Los mensajes que lanzamos a los niños para conseguir que obedezcan no siempre son eficaces a medio y largo plazo. Ser concretos en las peticiones y usar el refuerzo positivo intrínseco tiene más recorrido.
El buen comportamiento en el aula no depende solo de la rigidez o el respeto al docente basado en el miedo a castigos. Se puede trabajar la conducta respetuosa con juegos y refuerzos.
A todos nos puede atacar el desánimo y la pereza, especialmente cuando los objetivos se desdibujan o son a medio o largo plazo. La autodisciplina es un aliado que se puede ejercitar.
Alcanzar una situación de silencio en el aula es importante para conseguir que los alumnos se encuentren en una situación óptima para aprender, no solo contenidos, sino también respeto y autorregulación.
Debido a la pandemia de COVID-19, los padres pasan más tiempo de lo habitual con sus hijos, por lo que necesitan más que nunca que la disciplina en casa funcione. Esta técnica suele ser muy efectiva.
Castigar con la exclusión del espacio es una idea muy antigua que ahora se pone de manifiesto con la crisis del coronavirus. El pueblo ordenado y acuartelado se considera una maquinaria disciplinada. Nuestro comportamiento está regulado y nuestra mente, poco a poco, se irá adaptando a ese proceso por un motivo: es lo que se espera de nosotros.
Doctora en Economía y Empresa. Profesora e investigadora del área de Economía Aplicada de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Ciudad Real, Universidad de Castilla-La Mancha