tag:theconversation.com,2011:/au/topics/conciliacion-76856/articlesconciliación – The Conversation2023-10-03T06:40:03Ztag:theconversation.com,2011:article/2134802023-10-03T06:40:03Z2023-10-03T06:40:03Z¿Cómo lograr la conciliación laboral y personal? Estrategias desde la perspectiva neurocientífica<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/551341/original/file-20231002-23-27y6do.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=13%2C13%2C2982%2C1980&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/bored-small-girl-hugging-pensive-weary-1688019730">Evgeny Atamanenko / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Expresiones como “voy a tope”, “vamos de cabeza con todo”, “vivo estresada” o “no me da la vida” son cada vez más frecuentes, especialmente en el contexto laboral. El estrés, que hace una década comenzaba a considerarse “la enfermedad del siglo XXI”, convive en la actualidad con nosotros de tal forma que se ha normalizado. </p>
<p>De hecho, si en el trabajo nos preguntan sobre nuestro estado de ánimo y sentimos “tranquilidad”, es posible que nos dé vergüenza reconocerlo, porque lo habitual sería contestar con alguna frase típica sobre las pocas horas que tiene el día o el poco tiempo que tenemos para nosotros mismos.</p>
<p>Esta sensación de falta de tiempo impacta directamente en nuestra capacidad (o incapacidad) para compaginar las exigencias del trabajo con el disfrute y atención a otras facetas de nuestra vida personal: esto es, para lograr la conciliación entre el ámbito laboral y el personal.</p>
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<figcaption><span class="caption">La autora de este artículo en una entrevista televisiva.</span></figcaption>
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<h2>No sentir estrés es lo raro</h2>
<p>En términos fisiológicos, el estrés supone la puesta en marcha de numerosos procesos internos y también externos por parte de nuestro organismo cuando éste concibe que existe una amenaza real o potencial hacia nuestra <a href="https://doi.org/10.15252/embr.201642195">integridad física o psicológica</a>. </p>
<p>Según el modelo transaccional del estrés, existen varios factores moduladores de esta respuesta en <a href="https://doi.org/10.3389/fpsyg.2021.584333">el equilibrio que realiza nuestro cerebro</a> frente las demandas externas (trabajo, hijos, familia, amigos, ocio, deporte, etc) y los recursos internos (organización, tiempo, motivación, etc). </p>
<p>Este equilibrio debería ser coste–efectivo, pero no siempre es así. En este sentido, la variable tiempo es fundamental. Con un ejemplo lo entenderemos mejor.</p>
<h2>Cuando es imposible la conciliación laboral y personal</h2>
<p>Supongamos que Carlota, de 34 años, trabaja a tiempo completo en una empresa reconocida de marketing y comunicación. Carlota entra a las 9 de la mañana y sale a las 7 de la tarde; tiene dos horas para comer, pero come en el despacho enfrente del ordenador porque no le da tiempo a volver a casa y porque así “adelanta trabajo”. </p>
<p>Carlota tiene la afición de correr maratones y para ello, entrena entre 3 y 4 días a la semana; asimismo, Carlota tiene un bebé de un año y otro niño de 3 años que acaba de empezar el colegio. Carlota los adora. </p>
<p>Además, Carlota tiene una pareja a la que quiere cuidar, amigos con los que le gusta salir, y para colmo, una buena relación con sus padres y sus tres hermanas. Seguro que muchos de vosotros, lectores, ya sabéis cuál es la siguiente pregunta: ¿cómo sobrevive Carlota?</p>
<p>Todos somos o hemos sido Carlota en algún momento. El estrés que se asocia con un <a href="https://doi.org/10.1017/sjp.2014.51">mal manejo de la conciliación</a> personal y laboral conlleva sintomatología física (mareos, dolores de espalda, bruxismo, etc) y psicológica (culpabilidad, tristeza, impotencia, falta de motivación). Y si se mantiene en el tiempo hablaríamos de un <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/19822172/">estrés crónico incapacitante</a> asociado con síntomas de ansiedad y depresión.</p>
<h2>¿Qué ocurre en el cerebro cuando la conciliación provoca estrés?</h2>
<p>Cuando nos encontramos en la situación continua de intentar conciliar el trabajo con la vida personal llegamos al estado de estrés crónico sin apenas darnos cuenta. <a href="https://doi.org/10.31887/DCNS.2006.8.4/bmcewen">Numerosos estudios</a> a partir de técnicas avanzadas de exploración neurológica han demostrado que el estrés crónico especialmente el vinculado con el trabajo y, por tanto, con el hecho de no llegar a una conciliación “sana” produce efectos graves en la estructura y la función cerebral. </p>
<p>En concreto, se ha observado que el estrés crónico conlleva una <a href="https://doi.org/10.1016/j.yfrne.2018.02.001">disminución del tamaño del hipocampo</a>, relacionado con un deterioro cognitivo precoz o una aceleración del mismo en los adultos mayores. Además, se ha comprobado que el estrés crónico también afecta a la expresión emocional incluso a algunos rasgos de personalidad debido a la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3670432/">atrofia del córtex prefrontal e hipertrofía de la amígdala</a> durante este estado continuo de alerta.</p>
<p>Por otra parte, <a href="https://doi.org/10.1016/j.bbr.2016.08.030">estudios recientes</a> han evidenciado que el estrés prolongado produce una reducción dendrítica (una parte de las células nerviosas) en zonas concretas e importantes para la memoria como el hipocampo y la integración sensorial como la corteza orbitofrontal.</p>
<p>Asimismo, los últimos trabajos están mostrando que el estrés crónico no solo altera la estructura del cerebro a partir de la capacidad para modificarse en función de las demandas que tiene este órgano, también llamada <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK557811/">“neuroplasticidad”</a>, sino que simultáneamente se producen cambios en la liberación de <a href="https://doi.org/10.1016/j.heliyon.2023.e13442">ciertos neurotransmisores</a>.</p>
<p>Parece obvio que, con estas consecuencias, todos deberíamos cursar la asignatura de “cómo lograr la conciliación laboral y personal desde un enfoque de bienestar”. En este artículo, vamos a compartir algunas sugerencias para alcanzar el equilibrio entre ambos contextos.</p>
<h2>¿Cómo alcanzar la conciliación personal y laboral con equilibrio y bienestar?</h2>
<p>Aquí proponemos tres estrategias.</p>
<ol>
<li><p>En primer lugar, debemos conocer nuestras necesidades personales y establecer prioridades. Esto implica elaborar una lista semanal con aquellas necesidades que tenemos y asignar en ella tareas para su consecución. Así tendríamos no solo retos laborales propuestos por nuestro supervisor, por ejemplo, sino retos personales que incrementan <a href="https://doi.org/10.3758/s13415-014-0300-0">la motivación y la implicación diaria</a> y van en línea con una conciliación laboral y personal sana.</p></li>
<li><p>En segundo lugar, la planificación del tiempo es fundamental. El tiempo que dedicamos al trabajo está establecido en nuestro contrato laboral; sin embargo, la organización de nuestro tiempo personal no la dicta nadie, sino que es una tarea con nosotros mismos. En este sentido, recomendamos fijar un calendario semanal con horarios más o menos fijos en el que integrar tareas domésticas, gestiones, aficiones, ocio, familia… Todo ello según las necesidades que hayamos establecido.</p></li>
<li><p>Finalmente, poner el foco en uno mismo. Es común que, en el manejo de la conciliación laboral y personal, dediquemos el tiempo a los demás y a tareas externas sin dejar un espacio para nosotros mismos. Nos es más fácil estar en lo externo que en lo interno y esto puede conllevar sintomatología ansiosa-depresiva a largo plazo. Por tanto, resulta imprescindible que dentro del calendario haya espacio para estar con uno mismo aunque sea para P-R-R: “parar”, “respirar” y “reflexionar”. En ese punto el organismo tiene un espacio para sí mismo pudiendo escuchar sus necesidades y enfocar la conciliación desde una perspectiva más pura, sin los <a href="https://doi.org/10.1080/02699930143000518">sesgos que puede ocasionar la ansiedad</a>, por ejemplo.</p></li>
</ol>
<p>En resumen, alcanzar un equilibrio entre la vida laboral y la personal es un hito difícil que se puede lograr con algunas estrategias como las mencionadas, a las que se han de sumar una actitud proactiva y flexibilidad cognitiva como dos variables importantes en este manejo del equilibrio entre lo personal y lo profesional.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=112&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=112&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=112&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=141&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=141&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=141&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<p><em>Este artículo forma parte de una colaboración con Becas Santander, una iniciativa global que ofrece becas, programas y contenidos gratuitos para adultos de cualquier edad. Más información en <a href="https://www.becas-santander.com/">https://www.becas-santander.com</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/213480/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>María J. García-Rubio no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Conciliar no es solo repartir el tiempo entre el trabajo y la familia: se trata de encontrar un equilibrio para no vivir para trabajar, ni tampoco trabajar para vivir.María J. García-Rubio, Codirectora de la Cátedra VIU-NED de Neurociencia global y cambio social - Miembro del Grupo de Investigación Psicología y Calidad de vida (PsiCal) - Profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2126352023-09-06T06:58:39Z2023-09-06T06:58:39ZCómo optimizar la gestión del tiempo en el entorno laboral<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/546222/original/file-20230904-28-hhe1j5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=20%2C16%2C2675%2C1778&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/manager-elegant-suit-sitting-his-workplace-1782673529">Alessandro Pintus/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>En el año 2011 se estrenó la película <a href="https://www.sensacine.com/peliculas/pelicula-180314/"><em>In time</em></a>, dirigida por Andrew Niccol. En ella se describe un futuro distópico en el que el tiempo sirve como moneda de cambio. Desde el punto de vista filosófico es un planteamiento que suscita muchas cuestiones sobre la importancia de un recurso valioso y esencial, cuya gestión pasa a ser vital para el ser humano. </p>
<p>Aunque hoy en día el tiempo no es dinero que se pueda intercambiar, como en <em>In time</em>, nuestro tiempo se valora cada vez más; por ejemplo los días libres sí forman parte de los paquetes de bonificación de muchas empresas. La máxima “el tiempo es oro” se aplica tanto en el entorno laboral como personal, y buscamos equilibrar las demandas de ambos ámbitos. </p>
<p>Mejorar la eficiencia de la utilización de nuestro tiempo en el entorno laboral es la forma más sencilla de ahorrar o ganar tiempo para nuestra vida en general. De la tradicional lista de tareas pendientes vamos pasando a una proactividad en la toma de decisiones: elegimos de manera consciente a qué actividades asignar nuestra energía y qué solucionar para tener mayor impacto en nuestros objetivos.</p>
<h2>Eficiencia, organización y gestión del tiempo</h2>
<p>Pero ¿cómo podemos gestionar el tiempo en el ámbito laboral? Parece una pregunta de simple respuesta, pero no lo es.</p>
<p>Si somos capaces de gestionar nuestro tiempo de manera eficiente podemos mejorar nuestra productividad, y se nos valorará como trabajadores de éxito. Esto no implica necesariamente hacer más horas, ya que si planificamos, organizamos y priorizamos objetivos podemos optimizar el uso del tiempo de una manera mucho más eficiente. </p>
<p>No solo se trata de hacer más en menos tiempo, sino de tomar el control de cómo se invierten los recursos disponibles para obtener los mejores resultados posibles. Conviene plantearse si realmente estamos invirtiendo ese bien tan preciado al que llamamos tiempo en cuestiones de valor, o si estamos derrochándolo al servicio de lo que otros desean que tachemos de nuestras agendas. </p>
<p>Así, nuestro primer objetivo al empezar el día en el trabajo sería gestionar sabiamente el tiempo, ya que ello nos comporta una mayor satisfacción, limita nuestro estrés y nos permite alcanzar un equilibrio entre trabajo y familia o vida personal.</p>
<h2>Definir, jerarquizar: planificar</h2>
<p>Definir y jerarquizar cuáles son nuestros objetivos del día (no queriendo abarcar más de lo que podemos realizar en una jornada laboral) nos permitiría elaborar diferentes estrategias para poder maximizar de manera eficiente nuestro tiempo en el trabajo. Es lo que en psicología llamamos obtener <a href="https://middlesexhealth.org/learning-center/espanol/articulos/satisfacci-n-laboral-c-mo-hacer-que-el-trabajo-sea-m-s-gratificante">un balance gratificante o satisfacción laboral</a>. </p>
<p>Para una correcta planificación hay que tener en cuenta tres estados: inicial, intermedio y final. En el estado inicial cabe <a href="https://riunet.upv.es/bitstream/handle/10251/34359/Mengual%20Recuerda%2C%20A.%20-%20La%20gesti%C3%B3n%20del%20tiempo.pdf?sequence=1">definir de manera clara los objetivos</a>. Tener un objetivo concreto en mente ayuda a priorizar las actividades y a concentrarse en lo que realmente importa.</p>
<p>También en el estado inicial se deberían tener en consideración los efectos positivos que se dan con una correcta planificación del tiempo. Para ello podemos dedicar parte del inicio de la jornada a crear una lista de tareas (<a href="https://tareaswiki.com/el-metodo-to-do-list/"><em>to do list</em></a>); también podemos aplicar la <a href="https://todoist.com/es/productivity-methods/pomodoro-technique">técnica Pomodoro</a> (trabajar durante 25 minutos y descansar 5 minutos) para mantener un enfoque intenso en las tareas y evitar la fatiga mental.</p>
<p>Por último en este estado inicial es fundamental priorizar: no todas las tareas son iguales en términos de importancia y urgencia. Es importante tomar decisiones en cuanto a su categorización o elección. Para ello se pueden utilizar <a href="https://coworkingfy.com/matriz-de-priorizacion/#:%7E:text=Existen%20dos%20tipos%20de%20matriz,de%20proyectos%3A%20simples%20y%20ponderadas.">matrices de priorización</a> o la <a href="https://www.eisenhower.me/eisenhower-matrix/">matriz de Eisenhower</a>.</p>
<h2>Delegar, rechazar y ayudarse</h2>
<p>En el estado intermedio de la planificación es importante no tener miedo de <a href="https://riunet.upv.es/bitstream/handle/10251/34359/Mengual%20Recuerda%2C%20A.%20-%20La%20gesti%C3%B3n%20del%20tiempo.pdf?sequence=1">delegar tareas</a> cuando sea posible. Aprender a confiar en los compañeros y a distribuir la carga de trabajo no solo aligera nuestra carga, sino que también fomenta un ambiente de trabajo positivo y fortalece las relaciones interpersonales. </p>
<p>Es importante <a href="https://psicologoemocionalonline.com/autoestima/aprender-a-decir-no/">aprender a decir no</a> de manera asertiva cuando sienta que está sobrecargado.</p>
<p>Tampoco debemos olvidar que actualmente vivimos inmersos en una era digital en donde existen numerosas <a href="https://lanzadera.es/gestion-del-tiempo-herramientas-consejos/">herramientas tecnológicas</a> diseñadas específicamente para mejorar la gestión del tiempo. Aplicaciones de gestión de tareas, calendarios digitales y herramientas de seguimiento del tiempo que pueden ser grandes aliados en su búsqueda de la eficiencia.</p>
<h2>Revisión y mejoras</h2>
<p>Por último, en el estado final, es importante revisar métodos de gestión del tiempo, identificar lo que funciona y lo que no y mejorar el proceso. La gestión del tiempo en el entorno laboral requiere de un claro enfoque, disciplina y adaptabilidad. A lo que podríamos añadir la motivación: tener claras las razones por las que lo hacemos sin duda revertirá en un resultado positivo.</p>
<p>Al implementar las estrategias y consejos dados anteriormente, se estará dando un primer paso hacia la optimización de la satisfacción laboral, lo que puede conllevar una mejora de la productividad. Porque la cuestión no es hacer más, lo preciso es hacer más invirtiendo menos tiempo, es decir, con un enfoque de economía de esfuerzo. También podremos reducir el estrés y alcanzar un mayor equilibrio entre nuestras responsabilidades laborales y nuestro bienestar personal. </p>
<p>Como añadido final, debemos destacar la importancia de la celebración de los logros, tanto propios como ajenos, y de establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal. </p>
<p>La optimización del tiempo, más que la gestión, pasa por aprender a mirar y no únicamente a ver; por empezar a escuchar por encima de oír, por comprender que cuando decimos a otros sí, nos estamos diciendo a nosotros mismos no, y por caer en la cuenta de que en el momento en que abrimos los ojos, estamos decidiendo en qué invertir el mayor de los tesoros. Somos lo que hacemos, no lo que decimos que vamos a hacer. </p>
<p>La gestión del tiempo es una inversión en nuestro presente y en nuestra calidad de vida.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=112&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=112&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=112&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=141&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=141&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/538010/original/file-20230718-27-qyquvs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=141&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<p><em>Este artículo forma parte de una colaboración con Becas Santander, una iniciativa global que ofrece becas, programas y contenidos gratuitos para adultos de cualquier edad. Más información en <a href="https://www.becas-santander.com/">https://www.becas-santander.com</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/212635/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Albert Miró es miembro de Eserp Digital Business & Law School. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Soraya Oronoz es docende e investigadora de ESERP Digital Business & Law School y en Universidad Rey Juan Carlos.</span></em></p>Ni jornadas maratonianas ni largas listas de tareas: priorizar, delegar, saber decir que no, y dedicar tiempo a la gestión del tiempo nos quita estrés y nos ayuda a equilibrar trabajo y vida personal.Albert Miró, Investigador, UOC - Universitat Oberta de CatalunyaSoraya Oronoz, Dra. En Humanidades, Lenguaje y Cultura., Universidad Rey Juan CarlosLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2045192023-06-05T20:40:17Z2023-06-05T20:40:17ZAprovechar el tiempo mientras se teletrabaja<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/528573/original/file-20230526-15-bo6rdd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C6%2C4658%2C3089&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/woman-using-calendar-app-on-computer-1897399699">Kaspars Grinvalds / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>El porcentaje de personas que teletrabajan es cada vez mayor y esta modalidad laboral, en sus múltiples combinaciones, <a href="https://www.tendencias.kpmg.es/2022/04/consolidacion-trabajo-hibrido-impacto-organizacion/">se ha vuelto habitual</a>, y es la preferida de muchos trabajadores en todo el mundo.</p>
<h2>Beneficios del teletrabajo</h2>
