tag:theconversation.com,2011:/ca-fr/topics/familia-62896/articlesfamilia – La Conversation2024-03-25T21:44:16Ztag:theconversation.com,2011:article/2245922024-03-25T21:44:16Z2024-03-25T21:44:16ZAcogimiento familiar, una alternativa clave para el bienestar infantil<p>Según la <a href="https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2021-9347">LOPIVI, Ley española de Protección Integral a la Infancia y Adolescencia frente a la Violencia</a>, la protección de las personas menores de edad es una obligación prioritaria de los poderes públicos, reconocida en el <a href="https://app.congreso.es/consti/constitucion/indice/titulos/articulos.jsp?ini=39&tipo=2">artículo 39 de la Constitución Española</a> y en diversos tratados internacionales, entre los que destaca la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y ratificada por España en 1990.</p>
<p>Esa misma ley indica, en su <a href="https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2021-9347#a2-8">artículo 26</a>, que las administraciones públicas, en el ámbito de sus respectivas competencias, deberán proporcionar a las familias y a aquellas personas que convivan habitualmente con niños, niñas y adolescentes,
el apoyo necesario para prevenir desde la primera infancia factores de riesgo y fortalecer los factores de protección, así como apoyar la labor educativa y protectora de los progenitores o de quienes ejerzan funciones de tutela, guarda o acogimiento, para que puedan desarrollar adecuadamente su rol parental o tutelar.</p>
<h2>Menos desamparados</h2>
<p>Una de las medidas en el marco del sistema de protección que se puede adoptar es el <a href="https://www2.cruzroja.es/acogimiento-familiar/quieres-saber-mas">acogimiento familiar</a>, que se lleva a cabo en los casos en los que los menores no pueden vivir con sus familias biológicas debido a problemas de distintos tipos que hacen que esta convivencia les deje en una situación de riesgo o desamparo. </p>
<p>En ocasiones se considera que la mejor alternativa para un menor es su integración en un contexto familiar diferente al de su propia familia, bien sea de forma temporal o definitiva. El acogimiento es, por tanto, la medida de protección aplicable a estos menores que deben ser separados temporal o permanentemente de sus padres o tutores. </p>
<p>Con el acogimiento se pretende proporcionar al menor un entorno normalizado, estimulante, seguro y emocionalmente estable que favorezca el apego y la reparación del posible daño sufrido.</p>
<h2>Una atención durante tiempo determinado</h2>
<p><a href="http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/101113">El recurso del acogimiento familiar</a> proporciona al niño o niña una atención sustitutiva o complementaria durante un periodo de tiempo determinado, cuando su propia familia no puede atenderle y existe riesgo en el caso de permanecer en ella. </p>
<p>Es una medida de intervención orientada a garantizar el bienestar de los niños y niñas que carecen de un cuidado adecuado por parte de sus padres. Y surge como alternativa a la institucionalización del menor en un centro residencial, ofreciéndole un entorno lo más cercano a la familia convencional <a href="https://riuma.uma.es/xmlui/bitstream/handle/10630/9916/ResumenIsabelBernedo.pdf?sequence=1">por todos los beneficios</a>, sobre todo emocionales, que eso conlleva.</p>
<p>Con el <a href="https://www.savethechildren.es/sites/default/files/2022-01/Dossier_Gobiernos_Acogedores_DIC21.pdf">acogimiento familiar se pretende dotar a los menores del espacio seguro del que carecen en sus propias familias</a>, aun sabiendo que es una medida subsidiaria, ya que mientras se produce el acogimiento se trabaja con las familias biológicas para modificar, en la medida de los posible, las causas que provocaron el acogimiento.</p>
<p>Durante la infancia y la adolescencia es imprescindible que los entornos sean seguros, siendo estos los que respetan los derechos de los niños, promoviendo para ello un ambiente protector tanto físico, como psicológico y social.</p>
<p>Todo ello en aras del interés superior del menor, aquel que establece que las acciones y decisiones que afecten a los niños deben tener en cuenta su bienestar y desarrollo en primer lugar. </p>
<p>El interés superior del menor es el principio fundamental que debe regir siempre en la toma de decisiones que afecten a los menores, ya que todo menor tiene derecho a que su interés sea valorado y considerado como primordial en todas las acciones y decisiones que le conciernan, tanto en el ámbito público como privado. </p>
<p>Para ello, y como prioritario, se tendrá en cuenta la protección del derecho a la vida, supervivencia y desarrollo del menor y la satisfacción de sus necesidades básicas, tanto materiales, físicas y educativas como emocionales y afectivas. Tampoco se pueden perder de vista sus deseos, sentimientos y opiniones. Ni, por supuesto, su derecho a participar progresivamente, en función de su edad, madurez, desarrollo y evolución personal, en el proceso de determinación de su interés superior. </p>
<p>Figuras como el acogimiento familiar se desarrollan para garantizar el cumplimiento de los derechos del niño y proteger su integridad.</p>
<h2>Diferentes modalidades</h2>
<p>Existen <a href="https://www.mdsocialesa2030.gob.es/derechos-sociales/infancia-y-adolescencia/acogimiento-familiar.htm">diferentes modalidades de acogimiento</a> en función de la duración (temporal o permanente), la formalización (administrativa o judicial) o según el vínculo de las personas acogedoras (en familia extensa o familia ajena).</p>
<p>En la mayoría de los casos, el acogimiento se inicia de manera temporal, puesto que se prevé que la familia biológica pueda a volver a hacerse cargo del menor. No obstante, este tipo de acogimiento acaba siendo, también en la mayoría de los casos, permanente, porque las circunstancias familiares que llevaron al inicio del acogimiento o el interés superior indican que esta es la mejor opción para el bienestar del menor.</p>
<p>El acogimiento, por lo tanto, puede durar desde unas pocas semanas a toda la vida, permaneciendo el menor en la misma familia, incluso habiendo alcanzado la mayoría de edad.</p>
<p>En España, las competencias en materia de protección de menores se encuentran asumidas por las comunidades autónomas, de manera que son estas las que formalizarán el acogimiento familiar llegado el caso. </p>
<p>Igualmente, España tiene acuerdos de cooperación en materia de adopción y acogimiento familiar con varios países. Estos acuerdos establecen los términos y procedimientos para la adopción internacional y el acogimiento familiar transfronterizo cuando el menor proceda de un Estado miembro de la Unión Europea o de un Estado parte del Convenio de La Haya de 1996, siempre teniendo en cuenta la garantía y el respeto de los derechos de los menores.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/224592/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Neus Caparrós Civera no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El acogimiento familiar constituye una medida para proporcionar a los menores un entorno normalizado, estimulante y seguro.Neus Caparrós Civera, Profesora Titular de Trabajo Social y Servicios Sociales, Universidad de La RiojaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2229452024-03-14T18:05:57Z2024-03-14T18:05:57ZCómo criar a niños y adolescentes autónomos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/581044/original/file-20240311-16-t3t4px.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5906%2C3934&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/darkskinned-little-boy-bent-over-wearing-1756892684">Chomplearn / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La educación tiene como uno de sus pilares fundamentales el desarrollo de la autonomía personal. Un niño o niña autónomo es aquel que, dentro de las capacidades esperadas para su edad y contexto sociocultural, puede realizar por sí mismo tareas y actividades propias de su vida diaria, así como <a href="https://www.tandfonline.com/doi/pdf/10.1080/02103702.1982.10821934">desarrollar la capacidad de pensar críticamente</a>.</p>
<p>Por el contrario, un niño o niña con baja autonomía se caracteriza por ser dependiente, requiriendo ayuda constante, mostrando poca iniciativa y, en ocasiones, viviendo bajo una sobreprotección excesiva. La falta de hábitos de autonomía puede afectar negativamente el aprendizaje y las relaciones sociales. </p>
<p>A medida que un niño o niña progresa en su autonomía, también lo hace en su <a href="https://www.ceapa.es/wp-content/uploads/2021/03/C%C3%93MO-FOMENTAR-LA-AUTONOM%C3%8DA-Y-RESPONSABILIDAD-EN-NUESTROS-HIJOS-E-HIJAS.pdf">capacidad de aprendizaje y en sus relaciones con los demás</a>.</p>
<h2>Estilos de crianza</h2>
<p>El núcleo familiar es el primer escenario donde los niños comienzan su viaje hacia la interacción social. Es en este entorno cálido y familiar donde encuentran sus primeros modelos de aprendizaje, comienzan a desarrollar sus habilidades sociales y capacidades, y establecen vínculos socioemocionales que les brindarán la seguridad necesaria para desenvolverse en el mundo. Sin embargo, la familia <a href="http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pid=S1851-96362015000100002&script=sci_arttext">no es el único actor en la formación del individuo</a>. El sistema educativo y el entorno social también juegan un papel crucial en la socialización de los niños. </p>
<p>La familia, como primer espacio de socialización, tiene la responsabilidad de brindar a los niños las herramientas necesarias para desenvolverse con seguridad y autonomía en el mundo que lo rodea. Dentro de los <a href="https://www.apa.org/act/resources/espanol/crianza">estilos de crianza</a> que se pueden dar en las familias, se ha demostrado que el que mejor desarrolla la autonomía es el democrático. </p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/por-que-es-importante-no-sobreproteger-a-los-ninos-y-permitir-ciertos-riesgos-196735">Por qué es importante no sobreproteger a los niños y permitir ciertos riesgos</a>
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<p>Este estilo se caracteriza por padres, madres o adultos de referencia con autoridad, pero no autoritarios. Ser un padre o madre democrático significa ser capaz de establecer límites claros y razonables y de explicar las razones detrás de esos límites. En estas familias, los progenitores animan a sus hijos e hijas a participar en la toma de decisiones y a expresar sus opiniones a través del diálogo, la negociación y el respeto mutuo. </p>
<p><a href="http://repositorio.ucjc.edu/handle/20.500.12020/1217">Los estilos parentales autoritarios o centrados en el control</a> pueden tener efectos negativos en la autonomía, mientras que los estilos más próximos a una parentalidad positiva suelen promover un proceso fluido de desarrollo de la autonomía personal.</p>
<h2>Seis claves para criar a niños y niñas más autónomos</h2>
<p>La infancia es una etapa crucial en el desarrollo de la autonomía. Los niños y niñas que aprenden a ser independientes desde pequeños estarán mejor preparados para afrontar los retos de la vida adulta. Desde casa, podemos favorecer esta independencia si: </p>
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<li><p>Asignamos responsabilidades: encomendamos a nuestros hijos tareas acorde a su edad y capacidad. Podemos empezar con pequeñas acciones como ordenar sus juguetes, hacer su cama o preparar su mochila para el colegio. A medida que vayan creciendo, podemos aumentar la complejidad de las tareas.</p></li>
<li><p>Alimentamos la autoconfianza y confíamos en sus capacidades, demostrándole que creemos en ellos y en sus habilidades. Elogiemos sus logros, por pequeños que sean. Animémosles a seguir intentándolo incluso si cometen errores.</p></li>
<li><p>Ofrecemos herramientas y recursos que necesitan para realizar sus tareas. Podemos enseñarles cómo hacerlo paso a paso y con paciencia, y no preocuparnos si no lo hacen perfecto, lo importante es que aprendan y se esfuercen.</p></li>
<li><p>Les motivamos para la exploración, dejándoles que experimente por sí mismos y que investiguen sin miedo al fracaso, ya que es parte del aprendizaje. Podemos también animarles a probar cosas nuevas.</p></li>
<li><p>Establecemos límites claros y consistentes. Esto les ayudará a comprender las normas y a tomar decisiones responsables. Debemos explicar las razones de las normas y asegurarnos de que las comprenden.</p></li>
<li><p>Les permitimos tomar decisiones, ayudándoles en el proceso limitando las opciones. Por ejemplo, dejarles escoger su ropa. Podemos ofrecerles dos o tres opciones y que escojan la que prefieran.</p></li>
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<a href="https://theconversation.com/talentoso-vago-desordenado-el-efecto-de-las-etiquetas-en-el-desarrollo-de-la-personalidad-217937">'Talentoso', 'vago', 'desordenado': el efecto de las etiquetas en el desarrollo de la personalidad</a>
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<h2>La autonomía en la adolescencia</h2>
<p>La adolescencia no puede ser entendida como una etapa independiente. Es el momento en el que todo aquello que los niños han ido aprendiendo durante las etapas anteriores se pone en práctica. La autonomía es una de esas habilidades más relevantes en esta etapa pues el adolescente <a href="https://repositori.uic.es/bitstream/handle/20.500.12328/1099/Alonso%20Stuyck%2C%20Paloma%20et%20al._Demanda%20de%20autonom%C3%ADa_2017.pdf?sequence=1&isAllowed=y">exige un aumento de autonomía frente a la etapa anterior</a>. </p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/maneras-de-ser-padres-y-madres-y-su-influencia-en-la-adolescencia-192434">Maneras de ser padres y madres y su influencia en la adolescencia</a>
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<p>Fomentar la autonomía en adolescentes que presentan comportamientos desafiantes puede ser un reto, pero es importante para su desarrollo personal. Algunos de los consejos para lograrlo son:</p>
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<li><p>Mantener una comunicación abierta, dialogar con los adolescentes sobre sus intereses, preocupaciones y necesidades. Es importante que escuchemos con atención y sin juzgar. Podemos expresar nuestro punto de vista, de forma tranquila y respetuosa, aunque no estemos de acuerdo, pero es mejor evitar sermones o críticas. Es importante buscar el momento adecuado, aquel en el que el adolescente esté relajado y receptivo. Debemos comportarnos como adultos y saber que no se trata de dejarlo pasar sino de buscar la situación más propicia para hablarlo. </p></li>
<li><p>Establecer límites claros, consistentes y consensuados. Es importante evitar castigos arbitrarios o excesivos.</p></li>
<li><p>Brindar oportunidades para que puedan tomar decisiones, aunque estas no sean las que nosotros tomaríamos. Podemos darles apoyo y orientar pero sin imponer. La adolescencia es una etapa de exploración, intentar cosas nuevas y rebelión contra reglas familiares. </p></li>
<li><p>Delegar responsabilidades, especialmente aquellas relacionadas con las tareas del hogar. Confiar en que lo pueden hacer, reconociéndolo cuando es así y elogiándoles.</p></li>
<li><p>Fomentar la independencia animando a que realicen actividades por su cuenta.</p></li>
<li><p>Finalmente, ser pacientes y compresivos. La adolescencia es una etapa de transición y cambio y la clave en para fomentar la autonomía es la confianza y el respeto.</p></li>
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<p>Finalmente recordar que la <a href="https://schilesaludmental.cl/web/wp-content/uploads/2022/11/03-1-004-Hacia-el-intento-de-la-construccion-final-de-la-personalidad-durante-la-adolescencia..pdf">adolescencia</a> es una etapa de cambios tanto físicos y sociales como psicológicos. Cualquier problema en uno de estos ámbitos va afectar directamente a la relación familiar. Es recomendable acudir a un profesional que nos pueda ayudar en nuestro caso concreto si vemos que la situación no es manejable.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/222945/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Martina Ares Ferreirós es miembro de listas municipales de partido político. </span></em></p>Claves para una crianza basada en la autonomía de niños y adolescentes.Martina Ares Ferreirós, Profesora en el área de psicología del desarrollo, Universidade de VigoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2210342024-02-27T20:51:40Z2024-02-27T20:51:40Z¿Cuándo es necesario ayudar a los niños a socializar?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/577921/original/file-20240226-24-ihj4ej.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5802%2C3817&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/little-girl-sitting-lonely-watching-friends-1066839968">eerawat Anothaistaporn/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Pablo tiene 8 años. Sus compañeros de clase, al principio, intentaron incluirlo en la pandilla. Pero al notar que Pablo no seguía las normas en los juegos, comenzaron a alejarse.</p>
<p>En el patio, cuando los niños se dividen en grupos para jugar, Pablo con frecuencia se encuentra solo, sin nadie con quien compartir sus momentos de recreo. A menudo es ignorado en los cumpleaños de sus compañeros, porque en una ocasión rompió la piñata y temen que pueda repetirse. </p>
<p>La falta de habilidades sociales de Pablo también se refleja en su incapacidad para reconocer las señales de otros niños cuando quieren compartir algo o expresar sus emociones.</p>
<h2>Reconocer las señales sociales</h2>
<p>Tareas cotidianas y tan habituales en el patio de la escuela como, por ejemplo, compartir o turnarse, que dependen de reconocer señales sociales, no son igual de obvias o sencillas para todo el mundo. Hay personas, como Pablo, que fallan en estas interacciones sociales básicas, lo que les puede llevar al aislamiento de sus compañeros, generando dificultades para hacer o conservar amigos y amigas.</p>
<p>Estas <a href="https://psicologiayeducacion.uic.mx/index.php/1/article/view/139">dificultades sociales</a> pueden causar dolor y vergüenza. Cuando se trata de niños y adolescentes, sus progenitores se angustian al no saber cómo ayudar. Todos necesitamos sentirnos queridos, amados, respetados y aceptados… Las decepciones sociales pueden hacer que nos sintamos aislados, impotentes, tristes, enojados o rechazados.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/el-rechazo-en-la-escuela-cuando-no-gustar-al-grupo-se-cronifica-176267">El rechazo en la escuela: cuando no gustar al grupo se cronifica</a>
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<h2>¿Qué son las habilidades sociales?</h2>
<p>Ser socialmente competente requiere una gran variedad de habilidades, y no se limita a un único estilo de personalidad o comportamiento. Un niño o niña socialmente competente puede adoptar diferentes enfoques según la situación y las necesidades del entorno. En la etapa infantil y juvenil, se puede establecer si un niño o joven <a href="https://www.routledge.com/Executive-Function-Development-Across-the-Life-Span/Wiebe-Karbach/p/book/9781138655553">es socialmente competente</a>. Para ello debe cumplir una serie de requisitos: </p>
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<li><p>Reconoce la importancia del lenguaje corporal y la comunicación no verbal.</p></li>
<li><p>Puede controlar sus emociones e impulsos. </p></li>
<li><p>Tiene capacidad para analizar situaciones y comprender los puntos de vista de otras personas.</p></li>
<li><p>Demuestra flexibilidad ante cambios de planes y circunstancias imprevistas.</p></li>
<li><p>Puede predecir lo que sucederá en función de sus palabras y acciones.</p></li>
<li><p>Puede responsabilizarse de sus actos.</p></li>
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<p>Todas estas habilidades se desarrollan de manera progresiva a lo largo de la infancia y la adolescencia. Los niños pequeños, por ejemplo, pueden tener dificultades para controlar impulsos debido a su inmadurez. Si quieren un juguete que no es suyo pueden cogerlo sin pedir permiso al dueño del mismo. A medida que crecen y maduran, mejoran en estas habilidades, y antes de coger un juguete que no es suyo y que les gusta serán capaces de pedirlo por favor.</p>
<h2>Funciones ejecutivas y su desarrollo</h2>
<p>Llamamos funciones ejecutivas a un conjunto de habilidades cognitivas y neuropsicológicas que son necesarias para planificar, organizar, iniciar, dirigir y controlar comportamientos y tareas con el objetivo de alcanzar metas. Estas habilidades son esenciales para el funcionamiento ejecutivo del cerebro y están involucradas en procesos mentales superiores que nos permiten gestionar nuestra vida diaria de manera eficiente.</p>
<p>Las funciones ejecutivas, que anatómicamente están asociadas principalmente con regiones de la corteza prefrontal del cerebro, incluyen diferentes dimensiones: </p>
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<li><p><strong>Inhibición:</strong> Capacidad de controlar impulsos y detener respuestas automáticas inapropiadas. </p></li>
<li><p><strong>Flexibilidad cognitiva:</strong> Habilidad para cambiar el enfoque mental y adaptarse a nuevas situaciones o demandas. </p></li>
<li><p><strong>Memoria de trabajo:</strong> Capacidad de retener y manipular información en la mente durante un breve periodo. </p></li>
<li><p><strong>Planificación y organización:</strong> Habilidad para desarrollar un plan de acción, organizar tareas y llevar a cabo una secuencia de pasos de manera efectiva. </p></li>
<li><p><strong>Autocontrol emocional:</strong> Capacidad de regular las emociones y mantener la calma en situaciones desafiantes. </p></li>
<li><p><strong>Iniciación y finalización de tareas:</strong> Capacidad de comenzar una tarea de manera eficiente y llevarla a cabo hasta su finalización.</p></li>
</ol>
<p>Hablamos de que existen disfunciones ejecutivas cuando aparecen dificultades en una o más de estas dimensiones, pudiendo interferir en la capacidad de una persona para funcionar de manera efectiva en la vida diaria. </p>
<p>Estas dificultades pueden manifestarse en diferentes trastornos del neurodesarrollo, entre ellos el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), trastornos del espectro autista (TEA) y lesiones cerebrales.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/por-que-se-portan-mal-los-ninos-cuando-estan-cansados-192763">Por qué se portan mal los niños cuando están cansados</a>
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<h2>Qué supone la disfunción ejecutiva</h2>
<p>Las investigaciones <a href="https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80247939009">muestran</a> que los niños y adolescentes con disfunción ejecutiva tienen más probabilidades de involucrarse en comportamientos socialmente inaceptables.</p>
<p>Pero las habilidades sociales, al igual que las habilidades académicas, pueden enseñarse explícitamente. Estos son <a href="https://www.routledge.com/Promoting-Executive-Function-in-the-Classroom/Meltzer/p/book/9781606236161">algunos consejos</a>, <a href="https://www.routledge.com/Executive-Function-in-Education-From-Theory-to-Practice/Meltzer/p/book/9781462534531">para ayudar</a> a los niños y adolescentes con dificultades. </p>
<p><strong>1. Analizar, conversar y empatizar</strong></p>
<p>Para abordar la resolución de problemas y discusiones, podemos seguir los siguientes pasos:</p>
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<li><p>Determinar la causa del problema. Observemos a los niños y niñas en diversas situaciones sociales (aulas, entrenamiento, juegos libres, fiestas de cumpleaños). </p></li>
<li><p>Observar y anotar tanto las fortalezas como las debilidades sociales.</p></li>
<li><p>Iniciar una conversación con ellos. Hacerles preguntas que demuestren que valoramos la percepción que la otra persona tiene del problema. Escucharlos, comprender su perspectiva y reconocer su dolor, enojo y sentimientos de tristeza.</p></li>
<li><p>Juntos, decidir formas alternativas de manejar situaciones similares en el futuro.</p></li>
<li><p>Animarles a practicar comportamientos alternativos con usted. </p></li>
<li><p>Contar qué pasó después de que tuvimos la oportunidad de discutir acciones alternativas en una situación de la vida real para verificar: ¿las cosas están mejor esta vez? Si no, ¿qué más puedes probar?</p></li>
</ol>
<p><strong>2. Enseñar usando señales</strong></p>
<p>Podemos diseñar señales simples que les permitan saber que necesitan detener o cambiar su comportamiento en una situación determinada. Por ejemplo, si sabemos cuándo dejar de hablar de un tema porque el oyente muestra desinterés, llamar su atención con cuidado tocándonos la nariz con el dedo índice o cruzando los brazos. </p>
<p><strong>3. Generalizar habilidades</strong></p>
<p>Ampliar las situaciones que requieren una habilidad particular para que sean más aplicables en general. Por ejemplo: “Hiciste un gran trabajo manejando tu enojo cuando tu hermano tomó prestados tus patines sin preguntar”. Esto ayuda a los niños y niñas que luchan con la flexibilidad cognitiva a aprender cómo aplicar comportamientos en diferentes situaciones.</p>
<p><strong>4. Tener la mente abierta, incluso cuando es difícil</strong></p>
<p>Puede resultar complicado permanecer neutrales cuando escuchamos a los niños y niñas quejarse de un trato “injusto”. Sin embargo, es importante abrirse, expresar sus inquietudes y ofrecer ayuda. </p>
<p>Por ejemplo, en lugar de decir “¿Por qué seguiste interrumpiendo?”, podemos preguntar “¿Crees que habría ayudado si le hubieras permitido terminar su historia?” </p>
<p><strong>5. Estar ahí</strong></p>
<p>Quizás lo más importante sea el estímulo y el apoyo constantes y continuos. Reconocer incluso las pequeñas mejoras y fortalecerlas. Los niños y adolescentes con problemas sociales tienden a tener una baja autoestima. Sin embargo, tampoco podemos hacer demasiados elogios, ya que pueden darse cuenta de la falta de sinceridad. </p>
<h2>Un regalo para toda la vida</h2>
<p>Las habilidades sociales impactan en casi todos los aspectos de la vida (académica, personal o laboral). El tiempo y el esfuerzo que dediquemos a ayudar a nuestros hijos será un regalo que durará toda su vida. Verlos desarrollar mejores habilidades sociales y establecer relacionales exitosas puede ser una de las experiencias más gratificantes en la crianza de los hijos e hijas para los padres y madres.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/221034/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Esperanza Bausela no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Las habilidades sociales dependen de la función ejecutiva; cuando aparecen problemas de desarrollo, podemos ayudar a los niños a mejorar en ellas.Esperanza Bausela, Titular de Universidad de Psicología Evolutiva y de la Educación, Universidad Pública de NavarraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2232632024-02-19T20:40:50Z2024-02-19T20:40:50ZLo que descubrimos de las familias medievales gracias a la antropología biológica y a la genética<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/575679/original/file-20240214-24-4kthss.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">El gran retrato de Anne Clifford, atribuido a Jan van Belcamp (1610-1653).</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:TheGreatPicture_AnneClifford_1646_ByJanVanBelcamp.PNG">Wikimedia Commons</a></span></figcaption></figure><p>Los seres humanos siempre se han organizado <a href="https://books.google.es/books/about/The_Family.html?id=_RAsmGfZitwC&redir_esc=y">en grupos familiares</a>, siendo las relaciones de parentesco <a href="https://doi.org/10.3390/genealogy5040098">una experiencia humana prácticamente universal</a>. Sin embargo, los conceptos de “familia” y de “vínculo familiar” <a href="https://www.jstor.org/stable/43956798">no lo han sido</a>, ni en el espacio ni en el tiempo. </p>
