tag:theconversation.com,2011:/es/topics/mosquitos-63581/articlesmosquitos – The Conversation2024-01-31T20:56:55Ztag:theconversation.com,2011:article/2222912024-01-31T20:56:55Z2024-01-31T20:56:55ZMisterio resuelto: los mosquitos transmiten la úlcera de Buruli en Australia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/572408/original/file-20240131-19-5is172.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=54%2C0%2C6011%2C4028&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">La úlcera de Buruli es una infección causada por la bacteria 'Mycobacterium ulcerans' (imagen).</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/mycobacterium-ulcerans-3d-illustration-causative-agent-2263120535">Kateryna Kon/Sutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La úlcera de Buruli, llamada así porque la primera gran epidemia investigada se extendió por el condado de Buruli (Uganda), está considerada por la OMS como una <a href="https://www.who.int/es/news-room/questions-and-answers/item/neglected-tropical-diseases">enfermedad tropical desatendida</a>. Es una infección necrosante de la piel, el tejido subcutáneo y los huesos, causada por la bacteria <em>Mycobacterium ulcerans</em>. No hay constancia de transmisión de persona a persona y, por lo tanto, no está catalogada como enfermedad contagiosa. </p>
<h2>Se ceba sobre todo en los niños</h2>
<p>Cuando <em>Mycobacterium ulcerans</em> se introduce en el tejido subcutáneo produce una toxina citotóxica e inmunosupresora (micolactona) que provoca una ulceración cutánea rápida, extensa y relativamente indolora. Estas úlceras pueden llegar a ser muy profundas, exponiendo tendones y huesos y provocando <a href="https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/osteomyelitis/symptoms-causes/syc-20375913#:%7E:text=La%20osteomielitis%20es%20la%20infecci%C3%B3n,expone%20el%20hueso%20a%20g%C3%A9rmenes.">osteomielitis</a> (infección de los huesos). Además, la piel circundante puede mostrar edema y cambios en la pigmentación. La mayoría de las veces hay una sola lesión, aunque pueden presentarse pequeñas lesiones satélite. </p>
<p>En muchos casos, la úlcera adquiere infecciones bacterianas secundarias que producen un olor fétido. Las personas afectadas –habitualmente niños– suelen ser estigmatizadas, lo que se asocia a mayores dificultades para mantenerse en el sistema educativo o para acceder a un trabajo. </p>
<p>Oficialmente, la enfermedad fue descrita por primera vez por el médico británico Sir Albert Cook en 1897, aunque el explorador escocés James Augustus Grant podría haber hecho referencia a ella antes. En su libro <a href="https://www.biodiversitylibrary.org/item/185497#page/7/mode/1up"><em>Un paseo a través de África</em></a>, donde describe su participación en la expedición de 1860 para encontrar el nacimiento del río Nilo, Grant relata cómo su pierna derecha se deformó por encima de la rodilla con inflamación. Permaneció durante un mes en este estado inexplicable, provocando un dolor intenso, que fue aliviado temporalmente mediante una incisión profunda y una secreción abundante. Durante tres meses se formaron nuevos abscesos y se hicieron otras incisiones. Grant estaba exhausto, y su rodilla, rígida y alarmantemente doblada. Caminar era impracticable. </p>
<h2>Una infección reemergente</h2>
<p>La úlcera de Buruli es la tercera infección micobacteriana más común en humanos, después de la tuberculosis y la lepra. La enfermedad puede ser <a href="https://www.who.int/publications/i/item/9789241503402">tratada con antibióticos</a> (rifampicina y claritromicina o moxifloxacina) y, en algunas ocasiones, las infecciones se resuelven por sí solas. En muchos casos es necesaria una cirugía de la herida e injerto de piel. Si se trata demasiado tarde, la enfermedad puede provocar discapacidad y desfiguración de por vida. </p>
<p>En 1998, <a href="https://www.who.int/es/health-topics/buruli-ulcer#tab=tab_1">la Organización Mundial de la Salud (OMS)</a> reconoció a la úlcera de Buruli como una infección reemergente, más pronunciada en los países de África occidental. Aquí, la patología es un importante problema de salud pública, principalmente debido a sus frecuentes complicaciones incapacitantes y estigmatizantes. </p>
<p>Aunque esta enfermedad afecta principalmente a la población de África occidental y central, en los últimos años también ha emergido con fuerza en partes de <a href="https://apps.who.int/gho/data/node.main.A1631">Asia, América del Sur, el Pacífico occidental y Australasia</a>. Entre 1960 y 2015, fue notificada en 34 países, pero no hay consenso sobre su distribución actual. </p>
<p>En 2022, fueron notificados 2 121 nuevos casos de úlcera de Buruli en 11 países. De ellos, 1 775 se localizaron en África, 343 en Australia y 3 en Japón. Desde principios de la década de 2000, la incidencia <a href="https://nwmphn.org.au/resource/buruli-ulcer-an-update-for-gps-working-in-inner-melbourne-19-october-2023/">se ha ido incrementando en la costa de Victoria</a> (Australia), incluidos los suburbios de Melbourne y Geelong.</p>
<h2>El caso australiano</h2>
<p>En Australia, esta enfermedad también se conoce como úlcera de Bairnsdale o Searls. En 1948, el patólogo Peter MacCallum describió por primera vez las características clínicas de seis pacientes del estado de Victoria. Cada uno de ellos presentaba una úlcera con bordes socavados en un brazo o una pierna, así como los hallazgos histopatológicos característicos, que incluían necrosis extensa. Cinco de los pacientes fueron identificados por los médicos D. G. Alsop, L. E. Clay y J. R. Searls, de la ciudad de Bairnsdale, de ahí los nombres que recibe la patología en aquel país.</p>
<p>Curiosamente, existen diferencias notorias relacionadas con las áreas de aparición de los casos. Por ejemplo, en África, alrededor del 50% de las infecciones ocurren en áreas corporales expuestas (brazos o piernas) de niños menores de 15 años. Sin embargo, en Australia y Japón, la mayoría de las infecciones afectan a adultos. Estas disparidades pueden venir dadas por el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34437549/">modo de transmisión de la enfermedad</a>, sobre la que existen aún muchas incógnitas. Recientemente se acaba de dar un paso gigantesco para resolver el misterio, al menos en Australia.</p>
<h2>Una labor detectivesca</h2>
<p>En una <a href="https://www.nature.com/articles/s41564-023-01553-1">nueva investigación</a>, publicada en <em>Nature Microbiology</em>, un numeroso grupo de científicos acaba de ofrecer información relevante y fundamental para entender y prevenir la transmisión de la enfermedad. </p>
<p>Los científicos centraron sus pesquisas en la península de Mornington, una región costera en las afueras de Melbourne que presenta una de las mayores incidencias de úlcera de Buruli en el mundo. En el estudio, realizado entre los años 2016 y 2021, fueron atrapados y analizados más de 65 000 mosquitos. Las pruebas moleculares han demostrado que <em>Aedes notoscriptus</em>, el mosquito australiano de traspatio, es portador de la bacteria <em>Mycobacterium ulcerans</em>. <em>A. notoscriptus</em> es una especie muy adaptable nativa de la región del Pacífico suroriental y ampliamente distribuida en Australia, Papúa Nueva Guinea, las Islas Salomón, Filipinas, Nueva Caledonia e Indonesia. </p>
<p>En el siguiente paso, los investigadores utilizaron pruebas genómicas para demostrar que las bacterias encontradas en estos insectos coincidían con las halladas en heces de zarigüeyas y en los humanos con úlcera de Buruli. Las zarigüeyas son un reservorio silvestre local de <em>Mycobacterium ulcerans</em> en Australia. </p>
<p>Después, analizaron muestras de mosquitos que contenían sangre para demostrar que <em>Aedes notoscriptus</em> se alimentaba tanto de zarigüeyas como de humanos. Y por último, para encajar el puzle, un análisis geoespacial reveló que las áreas con casos de úlcera de Buruli en humanos se superponen con las áreas donde están activos tanto los mosquitos como las zarigüeyas que albergan <em>Mycobacterium ulcerans</em>. </p>
<h2>La importancia de protegerse de los mosquitos</h2>
<p>Esta investigación es extraordinaria porque arroja luz a un enigma antiguo y permite tomar medidas preventivas sencillas. Entre ellas, aplicar repelente de insectos y eliminar los recipientes que acumulan agua estancada en el hogar y que facilitan las puestas de huevos de los mosquitos: los estanques ornamentales, los desagües atascados, las fuentes, los maceteros, los baldes de plástico y otros contenedores que almacenan agua de lluvia, etc. De este modo se protege a la comunidad y se reduce el riesgo de contraer la úlcera de Buruli.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/mosquitos-en-las-ciudades-un-reto-para-la-salud-publica-211853">Mosquitos en las ciudades: un reto para la salud pública</a>
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<p>Debemos tener en cuenta que existen más de 3 000 especies de mosquitos y que estos insectos transmiten a los humanos múltiples enfermedades. Entre ellas, y además de la úlcera de Buruli, cabe citar la fiebre del Nilo Occidental, el zika, el dengue, el chikungunya, la encefalitis de San Luis, la filariasis linfática, la encefalitis de La Crosse, la enfermedad de Pogosta, la fiebre de Oropouche, la enfermedad del virus Tahyna, la fiebre del valle del Rift, la infección por virus del bosque Semliki, la fiebre de Sindbis, la encefalitis japonesa, la fiebre del Río Ross, la fiebre del Bosque Barmah, la malaria, la fiebre amarilla… </p>
<p>Casi <a href="https://www.cdc.gov/globalhealth/stories/2019/world-deadliest-animal.html">700 millones de personas contraen cada año una enfermedad transmitida por mosquitos</a>, lo que provoca alrededor de un millón de muertes.</p>
<p>Las medidas de control puntuales para evitar la proliferación desmesurada de las poblaciones de estos insectos son esenciales, pero también es prudente acometer acciones individuales para esquivar las picaduras. Podemos prevenirlas utilizando repelentes de forma responsable, instalando mosquiteras en puertas y ventanas, vistiendo ropa de manga larga y de colores claros que nos permitan detectar con rapidez a los insectos o evitando las zonas en los que los mosquitos suelen descansar o estar activos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/222291/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Esta infección necrosante afecta sobre todo a países africanos, aunque su incidencia ha experimentado un preocupante aumento en Australia. Científicos de este país han identificado al mosquito que transmite allí la enfermedad.Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología. Miembro de la Sociedad Española de Microbiología., Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2221902024-01-30T16:07:02Z2024-01-30T16:07:02ZLa sorprendente razón por la que los insectos vuelan alrededor de la luz<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/571873/original/file-20240124-21-ynct7x.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=30%2C20%2C6679%2C4446&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Fotografía de exposición múltiple de insectos que revolotean en torno a una luz por la noche.</span> <span class="attribution"><span class="source">Jamie Theobald</span>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nd/4.0/">CC BY-ND</a></span></figcaption></figure><p>Es una observación tan antigua como las reuniones humanas alrededor de las hogueras: la luz nocturna puede atraer a una multitud de insectos que revolotean erráticamente. En el arte, la música y la literatura, este espectáculo es una metáfora perdurable de <a href="https://roundglasssustain.com/wildvaults/moths">atracciones peligrosas pero irresistibles</a>. Observar sus frenéticos movimientos realmente da la sensación de que algo va mal: que en lugar de buscar comida y evadir a los depredadores, estos pilotos nocturnos están atrapados por una luz.</p>
<p>A pesar de que llevamos siglos siendo testigos de su comportamiento, tenemos pocas certezas sobre por qué lo hacen. ¿Cómo es posible que una simple luz convierta a navegantes rápidos y precisos en cautivos indefensos y torpes revoloteadores? </p>
<p>Nuestro equipo de investigación examina <a href="https://scholar.google.co.uk/citations?user=wG5HGs8AAAAJ&hl=en">el vuelo</a>, <a href="https://scholar.google.com/citations?user=4i4wRGgAAAAJ&hl=en">la visión</a> y <a href="https://scholar.google.co.in/citations?user=X-j5RnwAAAAJ&hl=en">la evolución</a> de insectos, y hemos utilizado técnicas de seguimiento de alta velocidad en <a href="https://www.nature.com/articles/s41467-024-44785-3">una investigación recientemente publicada en <em>Nature</em></a>.</p>
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<h2>Polillas hacia la llama</h2>
<p>Muchas de las antiguas explicaciones de este comportamiento hipnótico no han terminado de cuajar. Una de las primeras ideas era que los insectos se sentían atraídos por el calor de la llama. Esto era interesante, ya que algunos insectos son realmente <a href="https://doi.org/10.1016/j.foreco.2022.120629">pirofílicos</a>: les atrae el fuego y han evolucionado para aprovechar las condiciones de las zonas recién quemadas. Pero la mayoría de los insectos que revolotean alrededor de una luz no pertenecen a esta categoría, y las luces frías también los atraen. </p>
<p>Otra idea era que los insectos se sentían atraídos directamente por la luz, un <a href="https://doi.org/10.1007/s13355-013-0219-x">comportamiento llamado fototaxis</a>. Muchos insectos se mueven hacia la luz, quizá como forma de escapar de entornos oscuros o de trampas. Pero si ésta fuera la explicación de las agrupaciones en torno a una luz, cabría esperar que chocaran directamente con la fuente. Pero no ocurre así. No van directos a la luz, vuelan en círculos.</p>
<p>La teoría más romántica es que los insectos podrían confundir una luz cercana con la Luna, al intentar utilizar la <a href="https://doi.org/10.1146/annurev.en.29.010184.001425">navegación celeste</a>. Muchos insectos usan la Luna para mantener su rumbo por la noche.</p>
<p>Esta estrategia se basa en la forma en que los objetos situados a gran distancia parecen inmóviles mientras uno se desplaza en línea recta. Una Luna fija indica que no has dado ningún giro involuntario, como podría ocurrir si te zarandeara una ráfaga de viento. Sin embargo, los objetos más cercanos no parecen seguirnos en el cielo, sino que se quedan atrás a medida que uno avanza. </p>
<p>La teoría de la navegación celeste sostenía que los insectos se esforzaban por mantener estable esta fuente de luz, girando bruscamente en un intento fallido de volar recto. Es una idea elegante, pero este modelo predice que muchos vuelos deberían ser en espiral hacia una colisión, lo que no suele coincidir con las órbitas que vemos. Entonces, ¿qué está pasando realmente?</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/571761/original/file-20240128-21-f7q5vs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Varias cámaras en un entorno forestal por la noche." src="https://images.theconversation.com/files/571761/original/file-20240128-21-f7q5vs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/571761/original/file-20240128-21-f7q5vs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/571761/original/file-20240128-21-f7q5vs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/571761/original/file-20240128-21-f7q5vs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/571761/original/file-20240128-21-f7q5vs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1005&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/571761/original/file-20240128-21-f7q5vs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1005&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/571761/original/file-20240128-21-f7q5vs.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1005&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Los científicos utilizaron la captura de movimiento estéreo de alta velocidad para documentar cómo la presencia de luz artificial por la noche afecta al comportamiento de vuelo de los insectos.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Samuel Fabian</span>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nd/4.0/">CC BY-ND</a></span>
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<h2>Grabamos miles de vuelos</h2>
<p>Para examinar esta cuestión en detalle, capturamos vídeos de alta velocidad de insectos alrededor de diferentes fuentes de luz. Buscamos determinar con precisión las trayectorias de vuelo y las posturas corporales, tanto en el laboratorio del <a href="https://www.imperial.ac.uk">Imperial College London</a>, como en dos lugares de campo en Costa Rica, el <a href="https://www.ciee.org/go-abroad/college-study-abroad/locations/costa-rica/monteverde">CIEE</a> y la <a href="https://www.estacionbiologica.com/">Estación Biológica</a>. Y descubrimos que sus patrones de vuelo no se ajustaban a ningún modelo existente. </p>
<p>Más bien, una gran cantidad de insectos situaba sistemáticamente sus espaldas hacia las luces. Se trata de un comportamiento conocido como <a href="https://doi.org/10.1146/annurev.en.29.010184.001425">respuesta dorsal a la luz</a>. En la naturaleza, suponiendo que la luz baja más del cielo que sube del suelo, esta respuesta ayuda a mantener a los insectos en la orientación adecuada para volar.</p>
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<p>Colocar sus espaldas apuntando hacia luces artificiales cercanas altera sus trayectorias de vuelo. Hacen algo parecido a los aviones cuando se inclinan para girar, a veces hasta que el suelo parece casi recto por la ventanilla. Cuando sus espaldas se orientan hacia una luz cercana, el movimiento resultante los hace girar alrededor de la luz, dando vueltas, pero rara vez chocando. </p>
<p>Estas trayectorias orbitales fueron sólo uno de los comportamientos que observamos. Cuando los insectos volaban directamente bajo una luz, a menudo se arqueaban hacia arriba cuando ésta pasaba por detrás de ellos, manteniendo sus espaldas orientadas hacia la bombilla hasta que, finalmente, volando en línea recta, se detenían y caían al vacío. </p>
<p>Y encontramos algo aún más extraordinario: cuando volaban directamente por encima de una luz, los insectos tendían a voltearse boca abajo, de nuevo dándole la espalda, y luego se estrellaban bruscamente.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/571763/original/file-20240128-21-1bjvpv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Los diagramas muestran a los insectos girando vertical u horizontalmente o invirtiéndose en presencia de luz artificial." src="https://images.theconversation.com/files/571763/original/file-20240128-21-1bjvpv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/571763/original/file-20240128-21-1bjvpv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/571763/original/file-20240128-21-1bjvpv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/571763/original/file-20240128-21-1bjvpv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/571763/original/file-20240128-21-1bjvpv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/571763/original/file-20240128-21-1bjvpv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/571763/original/file-20240128-21-1bjvpv.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Tres comportamientos de giro diferentes observados en los que los insectos voladores dan la espalda a la luz artificial.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Jamie Theobald</span>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nd/4.0/">CC BY-ND</a></span>
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<h2>¿Por qué dar la espalda a la luz?</h2>
<p>Aunque la luz nocturna puede perjudicar a <a href="https://www.jstor.org/stable/43597777">otros animales</a> –por ejemplo, al <a href="https://doi.org/10.1073/pnas.1708574114">desviar a las aves migratorias hacia zonas urbanas</a>– los animales más grandes no parecen perder su orientación vertical. </p>
<p>Entonces, ¿por qué los insectos, el grupo de voladores más antiguo y rico en especies, recurren a una respuesta que los deja tan vulnerables?</p>
<p>Quizá tenga que ver con su pequeño tamaño. Los animales más grandes pueden sentir la gravedad gracias a que poseen órganos sensoriales que perciben su aceleración, o cualquier aceleración. Los humanos, por ejemplo, utilizamos el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK279394/">sistema vestibular de nuestro oído interno</a>, que regula nuestro sentido del equilibrio y suele darnos una buena idea de hacia dónde está el suelo.</p>
<p>Pero los insectos sólo tienen pequeñas estructuras sensoriales. Y, sobre todo cuando realizan rápidas maniobras de vuelo, la aceleración sólo les ofrece una pobre indicación de hacia dónde se dirigen. En su lugar, parecen apostar por la luminosidad del cielo. </p>
<p>Antes de la iluminación moderna, el cielo solía ser más brillante que el suelo, de día o de noche, por lo que proporcionaba una señal bastante fiable para un pequeño volador activo que esperaba mantener una orientación constante. Las luces artificiales que sabotean esta capacidad, incitando a los insectos a volar en círculos, son relativamente recientes. </p>
<h2>El creciente problema de la iluminación nocturna</h2>
<p>A medida que se extienden las nuevas tecnologías, las luces que impregnan la noche <a href="https://doi.org/10.3390/rs13163311">proliferan más rápido que nunca</a>. Con la introducción de los LED baratos, brillantes y de <a href="https://www.energy.gov/eere/ssl/led-basics">amplio espectro</a>, muchas zonas, como las grandes ciudades, nunca ven una noche oscura.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/571762/original/file-20240128-31-eh9yyj.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Una vista hacia arriba a través de las copas de los árboles hacia un cielo oscuro y estrellado, con una luz brillante en la parte superior de la pantalla procedente de una bombilla cerca del suelo." src="https://images.theconversation.com/files/571762/original/file-20240128-31-eh9yyj.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/571762/original/file-20240128-31-eh9yyj.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/571762/original/file-20240128-31-eh9yyj.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/571762/original/file-20240128-31-eh9yyj.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/571762/original/file-20240128-31-eh9yyj.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/571762/original/file-20240128-31-eh9yyj.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/571762/original/file-20240128-31-eh9yyj.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Esta imagen en el sitio de investigación de campo de los autores en Monteverde, Costa Rica, muestra cómo la luz artificial compite con el cielo nocturno.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Samuel Fabian</span>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nd/4.0/">CC BY-ND</a></span>
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</figure>
<p>Los insectos no son los únicos afectados. La contaminación lumínica altera los ritmos circadianos y los procesos fisiológicos de otros <a href="https://darksky.org/resources/what-is-light-pollution/effects/wildlife-ecosystems/">animales, plantas</a> y <a href="https://darksky.org/resources/what-is-light-pollution/effects/human-health/">humanos</a>, a menudo con <a href="https://theconversation.com/new-atlas-shows-extent-of-light-pollution-what-does-it-mean-for-our-health-60836">graves consecuencias para la salud</a>.</p>
<p>Pero los insectos atrapados alrededor de una luz parecen llevarse la peor parte. Incapaces de conseguir comida, fácilmente localizables por los depredadores y propensos al agotamiento, muchos mueren antes de que llegue la mañana.</p>
<p>En principio, la contaminación lumínica es una de las cosas más fáciles de solucionar, a menudo basta con <a href="https://www.youtube.com/watch?v=EfhuU5Ceo_w">apagar un interruptor</a>. <a href="https://darksky.org/what-we-do/advancing-responsible-outdoor-lighting/">Limitar la iluminación exterior</a> a una luz cálida, útil y específica, no más brillante de lo necesario y durante menos tiempo, puede mejorar mucho la salud de los ecosistemas nocturnos. Y las mismas prácticas que son buenas para los insectos ayudan a recuperar la visión del cielo nocturno: más de un tercio de la población mundial vive en zonas donde la <a href="http://dx.doi.org/10.1126/sciadv.1600377">Vía Láctea nunca es visible</a>. </p>
<p>Aunque los insectos que dan vueltas alrededor de una luz son un espectáculo fascinante, sin duda es mejor para ellos y para los <a href="https://www.si.edu/spotlight/buginfo/benefits">beneficios que aportan a los humanos</a> que la noche sea oscura y que les dejemos realizar en libertad todas esas actividades que tan magistralmente llevan a cabo bajo un cielo en el que lo único que brillen sean las estrellas.</p>
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<p><em>Artículo traducido gracias a la colaboración con <a href="https://www.fundacionlilly.com/">Fundación Lilly</a></em>.</p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/222190/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Samuel Fabian recibe financiación del Consejo Europeo de Investigación y una beca National Geographic Explorer.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Jamie Theobald recibe financiación de la National Science Foundation y de la Oficina de Investigación Científica de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Yash Sondhi recibe financiación de la Escuela de Posgrado de la Universidad Internacional de Florida, la Fundación Susan Levine, una beca National Geographic Explorer, la Sociedad Filosófica Americana y el Centro Latinoamericano y Caribeño Kimberly-Green.</span></em></p>¿Por qué vuelan los insectos hacia la luz? ¿Por qué lo hacen si quedan atrapados? Un nuevo estudio responde a uno de los enigmas más extraordinarios y metafóricos del vuelo de los insectos.Samuel Fabian, Postdoctoral Research Associate in Bioengineering, Imperial College LondonJamie Theobald, Associate Professor of Biological Sciences, Florida International UniversityYash Sondhi, Postdoctoral Research Associate in Entomology, Mcguire Center for Lepidoptera & Biodiversity, Florida Museum of Natural History, University of FloridaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2178762023-12-18T20:41:59Z2023-12-18T20:41:59ZEl dengue: una enfermedad cada vez menos ‘tropical’ que se extiende por Europa<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/565784/original/file-20231214-23-8x6yy5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=73%2C73%2C5390%2C3563&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">El virus del dengue se transmite por la picadura de mosquitos infectados del género 'Aedes'.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/striped-mosquitoes-eating-blood-on-human-1510102085">Witsawat.S/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Si cualquiera de nosotros buscara información sobre el dengue en los “viejos” libros de texto o en los medios digitales, muy probablemente lo encontraríamos clasificado dentro del grupo de las conocidas como enfermedades tropicales y subtropicales. </p>
<p>Y con la misma elevada probabilidad, en los últimos meses nos habremos topado con noticias sobre <a href="https://www.unicef.org/peru/comunicados-prensa/mas-37-mil-ninas-ninos-adolescentes-enfermaron-de-dengue-primeros-meses-2023-recomendaciones-especialista">uno de los picos históricos de la epidemia más intensos (tanto en casos como en muertes) que se recuerdan en Perú</a>, que forzó la declaración de estado de emergencia en la mayoría de sus regiones. Este país, con variados climas subtropicales y tropicales, está sufriendo una significativa intensificación de la circulación del virus año tras año. </p>
<h2>Récords de casos en 2023</h2>
