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Cuando Mister Marshall fotografió Villar del Río

Al tiempo que los habitantes de Villar del Río cantaban vestidos de andaluces la popular copla Americanos, os recibimos con alegría en la película Bienvenido, Mister Marshall, a 5 000 metros de altura la Fuerza Aérea Americana fotografiaba el ficticio pueblo castellano (en realidad Guadalix de la Sierra, Madrid) con la más moderna tecnología fotogramétrica del momento.

Los vuelos eran parte de los acuerdos refrendados en los Pactos de Madrid (1953) y su objetivo era obtener una precisa cartografía militar esencial en cualquier conflicto bélico: en este caso la Guerra Fría.

Aquellas fotografías aéreas se conocen como el Vuelo Americano y nos permiten hoy evaluar, con un simple clic, cómo era el paisaje español de la posguerra, su dinámica y cambios.

El Plan Marshall en España

Bienvenido, Mr. Marshall (1953) es, sin lugar a dudas, uno de los grandes clásicos del cine español. En la película, Luis García Berlanga retrata con tono satírico e incruento la sociedad del momento, sus aspiraciones existenciales y los sueños propios de un país atrasado en la miseria de la posguerra.

La película es una magistral parodia de un acontecimiento trascendente para la historia de Europa: el Programa de Recuperación Europeo, más conocido como Plan Marshall (1948-1952). España quedó excluida de este plan del que se benefició Europa Occidental debido, entre otras cosas, a su régimen político y a su colaboración con las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial.

El sucedáneo español fueron los Pactos de Madrid, negociados y firmados entre España y EE. UU. en 1953, año de estreno de la película de Berlanga. Tras los acuerdos, España pasó a ser considerada aliada de los países occidentales, se rubricó un convenio de defensa y se autorizó la construcción de bases militares americanas.

Fruto de los pactos, entre 1956 y 1957, medio centenar de pilotos y técnicos del Servicio Cartográfico del Ejército estadounidense sobrevolaron de forma minuciosa y sistemática España con seis aviones para realizar el primer vuelo fotogramétrico de alta precisión y resolución métrica de todo el territorio: el Vuelo Americano.

El resultado fue, y es, espectacular: 4 533 horas de vuelo, 59 000 fotogramas almacenados en 617 bobinas depositados hasta 2011 en el Centro Geográfico del Ejército, año en el que una copia digitalizada del vuelo fue cedida al Instituto Geográfico Nacional (IGN). Hasta ese momento, el acceso a las fotografías requería de permisos oficiales.

Fotografía aérea original de Guadalix de la Sierra (color azul) del Vuelo Americano de 1956/1957 (escala 1:33.000) superpuesta topográficamente sobre la cartografía oficial del IGN. En el margen de la fotografía se aprecia la fecha y hora del vuelo y elementos de navegación aérea. CNIG

El IGN, junto con las confederaciones hidrográficas y las comunidades autónomas, acometió entonces la enorme tarea de organización del material, su ajuste y orientación interna, su georreferención (relacionar información de la posición entre documentos cartográficos de diversa procedencia), su digitalización, y el control de calidad.

Con la georreferenciación de las imágenes se posibilitó su estudio con sistemas de información geográfica profesionales. Pero faltaba el salto al gran público, que se produjo con la publicación en internet de las imágenes y su plasmación en visores de fácil uso y libre acceso como el comparador de fotos PNOA-IGN o la fototeca CNIG.

El paisaje en los 50

La mayor parte de las escenas de Bienvenido, Mister Marshall se desarrollan en las calles del pueblo, pero se filmaron también preciosas escenas en campos labrados con animales, de mujeres lavando la ropa en el río, huertos perfectamente cuidados y carreteras sin asfaltar.

El Vuelo Americano muestra desde el aire el paisaje plasmado por Berlanga. Pero ¿se parece al actual? ¿Cómo ha cambiado el entorno de Villar del Río (Guadalix de la Sierra) desde entonces? Para responder, lo primero es localizarlo en el comparador PNOA.

Vista aérea de Guadalix de la Sierra (Madrid) en 1956 (izquierda) y en 2017 (derecha). Comparador ortofotos PNOA

A primera vista lo que más destaca es el desarrollo urbanístico y las aguas del embalse de Pedrezuela o del Vellón (1968).

