las señoras mayores, no aparecían en mi vida, y desde que estoy en esta actividad con las señoras mayores he empezado a relacionarme más.” (Alumna de 6ª Educación Primaria)</p>
</blockquote>
<p>Asimismo, han creado una relación con las personas mayores que les ha ayudado a descubrir maneras de vivir diferentes: </p>
<blockquote>
<p>“Yo he descubierto que en las generaciones es todo muy diferente, ya que los señores mayores han vivido antes y es muy diferente a lo que vivimos ahora. Antes no había ni internet, ni televisores, ni teléfonos móviles; ahora hay aparatos que nos facilitan la vida. Y las generaciones, aunque sean diferentes, para mí son muy iguales, aunque los señores mayores cuando eran pequeños eran iguales a nosotros, solo que con menos recursos.” (Alumno de 6ª de Educación Primaria)</p>
</blockquote>
<h2>Mayor optimismo</h2>
<p>Por otro lado, las personas mayores perciben que la participación en la experiencia ha influido en su estado de ánimo, ya que han participado con entusiasmo y satisfacción en la experiencia. De hecho, han expresado la pena que les suponía que la actividad se acabara con el curso escolar: </p>
<blockquote>
<p>“Estaría todos los viernes; estaría porque he sido felicísima; me da pena que se termine.” (Participante de 70 años) </p>
</blockquote>
<p>En la misma línea, la promoción de la interculturalidad y el sentirse parte activa de la sociedad son las ventajas más destacables de participar en las experiencias intergeneracionales, según sus propias palabras:</p>
<blockquote>
<p>“Aprender de otras culturas, convivir con niños, poder enseñarles lo que yo sé. Sobre todo dar cariño.” (Participante de 86 años) </p>
</blockquote>
<p>Todo ello ha supuesto una experiencia de generatividad, donde ambos colectivos se proyectan y son útiles para otras personas, además de beneficiarse del vínculo afectivo bidireccional.</p>
<h2>Un enlace entre la academia y la realidad</h2>
<p>Cabe destacar que durante todo este proceso de colaboración entre la academia y la vida real ha sido posible retroalimentar dicha colaboración con la creación de redes y planes de mejora, tanto en el desarrollo como en la evaluación de las actividades.</p>
<p>En definitiva, el proyecto intergeneracional se erige como una magnífica oportunidad de crear sinergias que permitan aprender, enseñar y crecer. Porque a través de la convivencia y la lectura, el alumnado y los mayores se abren a nuevos y gratificantes modos de aprender a conocer, hacer, ser y vivir juntos. Reflejo de ello es la reciente obtención del sello de calidad como proyecto intergeneracional pionero otorgado por la entidad europea <a href="http://www.toyproject.net/project/toy-quality-members/">TOY</a>.</p>
<hr>
<p><em>Este artículo y el proyecto mencionado se han realizado con la participación de Asier Manero Oliva, coordinador de BIZAN San Martín, y Javier Gómez de Arteche Gondra, Coordinador de Programas de KOKUK y Educador Cocurricular.</em> </p>
<p><em>En el proyecto han participado el Colegio de Educación Infantil y Primaria <a href="http://santamargasteiz.blogspot.com/p/proyecto-cocurricular-intergeneracional.html">Santa María de Vitoria HLHI</a>, <a href="https://www.sirimiri.eus/">Sirimiri Servicios Socioculturales</a>, <a href="https://kokuk.org/">la Asociación en intervención socio-educativa Kokuk</a>, los Centros BIZAN de Landázuri, El Pilar y Coronación del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz mediante el programa <a href="https://www.vitoria-gasteiz.org/wb021/was/contenidoAction.do?idioma=es&uid=u_27abbdd7_15f7614785d__7ee2">“Activa tu barrio”</a> y el grupo de investigación <a href="https://kideon.eus/es/">KideOn</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/180721/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Miembro del grupo de investigación KideOn </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Jose Miguel Correa Gorospe, Maitane Picaza Gorrotxategi y Naiara Berasategui Sancho no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>Mayores de entre 61 y 91 años y niños de primaria han aprendido juntos a disfrutar de la lectura y a crear puentes, muy necesarios, entre generaciones.Amaia Eiguren Munitis, Docente del departamento de Didáctica y Organización Escolar. Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaJose Miguel Correa Gorospe, Profesor del Departamento de Didáctica y Organización Escolar, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaMaitane Picaza Gorrotxategi, Doctora en educación, Departamento de Didáctica y Organización Escolar, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaNaiara Berasategui Sancho, Profesora en el Departamento de Didáctica y Organización escolar, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1798252022-04-12T15:37:00Z2022-04-12T15:37:00ZJóvenes y soledad en la era de las redes sociales<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/456873/original/file-20220407-24-d5m5cm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5583%2C3722&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/teenager-girls-boxes-on-their-head-295358006">Stokkete / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><blockquote>
<p>“La soledad no es tanto el no tener amigos como el sentir que estás en una plaza llena de gente y estás gritando: ‘¡Hola, necesito ayuda!’ y nadie te está escuchando. No es que no te presten atención, es que ni siquiera te oyen”.</p>
</blockquote>
<p>Para esta joven de 20 años, entrevistada durante la pandemia, la soledad corresponde a la paradoja de habitar un espacio hacinado de gran visibilidad. En él su voz se difumina entre una algarabía. Esa plaza recuerda al muro de Facebook o de Instagram. Pero ¿son las redes sociales las causantes de esta experiencia paradójica? </p>
<p>Frente a la pregunta sobre si las redes incrementan o reducen el <a href="https://theconversation.com/no-es-lo-mismo-estar-solo-que-sentirse-solo-176049">sentimiento de soledad</a>, debemos analizar las experiencias derivadas del uso creciente de tecnologías digitales para relacionarnos.</p>
<p>Durante el confinamiento del pasado 2020, <a href="https://theconversation.com/estamos-psicologicamente-peor-despues-de-la-pandemia-164171">muchas personas experimentamos con frustración y angustia</a> que nuestra vida social se restringía a mensajes y videollamadas. Una etapa en la que el sentimiento de soledad se extendió en la población y <a href="https://theconversation.com/como-ha-afectado-la-pandemia-a-la-salud-mental-de-ninos-y-adolescentes-148054">se agudizó entre las personas jóvenes</a>, las más familiarizadas con la comunicación en línea.</p>
<p>La frase <a href="https://theconversation.com/estamos-mas-solos-a-pesar-de-estar-mas-conectados-114400">“cada vez más conectados, pero también más solos”</a> se ha convertido en un lugar común, atribuyendo a móviles y redes sociales el aumento de la experiencia de soledad entre jóvenes. Sobrevuela la sospecha de que estos medios ofrecen un sucedáneo del tipo de contacto más auténtico que es el presencial. </p>
<p>La “frialdad” de las pantallas, la “superficialidad” de las fotografías o la “distancia” en la comunicación difícilmente pueden competir con la calidad y calidez de un abrazo. Las redes sociales, al promover la sobreestimulación consumista, contribuyen a generar vínculos más efímeros e inciertos.</p>
<h2>La importancia de las redes para comunicarnos</h2>
<p>Ahora bien, el testimonio de muchos jóvenes indica que las redes sociales son herramientas útiles para interactuar en la distancia, construir relaciones de intimidad y afrontar momentos difíciles. Facilitar la sensación de control en la comunicación elaborando mensajes, moldeando la imagen personal o modulando la disponibilidad puede rebajar la ansiedad y favorecer el contacto.</p>
<p>Durante la pandemia, muchas personas han expresado saturación de los medios digitales. Sin embargo, estos han sido imprescindibles para mantener el ánimo y las relaciones personales. La ambivalencia y diversidad de estas herramientas son fundamentales a la hora de entender cómo afectan a nuestra vida social, especialmente porque esta está evolucionando muy rápidamente. </p>
<p>Pues bien, los prejuicios sobre las redes dificultan diagnosticar cómo están transformando la vida social. También dificultan imaginar estrategias realistas para remediar las tensiones y malestares de la sociabilidad juvenil. En la investigación<a href="https://www.adolescenciayjuventud.org/publicacion/las-redes-sociales-en-la-experiencia-de-soledad-de-las-personas-jovenes/"> <em>¿Cómo conectamos? Mediación de las redes sociales en la experiencia de soledad de las personas jóvenes</em></a>, publicado por el <a href="https://www.adolescenciayjuventud.org/">Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD</a>, se señalan tres dimensiones en las que se está transformando la forma en que viven la soledad las personas jóvenes. </p>
<p>En el informe se presentan los resultados de una investigación que tuvo lugar durante 18 meses, entre enero de 2020 y junio de 2021. Su objetivo general consistió en analizar la mediación de las redes sociales en la experiencia del confinamiento de personas jóvenes y su relación con la vivencia de soledad no deseada para extraer aprendizajes en torno al papel que las redes sociales pueden desempeñar para prevenir ese sentimiento de soledad no deseada.</p>
<h2>Los medios digitales y la disponibilidad constante</h2>
<p>En una primera dimensión cabe mencionar que, aunque los medios digitales no pueden asegurar el contacto presencial, en contrapartida prometen una disponibilidad y una simultaneidad constantes en la interacción social. </p>
<p>La soledad se expresa como una preocupación por estar fuera de los canales comunicativos, como un <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADndrome_FOMO">miedo por no ser partícipes de ciertos eventos o por ser olvidados por otros</a>. Un tipo de soledad que es sensación de desconexión, de no seguir debidamente el flujo o dejar de estar al corriente (o sin cobertura).</p>
<p>En un segundo nivel, la soledad se concibe como la frustración sobre nuestros vínculos significativos. Aunque es la forma más habitual en la que se ha entendido y estudiado <a href="https://books.google.es/books/about/Loneliness.html?id=6pmkw0QYjREC&redir_esc=y">este fenómeno</a>, las redes sociales suponen nuevas formas de mantener esos vínculos. Y esto implica tensiones y frustraciones. </p>
<p>Los muros públicos de Facebook o Instagram ofrecen la capacidad para comunicarse con multitudes en un clic. Ello ha generado un marco cotidiano de reconocimiento en las relaciones personales. Tener pocos seguidores, no ser etiquetado en una publicación o ser ridiculizado por una foto son casos que disparan sentimientos de soledad. </p>
<p>Así, en las redes se prueba la calidad de nuestros vínculos como un complejo juego entre disponibilidad e incertidumbre. Y en este no siempre se encuentra la respuesta que deseamos cuando la deseamos. La experiencia de soledad late entre dos pulsiones diferentes: la exposición pública y la construcción de un cobijo donde intimar con otras personas. </p>
<p>Llegamos a un tercer nivel. Los usuarios de las redes sociales proyectan constantemente quiénes son ante otros. Al elegir la foto de perfil, por ejemplo, expresan cómo quieren ser vistos al tiempo que se lanza una pregunta sobre <a href="https://www.taylorfrancis.com/chapters/edit/10.4324/9781315399300-8/inscribing-intimacy-amparo-las%C3%A9n-larissa-hjorth">cómo son los otros y cómo miran</a>. En este juego de espejos se dan dos fantasías contrapuestas:</p>
<ul>
<li><p>Una “fantasía de transparencia” en la que las personas serían capaces de representar honestamente quiénes son. </p></li>
<li><p>Una “fantasía de control”, generada por las posibilidades de alterar imágenes y textos publicados. Esta permite adaptarse a la mirada de los otros, pero arrastra consigo la desconfianza sobre cómo son los demás. ¿Son estos auténticos o simples personajes o, incluso, <a href="https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/2167696814532442">usuarios fantasmas</a>?</p></li>
</ul>
<p>La soledad remite a una nueva dimensión ligada a miedos existenciales. Implica afrontar el temor a la falta de autenticidad y la dificultad por no saber cómo mostrarnos y obtener reconocimiento y valor. Conlleva así una incertidumbre más profunda. No sobre los vínculos, sino sobre la veracidad de lo que somos y la posibilidad de comunicarnos con otras personas.</p>
<p>Estos nuevos sentidos de la experiencia de soledad llevan a contradicciones que las personas jóvenes deben afrontar en su día a día. Una joven de 16 años expresaba que su deseo con las redes era “conectar con otras personas sin tener que conectar”, un tipo de contacto ideal que no tenga que soportar el peso de los vínculos. Pero no podía negar el deseo de vincularse.</p>
<p>La “conexión” aparece como una metáfora perfecta de la sociabilidad contemporánea. En ella las mediaciones digitales cada vez están más naturalizadas. Sin embargo, generan tensiones entre la búsqueda de exposición pública y el recogimiento íntimo. Entre una luminosa fantasía de transparencia y el temor constante a ser poco auténticas o al control ajeno. Las relaciones entre personas jóvenes entrañan una incertidumbre constante: en una conectividad tan veloz es muy fácil quedar desconectados.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/179825/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Igor Sádaba Rodríguez recibe fondos de Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Asier Amezaga Etxebarria recibe fondos de Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Carlos López Carrasco recibe fondos de Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD.</span></em></p>Los medios digitales han saturado a muchas personas durante la pandemia, pero para los jóvenes fueron una tabla de salvación que llenó su soledad. En algunos casos, se han convertido casi en su única forma de socializar.Igor Sádaba Rodríguez, Profesor de Sociología, Universidad Complutense de MadridAsier Amezaga Etxebarria, Adjunct assistant professor, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaCarlos López Carrasco, Investigador en sociología, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1742802022-02-23T22:38:11Z2022-02-23T22:38:11ZEl abrazo terapéutico, algo que no tuvieron las víctimas de covid-19<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/447355/original/file-20220218-45245-1ke6dcs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C15%2C5184%2C3422&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/social-distancing-among-family-hand-woman-1715376634">Shutterstock / Jevanto Productions</a></span></figcaption></figure><p>Archibald Cochrane fue un legendario médico británico fallecido en 1988. Él inspiró la “medicina basada en la evidencia”, paradigma actualmente de la educación científica en las escuelas de medicina del mundo desarrollado. </p>
<p>Al lector no especializado le sorprenderá saber que un médico que ejerció hace pocos años haya sido tan influyente. De hecho, dio nombre en 1993 a la “Cochrane Library”, una colección de bases de datos de alta calidad, donde colaboran 30 000 científicos de 50 países. En ella se evalúan de manera altruista las intervenciones sanitarias, convirtiéndose en el “patrón oro” de su eficacia, lo cual supone un impresionante beneficio para la humanidad.</p>
<h2>Así se definió el abrazo terapéutico</h2>
<p>El <a href="https://www.cochranelibrary.com/">profesor Cochrane</a> tiene una autobiografía cautivadora que se hizo pública en una publicación póstuma. En ella se muestra su vida como una auténtica aventura, atravesada por su determinación por consolidar la base científica de la medicina.</p>
<p>Siendo joven estudiante fue voluntario durante un año en la Guerra Civil española. Sirvió en una ambulancia destinado en Grañén (Huesca). Ya siendo médico, fue movilizado en la II Guerra Mundial y terminó prisionero de los alemanes en un campo de concentración en Grecia, donde era el responsable del barracón de enfermos. Allí es donde se sitúa el siguiente relato:</p>
<blockquote>
<p><em>Los alemanes arrojaron a un joven prisionero soviético en mi pabellón una noche. La sala estaba llena, así que lo puse en mi habitación porque estaba moribundo y gritando y no quería despertar a los enfermos. Lo examiné. Tenía una cavitación bilateral macroscópica obvia y un roce pleural severo. Pensé que esto último era la causa del dolor y los gritos.</em></p>
<p><em>No tenía morfina, solo aspirinas, que no surtían efecto. Me sentí desesperado. Yo sabía muy poco ruso entonces y no había nadie en la sala que lo hablara. Finalmente, instintivamente me senté en la cama y lo abracé. Los gritos cesaron casi de inmediato. Murió pacíficamente en mis brazos unas horas después. No era la pleuresía lo que provocaba los gritos sino la soledad. Fue una lección maravillosa sobre el cuidado de los moribundos. Me avergoncé de mi diagnóstico erróneo y mantuve la historia en secreto.</em></p>
</blockquote>
<h2>Una terapia aprobada a partir de un solo caso</h2>
<p>Conocí esta anécdota hace unos años de labios de Brian Hurwitz, profesor de Humanidades Médicas del King’s College de Londres, quien la recuperó en un sugerente <a href="https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(17)30276-3/fulltext?rss=yes">artículo</a> publicado en <em>The Lancet</em>. </p>
<p>En síntesis, el mensaje es que quien fuera líder y mentor de la medicina científica basada en pruebas nos transmite una enseñanza basada en un solo caso, en aparente contradicción con lo que fue su legado.</p>
<p>Cochrane quiso dejarnos al final de su vida lo que él mismo califica de “lección maravillosa”, que no encaja con la lógica del ensayo clínico aleatorizado como exponente del mayor nivel de conocimiento de la ciencia experimental. Aquí procede recordar a Saint-Exupéry cuando en <em>El Principito</em> dice: “Lo esencial es invisible a los ojos”.</p>
<h2>Los abrazos imposibles durante la crisis de covid-19</h2>
<p>Hoy día, podemos aprovechar esta lección mientras tratamos de curar las heridas que nos han dejado los miles de fallecidos en soledad como consecuencia de la pandemia de covid-19.</p>
<p>No hay duda de que es imprescindible el aislamiento de las personas infectadas por coronavirus. Sin embargo, es discutible la respuesta que hemos dado al desgarro de quienes quedan solos y desconectados de sus seres queridos, incluso en los momentos de la agonía. </p>
<p>Es cierto que no teníamos experiencia de algo parecido. El lamento surge tras más de dos años de pandemia, un momento en el que todavía hay que dar demasiadas explicaciones para garantizar el acompañamiento de pacientes con covid-19, especialmente en personas mayores o con alguna discapacidad, ingresados en hospitales o centros sociosanitarios.</p>
<p>Es lógico el sentimiento de deuda que la sociedad sigue teniendo con los mayores que murieron en soledad en la primera ola de la pandemia. Y sería injusto ignorar los esfuerzos realizados en muchos centros asistenciales donde se ha derrochado ingenio y cariño para facilitar calor humano en estas situaciones, a menudo en condiciones heroicas. Sin embargo, pervive la sombra y la idea de que el acompañamiento no es esencial en el cuidado de los enfermos.</p>
<h2>¿Había otra solución?</h2>
<p>En el tratamiento de la infección por covid-19 se han manejado múltiples fármacos sin eficacia demostrada, con un uso “compasivo”, con la esperanza de lograr buenos resultados en circunstancias dramáticas donde las vidas se nos escapaban.</p>
<p>Sin embargo, no hemos tenido la misma sensibilidad para ofrecer el “abrazo terapéutico”, a pesar de que el coste de los equipos de protección no resiste la comparación con el de los fármacos que se han usado sin evidencia.</p>
<p>Albert Jovell nos dejó una herencia memorable defendiendo una medicina basada en la <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2665394">afectividad</a>: “La mejor tecnología disponible sigue siendo la comunicación entre médico y paciente”.</p>
<p>No disponemos de ensayos clínicos que demuestren la eficacia curativa y paliativa de la afectividad. Pero ¿son necesarios? Karl Popper explicaba que el método de una investigación determina los resultados. </p>
<p>Si pescamos con una red de mallas muy amplias, los peces de pequeño tamaño se escapan, lo cual no nos permite afirmar que no existen. Los valores, los derechos y los deberes, los afectos, las emociones y la espiritualidad no se atrapan fácilmente con las redes del método científico-experimental. Sin embargo, son realidades decisivas para la felicidad y, por tanto, para la calidad de vida.</p>