<p>El teletrabajo, cuando es voluntario y moderado (1 o 2 días teletrabajando en una semana laboral de 5 días), tiene una influencia positiva en el desempeño del trabajador, a la vez que reduce sus niveles de estrés y las intenciones de abandono laboral. Esto es así porque el teletrabajo influye en dos aspectos claves para su bienestar: </p>
<ol>
<li><p>Aumenta la autonomía del trabajador; es decir, su capacidad de decidir qué hacer, cómo hacerlo o cuándo hacerlo.</p></li>
<li><p>Mejora la posibilidad de conciliar, aspecto hoy altamente valorado por los trabajadores. </p></li>
</ol>
<p>Sabemos además que si el teletrabajo se intensifica (más de 2 días teletrabajando), se acentúan los beneficios sobre la conciliación, pero a costa de dañar las relaciones <a href="https://psycnet.apa.org/doiLanding?doi=10.1037%2F0021-9010.92.6.1524">con los compañeros de trabajo</a>. Por eso, las combinaciones de 3-2 días o 4-1 de trabajo presencial y de teletrabajo son las más habituales en <strong>las organizaciones de nuestro entorno.</strong></p>
<h2>Organizar la jornada de teletrabajo</h2>
<p>Al igual que el trabajo presencial, el teletrabajo requiere de organización (autoorganización en este caso) para poder sacarle el máximo partido. Si lo que se busca es tener un resultado satisfactorio del teletrabajo, todo lo ya conocido sobre la gestión del tiempo en las organizaciones es aplicable en el contexto del trabajo a distancia. Y por resultado satisfactorio me refiero tanto para el empleado como para la empresa. Al empleado le interesa su bienestar y a la empresa su efectividad o productividad. Las herramientas de gestión del tiempo, bien aplicadas, suelen servir a ambos propósitos.</p>
<p>Una buena gestión del tiempo hace que el trabajador lo emplee mejor, <a href="https://doi.org/10.1108/01409171211238820">enfocándose en las tareas prioritarias</a>. Pero, además de ese resultado aparentemente trivial, la gestión del tiempo también permite a los trabajadores tener una mayor percepción de control sobre su trabajo, influye en un mayor bienestar –en cuanto a la satisfacción con el trabajo y a la satisfacción con la vida en general– y, además, permite reducir los niveles de estrés. </p>
<p>Desde el punto de vista de la organización, la gestión del tiempo <a href="https://doi.org/10.1371/journal.pone.0245066">mejora el desempeño laboral</a> de los trabajadores y reduce la tendencia a la procrastinación. La razón de todos estos efectos descansa, fundamentalmente, en el primero de los elementos mencionados: la percepción de control. Saber gestionar el tiempo hace que experimentemos un mayor control sobre nuestro trabajo.</p>
<h2>Tiempo y trabajo</h2>
<p>El interés por los <a href="https://doi.org/10.1108/00483480710726136">programas de gestión del tiempo</a> no es nuevo, ya existía al menos desde la década de los 50 del siglo pasado, cuando empiezan a proponerse técnicas sencillas, como la elaboración de listas de tareas. Ahora, las técnicas de gestión del tiempo incluyen:</p>
<ul>
<li><p>Establecer objetivos.</p></li>
<li><p><a href="https://theconversation.com/pequenos-genios-funcionan-los-metodos-para-rendir-mas-200800">Planificar las tareas</a> elaborando listas, reservando espacios de tiempo para su ejecución, marcando fechas de finalización y monitorizando su progreso.</p></li>
<li><p>Priorizar las tareas según criterios como su importancia o su urgencia. </p></li>
<li><p>Considerar los ritmos habituales y personales de trabajo.</p></li>
<li><p>Manejar tareas inesperadas, siendo asertivos y capaces de rechazar nuevas tareas que perjudiquen el desempeño de las ya comprometidas.</p></li>
</ul>
<h2>Biorritmo laboral</h2>
<p>Me detengo brevemente en el punto de los ritmos personales. Es muy importante el autoconocimiento para saber a qué horas del día tenemos más energía y realizar en esos tramos horarios las tareas que requieren más esfuerzo. O, si se quiere, se puede ver al revés: realizar las tareas rutinarias y que requieren menos esfuerzo en los periodos en los que sabemos que disponemos de menos energía. </p>
<p>Se sabe que, en general y para los horarios laborales más frecuentes, los trabajadores siguen un patrón de dobleuve invertida en cuanto a la energía. Se comienza la jornada <em>a medio gas</em> para alcanzar un pico de energía unas 2 horas más tarde y luego decaer hacia la hora de la comida por el simple efecto de la fatiga. Tras el receso de la comida, aparece un nuevo ciclo de recuperación, esta vez más corto, hasta que aparece de nuevo la fatiga <a href="https://psycnet.apa.org/record/2019-59611-013">al cerrar la jornada</a>.</p>
<h2>Influencias personales y organizacionales</h2>
<p>Hay que considerar también las características personales propias y el efecto del contexto. La principal influencia personal para una buena gestión del tiempo es un rasgo de personalidad: la responsabilidad. Las personas más responsables organizan mejor su tiempo. Aunque parezca obvio, conviene no olvidar que estamos hablando de rasgos de personalidad, o sea, de diferencias individuales que habrá que aceptar como tales. </p>
<p>En cuanto a las diferencias contextuales, hay que prestar atención a las normas del grupo de trabajo y a la propia cultura organizacional. Generar equipos y organizaciones con culturas favorables a la gestión del tiempo es algo en lo que se podrá incidir de manera significativa, por ejemplo, a través del ejemplo que ofrecen los líderes de la organización.</p>
<h2>¿Y cuando el trabajador no tiene autonomía en su trabajo?</h2>
<p>Pretender conseguir todos los efectos positivos de los programas de gestión del tiempo en contextos en los que no se dota de autonomía al trabajador es esperar milagros. La autonomía ha de ser siempre una opción: es la forma de contar con la voluntad del trabajador para, junto con el acceso a herramientas del gestión del tiempo, hacer que su bienestar aumente, a la vez que lo hace la efectividad de la organización. Dos objetivos que bien merecen dotarle de dicha autonomía.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/204519/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Jose Navarro recibe fondos del Gobierno de España (Ministerio de Ciencia e innovación). </span></em></p>El teletrabajo requiere de una buena gestión del tiempo para poder sacarle el máximo partido: el empleado gana bienestar personal y la organización una mayor productividad.José Navarro, Catedrático de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, Universitat de BarcelonaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2002382023-03-07T18:34:46Z2023-03-07T18:34:46ZPadres trabajadores: ¿pueden y quieren conciliar y cuidar?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/513987/original/file-20230307-16-uzdexc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3000%2C2052&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/handsome-young-man-working-home-laptop-1684593163">Maria Svetlychnaja / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Cuando una mujer trabajadora se convierte en madre, automáticamente pasa a formar parte del colectivo de las “madres trabajadoras”. No ocurre lo mismo, sin embargo, con los hombres: el término “padre trabajador” no es un término de uso común en castellano, pese a que todo el mundo entienda su significado. </p>
<p>Como el lenguaje nunca es neutral, es fácil deducir el porqué de esta diferencia: en el imaginario colectivo, la maternidad constituye una fuente de identidad principal para las mujeres, pero no así la paternidad. Así las cosas, no es de extrañar que aún las políticas y medidas de conciliación de la vida laboral, personal y familiar hayan ido destinadas, fundamentalmente, a las mujeres y solo residualmente a hombres. </p>
<p>La situación, no obstante, está cambiando poco a poco en España y en Europa, porque los hombres también quieren participar del cuidado de sus criaturas y porque el contexto demográfico obliga a tomarse en serio el deber y el derecho a cuidar. </p>
<h2>Padres que adaptan su trabajo para conciliar</h2>
<p>La investigación sobre conciliación ha acuñado el término del “modelo del sustentador y medio” (<em>one and a half earner model</em> en inglés) para referirse al modelo de familia nuclear donde ambos progenitores trabajan, pero uno de ellos (normalmente, en las parejas heterosexuales, la mujer) reduce su tiempo de trabajo para poder hacer frente a las obligaciones de cuidado. </p>
<p>Aunque este modelo está especialmente extendido en los países centroeuropeos como <a href="https://www.men-in-care.eu/fileadmin/WWP_Network/redakteure/Projects/MiC/Benchmarking_reports/MiC_report_AT.pdf">Austria</a> y <a href="https://www.men-in-care.eu/fileadmin/WWP_Network/redakteure/Projects/MiC/Benchmarking_reports/MiC_report_DE.pdf">Alemania</a>, la causa que subyace a dicho modelo (es la mujer la que se supedita, adapta o incluso renuncia a su vida laboral para poder hacer frente a la crianza) es común a muchos otros países. </p>
<p>Así, para el conjunto de Europa, <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/gwao.12948">alrededor de un 6,4 % de los padres</a> (frente a un 34 % de las madres) con hijas o hijos a cargo de hasta 15 años han realizado algún tipo de adaptación de envergadura en su trabajo derivada de su paternidad, como reducir sus horas de trabajo, trabajar a tiempo parcial o cambiar a tareas menos exigentes. Dicho porcentaje oscila, no obstante, entre menos de un 5 % para la mayoría de los países del este hasta más de un 20 % en Países Bajos o Suiza (con porcentajes relativamente altos, también, en los países nórdicos). </p>
<p>Aunque el perfil de estos padres trabajadores varía según los países, así como el tipo de adaptación que realiza, para el conjunto de Europa es más probable haber realizado adaptaciones en el caso de trabajadores no manuales (excepto directivos), cuando el contrato es temporal, en el caso de los autónomos, cuando la pareja trabaja más de 40 horas y tiene alto nivel de estudios y cuando trabajan en empresas “familiarmente responsables” (entendidas como aquellas que, al menos, ofrecen flexibilidad de tiempos a su plantilla). </p>
<h2>Lo que pueden hacer las empresas</h2>
<p>Durante el periodo 2019-2022, el proyecto europeo <a href="https://www.men-in-care.eu/">Men in Care</a>, cofinanciado por la Comisión Europea, ha implantado acciones en empresas y organizaciones de ocho países europeos para fomentar la corresponsabilidad masculina y con ello avanzar hacia una sociedad en la que los hombres pongan también el cuidado en el centro de sus vidas. </p>
<p>Por un lado, se han estudiado las políticas públicas que más favorecen que los padres se inicien en los cuidados con la llegada de su primera criatura. Así, se ha visto que los <a href="https://www.men-in-care.eu/fileadmin/WWP_Network/redakteure/Projects/MiC/MiC_context_tnr_report_sep_2021.pdf">países con permisos de nacimiento o parentales intransferibles y bien remunerados</a> consiguen mejor que los padres los usen comparado con los países que tienen partes transferibles, mal remuneradas o con topes de remuneración bajos. </p>
<p>En España, Islandia, Noruega y Eslovenia los padres usaron los permisos mucho más que en Alemania, Austria o Polonia. <a href="https://www.men-in-care.eu/fileadmin/WWP_Network/redakteure/Projects/MiC/conference/0930_Teresa_Jurado_Revised.pdf">España es el único país del mundo con la misma duración del permiso para madres y padres desde 2021</a>, que es, además, totalmente intransferible. </p>
<p>Después del primer año de vida de una criatura, que más o menos se puede cubrir con los diferentes permisos de ausencia del empleo, las empresas pueden fomentar la corresponsabilidad en los cuidados a través de otras políticas que usan los hombres, como la reducción de las horas extraordinarias, la compactación de la jornada, la adaptación de jornada y de los turnos de trabajo a las necesidades de cuidados, la semana laboral de 30 a 35 horas sin reducción de salario y el teletrabajo regulado y voluntario. </p>
<p>Se ha elaborado una <a href="https://www.men-in-care.eu/fileadmin/WWP_Network/redakteure/Projects/MiC/MiC_guidelines_Poster_Final_ES_web.pdf">infografía</a> y un <a href="https://www.men-in-care.eu/fileadmin/WWP_Network/redakteure/Projects/MiC/MiC_guidelines_Final_ES_web.pdf">guía para empresas</a> en castellano que explican cómo apoyar a los hombres cuidadores en siete pasos y los beneficios para las empresas. Asimismo, se han realizado talleres con padres trabajadores y personal directivo, que las entidades interesadas pueden demandar a través de la <a href="https://www.uned.es/universidad/docentes/politicas-sociologia/teresa-jurado-guerrero.html">UNED</a>. Finalmente, las organizaciones socias del proyecto realizan <a href="https://www.men-in-care.eu/fileadmin/WWP_Network/redakteure/Projects/MiC/MiC_Political_Recommendations_ES_web.pdf">siete recomendaciones políticas a nivel europeo para incorporar a los hombres al cuidado</a>.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/200238/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Irina Fernández Lozano ha recibido fondos para la investigación de la Comisión Europea y del Ministerio de Ciencia e Innovación.</span></em></p>Las medidas de conciliación siempre han ido dirigidas a las mujeres, aunque sean ambos los que trabajen y tengan hijos. España es el único país del mundo con la misma duración del permiso para madres y padres desde 2021.Irina Fernández Lozano, Profesora de Sociología, UNED - Universidad Nacional de Educación a DistanciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1869922022-09-26T17:35:35Z2022-09-26T17:35:35ZEllos también quieren conciliar. ¿Qué barreras lo impiden?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/483061/original/file-20220906-16-3md5uc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=10%2C20%2C6979%2C3238&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/businessman-using-mobile-phone-talk-business-1903082821">Shutterstock / jamesteohart</a></span></figcaption></figure><p>A medida que el teletrabajo se generaliza se dibuja un mundo laboral más ágil y flexible. A la vez, se genera un entorno más respetuoso con el derecho a la conciliación de los trabajadores. Sin embargo, la pandemia también parece haber aumentado la porosidad entre el ámbito laboral y familiar, y haber acentuado <a href="https://www.demographic-research.org/volumes/vol46/19/46-19.pdf">las desigualdades de género</a> en muchos países. </p>
<p>Sin duda, una crisis sanitaria no será suficiente para redefinir en profundidad las representaciones del compromiso profesional y la división de género del trabajo. La transformación de la empresa debe implicar también <a href="https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/1350508419838692">un profundo cuestionamiento de ciertas normas masculinas en el mundo del trabajo</a>, en particular las que giran en torno a la flexibilidad.</p>
<p>Las demandas de flexibilidad en el trabajo han sido consideradas durante mucho tiempo una prerrogativa de las mujeres. De hecho, cuando en los años 70 del siglo pasado las mujeres se incorporaron masivamente al mundo laboral, las empresas adaptaron ciertos procedimientos para facilitar la articulación <a href="https://www.jstor.org/stable/256833">entre sus carreras y su vida familiar</a>. Curiosamente, esta cuestión no afectó demasiado a los hombres, reforzando la idea de que la conciliación no iba con ellos pues tenían que centrarse, prioritariamente, en el desarrollo de sus carreras. </p>
<h2>Ellos también quieren conciliar</h2>
<p>Estudios recientes apuntan a que <a href="https://link.springer.com/book/10.1007/978-3-030-75645-1">los hombres aspiran cada vez más a la conciliación</a> de la vida laboral y familiar, y algunos expresan su deseo de participar más en la esfera familiar. Aunque la pandemia ha realzado estas nuevas expectativas, sigue habiendo muchas barreras para que los hombres las puedan cumplir. En un artículo que publicamos en 2020, destacamos que <a href="https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/1350508419838692">los hombres siguen enfrentándose a tres tipos de barreras</a>:</p>
<ul>
<li><p><strong>Las barreras contextuales</strong>, que son aquellas relativas al peso del contexto político y cultural. En resumen: el peso del pasado y la inercia cultural siguen teniendo fuerza.</p></li>
<li><p><strong>Las barreras organizativas</strong>, que son aquellas relativas a la falta de apoyo de superiores y colegas en materia de conciliación, así como un desfase entre lo discursivo y lo real. Es también una barrera organizativa la anticipación de consecuencias negativas. Por ejemplo, sucede cuando un empleado percibe que usar las políticas de flexibilidad de su propia organización puede tener consecuencias negativas en su trayectoria profesional. Tales percepciones convergen hacia un sentimiento general de falta de legitimidad en el uso de políticas de flexibilidad por parte de los hombres.</p></li>
<li><p><strong>Las barreras individuales</strong>, que son aquellas que vienen condicionadas por la forma en que los hombres interiorizan las normas masculinas en la organización (en particular en forma de noción de <em>empleado ideal</em>), así como las normas sociales de masculinidad y paternidad.</p></li>
</ul>
<p>Por otra parte, clasificamos a los hombres que entrevistamos en tres categorías: </p>
<ol>
<li><p>Los que se ajustan a la norma de género (HGO: <em>orden de género hegemónico</em>) a los que llamamos <em>conformers</em>.</p></li>
<li><p>Los que dudan entre seguir el orden hegemónico o desviarse de él, los <em>borderers</em>.</p></li>
<li><p>Los hombres que deciden romper con la norma de género dominante, a los que identificamos como <em>deviants</em>. </p></li>
</ol>
<p>Dependiendo de la categoría a la que pertenezcan, los hombres perciben unas u otras barreras y articulan distintas estrategias que movilizan de forma visible o invisible. </p>
<p>Los que se ajustan a la norma de género (<em>conformers</em>) rechazan las políticas de conciliación; los que dudan (<em>borderers</em>) utilizan estrategias invisibles, como puede ser negociar informalmente con un superior jerárquico, sin usar formalmente las políticas de flexibilidad de la organización. Por último, los que retan la norma de género dominante (<em>deviants</em>) se atreven a utilizar abiertamente las políticas de conciliación propuestas por la propia organización, así como dejar, si es necesario, su organización y hasta el mundo corporativo para poder desarrollarse en su ámbito familiar. </p>
<h2>Masculinidad y entorno</h2>
<p>Nuestra investigación nos ha permitido comprender mejor la heterogeneidad de los hombres en temas de conciliación y cómo su relación con las normas de masculinidad y paternidad influyen en su forma de vivir y trabajar. </p>
<p>La cuestión de la legitimidad de los hombres (o más bien de la falta de ella) para tratar estos temas en un contexto organizativo es fundamental. Nuestros resultados subrayan que la falta de apoyo de la jerarquía y de los colegas en estas cuestiones y, a menudo, el desfase entre el discurso organizativo y la realidad de las prácticas es lo que enriquece la falta de legitimidad percibida por muchos hombres participantes en el estudio.</p>
<h2>Con el apoyo de las organizaciones</h2>
<p>La pandemia contribuirá, sin duda, a la evolución de las organizaciones de trabajo. Sin embargo, el camino hacia un mundo laboral más respetuoso con la conciliación entre trabajo y familia debe pasar, necesariamente, por cuestionar las normas de masculinidad y virilidad en la empresa. </p>
<p>Para que la pandemia no suponga un retroceso en los roles de género, las organizaciones deben mostrar más responsabilidad, apoyo y compromiso para reconocer las necesidades de conciliación de los hombres. </p>
