La exclusión del ser humano en las representaciones del ciclo del agua dificulta la alfabetización hídrica y la adquisición de compromisos que traten de revertir la grave crisis de la hidrosfera.
Un reciente estudio revela que el 59 % de las lagunas de Doñana no se inundan desde, al menos, el año 2013. Muchas cubetas están ya cubiertas por matorrales o árboles. Las extracciones de agua del acuífero son uno de los motivos principales.
Muchos ríos mediterráneos desaparecen transitoriamente debido a la escasez de lluvias, pero otros mueren debido a la sobreexplotación de los acuíferos.
Las reservas hídricas de los embalses se emplean para regar cultivos, suministrar agua potable y generar energía. Además, proporcionan servicios ecosistémicos y de ocio.
Muchos pueblos de menos de 2.000 habitantes carecen de sistemas de depuración y, por tanto, incumplen la normativa sobre tratamiento de aguas residuales.
Ni Tabernas es un desierto ni la desertificación se produce por la expansión de este tipo de ecosistemas caracterizados por condiciones ambientales extremas.
Los usos indebidos, la especulación y los conflictos de intereses ponen en entredicho la legitimidad de las concesiones para uso de agua que no priorizan los aspectos sociales y medioambientales.
Desde los años 80, se advierte sobre el riesgo de desecación y de acortamiento del periodo de inundación de las lagunas de Doñana causados por las extracciones de aguas subterráneas.