<p>¿Por qué no estamos apostando de manera más decidida por el acompañamiento en el cuidado del paciente con covid-19? El Comité de Bioética de España, cuyo vicepresidente es el autor de este artículo, ha <a href="http://assets.comitedebioetica.es/files/documentacion/CBE_Declaracion_sobre_acompanamiento_COVID19.pdf">argumentado</a> de manera ponderada y realista la conveniencia de promover el derecho al acompañamiento de las personas que lo necesitan. El desafío es interesante.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/174280/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Rogelio Altisent Trota no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>No hay duda de que es imprescindible el aislamiento de personas infectadas por covid-19. Pero es discutible la respuesta que dimos al desgarro de quienes quedaron desconectados de sus seres queridos.Rogelio Altisent Trota, Profesor titular de Bioética. Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica, Universidad de ZaragozaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1760492022-02-11T16:19:43Z2022-02-11T16:19:43ZNo es lo mismo estar solo que sentirse solo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/445932/original/file-20220211-27-1u94e1r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C249%2C3150%2C1839&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/sad-old-man-sitting-by-sea-511055197">Shutterstock / DavideAngelini</a></span></figcaption></figure><p>La felicidad de una persona está determinada principalmente por la calidad de sus relaciones interpersonales y de sus vínculos afectivos. Como seres sociales, necesitamos tener un círculo social que nos aporte intimidad, protección, compañía, pertenencia y afecto. A ser posible, en un plano de igualdad y reciprocidad, de dar y recibir mutuamente.</p>
<p>Por eso preocupa el número de personas que, en las sociedades occidentales, se sienten solas y no disponen del paraguas protector de familia, amigos, compañeros, vecinos, pareja o ciberamigos.</p>
<h2>Estar solo puede ser un placer, sentirse solo es un infierno</h2>
<p><em>Estar solo</em>, sin compañía, es una soledad física, objetivable. Cuando se está solo, por voluntad propia, es tiempo propicio para la introspección y la conexión con los propios pensamientos. También para la concentración, la creatividad, el rendimiento intelectual o la relajación. Todo ello se acompaña de emociones positivas y bienestar.</p>
<p>Estar solo, sin sentirse solo, es un placer. Por eso se habla de <em>“soledad deseada”</em> y disfrutada.</p>
<p>Por el contrario, <em>sentirse solo</em> es una percepción personal asociada a sentimientos negativos y desagradables. Es una soledad que se etiqueta como <em>“no deseada”</em>. </p>
<p>En este sentido, la soledad es una experiencia subjetiva dolorosa derivada de la carencia, deficiencia, inadecuación o insatisfacción de las relaciones interpersonales, especialmente de las más significativas e íntimas.</p>
<h2>Distintas caras de la soledad no deseada</h2>
<p>La soledad es un fenómeno complejo que tiene distintas caras.</p>
<p>Por un lado tenemos <strong>la soledad emocional</strong>, es decir, la experiencia de carecer o tener pocos lazos afectivos íntimos, o tenerlos negativos y dañinos. Este desamparo puede producirse aunque se tenga vida social y se esté rodeado de gente. Es la forma más dolorosa, empapada de tristeza, melancolía, irritación, desesperación y otras emociones negativas.</p>
<p>Se experimenta <strong>soledad social</strong> cuando se tiene escaso tejido interpersonal o insuficientes contactos, no se está conforme con el propio círculo social y se desea tener un lugar en otros grupos. A veces esto acontece sólo en alguno de los contextos en los que interactuamos. Por ejemplo en el trabajo, en el lugar de estudios, en el barrio, o en las redes sociales.</p>
<p>En cuanto a la <strong>soledad circunstancial o situacional</strong> se debe a una coyuntura que obliga a permanecer solo o hace difícil establecer nuevas conexiones. Por ejemplo, al trasladarse a otra ciudad o país. En ocasiones puede ser resultado de pérdida de roles o actividades, como ocurre al jubilarse, al quedarse en paro o al finalizar los estudios. O surgir a partir de eventos traumáticos como la pérdida de alguien querido, la ruptura de pareja o la independización de los hijos. La persona inicialmente experimenta el desvalimiento, y progresivamente va reponiéndose y retoma su vida social. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/445930/original/file-20220211-27-11ar7kb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C7488%2C4491&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/445930/original/file-20220211-27-11ar7kb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C7488%2C4491&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/445930/original/file-20220211-27-11ar7kb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=360&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/445930/original/file-20220211-27-11ar7kb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=360&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/445930/original/file-20220211-27-11ar7kb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=360&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/445930/original/file-20220211-27-11ar7kb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=452&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/445930/original/file-20220211-27-11ar7kb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=452&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/445930/original/file-20220211-27-11ar7kb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=452&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/man-alone-blue-space-surreal-painting-1646714833">Shutterstock / Jorm S</a></span>
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<h2>La soledad en cifras</h2>
<p>En la actualidad se está prestando especial atención a la soledad no deseada en las personas mayores, ya que las investigaciones evidencian que son un grupo en riesgo. Sin ir más lejos, en el estudio del <a href="https://elobservatoriosocial.fundacionlacaixa.org/-/la-soledad-no-deseada-en-las-personas-mayores">Observatorio Social de La Caixa en 2021</a>, el 14,8% de los mayores informa de <em>soledad grave</em> o <em>muy grave</em> y el 64% experimenta <em>soledad en alguna medida</em>.</p>
<p>La constatación de esta situación está impulsando cambios significativos en las políticas y en <a href="https://www.fundacionpilares.org/docs/publicaciones/fpilares-estudio05-SoledadPersonasMayores-Web.pdf">la atención que se presta a este grupo</a>. </p>
<p>En los últimos tiempos, las cifras evidencian que la soledad crece en otras edades, principalmente adolescentes y jóvenes. En un <a href="https://www.bbc.co.uk/programmes/articles/2yzhfv4DvqVp5nZyxBD8G23/who-feels-lonely-the-results-of-the-world-s-largest-loneliness-study">estudio realizado en 2019</a> por la BBC junto a varias universidades británicas se afirma que el 40% de los jóvenes de 16 a 24 años se sienten solos a menudo o muy a menudo, frente al 27% de los mayores de 75 años.</p>
<p>Asimismo el 31% de los menores de 30 años sintió <em>soledad intensa</em> en la semana anterior a ser preguntados, según se recoge en el trabajo sobre <a href="https://blogs.comillas.edu/informeespana/wp-content/uploads/sites/93/2020/10/Informe-Espana-2020-Parte-Segunda-1.pdf">“La soledad del siglo XXI” en el INFORME España 2020</a>.</p>
<h2>La soledad es un problema crítico de salud pública</h2>
<p>La experiencia de soledad, especialmente cuando es duradera y se hace crónica, además del notable sufrimiento emocional, tiene gran impacto en la salud física, mental e interpersonal.</p>
<p>En personas adultas y mayores es <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25910392/">factor de riesgo de mortalidad</a> porque se asocia con vida sedentaria, hipercolesterolemia, alteraciones del sueño y abuso de tabaco, alcohol o drogas, entre otros. </p>
<p>Tiene que ver con problemas de salud mental como ansiedad, depresión e ideación suicida. En adolescentes y jóvenes se asocia con baja autoestima, rechazo, acoso escolar, exclusión social, adicciones tecnológicas, autolesiones, suicidio o aislamiento social extremo (<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Hikikomori">hikikomori</a>). </p>
<p>En ocasiones, el miedo a quedarse solas hace que algunas personas mantengan o se enganchen en interacciones negativas y tóxicas que agrandan el problema.</p>
<p>Teniendo en cuenta este apreciable incremento de personas que experimentan soledad y las preocupantes consecuencias implicadas, se alerta de un creciente problema de salud pública. Y se empieza a considerar la llegada de una epidemia callada y silenciosa. </p>
<p>Por ello se ve necesario visibilizar la soledad desde edades adolescentes y, de forma decidida, apostar por la promoción de relaciones positivas y nutritivas de confianza y afecto profundo. </p>
<h2>¿Es posible sentirse solo en una sociedad hiperconectada?</h2>
<p>Llama la atención que un alto porcentaje de adolescentes y jóvenes que son nativos digitales se sientan aislados en una vida hiperconectada. Tener amigos virtuales o recibir <em>likes</em> puede no ayudar a profundizar en la relación ni a construir vínculos gratificantes y, en consecuencia, no atenúa el sentirse solo.</p>
<p>Parece que, en la línea de lo afirmado por el filósofo y sociólogo polaco Zygmunt Bauman, las relaciones interpersonales actuales son líquidas, frágiles y etéreas, y <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Zygmunt_Bauman">tienden a ser más superficiales y fugaces</a>. En contraposición a lo que entendemos como relaciones sólidas, que requieren compromiso, equidad y reciprocidad.</p>
<p>¿Significa eso que estamos definitivamente cambiando el modo en que vivimos, nos comunicamos e interactuamos?</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/176049/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Inés Monjas Casares no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Estar solo, sin sentirse solo, es un placer. Por eso se habla de “soledad deseada” y disfrutada. Por el contrario, sentirse solo es una percepción personal asociada a sentimientos negativos y desagradables.Inés Monjas Casares, Profesora colaboradora honorífica en el Departamento de Psicología e investigadora sobre Psicología de la Educación., Universidad de ValladolidLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1617572021-09-07T19:41:09Z2021-09-07T19:41:09ZLa curiosa relación entre la microbiota intestinal, la soledad y la sabiduría<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/419247/original/file-20210903-17-yi6s9t.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=551%2C94%2C1365%2C905&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/lonely-senior-lying-on-bed-hospital-1902403495">Shutterstock / UfaBizPhoto</a></span></figcaption></figure><p>Las personas sabias albergan un conocimiento que trasciende lo puramente académico. Por su parte, las personas que viven en soledad experimentan un sentimiento de dolorosa desconexión respecto al resto de seres humanos que les rodean. ¿Pero qué relación guardan ambos fenómenos con lo que sucede en nuestras tripas? Mucho más de lo que parece, según los últimos estudios científicos. Concretamente, la elevada riqueza de nuestra flora intestinal se asocia a niveles bajos de soledad, a mayor sabiduría y a una tendencia acentuada a aprovechar el apoyo social disponible.</p>
<h2>El eje intestino-cerebro</h2>
<p>Decir que el cerebro humano alberga misterios insondables no es nada nuevo. Después de todo, se trata del órgano sobre el cual se cimienta todo cuanto somos, <a href="https://www.researchgate.net/publication/272506755_THE_PERSONALITY_AND_THE_BRAIN_AN_INEVITABLE_ENCOUNTER">nuestra personalidad y nuestros anhelos</a>. Pese a que el conocimiento acumulado sobre el mismo crece exponencialmente, todavía estamos muy lejos de desentrañar por completo sus complejidades.</p>
<p>Uno de los aspectos que más interés está suscitando durante los últimos años es el modo particular en que la <a href="https://www.researchgate.net/publication/278713639_The_Gut_Microbiota">microbiota intestinal</a>, entendida como el conjunto de microorganismos que habita en ese rincón tan recóndito del cuerpo, puede asociarse a dimensiones psicológicas tan aparentemente alejadas de las entrañas como los <a href="https://www.researchgate.net/publication/337740900_The_gut-brain_connection_A_qualitative_review_of_the_conceptualisation_and_implications_of_the_gut-brain-microbiome_axis">pensamientos</a> y los <a href="https://www.researchgate.net/publication/51487037_Gut_feelings_The_emerging_biology_of_gut-brain_communication">sentimientos</a>.</p>
<p>El <a href="https://www.researchgate.net/publication/331152198_The_Gut-brain_Axis">eje intestino-cerebro</a> (<em>gut-brain axis</em>) escenifica nítidamente este tipo de relaciones. Lo hace planteando una comunicación bidireccional entre ambos órganos e introduciendo incógnitas fascinantes sobre cómo ciertos hábitos interfieren en la salud emocional o neurológica. </p>
<p>Pese a que en sus inicios la mayor parte de los estudios se centraban en las <a href="https://www.researchgate.net/publication/315418629_Stress_the_gut-brain_axis_Regulation_by_the_microbiome">interacciones entre la dieta y los trastornos de ansiedad o del estado de ánimo</a>, recientemente se ha introducido la posibilidad de que la citada microbiota pueda explicar (al menos parcialmente) fenómenos tan filosóficamente profundos como la sabiduría o la soledad. En este artículo se delineará, precisamente, esta interesante cuestión.</p>
<h2>Sabiduría, soledad y salud emocional</h2>
<p>La sabiduría y la soledad son fenómenos difícilmente definibles, aunque en ambos casos existen acepciones coloquiales que nos ayudan a apresar su significado. Entenderlos es importante porque ambos impactan directamente en nuestro bienestar psicológico: mientras <a href="https://www.researchgate.net/publication/322519172_Wisdom_and_Well-Being">el primero nos protege del sufrimiento inherente a la vida</a>, <a href="https://www.jaacap.org/article/S0890-8567(20)30337-3/pdf">el segundo promueve trastornos como la depresión mayor</a>. </p>
<p>Las personas sabias albergan un conocimiento que trasciende lo puramente académico, y que generalmente parte de la experiencia reflexiva sobre la propia existencia. Se trata de una dimensión que no solo facilita una mejor resolución de los problemas cotidianos, sino que también supone una aproximación más serena a las tensiones naturales que se desprenden del hecho de vivir. La <a href="https://www.researchgate.net/publication/234012127_Wisdom_and_Mental_Health_Across_the_Lifespan">sabiduría permite una visión privilegiada de las cosas</a> que aúna la sensibilidad y la inteligencia de un modo armónico y proactivo.</p>
<p>La soledad, por su parte, es un sentimiento de dolorosa desconexión respecto al resto de seres humanos que nos rodean. Como valoración subjetiva que es, cuesta cuantificarla. Quien vive sumido en esta sensación cree estar desprovisto de todo tipo de apoyos (emocional, instrumental, etc.), lo que <a href="https://www.researchgate.net/publication/325738966_Loneliness_and_Mental_Health_Critical_Clinical_Issues">entorpece extremadamente su capacidad percibida para adaptarse al estrés</a>.</p>
<p>Una de las funciones de la psicología es comprender ambas realidades y determinar qué mecanismos psicoterapéuticos permiten optimizarlas. No obstante, <a href="https://www.researchgate.net/publication/344844447_Biopsychosocial_Model_of_Health">el enfoque integral desde el cual hoy en día se contempla la salud</a> ha abierto la puerta a que puedan analizarse también bajo el prisma de la Biología. Veamos, pues, qué nos dice la Ciencia actual sobre la forma en que el intestino puede contribuir a esta empresa.</p>
<h2>Sentir que estamos solos en el mundo depende de la flora intestinal</h2>
<p>En el cuerpo humano <a href="https://journals.plos.org/plosbiology/article?id=10.1371/journal.pbio.1002533">habitan aproximadamente 38 billones de microorganismos</a>. Cada uno de nosotros actúa, por tanto, como anfitrión de una cantidad impresionante de virus, bacterias y arqueas. Aproximadamente tres kilogramos de nuestro peso corporal corresponden a estas… ¡el doble de lo que pesa un cerebro promedio!</p>
<p><a href="https://www.researchgate.net/publication/282362814_The_Human_Microbiota_Composition_Functions_and_Therapeutic_Potential">El intestino es uno de sus repositorios fundamentales</a>, al dar cobijo a la mayoría de estos diminutos polizones. Su número o composición es variable, además de único para cada individuo, como una huella digital. </p>
<p>Concretamente depende de aspectos tan específicos como la <a href="https://www.researchgate.net/publication/336225027_Microbiota_intestinal_humana_y_dieta">dieta</a>, <a href="https://www.academia.edu/40860801/Cooking_shapes_the_structure_and_function_of_the_gut_microbiome">el modo en que se cocinan los alimentos</a>, <a href="https://www.researchgate.net/publication/325296885_Gut_Microbiota_and_Body_Weight_-_A_Review">la masa corporal</a> o <a href="https://www.researchgate.net/publication/328660282_Drug-microbiota_interactions_and_treatment_response_Relevance_to_rheumatoid_arthritis">el consumo de fármacos</a>. A todo ello se suman <a href="https://www.researchgate.net/publication/334639530_Lifestyle_modulation_of_gut_microbiota">el estilo de vida</a>, <a href="https://www.researchgate.net/publication/334961464_Impact_of_Physical_Exercise_on_Gut_Microbiome_Inflammation_and_the_Pathobiology_of_Metabolic_Disorders">el ejercicio físico</a> o <a href="https://www.researchgate.net/publication/261292304_Rural_and_urban_microbiota_To_be_or_not_to_be">el entorno en que residimos</a> habitualmente.</p>
<p>En este contexto, <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyt.2021.648475/full">un estudio reciente</a> concluyó que la elevada riqueza de nuestra flora intestinal se asocia a niveles bajos de soledad, a mayor sabiduría y a una tendencia acentuada a aprovechar el apoyo social disponible. Así pues, la variedad de microorganismos en esta región del cuerpo influye en variables clave para la vida emocional y puede explicar indirectamente los efectos positivos de ciertos hábitos sobre la salud psicológica.</p>
<p>Más en concreto, se encuentra una relación lineal entre la diversidad alfa (que considera la flora a nivel local) y la sensación subjetiva de no estar solos en el mundo. Por su parte, existe una asociación positiva entre la diversidad beta (que contempla el número de microorganismos locales en contraste con el de los regionales) y los índices de sabiduría. </p>
<p>Estos resultados son muy interesantes, pues sustentan el conocimiento previo sobre la relación entre la pobreza microbiótica y la fragilidad de la salud mental, pero aportando un punto de vista útil para el futuro de la psicoterapia.</p>
<p>Quizá, en el futuro, podamos hacer uso de estos avances para contribuir a mejorar la calidad de vida de muchas personas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/161757/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Joaquín Mateu Mollá no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Por asombroso que resulte, la elevada riqueza de nuestra flora intestinal se asocia a niveles bajos de soledad, a mayor sabiduría y a una tendencia acentuada a aprovechar el apoyo social disponible.Joaquín Mateu Mollá, Profesor Adjunto en Universidad Internacional de Valencia, Doctor en Psicología Clínica, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1573742021-04-04T19:40:17Z2021-04-04T19:40:17ZLa radio, la mejor compañera de las personas mayores durante el confinamiento<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/391940/original/file-20210326-21-glesip.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C4%2C998%2C661&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/senior-woman-hand-turning-knob-on-1864892731">Shutterstock / Toa55</a></span></figcaption></figure><blockquote>
<p>“La radio para mí es como una droga y en estos momentos, todavía más. Es una gran compañía y me ayuda mucho a sentirme menos sola”. </p>
</blockquote>
<p>Las palabras de Concha M.M. durante la pandemia pusieron en valor que la radio es una gran compañera para las personas mayores. </p>
<p>A Concha le ayudó en esos momentos a mitigar su soledad, pero a otras personas les ofreció apoyo emocional o un gran entretenimiento en aquellos días. </p>
<p>Como a Cristina B.B.: </p>
<blockquote>
<p>“La radio me hace mucha compañía y me ha ayudado muchísimo siempre, desde que me quedé viuda. Ofrece mayor cercanía con el oyente y mayor argumentación en los contenidos”.</p>
</blockquote>
<p><a href="https://sep2020.egregius.es/ponencia/la-radio-el-medio-mas-creible-cercano-y-que-mas-ayuda-a-paliar-la-soledad-de-las-personas-mayores-durante-el-confinamiento-por-el-covid-19/">Nuestra investigación</a>, llevada a cabo en abril y mayo de 2020, en pleno confinamiento por la crisis sanitaria motivada por el COVID-19, se centró en analizar los hábitos de escucha y el consumo de radio de las personas mayores de 65 años. En ella, se recogieron aspectos vivenciales y de bienestar relacionados con el acompañamiento y apoyo emocional que les ofrecía la radio en aquella situación de crisis.
