tag:theconversation.com,2011:/au/topics/inmunologia-85157/articlesinmunología – The Conversation2024-03-19T18:56:01Ztag:theconversation.com,2011:article/2245282024-03-19T18:56:01Z2024-03-19T18:56:01ZLos virus dejan huellas inmunes imborrables en nuestro cuerpo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/582754/original/file-20240319-26-n2gu76.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=425%2C80%2C6840%2C5001&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Ilustración de coronavirus en 3D</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/coronavirus-illustration-new-deadly-diseasecausing-viruses-1768304726">JBArt/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Los <a href="https://medlineplus.gov/spanish/viralinfections.html">virus</a> son las entidades biológicas más abundantes de la Tierra y se encuentran en casi todos los ecosistemas. Se trata de pequeños agentes infecciosos que se multiplican dentro de las células de todo tipo de seres vivos, desde plantas y hongos hasta bacterias, e incluso otros virus. Hasta nosotros, los seres humanos, ofrecemos un ecosistema ideal para su multiplicación. </p>
<p>No todos los virus provocan enfermedades. Algunos forman parte de nuestra flora microbiológica natural y nos ayudan a realizar distintas funciones, al igual que lo hacen las bacterias que forman parte de nuestro sistema digestivo.</p>
<p>En cuanto a los que nos hacen enfermar, suelen tener un gran impacto, tanto en términos de salud como económicos. Prevenir y controlar las enfermedades que causan es una prioridad para muchos países, sobre todo tras <a href="https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019">la pandemia de covid-19 ocasionada por el SARS-CoV-2</a>.</p>
<h2>Lo que ocurre durante las infecciones virales</h2>
<p>Nuestro sistema inmune trata de protegernos de los virus que nos rodean. Cuando enfermamos (infecciones agudas), se dedica a producir anticuerpos y células para combatir la infección. En la mayoría de las ocasiones, nuestro cuerpo logra vencer al virus y nos recuperamos. Este es el caso de las infecciones causadas por el <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/influenza-(seasonal)">virus de la gripe</a>, el virus <a href="https://www.who.int/es/health-topics/coronavirus#tab=tab_1">SARS-CoV-2</a> (covid-19) o el <a href="https://www.who.int/teams/health-product-policy-and-standards/standards-and-specifications/vaccines-quality/rotavirus">rotavirus</a> (causante de gastroenteritis), entre otros. </p>
<p>Sin embargo, en algunas ocasiones nuestro sistema inmune no es capaz de eliminar estos virus, que permanecen en nuestro organismo durante largos periodos de tiempo, a menudo años, o incluso durante toda la vida. Hablamos entonces de infecciones crónicas, entre las que podemos destacar a las infecciones por el <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/hepatitis-c">virus de la hepatitis C</a> o el <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/hiv-aids">virus del sida</a>.</p>
<p>En otros casos, los virus pueden esconderse de nuestro sistema inmune y permanecer en un estado inactivo denominado “latencia” dentro de las células o en localizaciones de difícil acceso al sistema inmune como el sistema nervioso central (médula espinal o cerebro). En algunas ocasiones, pueden activarse y causar recidivas, como ocurre en el caso del <a href="https://www.cdc.gov/epstein-barr/about-ebv-sp.html">virus de Epstein-Barr</a>, o enfermedades crónicas, como el <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/hepatitis-b">virus de la hepatitis B</a>.</p>
<p>Afortunadamente, hoy en día existen <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33740455/">tratamientos</a> para combatir algunas de estas infecciones graves, ya sea para eliminar el virus causante de la infección o para controlar su replicación en caso de que no sea posible eliminarlo.</p>
<h2>Qué ocurre después de eliminar la infección: huella viral</h2>
<p>Hablamos de <a href="https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000821.htm">memoria inmunológica</a> para referirnos a la capacidad que tienen algunas de las células producidas por nuestro sistema inmune de permanecer tras la infección para, en futuras infecciones, responder de manera más rápida. Coloquialmente se conoce como “hacerse inmune”, y es la base de la inmunidad adquirida.</p>
<p>Sin embargo existe un concepto que va aún más lejos: la huella viral. Se trata de una serie de respuestas inmunológicas a largo plazo, incluso años después de que la infección se haya resuelto o el virus haya entrado en estado de latencia, que pueden desequilibrar nuestro sistema inmune, haciéndolo más débil (inmunosupresión) o más reactivo de lo normal.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/578240/original/file-20240227-24-9esgxe.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/578240/original/file-20240227-24-9esgxe.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/578240/original/file-20240227-24-9esgxe.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=573&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/578240/original/file-20240227-24-9esgxe.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=573&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/578240/original/file-20240227-24-9esgxe.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=573&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/578240/original/file-20240227-24-9esgxe.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=720&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/578240/original/file-20240227-24-9esgxe.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=720&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/578240/original/file-20240227-24-9esgxe.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=720&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Impacto de las infecciones virales a largo plazo.</span>
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<p>También se ha observado que los virus pueden acelerar los procesos de envejecimiento del sistema inmune (<a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34391943/">inmunosenescencia</a>), donde hay una acumulación progresiva de células envejecidas que no son capaces de cumplir correctamente su función inmune. </p>
<p>Estos procesos relacionados con el envejecimiento forman parte de un círculo vicioso que deteriora el funcionamiento del sistema inmunitario. Por un lado, las células senescentes acumuladas liberan moléculas que provocan inflamación, entre otros efectos. Por otro, la inflamación que se produce altera al sistema inmune, contribuyendo a la inmunosenescencia.</p>
<h2>La huella viral puede condicionar el riesgo de futuras enfermedades</h2>
<p>Todo este impacto en el sistema inmune deja a las personas en situación de vulnerabilidad frente a otras infecciones. Además, y más allá del conocido síndrome de fatiga posviral, aumenta el riesgo de desarrollar distintas <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24954210/">enfermedades</a> como las cardiovasculares, diabetes, trastornos neurológicos y desarrollo de tumores, entre otras.</p>
<p>Estas enfermedades se han relacionado con una gran variedad de virus. Por ejemplo, el virus Epstein-Barr, el virus de la hepatitis C o el VIH/SIDA pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2. Otros, como el virus de la gripe o el virus Epstein-Barr, se han visto asociados a trastornos neurológicos como la depresión, la esquizofrenia, el alzhéimer y la esclerosis múltiple.</p>
<p>Algunos virus también aumentan el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer. Es el caso del virus del sida (asociado a cáncer de hígado, pulmón o linfoma de Hodgkin), los virus de la hepatitis B y C (asociado a carcinoma hepatocelular, linfoma no-Hodgkin o cáncer de cabeza y cuello), el papilomavirus (asociado a carcinoma cervical, esofágico o anal), el virus Epstein-Barr (asociado a carcinoma nasofaríngeo, cáncer de colon y linfoma de Burkitt) o el virus linfotrópico de células T humanas (asociado a varios tipos de leucemias y linfomas).</p>
<p>Para colmo, las infecciones virales pueden dejar huellas de formas más sutiles. Por ejemplo, se ha observado que algunas infecciones virales pueden alterar la <a href="https://www.livemed.in/es/blog/que-relacion-tiene-la-microbiota-intestinal-con-el-sistema-inmunitario/">microbiota intestinal</a>. Esta microbiota está muy relacionada con el sistema inmunitario, y cambios en ella pueden aumentar el riesgo de enfermedades autoinmunes y alergias a largo plazo.</p>
<p>Actualmente, muchos investigadores estudian cómo los virus dejan huellas duraderas en nuestro cuerpo y su relación con la salud a largo plazo. Invertir en esta línea de investigación resulta crucial para saber cómo las infecciones virales afectan a nuestro sistema inmunitario a corto, medio y largo plazo. Pero también para encontrar nuevos biomarcadores para identificar a las personas que tienen más riesgo de sufrir complicaciones después de una infección. Solo así podremos desarrollar estrategias de prevención y tratamiento eficaces.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/224528/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Rubén Martín Escolano recibe fondos de la Comunidad de Madrid (Ayudas Atracción de Talento investigador "César Nombela", 2023-T1/SAL-GL28980).</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Amanda Fernández Rodríguez es Investigadora en el Instituto de Salud Carlos III, del cual recibe financiación para llevar a cabo sus proyectos de investigación. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>María Ángeles Jiménez Sousa es Científico Titular en el Instituto de Salud Carlos III, del cual recibe financiación para llevar a cabo sus proyectos de investigación.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Salvador Resino es Investigador Científico en el Instituto de Salud Carlos III, del cual recibe financiación para llevar a cabo sus proyectos de investigación.</span></em></p>Incluso años después de que la infección por un virus se haya resuelto, existen una serie de respuestas del sistema inmune que pueden volverlo más débil (inmunosupresión) o más reactivo de lo normal.Rubén Martín Escolano, Investigador Cesar Nombela (Comunidad de Madrid) en el Centro Nacional de Microbiología, Instituto de Salud Carlos III, Instituto de Salud Carlos IIIAmanda Fernández Rodríguez, Investigadora Miguel Servet en el Centro Nacional de Microbiología, Instituto de Salud Carlos IIIMaría Angeles Jiménez Sousa, Investigadora Miguel Servet en el Centro Nacional de Microbiología, Instituto de Salud Carlos IIISalvador Resino García, Investigador Científico de OPIs, Instituto de Salud Carlos IIILicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2204702024-01-17T21:08:52Z2024-01-17T21:08:52ZTelómeros: la razón por la que las infecciones nos hacen envejecer más rápido<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/568814/original/file-20240111-25-x65a3w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=127%2C16%2C3563%2C2440&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption"></span> </figcaption></figure><p>De cada infección de la que nos defiende nuestro sistema inmune no solo salimos algo cansados sino, sobre todo, más viejos. Las últimas investigaciones sugieren que la edad biológica puede ser mucho mayor que la natural en personas que han padecido múltiples infecciones víricas o que padecen una infección crónica. </p>
<p>En estos casos, no es raro que una persona con una edad cronológica (la del documento de identidad) de 40 años tenga un sistema inmunitario propio de una persona de 60, lo que puede impactar profundamente en su calidad de vida y en el funcionamiento de su sistema inmune.</p>
<p>¿A qué se debe? ¿Cómo puede hacernos envejecer un virus? Para entenderlo, hay que empezar recordando que la información genética que heredamos de nuestros padres está guardada en nuestros cromosomas, es decir, en estructuras de ADN superempaquetado con cuatro brazos colocados en forma de X. Y que para mantener estable este armazón de ADN, los cromosomas necesitan unas estructuras en sus extremos que funcionan a modo de cascos protectores, denominados telómeros. </p>
<h2>La división implica desgaste</h2>
<p>La palabra telómero, de origen griego, significa literalmente “parte final”. Su función es impedir que los cromosomas se rompan o se dañen, ya que son más débiles en los extremos. Es como si los cromosomas estuvieran hechos de lana: sin esos cascos protectores, correrían el riesgo de deshilacharse y deshacerse.</p>
<p>Las células de nuestro cuerpo no son las mismas cuando nacemos que cuando morimos: a lo largo de la vida se van renovando mediante sucesivas divisiones en las que, a partir de una sola célula, se forman dos células hijas idénticas. </p>
<p>Cada división celular conlleva un pequeño desgaste de los telómeros, que se van haciendo más pequeños cada vez, algo que en la jerga conocemos como acortamiento de telómeros. A partir de cierto número de divisiones, son tan pequeños que no pueden ejercer su función protectora y el cromosoma comienza a deshilacharse y perder su estructura. Cuando esto ocurre, las células pierden su capacidad para dividirse y desempeñar sus funciones. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/568815/original/file-20240111-25-wldv75.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/568815/original/file-20240111-25-wldv75.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/568815/original/file-20240111-25-wldv75.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=375&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/568815/original/file-20240111-25-wldv75.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=375&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/568815/original/file-20240111-25-wldv75.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=375&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/568815/original/file-20240111-25-wldv75.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=471&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/568815/original/file-20240111-25-wldv75.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=471&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/568815/original/file-20240111-25-wldv75.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=471&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption"></span>
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<p>En cierto modo, los telómeros actúan como relojes celulares capaces de medir cuántas veces puede dividirse una célula. De hecho, lo normal es que las personas de más edad tengan los telómeros <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30669451/">más desgastados que los más jóvenes</a>. Sin embargo, los telómeros no solo se acortan debido a la edad, sino que también influyen otros factores como la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6637081/">etnia</a>, el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/18820651/">sexo</a> , el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34736994/">estrés</a>, la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31657606/">dieta</a> y la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34736994/">exposición a determinadas enfermedades</a>.</p>
<h2>Las infecciones impactan en el tamaño de los telómeros</h2>
<p>Cuando las células del sistema inmune entran en contacto con un microorganismo dañino, se inicia un proceso de división y expansión masiva hasta formar una población numerosa suficiente para destruir al invasor. </p>
<p>Eso quiere decir que cada proceso infectivo da lugar a un ciclo de divisiones masivas de células inmunes, con el consiguiente desgaste de sus telómeros y el aumento de la probabilidad de entrar antes en lo que se conoce como estado de <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28981470/">inmunosenescencia</a>, es decir, un sistema inmune envejecido. </p>
<p>Cuantas más infecciones enfrentamos en nuestra vida, más se acortan los telómeros de las células que nos defienden y más envejece nuestro sistema inmune. De hecho, los expertos hablan de que existe una <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37222592/">“senescencia inducida por virus”</a>.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/567633/original/file-20240103-21-mex4gk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/567633/original/file-20240103-21-mex4gk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/567633/original/file-20240103-21-mex4gk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=298&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/567633/original/file-20240103-21-mex4gk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=298&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/567633/original/file-20240103-21-mex4gk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=298&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/567633/original/file-20240103-21-mex4gk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=374&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/567633/original/file-20240103-21-mex4gk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=374&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/567633/original/file-20240103-21-mex4gk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=374&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Telómeros.</span>
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<p>Concretamente, estudios con pacientes infectados con virus como el VIH, el virus de Epstein-Barr (que produce la mononucleosis) y <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28981470/">el virus de la hepatitis C</a>, entre otros, han demostrado un acortamiento de los telómeros del sistema inmune. Además, recientemente se ha demostrado que los pacientes que han estado más graves debido a la covid-19 han sufrido un <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/36458548/">acortamiento de sus telómeros</a>.</p>
<p>De ahí que, como adelantábamos al principio, la edad biológica pueda ser mucho mayor que la edad natural en personas que han padecido múltiples infecciones o que se enfrentan a una infección crónica. </p>
<h2>El envejecimiento inmunológico y sus consecuencias</h2>
<p>Con el acortamiento de telómeros y el envejecimiento del sistema inmune, las células <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37179335/">pierden su capacidad para defendernos de las infecciones</a>, por lo que existe un <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23423415/">mayor riesgo de padecer enfermedades infecciosas</a>. </p>
<p>Ese es el motivo por el que las personas mayores responden peor <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31528180/">ante las infecciones</a> y, lo que es más preocupante, también <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24260712/">ante las vacunas</a>, ya que para que una vacuna haga efecto necesita un sistema inmune que funcione correctamente.</p>
<p>También hay indicios de que el acortamiento de los telómeros impide que los tejidos dañados se puedan regenerar tras la infección <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35984738/">mediante divisiones celulares</a>, haciendo que una parte importante de los pacientes tengan secuelas o mayor riesgo de desarrollar otras patologías. </p>
<h2>Más infecciones respiratorias, cáncer y enfermedades autoinmunes</h2>
<p>Las consecuencias del envejecimiento inmunológico son múltiples: se ha relacionado con una <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24260712/">mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias</a>, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24260712/">urinarias</a>, <a href="https://www.nature.com/articles/nrcardio.2013.174">endocarditis infecciosa</a> (infección del endocardio, membrana que recubre las cámaras del corazón) y <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28293557/">septicemia</a> (presencia de bacterias en la sangre), además de cáncer, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32760251/">alzhéimer</a> y <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24260712/">enfermedades autoinmunes</a>. Las enfermedades autoinmunes son enfermedades en las que el sistema inmune ataca a células de nuestro propio organismo sin ser estas dañinas: parece lógico pensar que un sistema inmune defectuoso tenga mayor probabilidad de “equivocarse” y atacar a quien no debe.</p>
<p>No hay duda de que las infecciones provocan un envejecimiento acelerado del sistema inmune, que conlleva una mayor predisposición a sufrir tanto enfermedades infecciosas como al desarrollo de otras patologías. </p>
<p>Esta interrelación entre infecciones y envejecimiento, a través del desgaste de telómeros, demanda investigaciones más profundas para intentar anticiparnos y diseñar estrategias que palíen su desgaste.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/220470/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raquel Behar lagares tiene un contrato Rio Hortega (CM22CIII/00002) </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Amanda Fernández Rodríguez y María Angeles Jiménez Sousa no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>Las infecciones provocan un envejecimiento acelerado del sistema inmune, que conlleva una mayor predisposición a sufrir tanto enfermedades infecciosas como al desarrollo de otras patologías.Raquel Behar lagares, Investigadora Río Hortega en el Centro Nacional de Microbiología, Instituto de Salud Carlos IIIAmanda Fernández Rodríguez, Investigadora Miguel Servet en el Centro Nacional de Microbiología, Instituto de Salud Carlos IIIMaría Angeles Jiménez Sousa, Investigadora Miguel Servet en el Centro Nacional de Microbiología, Instituto de Salud Carlos IIILicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2208622024-01-10T11:55:13Z2024-01-10T11:55:13Z¿Se puede ser realmente alérgico al alcohol?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/568575/original/file-20231212-17-cvmrru.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=14%2C21%2C4876%2C3233&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/close-two-people-cheering-cocktails-bar-2293053559">guys who shoot/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Algunas personas presentan síntomas que recuerdan a los de la alergia cuando toman bebidas alcohólicas. Pero ¿se puede ser realmente alérgico al alcohol? </p>
<p>Las alergias al alcohol son raras, y los casos documentados consisten principalmente en una <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1369-1600.2004.tb00533.x">erupción cutánea</a>. Sin embargo, lo que suele dejar perpleja a la gente son los síntomas que <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S108112061300690X">imitan a las alergias</a>, como sibilancias (sonidos silbantes durante la respiración), dolores de cabeza y enrojecimiento de la piel. </p>
<p>En la mayoría de los casos, estas reacciones se atribuyen a que el alcohol <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1080/1355621031000069828">exacerba enfermedades subyacentes</a> como el asma, la urticaria y la rinitis. La razón es que el alcohol dilata <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S108112061300690X">los vasos sanguíneos</a>, lo que prepara el terreno para un sinfín de respuestas corporales.</p>
<p>El término <a href="https://link.springer.com/content/pdf/10.1007/978-3-642-74904-9.pdf">“intolerancia al alcohol”</a> resulta clave para descifrar estas reacciones. A diferencia de las alergias, en las que interviene el sistema inmunitario, las intolerancias surgen cuando el organismo carece de las <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6527027/#:%7E:text=El%20alcohol%20se%20elimina%20del,(CYP2E1)%2C%20y%20catalasa.">enzimas</a> necesarias para digerir y eliminar el alcohol. ¿La consecuencia? Síntomas inusuales que pueden hacer que uno se cuestione si la bebida que tiene entre manos es una fuente de disfrute o de angustia.</p>
<h2>No sólo el alcohol</h2>
<p>El vino tinto suele ocupar la primera posición como desencadenante de reacciones físicas, seguido del whisky, la cerveza y otros vinos. Sin embargo, los sospechosos habituales no son las moléculas de alcohol, sino las enigmáticas sustancias químicas conocidas como <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/20712591/#:%7E:text=Los%20cong%C3%A9neres%20son%20compuestos%20menores%20otros,de%20procesos%20de%20destilaci%C3%B3n%20y%20fermentaci%C3%B3n%20">congéneres</a>.</p>
<p>Los <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s12024-013-9411-0">congéneres</a>, responsables del cuerpo, el aroma y el sabor de una bebida alcohólica, desempeñan un papel sutil pero significativo en la orquestación de las reacciones que produce el consumo de alcohol. Pero, ¿pueden estos congéneres inducir verdaderas reacciones alérgicas? </p>
<p>Una de esas sustancias es la <a href="https://academic.oup.com/alcalc/article/34/2/141/192121">histamina</a>, cuyo nombre le resultará bastante familiar a los alérgicos. Presente en abundancia sobre todo en los vinos tintos, la histamina puede <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/17490952/">dar origen a</a> dolores de cabeza, sofocos, síntomas nasales, alteraciones intestinales o incluso asma. Las personas intolerantes a la histamina pueden padecer estos síntomas porque su organismo es incapaz de descomponer y eliminar ese compuesto.</p>
<p>Aunque las alergias a la levadura <a href="https://www.hindawi.com/journals/crii/2017/7958924/">no son en absoluto desconocidas</a>, los estudios arrojan una luz tranquilizadora sobre los bajos niveles de alérgenos de levadura en las bebidas alcohólicas. Las auténticas reacciones alérgicas derivadas de las levaduras son poco frecuentes, lo que descarta cualquier sospecha de que este organismo microscópico sea la causa principal.</p>
<p>El dióxido de azufre, común en cervezas y vinos caseros, especialmente en forma de metabisulfito de sodio, es otro posible culpable. Aproximadamente uno de cada diez asmáticos puede presentar sibilancias en respuesta a los <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/j.1365-2222.2009.03362.x">sulfitos</a>, siendo las erupciones cutáneas y las reacciones anafilácticas la excepción más que la regla. Por cierto que los sulfitos son uno de los 14 alérgenos que deben figurar en negrita en todos los alimentos preparados y restaurantes según la normativa europea. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="Mujer llevándose la bomba del asma a la boca" src="https://images.theconversation.com/files/567698/original/file-20240103-25-otofoy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/567698/original/file-20240103-25-otofoy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/567698/original/file-20240103-25-otofoy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/567698/original/file-20240103-25-otofoy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/567698/original/file-20240103-25-otofoy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/567698/original/file-20240103-25-otofoy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/567698/original/file-20240103-25-otofoy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Uno de cada diez asmáticos sufre sibilancias en respuesta a los sulfitos.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/young-woman-using-asthma-inhaler-on-611711816">Africa Studio/Shutterstock</a></span>
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</figure>
<p>En el ámbito de los aditivos, sustancias como la <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1365-2222.1977.tb01471.x">tartrazina y el benzoato sódico</a> surgen como posibles desencadenantes de la urticaria y el asma. Cuando examinamos los componentes de nuestras bebidas favoritas, es importante que las personas sensibles identifiquen si están presentes estos aditivos.</p>
<p>La esencia misma de las bebidas alcohólicas reside en las plantas de las que proceden, ya sean uvas, manzanas, bayas de enebro, cocos, naranjas, lúpulo o malta. Aunque en teoría estos alérgenos de origen vegetal pueden desencadenar reacciones alérgicas reales, la mayoría se <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/mnfr.200800236">destruyen</a> durante el procesado. </p>
<p>Una excepción, aunque poco frecuente, es el problema potencial que plantean las esporas fúngicas (moho) de los corchos de las botellas de vino. La sensibilidad a este hongo es infrecuente. Pero, para quienes experimentan, un <a href="https://www.mdpi.com/2076-2607/8/1/12">corcho cargado de moho</a> visible podría exponerles a una dosis injustificada de alérgeno.</p>
<h2>Descubrir al culpable</h2>
<p>Lo mejor que pueden hacer quienes se enfrentan a estas enigmáticas reacciones al consumir bebidas alcohólicas es evitarlas. </p>
<p>Llevar un registro meticuloso del tipo de bebida, los consumibles que la acompañan y las actividades físicas que desarrollaron durante el episodio puede ayudar a identificar los desencadenantes. Si todas las bebidas alcohólicas parecen inducir reacciones, podría indicar una respuesta exagerada al alcohol o una exacerbación de una <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1080/1355621031000069828">afección subyacente</a>.</p>