<p>Este apoyo puede lograrse mediante una mayor comunicación interna sobre estas cuestiones, la formación de los directivos y una cultura empresarial que apoye explícitamente la flexibilidad y el fomento del equilibrio para todos. </p>
<p>No olvidemos que esta causa está en el centro de los retos actuales de atracción, retención y rendimiento de las organizaciones.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/186992/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Cambio de paradigma masculino en el entorno laboral: cada vez hay más hombres interesados en conciliar trabajo y familia. Pero, aunque las organizaciones reconozcan ese derecho, no siempre está bien visto este comportamiento.Sabrina Tanquerel, Associate Professor in Organizational Behavior; Department of Organisational Studies and HR Management, Laboratoire METIS, EM NormandieMarc Grau-Grau, Profesor lector de la Facultad Ciencias de la Educación e Investigador y coordinador de la Cátedra Joaquim Molins Figueras Childcare and Family Policies, Universitat Internacional de CatalunyaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1902982022-09-25T20:20:47Z2022-09-25T20:20:47ZEl profesorado que más sufrió durante la pandemia: mujeres, de primaria y con alumnos desfavorecidos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/485302/original/file-20220919-19-deaukn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=18%2C9%2C6027%2C4015&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/upset-female-professor-talking-on-mobile-1951271824">Shutterstock / Tijana Simic</a></span></figcaption></figure><p>Con el inicio la pandemia, la población sufrió un confinamiento que se alargó varias semanas. Los centros educativos pasaron de un día para otro a lo que se ha denominado Enseñanza Remota de Emergencia (ERT). Fue algo excepcional, sobrevenido y, por lo tanto, la comunidad educativa tuvo que reaccionar rápidamente para continuar la enseñanza desde sus hogares.</p>
<p>El profesorado de todo el mundo se encontró, de un día para otro, dando clase desde su propio hogar y adaptando rápidamente la metodología a la enseñanza a las clases en remoto.</p>
<p>Para averiguar el impacto de esta situación, hemos realizado una <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2022.826828/full">investigación</a> en la que participaron 936 profesores españoles de todos las etapas educativas, a los que medimos sus niveles de bienestar, emociones y motivación.</p>
<p>Concretamente, exploramos cuatro aspectos:</p>
<ol>
<li><p>La adaptación de la enseñanza presencial a la Enseñanza Remota de Emergencia.</p></li>
<li><p>Los cambios producidos en el bienestar.</p></li>
<li><p>Los cambios producidos en las emociones.</p></li>
<li><p>Los cambios producidos en la motivación.</p></li>
</ol>
<p>Los resultados muestran que los profesores sintieron un impacto en el bienestar, las emociones y la motivación, es decir, en los tres niveles analizados. Para aprender y sacar conclusiones de esta experiencia, buscamos dar respuesta a los siguientes interrogantes.</p>
<h2>¿Recibió el profesorado la formación necesaria?</h2>
<p>Si hay que cambiar la forma de enseñar, es preciso formarse para poder hacerlo de manera apropiada a las nuevas necesidades. Llama la atención que la mayoría de los profesores participantes en el estudio no recibieron formación específica para la Enseñanza Remota de Emergencia (ERT), y la mitad de los que la recibieron no estaban satisfechos con la formación recibida.</p>
<p>Varias <a href="https://www.learntechlib.org/p/215995/">investigaciones</a> <a href="https://www.mdpi.com/1911-8074/13/3/55">evidencian</a> la falta de preparación y apoyo al profesorado, algo que coincide con nuestros resultados. Además, los profesores reportaron que los principales retos fueron los factores de instrucción y la tecnología.</p>
<h2>¿Cambiaron las estrategias?</h2>
<p>Respecto a las estrategias de instrucción, observamos una menor interacción con los estudiantes, lo que derivó en menos relación afectiva y cuidado de los mismos.</p>
<p>Uno de los motivos fue que había que atender a una necesidad más acuciante: era necesario adquirir el conocimiento pedagógico y tecnológico para enseñar en un entorno remoto digital. </p>
<p>Un caso especial fue el profesorado universitario: en esta etapa educativa, el mayor reto fue establecer conexiones afectivas con el alumnado, a pesar de que este profesorado era el que tenía más experiencia en plataformas de trabajo digital (por ejemplo, con el uso bastante extendido de la plataforma digital Moodle).</p>
<p>Encontramos también una tendencia entre los profesores más jóvenes (de menos de 37 años), con un nivel intermedio de experiencia (6–15 años), a reducir la carga de trabajo de sus alumnos.</p>
<p>Además, los profesores de alumnos de menor nivel socioeconómico o de escuelas públicas informaron de una disminución de los objetivos instructivos en sus cursos. En el caso del profesorado universitario y alumnado de nivel socioeconómico medio se mantuvieron los niveles previos al cierre de los centros educativos.</p>
<h2>¿Quién resultó más afectado?</h2>
<p>Los profesores que han participado en el estudio constatan una disminución en sus niveles de bienestar, en comparación con el período anterior de enseñanza pre–covid. </p>
<p>El colectivo más afectado está compuesto por profesores de 38–45 años, de educación primaria, con mayor experiencia (16–24 años), mujeres, de escuelas públicas y con estudiantes de bajo nivel económico.</p>
<h2>¿Qué emociones han prevalecido?</h2>
<p>El resultado de la investigación muestra claramente que el profesorado experimentó menos emociones positivas y más emociones negativas. Esto es así, incluso en mayor medida, en profesores de primaria y secundaria, con menos de 6 años de experiencia, las mujeres, los profesores de centros públicos y con alumnos de niveles socioeconómicos bajos .</p>
<p>Los resultados obtenidos están en consonancia con otras <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2666374020300169?via%3Dihub">investigaciones anteriores</a> que muestran que la resiliencia y el nivel de agotamiento de los profesores estaban correlacionados significativamente con sus actitudes hacia la tecnología. Además, entre las emociones experimentadas por parte de los profesores destacan el miedo a enfermar o a perder su trabajo. </p>
<h2>¿Qué pasó con la motivación?</h2>
<p>El profesorado participante en nuestra investigación reportó niveles bajos de
motivación. Les preocupaba el bienestar de los alumnos, el impacto en su proceso de aprendizaje y en las interacciones profesor–alumno. También les preocupaba cómo el cierre de los centros educativos estaba afectando a los alumnos y a sus familias.</p>
<p>Encontramos diferencias entre los participantes. De esta forma, los profesores y las profesoras de educación superior informaron de una menor motivación, así como los profesores con alumnos de nivel socioeconómico medio–bajo y bajo. </p>
<p>Investigaciones anteriores han indicado mayores niveles de estrés y ansiedad en las mujeres, lo que podría estar relacionado con actividades que consumen mucho tiempo, como el cuidado de los hijos y el trabajo doméstico no remunerado.</p>
<h2>Mujeres, primaria y centros públicos</h2>
<p>En conclusión, nuestro estudio muestra que durante la Enseñanza Remota de Emergencia (ERT) los profesores realizaron cambios a niveles pedagógicos y didácticos debido a las tensiones del cambio a digital. Esto supuso una presión añadida a los profesores de todos los niveles educativos. Como consecuencia de ello, disminuyó el bienestar, las emociones positivas y la motivación de los profesores, aumentando al mismo tiempo las emociones negativas.</p>
<p>No todos los profesores se vieron afectados de la misma manera. Concretamente, las profesoras, los profesores con alumnos de bajo nivel socioeconómico, los que enseñan en centros públicos y los profesores de primaria y secundaria fueron los más afectados.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/190298/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Fernando Díez Ruiz recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (Generación del conocimiento 2020), PID2019-108982GB-I00 .. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Carlos Felipe Rodríguez-Hernández trabaja para el Tecnológico de Monterrey.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span><a href="mailto:eneko.balerdi@deusto.es">eneko.balerdi@deusto.es</a> recibe fondos de Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (Generación del conocimiento 2020), PID2019-108982GB-I00.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Ernesto Panadero recibe fondos de Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (Generación del conocimiento 2020), PID2019-108982GB-I00 . </span></em></p><p class="fine-print"><em><span><a href="mailto:juan.fraile@ufv.es">juan.fraile@ufv.es</a> recibe fondos de la Universidad Francisco de Vitoria. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Leire Pinedo recibe fondos de Ministerio de Universidades (Formación de Profesorado Universitario 2019), FPU19/04661</span></em></p>La pandemia impactó en el bienestar emocional del profesorado, sobre todo de las mujeres, especialmente las que tenían más alumnos con situación económica precaria y en educación primaria.Fernando Díez Ruiz, Profesor doctor Facultad de Educación y Deporte, Universidad de DeustoCarlos Felipe Rodríguez-Hernández, Tecnológico de MonterreyEneko Balerdi, Associate professor, Universidad de DeustoErnesto Panadero, Investigador en evaluación educativa, Universidad de DeustoJuan Fraile, Universidad Francisco de VitoriaLeire Pinedo, Investigadora predoctoral en el equipo ERLA (Universidad de Deusto), Universidad de DeustoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1780732022-05-11T17:37:22Z2022-05-11T17:37:22ZJornada escolar partida o continua: ¿qué es mejor y para quién?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/462212/original/file-20220510-20-a7cnul.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=12%2C6%2C4214%2C2807&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/street-childrens-games-classics-selective-focus-1385070863">Shutterstock / Tatevosian Yana</a></span></figcaption></figure><p>Tras años de debate, la organización de la jornada escolar sigue abriendo una importante polémica entre los partidarios de un horario solamente matinal (jornada continua) y el tradicional que separa dos periodos lectivos entre mañana y tarde (jornada partida). ¿Es posible averiguar qué modelo beneficia más al alumnado y al resto de la comunidad educativa, más allá de las preferencias individuales?</p>
<p>Los <a href="http://www.econweb.umd.edu/%7Epope/morning_afternoon.pdf">estudios</a> de <a href="https://www.fundacionareces.es/recursos/doc/portal/2019/09/20/laura-hospido-18092019.pdf">carácter más técnico</a> no terminan de afirmar con rotundidad que un modelo sea más beneficioso que otro para mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje. También hemos de tener en cuenta otros factores importantes en los que puede incidir el tipo de jornada: la socialización, la adquisición de valores o el funcionamiento de los centros.</p>
<p><em>(En este sentido, una <a href="https://www.esade.edu/ecpol/en/publications/jornada-escolar-continua-como-la-pandemia-esta-acelerando-un-modelo-social-y-educativo-regresivo/">investigación reciente</a> apunta a un impacto negativo de la jornada continua en la conciliación familiar, que afecta sobre todo a las madres. Incluso, se ha calculado una pérdida de ingresos familiares en más de 8 000 euros).</em></p>
<h2>Los profesores lo ven claro, las familias menos</h2>
<p>Los resultados obtenidos en <a href="http://dx.doi.org/10.5209/RCED.55335">nuestros trabajos</a> tanto cuantitativos como cualitativos, apuntan a que la mayoría del profesorado prefiere la jornada continua. Esto contrasta con una valoración más positiva de la jornada partida por parte de las familias y, según en qué cuestiones, por el personal administrativo y de servicios (PAS). </p>
<p>Los colectivos de profesorado y PAS manifiestan que la jornada continua les favorece. Tienen más tiempo para sus intereses personales, como hacer deporte, practicar cualquier afición o simplemente estar en el hogar. </p>
<p>Por el contrario, las familias ofrecen datos más contrapuestos según sus horarios laborales. Los que trabajan por la mañana expresan opiniones similares al profesorado y PAS, mientras que los que tienen la jornada partida o trabajan por la tarde son claramente más partidarios de la jornada partida.</p>
<h2>Razones prácticas más que de rendimiento</h2>
<p>El análisis de datos evidencia que las razones por las que el colectivo del profesorado apoya la jornada continua son sobre todo cuestiones de acomodación a su ritmo de vida, desplazamientos y organización escolar, y no tanto factores relacionados con el rendimiento escolar, la prevención de los conflictos o la implementación de los planes de acción tutorial y proyectos educativos. También se indica por parte del profesorado la posibilidad de tener más tiempo para su formación y la preparación de clases al tener la tarde libre. </p>
<p>Respecto a las familias, los factores que la inclinan más hacia la jornada continua indican la acomodación a sus horarios de trabajo. Por su parte, los partidarios de la jornada partida señalan como factores destacados la atención por parte del profesorado en tutorías grupales o individualizadas y la mejora en el rendimiento académico, así como la posibilidad de aumentar la socialización en la escuela al permanecer más periodos de tiempo. </p>
<p>En los centros en los que hay comedor escolar y clases extraescolares las familias se inclinan más hacia la jornada partida si coincide con sus horarios de trabajo.</p>
<h2>Qué sabemos hasta ahora</h2>
<p>Entre las conclusiones más destacadas de nuestros trabajos, desarrollados durante casi dos décadas, podemos afirmar varias cuestiones esenciales que nos invitan a la reflexión:</p>
<ol>
<li><p>La progresiva implantación de la jornada continua ha sido debida más a factores de acomodación familiar y laboral del profesorado y familias que a la búsqueda en la mejora de resultados de aprendizaje y socialización del alumnado.</p></li>
<li><p>El colectivo de profesorado y PAS ha sido el mayor impulsor del cambio de jornada. También algunos colectivos de familias que trabajan por la mañana frente a otros cuyo horario se extiende más por las tardes.</p></li>
<li><p>Las comunidades autónomas con jornada continua no han avanzado más en resultados académicos que las de jornada partida (lo justifica PISA y pruebas de diagnóstico). Aunque evidentemente son muchos los factores culturales y socioeconómicos que influyen. De hecho, existe un importante desequilibrio entre las comunidades autónomas respecto a índices de fracaso escolar o éxito en pruebas externas.</p></li>
<li><p>Las actividades extraescolares han crecido mucho más en las comunidades autónomas con jornada continua, fomentado la aparición de academias y programas municipales que intentan compensar la falta de actividad de los colegios que permanecen cerrados.</p></li>
<li><p>Se detectan más deberes en el alumnado de jornada continua.</p></li>
<li><p>La formación del profesorado no ha aumentado por las tardes en las comunidades autónomas con jornada continua.</p></li>
<li><p>En la jornada continua, el análisis cualitativo detecta mas problemas puntuales en el horario de tutorías personalizadas.</p></li>
<li><p>Los centros educativos están quedando infrautilizados respecto a sus equipamientos en las comunidades autónomas con jornada continua. No obstante, ha disminuido el gasto eléctrico y se ha acortado el horario extendido del PAS.</p></li>
<li><p>El profesorado con jornada continua se mantiene más satisfecho con este horario que el que permanece en jornada partida, que desea mayoritariamente pasar a la continua.</p></li>
<li><p>Las familias que valoran más la jornada continua señalan la comodidad que les supone hacer menos viajes al centro a llevar y recoger a los niños, así como la posibilidad de estar con ellos más tiempo por las tardes en el caso de que no trabajen.</p></li>
</ol>
<h2>¿Qué pasa fuera de España?</h2>
<p>Este sintético artículo pretende contribuir a la reflexión de un problema bastante local y raramente planteado en la literatura internacional respecto al uso del tiempo en la escuela como recurso educativo.</p>
<p>De hecho, en los <a href="https://eric.ed.gov/?id=ED397562">estudios</a> al respecto no aparece la forma como está organizada la jornada (partida o continua), más bien se trabajan temas relacionados con <a href="https://eacea.ec.europa.eu/national-policies/eurydice/content/organisation-school-time-europe-primary-and-general-secondary-education-202021_en">la eficacia del tiempo</a>, índices de fatiga y cansancio y el efecto de las actividades extraescolares <a href="https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.3102/0034654310377086">en el proceso de enseñanza y aprendizaje</a>, el rendimiento y la socialización del alumnado. </p>
<p>Conviene por tanto seguir hablando de esta cuestión y conocer algo que todavía está por hacer: la opinión argumentada del alumnado, que debería ser el centro de todo este debate.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/178073/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Francisco José Morales Yago no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La polémica continúa, y hay argumentos a favor y en contra de ambas jornadas. Las investigaciones cuantitativas y cualitativas de los autores arrojan datos concretos.Francisco José Morales Yago, Profesor de Geografía Humana, UNED - Universidad Nacional de Educación a DistanciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1739362022-01-19T19:58:50Z2022-01-19T19:58:50Z¿A qué llamamos ‘saludable’ en la escuela, y quién lo decide?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/439115/original/file-20211230-4747-1u0lk5t.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C99%2C2862%2C1422&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-vector/overweight-man-symbol-outline-vector-icon-308932460">Shutterstock / AF studio</a></span></figcaption></figure><p>Aunque en los últimos años se ha producido un incremento y una mejora en las políticas públicas en torno a la salud y el ejercicio físico, todavía <a href="https://www.researchgate.net/publication/357174563_Making_the_familiar_strange_a_narrative_about_Spanish_children's_experiences_of_physical_inactivity_to_reconsider_the_ability_of_physical_education_to_produce_healthy_citizens">queda mucho por hacer y por trabajar</a> en el ámbito de los estilos de vida saludables. </p>
<p>La política actual deja clara su postura en torno al ámbito del deporte y del ejercicio físico –“deporte es igual a salud”–, pero lo cierto es que, a día de hoy, para muchas familias un simple bono de piscina sigue siendo un lujo que no se pueden permitir. Tampoco son habituales las medidas de <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6621673">conciliación laboral</a> que permitan compaginar el tiempo de trabajo con el tiempo de ocio y familiar. </p>
<p>Es de destacar, también, cómo el ocio de las sociedades occidentales está ligado al <a href="https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/1356336X18789196">consumo</a> y a la <a href="https://www.researchgate.net/publication/281244845_Family_Leisure_An_Integrative_Review_of_Research_from_Select_Journals">clase social</a>. Es sencillo comprobar cómo las formas de ocio familiar en las ciudades españolas están muy ligadas a los <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=385427">centros comerciales</a>, y las recompensas y celebraciones suelen asociarse a la “comida rápida”. </p>