<p>A lo largo de la historia, la idea de “<em>familia</em>” ha ido cambiando. En las sociedades prehistóricas, por ejemplo, la arqueología y la antropología indican que eran organizaciones presumiblemente matriarcales. Pero <a href="https://doi.org/10.3390/genealogy5040098">es complicado seguir los registros de las familias</a>. La arqueogenética ha indicado que muchas veces miembros con material genético diferente compartieron tumbas, indicando así que tenían un vínculo –familiar o social– que no era biológico. </p>
<p>Igualmente, en las culturas actuales, en la mayoría de los países occidentales europeos, <a href="https://www.berghahnbooks.com/title/BamfordKinship">el concepto de familia puede ser social</a> o biológico. </p>
<h2>La familia medieval</h2>
<p>A pesar de las profundas diferencias entre la alta sociedad y quienes carecían de recursos, entre las zonas urbanas y las zonas rurales, en general, el modelo familiar en la Edad Media era bastante parecido. La familia se basaba normalmente en la tradición y la biología. La sociedad de la “vieja Europa cristiana” era una sociedad estructurada, hasta cierto punto, en torno a linajes o lazos de parentesco. </p>
<p>Hacia finales del siglo XI, principios del XII, comenzó a ser más frecuente un contrato seguido de una ceremonia entre los individuos: el matrimonio. Este se hizo obligatorio a partir del siglo XVI <a href="http://www.conoze.com/doc.php?doc=5303">con el Concilio de Trento</a>. </p>
<p>La propia Iglesia Católica en Occidente <a href="https://books.google.es/books/about/A_idade_m%C3%A9dia.html?id=IFqkOgAACAAJ&redir_esc=y%C3%A7">contribuyó</a> en cierta forma a la importancia de la familia en la sociedad, implantando normas para la constitución de lo que podría llamarse “la verdadera familia”. Como ejemplo, <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2988115">se puede citar la regla</a> que indicaba que “el matrimonio debía ser exogámico”, dificultando así los casos de incesto y permitiendo la circulación de riquezas entre diferentes familias. </p>
<p>Además, es curioso mencionar el interés medieval por la genealogía. En el siglo XI empieza a surgir una atracción creciente por la familia de Jesucristo. Esto lleva a varios eruditos cristianos medievales a validar la genealogía de sus antepasados y <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4977897">representar a la familia de Jesucristo como un árbol</a>. Esto adoptaría más tarde la forma de “árbol genealógico”.</p>
<p>Vemos que, mientras que se le da un papel importante a las cuestiones biológicas y a la genealogía, el parentesco social también adquiere un valor considerable. </p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/576006/original/file-20240215-18-pr6m3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Pintura medieval de una banquete al que acuden muchas personas." src="https://images.theconversation.com/files/576006/original/file-20240215-18-pr6m3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/576006/original/file-20240215-18-pr6m3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=928&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/576006/original/file-20240215-18-pr6m3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=928&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/576006/original/file-20240215-18-pr6m3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=928&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/576006/original/file-20240215-18-pr6m3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1166&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/576006/original/file-20240215-18-pr6m3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1166&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/576006/original/file-20240215-18-pr6m3y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1166&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption"><em>Las muy ricas horas del Duque de Berry</em>, de los Hermanos Limbourg (s. XV).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Les_Tr%C3%A8s_Riches_Heures_du_duc_de_Berry_Janvier.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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<p>Pertenecer a una “casa” (del inglés “house of”), fuese por nacimiento o por adopción, puede parecer <a href="https://theconversation.com/la-casa-usher-de-edgar-allan-poe-vuelve-a-levantarse-215282">algo típico de una serie o una película</a>. Sin embargo, era una realidad con profundas repercusiones. Podía incluso significar heredar un imperio. Ejemplo de ellos son las conocidas “casa de Windsor” o “casa de Wessex”, y, en España, la “casa de Trastámara”, la “casa de Aragón”, la “casa de Borgoña”, la “casa Borbón”, entre otras. </p>
<p>Además, en el periodo medieval, la “familia” y el “estar emparentado con” <a href="https://www.researchgate.net/publication/281294038_Burial_Treatment_Based_on_Kinship">eran características</a> que podían estructurar los matrimonios, determinar herederos e incluso afectar dónde o con quién se enterraba un individuo. </p>
<h2>Analizando los restos biológicos</h2>
<p>Como analizamos en <a href="https://www.mdpi.com/2313-5778/8/1/20">un estudio que acaba de publicarse</a>, la Antropología Biológica es uno de los campos que ha permitido entender la dinámica de las familias a lo largo de la Historia. Por ejemplo, el estudio de la movilidad de las poblaciones es una de las formas de comprender esa dinámica. Permite observar el flujo migratorio en los diferentes niveles sociales, analizando cómo se realizaba, por ejemplo, el nuevo tipo de contrato medieval: el matrimonio. También el estudio de la dieta permite entender la organización familiar en las distintas sociedades medievales. ¿Quién se alimentaba mejor? ¿Los niños? ¿El padre? </p>
<p>A nivel genético, cada vez se desarrollan más proyectos en torno a la comprensión del funcionamiento de las sociedades europeas medievales. </p>
<p>Por ejemplo, al hallar las <a href="https://doi.org/10.1016/j.fsigen.2022.102718">tumbas múltiples</a>, el estudio genético permite saber si los individuos que fueron enterrados juntos <a href="https://doi.org/10.1016/j.jasrep.2018.06.017">estaban o no emparentados</a>. En el caso de no estarlo, se abre un interesante abanico de hipótesis, como es el caso de la adopción. Un abanico muy amplio, por varias razones.</p>
<p>En la época medieval los individuos cristianos tenían el derecho a ser enterrados solos, en tumbas individuales. Cuando estaban enterrados juntos normalmente era por vínculos familiares o matrimoniales. Pero si al realizar un estudio genético se verifica que, por ejemplo, un adulto y un niño sin vínculo biológico han sido enterrados juntos, no podemos asumir automáticamente que este último fuese “adoptado” según el concepto actual. </p>
<p>Es cierto que si el niño no tuviera una relación importante con el adulto no estaría “en su tumba”. Ahora bien, es posible que esos niños muchas veces <em>no</em> fuesen adoptados y que hubiesen sido enterrados junto a sus padres, por ejemplo, sin que estos supieran que <em>no</em> eran sus hijos. </p>
<p>Es decir, los estudios actuales genéticos pueden determinar discrepancias en el linaje biológico –y el linaje era muy importante en esa época–. Pero se necesita otro tipo de estudios y documentación para certificar si hubo infidelidades o si esa persona era consciente de no compartir material genético con alguno de sus descendientes; el estudio genético por sí mismo no puede determinar si era una adopción o desconocimiento. </p>
<p>Un ejemplo interesante, relacionado con la genética, la familia y los parentescos, es el <a href="https://www.bbc.com/news/uk-england-leicestershire-31642375">del rey inglés Ricardo III</a>, el ultimo monarca de la casa de York y de la dinastía Plantagenet. A través del estudio de sus descendientes reconocidos actuales fue posible identificar los restos de un esqueleto humano y concluir que eran del monarca, desaparecido en la batalla de Bosworth en 1485. También, al hacer un estudio de su linaje, se descubrió que había material genético diferente en personas que se habían considerado descendientes biológicos. </p>
<p>El concepto de familia es difícil de encajar en una única definición, habiendo ocupado un lugar central en la vida medieval. Muchas tradiciones y costumbres adquiridas entonces han tenido una profunda repercusión y permanecen intocables hasta la actualidad. El ritual del matrimonio y el propio concepto de “familia” son ejemplos de ello. </p>
<p>Entender que un individuo pudo ser enterrado con otro no porque fuera su hijo biológico sino porque tenían un vínculo social nos lleva a comprender el funcionamiento de una época de la que disponemos de una cantidad considerable de información escrita, pero donde la información bioarqueológica sigue siendo muy escasa.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/223263/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Cláudia F. Lopes Gomes no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>¿Cómo eran las familias antes de la Edad Media? ¿Qué cambió en esa época? Y, sobre todo, ¿cómo lo hemos sabido?Cláudia F. Lopes Gomes, Assistant Professor at Faculty of Medicine, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2209282024-02-14T21:34:38Z2024-02-14T21:34:38ZEn España ya hay dos millones de familias monoparentales, casi todas encabezadas por mujeres<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/575714/original/file-20240214-21-qh41nl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=370%2C77%2C5216%2C3500&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/mother-twin-girls-walking-forest-230078137">TunedIn by Westend61/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Una familia monoparental es aquella constituida por una persona adulta y su progenie a cargo. <a href="https://roderic.uv.es/items/88bd4653-1c21-46fb-b49a-7a5c8123217b">Algunos autores señalan</a> que para hablar de familia monoparental se necesita identificar un hogar gestionado por una sola persona adulta sin el apoyo de una pareja de hecho, con la existencia de uno o más menores a cargo de la misma y una dinámica familiar entre la persona adulta y la menor derivada de su régimen de convivencia.</p>
<p>Existen diferentes “vías de entrada” a la monoparentalidad. Según el estado civil de la persona adulta nos encontramos con familias monoparentales derivadas de la maternidad en solitario (sea esta por causa sobrevenida o por elección propia); con personas divorciadas o separadas (legalmente o de hecho); con personas viudas o parejas de desaparecidos y con personas abandonadas que se han visto forzadas a asumir sus responsabilidades parentales en solitario.</p>
<p>También existe una <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7964356">vía de entrada jurídica</a> a la monoparentalidad cuando una persona adulta decide adoptar y asumir la crianza en solitario de su hijo/a(s). </p>
<p>En ocasiones se habla de monoparentalidad “temporal” en aquellos casos en los que se producen situaciones sociales con largas ausencias por parte de uno de las personas progenitoras o tutoras –por emigración u hospitalización prolongada, por ejemplo–, dejando a la otra sola con la responsabilidad completa de sus hijos o hijas a cargo.</p>
<h2>No hay una sola norma en España</h2>
<p>No existe unanimidad para determinar hasta qué edad los y las hijas deben ser consideradas “a cargo” para que no se extinga la familia monoparental, ya que no existe una única norma estatal en España que uniformice esta tipología familiar. </p>
<p>Es común señalar que los y las hijas con discapacidad igual o mayor al 33 % no extinguen nunca la familia monoparental. El resto deben ser menores de 21 años o de 25 años si estudian, o de 26 años si viven en Aragón y Navarra. </p>
<p>En las comunidades autónomas donde hay una norma específica se coincide en señalar la obligatoriedad de que la progenie y la persona adulta convivan, que los y las hijas dependan económicamente de la persona adulta, que los y las hijas no se hayan casado <a href="https://revistas.um.es/azarbe/article/view/546851">y que la persona adulta no constituya una pareja estable</a>.</p>
<p>Las familias monoparentales han existido siempre, pero no por voluntad propia, y muchas de ellas sufrían hace años una mayor sanción social. </p>
<p>Hoy en día, tras profundos cambios sociales, en especial en relación con el rol social de las mujeres en nuestra sociedad, muchas familias monoparentales se constituyen por elección propia tras un divorcio o una separación o por un embarazo (o adopción) elegido en solitario.</p>
<p>La última <a href="https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176952&menu=resultados&idp=1254735572981">Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2020)</a> pone en relevancia la disminución del tamaño de los hogares y un aumento de los tipos. Hay que matizar que esta encuesta mide hogares (personas que residen en una misma vivienda), no “vínculos familiares” en el sentido extenso y diverso de la palabra.</p>
<h2>Casi dos millones de familias</h2>
<p>En lo que corresponde a los hogares monoparentales formados por una persona adulta y su progenie, se han identificado 1 944 800 de hogares en España, lo que supone el 10,4 % del total de los hogares. </p>
<p>El 81,4 % de estos hogares monoparentales están encabezados por mujeres. </p>
<p>El 40 % de estos hogares están compuestos por personas adultas separadas o divorciadas con sus hijos e hijas, seguidos en un 37 % por personas viudas con sus descendientes. </p>
<p>En tercer lugar (con un 14,7 % sobre el total de hogares monoparentales) tendríamos aquellos hogares encabezados por personas solteras, que son fundamentalmente mujeres con hijos/as.</p>
<p>Desde el año 2013, los hogares monoparentales han crecido de forma significativa, en un 13,9 %. Pero detrás de este dato global hay otro más relevante: son especialmente los hogares monoparentales de personas solteras los que crecen (en un 31,6 %), así como los hogares monoparentales compuestos por personas separadas y divorciadas (en más de un 28,6 %). </p>
<p>En cambio, los hogares compuestos por personas viudas y sus hijos/as han descendido de manera rotunda en estos últimos años. </p>
<p>En la actualidad estamos, por tanto, ante una transformación social en la que son unos tipos de hogares monoparentales los que crecen frente a otros. </p>
<p>De modo general, en este tipo de hogares una única persona adulta debe conciliar la vida laboral y familiar, cubrir las necesidades económicas, asumir la crianza y la educación y tomar todas las decisiones relevantes respecto de sus hijos/as. </p>
<p>Además, los hogares monoparentales encabezados por mujeres poseen mayores índices de precariedad laboral <a href="https://www.inmujeres.gob.es/actualidad/noticias/2021/Marzo/EstudioFamiliasMono.htm">que comporta mayores niveles de pobreza</a>.</p>
<h2>¿Más beneficios y ayudas que las demás?</h2>
<p>Todo ello explica que los hogares monoparentales tengan acceso a beneficios y ayudas. Entre otras, prestación por hijos/as a cargo, bonificación del 45 % de las cuotas de la seguridad social por la contratación de cuidadoras familiares (en el caso de familias numerosas monoparentales), deducciones en Hacienda, ayudas al alquiler de vivienda o posibilidad de reclamar al <a href="https://www.portalclasespasivas.gob.es/sitios/clasespasivas/es-es/pensionesprestaciones/anticipospensionesalimenticias/paginas/anticipopensionesalimenticias.aspx">Fondo de garantía del pago de alimentos</a>.</p>
<p>Se espera que la futura <a href="https://www.congreso.es/public_oficiales/L14/CONG/BOCG/A/BOCG-14-A-151-1.PDF">Ley de familias</a>, cuyo Proyecto de Ley fue aprobado por el Congreso el 14 de abril de 2023, homogeneice en todo el territorio español la condición de familia monoparental y sus derechos.</p>
<h2>La situación en Europa</h2>
<p>En Europa, la existencia del divorcio y de modelos familiares más diversificados desde décadas antes que en España supuso también un mayor porcentaje de familias monoparentales. </p>
<p>Se estima que, en general, su número triplica el español, pero al igual que en España, su cómputo es complejo ya que, estadísticamente, en los diferentes países europeos solo se identifican hogares y no “familias” monoparentales. Además, existen diferencias entre países con respecto a cómo conceptualizarlas en relación con la edad de los hijos/as y con su dependencia económica. </p>
<p>En todo caso, en Europa se replican características comunes en este tipo de familias: un mayor número de monoparentalidad femenina y una mayor vulnerabilidad a la pobreza y a la exclusión social que otras familias. </p>
<p>Al igual que en España, la mayoría de estos países piden una ley que las identifique como tales y la trasposición en todos ellos de la <a href="https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=DOUE-L-2019-81171">Directiva 2019/1158 del Parlamento Europeo y del Consejo de 20 de Junio de 2019</a> relativa a la conciliación de la vida familiar y la vida profesional de los progenitores y los cuidadores. Las políticas sociales de los países europeos <a href="https://uvadoc.uva.es/bitstream/handle/10324/59774/tesis%20publicable%202.pdf?sequence=1&isAllowed=y">deben afrontar las dificultades</a>, en especial económicas, de la monoparentalidad.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/220928/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Más de un 10 % de los hogares en España son monoparentales y por encima del 80 % están encabezados por mujeres. La realidad de la monoparentalidad ha transformado las familias en los últimos años.Iria Vázquez Silva, Profesora Ayudante doctora de Sociología, especialista en Estudios de Género, Universidade de VigoCarmen Verde-Diego, Profesora Titular de Universidad en Trabajo Social, Universidade de VigoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2125472024-02-05T15:07:02Z2024-02-05T15:07:02ZSolo en casa: desde qué edad es legal (y conveniente) que los menores estén sin adultos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/572780/original/file-20240201-29-v70msg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=24%2C0%2C5431%2C3628&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/blurry-little-boy-standing-alone-window-413922862">Shutterstock / Pikul Noorod</a></span></figcaption></figure><p>Los horarios laborales y las múltiples actividades que absorben a los padres y madres de familia fuera del hogar hacen que muchos se planteen esta pregunta: ¿cuándo es correcto, o incluso legal, que mi hijo o hija se queden solos en casa? </p>
<p>Responderla requiere tener en cuenta la legislación vigente, pero sería insuficiente quedarse solo en esos datos. Es preciso ir más allá, y plantearse otras cuestiones, en el campo educativo y de las relaciones familiares, que ayuden a los padres y madres a tomar las decisiones adecuadas.</p>
<h2>Los mínimos marcados por la ley</h2>
<p>Aunque los expertos recomiendan que el momento “solo en casa” no llegue antes de los <a href="https://www.healthychildren.org/Spanish/safety-prevention/at-home/Paginas/Is-Your-Child-Ready-To-Stay-Home-Alone.aspx">nueve o diez años</a>, la ley no es tan clara. La ley española, por ejemplo, no establece una edad mínima para que los padres puedan dejar legalmente a sus hijos menores solos en casa. El Código Civil se limita a establecer lo que se denomina <a href="https://noticias.juridicas.com/external/nj_masterunizar/cc.l1t7.html#:%7E:text=Art%C3%ADculo%20172.&text=Se%20considera%20como%20situaci%C3%B3n%20de,necesaria%20asistencia%20moral%20o%20material.">“situación de desamparo”</a>, que es aquella que se produce por el incumplimiento de los deberes de protección de menores, quedando estos privados de la necesaria asistencia moral o material.</p>
<p>Por su parte, <a href="https://www.oas.org/dil/esp/Articulos_227_a_233_Codigo_Penal_Espana.pdf">el artículo 229 del Código Penal</a> sanciona el abandono de un menor con la privación de libertad, la cual se agrava cuando se ha puesto en peligro la vida o la salud del menor. Llama la atención que en cambio la reciente <a href="https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-2023-7936">ley del bienestar animal</a> haya determinado con bastante detalle el tiempo que no se puede dejar sola a una mascota.</p>
<h2>Los niños de la llave</h2>
<p>La realidad es que el <a href="https://www.fundacionmapfre.org/publicaciones/todas/informe-accidentes-en-la-poblacion-infantil-espanola/">informe sobre Accidentes en la población infantil española</a> señala que el 9,1 % de los menores de 12 años se quedan solos en casa. Y de ellos, un 5 % tiene menos de cuatro años. Un <a href="https://educowebmedia.blob.core.windows.net/educowebmedia/educospain/media/documentos/Prensa/Publicaciones/informe_nativoscrisis_educo_2017.pdf">informe de la ONG Educo</a> calculaba que en España había en 2017 más de medio millón de niños de entre 6 y 13 años solos en sus casas durante largos espacios de tiempo. </p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/asi-afecta-el-entorno-fisico-social-y-familiar-a-la-salud-mental-infantil-172074">Así afecta el entorno físico, social y familiar a la salud mental infantil</a>
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<p>Se les conoce como “los niños de la llave” y su número ha ido en aumento de forma alarmante <a href="https://solidaridadintergeneracional.es/wp/en-espana-580-000-ninos-de-la-llave-de-entre-6-y-13-anos-se-quedan-solos-por-las-tardes/">en los últimos años</a>. Se les llama así porque disponen de una llave para entrar y salir de casa. Salen del colegio y nadie les espera a la salida. Se dirigen solos a su casa para pasar allí la tarde. ¿Por qué? La razón por la que estos niños están solos no siempre es el desamparo o la negligencia: el informe de Educo afirma que las razones de esta situación pasan por una situación económica y laboral de precariedad con escaso apoyo familiar y social.</p>
<h2>Un problema en todo el mundo</h2>
<p>España no es el único país afectado por este problema, niños de todo el mundo han de enfrentarse a la soledad de las tardes en casa o al cuidado de hermanos pequeños mientras sus padres trabajan. Una encuesta publicada por <a href="http://www.afterschoolalliance.org/AA3PM/">Afterschool Alliance </a>(America After 3 PM) revelaba que en 2022 casi 7,7 millones de escolares estadounidenses pasaban las tardes solos.</p>
<p>Resultan también preocupantes los problemas psicológicos y afectivos que puede generar esta situación. De hecho, los niños y niñas se resienten sobre todo de la soledad y del aburrimiento, llegando a tener la sensación de que importan poco a sus padres, o incluso de que no les quieren.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/como-lograr-la-conciliacion-laboral-y-personal-estrategias-desde-la-perspectiva-neurocientifica-213480">¿Cómo lograr la conciliación laboral y personal? Estrategias desde la perspectiva neurocientífica</a>
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<h2>El valor del tiempo compartido con los hijos</h2>
<p>Ante esta realidad, donde algunos niños y niñas se enfrentan a una soledad y responsabilidad prematuras, es esencial no solo reflexionar sobre las exigencias legales mínimas, sino también reconocer el tiempo compartido entre padres e hijos como una auténtica inversión en su bienestar emocional, construyendo vínculos sólidos, así como habilidades sociales que tienden a perdurar lo largo de su vida. Este tiempo compartido no solo impacta en la seguridad y el afecto recibido, sino que también parece tener un impacto positivo en <a href="https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/0001699315572159">los resultados académicos</a>.</p>
<p>No obstante, al abordar la cuestión del tiempo, hemos caído en la tentación de pensar que solo el tiempo de calidad es aquel verdaderamente importante. Aquel tiempo donde proyectamos nuestra atención al otro: el momento del cuento, del baño, del masaje antes de ir a dormir, o de una conversación con cierta relevancia. </p>
<p>Si bien es innegable que el tiempo de calidad es crucial, los expertos nos advierten que no debemos menospreciar <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/jomf.12170">la cantidad de tiempo</a> que pasemos con ellos, en su presencia. De hecho, este tiempo es fundamental. El tiempo de cantidad es aquel en el que estamos disponibles en casa para nuestros hijos, aunque no estemos interactuando directamente con ellos. Es estar ahí, simplemente.</p>
<p>El psicólogo británico americano <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Michael_Lamb_(psychologist)">Michael Lamb</a>, en su influyente libro <a href="https://www.wiley.com/en-gb/The+Role+of+the+Father+in+Child+Development%252C+5th+Edition-p-9780470599969">sobre la paternidad</a>, ya indicó que la involucración parental tiene tres grandes dimensiones: </p>
<ol>
<li><p>La disponibilidad (cantidad de tiempo). </p></li>
<li><p>La interacción (calidad de tiempo). </p></li>
<li><p>Y la responsabilidad (ser garantes últimos del desarrollo y protección de nuestros hijos). </p></li>
</ol>
<p>Por lo tanto, y aun siendo cierto que las familias sufrimos una falta de tiempo que nos lleva a dar prioridad al tiempo de calidad, debemos recuperar la idea del tiempo de cantidad.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/572779/original/file-20240201-25-pe8co2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=20%2C20%2C6689%2C4426&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/572779/original/file-20240201-25-pe8co2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=20%2C20%2C6689%2C4426&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/572779/original/file-20240201-25-pe8co2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/572779/original/file-20240201-25-pe8co2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/572779/original/file-20240201-25-pe8co2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/572779/original/file-20240201-25-pe8co2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/572779/original/file-20240201-25-pe8co2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/572779/original/file-20240201-25-pe8co2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/little-boy-trying-reach-out-pasta-1837724398">Shutterstock / Pixel-Shot</a></span>
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</figure>
<h2>Una reflexión conjunta</h2>
<p>Son muchos los riesgos y pocas las políticas que ayudan a conciliar a familias, especialmente aquellas con bajos recursos. No obstante, es necesaria una reflexión política, social y familiar para evitar las posibles consecuencias de la realidad de los “niños de la llave”. </p>
<p>Nosotros proponemos que, al tiempo que seguimos investigando sobre el posible impacto psicológico y afectivo que estar solos puede causar en estos niños (pues comprendiendo los efectos podemos desarrollar intervenciones más específicas), como sociedad reflexionemos de manera profunda sobre esta nueva realidad. </p>