En 2020, aproximadamente el <a href="https://es.statista.com/estadisticas/478084/radio-distribucion-de-oyentes-en-espana-por-edad/">19 % de la población </a>que consumió contenido radiofónico en España tenía alrededor de los 64 años.</p>
<p>Las personas entrevistadas, 6 mujeres y 6 hombres mayores de diferentes nacionalidades, residentes en 5 comunidades autónomas, eran oyentes habituales de radio, no solo durante el estado de alarma. </p>
<p>El estudio no dio lugar a dudas: la radio se convirtió en casi la única compañía para muchas personas en aquellos momentos. Isidro O. C. respondió sin titubear en la entrevista: </p>
<blockquote>
<p>“La radio siempre ha sido para mí una compañía y ahora lo continúa siendo todavía más por las circunstancias, durante el confinamiento. En estos momentos, al estar divorciado, me ayuda a sentirme menos solo”.</p>
</blockquote>
<p>Las personas mayores entrevistadas, consideradas representativas del colectivo que era objeto de estudio por las diversas características que presentaban, tenían entre 68 y 86 años y respondían a diferentes perfiles sociosanitarios, en función de su estado de salud, estado civil, situación residencial, estado emocional y de cómo afrontaban la soledad en estas circunstancias.</p>
<h2>Acompañamiento y apoyo emocional</h2>
<p>Como resultado más significativo, se determinó que incrementaron el consumo de radio, tanto hombres como mujeres. Se escucharon más horas a través de diferentes emisoras, motivado probablemente por el mayor tiempo del que se disponía durante el confinamiento, en el que se redujo al mínimo la interacción con el entorno.</p>
<p>Los resultados reflejaron que, aunque el consumo de horas diarias de radio por parte de los hombres antes y durante el confinamiento era mayor que el de las mujeres, comparativamente las mujeres aumentaron el consumo de radio respecto al de los hombres durante el mismo.</p>
<p>Curiosamente, hubo una respuesta mayoritaria del seguimiento del <a href="https://institucionales.us.es/ambitos/el-magazine-radiofonico-la-evolucion-de-un-formato-hibrido-de-exito-en-las-cadenas-generalistas/">formato del <em>magazine</em></a> por parte de todos ellos, mujeres y hombres, cuando se les preguntó sobre qué tipo de contenidos escuchaban de forma mayoritaria antes de la crisis sanitaria. Incrementaron el consumo de ese formato durante el confinamiento. </p>
<p>Se obtuvieron 11 respuestas en total, frente a 8 de consumo de este formato antes del confinamiento, de acuerdo con la evidencia científica que señala que, en el colectivo de personas mayores, el consumo de programación sonora se encuentra vinculada a la radio generalista.</p>
<p>El uso que se le dio a la radio durante esos meses, tanto por parte de las mujeres como de los hombres, fue de <a href="http://profesionaldelainformacion.com/contenidos/2020/may/rodero_es.pdf">“radio compañía”</a>.</p>
<p>En caso de las personas que hicieron ese uso de la radio, lo argumentaban con aspectos vivenciales y de bienestar relacionados con el acompañamiento y apoyo emocional que les ofrecía en aquella situación de crisis.</p>
<h2>“Pongo la radio para escuchar a alguien”</h2>
<p>También, se aludía a otro elemento diferenciador de la radio, su proximidad con el oyente, a pesar de la distancia física existente. </p>
<p>Así lo explicaba Juan G.C.: </p>
<blockquote>
<p>“A veces pongo la radio para escuchar a alguien, por esa conexión tan especial que se establece con el oyente, por la necesidad de oír a otra persona que también está ahí. Por ello, está siendo una compañía y allá donde vaya en casa, me la llevo detrás”. </p>
</blockquote>
<p>De estos datos se puede concluir que la radio estuvo totalmente presente durante el confinamiento como una compañía cercana. De acuerdo con los resultados, el consumo por parte de las personas mayores se dio en todas las franjas horarias (en el caso de los hombres, fundamentalmente en la franja de tarde, y en el de las mujeres, mayoritariamente por la mañana), ayudando a paliar su soledad durante aquellos meses.</p>
<h2>Una fuente de entretenimiento</h2>
<p>Destacó también el uso de la radio como entretenimiento, durante aquellos difíciles momentos, motivados por la alerta sanitaria por la situación de pandemia, situándose como segunda opción, tras la respuesta mayoritaria del uso de la radio como compañía. </p>
<p>En relación a la percepción de la radio durante el confinamiento, tanto mujeres como hombres, coincidieron en señalar que es el medio de comunicación más cercano y el que consideran más creíble. Además, coincidieron en su valoración sobre la radio como medio que más estimula su imaginación y les ayuda a evadirse de la realidad, en línea con las investigaciones apuntadas en el estudio.</p>
<p>La radio se reafirma una vez más como el medio de la proximidad afectiva con las personas mayores, también durante el confinamiento por la crisis sanitaria, motivada por la situación de pandemia. Supuso, y sigue siendo, un gran apoyo a nivel emocional para ellas, en esos difíciles momentos.</p>
<hr>
<p><em>Los resultados y conclusiones de esta investigación se presentaron en el <a href="http://sep2020.unizar.es/">XXVI Congreso Internacional de la Sociedad Española de Periodística (SEP) “Periodismo para la transformación social”</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/157374/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Amparo Suay Madrid no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La radio es una buena compañera para las personas que viven solas, pero lo fue especialmente para los mayores de 65 años durante el confinamiento. Acompañamiento, apoyo emocional, entretenimiento y cercanía son las mayores virtudes de este medio para los mayores.Amparo Suay Madrid, Docente del Área de Comunicación y del Área de Ciencias de la Salud, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1539352021-03-04T21:57:59Z2021-03-04T21:57:59Z¿Qué personas requieren más apoyo social en esta situación de crisis sanitaria?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/385670/original/file-20210222-21-pspyt9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C14%2C4985%2C3308&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/editor/image/help-concept-hands-reaching-out-each-1698491380">Shutterstock / Bignai</a></span></figcaption></figure><p>La actual crisis asociada al coronavirus ha impuesto en todas las sociedades un forzoso distanciamiento social, con el <a href="https://www.researchgate.net/publication/340476408_COVID-19_and_Importance_of_Social_Distancing">propósito de atajar la progresión de la infección</a>. </p>
<p>El término consensuado para acuñar esta medida de seguridad sanitaria alberga connotaciones profundas. <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7213540/">Sugiere algo más que una simple separación física</a>. Subraya, implícitamente, la ruptura entre el individuo y sus relaciones interpersonales.</p>
<p>La soledad es un sentimiento muy complejo. No se reduce al número de personas que nos rodean, sino que depende del <a href="https://www.researchgate.net/publication/257664378_The_Relationship_Between_Social_Support_Loneliness_and_Subjective_Well-Being_in_a_Spanish_Sample_from_a_Multidimensional_Perspective">tamiz de la percepción subjetiva</a>. Su impacto potencial sobre la vida emocional <a href="https://www.researchgate.net/publication/337272497_Social_Anxiety_Loneliness_and_the_Moderating_Role_of_Emotion_Regulation">puede ser demoledor</a>. De hecho, constituye uno de los resortes explicativos más importantes para entender el <a href="https://www.researchgate.net/publication/341047521_Social_isolation_in_Covid-19_The_impact_of_loneliness">creciente sufrimiento psicológico que se aprecia en la población</a>.</p>
<p>Existe abundante información sobre la íntima asociación entre la <a href="https://www.researchgate.net/publication/338344539_Problems_of_Loneliness_and_Its_Impact_on_Health_and_Well-_Being">soledad y el bienestar</a>, así como sobre su contribución a la aparición de <a href="https://jaacap.org/article/S0890-8567(20)30337-3/pdf">trastornos de ansiedad</a> y del <a href="https://www.researchgate.net/publication/15992650_Relation_between_loneliness_and_depression_A_structural_equation_analysis">estado de ánimo</a>. </p>
<p>También empiezan a brotar investigaciones que postulan su papel en el <a href="https://www.researchgate.net/publication/49852657_Does_loneliness_mediate_the_stress-sleep_quality_relation_The_Hordaland_Health_Study">insomnio</a>, la <a href="https://www.researchgate.net/publication/344612897_Mental_Well-Being_Depression_Loneliness_Insomnia_Daily_Life_Fatigue_during_COVID-19_Related_Home-Confinement-A_Study_from_Poland">fatiga</a> y la <a href="https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/0020764020922269">violencia relacional</a> durante este periodo crítico.</p>
<p>Por eso, ante una situación tan demandante como la actual, el apoyo social se alza como un elemento clave, pues es bien conocido <a href="https://www.researchgate.net/publication/7494668_Coping_in_Context_The_Role_of_Stress_Social_Support_and_Personality_in_Coping">su efecto como mediador entre el estrés y numerosos problemas psicológicos</a>. En este artículo exploraremos por qué ciertas personas pueden requerir más apoyo que otras en el contexto en que vivimos.</p>
<h2>La necesidad de apoyo social durante la crisis</h2>
<p>Existen una serie de grupos sociales particularmente vulnerables ante las imposiciones de la crisis sanitaria. En todos los casos que se indicarán, disponer de una buena red de apoyo social puede impactar positivamente en la salud física y emocional, minimizando cualquier riesgo inherente a la soledad indeseada.</p>
<p>Destacan, en primer lugar, quienes padecen enfermedades graves o crónicas, <a href="https://www.researchgate.net/publication/340752977_The_Impact_of_the_COVID-19_Pandemic_on_Cancer_Patients">físicas</a> o <a href="https://www.researchgate.net/publication/340044242_Patients_with_mental_health_disorders_in_the_COVID-19_epidemic">mentales</a>, y que durante estos últimos meses han visto acentuada la incertidumbre sobre su salud. </p>
<p>También los cuidadores informales de personas dependientes <a href="https://www.researchgate.net/publication/346205616_Care_in_times_of_COVID-19_The_impact_of_the_pandemic_on_informal_caregiving_in_Austria">evidencian necesidades adicionales de soporte</a>. Estas se suman a las que se desprenden de sus ya arduas responsabilidades en condiciones ordinarias. </p>
<p>Además, los <a href="https://www.revistapcna.com/sites/default/files/010_0.pdf">adolescentes </a>y las <a href="https://www.researchgate.net/publication/344249254_Impact_of_COVID-19_on_the_elderly">personas mayores</a> pueden padecer más intensamente el impacto del aislamiento. Este último colectivo es probablemente el que requiere más apoyo del entorno. De hecho, existen sólidas evidencias de que tal situación acentúa su <a href="https://www.researchgate.net/publication/340635052_The_effects_of_isolation_on_the_physical_and_mental_health_of_older_adults">declive físico y cognitivo</a> (o que incluso puede <a href="https://www.researchgate.net/publication/328674577_The_relation_between_social_isolation_and_increasing_suicide_rates_in_the_elderly">contribuir a la irrupción de ideas suicidas</a>).</p>
<p>Asimismo, es esencial destacar que el aislamiento <a href="https://www.researchgate.net/publication/341809085_Domestic_violence_in_the_COVID-19_pandemic_a_forensic_psychiatric_perspective">ha incrementado los niveles de violencia interpersonal</a>. Esto facilita la aparición de conflictos relacionales de diferente naturaleza y magnitud. De tal forma, quienes en este contexto han padecido agresiones en cualquiera de sus formas, precisan un especial apoyo social. El objetivo es minimizar sus resonancias futuras sobre la salud.</p>
<p>Por último, no debemos olvidar a los <a href="https://www.researchgate.net/publication/341750609_Social_support_and_mental_health_among_health_care_workers_during_Coronavirus_Disease_2019_outbreak_A_moderated_mediation_model">profesionales sanitarios</a> y a las <a href="https://www.researchgate.net/publication/339881070_COVID-19_a_potential_public_health_problem_for_homeless_populations">personas que viven en situación de exclusión social</a>, pues hoy más que nunca requieren el apoyo de todos.</p>
<h2>No todos necesitamos apoyo social en igual medida</h2>
<p>Una vez reseñados los grupos que requieren mayor apoyo social, es prioritario señalar que no todos los individuos lo necesitan de igual manera (con independencia de que pertenezcan o no a los citados colectivos). </p>
<p>Existen una serie de dimensiones de personalidad, estilos cognitivos y estrategias de afrontamiento que modulan nuestras necesidades sociales. Algunos de los ellos serán abordados en esta sección. En líneas generales, la confluencia de dimensiones estructurales y de factores individuales articularía el eje sobre el cual orbitarán las necesidades de apoyo social en estos momentos de crisis.</p>
<p>En primer lugar, las personas con dificultad para regular sus emociones <a href="https://www.researchgate.net/publication/344769724_Emotion_Regulation_and_Wellbeing_A_Cross-Cultural_Study_During_the_COVID-19_Outbreak">tienen una mayor necesidad de apoyo social</a>. Sobre todo, de tipo afectivo. Esta problemática (<a href="https://www.researchgate.net/publication/221763565_Emotion_regulation_and_mental_health_Recent_findings_current_challenges_and_future_directions">compartida por numerosos trastornos mentales</a>) se expresa en forma de intolerancia a los sentimientos que se juzgan subjetivamente como difíciles. Además, suele acompañarse de intentos por evitar las situaciones asociadas a ellos. </p>
<p>Dado que la soledad de esta crisis es difícilmente eludible, existe el riesgo de que evolucione hacia una <a href="https://www.researchgate.net/publication/340298620_Hopelessness_helplessness_and_resilience_The_importance_of_safeguarding_our_trainees'_mental_wellbeing_during_the_COVID-19_pandemic">nociva sensación de indefensión</a>.</p>
<p>En la literatura científica también se describen determinados estilos de procesamiento cognitivo que precipitan una mayor necesidad de apoyo. El que ha recibido más atención es la <a href="https://core.ac.uk/download/pdf/38902703.pdf">dependencia de campo</a>. Esta se atribuye a quienes analizan la información del ambiente de una manera general u holística (no deteniéndose en los detalles que componen el estímulo perceptivo). Se considera que quienes lo ostentan tienden a <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/pdf/10.1002/j.2333-8504.1976.tb01098.x">buscar ayuda social con más ahínco que los independientes de campo</a>.</p>
<p>En lo relativo a la personalidad, se sabe que los sujetos con elevada extraversión (uno de los rasgos con mayor respaldo empírico) <a href="https://www.researchgate.net/publication/267396388_Extraversion_and_Agreeableness_Divergent_Routes_to_Daily_Satisfaction_With_Social_Relationships">tienden a socializar en mayor medida que quienes son más introvertidos</a>. </p>
<p>Esta dinámica de aproximación social <a href="https://www.researchgate.net/publication/224286053_Neuroticism_extraversion_emotion_regulation_negative_Affect_and_positive_affect_The_mediating_roles_of_reappraisal_and_suppression">se vincula con emociones agradables</a> en condiciones normales. Sin embargo, puede revertirse tal efecto <a href="https://www.researchgate.net/publication/343192246_Did_Social_Connection_Decline_During_the_First_Wave_of_COVID-19_The_Role_of_Extraversion">cuando las relaciones personales se hallan profundamente restringidas</a>. </p>
<p>Respecto a las estrategias de afrontamiento, destaca fundamentalmente la que se conoce como actitud <a href="https://theconversation.com/la-resiliencia-una-esperanza-de-futuro-152866">resiliente</a>. Se trata de una forma general de afrontar la adversidad existencial, una fortaleza humana que <a href="https://www.researchgate.net/publication/343765606_Resilience_COVID-19-related_stress_anxiety_and_depression_during_the_pandemic_in_a_large_population_enriched_for_healthcare_providers">permite extraer aprendizajes significativos</a> en los momentos de mayor dificultad. </p>
<p>Cuando la resiliencia es deficiente existe un riesgo acentuado de padecer trastornos derivados del estrés. Ello supone un factor de vulnerabilidad que <a href="https://bmcpsychiatry.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12888-020-03012-1">puede suavizarse con apoyo social</a>. </p>
<p>Por último, el desconocimiento sobre el uso de las nuevas tecnologías (redes sociales, sistemas de mensajería, videoconferencias, etc.), como estrategias de afrontamiento dirigidas a compensar la ausencia de contacto “cara a cara”, <a href="https://www.researchgate.net/publication/343330514_How_communication_technology_helps_mitigating_the_impact_of_COVID-19_pandemic_on_individual_and_social_wellbeing_Preliminary_support_for_a_compensatory_social_interaction_model">puede ser también una variable muy importante a considerar</a>.</p>
<p>En conclusión, todas las personas necesitamos la cercanía de otros, en mayor o menor medida, y especialmente el apoyo emocional que los demás nos pueden brindar. No obstante, es esencial ser más sensibles a las necesidades individuales de quienes pudieran precisarlo considerablemente, con el objetivo de tender puentes que minimicen las resonancias psicológicas del actual distanciamiento social.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/153935/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Joaquín Mateu Mollá no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Existen grupos que son especialmente vulnerables a situaciones de crisis. Pero hay, también, una serie de dimensiones de personalidad, estilos cognitivos y estrategias de afrontamiento que son clave.Joaquín Mateu Mollá, Profesor Adjunto en Universidad Internacional de Valencia, Doctor en Psicología Clínica, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1480542020-12-14T19:32:00Z2020-12-14T19:32:00Z¿Cómo ha afectado la pandemia a la salud mental de niños y adolescentes?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/374609/original/file-20201213-23-thhr3x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C4%2C3316%2C1680&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><span class="source">Mireia Orgilés</span>, <span class="license">Author provided</span></span></figcaption></figure><p>El 2020 será recordado como el año en el que, incrédulos, vimos cómo en pocas semanas una pandemia cambió nuestra forma de vivir. Cuando el 16 de marzo se impuso el confinamiento obligatorio en España, la vida de millones de niños y adolescentes cambió de forma radical. </p>
<p>Días antes, abandonaron el colegio sin apenas poder despedirse de sus compañeros y sin saber que tardarían meses en reencontrarse con ellos. Durante el confinamiento, la interacción social de los niños se limitó prácticamente a los miembros de su familia. </p>
<p>En el caso de los adolescentes, las redes sociales lograron mantenerlos en contacto. Durante seis semanas, a los menores de 14 años no se les permitió salir fuera de casa y, cuando pudieron hacerlo, las medidas impuestas eran todavía muy restrictivas. Una sola hora una vez al día, a no más de un kilómetro de casa y con un solo acompañante es lo que se consideró adecuado para sus primeras salidas después de casi un mes y medio confinados.</p>