<p>Es cierto que la oferta de actividades infantiles y juveniles ha ido creciendo en los últimos tiempos –cada vez hay más oferta de talleres de teatro, lectura, deporte, museos–, pero de nuevo implican cierto coste económico y tiempo familiar del que no todo el mundo dispone. Las familias han de batallar con el aislamiento, el rendimiento y la autorrealización por <a href="http://theorytuesdays.com/wp-content/uploads/2016/12/Han_Burnout.pdf">medio del trabajo</a>, procurando economizar el tiempo, lo que implica, indefectiblemente, dedicar menos tiempo a la familia.</p>
<h2>¿Libertad de elegir?</h2>
<p>Con todo ello, el sistema neoliberal parece estar conduciendo a una inmutable globalización y homogeneización de ideas, servicios y productos. Creemos que tenemos la libertad de elegir, pero tendemos hacia lo mismo: el consumo desmesurado y la conformidad con el sistema. </p>
<p>De este juego no escapan la salud, la educación y la actividad física. Estas son áreas donde grandes corporaciones –bancos, farmacéuticas, empresas de ropa, publicidad, agencias de seguros, franquicias deportivas– tienen mucho que ganar o que perder. La falta de pensamiento crítico y de autoconciencia nos dejan a merced de las <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/17408989.2013.817010">fuerzas del mercado</a>.</p>
<h2>El papel de la escuela</h2>
<p>Dentro del currículum escolar, es frecuente que la Educación Física se erija en adalid de la consecución de estilos de vida saludables. Hemos pasado de perseguir objetivos del ámbito motor a un enfoque más médico, hacia la <a href="https://www.taylorfrancis.com/chapters/edit/10.4324/9780203702598-7/critical-pedagogy-physical-education-advocacy-action-reflective-account-1-richard-tinning">prevención y tratamiento de la obesidad</a>. </p>
<p>La prioridad ya no es adquirir y mejorar los patrones motrices de los estudiantes y aplicarlo en su vida cotidiana (ser lo suficientemente capaz como para, por ejemplo, saber realizar ejercicio físico de manera adecuada y saludable a lo largo de toda la vida); tampoco lo es la reflexión sobre los condicionantes que giran en torno al ejercicio físico y el deporte (aspectos relacionados con el elitismo deportivo, el sexismo, las discriminaciones corporales, entre otros). </p>
<p>Pero la tarea de los educadores físicos no debería limitarse a evitar el sobrepeso entre el alumnado. La educación en general, y la Educación Física en particular, no debería <a href="https://www.researchgate.net/publication/280163232_Liquid_Times_Living_in_an_Age_of_Uncertainty">centrarse exclusivamente</a> en los conocimientos técnicos, sino en formar ciudadanos que recuperen el diálogo y sus derechos democráticos.</p>
<h2>El binomio salud obesidad</h2>
<p>Los intereses que existen en torno a la salud y la Educación Física, aun con buenas intenciones, no son tan benignos como creen serlo. Es posible que este enfoque de salud/obesidad y Educación Física provoque un detrimento en la salud y el bienestar de niños y jóvenes, ya que se centra principalmente en la idea de que el cuerpo puede ser, efectivamente, convertido en una fuente de salud por medio de la educación en las escuelas. Este discurso lleva implícita la idea de que la sociedad está en riesgo de sucumbir ante la enfermedad de la obesidad. </p>
<p>En este sentido conviene <a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/1356336X03009001182">considerar dos cosas</a>. La primera de ellas es que, si bien la grasa puede considerarse una condición física/visceral, no sucede lo mismo con el “peso”, el “sobrepeso” y la “obesidad”. Cada uno de estos tres términos es una “arbitrariedad social”, construcciones medidas e ideadas por alguien (médicos, compañías de seguros, etc.) basándose en datos genéricos que no tienen por qué responder a realidades personales. </p>
<p>La segunda es que el término de <a href="https://www.researchgate.net/publication/284811639_Obese_people's_perceptions_of_the_thin_ideal">peso ideal</a> es muy cuestionable. Es un concepto asociado con una salud óptima y con la longevidad, pero la medida que se suele emplear –el índice de masa corporal– hace años que se considera poco válida.</p>
<h2>No hay remedio sencillo</h2>
<p>Lo cierto es que el incremento en la prevalencia de obesidad en niños y adolescentes es un hecho alarmante en las sociedades occidentales. Como no hay un remedio sencillo para prevenir y combatir este aumento en las tasas de obesidad, la prevención pasa por intervenir en las escuelas, tratando de que desde la Educación Física se persuada a los alumnos de llevar una vida más activa físicamente y una dieta baja en grasas. </p>
<p>La obesidad acaba reduciéndose a un asunto de “peso”, el producto de un estilo de vida poco activo y una alimentación poco saludable. Nuestra salud y bienestar económicos están amenazados por el aumento de la obesidad que lleva a estigmatizar a aquellas personas obesas o con sobrepeso, sin considerar las razones <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23578943/">sociales, culturales y económicas</a> que <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29571937/">subyacen en torno al problema</a>. </p>
<h2>Publicidad, legislación y conciliación</h2>
<p>Por otra parte, cada vez son más las empresas de alimentación y casas comerciales que copan el mercado publicitario con engañosos mensajes que <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25066020/">influyen en los conocimientos, actitudes y comportamientos</a> de la población infantil. Las revisiones sistemáticas de <a href="https://ro.uow.edu.au/sspapers/2212/">investigación</a> han demostrado que la publicidad de alimentos poco saludables contribuye a la epidemia actual de obesidad. </p>
<p>Y, aunque ya son muchas las voces que, desde España, solicitan al Gobierno cambios en la legislación que impidan promocionar los alimentos poco saludables con reclamos dirigidos al público infantil, que posibiliten una mayor conciliación de la vida familiar y laboral, y que incrementen las actividades de ocio saludable en zonas rurales y de contextos socioeconómicos desfavorecidos, de momento las políticas españolas hacen oídos sordos a estas peticiones. </p>
<p>Como educadores, necesitamos ser capaces de buscar algo más que la “pérdida del peso” del alumnado. Tenemos que movernos por el deseo de construir en el alumno un sentido del control y de la autoestima y, al menos contemplar la idea de que se puede estar saludable con cualquier talla.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/173936/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Gustavo González Calvo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Como educadores, debemos buscar algo más que la pérdida del peso. El alumno debe construir un sentido del control y de la autoestima y contemplar la idea de que se puede estar saludable con cualquier talla.Gustavo González Calvo, Didáctica de la Expresión Corporal, Universidad de ValladolidLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1602322021-05-25T20:16:42Z2021-05-25T20:16:42ZLa ley de protección a la infancia es necesaria, pero ¿qué ocurre sin prevención?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/402379/original/file-20210524-13-15q5n9r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5991%2C2937&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/two-year-old-boy-his-mother-1930673975">Shutterstock / Patricia Perez R</a></span></figcaption></figure><p>La recientemente aprobada <a href="https://www.congreso.es/public_oficiales/L14/CONG/BOCG/A/BOCG-14-A-22-4.PDF">Ley de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia</a> ha suscitado comentarios diversos y no han faltado voces discordantes, tanto en sectores feministas como entre entidades que trabajan en la protección de la infancia y de la familia. </p>
<p>Un <a href="https://www.spgi.unipd.it/crimg-mainstreaming-children%E2%80%99s-rights-multilevel-governance-perspective">reciente estudio</a> realizado en colaboración entre la <a href="https://www.uic.es/es/instituto-de-estudios-superiores-de-la-familia/investigacion/grupos-de-investigacion/catedra">Cátedra Fundación Molins Figueras Childcare & Family Policies</a> de la Universitat Internacional de Catalunya y la Università degli Studi di Padova (Italia) sobre los derechos de los niños en España e Italia plantea cuestiones interesantes sobre las políticas de protección a la infancia.</p>
<p>El estudio analiza la situación actual a través de entrevistas en profundidad a responsables políticos, directivos de ONG y familias en situación de vulnerabilidad y concluye que una protección eficaz de la infancia exige una buena estrategia de prevención, mediante la coordinación de las políticas de infancia con otras medidas sociales, sobre todo, con las políticas familiares.</p>
<p>Nuestro sistema de atención a la infancia es bueno “apagando incendios” (protección), pero malo “limpiando bosques” (prevención). Cualquier país que quiera cumplir los compromisos de la <a href="https://www.un.org/es/events/childrenday/pdf/derechos.pdf">Convención de Derechos del Niño de Naciones Unidas (1989)</a> no puede contentarse con trabajar a posteriori, cuando ya han surgido los problemas. Es necesario trabajar, sobre todo, a priori, desplegando un amplio sistema de prevención.</p>
<p>Leyes como la actual sobre protección contra la violencia suelen actuar cuando esta ya se está produciendo: plantea medidas disuasorias para los potenciales delincuentes, medidas reparadoras para las víctimas, etc. </p>
<h2>Las causas de la violencia</h2>
<p>La realidad de la violencia contra los niños que aborda esta ley no se erradicará solo con más vigilancia (que puede ser conveniente), sino yendo a la vez a las causas de la violencia y tomando medidas de prevención que tengan en cuenta a los principales agentes del bienestar infantil, que nuestra Constitución atribuye en primer lugar a la familia, y subsidiariamente a los poderes públicos (art. 39).</p>
<p>Muchas veces la desprotección de los niños y niñas tiene mucho que ver con la carencia de cuidado y atención por parte de su familia o con las horas que pasan solos ante las pantallas. </p>
<p>Internet destaca hoy como un entorno social que plantea, entre otros, el reto de preservar la seguridad de la infancia y de la adolescencia, al ofrecer posibilidades de anonimato y de suplantación de identidad que facilitan el abuso, así como un acceso muy fácil a diferentes formas de violencia sobre las personas, como por ejemplo la pornografía. </p>
<p>Muchas de <a href="https://www.observatoriodelainfancia.es/oia/esp/documentos_ficha.aspx?id=5450">las víctimas son menores de edad</a>. Por eso, es necesario favorecer que los niños tengan otras vías de entretenimiento y limitar que accedan solos a este mundo, en el cual se encuentran en situación de gran vulnerabilidad.</p>
<p>Dentro de la acción de prevención, los expertos destacan la importancia de lo que podría llamarse “prevención <em>premium</em>”. A menudo, cuando hablamos de prevenir, pensamos en evitar que suceda lo malo: que no llegue a pasar aquello que no queremos que suceda. Pero prevenir es mucho más que eso. Prevenir significa, sobre todo, fortalecer los factores de protección.</p>
<p>En esa línea, la ley habla de fomentar la formación parental, pero se limita a una información sobre las relaciones de género y sobre las diversas formas de violencia. Parece por ello importante ampliar el punto de mira de las medidas políticas en relación a este problema social. Es preciso cambiar la mirada y ampliar el radio de acción de las medidas de prevención para que alcancen el problema en la raíz.</p>
<p>Necesitamos entender la prevención de la violencia contra la infancia como el esfuerzo por trabajar positivamente en el fortalecimiento de vínculos, afectos y sensibilidades, partiendo del entorno familiar, que es la red de apoyo básico y el principal factor de protección de la infancia. </p>
<h2>El papel de las familias</h2>
<p>Es fundamental el papel de los padres y madres para poder dedicar a los hijos toda la atención que necesitan y poder prevenir situaciones de vulnerabilidad. Sin lugar a dudas, el entorno familiar es el lugar idóneo para que los niños y niñas puedan encontrar todas sus necesidades materiales y afectivas cubiertas. </p>
<p>Numerosos estudios empíricos <a href="https://econpapers.repec.org/article/ucpjlabec/doi_3a10.1086_2f677232.htm">demuestran</a> que hay una clara correlación entre el tiempo de dedicación de los padres al cuidado de los niños y su desarrollo cognitivo en una edad temprana. Por lo tanto, medidas que ayuden a padres e hijos a pasar más tiempos juntos pueden evitar y prevenir, posiblemente con una eficacia más grande, situaciones de riesgo para los niños. </p>
<p>La mejor forma de garantizar un adecuado desarrollo infantil será lograr la integración familiar, ya que las funciones que cumple la familia <a href="https://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:i4q_wb1DAU4J:https://revistas.comillas.edu/index.php/miscelaneacomillas/article/download/893/754/+&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=es&client=firefox-b-d">difícilmente pueden suplirse</a> por ninguna otra institución de esta sociedad.</p>
<p>Las instancias internacionales consideran que las políticas de familia y de infancia deberían armonizarse mejor. El Comité de Derechos del Niño ha instado a España en diversas ocasiones a reforzar el sistema de prestaciones familiares por hijo. </p>
<h2>Conciliación de la vida familiar y laboral</h2>
<p>Desde la <a href="http://publications.europa.eu/resource/cellar/f0b92f6a-9abb-11e8-a408-01aa75ed71a1.0001.01/DOC_1">European Platform for Investing in Children</a> (UE) se recomienda invertir en políticas que fomenten la <a href="http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:brV_tBPH-F4J:publications.europa.eu/resource/genpub/PUB_KE0118829ENN.1.1+&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=es&client=firefox-b-d">conciliación de la vida familiar y laboral</a>. </p>
<p>Los expertos coinciden en la necesidad de desarrollar una nueva ética política del cuidado en la vida cotidiana de acuerdo con la corresponsabilidad y reciprocidad entre familias, sociedad civil e instituciones públicas. </p>
<p>Se trata, en definitiva, de trabajar en la prevención, coordinando mejor las políticas de infancia con otras políticas sociales, y concretamente con las políticas de familia. En España estos ámbitos de trabajo siguen demasiado a menudo caminos paralelos, sin encontrarse.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/160232/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>La prevención de la violencia sobre los niños y adolescentes no se consigue solo a través de leyes, que suelen actuar a posteriori. Hay otras medidas, como las de conciliación de la vida familiar y laboral, que deberían coordinarse en favor de una mejor protección de la infancia.Montserrat Gas Aixendri, Catedrática de Derecho. Directora del Instituto de Estudios Superiores de la Familia y de la Cátedra Childcare & Family Policies, Universitat Internacional de CatalunyaMarc Grau-Grau, Profesor lector de la Facultad Ciencias de la Educación e Investigador y coordinador de la Cátedra Joaquim Molins Figueras Childcare and Family Policies, Universitat Internacional de CatalunyaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1599502021-05-06T17:57:26Z2021-05-06T17:57:26ZLa salud de las mujeres y la de los hombres son distintas, pero se tratan igual<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/398101/original/file-20210430-13-4k2hz6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5991%2C3988&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/blur-image-patients-hospital-waiting-see-1937140288">Shutterstock / Medical-R</a></span></figcaption></figure><p>A menudo, la investigación médica ha mirado a las mujeres “como si fueran hombres”. Es decir, ha ignorado sus problemas, enfermedades específicas, sus quejas, malestar y causas del dolor, para centrar casi exclusivamente el estudio de las mujeres en su salud reproductiva. </p>
<p>Pero lo cierto es que es mucho más que eso. Según <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/gender">la OMS (2021)</a>, el género es un factor determinante de la salud. Es decir, el género de una persona puede influir de manera significativa en su estado de salud física, psicológica y social, así como en su nivel de bienestar durante los años vividos. </p>
<p>Eso implica que la morbilidad diferencial, entendida como las diferencias en el proceso de salud-enfermedad que existen entre <a href="https://www.mdpi.com/2077-0383/9/10/3165">mujeres y hombres</a>, requiere una <a href="https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-57272002000500007">mayor atención</a>. </p>
<h2>Socialización “en femenino”</h2>
<p>La manera en que la persona es socializada influye en su forma de concebir el mundo, a los demás y a sí misma. Esta socialización es, por lo general, distinta en función de nuestro sexo de nacimiento, lo que se conoce como socialización de género. </p>
<p>La consecuencia inmediata es que se generan patrones de comportamiento, sistemas de creencias, expectativas, maneras de relacionarnos, de estar en el mundo, de sentir y de experimentar que difieren entre mujeres y hombres. </p>
<p>La socialización tradicional “en femenino” suele inculcar a las niñas y adolescentes la importancia de estar siempre guapa y delgada, de ser responsable, mantenerse tranquila, pensar más en los demás que en sí misma, relegar sus necesidades y estar más pendientes de lo que otras personas demanden. </p>
<p>Esta socialización diferencial también favorece una determinada <a href="https://academica-e.unavarra.es/handle/2454/20009">“especialización emocional”</a>, que refuerza y favorece la tristeza, el miedo y la culpa. Por el contrario, en la educación de las niñas se suelen refrenar la decisión, la seguridad, el enfado o la valentía. Lo que es más, la mayor expresión de emociones por parte de las mujeres en su estilo de liderazgo, en el trabajo en equipo o en los procesos de negociación se percibe socialmente como una debilidad. </p>
<p>En la edad adulta, la socialización diferencial femenina se refleja en la asunción de roles de género que conllevan una sobrecarga de tareas y responsabilidades, a menudo centradas en el cuidado de otras personas, que se intentan compaginar con la presencia en el mercado laboral. </p>
<p>Esto se conoce como la doble jornada, es decir, jornada laboral más trabajo doméstico o de cuidados. Esta doble presencia/ausencia simboliza el estar y no estar, y obliga a las mujeres a pasar de una cultura del cuidado a una del beneficio, interiorizando las tensiones que ello conlleva. Además de que dificulta la igualdad de oportunidades para el desarrollo de la carrera profesional. Y eso implica que se perpetúa la brecha de género. </p>
<h2>La tensión de la doble presencia</h2>
<p>Existen numerosas investigaciones que constatan el malestar que experimentan las mujeres, en términos de salud, cuando tienen que hacer frente a la tensión que les supone la doble presencia o la “conciliación”. Quizás porque una de las consecuencias de esta sobrecarga es un menor tiempo disponible para un autocuidado saludable y para sí mismas. </p>
<p>Tampoco podemos obviar que las mujeres presentan mayor esperanza de vida en comparación con los hombres. Eso no significa que disfruten de un envejecimiento más satisfactorio. Si tenemos en cuenta los diversos indicadores económicos basados en la cuantía de las pensiones y el derecho a las mismas, ellas se sitúan en clara desventaja. </p>
