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Cómo la explosión de los buscas y ‘walkie-talkies’ sirvió para encontrar a los enemigos de Israel

Todos los actos violentos se parecen, pero cada uno tiene sus particularidades propias. Lamentablemente, el uso de asesinatos selectivos viene siendo una constante tanto en tiempos de guerra como de paz. El empleo de explosivos ocultos para realizar dichas operaciones también tiene una larga tradición.

Sin embargo, la operación que se desarrolló el martes 17 de septiembre en el Líbano tiene dos peculiaridades reseñables que la diferencian de otras anteriores.

En primer lugar, el alcance de la operación. En segundo lugar, es la primera vez que se tiene acceso a una cadena de producción y distribución para atentar contra objetivos que no han sido localizados previamente.

Coches bomba, maletines bomba, cartas bomba, bicicletas bomba, bidones de aceite con explosivos, teléfonos con cargas explosivas… Los ejemplos de dispositivos empleados para este tipo de ataques son innumerables, pero, por lo que sabemos, es inédito que se realice una operación a esta escala donde no se conoce la localización y el paradero de un objetivo.

Aunque no estamos hablando de una operación cibernética propiamente dicha, y aunque no queda claro cómo se activaron unos dispositivos que operan en bandas de radiofrecuencia, bien podría hallarse un símil en el veneno que introduce en la droga la narcotraficante Poppy Adams (Julianne Moore) en la película Kingsman: el circulo dorado (2017).

Orden de no usar teléfonos móviles

En esta línea, cuando se hacen públicas este tipo de operaciones hay muchos pormenores que probablemente nunca lleguemos a saber con certeza, sobre todo en el corto plazo.

Hasan Nasrala, líder del grupo terrorista Hezbolá. Ali Khamenei/Wikimedia Commons, CC BY

Parece claro, no obstante, por lo que se sabe hasta el momento, que en febrero de 2023 el líder del grupo terrorista Hezbolá (Partido de Dios), el jeque Hasan Nasrala, ordenó a sus miembros dejar de usar los teléfonos móviles por miedo a que sus comunicaciones fuesen interceptadas. Fue entonces cuando, con un enfoque muy adaptativo, de algún modo se puso en marcha una acción orientada a que una partida de buscas de marca y modelo GOLD APOLLO-AR924 –que previamente se habían modificado para montar una pequeña carga explosiva– se distribuyeran entre miles de miembros de Hezbolá. Estos se hicieron detonar en un intervalo muy corto de tiempo el martes 17 de septiembre de 2024 a las 15:30 horas.

Sin necesidad de entrar en más detalles, es reseñable que en algún momento de la cadena de producción y distribución de esos aparatos, que no se venden en el mercado civil, estos fueran interceptados (o fabricados exprofeso), cargados con al menos 5 gramos de material explosivo (al parecer, pent o pentrita, un material sensible al calor) y detonados de algún modo que no está del todo claro, de forma remota.

Un día después, según la información disponible, varios walkie-talkies (radioteléfonos) modelo IC-V82 también explotaron con un resultado más mortífero aún que la oleada del día anterior. Una vez más, destaca el alcance y capacidad de coordinación de una operación de eliminación que deja, por el momento, en torno a 42 muertos y más de 2 700 heridos.

En este punto es importante señalar que, aunque se sabía que la partida de aparatos había sido adquirida por Hezbolá y estos se habían distribuido entre miembros y afiliados, no se conocía quién portaba el aparato ni tampoco su localización. A este respecto, el 18 de septiembre, Volker Türk, alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, apuntaba en un comunicado:

“Atacar simultáneamente a miles de personas, civiles o miembros de grupos armados, sin saber quién tenía los artefactos, su ubicación y entorno durante el ataque, viola el derecho internacional. Quienes ordenaron y llevaron a cabo este ataque deben rendir cuentas”.

Estas acciones tienen dos consecuencias directas significativas: la manipulación de al menos 3 000 aparatos y su detonación simultanea de forma remota. Se demuestra así una gran imaginación, adaptabilidad y capacidad operativa, ya que una operación de estas características necesita un planeamiento muy detallado.