<p>También habremos encontrado recientemente noticias al respecto de la enfermedad fuera de América Latina: récords de nuevos casos autóctonos (no importados) en <a href="https://fundacionio.com/dengue-autoctono-en-florida-7-casos-nuevos/">EE. UU.</a>, <a href="https://fundacionio.com/italia-notifica-6-nuevos-casos-de-dengue-autoctono/">Italia</a> o <a href="https://fundacionio.com/casos-de-dengue-autoctono-en-francia-actualizacio-2/">Francia</a>, así como la aparición de los primeros desde hace años <a href="https://www.sanidad.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/docs/20230228_ERR_Dengue_autoctono.pdf">en España</a>: en Cataluña, Ibiza, etc. </p>
<p>Un año atrás, en 2022, se registraron <a href="https://www3.paho.org/data/index.php/es/temas/indicadores-dengue/boletin-anual-arbovirosis-2022.htmlhttps://www3.paho.org/data/index.php/es/temas/indicadores-dengue/boletin-anual-arbovirosis-2022.html">2,8 millones de casos de dengue</a> tan solo en el continente americano, lo que representa un aumento de más del doble en comparación con los 1,2 millones notificados en 2021.</p>
<p>Aunque la mayor parte de la incidencia afecta <a href="https://www.who.int/es/emergencies/disease-outbreak-news/item/2023-DON448">a las zonas tropicales y subtropicales de América, Asia y África</a>, en los últimos años se ha observado un aumento significativo en zonas más templadas, como Europa. Y especialmente en el sur del continente, donde la dolencia está presente desde la década de 1970. </p>
<p><a href="https://www.ecdc.europa.eu/en/dengue-monthly">Según los datos del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC)</a>, en 2022 se notificaron 71 casos de dengue adquiridos localmente en la zona continental de la Unión Europea. Esto supone un aumento de nada menos que el 20 % respecto a 2021. ¿Qué está ocurriendo?</p>
<h2>Picaduras con graves consecuencias</h2>
<p>El <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/dengue-and-severe-dengue">dengue</a> es una enfermedad causada por uno de los cuatro serotipos (DENV1, DENV2, DENV3 y DENV4) del virus del dengue (DENV). Este patógeno pertenece a la familia <em>Flaviviridae</em>, y se ha descrito que los cuatro serotipos pueden circular juntos y causar el mismo cuadro clínico. Especial atención merece el dengue grave o hemorrágico, que suele desencadenarse tras la exposición a uno de estos serotipos del virus después de haber estado previamente expuesto a otro. </p>
<p>El DENV <a href="https://www.cdc.gov/dengue/es/transmission/index.html">se transmite</a> por la picadura de mosquitos infectados del género <em>Aedes</em>, principalmente <em>Aedes aegypti</em> y, en menor medida, <em>Aedes albopictus</em>. Estos insectos, que se alimentan de sangre humana y pueden transmitir el virus a través de su saliva, se encuentran en las zonas tropicales y subtropicales de todo el mundo. Aunque, como apuntábamos, se han extendido a zonas más templadas en las últimas décadas. </p>
<p>Así, la transmisión del virus sigue un ciclo humano-mosquito-humano. Cuando un mosquito <em>Aedes</em> hembra infectado por el DENV pica a una persona, le introduce el DENV y comienza el ciclo dentro del ser humano. El periodo de incubación suele ser de entre 3 a 10 días, aunque varía en función de factores medioambientales, como la temperatura. </p>
<p>A continuación se empieza a desarrollar la enfermedad, que normalmente cursa con fiebre, dolor de cabeza, molestias musculares, dolor en las articulaciones, náuseas y vómitos. En casos graves puede provocar hemorragias, insuficiencia orgánica y la muerte.</p>
<p>Los mosquitos <em>Aedes</em> se reproducen en aguas estancadas, como en recipientes con agua, piscinas sin uso, neumáticos viejos, etc. Por ello, en ausencia de vacunas y tratamientos efectivos más allá de los que actúan sobre los síntomas, es importante eliminar los criaderos de mosquitos para prevenir la transmisión de la enfermedad. Pero no solo del dengue, puesto que estos insectos actúan también como vectores de transmisión del zika y el chikungunya. </p>
<h2>El papel del cambio climático y la globalización</h2>
<p>El cambio climático <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30884421/#:%7E:text=Background%3A%20Climate%20change%20allows%20Aedes,of%20Madeira%20during%202012%2D13.">es uno de los factores que contribuyen al aumento de los casos de dengue</a>, tanto en Ámerica como Europa. El aumento de las temperaturas y la duración de la temporada de mosquitos (por los veranos más cálidos y duraderos) puede favorecer la expansión del <em>Aedes aegypti</em>. </p>
<p>Estos mosquitos son capaces de sobrevivir en temperaturas superiores a 10 grados centígrados, y con el calentamiento global pueden expandir su área de distribución a zonas más templadas. Y al ocasionar modificaciones en los patrones de lluvia, el cambio climático incrementa el volumen de aguas estancadas, un hábitat ideal para su reproducción.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/y-si-la-malaria-volviera-a-llamar-a-las-puertas-de-europa-208529">¿Y si la malaria volviera a llamar a las puertas de Europa?</a>
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<p>Además, el aumento de los viajes y el comercio internacional (las personas que viajan a zonas con dengue pueden contraer la infección y transmitirla a su regreso a Europa), así como el crecimiento de las ciudades, crean condiciones favorables para la reproducción de estos mosquitos. </p>
<h2>¿Estamos en la senda de que Europa se convierta en una región endémica?</h2>
<p>Con todo este panorama, la posibilidad de que el dengue se convierta en una enfermedad endémica en el Viejo Continente es un escenario real: las condiciones ambientales –cambio climático y globalización– van siendo cada vez más favorables para la actividad del vector y la replicación del virus en el mismo. Además, se trata de factores que de momento escapan al control humano.</p>
<p>Si el dengue se convirtiese en una enfermedad endémica en Europa podría tener un impacto significativo en la salud pública. Por eso, <a href="https://climate-adapt.eea.europa.eu/en/observatory/evidence/health-effects/vector-borne-diseases/dengue-factsheet">las autoridades sanitarias europeas ya están trabajando</a> en prevenir su propagación con medidas sobre los factores que sí pueden controlarse, como la vigilancia de casos, la educación sobre cómo prevenir las picaduras de mosquitos y la aplicación de medidas críticas de control sobre la población de mosquitos desde el momento en que se detecta su presencia. Algo que, por ejemplo, viene sucediendo con bastante frecuencia en la isla española de <a href="https://www.ull.es/portal/noticias/2023/sanidad-activa-con-ayuda-de-la-ull-el-protocolo-ante-la-deteccion-de-un-mosquito-aedes-albopictus-en-santa-cruz-de-tenerife/">Tenerife</a>. Toda precaución es poca.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/217876/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raimundo Seguí López-Peñalver no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El cambio climático y la globalización contribuyen a que el mosquito vector del dengue, ‘Aedes aegypti’, esté conquistando nuevos territorios. ¿Podría convertirse en una enfermedad endémica también en Europa?Raimundo Seguí López-Peñalver, Profesor de Epidemiología en VIU, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2135712023-10-26T13:18:40Z2023-10-26T13:18:40Z¿Por qué ahora impactan menos insectos en el parabrisas del coche?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/555865/original/file-20231025-29-1hf6cd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C147%2C5463%2C3489&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/bugs-on-windshields-464974862">Leo Quintero / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Cada verano, desde hace casi 20 años, voluntarios de las asociaciones <a href="https://www.kentwildlifetrust.org.uk/">Kent Wildlife Trust</a> y <a href="https://www.buglife.org.uk/">Buglife</a> de Reino Unido observan las matrículas de sus coches de una manera muy especial. Su cometido es registrar el número de “insectos voladores” que impactan en los vehículos mientras viajan. </p>
<p>Aunque esta acción puede parecer insignificante, su grandeza está en la colectividad y la sinergia de los proyectos de ciencia ciudadana. Con casi 700 participantes, la campaña <em>Bugs Matter</em> de este 2023 ha registrado datos de 6 358 viajes que permitirán extraer conclusiones globales. </p>
<p>Los resultados de la campaña anterior (del <a href="https://cdn.buglife.org.uk/2022/12/Bugs-Matter-Summary-Report-2022-A4.pdf">2022</a>) indicaron una reducción en menos de 20 años del 64 % en los insectos interceptados por los vehículos que transitan por Reino Unido. Estos resultados apoyan una tesis que tiene preocupados a los científicos: nos enfrentamos a una pérdida de insectos a gran escala que avanza hacia la <a href="https://theconversation.com/realmente-estamos-viviendo-la-sexta-extincion-masiva-203001">sexta extinción masiva</a>.</p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1504427349017825280"}"></div></p>
<h2>La sexta extinción masiva</h2>
<p>Para obtener una medida realista, las investigaciones más robustas se basan en estudios que contemplan series históricas en grupos de insectos cuya abundancia se conoce desde hace décadas. Desafortunadamente, estos estudios muestran que las poblaciones de insectos no solo se están reduciendo en Reino Unido.</p>
<p>En Alemania, un <a href="https://doi.org/10.1371/journal.pone.0185809">estudio a lo largo de 27 años publicado en 2017</a> indicó una disminución del 76 % de la biomasa de insectos voladores en una red de espacios naturales. </p>
<p>En Dinamarca, <a href="https://doi.org/10.1002/ece3.5236">la reducción de insectos se documentó</a> en paralelo con una menor cantidad de aves cuya dieta se basa en insectos, como la golondrina común.</p>
<p>Las sociedades científicas de entomólogos de España y Portugal reunidas en Alicante en el <a href="https://xxcongresoie.entomologica.es/">XX Congreso Ibérico de Entomología</a>, alarmadas por el declive poblacional de insectos, expresaron su preocupación en un <a href="https://xxcongresoie.entomologica.es/cont/docs/ManifiestoXXCIE.pdf">manifiesto</a> que da a conocer esta situación sin precedentes a la sociedad y trata de ponerle freno. </p>
<p>Pero la situación no sólo es preocupante en el continente europeo, muy poblado y expuesto a la presión de las actividades humanas. Estudios <a href="https://www.pnas.org/doi/epdf/10.1073/pnas.1722477115">desarrollados en un bosque tropical de Puerto Rico</a> que comparan la abundancia de insectos actual con datos recogidos hace 36 años también proporcionan resultados devastadores: una reducción en más del 78 % de biomasa de insectos terrestres. Este estudio muestra, en paralelo, la disminución de otros animales de dieta insectívora, como lagartos, ranas y aves.</p>
<h2>¿Por qué hay menos insectos?</h2>
<p>Las causas son múltiples y derivadas del constante y creciente deterioro que sufren el suelo, la vegetación, el agua y el aire por las actividades humanas. </p>
<p>Los insectos necesitan el suelo que transformamos en cemento, el agua que escasea y que contaminamos o cuyo curso interrumpimos, y las plantas que tratamos con fitosanitarios tóxicos. Además, interrumpimos los mecanismos de comunicación necesarios para la supervivencia de los insectos. Así, se desorientan por la contaminación lumínica, química y física del aire. Entre otras cosas crece la proporción de <a href="https://doi.org/10.1038/s41467-023-39469-3">partículas imperceptibles que obstruyen sus órganos sensoriales y bloquean sus mecanismos de comunicación</a>. </p>
<p>Todos estos factores influyen, a su vez, en el <a href="https://esajournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/ecm.1553">cambio climático</a>, que en sí mismo también se considera un factor importante que modula la abundancia de insectos. </p>
<p>La pérdida de biodiversidad de insectos nos conduce a la homogeneización de las ramas de ese árbol de la vida que mantiene las funciones vitales y las relaciones bióticas y, por tanto, nuestra propia existencia.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/555870/original/file-20231025-23-36udad.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/555870/original/file-20231025-23-36udad.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/555870/original/file-20231025-23-36udad.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=412&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/555870/original/file-20231025-23-36udad.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=412&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/555870/original/file-20231025-23-36udad.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=412&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/555870/original/file-20231025-23-36udad.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=517&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/555870/original/file-20231025-23-36udad.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=517&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/555870/original/file-20231025-23-36udad.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=517&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Vespula_rufa_on_bupleurum_falcatum_Richard_Bartz.jpg">Richard Bartz / Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>¿Por qué es importante conservarlos?</h2>
<p>Los insectos constituyen más del 80 % de las especies animales que se conocen en el mundo. Es fácil deducir que contribuyen a múltiples funciones vitales. La primera es su papel como polinizadores. </p>
<p>Se estima que el 35 % de la producción mundial de alimentos <a href="https://doi.org/10.1016/j.cosust.2020.08.012">proviene de plantas que son polinizadas por insectos</a>. <a href="https://www.unep.org/resources/emerging-issues/we-are-losing-little-things-run-world">La FAO advierte</a> de que si desaparecen, la seguridad alimentaria se pondría en riesgo. </p>
<p>Otra función ecológica insustituible es la descomposición de la materia orgánica y el reciclaje de nutrientes. Los insectos actúan como auténticos basureros y jardineros naturales. Contribuyen de este modo a la salud y formación del suelo, proceso esencial para mantener las cadenas tróficas y el ciclo de vida del planeta. </p>
<p>La función ecológica de los insectos que, por ser preventiva, pasa inadvertida es su contribución en el control de plagas en ecosistemas naturales, evitándolas o disminuyendo sus daños. </p>
<p>El control de plagas ejercido por depredadores y parasitoides en medios naturales nos enseña cómo <a href="https://theconversation.com/podemos-prescindir-de-los-pesticidas-para-controlar-las-plagas-en-cultivos-189707">mejorar las estrategias de control biológico en la agricultura</a>.</p>
<h2>¿Podemos hacer algo para protegerlos?</h2>
<p>Las soluciones a los grandes problemas ambientales no dependen en gran medida de las acciones de los ciudadanos, pero la experiencia nos enseña que muchos pequeños gestos consiguen grandes resultados. Algunas de las acciones que están en nuestras manos son las siguientes: </p>
<ul>
<li><p>Incentivar o colaborar en proyectos ciudadanos para ampliar el conocimiento y la protección de insectos en áreas naturales o urbanas. Sirvan de ejemplo el proyecto <a href="https://aeaelbosqueanimado.org/seguimiento-de-los-polinizadores-con-ciencia-ciudadana/">SPIPOLL</a>, el <a href="https://ubms.creaf.cat/el-observatorio/">Observatorio ciudadano de mariposas urbanas uBMS</a> y el <a href="http://rerb.oapn.es/SF/">Programa de Seguimiento Fenológico de la Red Española de Reservas de la Biosfera</a>. </p></li>
<li><p>Procurar que en las áreas ajardinadas urbanas haya hábitats silvestres alternados con flora autóctona en linderos, rotondas, alcorques y otros espacios sin edificar facilitando así lugares de cría y refugio de muchas especies de insectos.</p></li>
<li><p>No utilizar productos fitosanitarios en nuestros pequeños jardines o huertos, ni tolerar su uso en áreas ajardinadas urbanas. Limitar la siega sistemática de plantas silvestres, conocidas como <a href="https://theconversation.com/las-malas-hierbas-no-siempre-son-tan-malas-178966">“malas hierbas”</a>, principalmente en periodos de floración.</p></li>
<li><p>Consumir productos alimentarios procedentes de buenas prácticas agrícolas, valorando y potenciando así la agricultura ecológica y el control biológico e integrado de plagas.</p></li>
<li><p>Buscar alternativas a los tratamientos antiparasitarios al ganado con productos no nocivos para la entomofauna descomponedora. </p></li>
<li><p>Evitar en nuestras prácticas agrícolas o de jardinería la introducción de especies invasoras.</p></li>
</ul>
<p>Todos nosotros, y en particular los educadores, tanto en casa como en los centros, tenemos la importante responsabilidad de mostrar a los más pequeños y también a los mayores, la cara noble, estética e imprescindible de los insectos. Es un problema sin precedentes del que depende nuestra supervivencia. </p>
<p>Bien merece la pena limpiar el parabrisas del coche lo que haga falta.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/213571/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Saioa Legarrea Imizcoz desarrolla su labor investigadora en la Universidad de La Rioja gracias a los fondos Unión Europea Next Generation EU articulados a través de la convocatoria María Zambrano (Real Decreto 289/2021, de 20 de abril).</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>María Ángeles Marcos García recibe fondos para la realización de Proyectos Científicos procedentes del Gobierno de España, Comunidades Autónomas y Europeos en los que los insectos son estudiados desde diferentes temáticas conservacionistas (polinización, control de plagas, descomponedores, ...)</span></em></p>Las campañas de conteo de mosquitos y otros insectos que impactan contra los vehículos en distintos lugares del mundo muestran una reducción de al menos el 64 % en las últimas décadas. ¿Vamos más deprisa? ¿O es que hay muchísimos menos?Saioa Legarrea Imizcoz, Investigadora en Entomología Agrícola, Universidad de La RiojaMaría Ángeles Marcos García, Entomóloga, Catedrática de Universidad, Universidad de AlicanteLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1883502022-08-24T10:48:04Z2022-08-24T10:48:04ZLo que el ojo humano no ve: hay luz más allá del visible<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/479857/original/file-20220818-1509-g934uh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=4%2C0%2C3290%2C2193&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/girl-colorful-natural-rainbow-eye-on-226007338">Delpixel / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>El telescopio espacial <a href="https://theconversation.com/lo-que-se-juega-la-nasa-con-las-primeras-imagenes-del-telescopio-james-webb-186576">James Webb</a> y el mosquito tienen algo en común: ambos pueden ver radiación infrarroja invisible para el ser humano. </p>
<p>Y no son las únicas señales que se nos escapan. Pese a vivir inmersos en un océano de señales, solo podemos ver con nuestros ojos una pequeña porción. Los rayos X, la luz visible que emite un LED y las ondas de radio son, esencialmente, lo mismo: ondas electromagnéticas. </p>
<h2>El Sol es el origen y la causa</h2>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/478905/original/file-20220812-18-dagl9a.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/478905/original/file-20220812-18-dagl9a.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/478905/original/file-20220812-18-dagl9a.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=911&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/478905/original/file-20220812-18-dagl9a.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=911&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/478905/original/file-20220812-18-dagl9a.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=911&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/478905/original/file-20220812-18-dagl9a.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1145&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/478905/original/file-20220812-18-dagl9a.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1145&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/478905/original/file-20220812-18-dagl9a.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1145&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">La imagen muestra el espectro electromagnético completo, y señala la franja visible para el ojo humano.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://hmn.wiki/es/Electromagnetic_spectrum">Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>A pesar de lo colorido y maravilloso que vemos el mundo, realmente el ser humano tiene una visión algo <em>limitada</em>. Solo podemos ver un pequeño rango de longitudes de onda (colores) del espectro electromagnético. Nuestra visión se limita aproximadamente al rango entre los 380 nm (violeta) y los 750 nm (rojo). </p>
<p>Este hecho se debe principalmente a la adaptación evolutiva de los receptores (<a href="https://www.kenhub.com/es/library/anatomia-es/fotorreceptores">conos</a>) situados en la retina, ya que la luz que nos llega del Sol está comprendida aproximadamente entre esos valores, con un pico central en el verde, en torno a los 550 nm. </p>
<p>Los conos de los ojos en el ser humano están preparados para percibir la denominada luz visible a través de tres colores: rojo, verde y azul. La retina posee también otro tipo de receptores (<a href="https://www.kenhub.com/es/library/anatomia-es/fotorreceptores">bastones</a>), pero están orientados a la visión nocturna, ya que captan únicamente la cantidad de luz y no el color.</p>
<h2>Ver el calor</h2>
<p>Algunos animales han desarrollado sus sistemas de visión para poder captar <a href="https://sitn.hms.harvard.edu/uncategorized/2017/takes-two-see-infrared-photons-anyway/">longitudes de onda fuera del espectro visible</a>, invisibles para los humanos.</p>
<p>Los mosquitos <a href="https://www.cell.com/current-biology/fulltext/S0960-9822(20)30826-5">tienen distintas preferencias de luz</a> según sean picadores nocturnos o diurnos. Pero, generalmente, pueden ver el calor corporal (infrarrojo), además de <a href="https://theconversation.com/por-que-los-mosquitos-se-ceban-con-nuestros-tobillos-131521">sentirse atraídos por el olor del CO₂ que emite nuestro cuerpo </a>, lo que hace que encuentren a sus víctimas en la oscuridad. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/479620/original/file-20220817-3562-ynmg73.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/479620/original/file-20220817-3562-ynmg73.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/479620/original/file-20220817-3562-ynmg73.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=422&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/479620/original/file-20220817-3562-ynmg73.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=422&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/479620/original/file-20220817-3562-ynmg73.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=422&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/479620/original/file-20220817-3562-ynmg73.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=531&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/479620/original/file-20220817-3562-ynmg73.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=531&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/479620/original/file-20220817-3562-ynmg73.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=531&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Comparación entre las imágenes infrarrojas obtenidas con los telescopios Spitzer (izquierda) y Webb (derecha, mucho más nítidas).</span>
<span class="attribution"><span class="source">NASA / JPL-Caltech / ESA / CSA / STScI</span>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>El <a href="https://theconversation.com/telescopio-espacial-james-webb-una-nueva-ventana-al-universo-mas-lejano-y-primitivo-173524">telescopio espacial James Webb</a> está diseñado principalmente para realizar astronomía infrarroja. <em>Ve</em> el calor del cosmos. De ahí que resulte tan importante su situación en un lugar gélido como el espacio exterior, que le permita captar temperaturas mínimas en los confines de lo conocido. El telescopio espacial James Webb ha dado un salto de gigante en la visión infrarroja del universo.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/479643/original/file-20220817-12-hnuiel.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/479643/original/file-20220817-12-hnuiel.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/479643/original/file-20220817-12-hnuiel.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/479643/original/file-20220817-12-hnuiel.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/479643/original/file-20220817-12-hnuiel.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/479643/original/file-20220817-12-hnuiel.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/479643/original/file-20220817-12-hnuiel.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/479643/original/file-20220817-12-hnuiel.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Visión de humanos y visión de serpientes.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.youtube.com/watch?v=-ss-nmT7oAA&t=10s">BRIGHTSIDE / Youtube</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Volviendo al mundo animal, todo esto no quiere decir que los mosquitos, entre otros animales, vean más colores que el ser humano, sino que ven los colores de otra forma. Como ejemplo, las aves poseen un tipo de bastón que les permite ver en el ultravioleta, aunque su función todavía no está clara. También pueden ver en el ultravioleta las abejas, aunque no puedan ver el rojo. De hecho, el néctar de algunas flores es invisible al ojo humano, pero no lo es para las abejas. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/479688/original/file-20220817-18-k2gdfb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/479688/original/file-20220817-18-k2gdfb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/479688/original/file-20220817-18-k2gdfb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=302&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/479688/original/file-20220817-18-k2gdfb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=302&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/479688/original/file-20220817-18-k2gdfb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=302&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/479688/original/file-20220817-18-k2gdfb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=379&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/479688/original/file-20220817-18-k2gdfb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=379&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/479688/original/file-20220817-18-k2gdfb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=379&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">El néctar de estas flores es invisible al ojo humano. Sin embargo, aparece como una señal en luz-</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.nature.com/articles/s41598-020-63997-3/figures/1">K. Lunau et al., Nature</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Ser o no ser luz, he ahí la cuestión</h2>
<p>Aunque al rango del ultravioleta, con longitudes de onda inmediatamente inferiores al violeta, y el del infrarrojo cercano, con longitudes de onda inmediatamente superiores al rojo, se les suele llamar comúnmente luz, a lo que históricamente se ha llamado luz ha sido al rango visible por parte del ser humano, por motivos obvios, ya que no se conocían otros rangos. </p>
<p>La primera radiación no visible descubierta fue la radiación infrarroja (<a href="https://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/herschel.htm">Wilhelm Herschel</a>, 1800), al observar, usando un termómetro, que algo más allá del rojo en el espectro electromagnético era capaz de producir calentamiento. </p>