<p>Mientras esto sucede, tenemos la oportunidad de revalorizar la parte cuantitativa del tiempo en familia. A pesar de las limitaciones de tiempo de las familias actuales, es importante recuperar la importancia del estar ahí aunque no sea con atención completa. La disponibilidad de los padres y padres para sus hijos, incluso cuando no hay interacción directa, es esencial en la construcción de vínculos sólidos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/212547/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Marc Grau-Grau recibe fondos de la Cátedra Childcare & Family Policies Fundación Joaquim Molins Figueras.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Montserrat Gas Aixendri recibe fondos de la Cátedra Childcare & Family Policies Fundación Joaquim Molins Figueras.</span></em></p>Los horarios laborales y las múltiples actividades hacen que muchos padres y madres se planteen cuándo es correcto o legal que sus hijos menores se queden solos en casa.Marc Grau-Grau, Profesor contratado doctor y vicedecano de la Facultad Ciencias de la Educación e Investigador y coordinador de la Cátedra Joaquim Molins Figueras Childcare and Family Policies, Universitat Internacional de CatalunyaMontserrat Gas Aixendri, Catedrática de Derecho, Universitat Internacional de CatalunyaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2190442024-01-22T21:07:27Z2024-01-22T21:07:27Z¿Es posible evitar que ir a la cárcel tenga un efecto negativo en los hijos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/569773/original/file-20240117-29-3eyr4r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=178%2C123%2C4406%2C2763&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/hands-prisoner-holding-black-metal-bars-626843165">karanik yimpat/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La estancia en prisión es un evento vital estresante que afecta, de forma intensa, a la calidad de vida familiar y, por lo tanto, al desarrollo vital de los descendientes. El ambiente familiar se tensa, incluso antes de que se haga efectivo el encarcelamiento. Y cuando éste se produce, los menores pueden llegar a sufrir una separación traumática, o tener que afrontar la soledad y el estigma social, además de cambios muy significativos para su vida como cambiar de escuela, de casa o de vecindario. </p>
<p>La siguiente sería una situación habitual: </p>
<blockquote>
<p>“Mi vida familiar no era fácil, pero todo empeoró cuando mi padre ingresó en prisión. Intuía que algo malo estaba pasando, el ambiente era muy tenso desde hacía semanas, sentía que podía perder a mi padre, no podía controlar mi nerviosismo. Sabíamos que iba a suceder, pero apenas hablamos de ello, y sentí miedo. A partir de aquel momento, mi madre tuvo que trabajar más horas y mis hermanos y yo estábamos casi todo el día solos. Las visitas a mi padre eran pocas y entrar en aquel lugar nos generaba mucho nerviosismo a todos. Sentía que mi familia se rompía, nos fuimos distanciando. Alguna gente se alejó de nosotros. Otros se acercaron a mi, la mayoría habían pasado por una situación parecida. Sentía que sólo estas personas me podía aceptar. Fue entonces cuando empecé a meterme en problemas, en el colegio y en la calle…”</p>
</blockquote>
<p>Los efectos del encarcelamiento varían según el género: <a href="https://repositori.uji.es/xmlui/bitstream/handle/10234/194349/Gomis_Pomares_2021.pdf?sequence=1&isAllowed=y">los estudios indican</a> que los descendientes varones son más propensos al consumo de sustancias, a comportamientos desviados y a problemas de estrés, mientras que las niñas se muestran más proclives a experimentar problemas de ansiedad. </p>
<p><a href="https://scholarworks.utrgv.edu/cj_fac/6/">Otras investigaciones apuntan</a> a que el encarcelamiento del padre podría tener un mayor riesgo que el de la madre en la transmisión del comportamiento criminal a los hijos. Por el contrario, cuando es la madre la encarcelada su impacto es mucho mayor en el desarrollo vital de éstos.</p>
<h2>Socialización y rendimiento escolar</h2>
<p>Lo que sucede en un momento del ciclo vital repercute en la totalidad del desarrollo. En el caso de la etapa adolescente, cuando los progenitores han sido encarcelados a los hijos puede hacérseles más difícil integrarse en los grupos sociales del ámbito escolar, o en actividades extraescolares, y <a href="https://scholarworks.utrgv.edu/cj_fac/6/">puede empeorar su rendimiento escolar</a>. Además, pueden acabar <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29622839/">participando en grupos y en redes antisociales</a>. </p>
<p>El proceso de socialización que desempeña la familia <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s40865-019-00118-3">puede influir de forma continua</a> sobre la probabilidad del abandono o continuidad del comportamiento criminal de los descendientes. Cuando los progenitores tienen <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31592428/">conductas antisociales</a>, el alcance de su ejemplo no es puntual, sino que participa del desarrollo que toma su curso de vida <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8350047/">incluso hasta la adultez</a>. Y en la etapa adulta es cuando <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7034841/">existe mayor riesgo</a> de llevar a cabo comportamientos vandálicos o alborotadores. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/568685/original/file-20240110-27-7npaea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=5%2C26%2C3452%2C2586&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Dibujo de Jupiterfab, artista colaborador con el proyecto de investigación." src="https://images.theconversation.com/files/568685/original/file-20240110-27-7npaea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=5%2C26%2C3452%2C2586&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/568685/original/file-20240110-27-7npaea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=454&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/568685/original/file-20240110-27-7npaea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=454&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/568685/original/file-20240110-27-7npaea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=454&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/568685/original/file-20240110-27-7npaea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=571&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/568685/original/file-20240110-27-7npaea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=571&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/568685/original/file-20240110-27-7npaea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=571&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Lo que dejé atrás.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Jupiterfab</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>El etiquetado interfiere en el abandono de la criminalidad</h2>
<p>El encarcelamiento de uno de los progenitores distorsiona la imagen que los otros tienen sobre los miembros de esta familia, dando lugar a un estigma secundario o asociativo. Estas etiquetas van a afectar a la seguridad y al bienestar de toda la familia, así como a las personas que se relacionen con ellos, esto es, a toda su red social. </p>
<p>De este modo, los adolescentes que han sido etiquetados como delincuentes <a href="https://portalcientifico.uvigo.gal/documentos/5d1df68b29995204f766f9b4?lang=es">desarrollan un sentimiento de estigmatización</a>, que los lleva a normalizar y a aceptar las conductas criminales y antisociales. </p>
<p>Por todo ello es necesario favorecer la creación de espacios donde estos chicos y chicas puedan expresar sus vivencias y reivindicar sus necesidades. Se trata de darles voz y permitirles comunicar, pacíficamente, su malestar a través de lenguajes que les resulten más cercanos, como aquellos relacionados con el arte urbano: la música, los murales, el <em>graffiti</em>, el baile… </p>
<p>Estas expresiones también tienen la capacidad generar mensajes que influyen en el imaginario colectivo, dado que invitan a reflexionar sobre el estigma al que se enfrentan estas familias, y que supone una barrera social para la inclusión y la protección de los más vulnerables.</p>
<h2>El efecto exponencial de los déficits</h2>
<p>El impacto del encarcelamiento en los descendientes no sólo está mediado por la exposición a modelos sociales desadaptativos, sino también porque éstos sienten que no reciben la atención y el apoyo que necesitan de su familia. </p>
<p>De hecho, <a href="https://pure.qub.ac.uk/en/publications/worsening-child-outcomes-caregiver-imprisonment-and-its-impact-on">se ha visto</a> que los hijos adolescentes con padres encarcelados se quejaban de la falta de atención afectiva y de las dificultades económicas que sufría la familia. En estos casos, es frecuente que reciban pautas de crianza confusas y soluciones inestables para su cuidado. </p>
<p>Esto hace <a href="https://psycnet.apa.org/fulltext/2012-00399-001.html">más probable</a> que los niños lleguen a desarrollar una amplia variedad de respuestas conductuales adversas, entre ellas la delincuencia, además de problemas de salud mental y <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26259843/">de ajuste escolar</a>. </p>
<p>La ausencia de uno de los progenitores en la crianza de los hijos puede dificultar el desempeño de prácticas de crianza positivas, que tienen un efecto protector al proveerlos de competencias e <a href="https://doi.org/10.1007/s11292-020-09419-w">incrementa su bienestar</a> y evitar la aparición de problemas emocionales y de comportamiento. Si los progenitores están encarcelados, practicar la crianza positiva <a href="https://www.researchgate.net/publication/369735001_First_They_Have_to_Show_Up_How_Dads_Back_Academy_Successfully_Engaged_Formerly_Incarcerated_Fathers_in_a_Responsible_Fatherhood_Program">reduce el riesgo</a> de la escalada de la conducta delictiva. </p>
<h2>Justicia terapéutica y pedagógica</h2>
<p>La aplicación de un modelo preventivo de la delincuencia demanda actuar de forma proactiva, esto es, apoyar a aquellas familias <a href="http://sepjf.org/wp-content/uploads/2019/03/LIBRO-DE-ACTAS_XIV-CONGRESO-INTERNACIONAL-DE-PSICOLOG%C3%8DA-JUR%C3%8DDICA-Y-FORENSE.pdf">con algún progenitor encarcelado</a>. Pero también aplicar modelos sociales y legales no punitivos, sino educativos y terapéuticos, que hagan posible reforzar la dignidad, <a href="https://www.researchgate.net/publication/369735001_First_They_Have_to_Show_Up_How_Dads_Back_Academy_Successfully_Engaged_Formerly_Incarcerated_Fathers_in_a_Responsible_Fatherhood_Program">el ajuste psicológico y el bienestar emocional</a> de todos los implicados en el procedimiento judicial.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/219044/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Los efectos negativos a largo plazo que el encarcelamiento de un progenitor tiene en sus hijos pueden paliarse con terapias familiares positivas que fomenten la comunicación y la parentalidad activa.María José Vázquez Figueiredo, Profesora del área de Psicología Básica. Especializado en la prevención de la violencia, comportamientos antisociales y delictivos, Universidade de VigoRicardo Fandiño Pascual, Profesor Asociado Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación , Universidade de Santiago de CompostelaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2182782023-12-26T20:49:09Z2023-12-26T20:49:09Z‘Monopoly’ o ‘Catán’: ¿qué tipo de economía enseña cada uno?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/566843/original/file-20231220-21-gb7fkk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=363%2C33%2C6985%2C4869&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/kyiv-ukraine-november-15-2019-cropped-1598541070">LightField Studios/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>El inicio del siglo XXI ha visto la eclosión de nuevos productos de entretenimiento con una diversidad y cantidad nunca vista anteriormente. Las propuestas digitales dominan nuestros pasatiempos con videojuegos, canales de <em>streaming</em> o podcasts. Pero entre tanta pantalla, resulta casi sorprendente que un producto analógico cuyas raíces alcanzan el origen de nuestra civilización resurja con fuerza: el juego de mesa.</p>
<p>Los juegos de mesa <a href="https://sugaareditorial.com/tienda/literatura/didactica/un-mundo-de-juegos/">llevan siglos siendo populares</a>. Productos creados en el siglo XX como <a href="https://boardgamegeek.com/boardgame/181/risk"><em>Risk</em></a>, <a href="https://boardgamegeek.com/boardgame/2952/trivial-pursuit-genus-edition"><em>Trivial Pursuit</em></a> o <a href="https://boardgamegeek.com/boardgame/1406/monopoly"><em>Monopoly</em></a> son probablemente los más conocidos.</p>
<p>Más allá de los mencionados clásicos, ¿qué entendemos por un juego de mesa moderno? La respuesta viene de Europa. Los juegos de mesa modernos <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Juego_de_estilo_alem%C3%A1n">proceden del viejo continente y específicamente de Alemania</a>; son los conocidos como <a href="https://mcfarlandbooks.com/product/eurogames/"><em>eurogames</em></a> o juegos de estilo europeo, con <a href="https://boardgamegeek.com/boardgame/13/catan">Catán</a> de 1995 como su primer gran éxito. </p>
<p>Desde entonces, el fenómeno <em>eurogame</em> ha transformado el medio hasta el punto que podemos encontrar características típicas de este género en cualquier juego de mesa moderno. Los juegos de estilo europeo plantean escenarios donde los jugadores deben combinar diversas mecánicas para conseguir el éxito, que puede proceder de diversas vías. Por otro lado, las condiciones para ganar están diseñadas para que ningún jugador se quede fuera de la partida o sin opciones de vencer. Finalmente, las mecánicas de los juegos modernos tienden a minimizar o eliminar el impacto del azar, y aspiran a que el jugador que ha tomado mejores decisiones sea el vencedor.</p>
<h2>El ‘homo ludens’ y el aprendizaje</h2>
<p>Más allá del entretenimiento, los juegos tocan una parte muy importante de nuestro cerebro en tanto que <a href="https://www.unebook.es/es/libro/homo-ludens_138544"><em>Homo ludens</em></a>, como sostenía el filósofo <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Johan_Huizinga">Johan Huizinga</a>: lo que define la existencia humana es el interés por el juego, y toda cultura desciende de dicho interés. </p>
<p>Podemos complementar esta idea con una reflexión evolutiva, y es que <a href="https://www.pnas.org/doi/full/10.1073/pnas.1100290108">el aprendizaje es lo que define a la especie humana</a>, y la manera más efectiva de aprender es jugando. Cualquier juego puede considerarse <a href="https://theconversation.com/asi-nos-cambian-el-cerebro-los-juegos-de-mesa-191426">una máquina de aprendizaje en potencia</a>, ya que para ganar una partida debemos aprender las mecánicas que rigen dicho juego, los objetivos que debemos alcanzar para ganar, y aplicar de manera crítica esta conocimiento para informar nuestra decisiones y estrategia. </p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/la-neurociencia-demuestra-que-la-letra-entra-mejor-con-juegos-que-con-sangre-128189">La neurociencia demuestra que la letra entra mejor con juegos que con sangre</a>
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<h2>‘Monopoly’, capitalismo, Estado y propiedad privada</h2>
<p>Cabe preguntarnos qué es exactamente lo que aprendemos jugando cuando el tema del juego es tan importante y potencialmente aplicable a nuestra vida cotidiana como la economía, una temática popular en juegos de mesa clásicos como el <em>Monopoly</em>, y también modernos como el mismo <em>Catán</em>.</p>
<p>Para responder a esta pregunta debemos reflexionar sobre qué simulan las mecánicas de cada juego, y por qué motivo. </p>
<p>La versión del <em>Monopoly</em> que conocemos, publicada por Parker Brothers en los años 30, estaba fuertemente inspirada, por decirlo suavemente, en el juego <a href="https://boardgamegeek.com/boardgame/29316/landlords-game"><em>The Landlord’s Game</em></a>, diseñado por la escritora feminista <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Elizabeth_Magie">Elizabeth Magie</a> a principios de siglo XX. </p>
<p>La intención de Magie era principalmente educativa: el juego era una herramienta para comprender el grave problema causado por la concentración de la propiedad en unas pocas manos, por lo que era necesaria una intervención del estado para regular el mercado inmobiliario. </p>
<p>Cualquier que haya jugado al <em>Monopoly</em> habrá comprobado cómo el juego transforma este concepto en un producto de entretenimiento en el que los jugadores aspiran a hacerse ricos especulando con la propiedad, y en el que el azar, más que la habilidad económica, define al vencedor.</p>
<h2>‘Catán’: recursos, geografía, oferta y demanda</h2>
<p>Al otro lado del ring tenemos a <em>Catán</em>, un juego que como buen <em>eurogame</em> combina diversas mecánicas que interactúan entre ellas. En primer lugar tenemos la importancia de la geografía, ya que las posiciones de partida definirán qué recursos serán abundantes y qué jugadores tendrán acceso directo a ellos. </p>
<p>Seguidamente, nadie tendrá todos los recursos, por lo que se creará un mercado libre en el que los jugadores deberán comprar los recursos que les faltan. La abundancia de recursos irá oscilando en base a la oferta (controlada por la geografía y el azar) y la demanda (definida por las necesidades de los jugadores). </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/566848/original/file-20231220-27-uhgyrl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/566848/original/file-20231220-27-uhgyrl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/566848/original/file-20231220-27-uhgyrl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/566848/original/file-20231220-27-uhgyrl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/566848/original/file-20231220-27-uhgyrl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/566848/original/file-20231220-27-uhgyrl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/566848/original/file-20231220-27-uhgyrl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/566848/original/file-20231220-27-uhgyrl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Catán.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/midlothian-texas-united-states-america-02242023-2267958309">Julie Gropp/Shutterstock</a></span>
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</figure>
<p>La capacidad negociadora y la planificación serán esenciales, porque al inicio todo el mundo necesitará madera y ladrillos para construir carreteras y poblados, mientras que a medida que avanza la partida y los jugadores tratan de transformar poblados en ciudades subirá el precio del mineral y el trigo. </p>
<p>Finalmente, la diversidad de estrategias posibles para alcanzar la victoria hará que algunos jugadores se centren en desarrollar el máximo de ciudades posibles, mientras que otros comprarán cartas de desarrollo y hasta alguien que vaya por detrás en el marcador intentará hacer la carretera más larga y acceder a puertos que le faciliten el comercio.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/la-educacion-financiera-sigue-siendo-una-asignatura-pendiente-167554">La educación financiera sigue siendo una asignatura pendiente</a>
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<h2>Reflejo de su época</h2>
<p><em>Monopoly</em> y <em>Catán</em> son juegos de épocas distintas, y es evidente que el segundo responde a un nivel de madurez del medio mucho mayor gracias a la experiencia acumulada por numerosas innovaciones mecánicas durante las décadas que los separan. </p>
<p>Como cualquier producto cultural, estos juegos reflejan la sociedad que los vio nacer, y cada uno a su manera nos enseña qué estrategias conducen al éxito, como mínimo dentro del juego. </p>
<p>No son los únicos; cada año se publican miles de juegos de mesa nuevos, cuya diversidad de temas y enfoques ha crecido de manera exponencial desde que <em>Catán</em> vio la luz, hace más de 25 años. Así, podremos recrear la revolución industrial del siglo XIX en <a href="https://boardgamegeek.com/boardgame/224517/brass-birmingham"><em>Brass: Birmingham</em></a>, crear una nueva economía verde en otro planeta en <a href="https://boardgamegeek.com/boardgame/167791/terraforming-mars"><em>Terraforming Mars</em></a>, o hasta liderar una revolución obrera en pleno siglo XXI en <a href="https://boardgamegeek.com/boardgame/321608/hegemony-lead-your-class-victory"><em>Hegemony</em></a>. </p>
<h2>Jugar para encontrar soluciones</h2>
<p>Para concluir, podemos hacernos la pregunta obvia: ¿hasta qué punto jugar nos puede ayudar a superar los retos actuales como la especulación inmobiliaria, la desigualdad social o la emergencia climática? </p>
<p>La respuesta es compleja. <a href="https://www.ted.com/talks/jane_mcgonigal_gaming_can_make_a_better_world">Los juegos tienen capacidad para transformar nuestra visión del mundo</a>, pero no todos ellos enseñan cosas igual de útiles o validas. Para que los juegos sean herramientas de aprendizaje útiles necesitaremos, sobre todo, capacidad crítica para extrapolar la experiencia de la partida hacia soluciones viables en el mundo real. </p>
<p>En la vida, las reglas y objetivos son mucho más difusos que en el tablero, y a veces nos toca jugar partidas aún sabiendo que los dados están cargados en nuestra contra. <em>Alea iacta est</em>.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/218278/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Xavier Rubio-Campillo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los ‘eurogames’, juegos de mesa modernos, proponen reglas y dinámicas más participativas y con menos influencia de la suerte. Tanto estos como los clásicos entretienen y enseñan.Xavier Rubio-Campillo, Investigador Ramón y Cajal en Humanidades Digitales y Didácticas Aplicadas, Universitat de BarcelonaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2197302023-12-26T20:39:56Z2023-12-26T20:39:56ZAdultos distraídos con el móvil: su efecto en la conducta infantil y juvenil<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/567220/original/file-20231222-25-4wh73q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=229%2C28%2C4509%2C3127&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/technology-distracting-family-child-small-parents-1702042216">Just dance/shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Acaban de cenar, se sientan en el sofá y la hija preadolescente le está contando a su madre que ha recibido un mensaje ofensivo en Instagram, quizás es una tontería, pero le ha hecho sentir mal… Sin embargo, su madre está absorta en su propio móvil contestando los <em>whatsapps</em> que no ha podido leer durante el día. La niña se calla y coge su <em>smartphone</em> para mirar Tik Tok… ¿Les suena esta imagen?</p>
<p>El acoso en la red o <em>cyberbullying</em> es una realidad preocupante que afecta, en mayor o menor medida, a <a href="https://www.savethechildren.es/sites/default/files/imce/docs/yo_a_eso_no_juego.pdf">uno de cada tres menores</a> en España. En el mundo, según la OCDE, <a href="https://www.oecd-ilibrary.org/docserver/f60b492b-en.pdf?expires=1703138021&id=id&accname=guest&checksum=7456879A51CFE12118E569351021F726">el 23 % de los estudiantes de Secundaria</a> afirma haber sufrido acoso en internet al menos varias veces al mes. Dada la relevancia que tiene el entorno familiar en su facilitación o prevención, hemos investigado qué papel tiene la supervisión familiar y el propio uso del móvil de los adultos responsables en la aparición de estas conductas. </p>
<p>El <em>phubbing</em> parental es un fenómeno reciente que consiste en estar distraído o distraída con el móvil y no prestar atención a un hijo o hija durante una interacción. La palabra, de uso coloquial en inglés, surge de la suma de snub (ignorar) y phone (teléfono); por lo que en español algunos lo han traducido como “ningufoneo”. </p>
<p>En nuestro análisis, nos hemos centrado en explorar cuál podría ser la relación de esta falta de atención con la aparición de conductas de riesgo en niños, niñas y adolescentes. Además, nos hemos planteado si existían posibles diferencias por género o edad.</p>
<p>Para dar respuesta a estas preguntas, entre otras, realizamos un estudio en Aragón con 1 554 estudiantes de Primaria y Secundaria entre 10 y 18 años mediante la técnica de encuesta. </p>
<h2>Ignorar tiene consecuencias</h2>
<p>Hemos podido confirmar que la supervisión familiar del uso de internet por parte de los menores, y de sus comunicaciones en redes sociales es un factor protector ante el hecho de convertirse en agresor o víctima del ciberacoso. </p>
<p>También que cuando los padres tienden a concentrarse en el móvil mientras comparten tiempo de conversación con los menores hay más posibilidades de que estos incurran en roles de agresor o víctima en sus interacciones en internet.</p>
<p>Uno de cada cuatro de estos estudiantes preguntados reportaban ser ignorados por parte de su padre o de su madre al estar estos mirando su móvil (el 23 % de las chicas y 25 % de los chicos decían que recibían <em>phubbing</em> por parte de su madre, y 28,1 % de las chicas y 28,9 % de los chicos por parte de su padre).</p>
<p>Si separamos los resultados por sexos, encontramos que el <em>phubbing</em> tiene más consecuencias entre los chicos, que son agresores con mayor probabilidad, mientras que la supervisión familiar resulta más efectiva para la prevención de la ciberviolencia en el caso de las chicas.</p>
<h2>Las edades críticas</h2>
<p>En cuanto a la edad, la supervisión parental disminuye mucho en adolescentes a partir de 15 años. Sin embargo, su efecto positivo en esa etapa es similar a los otros grupos de edad, por lo que sería ideal mantener la supervisión. </p>
<p>Por otro lado, aunque el <em>phubbing</em> parental afecta negativamente a todos los grupos de edad, es especialmente preocupante entre los menores de 10 a 12 años a la hora de convertirse en ciberagresores.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/que-nos-define-como-seres-humanos-sobre-bromas-crueles-y-ciberacoso-144515">¿Qué nos define como seres humanos? Sobre bromas crueles y ciberacoso</a>
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<h2>Estar presente, supervisar, y no prohibir</h2>
<p>Estos resultados sugieren que la supervisión familiar de los adolescentes en su uso de las redes sociales e internet les ayuda a desenvolverse de forma sana y segura en el mundo virtual. </p>
<p>No se trata, por tanto, de la prohibición del uso de los dispositivos móviles, que los menores pueden considerar como una vulneración de su independencia, sino de una supervisión consciente y constructiva de cómo se usan para prevenir conductas de riesgo, tales como el ciberacoso. Y esta debería ser continuada en el tiempo, dado el efecto positivo que tiene incluso en el grupo de mayor edad.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/adultos-a-la-caza-de-menores-en-internet-cuatro-reglas-basicas-para-no-caer-en-la-trampa-196500">Adultos 'a la caza' de menores en internet: cuatro reglas básicas para no caer en la trampa</a>
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<h2>Y dar ejemplo</h2>
<p>Sin embargo, la educación digital proporcionada por la familia no es el único elemento necesario para lograr ese desarrollo personal saludable. La forma en que los padres y madres utilizan sus dispositivos electrónicos actúa como un modelo negativo para niños y adolescentes. Y el hecho de que los hijos puedan percibir que son ignorados cuando sus familiares están utilizando sus teléfonos móviles puede promover aún más marcadamente un “comportamiento de exclusión” que interfiere en las relaciones entre los progenitores y sus hijos, y puede conducir a conductas de riesgo en línea como el ciberacoso. </p>
<p>La prevención del ciberacoso por lo tanto debe incluir la sensibilización de las familias hacia estrategias de parentalidad positiva que incluyan la supervisión y dar un buen ejemplo. </p>
<p>El uso responsable de las redes sociales e internet supone enseñar a nuestros hijos e hijas la importancia del respeto en internet, lo que se conocer como “netiqueta” (acrónimo de <em>net</em> –red, en inglés– y etiqueta, que hace referencia a las normas de conducta socialmente aceptables en internet). </p>
<p>Las reglas de la netiqueta incluyen, entre otras, el respetar la privacidad del otro (no compartir imágenes o datos de otros sin permiso), interactuar con los demás con respeto, verificar siempre las fuentes o ayudar si alguien es acosado. En definitiva, comportarse con los demás en la red como nos gustaría que se comportaran con nosotros. </p>