En segundo lugar, el rastro de explosiones ha proporcionado al Mossad –la agencia de inteligencia de Israel– una imagen clara de miembros y simpatizantes de la organización terrorista. Curiosamente, por ejemplo, sabemos que uno de los portadores de uno de los buscas era el embajador iraní en el Líbano, Mojtaba Amini.


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No hay sitio para esconderse

Así, este tipo de acciones tiene unos efectos devastadores para la organización terrorista, ya que merma su capacidad operativa y manda un claro mensaje: “Llegamos a todos lados, no hay lugar para esconderse”.

Así, a medio y largo plazo, el mito de la inteligencia israelí sigue calando en la opinión pública, creando una narrativa muy clara que perdurará en el tiempo. En términos más generales, es necesario apuntar hacia la relación directa de la inteligencia con el proceso de toma de decisiones.

De este modo, Israel utiliza los servicios de inteligencia como punta de lanza en su lucha por la supervivencia y en su guerra desde el 7 de octubre de 2023 contra los grupos terroristas de Hamás y Hezbolá, así como otros actores que los sustentan. Esta situación, que ya hereda el Mossad en diciembre de 1949 de la Haganá de 1920, aporta un elemento diferenciador con respecto a otros servicios de inteligencia occidentales.

Para el conjunto de la inteligencia israelí las acciones encubiertas y la acción directa están entre sus principales cometidos. Haciendo de la necesidad virtud, a través de las lecciones aprendidas, Israel ha sido capaz de acometer misiones espectaculares en todo el mundo. Los asesinatos de Adoldf Eichmann, Heinz Krug, Abu Yihad, Mahmoud al-Mabhouh y, más recientemente, Ismail Haniya (Hamás), Mohammed Deif (Hamás), Saleh al-Arouri (Hamás) y Fuad Shukr (Hezbolá), entre otros, son claros ejemplos de este tipo de acciones. Es más, en muy poco tiempo, con acciones de eliminación selectiva, Israel ha conseguido prácticamente descabezar la cúpula de Hezbolá.

Ataque dirigido contra el líder militar palestino Mohammed Deif en julio de 2024. Israeli Defence Forces Spokesperson's Unit, CC BY-SA

Israel ni confirma ni desmiente, pero se trata de actuaciones que se filtran a la opinión pública y calan rápido en el imaginario popular, ayudando así a construir perspectivas conspiranoicas que sirven al mismo tiempo como muestra de capacidad y prestigio y como herramienta de disuasión.

Sin embargo, a pesar de toda la leyenda y los esfuerzos destinados a la construcción del mito en torno a los servicios de inteligencia israelíes, lo que está claro es que sus capacidades de alerta temprana y análisis estratégico no han sido siempre todo lo precisas que cabría esperar.

La radicalización en los campos de refugiados palestinos creados tras la guerra de los Seis Días y que terminó dando origen a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), la guerra del Yom Kippur, la revolución islamista de los ayatolás en Irán, la guerra civil en el Líbano y la Intifada de 1987 y la creación de Hamás son claros ejemplos de esa falta de precisión, pero también de la importancia de una correcta relación entre la inteligencia y los procesos de toma de decisiones.

En este sentido, la utilidad de la inteligencia, a pesar de acciones espectaculares, en último término depende directamente de las orientaciones políticas estratégicas. Al final, como siempre, lo urgente no deja tiempo para lo importante.

Como muestra, el miércoles 18 de septiembre la Asamblea de Naciones Unidas aprobaba una resolución (124-14, con 43 abstenciones) propuesta por Palestina, que exige a Israel que ponga fin a su “presencia ilegal” en Gaza y Cisjordania en el plazo de un año.

En relación con las líneas políticas para la solución del conflicto, como le decía el gato de Cheshire a Alicia en el cuento de Lewis Carroll Alicia en el País de las Maravillas, “si no sabes dónde quieres llegar, entonces, no importa mucho qué camino tomes”.

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