<p>Un año más tarde, el físico alemán <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Johann_Wilhelm_Ritter">Johann Wilhelm Ritter</a> descubrió la radiación ultravioleta al observar cómo una radiación invisible más allá del violeta oscurecía una disolución de cloruro de plata más rápidamente que la radiación violeta. Ambos utilizaron un prisma al estilo de Newton para descomponer la luz del Sol en su espectro de emisión. </p>
<p>Los descubrimientos de otros tipos de ondas electromagnéticas se fueron sucediendo durante el siglo XIX y principios del siglo XX: ondas de radio y microondas (<a href="https://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/hertz.htm">Heinrich Rudolf Hertz</a>, 1887), rayos X (<a href="https://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/roentgen.htm">Wilhelm Conrad Röntgen</a>, 1895) y rayos gamma (<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Ulrich_Villard">Paul Ulrich Villard</a>, 1900). </p>
<h2>Tan iguales y tan distintas</h2>
<p>Las ondas de radio, la luz visible y los rayos X, por ejemplo, se propagan a la velocidad de la luz en el vacío (300 000 km/s) y, por lo tanto, son ondas electromagnéticas. Lo que hace que sus aplicaciones e interacciones con la materia sean tan distintas es la energía que transportan, que está directamente relacionada con la frecuencia a la que los campos eléctrico y magnético que las forman oscilan al propagarse. A mayor frecuencia, la onda tiene mayor energía (<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Planck">ley de Planck</a>). De este modo, los rayos gamma son los más energéticos y las ondas de radio las menos energéticas del espectro electromagnético.</p>
<p>La luz, entendida de una forma totalmente general, puede comportarse como una onda o como una partícula (fotón) dependiendo de las propiedades que se midan o del experimento que se realice. Independientemente de ello, los fotones pueden generarse por distintos procesos: al producirse una <a href="http://hyperphysics.phy-astr.gsu.edu/hbasees/hyde.html">transición electrónica</a> en un átomo o molécula, al producirse una <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Aniquilaci%C3%B3n_part%C3%ADcula-antipart%C3%ADcula">aniquilación partícula-antipartícula</a> o al desacelerar una partícula con carga eléctrica. </p>
<p>La frecuencia y, por lo tanto, la energía de cada fotón depende del proceso que lo ha generado. </p>
<figure class="align-left zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/479004/original/file-20220813-18079-xhm85u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/479004/original/file-20220813-18079-xhm85u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/479004/original/file-20220813-18079-xhm85u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=940&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/479004/original/file-20220813-18079-xhm85u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=940&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/479004/original/file-20220813-18079-xhm85u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=940&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/479004/original/file-20220813-18079-xhm85u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1181&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/479004/original/file-20220813-18079-xhm85u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1181&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/479004/original/file-20220813-18079-xhm85u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1181&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Radiografía de Rayos X tomada por Wilhelm Röntgen en 1896. Fuente: Wikipedia.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:X-ray_by_Wilhelm_R%C3%B6ntgen_of_Albert_von_K%C3%B6lliker%27s_hand_-_18960123-02.jpg">Wilhelm Röntgen / Old Moonraker / Wikimedia Commons</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Los rayos X pueden producirse mediante desaceleración de electrones al chocar con un blanco o a través de transiciones electrónicas entre orbitales internos de un átomo o molécula. Por otro lado, la luz visible se produce normalmente mediante transiciones electrónicas entre orbitales externos de un átomo o molécula. </p>
<p>Tanto los rayos X como los rayos gamma son radiaciones electromagnéticas ionizantes (capaces de arrancar electrones del átomo), lo que puede producir alteraciones en los órganos y tejidos, dependiendo de la cantidad absorbida. Por el contrario, las ondas de radio, microondas y la luz infrarroja, visible y ultravioleta son no ionizantes, con lo que su peligrosidad es mucho menor. </p>
<p>La evolución de las especies es un hecho probado. Por el momento, seguiremos disfrutando del mundo tal y como lo vemos, pero quién sabe si en un futuro lejano el ser humano será capaz de verlo con total plenitud, del ultravioleta al infrarrojo, con el ojo desnudo. Eso sería fascinante.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/188350/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Francisco José Torcal Milla no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El telescopio espacial James Webb y los mosquitos tienen algo en común: ven en el rango del infrarrojo. Esto es todo lo que el ojo humano no es capaz de ver.Francisco José Torcal Milla, Profesor Titular. Departamento de Física Aplicada., Universidad de ZaragozaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1884732022-08-09T09:57:43Z2022-08-09T09:57:43ZEl 58 % de las enfermedades infecciosas humanas puede empeorar con el cambio climático<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/478260/original/file-20220809-15-v0qmqh.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=10%2C0%2C3583%2C2392&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Las inundaciones provocadas por huracanes como Irma en Florida pueden saturar los sistemas de alcantarillado y propagar patógenos.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/news-photo/with-their-homes-surrounded-by-water-that-they-fear-may-be-news-photo/846597496">Brian Blanco / Getty Images</a></span></figcaption></figure><p>El cambio climático puede agravar un <a href="https://www.nature.com/articles/s41558-022-01426-1">58 % de las enfermedades infecciosas</a> con las que el ser humano entra en contacto en todo el mundo, desde los virus comunes transmitidos por el agua hasta enfermedades mortales como la peste, según muestra nuestra nueva investigación. </p>
<p>Un <a href="https://www.nature.com/articles/s41558-022-01426-1">equipo de científicos especialistas en medio ambiente y salud</a> hemos revisado décadas de documentos científicos sobre todos los patógenos conocidos <a href="https://camilo-mora.github.io/Diseases/">para crear un mapa de los riesgos humanos</a> agravados por los peligros relacionados con el clima. </p>
<p>Las cifras son sorprendentes. De 375 enfermedades humanas, descubrimos que 218 de ellas, más de la mitad, pueden verse afectadas por el cambio climático. </p>
<p>Las inundaciones, por ejemplo, <a href="https://bmcinfectdis.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12879-020-04961-4">pueden propagar la hepatitis</a>. El aumento de las temperaturas puede ampliar la vida de los <a href="https://www.thelancet.com/journals/lanplh/article/PIIS2542-51962100132-7/fulltext">mosquitos portadores de la malaria</a>. Las sequías pueden atraer <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8778283/">roedores infectados con hantavirus</a> a las comunidades en su búsqueda de alimentos.</p>
<p>Dado que el cambio climático influye en más de 1 000 vías de transmisión como estas y <a href="https://www.nature.com/articles/s41558-018-0315-6">los riesgos climáticos aumentan a nivel mundial</a>, hemos llegado a la conclusión de que esperar que las sociedades se adapten con éxito a todas ellas no es una opción realista. El mundo tendrá que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que impulsan el cambio climático para reducir estos riesgos.</p>
<h2>Cartografía de los riesgos climáticos para la salud</h2>
<p>Para poder prevenir las crisis sanitarias mundiales, la humanidad necesita conocer a fondo las vías y la magnitud con que el cambio climático podría afectar a las enfermedades causadas por patógenos.</p>
<p>Nos hemos centrado en <a href="https://www.nature.com/articles/s41558-022-01426-1">10 peligros relacionados con el clima</a> vinculados al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero: calentamiento atmosférico, olas de calor, sequías, incendios forestales, fuertes precipitaciones, inundaciones, tormentas, aumento del nivel del mar, calentamiento de los océanos y cambio de la cubierta terrestre. A continuación, buscamos estudios en los que se discutieran observaciones específicas y cuantificables sobre la aparición de enfermedades humanas relacionadas con esos peligros.</p>
<p>En total, revisamos más de 77 000 artículos científicos. De ellos, 830 tenían un riesgo climático que afectaba a una enfermedad específica en un lugar y/o periodo de tiempo concreto, lo que nos permitió crear una base de datos de peligros climáticos, vías de transmisión, patógenos y enfermedades. Un <a href="https://camilo-mora.github.io/Diseases/">mapa interactivo de todas las vías entre el peligro y el patógeno</a> está disponible en línea.</p>
<p>El mayor número de enfermedades agravadas por el cambio climático se debe a la transmisión por vectores, como los mosquitos, los murciélagos y los roedores. En cuanto al tipo de peligro climático, la mayoría se asoció al calentamiento atmosférico (160 enfermedades), a las fuertes precipitaciones (122) y a las inundaciones (121).</p>
<h2>Cómo influye el clima en el riesgo de patógenos</h2>
<p>Encontramos <a href="https://www.nature.com/articles/s41558-022-01426-1">cuatro formas clave</a> en que los peligros climáticos interactúan con los patógenos y los seres humanos:</p>
<p><strong>1) Acercamiento de los patógenos a las personas.</strong> </p>
<p>En algunos casos, los peligros relacionados con el clima están cambiando las áreas de distribución de los animales y organismos que pueden actuar como vectores de enfermedades patógenas peligrosas. </p>
<p>Por ejemplo, el calentamiento y los cambios en los patrones de precipitación pueden alterar la distribución de los mosquitos, que son vectores de numerosas enfermedades patógenas humanas. En las últimas décadas, los cambios geográficos en <a href="https://doi.org/10.1016/S1473-3099(15)70091-5">los brotes de enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria y el dengue</a>, se han relacionado con estos riesgos climáticos.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="Una mujer acaricia la cabeza de su hijo junto a otro que duerme bajo un mosquitero" src="https://images.theconversation.com/files/477955/original/file-20220807-57717-qiap30.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/477955/original/file-20220807-57717-qiap30.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=398&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/477955/original/file-20220807-57717-qiap30.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=398&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/477955/original/file-20220807-57717-qiap30.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=398&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/477955/original/file-20220807-57717-qiap30.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/477955/original/file-20220807-57717-qiap30.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/477955/original/file-20220807-57717-qiap30.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Los niños duermen bajo mosquiteros en Etiopía para protegerse de los mosquitos que propagan la malaria.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/news-photo/amina-dawd-strokes-one-of-her-resting-childrens-hair-as-two-news-photo/585855434?adppopup=true">Louise Gubb / Corbis via Getty Images</a></span>
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<p><strong>2) Acercamiento de las personas a los agentes patógenos.</strong> </p>
<p>Las catástrofes climáticas también pueden alterar los patrones de comportamiento de los seres humanos de manera que aumenten sus posibilidades de estar expuestos a los patógenos. Por ejemplo, durante las olas de calor, la gente suele pasar más tiempo en el agua, lo que puede provocar un aumento de los brotes de enfermedades transmitidas por el agua. </p>
<p>En particular, <a href="https://doi.org/10.3201/eid2207.151996">las infecciones asociadas a vibrios</a> aumentaron sustancialmente en Suecia y Finlandia tras una ola de calor en el norte de Escandinavia en 2014.</p>
<p><strong>3) Potenciación de los patógenos.</strong></p>
<p>En algunos casos, los peligros relacionados con el clima han dado lugar a condiciones ambientales que pueden aumentar las oportunidades para que los patógenos interactúen con los vectores o incrementar la capacidad de los patógenos para causar enfermedades graves en los seres humanos. </p>
<p>Por ejemplo, el agua estancada que dejan las fuertes precipitaciones y las inundaciones puede <a href="https://doi.org/10.1111/ijd.13901">proporcionar caldos de cultivo</a> para los mosquitos, lo que conduce a un aumento de la transmisión de enfermedades como <a href="https://doi.org/10.1016/j.amepre.2008.08.030">la fiebre amarilla, el dengue, la malaria, la fiebre del Nilo Occidental</a> y <a href="https://vet.kku.ac.th/journal/jy2007no.2_2013no.%201/10reprint%20no.2.2011/9Myaing.pdf">la leishmaniasis</a>.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="Una persona con bolsas de basura alrededor de cada pierna para mantenerlas secas cruza una calle inundada de la ciudad en Nueva Jersey. Un cubo de basura volcado flota en el fondo." src="https://images.theconversation.com/files/477956/original/file-20220807-64533-exnbet.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/477956/original/file-20220807-64533-exnbet.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/477956/original/file-20220807-64533-exnbet.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/477956/original/file-20220807-64533-exnbet.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/477956/original/file-20220807-64533-exnbet.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/477956/original/file-20220807-64533-exnbet.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/477956/original/file-20220807-64533-exnbet.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Muchas enfermedades transmitidas por el agua pueden propagarse por riesgos climáticos como las inundaciones y los aguaceros extremos.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/news-photo/man-uses-garbage-bags-to-keep-his-pants-and-feet-dry-as-he-news-photo/1337826833">Michael M. Santiago / Getty Images</a></span>
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<p>Los estudios han demostrado que el aumento de las temperaturas también puede contribuir a que los virus <a href="https://www.jci.org/articles/view/135003">se vuelvan más resistentes al calor</a>, lo que se traduce en un aumento de la gravedad de la enfermedad, ya que los patógenos se adaptan mejor a la fiebre del cuerpo humano. </p>
<p>Por ejemplo, algunas investigaciones sugieren que el aumento de las temperaturas globales está conduciendo a una mayor tolerancia al calor de los patógenos fúngicos. La repentina <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31337723/">aparición en múltiples continentes de infecciones humanas resistentes al tratamiento de <em>Candida auris</em></a>, un hongo que antes no era patógeno para el ser humano, se ha asociado al aumento de las temperaturas globales. Asimismo, se ha demostrado que los hongos de los entornos urbanos son <a href="https://bmcbiol.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12915-015-0127-3">más tolerantes al calor</a> que los de las zonas rurales, que suelen ser más frías. </p>
<p><strong>4) Debilitamiento de la capacidad del cuerpo para hacer frente a los patógenos.</strong></p>
<p>Los peligros relacionados con el clima pueden afectar a la capacidad del cuerpo humano para hacer frente a los patógenos de dos maneras fundamentales. Pueden obligar a las personas a vivir en condiciones peligrosas, como cuando los daños causados por las catástrofes llevan a las personas a vivir en condiciones de hacinamiento que pueden carecer de un buen saneamiento o aumentar su exposición a los agentes infecciosos. </p>
<p>Los peligros también pueden reducir la capacidad del cuerpo para luchar contra los patógenos, por ejemplo a través de la desnutrición, por ejemplo. Vivir en condiciones de peligro climático también puede inducir <a href="https://doi.org/10.1073/pnas.1118355109">un aumento de la producción de cortisol</a> debido al estrés, lo que lleva a una reducción de la respuesta inmunitaria del cuerpo humano.</p>
<h2>Qué hacer al respecto</h2>
<p>El cambio climático representa una importante amenaza para la vida, la salud y el bienestar socioeconómico de los seres humanos. Nuestro mapa muestra la magnitud de esa amenaza. En nuestra opinión, para reducir el riesgo, la humanidad tendrá que poner freno a las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el hombre que alimentan el calentamiento global.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/188473/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Una reciente investigación confirma que las inundaciones, el calor extremo y otros peligros climáticos aumentan el contacto entre humanos y agentes patógenos y afectan a la capacidad del organismo para combatir enfermedades.Tristan McKenzie, Postdoctoral Researcher in Marine Science, University of GothenburgCamilo Mora, Associate Professor of Biology, University of HawaiiHannah von Hammerstein, Ph.D. Candidate in Geography and Environmental Science, University of HawaiiLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1863082022-07-04T09:53:04Z2022-07-04T09:53:04Z¿Por qué los mosquitos nos pican a unos más que a otros?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/472280/original/file-20220704-16-ro5jzs.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=5%2C11%2C3846%2C2568&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Hembra de mosquito _Anopheles gambiae_, vector del parásito que causa la malaria, _Plasmodium falciparum_. Este parásito produce un precursor llamado (E)-4-hidroxi-3-metil-but2-enil pirofosfato que activa los glóbulos rojos humanos para atraer con más fuerza al mosquito e invitarle a chuparnos la sangre.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Zanzara_Anopheles_Gambiae.jpg">Wikimedia Commons / CDC/ James Gathany</a></span></figcaption></figure><p>Los mosquitos y las enfermedades que propagan han matado a más personas que todas las guerras de la historia juntas. De hecho, según las estadísticas, el mosquito es, con mucho, la criatura más mortífera del mundo para los seres humanos. </p>
<p>Solo en el año 2018, <a href="https://www.statista.com/statistics/448169/deadliest-creatures-in-the-world-by-number-of-human-deaths/">este insecto fue responsable de alrededor de 725 000 muertes</a>. En ese mismo año, la segunda posición la ocupamos los propios humanos, que causamos la muerte de 437 000 congéneres. Seguidos (a bastante distancia) de las agresiones combinadas de serpientes, perros, caracoles venenosos, cocodrilos, hipopótamos, elefantes, leones, lobos y tiburones.</p>
<p>La situación, evidentemente preocupante, impulsó a que la Asamblea Mundial de la Salud aprobara en 2017 la “Respuesta global para el control de vectores (GVCR) 2017-2030”. Se trata de una actuación dirigida a orientar estratégicamente a los países para el desarrollo urgente del <a href="https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/vector-borne-diseases">fortalecimiento del control de los vectores, entre los que destacan los mosquitos</a>.</p>
<p>Este enfoque es fundamental para prevenir enfermedades y responder a los brotes infecciosos emergentes. Al fin y al cabo, pueden transmitir enfermedades tan variopintas como fiebre del Nilo occidental, zika, dengue, fiebre amarilla, chikungunya, encefalitis de San Luis, filariasis linfática, encefalitis de La Crosse, enfermedad de Pogosta, fiebre de Oropouche, enfermedad del virus Tahyna, fiebre del valle del Rift, infección por virus del bosque Semliki, fiebre de Sindbis, encefalitis japonesa, fiebre del Río Ross, fiebre del Bosque Barmah o malaria (causante de <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/malaria">627 000 muertes</a> solo en 2020). </p>
<p>De ahí el interés por entender qué hace que los mosquitos elijan picarnos justo a nosotros y no a quien tenemos al lado.</p>
<h2>Dióxido de carbono y olores corporales</h2>
<p>Los mosquitos, tanto machos como hembras, podrían vivir sin picar a otros animales. Pero las hembras necesitan la sangre para completar el ciclo reproductivo. Hace casi un siglo, el dióxido de carbono (CO₂) fue identificado como un atrayente de mosquitos. Es más, este gas ha sido utilizado para <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3899525/">atrapar a los mosquitos hembra</a> que buscan la sangre necesaria para adquirir nutrientes para la generación de huevos, la ovogénesis. </p>
<p>Sin embargo, no hay evidencia disponible que sugiera que el CO₂ medie en la atracción diferencial. O lo que es lo mismo, los niveles de emisión de dióxido de carbono no explican que los mosquitos prefieran sistemáticamente a una persona en vez de a otra.</p>
<p>¿Qué es entonces? Existen otras señales físicas y químicas que condicionan la atracción del mosquito hacia personas determinadas. Particularmente <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/8825507/">calor, vapor de agua, humedad</a>, señales visuales y, lo que es más importante, <a href="https://www.nature.com/articles/s41467-022-28195-x">los olores emanados por la piel</a>. </p>
<p>Aunque aún no se comprende bien qué aromas atraen más a los mosquitos, varios estudios señalan a moléculas como el indol, el nonanol, el octenol y el ácido láctico como principales sospechosos. Un equipo de investigadores dirigido por Matthew DeGennaro, de la Universidad Internacional de Florida (EE.UU), identificó un receptor de olor único, conocido como receptor ionotrópico 8a (IR8a), que <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30930038/">permite al mosquito <em>Aedes aegypti</em> detectar el ácido láctico</a>. Este mosquito, por cierto, es transmisor del dengue, el chikungunya y el zika. </p>
<p>Cuando los científicos mutaron el receptor IR8a, que se encuentra en las antenas de los insectos, descubrieron que los mosquitos eran incapaces de detectar el ácido láctico y otros olores ácidos emitidos por los humanos. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/472289/original/file-20220704-14-zqtejj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/472289/original/file-20220704-14-zqtejj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/472289/original/file-20220704-14-zqtejj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/472289/original/file-20220704-14-zqtejj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/472289/original/file-20220704-14-zqtejj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/472289/original/file-20220704-14-zqtejj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/472289/original/file-20220704-14-zqtejj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/472289/original/file-20220704-14-zqtejj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Ejemplar de <em>Aedes aegypti</em>.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/super-macro-dangerous-zica-virus-aedes-569801773">Shutterstock / khlungcenter</a></span>
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</figure>
<h2>Acetofetona, el “perfume” que atrae a los mosquitos</h2>
<p>Por otro lado, una investigación reciente apunta a que los virus del dengue y del zika alteran el olor de los ratones y de los humanos a los que infectan para volverlos más atractivos a los mosquitos. Es una estrategia interesante, porque favorece que piquen al huésped, tomen su sangre infectada y luego transporten el virus a otro individuo. </p>
<p>Lo consiguen modificando <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0092867422006419?via%3Dihub">la emisión de una cetona aromática, la acetofenona</a>, especialmente atractiva para los mosquitos. </p>
<p>Normalmente, la piel de humanos y roedores produce un péptido antimicrobiano que limita las poblaciones bacterianas. Sin embargo, se ha comprobado que en ratones infectados con dengue o zika la concentración de este péptido desciende y proliferan algunas bacterias del género <em>Bacillus</em>, que disparan la producción de acetofenona. En humanos pasa algo similar: los olores recogidos de las axilas de los pacientes con dengue contenían más acetofenona que los de las personas sanas. </p>
<p>Lo interesante del asunto es que se puede corregir. Algunos de los ratones infectados con dengue fueron tratados con isotretinoína, lo que condujo a una emisión menor de acetofenona y, por tanto, a la reducción del atractivo para los mosquitos. </p>
<h2>Microbios que cambian el olor</h2>
<p>No es el único caso en que un microorganismo manipula la fisiología de los mosquitos y de los huéspedes humanos para favorecer su transmisión. Por ejemplo, las personas infectadas por el parásito que causa la malaria, <em>Plasmodium falciparum</em>, resultan más atractivas que los individuos sanos para los mosquitos <em>Anopheles gambiae</em>, vector de la enfermedad. </p>
<p>La razón sigue siendo desconocida, pero puede estar relacionada con que <em>Plasmodium falciparum</em> produce un precursor isoprenoide, llamado (E)-4-hidroxi-3-metil-but2-enil pirofosfato (HMBPP), que afecta a los comportamientos de búsqueda y alimentación de sangre del mosquito, así como a la susceptibilidad a la infección. </p>
<p>En concreto, HMBPP activa los glóbulos rojos humanos para aumentar la liberación de CO₂, aldehídos y monoterpenos, que juntos <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/science.aah4563?url_ver=Z39.88-2003&rfr_id=ori:rid:crossref.org&rfr_dat=cr_pub%20%200pubmed">atraen con más fuerza al mosquito y le invitan a “chuparnos la sangre”</a>. </p>
<p>Es más, añadiendo HMBPP a muestras de sangre, aumenta significativamente la atracción que despierta en otras especies de mosquitos, como <em>Anopheles coluzzii</em>, <em>Anopheles arabiensis</em>, <em>Aedes aegypti</em> y especies del <a href="https://www.nature.com/articles/s42003-021-02689-8">complejo <em>Culex pipiens</em>/<em>Culex torrentium</em></a>.</p>
<p>Comprender cuáles son los factores que intervienen en la preferencia manifestada por los mosquitos para picar a unas u otras personas ayudará a determinar y a disminuir el riesgo de propagación de enfermedades infecciosas transmitidas por vectores.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/186308/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los mosquitos y las enfermedades que propagan han matado a más personas que todas las guerras de la historia juntas. De hecho, el mosquito es, con mucho, la criatura más mortífera del mundo para los humanos. Entender por qué nos pica podría ayudar a evitarlo.Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología, Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1848622022-06-14T17:29:06Z2022-06-14T17:29:06ZEl tipo de bosque determina la abundancia de mosquitos transmisores de enfermedades como la malaria aviar<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/468497/original/file-20220613-26-9006q9.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C2118%2C1636&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Los mosquitos del género 'Culicoides' transmiten patógenos como el virus de la lengua azul y el parásito causante de la malaria aviar.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Culicoides-imicola-bloodfeeding.jpg">Alan R Walker / Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>Los mosquitos desempeñan un importante papel en los ecosistemas ya que actúan como vectores (transmisores) de numerosos patógenos que circulan en la naturaleza y causan enfermedades en los humanos y otros animales. </p>