<p>Comprender de manera exhaustiva las reacciones que nos provocan los <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s12024-013-9411-0">congéneres</a>, las <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/17490952/">histaminas</a>, las <a href="https://www.hindawi.com/journals/crii/2017/7958924/">levaduras</a>, los <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/j.1365-2222.2009.03362.x">sulfitos</a>, los aditivos y los alérgenos de origen vegetal de las bebidas alcohólicas permitirá desvelar los misterios que se esconden tras la intrincada danza entre nuestros cuerpos y las bebidas que saboreamos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/220862/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Si es de los que experimenta sibilancias o se le enrojece la piel cuando bebe alcohol, debería leer esto.Samuel J. White, Senior Lecturer in Genetic Immunology, Nottingham Trent UniversityPhilippe B. Wilson, Professor of One Health, Nottingham Trent UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2161122023-11-05T22:41:04Z2023-11-05T22:41:04ZLa “vacuna inversa”: una nueva esperanza para las enfermedades autoinmunes<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/557243/original/file-20231102-20-3stjrr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C6357%2C4770&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/concept-fight-against-virus-covid19-corona-1690179532">LookerStudio/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p><a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37679570">Una investigación reciente</a> ha demostrado que es posible frenar la respuesta inmunitaria causante de la enfermedad encefalitis experimental autoinmune en ratones, un modelo de estudio equivalente a la esclerosis múltiple humana. </p>
<p>Este prometedor avance se ha conseguido mediante una técnica denominada “vacunación inversa”. Intuitivamente, el término parece indicarnos que la vacuna induce un efecto que revierte algo, y así es. Analicémoslo en detalle.</p>
<h2>Distintos tipos de vacunas según su uso</h2>
<p>La vacunación es un procedimiento por el cual se introducen en nuestro organismo partes de un microorganismo patógeno (denominado antígeno), como una proteína o incluso un fragmento de ella. Puede insertarse directamente o en forma de ARN, como ocurre con las <a href="https://www.who.int/es/news-room/feature-stories/detail/the-race-for-a-covid-19-vaccine-explained">fórmulas de Pzifer-BioNtech y Moderna contra la covid-19</a>. </p>
<p>Además, las vacunas contienen otros componentes (adyuvantes) destinados a potenciar la respuesta inmunitaria. Así se logra un efecto preventivo, pues preparan al sistema inmunitario frente a la posible infección con dicho patógeno. La mayoría de vacunas no evitan la infección, pero sí ayudan significativamente al sistema inmunitario a combatir mejor al agente infeccioso. Estas serían las denominadas vacunas profilácticas: nos protegen antes de la infección.</p>
<p>También existen las vacunas terapéuticas, cuyo fin es preparar al sistema inmunitario para responder mejor frente a un patógeno determinado cuando ya estamos infectados por el mismo. Por ejemplo, se han intentado desarrollar este tipo de vacunas frente al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), para tratar a los individuos crónicamente infectados. Con ellas se pretende “reavivar” la respuesta inmunitaria contra el virus. </p>
<p>Más recientemente, se ha comenzado a usar el término “vacuna” en otros contextos, aplicado a los procedimientos que ayuden a nuestro sistema inmunitario a combatir las enfermedades, bien sean producidas por patógenos o por alteraciones del equilibrio (homeostasis) del organismo. Por ello hoy en día se habla también de <a href="https://www.cancer.net/es/desplazarse-por-atenci%C3%B3n-del-c%C3%A1ncer/c%C3%B3mo-se-trata-el-c%C3%A1ncer/inmunoterapia-y-vacunas/%C2%BFqu%C3%A9-son-las-vacunas-contra-el-c%C3%A1ncer">vacunas contra el cáncer</a>, que en realidad son una forma de potenciación del sistema inmune (inmunoterapia). </p>
<p>Y por si fuera poco, ahora surge el concepto de vacunación inversa para tratar las enfermedades autoinmunes.</p>
<h2>Así actúan las vacunas inversas</h2>
<p>Este <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/20433574">término y su uso en el tratamiento de las enfermedades autoimunes surgió en 2010</a>. Su objetivo es apagar o revertir la respuesta inmunitaria frente a los autoantígenos, antígenos de nuestro propio organismo frente a los cuales se desata una respuesta inmunitaria no deseada y dañina. Una manera de conseguirlo sería que la vacuna induzca tolerancia inmunitaria, es decir, “señal de reconocer pero no actuar”.</p>
<p>La idea parte de la suposición de que se puede lograr la tolerancia haciendo que el autoantígeno introducido en la vacuna, adecuadamente modificado, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35513495/">sea procesado en el hígado</a>. Y así ha sido. </p>
<p><a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37679570/">En el nuevo estudio</a>, los investigadores modificaron el autoantígeno con un azúcar (N-acetilgalactosamina) unido a un conector. Como autoantígeno propiamente dicho usaron una proteína de <a href="https://theconversation.com/cuando-los-cables-de-los-nervios-se-quedan-pelados-la-esclerosis-multiple-y-otras-enfermedades-desmielinizantes-214761">mielina</a>, la capa que envuelve los nervios y es destruida por la acción del sistema inmunitario en la esclerosis múltiple. </p>
<p>La “dulce señal” hace que el antígeno sea captado por ciertas células del hígado, que lo muestran o presentan a los linfocitos. Pero dicha señal también funciona como una marca de “no ataque”. </p>
<p>El efecto obtenido se debe a varios mecanismos. Entre ellos, al agotamiento y la anergia (no respuesta) de los linfocitos específicos para destruir a ese antígeno, que producen una falta de reacción tras reconocer al supuesto enemigo. Paralelamente se observó un aumento de moléculas de superficie de los linfocitos con función supresora (PD-1, Lag-3 y CTLA4).</p>
<p>Los autores de la investigación fueron más allá. En otro modelo de primates infectados con el virus de inmunodeficiencia en simios (VIS, equivalente al VIH), vacunados previamente, revirtieron la respuesta inmunitaria de la vacuna frente a la proteína Nef del patógeno. Lo interesante es que también detectaron la aparición de linfocitos reguladores (Treg), que actúan frenando la reacción de otras células inmunitarias contra el antígeno.</p>
<p>Aunque existen estudios similares, como el realizado con la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37307481">artritis reumatoide</a>, este ha sido <a href="https://www.science.org/content/article/inverse-vaccine-could-help-tame-autoimmune-diseases">uno de los que más claramente ha demostrado</a> que se puede poner freno a una respuesta inmunitaria específica de un antígeno o autoantígeno ya iniciada.</p>
<h2>Ventana a la esperanza para otras enfermedades autoinmunes</h2>
<p>La ventaja frente al tratamiento con fármacos tradicionales, como los corticoides, consiste en que solo se suprime la respuesta frente a un autoantígeno concreto, sin bloquear el resto de las acciones del sistema inmunitario. De esta forma se evita la inmunosupresión generalizada, que conlleva mayor riesgo de infecciones y cáncer, así como otros efectos secundarios. Además, se originan un tipo de linfocitos (Treg memoria) que garantizan la permanencia de la respuesta en el tiempo. </p>
<p>Basándose en los nuevos hallazgos, ya se han puesto en marcha sendos estudios clínicos para tratar <a href="https://www.thelancet.com/journals/langas/article/PIIS2468-1253(23)00107-3/fulltext">la enfermedad celíaca</a> y la <a href="https://classic.clinicaltrials.gov/ct2/show/NCT04602390">esclerosis múltiple</a>.</p>
<p>La limitación de esta estrategia es que para poder tratar cualquier enfermedad autoinmune (y existen aproximadamente 80 descritas) se debe conocer el autoantígeno fundamental implicado en la patología, y no siempre es el caso. La solución es promover más investigación básica sobre los mecanismos moleculares de las enfermedades autoinmunes, para que avances como la vacuna inversa sean plenamente efectivos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/216112/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Narcisa Martínez Quiles no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Un nuevo estudio revela el potencial de las vacunas inversas, cuyo mecanismo de acción consiste en revertir las respuestas inmunitarias contra el propio organismo. Ya hay en marcha ensayos para tratar la celiaquía y la esclerosis múltiple con esta técnica.Narcisa Martínez Quiles, Profesora titular de universidad en el Área de Inmunología, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2161902023-10-23T21:10:48Z2023-10-23T21:10:48ZYa sabemos cuántas células inmunitarias tenemos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/555436/original/file-20231023-25-59btkm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=24%2C21%2C922%2C709&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Linfocito T</span> <span class="attribution"><span class="source">National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID)</span></span></figcaption></figure><p>Para defendernos adecuadamente de cualquier patógeno que pueda entrar en nuestro organismo, las células del sistema inmunitario deben estar en continuo movimiento, de manera que ejerzan una labor de vigilancia hasta en los más recónditos lugares de nuestro cuerpo. Las células de la inmunidad inespecífica (granulocitos, macrófagos, células dendríticas, células NK y mastocitos, entre otras) tienen una distribución muy dispersa, pero las células de la inmunidad específica se encuentran sobre todo en los órganos inmunitarios secundarios, en los que se va a producir la presentación del antígeno y la estimulación de los linfocitos capaces de reconocerlo.</p>
<p>El carácter disperso del sistema inmunitario plantea tres interesantes incógnitas muy difíciles de resolver: cuántas células inmunitarias tenemos, cuántas tenemos exactamente en cada órgano y cuánto es su peso total.</p>
<p>Un interesante <a href="https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.2308511120">estudio recién publicado</a> trata de responder a estas preguntas. Como contar una a una las células es completamente imposible, los autores han usado una triple estrategia. </p>
<p>En primer lugar, han realizado una extensa revisión bibliográfica, recabando todos los datos disponibles referidos a la presencia de células inmunitarias en los tejidos. En concreto, trataron de recopilar las distintas densidades celulares, es decir, el número de células por gramo de tejido, además de datos histológicos. </p>
<p>En segundo lugar, emplearon <a href="https://doi.org/10.1126/sciadv.aax5851">imágenes de células en canales múltiples</a>, una nueva tecnología que permite identificar muchos biomarcadores de manera simultánea. Eso permite reconocer tejidos y fenotipos celulares complejos. </p>
<p>Y, en tercer lugar, echaron mano de <a href="https://doi.org/10.1126/science.abl4896">la deconvolución basada en patrones de metilación</a>. Aunque el nombre puede parecer rocambolesco, la deconvolución celular consiste en estimar, mediante técnicas computacionales, la proporción de células que existe en un tejido concreto. Como cada célula tiene un patrón de metilación característico, la combinación de ambas técnicas permite identificar las diferentes subpoblaciones celulares presentes en una muestra.</p>
<h2>Nuestro sistema inmune tiene 1,8 billones de células</h2>
<p>El uso y la validación cruzada de estas tres técnicas ha permitido a los autores llegar a la conclusión de que una persona prototípica –eso sí, varón de 20-30 años, 176 cm de estatura y 73 kg de peso– tiene un total de 1,8x10¹² células. Es decir, casi dos billones (según la nomenclatura española) de células. Son muchas, especialmente si tenemos en cuenta que los tejidos muscular y adiposo constituyen el 75 % del total de la masa corporal pero que, al tratarse de células muy grandes, solo representan el 0,2 % de todas las células de nuestro organismo.</p>
<p>La mayoría de las células inmunitarias se ubican en dos lugares: la médula ósea y el tejido linfático. La médula ósea contiene un 40 % de esa astronómica cantidad total de células –en un 80 %, neutrófilos–. En el tejido linfático se ubica el 39 % de las células inmunes, con un importante predominio de linfocitos. La piel, los pulmones y el tracto gastrointestinal albergan, cada uno de ellos, un modesto 3 % del total. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/555431/original/file-20231023-27-i5pz78.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/555431/original/file-20231023-27-i5pz78.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/555431/original/file-20231023-27-i5pz78.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/555431/original/file-20231023-27-i5pz78.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/555431/original/file-20231023-27-i5pz78.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/555431/original/file-20231023-27-i5pz78.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/555431/original/file-20231023-27-i5pz78.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/555431/original/file-20231023-27-i5pz78.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Distribución de las células inmunitarias en el cuerpo humano. Estimaciones de las poblaciones de células inmunitarias por tipo de célula y tejido agrupadas por tejidos y sistemas primarios. GI significa tracto gastrointestinal.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.2308511120">PNAS</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/">CC BY-NC-ND</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Los macrófagos, que tienen una escasa representación en muchos tejidos, se acumulan en el hígado, donde representan el 70 % de las células inmunitarias de este órgano. También residen aquí un 30% de todas las células NK. De ahí se deduce que el hígado juega un importante papel en la respuesta inmunitaria, en especial en lo que se refiere a la eliminación de antígenos que han entrado por vía digestiva.</p>
<h2>Si el sistema inmunitario fuese un órgano sólido pesaría más de un kilo</h2>
<p>El estudio ofrece algunos descubrimientos sorprendentes. Por ejemplo, que si el sistema inmunitario fuese un órgano sólido pesaría 1.2 kg. O, lo que es lo mismo, tendría casi el mismo peso del hígado, considerado el órgano más grande y pesado. </p>
<p>De esos 1.2 kilos, los macrófagos, que representan apenas el 15 % del total de células inmunitarias, pesarían 600 gramos. Y las aún más escasas células dendríticas pesarían otros 100 gramos más. ¿Por qué? Pues debido al gran tamaño de estos dos tipos de células, que se contrapone al de los pequeños linfocitos, que a pesar de su elevado número solo representarían menos de 200 gramos en su conjunto. La masa de células inmunitarias contenidas en la médula ósea y el tejido linfático es la más relevante de todas (30 % y 27 % del total, respectivamente).</p>
<p>No obstante, la mayor sorpresa está relacionada con el tracto gastrointestinal.<a href="https://doi.org/10.1016/j.it.2007.08.009">A diferencia de lo que se pensaba</a>, aquí solo se ubica un 3 % del total de células inmunitarias, muchas menos de las esperadas. Y resulta también sorprendente que en el digestivo se acumulen alrededor de un 70 % de las células plasmáticas totales, que son las productoras de anticuerpos.</p>
<h2>Mirando al futuro</h2>
<p>Este estudio es relevante porque combina múltiples aproximaciones para resolver problemas que no permiten un abordaje directo, y que podría ser de interés para determinar el número de células pertenecientes a otros linajes. </p>
<p>Lo que es más importante aún, al ofrecernos una distribución global de las células del sistema inmunitario puede ayudarnos a entender mejor su organización global y, por tanto, cómo modularlo para diseñar terapias innovadoras.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/216190/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>El laboratorio del Dr. Ignacio J. Molina recibe fondos competitivos de investigación de la Junta de Andalucía y de Action for A-T, United Kingdom charity. </span></em></p>Acaban de calcular que si el sistema inmunitario fuese un órgano sólido pesaría 1.2 kg. O lo que es lo mismo, tendría casi el mismo peso del hígado, considerado el órgano más grande y pesado.Ignacio J. Molina Pineda de las Infantas, Catedrático de Inmunología, Centro de Investigación Biomédica, Universidad de GranadaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2147652023-10-02T21:35:01Z2023-10-02T21:35:01ZPremio Nobel para la “molécula de la vida” que ha puesto contra las cuerdas a la covid-19<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/551545/original/file-20231002-26-cv1fu5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=187%2C59%2C4805%2C2732&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/rna-coronavirus-microscopic-view-infectious-sarscov2-1825769687">CROCOTHERY/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Se ha conocido hace escasas horas que el Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) <a href="https://www.nobelprize.org/prizes/medicine/2023/press-release/">otorgaba el premio Nobel de Fisiología o Medicina</a> en esta edición de 2023 a la bioquímica húngara <a href="https://theconversation.com/katalin-kariko-y-como-la-perseverancia-rinde-frutos-en-ciencia-168977">Katalin Karikó</a> y el inmunólogo estadounidense Drew Weissman por la vacuna contra la covid basada en <a href="https://theconversation.com/estas-son-las-vacunas-de-arnm-que-nos-protegeran-frente-a-diferentes-enfermedades-mortales-187108">ARN mensajero</a>.</p>
<p>Sin lugar a dudas, el desarrollo fulgurante de esta estrategia de vacunación merece el galardón, y ha supuesto un hito en la historia de la medicina reciente. Apenas 40 días después de que se tuviera toda la información genética del SARS-CoV-2 aislado en Wuhan, la compañía Moderna ya disponía del prototipo de la vacuna de ARN para la covid-19. Este paso de gigante fue posible gracias al trabajo desarrollado durante décadas por los dos científicos ganadores del Nobel este año.</p>
<h2>¿En qué se distingue esta vacuna frente a vacunas previas?</h2>
<p>La diferencia fundamental es la sustancia que se inocula. En todas las vacunas anteriores, básicamente se introducía el agente infeccioso completo (alterado o inactivado) o porciones proteicas del mismo. En la vacuna para la covid-19 se ha inoculado material genético (en concreto ARN mensajero) del virus SARS-CoV-2 con algunas modificaciones.</p>
<p>Karikó y Weissman han trabajado durante décadas para que esto sea posible. Porque esta molécula de ARN tenía dos grandes problemas para ser utilizada en la terapia de vacunas: es de una extrema inestabilidad (se descompone casi con tan solo mirarla) y al ponerla en contacto con las células humanas producía graves reacciones inflamatorias, ya que el sistema inmunitario reacciona frente al ARN de un modo muy fuerte.</p>
<p>Justamente salvar estos dos problemas ha sido una de las grandes contribuciones de los dos investigadores:</p>
<ul>
<li><p>Por una parte se han realizado modificaciones en los dos extremos de la molécula para que esta sea más estable.</p></li>
<li><p>Por otra parte se le ha cambiado una de las cuatro “letras de la vida”, que en el caso del ARN son “A”, “G”, “C” y “U”. Como esta última es la que produce una hiperactivación del sistema inmunitario, modificarla solventa perfectamente el problema, reduciendo la inflamación.</p></li>
</ul>
<p>Otro gran hallazgo de Karikó y Weissmann fue el envoltorio que crearon para que las moléculas de ARN pudieran entrar en nuestras células. Años de desarrollo han permitido que estas “burbujas de grasas” (nanopartículas lipídicas) se fusionen con la membrana de nuestras células y se pueda introducir la molécula de ARN.</p>
<h2>¿Como es el proceso de vacunación?</h2>
<p>El funcionamiento de la vacunación es un hito en el conocimiento: por primera vez se consigue que nuestras células “fabriquen” las proteínas del virus, en vez de inocular el virus completo o alguna de sus proteínas. Este proceso hace que se active nuestro sistema inmunitario de un modo más potente, porque no solo pone en marcha nuestras defensas especializadas, sino que también las de primera línea reaccionan frente al RNA. Este es uno de los motivos por el que estas vacunas resultan más reactivas. </p>
<p>Además, el hecho de que se inyecte material genético –que no modifica ni puede modificar nuestros propios genes, porque a diferencia del ADN no se integra en el núcleo celular– hace que precisemos menos cantidad de la molécula que en otras vacunaciones.</p>
<p>El proceso completo está esquematizado y se entiende muy bien en este vídeo que he realizado para un curso de vacunación (que aún no está impartiéndose), que nos aclara perfectamente cualquier duda.</p>
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<h2>La molécula de la vida</h2>
<p>El <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81cido_ribonucleico">ARN</a> se considera como la molécula más antigua que existe con capacidad para <a href="https://theconversation.com/el-arn-esta-de-moda-desde-hace-3-800-millones-de-anos-151520">generar “vida” a partir de un caldo o sopa ancestral</a>, y que por acción de las situaciones ambientales térmicas y las radiaciones conseguiría eventualmente “autorreproducirse”. Qué casualidad que justamente dediqué mi trabajo final de la asignatura de Biofísica en la Licenciatura de Biología a hacer una simulación programada de cómo estas moléculas se podrían reproducir en aquellas situaciones primitivas.</p>
<p>Hay varios subtipos de molécula de ARN: </p>
<ol>
<li><p>La destinada a la fabricación de las proteínas, que construye unas potentes máquinas de síntesis llamadas “ribosomas”.</p></li>
<li><p>La destinada a añadir un nuevo eslabón de cada proteína, que se denomina ARN de transferencia.</p></li>
<li><p>La destinada a la mensajería, que pasa la información del núcleo para fabricar las proteínas. Es justamente la que se ha utilizado en estas vacunas.</p></li>
</ol>
<p>A diferencia de la otra molécula genética (ADN), el ARN es de cadena simple y únicamente tiene la información final, imprescindible para fabricar las proteínas. El ADN, además de ser de cadena doble, contiene no solo la información anterior, sino mucha otra que es necesaria para la célula y para su función, pero que se puede obviar en el proceso de sintetizar proteínas. </p>
<p>Conviene recordar que estas dos moléculas genéticas, ADN y ARN, se componen a su vez de cuatro moléculas básicas que, puestas consecutivas como una cadena con cuatro tipos de eslabones (AAUGCUGUUCUAUAGAUAGCCCGUA), construyen todo el código de nuestra vida. En un complejísimo código <a href="https://theconversation.com/el-codigo-del-genoma-humano-por-fin-esta-completo-180511">cuya secuencia completa ha sido publicada</a> muy recientemente. Así que de nuevo, sí, son las moléculas más básicas de la vida.</p>
<h2>Una técnica que promete mucha más “vida” para el futuro</h2>
<p>La terapia con ARN no ha comenzado con estas vacunas, disponibles gracias a Karikó y Weissman y que han salvado millones de vidas. Esa molécula se ha utilizado para otras finalidades y con otras preparaciones previas. El gran logro aquí ha sido el empaquetar estas moléculas tan grandes. Así, se han utilizado desde hace ya algunos años tanto los RNA de interferencia como los llamados “nucleótidos antisentido”, que bloquean la maquinaria celular en diversas enfermedades. Pero nunca producían la síntesis de nuevas proteínas. </p>
<p>Una de las vacunas españolas en desarrollo, <a href="https://theconversation.com/luis-enjuanes-vamos-a-por-una-vacuna-intranasal-y-de-una-sola-dosis-muy-potente-157616">la de Luis Enjuanes e Isabel Sola</a>, constituye una mejora sobre este diseño de las de BioNtech y Moderna. Por dos razones: contiene el material genético del virus completo (y no solo el fragmento de la proteína espiga), y además se podrá autocopiar en nuestras células de modo controlado. Su administración sería diferente de las actuales, <a href="https://theconversation.com/la-vacunacion-intranasal-podria-acabar-con-la-pandemia-189617">por vía intranasal</a>.</p>
<p>Con los cambios introducidos gracias al trabajo de los premiados, al menos la compañía <a href="https://www.modernatx.com/research/product-pipeline">Moderna está desarrollando desde hace años decenas de productos</a> que incluyen vacunas para muchos otros agentes infecciosos –incluido el VIH, que hasta ahora se ha resistido–, tratamientos para otras enfermedades inmunitarias y terapias antitumorales. El desarrollo de Karikó y Weissman sin duda ha supuesto un antes y un después en la medicina personalizada. Porque, además, el ARN se puede modificar en muy pocos días en el laboratorio, y escalarse la nueva molécula a producción industrial con celeridad. Esto permitirá que las vacunas estén actualizadas para las variantes circulantes más frecuentes. </p>
<p>Y queda aún un reto importante para esta estrategia vacunal: conseguir preparaciones más estables que no necesiten refrigerarse a muchos grados bajo cero, pues esto dificulta enormemente su distribución masiva y la conservación en países en vías de desarrollo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/214765/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Alfredo Corell Almuzara no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Justos merecedores del galardón, Katalin Kariló y Drew Weissman lograron con la vacuna de ARNm que las células de nuestro cuerpo fabriquen proteínas del SARS-CoV-2 para activar el sistema inmunitario. Un formidable avance que ha salvado millones de vidas,Alfredo Corell Almuzara, Catedrático de inmunología, Universidad de SevillaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1984402023-02-22T18:17:27Z2023-02-22T18:17:27ZSensibilidad química general por daño cerebral, un desequilibrio sin aparente explicación<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/511653/original/file-20230222-684-uxqf8q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=17%2C0%2C5734%2C3828&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/allergy-chemicals-mature-housewife-wearing-pink-1348408292">Shutterstock / Dmytro Zinkevych</a></span></figcaption></figure><p>Por sorprendente que parezca, hay personas que sufren inflamación o experimentan síntomas similares a la alergia frente a perfumes, olores de todo tipo, jabones, detergentes, una ráfaga de aire frío o incluso una situación estresante. ¿A qué se debe esta respuesta tan agresiva ante elementos inocuos para la mayoría de nosotros? </p>
<p>El problema recibe el nombre de <a href="https://www.mdpi.com/2076-3425/12/1/46">sensibilidad química general</a> y provoca gran escepticismo incluso entre los profesionales sanitarios. Por ello, muchos pacientes acaban recibiendo el diagnóstico de “problema psicosomático”, una especie de cajón de sastre. </p>
<p>Sin embargo, puede que este heterogéneo grupo de síntomas aparentemente incomprensibles tenga un origen común muy concreto: un desequilibrio inmunitario derivado de daños en el cerebro. </p>
<h2>El cerebro está al mando</h2>
<p>Si aceptamos que el origen es psicosomático, deberíamos identificar el problema en el sistema nervioso central que provoca un síntoma que es común a todos ellos: <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26613326/">la liberación masiva de histamina que afecta a todo el organismo</a>. </p>
<p>La <a href="https://medlineplus.gov/spanish/videos-de-medlineplus/histamina-de-lo-que-esta-hecha-la-alergia/">histamina</a> es el agente inflamatorio que provoca las alergias. Lo producen diferentes células, entre ellas los basófilos, las células cebadas y los mastocitos. Este efecto puede ir desde la inflamación moderada asociada a la alergia primaveral hasta la inflamación aguda y agresiva asociada a las alergias alimenticias. </p>
<p>Los pacientes con sensibilidad química general muestran <a href="https://www.mdpi.com/2076-3425/12/1/46">unos niveles muy altos de histamina y también de factores inflamatorios</a> que indican que existe un claro desequilibrio en el control de la respuesta inflamatoria.</p>
<p>Como no podía ser de otra manera, el control de esa respuesta radica en el cerebro, el centro de mando del organismo. Concretamente, son el hipotálamo y la <a href="https://www.msdmanuals.com/es-es/hogar/trastornos-hormonales-y-metab%C3%B3licos/trastornos-de-la-hip%C3%B3fisis/introducci%C3%B3n-a-la-hip%C3%B3fisis">hipófisis o glándula pituitaria</a> los que liberan las hormonas que controlan el metabolismo, el crecimiento, la reproducción y el sistema inmunitario. </p>
<h2>Daños cerebrales que desequilibran el sistema inmune</h2>
<p>Cuando pensamos en daño cerebral lo primero que se nos suele venir a la mente es un trastorno que afecta a la coordinación motora o a la capacidad cognitiva. Pero no es así. La realidad es que los traumatismos craneoencefálicos también pueden causar <a href="https://www.jkns.or.kr/journal/view.php?doi=10.3340/jkns.2021.0310">patologías respiratorias</a>, anormalidades cardiovasculares, deficiencia renal e incluso <a href="https://www.thrombosisresearch.com/article/S0049-3848(20)30602-2/fulltext">trombosis venosas profundas</a>. </p>
<p>Además, se ha demostrado que si los daños afectan al hipotálamo y la hipófisis también pueden dar origen a <a href="https://neurvanahealth.com/condition-information/3-weird-symptoms-you-may-experience-after-a-concussion/">desequilibrios en el sistema inmunitario</a>. Y resulta que múltiples revisiones de la literatura científica y clínica muestran que las personas con sensibilidad química general presentan una sobreestimulación del sistema regulado por hipotálamo e hipófisis <a href="https://environhealthprevmed.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12199-019-0816-6">cuando son sometidas a la presencia de sustancias que les provocan sensibilidad por el olor</a>. Todo empieza a cobrar sentido, ¿verdad?</p>