<p>En general, los niños suelen adaptarse a situaciones novedosas sin dificultad, a veces con más éxito que los adultos. Sin embargo, ¿tienen suficientes recursos para afrontar los numerosos cambios vividos este año, a los que a muchos adultos nos ha costado adaptarnos? ¿Seis semanas sin salir de casa afectaron a su bienestar emocional? Ante una situación tan inusual e inesperada, la ciencia nos da algunas respuestas.</p>
<h2>Los padres percibieron cambios en sus hijos</h2>
<p>En uno de los primeros estudios llevados a cabo en España, publicado en <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2020.579038/full">Frontiers in Psychology</a>, se informa que 8 de cada 10 padres participantes percibieron <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2020.579038/full">cambios en sus hijos</a> durante el confinamiento. Dificultades de concentración, inquietud, intranquilidad, nerviosismo, enfado, aburrimiento y una mayor dependencia de los padres fueron reacciones frecuentes de los niños y adolescentes durante las primeras semanas de la pandemia. </p>
<p>El uso de las pantallas aumentó de forma considerable, así como también el sedentarismo. Los síntomas emocionales y conductuales que los niños manifestaban se relacionaron con un nivel de estrés mayor en los padres.</p>
<p>En una evaluación que hicimos durante siete semanas después del inicio del confinamiento, cuyos resultados se publicarán pronto en la revista <a href="http://www.psicothema.com/prensa.asp"><em>Psicothema</em></a>, el 56 % de los padres de las familias españolas estudiadas observaron sintomatología ansiosa en sus hijos y el 26 % síntomas depresivos. Cuando analizamos las diferencias en la presencia de estos síntomas entre países, observamos una mayor probabilidad de presentar más ansiedad en los niños de España que en los niños de Portugal e Italia. </p>
<p>La probabilidad de mostrar más sintomatología depresiva también era mayor en los niños españoles que en los portugueses. Las medidas más restrictivas que siguieron los niños españoles, en comparación con las de los países vecinos, podrían ser la clave de estas diferencias</p>
<p>Sin duda, nadie esperaba vivir una situación como esta. Ningún adulto estaba preparado para una pandemia y para un confinamiento que llegó de forma inesperada. Los padres difícilmente pudieron dar información clara y con antelación a sus hijos sobre el virus que irrumpió en nuestras vidas, sobre el confinamiento obligatorio en casa y sobre las medidas de prevención que cambiaban de una semana a otra. </p>
<h2>Imaginando una realidad aún más terrible</h2>
<p>Los niños rellenan la falta de información imaginando con frecuencia una realidad mucho más terrible que la que está sucediendo, lo que aumenta su preocupación e inquietud. Permanecer sin salir de casa privó a los niños del movimiento y de la estimulación sensorial que tanto necesitaban. </p>
<p>El contacto social limitado pudo aumentar la sensación de soledad. El cambio abrupto de rutinas, o la falta de ellas, pudo incrementar los conflictos entre padres e hijos y generar inseguridad en los pequeños en una situación ya de por sí llena de incertidumbre. </p>
<p>En especial riesgo se encontraron <a href="http://www.psicothema.com/psicothema.asp?id=4628">los niños más vulnerables</a> o aquellos que sufrieron la pérdida de algún familiar. Cuando los confinamientos son largos o se van prolongando en el tiempo, la probabilidad de afectar a nuestra salud mental es mayor. En España el confinamiento se prolongó hasta llegar a 99 días, cuando se inició la “nueva normalidad”.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/374612/original/file-20201213-14-1l79ib5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/374612/original/file-20201213-14-1l79ib5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/374612/original/file-20201213-14-1l79ib5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/374612/original/file-20201213-14-1l79ib5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/374612/original/file-20201213-14-1l79ib5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/374612/original/file-20201213-14-1l79ib5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/374612/original/file-20201213-14-1l79ib5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/374612/original/file-20201213-14-1l79ib5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><span class="source">Mireia Orgilés.</span>, <span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>En nuestra historia reciente, esta es la única pandemia vivida. Hasta este año, ninguno hemos estado confinados, hemos usado de forma imperativa una mascarilla, ni nos hemos visto obligados a mantener distancia social con nuestros amigos y familiares. </p>
<p>Las conclusiones de pandemias pasadas sobre nuestra salud mental raramente pueden aplicarse a la actual, debido a que nuestra forma de vivir no se asemeja en nada a la de hace un siglo. </p>
<h2>Es necesario un clima familiar favorable</h2>
<p>Sobre la presente pandemia, en base a <a href="https://nuevosfoliosbioetica.uchile.cl/index.php/ANUC/article/download/58931/62440">los estudios realizados</a>, sabemos que un confinamiento largo e imprevisible <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7649329">afecta la salud mental de los niños</a>, sobre todo si se aplican medidas muy restrictivas. Las rutinas ayudan al niño en situaciones de incertidumbre y la información reduce sus preocupaciones. Un clima familiar favorable, con un nivel bajo de estrés en los padres, ayuda a los niños a sobrellevar la situación.</p>
<p>En el inicio de la pandemia no se tomaron medidas para proteger la salud mental de los niños y adolescentes quizás porque esta llegó de forma sorpresiva. Desconocíamos casi todo acerca del virus, cómo éste podía cambiar nuestras vidas y cómo podía afectar nuestro bienestar emocional. </p>
<p>Ahora tenemos más información. Entendemos la necesidad de implementar medidas para que niños y adolescentes no sufran los efectos psicológicos de la pandemia y de posibles futuros confinamientos. Como siempre, el mejor tratamiento que podemos aplicar es la prevención. Ahora tenemos el conocimiento, y esperamos que también la voluntad, de que así sea.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/148054/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Aunque los niños y adolescentes suelen adaptarse a situaciones novedosas, el confinamiento ha perjudicado su bienestar emocional. Durante los meses de “encierro” los niños españoles lo pasaron peor que italianos y portugueses debido a unas medidas más restrictivas.José Pedro Espada, Profesor de Psicología, Universidad Miguel HernándezMireia Orgilés, Catedrática de Universidad. Experta en Tratamiento Psicológico Infantil, Universidad Miguel HernándezLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1499492020-12-03T20:48:43Z2020-12-03T20:48:43Z¿Salen las familias reforzadas de la pandemia?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/372824/original/file-20201203-21-16ovrqd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C11%2C7492%2C3493&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/mother-child-face-masks-indoors-home-1695681073">Shutterstock / Halfpoint</a></span></figcaption></figure><p>Los efectos familiares del confinamiento derivado de la pandemia, además de los resultantes de la pérdida de empleo y la crisis económica, han sido especialmente significativos para los hogares unipersonales y para las familias con hijos.</p>
<p>En los primeros, <a href="https://www.sepg.pap.hacienda.gob.es/sitios/sepg/es-ES/Presupuestos/DocumentacionEstadisticas/Documentacion/Documents/INFORME%20DE%20IMPACTO%20EN%20LA%20INFANCIA%20ADOLESCENCIA%20Y%20FAMILIA/INFORME_INFANCIA%202021.pdf">un 25,7 % de los hogares españoles</a>, la vivencia de la soledad ha tenido consecuencias duras. Y en los casos de mayores dependientes, la suspensión de los recursos de cuidado, como los centros de día o la ayuda a domicilio, y la experiencia del miedo y del aislamiento han acelerado, en muchos casos, el deterioro cognitivo. Esto ha implicado para sus familiares, en muchos casos, dificultades importantes en su atención.</p>
<p>El segundo grupo de hogares para los que el confinamiento ha supuesto un test de estrés ha sido el de los de padres con hijos (33,4 % del total de hogares españoles), y más aún los hogares monoparentales (10,1 %). </p>
<p>De la noche al día, estas familias transformaron su casa en colegio y en oficina, con padres teletrabajando e hijos teleestudiando, y perdieron el apoyo fundamental de los abuelos que, en España, junto con la escuela, son básicos para la conciliación de la vida laboral y familiar. </p>
<h2>Algunas enseñanzas</h2>
<p>El confinamiento total ha dejado algunas enseñanzas: la dificultad e importancia de dar a cada uno lo suyo –al trabajo y a los cuidados de las personas y del hogar– y el consiguiente derecho a la desconexión. </p>
<p>También la corresponsabilidad entre hombres y mujeres como condición esencial de la conciliación –las madres han sido, también en confinamiento, las más dedicadas a los cuidados– y la experiencia de una intensa convivencia familiar que en ocasiones ha provocado conflictos, pero también ha permitido relaciones más estrechas.</p>
<h2>Lo que hemos aprendido</h2>
<p>Para estos hogares la “nueva normalidad” –con los hijos asistiendo al colegio o a la universidad y los padres al trabajo con mayor presencialidad– deja algunas certezas: </p>
<ul>
<li><p>El teletrabajo o la enseñanza en línea han venido para quedarse.</p></li>
<li><p>La flexibilidad laboral es un factor clave que permite los cuidados de menores y mayores.</p></li>
<li><p>El presencialismo laboral en muchos trabajos es cosa del pasado y el trabajo por objetivos el futuro.</p></li>
<li><p>La aparición de un ocio familiar más casero y, por supuesto, el drama social de la pérdida de empleo en muchas familias.</p></li>
<li><p>El aumento de la pobreza y la exclusión social. </p></li>
<li><p>En el caso de familias con hijos mayores, su edad de emancipación va a retrasarse todavía más (y ya es de las más altas en Europa por el elevado paro juvenil): según un <a href="http://www.cje.org/es/sala-de-prensa/notas-de-prensa/la-pandemia-hunde-la-emancipacion-juvenil-solo-el-173-de-las-personas-jovenes-viven-emancipadas-el-peor-dato-desde-el-ano-2001/">reciente estudio</a> del Consejo de la Juventud de España, la pandemia hunde la emancipación juvenil: solo el 17,3 % de los jóvenes viven emancipados.</p></li>
</ul>
<p>Es comprensible el sentimiento de agobio y frustración con el que muchos padres viven esta situación. Antes siquiera de haber terminado, la pandemia ya ha forzado las costuras de nuestras estructuras sociales, económicas y asistenciales y deja al descubierto con crudeza sus debilidades. </p>
<h2>Lo que debemos potenciar</h2>
<p>La tarea de reconstrucción que nos queda por delante no debería emprenderse sin una reflexión sobre estas carencias:</p>
<ul>
<li><p>Medidas de conciliación. Deben articularse con un enfoque más amplio, ofreciendo flexibilidad suficiente para hacer frente a unas responsabilidades familiares que se prolongan bastante más allá del momento de nacimiento de los hijos, que han de cubrir eventualidades muy diversas y que incluyen también cada vez con más frecuencia la atención a mayores y dependientes. La consolidación del teletrabajo, a la que ha contribuido la pandemia, puede ser una buena herramienta.</p></li>
<li><p>Dignificar y revalorizar las tareas de cuidado para ofrecer servicios de calidad, garantizar el bienestar de quienes se encuentran más desvalidos y conceder libertad de elección a las familias. La mejora de la prestación por hijo a cargo y el ingreso mínimo vital pueden ser vías para reconocer parte de este trabajo, no retribuido, pero indispensable para nuestra sociedad.</p></li>
<li><p>Corresponsabilidad. Es la asignatura pendiente. Algunos de los estudios sobre el confinamiento detectan una <a href="https://theconversation.com/teletrabajo-y-conciliacion-el-estres-se-ceba-con-las-mujeres-137023">mayor disposición de los hombres a hacer tareas de las que antes no se ocupaban</a> (poner lavadora, cocinar, hacer la compra…). </p>
<p>Pero el ritmo es lento –<a href="https://www.ilo.org/global/publications/books/WCMS_674751/lang--es/index.htm">la OIT estima</a> que la brecha de género en términos de tiempo dedicado al trabajo de cuidados no remunerado no se cerrará hasta el año 2228– y la sobrecarga que sufren las mujeres tiene consecuencias físicas y emocionales. Esto supone un lastre muy importante para sus carreras profesionales. </p>
<p>A largo plazo, la tensión que sufren las familias por las dificultades para conciliar tiene otros efectos perjudiciales: <a href="https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176954&menu=ultiDatos&idp=1254735572981">los estudios indican</a> que el “invierno demográfico” que vive Europa está lejos de acabar, y en España se espera que para 2050 la población se reduzca en tres millones de habitantes, que podrían llegar a ser 23 millones menos en 2100.</p></li>
</ul>
<p>No todo es malo. Como ya ocurriera con la crisis económica de 2008, las familias siguen siendo el sustento y referente principal de los individuos y la pandemia ofrece oportunidades para fortalecer esos vínculos: mayor implicación de los padres en la educación de los hijos, tiempo para convivir y compartir y reconocimiento de la vulnerabilidad de los mayores y sus necesidades.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/149949/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Desde el comienzo del confinamiento hasta hoy las familias han vivido en una montaña rusa de situaciones y emociones diferentes. Sin embargo, han aprendido de esta experiencia y hoy muchas relaciones familiares se han vuelto más sólidas.Salomé Adroher Biosca, Profesora de Derecho internacional privado, Universidad Pontificia ComillasMaría José López Álvarez, Profesora Propia Ordinaria Derecho del Trabajo y SS Univ. Pontificia Comillas-Madrid, Universidad Pontificia ComillasLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1505832020-12-01T20:17:55Z2020-12-01T20:17:55ZCovid-19: Mayores conectados para evitar el aislamiento y la soledad<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/371968/original/file-20201130-15-1i9trwd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5615%2C3732&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/elderly-people-internet-technology-58997170">Shutterstock / goodluz</a></span></figcaption></figure><p>La pasada primavera el coronavirus llegó y alteró todo, o casi todo. Los retos relacionados con el envejecimiento que ya afrontaba España, tanto a nivel individual como poblacional, <a href="https://theconversation.com/covid-19-y-personas-mayores-puede-influir-el-aislamiento-social-en-la-enfermedad-137517">han adquirido una nueva dimensión</a> en este cambio de panorama teñido de incertidumbre y temor. La <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Innovaci%C3%B3n_social">innovación social</a> puede ayudar a allanar las dificultades. </p>
<p>España es uno de los países más envejecidos del mundo. La <a href="https://www.ine.es/prensa/pad_2020_p.pdf">edad media</a> de la población en el 2020 es de casi 44 años. De los más de 47 millones de habitantes, casi dos de cada diez tienen 65 años o más y dentro de este grupo cerca de 3 millones superan los 80 años, más de medio millón son nonagenarios y 17 500 son centenarios. </p>
<p>Estas son las cifras de nuestros mayores. Pero los datos esconden realidades mucho más diversas y complejas cuando miramos a los distintos territorios. </p>
<h2>Envejecimiento rural y urbano</h2>
<p>En la <em>España vaciada</em>, <a href="https://www.mdpi.com/2071-1050/12/22/9619">zonas interiores y rurales</a>, despoblación y envejecimiento se dan la mano. Sin embargo, la covid-19 ha tenido un impacto más negativo en las ciudades y ha puesto en valor las áreas menos densamente pobladas mostrando nuevos escenarios de oportunidad que sería bueno aprovechar. </p>
<p>Junto al envejecimiento de las poblaciones, coexiste el proceso natural de envejecer a nivel individual. En 1900 la esperanza de vida en España era de 34 años y en 2019 supera los 83,6. La longevidad, antiguamente patrimonio de unos pocos, se ha ido generalizando a un porcentaje cada vez mayor de las generaciones. </p>
<p>En la actual situación de pandemia viene bien recordar que en ningún tiempo la lucha contra la muerte ha tenido tanto éxito como en el último siglo. Nunca el nivel de conocimientos y la capacidad de respuesta han sido tan altos a la hora de afrontar una crisis sanitaria como ahora. </p>
<h2>Impacto de la covid-19 en los mayores</h2>
<p>La <a href="https://theconversation.com/que-fallo-en-las-residencias-durante-la-primera-ola-de-coronavirus-149098">primera ola de la covid-19</a> tuvo una mortalidad especialmente alta entre los varones mayores, grupo especialmente vulnerable frente a la muerte. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la población de más de 65 años es muy heterogénea y con una fuerte presencia de mujeres (el peso de las mujeres se incrementa conforme avanza la edad). </p>
<p>La vulnerabilidad de las mujeres se debe, entre otras razones, a que viven solas, son las principales cuidadoras (teniendo en ocasiones problemas para ser cuidadas) y tienen menores ingresos económicos. Es crucial siempre, pero especialmente ahora, incluir la mirada de género para diseñar estrategias para afrontar las diferentes vulnerabilidades que viven hombres y mujeres de estas edades. </p>
<p>Muchos de los problemas de los mayores (<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Discriminaci%C3%B3n_por_edad">edadismo</a>, soledad, brecha digital, dependencia, pobreza, soluciones residenciales…) se han agravado con la pandemia. Esta situación también ha aumentado su visibilidad. </p>
<p>La calidad de vida de las personas y sus habilidades funcionales dependen tanto de su capacidad intrínseca como de su entorno físico y social. Las estrategias dirigidas a promover un envejecimiento activo y saludable, como bien <a href="https://www.who.int/ageing/publications/world-report-2015/es/">recoge la OMS</a>, abarcan muchos aspectos diferentes de la vida. No cabe duda que la covid-19 ha trastornado especialmente el entorno social de los mayores.</p>
<h2>La pandemia en soledad</h2>
<p>Uno de los problemas más agravados por la <em>nueva normalidad</em> (que de normal tiene poco) para muchas personas, especialmente para los más mayores, es la soledad. </p>
<p>La especial vulnerabilidad de los mayores ante la enfermedad, así como las políticas de aislamiento y distancia social impuestas por la epidemia –a los que se ha unido el temor a enfermar y la angustia por la situación económica de hijos y nietos– ha acentuado en muchos casos el sentimiento de desamparo y fragilidad. </p>
<p>Es significativo que las mujeres españolas, aunque vivan solas en menor porcentaje que las suecas, sienten más la soledad que ellas, como refleja <a href="https://doi.org/10.1177%2F0192513X19831334">un estudio publicado en la revista <em>Journal of Family Issues</em></a>. </p>
<p>El papel que frente a la soledad tienen la compañía y el apoyo familiar o de amistades, tan presentes e importantes en España, se ha resentido profundamente en los últimos meses. Debemos impulsar la creatividad para facilitar ese encuentro de los afectos tan necesario para los mayores y especialmente entre aquellos que por sus condiciones de salud no comprenden lo que está pasando. </p>
<p>Es clave dar voz a los protagonistas, como ocurrió el pasado 1 de octubre, Día Internacional de las Personas Mayores, en la <a href="https://www.youtube.com/watch?v=hmUkv-5H5KA">mesa redonda</a> virtual organizada por el Imserso. </p>