<p>El mosquito común (<em>Culex pipiens</em>), por ejemplo, es un buen transmisor del parásito causante de la malaria aviar, <em>Plasmodium relictum</em>, y otros patógenos como el virus del Nilo Occidental. Pero otros grupos de mosquitos –quizás no tan conocidos– también son capaces de transmitir enfermedades similares a la malaria. Hablamos de los mosquitos del género <em>Culicoides</em>.</p>
<h2>Los <em>Culicoides</em> y la malaria aviar</h2>
<p>Los <em>Culicoides</em>, con apenas unos pocos milímetros de longitud, son uno de los grupos de vectores más abundantes del mundo. Entre los muchos patógenos que transmiten se encuentran el virus de la lengua azul y el virus de Schmallenberg, con gran importancia en el sector ganadero.</p>
<p>Las hembras adultas de <em>Culicoides</em>, a diferencia de los machos, se alimentan de la sangre de sus hospedadores vertebrados, esencialmente mamíferos y aves. Con esa alimentación hematófaga pueden ingerir diferentes patógenos y, si esos patógenos se pueden desarrollar en su interior, las hembras pueden actuar como sus vectores. </p>
<p>Un ejemplo lo encontramos en los parásitos del género <em>Haemoproteus</em>, un parásito causante de un tipo de malaria aviar similar a la que provoca <em>Plasmodium</em> en los humanos, con graves consecuencias para las aves, ya que <a href="https://royalsocietypublishing.org/doi/10.1098/rsbl.2010.0046">disminuyen su supervivencia y su éxito reproductor</a>. </p>
<p>En un <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1365-294X.2011.05136.x">estudio previo desarrollado en España</a> se vio que los <em>Culicoides</em> son capaces de transmitir a las aves más de 10 tipos distintos de este parásito. En cualquier caso, a pesar de estas similitudes, es importante recordar que estos parásitos de la malaria aviar no son capaces de infectar a las personas.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/468346/original/file-20220611-25455-rb0lg4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/468346/original/file-20220611-25455-rb0lg4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/468346/original/file-20220611-25455-rb0lg4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/468346/original/file-20220611-25455-rb0lg4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/468346/original/file-20220611-25455-rb0lg4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/468346/original/file-20220611-25455-rb0lg4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/468346/original/file-20220611-25455-rb0lg4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/468346/original/file-20220611-25455-rb0lg4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Montaje en portaobjetos de una cabeza de <em>Culicoides reconditus</em>, una de las cinco especies de <em>Culicoides</em> que encontramos en los nidos de herrerillo común.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Jorge Garrido Bautista</span>, <span class="license">Author provided</span></span>
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</figure>
<p>No obstante, no todas las especies de <em>Culicoides</em> poseen la misma capacidad de transmitir parásitos ni la transmisibilidad será la misma en todos los hábitats. De hecho, el tipo de hábitat desempeña un papel esencial en la epidemiología de enfermedades como la malaria aviar, como ya se demostró en un <a href="https://besjournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/1365-2656.12805">estudio</a> realizado en Andalucía. </p>
<p>El tipo de hábitat, en esencia, determina la abundancia de vectores como los <em>Culicoides</em>, ya que estos dependen de las características ambientales del hábitat para completar su ciclo de vida. Y si la abundancia de los vectores cambia según el hábitat, también será esperable que lo haga la cantidad de parásitos <em>Haemoproteus</em> que estos transmitan a las aves.</p>
<h2>La importancia del hábitat para los <em>Culicoides</em></h2>
<p>Todos los insectos dependen de las condiciones ambientales y microclimáticas locales para completar su ciclo de vida, y los <em>Culicoides</em> no iban a ser una excepción. Por ejemplo, los <em>Culicoides</em> necesitan cuerpos de agua sin corrientes fuertes para completar su estadio larval, así como ciertas características físicas y químicas del sustrato donde se produzca dicho desarrollo. Aunque no son los únicos factores relevantes, ya que la abundancia de los <em>Culicoides</em> también se encuentra determinada por la composición y estructura arbórea de un hábitat. </p>
<p>Así, un <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-019-45068-4">estudio reciente</a> llevado a cabo en Alemania ha demostrado que las poblaciones de estos insectos se ven alteradas por la estructura de un bosque, es decir, por la cantidad de zonas abiertas y si tiene o no una buena cobertura arbustiva.</p>
<p>Las condiciones microclimáticas de un hábitat, como su temperatura y humedad relativa, y la propia biología del hospedador, las aves, también son relevantes para los <em>Culicoides</em>. </p>
<p>Algunos estudios previos realizados con aves criando en cajas nido han mostrado que la <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1111/j.1600-048X.2009.04726.x">velocidad del viento</a> y la <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1146609X10000834">temperatura</a> del nido desempeñan un papel esencial en la actividad de los <em>Culicoides</em>, afectando así su abundancia en los nidos. Pero la fisiología de los propios pollos de las aves también afecta a los <em>Culicoides</em>. Por ejemplo, los olores emitidos por la glándula uropigial de los pollos <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fevo.2020.579667/full">podrían afectar a la atracción de los insectos en función de su composición</a>.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/468386/original/file-20220613-45677-eeer5k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/468386/original/file-20220613-45677-eeer5k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/468386/original/file-20220613-45677-eeer5k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=438&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/468386/original/file-20220613-45677-eeer5k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=438&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/468386/original/file-20220613-45677-eeer5k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=438&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/468386/original/file-20220613-45677-eeer5k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=551&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/468386/original/file-20220613-45677-eeer5k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=551&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/468386/original/file-20220613-45677-eeer5k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=551&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Adulto de herrerillo común (<em>Cyanistes caeruleus</em>), una de las especies de ave donde se han estudiado previamente los <em>Culicoides</em> y la especie modelo de nuestro estudio.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Jorge Garrido Bautista</span></span>
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<h2><em>Culicoides</em> en los bosques de Sierra Nevada</h2>
<p>Recientemente, nuestro grupo de investigación ha publicado un <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/parasitology/article/habitatdependent-culicoides-species-composition-and-abundance-in-blue-tit-cyanistes-caeruleus-nests/479B75DFD2071C2F85A4ADD702E95D42">artículo en la revista <em>Parasitology</em></a> evidenciando estas diferencias entre hábitats en la abundancia de <em>Culicoides</em> capturados en los nidos de las aves forestales silvestres en el Parque Nacional de Sierra Nevada (Granada, España). Allí capturamos <em>Culicoides</em> en nidos de herrerillo común (<em>Cyanistes caeruleus</em>) durante tres años consecutivos y observamos que el tipo de bosque donde se reproducen estas aves es clave para entender la abundancia de estos insectos en sus nidos.</p>
<p>En concreto, la abundancia de <em>Culicoides</em> fue mayor, durante los tres años de estudio, en robledales con escasa cobertura arbórea que en bosques mixtos de encinas y robles, que tenían una mayor cobertura arbórea y arbustiva. Ambos bosques, además, diferían en sus condiciones microclimáticas, y la abundancia de los <em>Culicoides</em> varió según lo previsto acorde a los estudios previos. </p>
<p>Por otro lado, no observamos ningún efecto local de los pollos sobre los <em>Culicoides</em> que entraron a sus nidos a picarles, por lo que no parecen existir diferencias en la composición de sus secreciones uropigiales u otros atrayentes que pudieran utilizar los insectos para localizar a sus hospedadores.</p>
<p>Las diferentes abundancias de <em>Culicoides</em> entre bosques podrían tener implicaciones en la epidemiología de la malaria aviar causada por <em>Haemoproteus</em>. </p>
<p>En los robledales, donde entraron más <em>Culicoides</em> a los nidos de los herrerillos, también observamos una mayor cantidad de hembras con sangre digerida, que presumiblemente <a href="https://www.cell.com/trends/parasitology/fulltext/S1471-4922(14)00185-8?_returnURL=https%3A%2F%2Flinkinghub.elsevier.com%2Fretrieve%2Fpii%2FS1471492214001858%3Fshowall%3Dtrue">habrían obtenido previamente de otras aves</a>. Así, el riesgo de infección por <em>Haemoproteus</em> podría incrementarse en este tipo de bosque. Nuestro grupo de investigación ya está trabajando en este aspecto para obtener más información de la epidemiología de estos parásitos en las aves silvestres de este entorno protegido.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/468387/original/file-20220613-27912-rb0lg4.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/468387/original/file-20220613-27912-rb0lg4.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/468387/original/file-20220613-27912-rb0lg4.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=315&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/468387/original/file-20220613-27912-rb0lg4.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=315&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/468387/original/file-20220613-27912-rb0lg4.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=315&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/468387/original/file-20220613-27912-rb0lg4.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=396&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/468387/original/file-20220613-27912-rb0lg4.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=396&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/468387/original/file-20220613-27912-rb0lg4.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=396&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Las dos formaciones boscosas de Sierra Nevada donde se llevó a cabo el estudio. Izquierda: robledal, donde la abundancia de <em>Culicoides</em> fue mayor. Derecha: bosque mixto de encinas y robles, donde la abundancia fue menor.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Jorge Garrido Bautista</span>, <span class="license">Author provided</span></span>
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<h2>Un nuevo mosquito en la península ibérica</h2>
<p>De todas las especies de <em>Culicoides</em> que recolectamos en los nidos de herrerillo, encontramos una nunca antes citada para la península ibérica, <em>Culicoides reconditus</em>. Los registros previos de esta especie son del norte de Europa y Europa Central, pero no había sido observada en la península. Este hallazgo nos recuerda el gran valor ecológico del Parque Nacional de Sierra Nevada como enclave o refugio para numerosas especies de artrópodos, ahora también para <em>Culicoides reconditus</em>.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/184862/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Gregorio Moreno Rueda recibe fondos del Gobierno de España (proyecto CGL2017-84938-P) y la Junta de Andalucía (proyecto (A.RNM.48.UGR20), ambos cofinanciados con fondos FEDER de la U.E.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Josué Martínez de la Puente recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación a través del proyecto MICROVEC (PID2020-118205GB-I00) con cofinanciación de fondos FEDER de la U.E.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Jorge Garrido Bautista no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los autores han demostrado que las especies de insectos que transmiten la malaria aviar son más abundantes en zonas con escasa cobertura arbórea que en bosques mixtos.Jorge Garrido Bautista, Departamento de Zoología, Universidad de GranadaGregorio Moreno Rueda, Ecología Evolutiva, Universidad de GranadaJosué Martínez de la Puente, Universidad de GranadaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1832932022-05-23T17:55:24Z2022-05-23T17:55:24ZViaje alucinante al interior del cerebro de los mosquitos picadores<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/463864/original/file-20220518-23-yj1j39.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C6%2C4256%2C2125&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Ejemplar de _Aedes aegypti_.</span> <span class="attribution"><span class="source">Luis Monje</span>, <span class="license">Author provided</span></span></figcaption></figure><p>Moscas y mosquitos <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0250381">poseen cerebros simples</a> y eficientes formados por unas 200 000 neuronas con los que logran desarrollar más procesos que un superordenador. Una reciente investigación ha revelado que los cerebros de los dípteros codifican características odoríferas únicas para seleccionar a sus víctimas humanas.</p>
<p>La hematofagia –la alimentación con sangre– es extremadamente rara en insectos. Del millón aproximadamente de especies de insectos conocidas, solamente unas 10 000 se alimentan de sangre de animales vivos. La <a href="https://theconversation.com/profiles/manuel-peinado-lorca-682122/dashboard">mayoría son generalistas</a> que pican a cualquier vertebrado que encuentran a su paso y alrededor de un centenar de ellas se <a href="https://www.cambridge.org/core/books/biology-of-bloodsucking-in-insects/9C793FCDBA0419A37C7D188DD9D52B91">alimentan preferentemente de seres humanos</a>.</p>
<p>Una forma particularmente agresiva del mosquito <em>Aedes aegypti</em> ha evolucionado para especializarse <a href="https://linkinghub.elsevier.com/retrieve/pii/S0960982220309787">en picar a los humanos</a> hasta convertirse en <a href="https://www.nature.com/articles/nature13964">un eficaz vector de los virus</a> que cada año acaban con la vida de cientos de miles de personas y causan enfermedades crónicas como la malaria, el dengue, la chikunguña y el zika. Esa forma doméstica coexiste con una <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/evo.12281">forma ancestral</a> de <em>bosque</em> (<em>Aedes aegypti formosus</em>), que se encuentra a lo largo de la costa de Kenia y practica la hematofagia en animales no humanos.</p>
<p>Las hembras de esos mosquitos <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25391959/">seleccionan casi exclusivamente el olor humano entre los de otros animales</a>, pero no se sabe cómo los distinguen. Los olores de los vertebrados son mezclas complejas de sustancias químicas volátiles que <a href="https://journals.biologists.com/jeb/article/221/22/jeb185959/20728/Do-apes-smell-like-humans-The-role-of-skin">comparten muchos componentes</a>, lo que hace que la discriminación entre ellos sea un interesante desafío de codificación sensorial.</p>
<p>Este problema es relevante en el caso de los mosquitos <em>Ae. aegypti</em>, cuyas hembras <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-022-04675-4#ref-CR23">pueden detectar animales vertebrados</a> utilizando el dióxido de carbono del aliento y <a href="https://theconversation.com/por-que-los-mosquitos-se-ceban-con-nuestros-tobillos-131521">otras señales generales</a> como el calor corporal, la humedad y el contraste visual, pero que dependen en gran medida del olor corporal para la <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-022-04675-4#ref-CR24">discriminación entre especies</a> y muestran una fuerte preferencia por el olor humano frente al de otros animales. (Figura 1).</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/463732/original/file-20220517-15181-hubmj0.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/463732/original/file-20220517-15181-hubmj0.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/463732/original/file-20220517-15181-hubmj0.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=516&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/463732/original/file-20220517-15181-hubmj0.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=516&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/463732/original/file-20220517-15181-hubmj0.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=516&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/463732/original/file-20220517-15181-hubmj0.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=648&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/463732/original/file-20220517-15181-hubmj0.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=648&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/463732/original/file-20220517-15181-hubmj0.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=648&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Figura 1. Preferencia de los mosquitos Ae. aegypti por el olor humano en comparación con otros de varios orígenes. (a–b), respuesta de la hembra de <em>Ae. aegypti</em> a olores humanos y animales en ensayos realizados con olfatómetros. La respuesta al aliento humano exhalado (a1), al CO2 (b1) o a manguitos de control sin usar (b2) fue mínima en ausencia de olor humano o animal. c, todas las neuronas sensoriales olfativas que expresan el mismo complejo receptor (el mismo color) envían axones a un solo glomérulo en el lóbulo de la antena. d, esquemas de las diversas formas en que las que puede variar la actividad neuronal provocada por los olores humanos y animales en el lóbulo de la antena, lo que permite a los mosquitos discriminar entre ellos. Los tonos de rojo indican diferentes niveles de actividad neuronal. Modificada a partir de la Figura 1 de Zhao et. al. 2022.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Luis Monje</span></span>
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</figure>
<p>El olor humano está formado por muchos compuestos diferentes y estos mismos compuestos también están presentes, aunque en diferentes proporciones, en la mayoría de los olores de los mamíferos. <a href="https://bioone.org/journals/journal-of-the-american-mosquito-control-association/volume-23/issue-3/8756-971X(2007)23%5b288%3aLCOAAA%5d2.0.CO%3b2/LABORATORY-COMPARISON-OF-AEDES-AEGYPTI-ATTRACTION-TO-HUMAN-ODORS-AND/10.2987/8756-971X(2007)23%5b288:LCOAAA%5d2.0.CO;2.short">Investigaciones anteriores</a> han demostrado que los compuestos emitidos aisladamente no son atractivos para los mosquitos y que, además de requerir una mezcla múltiple para experimentar una atracción potente, las hembras pueden discriminar en función de las proporciones en las que se mezclan los diferentes compuestos. El reto es determinar las proporciones exactas de unos y otros que los convierten en atractivos.</p>
<p>La pregunta fundamental es qué detectan los mosquitos y cómo. En una investigación cuyos resultados han sido <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-022-04675-4">publicados este mismo mes</a>, los científicos parecen haber logrado penetrar en el cerebro de <em>Ae. aegypti</em> para preguntarle: “¿Qué puedes oler? ¿Qué alumbra tu cerebro? ¿Qué está activando tus neuronas? ¿Cómo se activa tu cerebro de manera selectiva cuando detectas el aroma humano frente al animal?”.</p>
<h2>Cómo se hizo el experimento</h2>
<p>Los mosquitos detectan la mayoría de las señales químicas volátiles utilizando receptores expresados en <a href="https://doi.org/10.1093/jmedent/19.5.489">miles de neuronas sensoriales olfativas</a> dispersas por las antenas y los palpos maxilares. El cerebro del mosquito tiene 60 centros nerviosos llamados glomérulos. Las neuronas que expresan el mismo conjunto <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Receptor_celular">de receptores específicos</a> envían axones a un solo glomérulo olfativo situado dentro del <a href="https://www.annualreviews.org/doi/10.1146/annurev.neuro.30.051606.094306">lóbulo del cerebro que regula las antenas</a> (Fig. 1c), lo que hace de <a href="https://www.nature.com/articles/nature07983">ese glomérulo un lugar ideal</a> para descifrar la codificación de las mezclas de olores humanos.</p>
<p>Los investigadores desarrollaron herramientas para visualizar las respuestas provocadas por olores en los terminales de las neuronas sensoriales olfativas de dicho glomérulo olfativo. Se centraron en particular en el subconjunto de neuronas que expresan <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Olfactory_receptor">receptores de olores (OR)</a>, porque estos tienen un papel crítico en la discriminación del huésped. Las hembras que portan mutaciones en el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6287053/">correceptor OR “orco”</a> –uno de los genes esenciales en el sistema olfativo de los insectos– se sienten atraídas por los hospedantes, pero apenas <a href="https://www.nature.com/articles/nature12206">discriminan entre humanos y animales</a>.</p>
<p>Utilizando el <a href="https://www.cancer.gov/espanol/publicaciones/diccionarios/diccionario-cancer/def/crispr-cas9">editor genético CRISPR-Cas9</a>, ya empleado en investigaciones sobre el <a href="https://theconversation.com/por-que-los-mosquitos-se-ceban-con-nuestros-tobillos-131521">comportamiento de los temibles <em>Anopheles gambiae</em></a>, el equipo de investigación creó mosquitos <em>Ae. aegypti</em> genéticamente modificados que expresan el indicador de calcio GCaMP6f controlado endógenamente por el locus “orco”. Los mosquitos adultos transgénicos mostraban expresión de GCaMP6f en neuronas sensoriales que se proyectan en aproximadamente 34 de los 60 glomérulos del lóbulo de la antena.</p>
<p>Dicho de otro modo, estos insectos transgénicos tenían cerebros que se <em>iluminaban</em> como mapas de calor cuando estaban activos. Esto permitió a los científicos obtener imágenes cerebrales en alta resolución (Figura 2) cuando, utilizando un sencillo túnel de viento (Figura 1), suministraron aire con aromas humanos y animales para determinar qué atraía la atención de los mosquitos. Todos los aromas se administraron en mezclas de cuatro concentraciones (de 1/25x a 5x).</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/463729/original/file-20220517-6205-uefiwm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/463729/original/file-20220517-6205-uefiwm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/463729/original/file-20220517-6205-uefiwm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=594&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/463729/original/file-20220517-6205-uefiwm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=594&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/463729/original/file-20220517-6205-uefiwm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=594&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/463729/original/file-20220517-6205-uefiwm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=746&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/463729/original/file-20220517-6205-uefiwm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=746&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/463729/original/file-20220517-6205-uefiwm.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=746&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Figura 2. Los olores humanos y animales activan combinaciones peculiares de glomérulos en el lóbulo de la antena. a, reconstrucciones del lóbulo que resaltan los glomérulos orco+ (arriba, en gris), tres glomérulos focales (en el medio, con algunos glomérulos anteriores eliminados para mostrar los glomérulos A y B) y el ángulo desde el que se ven en representaciones 3D (abajo). A, glomérulo sensible de animales; B, glomérulo de sintonización amplia; H, glomérulo sensible de humanos. b–d, representaciones en 3D de la respuesta de un único mosquito hembra modelo a los olores de humanos (b), ratas (c) y ovejas (d). Las puntas de flecha indican los glomérulos focales de a. Los círculos discontinuos delimitan los glomérulos que responden enérgicamente a una concentración total de 5x. e, respuesta media de los glomérulos focales a estímulos registrados en b–d como mapas de calor. El tamaño del punto indica la dosis, y el sombreado alrededor de los puntos muestra la desviación media estándar. Modificada a partir de la Figura 3 de Zhao et. al. 2022.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Luis Monje</span></span>
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</figure>
<h2>El olor humano evoca respuestas neuronales únicas</h2>
<p>Tres glomérulos dominaron las respuestas a dosis bajas y medias (Fig. 2a-d). El glomérulo de sintonización amplia (Figura 2b) resultó activado indistintamente por el olor de las tres especies (flechas azules). Otro, (H), respondía enérgicamente al olor humano, pero era insensible o poco sensible a los animales (flechas verdes). Un tercer glomérulo (A) resultó fuertemente activado por ambos animales, pero no por los humanos (flechas naranjas).</p>
<p>Aunque se activaron glomérulos adicionales con la dosis más alta de cada combinación (Figura 2b-d) y puede haber respuestas débiles por debajo del umbral de sensibilidad, lo llamativo es la simplicidad del patrón. La actividad relativa de los tres glomérulos separó los olores humanos y animales a través del gradiente de concentración (Figura 2e).</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/463730/original/file-20220517-14-fnv7eq.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/463730/original/file-20220517-14-fnv7eq.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/463730/original/file-20220517-14-fnv7eq.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/463730/original/file-20220517-14-fnv7eq.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/463730/original/file-20220517-14-fnv7eq.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/463730/original/file-20220517-14-fnv7eq.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/463730/original/file-20220517-14-fnv7eq.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/463730/original/file-20220517-14-fnv7eq.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Figura 3. Las mezclas de olores humanos y animales difieren en la concentración relativa de compuestos clave. Perfiles de olor para los humanos, los animales usados en los experimentos y los emanados por el néctar de dos plantas. Modificada a partir de la Figura 4 de Zhao et. al. 2022.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Luis Monje</span></span>
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</figure>
<p>La respuesta neuronal al olor humano debería ser reconocible por las características químicas de las mezclas de olores humanos cuya gama de compuestos volátiles se originan a partir de <a href="https://theconversation.com/por-que-los-mosquitos-se-ceban-con-nuestros-tobillos-131521">las secreciones y del microbioma</a> de la piel y de las interacciones entre ambos. Para comprobarlo, los investigadores hicieron varios experimentos (Figura 3).</p>
<p>Encontraron que los mosquitos que seleccionan humanos detectan dos aldehídos de cadena larga, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Decanal">decanal</a> y <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Undecanal">undecanal</a>, que se originan a partir de lípidos exclusivos del sudor emanados en la base de los folículos pilosos de la piel humana y provocan una respuesta fuerte y prolongada en el glomérulo H. </p>