<p>Un desajuste en la liberación de hormonas por parte de la hipófisis y el hipotálamo podría acarrear problemas graves. Por ejemplo, si se dispara la <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnins.2017.00703/full">vasopresina del hipotálamo y acaba sobrestimulando los mastocitos y provocando una mayor liberación de histamina</a>. Si lo que aumenta es la circulación del <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnint.2013.00053/full">factor de liberación de corticotropina</a>, también se activan los mastocitos. </p>
<p>No obstante, este tipo de respuesta puede producirse sin necesidad de daños de origen traumático. De hecho, <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/1348-9585.12328">en pacientes con migrañas reiteradas</a> se ha encontrado una alta posibilidad de desarrollar sensibilidad química general caracterizada por fobia a la luz, respuesta excesiva a los olores y sensibilidad central generalizada. Es más, ciertos tipos de migrañas <a href="https://thejournalofheadacheandpain.biomedcentral.com/articles/10.1186/s10194-016-0614-0">se han asociado con daños que afectan a la hipófisis</a>. </p>
<p>Para más inri, resulta que algunos traumatismos craneoencefálicos generan desequilibrios en la actividad de la hipófisis que desencadenan <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s11102-019-00953-z">procesos autoinmunitarios incluso meses o semanas después del evento traumático</a>.</p>
<p>Son suficientes evidencias para sospechar que detrás de la sensibilidad química general, de esa especie de alergia desproporcionada, podría haber un daño cerebral en el hipotálamo y la hipófisis que produciría un desequilibrio hormonal. </p>
<h2>Los mastocitos como agentes liberadores de histamina</h2>
<p>Otro detalle a tener en cuenta es que los eventos traumáticos cerebrales rompen la barrera hematoencefálica, produciendo un efecto infamatorio a nivel del cerebro en el que <a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1038/jcbfm.2009.282">la activación de los mastocitos juega también un papel importante</a>. Estas células, además, <a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1038/jcbfm.2009.282">son células residentes en el sistema nervioso central y en las meninges</a>, el tejido conjuntivo que protege el cerebro y lo separa del hueso.</p>
<p>Por todo ello cabe la posibilidad de que una activación continua de estos mastocitos, derivada de la inflamación crónica a nivel cerebral, y asociada con eventos agudos generados por la exposición a agentes externos, sea responsable de esos altos niveles de histamina encontrados en los pacientes con sensibilidad química general y también de sus crisis. </p>
<h2>Necesitamos terapias basadas en el origen del problema</h2>
<p>Probablemente el mayor problema para solventar desequilibrios tan complejos sea la falta aparente de un factor común claro, un factor que relacione los daños en el sistema nervioso central con la liberación excesiva de histamina frente a estímulos externos inocuos. Por ello, <a href="https://www.acpjournals.org/doi/10.7326/0003-4819-134-9_part_2-200105011-00011?url_ver=Z39.88-2003&rfr_id=ori:rid:crossref.org&rfr_dat=cr_pub%20%200pubmed">encontrar la causa y revertir el desequilibrio originado por el daño cerebral es clave para solventar estos problemas</a>. </p>
<p>Mientras tanto hay que abandonar el escepticismo, focalizar en los agentes desequilibrantes y buscar las terapias más eficaces que reviertan los síntomas, especialmente reduciendo la respuesta inflamatoria asociada con esta enfermedad.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/198440/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Guillermo López Lluch es miembro de la Sociedad Española de Biología Celular, la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, la Society for Free Radical Research y presidente de la International Coenzyme Q10 Association. Las investigaciones realizadas por el autor están financiadas por fondos públicos provenientes del Gobierno de España o del Gobierno Autonómico de Andalucía</span></em></p>Hay personas que sufren inflamación o experimentan síntomas similares a la alergia frente a perfumes, olores de todo tipo, jabones, detergentes, una ráfaga de aire frío o incluso una situación estresante. El origen podría estar en un daño cerebral.Guillermo López Lluch, Catedrático del área de Biología Celular. Investigador asociado del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo. Investigador en metabolismo, envejecimiento y sistemas inmunológicos y antioxidantes., Universidad Pablo de OlavideLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1834062022-08-09T17:48:34Z2022-08-09T17:48:34ZEnfermedades autoinmunes: cuando el enemigo es uno mismo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/476249/original/file-20220727-1302-rh9aec.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C349%2C4013%2C2587&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/blood-sample-autoimmune-disease-test-disorder-1844050663">Shutterstock / Saiful52</a></span></figcaption></figure><p>Distinguir entre lo propio y lo extraño no es tan sencillo como puede parecer a simple vista. Al menos para nuestro sistema inmunitario, encargado de nuestra defensa, que debe decidir cuándo atacar y cuándo no hace falta.</p>
<p>La decisión la toma gracias a unos receptores muy específicos que poseen los linfocitos. Hay millones, generados de forma aleatoria durante el desarrollo celular, y cada receptor reconoce una sola sustancia (antígeno). A veces extraño, como en una infección, y otras propio.</p>
<p>Y es aquí donde está el quid de la cuestión. Porque si los receptores de los linfocitos se generan al azar y siempre reconocen algún antígeno (propio o extraño), ¿cómo asegurarse de no reaccionar agresivamente frente a las estructuras propias?</p>
<h2>La importancia de generar tolerancia</h2>
<p>En teoría es tan simple como hacer una selección previa. Durante el desarrollo de los linfocitos, el organismo solo permite que maduren y salgan a la circulación periférica los que no reaccionan frente a las estructuras propias. Es lo que se conoce como tolerancia central. </p>
<p>Pero además, y como segundo punto de control, <a href="https://doi.org/10.3109/08830180903434219">tenemos mecanismos periféricos que bloquean a cualquier linfocito autorreactivo</a> que haya podido escapar al primer filtro. </p>
<p>La combinación de mecanismos de tolerancia central y periférica garantiza que no circule ninguna célula que potencialmente pueda destruir a las estructuras propias. Si funciona, solo tendremos células capaces de reconocer lo extraño. Pero si alguno de estos mecanismos de tolerancia falla, <a href="https://doi.org/10.1016/B978-0-12-812102-3.00003-8">nos infligimos daño a nosotros mismos y sufrimos una enfermedad autoinmune</a>.</p>
<h2>¿A más higiene, más autoinmunidad?</h2>
<p>En los países desarrollados, a la vez que las enfermedades infecciosas caen en picado, <a href="https://doi.org/10.1038/nri.2017.111">la incidencia de las enfermedades autoinmunes y de las alergias se mantiene en continuo ascenso</a>. Desde hace más de 20 años se baraja la opción de que no sea casualidad, <a href="https://doi.org/10.1016/B978-0-12-812102-3.00021-X">y que la exposición a determinados patógenos</a> (incluso potencialmente peligrosos) tenga un efecto protector frente al desarrollo de autoinmunidad. </p>
<p>Por ejemplo, ciertas cepas de ratones criadas en condiciones de esterilidad estricta desarrollan fácilmente diabetes, <a href="https://www.nejm.org/doi/pdf/10.1056/NEJMra020100?articleTools=true">mientras que esta incidencia se reduce notablemente si los animales se crían en condiciones habituales</a>, que ya son bastante higiénicas de por sí. </p>
<p>En humanos, es llamativo el caso de la región de Karelia, fronteriza entre Finlandia y Rusia: con las mismas condiciones medioambientales y genéticas de la población, pero grandes diferencias económicas y sociales, las enfermedades autoinmunes y alérgicas <a href="https://doi.org/10.1080/07853890410018952">son mucho más frecuentes en la zona finlandesa</a>. </p>
<p>Por otro lado, últimamente se ha relacionado la composición de la microbiota (es decir, las bacterias beneficiosas que tenemos en el intestino) con determinadas enfermedades, <a href="https://doi.org/10.1016/j.coi.2018.09.003">entre ellas las autoinmunes</a>. De hecho, la administración de probióticos de ciertas bacterias comensales para conseguir una microbiota protectora es un campo emergente para el manejo de estas patologías. </p>
<p>Sin ir más lejos, cuando a los ratones que desarrollaban diabetes en condiciones de esterilidad se les administran ciertas bacterias de individuos rusos de Karelia (que apenas sufren autoinmunidad), <a href="https://doi.org/10.1016/j.cell.2016.04.007">el problema desaparece</a>. Por el contrario, la administración de bacterias comensales de la zona finlandesa predispone a la autoinmunidad en estos animales.</p>
<p>¿Podemos deducir que los microbios son siempre protectores? En absoluto. Las sospechas <a href="https://doi.org/10.1016/B978-0-12-812102-3.00021-X">que se acumulan desde hace años</a> de que algunas enfermedades autoinmunes se producen después de haber sufrido ciertas infecciones cada vez son más sólidas. <a href="https://doi.org/10.1038/s41586-022-04642-z">Un reciente estudio</a>, por ejemplo, demuestra una fortísima relación entre la esclerosis múltiple y una infección previa con el virus de Epstein-Barr, causante de la mononucleosis infecciosa. La relación es tan estrecha que casi podríamos afirmar que no habría esclerosis múltiple sin esta infección previa.</p>
<p>Por tanto, hay microorganismos con efectos protectores y microorganismos que predisponen a desarrollar patologías autoinmunes.</p>
<h2>Las complejas causas de la autoinmunidad</h2>
<p>Solo en contadas ocasiones la autoinmunidad se debe a la mutación en alguno de los genes que controlan la tolerancia <a href="https://doi.org/10.1038/s41586-022-04642-z">o la respuesta inmunitaria</a>. Pero en la inmensa mayoría de los casos, <a href="https://doi.org/10.1038/ni.3731">hace falta una conjugación de la predisposición genética con causas ambientales y elementos desencadenantes</a>. </p>
<p>Un ejemplo claro de predisposición genética lo encontramos en la espondilitis anquilopoyética: el 95 % de los pacientes con esta <a href="https://doi.org/10.1016/B978-0-12-812102-3.00023-3">enfermedad tienen la molécula HLA B27</a>, que también está presente en un porcentaje de la población sana. De igual manera, en el caso de la diabetes tipo I, la mayoría de los pacientes poseen determinadas moléculas HLA que podemos encontrar, también, en la población sana. </p>
<p>Por tanto, la genética predispone (a veces mucho) pero casi nunca es suficiente para el desarrollo de la autoinmunidad.</p>
<h2>Más autoinmunidad en las mujeres</h2>
<p><a href="https://doi.org/10.1097/bor.0000000000000564">La incidencia de las enfermedades autoinmunes es mucho más alta en mujeres</a>. Por ejemplo, más del 90 % de las personas con síndrome de Sjögren o lupus eritematoso sistémico son mujeres, aunque es cierto que hay más hombres con diabetes tipo I. </p>
<p>Las causas de estas diferencias no están del todo claras, pero hay que recordar que las <a href="https://doi.org/10.1016/B978-0-12-812102-3.00024-5">hormonas tienen un importante papel modulador</a> en varias vías reguladoras de la respuesta inmunitaria relacionadas con la autoinmunidad. Además, las hormonas también modulan la microbiota, haciendo que hombres y mujeres tengan distinta composición. </p>
<p>Un recordatorio más de que, en cualquier investigación biomédica, el sexo es un factor fundamental a tener presente.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/183406/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>El laboratorio del Dr. Ignacio J. Molina recibe fondos competitivos para investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación, de la Junta de Andalucía y de Action for A-T, United Kingdom charity. </span></em></p>Distinguir entre lo propio y lo extraño no es tan sencillo para el sistema inmune como puede parecer a simple vista. Si el mecanismo falla, nuestras defensas pueden atacarnos y sufrimos una enfermedad autoinmune.Ignacio J. Molina Pineda de las Infantas, Catedrático de Inmunología, Centro de Investigación Biomédica, Universidad de GranadaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1864152022-07-05T17:54:57Z2022-07-05T17:54:57Z¿Tiene sentido una cuarta dosis contra la covid-19 para toda la población general?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/472576/original/file-20220705-13-z5x6qe.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C351%2C5000%2C2979&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/fourth-covid-vaccine-shot-jab-concept-2129190464">Shutterstock / davide bonaldo</a></span></figcaption></figure><p>Hasta el momento, sólo se ha administrado esta dosis “adicional” en personas de muy alto riesgo (inmunodeprimidos). Pero si la Comisión de Salud Pública aprueba definitivamente la medida, empezarán por los mayores y los internos de las residencias para ir descendiendo por tramos de edad.</p>
<p>De momento, ni la Ponencia de Vacunas ni la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) avalan la administración a toda la población general. ¿Qué dice la inmunología sobre esta dosis de refuerzo?</p>
<h2>Hay subvariantes que escapan a los anticuerpos</h2>
<p>Aunque ya existían indicios, la aparición de la variante ómicron puso de manifiesto que las vacunas basadas en la variante de SARS-CoV-2 original (Wuhan) generan anticuerpos que no neutralizan de manera eficaz a estas nuevas variante del virus.</p>
<p>De hecho, parece que las <a href="https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMc2206576">subvariantes de ómicron BA.2.12.1, BA.4 y BA.5</a> escapan a los anticuerpos neutralizantes inducidos tanto por la vacunación como por la infección. Esto implica que hay una presión selectiva que favorece que se expandan justo las subvariantes que escapan a los anticuerpos. Quizás es el motivo de que siga habiendo transmisión del virus en poblaciones con altas tasas de vacunación o de infección.</p>
<p>Además, sabemos que la cantidad de anticuerpos neutralizantes disminuye con el tiempo. A los 6 meses de la pauta completa de vacunación solo queda <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-021-04060-7">en torno a una quinta parte</a>. </p>
<p>En las personas mayores esta bajada es más rápida, y es posible que una nueva dosis de vacuna, sobre todo si se actualiza para hacer frente a las nuevas subvariantes, active las células B de memoria generadas inicialmente por la vacuna o la infección. Al activarse <a href="https://www.nejm.org/doi/10.1056/NEJMc2119641?url_ver=Z39.88-2003&rfr_id=ori:rid:crossref.org&rfr_dat=cr_pub%20%200pubmed">se diferenciarían en células plasmáticas</a> capaces de producir de nuevo grandes cantidades de anticuerpos neutralizantes.</p>
<h2>Estudios sobre la eficacia de las dosis de refuerzo</h2>
<p>Se ha sugerido que administrar dosis de recuerdo o adicionales en exceso, y con la variante original del virus, puede generar efectos perjudiciales. Entre ellos una “impronta”, es decir, que la respuesta de anticuerpos dominante se centre en regiones de la proteína S que sólo estaban presentes en la variante ancestral, pero no en las nuevas variantes. De ser así, estas dosis adicionales impedirían la formación de anticuerpos neutralizantes frente a las nuevas variantes.</p>
<p>Sin embargo, un estudio sobre el efecto de la cuarta dosis en Israel indica que esta dosis <a href="https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMc2202542">aumenta la cantidad de anticuerpos neutralizantes</a>. Ahora bien, este aumento tiene un efecto muy moderado en evitar el contagio (30 % de protección adicional).</p>
<p>Otro estudio reciente indica que la dosis adicional mejora la protección contra enfermedad grave en personas mayores de 60 años <a href="https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa2201570">por un factor de aproximadamente 3</a> en comparación con la gente que sólo recibió tres dosis de la vacuna.</p>
<p>Alternativamente, y dado que las personas mayores de 80 años pueden tener un sistema inmunitario envejecido, la administración de una cuarta o quinta dosis puede no ser eficaz en cuanto a la generación de la respuesta humoral (anticuerpos). </p>
<p>Para estas personas, existe la alternativa de realizarles una inmunización pasiva, es decir, administrarles los anticuerpos que ellos no pueden producir. <a href="https://www.aemps.gob.es/la-aemps/ultima-informacion-de-la-aemps-acerca-del-covid%E2%80%9119/prevencion-frente-a-la-covid-19/personas-candidatas-a-recibir-evusheld-en-espana/">Evusheld</a> es una combinación de anticuerpos monoclonales autorizada por la Comisión Europea para tratar a personas con alto grado de inmunosupresión, pero su uso podría extenderse a la población de personas mayores más vulnerable.</p>
<h2>Gravedad atenuada gracias a la vacunación</h2>
<p>En cualquier caso, la buena noticia es que, para una gran parte de la población general, meses después de la vacunación y de la tercera dosis de recuerdo, sigue existiendo una protección muy alta frente a la enfermedad grave y la muerte por COVID-19.</p>
<p>Recordemos que nuestro sistema inmunitario cuenta esencialmente con dos formas de combatir de manera específica a un patógeno: generar anticuerpos que lo neutralicen y eviten la infección (respuesta humoral), y/o generar linfocitos T que reconozcan y eliminen células ya infectadas (respuesta celular).</p>
<p>Pues bien, la respuesta de memoria celular generada por las vacunas, aún siendo incapaz de prevenir la infección por el SARS-CoV-2, es suficiente para evitar que enfermemos gravemente. Sobre todo porque no se ve tan afectada por las mutaciones que se van acumulando en el virus.</p>
<p>De lo dicho hasta ahora se deduce que, por el momento, probablemente carece de sentido aplicar una cuarta dosis a la población general. Sobre todo empleando la vacuna basada en la variante de virus original (Wuhan). </p>
<p>¿Y qué pasa con las otras vacunas? Aún necesitamos más información sobre la eficacia de las <a href="https://www.ema.europa.eu/en/news/start-rolling-review-adapted-comirnaty-covid-19-vaccine">vacunas adaptadas</a> a las nuevas variantes y subvariantes, aunque los <a href="https://www.pfizer.com/news/announcements/pfizer-and-biontech-provide-update-rolling-submission-european-medicines-agency">resultados preliminares</a> parecen prometedores.</p>
<hr>
<p><em>La <a href="https://www.ucm.es/otri/noticias-tiene-sentido-una-cuarta-dosis-contra-el-sars-cov-2-para-toda-la-poblacion-general">versión original de este artículo</a> fue publicada por la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (<a href="https://www.ucm.es/otri/otri-cultura-cientifica">OTRI</a>) de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/186415/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Salvador Iborra Martín recibe fondos del Ministerio Español de Ciencia e Innovación (MICINN)</span></em></p>Hasta el momento, sólo se ha administrado esta dosis “adicional” en personas de muy alto riesgo (inmunodeprimidos), pero el Ministerio de Sanidad español planea ampliarlo al resto de la población. ¿Qué dice la inmunología sobre esta dosis de refuerzo?Salvador Iborra Martín, Personal Docente e Investigador. Inmunología e infección, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1795992022-03-28T19:40:55Z2022-03-28T19:40:55ZLos linfocitos T también van a la escuela<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/454434/original/file-20220325-15-1t3gfns.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C4%2C2867%2C1793&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Micrografía electrónica de barrido coloreada de linfocitos T.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:T_Lymphocyte_(16760110354).jpg">Wikimedia Commons / NIAID</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>Nuestro sistema inmunitario está formado por millones de células organizadas a modo de ejército para protegernos frente a agresiones externas como virus, bacterias y parásitos. Además, este batallón le planta cara a las células propias cuando se transforman en tumorales y se convierten en un peligro para nuestra salud. </p>
<p>Como corresponde a un verdadero ejército, contamos con diferentes grupos de soldados, cada uno con una función esencial. Y se necesita que actúen de manera coordinada para que todo funcione correctamente. Entre todos los soldados destacan los linfocitos T, que juegan un papel clave en lo que conocemos como inmunidad celular (y que tanto han dado que hablar <a href="https://theconversation.com/por-que-ni-siquiera-omicron-puede-escapar-de-los-linfocitos-t-176703">durante la pandemia</a>).</p>
<h2>Los linfocitos T no saben trabajar solos</h2>
<p>Los linfocitos T no son capaces de reconocer por si solos a los elementos extraños. Para detectarlos y actuar contra ellos necesitan la ayuda de otras células que se encargan de localizar a estos agentes patógenos, procesarlos y presentarlos en su superficie en forma de pequeños fragmentos llamados antígenos.</p>
<p>Para exponer estos antígenos en su superficie y hacerlos reconocibles por los linfocitos T, las células se valen de unas moléculas que usan a modo de expositor. Estas moléculas son conocidas como [<a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fimmu.2017.00292/full">complejo mayor de histocompatibilidad (MHC)</a>]. Gracias a ellas el antígeno puede ser reconocido por los linfocitos T, que desencadenarán una serie de acciones dirigidas a eliminar la amenaza.</p>
<h2>Para madurar hay que ir a la escuela</h2>
<p>Como el resto de células que forman nuestro sistema inmunitario, los linfocitos T tienen su origen en la médula ósea, localizada en la cavidad interna de algunos de nuestros huesos. Ya desde antes del nacimiento, esta es la principal fábrica de células sanguíneas, entre las que se encuentran las que conforman el sistema inmunitario. </p>
<p>Sin embargo, la médula ósea fabrica una versión muy inmadura de los linfocitos T. Una versión que aún no está lista para llevar a cabo su función como células de defensa. Antes de convertirse en verdaderos linfocitos T y poder salir a luchar como feroces soldados, han de pasar por un proceso de maduración y aprendizaje denominado <strong>educación tímica</strong>.</p>
<p>Durante este proceso nuestro organismo llevará a cabo una cuidadosa selección en la que solo se quedará con aquellas células que demuestren estar preparadas para la batalla. El resto de las células <a href="https://www.nature.com/articles/7290345">serán eliminadas mediante un proceso de muerte celular programada</a> conocido como apoptosis.</p>
<p>Para demostrar su valía y estar entre los “elegidos”, los linfocitos T deben ser capaces de reconocer y distinguir lo propio de lo ajeno. Deben aprender a detectar al “enemigo”, además de tolerar y no atacar al propio organismo (autotolerancia). Todo este complejo proceso tiene lugar en el timo, una pequeña glándula ubicada en el tórax, a la altura del corazón. Allí, los futuros linfocitos T recorrerán un largo camino durante el cual serán <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5807247/">sometidos a “examen”</a>.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/454649/original/file-20220328-17-15oxr0l.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/454649/original/file-20220328-17-15oxr0l.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/454649/original/file-20220328-17-15oxr0l.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=420&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/454649/original/file-20220328-17-15oxr0l.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=420&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/454649/original/file-20220328-17-15oxr0l.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=420&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/454649/original/file-20220328-17-15oxr0l.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=528&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/454649/original/file-20220328-17-15oxr0l.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=528&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/454649/original/file-20220328-17-15oxr0l.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=528&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Ubicación del timo humano.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/human-thymus-anatomy-3d-rendering-411461251">Shutterstock / Nerthuz</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>“Tú sí que vales”</h2>
<p>La primera prueba consiste en una selección positiva. Se trata de que los linfocitos, aún inmaduros, se encuentren con células del propio organismo que contienen en su superficie moléculas del MHC. Aquellos linfocitos que sean capaces de reconocer estas moléculas e interaccionar con ellas serán seleccionados para seguir adelante. </p>
<p>Por otro lado, los linfocitos también se someten a una selección negativa. Esto significa que se les presenta toda una colección de antígenos propios, es decir, de fragmentos de proteínas propias del individuo, esas a las que los linfocitos T deben aprender a respetar y no atacar. En esta fase se elimina a todos los linfocitos que reaccionen con mucha afinidad frente a los antígenos propios. Y sólo aquellos que reconozcan estos complejos con una afinidad baja o moderada podrán <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5807247/">continuar su camino</a>.</p>
<p>Huelga decir que este paso es fundamental para evitar <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29925986/">problemas de autoinmunidad</a>. Es decir, para impedir que los linfocitos T desencadenen una respuesta inmunitaria frente a nuestro propio organismo.</p>
<h2>Sólo los mejores sobreviven</h2>
<p>La mayoría de las células inmaduras que llegan al timo mueren en el recorrido que acabamos de describir. Solo un pequeño porcentaje de ellas sobrevive hasta el final convirtiéndose en linfocitos T maduros que alcanzan la inmunocompetencia. A partir de ese momento estarán <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/18684914/">listos para abandonar el timo</a> a través de la circulación sanguínea.</p>
<p>Desde allí pasarán a otros lugares, como los ganglios linfáticos, el bazo u otras regiones especializadas. Y es en estos enclaves donde se encuentra el principal campo de batalla. Donde, por fin, los linfocitos T maduros se enfrentarán a todos esos pequeños enemigos que día a día tratan de invadir nuestro organismo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/179599/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Carmen Grijota Martínez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los linfocitos T son imprescindibles para defendernos de amenazas como virus, bacterias o células tumorales. Sin embargo, necesitan pasar por un intenso proceso “educativo” antes de estar listos para el combate.Carmen Grijota Martínez, Profesora e investigadora del Departamento de Biología Celular en la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1767032022-03-13T18:54:57Z2022-03-13T18:54:57ZPor qué ni siquiera ómicron puede escapar de los linfocitos T<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/451073/original/file-20220309-21-aywoxn.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C7%2C2548%2C1908&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Linfocito T.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:T_Lymphocyte_(16760076824).jpg">Wikimedia Commons / NIAID</a></span></figcaption></figure><p>La eficacia de la vacunas contra las variantes actuales y futuras del SARS-CoV-2 es fundamental para el control de la pandemia. No solo en el plano clínico, sino también como vía para una mejor protección social y una recuperación económica definitiva. </p>
<p>Una vacuna ideal debe activar las tres ramas fundamentales de las que consta la “inmunidad adquirida”, también llamada “adaptativa”. </p>
<ul>
<li><p>Primero, una respuesta humoral <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Linfocito_B">mediada por los linfocitos B</a> capaces de producir y secretar anticuerpos que puedan unirse y neutralizar a las partículas virales que se diseminan por el organismo infectado. </p></li>
<li><p>Segundo, una respuesta celular citotóxica por parte de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Linfocito_T_CD8%2B">los linfocitos T CD8+</a>, capaces de identificar y eliminar células del hospedador infectadas por el virus y así detener la proliferación viral. </p></li>
<li><p>Finalmente, una respuesta celular cooperadora a través de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Linfocito_T_CD4%2B">los linfocitos T CD4+</a>, capaces de secretar diferentes moléculas que estimulan la proliferación y la activación tanto de linfocitos B como de células T CD8+. </p></li>
</ul>
<p>Como es mucho más fácil estudiar la respuesta de los anticuerpos que de las células T, históricamente se ha dado mayor importancia a los primeros respecto a las segundas.</p>
<p>Sin embargo, sin una respuesta adecuada y coordinada por parte de las tres ramas del sistema inmunitario el patógeno no se elimina del organismo. La infección se convierte entonces en crónica, la enfermedad se prolonga e, incluso, puede llevar hasta un desenlace fatal por los daños acumulativos que el virus va produciendo en sus tejidos diana a lo largo del tiempo de infección no controlada.</p>
<h2>La dificultad de estudiar la respuesta celular</h2>
<p>Uno de los motivos que dificulta el estudio de la respuesta inmunitaria celular frente a la humoral es que, mientras que anticuerpos idénticos o muy similares pueden ser generados por linfocitos B de diferentes individuos (con lo que del estudio de unos pocos pacientes se pueden extraer conclusiones que sirvan para el conjunto de la población), la respuesta inmunitaria celular es más complicada.</p>
