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El programa mexicano que intenta reducir la pobreza de mujeres beneficia más a sus maridos

Luvia Hernández Gómez, a la derecha, recibe un estipendio mensual del gobierno mexicano por cuidar a su sobrina, al centro, e hija, a la izquierda. N. Haenn, Author provided (no reuse)

Los programas de empoderamiento económico dirigidos a las mujeres pueden tener un efecto imprevisto: ayudar a los hombres.

Un número creciente de programas de desarrollo económico en todo el mundo proporcionan dinero en efectivo específicamente para mujeres de las comunidades pobres. En teoría, darles acceso al dinero las empodera.

Y las mujeres con poder —las madres en especial— pueden sacar a familias enteras de la pobreza.


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El Grameen Bank de Bangladesh ganó el Premio Nobel de la Paz en el 2006 por el lanzamiento de un programa que ofrecía microcréditos solo para mujeres. Nueve estados indios otorgan pequeñas sumas de dinero en efectivo a mujeres embarazadas pobres para fomentar una mejor atención prenatal.

Formé parte de un equipo de investigadores mexicanos y estadounidenses que estudiaron un ambicioso programa mexicano contra la pobreza dirigido a las mujeres. Y descubrimos que la ayuda gubernamental orientada con enfoque de género pudiera tener resultados dudosos para las mujeres que la reciben.

Por qué se enfocan hacia las mujeres

El programa Prospera de México concede una paga mensual a madres desempleadas que pertenecen a hogares pobres cuyo nivel educativo es limitado.

El gobierno mexicano otorga a las mujeres hasta US$147 en efectivo cada mes —casi el doble del salario mínimo nacional. A cambio de esto, deben asegurarse de que sus hijos asistan a la escuela y se hagan chequeos médicos regulares, además de que deben atender a charlas bimestrales sobre temas de salud.

Prospera es un intento emprendedor para sacar a las mujeres necesitadas de la pobreza. La tasa de desempleo entre mujeres en México es mayor que la de los hombres y ganan, como promedio, un 22 por ciento menos por realizar el mismo trabajo.

Lanzado originalmente en 1997, Prospera ha cambiado de nombre y medida a lo largo del tiempo. Ahora ha sido reproducido en docenas de países más.

En la actualidad, aproximadamente el 25 por ciento de los mexicanos se beneficia de Prospera, que se ha convertido en el programa de beneficios más importante del país.

Y aunque no ha logrado reducir la tasa de pobreza extrema de México, que se encuentra en el 18 por ciento en la actualidad, los investigadores acreditan a Prospera por ayudar a las familias pobres a afrontar una economía estancada durante un largo período.

Las mujeres esperan su estipendio mensual en el estado de Chiapas, México, en agosto del 2000. El programa Prospera se llamaba Progresa. Reuters/Henry Romero

El dinero no es igual al poder

Suena bien, ¿cierto? En realidad, sí y no.

Hablamos con varios matrimonios, tanto con las mujeres como con sus esposos, sobre sus finanzas en 445 viviendas que reciben Prospera en el condado rural de Calakmul, en el estado fronterizo de Campeche.

Calakmul es hogar de 28.400 personas. Estos agricultores, silvicultores y ganaderos tienen tan bajos ingresos que se estima que 4.600 mujeres —lo que se traduce en el 40 por ciento de los hogares— reciben Prospera.

Con la idea de que las mujeres y los hombres tendrían diferentes puntos de vista sobre el programa, entrevistamos a cada cónyuge por separado, y en privado.

Al poder expresarse de forma confidencial, las mujeres manifestaron, con criterio unánime, que en realidad el haber recibido dinero de Prospera aumentó su carga de trabajo.

Además de atender sus hogares, los niños y la salud del núcleo familiar, un reducido grupo de mujeres se desempeñaron como coordinadoras locales no remuneradas de los eventos Prospera, una especie de voluntariado de carácter obligatorio que requería un día o dos de trabajo adicionales cada mes.

La presión comunitaria para que asistieran a las actividades opcionales de Prospera fue intensa.

Muchas mujeres nos dijeron que su médico les exigía que participaran en clases de ejercicios semanales, porque “de lo contrario nos quitarían Prospera”.

Ni dinero ni trabajo

Las mujeres que reciben Prospera tienen más dinero en su bolsillo del que tendrían si no lo recibieran.