<p>Las mujeres mayores deben enfrentar su coyuntura personal y vital, que en muchos casos las ha situado en la dependencia y la pobreza, al tiempo que desenmascara algunos mandatos socioculturales que las han limitado, relacionados con un concepto de belleza y juventud que no respeta <a href="https://www.e-revistes.uji.es/index.php/recerca/article/view/150">el propio proceso natural de envejecer</a>. </p>
<h2>Salud psicológica y medicalización</h2>
<p>En el plano de la salud psicológica, la socialización de género femenina se asocia con una mayor prevalencia de problemas como <a href="http://www.msc.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/equidad/05modulo_04.pdf">la ansiedad, la depresión o los trastornos de la conducta alimentaria</a>, unidos a un marcado deterioro de la <a href="https://www.mujeresparalasalud.org/la-autoestima-de-las-mujeres-2/">autoestima</a>. </p>
<p>Además, <a href="https://news.un.org/es/story/2021/03/1489292">una de cada tres mujeres es víctima</a> de algún tipo de violencia de género. A lo largo de sus vidas, muchas mujeres experimentan episodios o situaciones más o menos sostenidas en el tiempo de acoso o abuso sexual, o de violencia por parte de su (ex)pareja. Estos acontecimientos suponen un riesgo para la salud de las mujeres, provocando un peor estado de salud general.</p>
<p>A esto se suma una mayor <a href="https://link.springer.com/chapter/10.1057/9781137295408_8">medicalización de la salud de las mujeres</a> como consecuencia, al menos en parte, de sesgos de género en el diagnóstico, atención, tratamiento e investigación. Así sucede, por ejemplo, con el dolor y el cansancio que muchas mujeres presentan como motivo principal de consulta. Cuando no quedan sin diagnosticar, se diagnostican erróneamente, derivando en un mayor consumo de psicofármacos, a menudo innecesarios. </p>
<p>Otro ejemplo lo encontramos en <a href="https://www.mdpi.com/2077-0383/9/10/3165">las enfermedades cardiovasculares</a>. Es poco conocido que los síntomas de infarto más frecuentes <a href="https://theconversation.com/los-ataques-cardiacos-son-diferentes-en-mujeres-y-en-hombres-y-la-atencion-medica-debe-asumirlo-112237">en mujeres son distintos</a> a los que suelen ocurrir en los hombres. Este desconocimiento, unido a la percepción errónea de que los problemas cardiovasculares ocurren más en hombres, da lugar en muchas ocasiones a un diagnóstico tardío y un peor pronóstico. </p>
<h2>No se trata solo de incluir a las mujeres en los datos</h2>
<p>Por todo lo anterior, la perspectiva de género es fundamental para ofrecer la mejor atención sanitaria. No se trata solo de incluir a las mujeres y ver las diferencias. Urgen análisis en los que la diferencia sexual sea una categoría analítica central. Esto implica mucho más que “agregar” mujeres a los datos: tenemos que darnos cuenta de <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22256877/">la importancia de ser una mujer o un hombre en la investigación en salud</a>. </p>
<p>Afortunadamente, no todo es negativo en cuanto a la salud de las mujeres. La socialización diferencial y la especialización emocional de la que antes hablamos favorecen, entre otros aspectos saludables, un mayor desarrollo de la empatía y más sensibilidad. </p>
<p>Ambas cosas facilitan la existencia de relaciones sociales, convirtiéndose el apoyo social en una estrategia de afrontamiento saludable frecuente entre las mujeres. Además, muchas mujeres de nuestro entorno son ejemplo de resiliencia y superación ante cualquier adversidad (in)imaginable. </p>
<p>Como <a href="https://cordopolis.eldiario.es/blogopolis/con-canas-y-tan-fresca/tomarnos-serio_132_7827197.html">propone Anna Freixas</a>, si queremos salir adelante las mujeres debemos tomarnos en serio. Eso requiere “valorar nuestra mente y sus producciones, sin pedir perdón por si acaso no están a la altura; nos invita a no estar siempre disponibles, como si el tiempo nos sobrara; supone anteponer nuestras necesidades a las de quienes colonizan nuestro tiempo y, por supuesto, nos insta a respetar nuestro cuerpo, nuestra salud, nuestros sueños y nuestros deseos”. Tomar en consideración la perspectiva de género en la salud abre la puerta al logro de nuestras expectativas vitales.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/159950/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>La investigación médica ha mirado a las mujeres “como si fueran hombres” ignorando sus problemas y enfermedades específicas, para centrar casi exclusivamente el estudio en la salud reproductiva.Bárbara Luque Salas, Profesora Titular del Departamento de Psicología, Universidad de CórdobaCarmen Tabernero Urbieta, Catedrática de Psicología Social, Universidad de SalamancaNaima Z. Farhane Medina, Psicología, Universidad de CórdobaRosario Castillo-Mayén, Departamento de Psicología, Universidad de CórdobaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1519422021-03-10T20:50:15Z2021-03-10T20:50:15ZCómo teletrabajar sin perder la salud en el intento<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/375853/original/file-20201218-23-1cazsid.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=12%2C651%2C4013%2C2366&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/young-man-works-home-europeans-were-1672388806">Shutterstock / del_selenio</a></span></figcaption></figure><p>No cabe duda de que la situación generada por la covid-19 nos ha hecho repensar muchos aspectos, algunos de forma intencional y otros, desafortunadamente, de manera forzada. Entre ellos, uno de los que mayor impacto ha tenido en nuestro día a día ha sido la obligación de teletrabajar. </p>
<p>Antes de que la pandemia irrumpiera en nuestras vidas, el teletrabajo era una especie de situación con mucho potencial para la conciliación familiar o determinadas condiciones relacionadas con el estado de salud. </p>
<p>Pero lo cierto es que nuestra manera de entenderlo era más ideal que concreta, puesto que su implantación en España <a href="https://www.mdpi.com/2071-1050/12/9/3662/htm">era minoritaria</a>. Por eso, con la nueva crisis, la situación ha tenido que revertirse a pasos forzados para pasar a ser una realidad con cifras impensables hace tan solo un año.</p>
<h2>La falta de preparación</h2>
<p>La rapidez de este cambio ha hecho que en muchos casos no tengamos adaptada nuestra forma de trabajo en casa. Hemos tenido que lidiar con muchas limitaciones que no teníamos en cuenta en nuestras conversaciones informales sobre el tema. </p>
<p>Por ejemplo, ¿cuál sería nuestra mesa de trabajo? ¿la misma que en la que comemos?, ¿la iluminación tenue es suficiente para estar tanto tiempo delante de una pantalla?, ¿cómo puedo postergar las demandas de las personas que conviven conmigo?, ¿alguna vez había tenido que lidiar con tantas posibilidades de procrastinar? </p>
<p>Todo lo anterior hay que trasladarlo a un nuevo lugar de trabajo en el que los recursos son limitados y el entorno no está adaptado. ¿Significa lo expuesto que haya que resignarse a un peor entorno de trabajo? </p>
<p>La respuesta es no. Si una cosa nos ha enseñado la historia evolutiva de nuestra especie es que la capacidad de <a href="https://evolucion.fcien.edu.uy/Lecturas/GouldyLewontin1979.pdf">adaptación está en lo más profundo de nuestra biología</a>. </p>
<p>Por tanto, vamos a intentar exponer una serie de aspectos a tener en cuenta para adaptar nuestro trabajo a una condiciones que a priori parecen limitadas. Sin embargo, estas pueden ser resignificadas en una adaptación a circunstancias en muchos casos desfavorables, para lo cual estamos más que preparados.</p>
<p>¿Por qué vamos a hablar de adaptación y no de resignación? Especialmente porque la adaptación de puestos de trabajo tiene una larga tradición dentro de la psicología y otras disciplinas. Concretamente de la <a href="http://www.ergonomos.es/ergonomia.php">ergonomía</a>. Su larga historia investigadora revela unos resultados muy útiles para afrontar nuestra adaptación, forzada, a nuestro nuevo lugar de trabajo.</p>
<h2>Claves para teletrabajar correctamente</h2>
<p>En primer lugar, deberíamos hacer un análisis de nuestro puesto de trabajo. Es decir, qué necesitamos para realizar nuestras tareas, tanto en términos de equipo, como de condiciones ambientales y demandas personales. </p>
<p>Tenemos que tener en cuenta que lejos de ser inocuo, el teletrabajo también tiene sus riesgos. Así lo explicó la propia Organización Mundial del Trabajo en una <a href="https://www.voced.edu.au/content/ngv:87335">reciente publicación</a>, especialmente para el teletrabajo que se desarrolla a tiempo completo:</p>
<ul>
<li><p>El <a href="https://www.insst.es/documents/94886/327446/ntp_730.pdf/55c1d085-13e9-4a24-9fae-349d98deeb8a">tecnoestrés</a>, aquel derivado del abuso de las nuevas tecnologías, así cómo la adicción a la tecnología. Estos aspectos aumentan la fatiga psicológica, pueden derivar en una mayor irritabilidad y una menor capacidad de desconexión y, por tanto, de beneficiarse de un descanso adecuado.</p></li>
<li><p>El <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7300689/">consumo de alcohol</a> y drogas recreativas y fármacos. Teniendo en cuenta que están más a nuestro alcance, el abuso de estos puede llevar a respuestas emocionales negativas. Además, podrían deteriorar la convivencia (aumento de discusiones, aumento de la tensión emocional en la convivencia, violencia, etc.).</p></li>
<li><p>El sedentarismo prolongado en el tiempo y permanecer en la misma posición durante largos periodos pueden dar lugar a <a href="https://link.springer.com/article/10.1186/s12245-020-00299-5">problemas de salud </a>. Por ejemplo, fatiga visual, enfermedades cardiacas y musculo-esqueléticas, sobrepeso y obesidad. El mobiliario no adaptado de nuestros hogares puede agravar la situación. </p></li>
<li><p>El aislamiento prolongado puede desencadenar <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7262128/">sentimientos de exclusión y agotamiento</a>.</p></li>
<li><p>El uso de tecnología anticuada con velocidades menores a las requeridas en la actualidad pued generar <a href="https://theconversation.com/se-debe-evaluar-y-pagar-de-modo-distinto-el-teletrabajo-148832">irritabilidad y frustración</a>.</p></li>
<li><p>Existe un riesgo de agravamiento de conflictos entre trabajo y vida privada. También en la gestión de los límites entre el tiempo dedicado al trabajo y a los asuntos personales (incluyendo el propio descanso y la desconexión del trabajo). Esto se hace más evidente en personas con hijos o que conviven con personas con necesidad de apoyo o supervisión.</p></li>
</ul>
<h2>Recomendaciones para no perder la salud teletrabajando</h2>
<p>Lo anterior nos debería llevar a una reflexión sobre si estamos desconectando de forma efectiva de nuestro trabajo. Igualmente tenemos que plantearnos si está <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0165032720325891">afectando de alguna manera a nuestra salud y vida personal</a>.</p>
<p>Una vez hayamos reflexionado, habría que plantearse ciertas cuestiones, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7165285/">tanto con nuestros empleadores como con nosotros mismos</a>:</p>
<ul>
<li><p>Establecer unos objetivos de trabajo claros y adaptar el horario a la consecución de estos objetivos. Es decir, flexibilizar la jornada laboral para adaptarla mejor a la realidad del trabajador.</p></li>
<li><p>Fijar descansos y permisos para desconectar del trabajo en momentos específicos o en respuesta a las necesidades del trabajador.</p></li>
<li><p>Limitar la disponibilidad al horario establecido y, si es el caso, delimitar bien la funciones de cada trabajador.</p></li>
<li><p>Tener en cuenta a aquellos trabajadores con responsabilidades de cuidado, las cuales pueden dar lugar a imprevistos que pueden retrasar la realización de algunas tareas asignadas.</p></li>
</ul><img src="https://counter.theconversation.com/content/151942/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Jorge Marredo Rosa no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La falta de preparación ante la nueva realidad del teletrabajo conlleva riesgos que pueden afectar a nuestra salud y vida personal. Sin embargo, hay varias recomendaciones clave que pueden ayudarnos.Jorge Marredo Rosa, Profesor asociado en Universidad Internacional de Valencia., Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1540322021-02-25T17:34:20Z2021-02-25T17:34:20Z¿Por qué a pesar de un aumento de la corresponsabilidad las mujeres siguieron percibiendo más estrés en el confinamiento?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/385947/original/file-20210223-15-ka5ljs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=22%2C15%2C5047%2C3359&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/mum-two-kids-working-kitchen-close-560431687">Shutterstock / Monkey Business Images</a></span></figcaption></figure><p>La irrupción del covid-19 ha supuesto, sin duda, un cambio radical en nuestras vidas, transformándolas casi por completo. El <a href="https://www.epdata.es/datos/teletrabajo-datos-graficos/517">porcentaje de personas que teletrabajan en España</a> ha sido siempre relativamente bajo (5,2 % en 2006, y 8,3 % en 2019). </p>
<p>Es así a pesar de que algunos informes, como <a href="https://www.bde.es/bde/es/utiles/Canal_RSS/Publicaciones/el-teletrabajo-en-espana.html">el del Banco de España</a>, estimaban que este porcentaje podría crecer hasta al 30 % en los próximos años. Lo que nadie esperaba es que este porcentaje crecería de la noche a la mañana hasta el 80 %.</p>
<p>El teletrabajo se impuso <a href="https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2020-3824">por decreto</a> (RD-L8/2020, de 17 de marzo). Así, aunque en otra época anhelábamos el trabajo a distancia, lo cierto es que durante el confinamiento muchas familias, y en especial con hijos pequeños, se vieron abocados a un nuevo estrés. Vieron la obligación de construir el día a día en un espacio limitado, viviendo en un mundo individual y a la vez compartido. En él, cada uno debía desempeñar roles diferentes y simultáneos como padres, cónyuges y a la vez trabajadores.</p>
<p>En este contexto, la mayoría de las cuestiones cambiaron de perspectiva. Pero, sobre todo, cambió nuestra vivencia de dos temas fundamentales: el trabajo y la familia. En definitiva, la vida cotidiana y los usos del tiempo dieron un vuelco y a los estudiosos de la debatida cuestión <em>work-family</em> se les plantearon nuevas preguntas: ¿Qué sucede cuando los hogares se convierten en un espacio multidisciplinar donde se educa, se cuida y, a la vez, se lleva a cabo la mayor parte del trabajo productivo del país con un uso intensivo de la tecnología? ¿Cómo viven las madres de familia esta situación? ¿Se reparten de manera más equitativas las tareas? ¿Se agudizan aún más las diferencias de género?</p>
<h2>Percepción del estrés en hogares españoles</h2>
<p>Para revelar el nivel de estrés y la percepción que había en las familias, se llevó a cabo <a href="https://www.marcialpons.es/libros/teletrabajo-y-conciliacion-en-el-contexto-de-la-covid-19/9788413453118/">un estudio</a> a lo largo del mes de Julio del 2020. En él participaron investigadores de la Universidad de Valencia y la Universitat Internacional de Catalunya . Para ello, tomaron una muestra representativa de la realidad estatal compuesta por 600 padres y madres de familia que teletrabajaron, cuyas edades oscilaban entre los 26 y los 45 años, tenían hijos menores en casa (60,8 %) y cuya vivienda tenía como media 90 m2. </p>
<p>Los resultados mostraron que se produjo estrés (2,84 sobre 5) y creció la percepción de conflicto entre ambos mundos: trabajo y familia (2,74 sobre 5) debido a que los límites entre uno y otro se hicieron más porosos y permeables que nunca tal como indican algunas <a href="https://www.econbiz.de/Record/the-myth-of-separate-worlds-an-exploration-of-how-mobile-technology-has-redefined-work-life-balance-duxbury-linda/10008807498">investigaciones anteriores</a>.</p>
<p>El estudio arrojaba que los indicadores de corresponsabilidad y reparto de tareas habían mejorado, sin apenas diferencias por género en lo que respecta al “apoyo percibido” por parte de la pareja a todos los niveles: emocional, logístico y educativo (con valores medios: 4.18 sobre 5). Sin embargo, la gran paradoja de estos resultados es que la percepción de la doble jornada en las mujeres había sido mayor que en los varones, con casi medio punto por encima de ellos en todas las cuestiones que hacían referencia a la vivencia del conflicto. </p>
<p>Se hacía mención a interferencias, solapamientos y cambios de planes. También el estrés percibido como consecuencia del teletrabajo había sido mayor en ellas, especialmente si había niños pequeños. </p>
<h2>La carga mental del hogar</h2>
<p>Los efectos de esta situación sobre la salud fueron también claros: las mujeres que teletrabajaban durante este período tuvieron más problemas para conciliar el sueño, estuvieron más irritables y sintieron su salud más afectada que sus parejas.</p>
<p>¿Cómo podemos interpretar estos resultados? Allison Daminger, de la Universidad de Harvard, publicó <a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/0003122419859007">recientemente un artículo</a> donde desbrozaba un nuevo concepto que puede arrojar luz sobre esta cuestión: <em>la dimensión cognitiva del trabajo doméstico</em>_. </p>
<p>Según Daminger, a menudo pensamos en las responsabilidades del hogar en forma de tareas materiales cuando en realidad éstas van más allá de su específica materialidad ya que hacen referencia a las personas y al cuidado y extienden más allá del momento en que se ejecutan. Sin embargo un ordenador podemos cerrarlo y olvidarnos, pero con una persona no podemos hacer lo mismo. </p>
<p>Por tanto, hay al menos una dimensión que se ha olvidado en gran parte de los análisis académicos sobre el tema: la naturaleza propia de la gestión del hogar y la familia.</p>
<h2>Una nueva forma de estudiar los cuidados</h2>
<p>En cierta manera, hablar de la dimensión cognitiva del trabajo doméstico es hacer un esfuerzo por entender quién es el <em>ordenador</em> de la casa, quién tiene en la cabeza las tareas que de modo preciso se deben realizar y que supone saber anticiparse a las necesidades, tomar las decisiones (¿qué toca hoy para cenar?) y monitorear los avances de la marcha de la familia. </p>
<p>Además, este fenómeno tiene dos características. La primera es que parece difícilmente compartimentable (<em>ahora hago esto y luego lo otro</em>). La segunda, que tiende a recaer en mayor medida en las mujeres que en los hombres, generando ciertas satisfacciones, pero también cansancio y estrés.</p>
<p>Quizás comprender con más detalle la dimensión cognitiva del trabajo doméstico es la pieza que explicaría la paradoja. El reparto de tareas se ha vuelto más equitativo, pero no lo ha hecho su dimensión cognitiva que sigue recayendo en las mujeres. Las posibles razones para que esto sea así- culturales, históricas y personales- se convierten en un campo interesante campo de estudio para el futuro. Si la dimensión cognitiva es tan importante habrá que estudiar los diferentes apoyos recibidos en el hogar y dar importancia al reparto de tareas -apoyo logístico- pero también a la comunicación y al apoyo emocional. </p>
<p>Lo cierto es que durante el confinamiento, al haber aumentado el trabajo doméstico debido a la propia naturaleza del momento extraordinario que vivimos, aumentó también su complejidad, sus interferencias en la vida de las mujeres –que ya eran frecuentes por otra parte– y, consecuentemente, su carga mental, es decir, su dimensión cognitiva. </p>