<p>La respuesta celular está mediada por <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Complejo_mayor_de_histocompatibilidad">el complejo mayor de histocompatibilidad (CMH)</a>, el conjunto de genes más <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Polimorfismo_(biolog%C3%ADa)">altamente polimórfico</a> que se conoce en la naturaleza y que determinan la compatibilidad –o falta de ella– entre órganos de donantes y pacientes. Por ello, son los responsables del rechazo en los trasplantes.</p>
<p>Estos genes codifican dos tipos de proteínas: las moléculas de clase I y las de clase II, cuya principal función es unir péptidos cortos. </p>
<p>En células normales sanas estas moléculas se asocian a péptidos provenientes de la degradación de proteínas celulares que ocurre durante el metabolismo celular. Cuando una célula es infectada por un virus, las proteínas del patógeno también pueden ser degradadas de la misma manera que las celulares, y entonces las moléculas del CMH podrán unir también péptidos cortos de origen viral. </p>
<p>Así, los complejos formados por péptidos de origen patogénico y las proteínas del CMH de clase I pueden entonces interaccionar específicamente con los receptores de las células T CD8+, mientras que péptidos virales asociados con proteínas del CMH de clase II lo serán por parte de los linfocitos T CD4+. </p>
<p>Estos procesos de interacción desencadenarán diversas funciones biológicas en los linfocitos e iniciarán ambos tipos de respuesta inmunitaria: la citotóxica y la cooperadora.</p>
<h2>La respuesta celular contra las variantes del SARS-CoV-2</h2>
<p>En estas últimas semanas se han publicado diversos estudios liderados por investigadores <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/sciimmunol.abo2202">holandeses</a>, <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-022-04465-y">estadounidenses</a>, <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-022-04460-3">sudafricanos</a> y <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/sciimmunol.abn8590">japoneses</a> en los que se ha analizado la respuesta de las células T frente a la cepa original del SARS-CoV-2 y las variantes beta, delta y ómicron en diversas cohortes de individuos previamente vacunados. </p>
<p>Todos estos estudios han demostrado que en los individuos analizados no se detectaron diferencias significativas entre las respuestas de células T CD4+ o CD8+ específicas de la cepa original y las mencionadas variantes virales. </p>
<p>Estos datos sugieren que las actuales vacunas conferirían una protección mediada por la respuesta inmunitaria celular adecuada frente a las nuevas variantes detectadas. </p>
<p>La principal limitación de estos estudios es el bajo número de individuos incluidos en las respectivas cohortes: 60 en la holandesa, 47 en la norteamericana, 138 del estudio sudafricano y 40 del japonés. Estos números son muy relevantes, ya que hasta la fecha se han identificado más de 24 000 moléculas diferentes (alelos) del CMH de clase I y otras 8 000 de CMH clase II. Estas pueden ser expresadas de formas diferentes por individuos pertenecientes a la misma población, similares orígenes geográficos y étnicos, e incluso dentro de un mismo grupo familiar, ya que dos hermanos podrían no tener en común molécula alguna del CMH de clase I y II. </p>
<p>Como cada una de esas proteínas puede unir diferentes péptidos virales al resto de las otras moléculas de CMH, este exuberante polimorfismo de más de 30 000 alelos diferentes dificulta bastante el estudio de las respuestas inmunes celulares antivirales a nivel poblacional.</p>
<h2>Un estudio global de la respuesta celular</h2>
<p>Por este motivo en el Centro Nacional de Microbiología, perteneciente al Instituto de Salud Carlos III, hemos realizado un abordaje más global para intentar responder a la pregunta de la efectividad de las vacunas aprobadas frente a las actuales y, quizás más importante, también a las posibles variantes hacia las que pueda evolucionar el SARS-CoV-2 con el tiempo.</p>
<p>Combinando estudios filogenéticos, ensayos funcionales, análisis de espectrometría de masas y computación por inteligencia artificial, muchas de estas decenas de miles de moléculas del CMH de clase I y de clase II han sido agrupadas primero en familias, luego en superfamilias y finalmente en doce supertipos canónicos de CMH de clase I y otros diez de clase II. </p>
<p>Los alelos incluidos en cada uno de estos supertipos comparten fuertes similitudes en el nivel de especificidad de interacción de los ligandos peptídicos. Lo más relevante de esta aproximación es que los 551 alelos CMH de clase I y los 41 de clase II incluidos en estos 22 supertipos se expresan en más del 90 % de la población mundial independientemente de su origen étnico o geográfico. Hemos realizado una predicción computacional para estos casi 600 alelos del CMH tanto de los epítopos de células T CD4+ o CD8+ específicas de la cepa original del virus (que fue la base para diseñar las actuales vacunas) como de aquellos epítopos que se mantienen conservados en las nuevas variantes de SARS-CoV-2, incluida ómicron. </p>
<p>Así, en <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fimmu.2021.732693/full?&utm_source=Email_to_authors_&utm_medium=Email&utm_content=T1_11.5e1_author&utm_campaign=Email_publication&field=&journalName=Frontiers_in_Immunology&id=732693">nuestros dos trabajos</a> recientemente <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fimmu.2022.832889/full">publicados</a> se indica que para estos alelos de CMH que incluyen a la gran mayoría de la población existen suficientes epítopos de células T sin mutaciones de escape a las actuales vacunas.</p>
<p>Además, en estos estudios pudimos determinar que más del 90 % de los epítopos detectados experimentalmente por otros grupos y que estaban incluidos en las vacunas que se están administrando a la población se mantenían conservados en ómicron, que es la variante que presenta más mutaciones con respecto a la cepa original. Esto apoya nuestras predicciones bioinformáticas. </p>
<p>También realizamos una predicción computacional del número de mutaciones que debían ir acumulándose en la secuencia de la proteína de la espícula de SARS-CoV-2, la utilizada en todas las vacunas, para que estas dejaran de presentar epítopos de células T CD4+ o CD8+. Esta reveló que se deberían acumular más de 300 mutaciones en la proteína de la espícula de SARS-CoV-2 para que la mayoría de los 600 alelos de CMH analizados dejaran de presentar epítopos conservados con las vacunas. </p>
<p>Para dar una idea del significado de este número de cambios hay que tener en cuenta que la variante ómicron presenta únicamente alrededor de 30 y que la proteína de la espícula de SARS-CoV-1 presenta 304 cambios. </p>
<p>En conclusión, nuestros datos sugieren que el SARS-CoV-2 debería convertirse casi en otro virus diferente para poder plantear un posible escenario en el que las actuales vacunas no ofrecieran protección mediada por la respuesta inmune celular frente a la actual pandemia.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/176703/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Daniel López Rodríguez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Nuestros datos sugieren que el SARS-CoV-2 debería convertirse casi en otro virus diferente para poder plantear un posible escenario en el que las actuales vacunas no ofrecieran protección mediada por la respuesta inmune celular.Daniel López Rodríguez, Científico Titular. Departamento de Inmunología. Centro Nacional de Microbiología, Instituto de Salud Carlos IIILicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1772722022-02-16T22:47:07Z2022-02-16T22:47:07ZPreparados para la séptima ola<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/446828/original/file-20220216-25-hmheuh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=5%2C29%2C3988%2C1958&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/covid19-second-wave-3d-rendering-illustration-1798568029">Shutterstock / Migren art</a></span></figcaption></figure><p>Nos movemos entre dos extremos. Los que piensan que la pandemia ya se ha acabado y hay que volver a la normalidad cuanto antes (“esto ya es un catarro”) y los que opinan que habría que seguir adoptando una estrategia “covid-cero” al estilo chino, con confinamientos, vacunación y mascarilla obligatorias (“todo es horrible y vamos a morir”). </p>
<p>Pero ¿habrá una séptima ola?, ¿no se ha acabado ya esto?, ¿no hemos vencido al virus?</p>
<p>No sabemos a ciencia cierta qué pasará en los próximos meses, pero la pandemia no ha acabado. Si vemos los datos de fallecimientos a nivel global, es evidente que la pandemia no ha terminado. Normalmente las pandemias cursan en varias oleadas y sus efectos pueden durar varios años.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/446821/original/file-20220216-19-1un4te7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/446821/original/file-20220216-19-1un4te7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/446821/original/file-20220216-19-1un4te7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=424&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/446821/original/file-20220216-19-1un4te7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=424&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/446821/original/file-20220216-19-1un4te7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=424&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/446821/original/file-20220216-19-1un4te7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=532&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/446821/original/file-20220216-19-1un4te7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=532&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/446821/original/file-20220216-19-1un4te7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=532&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Número de muertes confirmadas por COVID-19 por millón de habitantes a nivel global hasta el 16 de febrero de 2022.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://ourworldindata.org/explorers/coronavirus-data-explorer?zoomToSelection=true&time=2020-03-01..latest&facet=none&pickerSort=desc&pickerMetric=new_cases_smoothed_per_million&Metric=Confirmed+deaths&Interval=7-day+rolling+average&Relative+to+Population=true&Color+by+test+positivity=false&country=~OWID_WRL">Our World In Data</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Lo que ocurra en los próximos meses va a depender principalmente de dos factores:</p>
<ol>
<li><p>La aparición de nuevas variantes de SARS-CoV-2 que nos causen nuevos problemas.</p></li>
<li><p>Cuánto dure la inmunidad que nos ha generado la infección y/o las vacunas.</p></li>
</ol>
<p>Tendemos a pensar que la evolución es lineal, que de la variante alfa surgió la beta, de ahí la gamma, y así sucesivamente, una detrás de otra, hasta ómicron. Pero no, la evolución no es lineal. En cualquier momento y lugar, de cualquier “rama” del árbol filogenético, puede surgir una nueva variante. Pensábamos que la variante delta ya era lo suficientemente transmisible y que era difícil que surgiera otra todavía más transmisible.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/446772/original/file-20220216-10370-1syojj9.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/446772/original/file-20220216-10370-1syojj9.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/446772/original/file-20220216-10370-1syojj9.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=404&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/446772/original/file-20220216-10370-1syojj9.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=404&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/446772/original/file-20220216-10370-1syojj9.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=404&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/446772/original/file-20220216-10370-1syojj9.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=508&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/446772/original/file-20220216-10370-1syojj9.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=508&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/446772/original/file-20220216-10370-1syojj9.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=508&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">GISAID/NEXTSTRAIN/NCO.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.science.org/content/article/sudden-rise-more-transmissible-form-omicron-catches-scientists-surprise">Adaptado de K. Franklin / Science</a></span>
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<p>Y <a href="https://theconversation.com/omicron-como-actua-y-como-defendernos-174041">apareció ómicron</a>, probablemente uno de los virus con mayor transmisibilidad a los que se haya enfrentado la humanidad, incluso parece que mayor que el virus del sarampión. Se calcula que en España durante este sexto periodo epidémico (desde principios de noviembre) ha habido <a href="https://www.isciii.es/QueHacemos/Servicios/VigilanciaSaludPublicaRENAVE/EnfermedadesTransmisibles/Documents/INFORMES/Informes%20COVID-19/INFORMES%20COVID-19%202022/Informe%20n%C2%BA%20117%20Situaci%C3%B3n%20de%20COVID-19%20en%20Espa%C3%B1a%20a%2009%20de%20febrero%20de%202022.pdf">más de 5,5 millones de casos confirmados</a>. Algunos estiman que esa cifra quizá haya que multiplicarla por tres: más de 16 millones de infectados en poco más de tres meses. Una capacidad de contagio nunca vista hasta ahora. </p>
<p>Afortunadamente, ómicron produce, en la gran mayoría de las personas no vulnerables y que han respondido a la vacunación, una enfermedad similar a un resfriado común, o incluso es asintomática. Además, parece muy probable que esta variante del virus sea menos virulenta que las anteriores.</p>
<h2>No tenemos ningún motivo para pensar que ómicron será la última variante de SARS-CoV-2</h2>
<p>¿Puede surgir otra que sea incluso más transmisible, más virulenta o que escape totalmente de las vacunas? No lo sabemos. Por eso es muy importante seguir, mejorar y ampliar el sistema de rastreo y secuenciación de nuevas variantes, así como la vigilancia en aguas residuales.</p>
<p>No sabemos si habrá séptima ola, pero sí es verdad que gracias a ómicron y a las vacunas hay ya una gran parte de la población inmunizada. Está bien demostrado que <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1201971221008572">las vacunas actuales han sido capaces de conseguir una protección frente a la enfermedad grave, a la hospitalización y al fallecimiento en la mayoría de personas infectadas</a>. </p>
<p>Este virus y sus posibles nuevas variantes no son ya totalmente nuevas para nuestro sistema inmunitario. Podríamos esperar –es más una esperanza que una certeza científica– que en los próximos meses haya nuevas oleadas del virus, que nos siga visitando de vez en cuando, pero ya en pequeñas oleadas con un número de casos graves y fallecimientos cada vez menor. </p>
<p>Siendo realistas, el objetivo quizá no sea llegar a cero infecciones o cero muertes, sino descongestionar el sistema sanitario. No es lo mismo cien muertos en un día que cien fallecimientos en cien días. Con ómicron hemos visto que un número exacerbado y rápido de infecciones acaba generando también un número muy alto de fallecimientos, y llega a colapsar el sistema, lo cual también genera muertes. </p>
<p>Si el sistema sanitario es capaz de gestionar la situación, podremos volver a lo más parecido a la normalidad. Habrá otros problemas (covid persistente, otros efectos secundarios, necesidad de nuevas vacunas…), pero ya no será una situación de emergencia.</p>
<h2>El problema no es el virus, es un problema de gestión</h2>
<p>Quizá el virus vuelva darnos un buen susto, pero es probable que ahora tengamos unos meses de “tregua”. SARS-CoV-2 no es ni un catarro ni una gripe, pero es verdad que esta sexta ola y ómicron han cambiado la partida. La covid en 2022 no es la misma que en 2020. Ahora hay una mayor población inmunizada, tenemos vacunas, tratamientos, sistemas de diagnóstico, se conoce mucho más de la enfermedad… Es el momento de evaluar y prepararse para la siguiente oleada. En las próximas semanas iremos viendo cómo se modifican o suprimen algunas de las medidas que se tomaron para controlar la pandemia. En cada caso concreto será necesario evaluar el riesgo-beneficio: qué riesgo de infección y enfermedad supone eliminar esa medida respecto al beneficio que supone para la salud en sentido amplio, también emocional, mental… Y siempre asumiendo que el riesgo cero no existe. </p>
<p>Las medidas restrictivas para evitar los contagios deben ser pocas, eficaces y muy bien explicadas a la población. Se ha demostrado que algunas medidas, como las mascarillas en el exterior (con distancia social nunca han sido necesarias), el control de la temperatura corporal a la entrada de los edificios, pulverizar las superficies con soluciones antisépticas o cerrar los parques infantiles carecen de utilidad. </p>
<p>También habría que evaluar si han sido eficaces las estrictas medidas que se han implantado en los colegios. Los menores de edad son la población menos vulnerable a la covid-19 y <a href="https://www.redaccionmedica.com/secciones/pediatria/covid-ninos-poco-transmisores-estudio-cataluna-pediatria-9644">no parece que sean grandes transmisores del virus</a>, pero han padecido restricciones más estrictas que otros colectivos: grupos burbuja, confinamientos… </p>
<p>Ya hemos comprobado que las vacunas no evitan el contagio ni la transmisión del virus, por lo que los certificados o pasaportes de vacunación dejan de tener sentido. Quizá solo han servido para animar a que se vacunaran algunas personas para las que ir a la discoteca era más importante que evitar fallecimientos. Sólo por eso los pasaportes han tenido su utilidad. Pero ya no tiene mucho sentido que el pasaporte COVID “caduque” al cabo de equis meses. Puede incluso ser contraproducente, porque transmite la falsa idea de que las vacunas dejan de funcionar cuándo el pasaporte caduca, cosa que no es cierta. </p>
<p>Ómicron también ha demostrado que las medidas de restricciones de viajes y el aislamiento internacional al que se sometió a Sudáfrica carecen de sentido.</p>
<h2>Vacunación personalizada</h2>
<p>Es también el momento para repensar la estrategia de vacunación. Muchas personas han recibido ya la pauta completa (dos dosis) y una tercera de recuerdo. El virus ha evolucionado y no tiene ya sentido seguir administrando más dosis de forma generalizada (excepto en aquellas personas que se califican como de muy alto riesgo), sobre todo con las vacunas actuales. Los vacunados que han sido además infectados por ómicron (o infectados por otras variantes y ahora vacunados) son los que mayor protección tienen y, muy probablemente, no necesiten ni siquiera una tercera dosis.</p>
<p>Es el momento de avanzar hacia una estrategia de vacunación más personalizada: una búsqueda activa de aquellas personas todavía sin vacunar (porque son los más vulnerables) y recomendar dosis vacunales adicionales o de recuerdo solo cuando la evidencia científica avale que aumentan la protección frente a la enfermedad grave. </p>
<p>La variante ómicron, o cualquier otra variante de SARS-CoV-2, puede producir una enfermedad muy grave en personas no completamente vacunadas o en personas vulnerables que no han respondido a la vacunación, como son los pacientes inmunodeprimidos. Las acciones deberían focalizarse en estos grupos de personas vulnerables que son ahora los que sufren la enfermedad grave.</p>
<h2>Centrar los esfuerzos en el enfermo, no en el infectado</h2>
<p>El control de un virus con una alta transmisibilidad y muy grave, como hasta ahora ha sido el SARS-CoV-2, ha requerido un sistema de diagnóstico de los casos infectados y su aislamiento y la cuarentena de los contactos. El objetivo ha sido evitar los contagios y la transmisión del virus. Sin embargo, cuando el virus causa una enfermedad leve aunque sea muy transmisible, como podría ser un coronavirus catarral, no es necesario un rastreo tan exhaustivo, test masivos a la población, seguimientos y aislamientos de los infectados y cuarentena de contactos. </p>
<p>Ómicron no es un catarro pero, como hemos dicho, tampoco la situación es como en 2020. Con mucha prudencia, <a href="https://seimc.org/contenidos/documentoscientificos/recomendaciones/seimc-dc-2022-Posicionamiento_SEIMC_COVID19.pdf">hay que plantearse un cambio de estrategia</a>. Los recursos se deberían dedicar a la prevención, diagnóstico y tratamiento de los más vulnerables y los casos graves. Ómicron produce enfermedad grave en personas no vacunadas, incompletamente vacunadas y en pacientes vulnerables, y, por tanto, es en estos grupos de población donde hay que centrar los esfuerzos preventivos, diagnósticos y terapéuticos. Se trata de dedicar los esfuerzos no en el infectado sino en el enfermo.</p>
<p>Es el momento de pensar si es necesario dejar de usar el número de casos de infectados como indicador principal de la evolución del impacto clínico de la pandemia, y utilizar en su lugar los de incidencia de hospitalización y mortalidad.</p>
<h2>Lo más importante: priorizar el fortalecimiento del sistema sanitario</h2>
<p>Durante esta “tregua” es fundamental priorizar el fortalecimiento del sistema sanitario en su conjunto. Los recursos de los que disponemos actualmente no son suficientes para responder a la pandemia actual ni a las que puedan aparecer en el futuro. Ómicron ha dejado en evidencia las carencias de nuestro sistema de Atención Primaria.</p>
<p>Es el momento de evaluar y repensar un plan, que debe ser coordinado, razonado y bien explicado a la ciudadanía. </p>
<p>No podemos descartar nuevas oleadas durante esta pandemia. La primera ola fue imprevista, las siguientes eran esperables. Quizá no podamos evitar que haya nuevas olas, pero lo que sí se puede evitar son sus efectos devastadores. Esta sexta ola ha causado un reguero de muertes que quizá se podrían haber evitado, o al menos disminuido, si hubiéramos priorizado el fortalecimiento del sistema sanitario.</p>
<hr>
<p><em>La <a href="https://microbioblog.es/preparados-para-la-septima-ola">versión original</a> de este artículo está publicada en el blog microBIO</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/177272/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ignacio López-Goñi no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Es el momento de evaluar y prepararse para la siguiente oleada. Durante la “tregua”, es fundamental priorizar el fortalecimiento del sistema sanitario en su conjunto y, con prudencia, plantear un cambio de estrategia: los recursos se deberían dedicar a la prevención, diagnóstico y tratamiento de los más vulnerables y los casos graves.Ignacio López-Goñi, Catedrático de Microbiología, Universidad de NavarraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1717672021-11-30T19:00:14Z2021-11-30T19:00:14ZSeguimos discriminando a quienes padecen sida, pero podríamos ser los siguientes<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/434150/original/file-20211126-13-1cxd1jj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C0%2C4985%2C2462&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-vector/international-aids-day-healthcare-medicine-concept-2079453391">Shutterstock / ninaveter</a></span></figcaption></figure><p>El día 1 de diciembre se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Sida. Este es un día en el que el mundo se une para apoyar a las personas que viven día a día afectadas por el VIH. Pero también para recordar a quienes tristemente han fallecido a lo largo de los años por enfermedades relacionadas con el sida.</p>
<p>Al hablar, como hemos hecho, de VIH y sida puede surgir una duda: ¿acaso se trata de sinónimos? ¿Podemos usar ambos términos indistintamente?</p>
<h2>El problema de sufrir inmunodeficiencia</h2>
<p>SIDA corresponde a las siglas de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida. Por su parte, VIH son las siglas del Virus de Inmunodeficiencia Humana, el patógeno que causa una infección transmisible por diversas vías entre humanos. </p>
<p>Los virus son seres (<a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5406846/">vivos o no, el debate existe</a>), tan “básicos” que carecen de toda la maquinaria requerida para poder replicarse. Por ello se ven obligados a emplear la de quienes sí disponen de ella: las células. </p>
<p>Como otros muchos virus, el VIH emplea como hospedadoras a células que pertenecen a organismos pluricelulares, en este caso seres humanos. Pero algo que lo hace singular es que entre sus células objetivo se encuentran unas del sistema inmunológico, los linfocitos T CD4. Es decir, el sistema inmune (como respuesta a la infección) ataca al virus a la vez que le aloja y permite su replicación. </p>
<p>La enfermedad del sida se produce cuando los linfocitos T CD4, cuyos valores normales son de al menos 500 células por mililitro cúbico de sangre, descienden por debajo de 200. Es esta disminución del sistema inmunológico la que da nombre a la enfermedad: síndrome de inmunodeficiencia adquirida. </p>
<p>Como consecuencia, y aunque el sida no es una enfermedad mortal en sí misma, sí deja a la persona que lo padece altamente expuesta a cualquier otra infección (vírica o bacteriana) o proceso patológico que podría provocar su muerte. </p>
<h2>De enfermedad terminal a enfermedad crónica</h2>
<p>Afortunadamente, los avances en el tratamiento antirretroviral han mejorado considerablemente la esperanza y calidad de vida de las personas con VIH, al disminuir la carga viral y aumentar el número de linfocitos T CD4. En muchos casos, incluso permite que no se llegue a padecer sida nunca o que se entre y se salga de esta condición. </p>
<p>De hecho, <a href="https://www.mscbs.gob.es/ciudadanos/enfLesiones/enfTransmisibles/sida/vigilancia/Informe_VIH_SIDA_20201130.pdf">la mortalidad por sida se ha reducido en un 43 % desde el año 2010</a>. Así, el VIH ha pasado de provocar una enfermedad terminal (sida) a convertirse en una infección crónica que sigue afectando a millones de personas. </p>
<p>Según datos de ONUSIDA, en el año 2020, 37,7 millones de personas vivían con VIH en el mundo, de las que <a href="https://www.unaids.org/sites/default/files/media_asset/UNAIDS_FactSheet_es.pdf">1,5 millones lo habían contraído ese mismo año</a>. En España, según datos del Centro Nacional de Epidemiología, entre 2003 y 2019 se notificaron 56 748 nuevos diagnósticos de infección por VIH (2 698 solo en 2019).</p>
<h2>¿Hay un perfil de enfermos de sida?</h2>
<p>A principios de la década de los 80 del siglo pasado, tras el descubrimiento de esta infección, se intentó determinar un perfil de las personas que se infectaban. En aquel momento se le puso el sobrenombre de <a href="https://www.unaids.org/sites/default/files/media_asset/UNAIDS_FactSheet_es.pdf">“la enfermedad de las cuatro H”</a>: homosexuales, hemofílicos, heroinómanos y haitianos (por el diagnostico de ciudadanos de origen haitiano que no eran homosexuales, ni drogadictos y que tampoco recibieron transfusiones de sangre). </p>
<p>Hoy día se sabe que no existe un perfil concreto para la infección por VIH. Sencillamente se transmite a través de relaciones sexuales y de manera fortuita. Sin embargo, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31776098/">el estigma y la discriminación siguen existiendo a nivel social</a>.</p>
<p>Recientemente el mundo se ha parado como consecuencia de la pandemia de covid-19. Y se ha evidenciado <a href="https://theconversation.com/covid-19-nos-ha-vuelto-mas-o-menos-solidarios-148028">la falta de solidaridad</a> y la discriminación por parte de la sociedad con las personas infectadas, con frases tan frecuentes como “no es un virus tan grave, solo mueren los viejos” y todas sus desafortunadas variantes. </p>
<p>Esta es una realidad que las personas que viven con VIH llevan sufriendo desde hace varias décadas, a pesar de que este virus no se trasmite por el aire y, por tanto, no infecta con tanta facilidad como el coronavirus. </p>
<p>Por ello, el lema que ha propuesto ONUSIDA para este día es “Poner fin a las desigualdades. Poner fin al sida. Poner fin a las pandemias”. Porque no existe todavía una vacuna para el VIH con la que acabar con la infección, pero sí es posible acabar con esa otra “plaga” que a veces es mucho más dañina: <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6603743/">la del estigma y la discriminación</a>.</p>
<h2>Programas de educación sexual</h2>
<p>Para su erradicación, además de la vacuna, cobra una gran importancia la concienciación y la prevención. En España, se han realizado diversos programas de prevención de temas relacionados con la salud. No obstante, los programas de educación sexual se han desarrollado débilmente. </p>
<p>Uno de los factores que ha propiciado esta falta de desarrollo es que muchos padres no están de acuerdo en ofrecer información sobre la sexualidad a los adolescentes porque consideran que los jóvenes son sexualmente promiscuos y suministrarles nuevos conocimientos aumentaría dicha promiscuidad. </p>
<p>No obstante, está demostrado que proporcionar información sobre cómo protegerse frente al VIH/Sida y otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) es necesario pero insuficiente. Las personas, para modificar su comportamiento, a la vez que conocimientos necesitan habilidades y entornos que favorezcan la reducción de su susceptibilidad y vulnerabilidad. </p>
<p>Al hilo de esto, distintos estudios muestran que los programas exitosos de educación en salud sexual y reproductiva ayudan a retardar el inicio de la actividad sexual, <a href="https://www.researchgate.net/publication/48171888_Evaluacion_de_programas_educativos_para_jovenes_como_herramientas_de_prevencion_de_VIHSIDA">protegen a los adolescentes sexualmente activos del VIH y otras ITS</a> y previenen embarazos no deseados. </p>