<p>La activación de este, unida a la de un segundo glomérulo de sintonización amplia, impulsa la búsqueda activa de la víctima, lo que da como resultado una señal binaria con el potencial de explicar la preferencia a larga distancia por el olor humano frente al olor animal.</p>
<p>Este <em>viaje</em> al interior del cerebro de los mosquitos ofrece nuevos conocimientos sobre su preferencia por los humanos y sobre la codificación neuronal que ha evolucionado en los cerebros de los animales para discriminar estímulos olfativos complejos.</p>
<p>Desde el punto de vista práctico, esta investigación puede ayudar al desarrollo de nuevos repelentes que nos permitan disfrutar del agradable aire exterior sin miedo a que estos insectos nos roben la sangre o nos transmitan virus peligrosos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/183293/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Responsable del Grupo Federal de Biodiversidad del PSOE.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Luis Monje no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los mosquitos poseen cerebros simples con los que logran desarrollar más procesos que un superordenador. Gracias a ellos, los mosquitos chupadores de sangre pueden seleccionar a sus víctimas humanas.Manuel Peinado Lorca, Catedrático de Universidad. Director del Real Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá., Universidad de AlcaláLuis Monje, Biólogo. Profesor de fotografía científica, Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1819952022-05-19T18:07:49Z2022-05-19T18:07:49ZLa influencia de la microbiota de los mosquitos en la transmisión de patógenos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/462696/original/file-20220512-17-7seusg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=25%2C0%2C5534%2C3700&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/mosquito-on-insect-net-close-1622990413">Shutterstock / PPK_studio</a></span></figcaption></figure><p>En las últimas décadas, <a href="https://www.nature.com/articles/s41579-021-00639-z">los cambios de origen antrópico en los ecosistemas han alterado la incidencia de las enfermedades infecciosas emergentes</a>. Entre otras causas, el calentamiento global está favoreciendo la expansión y la redistribución de ciertos vectores de patógenos de relevancia en salud pública y animal.</p>
<p>Este es el caso de los mosquitos, eficaces transmisores de los parásitos que causan la malaria humana (como <em>Plasmodium falciparum</em>) y aviar (como <em>Plasmodium relictum</em>). También son los responsables de la transmisión del virus del Nilo Occidental, <a href="https://www.eurosurveillance.org/content/10.2807/1560-7917.ES.2021.26.19.2002010">cuya incidencia se ha incrementado en los últimos años</a>. </p>
<p>Así, los mosquitos juegan un papel esencial en los ecosistemas, pues determinan la epidemiología de multitud de enfermedades circulantes en la naturaleza. </p>
<h2>La especie de mosquito determina su capacidad para transmitir patógenos</h2>
<p>No obstante, no todos los mosquitos poseen la misma capacidad de transmitir patógenos que causan enfermedades. Por ejemplo, el mosquito común (<em>Culex pipiens</em>) es un eficaz transmisor del parásito de la malaria aviar, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31965951/">al contrario de lo que ocurre con otras especies como el mosquito de la marisma (<em>Aedes caspius</em>)</a>.</p>
<p>Pero incluso entre la misma especie de mosquito existe variabilidad. Siguiendo con el ejemplo anterior, no todas las hembras de mosquito común alimentadas con sangre de aves infectadas desarrollan estos parásitos en su interior. Por tanto, hay otros factores propios de los mosquitos y ambientales que influyen en su capacidad para transmitir los parásitos a un nuevo hospedador.</p>
<h2>El papel de la microbiota de los mosquitos</h2>
<p>Uno de los factores que influye en la capacidad de los mosquitos para transmitir patógenos es su microbiota intestinal. Recordemos que esta se refiere al conjunto de microorganismos que se encuentran en el tracto digestivo del mosquito. Esta microbiota podría influir en el desarrollo de los parásitos, pudiendo determinar sus dinámicas de transmisión.</p>
<p>Así, <a href="https://journals.plos.org/plosntds/article?id=10.1371/journal.pntd.0005377">estudios recientes</a> muestran que la microbiota de los mosquitos varía en función de la especie. Del mismo modo, parece que existe un vínculo entre el sexo y la diversidad de microbiota en determinadas especies. Este es el caso, por ejemplo, del mosquito tigre (<em>Aedes albopictus</em>), que presenta una marcada expansión en España y causa importantes molestias con sus picaduras.</p>
<p>Cabe recordar que las hembras y los machos adultos de mosquitos se alimentan de secreciones azucaradas de las plantas, pero que solo las hembras se alimentan de sangre. Estas diferencias en los patrones de alimentación entre sexos podrían derivar, al menos en parte, <a href="https://parasitesandvectors.biomedcentral.com/articles/10.1186/1756-3305-6-146">en las diferencias encontradas en su microbiota</a>.</p>
<h2>La microbiota y el estadio de desarrollo de los mosquitos</h2>
<p>El medio en el que los mosquitos desarrollan las fases de su ciclo vital contribuye a explicar las variaciones en su microbiota. Evidencia de ello la encontramos en un <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2019.02832/full">estudio</a> desarrollado en Italia con la especie invasora <em>Aedes koreicus</em>. Los investigadores observaron que en la microbiota de las larvas y pupas de mosquitos abundaban las bacterias de la familia <em>Burkholderiaceae</em>, mientras que en los mosquitos adultos dominaba el género <em>Asaia</em>.</p>
<p>No obstante, a pesar de estas diferencias, cerca del 40 % de las secuencias genéticas obtenidas en las diferentes fases de desarrollo de los mosquitos pertenecían a las mismas bacterias.</p>
<p>Estos resultados sugieren que, para una especie determinada, la microbiota de los mosquitos adultos está determinada en gran medida por la comunidad bacteriana del medio en que se desarrollaban como larvas, pudiéndose modificar en fases posteriores por su dieta. </p>
<figure class="align-left zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/462436/original/file-20220511-11-e4p0h9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/462436/original/file-20220511-11-e4p0h9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/462436/original/file-20220511-11-e4p0h9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/462436/original/file-20220511-11-e4p0h9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/462436/original/file-20220511-11-e4p0h9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/462436/original/file-20220511-11-e4p0h9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1006&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/462436/original/file-20220511-11-e4p0h9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1006&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/462436/original/file-20220511-11-e4p0h9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1006&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Estación de muestreo de insectos vectores. Los mosquitos se ven atraídos por los diferentes estímulos que se utilizan en estas trampas, como luz o dióxido de carbono.</span>
<span class="attribution"><span class="source">J. Martínez de la Puente</span>, <span class="license">Author provided</span></span>
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</figure>
<h2>Microbiota y origen de los mosquitos</h2>
<p>Existen claras diferencias en la microbiota de los mosquitos en función del área de origen de estos insectos. Así, <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/mec.13877">en un estudio desarrollado en Estados Unidos se observó</a> que las diferencias en la composición de la microbiota en larvas de diferentes especies de mosquitos del mismo punto fueron menores que las encontradas entre larvas de la misma especie de diferentes puntos.</p>
<p>No obstante, cuando se analizan las especies en su fase adulta, no solo los diferentes sitios de captura determinan la comunidad de bacterias, sino <a href="https://journals.plos.org/plosntds/article?id=10.1371/journal.pntd.0005377">también la especie de que se trate</a>. </p>
<p>Por tanto, se puede concluir que la microbiota presente en los mosquitos en un momento dado es el resultado, al menos, de la interacción entre las condiciones del medio, la especie de que se trate y el estadio de desarrollo de los insectos.</p>
<h2>Efectos en el desarrollo de patógenos</h2>
<p>Teniendo en mente que los mosquitos son esenciales en la circulación de diferentes patógenos en el medio, es crucial identificar aquellos factores que determinan su transmisión.</p>
<p>Como hemos visto, uno de ellos es su microbiota: esta parece determinar factores de la fisiología de los vectores como la respuesta inmune. Por tanto, también influiría en los mecanismos de respuesta de estos insectos frente a los patógenos con los que interaccionan. </p>
<p>Por ejemplo, existen <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2020.562220/full">estudios experimentales</a> modificando la microbiota de los mosquitos con antibióticos. También hay otros que usan poblaciones de mosquitos axénicos (libres de bacterias) con los que identificar el papel de la microbiota en el desarrollo de patógenos. </p>
<p>Un ejemplo es el <a href="https://www.nature.com/articles/ncomms6921">estudio</a> pionero con mosquitos del género <em>Anopheles</em> transmisores de los parásitos de la malaria humana. Este estudio demostró el efecto negativo de la microbiota sobre el desarrollo de <em>Plasmodium</em> asociado al tratamiento antibiótico. </p>
<p>Conclusiones similares se encontraron en un <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2020.562220/full">estudio</a> desarrollado con parásitos de la malaria aviar y su principal vector, <em>Cx. pipiens</em>. Los mecanismos que podrían explicar estas circunstancias son múltiples. Se ha sugerido que, entre otras posibilidades, la microbiota de los mosquitos podría estimular su respuesta inmunitaria del vector. Así serían más eficientes en su respuesta frente a los patógenos con los que interaccionan.</p>
<h2>Estudio de la microbiota en el desarrollo de patógenos</h2>
<p>Esta área de estudio multidisciplinar entronca con la revitalizada perspectiva <em>One Health</em> (Una Salud, en castellano), que vincula estrechamente la salud humana con la animal y la ambiental.</p>
<p>Esto es especialmente relevante cuando se aborda el estudio de patógenos que circulan entre animales y que pueden afectar a las personas. Sin embargo, nuestro conocimiento acerca de los factores que determinan la variabilidad en la microbiota de los mosquitos es todavía muy limitado. Aún nos queda mucho camino por investigar.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/181995/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Mario Garrido recibe fondos de los programas María Zambrano, dependiente del Ministerio de Universidades.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Jesús Veiga Neto recibe fondos del programa Margarita Salas dependiente del Ministerio de Universidades.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Josué Martínez de la Puente recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación a través del proyecto MICROVEC (PID2020-118205GB-I00). </span></em></p>No todos los mosquitos transmiten enfermedades. Ni siquiera los de la misma especie. Entre los varios factores que pueden afectar en esta capacidad de transmisión se encuentra su microbiota.Mario Garrido, Investigador en Ecología de enfermedades, Universidad de GranadaJesús Veiga Neto, Investigador postdoctoral, Universidad de GranadaJosué Martínez de la Puente, Universidad de GranadaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1816342022-04-25T17:16:09Z2022-04-25T17:16:09ZCómo el deshielo de Groenlandia podría afectar a la transmisión de la malaria en África<p>El rápido deshielo de la capa de hielo de Groenlandia es uno de los riesgos conocidos del cambio climático, sobre todo por la subida del nivel del mar que provocaría.</p>
<p>Sin embargo, tal fenómeno tendría otras consecuencias más inesperadas a miles de kilómetros de distancia. En África, por ejemplo, esta fusión podría afectar a la transmisión de la malaria por los mosquitos, como demostramos en un <a href="https://www.nature.com/articles/s41467-021-24134-4">estudio reciente publicado en <em>Nature Communications</em></a> que reúne a investigadores de diferentes laboratorios de Francia (LSCE), Italia (ICTP) y el Reino Unido (Universidad de Liverpool).</p>
<p>Como recordatorio, la <a href="https://theconversation.com/es/topics/malaria-69393">malaria</a> es una enfermedad causada por el parásito <em>Plasmodium</em>, que provocó la muerte de 627 000 personas en 2020 <a href="https://www.who.int/publications/i/item/9789240040496">según el último informe de la OMS</a>, el 96 % de las cuales se encontraban en África. Además, el continente concentra 228 de los 241 millones de casos registrados en todo el mundo ese año, es decir, el 95 %. El 77 % de las muertes fueron de niños menores de cinco años.</p>
<h2>Temperatura y transmisión</h2>
<p>La transmisión de la malaria no es posible directamente entre seres humanos: el parásito necesita un vector, en este caso un mosquito hembra de la especie <em>Anopheles</em>. Cuando el mosquito pica a una persona enferma, absorbe los parásitos presentes en su sangre, que se desarrollan en el cuerpo del insecto antes de ser retransmitidos a un nuevo huésped durante una siguiente picadura.</p>
<p>El tiempo que tarda el parásito en desarrollarse en el mosquito, entre la ingestión y la transmisión, depende de la temperatura: cuanto más alta es la temperatura, más corto es el tiempo. Como el insecto es ectotérmico, su temperatura corporal depende directamente de la temperatura ambiente. Si el mosquito se desarrolla con demasiada lentitud, debido a la baja temperatura, morirá antes de poder retransmitir el parásito.</p>
<p>Los mosquitos <em>Anopheles</em> también son sensibles a las condiciones meteorológicas. Para que se desarrollen, las temperaturas deben estar entre 16 y 40 °C. También necesitan agua para poner sus huevos y desarrollar sus larvas, lo que ocurre en entornos acuáticos (charcos, piscinas, etc.). Por otro lado, un exceso de lluvia puede destruir los huevos y las larvas.</p>
<h2>¿Está la supervivencia del mosquito amenazada?</h2>
<p>Con el calentamiento global, las temperaturas en África están aumentando. Es posible que algunas zonas se vuelvan demasiado calientes en el siglo XXI para que los mosquitos puedan sobrevivir. <a href="https://www.pnas.org/content/111/9/3286.short">Es el caso de la región del Sahel en África Occidental</a>.</p>
<p>Otras zonas, que antes eran demasiado frías para permitir la transmisión sostenida de la malaria, alcanzarán en cambio temperaturas lo suficientemente altas como para permitir la supervivencia del mosquito, el desarrollo del parásito y, por tanto, teóricamente la transmisión de la enfermedad; <a href="https://www.pnas.org/content/111/9/3286.short">este es el caso de las tierras altas de África oriental</a>.</p>
<p>Esto se ha demostrado mediante simulaciones numéricas del clima futuro. Para llevar a cabo estas simulaciones, hay que elegir un escenario que describa las emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo del siglo según determinados supuestos. A partir de estas emisiones de gases de efecto invernadero, el modelo, que incluye ecuaciones físicas que describen el sistema climático, simula las condiciones climáticas del próximo siglo.</p>
<p>Los valores de precipitación y temperatura así generados se introducen en otros modelos numéricos, esta vez para estudiar el riesgo de transmisión de la malaria vinculado a los cambios.</p>
<h2>Deshielo y cambios en la circulación oceánica</h2>
<p>Sin embargo, los modelos climáticos no representan toda la complejidad del sistema terrestre. No tienen en cuenta, por ejemplo, el impacto de un posible deshielo rápido de la capa de hielo de Groenlandia.</p>
<p><a href="https://link.springer.com/article/10.1007/BF00193540">Los científicos saben</a>, gracias al estudio de climas pasados, que es probable que una gran cantidad de hielo se desprenda de manera repentina y poco previsible. Al derretirse, suministraría agua dulce al Atlántico Norte, que es una región clave para el clima mundial.</p>
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<figcaption><span class="caption">El derretimiento récord de la capa de hielo en 2019, una tragedia para el futuro. Fuente: Euronews.</span></figcaption>
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<p>En esta zona, el agua superficial cálida procedente del ecuador se enfría y se saliniza, ya que el agua del mar que forma el manto de hielo libera la sal que contiene. Esto densifica el agua, que se hunde en el fondo del océano, arrastrando las corrientes marinas como una cinta transportadora. Este movimiento es la fuerza motriz de la circulación oceánica, conocida como circulación termohalina.</p>
<p>La posibilidad de que entre agua dulce en el Atlántico Norte reduciría, por tanto, la densidad del agua y frenaría el descenso del agua fría. Si el motor de la circulación termohalina se ralentiza, toda la circulación oceánica cambia. Esto ralentizaría el transporte de calor a través del océano.</p>
<h2>El aumento de la temperatura y el deshielo</h2>
<p>Dado que el océano y la atmósfera están en constante interacción, una transformación de las corrientes oceánicas también repercutirá en la circulación atmosférica, lo que provocaría cambios climáticos (presiones atmosféricas, vientos, temperaturas, precipitaciones, etc.) que podrían llegar a África.</p>
<p>El aumento de la temperatura debido al incremento de los gases de efecto invernadero se ve mitigado por el deshielo de Groenlandia. El cambio en la circulación atmosférica también hace que las lluvias tropicales se desplacen hacia el sur.</p>
<p>Estos cambios en la temperatura y las precipitaciones difieren de las simulaciones estándar, que sólo tienen en cuenta el aumento de los gases de efecto invernadero. Pero también afectan al ciclo vital del mosquito, al desarrollo del parásito y, por tanto, a la transmisión de la malaria en África, que se desplaza hacia el sur en estas simulaciones.</p>
<h2>¿La malaria se desplaza al sur de África?</h2>
<p>El objetivo de este artículo es comparar el efecto del calentamiento global, con y sin simulaciones, de un derretimiento abrupto del hielo de Groenlandia con la malaria en África. Cuando las simulaciones tienen en cuenta el impacto adicional de esta rápida fusión del hielo, se observan tres resultados importantes.</p>
<p>En la región del Sahel, el fenómeno de la reducción del riesgo de transmisión de la malaria se amplifica. Además del aumento de las temperaturas relacionado con el calentamiento global, esta región también recibe menos precipitaciones, ya que la banda de lluvias se ha desplazado considerablemente hacia el sur.</p>
<p>El aumento del riesgo de transmisión de la malaria en África Oriental se ve mitigado por el hecho de que las temperaturas no aumentan tanto cuando se incluye el deshielo. Por otro lado, existe un riesgo de transmisión de la malaria en el sur de África debido a las mayores precipitaciones.</p>
<p>Si el clima puede dificultar la transmisión de la malaria, no debemos contar con él para erradicar la enfermedad: las políticas de salud pública y el desarrollo económico y social son ahora la principal clave para frenar esta plaga. Varios países, como China, han <a href="https://www.france24.com/fr/asie-pacifique/20210630-apr%C3%A8s-70-ans-de-lutte-la-chine-a-r%C3%A9ussi-a-%C3%A9radiquer-le-paludisme">conseguido eliminarla de su territorio</a> a pesar de que el clima sigue siendo favorable a la transmisión.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/181634/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Alizée Chemison ha recibido financiación del CEA.</span></em></p>Los mosquitos son sensibles a la temperatura, por lo que el derretimiento de la capa de hielo y su efecto en el clima podrían afectar a la transmisión de la esta enfermedad en el continente africano.Alizée Chemison, Doctorante sur l’impact des instabilités climatiques sur les maladies vectorielles infectieuses, Université Paris-SaclayLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1780612022-03-02T20:07:36Z2022-03-02T20:07:36ZLos mosquitos prefieren el color rojo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/449519/original/file-20220302-27-11nfsv8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C0%2C4187%2C2791&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/close-alive-yellow-fever-mosquito-aedes-428559052">Shutterstock / Matee Nuserm</a></span></figcaption></figure><p>Camina por una calle y le llega un delicioso aroma a harina recién horneada. Esa es la señal de una panadería cercana. Comienza a rastrearla con el olfato. La encuentra. Entra. En el mostrador se extiende una panoplia de pastas calentitas de diferentes colores. Las doradas recién hechas son las más apetitosas. Todas le atraen, pero elige una por el color. Está actuando exactamente igual que un mosquito: huele, rastrea el olor, nota el calor y elige por el color.</p>
<p>Se acerca la primavera y las larvas de los mosquitos comienzan a transformarse en insectos adultos. <a href="https://theconversation.com/por-que-me-eligen-los-mosquitos-120276">Hay más de 3 000 especies de mosquitos</a> y no son cosa de broma. Esos minúsculos insectos, cuyo peso máximo apenas supera los dos miligramos, contribuyen a más de <a href="https://www.smithsonianmag.com/smart-news/mosquitoes-kill-more-humans-human-murderers-do-180951272/">725 000 muertes de seres humanos</a> al año. </p>
<p>No existen otras criaturas tan mortíferas como los mosquitos.</p>
<p>Evitar que le piquen los mosquitos, sobre todo cuando a su alrededor rondan algunos <a href="https://theconversation.com/caballos-y-mosquitos-el-virus-del-valle-del-guadalquivir-144427">peligrosos visitantes exóticos</a> transmisores de enfermedades víricas, puede depender entre otras cosas de la ropa que vista. </p>
<p><a href="https://www.nature.com/articles/s41467-022-28195-x#Abs1">Una investigación</a> dirigida por científicos de la Universidad de Washington (EE. UU.) indica que la hembra hematófaga de una especie de mosquito, <em>Aedes aegypti</em>, vuela hacia colores específicos, incluidos el rojo, el naranja, el negro y el cían, al tiempo que ignora otros colores, como el verde, el púrpura, el azul y el blanco.</p>
<p>Además de ser unos de los mosquitos más temibles especializados en humanos, a los que transmiten el zika, la fiebre amarilla y dengue, los <em>Aedes aegypti</em> prosperan en hábitats urbanos tropicales de América y Asia, donde <a href="https://books.google.es/books?hl=en&lr=&id=gR49AAAAIAAJ&oi=fnd&pg=PA1&ots=UFWyRLXTEX&sig=lviTk7dLdPu5D1YtIRGWXWAULBI&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false">se han especializado en picar a las personas</a> hasta el punto de que el 95 % del alimento de las hembras procede de sangre humana.</p>
<p>Para los insectos picadores como los mosquitos, las moscas tsetsé y las <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Triatominae">chinches besadoras</a>, la visión <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/bulletin-of-entomological-research/article/abs/biology-of-mosquitoes-volume-2-sensory-reception-and-behaviour-by-an-clements-wallingford-cabi-publishing-1999-740-pp-hard-cover-9500-us17500-isbn-0-85199-313-3/9F3EFE4915E925D2AD3B1AB1FFE9A374">juega un papel esencial en varios comportamientos</a>, incluido <a href="https://theconversation.com/por-que-siempre-se-nos-escapan-las-moscas-161238">el control de vuelo</a>, la localización de <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/bulletin-of-entomological-research/article/spectral-sensitivity-of-aedes-aegypti-l-at-oviposition/17CDA0B4299DB44A7330DD31FDBFA5BE">sitios para poner los huevos</a> y <a href="https://theconversation.com/por-que-siempre-se-nos-escapan-las-moscas-161238">la huida de peligros inminentes</a>.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/448969/original/file-20220228-4202-qbml54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/448969/original/file-20220228-4202-qbml54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/448969/original/file-20220228-4202-qbml54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=360&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/448969/original/file-20220228-4202-qbml54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=360&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/448969/original/file-20220228-4202-qbml54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=360&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/448969/original/file-20220228-4202-qbml54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=453&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/448969/original/file-20220228-4202-qbml54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=453&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/448969/original/file-20220228-4202-qbml54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=453&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">La luz es una forma de radiación electromagnética, un tipo de energía que viaja en ondas. En conjunto, todos los tipos de radiación conforman el espectro electromagnético. El espectro visible para el ojo humano es la radiación cuya longitud de onda está aproximadamente entre 400 y 700 nm. Los mosquitos prefieren las longitudes de onda superiores a los 600 nm. Luis Monje.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Luis Monje</span></span>
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<p>Una vez en vuelo, hay tres señales que atraen a los mosquitos hematófagos: </p>
<ol>
<li><p>La <a href="https://theconversation.com/por-que-los-mosquitos-se-ceban-con-nuestros-tobillos-131521">termorrecepción</a>, que atrae irresistiblemente a las hembras hacia <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2214574518302086">las temperaturas propias de los vertebrados de sangre caliente</a>. </p></li>
<li><p>El aliento, a través del cual exhalamos bocanadas de CO₂, un gas cuyo olor no podemos detectar los humanos, pero que sirve para que los mosquitos hembra localicen objetivos situados <a href="https://theconversation.com/por-que-me-eligen-los-mosquitos-120276">hasta una distancia de unos cincuenta metros</a>.</p></li>
<li><p>La tercera señal altamente selectiva es el <a href="https://theconversation.com/por-que-los-mosquitos-se-ceban-con-nuestros-tobillos-131521">olor corporal</a> relacionado con <a href="https://www.smithsonianmag.com/science-nature/stop-mosquito-bites-silence-your-skins-bacteria-180955772/">las colonias de microrganismos</a> que convierten nuestro sudor en ácidos orgánicos volátiles.</p></li>
</ol>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/448974/original/file-20220228-3997-1v2byw6.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/448974/original/file-20220228-3997-1v2byw6.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/448974/original/file-20220228-3997-1v2byw6.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=485&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/448974/original/file-20220228-3997-1v2byw6.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=485&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/448974/original/file-20220228-3997-1v2byw6.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=485&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/448974/original/file-20220228-3997-1v2byw6.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=610&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/448974/original/file-20220228-3997-1v2byw6.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=610&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/448974/original/file-20220228-3997-1v2byw6.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=610&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Cámaras como esta, que combinan colores y olores, son las utilizadas en el estudio del comportamiento de los mosquitos hematófagos. Luis Monje.</span>
