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Enfermería: liderazgo compartido para afrontar la gestión del cuidado

En este año y medio de pandemia, las circunstancias han colocado a muchas enfermeras en primera línea no solo de la atención directa al paciente, sino también de los medios de comunicación. Estas profesionales se han convertido en referente para dar respuesta a las preguntas que la pandemia nos ha planteado.

Como colectivo hemos sabido adaptarnos en diferentes entornos del cuidado: urgencias, UCI, plantas de hospitalización, atención a las personas mayores, hospitales de campaña, atención primaria, atención a pacientes crónicos, etc.

Nada de esto hubiera sido posible sin la suma de dos componentes clave como son el trabajo en equipo y el liderazgo profesional.

Formalizar el desarrollo del liderazgo

Pero ¿cómo podemos mantener y mejorar este liderazgo para que no sólo sea reactivo –dando respuesta al cambio repentino producido por situaciones como la pandemia– sino que sea más proactivo? Es decir, ¿de qué manera se promueve un liderazgo que genere propuestas y formas diferentes de trabajar de una manera planificada?

En este punto de formalizar el liderazgo las universidades tenemos un papel muy importante. A saber, debemos incorporarlo al plan de estudios de las futuras enfermeras y enfermeros.

En nuestro caso, lo hemos hecho desarrollando un programa docente e investigador a lo largo de los 4 cursos del grado que permita adquirir y evaluar el liderazgo en los estudiantes de enfermería.

Estilos de liderazgo

Es posible que al hablar de liderazgo en el entorno de la salud tengamos presente el liderazgo de los mandos de enfermería o de los equipos de gestión y de dirección. Sin embargo, aquí nos referimos al que desarrolla cada enfermera en su puesto de trabajo para organizar el cuidado que da a los pacientes y responder a las necesidades de la población.

De forma general, podemos hablar de tres estilos de liderazgo.

  1. Recompensas.

    En primer lugar, existe un liderazgo basado en el intercambio de recompensas entre las personas: “Yo soy líder porque consigo que hagas algo a cambio de algo”. Es una simple transacción en la que no destaca la colaboración de los integrantes.

  2. Transformacional.

    Otro estilo de liderazgo se basa en la motivación. Es un estilo que enriquece y que inspira el cambio de valores, de creencias y actitudes. Un liderazgo que transforma. En este estilo predomina el trabajo en colaboración entre la enfermera y las personas a las que presta su cuidado y el resto de profesionales que también participan.

  3. Compartido.

    Partiendo de este liderazgo llamado “transformacional” llegamos a un tercer estilo, el liderazgo compartido. En este estilo, el liderazgo es compartido por los diferentes miembros del equipo según los tiempos, necesidades, oportunidades y capacidades de cada uno. Incluye, además de la voz de los profesionales, la voz del propio paciente.

    En este estilo el líder no es “el mejor”, sino aquel que se rodea de las personas que aportan lo mejor en cada situación, en cada momento. Aquí el líder es un facilitador, que reconoce al resto de miembros y sus capacidades. Pero no sólo eso: el puesto de líder será ocupado en cada ocasión por un miembro del equipo según las fortalezas del mismo y lo que se necesite en cada situación concreta.

¿Por qué estilo nos decantamos? Creemos que el estilo que mejor responde a los retos de la profesión enfermera es el liderazgo compartido.

Pensamiento estratégico e inteligencia emocional

Para poder enseñar y evaluar este liderazgo es necesario conocer sus elementos. Según nuestro estudio, los principales son pensamiento estratégico, inteligencia emocional, impacto e influencia y trabajo en equipo. Estas dimensiones definen una serie de competencias que pueden ser aprendidas y que se ven reflejadas en la profesión enfermera.

En el trabajo diario de las enfermeras se incluye la planificación de cuidados complejos a través del desarrollo del pensamiento estratégico. Algo que no sería posible si no se dispone de inteligencia emocional para gestionar las emociones y poder razonar correctamente. Conocer nuestros sentimientos permite enfocarlos para que acompañen a la razón en la búsqueda de las mejores soluciones.

El trabajo enfermero siempre se lleva a cabo dentro de un equipo y es, por tanto, esencial que el trabajo en equipo esté orientado a ser efectivo, a obtener resultados, consiguiendo participación, esfuerzo y satisfacción de todos.

Para poder lograr este objetivo es imprescindible comunicarnos correctamente. De ahí nuestra propuesta de formar a los profesionales de la enfermería para impactar e influir logrando lo mejor del otro. Al fin y al cabo, son mejores profesionales si consiguen cambios, si logran que las personas se comprometan en la mejora de la salud, avanzando hacia objetivos más sostenibles. Por ejemplo, en el desarrollo de la actividad física como medio de desarrollo personal, algo que hemos redescubierto durante la pandemia.

Creemos que desarrollar y medir el liderazgo en los futuros profesionales de enfermería conociendo estas dimensiones nos ayudará sin duda a seguir respondiendo como profesión a los retos que la sociedad impone cada día.

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