<p>En consecuencia parte de la solución debería pasar por buscar nuevas estrategias que ayuden a compartir de verdad y no sólo dividir y fragmentar el trabajo doméstico diario en casa que se compone de tareas orientadas a la atención material del hogar pero también de cuidado, ese cúmulo de acciones diarias que tanto nos han ayudado a sobrevivir de la mejor manera posible en estos tiempos extraños.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/154032/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Consuelo León Llorente ha realizado esta investigación -Emprendimiento y Conciliación desde una perspectiva de género- en el marco del proyecto GV19-2019 subvencionado por la Generalitat Valenciana. Actualmente es investigadora en la Childcare and Family Policies Chair (Fundación Joaquim Molins Figueras) del Instituto de Estudios Superiores de la Familia (UIC Barcelona)
</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Actualmente es investigador en la Childcare and Family Policies Chair (Fundación Joaquim Molins Figueras) del Instituto de Estudios Superiores de la Familia (UIC Barcelona)</span></em></p>Durante el confinamiento, mejoraron los indicadores de corresponsabilidad y reparto de tareas en los hogares españoles. Sin embargo, las mujeres tuvieron una percepción mayor del estrés.Consuelo León Llorente, Directora del Observatorio de Políticas Familiares. Cátedra Joaquim Molins Figueras Childcare and Family Policies. Responsable de la Unidad de Igualdad, Universitat Internacional de CatalunyaMarc Grau-Grau, Investigador y coordinador de la Cátedra Joaquim Molins Figueras Childcare and Family Policies, Universitat Internacional de CatalunyaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1520002021-01-11T19:55:34Z2021-01-11T19:55:34ZLa heroicidad de las académicas españolas en pandemia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/377813/original/file-20210108-17-77c6os.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C0%2C4594%2C3642&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/3d-anaglyph-effect-racial-discrimination-trinitas-1492675667">Shutterstock / Alla - Din</a></span></figcaption></figure><p>En Galicia existe una forma especial de recolectar las uvas que se encuentran en las laderas del río Sil, en la hermosa Ribeira Sacra. Se denomina “vendimia heroica” por sus dificultades y por el extremo riesgo al que se exponen las y los recolectores. </p>
<p>Haciendo un paralelismo se puede afirmar que durante el confinamiento y el posconfinamiento nuestras académicas han tenido que desarrollar una estrategia “heroica” para sobrellevar el trabajo docente y de investigación y el cuidado de sus hogares.</p>
<p>Esto es lo que se desprende del estudio <a href="https://www.uvigo.gal/sites/uvigo.gal/files/docs/nocampus/igualdade/2020_informe_covid.pdf"><em>“Género e investigación científica en la Universidade de Vigo en tiempos de covid-19”</em></a>, una investigación puesta en marcha por la <a href="https://www.uvigo.gal/en/campus/equality">Unidad de Igualdad</a> para analizar el impacto que está teniendo la pandemia en las carreras profesionales del personal docente e investigador de nuestra universidad.</p>
<p>Lo cierto es que la situación de las mujeres en las universidades españolas mostraba ya un <a href="https://www.researchgate.net/publication/341030698_El_biaix_de_genere_en_el_reclutament_la_promocio_i_la_retencio_del_personal_a_les_universitats_Xarxa_Vives_d'Universitats_Colleccio_Politica_Universitaria">claro diagnóstico de desigualdad de género</a>, acentuada por la <a href="https://www.ine.es/prensa/eet_prensa.htm">“brecha de cuidados”</a> en España.</p>
<p>La covid-19 está haciendo emerger nuevas desigualdades que, parece, vienen para quedarse. Esto se esta constatando a nivel <a href="https://theconversation.com/que-vacuna-llegara-antes-la-de-la-covid-19-o-la-de-la-desigualdad-149965">internacional</a> y también <a href="https://www.ciencia.gob.es/stfls/MICINN/Ministerio/FICHEROS/Resultados_cuestionario_impacto_confinamiento_personal_investigador_UMyC.pdf">en España</a>. </p>
<p>A esta radiografía nacional hay que sumarle otras desigualdades estructurales en ciencia, como la brecha salarial, el techo de cristal o la “<a href="https://theconversation.com/por-donde-perdemos-a-las-cientificas-el-mayor-agujero-es-el-de-la-confianza-131713">tubería que gotea</a>”.</p>
<h2>El confinamiento y la producción científica</h2>
<p>Pero ¿cómo afectó el periodo de confinamiento y posconfinamiento a la producción científica de las universidades españolas? En este trabajo fueron analizados una serie de indicadores por sexo durante el estado de alarma. Se midieron las condiciones del trabajo en remoto, la producción científica, la brecha de cuidados y el bienestar general, realizando una comparativa temporal con el mismo periodo del año de 2019.</p>
<p>Según los resultados del informe, la disminución de la actividad investigadora observada entre las mujeres evidencia un escenario de desigualdades derivado de la “brecha de cuidados”, lo que va a provocar el preocupante aumento de la brecha salarial y de otras desigualdades de género en la academia.</p>
<h2>Ellas concilian siempre, ellos puntualmente</h2>
<p>Para la puesta en marcha del estudio se combinó una encuesta realizada al Personal Docente e Investigador (PDI) en la que participaron 275 docentes –54 % mujeres y 46 % hombres–; dos grupos de discusión y la consulta a revistas científicas con sello de calidad <a href="https://www.fecyt.es/">Fecyt</a> (2019) y de <a href="https://login.webofknowledge.com/error/Error?Error=IPError&PathInfo=%2F&RouterURL=https%3A%2F%2Fwww.webofknowledge.com%2F&Domain=.webofknowledge.com&Src=IP&Alias=WOK5">Web of Science</a>.</p>
<p>El análisis de los datos muestra que ellas trabajaron más desde casa (92,6%), casi diez puntos por encima de los hombres. Pasar más tiempo en los hogares implica asumir las tareas de responsabilidad doméstica y de cuidados.</p>
<p>La división sexual del trabajo y la brecha de cuidados se acentuaron durante el confinamiento: ellas conciliando permanentemente, ellos puntualmente, hecho que resulta insostenible por injusto. En efecto, el 17 % de las mujeres madres de menores afirmaron haber reducido considerablemente el tiempo de trabajo remunerado, frente al 9,8 % de los hombres padres de menores.</p>
<p>Conciliar el trabajo remoto con la vida familiar no resultó fácil, pero las académicas madres fueron las que tuvieron más dificultades y sacrificaron su producción científica. De nuevo, los efectos del <a href="https://spssi.onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.0022-4537.2004.00379.x">muro de la maternidad</a> se vieron en una ciencia “ciega” al género.</p>
<h2>Actividad investigadora mermada</h2>
<p>En el ámbito de la producción científica, los hombres han mantenido la revisión y el envío de artículos en un 75 % de los casos, mientras solo lo lograron el 58,6 % de las mujeres.</p>
<p>Por otra parte, el 18,3 % de los hombres solicitaron proyectos de investigación frente al 11,3 % de las mujeres. De nuevo son las mujeres quienes acusan un mayor impacto, admitiendo el 33,8 % de ellas que su actividad investigadora disminuyó considerablemente, frente al 16 % de los académicos.</p>
<h2>Erosión en el bienestar de las madres</h2>
<p>Cuando se preguntó sobre el reparto de tareas del hogar, se evidenció de nuevo la feminización del trabajo reproductivo. De la amplia batería de actividades de cuidados y la gestión del hogar, las mujeres asumen mayoritariamente todas ellas, a excepción de la compra presencial y las actividades de bricolaje y jardinería.</p>
<p>Ellas duermen menos, descansan menos, dedican menos tiempo a sí mismas y descuidan su bienestar a favor del cuidado de los otros miembros del hogar. Así, cinco de cada diez mujeres encuestadas afirmaron no disponer de tiempo para ellas, disminuyendo hasta quince puntos en el caso de los hombres.</p>
<p>Todo este desgaste también perjudicó el tiempo disponible para trabajos intelectuales que requieren gran concentración, pues una queja habitual recogida en las entrevistas grupales fue la imposibilidad de conseguir instantes donde el “ruido de fondo” (niños demandantes, comidas, tareas varias, etc) no perturbara la concentración que requiere el trabajo académico.</p>
<p>Al analizar el envío de artículos a revistas de habla hispana se obtienen resultados contundentes: los investigadores incrementaron sus envíos más de un 38,1 % respecto al año 2019, pero las investigadoras solo aumentaron en un 6,3 %.</p>
<p><strong>Autores/as de manuscritos enviados a las revistas de habla hispana</strong></p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/377663/original/file-20210107-13-ko0n8p.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/377663/original/file-20210107-13-ko0n8p.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=126&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/377663/original/file-20210107-13-ko0n8p.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=126&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/377663/original/file-20210107-13-ko0n8p.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=126&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/377663/original/file-20210107-13-ko0n8p.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=158&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/377663/original/file-20210107-13-ko0n8p.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=158&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/377663/original/file-20210107-13-ko0n8p.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=158&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><span class="source">Elaboración propia</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Nuestros resultados coinciden con la tendencia detectada en otros estudios previos, aunque nuestros datos recogen una brecha aún mayor que lo señalado en otros <a href="https://voxeu.org/article/who-doing-new-research-time-covid-19-not-female-economists">estudios</a> <a href="https://www.nature.com/articles/d41586-020-01294-9.">internacionales</a>.</p>
<p>Entre las académicas, son las mujeres con hijas/os menores las que experimentaron un mayor descenso en la producción científica.</p>
<p>Examinado de un modo global todos estos elementos, junto con el incremento de las redes informales de comunicación masculina y el tradicional androcentrismo de la ciencia, nos alertan del peligro de perder en unos meses todos los avances que hemos conseguido las mujeres décadas atrás. Y esta brecha de género se puede ampliar indefinidamente si las instituciones no priorizan las políticas con perspectiva de género.</p>
<p>Agotadas, pero con valentía, empeño, resistencia y solidaridad, las mujeres académicas intentan huir de ese futuro donde el empobrecimiento salarial, la calidad laboral o la exigua promoción académica, además del deterioro de la calidad de vida, las excluya de la senda deseable a la que los que disponen de mayor tiempo, capital relacional y menores cargas de cuidados acceden sin problemas. </p>
<p>La vulnerabilidad estructural que afecta a las trayectorias científicas de las mujeres se puede paliar a través de medidas de acción positiva que compensen esta desigualdad sistémica.</p>
<h2>Un cambio cultural</h2>
<p>La covid-19 ha puesto de manifiesto, con toda su crudeza, la “crisis de los cuidados” que lleva décadas asentada en nuestra sociedad.</p>
<p>La investigadora Lorena Fernández lanzó una propuesta en <a href="https://theconversation.com/por-que-las-mujeres-no-quieren-escribir-en-the-conversation-146333">The Conversation</a> para que las científicas sumaran sus voces frente a esta injusta realidad. En este sentido, la legislación puede ayudar pero, ante todo, es necesario un cambio cultural.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/152000/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span> Gómez Suárez , trabaja en la Universidad de Vigo y recibió fondos del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, a través de la Secretaría Xeral de Igualdade de la Xunta de Galicia, para realizar esta investigación que aquí se publica. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Iria Vázquez Silva trabaja en la Universidad de Vigo y recibió fondos del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, a través de la Secretaría Xeral de Igualdade de la Xunta de Galicia, para realizar esta investigación que aquí se publica.</span></em></p>Las científicas españolas han visto mermada su actividad académica frente a la de los hombres durante y después del confinamiento. Compaginar el trabajo docente, de investigación y de cuidados en el hogar ha hecho que hayan tenido que sacrificar su producción científica.Águeda Gómez Suárez, Área de Sociología Departamento de Sociología, Ciencia Política y de la Administración y Filosofía, Universidade de VigoIria Vázquez Silva, Profesora interina de Sociología, especialista en Estudios de Género, Universidade de VigoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1499492020-12-03T20:48:43Z2020-12-03T20:48:43Z¿Salen las familias reforzadas de la pandemia?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/372824/original/file-20201203-21-16ovrqd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C11%2C7492%2C3493&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/mother-child-face-masks-indoors-home-1695681073">Shutterstock / Halfpoint</a></span></figcaption></figure><p>Los efectos familiares del confinamiento derivado de la pandemia, además de los resultantes de la pérdida de empleo y la crisis económica, han sido especialmente significativos para los hogares unipersonales y para las familias con hijos.</p>
<p>En los primeros, <a href="https://www.sepg.pap.hacienda.gob.es/sitios/sepg/es-ES/Presupuestos/DocumentacionEstadisticas/Documentacion/Documents/INFORME%20DE%20IMPACTO%20EN%20LA%20INFANCIA%20ADOLESCENCIA%20Y%20FAMILIA/INFORME_INFANCIA%202021.pdf">un 25,7 % de los hogares españoles</a>, la vivencia de la soledad ha tenido consecuencias duras. Y en los casos de mayores dependientes, la suspensión de los recursos de cuidado, como los centros de día o la ayuda a domicilio, y la experiencia del miedo y del aislamiento han acelerado, en muchos casos, el deterioro cognitivo. Esto ha implicado para sus familiares, en muchos casos, dificultades importantes en su atención.</p>
<p>El segundo grupo de hogares para los que el confinamiento ha supuesto un test de estrés ha sido el de los de padres con hijos (33,4 % del total de hogares españoles), y más aún los hogares monoparentales (10,1 %). </p>
<p>De la noche al día, estas familias transformaron su casa en colegio y en oficina, con padres teletrabajando e hijos teleestudiando, y perdieron el apoyo fundamental de los abuelos que, en España, junto con la escuela, son básicos para la conciliación de la vida laboral y familiar. </p>
<h2>Algunas enseñanzas</h2>
<p>El confinamiento total ha dejado algunas enseñanzas: la dificultad e importancia de dar a cada uno lo suyo –al trabajo y a los cuidados de las personas y del hogar– y el consiguiente derecho a la desconexión. </p>
<p>También la corresponsabilidad entre hombres y mujeres como condición esencial de la conciliación –las madres han sido, también en confinamiento, las más dedicadas a los cuidados– y la experiencia de una intensa convivencia familiar que en ocasiones ha provocado conflictos, pero también ha permitido relaciones más estrechas.</p>
<h2>Lo que hemos aprendido</h2>
<p>Para estos hogares la “nueva normalidad” –con los hijos asistiendo al colegio o a la universidad y los padres al trabajo con mayor presencialidad– deja algunas certezas: </p>
<ul>
<li><p>El teletrabajo o la enseñanza en línea han venido para quedarse.</p></li>
<li><p>La flexibilidad laboral es un factor clave que permite los cuidados de menores y mayores.</p></li>
<li><p>El presencialismo laboral en muchos trabajos es cosa del pasado y el trabajo por objetivos el futuro.</p></li>
<li><p>La aparición de un ocio familiar más casero y, por supuesto, el drama social de la pérdida de empleo en muchas familias.</p></li>
<li><p>El aumento de la pobreza y la exclusión social. </p></li>
<li><p>En el caso de familias con hijos mayores, su edad de emancipación va a retrasarse todavía más (y ya es de las más altas en Europa por el elevado paro juvenil): según un <a href="http://www.cje.org/es/sala-de-prensa/notas-de-prensa/la-pandemia-hunde-la-emancipacion-juvenil-solo-el-173-de-las-personas-jovenes-viven-emancipadas-el-peor-dato-desde-el-ano-2001/">reciente estudio</a> del Consejo de la Juventud de España, la pandemia hunde la emancipación juvenil: solo el 17,3 % de los jóvenes viven emancipados.</p></li>
</ul>
<p>Es comprensible el sentimiento de agobio y frustración con el que muchos padres viven esta situación. Antes siquiera de haber terminado, la pandemia ya ha forzado las costuras de nuestras estructuras sociales, económicas y asistenciales y deja al descubierto con crudeza sus debilidades. </p>
<h2>Lo que debemos potenciar</h2>
<p>La tarea de reconstrucción que nos queda por delante no debería emprenderse sin una reflexión sobre estas carencias:</p>
<ul>
<li><p>Medidas de conciliación. Deben articularse con un enfoque más amplio, ofreciendo flexibilidad suficiente para hacer frente a unas responsabilidades familiares que se prolongan bastante más allá del momento de nacimiento de los hijos, que han de cubrir eventualidades muy diversas y que incluyen también cada vez con más frecuencia la atención a mayores y dependientes. La consolidación del teletrabajo, a la que ha contribuido la pandemia, puede ser una buena herramienta.</p></li>
<li><p>Dignificar y revalorizar las tareas de cuidado para ofrecer servicios de calidad, garantizar el bienestar de quienes se encuentran más desvalidos y conceder libertad de elección a las familias. La mejora de la prestación por hijo a cargo y el ingreso mínimo vital pueden ser vías para reconocer parte de este trabajo, no retribuido, pero indispensable para nuestra sociedad.</p></li>
<li><p>Corresponsabilidad. Es la asignatura pendiente. Algunos de los estudios sobre el confinamiento detectan una <a href="https://theconversation.com/teletrabajo-y-conciliacion-el-estres-se-ceba-con-las-mujeres-137023">mayor disposición de los hombres a hacer tareas de las que antes no se ocupaban</a> (poner lavadora, cocinar, hacer la compra…). </p>
<p>Pero el ritmo es lento –<a href="https://www.ilo.org/global/publications/books/WCMS_674751/lang--es/index.htm">la OIT estima</a> que la brecha de género en términos de tiempo dedicado al trabajo de cuidados no remunerado no se cerrará hasta el año 2228– y la sobrecarga que sufren las mujeres tiene consecuencias físicas y emocionales. Esto supone un lastre muy importante para sus carreras profesionales. </p>
<p>A largo plazo, la tensión que sufren las familias por las dificultades para conciliar tiene otros efectos perjudiciales: <a href="https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176954&menu=ultiDatos&idp=1254735572981">los estudios indican</a> que el “invierno demográfico” que vive Europa está lejos de acabar, y en España se espera que para 2050 la población se reduzca en tres millones de habitantes, que podrían llegar a ser 23 millones menos en 2100.</p></li>
</ul>
