Convencer a alguien de que una teoría conspiranoica no es cierta tiene menos que ver con los hechos o la evidencia y más con la empatía y el establecimiento de un espacio compartido.
La mezcla agitada de una epidemia letal de consecuencias imprevisibles con una fuente inagotable de internautas adictos a las interpretaciones desenfrenadas se ha convertido en un cóctel explosivo.
Teorizar con una fuga en el laboratorio de Wuhan, en China, puede dar credibilidad a otras hipótesis que también giran en torno a un origen de laboratorio para el coronavirus.
Uno de cada cinco españoles cree que el coronavirus es un arma biológica diseñada por científicos para acabar con los derechos de los ciudadanos y establecer un sistema autoritario.
La maquinaria de vacunación ya está en marcha. Una buena noticia, pero también conviene empatizar con quienes necesitan que se les aclaren aspectos importantes antes de vacunarse. Este artículo aclara algunas de esas dudas razonables.
Las campañas negacionistas han sido tan rápidas como el virus, con consecuencias letales, pues han hecho que aumente el número de contagiados y de muertos.
Negacionistas, antivacunas, “vendedores de humo” han existido siempre, por mucho que los científicos intentemos contrarrestar este “azote”. Pero durante la pandemia su presencia se ha disparado.
Ridiculizar a quien no confía en el consenso científico puede llevarnos a una disminución de la confianza social. Sin confianza, no hay colaboración. Sin colaboración, no podemos parar la pandemia.
Mientras centenares de científicos en todo el mundo se afanan por encontrar vacunas para la COVID-19, los movimientos antivacunas pueden poner en peligro su credibilidad.
Consumir noticias con más cautela y contrastar la información en distintas fuentes son dos principios básicos para distinguir entre verdad y mentira, una condición básica de la comunicación en democracia.
Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular e investigador del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas I2SysBio (Universitat de València-CSIC), Universitat de València
Científica del CSIC. Bioquímica de Sistemas de la división bacteriana. Comunicadora científica, Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB - CSIC)
Sociólogo: Investigador en COIDESO y Grupo ESEIS. Miembro del Comité de Investigación en Sociología de la Infancia de la FES. Departamento de Sociología, Trabajo Social y Salud Pública, Universidad de Huelva