Centrando la vista en el medio rural y natural se aprecia en la comparación de las fotos aéreas de 1956 y de 2017 el abandono del sistema agrario tradicional y la expansión del bosque. El tamaño y disposición de las tierras en 1956 muestran la falta de mecanización agrícola y la ausencia de tractores, con los que sueña el campesino Juan para poder sacar adelante a su familia en la película de Berlanga.

El campesino Juan y el tractor americano que recibe en sueños en Bienvenido, Mister Marshall. Berlanga Film Museum
Labores agrícolas manuales y con tracción animal en Bienvenido, Mr. Marshall.

Al norte del pueblo resalta también en la confrontación de fotografías aéreas el cauce desarbolado del río en el que las mujeres lavan la ropa y la escasa cobertura arbórea del monte situado en la parte superior izquierda de la fotografía aérea.

Cauce desarbolado del río y cambio en los cultivos entre 1957 (izquierda) y 2017 (derecha). Comparador ortofotos PNOA
Mujeres lavando ropa en el río en Bienvenido, Mr. Marshall.

El abandono de fincas agrícolas familiares es patente en 2017 y ha dado paso a construcciones residenciales y a la expansión del terreno forestal. Esto es especialmente evidente al sur y norte del embalse, donde se aprecian marcados fenómenos erosivos en 1956 (enmarcados en amarillo) y terrenos repoblados décadas después y claramente reconocibles en la foto de 2017.

Terrenos erosionados y repoblados. Comparador ortofotos PNOA

Al sur del pueblo, la expansión natural del bosque es también muy visible. Resalta la construcción de una urbanización colindante con el límite del bosque (enmarcado en rojo) lo que en caso de incendio forestal supone un gravísimo riesgo.

Expansión natural del bosque y cambios en la interfaz urbano-forestal. Comparador de ortofotos PNOA

Un pueblecito cualquiera, ayer y hoy

Bienvenido, Mister Marshall comienza con una toma de un viejo autobús llegando a Villar del Río. El narrador introduce la película a modo de cuentacuentos presentando al pueblo y sus habitantes:

“Pues Señor, érase una vez un pueblo español, un pueblecito cualquiera. Y sucedió que una mañana…”.

Los diez primeros minutos de la película son absolutamente magistrales y muestran, con la incruenta ironía de Berlanga, el mundo rural de los años cincuenta. Como presenta el narrador, el cuento que relata la película es el propio de la España rural de la época.

El paisaje natural de Guadalix de la Sierra, y de tantas comarcas serranas españolas, ha cambiado radicalmente desde 1953: ha desaparecido el mosaico de pequeñas fincas agrícolas familiares y la vegetación natural se ha hecho más leñosa (arbustiva y arbórea) y continua.

La ocurrencia de dantescos incendios forestales fuera de nuestra capacidad de extinción es cada vez más frecuente. El cese de usos agrarios tradicionales y la falta de selvicultura y gestión forestal han fomentado la expansión y densificación natural del bosque y el consiguiente incremento de biomasa natural, que en episodios de sequía pasa a ser altamente inflamable.

Con independencia de afirmaciones simplistas vertidas buscando culpables a la ola de incendios y chivos expiatorios, Bienvenido, Mister Marshall y el Vuelo Americano nos muestran que, en el fondo, los responsables de los incendios somos toda la sociedad.

Hemos cambiado de forma de vida en menos de un siglo y hemos actuado con total dejadez en la gestión del territorio natural. También somos causantes del cambio climático; que con el aumento de los fenómenos de calor extremo y sequía facilita la desecación de la vegetación, su ignición y la propagación de los incendios.

Más de medio siglo después, la magistral película y el Vuelo Americano se han convertido en fuentes fundamentales –y hoy al alcance de todos– para entender de dónde venimos, por qué nuestro paisaje es así y hacia dónde evoluciona de forma natural.

Únicamente siendo capaces de dar respuesta a estas tres básicas preguntas del pensamiento humano aplicadas al medio natural podremos ser capaces de gestionar los paisajes que nos legaron nuestros mayores ante un escenario de cambio climático y abandono rural.

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