<p>Pero, además de la netiqueta, enseñar un uso responsable supone también que todos aprendamos una nueva manera de convivir con los móviles en familia. En este nuevo panorama en el que dispositivos y redes sociales ejercen tanta atracción sobre nuestra atención, es importante priorizar la comunicación en persona.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/219730/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Más a menudo de lo que nos imaginamos, nos concentramos en la pantalla del móvil más que en quienes están a nuestro lado. En la familia, esto tiene consecuencias.Tatiana Íñiguez Berrozpe, Profesora Titular del área de Sociología, Universidad de ZaragozaAna Cebollero Salinas, Profesora Facultad de Educación Universidad de Zaragoza, Universidad de ZaragozaCarmen Elboj, Full Professor, Universidad de ZaragozaPablo Bautista Alcaine, Profesor Interino, Universidad de ZaragozaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2177162023-12-20T20:59:53Z2023-12-20T20:59:53Z¿Es bueno ‘ser bueno’? Lo que dice de nosotros el control de la conducta infantil<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/566865/original/file-20231220-25-o17ri7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=147%2C77%2C4986%2C3329&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/child-mischief-boy-distracted-face-because-1727556364">Alex Photo Stock/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La percepción de lo que constituye una “mala conducta” en niños y niñas es un espejo de los valores y estructuras sociales de una época. Cuando decimos que un niño “se porta mal” estamos haciendo un juicio a partir de nuestras expectativas adultas sobre cómo debe ser la conducta infantil. </p>
<p>Es importante analizar de qué dependen estos juicios adultos y, por otra parte, en qué contextos los niños y las niñas son capaces de subvertir el orden establecido y desobedecer. </p>
<h2>Adultos en miniatura</h2>
<p>La <a href="https://global.oup.com/academic/product/the-history-of-childhood-a-very-short-introduction-9780190681388?cc=es&lang=en&">filosofía de crianza</a> en la cultura occidental ha evolucionado a lo largo de los siglos, en paralelo a los cambios en la estructura económica, familiar y las políticas reproductivas. </p>
<p>Antaño, la prole era un bien imprescindible para la economía familiar y la mortalidad infantil era alta. La crianza tradicional valoraba la adquisición de actitudes maduras, más adaptativas a las circunstancias que niñas y niños tenían que afrontar como mano de obra barata y asumiendo labores domésticas desde muy pronto.</p>
<p>A finales del siglo XIX, esta concepción de los niños como “adultos en pequeño” empieza a cambiar para ir transformándose en el concepto de infancia actual. Hoy en día, la infancia es entendida como un periodo vulnerable que requiere de unos cuidados y una educación. </p>
<p>Portarse mal adquiere significados muy diferentes en estos distintos contextos históricos, ya que las conductas que se esperan de la infancia son muy distintas.</p>
<h2>Diferencias históricas y culturales</h2>
<p>Justamente partir del siglo XIX los adultos en las culturas occidentales comienzan a <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2019.02025/full">mostrar preocupación por la felicidad de niños y niñas</a>. Esta “cultura emocional popular” se refleja en manifestaciones culturales como la celebración de cumpleaños infantiles, que comienzan a aparecer en esa época en la alta sociedad. </p>
<p>Estas diferencias no se observan solo entre distintos contextos históricos, sino también <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2019.02025/full">entre distintas culturas</a>. Si preguntamos en los países occidentales qué es más importante conseguir en la crianza de un hijo, las respuestas apuntarán mayoritariamente a la felicidad, mientras que en países como India o México apuntan al éxito, y en China al buen estado de salud. </p>
<p>De esto podemos inferir que “portarse mal” en esas distintas culturas estará relacionado con conductas que desvían a los niños de los objetivos que para ellos ha marcado la sociedad adulta. </p>
<h2>Cambios de perspectiva sobre la conducta infantil</h2>
<p>Por tanto, la definición de mala conducta no es absoluta sino relativa al contexto y las expectativas adultas. Un comportamiento puede ser calificado de inadecuado si resulta inconveniente o perjudicial bajo el prisma de los adultos. Desde este punto de vista, la pregunta importante no es por qué los niños y las niñas se portan mal, sino qué condicionantes culturales llevan a los adultos a enjuiciar la conducta infantil como mala o buena. </p>
<p>Por ejemplo, desde la ética protestante que forma el <a href="https://www.unebook.es/es/ebook/la-etica-protestante-y-el-espiritu-del-capitalismo_E1000022898">“espíritu capitalista”</a> del mundo occidental, se pone gran énfasis en la disciplina, el trabajo duro y la austeridad. Desde esta ética, se considerarían malos comportamientos la desobediencia a la autoridad, así como la falta de disciplina, de autocontrol y de esfuerzo. </p>
<p>Esta ética originalmente venía acompañada de la creencia de que el niño o la niña son malos por naturaleza, como señala por ejemplo en su libro <em>El deber de los padres: Cómo criar a tus hijos a la manera de Dios</em> el pastor anglicano <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/John_Charles_Ryle">J.C. Ryle</a>: </p>
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<p>“No debes pensar que es algo extraño e inusual que los pequeños corazones puedan estar tan llenos de pecado. Es la única herencia que nos dejó nuestro padre Adán; es esa naturaleza caída con la que venimos al mundo; es esa herencia que nos pertenece a todos”. </p>
</blockquote>
<h2>La visión ilustrada</h2>
<p>Frente a esta ética protestante, encontramos posicionamientos muy diferentes sobre la educación y la naturaleza de los niños y las niñas como el del ilustrado <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Jacques_Rousseau">Jean-Jacques Rousseau</a>. En su <a href="https://theconversation.com/lecciones-de-rousseau-para-nuestro-mundo-en-red-174719"><em>Emilio, o sobre la educación</em></a>, este filósofo plantea que el ser humano es bueno por naturaleza y que la educación debe consistir en guiar la voluntad de aprendizaje del niño y el adolescente sin coartar su libertad. </p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/la-educacion-positiva-no-tiene-por-que-excluir-los-castigos-207859">La educación positiva no tiene por qué excluir los castigos</a>
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<p>La comprensión moderna de la educación está más próxima a los planteamientos de Rousseau que a los de Ryle, en términos generales. Desde esta perspectiva los comportamientos disruptivos de la infancia a menudo indican necesidades no satisfechas o ausencia de un entorno estimulante, lo que situaría la responsabilidad del mal comportamiento <a href="https://theconversation.com/por-que-se-portan-mal-los-ninos-cuando-estan-cansados-192763">en el contexto y no en el individuo</a>.</p>
<h2>Prohibir dando razones</h2>
<p>La psicología del desarrollo moral es un área de estudio clave que profundiza en las dinámicas de la obediencia y desobediencia infantil. Entre los expertos destacados en este campo se encuentra el psicólogo estadounidense <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Elliot_Turiel">Eliot Turiel</a>. En su obra <a href="https://www.cambridge.org/core/books/culture-of-morality/0E0BCFB72DD2960E739FC815BF200F9F"><em>The Culture of Morality</em></a> (La cultura de la moralidad), Turiel examina cómo diferentes “culturas de la moralidad” coexisten y evalúan la obediencia y el mantenimiento del orden moral desde varias perspectivas. </p>
<p>En este sentido, también los conflictos que surgen con niños, niñas y adolescentes se pueden enjuiciar desde distintos puntos de vista, bien como un desafío a la autoridad, bien como una resistencia hacia normas que van en contra de su bienestar, sus intereses o sus propios juicios morales. </p>
<p><a href="https://www.jstor.org/stable/23086426">Turiel</a> y <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/03004430.2019.1709182">otros autores</a> ponen de manifiesto que el incumplimiento de las normas por parte de los niños depende, en gran medida, de las razones que les demos para establecerlas. En otras palabras: siempre que prohibamos algo hemos de dar una buena razón para hacerlo si queremos evitar que nos desobedezcan. </p>
<h2>Actitud ante la autoridad</h2>
<p><a href="https://karger.com/hde/article/61/4-5/232/161568/New-Beginnings-An-Interactionist-and">Alrededor de los 3 o 4 años</a>, los niños y niñas comienzan a valorar sus elecciones personales y su autonomía. Este inicio de la independencia en relación con sus propios gustos y elecciones se convierte en el ámbito de mayores conflictos con sus padres y otras figuras de autoridad. </p>
<p>Los niños consideran que la elección de las actividades para divertirse, la elección de amigos y de compañeros de juegos, las actividades de expresión y creatividad así como el control de su propio cuerpo son <a href="https://doi.org/10.1111/j.1467-8624.1995.tb00944.x">ámbitos de elección personal</a>. Por tanto, la imposición de normas que atentan contra esta autonomía sin dar buenas razones para ello puede dar lugar a desafíos, quebrantamientos de las normas y mentiras para poder saltárselas. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/566863/original/file-20231220-25-41srqg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4705%2C3285&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/566863/original/file-20231220-25-41srqg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4705%2C3285&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/566863/original/file-20231220-25-41srqg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/566863/original/file-20231220-25-41srqg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/566863/original/file-20231220-25-41srqg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/566863/original/file-20231220-25-41srqg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/566863/original/file-20231220-25-41srqg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/566863/original/file-20231220-25-41srqg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">A partir de los 3 años, los niños consideran que la elección de las actividades para divertirse, la elección de amigos y de compañeros de juegos, las actividades de expresión y creatividad así como el control de su propio cuerpo son ámbitos de elección personal.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/cute-adorable-boy-three-years-old-1553082788">Anna Kraynova/Shutterstock</a></span>
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<p><a href="https://doi.org/10.1016/j.jecp.2023.105800">Un estudio reciente</a> sobre el desarrollo moral infantil demuestra cómo los niños reconocen la autoridad de sus padres, aunque no de forma ciega. </p>
<p>Si las razones que dan los adultos para imponer una prohibición no son consideradas legítimas, los niños juzgan que desafiar las normas o mentir para no cumplirlas es correcto. Si las razones que dan los padres están basadas en cuestiones pragmáticas (no ir a jugar al baloncesto para no romper la ropa nueva) o de prudencia (no volverse a torcer el tobillo), los niños juzgan como legítima la prohibición de jugar al baloncesto. Pero no lo hacen si las razones están basadas en sesgos de género (el baloncesto es de niños/niñas) o raciales (no puedes ir con ese amigo porque es negro). </p>
<h2>Un equilibrio difícil</h2>
<p>La crianza y educación de hoy enfrentan el desafío de equilibrar la disciplina y la comprensión. Reflexionar sobre el rumbo que tomamos es crucial para forjar ciudadanías conscientes y respetuosas. </p>
<p>¿Cómo definimos la mala conducta en nuestros propios hijos o de nuestro alumnado? ¿Cuándo y por qué ocurre? Y lo más importante, ¿cómo respondemos a estas situaciones? Estas preguntas son cruciales para afrontar una educación consciente y centrada en el desarrollo moral de las niñas y los niños.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/217716/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Beatriz Martín del Campo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Portarse bien no es lo mismo en Europa, en la India o en China; ni era lo mismo en el siglo XVIII que en el XXI. Tampoco es siempre bueno obedecer.Beatriz Martín del Campo, Profesora Titular de Universidad. Psicología Evolutiva y de la Educación., Universidad de Castilla-La ManchaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2142012023-11-30T18:11:30Z2023-11-30T18:11:30Z¿Se puede ser mujer (de entre 35 y 40) y no estar estresada por la maternidad?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/560376/original/file-20231120-23-33mqpe.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=171%2C60%2C3183%2C2172&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/profile-stressed-woman-40-years-old-2106117521">tativophotos/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Hagamos una prueba sencilla: durante un día, contemos el número de mujeres con el que nos relacionamos y anotémoslo. También si alguna de ellas hace comentarios sobre la maternidad y qué tipo de comentarios. Estoy casi segura de que el estrés vinculado con la maternidad (o la ausencia de ella) saldrá a flote en alguno de ellos. Casi todas las mujeres lo sufren a partir de determinada edad, incluso aunque hayan decidido no ser madres. </p>
<p>En la actualidad, la <a href="https://www.tandfonline.com/doi/pdf/10.1080/03009734.2019.1707913">etapa fértil estipulada por la biología y la fisiología</a> del cuerpo de la mujer no coincide con la edad a la que una mujer se plantea ser madre. De hecho, la estabilidad laboral y emocional que necesita una mujer para tomar la decisión de ser madre suele llegar en las sociedades occidentales <a href="https://genus.springeropen.com/articles/10.1186/s41118-020-00094-3">casi al final de esa etapa fértil</a>. El resultado es que hay que hacer malabares para cuadrar la maternidad con la vida personal y laboral y por tanto, se retrasa la maternidad. Entra en escena el estresor maternal.</p>
<h2>¿Qué es el estresor maternal?</h2>
<p>Un estresor es todo aquel estímulo que la persona percibe como una amenaza ante su integridad física o psicológica. Si vinculamos esta descripción con la maternidad, un estresor maternal es una amenaza generalmente psicológica frente al hecho de ser madre o de no serlo.</p>
<p>Se trata de un estresor complejo ya que no solo proviene de hechos que podrían pasar en el futuro (como ocurre con el distrés de los trastornos de ansiedad, por ejemplo) sino que implica también amenazas del pasado (ejemplo: haber decidido ser madre sin tener el trabajo deseado o sentir ansiedad con 50 años por no haber sido madre). Aquí el reloj biológico establece un límite claro que rara vez se permite excepciones. </p>
<p>Se ha demostrado que esta imposición temporal, junto con la incertidumbre económica, genera altos niveles de estrés especialmente en las mujeres entre los 35 y los 45 y, como consecuencia, un retraso “justificado” de la maternidad. En el <a href="https://ivi.es/blog/ivi-presenta-primer-estudio-sobre-tendencias-fertilidad-maternidad-espana/">reciente estudio</a> del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), en colaboración con la empresa GFK, se destaca que, de las 1 000 mujeres entrevistadas con intención de ser madres, el 78 % ha retrasado su decisión debido al marco socioeconómico en el que se encuentran y el contexto nacional en el que viven. El estresor maternal aparece tanto cuando se es madre como cuando no. </p>
<h2>Soy madre, ¿y ahora qué?</h2>
<p>En algunas ocasiones, documentales e historias de instagram “maquillan” la maternidad y ofrecen una imagen tan idílica que, cuando una da a luz a su bebé y está cansada, con ojeras y un aspecto horrible, se llega a preguntar: ¿será que no quería ser madre?</p>
<p>La respuesta es no. Lo que ocurre es que el posparto es más duro de lo que cuentan. Numerosos estudios han demostrado los <a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/1745506519844044">efectos psicológicos de las hormonas sexuales en el posparto</a> y también que el cerebro de la madre <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4318549/pdf/nihms659888.pdf">cambia a nivel estructural y funcional</a> debido a la neuroplasticidad. Algo que las <em>stories</em> de las redes sociales no suelen mostrar por la falta de atractivo, quizás.</p>
<p>Como profesional de la psicología, como acompañamiento para las mujeres que son madres por primera vez propongo realizar un proceso de duelo. ¿Un duelo si no ha muerto nadie? Sí, porque murió su vida antes de ser mamá. El cuerpo y la mente han cambiado, por lo que se ha de adaptar a esa “nueva versión” de sí misma. Ahora, con un menor a nuestro cargo, los esfuerzos físicos y cognitivos de su cuidado, se ha de integrar en el día a día. </p>
<p>Se ha de potenciar que las mujeres madres se reinventen con un nuevo plan de vida en el que combinar diferentes roles; no solo se es mamá sino que también existe el rol de mujer, trabajadora, hija, hermana, pareja, y un largo etc. </p>
<h2>No quiero ser madre, ¿y ahora qué?</h2>
<p>Esta es la cara B del mismo estresor: el hecho de decidir no ser madre también estresa a las mujeres. ¿Por qué, si ni el cerebro ni el cuerpo han cambiado?</p>
<p>La sociedad actual acepta que la maternidad se haya retrasado. Tal y como expone <a href="https://es.statista.com/estadisticas/474478/edad-media-de-la-maternidad-en-espana-por-comunidad-autonoma/">el informe publicado por <em>Statista</em></a> lo habitual es tener un primer hijo a partir de los 32 años, en casi todas las comunidades autónomas de España. Un dato que a muchos de los lectores de este artículo les parecerá pronto. Eso sí, se le sigue dando valor al hecho de que la mujer quiera ser madre, aunque sea tarde. </p>
<p>¿Y si no quiero ser madre nunca? Ahí las circunstancias cambian. Algunas mujeres han reportado que <a href="https://www.fons.org/Resources/Documents/Journal/Vol9No2/IPDJ_0902_006.pdf">se sienten juzgadas</a> por no querer ser madres especialmente por otras mujeres que sí lo son o por su familia más cercana.</p>
<p>Desde la perspectiva psicológica, una de las hipótesis que podría justificar esta presión que siente la mujer que no quiere ser madre se debe a que lo que siente (rechazo a la maternidad) choca con su idea de familia tradicional. Hace 40 años, el porcentaje de mujeres con 35 años que no quería ser madre no se acercaba apenas al porcentaje actual. Sin embargo y tal y como explican los expertos, <a href="http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1817-40782017000200005">el concepto de familia está cambiando</a>, lo que supone un alivio para las mujeres que no quieren ser madres.</p>
<p>La mujer que ha decidido no ser madre deberá trabajar sus esquemas cognitivos y sus creencias en torno al concepto de familia hasta llegar a la aceptación de que cada uno tiene derecho a vivir como quiere vivir con las demandas y los recursos que tiene.</p>
<p>En definitiva, tanto si una mujer pretende ser madre como si no, la maternidad en sí misma puede causarle una respuesta de estrés, especialmente entre los 35 y los 40 años. En ambas situaciones, el abordaje psicológico debería poner el foco en la aceptación de la decisión tomada desde un proyecto personal legítimo e indiscutible. </p>
<p>Si todas las mujeres lo hicieran sin juicios podríamos observar un verdadero cambio social alrededor de la maternidad.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/214201/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>María J. García-Rubio no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Tanto si se decide tener hijos como si no, entre los 35 y los 45 la mayoría de mujeres sienten el estresor maternal. Existen dos maneras de enfrentarse a él y vencerlo.María J. García-Rubio, Codirectora de la Cátedra VIU-NED de Neurociencia global y cambio social - Miembro del Grupo de Investigación Psicología y Calidad de vida (PsiCal) - Profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2093502023-07-19T18:11:40Z2023-07-19T18:11:40Z¿Afectan las pantallas al desarrollo del lenguaje infantil?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/538034/original/file-20230718-9911-q8zypn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C28%2C4713%2C2555&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/three-children-playing-electronic-devices-tablet-504325807">Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Aprender a hablar es un hito evolutivo fundamental para los seres humanos. Como bien dijo <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Jerome_Bruner">Jerome Bruner</a>, prominente psicólogo del lenguaje del siglo XX, las prácticas lingüísticas que se desarrollan en el seno de la cultura son esenciales para el desarrollo del lenguaje. </p>
<p>La competencia lingüística se construye a través de una compleja red de interacciones basadas en palabras, gestos, miradas y movimientos corporales que las figuras de crianza tejemos alrededor de los niños. Ahora bien, ¿qué sucede cuando las pantallas, como la televisión y los dispositivos móviles, se vuelven parte integral de esas interacciones?</p>
<h2>Cuando era solo la televisión</h2>
<p>Desde los años 80 del pasado siglo, la proliferación de estudios acerca de la influencia de la televisión en el desarrollo del lenguaje refleja su impacto potencial. Sin embargo, estos estudios han arrojado conclusiones divergentes. <a href="https://books.google.sm/books?id=LPfEu3fjV18C&printsec=frontcover&hl=it&source=gbs_vpt_reviews#v=onepage&q&f=false">Algunos</a> sugieren que la televisión puede ser un obstáculo para el desarrollo del lenguaje, al primar los estímulos visuales frente a los lingüísticos, limitar la diversidad de vocabulario y provocar una disminución de interacciones lingüísticas naturales. </p>
<p>Por otro lado, <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/0273229783900308">hay quienes argumentan</a> que la televisión puede ser una herramienta valiosa para el aprendizaje del lenguaje, al proporcionar nuevo vocabulario, captar la atención y facilitar conversaciones basadas en el contenido audiovisual con los adultos.</p>
<h2>¿A partir de qué edad?</h2>
<p>La <a href="https://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.1177/0002764204271506?casa_token=sLvqiVbZfyMAAAAA:irWqVEGTIXVZsPfT-K9LLVwjA0Csgj-YU9CluqZSXqBSaUGHPf08O4Nvl4cmp6tfdk0nJ-ZkfbuHNQ">Academia Americana de Pediatría</a> aconseja no permitir la exposición a pantallas antes de los dos años. La exposición temprana a la televisión ha mostrado correlaciones preocupantes con el desarrollo cognitivo y lingüístico. </p>
<p>En este sentido, un estudio longitudinal de <a href="https://www.jpeds.com/article/S0022-3476(07)00447-7/fulltext">Zimmerman y Christakis</a> halló que esta exposición en niños menores de dos años podría tener efectos negativos. Sin embargo, <a href="https://psycnet.apa.org/doiLanding?doi=10.1037%2Fa0033628">una revisión de los datos de este estudio</a> mostró que estos efectos eran de magnitud insignificante, e incluso había algunos casos en los que la ausencia total de exposición a medios resultó en niveles inferiores de desarrollo lingüístico. </p>
<h2>Cada vez más pantallas</h2>
<p>Con el auge de teléfonos inteligentes, tabletas y videoconsolas en el siglo XXI, los niños tienen a su disposición una cantidad cada vez mayor de pantallas. Estos dispositivos no solo se han integrado en las prácticas humanas, sino que han transformado las formas de interacción, aprendizaje y enseñanza. </p>
<p>Es esencial considerar cómo se integran estas pantallas en las prácticas cotidianas de las familias y la escuela y determinar cuáles de estas prácticas pueden tener efectos positivos o negativos en el desarrollo lingüístico.</p>
<h2>Menos interacción social</h2>
<p>Existen <a href="https://jamanetwork.com/journals/jamapediatrics/fullarticle/2762864?resultClick=1">datos que sustentan</a> que un uso excesivo de pantallas puede impactar en las habilidades lingüísticas. Esto podría deberse a una disminución de la interacción social y la sustitución de estímulos de alta calidad por otros de menor valor para el desarrollo cognitivo y lingüístico. </p>
<p>Sin embargo, el efecto es pequeño y, además, no podemos determinar si estos resultados son debidos a que los niños con propensión a dificultades del lenguaje son expuestos con más frecuencia a las pantallas por la dificultad que supone la gestión de la comunicación con ellos o si estas dificultades son causadas por el tiempo de uso de los dispositivos móviles. </p>
<h2>Nivel socioeconómico</h2>
<p>Por otra parte, la calidad de la interacción entre adultos y niños también está condicionada por el <a href="https://www.annualreviews.org/doi/10.1146/annurev-linguistics-011516-034226">nivel socioeconómico</a>: los niños de hogares con un nivel socioeconómico inferior suelen mostrar habilidades lingüísticas y comunicativas menos desarrolladas en comparación con sus coetáneos de hogares de mayor nivel socioeconómico.</p>
<p>Este es un <a href="https://www.jstor.org/stable/1169520">fenómeno que precede</a> la era de las pantallas digitales. Asimismo, <a href="https://bmcpublichealth.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12889-020-09026-4">existen investigaciones</a> que evidencian una mayor exposición a las pantallas en niños de niveles socioeconómicos más bajos. </p>
<p>En consecuencia, es relevante reflexionar si los retrasos en el desarrollo del lenguaje observados en ciertas poblaciones están asociados a la exposición a las pantallas o si se relacionan más con deficiencias en la interacción social que los dispositivos intentan compensar.</p>
<h2>Potencial de aprendizaje</h2>
<p>En contraste con las voces que se alzan sobre los efectos negativos de las pantallas, también existen estudios que han mostrado el potencial de los medios digitales para fomentar el aprendizaje. Por ejemplo, se ha demostrado que los <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnhum.2017.00295/full">robots sociales de asistencia</a> pueden tener un efecto favorable en el desarrollo del lenguaje cuando emulan la lectura de cuentos dialógica, una de las actividades lingüísticas <a href="https://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.1177/02656590211019449?casa_token=-TcQR-ta624AAAAA:ktL2eh6BdFLAEtV_C6IwvJUdODhdhLd44gTWZFBJlJv9KYaChwastg1fwv5hjZeopiGyGWB1r-8xKA">que se han mostrado</a> más beneficiosas de manera natural. </p>
<p>Igualmente, <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnhum.2017.00095/full">los videojuegos de rol multijugador masivos en línea </a>(MMORPG), como pueden ser <em>Valorant</em>, <em>Pubg</em>, <em>LoL</em> o <em>Minecraft</em>, han demostrado mejorar el dominio general del lenguaje y algunas habilidades lingüísticas específicas, como habilidades colaborativas y facilidad para la adquisición de una segunda lengua. </p>
<h2>Maximizar beneficios</h2>
<p>Por lo tanto, es crucial destacar que el impacto de las pantallas en el desarrollo del lenguaje infantil no es unidimensional, sino complejo y en él influyen multitud de factores como la cantidad de tiempo de exposición, la calidad del contenido y el nivel sociocultural de las familias. </p>