En la práctica, eso significa que también asumen mayores responsabilidades en las finanzas de su familia. El 57 por ciento de las 222 mujeres que entrevistamos dijeron que sus esposos utilizaban Prospera como excusa para evadir las responsabilidades financieras familiares.

Las mujeres mexicanas de hogares rurales pobres realizan la mayor parte del trabajo doméstico. Prospera empeora la situación. N. Haenn, Author provided (no reuse)

Los hombres estuvieron de acuerdo con eso. El 40 por ciento de los hombres que entrevistamos reveló que el ingreso adicional de Prospera les da a los ellos una excusa para aportar menos dinero a sus esposas.

A pesar de estos inconvenientes, las mujeres con las que hablamos reconocieron que necesitaban Prospera.

En comparación con otros estados mexicanos, Campeche tiene pocos empleos y un alto índice de desempleo. Y Calakmul, donde hicimos nuestra investigación, es el condado más pobre de Campeche.

En Calakmul, los trabajos para los que las mujeres pobres reúnen los requisitos -como por ejemplo, de camarera o de sirvienta doméstica- requieren, por lo general, de 10 a 12 horas diarias de trabajo, seis días a la semana.

En esos empleos pueden ganar alrededor de $7 al día, más que el salario mínimo nacional diario de 88,63 pesos, o alrededor de US$4,50 al día y esto es suficiente para cubrir la compra de comestibles y otras necesidades básicas.

Pero la alta carga laboral deja este tipo de trabajos fuera del alcance de las mujeres con hijos.

Prospera y la migración

Eso es muy palpable para las madres que mantienen a su familia solas.

Una encuesta reciente encontró que el 7 por ciento de la población adulta total de Calakmul trabaja actualmente en Estados Unidos. Alrededor del 90 por ciento son hombres jóvenes. Muchos han dejado atrás a una esposa e hijos.

Pueden pasar meses para que un migrante logre ganar suficiente dinero como para enviar una remesa a casa. Para las familias con las que hablamos, Prospera es fundamental para alimentar, vestir y comprar útiles escolares para los niños durante ese período.

Más de las tres cuartas partes de las mujeres entrevistadas aseguraron que Prospera ayuda a las familias a sobrevivir durante esos primeros meses en que sus esposos están en el extranjero. Sin embargo, el 61 por ciento también sospecha que los esposos inmigrantes envían menos dinero a sus hogares, porque saben que sus esposas reciben efectivo de Prospera.

Casi la mitad de los hombres estuvo de acuerdo con ese planteamiento.

Las mujeres que Prospera tiene en el punto de mira —campesinas y pobres, a menudo en áreas con alta migración— necesitan el programa para sobrevivir. Pero se les exige tanto, que sus maridos se convierten en los verdaderos beneficiarios del programa.

Mujeres a cargo de los negocios

Nuestros hallazgos apoyan otros estudios sobre las consecuencias no proyectadas de los programas de desarrollo con enfoque de género.

Cuando el Grameen Bank de la India lanzó por primera vez su programa de micropréstamos, en 1976, los funcionarios reclutaron tanto a hombres como mujeres. Pero los varones indios demostraron una mentalidad independiente con la que era difícil trabajar, dijeron los gerentes bancarios.

De manera que comenzaron a hacer préstamos solo a las mujeres, que casi siempre hacían los pagos del préstamo a tiempo, invertían el dinero de manera más sensata y empleaban sus ganancias en la familia.

Los programas que luchan contra la pobreza dirigidos a mujeres pueden tener consecuencias imprevistas para los participantes y sus familias. Reuters/Rafiquar Rahman

El concepto de que las mujeres son participantes más dóciles en los programas de ayuda que imponen condiciones ha generado verdadera oposición.

En su esencia, estos programas que entregan dinero en efectivo dirigidos a un determinado género podrían beneficiar más a los hombres necesitados.

Prospera les concede más tiempo y dinero a los cónyuges de las verdaderas beneficiarias y, además, incrementa las responsabilidades domésticas de las mujeres, lo que refuerza la dinámica desigual de género dentro de la familia.

Invertir en las mujeres no las empodera necesariamente si el dinero llega con tantas condiciones y restricciones.

This article was originally published in English

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