<h2>Tecnología para facilitar el contacto</h2>
<p>La revolución tecnológica y la innovación social pueden ser muy provechosas para mejorar la calidad de vida de los mayores e incrementar la cohesión social. Permiten fomentar las redes de apoyo intergeneracional, reinventándonos para hacer frente a la compleja coyuntura que estamos viviendo. </p>
<p>La <a href="https://www.observatoriorealidadsocial.es/es/estudios/guia-de-innovacion-social-en-el-ambito-de-los-servicios-sociales/es-557373/"><em>Guía Avanzada de Innovación Social</em></a> publicada recientemente por el Gobierno de Navarra recoge un capítulo específico sobre <a href="https://hdl.handle.net/10171/59630">innovación social y envejecimiento</a>. En él se pueden encontrar numerosos ejemplos de buenas prácticas en esta dirección. </p>
<p>El deterioro de la situación de los mayores con la covid-19 también ha traído consigo una intensificación de las estrategias tecnológicas para aliviarlas. </p>
<p>Las administraciones públicas han intensificado los programas y acciones de alfabetización digital. El Gobierno de Castilla-La Mancha, por ejemplo, ha impulsado el programa <a href="https://www.mayoresdecastillalamancha.es/#popup">Los mayores forman la red CLM 2020</a>. El proyecto impulsa la formación de mayores <em>online</em> gratuita no solo para el uso autónomo de las tecnologías, sino también para acceder a los servicios. Incluye videoconferencias, formación y vídeos con pequeñas píldoras formativas. </p>
<p>En numerosas residencias de ancianos se han impulsado iniciativas utilizando tecnología digital tanto para informar sobre la situación en el centro como para facilitar el contacto de los residentes con sus familiares y amigos (a través de páginas de Facebook, videoconferencias a través de Skype, WhatsApp, Zoom…) o incluso posibilitar visitas en entornos de seguridad (intercomunicadores, cámaras…). </p>
<p>En muchos casos, el apoyo de los terapeutas es crucial tanto para hacer llegar los mensajes electrónicos como para contestarlos. La labor de los cuidadores se ha vuelto especialmente compleja con el coronavirus y la tecnología también tiene un campo de desarrollo en esta dirección. </p>
<p>El voluntariado también se está reinventando para poder apoyar a los mayores en este momento de especial dificultad. Proyectos como <a href="https://grandesamigos.org/">Grandes amigos</a> o <a href="https://adoptaunabuelo.org/">Adopta un abuelo</a>, cuya misión es conectar generaciones, rendir tributo a los mayores y fomentar experiencias transformadoras, adquieren en este escenario un valor especial.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/150583/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Dolores López-Hernández no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La pandemia ha agravado muchos de los problemas de los mayores, como la soledad y la dependencia. Las nuevas tecnologías y la innovación social ofrecen una oportunidad para mejorar su calidad de vida.Dolores López-Hernández, Profesora titular de Geografía Humana, Universidad de NavarraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1488892020-10-26T19:55:55Z2020-10-26T19:55:55Z¿Harto del COVID-19? Aquí te decimos por qué podrías tener fatiga pandémica<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/365612/original/file-20201026-13-1m2aaop.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=217%2C101%2C2308%2C1514&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Es tentador tomar un descanso de tantas precauciones.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/news-photo/director-of-heart-vascular-interventional-labs-peter-news-photo/1209507716">Erin Clark/The Boston Globe via Getty Images</a></span></figcaption></figure><p>A medida que la pandemia se prolonga, seguir las pautas de prevención de COVID-19 puede parecer un desafío cada vez mayor.</p>
<p>Este tipo de fatiga no es exclusivo de las precauciones contra una pandemia, como mantener el distanciamiento social, usar cubrebocas y lavarse las manos. Con todo tipo de cambios de comportamiento relacionados con la salud, incluido el aumento de la <a href="https://doi.org/10.1111/j.1464-0597.2008.00343.x">actividad física</a>, la <a href="https://slate.com/technology/2015/03/diets-do-not-work-the-thin-evidence-that-losing-weight-makes-you-healthier.html">alimentación saludable</a> y la disminución del <a href="https://www.fda.gov/tobacco-products/health-information/quitting-smoking-closer-every-attempt#:%7E:text=According%20to%20a%202015%20survey,quitting%20for%206%2D12%20months.">consumo de tabaco</a>, al menos la mitad de las personas recaen dentro de los seis meses.</p>
<p>Piensa en principios de abril. Gran parte de Estados Unidos estaba <a href="https://www.nytimes.com/article/coronavirus-timeline.html">bajo órdenes de quedarse en casa</a>. La ciudad de Nueva York estaba experimentando cerca de <a href="https://www.nytimes.com/interactive/2020/us/new-york-coronavirus-cases.html">mil muertes por COVID-19 al día</a>, y aparecían nuevos casos de esta enfermedad previamente desconocida en todo el país.</p>
<p>Los temores del coronavirus hicieron que las personas pidieran lo necesario para la cuarentena o se apresuraran a recorrer las tiendas lo más rápido posible, evitando a todos. Cuando llegaron a casa, los compradores limpiaron sus comestibles, se lavaron las manos vigorosamente, tal vez incluso tomaron una ducha y se pusieron ropa limpia. La gente se acostumbró a quedarse en casa.</p>
<p>Hoy en día, todavía no existe cura ni vacuna para el coronavirus, y las cifras de contagios van en aumento. Casi un cuarto de millón de estadounidenses han muerto de COVID-19 y el riesgo de infección persiste. Ahora es el momento de fortalecer su determinación y volver a dedicarse a las medidas de prevención.</p>
<p>Pero <a href="https://news.gallup.com/opinion/gallup/308126/roundup-gallup-covid-coverage.aspx">pocos informan del temor</a> que desencadenó todas esas acciones para evitar los gérmenes. ¿Por qué?</p>
<p><a href="https://scholar.google.com/citations?user=87v4Nk4AAAAJ&hl=en&oi=ao">Como investigador de salud pública</a> que investiga conductas relacionadas con la salud, sé que hay varias razones psicológicas por las que aparece la fatiga. Afortunadamente, la investigación también sugiere algunas tácticas para ayudarlo a mantenerse a salvo y proteger su salud mental y bienestar.</p>
<h2>¿Qué tan grave es en realidad?</h2>
<p>Una explicación para salirse del tren de la prevención se reduce a <a href="https://doi.org/10.1177/1090198109338915">dos importantes predictores</a> de los comportamientos de salud.</p>
<ul>
<li><p>Una es la susceptibilidad percibida: ¿qué probabilidad crees que tienes de contraer una enfermedad?</p></li>
<li><p>La segunda es la severidad percibida: si te contagias de la enfermedad, ¿qué tan mala crees que será?</p></li>
</ul>
<p>Ha habido millones de casos de COVID-19 en Estados Unidos, pero todas esas personas suman <a href="https://www.nytimes.com/interactive/2020/us/coronavirus-us-cases.html">menos del 3 por ciento de la población total del país</a>. Dependiendo de dónde vivas, es posible que solo conozcas a unas pocas personas que han contraído COVID-19, aunque las cifras a nivel nacional son altas. Esto puede reducir la susceptibilidad percibida.</p>
<p>A medida que los médicos aprendieron más <a href="https://www.nwpb.org/2020/10/20/studies-point-to-big-drop-in-covid-19-death-rates-as-hospitals-get-better-at-helping-people-survive/">sobre el coronavirus y mejoraron los métodos de tratamiento</a>, la tasa de mortalidad en también ha disminuido. En mayo, el 6 por ciento de los casos diagnosticados resultaron fatales, mientras que <a href="https://ourworldindata.org/mortality-risk-covid?country=%7EUSA">menos del 3 por ciento lo son hoy</a>. Esta mejora puede reducir la gravedad percibida.</p>
<p>Las personas observan tendencias como estas y se dejan engañar haciéndoles creer que son menos susceptibles al COVID-19 o que la gravedad de la enfermedad no es tan grave. Después de todo, uno podría razonar, han pasado ocho meses y no me he enfermado.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/365084/original/file-20201022-23-1cnpvyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="friends drinking and laughing at an outdoor bar" src="https://images.theconversation.com/files/365084/original/file-20201022-23-1cnpvyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/365084/original/file-20201022-23-1cnpvyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/365084/original/file-20201022-23-1cnpvyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/365084/original/file-20201022-23-1cnpvyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/365084/original/file-20201022-23-1cnpvyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/365084/original/file-20201022-23-1cnpvyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/365084/original/file-20201022-23-1cnpvyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Ahora es el momento de fortalecer su determinación y volver a dedicarse a las medidas de prevención.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/photo/laughing-friends-sharing-drinks-and-food-at-outdoor-royalty-free-image/1063846450">Thomas Barwick/DigitalVision via Getty Images</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Todos los demás lo están haciendo</h2>
<p><a href="http://www.uky.edu/%7Eeushe2/BanduraPubs/Bandura1991OBHDP.pdf">Las normas sociales</a> son reglas no escritas sobre cómo se supone que debes comportarte en la sociedad. Si bien las normas sociales se pueden comunicar de muchas formas, una de las vías principales es a través del aprendizaje observacional. ¿Cómo se comportan otros como tú en situaciones similares? Ver eso le proporciona una hoja de ruta para su propio comportamiento.</p>
<p>Cuando los gobiernos estatales deciden abrir bares, restaurantes, gimnasios y cines, puedes leerlo como una señal de que estos lugares ahora son “seguros” para visitar. Del mismo modo, cuando ves a personas socializando sin cubrebocas y saltando el distanciamiento social, parece “normal” y podría hacer que sea más probable que tú también los olvides. Es similar a cómo <a href="https://doi.org/10.1016/j.addbeh.2004.05.021">los grupos de compañeros afectan fuertemente tanto el consumo de alcohol</a> como de <a href="https://doi.org/10.1016/j.cobeha.2015.10.005">alimentos</a>.</p>
<h2>Anhelo de conectar</h2>
<p>Los esfuerzos de distanciamiento han aumentado <a href="http://dx.doi.org/10.1037/tra0000845">los sentimientos de aislamiento social y soledad</a> de muchas personas, especialmente entre los adultos mayores y las personas que viven solas.</p>
<p>Los seres humanos son animales naturalmente sociales. Por tanto, <a href="https://doi.org/10.1353/pbm.2003.0063">el aislamiento social</a> puede resultar especialmente desagradable. Y puede conducir a una variedad de resultados de <a href="https://doi.org/10.1016/j.puhe.2017.07.035">salud deficientes</a>, incluida la hipertensión y la falta de sueño. La gente pudo dejar de reunirse con amigos en la primavera y evitar las reuniones, pero puede ser realmente difícil <a href="https://doi.org/10.1037/0278-6133.13.1.39">mantener un comportamiento a largo</a> plazo que puede parecer que todo es negativo y no positivo.</p>
<p>El truco consiste en equilibrar el distanciamiento físico con la conexión social. Los investigadores saben que <a href="https://doi.org/10.1002/(SICI)1098-240X(200004)23:2%3C126::AID-NUR5%3E3.0.CO;2-2">recordar o sentir nostalgia</a> por beber o fumar es uno de los principales factores de riesgo de recaída.</p>
<p>En el escenario de la pandemia, esto es como pensar en cómo era el mundo antes de COVID-19. Una bebida después del trabajo con un grupo de amigos, un partido de baloncesto o un concierto en vivo son cosas que la gente extraña en el mundo actual, y es difícil no pensar en las cosas que no puedes hacer. Pero si bien pensar en ellos puede traer buenos recuerdos, también puede alentarte a participar en conductas de riesgo.</p>
<h2>Mantenerse sano y salvo</h2>
<p>El número de casos está aumentando. El clima se está volviendo más frío en muchas áreas, lo que hace que comer al aire libre y socializar sea menos factible. La gente necesita redoblar un nivel de precaución que pueda mantenerse durante los próximos meses, manteniéndose a salvo sin aumentar su aislamiento social.</p>
<p><a href="https://doi.org/10.1002/(SICI)1098-240X(200004)23:2%3C126::AID-NUR5%3E3.0.CO;2-2">Deben seguirse estrictamente algunas recomendaciones</a>. El lavado de manos <a href="https://www.bradleycorp.com/handwashing">aumentó drásticamente</a> después del inicio de la pandemia. Con suerte, esto seguirá siendo alto, ya que es una forma básica de protegerse de muchas enfermedades infecciosas y una que puede mantener sin ningún efecto negativo en la salud mental.</p>
<p>Los cubrebocas también son importantes. Un estudio de agosto mostró que <a href="https://www.pewresearch.org/fact-tank/2020/08/27/more-americans-say-they-are-regularly-wearing-masks-in-stores-and-other-businesses/">el 85 por ciento de los estadounidenses</a> usaban máscaras la mayor parte del tiempo en las tiendas. Esto debe mantenerse alto para ayudar a limitar la cantidad de casos nuevos.</p>
<p>Eso deja el distanciamiento físico, que probablemente sea el más difícil. Los expertos en salud pública a menudo abogan por <a href="https://doi.org/10.1093/pch/13.1.53">un enfoque de reducción de daños</a> para los comportamientos en los que la abstinencia no es factible: es una forma de minimizar pero no eliminar el riesgo. Aún es necesario evitar las multitudes y las grandes reuniones. Si Zoom y otros chats de video se han vuelto obsoletos, es posible organizar tus propias pequeñas reuniones. Sin embargo, ten en cuenta que, si bien hay <a href="https://www1.nyc.gov/assets/doh/downloads/pdf/imm/covid-19-getting-together-safely.pdf">formas de minimizar los peligros</a>, socializar en grupo conlleva riesgos. Recuerda, tu reunión es tan segura como tu amigo más peligroso.</p>
<p>La fatiga pandémica es real, y es agotador permanecer en alerta máxima mes tras mes tras mes. Entenderlo mejor podría ayudarlo a fortalecer su determinación.</p>
<p><em>Este artículo <a href="https://elfinanciero.com.mx/salud/harto-del-covid-19-aqui-te-decimos-por-que-podrias-tener-fatiga-pandemica">fue traducido por El Financiero</a>.</em></p><img src="https://counter.theconversation.com/content/148889/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Jay Maddock no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La fatiga pandémica es real y es agotador permanecer en alerta máxima mes tras mes tras mes.Jay Maddock, Professor of Public Health, Texas A&M UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1419422020-07-29T19:06:34Z2020-07-29T19:06:34Z¿Es posible vivir sin amigos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/350247/original/file-20200729-35-1uamoxj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C8%2C5599%2C3724&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/multiracial-group-friends-taking-selfie-beach-254849728">Shutterstock / William Perugini</a></span></figcaption></figure><p>En el Día Internacional de la Amistad, observamos que la psicología aporta algunas luces sobre ella. La primera atañe a su esencia: ¿qué es lo que hace que las amistades sean tan importantes en la vida? La amistad es una de las modalidades del amor. El dicho “a la tarde te examinarán en el amor”, de San Juan de la Cruz (<em>Dichos de luz y amor</em>, 64), responde a la cuestión, al mismo tiempo que nos sitúa ante la principal tarea vital: aprender a querer.</p>
<p>Rastreando su origen llegamos al laboratorio en el que se aprende a querer: la familia. Las relaciones familiares nos constituyen como personas, conforman el <a href="https://www.taylorfrancis.com/books/9780203860281">ADN de la sociedad</a>. De cómo son nuestras relaciones con los demás y con el planeta depende el propio estilo de vida y la sostenibilidad social.</p>
<h2>Un descubrimiento inesperado</h2>
<p>La amistad se diferencia de otras relaciones interpersonales por ser un descubrimiento inesperado, gratuito. Los amigos no nos vienen dados, pero llegan a formar parte de nosotros: no seríamos los mismos sin ellos. Establecen el espacio y el tiempo de nuestras coordenadas existenciales.</p>
<p>La amistad requiere tiempo. <a href="https://www.lossecretosdelcerebro.com">La neurociencia</a> revalida la afirmación de Aristóteles al rastrear su huella en el ciclo de la vida. Por ejemplo, en la frondosidad de las redes de neuronas construidas gracias a las relaciones emocionales pasadas. Esa fortaleza psíquica es la que permite una apertura flexible al presente y una proyección confiada al futuro.</p>
<p>En la estructura de la personalidad, las relaciones amistosas tamizan de intensidad los afectos, recrean de intimidades la inteligencia y se manifiestan en compromisos de la voluntad. Así se asumen como propios los sueños y alegrías del amigo: pensar, sentir y querer con los demás. </p>
<h2>Soledad estando en compañía</h2>
<p>Sin embargo, el sentimiento de soledad puede sobrevenir aun estando en compañía. Efectivamente, la influencia del entorno, de la cultura que nos rodea, es grande. Los <a href="https://www.hup.harvard.edu/catalog.php?isbn=9780674987692">rasgos de la sociedad</a> colorean las relaciones de cada generación con matices propios. Estas tendencias diferenciales se manifiestan en las escalas de calidad de la amistad. </p>
<p>Actualmente se habla de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Amor_l%C3%ADquido">“relaciones líquidas”</a>, es decir, poco confiables. Quizá por eso se escuchan voces de alarma que impelen a restaurar el tejido social, a forjar <em>weavers</em>: <a href="https://www.publishersweekly.com/978-0-8129-9326-4">tejedores de relaciones</a>. </p>
<p>Algunas <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=768659">investigaciones</a> asocian el grado de felicidad al número de amigos, más que la intensidad de la amistad. Pero lo cierto es que cada uno tiene su estilo relacional irrepetible y para todos es asequible lograr el encuentro personal. </p>
<p>Lo ideal es encontrar la proporción, situar el centro de gravedad personal en un punto medio entre el retraimiento hacia dentro y el desbordamiento hacia fuera. En un extremo estaría la persona antisocial con miedo a los demás; en el otro, la gregaria que huye del vacío interior.</p>
<h2>Más suicidios en sociedades individualistas</h2>
<p>¿Está sobrevalorada la amistad? No parece que sea así, ya que las <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_suicidio">sociedades intensamente individualistas</a> son las que ofrecen un índice de suicidios mayor. Este dato duro nos hacer ver el sentido de la amistad. </p>
<p>La esencia está en que somos seres relacionales. La persona se entiende saliendo de sí misma al encuentro de otro yo. Mirando solo hacia dentro de sí se hunde en la oscuridad. Necesitamos sentir que alguien confía en nosotros. Queremos escuchar: “Qué bien que existas. No me imagino la vida sin ti”.</p>
<p>Por eso la <a href="http://repositori.uic.es/handle/20.500.12328/1034">tarea educativa</a> podría resumirse en afinar la conciencia. Enseñar a leer el lenguaje de la naturaleza, despertar el amor por la vida. Ser capaz de descubrir la belleza encerrada en cada ser.</p>
<p>La actitud de fijarse en lo bueno facilita querer bien al otro, querer su bien.