<p>Estos programas promocionan principios como la igualdad, la diversidad, la democracia y el respeto de los derechos humanos; y alternan técnicas informativas, actitudinales y comportamentales en el plano de la sexualidad. </p>
<p>Sin embargo, los resultados óptimos de estos programas de prevención no se aprecian en la detección precoz. En relación a esto, según el Centro Nacional de Epidemiología, el 45,9 % de las personas diagnosticadas de infección en 2019 presentaba diagnóstico tardío, a pesar de que la prueba de detección es gratuita y confidencial. </p>
<p>Quizá sea el momento de replantear esas campañas dado que ya no existe un perfil de riesgo claro. Porque, ¿por qué no te va a pasar a ti?</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/171767/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Sandra Gómez Martínez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Hoy día sabemos que no existe un perfil concreto para la infección por VIH. Ni es una enfermedad de homosexuales ni de heroinómanos. Sencillamente se transmite a través de relaciones sexuales y de manera fortuita. Aún así, el estigma de los enfermos de sida no ha desaparecido.Sandra Gómez Martínez, Coordinadora Grado en Psicología, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1708982021-11-22T21:25:21Z2021-11-22T21:25:21ZLa saliva sirve para detectar la covid y muchas cosas más<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/433091/original/file-20211122-19-kxo695.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C17%2C5928%2C3928&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/lateralflowtest-covid-rapid-homeuse-test-kit-1949706421">Shutterstock / Shotmedia</a></span></figcaption></figure><p>Cuando en 2005 nuestro grupo de investigación logró medir por primera vez la <a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/104063870501700207">proteína C reactiva en saliva</a>, uno de los principales marcadores de inflamación, era difícil imaginar que los análisis en saliva pudieran tener tanta difusión e interés como han alcanzado recientemente.</p>
<p>Sin duda, la posibilidad de <a href="https://www.mdpi.com/2077-0383/9/5/1491">diagnosticar y monitorizar el covid-19 en este fluido</a>, compuesto al menos en un 95 % por agua, pero también de otros elementos de alto interés, ha sido un gran impulso para que se hable de sus posibilidades como muestra biológica en esta enfermedad. No obstante, está bien recordar que la saliva tiene muchas más aplicaciones.</p>
<h2>Detección de covid-19, pero también de otras enfermedades infecciosas</h2>
<p>Para empezar, en la saliva se pueden identificar multitud de agentes infecciosos, bien por la identificación directa de su material genético mediante pruebas de PCR o bien por la cuantificación de anticuerpos específicos que nuestro organismo produce contra él. </p>
<p>Esto ha permitido que algunos países, entre ellos el Reino Unido, establezcan programas oficiales para detectar enfermedades infecciosas <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1473309901001694?via%3Dihub">como la rubeola tomando muestras de saliva con altas sensibilidades y especificidades</a>.</p>
<p>La cosa no acaba ahí. Además de determinar la producción de anticuerpos (marcadores de la respuesta inmune humoral) en saliva, se pueden detectar marcadores de la respuesta inmune innata. Nos referimos concretamente a las <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0026265X19307854">proteínas de fase aguda </a> e <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0261561419331292?via%3Dihub">interleuquinas</a>, pero también a marcadores de la respuesta inmune celular como la <a href="https://www.degruyter.com/document/doi/10.1515/cclm-2021-0324/html">enzima Adenosin-deaminasa</a>. </p>
<p>Resumiendo, a partir de la saliva se puede obtener una información muy valiosa sobre cómo están funcionando nuestras defensas en un momento dado.</p>
<h2>Saliva para evaluar el estrés… y la felicidad</h2>
<p>A nivel mundial <a href="https://institutodym.es/es/salud-y-estilo-de-vida/">el 30 % de las personas sufre estrés</a>. La saliva puede ayudar a detectarlo y evaluarlo. Así, este fluido permite estimar tanto el estrés a muy corto plazo –alfa-amilasa o cromogranina A– como el estrés a más largo plazo –cortisol–. Un <a href="https://jvme.utpjournals.press/doi/10.3138/jvme.0513-073R1">marcado aumento de estos analitos</a> indicaría la necesidad de tomar medidas para intentar reducir el estrés que está padeciendo el individuo. </p>
<p>Aparte del estrés, la saliva permite evaluar el bienestar. Para esto se pueden cuantificar los <a href="https://www.mdpi.com/2076-2615/11/9/2732">niveles de oxitocina</a>, considerada como la “hormona de la felicidad”.</p>
<p>Para completar las posibles aplicaciones, resulta que la saliva se puede usar para evaluar el estado oxidativo del individuo y también cambios fisiológicos ante diferentes situaciones como el <a href="https://www.mdpi.com/1660-4601/17/17/6269/htm">esfuerzo físico</a>. Además, es útil para detectar fármacos o medir analitos que tradicionalmente se medían en sangre, como la urea y creatinina. Sin olvidar que el estudio de la saliva por medio de técnicas “ómicas” podría conducir pronto a nuevas pruebas y <a href="https://link.springer.com/book/10.1007%2F978-3-030-37681-9">aplicaciones de este fluido</a>.</p>
<h2>Aplicaciones en el mundo animal</h2>
<p>Ya sea en animales de compañía, animales de granja o incluso exóticos, la saliva se puede usar para los mismos fines que se han indicado para humanos. Desde el punto de vista práctico es muy interesante porque, en animales de compañía, el dueño puede tomar la muestra y dársela directamente a su veterinario. ¡Cuántos malos ratos por extracciones de sangre y visitas a la clínica ahorramos así a las mascotas!</p>
<p>En animales de granja, que el propio personal pueda tomar las muestras permite mejorar el control de la salud y el bienestar de los animales. En la actualidad, hay un <a href="https://www.clearfarm.eu/">proyecto europeo</a> que se encarga precisamente de valorar como evaluar el nivel de bienestar y estrés de los animales por medio de la saliva.</p>
<p>A pesar de llevar más de 20 años trabajando con muestras de saliva, y de tener en nuestro laboratorio los métodos más sensibles y fiables para medir sus principales analitos, sólo podemos decir que estamos al principio del camino. Seguro que en los próximos años esta muestra nos deparará más agradables sorpresas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/170898/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>En el último año se ha hablado de la utilidad de los análisis de saliva para diagnosticar y monitorizar la covid-19. Pero este fluido contiene mucha más información. ¿En qué otras situaciones se puede usar la saliva como muestra biológica?Asta Tvarijonaviciute, Doctora en Veterinaria, Universidad de MurciaJosé Joaquín Cerón, Responsable of the Interlab-UMU research group, Universidad de MurciaMaría Pía López Jornet, Universidad de MurciaSilvia Martínez Subiela, Doctora en Veterinaria, Universidad de MurciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1621862021-06-14T20:01:38Z2021-06-14T20:01:38Z¿Cuánto nos va a durar la inmunidad frente al coronavirus?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/406035/original/file-20210613-73350-bl4usb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=80%2C26%2C8905%2C4284&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">shutterstock</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/man-stopping-coronavirus-immune-system-defend-1728332725">Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Conforme avanza el proceso de vacunación de la COVID-19, la pregunta se vuelve cada vez más acuciante: ¿cuánto nos va a durar la inmunidad? Obviamente, aún no disponemos de una respuesta basada en la evidencia, puesto que no ha pasado el tiempo suficiente desde el inicio de la enfermedad. Pero ya tenemos algunos hallazgos alentadores. </p>
<h2>La memoria inmunológica</h2>
<p>Cuando el sistema inmunitario entra en contacto con un antígeno por primera vez, los componentes de la respuesta específica tardan algunos días en activarse completamente. Además, esta respuesta primaria no alcanza toda la potencia de la que el sistema inmunitario podría ser capaz, y por eso a veces sucumbimos a las infecciones. </p>
<p>No obstante, como resultado de este encuentro se generan células memoria, que tienen larga vida y que guardan la información sobre cómo destruir al antígeno. Si nos lo volvemos a encontrar, la respuesta secundaria será mucho más rápida, potente y eficaz gracias a la activación de esas células memoria. Por eso vacunamos, para generar células memoria que sean capaces de controlar a ese patógeno si se produjese la infección a través de un contagio.</p>
<h2>¿Generan los coronavirus memoria?</h2>
<p>Sabemos que sí, porque hay cuatro coronavirus que causan alrededor del 20% de los resfriados comunes, así como otras dos enfermedades graves: el SARS (síndrome agudo respiratorio grave, aparecido en 2003) y el MERS (síndrome agudo respiratorio grave de Oriente Medio, aparecido en 2012). </p>
<p>La memoria frente a los coronavirus causantes del resfriado no es muy potente, y por eso nos enfermamos tan frecuentemente, además de que hay otros virus no relacionados que también lo producen. Y, en cuanto al SARS, sabemos que los anticuerpos en personas que pasaron la enfermedad disminuía rápidamente y <a href="https://academic.oup.com/jid/article/193/6/792/1031353">apenas eran detectables dos años después</a>, mientras que las células memoria productoras de anticuerpos (linfocitos B) <a href="https://www.jimmunol.org/content/186/12/7264">desaparecieron antes de los 6 años</a>, por lo que a partir de entonces habría desprotección. Sin embargo, , estudios recientes han conseguido encontrar anticuerpos <a href="https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/22221751.2020.1761267">neutralizantes 17 años tras la infección</a>.Por tanto, los temores de que la inmunidad frente al SARS-CoV-2 fuera también efímera estaban justificados.</p>
<h2>Células plasmáticas de larga vida</h2>
<p>Si nos hacemos una analítica, probablemente <a href="https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa066092">todavía tengamos anticuerpos frente a enfermedades típicas de la infancia</a>, como el sarampión o las paperas, aun cuando hayan transcurrido muchos años desde que sufrimos esa enfermedad y no hayamos vuelto a tener contacto con el antígeno. ¿Cómo es posible esto, si tenemos en cuenta que la activación de las células memoria requiere un nuevo encuentro con el patógeno? ¿Cómo pueden durar tanto los anticuerpos?</p>
<p>Pues porque, además de las células memoria, tenemos otro importante aliado para protegernos. Cuando el linfocito B se activa tras reconocer al antígeno, se convierte en una célula, llamada plasmática, que es la que realmente produce anticuerpos. </p>
<p>La mayoría de estas células mueren cuando acaba la infección, y son las llamadas células plasmáticas de corta vida. Pero en determinadas ocasiones se generan otras células muy peculiares que <a href="https://doi.org/10.1016/j.immuni.2015.06.016">se encuentran en unos nichos especiales en la médula ósea</a>, y que son las llamadas células plasmáticas de larga vida. A veces, <a href="https://doi.org/10.3389/fimmu.2019.00965">de vida eterna</a>. </p>
<p>Durante todo ese tiempo, estarían <a href="https://journals.lww.com/transplantjournal/Fulltext/2019/05000/Memory_B_Cells_and_Long_lived_Plasma_Cells.13.aspx">produciendo anticuerpos</a> que neutralizarían una nueva infección, tal y como ocurre con la rubeola, la mononucleosis infecciosa, las paperas o el sarampión. Por eso no volvemos a sufrir estas enfermedades. </p>
<h2>Células memoria y plasmáticas de larga vida en COVID-19</h2>
<p>Aunque lógicamente todavía no sabemos cuánto va a durar exactamente la inmunidad frente al SARS-CoV-2, las perspectivas son ahora más halagüeñas que hace unos meses, gracias a un cúmulo de hallazgos. </p>
<p>En primer lugar, se comprobó que los anticuerpos anti SARS-CoV-2 <a href="https://doi.org/10.1126/science.abf4063">permanecían en el suero de pacientes que habían sufrido la enfermedad durante al menos 8 meses</a>, y que iban disminuyendo a una velocidad inferior a la inicialmente temida. </p>
<p>En segundo lugar, las células memoria productoras de anticuerpos se mantenían muy activas y en niveles muy altos a lo largo de esos 8 meses, por lo que podría suponerse que conferirían protección durante algunos años. Estudios muy recientes han elevado esta protección hasta, <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-021-03696-9">al menos, 12 meses</a> con una aparente selección hacia aquellas células memoria más eficaces. Y lo que es más importante: esta protección aumentaba notablemente en individuos que habían pasado la enfermedad y que posteriormente habían recibido una dosis de vacuna. Otra razón más para vacunarnos. </p>
<p>En tercer lugar, en aquellos sujetos que, por haber pasado una enfermedad leve, no se encontraban estas células B memoria, sí que presentaban una muy <a href="https://doi.org/10.1016/j.cell.2020.08.017">robusta respuesta a cargo de las células T memoria</a>, responsables de la inmunidad celular. Es decir, no todo son los anticuerpos. </p>
<p>En cuarto lugar, la respuesta a las vacunas induce una <a href="https://doi.org/10.1016/j.immuni.2020.11.009">potente formación de células plasmáticas en los llamados centros germinales</a>, un requisito fundamental para que se produzcan estas células B memoria. Hasta ahora, todas buenas noticias.</p>
<p>Pero hay más. Los investigadores se sorprendieron de que el descenso en la concentración de anticuerpos tras sufrir la enfermedad tenía dos fases: una primera, en la que decaían rápidamente, y otra a partir de la cual se mantenían estables. Este patrón sugería que las células plasmáticas de larga vida podrían ser responsables de mantener estos anticuerpos. </p>
<p>La hipótesis se demostró correcta, <a href="https://doi.org/10.1038/s41586-021-03647-4">puesto que fue posible aislar y purificar estas células plasmáticas de larga vida</a>, que habían encontrado su nicho en la médula ósea, 11 meses tras sufrir la enfermedad. Una noticia estupenda. Y lo es porque nos indica que, además de tener una vigorosa respuesta a largo plazo de células memoria T y B, también vamos a contar con células plasmáticas que estarán produciendo anticuerpos frente al virus durante, probablemente, muchos años.</p>
<h2>Nubarrones en el horizonte: las nuevas variantes</h2>
<p>¿Significa esto que no tendremos que vacunarnos nunca más? Probablemente no, aunque solo el paso del tiempo lo dirá. Es muy posible que haya que administrar dosis de recuerdo para reforzar la inmunidad en algún momento, si se observase que esta declina. Y claro, toda esta inmunidad es la generada frente al virus original, que es el contenido en las vacunas que estamos administrando. </p>
<p>No podemos excluir que surjan nuevas variantes, lo suficientemente diferentes de la original, como para que consigan escapar a nuestras células memoria, que solo recuerdan lo que ya han visto. Y, en este caso, habrá que administrar vacunas dirigidas frente a estas nuevas variantes.</p>
<p>Por eso, y a pesar del clima actual de mayor optimismo de la comunidad científica, no podemos bajar la guardia. Vamos a convivir durante muchos años con el virus, por lo que tendremos que vigilarlo estrechamente. No se puede repetir la historia.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/162186/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>El laboratorio del Dr. Molina recibe fondos competitivos para investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación, la Junta de Andalucía y Action for A-T, United Kingdom charity.</span></em></p>Conforme avanza el proceso de vacunación de la COVID-19, la pregunta se vuelve cada vez más acuciante: ¿cuánto nos va a durar la inmunidad? Probablemente la gran mayoría no tendremos que vacunarnos más.Ignacio J. Molina Pineda de las Infantas, Catedrático de Inmunología, Centro de Investigación Biomédica, Universidad de GranadaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1621342021-06-09T20:07:12Z2021-06-09T20:07:12Z¿Necesitarán algunos pacientes una tercera dosis de la vacuna covid-19?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/405365/original/file-20210609-14790-1izlocx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=3442%2C18%2C9037%2C4995&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/top-view-three-covid19-vaccine-vials-1927590557">Shutterstock / Jacob Lund</a></span></figcaption></figure><p>En recientes declaraciones, uno de los responsables de BioNTech, el laboratorio colaborador de Pfizer en su <a href="https://www.lavanguardia.com/vida/20210428/7408032/vacuna-covid-biontech-pfizer-ugur-sahin-alemania-covid-proteccion-dosis.html">vacuna de ARNm</a>, afirmaba que será necesaria una tercera dosis de esta vacuna. </p>
<p>En la población general, con un estado de salud adecuado y sin enfermedades de base, parece poco probable que vaya a ser necesaria una tercera dosis. ¿Pero qué pasa con los pacientes inmunodeprimidos?</p>
<p>Se conoce como inmunosupresión a la situación en la cual existe una supresión o disminución de las reacciones inmunitarias. Es decir, el sistema inmunológico no hace sus funciones correctamente o de forma completamente normal. Esta situación puede originarse o bien por el empleo de tratamientos que inducen esta situación en nuestro cuerpo, o bien porque padecemos alguna enfermedad que lo provoca.</p>
<p>El trasplante de órganos o hematológico, el VIH, el cáncer, inmunodeficiencias, enfermedades autoinmunes o reumáticas, o incluso la malnutrición, serían algunos ejemplos.</p>
<p>Lo de los trasplantes de órganos tiene que ver con que los receptores toman medicamentos para suprimir el sistema inmunitario para que el cuerpo no rechace el órgano recién implantado. <a href="https://www.cancer.gov/espanol/cancer/causas-prevencion/riesgo/inmunosupresion">En cuanto al cáncer</a>, ya sea por la misma enfermedad o por la quimioterapia que es necesaria en ocasiones, nuestro organismo se encuentra en una situación similar. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/404905/original/file-20210607-50508-19wnvmg.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/404905/original/file-20210607-50508-19wnvmg.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=448&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/404905/original/file-20210607-50508-19wnvmg.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=448&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/404905/original/file-20210607-50508-19wnvmg.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=448&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/404905/original/file-20210607-50508-19wnvmg.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=563&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/404905/original/file-20210607-50508-19wnvmg.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=563&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/404905/original/file-20210607-50508-19wnvmg.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=563&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Lugares de acción de algunos agentes inmunosupresores. Tomado de Enferm Infecc Microbiol Clin 2007;25(2):143-54.</span>
</figcaption>
</figure>
<p>Las vacunas COVID-19 estimulan al sistema inmunológico para que genere una respuesta, en este caso contra el virus SARS-CoV-2, de forma que cuando se presente sin avisar estemos preparados.</p>
<p>La pregunta más inmediata entonces sería si esas “defensas” que han de encargarse de parar al virus van a ser capaces de pelear bien si están algo debilitadas, y por tanto si esas personas deberían vacunarse. La respuesta corta es que si.</p>
<h2>Qué sabemos del efecto vacunal en estos pacientes</h2>
<p>Es pronto para saber cómo de potente es la respuesta de nuestro organismo en situación de inmunosupresión contra el virus cuando nos vacunamos. Lo que sí sabemos es que, <a href="https://journals.lww.com/transplantjournal/Fulltext/2021/05000/Safety_of_the_First_Dose_of_SARS_CoV_2_Vaccination.32.aspx">en estos pacientes, las vacunas son seguras.</a></p>
<p>Aun siendo pronto, <a href="https://www.kidney-international.org/article/S0085-2538(21)00348-3/fulltext">vamos teniendo pistas</a> que indican que en estos pacientes la respuesta a las vacunas sería diferente al resto.</p>
<p>Por ejemplo, en pacientes trasplantados de órgano, como el riñón, la respuesta humoral basada en anticuerpos neutralizantes en pacientes trasplantados de órgano sólido parece más pobre.</p>
<p><a href="https://jamanetwork.com/journals/jama/fullarticle/2779852?utm_source=twitter&utm_campaign=content-shareicons&utm_content=article_engagement&utm_medium=social&utm_term=050621#.YJN4uWDERZ4.twitter">Hay indicios también</a> de que fármacos muy usados como inmunosupresores, entre ellos el micofenolato de mofetilo (que inhibe la proliferación de linfocitos T y B), pueden tener efecto negativo en la actividad postvacunal de anticuerpos.</p>
<p>En pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal, como la enfermedad de Chron, <a href="https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.04.05.21254656v1">también hay evidencias</a> de una respuesta disminuida, aunque el tipo de terapia juega un papel importante.</p>
<p>Por otro lado, en personas con fármacos antirreumáticos la respuesta también cambia según, sobre todo, el tipo de fármacos utilizados. Con uno en concreto, llamado rituximab, muy empleado también en enfermedades hematológicas, renales, y reumáticas, entre otras, según un estudio publicado en BMJ, <a href="https://ard.bmj.com/content/early/2021/05/10/annrheumdis-2021-220604#T1">no hubo seroconversión</a> (producción de anticuerpos) tras vacunación (0% si se había tratado menos de 6 meses, 90% si el tratamiento había durado más de 12 meses). Por el tipo de estudio, las conclusiones no pueden ser tomadas por definitivas, pero sí hay que tenerlo en cuenta.</p>
<p>Pero también hay datos favorables. <a href="https://www.gov.uk/government/news/new-vaccine-advice-for-adults-living-with-adults-who-are-immunosuppressed">La respuesta celular</a>, parece <a href="https://journals.lww.com/transplantjournal/Abstract/9000/The_Magnitude_and_Functionality_of_SARS_CoV_2.95302.aspx?s=08">conservada en pacientes trasplantados</a>. </p>
<p>Adicionalmente, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8132263/">en pacientes con cáncer con quimioterapia intravenosa</a> y a los que se les administró una vacuna de ARNm, a pesar de observarse que, tras primera y segunda dosis se detectaban Acs neutralizantes sólo en el 67 y 80% de los pacientes, la actividad celular era similar a los pacientes controles con los que se comparó y que no tenían cáncer. </p>
<p>De hecho, según un estudio de hace unos días <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/ajt.16708">en trasplantados de hígado e inmunosuprimidos</a>, la respuesta inmunitaria mediada por células T, generada por el cuerpo tras superar la enfermedad, fue comparable a pacientes no trasplantados. Y esto no es baladí porque son precisamente esas células las encargadas de producir anticuerpos y de “recordar” al invasor en posteriores exposiciones. </p>
<p>En pocas palabras, las evidencias hasta el momento son dispares así que se hace difícil emitir recomendaciones generales que sirvan para todo tipo de inmunosupresión.</p>
<h2>¿Tercera dosis sí o no?</h2>
<p>Como explicábamos al principio, una de las cuestiones que se plantean es si en estos pacientes haría falta una tercera dosis de “refuerzo” para conseguir una actividad óptima. Parece poco probable que vaya a ser necesario para la población general, sobre todo después de salir a la luz algunos datos que hablan de una <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-021-03647-4">duración permanente</a>.</p>
<p>Pero en los pacientes con inmunosupresión o inmunodeficiencia, descartar una posible tercera dosis parece aventurado todavía, porque carecemos de datos sólidos al respecto. <a href="https://www.medpagetoday.com/special-reports/exclusives/92698">Ha habido un caso</a> de un médico especialista en trasplantes de NY, trasplantado de corazón y con medicación inmunosupresora, que recibió doble dosis de Pfizer y que no alcanzó buena respuesta. Tras esto, recibió una tercera con Janssen, tras la cual sus niveles de Acs y de linfocitos aumentaron. Pero sólo es un caso, claro.</p>
<p>Lo que sí sabemos con seguridad es que la pauta, de dos dosis salvo en el caso de la vacuna de Janssen (monodosis), debe ser completada en todas las personas, pero sobre todo en este tipo de pacientes inmunodeprimidos. </p>
<h2>¿Deben vacunarse entonces los inmunodeprimidos?</h2>
<p>Actualmente, el beneficio de la vacuna supera cualquier riesgo o posibilidad de nuevas reacciones autoinmunes o brotes de enfermedad después de la vacunación. A excepción de antecedentes alérgicos tras la primera dosis o <a href="https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/vaccines/recommendations/specific-groups/allergies.html">alergias existentes a los componentes de la vacuna</a>, no existen contraindicaciones conocidas.</p>
<p>Pacientes en situación de inmunosupresión están en una <a href="https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/need-extra-precautions/people-with-medical-conditions.html">situación de mayor riesgo de contraer la COVID-19</a> así como de tener un peor pronóstico en caso de infectarse. A pesar de que puede que la respuesta a la vacuna esté disminuida en estos pacientes, <a href="https://www.advisory.com/en/daily-briefing/2021/04/20/immunocompromised">podría protegerles en cierta medida de desarrollar una enfermedad grave</a>, hecho muy relevante. Además, como sabemos que son seguras y que no ocasionan problemas, más razón para recomendarlas.</p>
<p>Por otro lado, <a href="https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.04.30.21256244v1">sabemos que, en ciertas ocasiones</a>, en estos pacientes el virus puede <a href="https://www.cogconsortium.uk/persistent-sars-cov-2-infection-and-viral-evolution-tracked-in-an-immunocompromised-patient/">permanecer replicándose</a> un tiempo más prolongado de lo habitual, favoreciendo la aparición de variantes con más capacidad de <a href="https://www.krisp.org.za/publications.php?pubid=336">escape a la inmunidad</a>. Se sabe incluso de un caso de un <a href="https://academic.oup.com/ofid/advance-article/doi/10.1093/ofid/ofab295/6292238">paciente con leucemia</a> en el que el virus persistió en su organismo hasta 197 días después del diagnóstico, sin ocasionar síntomas, y desarrollando cambios mayores en su estructura.</p>
<p>Por lo tanto, para evitar esto, la vacunación rápida y completa de estos pacientes cobra aún más relevancia. También por el beneficio de la colectividad.</p>
<p>Además, ya se están <a href="https://www.rheumatology.org/Portals/0/Files/COVID-19-Vaccine-Clinical-Guidance-Rheumatic-Diseases-Summary.pdf">confeccionando estrategias</a> para optimizar la respuesta vacunal <a href="https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/0886022X.2021.1876730">en función del tipo de fármaco empleado</a> en cada paciente según la farmacoterapia.</p>
<p>Pero obviamente, necesitamos estudios sólidos sobre la verdadera repercusión de esta condición en la respuesta a la vacunación. Por patología y por tipo de tratamiento usado. Es vital que podamos identificar qué fármacos, a qué dosis, y durante cuánto tiempo deberían poder ser usados para evitar una reducción de la respuesta a las vacunas. La incertidumbre <a href="https://www.nytimes.com/2021/05/24/opinion/organ-transplant-covid-vaccine.html#click=https://t.co/KFes1jRrau">hace mella en estas personas</a>.</p>
<p>Para concluir, los pacientes inmunosuprimidos deben vacunarse, con prioridad, independientemente de su edad, y con la pauta completa, por supuesto. Debería poder ser estudiada su respuesta particular a la vacuna tras la misma, y sus convivientes deberían también ser vacunados (aunque no les toque). Y guardar medidas de precaución excepcionales.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/162134/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Antonio Gutiérrez Pizarraya no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>En la población general, con un estado de salud adecuado y sin enfermedades de base, parece poco probable que vaya a ser necesaria una tercera dosis. ¿Pero qué pasa con los pacientes inmunodeprimidos?Antonio Gutiérrez Pizarraya, Investigador Doctor y Epidemiólogo. UGC Farmacia. Hospital Universitario de Valme., Salud Pública AndalucíaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1623942021-06-08T21:26:32Z2021-06-08T21:26:32ZVacuna contra VIH/SIDA: ¿Por qué no hay una después de 37 años, pero ya tenemos varias para COVID en solo unos meses?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/405178/original/file-20210608-28202-3sczuy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=4%2C0%2C919%2C579&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Las propiedades biológicas que ha desarrollado el VIH hacen que el desarrollo de una vacuna exitosa sea muy difícil. </span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/news-photo/hanh-nguyen-intern-with-the-immunogen-design-group-works-news-photo/83872705?adppopup=true">Chris Hondros/Getty Images</a></span></figcaption></figure><p><a href="https://www.cdc.gov/smallpox/history/history.html">La viruela ha sido erradicada</a> de la faz de la Tierra después de una campaña de vacunación mundial altamente efectiva. La <a href="https://www.cdc.gov/polio/what-is-polio/polio-us.html">poliomielitis paralítica</a> ya no es un problema en los Estados Unidos debido al desarrollo y uso de vacunas efectivas contra el virus de la polio. En la actualidad, se han salvado millones de vidas gracias al rápido despliegue de vacunas eficaces contra el COVID-19. </p>
