Al hilo de la reciente polémica sobre “votar bien” o “votar mal” es necesario tener claro que todos los votos tienen el mismo valor y que es la educación la que hará que los ciudadanos tengan la capacidad crítica para saber lo que deben o no deben votar.
Los cambios en educación se producen con excesiva lentitud; desde que una
teoría aparece hasta que llega a las aulas pueden transcurrir décadas. Por eso, es necesario acelerar las innovaciones para que la educación ofrezca respuestas adecuadas a una sociedad en transformación.
La OCDE valoró el pasado año la Competencia Global de los estudiantes en uno de sus informes. El resultado es que los alumnos españoles están por encima de la media: el sistema educativo español los prepara muy bien para vivir en un mundo interconectado y entenderlo desde una perspectiva de globalización.