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<h2>Los mosquitos también responden al color</h2>
<p>Los experimentos de puntos de color empleados en la investigación de los científicos de la Universidad de Washington concluyen que, además de a esos tres estímulos, los mosquitos hembra responden a las señales visuales y prefieren ciertas longitudes de onda del espectro lumínico. </p>
<p>Los humanos <a href="https://theconversation.com/un-mundo-sin-rojos-la-vision-de-john-dalton-144430">con visión normal</a> detectan las distintas longitudes de onda de la luz como colores diferentes: las de 650 nanómetros (nm) aparecen como rojos, mientras que las de 450 nanómetros se ven azules.</p>
<p>Los científicos comprobaron el comportamiento de los mosquitos en cámaras de prueba en miniatura en las que se rociaban olores específicos, colocaban diferentes patrones visuales en forma de círculos de diferentes colores e introducían una mano, una pieza sumamente apetitosa para cualquier hematófago hambriento.</p>
<p>Cuando no se introducía CO₂ y, por lo tanto, no había estímulo olfativo, los mosquitos ignoraban cualquier punto coloreado situado en la cámara con independencia del color que usaran. Después de introducir una bocanada de CO₂ en la cámara, los mosquitos continuaban ignorando el punto si era de color verde, azul o púrpura. </p>
<p>Pero si el punto era rojo, naranja, negro o cían, volaban indefectiblemente hacia él.</p>
<p>Al repetir los experimentos con tarjetas coloreadas en tonos de piel humana o cuando introducían una mano desnuda en la cámara, los mosquitos volaban hacia el estímulo visual únicamente después de que se introdujera CO₂. </p>
<p>Hecho esto, si los investigadores usaban filtros para eliminar las señales de longitud de onda larga, o si la mano se revestía con un guante verde, los mosquitos alertados gracias al CO₂ desdeñaban el estímulo.</p>
<p>Numerosos trabajos de investigación de la industria cosmética han demostrado que la piel humana, independientemente del tono o la pigmentación, tiene su pico más bajo en la longitud de onda verde (530 nanómetros) y una mayor reflectancia en las longitudes de onda largas (600 nanómetros). </p>
<p>Mosquitos diurnos como <em>Aedes aegypti</em> tienen una actividad máxima por las mañanas y al final de la tarde, los períodos en los que dominan las longitudes de onda más largas. Por su parte, los crepusculares como <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Anopheles_stephensi"><em>Anopheles stephensi</em></a> y <a href="https://r.search.yahoo.com/_ylt=AwrJCNHA2xliGEMASyhU04lQ;_ylu=Y29sbwNpcjIEcG9zAzEEdnRpZAMEc2VjA3Ny/RV=2/RE=1645890625/RO=10/RU=https%3a%2f%2fes.wikipedia.org%2fwiki%2fCulex_quinquefasciatus/RK=2/RS=R29eo3cctdVwKSvzScG1OFaDjDA-"><em>Culex quinquefasciatus</em></a> son especialmente activos durante las <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/1495042/">noches iluminadas por la luna</a>, cuando también dominan las longitudes de onda larga.</p>
<p>Un trabajo pionero de 1938 demostró las preferencias de <em>Aedes aegypti</em> por <a href="https://academic.oup.com/trstmh/article-abstract/32/1/113/1910103?redirectedFrom=fulltext">determinados colores de la ropa</a>. Las hembras mostraron la máxima preferencia por las superficies con un bajo factor de reflexión, especialmente el negro. El rojo era más atractivo que varios colores con un factor de reflexión inferior. El amarillo y el caqui resultaron ser los colores más repelentes. Los experimentos en los que se basó ese trabajo concluyeron que, aunque los mosquitos no dejaban de posarse en un color repelente, el número de los que lo hacían disminuía con una frecuencia estadísticamente significativa.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/448977/original/file-20220228-17-1odsem0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/448977/original/file-20220228-17-1odsem0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/448977/original/file-20220228-17-1odsem0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=407&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/448977/original/file-20220228-17-1odsem0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=407&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/448977/original/file-20220228-17-1odsem0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=407&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/448977/original/file-20220228-17-1odsem0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=512&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/448977/original/file-20220228-17-1odsem0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=512&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/448977/original/file-20220228-17-1odsem0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=512&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Hembra del mosquito Aedes albopictus alimentándose de sangre humana. Este mosquito tigre asiático es un vector del virus del Nilo Occidental que el pasado verano causó varias víctimas en el valle del Guadalquivir.</span>
<span class="attribution"><span class="source">James Gathany/CDC</span></span>
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<h2>A los mosquitos les gusta el rojo</h2>
<p>Los investigadores han certificado la atracción de los mosquitos por la tela roja. Para nuestra desgracia, las radiaciones de onda larga propias del rojo se emiten también desde la piel humana. El tono de tu piel no importa: a los ojos de los mosquitos todos los que no tenemos la piel negra (la más atractiva para ellos) emitimos una potente huella roja. </p>
<p>Filtrar esos colores atractivos en nuestra piel, o usar ropa que evite esos colores podría ser una forma de prevenir la picadura de un mosquito.</p>
<p>Saber qué colores atraen o no a los mosquitos hambrientos puede ayudar a diseñar mejores repelentes, trampas y otros métodos para mantenerlos a raya, pero lo que resulta más interesante como línea de investigación futura es que las preferencias por olores y colores están genéticamente determinadas.</p>
<h2>Cuestión de genes</h2>
<p>Los mosquitos con una copia mutante de un gen necesario para oler el CO₂ no mostraron preferencias de color en la cámara de prueba. Los genes determinan también la preferencia de las hembras por los colores rojo-anaranjados. Los compuestos orgánicos fotosensibles contienen unas proteínas llamadas <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Opsina">opsinas</a>. </p>
<p>El gen opsina-2, que está sintonizado con la banda verde a naranja del espectro visual, tiene una expresión muy alta en la retina del mosquito. Los resultados de este y <a href="https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2020.07.01.182899v1">otros estudios</a> sugieren que la opsina-1 y la opsina-2 juegan un papel importante en la determinación de la preferencia por la atracción visual hacia la piel humana.</p>
<p>Se necesita más investigación para identificar las opsinas implicadas y los circuitos neuronales que ayudan a los mosquitos a atacar a huéspedes potenciales. </p>
<p>La edición genética <a href="https://elpais.com/tag/crispr/a">CRISPR</a> para modificar un gen que determina el desarrollo sexual en mosquitos, un método que está dando buenos resultados <a href="https://www.nature.com/articles/nbt.4245">en la extinción de los mosquitos</a> responsables de la malaria, abre el camino a los planes para utilizar mosquitos genéticamente modificados destinado a erradicar poblaciones salvajes de insectos transmisores de enfermedades como la malaria, el dengue, la fiebre amarilla o el zika.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/178061/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Responsable del Grupo Federal de Biodiversidad del PSOE.</span></em></p>Evitar que nos piquen los mosquitos puede depender de la ropa que vistamos. Una reciente investigación refrenda que la hembra de un mosquito transmisor de varias enfermedades prefiere los colores rojos.Manuel Peinado Lorca, Catedrático de Universidad. Director del Real Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá., Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1702312021-11-19T19:14:15Z2021-11-19T19:14:15ZMalaria: Incluso una vacuna con menos del 40% de eficacia puede salvar vidas<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/430872/original/file-20211108-19-msd7rk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5176%2C2879&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/close-mosquito-aedes-aegypti-medical-concept-1421164385">Shutterstock / Numstocker</a></span></figcaption></figure><p>La malaria o paludismo es una enfermedad producida por el protozoo <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Plasmodium_falciparum"><em>Plasmodium</em></a>. Actualmente se producen aproximadamente 229 millones de casos de malaria al año y unas 400 000 muertes. Unas cifras que pisan los talones a las del SARS-CoV-2, que en el año y medio que llevamos de pandemia ha estado detrás de cerca de 250 millones de casos y 5 millones de muertes.</p>
<p><em>P. falciparum</em> es <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Plasmodium">la especie del género <em>Plasmodium</em></a> mayoritaria en África, responsable de la mayoría de la mortalidad por paludismo en el mundo. Al contrario de lo que ocurre con la COVID-19, los menores de cinco años son los que experimentan un curso más grave de la enfermedad suponiendo más del 65 % de las muertes.</p>
<h2>El ciclo vital del plasmodio</h2>
<p>El parásito se transmite por la picadura de las hembras de un mosquito de <em>Anopheles</em>. El ciclo vital de <em>P. falciparum</em> es complejo y el protozoo pasa por diferentes morfologías. Tras la picadura, el plasmodio pasa a sangre (se denomina esporozoíto desde ese momento), infecta y se reproduce en células hepáticas. Estas se convierten en fábricas de merozoitos, que es el nombre con el que se designa el nuevo estado de su ciclo vital. Los merozoitos son capaces de infectar y destruir eritrocitos (glóbulos rojos sanguíneos), desencadenando la fase con sintomatología clínica.</p>
<p>El contacto a lo largo de la vida con el parásito <em>Plasmodium</em> genera una respuesta inmune progresiva, por lo que adultos recientemente infectados por diferentes cepas de <em>P. falciparum</em> circulantes pueden eliminar el parásito sin desarrollar sintomatología clínica. Eso hace factible el desarrollo de vacunas que protejan frente a la gran variedad de cepas de <em>P. falciparum</em> a las que pueden exponerse.</p>
<p>La respuesta inmune frente a <em>P. Falciparum</em> se dirige frente a diferentes fases de su ciclo vital. Estudiarla no es sencillo, dado que el parásito tiene más de 5 000 genes, muchos de ellos con diferencias entre cepas. Los anticuerpos generados en personas previamente infectadas impiden que los esporozoítos infecten células hepáticas, mientras que los linfocitos T citotóxicos son capaces de destruir las células hepáticas infectadas impidiendo su reproducción.</p>
<p>La vacuna <a href="https://www.who.int/news/item/06-10-2021-who-recommends-groundbreaking-malaria-vaccine-for-children-at-risk">recientemente recomendada por la Organización Mundial de la Salud</a> en países con una incidencia moderada o alta de malaria producida por <em>P. falciparum</em> se denomina RTS,S/AS01 o Mosquirix. Tras su administración genera la producción de anticuerpos y de linfocitos T CD4+ memoria frente a una proteína presente en el estadio de esporozoíto de <em>P. falciparum</em> (fase pre-eritrocítica) denominada CS (circunsporozoite Protein). También genera células B memoria anti-CS.</p>
<p>Como la mayoría de las vacunas de proteínas, Mosquirix requiere varias dosis. Se debe a que se trata de vacunas no replicativas incapaces de infectar células. Y eso hace que permanezcan poco tiempo en el organismo.</p>
<p>Concretamente, Mosquirix necesita tres dosis (separadas un mes) para mantener en el tiempo una concentración (cantidad) de anticuerpos en sangre protectora frente a la infección o frente al desarrollo de enfermedad grave. Como la protección frente a la infección disminuye conforme pasa el tiempo desde la vacunación, hay que proporcionar una dosis de refuerzo a los 18-24 meses de edad y así lograr una reducción de casos graves en niños vacunados mantenida en el tiempo.</p>
<h2>Vacuna a los 5 meses de vida y con un 40 % de eficacia</h2>
<p>La primera dosis de muchas vacunas se inicia a los dos meses de vida, lográndose así una precoz protección frente a la infección. Sin embargo, los ensayos clínicos realizados en siete países africanos entre 2010 y 2014 demostraron que esta vacuna era más eficaz si su introducción se posponía a los cinco meses de vida. Aún así, la eficacia de la vacuna rondaba el 40 %. </p>
<p>Los datos recogidos en <a href="https://www.who.int/publications/m/item/malawi-brochure-first-malaria-vaccine-a-potential-new-tool-for-child-health-and-improved-malaria-control-in-children">Malawi</a>, <a href="https://www.who.int/publications/m/item/kenya-brochure-first-malaria-vaccine-a-potential-new-tool-for-child-health-and-improved-malaria-control-in-children">Kenia</a> y <a href="https://www.who.int/publications/m/item/ghana-brochure-first-malaria-vaccine-a-potential-new-tool-for-child-health-and-improved-malaria-control-in-children">Ghana</a> desde 2017, cuando se introduce en el calendario vacunal en algunas regiones de estos países, sugieren que la vacunación puede evitar cuatro de cada 10 casos de malaria clínica, 3 de cada 10 casos de malaria grave y 4 de cada 10 hospitalizaciones. </p>
<p>Existe incertidumbre sobre el número de muertes que se pueden evitar ya que durante los ensayos clínicos fueron excepcionales. Modelos teóricos y los datos recogidos en los tres países citados parecen indicar que evitaría una muerte infantil por cada <a href="https://www.who.int/images/default-source/imported/immunization/malariavaccineinfo.png?sfvrsn=387df022_1">200</a> o <a href="https://journals.plos.org/plosmedicine/article?id=10.1371/journal.pmed.1003377">1 000</a> vacunados en regiones de alta incidencia de malaria. Sorprende, sí, porque parece contradecir esa eficacia del 30-40 % de la que hablábamos antes.</p>
<p>La vacuna Mosquirix ha pasado por más de <a href="https://www.who.int/docs/default-source/immunization/mvip/mvip-milestones-to-programme-development-final.pdf?sfvrsn=14768db0_4">30 años de investigación</a> y numerosos ensayos clínicos antes de que la OMS recomendara su uso a gran escala. Es la primera vez que esto ocurre en vacunas frente a protozoos parásitos, organismos extraordinariamente complejos y que han desarrollado sofisticados mecanismos para la evasión del sistema inmune. </p>
<p>Esta nueva herramienta, incorporada a la lucha mundial frente a la malaria, ofrece un ejemplo a seguir de colaboración público-privada <a href="https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/6/mosquirix-recibe-el-visto-bueno-de-europa">donde los bajos beneficios generados a la empresa se reinvierten en investigación</a>. </p>
<p>No obstante, como Mosquirix no brinda una protección completa, y además esta disminuye con el tiempo, existen diversos ensayos clínicos con <a href="https://www.cdc.gov/malaria/malaria_worldwide/reduction/vaccine.html">otras vacunas frente a la malaria</a> con resultados prometedores. Esperemos que ayuden a mejorar aún más la vida de millones de personas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/170231/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Pedro Aparicio Alonso es miembro de diversas asociaciones del ámbito de la salud y de los derechos humanos. He recibido fondos de convocatorias públicas de investigación nacionales y autonómicas. </span></em></p>La vacuna proteica Mosquirix permitirá que más del 90% de los niños y niñas africanos se beneficien de, al menos, una medida preventiva eficaz frente al paludismo.Pedro Aparicio Alonso, Catedrático de Inmunología, Universidad de MurciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1650422021-07-26T17:43:50Z2021-07-26T17:43:50Z¿Qué enfermedades pueden transmitirnos los mosquitos si nos vamos de viaje?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/413109/original/file-20210726-21-1sbwrrg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3936%2C2622&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/mosquito-on-white-wire-meshnet-disease-1262336038">Shutterstock / GrooveZ</a></span></figcaption></figure><p>Los mosquitos, insectos de la familia Culicidae, están distribuidos prácticamente por todo el planeta. Además de producir molestas picaduras, pueden transmitir enfermedades, algunas de ellas mortales, si no hay un adecuado tratamiento a tiempo.</p>
<p>Pero ¿por qué nos pican? En general, tanto los machos como las hembras se nutren de jugos azucarados, néctares y otras secreciones vegetales. Solo las hembras (al menos las de importancia sanitaria) se alimentan también de sangre y, por tanto, ejercen un papel activo en la transmisión de enfermedades.</p>
<p>Éstas necesitan ingerir sangre, humana o animal, para desarrollar los huevos a partir de sus óvulos fecundados. Éstas se aparean solamente una vez, pero tienen la particularidad de mantener viables hasta su muerte los gametos masculinos. Así, ingerirán sangre y pondrán huevos hasta que mueran. Lo hacen a través de una trompa recta y fina de longitud igual o superior a la de la cabeza y tórax juntos.</p>
<p>Esta ingesta es posible gracias a sus especializadas piezas bucales, capaces de atravesar, en muchas ocasiones, la ropa de una persona. La cantidad de sangre puede variar entre 4 y 10 milímetros cúbicos.</p>
<p>Se pueden alimentar tanto de mamíferos, como de aves, reptiles o anfibios y sus preferencias son extremadamente variables de una especie a otra. Esta última característica en la selección del hospedador del que se alimenta es de gran trascendencia en la transmisión de zoonosis, sobre todo las víricas.</p>
<h2>¿Qué enfermedades pueden transmitir?</h2>
<p>Durante el período de tiempo que dura la toma de sangre, hasta varios minutos si no son molestadas, las hembras pueden inocular con su saliva agentes infecciosos. Por ejemplo, los virus productores del dengue, la fiebre amarilla, el chikunguña, el zika (transmitidos fundamentalmente por la especie <em>Aedes aegypti</em>, pero también por <em>Aedes albopictus</em>), los protozoos del género <em>Plasmodium</em>, causantes de la malaria o paludismo (por mosquitos <em>Anopheles</em>), y las larvas de algunas filarias, sobre todo las causantes de filariasis linfáticas.</p>
<p>Además, existen otras afecciones víricas como las encefalitis producidas por el Virus del Nilo Occidental, la encefalitis japonesa y la fiebre del Valle del Rift, transmitidas sobre todo por especies de mosquitos del género <em>Culex</em>.</p>
<p>Sin duda, las afecciones víricas más importantes, tanto por su extensión, número de personas afectadas y su poder patógeno son el <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/dengue-and-severe-dengue">dengue grave o hemorrágico y la fiebre amarilla</a>.</p>
<p>Todas éstas suelen cursar con fiebre, dolores musculares y articulares, dolor de cabeza, cansancio, vómitos y náuseas y erupciones cutáneas en algunos virus. En caso de complicarse, pueden producir hemorragias o afecciones orgánicas en el hígado y el riñón. El tratamiento para todas ellas es, exclusivamente, paliativo de los síntomas.</p>
<p>Solamente en el caso de la <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/yellow-fever">fiebre amarilla</a> existe una vacuna fiable y eficaz, la cual se administra para conseguir la inmunización de grupo en zonas endémicas. </p>
<p>También se aplica a viajeros que lleguen a estas zonas, con la finalidad de que no sean portadores del virus a otras zonas en las que el mosquito transmisor está presente. Sobre todo, en los casos (bastante frecuentes) de afecciones asintomáticas que pasan inadvertidas.</p>
<h2>Infecciones víricas en zonas tropicales</h2>
<p>Algunas de estas infecciones víricas, como el dengue, el chikunguña y el virus del Nilo Occidental pueden transmitirse también en el continente europeo. Sin embargo, su mayor distribución y transmisión, al igual que la malaria y las filariosis linfáticas, se suelen adquirir en <a href="https://www3.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=12905:information-arboviruses-region-americas&Itemid=42243&lang=es">zonas tropicales y subtropicales</a> de África, Asia (a excepción de la fiebre amarilla) y América Latina.</p>
<p>Por tanto, el viaje a zonas endémicas de estas enfermedades supone un riesgo importante de infección si no se toman las medidas adecuadas para evitar las picaduras.</p>
<p>Respecto a los parásitos transmitidos por vectores, el causante de la malaria es sin duda el de mayor importancia. Hay unos 300 millones de <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/malaria">personas afectadas</a> y más de 400 000 muertes anuales, más del 65 % niños y niñas menores de 5 años. </p>
<p>Para esta enfermedad, además de las medidas de protección, en ocasiones es necesario tomar medicación antimalárica adecuada antes, durante y después del viaje, ya que no existen, en la actualidad, vacunas suficientemente efectivas y fiables.</p>
<p>Las afecciones importantes producidas por las filariasis linfáticas, también transmitidas por mosquitos, difícilmente pueden afectar a personas que viajan a las zonas de endemia de forma puntual. Solamente afectarían a aquellas cuya estancia fuera larga. Es decir, al menos de varios meses o un año, como le ocurrió a parte de los componentes de las tropas que participaron en las guerras del sudeste asiático durante la Segunda Guerra Mundial.</p>
<p>En Europa, y también en España, puede contraerse, sin necesidad de viajar, el dengue, el cikunguña y el virus del Nilo Occidental, si bien los casos son muy puntuales. Además, existen casos de malaria en personas que no viajaron y que enfermaron, seguramente, tras la picadura de mosquitos infectados que fueron importados tras un viaje directamente en avión, barco, etc. o con el equipaje personal de algún pasajero.</p>
<p>Sin embargo, el calentamiento global y el cambio climático auguran un aumento de la transmisión de estas y otras infecciones que actualmente son mucho más frecuentes en las zonas tropicales y subtropicales, en las cuales las poblaciones de mosquitos transmisores están muy bien establecidas. </p>
<h2>Medidas de protección frente a las picaduras</h2>
<p>Par evitar la transmisión, tanto de enfermedades víricas como de la malaria durante un viaje a zonas de endemia, deben llevarse a cabo dos acciones fundamentales.</p>
<p>En primer lugar, debe consultarse la situación epidemiológica de la zona de visita, así como las potenciales recomendaciones de vacunas o tratamientos. Esta información está disponible en las instituciones responsables de salud internacional de cada país de origen, como por ejemplo la <a href="https://www.mscbs.gob.es/ciudadanos/proteccionSalud/vacunaciones/viajero/">página web</a> de “atención al viajero” del Ministerio de Sanidad de España. </p>
<p>Por otro lado, deben tomarse las siguientes medidas de protección individual:</p>
<ul>
<li><p>Llevar ropa de manga larga, pantalones largos, sombrero o gorra.</p></li>
<li><p>Dormir en habitaciones con mosquiteras en puertas y ventanas, o incluso con mosquiteras de cama impregnadas con insecticidas.</p></li>
<li><p>Aplicarse en la piel sustancias repelentes de liberación prolongada (por ejemplo, DEET).</p></li>
<li><p>Si fuera necesario, utilizar insecticidas autorizados en habitaciones y casas.</p></li>
<li><p>Por último, en la medida de lo posible, evitar viviendas cercanas a aguas estancadas, lagos, ríos, etc. ya que los mosquitos tienen un ciclo acuático. </p></li>
<li><p>Prestar especial atención en las horas nocturnas ya que, como la mayoría de especies antropófilas (las que tienen preferencia por la sangre humana), los periodos de nutrición coinciden con las horas nocturnas o del crepúsculo, si bien no faltan especies que pican durante el día, como el mosquito tigre, <em>Aedes aegypti</em> y <em>Aedes albopictus</em>.</p></li>
</ul>
<p>Dicho todo esto, y siguiendo las recomendaciones de los organismos de salud, puede viajar tranquilo y disfrutar de su estancia si la pandemia y la epidemiología de los mosquitos del lugar de destino se lo permiten.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/165042/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Màrius Vicent Fuentes i Ferrer no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>A través de las picaduras de los mosquitos se pueden contraer enfermedades que pueden ser mortales. Por eso, especialmente si viajamos a zonas tropicales, debemos tomar algunas medidas de precaución.Màrius Vicent Fuentes i Ferrer, Professor Titular de Universidad - Área de Parasitología, Universitat de ValènciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1612212021-05-24T09:22:59Z2021-05-24T09:22:59ZEstamos a punto de saber por qué los mosquitos pican a unas personas y a otras no<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/402182/original/file-20210521-19-12dtraf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4807%2C3185&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/close-mosquito-sucking-blood-anopheles-416143198">Shutterstock / Sanimfocus</a></span></figcaption></figure><p>Los mosquitos contribuyen a la transmisión de enfermedades mortales como el zika, el dengue, la fiebre chikungunya, la fiebre del Valle del Rif y la malaria. De todas ellas, la malaria es <a href="https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/malaria">la que más amenaza la vida de las personas</a>: solo en el año 2019, se registraron 229 millones de casos y más de 400 000 muertes. África concentró el 67 % (274 000) de todas las muertes del mundo como consecuencia de la malaria.</p>
<p>La malaria está causada por parásitos que se transmiten al ser humano por la picadura de mosquitos hembra del género Anopheles infectados. Las distintas estrategias para el control del vector, como la fumigación de interiores con insecticidas de efecto residual y el despliegue de mosquiteros con insecticidas de larga duración, han desempeñado un papel fundamental para lograr la reducción de los casos de malaria.</p>
<p>Aun así, estas intervenciones plantean también una serie de problemas.</p>
<p>Por un lado, en África, la resistencia a los insecticidas de la mayoría de los vectores de la malaria cada vez es mayor y sigue aumentando.</p>
<p>Por otro lado, y estrechamente relacionado con lo anterior, está el hecho de que los insecticidas y las mosquiteras, solos o combinados, nunca conseguirán erradicar la malaria en las zonas de alta transmisión. En concreto, no se consideran en absoluto eficaces para controlar los <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1471492217301393">vectores de Anopheles</a>. Estos se alimentan y descansan en interiores, y, normalmente, acostumbran a comer por las noches.</p>
<p>Por consiguiente, hacen falta nuevas estrategias para complementar los controles actuales. La clave para diseñarlas está en entender qué es lo que atrae y repele a estos mosquitos en relación con determinadas personas. Precisamente esto abre la puerta a nuevas herramientas y <a href="https://parasitesandvectors.biomedcentral.com/articles/10.1186/s13071-020-3960-3">estrategias</a>, como los cebos y las trampas químicas, para controlar y vigilar los vectores de la malaria.</p>
<p>En este sentido, nuestro grupo de investigación de la Universidad de Pretoria está trabajando en un proyecto con el que se persigue dar respuesta a la siguiente cuestión: ¿por qué los mosquitos prefieren a unas personas en lugar de a otras?</p>