<p>No todo es malo. Como ya ocurriera con la crisis económica de 2008, las familias siguen siendo el sustento y referente principal de los individuos y la pandemia ofrece oportunidades para fortalecer esos vínculos: mayor implicación de los padres en la educación de los hijos, tiempo para convivir y compartir y reconocimiento de la vulnerabilidad de los mayores y sus necesidades.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/149949/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Desde el comienzo del confinamiento hasta hoy las familias han vivido en una montaña rusa de situaciones y emociones diferentes. Sin embargo, han aprendido de esta experiencia y hoy muchas relaciones familiares se han vuelto más sólidas.Salomé Adroher Biosca, Profesora de Derecho internacional privado, Universidad Pontificia ComillasMaría José López Álvarez, Profesora Propia Ordinaria Derecho del Trabajo y SS Univ. Pontificia Comillas-Madrid, Universidad Pontificia ComillasLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1403812020-06-23T20:18:09Z2020-06-23T20:18:09ZLas escuelas infantiles, necesarias para la conciliación tras el confinamiento<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/343293/original/file-20200622-55005-wcwy4h.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C526%2C6157%2C3563&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/playa-de-gandia-spainmay-08-2019-1704597898">Shutterstock / Vlad Antonov</a></span></figcaption></figure><p>La crisis sanitaria desencadenada por el COVID-19 ha provocado toda una serie de consecuencias que han afectado y probablemente afectarán a muchas familias. </p>
<p>El cierre de todos los recursos formales de cuidado, educativos y de conciliación ha puesto sobre la mesa, de un día para otro, la imposibilidad de seguir retrasando la adopción de medidas que, más allá de esta crisis, aseguren un modelo de cuidados y conciliación corresponsable. </p>
<p>Los niños y las niñas, en particular aquellos más pequeños, siguen requiriendo cuidados y educación, pero las familias han de repensar cómo van a compaginar su vida laboral y personal en esta nueva normalidad, teniendo en cuenta que en la ecuación probablemente no estarán presentes, al menos a corto plazo, las opciones –por ejemplo, de aforo– que se ofertaban antes de la pandemia. </p>
<h2>¿Y si no pudieran abrir en septiembre?</h2>
<p>Esta situación está siendo analizada actualmente desde diferentes frentes, pero es especialmente relevante plantearse qué ocurrirá si las escuelas infantiles no pueden abrir sus puertas cuando comience el nuevo curso, o no lo hacen en las mismas condiciones.</p>
<p>En España, un 40 % de los niños y niñas que se encuentran en la etapa de 0-3 años <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s11205-018-1920-5">acuden a escuelas infantiles</a>. </p>
<p>No se trata de una cuestión menor; hablamos de casi 500 000 plazas educativas, de las que aproximadamente la mitad son privadas, empresas pequeñas que, como tantos otros sectores, se están viendo sometidas a <a href="https://www.fespugtmadrid.es/2020/04/la-educacion-infantil-de-0-a-3-anos-la-etapa-mas-castigada-por-la-crisis-del-covid-19/">serias dificultades</a> económicas que amenazan su supervivencia.</p>
<h2>Miles de plazas en riesgo</h2>
<p>Después de tres meses del estallido oficial de la pandemia, en España se han aprobado numerosas medidas concretas para apoyar a distintos sectores productivos, pero todavía no sabemos exactamente en qué condiciones podrán abrir las escuelas infantiles –una indefinición que también afecta al conjunto del sistema educativo–, un escenario incierto que pone en situación de riesgo miles de plazas, que podrían no existir cuando empiece el próximo curso. </p>
<p>El grave impacto que podría tener <a href="http://www.telemadrid.es/coronavirus-covid-19/Madrid-escuelas-infantiles-campamentos-verano-0-2239876009--20200611011927.html">en la vida de las familias usuarias</a> de estos servicios su posible cierre nos situaría potencialmente en una etapa que resulta un tanto anacrónica, en la que una vez más <a href="https://theconversation.com/teletrabajo-y-conciliacion-el-estres-se-ceba-con-las-mujeres-137023">sean las mujeres</a> quienes asuman reducciones de jornada o salidas del mercado laboral para asegurar la atención de sus hijos e hijas ante la falta de alternativas para su cuidado formal.</p>
<h2>Plazas públicas necesarias</h2>
<p>Asimismo, la igualdad social puede ser otra de las perjudicadas por esta crisis del coronavirus. Las plazas de escuelas infantiles públicas han aumentado significativamente en los últimos años en España y, al igual que ocurre en otros países europeos, deberían garantizar un hueco a todas aquellas familias que deseen matricular allí a sus hijos e hijas. </p>
<p>Sin embargo, la oferta actual de los centros educativos públicos es insuficiente para alcanzar este objetivo y por ello muchas familias utilizan <a href="https://www.magisnet.com/2020/03/las-escuelas-infantiles-privadas-denuncian-que-se-encuentran-al-borde-de-la-asfixia/">escuelas infantiles privadas</a>. </p>
<p>Es obvio que las escuelas infantiles son uno de los mejores recursos actualmente existentes <a href="http://www.pid.evimo.es/ConciliacionFamiliarMadres.pdf">para facilitar la conciliación personal y familiar</a> y también una herramienta muy valiosa para contribuir a reducir la desigualdad social, al permitir la entrada en el sistema educativo al conjunto de la ciudadanía. </p>
<h2>No retroceder a viejos escenarios</h2>
<p>Desde esta perspectiva, debemos exigir avanzar hacia la universalidad de plazas en escuelas infantiles públicas para el conjunto de los niños y niñas pero, en todo caso, lo que se debe evitar es retroceder a escenarios en los que se reduzca el número de plazas disponibles. Sin duda, la “vieja” normalidad no era el contexto ideal de cuidado, pero la nueva normalidad no debe suponer, en ningún caso, una involución.</p>
<p>Es importante que lo que ocurre de puertas para adentro en las casas sea visible y discutido colectivamente; si las familias han de gestionar una situación sobrevenida a base de esfuerzos y sacrificios individuales, sin implicación y ayudas públicas, probablemente habremos perdido una oportunidad como sociedad de significar la importancia de la igualdad de género y la conciliación corresponsable de familias, administraciones y sector privado.</p>
<h2>Políticas familiares pendientes</h2>
<p>En este sentido, las políticas familiares son <a href="https://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2020/06/08/como-la-crisis-creada-por-la-pandemia-afecta-a-las-familias-espanolas/">la gran asignatura pendiente de nuestro estado de bienestar</a>, puesto que se ha asumido que serán las familias quienes “salgan al rescate” y garanticen el cuidado de los niños y niñas si no hay otros recursos públicos.</p>
<p>La falta de medidas oficiales y la incertidumbre generada sobre las escuelas infantiles son un indicio de las prioridades de las políticas públicas. </p>
<h2>¿Asumirían las mujeres el coste?</h2>
<p>Dichas políticas familiares se vieron seriamente afectadas en la crisis económica que comenzó hace una década, cuando se produjeron importantes recortes. No podemos permitir que <a href="https://theconversation.com/por-que-es-tan-importante-que-los-alumnos-de-infantil-vuelvan-a-la-escuela-137774">en esta nueva emergencia</a> sean de nuevo las familias, y en especial las mujeres, las que vuelvan a asumir el coste de unas políticas familiares que se posponen permanentemente. </p>
<p>El cuidado es una cuestión social, y la definición de las condiciones en las que trabajarán quienes se dedican a ello, una emergencia que requiere de una solución inmediata.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/140381/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>La educación infantil de 0 a 3 años es imprescindible no solo para los pequeños, también para la conciliación de las familias que trabajan. Aún es incierta su puesta en marcha con normalidad a partir de septiembre. La reducción del número de plazas, especialmente las públicas, supondría un gran varapalo para las familias.Begoña Elizalde-San Miguel, Profesora Sociología y Trabajo Social, Universidad Pública de NavarraVicente Díaz Gandasegui, Profesor Visitante Lector en el departamento de Análisis Social, Universidad Carlos IIILicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1384532020-05-31T19:56:24Z2020-05-31T19:56:24ZTeletrabajar en tiempos de COVID-19: ¿están nuestros hogares preparados?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/338509/original/file-20200529-96705-qia7pv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C8%2C5599%2C3715&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/senior-man-using-computer-home-telecommuting-1689043597"> Manolines / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Durante la crisis sanitaria de <a href="https://theconversation.com/es/covid-19">COVID-19</a>, gran parte de la población española se ha visto en la necesidad de teletrabajar desde casa. El teletrabajo bien planteado <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0308596119301120">incrementa la productividad y la satisfacción general</a>. Sus <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2352146517308803">efectos sobre la salud</a> parecen ser generalmente más positivos que negativos. </p>
<p>Esta modalidad ya era tendencia en España, esporádicamente o como alternativa de conciliación. La situación de confinamiento ha irrumpido en esta conquista paulatina del teletrabajo, <a href="https://theconversation.com/retos-del-teletrabajo-en-tiempos-de-coronavirus-133098">instaurándolo como norma general</a> en la medida de lo posible. Pero… ¿están las viviendas preparadas? ¿Cómo están respondiendo los hogares españoles al hecho de trabajar desde casa?</p>
<p>Desde el <a href="https://www.ietcc.csic.es/dpto-construccion/sistemas-constructivos-y-habitabilidad-en-edificacion/">Instituto de ciencias de la Construcción Eduardo Torroja</a> lanzamos un <a href="https://covidhab.ietcc.csic.es">estudio mixto participativo sobre confinamiento, vivienda y habitabilidad</a> (en el que usted puede participar a través de <a href="https://www.ietcc.csic.es/noticias/estudio-sobre-el-confinamiento-social-covid-19-vivienda-y-habitabilidad-covid-hab/">este enlace</a>). Hemos obtenido datos y resultados preliminares relacionados con el teletrabajo en nuestro país. </p>
<p>Un 92 % de los hogares declara tener como mínimo una persona teletrabajando o teleestudiando. ¿Dónde realizan estas actividades los españoles en casa? ¿Están las viviendas equipadas con todo lo necesario? ¿Cómo les está resultando la experiencia? </p>
<h2>Espacios de teletrabajo</h2>
<p>Un 57,6 % de los hogares destina un espacio fijo para trabajar, bien exclusivo (38,6 %), bien multiusos (19 %). Sin embargo, un 34,45 % ocupa un espacio circunstancialmente. Un 8 % no tiene sitio fijo.</p>
<p>El espacio de teletrabajo se considera, en general, adecuado. Los aspectos más satisfactorios de estos espacios son: la entrada de luz natural (79,4 %), el tamaño de la habitación (73,9 %) o su temperatura (69,6 %). Le siguen el mobiliario, el acabado de las superficies y las vistas (sobre un 50 %).</p>
<p>En general, los encuestados aprovechan la luz natural, aumentan la frecuencia de ventilación y consideran buena la calidad del aire interior. </p>
<p>Sin embargo, las viviendas suspenden en aislamiento al ruido. Su valor promedio se sitúa entre “poco aisladas” y “adecuadamente aisladas”. Muchos encuestados declaran percibir más ruido durante el confinamiento. Esto dificulta el desempeño del trabajo al impedir la concentración.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/337441/original/file-20200525-106823-cs88w1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/337441/original/file-20200525-106823-cs88w1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/337441/original/file-20200525-106823-cs88w1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=545&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/337441/original/file-20200525-106823-cs88w1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=545&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/337441/original/file-20200525-106823-cs88w1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=545&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/337441/original/file-20200525-106823-cs88w1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=685&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/337441/original/file-20200525-106823-cs88w1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=685&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/337441/original/file-20200525-106823-cs88w1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=685&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Aspectos adecuados del espacio de teletrabajo en casa.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Estudio [COVID-HAB]. Datos preliminares.</span>, <span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Confort térmico</h2>
<p>El confinamiento ha transcurrido casi totalmente en primavera, con temperaturas moderadas. Esto ha contenido el consumo energético para asegurar confort térmico. Pero ¿y si se hubiera dado en pleno invierno? ¿y si se prolongan las medidas durante el caluroso verano? </p>
<p>La mayoría de los hogares encuestados cuentan con calefacción individual (73,6 %). De estas, un 41 % son eléctricas, bien con bombas de calor o de efecto Joule. Un 44 % de las viviendas no dispone de aire acondicionado (refrigeración). Otras utilizan las bombas de calor (24 %) o equipos de refrigeración (14 %). </p>
<h2>Equipamiento digital e internet</h2>
<p>Entre los equipos domésticos que más han incrementado su uso durante el confinamiento, destacan los ordenadores (89,6 %) y los dispositivos móviles (84,6 %). Según el estudio, los medios digitales de teletrabajo en casa se consideran suficientes o buenos. </p>
<p>En cuanto a la conexión, un 96 % de los hogares tiene contratado internet en la vivienda. De estos, un 10,5 % usa indistintamente la conexión doméstica o móvil. Un 3 % usa exclusivamente la conexión móvil.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/337442/original/file-20200525-106862-1661ei1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/337442/original/file-20200525-106862-1661ei1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/337442/original/file-20200525-106862-1661ei1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=293&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/337442/original/file-20200525-106862-1661ei1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=293&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/337442/original/file-20200525-106862-1661ei1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=293&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/337442/original/file-20200525-106862-1661ei1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=368&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/337442/original/file-20200525-106862-1661ei1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=368&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/337442/original/file-20200525-106862-1661ei1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=368&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Calidad de los medios digitales en casa.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Estudio [COVID-HAB]. Datos preliminares.</span>, <span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Ergonomía y teletrabajo</h2>
<p>Gran parte de los hogares españoles presenta, sin embargo, ambientes inadecuados para teletrabajar. Mesas y sillas típicas de comedor, improvisadas mesas auxiliares con alturas inadecuadas o el uso mayoritario de equipos portátiles son elementos bastante habituales. </p>
<p>Además, se dan otras circunstancias que tampoco parecen idóneas. Por ejemplo, la ubicación en espacios compartidos con miembros del hogar o la necesidad de aislarse de ellos. Aun teniendo despachos
en casa, algunas personas usan espacios como el salón para conectarse directamente a internet o por vigilar a los niños.</p>
<h2>Conciliación familiar</h2>
<p>El teletrabajo favorece el <a href="https://eprints.bbk.ac.uk/28079/1/Telework%20outcomes%20Beauregard%20Canonico%20Basile%202019.pdf">equilibrio laboral y familiar</a>. Pero durante el confinamiento muchos medios han expuesto la <a href="https://theconversation.com/teletrabajo-y-conciliacion-el-estres-se-ceba-con-las-mujeres-137023">brecha de género existente en el teletrabajo y la conciliación familiar</a>. </p>
<p>En el periodo actual, la dedicación temporal al teletrabajo percibida es superior al resto de tareas diarias, como tareas domésticas o el descanso. El tiempo empleado en cuidado de hijos o personas dependientes no ha sido especialmente destacado, pese a ser una realidad en muchos hogares. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/337440/original/file-20200525-106836-1l38hu2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/337440/original/file-20200525-106836-1l38hu2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/337440/original/file-20200525-106836-1l38hu2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=299&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/337440/original/file-20200525-106836-1l38hu2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=299&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/337440/original/file-20200525-106836-1l38hu2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=299&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/337440/original/file-20200525-106836-1l38hu2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=375&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/337440/original/file-20200525-106836-1l38hu2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=375&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/337440/original/file-20200525-106836-1l38hu2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=375&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Dedicación a las principales tareas durante el confinamiento en casa (del 1 al 5).</span>
<span class="attribution"><span class="source">Estudio [COVID-HAB]. Datos preliminares.</span>, <span class="license">Author provided</span></span>
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<h2>El dilema de la deslocalización</h2>
<p>El teletrabajo posibilitaría huir de la ciudad para buscar viviendas más confortables, exteriores, sin contaminación ni ruido y más baratas. Podría, incluso, cambiar la situación en la <a href="https://theconversation.com/la-despoblacion-asignatura-troncal-del-nuevo-curso-politico-130333">España vaciada</a>. </p>
<p>Sin embargo, no está claro que el impacto medioambiental resultase positivo. Desaparecerían los desplazamientos laborales, pero podría generar <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2352146517308803">mayor dependencia del coche</a> para cubrir necesidades básicas o por un aumento del tiempo libre. </p>
<h2>Si seguimos teletrabajando, hacen falta cambios</h2>
<p>El teletrabajo ha supuesto un auténtico desafío para los hogares españoles durante el confinamiento. La situación actual refleja su implementación en circunstancias extremas. Ha servido de experimento, pero las conclusiones deben tomarse con cautela. </p>
<p>La aparente satisfacción con las condiciones de teletrabajo que declaran los encuestados no concuerda en muchos casos con las características reales de los hogares. Por ejemplo, no todos disponen de mobiliario adecuado, o de las mejores condiciones para alcanzar confort térmico. Por eso, cabe preguntarse si esta percepción es real o se debe a que vemos la situación como obligatoria y temporal, adaptándonos a las circunstancias sin demasiadas exigencias. </p>