<p>Y, sin embargo, han pasado 37 años desde que se descubrió que el VIH es la causa del SIDA y no existe una vacuna. Aquí se describen las dificultades a las que se enfrenta el desarrollo de una vacuna eficaz contra el VIH / SIDA.</p>
<p>Soy <a href="https://scholar.google.com/citations?user=LyV-cJVvSncC&hl=en">profesor de patología</a> en la Facultad de Medicina Miller de la Universidad de Miami. A mi laboratorio se le atribuye el descubrimiento del virus del mono llamado <a href="https://doi.org/10.1111/j.1600-0463.2009.02450.x">VIS, o virus de la inmunodeficiencia de los simios</a>. El VIS es el pariente mono más cercano del virus que causa el SIDA en los seres humanos: el VIH o el virus de la inmunodeficiencia humana. Mi investigación ha contribuido de manera importante a la comprensión de los mecanismos por los cuales el VIH causa enfermedades y a los esfuerzos de desarrollo de vacunas.</p>
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<figcaption><span class="caption">El médico estadounidense Dr. Anthony Fauci habla de las dificultades a las que se enfrenta el desarrollo de una vacuna eficaz contra el VIH / SIDA, en 2017 (haz clic en “CC” para elegir subtítulos en español).</span></figcaption>
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<h2>Los esfuerzos de desarrollo de la vacuna contra el VIH se han quedado cortos</h2>
<p>Sin duda, las vacunas han sido el arma más potente de la sociedad contra las enfermedades virales de importancia médica. Cuando la nueva enfermedad del SIDA apareció en escena a principios de la década de 1980 y <a href="https://doi.org/10.1126/science.6189183">el virus que la causó se descubrió</a> en 1983-84, era natural pensar que la comunidad de investigadores podría desarrollar una vacuna para ella.</p>
<p>En una ahora famosa conferencia de prensa en 1984 en la que se anunció que el VIH era la causa del SIDA, la entonces Secretaria de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, Margaret Heckler, <a href="https://www.nbcnews.com/id/wbna21889662">predijo que una vacuna estaría disponible en dos años</a>. Bueno, ahora han pasado 37 años y no hay vacuna. </p>
<p>La rapidez del desarrollo y la distribución de la vacuna COVID-19 pone en marcado contraste la falta de una vacuna contra el VIH. El problema no es el fracaso del gobierno. El problema no es la falta de gasto. La dificultad radica en el propio virus VIH. En particular, esto incluye la notable diversidad de cepas del VIH y las estrategias de evasión inmunológica del virus.</p>
<p>Hasta ahora se han realizado <a href="https://www.niaid.nih.gov/diseases-conditions/hiv-vaccine-research-history">cinco ensayos de eficacia de vacuna de fase 3 a gran escala</a> contra el VIH, cada uno con un costo de más de 100 millones de dólares estadounidenses. <a href="https://www.niaid.nih.gov/diseases-conditions/hiv-vaccine-research-history">Los tres primeros fracasaron de manera bastante convincente</a>; sin protección contra la adquisición de la infección por VIH, sin disminución de las cargas virales en aquellos que sí se infectaron. De hecho, en el tercero de estos ensayos, el ensayo STEP, hubo <a href="https://doi.org/10.1084/jem.20072681">una mayor frecuencia de infección estadísticamente significativa</a> en las personas que habían sido vacunadas.</p>
<p>El cuarto ensayo, el controvertido <a href="https://doi.org/10.1089/aid.2012.0103">ensayo RV144 tailandés</a>, informó inicialmente un grado marginal de protección exitosa contra la adquisición de la infección por VIH entre los individuos vacunados. Sin embargo, un análisis estadístico posterior informó que había menos del 78% de posibilidades de que la protección contra la adquisición fuera real.</p>
<p>Se ordenó un quinto ensayo de vacuna, el ensayo HVTN 702, para confirmar y ampliar los resultados del ensayo RV144. El <a href="https://www.unaids.org/en/resources/presscentre/pressreleaseandstatementarchive/2020/february/20200204_vaccine">ensayo HVTN 702 se detuvo</a> antes de tiempo debido a su inutilidad. Sin protección contra la adquisición. Sin reducción de la carga viral. ¡Ay!</p>
<h2>La complejidad del VIH</h2>
<p>¿Cuál es el problema? Las propiedades biológicas que ha desarrollado el VIH hacen que el desarrollo de una vacuna exitosa sea muy, muy difícil. ¿Cuáles son esas propiedades?</p>
<p>Lo primero y más importante es la continua e implacable replicación del virus. Una vez que el VIH pone su pie en la puerta, te “atrapa”. Muchas vacunas no protegen completamente contra la adquisición de la infección, pero pueden limitar severamente la replicación del virus y cualquier enfermedad que pueda resultar. Para que una vacuna sea eficaz contra el VIH, es probable que deba proporcionar una barrera esterilizante absoluta y no solo limitar la replicación viral.</p>
<p>El VIH ha desarrollado la capacidad de generar y tolerar muchas mutaciones en su información genética. La consecuencia de esto es una enorme cantidad de variación entre las cepas del virus, no solo de un individuo a otro, sino incluso dentro de un solo individuo. </p>
<p>Usemos la influenza, o gripe, para hacer una comparación. Todo el mundo sabe que las personas deben volver a vacunarse contra el virus de la influenza cada temporada debido a la variabilidad de una temporada a otra en la cepa de influenza que circula. Bueno, la variabilidad del VIH dentro de un solo individuo infectado <a href="https://doi.org/10.1093/bmb/58.1.19">excede toda la variabilidad de secuencia mundial en el virus de la influenza</a> durante toda una temporada.</p>
<p>¿Qué vamos a poner en una vacuna para cubrir este grado de variabilidad de cepas?</p>
<p>El VIH también ha desarrollado una capacidad increíble para protegerse del reconocimiento de anticuerpos. <a href="https://www.cancer.gov/publications/dictionaries/cancer-terms/def/enveloped-virus">Los virus con envuelta</a> como los coronavirus y los virus del herpes codifican una estructura en su superficie que cada virus usa para ingresar a una célula. Esta estructura se llama “<a href="https://www.news-medical.net/health/What-is-a-Glycoprotein.aspx">glicoproteína</a>”, lo que significa que está compuesta de azúcares y proteínas. </p>
<p>Pero <a href="https://doi.org/10.1073/pnas.2000260117">la glicoproteína de la envoltura del VIH</a> es extrema. Es la proteína más glicosilada de todos los virus en las 22 familias. Más de la mitad del peso es azúcar. Y el virus ha descubierto una manera, lo que significa que el virus ha evolucionado por selección natural, para usar estos azúcares como escudos para protegerse del reconocimiento de los anticuerpos que el huésped infectado está tratando de producir. La célula huésped agrega estos azúcares y luego los ve como propios.</p>
<p>Estas propiedades tienen importantes consecuencias, relevantes para los esfuerzos de desarrollo de vacunas. </p>
<p>Los anticuerpos que produce una persona infectada por el VIH generalmente solo tienen una actividad neutralizante muy débil contra el virus. Además, estos anticuerpos son muy específicos de la cepa; neutralizarán la cepa con la que está infectado el individuo, pero no las miles y miles de otras cepas que circulan en la población. Los investigadores saben cómo obtener anticuerpos que neutralicen una cepa, pero no anticuerpos con la capacidad de proteger contra las miles y miles de cepas que circulan en la población. Ese es un problema importante para los esfuerzos de desarrollo de vacunas.</p>
<p>El VIH está evolucionando continuamente dentro de una sola persona infectada para estar un paso por delante de las respuestas inmunitarias. El huésped provoca una respuesta inmune particular que ataca al virus. Esto ejerce una presión selectiva sobre el virus y, a través de la selección natural, aparece una variante del virus mutado que ya no es reconocida por el sistema inmunológico del individuo. El resultado es una replicación viral continua e implacable.</p>
<p>Entonces, ¿deberíamos los investigadores darnos por vencidos? No, no deberíamos. </p>
<p>Un enfoque que los investigadores están probando en modelos animales en un par de laboratorios es usar <a href="https://doi.org/10.1097/COH.0b013e328363d389">virus del herpes como vectores</a> para administrar las proteínas del virus del SIDA. La familia del virus del herpes pertenece a la categoría “persistente”. Una vez infectado con el virus del herpes, uno está infectado de por vida. Y las respuestas inmunitarias persisten no solo como memoria, sino de forma continuada. Sin embargo, el éxito de este enfoque aún dependerá de descubrir cómo obtener la amplitud de las respuestas inmunitarias que permitirán la cobertura contra la vasta complejidad de las secuencias del VIH que circulan en la población.</p>
<p>Otro enfoque es buscar la inmunidad protectora desde un ángulo diferente. Aunque la gran mayoría de las personas infectadas por el VIH producen anticuerpos con una actividad neutralizante débil, específica de la cepa, algunos individuos peculiares producen <a href="https://doi.org/10.1080/22221751.2020.1713707">anticuerpos con una potente actividad neutralizante</a>, contra una amplia gama de cepas del VIH. Estos anticuerpos son raros y muy inusuales, pero los científicos los tenemos en nuestro poder.</p>
<p>Además, los científicos han descubierto recientemente una forma de lograr niveles protectores de estos anticuerpos de por vida, con una sola administración. ¡De por vida! Esta administración depende de un vector viral, llamado <a href="https://doi.org/10.1038/s41576-019-0205-4">virus adenoasociado</a>. Cuando el vector se administra al músculo, las células musculares se convierten en fábricas que producen continuamente los potentes anticuerpos ampliamente neutralizantes. Los investigadores han documentado recientemente <a href="https://doi.org/10.3389/fimmu.2020.00449">la producción continua durante seis años y medio en un mono</a>.</p>
<p>Estamos progresando. No debemos rendirnos.</p>
<p><em>Este artículo fue traducido por <a href="https://www.elfinanciero.com.mx/salud/2021/05/18/vacuna-contra-vihsida-por-que-no-hay-una-despues-de-37-anos-pero-ya-tenemos-varias-para-covid-en-solo-unos-meses/">El Financiero</a>.</em></p><img src="https://counter.theconversation.com/content/162394/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ronald C. Desrosiers recibe fondos de los National Institutes of Health. </span></em></p>Un profesor de patología describe las dificultades a las que se enfrenta el desarrollo de una vacuna eficaz contra el VIH/SIDA.Ronald C. Desrosiers, Professor of Pathology, Vice-chair for Research, University of MiamiLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1600272021-06-02T20:35:34Z2021-06-02T20:35:34Z¿Cuándo es útil y cuándo no la prueba de la PCR?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/402310/original/file-20210524-15-1136kjr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C5%2C3696%2C2141&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/nurse-wearing-latex-gloves-inserts-swab-1896451045">Shutterstock / Estanis Banuelos</a></span></figcaption></figure><p>A estas alturas de la pandemia todos hemos oído hablar de la técnica de la PCR. A muchos de nosotros nos han realizado la prueba o, al menos, todos tenemos algún familiar o amigo que se ha sometido al test. Pero, ¿sabemos qué es una PCR y cuándo se utiliza? ¿Tenemos claro cuáles son los errores más comunes que pueden surgir? </p>
<p>Empecemos por aclarar que la PCR es una técnica de biología molecular que se lleva aplicando en el campo de la investigación desde hace más de tres décadas. Desarrollada en 1986 por el bioquímico estadounidense <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/3472723/">Kary Mullis</a>, se basa en una reacción enzimática mediada por la polimerasa. De ahí su nombre, derivado de las siglas en inglés de <em>Polymerase Chain Reaction</em> (Reacción en Cadena de la Polimerasa, PCR). </p>
<p>La polimerasa es una proteína que está presente en todas las células de cualquier ser vivo y se encarga de duplicar el material genético –el ADN– en los momentos previos a la división celular. Con la PCR aprovechamos esta habilidad de la enzima para realizar muchas copias de un fragmento concreto de ADN.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/399268/original/file-20210506-23-gtoxjv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/399268/original/file-20210506-23-gtoxjv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=357&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/399268/original/file-20210506-23-gtoxjv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=357&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/399268/original/file-20210506-23-gtoxjv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=357&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/399268/original/file-20210506-23-gtoxjv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=449&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/399268/original/file-20210506-23-gtoxjv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=449&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/399268/original/file-20210506-23-gtoxjv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=449&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Esquema representativo de un fragmento de ADN que se copia usando la técnica de la PCR.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Grupo SEGURALI.</span></span>
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</figure>
<h2>¿Cuándo se utiliza la PCR?</h2>
<p>La PCR es útil cuando somos capaces de indicar a la enzima polimerasa qué fragmento exacto de ADN es el que queremos que copie. Eso significa que para poder recurrir a ella debemos conocer previamente la estructura del material genético y tener claro el fragmento que nos interesa. </p>
<p>Entre otras cosas, sirve para: </p>
<ul>
<li><p>detectar <a href="https://www.thelancet.com/journals/laninf/article/PIIS1473-3099(04)01044-8/fulltext">infecciones producidas por microorganismos patógenos</a>, como el coronavirus Sars-CoV-2 o la gripe en humanos, y también <em>Leishmania</em> en perros;</p></li>
<li><p>saber cuánta cantidad de un microorganismo (bacteria, virus, hongo…) hay en un determinado alimento;</p></li>
<li><p>detectar si una bacteria posee <a href="https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-642-79050-8_12">genes específicos de resistencia a un antibiótico</a> concreto;</p></li>
<li><p>medir los niveles de expresión de un gen y comprender por qué bacterias con el mismo código genético responden de manera diferente en función de las condiciones a las que son sometidas.</p></li>
</ul>
<p>También se recurre a ella en medicina <a href="https://europepmc.org/article/med/19290877">forense</a>, para la identificación de víctimas o agresores. O en paleontología para identificar restos biológicos que no se pueden catalogar a simple vista.</p>
<h2>¿Cuáles son los errores más comunes que pueden surgir?</h2>
<p>Aunque valiosa, la PCR no es infalible. Para entender cómo de fiable resulta conviene tener claros los conceptos de <strong>sensibilidad</strong> (probabilidad de que una muestra positiva genere un resultado positivo) y <strong>especificidad</strong> (probabilidad de que una muestra negativa origine un resultado negativo). </p>
<p>En el caso de la <a href="https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/documentos/COVID19_Estrategia_vigilancia_y_control_e_indicadores.pdf">PCR del coronavirus</a> se estima que su sensibilidad oscila <a href="https://www.bmj.com/content/372/bmj.n287/rr">entre el 70% y el 90%</a> y su especificidad se sitúa por encima del 99,5%. Esto implica que prácticamente no se producen <strong>falsos positivos</strong> (las muestras negativas apenas devuelven resultados positivos). Pero sí puede haber algún <strong>falso negativo</strong> (muestra positiva que da lugar a un resultado negativo). </p>
<p>En ambos casos, el error suele derivar de un fallo bien durante el propio procesado de la muestra o bien durante la realización de la prueba. </p>
<p>Para poder comprender por qué se producen este tipo de errores es esencial conocer cómo se ejecuta la propia técnica de la PCR y cuáles son los puntos críticos de todo el proceso, ya que un fallo en alguno de ellos podría derivar en un resultado erróneo. </p>
<p>Los principales puntos críticos del proceso son los siguientes:</p>
<p><strong>1. Elección del fragmento de ADN que queremos copiar</strong></p>
<p>Es esencial definir qué fragmento exacto se va a copiar, de manera que si lo que queremos es detectar un microorganismo determinado en una muestra (como por ejemplo el coronavirus SARS-CoV-2 en una persona, o la bacteria <em>Listeria monocytogenes</em> en un alimento) lo que deberemos hacer es «decirle» a la polimerasa qué es lo que estamos buscando y cómo encontrarlo. </p>
<p>Para ello, hay que diseñar pequeños fragmentos de ADN –llamados cebadores o <em>primers</em>– que delimitan nuestro fragmento e indican a la polimerasa dónde empezar y terminar de copiar. Si queremos detectar el coronavirus deberemos copiar un fragmento totalmente diferente al que copiaríamos si quisiéramos detectar <em>L. monocytogenes</em>. Por lo tanto, habrá que diseñar cebadores específicos en cada caso.</p>
<p><strong>2. Toma de la muestra</strong></p>
<p>Siguiendo con el ejemplo de detección del coronavirus, resulta crucial recoger la muestra en la ubicación y momento adecuados. Se toman muestras nasofaríngeas porque es mucho más probable encontrar el virus en estas zonas que directamente en la cavidad bucal. </p>
<p>Pero también influye el momento en el que se recoge la muestra. Si la infección es demasiado reciente se puede obtener un resultado negativo, dada la baja carga viral en ese momento, aunque la persona acabe siendo positiva días después. </p>
<p><strong>3. Obtención del ADN</strong></p>
<p>Este paso consiste en llevar a cabo la extracción del material genético, es decir, retirar de la muestra todo aquello que no nos interesa. Por ejemplo los restos del hisopo con el que se ha tomado la muestra nasofaríngea, en el caso del coronavirus, o los restos del alimento que se está procesando, en el caso de <em>L. monocytogenes</em>. </p>
<p>Para ello, se deposita la muestra en algún diluyente líquido que facilite todo el proceso y se trata con calor para romper las células. Después se llevan a cabo varios ciclos de centrifugación que permiten separar la muestra en distintas fases, quedando el material genético suspendido en el diluyente. </p>
<p>Además, puede que el material genético de partida sea ARN. En esos casos habría que realizar un paso previo a la amplificación que consiste en la conversión de dicho ARN en ADN.</p>
<p><strong>4. Adición de reactivos</strong></p>
<p>Llegados a este punto es esencial elegir correctamente la cantidad de cada uno de los reactivos que se añade, pudiendo variar en función del fragmento que se quiera copiar. Los componentes principales de la reacción son los siguientes: </p>
<ul>
<li><p><strong>Agua</strong>: para tener un volumen final suficiente donde se desarrolle la reacción.</p></li>
<li><p><strong><em>Buffer</em> de reacción</strong>: para mantener unas condiciones de pH determinadas y continuas durante todo el proceso. </p></li>
<li><p><strong>Iones de magnesio</strong>: para estabilizar la acción de la polimerasa y permitir que pueda hacer «su trabajo» sin problemas.</p></li>
<li><p><strong>Nucleótidos (dNTPs)</strong>: piezas que la polimerasa irá añadiendo al formar cada nueva copia de ADN. </p></li>
<li><p><strong>Cebadores</strong>: pequeños fragmentos de ADN que se unen a los extremos de lo que queremos copiar y que sirven de molde para indicar a la polimerasa lo que reproducir. </p></li>
<li><p><strong>Polimerasa</strong>: enzima que realiza la reacción de amplificación. </p></li>
<li><p><strong>Muestra</strong>: el ADN que hemos extraído previamente.</p></li>
</ul>
<figure class="align-center ">
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<figcaption>
<span class="caption">Esquema de los componentes de una PCR.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Grupo SEGURALI.</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p><strong>5. Reacción de amplificación</strong></p>
<p>El siguiente momento crítico se produce durante la propia reacción de amplificación del fragmento. Se trata de la repetición sucesiva de 3 simples pasos, que conforman un ciclo de amplificación:</p>
<ul>
<li><p><strong>Desnaturalización</strong>. Separación de las 2 hebras que conforman el ADN mediante la aplicación de calor (95 ºC).</p></li>
<li><p><strong>Anillamiento</strong>. Colocación de los cebadores en la posición adecuada para marcar el fragmento a copiar. La temperatura debe descender aproximadamente a 60 ºC.</p></li>
<li><p><strong>Elongación</strong>: Adición de los nucleótidos, uno a uno, por parte de la polimerasa, desde la posición en la que se colocan los cebadores. Aquí la temperatura debe rondar los 72 ºC.</p></li>
</ul>
<p>Cada vez que se termina un ciclo de amplificación, se duplica la cantidad de fragmento de ADN que teníamos en un principio. Si partimos de una única copia del fragmento y hacemos 20 ciclos de amplificación, al final de la reacción tendremos aproximadamente 1 millón de copias del fragmento inicial.</p>
<figure class="align-center ">
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<span class="caption">Esquema de la reacción de la PCR.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Grupo SEGURALI.</span></span>
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</figure>
<p><strong>6. Revelado de los resultados</strong></p>
<p>Finalmente, para saber si se han realizado correctamente las copias de nuestro fragmento, habría que revelar los resultados. Para ello, se pueden distinguir dos tipos básicos de PCR: </p>
<ul>
<li> <strong>PCR convencional</strong>: habría que revelar cada muestra analizada utilizando una técnica conocida como electroforesis en gel de agarosa. Esta herramienta nos permite separar los fragmentos copiados en función de su tamaño. Si la muestra es positiva a un microorganismo o tiene un gen que estamos buscando (por ejemplo, de resistencia a un determinado antibiótico), aparecerá una línea en el gel correspondiente a nuestro fragmento de interés. Si, por el contrario, la muestra es negativa, no se observará ninguna línea.</li>
</ul>
<figure class="align-center ">
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<figcaption>
<span class="caption">Ejemplo de un gel de agarosa con 6 columnas correspondientes (de izquierda a derecha) con un marcador de tamaño del fragmento de ADN, un control negativo, un control positivo y tres columnas correspondientes a las muestras analizadas: muestra 1 (positiva), muestra 2 (negativa) y muestra 3 (positiva)</span>
<span class="attribution"><span class="source">Grupo SEGURALI.</span></span>
</figcaption>
</figure>
<ul>
<li><p><strong>PCR en tiempo real</strong>: en este caso el proceso es ligeramente diferente, ya que habría que añadir un componente en el inicio de la reacción. Se trata de un compuesto, llamado fluorocromo, capaz de emitir fluorescencia cada vez que se hace una copia nueva de nuestro fragmento. Se necesita una máquina capaz de medir estos niveles de fluorescencia durante todo el proceso de amplificación. Las muestras serán positivas si superan un límite de fluorescencia preestablecido. </p>
<p>Esta técnica también permite determinar la concentración que hay, en cada muestra, de un determinado microorganismo, en función de cuántos ciclos de amplificación tarde en superar dicho límite marcado. Cuanto mayor sea la concentración del microorganismo en la muestra, menor será el número de ciclos necesarios para la detección de la fluorescencia.</p></li>
</ul>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/399277/original/file-20210506-19-1nu45n4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/399277/original/file-20210506-19-1nu45n4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=444&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/399277/original/file-20210506-19-1nu45n4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=444&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/399277/original/file-20210506-19-1nu45n4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=444&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/399277/original/file-20210506-19-1nu45n4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=558&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/399277/original/file-20210506-19-1nu45n4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=558&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/399277/original/file-20210506-19-1nu45n4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=558&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Ejemplo de resultados de una PCR en tiempo real. La línea azul (muestra 1) y la línea verde (muestra 3) se corresponden con dos muestras positivas, ya que en ambos casos se supera el límite de fluorescencia marcado (línea roja). La muestra 1 tiene más concentración del microorganismo que la muestra 3, porque supera el límite de fluorescencia varios ciclos de amplificación antes. La línea morada (muestra 2) se corresponde con una muestra negativa.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Grupo SEGURALI.</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Parece que la pregunta que daba pie a este artículo, ¿cuándo es útil y cuándo no la prueba de la PCR?, no tiene una única respuesta válida. Se utilizará siempre y cuando se quiera copiar un determinado fragmento de ADN. Y, como hemos visto, esto puede aplicarse a multitud de situaciones diferentes (y no solo para diagnosticar infecciones por coronavirus). </p>
<p>Además, si queremos que su uso sea el correcto, habrá que tener en cuenta una serie de puntos críticos cuya alteración podría derivar en un resultado erróneo. Aun así, se trata de una prueba tan sensible y específica que estos errores son muy poco frecuentes.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/160027/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Carlos Alonso Calleja recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación, la Junta de Castilla y León, y la Universidad de León.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Rosa Capita González recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación, la Junta de Castilla y León, y la Universidad de León.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Cristina Rodríguez Melcón, Sarah Panera Martínez y Víctor Serrano Galán no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>A estas alturas de la pandemia todos hemos oído hablar de la técnica de la PCR. Pero, ¿sabemos qué es una PCR y cuándo se utiliza? ¿Tenemos claro cuáles son los errores más comunes que pueden surgir?Sarah Panera Martínez, Contratada predoctoral - Seguridad Alimentaria y Microbiología de los Alimentos, Universidad de LeónCarlos Alonso Calleja, Catedrático de Universidad, Área de Conocimiento de Nutrición y Bromatología, Facultad de Veterinaria, Universidad de LeónCristina Rodríguez Melcón, Contratada predoctoral - Seguridad Alimentaria y Microbiología de los Alimentos, Universidad de LeónRosa Capita González, Catedrática de Universidad, Área de Conocimiento de Nutrición y Bromatología, Facultad de Veterinaria, Universidad de LeónVíctor Serrano Galán, Técnico de Apoyo a la Investigación, Universidad de LeónLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1618322021-06-01T20:14:52Z2021-06-01T20:14:52Z¿Qué es la mucormicosis, la infección que está causando estragos en la India?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/403816/original/file-20210601-396-17g99ig.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3035%2C2001&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Rhizopus arrhizus, causante del 70% de las infecciones de mucormicosis.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://phil.cdc.gov/Details.aspx?pid=17589">CDC / Dr. Hardin</a></span></figcaption></figure><p>En medio de la pandemia, la India ha informado que sufre de un número inusualmente alto de casos de mucormicosis, y que más del 80% de los pacientes necesitan cirugía de inmediato porque la tasa de mortalidad puede alcanzar el 94%.</p>
<p>¿Pero qué tiene que ver esta enfermedad con la covid-19? Se trata de una infección micótica oportunista causada por diversas especies de hongos pertenecientes al orden Mucorales y que, en el caso de la India, puede estar asociada a los <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2211753921000257">altos índices de infección por COVID-19 que sufre el país</a>. ¿Por qué? Porque los mucorales se consideran patógenos oportunistas, lo que significa que requieren de un sistema inmunológico suprimido u otra afección subyacente. Tan frecuentes son que podríamos estar hablando de la tercera causa más común de infección fúngica invasiva en pacientes inmunodeprimidos. </p>
<p>Hasta la fecha, las mucormicosis han sido asociadas a una alta morbilidad y mortalidad. De hecho, los mucorales puede causar infecciones letales en una población más amplia y heterogénea que otros hongos oportunistas.</p>
<p>Actualmente se conocen 27 especies diferentes de mucorales, distribuidas en 11 géneros que han sido identificadas como <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7339291/">agentes causales de la mucormicosis</a>. La más frecuente es la especie <em>Rhizopus arrhizus</em>, que aparece en el 70% de todos los casos. </p>
<p>La mucormicosis no se transmite de persona a persona, y puede ser adquirida por diferentes vías. </p>