<p><a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s00216-020-02799-y">Investigamos</a> si realmente existía alguna diferencia química entre la superficie cutánea de las personas que se consideraban a sí mismas atractivas para los mosquitos y las que no. A este respecto, fuimos capaces de detectar diferencias químicas entre ambos grupos.</p>
<p>De este modo, nuestros hallazgos ponen sobre la mesa dos posibles vías de investigación. En primer lugar, los compuestos químicos que más se asocian a los individuos que atraen a los mosquitos se podrían utilizar en cebos químicos con la finalidad de atrapar a los mosquitos en exteriores. En segundo lugar, se podría trabajar con aquellos otros compuestos más presentes en los individuos que menos interés despiertan para los mosquitos y elaborar con ellos nuevos repelentes.</p>
<h2>Cómo encuentran alimento los mosquitos</h2>
<p>Los mosquitos hembra necesitan ingerir sangre para que sus huevos se desarrollen. En primer lugar, el mosquito hembra debe encontrar su ‘víctima’. Puede llegar a ser muy selectivo. Por ejemplo, el mosquito <em>Culex quinquefasciatus</em> se alimenta <a href="https://parasitesandvectors.biomedcentral.com/articles/10.1186/s13071-020-3960-3">exclusivamente de pájaros</a>.</p>
<p>Los mosquitos están en entornos complejos repletos de distintas señales o estímulos. El localizar a su ‘víctima’ favorita implica una serie de comportamientos. Todo comienza cuando el mosquito se da cuenta de la presencia de la ‘víctima’. A menudo lo consigue con el uso de una extensa variedad de señales, como el dióxido de carbono o las pistas visuales.</p>
<p>A partir de ahí, el mosquito femenino se guía por las señales de calor y humedad que rodean a la ‘víctima’ y, por último, es el olor corporal el que influye en la decisión a quién y dónde picar. Estas señales químicas presentes en la superficie de la piel y empleadas para la comunicación dentro de una especie se denominan semioquímicos.</p>
<p>La razón por la que los mosquitos prefieren a unos individuos frente a otros reside, justamente, en los distintos semioquímicos encontrados en la superficie de la piel humana. La complejidad de nuestra piel supone un auténtico desafío para los análisis químicos. De acuerdo con estudios realizados hasta la fecha a partir de secreciones de la piel de personas, existen más de 500 compuestos cutáneos. Y hay muchos más químicos que aún no se conocen.</p>
<p>En la actualidad, gracias a sofisticadas técnicas analíticas, empezamos a conocer los semioquímicos de los mosquitos e incluso vamos averiguando posibles mezclas semioquímicas. Se sospecha que algunos químicos podrían estar trabajando juntos para atraer o repeler a los mosquitos.</p>
<p>Mediante una cinta de silicona que <a href="https://analyticalsciencejournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/jssc.202000522">hemos desarrollado</a> y que se puede llevar como pulsera o tobillera, hemos logrado obtener <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s00216-020-02799-y">muestras</a> de la superficie cutánea de 20 personas.</p>
<p><a href="https://analyticalsciencejournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1002/jms.4686">Empleamos</a> complejos equipos de análisis para <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s00216-020-02799-y">encontrar y dar a conocer</a> qué compuestos químicos podrían hacer que los individuos sean más o menos apetecibles para los mosquitos.</p>
<p>Los voluntarios participantes en el estudio fueron comparados unos con otros para tratar de descubrir cómo de atractivo resultaba cada uno para los mosquitos, y si estos preferían picar unas zonas u otras de su piel.</p>
<p>Se detectaron compuestos volátiles y semivolátiles (aquellos que los mosquitos utilizan para encontrar a su hospedador humano y navegar por él) de una amplísima variedad de químicos (69 en total) y se llegó a la conclusión de que son estos los que dan lugar a las diferencias que existen en los perfiles químicos de la superficie de la piel.</p>
<p>Por lo que sabemos, no se tenía conocimiento previo de 31 de los compuestos detectados en la superficie cutánea.</p>
<p>También <a href="https://analyticalsciencejournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/jms.4686">nos propusimos investigar</a> el último paso que dan los mosquitos en su proceso de búsqueda de una víctima: cómo aterrizar en el hospedador adecuado y, acto seguido, regalarle una picadura. Para ello utilizamos un sistema de cromatografía líquida de alto rendimiento con espectrometría de masas de alta resolución y movilidad iónica.</p>
<p>De esta forma, identificamos 20 compuestos implicados en la picadura final de los mosquitos.</p>
<h2>Una vía para avanzar</h2>
<p>Los compuestos atrayentes o repelentes que hemos identificado podrían resultar útiles con vistas a futuros programas de control de vectores de la malaria. Por tanto, es preciso seguir realizando más estudios biológicos para probar dichos compuestos en mosquitos hembra.</p>
<p>Las técnicas de toma no invasiva de muestras cutáneas utilizadas por nuestro grupo de investigación han sentado las bases para el examen detallado de la superficie de la piel humana, no solo para las aplicaciones vinculadas al control de vectores, sino también para su utilización en las habituales revisiones salud de la población.</p>
<hr>
<p><em>Artículo traducido gracias a la colaboración con <a href="https://www.fundacionlilly.com/">Fundación Lilly</a></em>.</p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/161221/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Existen diferencias químicas en la superficie de la piel entre los individuos atractivos para los mosquitos y los que no lo son.Madelien Wooding, Chromatographic Officer and Researcher, Department of Chemistry & University of Pretoria Institute for Sustainable Malaria Control, University of PretoriaYvette Naudé, Manager and NRF-rated researcher: Chromatography Mass Spectrometry - University of Pretoria and UP Institute for Sustainable Malaria Control (UP-ISMC), University of PretoriaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1507102021-01-04T00:00:27Z2021-01-04T00:00:27ZEntre incertidumbres y éxitos: la lucha contra la malaria en los últimos cien años<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/375642/original/file-20201217-15-1kz4t2h.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5615%2C3732&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/african-child-toddler-sick-malaria-medicine-1775316200">Shutterstock / Lucian Coman</a></span></figcaption></figure><p>La utilización masiva de recursos para atajar la pandemia generada por el SARS-CoV-2 puede empeorar otros problemas de salud. Las estrategias en curso para disminuir la mortalidad producida por enfermedades tanto o más mortíferas que la covid-19 pueden quedar en segundo plano. <a href="https://theconversation.com/la-malaria-mata-y-empobrece-asi-intentamos-acabar-con-ella-desde-africa-115324">La malaria es uno de los ejemplos</a>. Tanto, que en noviembre de 2020 la Organización Mundial de la Salud <a href="https://www.who.int/news/item/30-11-2020-who-calls-for-reinvigorated-action-to-fight-malaria">pidió que se reforzaran las medidas para luchar contra la enfermedad</a>.</p>
<p>La Estrategia Mundial contra la Malaria 2016-2030 fue aprobada por la Asamblea Mundial de la Salud en 2015. Su audaz objetivo es un mundo sin paludismo. Se pretende que en 2030 se reduzca en un 90 % la carga de mortalidad por esta enfermedad.</p>
<p>Anualmente son diagnosticados más de 200 millones de nuevos casos. El <a href="https://www.who.int/news-room/feature-stories/detail/world-malaria-report-2019">Informe mundial sobre el paludismo 2019</a> señala que el 93 % de los casos y de las muertes se produce en el África subsahariana. Más de la mitad se diagnosticaron en Nigeria, República Democrática del Congo, Uganda, Costa de Marfil, Mozambique y Níger. Más de dos tercios de los fallecimientos, unos 400 000 en 2018, correspondieron a niños menores de cinco años. Desde 2000 se han reducido significativamente casos y defunciones, pero en años recientes se ha estancado el declive. El paludismo avanza en algunos países, sobre todo en Latinoamérica. </p>
<p>Hace cien años, la malaria tenía carácter endémico en una amplísima franja que incluía Europa y América del Norte. En estas zonas hoy solo aparecen unos pocos casos importados. En España la enfermedad, conocida desde la Antigüedad, se declaró erradicada en 1963.</p>
<p>La malaria (del italiano medieval «mal aire») o paludismo (de <em>paludis</em>, genitivo del término latino <em>palus</em>: ciénaga o pantano) es una enfermedad producida por parásitos del género Plasmodium. Durante siglos, la causa de las fiebres típicas de la enfermedad se atribuyó a determinadas condiciones que creaban un “ambiente palúdico”.</p>
<p>Alphonse Laveran identificó el agente causal de la malaria en 1880. Entre 1891 y 1892 se describieron las diferentes especies del parásito. El papel de <a href="https://theconversation.com/como-los-mosquitos-cambiaron-la-historia-de-la-humanidad-121794">las distintas especies del mosquito <em>Anopheles</em></a> como vehículo de transmisión fue aclarado por Ross y Masson entre 1897 y 1899. Hacia 1902 fue posible plantear estrategias de intervención. Las campañas antipalúdicas incluyeron acciones contra las larvas de los mosquitos, mosquiteras, aislamiento de viviendas y la utilización preventiva de la quinina.</p>
<h2>Llegaron las cloroquinas, pero la malaria no se fue</h2>
<p>El uso posterior de otras medidas preventivas, como el insecticida DDT, generó cierto optimismo en la lucha contra la enfermedad. Un paso más fue la aparición de la cloroquina, un medicamento de síntesis que permitió superar la escasez de quinina. Se trataba de un optimismo extendido a todas las enfermedades infecciosas En las ediciones de los años sesenta del manual <em>Historia Natural de la enfermedades infecciosas</em> de Burnet y Davis se afirmaba: “En muchos aspectos se puede decir que la primera mitad del siglo XX marca el final de una de las mas importantes revoluciones sociales de la historia: la virtual eliminación de las enfermedades infecciosas como un factor significativo de la vida social”.</p>
<p>La malaria, sin embargo, no desapareció del planeta. Los intentos de globalizar las medidas antipalúdicas desarrolladas por la Sociedad de Higiene de la Liga de Naciones y, más tarde, de la Organización Mundial de la Salud, no tuvieron el éxito esperado. Se utilizaron estrategias de tipo vertical. Fue el caso del uso del DDT y de la cloroquina en la Segunda Guerra Mundial. La enfermedad se había convertido en un problema para los ejércitos aliados. Se decía que era más peligroso que las balas enemigas.</p>
<p>Las actuaciones integrales fueron menos utilizadas. Su objetivo eran los cambios estructurales y las mejoras en las condiciones de vida de las poblaciones. Además debían fortalecerse los sistemas de salud pública. Décadas después, el paludismo continúa siendo un grave problema a nivel mundial.</p>
<p>La búsqueda de una vacuna eficaz y segura es muy reciente. La vacuna RTS,S/AS01 (RTS,S) es la primera y, hasta la fecha, la única efectiva. Permite reducir significativamente la incidencia de la enfermedad y la potencial letalidad para los niños africanos. </p>
<h2>La covid-19 y su impacto sobre la malaria</h2>
<p>El Día Mundial del Paludismo (25 de abril) de 2019 se inició la primera campaña universal de vacunación infantil contra el paludismo. Según Pedro Alonso, director del programa de malaria de la Organización Mundial de la Salud: “esta vacuna no será la solución definitiva, pero tiene el potencial de salvar miles de vidas y, por ende, contribuirá al desarrollo económico y social de algunas de las zonas más desfavorecidas del planeta”.</p>
<p>En la situación actual, con el trasfondo de la pandemia, algunos autores han hecho estimaciones muy preocupantes. En 2020, en el peor de los escenarios posibles, las muertes por paludismo en el África subsahariana serían unas 769 000. Supondría volver a las tasas de mortalidad de principios de siglo. La causa sería la suspensión de las campañas de distribución de mosquiteros tratados con insecticidas y la reducción del acceso a antipalúdicos eficaces.</p>
<p>Las esperanzas generadas por la vacuna contra la covid-19 no deben oscurecer otras enfermedades infecciosas cuya erradicación es, hoy por hoy, imposible. El fracaso frente al paludismo puede ser una buena vacuna para el virus del optimismo exagerado.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/150710/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Se diagnostican más de 200 millones de nuevos casos de esta enfermedad cada año, que de momento no ha podido ser erradicada. La pandemia de covid-19 amenaza los esfuerzos de las últimas décadas.Rosa Ballester Añón, Catedrática emérita de Historia de la Ciencia, Universidad Miguel HernándezEnrique Perdiguero-Gil, Catedrático de Historia de la Ciencia, Universidad Miguel HernándezLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1474432020-10-08T20:24:09Z2020-10-08T20:24:09Z¿Cómo viajan los mosquitos? La respuesta está en el viento<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/362503/original/file-20201008-18-hw0wkw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4744%2C3158&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">_Anopheles_.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/anopheles-mosquito-resting-on-green-leaf-143997880">Shutterstock / Warut Prathaksithorn</a></span></figcaption></figure><p>Terminó el verano y con él la temporada óptima para los mosquitos hembra. Durante estos meses, además de gozar de un tiempo favorable, encuentran su paraíso en la abundancia de piel desnuda que exhibimos <a href="https://theconversation.com/por-que-los-mosquitos-nos-eligieron-como-victimas-hace-miles-de-anos-143928">sus víctimas preferidas</a> cuando el calor aprieta.</p>
<p>¿Qué hacen los mosquitos cuando las bajas temperaturas les complican la vida? Mientras que los machos mueren antes de que llegue el frío debido a su vida efímera, las hembras entran en “diapausa”, una modalidad de hibernación durante la cual los insectos ralentizan su metabolismo para poder sobrevivir varios meses a las bajas temperaturas escondidos en un tronco o enterrados en el suelo.</p>
<p>Algunos mosquitos hacen diapausa como huevos, otros como larvas y otros como adultos. El proceso induce cambios de comportamiento que incluyen endofilia (entrar en los edificios), cambios en las preferencias alimentarias (libar néctar o savia en lugar de sangre) y cambios en el comportamiento de la puesta. </p>
<p>En nuestras latitudes no encontrará mosquitos volando en un gélido día invernal, pero tenga la seguridad de que están por ahí, esperando. Lo hacen como huevos en los bebederos para pájaros, como adultos en los sótanos o como larvas en las húmedas oquedades de los árboles.</p>
<p>En cualquiera de estos casos, cuando las temperaturas aumentan, las hembras vuelven a salir ávidas de sangre calentita. Por eso, cada verano reaparecen viejos conocidos, como los mosquitos trompeteros de los géneros <em>Anopheles</em> y <em>Culex</em>, algunos de los cuales, además de molestos, son transmisores del temible <a href="https://theconversation.com/caballos-y-mosquitos-el-virus-del-valle-del-guadalquivir-144427">virus del Nilo</a>, que este verano ha causado varios fallecimientos en los pueblos ribereños del Guadiana y Guadalquivir.</p>
<p>Además de esos mosquitos que nos resultan familiares, cada vez es más frecuente que aparezcan nuevas especies invasoras. Este verano presentó sus credenciales <em>Aedes japonicus</em>, pariente del temible mosquito tigre, <em>Aedes albopictus</em>, cuya proliferación desde que se detectó por primera vez en España en 2004 ha sido tal que los expertos han desarrollado <a href="http://www.mosquitoalert.com/">una aplicación</a> para seguir su imparable expansión a velocidad de crucero por nuestro país.</p>
<h2>¿De dónde vienen los invasores?</h2>
<p>Para explicar la expansión de los mosquitos invasores se han formulado múltiples hipótesis. Algunas de ellas son pintorescas y todas se basan en la idea de que los mosquitos tienen un alcance limitado: vuelan cerca del suelo y no viajan más de cinco kilómetros durante su efímera vida.</p>
<p>Si eso es así, los mosquitos portadores de la malaria del Sahel no se han dado por enterados. Transportados por los vientos a alturas de casi trescientos metros, pueden viajar cientos de kilómetros en una sola noche.</p>
<p>Transmitida por especies de mosquitos <em>Anopheles</em> <a href="https://theconversation.com/como-los-mosquitos-cambiaron-la-historia-de-la-humanidad-121794">desde tiempos inmemoriales</a>, cada año se siguen produciendo en África más de <a href="http://origin.searo.who.int/entity/srilanka/areas/malaria/world_malaria_report_2016.pdf">medio millón de muertes por malaria</a>, la mayoría en el Sahel, la región semidesértica situada al sur del desierto del Sáhara. </p>
<p>En las últimas dos décadas, los esfuerzos para controlar la plaga han reducido a la mitad el número de casos en todo el mundo, pero las tasas de la enfermedad siguen siendo elevadas en gran parte del continente africano y su eliminación no se ha logrado ni siquiera en las zonas donde se ha conseguido su máximo control.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/362253/original/file-20201007-18-fblo0g.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/362253/original/file-20201007-18-fblo0g.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=583&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/362253/original/file-20201007-18-fblo0g.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=583&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/362253/original/file-20201007-18-fblo0g.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=583&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/362253/original/file-20201007-18-fblo0g.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=732&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/362253/original/file-20201007-18-fblo0g.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=732&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/362253/original/file-20201007-18-fblo0g.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=732&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Figura 1. Como todos los mosquitos, los <em>Anopheles</em> atraviesan cuatro fases: huevo, larva, pupa y adulto. Las primeras tres etapas, que duran entre 5 y 14 días, transcurren en medio acuático. Es en la etapa adulta, y sólo en el caso de las hembras, cuando el mosquito actúa de vector de la malaria.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Luis Monje.</span></span>
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</figure>
<p>Dado que las larvas de los mosquitos necesitan del agua estancada para desarrollarse (Figura 1), cabía esperar que durante la larga estación árida del Sahel los mosquitos vectores de la malaria perecieran. Sin embargo, para espanto de los nativos, reaparecen en grandes cantidades días después de las primeras lluvias. </p>
<p>A pesar de que el tema se ha investigado a fondo durante más de un siglo y algunas investigaciones habían sugerido que algunas especies de <em>Anopheles</em>, cuyos adultos viven una media de dos semanas, <a href="https://www.nature.com/articles/nature13987">utilizan la migración a larga distancia</a>, la pregunta de cómo sobreviven durante una estación seca de entre tres y seis meses ha sido un misterio.</p>
<p>En 2014, un grupo de investigadores publicó <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4306333/">un estudio de dinámica poblacional</a> que ofreció pruebas consistentes de que al menos una especie de mosquito portador de la malaria (<em>Anopheles gambiae</em>) era un viajero de larga distancia que abandonaba el Sahel durante la estación seca. Más adelante <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-019-1622-4">demostraron</a> que en dicha zona los mosquitos de la malaria son transportados por los vientos de altura a casi trescientos metros de altitud y pueden viajar cientos de kilómetros en una sola noche. </p>
<p>Los investigadores han estudiado la ecología de mosquitos en cuatro aldeas del centro de Malí durante 617 noches. Atrapaban insectos utilizando globos de helio que sostenían redes verticales pegajosas entre 40 y 290 metros de altitud (Figura 2). Capturaron casi medio millón de insectos, incluyendo 2 748 mosquitos, 235 de los cuales eran <em>Anopheles</em>. Ocho de cada diez <em>Anopheles</em> eran hembras, un 90 % de las cuales había ingerido sangre humana antes de viajar, lo que significa que podrían haber estado expuestas a los parásitos de la malaria.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/362254/original/file-20201007-18-d7bb4r.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/362254/original/file-20201007-18-d7bb4r.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/362254/original/file-20201007-18-d7bb4r.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=439&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/362254/original/file-20201007-18-d7bb4r.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=439&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/362254/original/file-20201007-18-d7bb4r.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=439&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/362254/original/file-20201007-18-d7bb4r.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=552&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/362254/original/file-20201007-18-d7bb4r.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=552&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/362254/original/file-20201007-18-d7bb4r.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=552&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Figura 2. Relación entre la altitud de la malla colectora, la densidad de mosquitos capturados en cada una de ellas (azul) y la densidad aérea proporcional (naranja: número de mosquitos por cada 10 millones de metros cúbicos de aire) para las cinco especies más comunes de anofelinos. El tamaño de la burbuja es proporcional a la densidad de los mosquitos (el valor que se muestra en la burbuja multiplicado por mil); cuando el valor es cero, solo se muestra un punto. Adaptada del original de Huestis et al, Nature 574 (2019).</span>
<span class="attribution"><span class="source">Luis Monje.</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>La captura de mosquitos aumentaba con la altitud a la que se situaban las redes, lo que sugiere que los insectos pueden migrar a altitudes superiores. Como no estaban seguros de dónde procedían los mosquitos ni hasta dónde podrían haber viajado, utilizaron herramientas de modelado meteorológico para calcular las posibles trayectorias del desplazamiento teniendo en cuenta la dirección y la velocidad del viento. </p>
<p>El resultado fue asombroso: un mosquito podía viajar hasta 295 kilómetros en un solo viaje nocturno de nueve horas.</p>
<p>El volumen de esas migraciones es masivo. Los investigadores estiman que, cada año, más de cincuenta millones de mosquitos potenciales portadores de la malaria atraviesan una línea imaginaria de 100 kilómetros perpendicular al viento predominante en la región. </p>
<p>Estos resultados proporcionan pruebas convincentes de que millones de vectores de la malaria, que se han alimentado previamente de sangre, migran a lo largo de cientos de kilómetros. Por lo tanto, es casi seguro que propagan la enfermedad a estas distancias. </p>
<p>Estos datos dan respuesta a la pregunta de cómo pueden persistir las poblaciones de mosquitos en el árido Sahel. El patrón estacional de los vientos a gran altitud podría transportar a los mosquitos desde las calientes y húmedas tierras del sur, donde pueden vivir durante todo el año, y devolverlos a esos sitios durante la estación seca del Sahel, cuando los vientos predominantes soplan en dirección contraria.</p>
<p>Ese hallazgo ayuda a explicar no solo por qué las poblaciones de mosquitos pueden aumentar tan repentina y misteriosamente en el Sahel: también sirven para apoyar los esfuerzos por eliminar las enfermedades tropicales de países o regiones enteros. Los viajes a larga distancia de los mosquitos pueden aumentar el riesgo de reintroducción del paludismo después de que se haya eliminado de un lugar determinado.</p>
<p>Favorecidos por el cambio climático, los vuelos de los mosquitos propulsados por los vientos también podrían explicar su propagación a lugares insospechados y a unas velocidades tales que explicarían la expansión septentrional de los mosquitos tigre o del virus del Nilo, desconocidos hasta hace unos años por encima del Trópico de Cáncer. Como en la canción de Dylan, la respuesta está en el viento.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/147443/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel Peinado Lorca es responsable del Grupo Federal de Biodiversidad del PSOE</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Luis Monje no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Impulsados por los vientos dominantes, millones de mosquitos potencialmente mortíferos viajan miles de kilómetros por África para beneficiarse de la humedad que permite la supervivencia de sus larvas.Manuel Peinado Lorca, Catedrático de Universidad. Departamento de Ciencias de la Vida e Investigador del Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos, Universidad de AlcaláLuis Monje, Biólogo. Profesor de fotografía científica, Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1439282020-08-10T20:22:07Z2020-08-10T20:22:07ZPor qué los mosquitos nos eligieron cómo víctimas hace miles de años<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/351095/original/file-20200804-20-1e9z0fx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Aedes aegypti</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Aedes_aegypti.jpg">Muhammad Mahdi Karim </a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/">CC BY-NC</a></span></figcaption></figure><p>Los mosquitos transmiten enfermedades a aproximadamente <a href="https://www.who.int/en/news-room/fact-sheets/detail/vector-borne-diseases">cien millones de personas cada año</a> y sus picaduras han condicionado <a href="https://theconversation.com/como-los-mosquitos-cambiaron-la-historia-de-la-humanidad-121794">la historia de la humanidad</a>. Hay aproximadamente <a href="https://www.cabi.org/bookshop/book/9780851993133/">3 500 especies de mosquitos</a> en todo el mundo. La inmensa mayoría son generalistas que pican a cualquier vertebrado que encuentran a su paso.</p>
<p>Las enfermedades humanas transmitidas por mosquitos las provocan apenas media docena <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/vector-borne-diseases">de especies de tres géneros</a> (<em>Aedes, Anopheles</em> y <em>Culex</em>), que han evolucionado para <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0960982215014268">seleccionarnos específicamente</a> gracias al dióxido de carbono que emitimos y <a href="https://theconversation.com/por-que-los-mosquitos-se-ceban-con-nuestros-tobillos-131521">a nuestros efluvios corporales</a>.</p>
<h2>¿Por qué algunos mosquitos se han especializado en picar a los humanos?</h2>
<p>La mayoría de los investigadores piensa que especializarse en las personas no habría supuesto <a href="https://www.pnas.org/content/102/suppl_1/6535.short">ninguna ventaja</a> particular para los mosquitos antes del desarrollo de las culturas sedentarias hace aproximadamente 10 000 años. Una vez asentadas, las poblaciones humanas podrían haber proporcionado un recurso fácil, seguro y siempre disponible, a diferencia del de otros grupos de animales migratorios que solo garantizan sangre estacionalmente.</p>
