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Empleo doméstico: igualdad y formación profesional

Hoy día, muchos hogares españoles dependen del empleo doméstico realizado por terceros (mayoritariamente mujeres). Solo así, las familias contrarrestan los problemas de conciliación no resueltos por lo público.

La brecha de la desigualdad laboral

El primer paso para la dignificación del empleo doméstico radica en que el Estado iguale los derechos de este sector a los del resto de trabajadores incluidos en el Régimen General de la Seguridad Social.

En 2011, el Régimen Especial de Empleados de Hogar quedó integrado en el régimen general, lo que produjo una mejora en los derechos de estos trabajadores a percibir prestaciones.

Pese a la declaración expresa del Gobierno de 2011 de que se estudiaría “la viabilidad de establecer un sistema de protección por desempleo adaptado a las peculiaridades de la actividad del servicio del hogar familiar que garantice los principios de contributividad, solidaridad y sostenibilidad financiera”, aún hoy carecen de él, pues finalmente no se hizo nada al respecto.

El acuerdo de Coalición Progresista firmado el 30 de diciembre de 2019 por los partidos del Gobierno actual, PSOE y Unidas Podemos, se comprometió a ello en su punto 1.11:

Culminaremos con carácter prioritario la plena integración en el Régimen General de la Seguridad Social de las empleadas del hogar a lo largo de la legislatura. Firmaremos y ratificaremos el Convenio número 189, de 2011, de la Organización Internacional del Trabajo sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos.

La protección por desempleo a las empleadas domésticas es un derecho tan necesario como ineludible, tal y como la pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto. ¿Para cuándo entonces una mejor protección a este colectivo invisible y precario?

El empleo doméstico, ¿a cuántas personas ocupa?

UGT.

A nivel mundial, hay más de 67 millones de personas trabajando en el sector del empleo doméstico, y esta cifra crece a ritmo constante en todos los países.

Según un informe de la UGT en el que se analizan los datos de EUROSTAT, en España, en 2018, el porcentaje de trabajo doméstico en hogares respecto al total de empleos era, como en Italia, del 3,25%.

Un porcentaje solo superado por el de Chipre, con el 3,4%.

Es interesante comparar estos datos con los del trabajo en residencias y centros de día, cuyas tareas coinciden con las que la regulación española considera incluidas en el trabajo doméstico.

Queda demostrado que, a mayor volumen de empleo en las actividades de asistencia en residencias y centros de día, menor nivel de empleo en hogares, y viceversa.

Así, se evidencia el trasvase entre el ámbito privado (las familias) y el público (residencias y centros de día), que hace de este sector un nicho de empleo con alto potencial de crecimiento, pero que debe dignificarse.

Esto se logra mediante la formación y cualificación profesional, necesarias para contar con mano de obra especializada.

¿Cómo se regula la formación a este colectivo?

Tanto el Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, (Convenio 189) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como su Recomendación (artículo 5.2.a), contemplan la necesidad de garantizar la formación profesional, pero únicamente para los menores de edad que se dedican al empleo doméstico.

En España, el Estatuto de los Trabajadores garantiza el reconocimiento a “la promoción y formación profesional en el trabajo, incluida la dirigida a su adaptación a las modificaciones operadas en el puesto de trabajo, así como al desarrollo de planes y acciones formativas tendentes a favorecer su mayor empleabilidad”.

Sin embargo, el sector del empleo doméstico se caracteriza tanto por la escasa formación de los trabajadores, como por la casi total ausencia de oferta formativa profesional.

Formar y cualificar poniendo el foco en otros sectores

Es fundamental mejorar la formación tanto para el empleo doméstico como para la atención en residencias y centros de día, porque su concepción actual presenta muchas deficiencias.

Una opción real e interesante sería trabajar sobre la base de la mayor, y mejor organizada, oferta de formación en turismo y hostelería, sectores que contemplan actividades laborales similares a las del trabajo en el hogar (camareras de piso, cocineras, camareras, por ejemplo).

También sería necesario que se ofreciese esta formación en todas las comunidades autónomas, pues está en aumento la demanda de este tipo de servicios.

¿Qué ganan los trabajadores del sector al mejorar su formación?

Profesionalizar el sector mediante la educación no solo lo hace más atractivo para los futuros trabajadores, sino también para quienes ya se dedican al empleo doméstico.

Además, una mejor formación podría contribuir a mejorar las condiciones de trabajo y, con ello, reducir los sesgos de precariedad e informalidad característicos del sector.

En todo caso, es indispensable concienciar a la sociedad de la importancia y dignidad del empleo doméstico. Pero también a las personas trabajadoras potencialmente interesadas en ejercerlo, de su valor social, así como de su reconocimiento legal y de los derechos laborales que les asisten. El camino es largo, pero merece la pena intentarlo, sin duda.

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