<p>El aprendizaje del lenguaje en la era digital se transforma como fenómeno cultural. El papel de las pantallas en este proceso es indudablemente significativo y merece ser estudiado de manera integral y crítica, con el fin de maximizar sus beneficios y minimizar sus posibles efectos adversos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/209350/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Beatriz Martín del Campo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Nuestra competencia lingüística se construye sobre todo en los primeros años de vida. Durante esa etapa, el uso de pantallas puede tener repercusiones buenas y malas que se están estudiando.Beatriz Martín del Campo, Profesora Titular de Universidad. Psicología Evolutiva y de la Educación., Universidad de Castilla-La ManchaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2072692023-07-09T18:36:55Z2023-07-09T18:36:55ZBilingüismo no nativo: pros y contras<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/535480/original/file-20230704-15-787sgg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=3%2C3%2C2492%2C1732&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/parents-helping-their-son-his-homework-1876375591">Zoran Zeremski/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p><a href="https://revistas.uned.es/index.php/ELIA/article/view/32838/24855">Cada vez más familias</a>, sin ser nativas, hablan a sus hijos en inglés. Se trata del bilingüismo no nativo, que es una manifestación más de la creciente implicación y apoyo de los padres en la formación de sus hijos. </p>
<p>Hablando en inglés a una edad temprana se pretenden emular los entornos familiares de bilingüismo nativo y, así, conseguir que los niños adquieran el idioma de forma más natural y eficaz, tal y como ocurre con la lengua materna. </p>
<p>De este modo, se les dotaría de herramientas para competir de manera exitosa en un mundo globalizado y multicultural, en el que el dominio de lenguas extranjeras y, especialmente, de la lengua inglesa, se asocia con la consecución de ventajas en el plano social, académico, laboral y cultural.</p>
<p>¿Es aconsejable hablar a los hijos en inglés aunque no se sea nativo?</p>
<h2>Receptivos a cualquier sonido</h2>
<p>Los bebés están preparados para identificar sonidos y elementos léxicos y gramaticales de cualquier lengua, pero, a medida que se hacen mayores, seleccionan los elementos de una en concreto y se hacen <a href="http://antesprimeraspalabras.upf.edu/precursores-del-lenguaje/sonidos-del-lenguaje/">menos receptivos a las demás</a>. Por eso, la ventaja de la exposición bilingüe temprana estriba en que el inglés, o la lengua elegida, más que aprenderse, se “adquiere”. Es decir, se incorpora de manera natural y sin esfuerzo, como ocurre con la lengua materna.</p>
<p>Algunos padres temen que la aportación en inglés que proporcionan a sus hijos no sea la adecuada y puedan transmitir errores gramaticales o una pronunciación deficiente. Sin embargo, los estudios <a href="https://revistaseug.ugr.es/index.php/portalin/article/view/26273/25057">muestran</a> que una de las áreas más beneficiadas por el bilingüismo no nativo es, precisamente, la pronunciación. </p>
<p>Además de la mayor predisposición de los pequeños a los nuevos sonidos, el manejo de ese idioma en el ámbito digital (canciones, series en inglés, vídeos infantiles, etc.) suele complementar esta práctica y contribuye a explicar los efectos positivos de esta práctic.</p>
<h2>¿Mezclarán los idiomas?</h2>
<p>Algunas familias se preocupan cuando los niños criados en el bilingüismo no nativo <a href="https://bilingualkidspot.com/2017/02/28/bilingual-kids-mix-languages-what-to-do/#:%7E:text=Unfortunately%2C%20many%20families%20are%20caught,completely%20normal%20for%20bilingual%20kids">mezclan lenguas</a> o comienzan a hablar más tarde. Sin embargo, a muy corto plazo, estos inconvenientes se disipan y, como contrapartida, el dominio de varias lenguas conlleva <a href="https://www.bbvaopenmind.com/ciencia/investigacion/las-ventajas-de-un-cerebro-bilingue/">beneficios</a> en la memoria, la capacidad de procesamiento del lenguaje, en la conciencia metalingüística y en la flexibilidad cognitiva. </p>
<p>Hay que tener en cuenta que, aunque depende de varios factores como la cantidad, calidad y variedad del <em>input</em>, difícilmente se va a alcanzar un nivel bilingüe o nativo. Sí que se observan mejoras significativas, especialmente, en las destrezas orales, y no hay que preocuparse si los niños prefieren contestar en su lengua materna, porque es parte del proceso.</p>
<h2>Un filtro afectivo bajo</h2>
<p>Como beneficio adicional, se proporciona un contacto temprano con el inglés de una manera lúdica y natural, asociando esta lengua con momentos cotidianos y agradables, de modo que desciende el <a href="https://revistas.ucc.edu.co/index.php/ra/article/view/491/486">filtro afectivo</a> (responsable de posibilitar o dificultar los procesos de aprendizaje, según la actitud, sentimientos, estado anímico y otros factores emotivos del aprendiz).</p>
<p>Cuando el filtro afectivo es elevado, el aprendiz siente ansiedad y estrés. Cuando se generan percepciones positivas hacia el inglés, el filtro afectivo desciende, desaparece la ansiedad, aumenta la auto–confianza y se favorece el aprendizaje profundo y la autoestima. </p>
<p>Cada vez <a href="https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/francisco-mora-el-cerebro-solo-aprende-si-hay-emocion/">más estudios</a> revelan las conexiones entre los factores afectivos y el aprendizaje, <a href="https://ijreeonline.com/article-1-23-en.pdf">especialmente</a> de idiomas, por lo que este efecto es más relevante de lo que pudiera pensarse.</p>
<h2>Estrategias útiles</h2>
<p>Cada familia ha de decidir cuál es la estrategia que más se ajusta a sus circunstancias, y cuál es su nivel de la lengua elegida y predisposición para implementar esta práctica dentro y fuera del hogar. </p>
<p>Los padres que tienen un buen nivel pueden probar con OPOL (<em>one parent, one language</em>, cada progenitor, un idioma), de manera que uno de los progenitores habla exclusivamente en la lengua elegida y el otro, en español; o MLAH (<em>minority language at home</em> el lenguaje minoritario, en el hogar), que consiste en crear un ambiente inmersivo en la lengua extranjera en el hogar, mientras que, fuera de él, se produce la exposición a la lengua mayoritaria del entorno social. </p>
<p><em>Time & Place</em> (tiempo y lugar) es una estrategia menos intensiva, pero que también despliega efectos positivos. Se trata de emplear el inglés en lugares o momentos significativos de la vida diaria como, por ejemplo, durante el baño, durante la compra en el supermercado, al vestirse y desvestirse, a la hora de acostarse con la lectura de un cuento, etc. </p>
<p>Existen también otras prácticas, como la llamada “hermanos bilingües” (<em>bilingual siblings</em>) por medio de la cual los hermanos mayores se comunican en inglés con los más pequeños. </p>
<p>Otras estrategias incluyen la presencia de personas nativas en casa, ya sea de manera intensiva por medio de <em>au pairs</em>, o bien una o dos veces por semana, para que jueguen con los niños, les enseñen canciones, les cuenten cuentos, etc. </p>
<p>En cuanto a las prácticas fuera del hogar, cabe mencionar la participación en grupos de juego con familias nativas y la asistencia a campamentos de verano locales o internacionales. </p>
<h2>¿Hasta cuándo?</h2>
<p><a href="https://revistaseug.ugr.es/index.php/portalin/article/view/26273/25057">Diversos estudios</a> han observado que muchas veces estas prácticas se interrumpen o reducen, por rechazo de los niños, en torno a los 3–6 años o en la adolescencia, debido a que aumenta tanto su autonomía respecto de la familia como la influencia del entorno. </p>
<p>En estos casos, la práctica ha de supeditarse a la voluntad de los hijos y a la armonía familiar. Aunque algunas familias sienten que podrían haber hecho más, la mayoría entiende que ha cumplido con su función y que el valor de la práctica reside en haberla implementado en los primeros años de vida.</p>
<h2>Aspectos afectivos</h2>
<p>El bilingüismo no nativo es una práctica sociolingüística compleja, que requiere de un gran esfuerzo y compromiso personal. Además, puede dar lugar a una comunicación imperfecta, sobre todo en el ámbito emocional. La lengua materna está cargada de una serie de valores afectivos que, muchas veces, se pierden cuando se habla en una lengua extranjera.</p>
<p>Para algunas familias, se trata de una ventaja, ya que puede contribuir a mejorar el control de emociones negativas. Al no encontrar rápidamente en su repertorio lingüístico las palabras para regañar o manifestar la ira, los padres disponen de más tiempo para evaluar la situación y terminan enfadándose menos. </p>
<p>Pero la expresión del afecto puede verse también comprometida. Algunos progenitores asumen este coste, mientras que otros flexibilizan la práctica y emplean directamente la lengua materna. </p>
<p>En ocasiones, el hecho de usar un lengua que no está en el entorno social crea un vínculo afectivo especial entre padres e hijos, sobre todo en la niñez. En otros casos, los niños se sienten diferentes o el propio entorno familiar (abuelos, tíos) o social puede criticar esta práctica y generar situaciones de desgaste emocional, sobre todo en los padres.</p>
<p>En cualquier caso, no existen estudios que muestren un efecto negativo del bilingüismo no nativo en el desarrollo de la competencia emocional, ni lingüística, en la lengua propia nativa.</p>
<h2>Planificación y constancia</h2>
<p>El éxito de esta práctica depende de muchos factores, como el nivel en la lengua meta de los padres, sus dotes pedagógicas, el tiempo del que disponen, el acuerdo de todos los miembros de la familia, y la posibilidad de contacto con personas nativas, entre otros. </p>
<p>Para que el bilingüismo no nativo pueda desplegar los beneficios que pueden obtenerse, es preciso analizar de antemano los recursos con los que se cuenta, planificar cuidadosamente las prácticas, ser constante y paciente y anteponer siempre el bienestar infantil y familiar.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/207269/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Este artículo es parte del proyecto de i+D financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación: (PID2019-106710GB-I00) “English immersion as family language policy: strategies, mobilities and investments” (2020-2024)</span></em></p>Hablar a los hijos en un idioma que no es el nuestro, aunque lo dominemos, puede tener un impacto en nuestra capacidad de transmitir emociones. Aunque también tiene muchas ventajas.Esther Nieto Moreno de Diezmas, Profesora Titular, Directora del Departamento de Filología Moderna, Universidad de Castilla-La ManchaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2077422023-07-02T17:37:09Z2023-07-02T17:37:09Z¿Hacen falta rutinas durante las vacaciones?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/533642/original/file-20230623-19-qr86mn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C208%2C4493%2C2782&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/kids-laughing-playing-water-seaside-1228218043">Sergey Novikov / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Cuando termina el curso escolar, desaparece los horarios estrictos que marcaban en buena medida la rutina familiar. Y aparece la tentación de relajarse al respecto. Tanto en los horarios como en la propia alimentación. ¿Se puede permitir que las comidas de los hijos e hijas estén peor reguladas durante las vacaciones, que coman cuando les apetezca y lo que ellos quieran? </p>
<p>Al fin y al cabo, ya han estado todo el año con una alimentación sana, bien regulada y ordenada en horarios muy cerrados… qué menos que en verano podamos rebajar el nivel de exigencia con la comida. Lo mismo se podría decir respecto al descanso y el sueño. </p>
<p>Pero tanto en rutinas, como en dieta o descanso, la respuesta es firme y evidente: la <a href="https://www.hsph.harvard.edu/nutritionsource/el-plato-para-comer-saludable-para-ninos/#:%7E:text=Elija%2520leguminosas%2520(legumbres%252C%2520lentejas%252C,hot%2520dogs'%252C%2520salchichas).">alimentación</a> y el <a href="https://jcsm.aasm.org/doi/10.5664/jcsm.5866">sueño</a> de los niños deben ser adecuados, <a href="https://www.mayoclinic.org/es-es/healthy-lifestyle/childrens-health/in-depth/nutrition-for-kids/art-20049335">saludables</a> y <a href="https://ses.org.es/wp-content/uploads/2016/12/rev-neurologia2016.pdf">regulados</a> durante todo el año.</p>
<h2>El bulo del aburrimiento</h2>
<p>La misma respuesta obtendríamos si preguntásemos al cerebro de los niños, ya que están aprendiendo siempre y en cualquier escenario. <a href="https://socialimpactscience.org/education/2020/09/27/children-need-to-get-bored-and-not-be-stressed/">Es un bulo decir que los niños necesitan aburrirse y no estresarse</a>. </p>
<p>Las <a href="https://socialimpactscience.org/education/2023/02/24/extended-learning-time-may-be-exhausting-for-children-and-does-not-improve-academic-scucess/">evidencias científicas</a> confirman que ampliar el tiempo de aprendizaje beneficia a todos los estudiantes, sobre todo, a los que tienen más necesidades. </p>
<p>Siguiendo este criterio y organizando actividades en el tiempo vacacional, el <a href="https://webs.ucm.es/BUCM/revcul/e-learning-innova/24/art1204.pdf">tiempo de verano es una excelente oportunidad para que los niños aprendan</a> en escenarios diferentes y en interacción con otras personas.</p>
<h2>Los horarios de verano</h2>
<p>Al tratar el tema de los horarios de los niños hay varios condicionantes a considerar: deben respetarse los horarios de comidas y descanso que necesitan, tenerse en cuenta los horarios de los padres o tutores y valorarse el tiempo atmosférico o las actividades que la familia planifica para el verano. Teniendo todo eso presente, es conveniente establecer unas pautas claras, ordenadas y previsibles para organizar los horarios durante las vacaciones de verano.</p>
<p>Por otra parte, la clave de las vacaciones de los niños en verano no está necesariamente en los horarios, sino en qué actividades se realizan durante el periodo estival. Es razonable pensar que estas actividades tengan un fuerte componente lúdico y, preferiblemente, se realicen en entornos o espacios <a href="https://www.redalyc.org/pdf/920/92049699019.pdf">naturales</a>.</p>
<p>Las actividades <a href="https://webs.ucm.es/BUCM/revcul/e-learning-innova/24/art1204.pdf">culturales</a> que ofrecen ayuntamientos y museos en muchas ciudades son una buena alternativa, aparte de aprovechar cualquier viaje que hagamos en familia para explorar otros paisajes y modelos culturales.</p>
<p>Cuando el horario y trabajo de los padres y madres no lo permite, existen modelos exitosos en la historia de la educación en España como son las llamadas <a href="https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4734807.pdf">colonias de verano</a>, que tanto ayudaban y siguen ayudando en la <a href="https://core.ac.uk/download/pdf/235850537.pdf">educación de los niños</a> y en la <a href="https://www.tramitacastillayleon.jcyl.es/web/jcyl/AdministracionElectronica/es/Plantilla100Detalle/1251181050732/Tramite/1284707431638/Tramite">conciliación familiar</a>; estas actividades están muy extendidas y son impulsadas por diferentes asociaciones culturales, los propios ayuntamientos o comunidades autónomas.</p>
<h2>Seguridad, igualdad e inclusión</h2>
<p>En todos los elementos o factores señalados hasta ahora (espacios naturales, orientación lúdica, la familia y las oportunidades culturales) hay una variable significativa que marcará el criterio a la hora de organizar el tiempo libre de los niños: garantizar una <a href="https://doi.org/10.1174/113564009788345826">interacción entre ellos y con otros adultos segura, igualitaria, constructiva e inclusiva</a>. </p>
<p>Las interacciones positivas y seguras generan aprendizajes valiosos y muy relacionados con las necesidades personales y sociales de los niños. Por otra parte, esa interacción dialógica se convierte en garantía de construcción de entornos seguros, libres de violencia y abiertos a nuevas personas, a culturas diferentes. </p>
<p>Incluso en el caso de proponer actividades con pantallas, ese tipo de interacción debería ser la condición <em>sine qua non</em> para el uso de las mismas. Puede haber <a href="https://revistes.uab.cat/jtl3/article/download/v14-n3-ladaga/971-pdf-es/4609">pantallas que facilitan la comunicación y el aprendizaje</a> y pantallas que acaban siendo muros <a href="https://doi.org/10.4185/RLCS-2015-1034">(Dark Web</a>) cuando los padres o adultos responsables no acompañan a los niños en estos viajes. </p>
<p>En general, es cierto que el uso de las pantallas necesita más evidencias científicas y, en todo caso, se remite al consejo de los especialistas, <a href="https://socialimpactscience.org/education/2022/02/04/digital-media-abuse-hampers-childrens-attention-spans-in-schools/">por ejemplo los pediatras</a>.</p>
<h2>Autonomía y seguridad</h2>
<p>Otra cuestión relevante a la hora de planificar las vacaciones de los niños es la autonomía: ¿cuándo se les puede dejar solos en el parque, la piscina, la playa o en la fiesta del pueblo? Además de algunas situaciones de riesgo que se han conocido cuando los niños se han quedado solos, el sentido común y <a href="https://socialimpactscience.org/education/2023/02/28/working-on-competence-autonomy-and-relatedness-boosts-students-motivation/">la investigación</a> aconsejan que los <a href="https://theconversation.com/por-que-es-importante-no-sobreproteger-a-los-ninos-y-permitir-ciertos-riesgos-196735">niños y adolescentes puedan tomar sus propias decisiones</a>, pero siempre con la ayuda y en diálogo con los adultos. </p>
<p>En este sentido no olvidemos que también en esos escenarios la clave debe ser la interacción con otros niños y también con personas adultas y la <a href="https://www.laspalmasgc.es/export/sites/laspalmasgc/.galleries/documentos-juventud/Guia-de-entornos-sguros-en-educacion-no-formal-Injucam.pdf">garantía de entornos seguros</a>. Podemos aplicar aquí lo mismo que hemos comentado con respecto a las pantallas: ¿dejaríamos a nuestros hijos en un lugar donde alguien les pudiera hacer daño?, ¿dejaríamos a nuestros hijos visitar lugares web que les pondrían en peligro?</p>
<p>Para terminar, me gustaría dar una pauta resumen para las vacaciones de los niños y sus familias: las buenas <a href="https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2745939.pdf">amistades</a> y una <a href="http://revistaindice.com/numero14/p6.pdf">relación cordial en la familia</a> son la mejor garantía para unas vacaciones inolvidables y maravillosas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/207742/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Jesús Marauri Ceballos no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La investigación y el sentido común indican que en el periodo sin escuela conviene mantener horarios y rutinas saludables y dedicar el tiempo libre a actividades que aporten beneficios físicos y mentales.Jesús Marauri Ceballos, Profesor del Grado de Educación Primaria en la Universidad de Deusto. Organización de centros y didáctica, Universidad de DeustoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2079412023-06-29T17:46:23Z2023-06-29T17:46:23ZEl ejemplo masculino, una de las claves para educar en igualdad en el hogar<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/534566/original/file-20230628-19-mgenl1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=627%2C151%2C6127%2C4193&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/side-view-black-child-casual-clothes-2155189331">Evgeny Atamanenko/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Recientes informes indican que, aunque está disminuyendo, siguen existiendo <a href="https://news.un.org/es/story/2023/06/1521902">prejuicios contra las mujeres que justifican las desigualdades de género</a>, así como un reparto desigual de las tareas domésticas, tanto en los <a href="https://prensa.fundacionlacaixa.org/wp-content/uploads/2023/02/Desigualdad-de-genero-en-el-trabajo-remunerado-y-no-remunerado-tras-pandemia_Articulo.pdf">hogares españoles</a> como en el <a href="https://data.unicef.org/resources/harnessing-the-power-of-data-for-girls/">resto del mundo</a>.</p>
<p>La educación, tanto la formal en los colegios e institutos como la que se realiza en casa, debe continuar fomentando relaciones más igualitarias y sanas para todas las personas. ¿Cómo?</p>
<h2>No valen solo discursos</h2>
<p>El primer impulso cuando observamos que un joven tiene un comportamiento no igualitario o machista es explicarle y razonarle por qué eso que hizo no es correcto. </p>
<p>Por ejemplo, podemos pensar en un adolescente que no asume las tareas del hogar: colada, limpieza o la comida. Lo primero que haríamos es llamarle la atención y explicarle la necesidad y obligación de su colaboración en todo ello. Esto es necesario, pero no suficiente.</p>
<p>Desde estudios recientes encontramos, entre otras, dos cuestiones que son esenciales y que en muchas ocasiones están ausentes: <a href="https://www.anagrama-ed.es/libro/argumentos/el-complejo-de-telemaco/9788433963710/A_468">límites</a> y <a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-73782020000200115&script=sci_arttext&tlng=pt">referentes masculinos</a>.</p>
<h2>La importancia de los límites</h2>
<p>Un problema que se viene observando en las últimas décadas es <a href="https://www.aeroletras.org/bellas-letras/resena-que-queda-del-padre-de-massimo-recalcati-carlos-murguia">la dificultad de establecer límites</a>. Esta dificultad es comprensible dado el contexto histórico en que nos encontramos.</p>
<p>El modelo normativo de familia del siglo pasado es el patriarcal, donde el padre ostenta el poder e impone el orden en el hogar. <a href="https://revistaseug.ugr.es/index.php/revpaz/article/view/21875">La disolución progresiva y necesaria de este modelo</a> nos deja a los educadores, y en especial a los padres, sin un referente claro al que agarrarnos y con el miedo de no querer replicar ese arquetipo.</p>
<p>Pero cuando se habla de la necesidad de límites no implica la imposición coactiva de estos, ni el continuo recurso de amenazas y castigos. Se trata de que los jóvenes puedan pensar en sus inquietudes, en qué pueden hacer y qué no. Porque no todo está permitido, ni existe alguien que sea capaz de todo.</p>
<h2>Repercusiones y malestares</h2>
<p>Debemos asumir que una vida sana pasa por la construcción de un proyecto vital que tenga en cuenta que no lo podemos todo, que nuestras acciones repercuten en otros y que, por tanto, solo es posible aquello que cuida y respeta también la vida de los demás.</p>
<p>Porque, además, lo que nos encontramos en la investigación es que cuando los jóvenes no encauzan sus deseos en los marcos de estos límites aparecen diferentes formas de malestares como, por ejemplo, <a href="https://repositorio.uchile.cl/handle/2250/134153">las depresiones</a>, <a href="http://www.psicoanalisisapdeba.org/wp-content/uploads/2018/05/Manca.pdf">autolesiones</a>, <a href="https://www.nedediciones.com/ficha.aspx?cod=2028">la anorexia</a> o <a href="https://d1wqtxts1xzle7.cloudfront.net/52119352/adicciones_y_alcoholismo-libre.pdf?1489288588=&response-content-disposition=inline%3B+filename%3DAdicciones_y_alcoholismo.pdf&Expires=1687252614&Signature=D8oikadh48zlnl8pKx2Q2jxxCiu4F09pHHntEANvcW4psC%7EBmWq%7E4km3DJ0MOCVG5OTuSgJzXW%7EbyD9vG0MM5M3LtXYB8pk5xZicXFK1NULts7T3%7EQtx5u3p4n3o9vIg52sbWz%7Ecca-45Ed9CAttLOCPn2qjb%7EwzaXDxPasN9NtPYKbHtxAghaLQj1mmofsEgTOCrZg6qfLbtmjBa%7EuaGbF2rtqIVZDBgVqXFDu7xuQ7fOHfQC0ia2DjSELfNAohVqvZzwIVlwlC31WPRiUr7XBEMHxX-mbQbeD6lYYLqUVURxN6jvECG38gYkiUGGeA6fZXxAVPUp0V1r8EvCe1fQ__&Key-Pair-Id=APKAJLOHF5GGSLRBV4ZA">las adicciones</a>. Es decir, los límites no son un obstáculo al desarrollo sino justo lo contrario: son los cauces por los que transitar la vida sanamente.</p>
<h2>Personalización y adaptación</h2>
<p>Es necesario aclarar que estos límites no son universales, porque cada persona tiene unas capacidades diferentes, unos intereses singulares y unos contextos particulares. </p>
<p>Hay personas con más habilidad para la música, otras con más tiempo para ejercitarse en el arte que les apasiona, en unas familias gusta cenar juntos, en otras cada quien lo hace cuando vuelve hambriento del trabajo, unas casas necesitan una limpieza continua de las terrazas por el salitre que viene desde la playa, otras tienen que sacar al perro a pasear, o tienen familiares mayores a los que cuidar. </p>
<p>Por tanto, para construir unas relaciones igualitarias, en cada contexto es necesario pensar y actuar de forma diferente en relación con lo que cada quien desea y puede hacer. </p>
<p>Entonces, debemos enfocarnos no a la imposición de unas normas universales, sino a un modo de pensar y actuar sensible al entorno y a los demás.</p>
<h2>Referentes masculinos</h2>
<p>Lo que nos dice la investigación es que <a href="https://www.routledge.com/Complexity-and-Education-Inquiries-Into-Learning-Teaching-and-Research/Davis-Sumara/p/book/9780805859355">nuestros actos no se movilizan solo desde ideologías o discursos</a>. Cuando actuamos se pone en juego, de forma automática e inconsciente, un complejo proceso que incluye nuestros conocimientos, habilidades, valores, actitudes y emociones. </p>
<p>En este engranaje los discursos que formulamos son una pequeña pieza, pero no la única. ¿Entonces, cómo podemos reconstruir nuestra posición subjetiva de manera que nos permita a la vez vivir nuestro deseo y siendo respetuosos con los demás?</p>
<p>Estudios recientes señalan a la necesidad de que, entre otros asuntos, <a href="https://hipatiapress.com/hpjournals/index.php/generos/article/view/4313">profesionales de la educación y padres asumamos la responsabilidad de ser un referente para los jóvenes</a>. Esto significa algo que resulta fácil decir, pero difícil hacer: pensar nuestro día a día, buscar errores y atrevernos a cambiarlos. </p>
<p>Significa pensar en nuestros malestares y encontrar vías para abordarlos, ya sea en terapia, con actividades artísticas o como cada quien necesite. </p>
<p>Y todo ello en diálogo con los jóvenes para que puedan estar presentes en este proceso en que nos pensamos y cambiamos, y el bienestar que todo ello nos reporta. De manera que esto se convertirá en una invitación para los jóvenes a pensarse y crecer en igualdad.</p>
<h2>Una vida apasionada</h2>
<p>En resumen, se trata no de ser un padre ejemplar, sino de un ejemplo de padre. Los jóvenes deben buscar sus formas propias de vivir y seguir sus deseos, no los de sus adultos de referencia. Por eso no hablamos de un padre ejemplar y modélico al que imitar: eso estaría en la línea de ese padre patriarcal que impone un modo de ser y relacionarse. </p>
<p>De lo que se trata es de asumir la responsabilidad de mostrar a los jóvenes, con nuestra propia experiencia, que hay formas sanas y apasionadas de vivir que son respetuosas y cuidadosas con los demás.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/207941/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Diego Martín Alonso no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>¿Por qué sigue siendo desigual el reparto de tareas domésticas? ¿Cómo están siendo educadas las nuevas generaciones y qué hace falta para una verdadera igualdad?Diego Martín Alonso, Profesor de Didáctica y Organización Escolar, Universidad de MálagaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2060172023-06-25T21:06:53Z2023-06-25T21:06:53Z¿Debemos dar paga a nuestros hijos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/531929/original/file-20230614-21-ritl1a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=28%2C0%2C6256%2C5153&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/happy-smiling-rich-kid-girl-millionaire-1591064878">Dmitry Lobanov/Shutterstock </a></span></figcaption></figure><p>El número de padres que dan dinero a demanda en lugar de una paga <a href="https://www.injuve.es/noticia/adolescentes-2013-hacia-una-correcta-formacion-y-autonomia-en-el-consumo">ha ido en aumento</a> en los últimos tiempos. ¿Es esta una buena opción? La clave no está tanto en dar o no dar paga, sino en cómo se da.</p>