En eso precisamente consiste la amistad, en querer al amigo, en <a href="https://doi.org/10.1027/1016-9040/a000303">saber perdonar</a>. Eso solo es posible a partir del conocimiento personal que lleva a reconocer las propias fortalezas y debilidades. Querernos como somos para querer a los demás como son.</p>
<h2>Amistades más o menos duraderas</h2>
<p>Todos tenemos la experiencia de amistades más o menos duraderas. ¿Cuál es la diferencia entre ellas? Se habla de amigos circunstanciales, buenos amigos y amigos íntimos por el <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4996694">grado de conocimiento recíproco</a>.</p>
<p>La amistad se consolida al compartir una pasión, al empeñarse en mejorar la sociedad, pero siempre requiere reservar tiempo, cultivar las relaciones a pesar de las aparentes urgencias que nos presenta la vida profesional.</p>
<p>No es posible llevar una vida plena sin amigos, por eso vale la pena cultivar un interior rico, capaz de abrirse a amistades de calidad: estables y positivas. Una personalidad decidida, que no reaccione a cómo los demás le tratan, sino que lleve su propio estilo personal, siempre dispuesto a <a href="http://www.josemarti.cu/publicacion/xxxix-cultivo-una-rosa-blanca/">cultivar</a> una “rosa blanca”, como decía el cubano José Martí.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/141942/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Paloma Alonso-Stuyck no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Coincidiendo con el Día Internacional de la Amistad, que se celebra cada 30 de julio, nos preguntamos si es posible vivir sin amigos. La respuesta, según los científicos, es que no. Sin embargo, hay que saber buscar a los amigos de calidad.Paloma Alonso-Stuyck, Dra. Psicología, especialidad Relaciones Familiares, Universitat Internacional de CatalunyaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1398262020-06-03T19:10:56Z2020-06-03T19:10:56ZPor qué no debemos romantizar la soledad<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/339163/original/file-20200602-133875-1gtl3h0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=1%2C1%2C1114%2C759&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Edward Hopper (1952) Morning Sun. Columbus Museum of Arts. Ohio </span> </figcaption></figure><p>El 28 de marzo, cuando la epidemia de la COVID 19 se había cobrado ya la vida de 5 690 personas y según las estimaciones había afectado a más de 85 000 personas en España, Paul B. Preciado publicaba un <a href="https://elpais.com/elpais/2020/03/27/opinion/1585316952_026489.html">artículo</a> en el que, luego de glosar las teorías biopolíticas de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Michel_Foucault">Michel Foucault</a> y <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Roberto_Esposito">Roberto Esposito</a>, señalaba que la gestión de la biopolítica tiene lugar a través de dispositivos que se insertan en el cuerpo y diversos modos de geolocalización. </p>
<p>Ante la ubicuidad de los dispositivos de control, Paul B.Preciado concluía su texto con el siguiente llamamiento: “Utilicemos el tiempo y la fuerza del encierro para estudiar las tradiciones de lucha y resistencia minoritarias que nos han ayudado a sobrevivir hasta aquí. Apaguemos los móviles, desconectemos Internet. Hagamos el gran <em>blackout</em> frente a los satélites que nos vigilan e imaginemos juntos en la revolución que viene.” El énfasis en las posibilidades del confinamiento tiene antecedentes: en el pasado siglo Pablo Picasso afirmó que sin una gran soledad no era posible una gran obra.</p>
<p>Cabe preguntarse de dónde proceden estas evocaciones al potencial productivo de la reclusión domiciliaria, que según Preciado nos permitiría acometer la (enésima) revolución pendiente. ¿Quién estará en condiciones de llevar a cabo una gran obra artística como resultado de la pandemia? </p>
<h2>Un confinamiento poco fecundo</h2>
<p>Picasso no habría necesitado una pandemia para ejecutarla pues, según la <a href="https://www.unebook.es/es/libro/fama-y-soledad-de-picasso_122280">biografía</a> que de él escribió <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/John_Berger">John Berger</a>, se había liberado de preocupaciones económicas a los 28 años y a los 65 tenía ya una considerable fortuna. Como ha señalado <a href="https://www.remedioszafra.net/libros.html">Remedios Zafra</a> en su libro <em>El entusiasmo</em>, ésta es una situación diametralmente opuesta a la que se enfrentan la mayoría de los creadores culturales en nuestros días, en la que muchos de ellos se ven obligados a trabajar de manera gratuita con el reconocimiento como único medio de pago.</p>
<p>¿Cómo es que nuestra experiencia durante estas semanas del “cuarto propio hiperconectado”, los pocos afortunados que hemos podido disfrutar de él, ha resultado tan poco fecunda? ¿Acaso hemos de conformarnos con no haber enfermado y que todos nuestros seres queridos hayan sobrevivido? Quienes sucumbimos a un vago sentimiento de culpa haríamos bien en acudir a los estudios que al respecto de la soledad ha hecho la psicología social.</p>
<h2>La pérdida de vínculos y su efecto en la identidad</h2>
<p>En su clásico volumen sobre la soledad, la psicóloga de la universidad de California <a href="https://www.researchgate.net/publication/313085752_Loneliness_research_A_survey_of_empirical_findings">Ann Peplau</a> definía la soledad como aquella experiencia en la que la persona tiene menos relaciones sociales de las que le gustaría tener y que por esta razón se experimenta como la carencia de vínculos interpersonales que dotan de sentido a la vida e informan la identidad personal. </p>
<p>La pérdida de seres queridos por fallecimiento, separaciones de pareja o el abandono de los hijos e hijas del hogar familiar, el llamado síndrome del nido vacío, son algunas de las causas más comunes que precipitan la soledad en la vida de las personas. También transiciones vitales que entrañan la pérdida de un determinado rol social, como la jubilación, favorecen la soledad. </p>
<p>No es de extrañar que las personas de edad avanzada, así como los desempleados y las personas a quienes sobreviene una enfermedad grave, sean algunas de las más aquejadas por la soledad. Es menos conocido que la dedicación exclusiva o preferente al cuidado produce soledad. No en vano, el informe anual que la <a href="https://www.gov.uk/government/organisations/office-for-national-statistics">Office of National Statistics</a> británica hace sobre la soledad indica que uno de los colectivos que mayor probabilidad tiene de padecer soledad son las madres solteras de 18 a 24 años. </p>
<h2>La cronificación de la soledad</h2>
<p>Entre nosotros, la socióloga <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%25C3%25ADa_%25C3%2581ngeles_Dur%25C3%25A1n">María Ángeles Durán</a> ha acuñado el término “<a href="https://www.lavanguardia.com/vida/20190703/463277117159/el-cuidatorio-una-clase-social-emergente-pero-con-muy-pocos-derechos.html">cuidatoriado</a>” en su obra “La riqueza invisible del cuidado” para designar a una clase social compuesta por mujeres que se dedican a la atención de personas dependientes. Personas que, además de las condiciones extenuantes de trabajo a que se enfrentan, de todo punto inasumibles por cualquier convenio colectivo, mueren pobres y solas, a diferencia de los hombres de sus familias, que lo hicieron en mejor situación económica y acompañados de su familia. La dedicación prolongada y en exclusiva al cuidado favorece la cronificación de la soledad.</p>
<p>La cronificación de la soledad favorece la <a href="https://www.elsevier.es/es-revista-atencion-primaria-27-articulo-aislamiento-social-soledad-que-podemos-S0212656716301809">morbilidad y la disminución de la esperanza de vida</a>. Está ampliamente comprobado el impacto negativo de la soledad no deseada sobre la salud física, psíquica y, en general, sobre la calidad de vida de las personas que la padecen. </p>
<h2>Empeoramiento de la salud física y mental y aumento de conductas de riesgo</h2>
<p>Por un lado, destacan los problemas cardiovasculares, el descenso del sistema inmune e incluso <a href="https://elpais.com/elpais/2016/04/06/ciencia/1459949778_182740.html">incrementa un 26% el riesgo de mortalidad prematura</a> en las personas que se sienten solas. Por otro lado, la soledad se relaciona con diversos trastornos psicológicos, aumentando la sintomatología ansioso-depresiva, los pensamientos suicidas y los niveles de agresividad. </p>
<p>Más aún, la soledad incide negativamente en la calidad de vida a través de varias conductas de riesgo como el sedentarismo, tabaquismo, consumo de alcohol, alimentación inadecuada, empeorándose también la calidad del sueño. Así, la soledad no deseada se está convirtiendo en una de las mayores amenazas para los sistemas de salud pública, superando incluso el riesgo de otras problemáticas como la obesidad.</p>
<h2>La soledad de los ancianos</h2>
<p>Durante los dos primeros meses de confinamiento, los bomberos de Madrid habían encontrado a <a href="https://www.publico.es/sociedad/ancianos-fallecidos-bomberos-madrid-hallan-62-ancianos-fallecidos-solos-casas-confinamiento.html">62 ancianos fallecidos</a> en sus domicilios, a los que se unen las 18 300 personas que han muerto institucionalizadas en las residencias. </p>
<p>No debe sorprender el hecho de que muchos ancianos y ancianas hayan acudido a ellas por su propio pie y con el deseo de “no ser una carga para su familia”: la falta de oportunidades de participación social termina por minar las expectativas vitales de las personas y su propia autoestima convenciéndoles de que no tienen nada que ofrecer a los demás.</p>
<p>La epidemia causada por la propagación de la COVID-19 ha puesto de manifiesto el enorme riesgo sanitario que conllevan los entornos institucionalizados. Se calcula que en la UE los ancianos fallecidos en residencias son en torno a un 60-70% de todos los fallecidos por<a href="https://www.euronews.com/2020/05/08/the-deadly-impact-of-covid-19-on-europe-s-care-home"> COVID-19</a>. </p>
<h2>Determinantes sociales de la soledad</h2>
<p>Ya hemos dicho que el sentimiento de soledad está muy determinado por episodios biográficos como la pérdida de un ser querido, la salida del mercado laboral, la ruptura de una relación de pareja, etc. Autores como <a href="https://pure.york.ac.uk/portal/en/researchers/sylvia-margaret-bernard(40ed80af-06ef-43c2-8f5b-48b3ca7206bb)/publications.html">Bernard</a> hablan de acontecimientos vitales que llevan al <a href="https://www.irishtimes.com/news/health/isolated-dementia-sufferers-are-falling-off-a-cliff-edge-1.4217896">precipicio de la soledad</a>.</p>
<p>Pero existen factores estructurales que determinan y agravan dicho sentimiento. Son los “determinantes sociales de la soledad no deseada”, como el género, el entorno físico, la situación económica, el nivel de estudios, la vivienda o el acceso a servicios (sanitarios, culturales, recreativos, tecnológicos). </p>
<p>Se unen a ellos los cambios experimentados en las sociedades modernas como el aumento de la esperanza de vida –que incrementa el número de personas que viven solas durante la última etapa de su vida–, el auge del individualismo, el declive de las redes de apoyo social y familiar, la fuerte crisis de los cuidados ligada a lo anterior y una mayor precariedad social en un contexto de creciente desigualdad.</p>
<h2>El impacto de la colectividad</h2>
<p>Añádase el debilitamiento del tejido social y comunitario que supone la soledad no deseada, con un impacto negativo sobre la estructura de sostén colectiva, esto es, sobre la capacidad de los individuos y de las comunidades para minimizar y sobreponerse a los efectos nocivos de las adversidades y los contextos desfavorables. Las personas integrantes de una misma comunidad resisten juntas sosteniéndose unas a otras.</p>
<p>La muerte en soledad, el aislamiento social y la soledad no deseada son una nueva pandemia silenciosa del primer mundo que afecta a una de cada cuatro personas en países industrializados. Sin embargo, no suele suscitar el interés público, no conforma ningún tipo de reivindicaciones sobre el estado, no genera conflictividad ni demanda atenciones, servicios específicos o partidas presupuestarias, aunque en algunos países como <a href="https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/750909/6.4882_DCMS_Loneliness_Strategy_web_Update.pdf">Reino Unido</a> se ha convertido en una prioridad nacional, cuya manifestación institucional es la Secretaría de Estado para la soledad.</p>
<p>Lo que esta crisis de la COVID19 pone de manifiesto es algo que había manifestado <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Castel">Robert Castel</a> en <a href="https://www.researchgate.net/publication/277854378_CASTEL_Robert_2010_El_ascenso_de_las_incertidumbres_trabajo_protecciones_estatuto_del_individuo_Buenos_Aires_Fondo_de_Cultura_Economica"><em>El ascenso de las incertidumbres</em></a>: “Los individuos están desigualmente respaldados para ser individuos”. Es decir, la libertad y la autonomía no son posibles sin la red de relaciones que dota de sentido a nuestra vida y la proyecta a los demás.</p>
<p>¿Cómo hemos de interpretar las invitaciones a disfrutar de un confinamiento fecundo y feliz? ¿No serán las invitaciones a la revolución o a hacer una gran obra una incitación a apartar la mirada de lo que se nos impone como nuclear, nuestra común <a href="https://theconversation.com/covid-19-nos-recuerda-que-no-somos-dioses-y-es-una-buena-noticia-137128">interdependencia</a> y la centralidad de los cuidados?</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/139826/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Txetxu Ausín recibe fondos de los proyectos INBOTS CSA network (<a href="http://www.inbots.eu/">www.inbots.eu/</a>) y EXTEND (<a href="http://www.extend-project.eu/">www.extend-project.eu/</a>). Es socio de la ONG Oxfam-Intermon y de CIVIO. Forma parte del Clúster de Ética del País Vasco.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Melania Moscoso Pérez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Es un mito que la soledad fomente la creación artística. La soledad no es fecunda. Es una pandemia peligrosa y raramente voluntaria que afecta desproporcionadamente a sectores vulnerables de la sociedad.Melania Moscoso Pérez, Científico Titular del Instituto de Filosofía (IFS), Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC)Txetxu Ausín, Científico Titular, Instituto de Filosofía, Grupo de Ética Aplicada, Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1387802020-05-24T18:57:48Z2020-05-24T18:57:48ZLa infancia y la soledad del confinamiento<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/336340/original/file-20200520-152320-fenkz0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C420%2C5284%2C2983&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/stay-home-quarantine-coronavirus-pandemic-prevention-1670818471"> Gargonia / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Los niños y niñas han aceptado las normas establecidas debido al COVID-19, entendiendo perfectamente que tienen que estar en casa y también el porqué de esta restricción. Además, representan claramente el COVID-19 como un enemigo al que hay que vencer y apuestan por la sanidad, idolatrando a los médicos hasta convertirlos en héroes a los que hay que ayudar. Pero lloran más, están más nerviosos y tristes, se enfadan más y, en algunos casos, afirman sentirse solos: echan de menos a sus amigos.</p>
<p>Son algunas de las conclusiones de la <a href="https://www.researchgate.net/publication/341184016_LAS_VOCES_DE_LOS_NINOS_Y_DE_LAS_NINAS_EN_SITUACION_DE_CONFINAMIENTO_POR_EL_COVID-19">investigación</a> que, preocupadas por la situación que están viviendo también los niños y niñas en el estado de alarma por la COVID-19, hemos llevado a cabo el profesorado de la <a href="https://www.ehu.eus/es/web/bilboko-hezkuntza-fakultatea">Facultad de Educación de Bilbao</a> y miembros del <a href="https://kideon.eus/es/">equipo de investigación KideON</a>. </p>
<p>El objetivo era recoger las voces de los más pequeños en esta situación de confinamiento. Han formado parte de la muestra 1 200 niños y niñas de entre 2-14 años de la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV) y Navarra. El estudio ha analizado las diferentes realidades que están viviendo los niños y niñas en situación de confinamiento, ahondando en sus vivencias en relación a aspectos emocionales, físicos, sociales y académicos. </p>
<h2>Han aceptado las normas</h2>
<p>El cuestionario fue diseñado <em>ad hoc</em> y se creó para que fuera completado en familia pidiéndoles a los padres, madres y/o tutores legales que ejercieran también de entrevistadores. En el primer apartado, se les proponía a las familias que animaran a sus hijos e hijas a dibujar sobre lo que hacían y sobre lo que echaban en falta en el periodo de confinamiento total. </p>
<p>Se pidió a las familias que establecieran una conversación con sus niños, preguntándoles cómo se sentían para transcribirnos después sus respuestas. Por último, se creó y validó un cuestionario de preguntas para los padres y madres sobre el bienestar de sus hijos e hijas en situación de confinamiento.</p>
<h2>“Es un bicho”</h2>
<blockquote>
<p>“Es un virus, tenemos que quedarnos en casa y vencerlo porque es malo y es un bicho o algo que se nos mete en la tripita. En la calle, los médicos, que son los héroes, van a vencerlo y por eso salimos todas las tardes al balcón para aplaudirles” (niño, 4 años).</p>
</blockquote>
<p>También saben que la enfermedad es especialmente peligrosa para las personas mayores y están realmente asustados por sus abuelos y abuelas, a los que muchos de ellos no están pudiendo ver en persona. </p>
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<p>“No hace daño a los niños, pero podemos infectar a los abuelos y eso me asusta y por eso no podemos ir a su casa” (niña, 6 años).</p>
</blockquote>
<p>La situación de confinamiento les provoca a su vez emociones ambivalentes, están contentos y tranquilos en parte por pasar el tiempo en familia. De hecho, los análisis reflejan que la mayoría lleva a cabo actividades creativas (93.49 %) o juega a diferentes cosas (99.23 %) en familia. </p>
<h2>Lloran más y están nerviosos</h2>
<p>Sin embargo, las madres y padres también apuntan que el 55.54 % de los niños y niñas lloran más, están más nerviosos (70.17 %), tienden a enfadarse más (74.66 %) y están más tristes (55.83 %). Asimismo, los niños y niñas en algunos casos afirman que se sienten solos porque echan de menos a sus amigos y amigas.</p>
<blockquote>
<p>“Me siento un poco solo porque no estoy con mis amigos, hablamos por videollamada pero no es lo mismo, porque no los veo a todos y no sé, me aburro y me siento solo” (niño, 9 años).</p>
</blockquote>
<p>En un plano más físico se observa que los porcentajes se sitúan en posiciones intermedias, siendo la mayoría quienes dicen que solo practican algo (55.66 %) de deporte o movimiento corporal. Asimismo, las actividades que los niños y niñas están llevando a cabo en casa (por ejemplo, las mencionadas en el apartado anterior) son mayormente sedentarias. </p>
<h2>Abuso de las tecnologías</h2>
<p>A este respecto preocupa especialmente la relación de dependencia creada con las nuevas tecnologías, ya que aunque pueden ser herramientas útiles para mantener el contacto con amigos y amigas o con la escuela, la mayoría de las familias (89.78 %) admite que están abusando de las mismas. Además, a este sedentarismo se le une que la mayoría de las familias opina que sus hijos e hijas comen más (64.72 %), especialmente más chucherías (68.1 %).</p>
<p>Pero, en contraposición, entre las actividades que los niños y niñas echan particularmente de menos están las relacionadas con el movimiento físico, como son correr, jugar, saltar, patinar, el fútbol, montar en bicicleta o estar en contacto con la naturaleza. Y así lo reflejan sus dibujos:</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/335515/original/file-20200516-138644-1qqf8y6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/335515/original/file-20200516-138644-1qqf8y6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/335515/original/file-20200516-138644-1qqf8y6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/335515/original/file-20200516-138644-1qqf8y6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/335515/original/file-20200516-138644-1qqf8y6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/335515/original/file-20200516-138644-1qqf8y6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/335515/original/file-20200516-138644-1qqf8y6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><span class="source">Imagen cedida por las autoras.</span></span>
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<span class="caption">/</span>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/336454/original/file-20200520-152311-1jnp5fj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/336454/original/file-20200520-152311-1jnp5fj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=801&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/336454/original/file-20200520-152311-1jnp5fj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=801&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/336454/original/file-20200520-152311-1jnp5fj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=801&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/336454/original/file-20200520-152311-1jnp5fj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1007&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/336454/original/file-20200520-152311-1jnp5fj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1007&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/336454/original/file-20200520-152311-1jnp5fj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1007&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="attribution"><span class="source">Imagen cedida por las autoras</span></span>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/336456/original/file-20200520-152338-jc80v1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/336456/original/file-20200520-152338-jc80v1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/336456/original/file-20200520-152338-jc80v1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/336456/original/file-20200520-152338-jc80v1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/336456/original/file-20200520-152338-jc80v1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/336456/original/file-20200520-152338-jc80v1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/336456/original/file-20200520-152338-jc80v1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="attribution"><span class="source">Imagen cedida por las autoras</span></span>