<p>La nariz, los senos nasales, los ojos y el cerebro se infectan con mayor frecuencia causando una infección grave denominada <strong>mucormicosis rinocerebral</strong>, que suele ser mortal. </p>
<p>Cuando se inhalan las esporas pueden invadir los pulmones y causar <strong>mucormicosis pulmonar</strong>. </p>
<p>El tracto digestivo se infecta al ingerir las esporas, lo que ocasiona la <strong>mucormicosis gástrica</strong>. </p>
<p>Una cuarta forma de la infección ocurre al entrar las esporas a través de una ruptura en la piel, lo que da lugar a la llamada <strong>mucormicosis cutánea</strong>. </p>
<p>La quinta forma de la enfermedad recibe el nombre de <strong>mucormicosis diseminada</strong>, y la sexta variante es una miscelánea de otros tipos que puede causar endocarditis (inflamación del revestimiento interno de las cámaras y válvulas cardíacas) u osteomielitis (infección ósea), entre otras complicaciones.</p>
<h2>Una vieja conocida</h2>
<p>La enfermedad fue descrita <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/BF01878266">por primera vez en 1876</a> en Alemania por Paul Fürbringer tras examinar a una paciente que murió de cáncer. En su pulmón derecho mostraba gran cantidad de hifas de hongos y algunos esporangios. </p>
<p>Poco después, en 1885, Arnold Paltauf <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/BF01932420">publicó el primer caso de mucormicosis diseminada</a>, al que denominó “micosis mucorina”. Con el tiempo, se diagnosticaron más casos, y la incidencia de la enfermedad no ha dejado de crecer desde entonces. </p>
<p>En España, en el año 2005 se contabilizaron 0,43 casos por millón de habitantes y 0,62 casos por cada 100 000 admisiones hospitalarias. En la vecina Francia, la incidencia se duplicó del año 1997 al 2006 y en Bélgica la incidencia <a href="https://academic.oup.com/mmy/article/48/2/245/1012916">se multiplicó por 10 en tan solo una década</a>. </p>
<p>Actualmente se estima que la incidencia de este tipo de infecciones en países con registros validados es de aproximadamente 1 a 1,5 casos por millón de habitantes/año.</p>
<p>En general, la infección causa dolor, fiebre, a veces tos y genera daños tisulares graves con rápida destrucción de los tejidos hasta llegar a originar necrosis severa. </p>
<p>La probabilidad de sufrir mucormicosis aumenta en pacientes diabéticos e inmunocomprometidos. Los hongos mucorales infectan a individuos inmunodeprimidos con factores de riesgo predisponentes, incluidos diabetes no controlada, quimioterapia, enfermedades hematológicas, trasplante de órganos, niveles elevados de hierro en sangre o terapia con corticosteroides, entre otros.</p>
<h2>La prevalencia es 70 veces mayor en la India</h2>
<p>Según algunos análisis, la India es el país más afectado por la mucormicosis y contribuye con más del 40% de todos los casos notificados en el mundo. La prevalencia estimada de la mucormicosis es alrededor de 70 veces mayor en la India que en los datos globales. Los factores de riesgo que predisponen a la mucormicosis en la India pueden incluir <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8071133/">condiciones socioeconómicas, malas condiciones higiénicas y la alta prevalencia de diabetes mellitus en la población</a>. </p>
<p>Según los datos disponibles, en la India los pacientes con tuberculosis pospulmonar y enfermedad renal crónica tienen un riesgo adicional de desarrollar mucormicosis. La mayoría de las personas con mucormicosis o sospecha de mucormicosis son tratadas con dosis altas de anfotericina B que es administrada por vía intravenosa. El isavuconazol, por vía oral o por vía intravenosa, es una alternativa y el posaconazol también puede ser efectivo, especialmente como terapia de consolidación.</p>
<p>Aunque <em>Rhizopus arrhizus</em> es el agente etiológico más común de la mucormicosis en la India, están aumentando las infecciones por otros hongos. El amplio espectro de agentes implicados en la mucormicosis enfatiza la necesidad de mejorar las rutinas clínicas y determinar la prevalencia exacta de la enfermedad en diversas poblaciones en riesgo. </p>
<p>No hay que olvidar que el diagnóstico y el tratamiento tempranos de la mucormicosis son esenciales para prevenir la muerte o para evitar una cirugía extensa, que a menudo causa desfiguración facial.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/161832/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>En medio de la pandemia, la India ha informado que sufre un número inusualmente alto de casos de mucormicosis, una infección micótica oportunista que requiere de un sistema inmunológico deprimido.Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología, Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1612492021-05-27T19:47:34Z2021-05-27T19:47:34ZCómo mejorar nuestra respuesta inmunitaria tras la vacunación<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/403214/original/file-20210527-15-2f0nx2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3930%2C2616&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/madrid-spain-230221-vaccination-center-against-1923205463">Shutterstock / FernandoV</a></span></figcaption></figure><p>Las vacunas son una de las medidas sanitarias que mayor beneficio han proporcionado a la humanidad. Han permitido prevenir enfermedades responsables de grandes epidemias a lo largo de la historia, como la viruela. Hace poco más de un año que la covid-19 se sumó a este listado. Hoy volvemos a necesitar la vacunación para poder frenar la expansión del coronavirus y recuperar la normalidad. </p>
<p>Las vacunas disponibles han demostrado ser eficaces para prevenir la enfermedad. Sin embargo, la magnitud y calidad de la respuesta inmunitaria a las vacunas varía considerablemente entre individuos. Son varios los factores que pueden influir en la respuesta a una vacuna. Algunos hacen referencia a características individuales, como la edad, el sexo, su información genética y la presencia de otras patologías (como diabetes y enfermedades cardiovasculares, ambas vinculadas a alteraciones del sistema inmunitario). </p>
<p>Pero, además, nuestra respuesta inmunitaria a las vacunas puede variar en función de prácticas cotidianas en nuestro día a día. </p>
<h2>¿Qué hábitos pueden mejorar nuestra respuesta inmunitaria tras la vacunación?</h2>
<p>Uno de los factores clave para favorecer el correcto funcionamiento de nuestro sistema inmune es <a href="https://www.sleepfoundation.org/how-sleep-works/how-much-sleep-do-we-really-need">dormir un número de horas suficiente</a>, así como controlar nuestro nivel de estrés. </p>
<p>Una correcta higiene del sueño permite mantener adecuadamente los biorritmos que controlan la producción de hormonas que regulan la función del sistema inmune, como la melatonina. Esta hormona se produce durante la noche y su administración se ha relacionado con la supervivencia de linfocitos y una mayor <a href="https://link.springer.com/article/10.1385/ENDO:27:2:189">producción de anticuerpos</a>. </p>
<p>De hecho, diversos estudios han mostrado cómo <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/21632713/">la escasez de horas de sueño, tanto en los días previos como posteriores a la vacunación, puede reducir la eficacia de las vacunas</a>. </p>
<p>Las situaciones de estrés promueven la liberación de hormonas supresoras de la función inmunitaria, como el cortisol, y se asocian con una <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/9629291/">menor respuesta a la vacunación</a>. Alternativamente, las actividades que nos proporcionan satisfacción, como la práctica de deporte o las relaciones sociales, favorecen la liberación de hormonas estimuladoras del sistema inmune, como las endorfinas. </p>
<p>De acuerdo con esta idea, los individuos que realizan <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33691149/">ejercicio moderado regularmente</a> y con un <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28923405/">estado de ánimo positivo</a> en el momento de la vacunación desarrollan una mayor respuesta de anticuerpos y otras moléculas potenciadoras de la respuesta inmune (como las citocinas).</p>
<h2>La importancia de comer bien</h2>
<p>Otro aspecto crucial para mejorar la eficacia de una vacuna es tener un estado nutricional óptimo. Son varios los nutrientes cuya vinculación con el sistema inmunitario ha sido científicamente demostrada. Es el caso de la vitamina C y el ácido fólico, ambos con un papel importante en la producción de moléculas eficaces frente a la infección. También la creación de colágeno, que contribuye al mantenimiento de nuestras barreras naturales frente a los patógenos. </p>
<p>Sin embargo, los estudios sugieren que la deficiencia de nutrientes aislados parece tener poco impacto en la respuesta a las vacunas, mientras que una dieta equilibrada, con un aporte balanceado de energía, parece ser clave para reforzar el sistema inmune. De hecho, las personas con <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24349359/">índices de masa corporal altos, e incluso obesos</a>, presentan menor producción de anticuerpos, linfocitos T y citocinas tras la vacunación. </p>
<p>También merece la pena considerar la relación que existe entre la microbiota intestinal y las respuestas a las vacunas. La microbiota asociada al tracto intestinal desempeña funciones clave en la protección frente a la invasión de microbios patógenos y la regulación del sistema inmune. Esta microbiota alberga millones de microorganismos, principalmente bacterias de los grupos Firmicutes y Bacteriodetes. </p>
<p>La composición de dicha microbiota es relativamente estable, y en condiciones normales presenta mayor abundancia de Firmicutes, que se asocia con una <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34002068/">mayor respuesta de anticuerpos</a>.</p>
<h2>Antibióticos, tabaco y alcohol</h2>
<p>Sin embargo, algunas circunstancias, como la existencia de alguna patología, cambios en la dieta o el consumo de antibióticos, pueden producir alteraciones en la microbiota que afecten nuestra respuesta a la vacunación. En estas situaciones, el consumo de <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28923425/">probióticos</a> que restablezcan el balance en nuestra microbiota intestinal ha mostrado efectos potencialmente beneficiosos en la respuesta a la vacunación, aunque parece variar según las bacterias empleadas, la dosis o la duración de la administración. </p>
<p>Por último, el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33501900/">consumo de tabaco</a> altera de forma directa nuestra línea de defensa en la mucosa respiratoria, y se ha asociado con una menor producción de anticuerpos tras la recepción de vacunas.</p>
<p>Igualmente, el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33501900/">consumo excesivo de alcohol</a> tiene un efecto inmunosupresor poco deseable cuando recibimos una vacuna; es más, el alcohol puede alterar la composición de nuestra microbiota intestinal y a las células inmunes allí presentes, favoreciendo la entrada de patógenos a nuestro organismo.</p>
<p>La respuesta inmunitaria a la vacunación es variable en la población. Algunos de los factores que pueden influir en ella se corresponden con hábitos cotidianos que afectan a nuestro estado inmunológico, y conocerlos nos puede servir para modificarlos con el objetivo de potenciar nuestro sistema inmunitario para que responda eficazmente cuando nos vacunemos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/161249/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Patricia López Suarez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Nuestra respuesta inmunitaria a las vacunas puede variar en función de prácticas cotidianas en nuestro día a día, como cuántas horas dormimos y cuáles son nuestros niveles de estrés.Patricia López Suarez, Profesor Titular. Área de inmunología, Universidad de OviedoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1602972021-05-06T18:06:36Z2021-05-06T18:06:36ZAsí es como algunas vacunas paralizan al virus de la covid-19<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/398889/original/file-20210505-17-1215z2l.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C7189%2C4041&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/neutralize-sarscov2-by-binding-protein-blocking-1941307906">Shutterstock / Design_Cells</a></span></figcaption></figure><p>Todas las vacunas aprobadas hasta ahora para luchar contra la COVID-19 siguen una estrategia común: le presentan la proteína S del SARS-CoV-2 a nuestra sistema inmune adaptativo. De este modo promueven que desarrollemos una defensa robusta frente a la infección por el virus. Y todas tienen una eficacia comparable cuando se trata de prevenir la COVID grave y la muerte. </p>
<p>¿Qué las distingue entonces? Que unas pocas modificaciones en la proteína S de algunas fórmulas vacunales hacen que estimule ligeramente mejor la producción de anticuerpos neutralizantes, lo que puede mejorar la capacidad vacunal para prevenir la infección y sus síntomas. </p>
<h2>Nudos y tijeras en el virus SARS-CoV-2</h2>
<p>Para entender por qué, hay que empezar por saber que la proteína S de superficie del SARS-CoV-2 tiene dos funciones esenciales en la biología del virus: mediar la unión a la célula a infectar y mediar la fusión de las membranas del virus y de la célula. </p>
<p>En la superficie del virus, la proteína S funciona como un anclaje mediante la unión a la proteína ACE2 y a proteínas correceptoras como NRP1 en la célula a infectar. Sin embargo, esta función de amarre mantiene a la proteína en un estado rígido, en el que es incapaz de fusionarse para liberar su genoma dentro de la célula a la que se está infectando. </p>
<p>Para dar el segundo paso y completar la fusión del virus, la proteína S necesita ser <a href="https://journals.plos.org/plospathogens/article?id=10.1371/journal.ppat.1009212">cortada parcialmente por proteasas como TMPRSS2 o Cathepsina L</a>. Estas tijeras moleculares permiten que se libere parte de la proteína S anclada al receptor. Una vez liberada, unos fragmentos internos denominados péptidos de fusión se disparan a modo de arpones y se unen a la membrana de la célula a infectar. </p>
<p>Posteriormente, la proteína S se repliega y fuerza a que las membranas del virus y de la célula estén cada vez más cerca. Hasta que terminan por fusionarse para <a href="https://insidecorona.net/sars-cov-2-entry-animation-from-iwasa-group-a-little-christmas-present-to-the-scientific-community/">liberar el genoma del virus en nuestras células</a>. ¡Invasión concluida!</p>
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<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/Xuc9D4LVJdg?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
</figure>
<p>Durante el proceso de corte y lanzamiento de los péptidos de fusión, la proteína S cambia de forma, y esto limita la estimulación de anticuerpos neutralizantes. </p>
<p>Con el fin de lograr una mejor inmunización, vacunas como las de Janssen, Pfizer-Biontech, Moderna o Novavax, pero no otras como AstraZéneca AZD1222, Coronavac o Sputnic V, son capaces de expresar la proteína S con unos cambios que evitan que sea cortada y avance hasta su estado de fusión. Esta especie de “congelación” espacial aumenta la capacidad inmunoestimuladora para la generación de anticuerpos neutralizantes y <a href="https://mbio.asm.org/content/12/2/e02648-20.long">la protección inmune frente al virus</a>.</p>
<h2>El valor del conocimiento</h2>
<p>La estrategia de modificar las proteína de superficie de un virus para prevenir que sea cortada por proteasas y que pueda realizar el proceso de fusión está siendo utilizada para el <a href="https://www.annualreviews.org/doi/10.1146/annurev-med-121217-094234?url_ver=Z39.88-2003&rfr_id=ori%3Arid%3Acrossref.org&rfr_dat=cr_pub++0pubmed">desarrollo de otras vacunas</a>. Entre ellas la vacuna frente al <a href="https://www.nature.com/articles/s41541-020-0200-y">virus respiratorio sincitial</a>, en la que se lleva trabajando más de 60 años, la vacuna frente a los virus de la gripe o del SIDA.</p>
<p>Conviene tener muy presente que son los conocimientos básicos de los mecanismos que gobiernan la infección de un virus –en este caso, de los procesos de fusión– los que han permitido el desarrollo de estrategias vacunales como la comentada. </p>
<p>Invertir en la generación de conocimiento, por tanto, es una herramienta imprescindible para afrontar tanto lo desconocido como lo conocido que plantea problemas no resueltos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/160297/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Estanislao Nistal Villán recibe fondos del Ministerio de ciencia innovación y universidades- Plan Nacional de Investigación. </span></em></p>Para activar mejor a los anticuerpos neutralizantes, algunas de las vacunas frente a la covid-19 “congelan” espacialmente a la proteína S. La estrategia parte de los conocimientos básicos de los mecanismos que gobiernan la infección de un virus.Estanislao Nistal Villán, Virólogo y profesor de Microbiología de la Facultad de Farmacia, Universidad CEU San PabloLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1589802021-04-16T20:09:47Z2021-04-16T20:09:47ZPor qué es muy difícil reinfectarse por SARS-CoV-2<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/395222/original/file-20210415-14-5za85a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=16%2C0%2C5574%2C3101&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/3d-illustration-coronavirus-mutation-1926236672">Shutterstock / DesignRage</a></span></figcaption></figure><p>Todos hemos visto referencias, <a href="https://bnonews.com/index.php/2020/08/covid-19-reinfection-tracker/">más o menos fiables</a>, de reinfecciones por SARS-CoV-2. Esto nos ha hecho dudar, con razón, de lo eficaz que pudiera ser la respuesta inmunitaria frente al coronavirus. Desde luego esos casos existen, pero ¿qué importancia tienen en el contexto de pandemia actual? ¿No se estará dando un sesgo tipo <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Falacia_de_evidencia_incompleta"><em>cherry-picking</em></a>? ¿Está justificada la inquietud generada? Necesitamos un contexto, que es el que nos da este artículo publicado en la revista <a href="https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa2034545"><em>NEJM</em></a>.</p>
<p>Aunque la inmunidad no se puede reducir a la presencia de anticuerpos, es cierto que estos representan un buen marcador de respuesta humoral y se les atribuye un papel protector muy relevante frente al SARS-CoV-2. Por eso los autores del estudio se centraron en ellos, específicamente en los IgG.</p>
<p>Algunas aclaraciones previas:</p>
<ul>
<li><p>Los anticuerpos de la clase IgG representan una respuesta madura y perdurable (en contraposición a los de la clase IgM, transitorios y menos maduros).</p></li>
<li><p>Los autores distinguen dos ensayos: en uno emplean como antígeno la proteína S (o espícula) y en el otro la N (nucleocápside), dos componentes del virus reconocidos por los anticuerpos. Conviene aclarar que la N es el antígeno mayoritariamente empleado en los test de anticuerpos para diagnóstico de la covid-19, pero la S representa el antígeno frente al cual se produce principalmente la respuesta protectora, al reunir los principales sitios de neutralización del virus.</p></li>
</ul>
<p>El estudio se realizó en trabajadores sanitarios de cuatro hospitales universitarios de Oxford (Reino Unido). Se reunió una cohorte de 12 541 voluntarios a los que se realizó una PCR cada dos semanas y test de anticuerpos (S y N) cada dos meses desde el 23 de abril al 30 de noviembre de 2020.</p>
<p>Alrededor del 90 % de los sanitarios estudiados (11 364) resultaron seronegativos, mientras que aproximadamente un 10 % (1.177) presentaron IgG frente a la S del SARS-CoV-2 en muestras serológicas. Se contabilizaron 88 seroconversiones durante el estudio.</p>
<p>Entre los seropositivos, el 68 % (864) declaró haber tenido algún síntoma compatible con la covid-19 previo al estudio (25 % en los seronegativos), y un 37 % (466) presentó PCR positiva previa (0,2 % en seronegativos). De ellos, 262 presentaron síntomas.</p>
<p>Durante el estudio de seguimiento, la presencia de IgG anti-S en suero se vinculó a baja tasa de positividad a PCR: entre los seronegativos, 223 (de 11 364) dieron positivo en la PCR (100 asintomáticos), mientras que entre los seropositivos tan solo 2 (de 1.265) dieron positivo (ambos asintomáticos).</p>
<p>La incidencia varió durante el curso del estudio (entre abril y noviembre) de acuerdo a la dinámica de la pandemia en el Reino Unido, pero siempre con una consistente mayor tasa de infecciones en el grupo que no presentaba IgG en suero. </p>
<p>El resultado fue similar tanto si se analizaba la IgG frente a S como frente a N. El único doble positivo (IgG+ a S y a N) detectado con un historial de PCR positiva anterior y cinco PCR seguidas negativas dio positivo 190 días después de la primera infección.</p>
<h2>Conclusiones</h2>
<ol>
<li><p>Tener IgG frente a SARS-CoV-2 protege en la inmensa mayoría de los casos frente a la infección (y en el 100 % frente a la enfermedad), al menos durante 6 meses.</p></li>
<li><p>La protección es eficaz incluso con niveles bajos (al límite de detección) de anticuerpos.</p></li>
<li><p>Tan solo se ha detectado una posible reinfección en este estudio (no confirmada por secuenciación), indicando que en cualquier caso este fenómeno es poco frecuente. Es interesante notar que la segunda infección fue asintomática.</p></li>
</ol>
<p>Lógicamente, los autores señalan algunas limitaciones: la población sanitaria tiene sesgos (edad, sexo, exposición, ocupación) y la duración del estudio debería prolongarse más de 6 meses, y extenderse a otros grupos de población. No obstante, es un estudio muy sólido. Es razonable pensar que las vacunas producirán una respuesta protectora <em>al menos</em> tan eficaz como la propia infección natural.</p>
<hr>
<p><em><a href="http://www.madrimasd.org/blogs/virusemergentes/2021/04/sobre-la-probabilidad-de-reinfeccion-por-sars-cov2/">Una versión</a> de este artículo fue publicada originalmente en el blog <a href="http://www.madrimasd.org/blogs/virusemergentes/">Virus emergentes y cambio global</a>, de la <a href="http://www.madrimasd.org/">Fundación para el Conocimiento madri+d</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/158980/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Miguel Ángel Jiménez Clavero, como investigador principal, es reponsable de la ejecución de fondos para investigación de la Agencia Estatal de Investigación y de la Comisión Europea, que recibe la institución pública Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), para la que trabaja, y que le paga un salario por ello.</span></em></p>Volver a infectarse por SARS-CoV-2 no es imposible, pero tampoco fácil. Además, estos casos tenderían a ser más leves. Un reciente estudio hecho con sanitarios británicos apoya esta teoría.Miguel Ángel Jiménez Clavero, Virólogo y profesor de Investigación, Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1589242021-04-13T20:02:34Z2021-04-13T20:02:34ZPor qué el SARS-CoV-2 lo tiene difícil para escapar de las vacunas<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/394871/original/file-20210413-23-c72w40.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3489%2C1996&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/pathogenic-viral-disease-outbreak-3d-illustration-1631654725">Shutterstock / Mang E</a></span></figcaption></figure><p>Se suceden las noticias preocupantes sobre la aparición de nuevas mutaciones en el SARS-CoV-2 con consecuencias nefastas: mayor virulencia, mayor transmisibilidad, escape de la inmunidad, ineficacia de las vacunas y reinfecciones. La mayoría de estas mutaciones no tiene consecuencias sobre el curso de la pandemia. Además, hacen falta más estudios sobre las variantes de preocupación (VOC): algunas conclusiones, sin duda, necesitan un mayor fundamento científico.</p>
<p>A pesar de ello, el ruido acerca de las nuevas variantes no cesa. En este artículo intentaré aportar una perspectiva desde la virología clásica que, en mi opinión, se está soslayando en este debate. Esto es importante porque, en contra de la opinión generalizada, indica que las mutaciones actuales y futuras del SARS-CoV-2 pueden modular algunas de sus características pero, al menos a corto plazo, no van a cambiar demasiado su ya de por sí dañino comportamiento.</p>
<p>¿Cuál es ese argumento virológico? ¿Qué nos hemos perdido hasta ahora que no se haya dicho ya? Dos cosas muy simples:</p>
<ol>
<li><p>No todos los virus evolucionan de la misma forma.</p></li>
<li><p>El sistema inmunitario no actúa igual frente a todos los virus.</p></li>
</ol>
<h2>No todos los virus evolucionan de la misma forma</h2>
<p>El SARS-CoV-2 pertenece a la familia taxonómica de los coronavirus (Coronaviridae). Dentro de esta familia hay géneros (alfa, beta..). Los SARS-CoV (1 y 2) pertenecen al género beta, tipo B. Estos son hoy conocidos como “sarbecovirus”.</p>
<p>Ya sé que todo esto parece un rollo, pero es capital por una razón: muchas características funcionales y evolutivas de los virus guardan estrechas semejanzas entre los más relacionados taxonómicamente. De la misma forma, pueden diferir mucho entre los menos relacionados. </p>
<p>Esto quiere decir que, gracias a lo que se sabe acerca de otros coronavirus se pueden sacar conclusiones respecto a lo que cabría esperar del SARS-CoV-2. Por ejemplo, que <strong>los coronavirus, por lo general, no forman serotipos</strong>.</p>
<p>He dicho “por lo general”: hay una excepción notable a esta regla. <a href="https://theconversation.com/lo-que-las-gallinas-nos-ensenan-sobre-el-coronavirus-y-su-control-133700">Se trata del virus de la bronquitis infecciosa aviar (IBV)</a>. Este es un gammacoronavirus, poco relacionado con los sarbecovirus. Es peculiar porque, a diferencia de los otros coronavirus, sí forma serotipos. Por eso, aunque fue el primer coronavirus descubierto, su intensa variación genética hace que las vacunas existentes no sean muy eficaces.</p>
<p>Quitando esta excepción, repetimos, los coronavirus no forman serotipos. ¿Quiere esto decir que el SARS-CoV-2 no los formará? No, pero es una indicación muy fuerte de que no es fácil que lo haga.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/394872/original/file-20210413-17-jqjpns.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/394872/original/file-20210413-17-jqjpns.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/394872/original/file-20210413-17-jqjpns.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=818&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/394872/original/file-20210413-17-jqjpns.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=818&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/394872/original/file-20210413-17-jqjpns.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=818&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/394872/original/file-20210413-17-jqjpns.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1028&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/394872/original/file-20210413-17-jqjpns.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1028&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/394872/original/file-20210413-17-jqjpns.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1028&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Filogenia de los coronavirus. Los coronavirus SARS (1 y 2) pertenecen al género beta, tipo B, señalados en verde en la figura.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://doi.org/10.1007/978-981-15-4814-7_12">Jaiswal N.K., Saxena S.K. (2020) Classical Coronaviruses. In: Saxena S. (eds) Coronavirus Disease 2019 (COVID-19). Medical Virology: From Pathogenesis to Disease Control. Springer, Singapore.</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Pero, ¿qué es un serotipo?</h2>
<p>Se trata de un tipo de microorganismo infeccioso clasificado según los antígenos que presenta en su superficie. O, dicho de otra forma, es una “variante” de un microorganismo que es distinguible de otras variantes de la misma especie mediante el uso de antisueros específicos. </p>
<p>Por ejemplo, el virus de la polio es una especie vírica que presenta tres variantes distinguibles serológicamente. Es decir, tiene tres serotipos. Pertenece a la familia Picornaviridae, en la que la formación de serotipos es muy generalizada. Como dije antes, hay familias de virus donde es común la formación de serotipos y familas donde no.</p>
<p>¿Cómo se forman los serotipos? Cada virus tiene un conjunto de estructuras en su superficie que llamamos “determinantes antigénicos”. Normalmente hay varios en cada partícula vírica: suelen ser estructuras expuestas en la superficie de los virus, de fácil acceso a los anticuerpos que forman parte de la respuesta inmune que se genera durante la infección. </p>
<p>Todos los virus mutan, unos más que otros. Puede ocurrir que algunas mutaciones modifiquen los determinantes antigénicos de forma que afecten a su reconocimiento por parte de los anticuerpos. Sin embargo, normalmente son necesarias varias mutaciones para abolir este reconocimiento. El motivo es que suele haber varios determinantes antigénicos en cada partícula vírica. De hecho, para abolir el reconocimiento de uno solo a menudo se requieren varias mutaciones en ese sitio. </p>
<p>Todo esto hace que, normalmente, <strong>una sola mutación no sea capaz de anular el reconocimiento inmunológico de un virus</strong>. La respuesta inmunitaria es redundante y lo es en muchos aspectos: existe otro mecanismo, complementario y no solapante, que es el reconocimiento por parte de la respuesta celular.</p>