<h2>Aprender el manejo del dinero</h2>
<p>Dar algo de dinero semanalmente a nuestros hijos es una excelente oportunidad de que aprendan a consumir y a ahorrar. Para lograr esto, este dinero debe ir acompañado de educación. </p>
<p>En un <a href="https://doi.org/10.1016/j.joep.2014.07.003">estudio</a> llevado a cabo en los Países Bajos se encontró que las personas que provenían de familias en las que de niños se les había dado una paga y enseñado a manejar esta ahorraban entre un 16 % y un 30 % más en la vida adulta. </p>
<p>En este mismo estudio también se encontró que dar la paga sin este acompañamiento educativo no mejoraba el ahorro en la edad adulta.</p>
<p>Debemos tratar de cumplir tres condiciones: </p>
<ol>
<li><p>Dar dinero suficiente para que pueda adquirir algún bien. </p></li>
<li><p>Asesorarlo en las compras y el ahorro. </p></li>
<li><p>Supervisar en qué gasta el dinero. </p></li>
</ol>
<p>De poco sirve dar sermones acerca de la importancia del dinero y de lo que nos cuesta como padres conseguirlo si no le damos a ellos la oportunidad de manejarlo. Gastarse toda la paga en golosinas en una tarde y no tener para el día siguiente les ayuda a distinguir lo importante de lo no tan importante. </p>
<p>Así, tienen una oportunidad de aprender la importancia de ahorrar y de desarrollar la importantísima <a href="https://www.redalyc.org/journal/2745/274555484002/274555484002.pdf">demora de la gratificación</a>, el mecanismo de maduración que permite a los humanos controlar impulsos (ser capaces de resistirnos a una gratificación inmediata a cambio de una gratificación mayor en el futuro).</p>
<p>En cambio, dar dinero sin supervisión puede ser contraproducente. Algunos estudios encontraron que los hijos que reciben paga sin ser supervisados tienen más riesgo de <a href="https://annali.iss.it/index.php/anna/article/view/1523">consumo de drogas</a>, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9315462/">ejercer acoso</a> y <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4316279/">tener sobrepeso</a>. Pero cuidado, supervisar y controlar no quiere decir recriminar. Comentarios como “claro, como malgastas el dinero, ahora no te queda; así nunca vas a tener nada” no ayudan. </p>
<p>Despilfarrar toda la paga en chicles puede ser un error y de cometer errores se aprende. Dejar que se equivoquen cuando esas equivocaciones no tienen consecuencias graves es un modo de favorecer la autonomía en nuestros hijos. Será más útil animarlos y ayudarlos a planificar un ahorro en siguientes ocasiones.</p>
<h2>La edad y la cantidad apropiada</h2>
<p>Antes de la educación primaria no es demasiado eficaz dar una paga, pero sí podemos ayudar a los más pequeños a desarrollar el concepto del dinero. Por ejemplo mediante juegos tipo tienda. </p>
<p>En estos juegos podemos interpretar diferentes papeles “Hoy tenemos dinero y compramos. Hoy no tenemos tanto dinero y no podemos comprar tantas cosas”. Con este tipo de actividades fomentamos los conceptos de “para mí”, “para ti” y “para luego”.</p>
<p>Una edad adecuada para empezar a plantearse dar paga es cuando los niños adquieren los conceptos de suma y resta, habitualmente hacia los siete años. En las primeras pagas les podemos pedir que gasten solo la mitad y ahorren el resto en una hucha. Así, pueden ver que ahorrar les permite adquirir bienes más caros. Una cantidad semanal es mejor que mensual a estas edades.</p>
<p>La cantidad vendrá determinada por el nivel madurativo, los gastos para los que está destinada y por supuesto por las posibilidades reales de la familia. </p>
<p>En un <a href="https://www.scirp.org/html/8-6902140_77168.htm#txtF5">estudio</a> se observó que las familias con recursos económicos más limitados dan una mayor importancia a que sus hijos adopten hábitos de consumo más eficientes. Además, según este mismo estudio, estas familias suelen aportar mejores modelos de ahorro. Por lo que la cantidad no es tan importante como la educación que acompaña a la paga.</p>
<h2>Condiciones para dar la paga</h2>
<p>La idea es que tengan claro que como padres vamos a cubrir sus necesidades y ellos con su paga los extras. La cantidad de dinero generalmente aumenta a medida que el niño crece y asume más responsabilidades. </p>
<p>Los adolescentes que cuentan con madurez suficiente pueden tener una asignación para cubrir los gastos de ocio. El entretenimiento, los viajes y alguna ropa pueden ser pagados por ellos. Por supuesto, podemos poner limitaciones. Por ejemplo el dinero de la familia no debe gastarse en cigarrillos u otras actividades dañinas.</p>
<p>Es importante evitar prestar dinero si prevemos que no lo podrán devolver. Esto dificulta que valoren el dinero y favorece que se creen conflictos. Puede ser más recomendable dar este dinero si consideramos que es algo relevante o simplemente decir que no en primer lugar, si creemos que no debe gastarlo. </p>
<p>Debemos recordar siempre que nosotros somos los adultos. Por lo tanto somos responsables de marcar límites y guiarlos hacia un consumo responsable. </p>
<h2>¿Tareas domésticas remuneradas?</h2>
<p>Si bien es un tema controvertido, la evidencia existente apunta a que pagar por realizar las tareas de casa no es una buena opción. En un <a href="https://www.researchgate.net/publication/227690648_Children_and_Chores_A_Mixed-Methods_Study_of_Children's_Household_Work_in_Los_Angeles_Families">estudio observacional</a> realizado en familias de Estados Unidos se observó que dar dinero a los niños por las tareas del hogar no era un incentivo eficaz para la realización de estas. </p>
<p>Los niños que recibían un dinero por contribuir en casa no hacían más tareas que aquellos que no lo recibían. Además, aquellas niñas y niños que contribuían sin recibir dinero por ello ligaban la realización de las tareas del hogar a valores como el deber y la reciprocidad. </p>
<p>No obstante, algunas familias proponen a sus hijos tareas diferentes a las del reparto familiar (por ejemplo, lavar el coche) para ganar un dinero extra. Este tipo de trabajos podrían favorecer su autonomía y la capacidad de ahorro. Sin embargo no existe investigación suficiente para poder afirmarlo con contundencia. </p>
<h2>Nuestra relación con el dinero</h2>
<p>Así, en definitiva, las experiencias que tenemos con el dinero en la infancia influyen en la relación que tenemos con el dinero en la edad adulta. Dar paga a nuestros hijos es la mejor alternativa, siempre que esta vaya acompañada de educación y supervisión. La cantidad debe ir en función de los gastos y debemos ayudarlos a ahorrar una parte. </p>
<p>Por último, no debemos olvidar hacerles ver que la mayoría de cosas importantes de la vida no tienen que ver con el dinero. Si nosotros actuamos en nuestro día a día con valores asociados al deber y la empatía es más probable que ellos también lo hagan. Mostrarnos agradecidos dando un abrazo o una sonrisa al ver que tiene la mesa puesta al llegar a casa es más valioso que unos cuantos euros.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/206017/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Mónica Rodríguez Enríquez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El número de padres que dan dinero a demanda en lugar de una paga ha ido en aumento en los últimos tiempos. ¿Contribuye a que los hijos entiendan mejor “el valor del dinero”?Mónica Rodríguez Enríquez, Profesora, Doctora en Psicología, Universidade de VigoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2065282023-06-21T17:57:35Z2023-06-21T17:57:35Z¡Ayuda! ¿Qué carrera elijo?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/532758/original/file-20230619-23-3iz1uh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5458%2C3633&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/group-multiethnic-university-students-holding-question-184322504">Shutterstock / Andrey_Popov</a></span></figcaption></figure><p>Una vez finalizada la etapa de enseñanza obligatoria, los jóvenes se enfrentan al complejo desafío de decidir cuál será su futuro académico y profesional a partir de ese momento. Es una de esas decisiones que marcan un antes y un después en la vida. En la mayoría de los casos, es la primera vez que recae sobre nuestros hombros algo tan determinante.</p>
<p>Empezamos a prestar atención a la información en medios sobre las carreras más demandadas, los estudios de formación profesional mejor pagados, <a href="https://www.u-ranking.es/insercion-SUE">el perfil de egreso con mayores oportunidades de inserción laboral</a>, etc. Multitud de datos que abruman a cualquiera, especialmente cuando pueden llegar a tener un impacto tan fuerte en la vida de una persona. </p>
<p>La decisión se ve complicada porque durante la adolescencia, cuando la mayoría de personas se ven en situación de tomarla, aún se está desarrollando el autoconcepto, explorando los intereses, metas, valores… ¿Cómo entonces decantarse por unos estudios alineados con las propias percepciones o aspiraciones personales y profesionales?</p>
<p>¿Cuál es, por ejemplo, la influencia de los amigos, en una etapa en la que son determinantes su opinión y la presión del grupo? ¿Y la de la familia, en especial padres y madres? Expectativas parentales o experiencias pasadas pueden llegar a anteponerse a las verdaderas aspiraciones y capacidades del interesado. </p>
<p>En este contexto, hay dos herramientas personales muy necesarias: la autoeficacia y la confianza. Una mayor confianza en las propias habilidades y en la capacidad de éxito reman a favor de tomar una decisión acertada.</p>
<h2>¿Se puede ayudar desde fuera?</h2>
<p>Es inevitable que padres y madres se sientan preocupados en esta etapa, ya que son conscientes de la importancia de la decisión sobre estudios no obligatorios. Puede incluso que conozcan o hayan vivido experiencias negativas ante una mala decisión. Tampoco son ajenos al bombardeo informativo de los medios de comunicación.</p>
<p>Si conectamos la televisión o abrimos el periódico diario encontramos, cercanos a la <a href="https://theconversation.com/afecta-la-nota-de-la-ebau-al-indice-de-abandono-universitario-182876">fecha de la EBAU</a>, titulares alarmantes como las tasas de abandono de estudios superiores en España. Según el informe del <a href="https://www.universidades.gob.es/publicaciones-e-informes/">Ministerio de Universidades</a> elaborado en 2020, la tasa de abandono era superior al 22,6 % en el curso 2018–19: 1 de cada 5 estudiantes abandonó sus estudios sin completarlos. </p>
<p>El entorno social y familiar debe respetar los ritmos de desarrollo de los jóvenes, apoyando su crecimiento y bienestar, y brindando apoyo desde el respeto a sus preferencias. Esto es posible si reconocen su diversidad, practican la escucha activa siendo flexibles en las expectativas, e incluso, fomentan su autonomía y toma de decisiones.</p>
<h2>Factores de abandono</h2>
<p>Por tipo de institución, las universidades públicas tienen <a href="https://www.universidades.gob.es/wp-content/uploads/2023/04/DyC_2023_web_v2.pdf">tasas de abandono más bajas</a> que las privadas o centros adscritos. Aunque el porcentaje ha disminuido, aún continúa siendo significativo. </p>
<p>Encontramos diversos factores de abandono. Uno de los principales es la falta de motivación del alumnado o incluso un desajuste entre las expectativas personales y los estudios escogidos. No podemos obviar que los <a href="https://www.fbbva.es/noticias/un-33-de-los-alumnos-no-finaliza-el-grado-que-inicio-y-un-21-abandona-sin-terminar-estudios-universitarios/#:%7E:text=El%20abandono%20de%20los%20estudios,acad%C3%A9mico%20de%20los%20estudiantes%20%E2%80%94por">problemas económicos</a> también pueden llevar a dicho abandono.</p>
<h2>Metas claras</h2>
<p>Entender los factores asociados a este <a href="https://theconversation.com/como-abordar-el-abandono-universitario-117373">abandono educativo temprano</a> es importante a la hora de tomar decisiones. Los más habituales son la pérdida de interés por iniciar unos estudios sin tener claras las metas profesionales, las dificultades académicas con las que no se contaba (con las consiguientes situaciones de frustración y bloqueo mental) y los problemas emocionales no gestionados adecuadamente que disminuyen nuestra capacidad de mantener la atención en los estudios.</p>
<p>Por ello, podemos buscar y recibir apoyo de nuestro entorno cercano en los siguientes ámbitos: </p>
<ol>
<li><p><strong>Apoyo emocional.</strong> Frente a la incertidumbre, el desasosiego o el estrés de este momento, la familia puede ofrecer herramientas para gestionar preocupaciones y brindar recursos para mantener una mente positiva en el proceso. Como, por ejemplo, mantener un estilo de vida saludable, practicar un diálogo interno positivo, desarrollar el sentido del humor, etc.</p></li>
<li><p><strong>Exploración del mundo.</strong> Investiguemos nuestras opciones y busquemos información sobre nichos de empleo, testimonios de profesionales que han recorrido ese mismo camino, consejos de mentores en una determinada área acorde a las preferencias de los estudiantes.</p></li>
<li><p><strong>Orientación vocacional.</strong> Esencial en esta etapa, nos ayuda a ahondar en nuestras fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas. Debemos explorar nuestros intereses, valores, incluso aquello que se nos da bien (habilidades), para encontrar opciones profesionales relacionadas.</p></li>
<li><p><strong>Ferias educativas.</strong> Es importante tener la oportunidad de recorrer las distintas instituciones educativas que pueden tener a su alcance, conocer a fondo los planes de estudios, requisitos de acceso, financiación de estudios, etc.</p></li>
</ol><img src="https://counter.theconversation.com/content/206528/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>María Auxiliadora Ordoñez Jiménez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Termina el bachillerato (o la ESO si se opta por FP) y tenemos que tomar decisiones que marcarán nuestro futuro. Un equilibrio entre la reflexión personal y el apoyo de la familia puede hacerlo más fácil.María Auxiliadora Ordoñez Jiménez, Docente - Investigadora, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2073502023-06-21T17:57:33Z2023-06-21T17:57:33ZEl año sabático antes de la universidad: ¿oportunidad de crecimiento o pérdida de tiempo?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/532343/original/file-20230616-29-wolwqw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=25%2C0%2C5582%2C3732&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Viajar a Roma siempre es una buena opción.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/pretty-young-female-tourist-studying-map-98831906">lightpoet/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Tomarse un año de descanso o un año sabático entre la educación secundaria y la superior <a href="https://www.larazon.es/sociedad/educacion/el-gap-year-empieza-a-despegar-en-espana-IH22072831/">es una práctica común entre jóvenes de países del norte de Europa y América</a>. Este fenómeno está cada vez más extendido en España, aunque en ocasiones todavía se contempla como un año perdido. </p>
<p>Hemos analizado las bondades y riesgos de este periodo de paréntesis desde una perspectiva internacional; a partir de este análisis, teniendo en cuenta la idiosincrasia del contexto español, sus problemáticas y necesidades actuales, ofrecemos unas recomendaciones para jóvenes que se planteen esta opción y sus familias.</p>
<h2>Lo que dicen los datos</h2>
<p>A continuación, sin ánimo de realizar un estudio comparado <em>per se</em>, se muestra a grandes rasgos de qué manera se concibe el año sabático en algunos países del mundo. Además, se presentan ventajas y desventajas científicamente demostradas. </p>
<p>En el <a href="https://doi.org/10.1080/13562517.2011.570438">Reino Unido</a>, el <em>gap year</em> (año sabático, en inglés) se entiende como un esfuerzo educativo y una experiencia pedagógica en la que el compromiso cívico se une con el desarrollo personal, moral, cívico e intelectual. </p>
<p>En <a href="https://doi.org/10.1080/18146627.2013.786880">Sudáfrica</a> se considera que el año sabático posee beneficios para el alumnado, tales como que: </p>
<ol>
<li><p>Aporta claridad en la elección de carrera, una mayor motivación y un enfoque más centrado en sus estudios.</p></li>
<li><p>Permite recuperarse del agotamiento o desgaste tras la educación secundaria.</p></li>
<li><p>Facilita la adaptación a la universidad.</p></li>
<li><p>Mejora sus habilidades sociales interculturales e interpersonales.</p></li>
<li><p>Contribuye a su desarrollo personal, independencia y autoconocimiento. </p></li>
</ol>
<p>No obstante, también se contemplan como desventajas el quedarse atrás con respecto al grupo de iguales o la dificultad de retomar los estudios académicos.</p>
<p>En países asiáticos como China el tomarse un año sabático es una conducta más aceptada por el grupo de iguales, pero que todavía cuenta con la desaprobación de muchas familias. No obstante, un <a href="https://doi.org/10.1080/13683500.2014.946478">estudio</a> de investigadores de universidades chinas y australianas muestra que esta experiencia contribuye al desarrollo de la madurez e independencia de quienes la viven. </p>
<p>Los resultados de China contrastan con los de <a href="https://doi.org/10.1037/a0038667">otras investigaciones</a> desarrolladas en Finlandia y Australia. </p>
<p>En el caso de Finlandia, no se encontraron diferencias entre el alumnado que disfrutaba de año sabático antes de ir a la universidad y el que accedía directamente a ella en relación con:</p>
<ol>
<li><p>El crecimiento del compromiso con las metas.</p></li>
<li><p>El esfuerzo.</p></li>
<li><p>Las expectativas de éxito.</p></li>
<li><p>Las tasas de inscripción universitaria. </p></li>
</ol>
<p>En Australia, no fueron significativas las diferencias entre el alumnado que se toma un año sabático y el que accede directamente a la universidad en relación con las perspectivas de futuro, de carrera profesional y la satisfacción vital. </p>
<p>En <a href="https://doi.org/10.1080/13639080.2017.1407493">Noruega</a> se plantea una visión más compleja. Se considera que el año sabático es una experiencia beneficiosa para el futuro alumnado universitario, mientras que para el alumnado de formación profesional se percibe como irrelevante e, incluso, contraproducente. Esto se debe a los posibles riesgos de abandono definitivo de los estudios tras la pausa que supone el año sabático. </p>
<p>Estados Unidos es uno de los países que más defienden la práctica del año sabático. Una de las <a href="https://doi.org/10.1152/advan.00059.2021">investigaciones</a> más recientes considera que aporta al estudiantado beneficios como: </p>
<ol>
<li><p>Adaptabilidad al cambio y al fracaso. </p></li>
<li><p>Formación de identidad profesional y comprensión del rol del equipo.</p></li>
<li><p>Comprensión del “mundo real”.</p></li>
<li><p>Reenfoque de objetivos.</p></li>
<li><p>Resiliencia y gestión del estrés.</p></li>
<li><p>Refuerzo de la motivación.</p></li>
</ol>
<h2>Dudas, deseos y perspectivas de futuro</h2>
<p>En España, según un informe publicado por el <a href="https://www.universidades.gob.es/wp-content/uploads/2023/04/DyC_2023_web_v2.pdf">Ministerio de Universidades</a>, el 33 % del alumnado universitario de nuevo ingreso abandona esos estudios, de los cuales el 13 % cambia de titulación y el 20 % directamente abandona el Sistema Universitario Español. </p>
<p>Esto se traduce en que un tercio del alumnado universitario de nuevo ingreso no tiene claras sus preferencias. Esta circunstancia se da en un contexto donde coexisten la competitividad, la excelencia, el perfeccionismo y formar parte de <a href="https://www.expansion.com/opinion/2020/06/18/5eea70f2468aeb20478b45df.html">“la generación de la incertidumbre”</a> no genera, precisamente, tranquilidad. </p>
<p>Por lo tanto, si tan complejo resulta en las circunstancias actuales averiguar qué se quiere, igual conviene comenzar por tratar de esbozar qué no se quiere. En este sentido, una de las opciones que pueden contribuir a esta toma de decisiones es tomarse un año sabático al finalizar la educación secundaria. </p>
<p>Además, en España hay <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6838367">estudios</a> que demuestran que el rendimiento académico del alumnado universitario que disfrutó de un año sabático es superior que el del alumnado que no lo hizo.</p>
<h2>Analizar las circunstancias personales</h2>
<p>Es conveniente siempre analizar las circunstancias sociales y culturales del lugar en el que se vive, así como las personales. Las tres preguntas fundamentales que debemos responder son:</p>
<ol>
<li><p>Qué se desea conseguir o qué expectativas se tienen del año sabático: ¿por qué me tomo un año sabático?</p></li>
<li><p>Qué posibles beneficios puede reportar tomarse un año sabático: ¿en qué creo que me va a ayudar?</p></li>
<li><p>Qué retos o dificultades pueden aparecer en el camino: ¿qué me va a suponer un aprendizaje?</p></li>
</ol>
<h2>Un debate abierto</h2>
<p>Múltiples factores influyen en la idoneidad de tomarse este año de descanso: desigualdad de oportunidades, necesidades y demandas del sistema capitalista, etc. De hecho, <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/j.1475-4932.2007.00418.x">algunos estudios</a> apuntan que la proporción de estudiantes que posponen el acceso a la universidad varía en función de sus antecedentes, el género, la raza o etnia, entre otros. Lisa Wade, docente de la Tulane University, prefiere recurrir a los <a href="https://thesocietypages.org/socimages/2009/12/08/class-and-the-framing-of-a-work-free-year/">memes</a> para denunciar las diferencias con respecto a la concepción del año sabático en familias en función de sus recursos económicos.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/532207/original/file-20230615-27-t5rpn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Viñetas sobre lo que significa el año sabático dependiendo del nivel socioeconómico. Para la clase media, un año de descanso; para la clase trabajadora, estar desempleado." src="https://images.theconversation.com/files/532207/original/file-20230615-27-t5rpn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/532207/original/file-20230615-27-t5rpn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=240&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/532207/original/file-20230615-27-t5rpn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=240&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/532207/original/file-20230615-27-t5rpn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=240&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/532207/original/file-20230615-27-t5rpn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=302&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/532207/original/file-20230615-27-t5rpn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=302&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/532207/original/file-20230615-27-t5rpn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=302&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Viñetas sobre lo que significa el año sabático dependiendo del nivel socioeconómico. Para la clase media, un año de descanso; para la clase trabajadora, estar desempleado.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://thesocietypages.org/socimages/2009/12/08/class-and-the-framing-of-a-work-free-year/">The Society Pages</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/">CC BY-NC-SA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Esta cuestión, ligada a que el año sabático en EE. UU. <a href="https://harvardpolitics.com/gap-year/">es una práctica apoyada por prestigiosas universidades como las de Harvard y Princeton</a>, denota que el alumnado procedente de familias con mayores recursos económicos es quien tiene más posibilidades y probabilidades de realizarlo.</p>
<h2>Opciones autofinanciadas</h2>
<p>No obstante, el año sabático no se ciñe exclusivamente a viajar con gastos pagados, sino que también existen otros programas que facilitan e incluso financian esta experiencia como los cursos de inmersión lingüística, las experiencias de trabajo en el extranjero como <em>aupair</em>, e incluso empresas que organizan este tipo de viajes específicos, como <em>Workaway</em>.</p>
<p>Los efectos, posibles beneficios y riesgos siguen estudiándose desde la teoría y la práctica, aunque existe un consenso internacional en que tomarse un año sabático como transición entre etapas educativas puede reportar beneficios personales, profesionales y académicos. </p>
<p>Al mismo tiempo, no hay que olvidar la otra cara de la moneda: resulta esencial tomar conciencia de los retos, riesgos y dificultades que implica abandonar la educación reglada durante un tiempo, vivir en un país extranjero o viajar en busca de experiencias.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/207350/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Alicia Sianes-Bautista no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Aunque la distancia física y mental del mundo académico puede ser muy beneficiosa para tener una idea más clara de lo que se quiere hacer en el futuro, el año de descanso también tiene sus riesgos.Alicia Sianes-Bautista, Profesora de Historia de la Educación y Educación Comparada, Universidad de MálagaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2040532023-06-13T19:02:32Z2023-06-13T19:02:32ZEntender y tratar las dificultades particulares de conducta es más importante que etiquetarlas<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/527831/original/file-20230523-23-bmxyng.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C0%2C5708%2C3837&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/lonely-little-girl-home-autism-concept-1022253304">Africa Studio/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Vivimos en una sociedad con una tendencia excesiva al <a href="https://theconversation.com/estamos-psicopatologizando-la-educacion-199116">diagnóstico y a la etiquetación psicológica</a>. Poner etiquetas facilita la comunicación entre profesionales, pero también acarrea una serie de inconvenientes para la persona y el contexto social en el que se desenvuelve. </p>
<p>Si hablamos de niños y adolescentes esta situación se complica, ya que estos dependen de los adultos y educadores que les rodean.</p>
<h2>Efectos negativos de las etiquetas</h2>
<p><a href="https://www.redalyc.org/pdf/778/77824828004.pdf">Algunos inconvenientes</a> de las etiquetas que usamos para categorizar las diferentes actitudes y dificultades de los niños y niñas son:</p>
<ol>
<li><p>No aportan información útil sobre el comportamiento o la personalidad de la persona, en la mayoría de ocasiones. Siempre hay matices específicos que la etiqueta no contempla.</p></li>
<li><p>Se suelen utilizar como generalizaciones sobre la conducta de la persona, haciendo que pasen desapercibidos otros comportamientos que desmentirían dicha etiqueta.</p></li>
<li><p>Se utilizan, a menudo, como explicaciones causales del comportamiento de la persona. El comportamiento que realiza la persona queda justificado por la etiqueta, y la etiqueta queda justificada por el comportamiento que tiene la persona.</p></li>
<li><p>Se refieren a comportamientos (normalmente negativos) que reciben una gran atención social. Lo que en muchas ocasiones puede ser contraproducente para la persona, dañando su autoestima y formando un autoconcepto negativo.</p></li>
<li><p>A menudo nos hacen centrarnos más en la búsqueda de defectos y errores en la persona, más que en sus habilidades, competencias y recursos.</p></li>
<li><p>Se usan como causa del trastorno de conducta. Es decir, si una persona tiene TDAH la causa de su comportamiento siempre será el TDAH. Esto da lugar al fenómeno llamado “profecía autocumplida” y a la perpetuación de la etiqueta. Lo que nosotros esperemos de esa persona, nuestras expectativas sobre su comportamiento, acabarán cumpliéndose y estarán condicionadas por dicha etiqueta.</p></li>