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<p>En un plano social, se hizo evidente en todos los apartados de la investigación que los niños y niñas sienten la falta de sus amigos y amigas y el poder jugar con ellos directamente. También añoran a sus familiares, sobre todo a los abuelos y abuelas a los que no están pudiendo ver durante mucho tiempo.</p>
<p>En el plano escolar, aunque mencionaran que tenían muchas tareas y deberes, también afirmaron que echaban muchísimo de menos a sus compañeras y compañeros, al profesorado y a la propia escuela. Por lo tanto, convierten en relevante el señalar que la escuela o el profesorado no son solo instituciones o personas que imparten contenido académico, sino una red emocional y social que los niños y niñas valoran y necesitan. </p>
<h2>Un impacto negativo a diferentes niveles</h2>
<p>Por consiguiente, parece oportuno apuntar a la vista de los resultados que esta situación de confinamiento está teniendo un impacto negativo en los niños y niñas a diferentes niveles: emocional, físico, social y académico. </p>
<p>Por ello, es primordial reparar su bienestar de una manera holística y no centrarse solo en aspectos académicos, impulsando acciones desde las esferas públicas que vayan dirigidas a abordar las diferentes necesidades, tanto sociales como físicas y emocionales. </p>
<p>Es evidente que el contacto directo con los niños y niñas lo tienen ahora las familias, pero esto no nos debe llevar a pensar que como sociedad o como instituciones públicas debamos poner todo el foco del cuidado solo en ellas. En este sentido, también habrá que diseñar planes de formación y recursos formativos inclusivos que se adapten a las nuevas necesidades del alumnado sin dejar de lado a los más vulnerables</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/138780/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Naiara Berasategui Sancho recibe fondos de KideOn Grupo de investigación del Gobierno Vasco.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Nahia Idoiaga Mondragon recibe fondos de KideOn Grupo de investigación del Gobierno Vasco.</span></em></p>Un equipo de investigadores ha estudiado cómo viven niños y niñas el confinamiento. Muchos coinciden en que se encuentran solos sin sus amigos, echan de menos a los abuelos, a sus profesores y sueñan con moverse libremente en espacios abiertos.Naiara Berasategui Sancho, Profesora Universidad del País Vasco, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaNahia Idoiaga Mondragon, Profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1383742020-05-13T20:06:10Z2020-05-13T20:06:10ZAbuelos y nietos: ¿una relación confinada?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/334675/original/file-20200513-156629-cpku40.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=574%2C5%2C1342%2C899&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/grandmother-grandchild-respiratory-masks-plays-window-1727604175">Alonafoto / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Si existe el amor incondicional, un contexto en el que podríamos llegar a encontrarlo es el de las relaciones familiares. No necesariamente ni siempre ni en todas, pero sí en algunas, especialmente las que vinculan a abuelos/as y nietos/as.</p>
<p>En las últimas décadas, especialmente durante el último tercio del siglo XX, se han producido una serie de cambios sociales que han derivado en la reestructuración de las unidades familiares. </p>
<p>La incorporación de forma definitiva de la mujer al mercado laboral en España, la tasa creciente de separaciones y divorcios, el aumento e integración de los distintos modelos familiares (monoparentales, homoparentales, etc.), junto con la insuficiente disposición de servicios sociales que ayuden de forma efectiva a la conciliación familiar han sido algunos de estos cambios. ¿Quién podrá ocuparse de los más pequeños?</p>
<h2>Hasta cuatro décadas de convivencia</h2>
<p>El aumento de la esperanza de vida ha permitido que los abuelos puedan llegar a convivir con sus nietos hasta cuatro décadas. Esto les convierte en los candidatos perfectos a ocupar un papel central en la mencionada reestructuración familiar, especialmente en lo que compete <a href="https://www.uv.es/melendez/envejecimiento/abuelosnietos.pdf">al cuidado y crianza de los nietos</a>. </p>
<p>Los abuelos han pasado a desempeñar funciones tan cruciales con sus nietos como educarles, ser agentes de socialización, ser transmisores de valores y de la historia y tradiciones familiares, mediar entre estos y sus padres, jugar con ellos, ejercer de modelo, ser confidentes y, algo fundamental que en el momento actual adquiere mucha relevancia: intervenir en tiempos de crisis ofreciendo <a href="https://www.researchgate.net/publication/330293118_Relaciones_Abuelos-nietos_Una_aproximacion_al_rol_de_abuelo">apoyo psicológico, económico y social</a>.</p>
<p>Vivimos en situación de crisis desde hace un par de meses. Una crisis sanitaria provocada por un virus para el que no existe hasta el momento un tratamiento efectivo ni vacunas preventivas. Una situación que nos ha obligado a cambiar la forma de vida restringiendo buena parte de nuestras libertades. Una de ellas, la de reunión, la de mantener un contacto físico próximo con las personas que queremos ante el confinamiento en nuestros hogares. Un estado de reclusión y aislamiento forzosos que generan, y van a generar, una serie de consecuencias emocionales y relacionales.</p>
<h2>Sentimientos de soledad en los mayores</h2>
<p>En la población de mayor edad <a href="https://www.bps.org.uk/sites/www.bps.org.uk/files/Policy/Policy%20-%20Files/Responding%20to%20the%20coronavirus%20-%20psychological%20impact%20on%20older%20people.pdf">el aislamiento puede producir sentimientos de soledad</a>, sentimientos que en diversas investigaciones han mostrado tener un impacto sobre <a href="https://www.researchgate.net/publication/338408200_The_value_of_maintaining_social_connections_for_mental_health_in_older_people">la salud física y mental</a> y sobre el riesgo que suponen de derivar en <a href="https://www.thelancet.com/pdfs/journals/lanpub/PIIS2468-2667(19)30230-0.pdf">depresión y ansiedad</a>.</p>
<p>Centrándonos en quienes ejercen el rol de abuelos, vemos que, añadidos a las reacciones emocionales anteriores, pueden aparecer los sentimientos de ambivalencia que a su vez generan mucha ansiedad. Por una parte, existe el miedo objetivo a enfermar teniendo contacto con otras personas (también sus nietos) y, por otra, el deseo y, en algunos casos, la importancia, de estar y compartir con los nietos para cubrir las necesidades afectivas y cumplir la función, antes mencionada, de hacer de pilar en momentos de crisis.</p>
<h2>Miedo a ser contagiados</h2>
<p>En relación al miedo a ser contagiados, aunque todavía <a href="https://dontforgetthebubbles.com/wp-content/uploads/2020/05/COVID-data-8th-May.pdf">no está claro el papel que juegan los menores</a> como transmisores del virus, sí existe evidencia de que les afecta mucho menos que a las personas de edad avanzada. Según datos extraídos de la revista <em><a href="https://www.redaccionmedica.com/secciones/sanidad-hoy/coronavirus-mortalidad-inferior-1-en-pacientes-con-menos-de-60-anos-6396">Redacción Médica</a></em>, el 95 % de las muertes por coronavirus corresponden a pacientes de más de 60 años. </p>
<p>Luego el miedo, en este caso, cumple su función protectora (asegurar la supervivencia) y moviliza haciendo que se tomen medidas como el confinamiento, la más segura en este momento. Pero este miedo se debate con los miedos anticipados en relación al hecho de no atender a las funciones del rol de abuelo descritas anteriormente, especialmente en este momento de crisis y sus consecuentes efectos tanto a nivel físico como emocional en la familia. </p>
<h2>Supervivencia y protección</h2>
<p>La incertidumbre está servida: ¿qué debería prevalecer? Se confronta la propia supervivencia frente a la protección de los seres más queridos. Incertidumbre que se suma a la derivada de la propia situación de crisis: ¿cuándo vamos a poder desconfinarnos?, ¿cómo será la famosa “nueva normalidad”?, ¿nos gustará? ¿cumplirá nuestras expectativas?, ¿nos llenará? Son preguntas que generan ansiedad y, en caso de obtener una respuesta negativa, pueden llevar a un sentimiento de tristeza, inutilidad y una sensación de desesperanza.</p>
<p>Cierto es que <a href="http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/enred-indicadoresbasicos2019.pdf">“abuelos”</a> es una categoría que incluye a un extenso y heterogéneo número de personas con niveles de implicación en dicho rol, de vulnerabilidad y recursos muy distintos. </p>
<p>Disponer de una red social potente, tener un buen estado físico y de salud, tener capacidad de adaptación en general y haberse adaptado al uso de las nuevas tecnologías pueden ser en estos momentos variables clave para minimizar la soledad y seguir disponiendo de los beneficios que aportan los nietos: ayudar a romper la rutina y ofrecer la oportunidad de vivir experiencias y sentimientos nuevos. </p>
<p>En definitiva, los nietos contribuyen a aumentar el estado de ánimo y la autoestima que a largo plazo puede suponer un incremento en la esperanza de vida.</p>
<h2>Un paréntesis para oxigenarse</h2>
<p>Quizás no siempre sea de este modo. En los casos en que el límite de las responsabilidades en el rol de abuelos no está bien definido y su nivel de implicación llega a exceder los recursos que tienen disponibles, la separación provocada por el confinamiento ha podido suponer a corto plazo una descarga importante de responsabilidades y con ello haber generado una sensación de alivio y descanso. </p>
<p>A veces, estas vivencias pueden ser desconcertantes y llegar a generar sentimientos de culpa cuando, en realidad, un paréntesis puede oxigenar y recargar baterías en la relación.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/138374/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Gemma Balaguer Fort no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Una de las caras más duras de esta pandemia está siendo la separación de abuelos y nietos. La soledad de los mayores, alejados de sus seres queridos, puede causarles graves problemas emocionales. Sin embargo, también puede suponer un momento para descansar y fortalecer la relación de familia.Gemma Balaguer Fort, Profesora del Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología. Psicóloga y Supervisora en la Unidad de Terapia de Conducta, Universitat de BarcelonaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1338812020-03-18T20:37:35Z2020-03-18T20:37:35ZTeleacompañamiento en tiempos de coronavirus y… soledad<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/321010/original/file-20200317-60894-1mwfg9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=14%2C0%2C4970%2C3323&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/thoughtful-serious-anxious-mature-senior-woman-1617269386"> AimPix / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>El estado de alarma decretado en España es, sin duda, uno de los acontecimientos más excepcionales que nos ha tocado vivir en los últimos tiempos. El confinamiento en nuestras casas supone una medida de contención imprescindible para proteger nuestra salud. Sin embargo, en tiempos de clausura, la población más vulnerable se enfrenta no solo a riesgos para la salud física, también a importantes riesgos psicosociales.</p>
<p>La sintomatología del COVID-19 y sus vías de contagio han dado lugar a numerosas recomendaciones sanitarias de prevención (higiene de manos, distancia de seguridad, etc.). También han definido colectivos que, por razones físico-biológicas (edad, pluripatologías y enfermedades respiratorias, entre otras) presentan un mayor riesgo de padecer la enfermedad en su modo más agresivo.</p>
<p>Pero no acaba ahí la cosa. Como en otras situaciones de aislamiento, pronto conoceremos los costes psicológicos y emocionales de estas inevitables medidas. Después de todo, no hay que olvidar que existe otro factor de riesgo importante para la salud: la soledad. </p>
<h2>La soledad nos puede matar</h2>
<p>A estas alturas contamos con suficiente <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0190033">evidencia científica</a> para tomarnos muy en serio este factor de riesgo y de mortalidad. Para más inri, la soledad afecta a las funciones <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25554219">cognitivas</a>, provoca <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22487148">depresión</a> y se relaciona con una alta tasa de <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11326767">suicidios</a>. Por el contrario, el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16648391">sentimiento de pertenencia</a> protege la salud de las personas mayores.</p>
<p>Los últimos datos de la Encuesta Continua de Hogares (<a href="https://www.ine.es/prensa/ech_2018.pdf">ECH</a>) del Instituto Nacional de Estadística (2019) revelan que 4,7 millones de personas viven solas en España. De esta cifra, 2.037.700 (un 43,1%) tienen 65 o más años, y de ellas, 1.465.600 (un 71,9%) eran mujeres. Por lo tanto, estamos ante un número de personas que a su perfil de riesgo sanitario le suman un riesgo social que hace más complejo superar este periodo de cuarentena.</p>
<p>Por otro lado, la soledad es un sentimiento que no solo viene marcado por el tipo de residencia. Es decir, también se puede sentir soledad a pesar de vivir “acompañado”. Así lo mostró el <a href="https://www.axa.es/documents/1119421/2495806/RESUMEN+EJECUTIVO-Soledad-Espa%C3%B1a.pdf/6f84956e-4485-4373-8776-dac1bf48fe43">Informe de Soledad en España,</a> realizado en 2015. Este informe alertaba de un riesgo creciente de sentimiento de soledad entre la población española que venía en parte definido por una dinámica social cada vez más individual, con un incremento del uso de las tecnologías y nivel creciente de actividad virtual. </p>
<p>En esta línea, otros estudios señalan que tanto las personas mayores como las personas desempleadas que viven solas (y con bajos recursos económicos) tienen una salud percibida inferior a la media. Lo que es peor, quienes viven insatisfechos por el escaso contacto con familiares y amigos son considerados la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22574421">población de mayor riesgo</a>. </p>
<h2>Tecnologías para sentirnos acompañadas</h2>
<p>¿Cómo podemos evitar que todo esto nos pase factura en la nueva situación creada por el estado de alerta por el coronavirus? Por suerte contamos con las nuevas tecnologías que, sin lugar a dudas, marcando este periodo de reclusión domiciliaria, no solo resultan esenciales para desarrollar el teletrabajo en muchos sectores profesionales. Además, las redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea están ayudándonos a comunicarnos con familiares y personas allegadas, a entretenernos e informarnos. </p>
<p>Y si tanto apoyan a las generaciones más jóvenes a superar la actual coyuntura de confinamiento, ¿por qué no también a las mayores? No se puede negar que existen importantes brechas en el uso de las nuevas tecnologías. Sin embargo, estudios recientes concluyen que las personas mayores <a href="http://ci-journal.net/index.php/ciej/article/view/800">se muestran muy abiertas a la aprendizaje del uso de nuevas tecnologías</a>, y que las generaciones más jóvenes tienen un papel fundamental a la hora de facilitar su uso y adopción entre sus mayores.</p>
<h2>Momento para romper la brecha digital de las personas mayores</h2>
<p>De ello podemos extraer dos conclusiones. En primer lugar, que muchos de los beneficios de las TICs que disfrutamos estos días podrían ser también compartidos por la población que, se supone, “llegó tarde” a la revolución digital. </p>
<p>Numerosos <a href="https://www.researchgate.net/profile/Andrew_Campbell7/publication/5431128_Internet_Use_and_Loneliness_in_Older_Adults/links/0deec515bc17554b06000000.pdf">estudios</a> constan que si ponemos las nuevas tecnologías al servicio de las personas podemos luchar contra la soledad. Desde la consulta de fuentes de información veraces hasta el acceso a mensajes de humor que circulan para hacer más pasajero este <em>impasse</em>, todo sirve. Es posible encontrar estudios que animan incluso a impulsar el <a href="https://agelab.mit.edu/sites/default/files/lin_lee_lally_coughlin_2018.pdf">juego virtual</a>, mientras que otros análisis colocan a la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6388289/">comunidad</a>, las redes sociales y el contacto virtual con las personas en el centro del remedio. </p>
<p>En segundo lugar, convendría aprovechar parte del tiempo desocupado impuesto por la situación de confinamiento para motivar e introducir a nuestros familiares mayores en el uso de nuevas tecnologías. De este modo, podremos contribuir a que las redes de solidaridad y acompañamiento telemáticas que estos días se están generando se extiendan también hacia este colectivo. Incluso que se pongan al servicio de la lucha contra la soledad tanto en esta coyuntura como en el futuro más inmediato. </p>
<p>El teleacompañamiento –sobre todo telefónico– es un recurso ya conocido por entidades que trabajan con población mayor, pero es importante reforzarlo en estos días para superar las secuelas del virus también en lo psicológico. </p>
<p>¿Seremos capaces de frenar, además del virus, la soledad de las personas, especialmente las más vulnerables? Seguro que así será.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/133881/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Lucía Martínez Virto es investigadora de la Universidad Pública de Navarra. Actualmente es la responsable del proyecto de investigación "La percepción de la soledad de las personas mayores en Navarra", liderado por Cruz Roja Navarra y financiado por la Obra Social La Caixa y Fundación Caja Navarra</span></em></p>El confinamiento en nuestras casas supone una medida de contención imprescindible para proteger nuestra salud. Sin embargo, nos enfrenta a riesgos psicosociales, especialmente a los más vulnerables.Lucía Martínez Virto, Departamento de Sociología y Trabajo Social. Área Trabajo Social y Servicios Sociales, Universidad Pública de NavarraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1242972019-11-24T20:38:32Z2019-11-24T20:38:32ZCómo afrontar la soledad no deseada en la vejez<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/302905/original/file-20191121-467-ihovqe.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C8%2C5742%2C3819&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/elder-lady-depression-sitting-alone-room-668565826"> Photographee.eu / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Pensemos en que envejecer acompañados de una soledad no deseada tuviera que ver con las fuerzas centrifugas que la sociedad ejerce sobre las personas mayores, expulsándolas cada vez más lejos. </p>
<p>Esto nos llevaría a creer que envejecer, y además solos, con la escasez de movimiento que se genera, supone llegar a una etapa de la vida cuasi insulsa, contrariada. Sería algo alejado de cualquier paradigma de dignidad y de la belleza que supone vivir más años en un envejecer individual, consentido y deliberado por la propia persona, desde su propia libertad de elección. ¿Es eso correcto?</p>
<h2>¿Qué significa envejecer?</h2>
<p>Si a la visión social del envejecimiento que expulsa y limita le añadimos la soledad no esperada, el peso de este acompañante lo amplía incluso a la claudicación y al silencio de quien se sabe o se siente solo, con la dificultad entonces de detectar o prevenir dicha soledad. </p>
<p>Porque los movimientos de una persona mayor en una soledad no elegida, en cualquier dirección, crean responsabilidades individuales al no concebir que estamos ante un modelo social que “desaloja” al llegar a esta etapa, además de por el estigma social de la soledad.</p>
<p>Considerando que los sentimientos que nos despierta, por no deseados, son los propios de un compañero perverso, seguimos sin concebir el envejecimiento como una oportunidad que tiene que ver con la vida y no con una etapa limitante. </p>
<p>Esto convierte la soledad no deseada en <a href="https://theconversation.com/diagnostico-pandemia-de-soledad-111104">un problema social</a>, por la provocación que supone saberla y no detectarla en fases más tempranas que garanticen una vida plena que no nos haga llegar a envejecer en soledad siendo invisibles.</p>
<h2>Vivir bien, más que vivir mucho</h2>
<p>Quizás es ahora cuando la reflexión nos debe recordar que no es cuestión de vivir mucho, sino de vivir bien. De modificar las fuerzas que ejercen acciones centrífugas que generan soledad en esta etapa y madurar. Para detectar el presente de la persona mayor se necesita reunir la identidad de la persona a lo largo de toda su vida.</p>
<p>La inquietud ante una vejez en soledad nos puede llevar a pensar en un vacío, en la pérdida del sentido. Ninguno de nosotros está preparado para la dificultad que nos transforma en vulnerables cuando no somos capaces por nosotros mismos de dar respuesta al problema. ¿Quién se prepara para vivir la vejez en una situación de soledad no deseada como problema principal? ¿Quién se imagina mayor y solo y cómo explicarlo? </p>
<p>Ya se reflejaba este miedo en <em><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_rey_Lear">El Rey Lear</a></em> de William Shakespeare, donde el protagonista, que siempre confió en su propio poder para afrontar la vida en la ilusoria invulnerabilidad a través del tiempo, ve con terror la falta de control y la necesidad de los demás en esta etapa. </p>
<h2>¿Y si no tenemos a nadie?</h2>
<p>Cuando las redes primarias no amortiguan el ajuste y no existen más redes de apoyo, aparece la soledad. Cuando una persona aislada observa y contempla la situación que vive, le es difícil discernir si se ha vuelto más aislada, más inoportuna para relacionarse o si los apoyos que logra son significativos para esta etapa, dentro de la visión total de su vida… </p>
<p>Y aparecen de nuevo las fuerzas que expulsan por aislamiento, cuando “el aislado”, por ser mayor, primero fue expulsado.</p>