<p>La formación de serotipos tiene que ver, por lo tanto, con las mutaciones. Bajo una fuerte presión del sistema inmune humoral (los anticuerpos) se pueden seleccionar variantes que acumulan mutaciones en sus determinantes antigénicos. Cuando las mutaciones cambian lo suficiente la estructura de todos ellos, estamos ante un nuevo serotipo de ese virus. </p>
<p>Esto ocurre en algunos virus, pero no en todos. Ocurre por grupos: hay familias donde esta forma de <em>evolución</em> que evade la respuesta humoral es común (picornavirus, reovirus, orthomyxovirus) y familias donde esto es excepcional (flavivirus, coronavirus, bunyavirus). ¿Por qué va por grupos? Porque <strong>no en todos los virus es importante escapar de los anticuerpos</strong>.</p>
<h2>El sistema inmunitario no actúa igual frente a todos los virus</h2>
<p>Frente a una infección, el sistema inmunitario adaptativo despliega dos tipos principales de respuestas: la humoral (mediada por anticuerpos) y la celular (mediada por linfocitos T). De modo muy esquemático podemos decir que la humoral reconoce al patógeno <em>por fuera</em> y la celular, <em>por dentro</em>. Ambas despliegan mecanismos para deshacerse de los agentes infecciosos, que son distintos y no solapan. De hecho coexisten, interactúan y están coordinados.</p>
<p><a href="https://www.nature.com/articles/nri1783">En esta revisión</a> se afirma que, de un modo muy general, se puede considerar que la respuesta inmunitaria frente a los virus se mueve entre dos extremos de un amplio espectro: a un lado estarían los virus “muy citopáticos” y, al otro, los “poco (o nada) citopáticos”. Los primeros causan infecciones agudas. Los segundos, crónicas y persistentes. Los primeros son controlados principalmente por la respuesta de anticuerpos; los segundos, por la respuesta celular.</p>
<p>Por supuesto, en el mundo real nada es tan blanco o negro. Cada uno de los virus existentes se situarían en una determinada posición entre esos dos extremos. La mayoría tienen ambos componentes, agudo/crónico o persistente, pero con diferente peso. Dependiendo de ese balance, adquirirá una mayor importancia la respuesta humoral o la celular, aunque ambas se ponen en marcha de forma coordinada y simultánea. </p>
<p>La capacidad de formación de serotipos está muy relacionada con el tipo de respuesta inmune que predomina en el control de la infección: los virus que forman serotipos son principalmente controlados por anticuerpos. Mientras que los que no forman serotipos son controlados sobre todo por otros mecanismos distintos de la respuesta humoral: aunque ésta también pueda contribuir, no es determinante.</p>
<h2>Recapitulando</h2>
<p>Ya vamos llegando al final del argumento. Recapitulemos: hemos dicho que los coronavirus no forman serotipos fácilmente (excepto el IBV). Esto, según el argumento expuesto, indica que la respuesta inmunitaria predominante en su control no sería la humoral sino la celular. En el caso del SARS-CoV-2 <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7584424/?s=09">hay evidencias muy importantes</a> de que la respuesta celular <a href="https://www.jimmunol.org/content/205/9/2342">juega un papel determinante</a>. </p>
<p>Por lo tanto, el SARS-CoV2 lo tiene difícil para generar variantes “de escape”, cuyo nombre correcto es serotipo. Aunque no se puede descartar del todo, no es esperable que el el SARS-CoV2 acabe formando serotipos. No podemos descartar que surja una variante realmente preocupante, y hay que mantener la guardia alta, pero tampoco es fácil que lo haga.</p>
<p>En cualquier caso, el riesgo de que ocurra algo así sería considerable en una situación de alta presión selectiva. En mi opinión esta situación no se da actualmente, pero puede hacerlo a medida que avance la vacunación y la proporción de vacunados, sumados a los que presenten inmunidad por haber superado la infección natural, empiece a ser relevante respecto al total de la población vulnerable. Aún así, el proceso de formación de serotipos es largo y complejo: han de acumularse muchas mutaciones en posiciones clave: no surgen de la noche a la mañana.</p>
<p>La virología clásica ha sido medio olvidada en esta pandemia, en favor de otras disciplinas que a menudo ignoran o no conceden suficiente importancia a un hecho muy básico pero central: el causante de esta situación es un virus. Nuestro campo puede aportar algo acerca de cómo se comportan estos microorganismos y qué se puede esperar de un coronavirus como el SARS-CoV-2.</p>
<hr>
<p><em><a href="http://www.madrimasd.org/blogs/virusemergentes/2021/04/sobre-la-capacidad-de-cambio-del-sars-cov2-la-formacion-de-serotipos-y-la-posibilidad-de-evasion-de-la-respuesta-inmune/">Una versión</a> de este artículo fue publicada originalmente en el blog <a href="http://www.madrimasd.org/blogs/virusemergentes">Virus emergentes y cambio global</a>, de la <a href="http://www.madrimasd.org/">Fundación para el Conocimiento madri+d</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/158924/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Miguel Ángel Jiménez Clavero, como investigador principal, es reponsable de la ejecución de fondos para investigación de la Agencia Estatal de Investigación y de la Comisión Europea, que recibe la institución pública Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), para la que trabaja, y que le paga un salario por ello, </span></em></p>Los coronavirus no forman serotipos, lo cuál es una ventaja para nosotros. Según el autor, es poco probable que se generen variantes capaces de resistir las vacunas de la covid-19.Miguel Ángel Jiménez Clavero, Virólogo y profesor de Investigación, Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1573792021-04-11T08:03:20Z2021-04-11T08:03:20ZLos tatuajes existen gracias a nuestro sistema inmunitario<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/394018/original/file-20210408-13-1enu4vx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3080%2C1991&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/portrait-old-confident-man-tattooed-body-1898157751">Shutterstock / FXQuadro</a></span></figcaption></figure><p>A mucha gente le gusta decorar su cuerpo con tatuajes, están de moda, y los que los llevan los lucen con gusto y orgullo. Los tatuajes existen gracias a que tenemos artistas y a que se ha desarrollado la técnica de introducir tinta de colores dentro de la piel. A las células del sistema inmunitario les corresponde el rol de hacer que no sean efímeros, perduren en el tiempo y conserven tanto su tonalidad como la integridad de sus trazos. Todo esto, sin permitir que apenas se difuminen o dispersen por la piel. </p>
<p>El ser humano se tatúa desde hace más de 5 000 años y, aunque parezca mentira, hasta hace apenas tres años nadie se había parado a estudiarlo científicamente. En este artículo explicaré cómo participa el sistema inmunitario en la fijación de los tatuajes. </p>
<h2>La piel</h2>
<p>Anatómicamente, la piel consiste en tres capas de tejido apiladas. La capa más externa es la epidermis, que es un estrato córneo que nos aísla y nos protege del medio externo. A continuación tenemos la dermis, una capa fibrosa y elástica que soporta y refuerza la epidermis. Para terminar tenemos la hipodermis, que es un tejido más graso que nutre a las otras dos capas, a la vez que es un buen aislante mecánico y térmico. </p>
<p>Veamos con un poco más de detalle las dos capas más externas.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/391925/original/file-20210326-21-dlnwvy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/391925/original/file-20210326-21-dlnwvy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=598&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/391925/original/file-20210326-21-dlnwvy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=598&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/391925/original/file-20210326-21-dlnwvy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=598&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/391925/original/file-20210326-21-dlnwvy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=751&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/391925/original/file-20210326-21-dlnwvy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=751&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/391925/original/file-20210326-21-dlnwvy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=751&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Anatomía de la piel.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Wikipedia</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>La <strong>epidermis</strong> no es una monocapa, sino más bien muchas capas apiladas de células haciendo estratos. Las células que más abundan son los queratinocitos, que se caracterizan por estar tan firmemente unidos entre sí que hacen que la piel sea impermeable. En verano podemos ver fácilmente esta fuerza de unión: cuando nos quemamos por el sol podemos arrancar grandes parches de las células muertas, que se mantienen juntas por estas uniones. </p>
<p>Las células que están en la parte más externa producen tanta queratina (proteína fibrilar dura que forma pelos, uñas, pezuñas y cuernos en los animales) que al final mueren y pierden hasta el núcleo celular, pero se mantienen en la piel formando ese aislante córneo. Embebidos entre los queratinocitos tenemos los melanocitos, que nos protegen de la radiación ultravioleta y pigmentan la piel y a las <em>células de Langerhans</em>, que son un tipo de células dendríticas (del sistema inmunitario) con la importante característica, por su ubicación, de ser muy resistentes a las radiaciones. </p>
<p>Dependiendo de la localización, la epidermis tiene más o menos capas (la planta de los pies tiene muchas en comparación con la piel en el antebrazo, que es más fina y sensible). Mientras que los queratinocitos se intercambian cada dos o tres semanas, los melanocitos y células de Langerhans viven años en la epidermis. Viven tanto que hasta la exposición ambiental las pueden convertir en células malignas y provocar melanomas e histiocitosis respectivamente.</p>
<p>La <strong>dermis</strong> es la segunda capa, compuesta por una matriz de tejido conectivo muy elástico gracias al <em>colágeno</em> y a los <em>glicosaminoglicanos</em>, que están muy hidratados. Embebidos en la matriz tenemos tanto los folículos pilosos como las glándulas sebáceas y las sudoríparas, junto con terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos y linfáticos. </p>
<p>Además hay fibroblastos, que son las células que producen esta matriz. Como no podía ser de otra forma, en la dermis tenemos otros componentes inmunitarios como macrófagos, otras células dendríticas y linfocitos. Las células de Langerhans, las dendríticas y los macrófagos son células presentadoras de antígenos: fagocitan a los invasores y se los muestran a los linfocitos, que son las células de la inmunidad adaptativa. </p>
<p>Hay una diferencia muy importante entre las células de Langerhans y el resto. Mientras que los macrófagos y las dendríticas se van repoblando constantemente a partir de células precursoras de la sangre, las de Langerhans se situaron en la piel durante el desarrollo embrionario y solo se regeneran a partir de ellas mismas.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/394017/original/file-20210408-17-zzbsqj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/394017/original/file-20210408-17-zzbsqj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/394017/original/file-20210408-17-zzbsqj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/394017/original/file-20210408-17-zzbsqj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/394017/original/file-20210408-17-zzbsqj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/394017/original/file-20210408-17-zzbsqj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/394017/original/file-20210408-17-zzbsqj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/394017/original/file-20210408-17-zzbsqj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Proceso de creación de un tatuaje.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/process-making-tattoo-close-1132435787">Shutterstock / Oleksandr Nagaiets</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>El tatuaje</h2>
<p>La tinta de los tatuajes está basada en pigmentos insolubles, principalmente basados en la química del carbono o metálicos, que forman una dispersión coloidal en un liquido contenedor. Las agujas que usa el tatuador se meten entre 50 y 3 000 veces por minuto a distintas profundidades, dejando su carga de tinta dentro de la piel tanto en la epidermis como en la dermis, donde se asienta por capilaridad. </p>
<p>Solo una fracción de la tinta que coloca un artista llega a la dermis, y esta es también la razón por la que los nuevos tatuajes tienden a perder tinta a medida que se curan. Durante muchos años se pensó que los fibroblastos eran los que mantenían la tinta inyectada en su sitio. Hoy en día sabemos que esto no es así.</p>
<p>Este proceso de inyección tiene dos consecuencias sobre nuestra piel. La primera es que estas punciones crean lesiones en la piel y desencadenan el proceso de reparación tisular. La segunda es que la tinta es un agente extraño y, por consiguiente, se debe actuar contra ella e intentar destruirla y eliminarla. Ambas actividades son inducidas y realizadas por nuestro sistema inmunitario. </p>
<p>Además, la piel recién tatuada se hincha, de la misma manera que respondería cualquier otra herida, y la sangre y la linfa se llevan hasta los más pequeños trozos de tinta. Y ahora llegan los grandes protagonistas de nuestra historia: los macrófagos y las células dendríticas de la piel. </p>
<p>Con el objetivo de protegernos de estas microlesiones, van a migrar (moverse) hacia esa zona del tejido lesionado y, una vez allí, secretarán proteínas reparadoras y activarán a los fibroblastos para que colaboren en la reversión del daño tisular. Al llegar allí también se van a encontrar con esas partículas extrañas de la tinta, mejor dicho, con las partículas insolubles de la tinta que no se drenaron por la circulación, y las van a fagocitar (meter dentro de la célula). </p>
<p>Al fagocitar, los macrófagos realizan tres funciones: por un lado eliminan de la matriz la amenaza y por otro lado, ya dentro de la célula, dirigen lo engullido a los lisosomas, que son auténticas máquinas de destrucción. Así los macrófagos harían desaparecer la tinta y repararían las lesiones ocasionadas. La tercera función sería la que ya hemos comentado: la presentación antigénica a los linfocitos.</p>
<p>A estas alturas ya sabemos que este proceso fagocítico no es tan eficiente como debería ser, pues los tatuajes no desaparecen y perduran. Ello se debe a dos causas. </p>
<p>En primer lugar, ese carbono mineral o metales de la tinta no son biodegradables, por lo que el macrófago, a pesar de poner todo su empeño y generar enzimas y ácidos, no es capaz de destruirlos, y lo único que consigue es almacenarlos en vesículas (vacuolas) en su interior celular. </p>
<p>En segundo lugar, y debido a que la cantidad de tinta que penetra es muy elevada en el contexto del tamaño de una célula, esta fagocitosis se da de forma tan masiva que los macrófagos engordan tanto que son incapaces de desplazarse a través de los espacios que genera la matriz extracelular de la dermis. Es por ello por lo que se fijan con mucha precisión en el lugar de la punción, y la acumulación de muchos macrófagos por milímetro cuadrado hace que la tinta del tatuaje sea visible y permanente. </p>
<h2>El secreto de la permanencia del tatuaje</h2>
<p>En biopsias ya se había visto que la captación de tinta era mayor en los macrófagos que en los fibroblastos. Pero, aunque ambos tipos celulares viven muchos años, acaban muriéndose. Entonces, ¿qué es lo que hace que la tinta siga quedándose en el mismo sitio? Cuando un macrófago muere, simplemente <a href="https://rupress.org/jem/article/215/4/1115/42419/Unveiling-skin-macrophage-dynamics-explains-both">libera las partículas de tinta que había estado almacenando y que quedan atascadas momentáneamente entre la matriz y los fibroblastos</a>. </p>
<p>Rápidamente aparece otro macrófago, limpia los restos celulares y engulle las partículas y las vuelve a fijar precisamente en el mismo sitio. Además, las partículas de pigmento presentes en la tinta del tatuaje son bastante grandes y, debido a su tamaño, no se drenan a los ganglios linfáticos a través de los vasos linfáticos. </p>
<p>Así que tan pronto como son liberados por macrófagos moribundos, permanecen atascados hasta que otro macrófago los ingiere. Las células de Langerhans también incrementan su número en las zonas tatuadas y participan de manera análoga en el mantenimiento de los tatuajes.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/391924/original/file-20210326-17-zrtgph.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/391924/original/file-20210326-17-zrtgph.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=193&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/391924/original/file-20210326-17-zrtgph.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=193&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/391924/original/file-20210326-17-zrtgph.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=193&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/391924/original/file-20210326-17-zrtgph.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=242&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/391924/original/file-20210326-17-zrtgph.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=242&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/391924/original/file-20210326-17-zrtgph.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=242&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Reciclado de los macrófagos.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://rupress.org/jem/article/215/4/1115/42419/Unveiling-skin-macrophage-dynamics-explains-both">Baranska et. al.</a></span>
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<p>La trascendencia de un tatuaje va más allá de quedarse en la piel. Además de los macrófagos, en la piel tenemos células dendríticas y células de Langerhans que, aunque son estáticas como los macrófagos, tienen la peculiaridad de que cuando fagocitan se transforman en células móviles. Su objetivo es migrar desde la piel hasta los ganglios más próximos para intentar generar una respuesta inmunitaria adaptativa contra el invasor, en este caso la tinta. </p>
<p>Cuando las células dendríticas mueran, los macrófagos del ganglio fagocitaran también estas cargas de tinta que llevan a los ganglios, cerrando el circulo y <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-017-11721-z">haciendo que la tinta perdure en los ganglios</a>. Antes dije que la tinta no drena a través de la linfa, y así es: si aparece en lo ganglios es por el transporte de la misma por células dendríticas. </p>
<p>Esta tinción de tejidos y ganglios se puede hacer bajo otras circunstancias, como la exposición a partículas de polvo contaminante por trabajar en una mina, fumar o por la misma polución ambiental de las ciudades tiñendo de negro los pulmones. A esta tinción la llamamos antracosis. </p>
<p>Afortunadamente, este transporte de la tinta se da en mucha menor magnitud y los que se tatúan no tienen teñidos los ganglios con la misma intensidad que la piel. </p>
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<span class="caption">Macrófagos cargados de tinta.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://rupress.org/jem/article/215/4/1115/42419/Unveiling-skin-macrophage-dynamics-explains-both">Baranska et. al.</a></span>
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<p>¿Cómo se pueden eliminar los tatuajes con láser? Sencillamente, la luz del láser tiene una longitud de onda que absorbe las partículas de tinta. Esta luz es energía que capta y rompe en partículas de menor tamaño. Haciendo este proceso repetidas veces se consigue que las partículas sean lo suficientemente finas para que se difuminen en el tejido y al final desaparezcan.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/394015/original/file-20210408-22-fkr5nr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/394015/original/file-20210408-22-fkr5nr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/394015/original/file-20210408-22-fkr5nr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/394015/original/file-20210408-22-fkr5nr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/394015/original/file-20210408-22-fkr5nr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/394015/original/file-20210408-22-fkr5nr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/394015/original/file-20210408-22-fkr5nr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/394015/original/file-20210408-22-fkr5nr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Aplicación de láser para eliminar un tatuaje no deseado.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/top-view-hand-beautician-holds-laser-1547353580">Shutterstock / GingerKitten</a></span>
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<p>En definitiva, esta forma de expresión humana tiene mucho de arte, mucho simbolismo y mucha fisiología de la respuesta inmunitaria. A la precisión del artista se le alía la precisión del sistema inmunitario, y gracias ambos logran lo que tanto desea el portador de los tatuajes, su inmutabilidad a pesar del paso del tiempo.</p>
<hr>
<p><em><a href="https://inmunoensayos.blogs.upv.es/?p=951">Una versión</a> de este artículo fue publicada en el blog del autor, Inmunoensayos</em>.</p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/157379/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Rafael Sirera Pérez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El sistema inmunitario juega un papel crucial en la fijación y la larga duración de los tatuajes.Rafael Sirera Pérez, Catedrático de Biología Celular en el Departamento de Biotecnología. Investigo en Inmunología y Biología Molecular del Cáncer en la Unidad Mixta del Hospital General y el Centro Príncipe Felipe, Universitat Politècnica de ValènciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1573632021-04-02T20:54:51Z2021-04-02T20:54:51ZPor qué las vacunas de ARN pueden pararle los pies a los virus<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/392214/original/file-20210329-15-1318jg4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C5%2C3834%2C2149&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/coronavirus-sarscov2-virus-cell-messenger-rna-1907619673">Shutterstock / MattLphotography</a></span></figcaption></figure><p>La irrupción del SARS-CoV-2 amenazando la salud de todo el planeta ha dado lugar a una revolución médica y biotecnológica en la búsqueda de soluciones farmacológicas y vacunas. En los tiempos en los que vivimos, debería haber quedado ya claro que la estrategia más efectiva contra enfermedades infecciosas es la vacunación, pero parece que aún causa demasiados recelos. </p>
<p>De hecho, cada vez que aparece una vacuna en el mercado ciertos grupos lanzan mensajes apocalípticos sobre su uso. Como ha venido sucediendo con las vacunas de ácido ribonucléico mensajero (ARNm). Por suerte, con el tiempo esos mensajes se olvidan y los supuestos “grandes peligros” de la vacuna se desvanecen cual humo. </p>
<h2>Qué es el ARNm</h2>
<p>El ARNm es una molécula que lleva la información genética contenida en el ADN del núcleo celular hasta fuera de éste para que unas estructuras llamadas ribosomas lean esa información y la conviertan en la secuencia de aminoácidos que forman las proteínas. En las células, el ARNm no puede copiarse de vuelta al ADN ni tampoco “reinsertarse” en él.</p>
<p>Las células producen decenas de miles de moléculas de ARNm todos los días. Estas moléculas maduran en el núcleo, salen fuera de él y van produciendo proteínas hasta que se degradan y desaparecen. El ARNm no suele durar mucho tiempo dentro de las células y se repone continuamente en función de las necesidades.</p>
<p>Los virus también necesitan ARNm para producir las proteínas que forman parte de su estructura. Pero su ARNm solo puede insertarse en el ADN de las células a las que infectan si se trata de retrovirus. Porque solo estos virus contienen una enzima especial llamada <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC98978/">transcriptasa inversa que convierte el ARN en ADN</a>. Y también otra enzima que permite que ese ADN viral se inserte en el ADN humano. </p>
<p>Sin esas enzimas es imposible que el ARN se transforme en ADN y menos que se inserte en el ADN de nuestras células. Por lo tanto, cuando algunos insisten en que las vacunas de ARNm pueden “convertirnos en transgénicos” o “provocar enfermedades”, lo hacen sin base científica alguna. </p>
<h2>Qué son las vacunas de ARNm</h2>
<p>Las vacunas de ARNm son muy simples, contienen el ARNm de una parte del genoma del virus que producirá la proteína contra la que se quiere conseguir la respuesta inmunitaria. Este ARNm se introduce en una estructura parecida a la de la membrana de las células y a los liposomas que se usan en cosmética pero de tamaño reducido. Y nada más. </p>
<p>Una vez inoculado, el ARNm contenido en estas estructuras se introduce dentro de las células del músculo y éstas comienzan a producir la proteína del virus. Nuestras células se comportan como si estuviesen infectadas por el virus y producen la misma proteína que el virus produciría en su interior. Y provoca la reacción del sistema inmune.</p>
<p>En el caso de la vacuna contra el SARS-CoV-2, las células expresan la proteína Spike (S) del virus. Esta proteína es la que el virus utiliza para engancharse a las células e infectarla. Los lifocitos B reconocen esa proteína como extraña a nuestro cuerpo y acaban produciendo diferentes anticuerpos contra diferentes zonas de esta proteína. </p>
<p>Todas las células de nuestro cuerpo presentan unas proteínas conocidas como complejos principales de histocompatibilidad (MHC). Los MHC se encargan de enseñar a los lifocitos T citotóxicos (Tc) un muestrario de trocitos de las proteínas que las células están produciendo. En el caso de una infección vírica, o de una vacuna como la descrita, ese muestrario incluye a las proteínas del virus. </p>
<p>Además, otras células que conocemos como células presentadoras de antígenos pueden tomar esas proteínas, digerirlas en unos compartimentos internos y mostrar fragmentos a los linfocitos T ayudantes (Th) que se encargan de controlar la respuesta inmunitaria. </p>
<p>Por tanto, con las vacunas de ARNm, de una forma muy sencilla, se consigue activar todo el sistema inmunitario pero sin sufrir la infección por virus. Posiblemente eso ha hecho que su eficacia sea muy alta sin mostrar ningún efecto secundario. De hecho, llevan siendo <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1748013219301483">estudiadas y mejoradas desde hace treinta años</a>. Y han dado resultados muy prometedores contra <a href="https://www.nature.com/articles/nrd.2017.243">la gripe, el zika o la rabia</a>. </p>
<h2>Las vacunas de ARNm, una gran promesa de futuro</h2>
<p>La primera gran ventaja de estas vacunas es su facilidad de fabricación. Basta con conocer la secuencia del genoma del organismo para poder producir el ARNm de la estructura contra la que se quiere que el sistema inmunitario se active. Si, como está ocurriendo con el SARS-CoV-2, el organismo muta, se puede cambiar el ARNm fácilmente. </p>
<p>Otras vacunas, como las basadas en adenovirus, requieren de la inserción de parte del genoma del virus en el genoma de otro y el cultivo de estos virus en biorreactores, un proceso mucho más complejo. Y las basadas en proteínas no activan a los linfocitos Tc como ocurre de forma natural.</p>
<p>No acaba aquí la cosa. La segunda gran ventaja de las vacunas de ARNm viene de su gran efecto en personas mayores. Los defectos en el sistema inmunológico asociados con la edad hacen que las personas mayores no respondan bien a la mayoría de las vacunas. Sin ir más lejos, la efectividad de <a href="https://www.elsevier.es/es-revista-enfermedades-infecciosas-microbiologia-clinica-28-articulo-vacunacion-antigripal-efectividad-vacunas-actuales-S0213005X15002682">la vacuna de la gripe en la población mayor es de alrededor del 65%</a>. </p>
<p>Sin embargo, <a href="https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/nejmoa2035389">las vacunas de ARNm han conseguido una efectividad mayor del 85% en esta misma población</a>.</p>
<p>En definitiva, la gran respuesta del sistema inmunitario de las personas mayores a estas vacunas abre la posibilidad de mejorar la inmunización frente a virus tan peligrosos como el de la gripe u otros virus respiratorios. Además de que la seguridad que están mostrando y la facilidad para su modificación las convierte en <a href="https://link.springer.com/article/10.1186/s12979-021-00219-y">una gran promesa de futuro en la prevención de enfermedades infecciosas</a>.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/157363/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Guillermo López Lluch es miembro de la Sociedad Española de Biología Celular, la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, la ociety for Free Radical Research y la International Coenzyme Q10 Association.</span></em></p>Cada vez que aparece una vacuna en el mercado ciertos grupos lanzan mensajes apocalípticos sobre su uso. Como está sucediendo ahora con las vacunas de ARN. Una gran contradicción dado que estamos ante una gran promesa de futuro en la prevención de enfermedades infecciosas.Guillermo López Lluch, Catedrático del área de Biología Celular. Investigador asociado del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo. Investigador en metabolismo, envejecimiento y sistemas inmunológicos y antioxidantes., Universidad Pablo de OlavideLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.