<li><p>Contribuyen a generar, tanto en los que reciben la etiqueta como en los que le rodean, sentimientos de indefensión, fatalismo y desresponsabilización. Esta situación influye negativamente sobre todo a la hora de intervenir con esa persona. Será más difícil mejorar su comportamiento. </p></li>
<li><p>Subestiman la posible contribución del entorno a la mejora del problema, presentándose como una causa interna que determina el trastorno de conducta. Esto no facilita la intervención conductual en niños y adolescentes donde la contribución del entorno en la intervención es tan importante.</p></li>
</ol>
<h2>El papel de los educadores en casa y en el colegio</h2>
<p>Los educadores (maestros, profesores, madres, padres…) tienen una posición privilegiada a la hora de descubrir posibles trastornos de conducta en la infancia y la adolescencia. Pasan muchas horas con los niños y pueden detectar comportamientos de forma temprana, lo que en muchas ocasiones supone la prevención de una situación más compleja. Esto también facilita evitar un posible trastorno. </p>
<p>Los educadores son también unos fantásticos colaboradores del psicólogo clínico infantil. Su papel es determinante tanto en la fase de evaluación como en la de intervención. </p>
<p>Sin ellos, el trabajo del psicólogo queda mermado por la dificultad de una evaluación e intervención directa con el niño, ya que normalmente no es él o ella el demandante de ayuda, sino que suele ser su familia o su docente. </p>
<p>Por lo tanto, los educadores tienen la posibilidad de recoger datos y observar donde el psicólogo tiene complicado acceder. Los niños se desenvuelven en varios contextos, familia y escuela, y es importante obtener información en cada uno de ellos. </p>
<h2>¿Cuándo una conducta es normal?</h2>
<p>La formación de los educadores en contenidos de índole analítico-conductual es importante para que conozcan, por ejemplo, las características de los trastornos de conducta más frecuentes en la infancia y la adolescencia y sepan discriminar cuándo una conducta, aunque sea negativa, está dentro de lo normal, y cuándo es susceptible de atención especializada porque pueda ser un síntoma de algún trastorno. </p>
<p>Esta es la manera de detectar posibles problemas futuros, incluso de prevenirlos. Las conductas de niños y adolescentes son en la mayoría de los casos fruto de la interacción con los adultos; si estos saben cómo actuar, qué cosas hacer y cuáles no, pueden marcar la diferencia en la aparición o no de determinados comportamientos.</p>
<h2>Los trastornos más frecuentes</h2>
<p>Los <a href="https://www.redalyc.org/pdf/727/72723439006.pdf">trastornos de conducta más frecuentes </a> en la infancia y la adolescencia y que mayor importancia tienen para los educadores son: </p>
<ol>
<li><p>Trastornos de conducta de las funciones básicas como la enuresis y la encopresis (no controlar esfínteres). </p></li>
<li><p>Trastornos de la conducta alimentaria y del sueño. </p></li>
<li><p>Trastornos del lenguaje y trastorno por déficit de atención e hiperactividad. </p></li>
<li><p>Trastornos de conducta, de ansiedad y depresión. </p></li>
<li><p>Trastornos obsesivos–compulsivos y aquellos relacionados con traumas y factores de estrés. </p></li>
<li><p>Temas transversales como pueden ser la disforia sexual y el maltrato en la infancia. </p></li>
</ol>
<p>Es fundamental concienciar al educador de que no todas las conductas que se observan en el niño tienen por qué ser un problema o ser susceptibles de recibir una etiqueta diagnóstica. </p>
<p>Se trata de que el educador esté adecuadamente formado, no para “sobrediagnosticar” y ver problemas donde no los hay, sino para estar atentos y detectar lo antes posible cualquier dificultad, y poder ser una herramienta de prevención.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/204053/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Rosario Ruiz Olivares no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Padres, madres y docentes deben tener conocimiento de las conductas habituales y las que pueden ser problemáticas para distinguirlas. Su papel va más allá de la detección: también pueden prevenir.Rosario Ruiz Olivares, Profesora Titular Área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento psicológico, Universidad de CórdobaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2025432023-04-26T18:35:51Z2023-04-26T18:35:51ZProgenitores quemados: ¿es cada vez más exigente criar y educar a los hijos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/521251/original/file-20230417-28-7hvytl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C12%2C8179%2C5101&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/headache-noise-stress-family-living-room-2216278693">Shutterstock / PeopleImages.com - Yuri A</a></span></figcaption></figure><p>El progresivo descenso de la natalidad en el mundo va acompañado de un sentimiento bastante generalizado de que cada vez es más difícil criar y educar a los hijos.</p>
<p>Un estudio realizado con población española indica que <a href="https://lingokids.com/es/prensa/burnout-parental-7-de-cada-10-progenitores-agotados">8 de cada 10 madres y padres</a> se sienten en mayor o menor medida culpables por no dedicar a sus hijos el tiempo que consideran que deberían, lo que comporta malestar emocional y, en los casos más extremos, sintomatología de estar quemados o <em>burnout</em> (agotamiento físico y mental, trastornos del sueño, nerviosismo…). </p>
<p>Otro <a href="https://www.pewresearch.org/social-trends/2023/01/24/parenting-in-america-today/">reciente estudio</a> realizado en Estados Unidos a finales del año 2022 indica que dos terceras partes de los progenitores preguntados sienten que el ejercicio de las funciones parentales es más arduo de lo que esperaban. La sensación de dificultad corresponde a las madres, debido a que, a pesar de los avances hacia la coparentalidad, todavía <a href="https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-57272009000200010">son ellas quienes asumen más responsabilidades</a> <a href="https://www.pewresearch.org/social-trends/2017/03/23/gender-and-caregiving/">en la crianza de los hijos</a>.</p>
<p>Aunque comparar la maternidad y la paternidad en diferentes épocas históricas es un ejercicio complejo, y admitiendo la gran diversidad en el ejercicio de la crianza y la parentalidad según el país, la cultura o los niveles socioeconómicos de las familias, estos datos apuntan a una tendencia en los países desarrollados o postindustriales que puede ser debida a diversos factores.</p>
<h2>Más conciencia, más miedos</h2>
<p>La pandemia de covid-19 ha aumentado <a href="https://www.paho.org/es/noticias/15-9-2021-ninos-ninas-adolescentes-estan-profundamente-afectados-por-pandemia-covid-19">la ansiedad y el estrés</a> de los niños y adolescentes y de sus progenitores; pero algunos problemas ya existían anteriormente: el mencionado estudio estadounidense señala también la <a href="https://theconversation.com/proteger-la-salud-mental-en-la-infancia-es-urgente-que-papel-tienen-los-colegios-167951">salud mental infantil</a> y el <a href="https://theconversation.com/se-puede-prevenir-el-acoso-escolar-indicadores-para-la-deteccion-precoz-201334">acoso escolar</a> como las dos principales preocupaciones de los progenitores, seguidas del miedo a que los hijos sufran daño físico o lleguen a tener <a href="https://theconversation.com/que-son-las-adicciones-comportamentales-y-por-que-se-ceban-con-la-adolescencia-195225">problemas con las drogas o el alcohol</a>. </p>
<p>Podemos interpretar estos datos como un reflejo de una toma de conciencia social acerca de temas que en décadas anteriores recibían menor atención, como es el caso claro del acoso y de la salud mental, en sentido amplio, incorporando también las dificultades y trastornos del neurodesarrollo y el aprendizaje. </p>
<p>Una mayor toma de conciencia es necesaria y clave para detectar y atender las dificultades, pero también va acompañada de un incremento de la preocupación de los progenitores por prevenir dichos problemas, controlar los factores que pueden originarlos, identificarlos en caso de que se produzcan y atenderlos debidamente buscando y proporcionando las ayudas necesarias. </p>
<h2>Más expectativas, más impotencia</h2>
<p>Por lo que respecta a las expectativas con respecto a los hijos, el estudio señala como prioridades, por este orden, que los hijos lleguen a ser económicamente independientes, tengan empleos que les satisfagan, realicen una carrera universitaria, se casen y tengan hijos. </p>
<p>A medida que las sociedades han ido alcanzando un mayor bienestar, han ido cambiando algunas de estas expectativas. Las generaciones anteriores también esperaban que sus hijos fuesen económicamente independientes, se casasen y tuviesen descendencia, pero la expectativa de satisfacción en el empleo era menos importante. </p>
<p>Además, en las últimas décadas las expectativas con respecto al nivel de estudios de los hijos se han ido incrementando <a href="https://www.nber.org/papers/w15683">en todas las clases sociales</a>. </p>
<p>Por una parte, el acceso a mayores niveles educativos es una consecuencia positiva del desarrollo económico y social. Por otra, las sociedades postindustriales requieren cada vez más de una mejor cualificación para la integración social y laboral de sus miembros. Aparece, además, el deseo de que el ejercicio de la profesión sea algo satisfactorio y que contribuya al desarrollo personal. </p>
<p>Educar y apoyar a los hijos en el alcance de estas metas no se percibe como algo fácil en la sociedad actual, en la que las eventuales crisis económicas, y ahora también sanitarias, generan en la población una percepción general de inestabilidad. </p>
<h2>¿Más difícil que qué?</h2>
<p>Tras este breve análisis de las principales preocupaciones de los progenitores y de sus expectativas con respecto a los hijos, ¿podemos afirmar que hoy día es más difícil que antes ser madre o padre? Podríamos decir que lo que en realidad ha cambiado es el sentido del término “difícil”. </p>
<p>Para los sectores más desfavorecidos de las generaciones anteriores lo realmente difícil era proporcionar alimento a los descendientes y mantenerlos a salvo de infecciones y enfermedades comunes que hoy día no constituyen un problema. A buen seguro que esos retos suponían para las madres y los padres un gran esfuerzo acompañado en muchos casos de niveles altos de malestar emocional, que no eran generalmente identificados ni atendidos por la sociedad. </p>
<p>Para la mayoría de la población actual, en nuestro contexto de referencia, las dificultades son otras, las vinculadas al cumplimiento de las expectativas de la sociedad del bienestar: estudios, satisfacción personal, bienestar físico y emocional… </p>
<h2>Más autoexigencia</h2>
<p>Los progenitores son conscientes de la importancia de la educación para el logro de los objetivos de desarrollo personal e integración social. Las investigaciones sobre el desarrollo infantil, la escuela y los medios de comunicación han contribuido a transmitir la importancia de la educación en los primeros años de vida y, muy especialmente, de la educación familiar y de la colaboración entre los distintos agentes educativos, fundamentalmente maestros y progenitores. </p>
<p>Existe una clara conciencia de que el futuro de los niños puede verse muy favorecido por la cantidad y calidad de las experiencias positivas o entorpecido por las negativas. </p>
<p>Las décadas de los 1990 y 2000 han visto el surgimiento de un modelo de “<a href="https://www.jstor.org/stable/j.ctt1rrd8rb">parentalidad intensiva</a>”: los progenitores dedican más tiempo y dinero a la crianza y la educación de sus hijos que las generaciones anteriores, especialmente en las <a href="https://www.ucpress.edu/book/9780520271425/unequal-childhoods">clases medias</a>. </p>
<p>Por una parte, los progenitores son conscientes de la importancia de jugar con sus hijos, de interactuar con ellos, de realizar actividades juntos (dibujar, jugar, mirar cuentos…), de hablarles, de comunicarse. Las generaciones anteriores dedicaban claramente menos tiempo al juego y a la interacción directa con los niños. </p>
<p>Por otra parte, proporcionar a los hijos buenos servicios educativos, sanitarios, de ocio o de apoyo al aprendizaje requiere una mayor inversión económica y una mayor dedicación al trabajo remunerado. </p>
<h2>Un reajuste necesario</h2>
<p>¿Qué podemos hacer como sociedad ante esta tendencia? En primer lugar, reajustar nuestras ideas acerca de lo que los niños realmente necesitan de nosotros como madres y padres. </p>
<p>Si bien las experiencias positivas o negativas tienen una repercusión importante, los niños son altamente resilientes y menos frágiles de lo que tendemos a pensar. No necesitan madres y padres perfectos; hasta cierto punto, pueden encajar ciertas contradicciones y frustraciones propias de la vida cotidiana. Las frustraciones <a href="https://theconversation.com/como-podemos-ayudar-al-bienestar-emocional-de-nuestros-hijos-182349">forman parte de la vida</a> y los más pequeños deben aprender a afrontarlas. Aprender a tolerar la frustración es clave para el <a href="https://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/consejos-ensenar-tu-hijo-tolerar-frustracion">desarrollo socioemocional</a>. </p>
<p>Tampoco necesitan a los adultos el 100 % de su tiempo. Si les damos oportunidad, aprenden a disfrutar por sí mismos de sus juegos, encuentran sus propias distracciones, viven sus fantasías… No nos debe asustar que experimenten momentos de aburrimiento.</p>
<h2>Acompañamiento y apoyo social</h2>
<p>Por otra parte, sería importante crear servicios públicos de apoyo y asesoramiento para la crianza dirigidos a las familias, prácticamente inexistentes en la actualidad, además de mantener y elevar la calidad de los servicios públicos en general (educativos, sanitarios, sociales…). </p>
<p>En definitiva, apoyar a niños y jóvenes en su desarrollo personal e integración activa en las sociedades complejas es una tarea colectiva en la que las madres y los padres deberían sentirse acompañados en el ejercicio de su importante papel.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/202543/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Magda Rivero García no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Cada vez más padres y madres sienten que su tarea es más difícil de lo que imaginaban. Abunda la sensación de “no estar a la altura” de exigencias reales o autoimpuestas.Magda Rivero García, Profesora Titular de Psicología del Desarrollo y de la Educación, Universitat de BarcelonaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2025202023-04-11T16:42:08Z2023-04-11T16:42:08Z¿Son los cursos impares de ESO y Bachillerato más difíciles?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/520020/original/file-20230410-16-1n1zxy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=11%2C17%2C3822%2C2138&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/anxious-teenager-student-trying-solve-difficult-1412586815">Shutterstock / Motortion Films</a></span></figcaption></figure><p>El cambio de etapa educativa genera preocupación en alumnos, familias y comunidad educativa. Probablemente, esa incertidumbre hace pensar que los cursos impares sean más difíciles, especialmente en secundaria y Bachillerato. </p>
<p>Curiosamente, esa idea no está igualmente extendida respecto a los cursos impares de primaria. ¿Qué es lo que nos hace pensar así de los cursos impares de secundaria y Bachillerato? ¿Realmente son más complejos? ¿Qué retos se presentan en esos cursos?</p>
<p>Para entender las posibles dificultades a las que se enfrentan los alumnos en esos cursos es necesario prestar atención a los estudiantes en este periodo. Porque quizás la dificultad no esté en los cursos impares, sino en una combinación de circunstancias internas y externas entre las que podemos destacar las siguientes: </p>
<h2>Primero de la ESO y primera adolescencia</h2>
<p>En primer lugar, el factor interno más destacado es el comienzo de la <a href="https://scholar.googleusercontent.com/scholar?q=cache:7-KuHZwtUK8J:scholar.google.com/+la+adolescencia+juan+delval&hl=es&as_sdt=0,5">adolescencia</a>. Es una fase del desarrollo humano especialmente compleja y afecta al comportamiento en el aula y en el contexto familiar. Es fundamental comprender los obstáculos a los que se enfrentan los alumnos que transitan por la adolescencia al tiempo que avanzan por el sistema educativo. </p>
<p>En este momento los jóvenes priorizan la relación con amigos y compañeros frente a las relaciones familiares. Concentran sus esfuerzos en diferenciarse de sus padres y en distanciarse del grupo familiar.</p>
<p>Los adolescentes buscan independencia y se cuestionan posiciones que antes aceptaban. Se despierta el interés por las relaciones de pareja y la preocupación por la orientación académica y laboral. No es extraño que la adolescencia y los conflictos asociados a ella afecten al rendimiento académico y a la actitud en el aula.</p>
<p>Es una época de cambios, sobre todo psicológicos y sociales, que se añaden a las exigencias que plantea el sistema educativo. Son frecuentes los conflictos en torno a la identidad y la pertenencia al grupo. Éstos generan dificultades al individuo y tensiones a las que enfrentarse a diario. </p>
<h2>Cambio de modelo pedagógico</h2>
<p>En segundo lugar, el factor externo más relevante tiene que ver con la <a href="https://educagob.educacionyfp.gob.es/va/curriculo/curriculo-lomloe/menu-curriculos-basicos/ed-secundaria-obligatoria.html">organización del sistema educativo y el currículo de Educación Secundaria</a>. El comienzo de esta etapa implica la necesidad de adaptarse a distintos modelos pedagógicos. En muchos casos, a esto se une un cambio de centro que <a href="https://theconversation.com/como-hacer-mas-llevadero-el-transito-escolar-de-primaria-a-secundaria-130673">genera inquietud</a> a estudiantes y familias. Esta preocupación lleva a que muchos vivan el primer curso de Secundaria como un curso difícil, especialmente al comienzo. </p>
<p>Sin embargo, terminada la etapa, la impresión en nuestra experiencia es que recuerdan peor el tercer curso que el primero. Atendiendo a la organización del currículo de secundaria, sí puede señalarse el elevado número de materias de tercero como una complejidad propia de este curso, especialmente a la hora de organizarse. Pero desde el punto de vista de los contenidos curriculares no hay más dificultad en los cursos impares que en los pares. </p>
<h2>Bachillerato: nuevas preocupaciones</h2>
<p>El <a href="https://educagob.educacionyfp.gob.es/va/curriculo/curriculo-lomloe/menu-curriculos-basicos/bachillerato.html">Bachillerato</a> supone un paso hacia la vida adulta. El cambio de etapa no implica necesariamente un cambio de docentes o de centro. Pero aparecen preocupaciones nuevas: la media, la elección de itinerarios, futuro profesional, etc. </p>
<p>Pese a las dificultades añadidas, nuestra experiencia es que ni los alumnos ni sus familias viven primero como el curso más difícil. En el caso del Bachillerato, las dificultades se mantienen o incrementan en segundo. Allí se añaden otros retos como la <a href="https://theconversation.com/dara-la-nueva-selectividad-menos-miedo-182356">prueba de acceso a la universidad</a> y la presión que generan las notas de corte o <a href="https://theconversation.com/aprender-a-conocerse-clave-para-elegir-que-estudiar-191153">no tener claro</a> qué estudiar después. </p>
<h2>Dificultades inevitables</h2>
<p>En definitiva, no parece ser que los cursos impares sean más difíciles que los pares. Al menos no considerando los cursos en sí mismos. Las dificultades surgen por la combinación de factores asociados al sistema educativo y otros tantos vinculados al momento vital de los alumnos. </p>
<p>Madurar implica asumir retos y afrontar responsabilidades. En su recorrido, los estudiantes van a encontrarse con dificultades que no podemos evitarles. Entonces, ¿qué podemos hacer desde los centros y las familias para ayudar a los alumnos?</p>
<h2>Repensar objetivos</h2>
<p>El sistema educativo debe repensar los objetivos de cada etapa educativa y su aportación a las competencias y habilidades de los estudiantes, para establecer los contenidos curriculares. En España, la <a href="https://www.boe.es/eli/es/rd/2022/03/29/217/con">Ley Orgánica 3/2020</a> modifica el currículo intentando atender a las necesidades del alumnado, pero este cambio no parece suficiente. </p>
<p>Es necesario facilitar la transición entre etapas educativas. Es preciso crear una red de apoyo entre las instituciones educativas, profesionales y las familias para dotar al alumno de herramientas para afrontar las dificultades. </p>
<p>Es importante reforzar el papel del Departamento de Orientación en todas las etapas. El <a href="https://www.unir.net/educacion/revista/plan-accion-tutorial/">plan de Acción Tutorial</a> debe dar respuesta a los estudiantes, las familias y profesionales. Además, los profesionales deben tener formación específica para atender a los adolescentes.</p>
<h2>La familia</h2>
<p>La estructura familiar es un pilar básico en la formación del ser humano. Por eso, es fundamental la comunicación fluida con los centros educativos, estableciéndose la participación y la colaboración entre ambos.</p>
<p>Buena parte de las dificultades que aparecen en los cursos impares de ESO y Bachillerato se debe más a los cambios experimentados en la adolescencia. Los adolescentes necesitan del apoyo de los adultos para gestionar los cambios y retos que se les presentan. Por ello, el diálogo entre la institución educativa y las familias es la mejor estrategia de soporte para enfrentar los cambios en cada etapa.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/202520/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>El temido salto a secundaria en primero de la ESO y la cantidad de asignaturas de tercero, hacen que estos cursos sean especialmente temidos. ¿Está justificado?Sara Escobar, Profesora Facultad Educación, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja Cláudia Maria Costa Dias, Docente e Investigadora. Prof. en el Grado de Educación Infantil y Máster en Psicopedagogía de la Universidad Internacional de la Rioja., UNIR - Universidad Internacional de La Rioja Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2025302023-04-06T20:24:13Z2023-04-06T20:24:13ZHe sacado un 9.6, ¿qué me das?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/518292/original/file-20230329-18-lwri6e.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C17%2C5760%2C3811&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/attaching-bright-sign-smiling-darkhaired-student-1396893431">Dmytro Zinkevych / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>El uso de las recompensas en el ámbito escolar es <a href="https://doi.org/10.3102/00346543071001001">frecuente</a>. Pero, ¿son <a href="https://doi.org/10.1016/j.cedpsych.2020.101860">realmente efectivas</a>? ¿Repercuten en el día a día de los estudiantes? Veamos los pros y los contras. </p>
<p>Esta situación puede resultarnos familiar: un niño de primaria llega a casa con un 9,6 y pregunta a sus padres qué va a recibir a cambio. Lo más probable es que los padres, aunque puedan preguntarse de dónde surge la idea si no lo han planteado ellos previamente, accedan a darle un premio o recompensa. </p>
<p>Muchas veces, la idea la extrapolan los propios niños de la dinámica trabajo-recompensa de la escuela. Las recompensas son elementos que se utilizan como reconocimiento al trabajo bien desempeñado: pueden ser puntos extra en la nota final, o, cuando son más pequeños, estrellas doradas, positivos, e incluso golosinas.</p>
<p>Con metodologías como la <a href="http://dx.doi.org/10.15359/ree.26-1.14">gamificación</a>, donde cada paso adelante supone <a href="https://doi.org/10.30935/cedtech/12297">un premio</a>, muchas veces el mero hecho de participar o finalizar una tarea se convierte en algo extra, aunque llevar a cabo tareas en el aula es parte de las obligaciones escolares. </p>
<h2>Motivación y dependencia</h2>
<p>Pero esta dinámica puede afectar a la motivación intrínseca de los estudiantes, e incluso afectar a su rendimiento. Si las recompensas se convierten en algo habitual en el proceso de aprendizaje, los escolares dependerán de ellas para seguir trabajando. </p>
<p>En el momento en el que el foco del proceso de aprendizaje se pone en la recompensa, y no en el contenido o la habilidad adquirida o el proceso por el que se adquieren, entramos en una dinámica de <a href="https://doi.org/10.1007/BF01650599">sobrejustificación</a>. De repente, el aprendizaje sólo es valioso si se recompensa con algo tangible. Esto puede actuar en sentido contrario a la motivación innata que tenemos los humanos por aprender.</p>
<h2>Comparaciones y competitividad</h2>
<p>Hay otro tipo de recompensas que pueden ser aun más perniciosas. Las recompensas por sobresalir, el premio por ser el mejor. Con un planteamiento inadecuado, podemos estar incitando a la competencia poco saludable entre compañeros. La competitividad puede conducir a la falta de colaboración y la disminución de la capacidad de trabajo en equipo. </p>
<p>Al competir por una recompensa, el foco se pone en ganar. Les estamos enseñando a trabajar centrándose únicamente en el logro personal sin importar a quién perjudiquen. Entonces, aprender y desarrollar habilidades quedan en un segundo plano. </p>
<p>Esto es especialmente importante en etapas tempranas del desarrollo cognitivo y social. Al inculcar la competición desde la etapa preescolar influimos en las futuras relaciones afectivas y sociales. </p>
<h2>Autoestima y aburrimiento</h2>
<p>No conseguir una recompensa afecta también a la autoestima de los estudiantes. Los menos aventajados se rinden y se resignan. En el peor de los casos, viéndose incapaces de alcanzar al resto del grupo. </p>
<p>Por otro lado, no ha de olvidarse que el interés por la recompensa es difícil de mantener a largo plazo. El efecto de la novedad es pasajero y, al desaparecer el interés, los efectos positivos dejarán de sentirse. </p>
<p>Metidos en este círculo vicioso, la retirada repentina de recompensas puede conducir a un efecto rebote. Los estudiantes están ahora desencantados porque les hemos enseñado a moverse por lo material y no por lo cognitivo. El docente se da cuenta que era necesario invertir más tiempo en fomentar el interés por la materia que en pensar premios nuevos. </p>
<h2>Cómo revertirlo</h2>
<p>Lo negativo puede convertirse en positivo si sabemos actuar según las necesidades del grupo. Así, una buena recompensa es aquella que saca a relucir lo bueno del proceso de aprendizaje y destaca el conocimiento adquirido: recoger los frutos de la tomatera que han plantado para ver el ciclo de las plantas, usar sus conocimientos de inglés para hablar con un extranjero o, simplemente, sumar los puntos de las cartas Pokémon.</p>
<p>Las recompensas también pueden fomentar la competencia sana entre los estudiantes. Promover el juego limpio y el espíritu de superación sin menoscabar el esfuerzo de sus compañeros para ganar en habilidades sociales. Para ello, tienen que estar orientadas hacia el logro y no hacia la recompensa en sí, y pueden ayudar a establecer metas a corto y largo plazo. Nos permite medir el progreso y la sensación de logro al alcanzarlos ayuda a la autoestima. </p>
<h2>Un incentivo positivo</h2>
<p>Pensemos también en aquellos estudiantes que pueden tener dificultades para mantener su atención y concentración durante períodos prolongados de tiempo. Una recompensa puede ayudarles a ordenar su proceso de aprendizaje. Por ejemplo, un estudiante con trastorno del espectro autista puede valerse de su colección de estrellas doradas para visualizar si su progresión es adecuada a corto, medio o largo plazo.</p>