<p>Transformar la realidad de la soledad no deseada es parte del envejecer con sentido, y forma parte del desarrollo de la sociedad. Esta, por su parte, debe dejar de lado las generalizaciones descriptivas sobre cómo prevenir o actuar ante estas situaciones.</p>
<p>Como sabemos poco sobre lo que resulta excepcional en esta etapa y sobre lo que no, cuando nuestro conocimiento en cualquier área muta a cada instante, parece prudente ser sencillamente específicos en la atención de las distintas formas de envejecer y abordar lo que da sentido a envejecer con dignidad. </p>
<p>Observar la soledad no deseada desde la generalidad no brinda respuestas sociales sustantivas, sino medidas que arrollan la dignidad y lo consentido, porque nos igualan.</p>
<p>Es la dignidad la que hace a los individuos resistentes a todo en cualquier etapa. Es <a href="https://theconversation.com/el-desafio-de-vivir-la-vejez-con-dignidad-99259">la dignidad ante la soledad no deseada</a> la que se erige como principio humanista que orienta la detección desde una visión del envejecer no utilitarista, la que se opone a legitimar la protección social ante la soledad no querida, por resultados ventajosos para la mayoría social, pensando que la individualidad daña la rentabilidad económica y social de las políticas de protección social.</p>
<p>El problema de la soledad no deseada en la vejez es que las historias conocidas son demasiado escasas y poco visibles para que nos hagan ver la variedad de partida en la vida de todos nosotros y el momento de llegada a la soledad. Son estas, por tanto, pocas historias para <a href="https://theconversation.com/justino-un-analisis-de-la-tercera-edad-105354">hacernos dudar de las responsabilidades del modelo de sociedad en el que vivimos</a> y poder ver que expulsa por mayor y silencia por el estigma social que supone estar solos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/124297/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Rosa Gómez Trenado no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Seguimos sin concebir el envejecimiento como una oportunidad que tiene que ver con la vida y no con una etapa limitante.Rosa Gómez Trenado, Profesora de Trabajo Social, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1262352019-11-03T20:38:33Z2019-11-03T20:38:33Z‘Joker’ o las máscaras del descontento<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/299691/original/file-20191031-187907-1nm9rzn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C0%2C2038%2C1149&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Joaquin Phoenix como el Joker. </span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.warnerbros.es/joker#">Warner Bros</a></span></figcaption></figure><p><a href="https://www.warnerbros.es/joker#"><em>Joker</em></a>, la película galardonada con el <a href="https://www.efe.com/efe/espana/cultura/joker-de-todd-phillips-leon-oro-la-76-mostra-venecia/10005-4059006">León de Oro</a> en Venecia y que fue la <a href="https://www.efe.com/efe/espana/cultura/joker-ganadora-del-leon-de-oro-en-venecia-filme-sorpresa-zinemaldia/10005-4070876">Perla sorpresa del Zinemaldia</a> de 2019, ha resultado ser una cinta muy polémica por poner encima de la mesa temas muy complejos. El filme plantea problemas de gran calado, que desafortunadamente son muy actuales, como por ejemplo la soledad y el engaño, los trastornos mentales y la confusión del mundo real con el imaginario, las noticias falsas y el fingimiento continuo, el desprecio hacia lo diferente y los estallidos de violencia social. </p>
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<figcaption><span class="caption">Tráiler de <em>Joker</em>.</span></figcaption>
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<p>Durante dos horas nos hace meternos en la piel del personaje y experimentar su inquietante desazón, acompañados de una excelente banda sonora. Repasemos algunas de las cuestiones que sugiere. </p>
<h2>Precariedad y malestar social</h2>
<p>Una subida en el precio del combustible o en el billete de metro pueden ser las gotas que desbordan los vasos del descontento, provocando repentinas revueltas, como testimonian lo sucedido en Francia con el movimiento de <a href="https://theconversation.com/las-dos-caras-de-los-chalecos-amarillos-108631">los chalecos amarillos</a> o en ese Chile que merced al golpe de Pinochet sirvió como <a href="https://theconversation.com/chile-sin-soluciones-inmediatas-para-un-estallido-anunciado-125571">laboratorio a la economía ultra-neoliberal</a> expandida luego por doquier. </p>
<p>Corren malos tiempos para <a href="http://www.adolescenciayjuventud.org/que-hacemos/monografias-y-estudios/ampliar.php/Id_contenido/126984/tipo/6/">las expectativas de los más jóvenes</a>, condenados en general a vivir peor que sus padres y a sufrir las imposiciones de un mercado laboral cuya inherente precariedad les hurta hacer planes vitales como el emanciparse o tener hijos. </p>
<p>Todo ello hace que <a href="https://www.ine.es/prensa/mnp_prensa.htm">la tasa de natalidad merme</a>, mientras que los avances médicos propician un progresivo envejecimiento de la población. Una bomba de relojería que la más insignificante chispa puede activar en cualquier momento.</p>
<h2>La confusión de la realidad con el mundo virtual</h2>
<p>En <em>Joker</em>, un antihéroe inspirado en los cómics de Batman, sin habérselo propuesto para nada, se convierte en el detonante de una violenta insurrección social y cosecha emuladores que le idolatran, al salir en televisión cometiendo un asesinato ante las cámaras. </p>
<p>La urbe donde vive tal personaje se parece mucho al Nueva York de <em>Taxi Driver</em> y por desgracia también a cualquiera de las grandes ciudades europeas, pobladas por gentes que desconfían de cuanto no sea homogéneo y con una empatía que brilla por su ausencia. Entre otras cosas porque se tiende a confundir la realidad con el mundo digital. </p>
<p>Resulta llamativo que, al presenciar una u otra desgracia, algunas veces en lugar de auxiliar a las víctimas, la reacción instintiva sea sacar el móvil para grabarlo y subirlo a las redes, por no mencionar que a veces dicha grabación es la motivación misma del incidente.</p>
<h2>El éxito de los antihéroes</h2>
<p>Pensemos en el éxito cosechado por <em>La casa de papel</em>, una serie donde los ladrones echan un pulso al sistema y se ven aclamados por la multitud, en la estela del mito de Robin Hood, cuando distribuyen entre los transeúntes una parte del dinero robado con gran ingenio y audacia. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/299696/original/file-20191031-187938-8t2n27.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/299696/original/file-20191031-187938-8t2n27.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/299696/original/file-20191031-187938-8t2n27.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=371&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/299696/original/file-20191031-187938-8t2n27.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=371&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/299696/original/file-20191031-187938-8t2n27.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=371&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/299696/original/file-20191031-187938-8t2n27.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=466&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/299696/original/file-20191031-187938-8t2n27.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=466&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/299696/original/file-20191031-187938-8t2n27.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=466&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Fotograma de la serie <em>La Casa de Papel</em>.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Netflix</span></span>
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<p>Los integrantes de la banda del Profesor utilizan unas máscaras dalinianas que nos recuerdan a las adoptadas por el movimiento <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Anonymous">Anonymous</a> y, por lo tanto, a la máscara utilizada en la película <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/V_for_Vendetta_(pel%C3%ADcula)"><em>V de Vendetta</em></a>. El descontento social se deja seducir fácilmente por quienes pueden hacer frente al poder establecido. Especialmente, cuando en principio rehúyen causar daño, como sería el caso real de aquellos piratas informáticos que aciertan a desvalijar grandes consorcios empresariales tocando unas cuantas teclas.</p>
<h2>Los caudillos desde la óptica de Cassirer</h2>
<p>Lo malo es que tales personajes de ficción no suelen tener sus correlatos entre la gente real y ese descontento social se ve capitalizado por los demagogos, tal como Ernst Cassirer nos hace ver de modo magistral en <a href="https://books.google.es/books/about/El_mito_del_estado.html?id=4PdpMwEACAAJ&source=kp_book_description&redir_esc=y"><em>El mito del Estado</em></a>, a propósito del ascenso de Hitler al poder. </p>
<p>Obviamente, su diagnóstico no conoce fronteras geográficas ni barreras temporales, porque los caudillos no dejan de proliferar cuando se degradan las condiciones económicas y los derechos más elementales hacen mutis por el foro junto al bienestar social. </p>
<p>Cuando el anhelo de caudillaje alcanza una fuerza imparable y se desvanece toda esperanza de cumplir los anhelos colectivos por una vía ordinaria –señala Cassirer–, ese deseo se personifica bajo una forma concreta, política e individual. Los vínculos anteriores de la sociedad –tales como la ley, la justicia o la constitución— se invalidan y sólo resta el poder místico del caudillo, cuya autoridad se impone como la suprema ley.</p>
<h2>La demagogia de toda supremacía</h2>
<p>Quienes apuntalan ese tipo de liderazgos devienen <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Taumaturgo">taumaturgos</a> que administran ese credo como maestros de la propaganda política y saben acuñar nuevas palabras o trastocar el significado de las antiguas para emplearlas como palabras mágicas destinadas a estimular determinadas emociones. </p>
<p>El hábil empleo de tales palabras mágicas acaba desfigurando la realidad y sus mentiras o bulos terminan imponiéndose a la más palmaria evidencia de los hechos. </p>
<p>Por supuesto se buscan unos cuantos chivos expiatorios para endosarles el origen de todos los males. En un momento dado pueden ser los judíos y en otro los masones, los rojos, los homosexuales, los foráneos o cuanto sea diverso en uno u otro aspecto, colectivos a los que se despoja por completo de su humanidad para cosificarlos desde una perspectiva supremacista, tras la cual se oculta normalmente algún complejo de inferioridad individual o colectivo.</p>
<h2>El pensar por cuenta propia preconizado por Kant</h2>
<p>Desde luego, la mejor vacuna contra el virus del totalitarismo practicado por los partidarios de una u otra supremacía es lo que propone Kant en <a href="https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3171408.pdf"><em>¿Qué es la Ilustración?</em></a>: aprender a pensar por cuenta propia, sin ceder nunca esa responsabilidad a los tutores que muy voluntariamente se propongan hacer tal cosa por nosotros, puesto que la libertad no es un don, sino la más ardua tarea que nos podemos proponer. </p>
<p>En medio de las grandes crisis político-sociales, “da la impresión”, advierte Kant en <a href="https://www.uv.mx/cpue/coleccion/N_3738/E%20Kant%20conflicto%20facultades.pdf"><em>El conflicto de las facultades</em></a>, “de que la gente anhelara encontrar una suerte de adivino, un hechicero familiarizado con lo sobrenatural. Si alguien es lo bastante osado como para hacerse pasar por taumaturgo, este puede acabar conquistando a la masa y hacerle abandonar con desprecio el bando de la filosofía, la cual debe oponerse públicamente a tales taumaturgos para desmentir esa fuerza mágica que se les atribuye de un modo supersticioso y rebatir las observancias ligadas a ella”.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/126235/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Roberto R. Aramayo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La película ganadora del León de Oro 2019 plantea problemas muy actuales: la soledad, los trastornos mentales, el desprecio hacia lo diferente y los estallidos de violencia social.Roberto R. Aramayo, Profesor de Investigación IFS-CSIC. Historiador de las ideas morales y políticas, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1144002019-06-12T19:19:33Z2019-06-12T19:19:33Z¿Estamos más solos a pesar de estar más conectados?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/279147/original/file-20190612-32331-1nkchof.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C6%2C4115%2C2731&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/woman-negative-surprised-face-looking-something-771061165"> Dragana Gordic / shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Nunca antes hemos estado tan conectados. Las redes sociales pueden fortalecer relaciones preexistentes y permiten establecer nuevas conexiones. Sin embargo, un uso excesivo <a href="https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/0890117118824196?journalCode=ahpa;%20https://www.ajpmonline.org/article/S0749-3797(17)30016-8/fulltext">puede hacer que nos sintamos más solos</a>.</p>
<h2>La amenaza de la soledad no deseada</h2>
<p>En España, el 92% de las personas tiene un <em>smartphone</em> y lo usa principalmente para comunicarse por mensajería instantánea con aplicaciones como WhatsApp. Nos comunicamos más con nuestros familiares y amigos <a href="https://www.fundaciontelefonica.com/arte_cultura/publicaciones-listado/pagina-item-publicaciones/itempubli/655/">por mensajería instantánea que cara a cara</a>. De hecho, <a href="https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/0265407519836170?journalCode=spra">dedicamos cada vez más tiempo a la interacción con medios digitales</a>. A pesar de ello, una de cada tres personas se siente sola. </p>
<p>La soledad no deseada tiene consecuencias negativas para el bienestar y la <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0145264">salud</a>. Cuando es persistente, puede conllevar cambios negativos en nuestros sistemas nervioso, inmune y cardiovascular. La soledad no deseada puede incluso aumentar el riesgo de muerte en la misma medida <a href="https://journals.plos.org/plosmedicine/article?id=10.1371/journal.pmed.1000316">que fumar y más que la obesidad y la inactividad física</a>. </p>
<h2>Entonces, ¿es mejor el contacto cara a cara que la comunicación virtual?</h2>
<p>Un pilar esencial en la felicidad son las relaciones sociales. Las personas que tienen más interacciones sociales cara a cara <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3150158/">están más satisfechas y tienen un mejor estado de salud</a> en comparación con aquellas con una red social limitada. Por su parte, la comunicación mediante plataformas digitales nos permite expresarnos y construir comunidad, pero parece tener un <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s10902-016-9808-z">efecto negativo sobre el bienestar en personas que no disponen de una red de apoyo social</a>.</p>
<p>Aplicaciones como WhatsApp nos permiten conectar con cualquier persona en cualquier momento. Sin embargo, el mensaje es más simple y perdemos los matices de tono de voz y expresión facial presentes en la comunicación cara a cara, fundamentales para un adecuado intercambio social. Además, parece existir un sesgo positivista en las comunicaciones virtuales, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6256717/">exponemos más los aspectos positivos que los negativos</a>, por tanto, tenemos la impresión de que <a href="https://www.liebertpub.com/doi/pdf/10.1089/cyber.2011.0324">los demás tienen mejores vidas y son más felices</a>. Todo esto puede generar altos niveles de ansiedad. Las experiencias negativas en redes sociales, una autoestima baja o una red de apoyo limitada podrían ser algunos de los factores que explicarían estos resultados.</p>
<p>Si nos fijamos en los distintos grupos de edad, los efectos de las redes sociales parecen ser diferentes. Relacionarse exclusivamente a través de Facebook o utilizarlo de forma continuada podría crear dependencia y <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.006984">disminuye el bienestar</a> en los más jóvenes. </p>
<p>Las personas mayores también hacen un uso frecuente del <em>smartphone</em>. Sin embargo, <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/gps.4241">no se ha encontrado hasta el momento una relación</a> entre usar redes sociales y soledad no deseada en este grupo de edad. Esto puede ser debido, como afirma la psicóloga de Standford <a href="https://psycnet.apa.org/record/1999-10334-001">Laura Carstensen</a>, a que las personas cambian su perspectiva temporal a medida que envejecen. Esto hace que cambien sus objetivos y se hagan más expertas en manejar sus emociones, centrando más su atención a los aspectos positivos y la calidad de los intercambios sociales. </p>
<h2>¿Pueden ser útiles las redes sociales para disminuir la soledad no deseada?</h2>
<p>Las intervenciones basadas en plataformas sociales virtuales podrían suponer una oportunidad para conectar y vencer barreras de comunicación. También pueden disminuir el aislamiento y la soledad no deseada que sufren algunos individuos. Es el caso de las personas de edad avanzada que viven solas en sus hogares y disponen de apoyos limitados. Algunos <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1111/jcc4.12183">estudios</a> afirman que el contacto a través de redes sociales virtuales no parece estar desplazando el contacto cara a cara sino reforzándolo.</p>
<p>En un <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28958209">trabajo reciente</a>, Jennifer Chipps y su equipo de investigación revisaron la efectividad de programas basados en tecnologías digitales para reducir el aislamiento social en personas mayores. Gran parte de estas intervenciones se dirigían a fortalecer vínculos sociales preexistentes y aumentar las oportunidades para el intercambio social. Sin embargo, los autores señalan que la heterogeneidad de las intervenciones y la falta de rigor metodológico de algunos programas no permiten establecer conclusiones sólidas.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/279144/original/file-20190612-32342-1n18vvf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/279144/original/file-20190612-32342-1n18vvf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/279144/original/file-20190612-32342-1n18vvf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/279144/original/file-20190612-32342-1n18vvf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/279144/original/file-20190612-32342-1n18vvf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/279144/original/file-20190612-32342-1n18vvf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/279144/original/file-20190612-32342-1n18vvf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Saber desconectar en determinados momentos puede ser una poderosa estrategia para beneficiarse de ciertas dosis de soledad deseada.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/woman-using-mobile-phone-text-messaging-1290397399">igorstevanovic / shutterstock</a></span>
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<h2>¿Hemos perdido la capacidad de disfrutar de la soledad?</h2>
<p>Nuestro día a día transcurre en un mundo hiperconectado. La conectividad constante <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0747563215004744">puede disminuir nuestro rendimiento</a>. Podríamos pensar que, a medida que nos acercamos a la vida de los demás, corremos el peligro de alejarnos de nosotros mismos. </p>
<p>Estar solo no implica necesariamente un sentimiento negativo y en ocasiones puede ser necesario o beneficioso. La soledad deseada fomenta nuestra capacidad para conocernos a nosotros mismos, para reflexionar acerca de nuestra forma de pensar, sentir y actuar. A través de la soledad deseada también surge la creatividad. Es, en definitiva, <a href="https://www.edmilenio.com/esp/el-arte-de-saber-estar-solo.html">un motor para el crecimiento personal</a>. </p>
<p>En la última década ha habido un aumento del tiempo que los adolescentes dedican a usar pantallas en <a href="https://s3.amazonaws.com/happiness-report/2019/WHR19.pdf">Estados Unidos</a>. El uso de pantallas ha desplazado el tiempo que antes ocupaban otras actividades como leer, participar en actividades religiosas e incluso dormir. Actividades que podían facilitar en mayor medida tener un espacio para reflexionar, dedicar tiempo a uno mismo y disfrutar de la soledad. </p>
<p>Pero hace falta todavía más investigación para saber hasta qué punto las redes sociales son una barrera para disfrutar de la soledad deseada, quiénes son las personas que más afectadas se ven por este fenómeno y qué podemos hacer para conseguir encontrar momentos de encontrarnos con nosotros mismos. Todo apunta a que controlar nuestra conectividad y poder y saber desconectar en determinados momentos puede ser una poderosa estrategia para poder beneficiarse de ciertas dosis de soledad. </p>
<h2>Redes sociales sí, pero utilizadas de forma adecuada</h2>
<p>El uso excesivo o inadecuado de las redes sociales está relacionado con la soledad no deseada, pero no es el principal causante de la misma. Otros aspectos como el individualismo, el anonimato de las grandes ciudades, o la tendencia a vivir en hogares unipersonales pueden contribuir a la soledad no deseada en mayor medida.</p>
<p>Las plataformas digitales podrían funcionar como herramientas eficaces para el intercambio social constructivo pero también pueden hacernos más difícil encontrar momentos para estar realmente a solas con nosotros mismos. Limitar el tiempo de uso y priorizar la interacción cara a cara frente a la conexión virtual pueden llevar a una mejora significativa del bienestar.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/114400/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Nunca antes hemos estado más conectados. Las redes sociales pueden fortalecer relaciones. Sin embargo, un uso excesivo puede hacer que nos sintamos cada vez más solos.Marta Miret, Profesora de Psicología Médica, Universidad Autónoma de MadridElvira Lara Pérez, Psicóloga. Investigadora postdoctoral, Universidad Autónoma de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.