<p>Si somos capaces de trabajar así, posiblemente podamos hacerlo también en circunstancias normales. Pero ¿asumiríamos este reto a largo plazo? </p>
<p>Aunque habría que profundizar en los pormenores de cada puesto y su <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/ntwe.12063">grado de adaptación</a> a distintos entornos, incluir el trabajo como una tarea más a desarrollar en las <a href="https://theconversation.com/repensar-la-vivienda-tras-la-pandemia-137276">viviendas</a> podría requerir las siguientes medidas: </p>
<ul>
<li><p>Revisar el ámbito normativo, tanto para obra nueva como rehabilitación.</p></li>
<li><p>Asegurar espacios, equipamiento y suministros adecuados.</p></li>
<li><p>Negociar con la entidad empleadora quién asume determinados gastos. </p></li>
</ul>
<p>A nivel agregado, políticas sociales sobre teletrabajo y mejoras en la organización y dotación urbanas y rurales facilitarían la deslocalización laboral en la vivienda. Esto impulsaría una mejor distribución poblacional en la ciudad y el territorio, favoreciendo las <a href="https://www.forbes.com/sites/carltonreid/2020/01/21/phasing-out-cars-key-to-paris-mayors-plans-for-15-minute-city/#74870dd56952"><em>ciudades de los 15 minutos</em></a> y la reconquista de la España vaciada.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/138453/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>María Teresa Cuerdo Vilches no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Gran parte de la población cree que dispone de las condiciones idóneas para teletrabajar en casa. Pero ¿es real esta percepción? ¿Y si se tratase de una medida a largo plazo?María Teresa Cuerdo Vilches, Dra. Arquitecta. Personal de investigación, Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja (IETcc - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1280442019-12-12T21:02:13Z2019-12-12T21:02:13ZLa estresante vida de los abuelos multifunción<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/306571/original/file-20191212-85386-1msy1wx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=9%2C9%2C5997%2C3998&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/young-hands-holded-by-old-onesselective-695338327"> ltummy / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Desde siempre, pero parece ser que más aceleradamente desde hace décadas, la sociedad enfrenta diversas circunstancias que la han llevado a una profunda y compleja transformación de la que la familia, al ser la célula <a href="https://revistas.um.es/educatio/article/view/109711/104401">educativa</a> básica de la que pende su progreso, no ha podido escaparse. </p>
<p>Es necesario aludir a la repercusión que ha tenido por encima de cualquier otro acontecimiento la masiva y también exigente incorporación de la mujer al mercado de trabajo.</p>
<p>Si a esa inserción profesional por parte de quien tradicionalmente y “en exclusiva” ha sido la encargada del cuidado en la familia se le añaden el resto de ocupaciones posibles que tanto madres como padres pueden asumir a diario (y la falta de políticas y medidas públicas que faciliten la efectiva conciliación de su vida personal y familiar con el trabajo), no extraña que en todo hogar surja la <a href="https://www.ehu.eus/ojs/index.php/HC/article/view/4245/3791">necesidad</a> de reorganizarse y de ceder ante la redistribución de funciones.</p>
<h2>Los padres tienen que delegar</h2>
<p>Al verse obstaculizado su ejercicio parental, madres y/o padres se encuentran hoy en la tesitura de tener que delegar una parte importante de su responsabilidad educativa en otras personas. Destaca la implicación de la familia extensa en general, pero es la presencia del abuelo y la abuela la que suele demandarse con una mayor <a href="http://www.zerbitzuan.net/documentos/zerbitzuan/Doble%20dependencia.pdf">asiduidad</a>.</p>
<p>Se crea entonces un panorama de conexiones intergeneracionales que es distinto y va más allá de lo esperado. Si se compara con el de los abuelos de otras épocas, vemos que en la actualidad estos han de ser mucho más solidarios de lo que eran en torno a la atención de sus nietos y/o nietas. Tanto es así que se pueden ver los cambios en la frecuencia e intensidad con que asumen este cometido: han pasado de dedicar parte esporádica de su tiempo a hacerlo cada vez más de forma regular muchas horas al día. También el alcance de su participación ha cambiado.</p>
<h2>Funciones muy variopintas</h2>
<p>Al abuelo y a la abuela actuales se les atribuyen <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=112517">funciones</a> que no solo tienen que ver con su tradicional papel en el cuidado más básico y la transmisión de historias, valores, etc., a sus nietos. A estas se añaden otras como ser fuente de un amor incondicional, de apoyo emocional, compañero de juego, depositario de secretos, modelo de envejecimiento, <a href="https://digitum.um.es/digitum/bitstream/10201/54504/1/LRH%2037.4.pdf">colaborador pedagógico en torno a la escuela</a>, e incluso ejemplo mediador en discusiones surgidas entre generaciones sucesoras.</p>
<p>De este repaso de funciones, sin duda más propias de <a href="http://www.infad.eu/RevistaINFAD/OJS/index.php/IJODAEP/article/view/405/339">los padres</a> como primeros responsables de sus hijos y/o hijas, se desprende una evidente implicación cuidadora, protectora, afectiva y recreativa por parte del abuelo y abuela, pero también educativa y socializadora.</p>
<h2>Frecuencia e intensidad de la ayuda</h2>
<p>La amplitud de este ejercicio auxiliar de funciones hace que los abuelos contribuyan a la estabilidad emocional y a la educación y socialización de sus nietos y, por tanto, faciliten su óptimo desarrollo integral. </p>
<p>Esta contribución tan valiosa es aún menos discutible si además se atiende al aumento en la frecuencia y la intensidad de su dedicación que, recordemos, es fruto principalmente de la <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=582887">situación laboral</a> en la que madres y/o padres están inmersos. </p>
<p>Además, existe una escasez de recursos públicos a favor de la conciliación de la vida personal y familiar de cada uno, lo que deriva en la generalizada e inequívoca consideración del abuelo y abuela como un apoyo educativo insustituible del que hoy en muchos hogares no se puede prescindir.</p>
<p>Es muy importante poner en valor y agradecer la incondicional e impagable participación de los abuelos de hoy ante el exigente cometido que a nivel familiar se les demanda y que, evidentemente, redunda de forma positiva en la íntegra y correcta atención de nuestra infancia.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/128044/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Verónica García Díaz no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los abuelos y abuelas asumen cada día más responsabilidades sobre los nietos durante más tiempo. La falta de políticas públicas que favorezcan la conciliación hace que estos ya no solo den cariño o ejerzan como canguros. Ahora también tienen una función pedagógica en torno a la escuela.Verónica García Díaz, Profesora en la Facultad de Formación del Profesorado y Educación (área MIDE), Universidad de OviedoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1241902019-09-29T20:11:35Z2019-09-29T20:11:35ZCómo hacer realidad la semana laboral de cuatro días<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/294675/original/file-20190929-185359-i5mdy8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C3%2C2044%2C1352&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.flickr.com/photos/megantrace/6201381800/in/photolist-arZGKS-4TUfr1-eaXpAU-hySRT2-7zEixF-J3qxh3-6TB28u-dNTJgG-aD7LJ9-28g67g2-3JMcML-e6pbp9-JridRE-Vjb8Qn-V7ProX-o9Txa7-SjKPVa-23zzQpo-ETYCi6-26rD6pv-fMEMb4-25v3NQm-87VRRG-aFHAbn-jAS4Qm-29JTFaW-8ssb6v-8SaVyF-2d7rLdD-23iYJcA-642eXb-4nqxuA-8xXWZB-4Kvnfa-Xszga1-bzu4pQ-zb4nbq-qVCK4q-SDvHZQ-boxNqg-QPT28R-ENbK54-83cPVa-cifvwf-2evYr3B-WDAsCC-jB2AQw-47kpeU-BtQfX1-rneMFT">Megan Trace / flickr</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/">CC BY-NC</a></span></figcaption></figure><p>“Deberíamos trabajar para vivir, no vivir para trabajar”, declaró <a href="https://www.parliament.uk/biographies/commons/john-mcdonnell/178">John McDonnell</a> en el <a href="https://www.bbc.co.uk/news/uk-politics-49798357">discurso pronunciado ante la conferencia del Partido Laborista británico</a>. Y acto seguido se embarcó en una enérgica defensa de la semana de trabajo de 4 días y 32 horas, objetivo que, según McDonnell, debía lograrse en un plazo de 10 años y, sobre todo, hacerse efectivo sin pérdida de salario.</p>
<p>La reducción de la semana de trabajo a 4 días sería una medida verdaderamente transformadora. Representaría una ruptura radical con la cultura de trabajo que impera en nuestra sociedad capitalista contemporánea.</p>
<p>Sin embargo, su radicalismo también plantea dificultades. ¿Aceptarán las empresas un recorte de la semana de trabajo? ¿Qué tipo de legislación se necesitará para lograr ese recorte? En última instancia, ¿podrá adaptarse el capitalismo para dar cabida a una semana de trabajo de 4 días, o será preciso que imaginemos –y construyamos– un futuro más allá del capitalismo?</p>
<h2>Argumentos a favor de trabajar menos</h2>
<p>Los argumentos a favor de trabajar menos son convincentes. Establecer una jornada laboral más corta nos dejaría tiempo para hacer y ser cosas fuera del trabajo. Nos permitiría tener una vida mejor.</p>
<p>Los datos muestran que una jornada de trabajo más larga está relacionada con diversas formas de enfermedad, tanto <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22952309">física</a> como <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3266289/">mental</a>. A este respecto, la reducción de las horas de trabajo podría contribuir a mejorar la salud y el bienestar de los trabajadores.</p>
<p>Además de las ventajas de índole personal, si trabajáramos menos, podríamos mitigar los efectos del cambio climático. La espiral de “trabajar y gastar” <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0959378013000472">tiene un costo ambiental</a> que se podría resolver reduciendo el tiempo que dedicamos al trabajo.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/293778/original/file-20190924-54744-rmtiyh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/293778/original/file-20190924-54744-rmtiyh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/293778/original/file-20190924-54744-rmtiyh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/293778/original/file-20190924-54744-rmtiyh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/293778/original/file-20190924-54744-rmtiyh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/293778/original/file-20190924-54744-rmtiyh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/293778/original/file-20190924-54744-rmtiyh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Trabajar muchas horas se ha convertido en la norma.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/young-attractive-woman-sitting-desk-working-379805485">Shutterstock</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Reducir el tiempo de trabajo también podría ser una medida rentable por sí sola, ya que da lugar a una <a href="https://theconversation.com/long-hours-at-the-office-could-be-killing-you-the-case-for-a-shorter-working-week-116369">mayor productividad</a>. Los cuerpos y las mentes descansadas hacen que las horas resulten más productivas, y ofrecen la oportunidad de producir lo que necesitamos disponiendo de más tiempo libre.</p>
<p>Por último, también podríamos <a href="https://blogs.lse.ac.uk/politicsandpolicy/the-case-for-working-less/">trabajar mejor</a>. Si eliminamos horas de trabajo duro, podríamos liberar tiempo para disfrutar de un trabajo más gratificante. La reducción de las horas de trabajo se refiere no solo a mejorar la calidad del trabajo, sino también a aligerar su carga.</p>
<h2>Persistencia del trabajo</h2>
<p>Pero el sistema en el que vivimos sigue presionándonos para que trabajemos más. En algún momento del pasado, se supuso que el capitalismo, en su evolución natural, acabaría dando lugar a una jornada de trabajo más corta. Como es sabido, en 1930 el economista John Maynard Keynes <a href="http://www.econ.yale.edu/smith/econ116a/keynes1.pdf">imaginó que hacia 2030 se implantaría la semana de trabajo de 15 horas</a>. Pensó que este logro se materializaría sin necesidad de llevar a cabo una reforma fundamental del capitalismo.</p>
<p>Sin embargo, la realidad es que las horas de trabajo en las economías capitalistas no se han reducido ni un ápice, e incluso han mostrado visos de aumento (<a href="https://www.ft.com/content/96c85ab8-77fc-11e5-a95a-27d368e1ddf7">en especial desde la crisis financiera mundial</a>). Es cierto que existen importantes diferencias entre los distintos países en lo que respecta a las horas de trabajo. Por ejemplo, los trabajadores de Alemania disfrutan de <a href="https://www.nber.org/papers/w4808">una jornada laboral más corta que la de sus homólogos estadounidenses</a>. </p>
<p>No obstante, ningún país tiene previsto, ni de lejos, implantar una semana de trabajo de 15 o incluso 30 horas en los próximos 10 años. De mantenerse las tendencias actuales, la mayoría de las economías capitalistas van camino de tener una semana de trabajo media que duplica con creces la predicción de Keynes.</p>
<p>Las razones de este estancamiento de las horas de trabajo son diversas. Por un lado, está la cuestión del poder. Los trabajadores no conseguirán una reducción de las horas de trabajo si no tienen el <a href="https://theconversation.com/how-strengthening-the-bargaining-power-of-workers-could-boost-uk-productivity-54921">poder de negociación necesario</a> para hacerla realidad. El debilitamiento de los sindicatos y el cambio hacia el <a href="https://themoderncorporation.wordpress.com/management-and-msv/">modelo de gestión orientado a la “creación de valor para el accionista”</a>, que mide el éxito de una empresa por el rendimiento que aporta a los accionistas, ha hecho que muchas personas trabajen más horas –o el mismo número de horas– por un salario más bajo.</p>
<p>Por otro lado, la fuerza continua del consumismo ha respaldado la ética del trabajo. La publicidad y la innovación de productos han creado una cultura en la que la jornada de trabajo larga se ha aceptado como algo normal, e incluso han coartado la libertad de los trabajadores de vivir bien.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/293781/original/file-20190924-54804-18otyti.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/293781/original/file-20190924-54804-18otyti.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/293781/original/file-20190924-54804-18otyti.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/293781/original/file-20190924-54804-18otyti.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/293781/original/file-20190924-54804-18otyti.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/293781/original/file-20190924-54804-18otyti.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/293781/original/file-20190924-54804-18otyti.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">El sistema actual.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/london-june-30-unidentified-members-trade-80226988?src=_eby8o4Dco5OBEV94cBOCA-1-23">Matt Gibson / Shutterstock.com</a></span>
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<h2>Algunas propuestas</h2>
<p>La dificultad para todo partido político que defienda el objetivo de reducir las horas de trabajo consistirá en superar los obstáculos mencionados. En concreto, el Partido Laborista ha rechazado un recorte de la jornada laboral que afecte a toda la economía. En cambio, favorece un enfoque sectorial, a través de un sistema renovado de negociación colectiva.</p>
<p>McDonnell ha propuesto que la jornada laboral (junto con las tasas y las condiciones salariales) pueda acordarse a nivel sectorial mediante la negociación entre los empleadores y los sindicatos. Cualquier acuerdo que se alcance sobre la reducción de la jornada de trabajo podría pasar a ser jurídicamente vinculante. Este planteamiento sigue, en cierto modo, el ejemplo de los <a href="https://www.theguardian.com/world/2018/mar/09/28-hour-week-gains-momentum-in-german-unions-push-for-flexible-rights">convenios de negociación colectiva de Alemania</a>, donde los empleadores y los sindicatos han alcanzado acuerdos para establecer semanas de trabajo más cortas.</p>
<p>A este respecto, el problema será reactivar la negociación colectiva en una época caracterizada por la <a href="https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/616966/trade-union-membership-statistical-bulletin-2016-rev.pdf">baja afiliación sindical</a>. Algunos sectores de servicios, como el comercio minorista y los sectores asistenciales, tienen una presencia sindical muy limitada, por lo que puede resultar difícil reducir el número de horas de trabajo a través de esta política.</p>
<p>McDonnell también propuso la creación de una “Comisión del Tiempo de Trabajo” con potestad para recomendar al Gobierno que aumentara, lo antes posible, los derechos de vacaciones previstos por la ley sin incrementar el desempleo. Esta medida es más prometedora, ya que pretende generar un nuevo debate —que ojalá desemboque en un nuevo consenso— sobre la conveniencia de acortar el tiempo de trabajo en el conjunto de la economía. Uno de los efectos de esta comisión podría ser la recomendación y puesta en práctica de una semana de trabajo de 4 días en todos los sectores.</p>
<p>En un nuevo <a href="https://progressiveeconomyforum.com/wp-content/uploads/2019/08/PEF_Skidelsky_How_to_achieve_shorter_working_hours.pdf">informe elaborado por <em>lord</em> Skidelsky</a>, por encargo de McDonnell, se describe una agenda de política amplia orientada a implantar una jornada de trabajo más corta. Si bien hay <a href="https://www.theguardian.com/commentisfree/2019/sep/12/four-day-working-week-report">ámbitos que admiten discrepancia</a>, el propio informe y la adhesión del Partido Laborista a esta política constituyen un importante paso adelante en el debate sobre la reducción de la jornada de trabajo. En general, parece que empieza a haber <a href="https://autonomy.work/portfolio/the-shorter-working-week-a-report-from-autonomy-in-collaboration-with-members-of-the-4-day-week-campaign/">una mayor presión para conseguir una semana de trabajo de 4 días o incluso de 3 días</a>.</p>
<p>Sin embargo, siguen existiendo enormes obstáculos para el cambio. Como se ha visto en la <a href="https://www.theguardian.com/politics/2019/sep/23/john-mcdonnell-pledges-shorter-working-week-and-no-loss-of-pay">acogida que el anuncio del Partido Laborista ha tenido entre los grupos de los distintos sectores</a>, habrá que convencer a las empresas de las ventajas que conlleva una semana de trabajo más corta.</p>
<p>Pero el escepticismo de las empresas no hace sino demostrar hasta qué punto tenemos que replantearnos la economía y, en general, la vida. Si continuamos trabajando tanto como hasta ahora, no solo seguiremos perjudicándonos a nosotros mismos, sino también a nuestro planeta. En definitiva, trabajar menos no es un lujo, sino un componente necesario de nuestro progreso como seres humanos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/124190/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>David Spencer ha recibido fondos de ESRC, EU, y EPSRC.</span></em></p>Trabajar menos horas aumenta la productividad, y es necesario para el bienestar humano y planetario.David Spencer, Professor of Economics and Political Economy, University of LeedsLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.