<p>Por otra parte, la buena gestión de las recompensas puede fomentar la autodisciplina y la perseverancia. Los estudiantes pueden saber que están en el camino correcto y sentirse más motivados para seguir aprendiendo y avanzando. Este refuerzo ayuda a crear un ambiente de aprendizaje positivo y a fomentar una cultura de excelencia académica en el aula.</p>
<h2>Recompensas a medida</h2>
<p>Lo más importante a la hora de plantear recompensas, tanto en casa como en el aula, es considerar las capacidades del individuo y valorar el esfuerzo realizado. La admiración hacia el niño que consigue, por fin, realizar una división de dos cifras debe ser igual o mayor que la que profesamos ante aquel que siempre ha sacado dieces. </p>
<p>Lo ideal es convertir las recompensas en una fuente de motivación: enseñar a nuestro alumno o nuestro hijo que el premio más grande es todo lo que pueden hacer gracias a lo que han aprendido; considerar cuidadosamente las repercusiones que puedan acarrear esos premios que prometemos a veces sin pensar; y buscar formas efectivas de motivar sin sacrificar su interés innato por el aprendizaje. </p>
<p>Las recompensas no son perjudiciales, sólo hay que saber orientarlas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/202530/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Es una tendencia natural de los padres prometer premios por buenas notas. Las recompensas de distinto tipo también se usan en el aula. Es importante valorar los pros y los contras de este incentivo.Milagros Torrado Cespón, Docente e investigadora. Lengua inglesa y su didáctica, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja Joel Manuel Prieto Andreu, Profesor universitario. Especialidad de Educación Física, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1997172023-03-09T17:23:16Z2023-03-09T17:23:16ZPeleas entre hermanos: ¿deben intervenir los padres?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/513608/original/file-20230306-14-biqbma.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5100%2C3395&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/frustrated-kid-girl-feels-upset-offended-1164198346">Fizkes/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Existen infinidad de motivos por los que dos hermanos pueden discutir o pelear. Frente a las discusiones infantiles, padres y madres suelen encontrarse ante una disyuntiva: “¿Resuelvo yo el conflicto o es mejor que lo resuelvan ellos solos?”.</p>
<p>Para poder abordar esta cuestión, es necesario entender qué factores subyacen en las discusiones infantiles, para qué sirven y, en caso de ser necesario, cuándo y cómo intervenir. </p>
<h2>Las emociones y el temperamento</h2>
<p>La alegría, la tristeza, la ira, el miedo, la sorpresa y el asco son las seis emociones consideradas primarias, que existen en los humanos desde las primeras etapas del desarrollo madurativo. Esto se traduce en que las personas ya nacen con una predisposición para la comprensión y expresión de las emociones.</p>
<p>Paulatinamente, a partir de los tres años, aparecen las emociones secundarias que, aunque se basan en las primarias, son más complejas y están condicionadas por el ambiente: celos, envidia, empatía, orgullo, etc. Todas estas emociones tienen un papel imprescindible en la experiencia, supervivencia y desarrollo humanos; a través de ellas se va conformando nuestra manera de percibir y <a href="https://psicologiaymente.com/psicologia/psicologia-emocional">sensibilizarnos ante el mundo</a>.</p>
<h2>Emociones infantiles: cambiantes e intensas</h2>
<p>Las emociones, durante la infancia, tienen ciertas peculiaridades: sobre todo su versatilidad (pueden pasar de una emoción a otra con relativa facilidad), su intensidad (la emoción les invade por completo) y su sencillez (la complejidad emocional se va desarrollando con la experiencia). </p>
<p>Las emociones están íntimamente relacionadas con el temperamento, una serie de conductas innatas en respuesta a los estímulos del medio. En psicología, distinguimos tres temperamentos básicos: <a href="http://www.xtec.cat/%7Ejcampman/o.pers.pdf">difícil, lento y fácil</a>, en función de una serie de variables como la cantidad de movimientos, la regulación del sueño, la comida y la excreción, el grado de distracción, la respuesta a la novedad, la adaptación a los cambios del medio, la cantidad de tiempo que el niño dedica a una actividad, el umbral de sensibilidad, la intensidad de reacción y el estado de ánimo general. </p>
<p>El temperamento es la parte biológica de la personalidad. Este permanece estático y estable durante el desarrollo madurativo. </p>
<p>Los hermanos se parecen entre sí más que dos personas sin un vínculo socioafectivo. No obstante, las diferencias más destacadas entre ellos son aspectos que dependen del temperamento. Precisamente por eso, en el entorno familiar, diferencias en los rasgos de temperamento van a influir en la naturaleza de las relaciones que tengan.</p>
<h2>La ‘utilidad’ de las discusiones</h2>
<p>Aunque las discusiones infantiles pueden llegar a crear un clima familiar incómodo, tienen su utilidad: permiten a los niños identificar qué es lo que les enfada, aprender a poner límites y desarrollar estrategias de gestión de problemas, entre otras cosas. </p>
<p>Asimismo, forman parte de un proceso de aprendizaje en el que se transmiten y establecen las normas sociales. Estas permiten al niño comprender la realidad en los diferentes contextos en que se mueve. </p>
<p>Las aptitudes que se obtienen como resultado de estas situaciones infantiles les serán de utilidad para favorecer el desarrollo emocional, la interacción social y <a href="https://www.aacademica.org/maria.elena.molina/28">la gestión de dificultades en la vida adulta</a>.</p>
<h2>Predicar con el ejemplo</h2>
<p>Entre las cosas que los padres y las madres pueden hacer para que este proceso de maduración se desarrolle de la manera más productiva posible, una, que puede resultar obvia, marca la diferencia: actuar ante los hijos de la manera en la que nos gustaría que ellos actuaran cuando se relacionan entre sí. </p>
<p>Es lo que en el ámbito científico defiende la teoría del aprendizaje social del psicólogo canadiense <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Albert_Bandura">Albert Bandura</a>, que señala que los seres humanos aprendemos de <a href="https://psicologiaymente.com/social/bandura-teoria-aprendizaje-cognitivo-social">la observación de otras personas a las que denominamos modelos</a>. </p>
<h2>El cerebro infantil</h2>
<p>Es posible que observar a los adultos que los rodean no sea suficiente para que los niños adquieran estrategias para la resolución de conflictos. Es imprescindible conocer unas pinceladas sobre el cerebro infantil para poder entender algunas de sus conductas y reacciones. </p>
<p>La neurociencia <a href="https://www.redalyc.org/pdf/380/38051452008.pdf">evidencia</a> que la parte emocional del cerebro, es decir, la que se encarga de las emociones, está completa desde el nacimiento. En cambio, la parte racional, cuyo papel fundamental es la selección de la conducta, la autorregulación y el autocontrol, acaba de desarrollarse <a href="https://revistas.iberoamericana.edu.co/index.php/ripsicologia/article/view/203">alrededor de los 20 años</a>.</p>
<p>Es decir: los niños tienen muchas emociones, pero nadie que las controle. </p>
<h2>El rol de los padres: la educación emocional</h2>
<p>Es posible que los niños no tengan suficientes estrategias como para resolver sus problemas solos. En estos casos, es importante que los padres actúen como mediadores ofreciéndoles pautas para que, poco a poco, las vayan integrando en su repertorio conductual y <a href="https://redined.educacion.gob.es/xmlui/handle/11162/4957">terminen siendo capaces de gestionar los problemas por sí mismos</a>.</p>
<p>Algunas cuestiones a tener en cuenta en esta mediación son:</p>
<ol>
<li><p>Mantener la calma. Es importante que los padres actúen como modelos de los hijos. Por tanto, mantener una actitud calmada ayudará a los niños a establecer patrones de regulación emocional y conductual adecuados.</p></li>
<li><p>Dar tiempo a los niños para que la parte emocional se calme y la parte racional se ponga al mando. Las personas adultas, cuando experimentan una emoción muy intensa (sobre todo si es negativa), también necesitan un momento para autorregularse emocionalmente. </p></li>
<li><p>No posicionarse por ninguno de los hijos.</p></li>
<li><p>Validar emocionalmente: aceptar las emociones de los niños, sin juicios. Aunque las emociones sean negativas, evitar cambiarlas rápidamente; es positivo que los niños experimenten todo tipo de emociones. </p></li>
<li><p>Etiquetar las emociones. Es necesario que los niños identifiquen y entiendan qué emoción están sintiendo para, posteriormente, poder regularla. </p></li>
<li><p>Fomentar la empatía: “¿Cómo crees que se siente ahora tu hermano?”.</p></li>
<li><p>Potenciar la comunicación asertiva. Los momentos de conflicto son claves para determinar qué es lo que no está funcionando en la relación. Es imprescindible comunicarse asertivamente, es decir, tener la capacidad de expresar los propios sentimientos y necesidades con claridad sin faltar al respeto ni menospreciar al otro. </p></li>
</ol>
<p>No obstante, es posible que se den situaciones en las cuales los padres deban intervenir directamente (discusiones violentas, abusos entre hermanos…). En estas situaciones es importante mantener la calma, separarlos y esperar a que ambos integren las emociones que están sintiendo para, posteriormente, poder aplicar las estrategias comentadas anteriormente.</p>
<hr>
<p><em>La logopeda y estudiante de Psicología Nadia Porcar Gozalbo ha colaborado en la escritura de este artículo.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/199717/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Alejandro Cano Villagrasa no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Las peleas infantiles entre hermanos tienen su utilidad, y puede ser bueno dejar que se desarrollen sin intervenir. Los adultos pueden ofrecer el ejemplo de una actitud dialogante y asertiva.Alejandro Cano Villagrasa, Profesor en el Grado de Logopedia y Psicología, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1982112023-02-23T14:39:48Z2023-02-23T14:39:48ZCómo ayudar a los niños a comprender y aceptar la muerte<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/511750/original/file-20230222-738-eq9t4g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=17%2C8%2C5734%2C3819&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/sad-little-child-blond-boy-standing-2032684025">Shutterstock / Tomsickova Tatyana</a></span></figcaption></figure><p>Aunque la muerte es inherente a la naturaleza humana desde el momento del nacimiento, es un concepto abstracto, difícil de entender, que se elabora poco a poco durante la infancia. Comprender la muerte supone entender su relación con la vida.</p>
<p>A veces esa conexión surge cuando el niño se cuestiona la existencia de lo que tiene a su alrededor. Por ejemplo, cuando al observar los renacuajos de una charca pregunta: “Papá, ¿por qué existen las ranas?” Para, a continuación, plantear: “¿Qué pasa cuando nos morimos? ¿Yo me moriré?”.</p>
<h2>Contacto con la muerte</h2>
<p>Durante la infancia, podemos entrar en contacto con la muerte a través del fallecimiento de un familiar o de la muerte de una mascota. Estas experiencias muchas veces se afrontan sin saber lo que implica morir. </p>
<p>Comprender la muerte significa asimilar sus <a href="https://quod.lib.umich.edu/m/mfr/4919087.0001.107/--children-s-concepts-of-death?rgn=main;view=fulltext">características</a> innatas y definitivas. Supone entender que la muerte, por un lado, es universal y que todo lo que vive muere; y por otro, es irreversible y cuando el cuerpo muere no puede volver a la vida. Que el cuerpo pierde todas sus capacidades al morir, como la capacidad de pensar, aprender o reír. E implica también entender que hay causas externas e internas de la muerte. </p>
<h2>¿Cómo lo entiende un niño?</h2>
<p>El desarrollo cognitivo desempeña un papel fundamental a la hora de entender el fin de la vida. Por eso los niños pequeños no comprenden el concepto de muerte, que es abstracto y complejo.</p>
<p>Hasta aproximadamente los 2 años, los niños no reconocen la muerte como parte de la vida y no entienden lo que significa morir. Cuando una persona cercana muere, pueden reaccionar como si no pasara nada, aunque sí que perciben la tristeza o dolor de los demás. </p>
<p>Desde los 2 a los 5 años, conciben la muerte como un estado temporal o reversible. Es frecuente que pregunten cuándo va a volver la abuela, ya que para ellos morir no es el fin de la vida. A esta edad interpretan de forma literal la información que reciben. Por eso, frases como “está dormida”, “se ha ido a un lugar mejor” o “se ha ido al cielo” pueden crear malentendidos o ideas equivocadas. </p>
<p>En torno a los 5 años, empiezan a entender lo que supone morir. Preguntas típicas que formulan son: ¿dónde vas cuando te mueres? ¿me moriré algún día? ¿duele morirse? Aunque sienten curiosidad por la muerte, se muestran incrédulos y abatidos cuando advierten que la muerte es irreversible y universal. Preguntan con frecuencia sobre la muerte y se muestran preocupados por el hecho de que ellos van a morir algún día. </p>
<p>Aproximadamente a los 9 años entienden que la muerte es permanente y que tiene una causa. Y años más tarde, siendo ya adolescentes, el concepto de muerte empieza a estar al fin elaborado. Sin embargo, aunque los adolescentes entienden lo que significa la muerte, pueden no tener aún la madurez emocional para aceptar lo que implica.</p>
<h2>Cuando no hay experiencias cercanas</h2>
<p>Si el niño nunca ha experimentado una muerte cercana, le resulta doloroso aceptar que morir es inevitable y puede crearle una gran confusión. Los niños que han tenido una experiencia cercana tienen un concepto de muerte más realista y concreto. </p>
<p>Las películas, cuentos o videojuegos son una fuente de aprendizaje sobre la muerte. Sin embargo, a menudo transmiten una visión mágica o irreal: los personajes vuelven a la vida después de caer por un precipicio, recibir varios tiros o ver su cabeza partida en dos. </p>
<p>Cuando los niños son muy pequeños, su capacidad cognitiva no les permite distinguir que eso mostrado en la pantalla es fantástico o irreal. Si preguntan, deberíamos tratar de explicárselo. </p>
<h2>El factor cultural</h2>
<p>Comprender la muerte depende de la cultura en la que el niño se socializa. En occidente, se concibe la muerte como parte de la vida y despedir a un ser querido implica decir adiós para siempre. En la cultura oriental se percibe como una continuidad de la vida, con la creencia de que el alma vive después de que el cuerpo muere. </p>
<p>Un buen ejemplo de cómo la cultura influye en la comprensión de la muerte es la cultura mexicana. En el <a href="https://www.cultura.gob.mx/turismocultural/publi/Cuadernos_19_num/cuaderno16.pdf">Día de los Muertos</a> rinden homenaje a sus seres queridos, celebran la vida y la muerte, y recuerdan a las personas que han muerto con cariño y júbilo. Las familias mexicanas hacen partícipes a sus hijos, les cuentan historias sobre sus antepasados y hablan abiertamente con ellos de la muerte. Como la muerte está presente desde que son pequeños, no tienen miedo y aprenden de forma natural sobre ese momento de la vida. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/511747/original/file-20230222-684-olmky2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/511747/original/file-20230222-684-olmky2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/511747/original/file-20230222-684-olmky2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/511747/original/file-20230222-684-olmky2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/511747/original/file-20230222-684-olmky2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/511747/original/file-20230222-684-olmky2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/511747/original/file-20230222-684-olmky2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/511747/original/file-20230222-684-olmky2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Día de los muertos en Michoacán, México.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/day-dead-michoacan-mexico-1036592326">Shutterstock / DAVID PANIAGUA GUERRA</a></span>
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</figure>
<h2>El papel de la religión</h2>
<p>En los niños con creencias religiosas <a href="https://srcd.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1467-8624.2012.01743.x">coexiste</a> la idea de que la muerte es irreversible con la creencia sobrenatural de que el alma vive más allá. </p>
<p>Las creencias religiosas aportan tranquilidad y dan significado a la muerte, con <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33433287/">rituales</a> que ayudan a afrontar la pérdida del ser querido. Según se concluye en una <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/2153599X.2016.1238844?journalCode=rrbb20&">revisión</a> de estudios, tienen menos miedo a la muerte las personas con creencias religiosas muy arraigadas o, al contrario, las no creyentes. Sin embargo, si se transmite a los niños la idea de que pueden ser <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S002209651730471X#b0205">juzgados</a> o castigados después de morir, pueden sentir temor por el fin de la vida. </p>
<h2>Cómo podemos ayudarles</h2>
<p>Hablar de la muerte con los niños es duro para los adultos, ya que supone afrontar nuestros propios miedos. Nos preocupa si nuestros hijos se asustarán o el impacto que pueda tener en ellos. </p>
<p>Transmitir al niño que la muerte forma parte de la vida no es fácil. Sin embargo, las conversaciones sinceras son necesarias, ya que les ayudan a entender mejor la muerte. Explicarles que la muerte es irreversible requiere utilizar un lenguaje apropiado a su edad. </p>
<p>A los más pequeños se les puede decir que al morir nuestro cuerpo deja de funcionar y que nunca más lo hará. Los más mayores son capaces de entender mejor el proceso biológico de morir. Experiencias previas con animales o plantas ayudan a que el niño entienda el ciclo de la vida. </p>
<p>También se puede recurrir a películas infantiles. Por ejemplo, escenas como la de <a href="https://www.imdb.com/title/tt0110357/"><em>El Rey León</em></a>, cuando, observando la sabana, Simba aprende que todos los seres vivos están conectados y que cuando una criatura muere nutre la tierra y nace una nueva vida, aceptando la muerte como una parte natural del ciclo de la vida. O películas como <a href="https://www.imdb.com/title/tt2380307/"><em>Coco</em></a>, que está ambientada en el Día de los Muertos y aborda la muerte con respeto y alegría, transmitiendo la idea de que los seres queridos nunca se van mientras los recordemos.</p>
<h2>Sinceridad con positividad</h2>
<p>Aunque conviene ser sinceros, confirmando al niño que todo ser humano muere, determinadas ideas pueden aliviar su angustia. Podemos transmitirle que la mayoría de las personas mueren cuando son muy mayores o están muy enfermas. </p>
<p>Es importante animarle a expresar sus miedos y emociones, haciéndole ver que es normal sentirse muy triste o tener miedo al pensar que algún día se va a morir. Decirle que son sentimientos normales, que todo el mundo tiene, facilita que manifieste sus preocupaciones. </p>
<p>Mostrarle nuestro apoyo y disponibilidad para hablar, siempre que la idea de morir le preocupe, ayuda en este proceso complejo de aceptación de la muerte. </p>
<p>Por último, debemos alentarle a disfrutar de la vida, valorando el momento presente y recordando a los que ya no están para que sigan formando parte de nosotros. Porque, como se destaca en la película <a href="https://www.imdb.com/title/tt2380307/"><em>Coco</em></a>, solo se muere del todo cuando se olvida.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/198211/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Sea a través de experiencias cercanas, o por simple reflexión al llegar a determinada edad, la pregunta: “¿Qué pasa cuando nos morimos?” es un rito de paso al que padres y madres tienen que responder.Mireia Orgilés, Catedrática de Universidad. Experta en Tratamiento Psicológico Infantil, Universidad Miguel HernándezJosé Pedro Espada, Catedrático de Psicología, Universidad Miguel HernándezLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1991242023-02-19T18:43:55Z2023-02-19T18:43:55ZSuicidio adolescente: qué hacer tras un primer intento<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/509778/original/file-20230213-16-c8d1m9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=17%2C8%2C5919%2C3329&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/depressed-frustrated-overwhelm-asian-teenage-boy-1795033597">Shutterstock / myboys.me</a></span></figcaption></figure><p>La conducta suicida continúa siendo un problema de salud pública mundial, que roza niveles de pandemia. Los <a href="https://www.sanidad.gob.es/gl/estadEstudios/estadisticas/estadisticas/estMinisterio/mortalidad/docs/Defunciones_Suicidio2020.pdf">últimos datos</a> de muertes por esta causa en población general de España indican que se mantiene como la primera de muerte externa (3 941 fallecidos, un 7,4 % más que en 2019). Además, es un 8 % (314) mayor en adolescentes y jóvenes (entre 15 y 29 años). </p>
<p>Adicionalmente, el Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad de Madrid ha observado que los intentos de suicidio en este grupo de edad <a href="https://www.copmadrid.org/web/el-colegio/hablemos/suicidio/medios">aumentaron un 250% en 2020</a>, en comparación con años anteriores. </p>
<p>Precisamente, las lesiones autoinfligidas o los intentos de suicidio son las <a href="https://doi.org/%2010.1016/j.psychres.2020.112920">conductas de riesgo previas</a> que <a href="https://doi.org/10.7334/psicothema2019.347">mejor predicen</a> el riesgo futuro de muerte por suicidio.</p>
<p>Se <a href="https://doi.org/10.1146/annurev-clinpsy-081219-120307">ha demostrado</a> que hay factores que protegen a medio y largo plazo, promoviendo resiliencia ante situaciones adversas. De la misma manera, la ausencia de estos factores pueden promover una <a href="https://doi.org/10.1080/20008198.2021.1942642">mayor probabilidad</a> de nuevos intentos de suicidio más graves. Estos <a href="https://doi.org/10.1192/bjo.2022.601">factores resilientes</a>, es decir, de fortaleza ante el trauma, deben ser valorados junto con los factores de riesgo.</p>
<h2>Medir resiliencia frente al riesgo</h2>
<p>El análisis de estos factores protectores ante tentativas de suicidio en adolescentes y jóvenes sigue siendo escaso, porque se suele centrar la atención exclusivamente en los factores de riesgo: ideación (pensar en el suicidio), lesiones autoinfligidas o tentativas suicidas previas.</p>
<p>En esta línea, muy pocos estudios han intentado predecir un posible reintento de suicidio más grave en adolescentes que han realizado lesiones autoinfligidas previas o un intento de suicidio anterior. </p>
<p>Este proceso de cribado debe ser rápido y discreto para potenciar un mayor nivel de sinceridad en un colectivo que presenta alta vulnerabilidad suicida y que no desea rememorar conductas de riesgo previas. </p>
<p>También resultaría muy útil analizar el nivel de resiliencia ante estas conductas de riesgo suicida en adolescentes fuera del ámbito médico o clínico, para ofrecer herramientas de ayuda a maestros y profesores en escuelas e institutos. </p>
<h2>Centrar el interés en lo positivo</h2>
<p>Es muy esperanzador comprobar que <a href="https://psycnet.apa.org/record/2014-44800-003">algunos estudios</a> ya se están enfocando en los factores de protección, ya que estos protegen del impacto psicosocial de los factores previos de riesgo.</p>
<p>Aunque estos factores de protección parecen estar relacionados entre sí, la <a href="https://doi.org/10.1007/s11482-019-09802-4">investigación previa</a> sugiere que cada uno de ellos influye de manera independiente en la capacidad resiliente ante las lesiones y tentativas de suicidio.</p>
<p>Por ejemplo, el optimismo trata de centrar la atención en la posibilidad de resultados positivos y desempeña un papel muy importante en el comportamiento dirigido a un propósito. </p>
<p>En cuanto a la esperanza, es prioritaria para afrontar una situación estructural, que no puede modificarse. De ahí que el optimismo disminuya estados como la ansiedad y la esperanza modifique estados como la depresión, lo que parece proteger contra las lesiones y tentativas suicidas en adolescentes.</p>
<h2>Cribado de factores protectores</h2>
<p>Nuestro equipo ha diseñado una prueba (<a href="https://doi.org/10.1192/bjo.2022.601">SRSA-18</a>) para valorar la resiliencia en adolescentes entre 13 y 18 años de edad que previamente se hayan autoinfligido lesiones o hayan tenido una tentativa de suicidio. El SRSA-18 ha podido demostrar su buen funcionamiento y alta fiabilidad en este grupo de edad. </p>
<p>Esta escala consiste en 18 preguntas que no hacen referencia a los clásicos factores de riesgo del suicidio, sino que valoran exclusivamente factores de protección a través de tres grandes subdimensiones: </p>
<ol>
<li><p>Protección interna: optimismo, autoconcepto y sentido del humor. </p></li>
<li><p>Dentro de la anterior, la estabilidad emocional: esperanza, autocontrol y control de impulsos. </p></li>
<li><p>Protección externa: las habilidades sociales, la solicitud de ayuda y el apoyo social de tipo emocional. </p></li>
</ol>
<p>La aplicación del SRSA-18 ofrece una puntuación final que determinan el nivel de resiliencia de cada paciente. Si es alto (por encima de 16 puntos), la realización de lesiones autoinfligidas o reintentos de suicidio futuros se minimiza, aunque pudieran seguir existiendo factores previos de riesgo.</p>
<h2>Terapias específicas</h2>
<p>La potenciación de estos factores protectores debe ser clave durante el proceso de intervención psicológica para evitar futuros reintentos más graves o el suicidio. Pero es fundamental que este proceso sea llevado a cabo por profesionales de la Psicología junto a los padres de estos adolescentes. </p>
<p>Algunas terapias psicológicas de tercera generación como la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8188531/">Terapia Dialéctico Conductual</a> también ofrecen resultados esperanzadores ante las lesiones y tentativas suicidas previas en adolescentes y jóvenes. </p>
<p>Las políticas sanitarias públicas para la prevención del suicidio en España deben tomar medidas efectivas como el incremento de psicólogos en atención primaria (psicólogos generales sanitarios) y atención sanitaria especializada (psicólogos interinos residentes) para poder luchar realmente contra esta lacra social, que no se soluciona exclusivamente, como se ha comprobado ya, con tratamientos psicofarmacológicos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/199124/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Maria Auxiliadora Robles-Bello ha publicado en revistas científicas, en determnadas ocasiones, recibiendo fondos del acuerdo transformativo de la Universidad de Jaén. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>David Sánchez-Teruel no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Tras el trauma de un intento de suicidio hay factores psicológicos que se pueden potenciar para prevenir nuevos intentos. Un nuevo test de cribado permite predecir las probabilidades de reintento.David Sánchez-Teruel, Profesor Titular del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico , Universidad de GranadaMaria Auxiliadora Robles-Bello, Profesora titular del área de psicología evolutiva y de la educación del departamento de Psicología, Universidad de JaénLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.