<p>Los <a href="https://science.sciencemag.org/content/347/6217/1258524.abstract">datos genómicos</a> son consistentes con la hipótesis de que los grupos de mosquitos especializados en humanos evolucionaron dentro de ese periodo cultural. Sin embargo, la cuestión es qué compensaciones fisiológicas, anatómicas, morfológicas y conductuales indujeron a que algunos mosquitos eligieran picar a los humanos y a no hacerlo en los animales domésticos que nos acompañan desde mucho antes de convertirnos en sedentarios.</p>
<p>Los mosquitos especializados en humanos no se limitan tan solo a picar a las personas, sino que también tienden a reproducirse en hábitats modificados por el hombre. Depositan sus huevos en el agua y los humanos somos los únicos animales que manipulamos el agua para extraerla, canalizarla y acumularla para consumo doméstico. Por eso, no han faltado especulaciones acerca de que la <a href="https://academic.oup.com/bioscience/article/68/11/854/5142873">dependencia reproductiva</a> de los mosquitos a las fuentes humanas de agua, particularmente en regiones áridas, también podría haber desempeñado un papel clave en la especialización de esos dípteros.</p>
<h2>¿Por qué algunos mosquitos nos encuentran irresistibles, mientras que otros no nos prestan atención?</h2>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/351090/original/file-20200804-16-4bdnto.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/351090/original/file-20200804-16-4bdnto.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/351090/original/file-20200804-16-4bdnto.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=403&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/351090/original/file-20200804-16-4bdnto.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=403&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/351090/original/file-20200804-16-4bdnto.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=403&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/351090/original/file-20200804-16-4bdnto.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=506&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/351090/original/file-20200804-16-4bdnto.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=506&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/351090/original/file-20200804-16-4bdnto.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=506&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">El mosquito de la fiebre amarilla Aedes aegypti se reconoce muy bien gracias a la marca en en forma de lira sobre el dorso del tórax.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Wikimedia/James Gathany</span></span>
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</figure>
<p>Para responder a esa pregunta, un equipo de investigadores de la Universidad de Princeton (EE. UU.) desarrolló en el África subsahariana un proyecto basado en la recogida de puestas de <em>Aedes aegypti</em>. Fue una buena elección porque, además de ser uno de los mosquitos especializados en humanos más temibles como responsables del zika, de la fiebre amarilla y del dengue, sus poblaciones se dividen en dos subespecies.</p>
<p>La subespecie <em>aegypti</em> prospera en los hábitats urbanos tropicales de América y Asia, donde se <a href="https://books.google.es/books?hl=en&lr=&id=gR49AAAAIAAJ&oi=fnd&pg=PA1&ots=UFWyRLXTEX&sig=lviTk7dLdPu5D1YtIRGWXWAULBI&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false">ha especializado en picar a los humanos</a> hasta el punto de que el 95 % del alimento de las hembras, que son <a href="https://www.annualreviews.org/doi/abs/10.1146/annurev-ento-120811-153618">fuertemente atraídas por nuestro olor corporal</a>, procede de sangre humana. </p>
<p>En cambio, las hembras de las poblaciones generalistas de la subespecie <em>formosus</em> tienden a preferir el <a href="https://www.nature.com/articles/nature13964?page=2">olor de otros vertebrados no humanos</a> de cuya sangre se nutren. Se piensa que el especialista antrópico <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/ece3.4278">evolucionó de antepasados generalistas</a> africanos hace entre 5 000 y 10 000 años, posiblemente en el norte de Senegal o de Angola.</p>
<p>Como todos los mosquitos, ambas subespecies depositan sus huevos en el agua, por lo que los investigadores comenzaron colocando miles de ovitrampas, unas pequeñas tazas llenas de agua y hojas sucias que simulan los remansos de agua encharcada que constituyen el hábitat ideal de puesta.</p>
<p>Para obtener muestras significativas de los diferentes ambientes en los que se reproducen los mosquitos, las ovitrampas se colocaron cerca de grandes núcleos de población (en ciudades de hasta más de 2 000 personas por km²) y en áreas despobladas cubiertas de vegetación natural en las que los mosquitos rara vez tropiezan con personas. También abarcaron una amplia gama de climas, desde hábitats semiáridos con lluvias estacionales hasta ecosistemas forestales con lluvias durante todo el año.</p>
<p>En total, se recolectaron huevos de mosquitos en 27 localidades diferentes. Una vez secos, los huevos se comportan como semillas: pueden permanecer en estado de latencia durante seis meses o un año antes de eclosionar. Esto permitió su traslado a Princeton con el objetivo de criar nuevas poblaciones en condiciones de laboratorio.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/351091/original/file-20200804-14-1ysl3o6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/351091/original/file-20200804-14-1ysl3o6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=485&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/351091/original/file-20200804-14-1ysl3o6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=485&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/351091/original/file-20200804-14-1ysl3o6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=485&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/351091/original/file-20200804-14-1ysl3o6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=610&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/351091/original/file-20200804-14-1ysl3o6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=610&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/351091/original/file-20200804-14-1ysl3o6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=610&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Esquema del olfatómetro empleado en la investigación.</span>
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<p>Obtenidas estas, los investigadores <em>tentaron</em> a los insectos con olores procedentes de humanos y de conejillos de indias. El experimento consistió en construir lo que podríamos llamar un olfatómetro: una gran caja de plástico llena de mosquitos, con dos tubos extraíbles. Mientras que en uno se colocaba un conejillo de indias, uno de los investigadores introducía su brazo durante varias horas en el otro. Uno y otro cebo olfativo estaban protegidos de las picaduras directas por unos filtros que impedían el paso de los insectos.</p>
<p>Pocos minutos después de colocar los tubos con sus respectivos cebos, los mosquitos entraban por uno u otro tubo. Transcurrido un tiempo, se retiraban los tubos para contar cuántos habían elegido uno u otro. Los resultados revelaron que a los mosquitos procedentes de áreas muy pobladas les gustaban más los efluvios humanos. El resultado más revelador estaba relacionado con el clima: los mosquitos que procedían de lugares que presentaban una estación lluviosa seguida de una estación de sequía, larga y calurosa, preferían a los humanos.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/351092/original/file-20200804-24-1n305y4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/351092/original/file-20200804-24-1n305y4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/351092/original/file-20200804-24-1n305y4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=206&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/351092/original/file-20200804-24-1n305y4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=206&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/351092/original/file-20200804-24-1n305y4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=206&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/351092/original/file-20200804-24-1n305y4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=259&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/351092/original/file-20200804-24-1n305y4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=259&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/351092/original/file-20200804-24-1n305y4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=259&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">(A) La preferencia por los humanos se incrementa significativamente con el aumento de la densidad de población y en hábitats con lluvias altamente estacionales (B), mientras que disminuye en hábitats con más lluvia en la época más cálida del año (C). Las variables climáticas en (B) y (C) se pueden combinar en un índice de intensidad total de la estación seca (D). El color y el tamaño del punto corresponden a la estacionalidad de precipitación (escala en C) y a la densidad de la población humana (proporcional a la escala en A), respectivamente. Modificado y traducido a partir de la publicación original.</span>
</figcaption>
</figure>
<p>El porqué de esa respuesta puede estar relacionado con el ciclo de vida de los mosquitos. <em>Aedes aegypti</em> pone sus huevos justo por encima de la superficie del agua en agujeros de árboles, oquedades y fisuras de rocas o en recipientes artificiales. Si los huevos se mantienen húmedos, pueden eclosionar de inmediato. Sin embargo, los huevos depositados al final de las lluvias en áreas silvestres deben entrar en latencia para sobrevivir durante la estación seca hasta que vuelva la lluvia, un desafío particularmente difícil cuando la sequía es prolongada y calurosa.</p>
<p>El agua estancada, el factor crítico para las larvas, es difícil de encontrar en esos ambientes extremadamente áridos, pero abunda alrededor de las poblaciones humanas que acopian agua para subsistir, lo que durante todo el año proporciona a los mosquitos una <em>incubadora</em> hídrica para el desarrollo de sus larvas. Eso sugiere dos cosas.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/351094/original/file-20200804-24-kg1kwc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/351094/original/file-20200804-24-kg1kwc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=604&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/351094/original/file-20200804-24-kg1kwc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=604&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/351094/original/file-20200804-24-kg1kwc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=604&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/351094/original/file-20200804-24-kg1kwc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=759&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/351094/original/file-20200804-24-kg1kwc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=759&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/351094/original/file-20200804-24-kg1kwc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=759&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<p>Por un lado, aunque las estaciones secas largas y calurosas fueron el factor selectivo clave, las poblaciones de mosquitos de regiones áridas evolucionaron hacia la especialización en humanos como un subproducto para aprovechar la situación de dependencia del agua almacenada para las puestas. En segundo lugar, cuando las larvas pasan al estado hematófago adulto la sangre disponible más cercana es la de los humanos, con la ventaja añadida de que sus nuevas víctimas carecen de las pieles recias y difíciles de perforar de otros vertebrados, incluidos los domésticos.</p>
<p>Los análisis genómicos revelaron también que los mosquitos especialistas en personas difieren genéticamente de los generalistas, y que la preferencia por los seres humanos se desarrolló en un único lugar indeterminado para luego extenderse por toda África conforme el clima seco se expandió por el continente. Luego, en la época de la esclavitud, el comercio esclavista extendió enfermedades como la malaria por otras zonas tropicales.</p>
<p>Aunque la investigación <a href="https://www.cell.com/current-biology/fulltext/S0960-9822(20)30978-7">publicada en <em>Current Biology</em></a> se centró en el origen y la historia evolutiva de los mosquitos, si se correlacionan con los datos climáticos del IPCC y de población de la ONU los resultados sugieren que, como consecuencia del cambio climático y de la cada vez más intensa presión urbanizadora, en un futuro próximo habrá más mosquitos transmisores de enfermedades humanas en todo el mundo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/143928/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel Peinado Lorca es responsable del Grupo Federal de Biodiversidad del PSOE.
</span></em></p>Algunas especies de mosquitos nos encuentran irresistibles. El resto pasa de nosotros. Los cambios culturales en el África protohistórica ofrecen una explicación del porqué.Manuel Peinado Lorca, Catedrático de Universidad. Departamento de Ciencias de la Vida e Investigador del Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos, Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1294602020-06-10T20:15:37Z2020-06-10T20:15:37ZEl desconocido escuadrón alado de Blas de Lezo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/340849/original/file-20200610-34670-16fybe5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=1%2C0%2C1107%2C735&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Vista de Cartagena de Indias con las diversas disposiciones de la flota británica bajo el mando del almirante Vernon (Isaac Basire, Londres 1741).</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:A_View_of_Cartagena_(Isaac_Basire)_1741.jpg">Wikimedia Commons / Biblioteca Nacional de Colombia</a></span></figcaption></figure><p>En Alejandría, Virginia, a unos treinta kilómetros al sur de Washington DC, los bajíos del Potomac sirven de frontera entre Maryland y Virginia. Siguiendo el trazado de una antigua senda, la George Washington Parkway se ciñe a la orilla derecha del río hasta llegar a Mount Vernon, la mansión de George Washington, primer presidente de los Estados Unidos, y de su esposa, Martha. </p>
<p>Hasta que su hermanastro mayor Lawrence la heredó, Mount Vernon era conocida como Little Hunting Creek por el cercano arroyo del mismo nombre. Lawrence Washington lo cambió en honor del vicealmirante inglés Edward Vernon, que fue su comandante en la Marina Real británica, a quien admiraba mucho pese a que Vernon ha pasado a la historia por la estrepitosa derrota en el sitio de Cartagena de Indias de 1741, durante la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_del_Asiento">Guerra del Asiento</a>, o Guerra de Jenkins como dieron en llamarla los historiadores británicos.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/340851/original/file-20200610-34710-wi0iea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/340851/original/file-20200610-34710-wi0iea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=417&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/340851/original/file-20200610-34710-wi0iea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=417&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/340851/original/file-20200610-34710-wi0iea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=417&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/340851/original/file-20200610-34710-wi0iea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=524&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/340851/original/file-20200610-34710-wi0iea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=524&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/340851/original/file-20200610-34710-wi0iea.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=524&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Vista de Mount Vernon.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:East_view_of_Mt._Vernon_mansion_LCCN2004669581.jpg">Wikimedia Commons / Library of Congress</a></span>
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<p>Llevando consigo su propia oreja metida en un tarro de cristal, un capitán de navío llamado Robert Jenkins compareció en 1738 ante el Parlamento británico para relatar algo que le había ocurrido en 1731. Mientras navegaba por el Caribe, su barco fue abordado por un guardacostas español. Cuando comprobaron que su carga era mayor que la declarada, le requisaron las mercancías y lo acusaron de contrabando. El asunto no acabó ahí: ante la insolencia de Jenkins, el capitán del guardacostas, Juan León Fandiño, le cortó una oreja y lo mandó de regreso a casa con un mensaje: «Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve».</p>
<p>La opinión pública británica, convenientemente manipulada por los poderosos que querían mantener sus pingües negocios de ultramar, estalló de indignación. Unos meses después, el rey Jorge II declaró la guerra a la monarquía hispana. Comenzó la Guerra del Asiento, una más de las que precedieron al primer conflicto mundial: la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_los_Siete_A%C3%B1os">Guerra de los Siete Años</a>. </p>
<p>La declaración de guerra de Jorge II fue una mera formalidad. Cuando se proclamó ya había partido de Londres una flota de guerra al mando del vicealmirante Edward “Old Grog” Vernon. En Jamaica recibió refuerzos de las colonias británicas en Norteamérica, con las que armó una fuerza imponente de 27 navíos de línea, además de fragatas, cañoneras, bombardas y transportes. «Nunca un contingente estuvo más completamente equipado, y nunca tuvo la nación más razón para la esperanza en un éxito extraordinario», recordaba el poeta y escritor escocés Tobias Smollett, que participó como cirujano en la expedición y dejó una descripción de la batalla en su novela <em><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Las_aventuras_de_Roderick_Random">Las aventuras de Roderick Random</a></em> (1748).</p>
<p>El objetivo de Vernon era conquistar las principales plazas españolas. «Si se toman Portobelo y Cartagena, los españoles lo habrán perdido todo», aseguraba. Portobelo cayó casi sin presentar resistencia tras apenas dos horas de bombardeo, lo que le valió a Vernon una recepción triunfal en Londres. Convertido en el hombre del momento, convenció a las autoridades para capitanear un gran ataque contra Cartagena de Indias. El plan consistía en tomar el bastión español en una operación relámpago y marchar luego hacia Perú.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/332809/original/file-20200505-83745-4zq1oz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/332809/original/file-20200505-83745-4zq1oz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/332809/original/file-20200505-83745-4zq1oz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/332809/original/file-20200505-83745-4zq1oz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/332809/original/file-20200505-83745-4zq1oz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=425&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/332809/original/file-20200505-83745-4zq1oz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=425&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/332809/original/file-20200505-83745-4zq1oz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=425&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Fuerte de San Felipe, uno de los bastiones defensivos de Cartagena de Indias y último refugio de las tropas españolas.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Martin St-Amant</span></span>
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<p>Cartagena era el principal centro comercial español, el puerto de salida de la Flota de Galeones de Tierra Firme, que, lastrados con lingotes de plata y con sus bodegas repletas de productos del <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Virreinato_de_Nueva_Granada">Virreinato de Nueva Granada</a>, incluyendo metales preciosos y gemas, tabaco, azúcar, cacao, maderas exóticas, café y quinina, zarpaban hacia Sevilla. </p>
<p>Un intento anterior de capturar la plaza en 1727 fue abortado sin disparar un tiro después de que 4 000 de los 4 750 hombres del vicealmirante Francis Hosier, un asombroso 84 % del grupo expedicionario británico, murieran de fiebre amarilla mientras navegaban por una costa plagada de mosquitos.</p>
<p>La expedición de 1741 dejaba en mantillas a la de Hosier. Un total de 29 000 soldados estaban preparados para invadir Cartagena, incluidos 3 500 infantes reclutados entre los colonos estadounidenses que <a href="https://www.penguinrandomhouse.com/books/576149/the-mosquito-by-timothy-c-winegard/9781524743413/">fueron descritos</a> como «todos los bandidos que albergaban las colonias». Vernon iba al frente de una escuadra impresionante: 204 navíos, 130 de ellos de carga y 74 de guerra, que en total iban equipados con unos 2 000 cañones. A bordo iban 16 000 marineros y artilleros, y el resto infantes de marina destinados a desembarcar e invadir la plaza. Embarcado en el buque insignia de Vernon, el <em>HMS Princess Caroline</em>, iba uno de los capitanes del Regimiento de Infantería de Virginia: Lawrence Washington.</p>
<p>La desproporción de fuerzas era flagrante: Cartagena disponía únicamente de seis navíos y de unos 3 000 hombres, incluidos 500 civiles y otros 500 indios chocoés. La mayoría de los defensores españoles eran unos soldados experimentados que habían estado acuartelados en Cartagena durante cinco años y estaban inmunizados frente a las enfermedades tropicales transmitidas por mosquitos.
Su jefe era un militar de primera, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Blas_de_Lezo">Blas de Lezo y Olavarrieta</a>, un veterano marino guipuzcoano.</p>
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<span class="caption">Blas de Lezo, por Antonio Navarro Menchón.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Antonio Navarro Menchón</span></span>
</figcaption>
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<p>Tuerto, cojo y manco a causa de diferentes heridas de guerra, lo que le valía el apodo de “Mediohombre”, acumulaba una larga experiencia en la Armada española antes de ser destinado en 1739 a Cartagena de Indias. Pero, sin ser consciente de ello, además de con sus menguadas tropas, Lezo iba a contar con un aliado inesperado: el escuadrón <em>Aedes</em>, la infinita tropa de mosquitos que transmiten, entre otras enfermedades, la fiebre amarilla, el dengue, la fiebre del Zika, la filariasis linfática y la dirofilariasis canina. Todo un regalo.</p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/340847/original/file-20200610-34701-1t2ks3r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/340847/original/file-20200610-34701-1t2ks3r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/340847/original/file-20200610-34701-1t2ks3r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=570&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/340847/original/file-20200610-34701-1t2ks3r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=570&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/340847/original/file-20200610-34701-1t2ks3r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=570&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/340847/original/file-20200610-34701-1t2ks3r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=717&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/340847/original/file-20200610-34701-1t2ks3r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=717&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/340847/original/file-20200610-34701-1t2ks3r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=717&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Medalla conmemorativa inglesa, que representa a Blas de Lezo con ambas piernas, arrodillado ante Vernon y entregándole su espada. La leyenda dice: ‘The pride of Spain humbled by Ad. Vernon’, es decir, ‘El orgullo de España humillado por el almirante Vernon’.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Medalla_Lezo_y_Vernon.jpg">Wikimedia Commons / Museo Naval de Madrid.</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Tres semanas después de llegar a Cartagena, Vernon logró su objetivo de entrar en la bahía e iniciar el asedio de la ciudad. Tan segura le parecía la victoria, que envió una misiva a Jorge II en la que afirmaba que para cuando recibiera la carta ya habría tomado la plaza, lo que desató el delirio en Londres. La Casa de la Moneda acuñó una medalla especial que nunca se puso en circulación. </p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/332801/original/file-20200505-83740-qo2e3z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C1280%2C852&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/332801/original/file-20200505-83740-qo2e3z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C1280%2C852&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/332801/original/file-20200505-83740-qo2e3z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/332801/original/file-20200505-83740-qo2e3z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/332801/original/file-20200505-83740-qo2e3z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/332801/original/file-20200505-83740-qo2e3z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/332801/original/file-20200505-83740-qo2e3z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/332801/original/file-20200505-83740-qo2e3z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">El mosquito Aedes aegypti, el temible transmisor de la malaria en tierras tropicales.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Aedes_aegypti.jpg">Muhammad Mahdi Karim</a>, <a class="license" href="http://artlibre.org/licence/lal/en">FAL</a></span>
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</figure>
<p>Los británicos tomaron el fortín de Santa Cruz y desde allí empezaron a cañonear la ciudad dando fuego de cobertura al desembarco de 9 000 infantes. A los pocos días del desembarco, los mosquitos habían matado a casi 3 500 soldados. Todos caían con los mismos síntomas. Al principio sufrían un ataque de <a href="https://www.cun.es/diccionario-medico/terminos/fiebre-hemoglobinurica">fiebre hemoglubinúrica</a> que los mataba en cinco días por insuficiencia renal; si el paciente sobrevivía le esperaba una agonía mayor, el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Fiebre_amarilla">vómito negro</a>, la última y más terrible manifestación de la fiebre amarilla. </p>
<p>Cuando terminó el asedio, los cirujanos navales británicos redactaron su informe: los mosquitos habían matado a 22 000 de los 29 000 hombres de Vernon, un asombroso 76 %. Muchos de los que escaparon a la fiebre amarilla cayeron víctimas de otras enfermedades mortales. Lawrence Washington contrajo la tuberculosis que le produjo la muerte diez años después. </p>
<p>Al cabo de un mes, antes de retirarse a Jamaica, Vernon, engañado por un ardid de los españoles, decidió realizar un ataque a la desesperada. Ordenó cercar San Felipe, el baluarte en el que se habían refugiado los españoles, y en la madrugada del 20 de abril lanzó el asalto general. Fue una masacre. </p>
<p>Abatidos por la fiebre amarilla, el vómito negro de la estación de las lluvias, el fuego español y las flechas indias, los muertos se acumulaban. Desde los navíos, la vista del campo de batalla era desoladora. Como escribió Smollett en su <a href="http://www.gutenberg.org/ebooks/27173">memoria sobre la expedición</a>: «[Las tropas] contemplaban los cuerpos desnudos de sus compañeros flotando arriba y abajo en el puerto, sirviendo de presas a cuervos y tiburones carroñeros que los despedazaban sin parar, y contribuían con su hedor a la gran mortandad». Cuando Vernon ordenó un nuevo ataque, estalló un motín que se saldó con cincuenta fusilados.</p>
<p>Finalmente, el vicealmirante dio su brazo a torcer y el 8 de mayo los navíos británicos empezaron a abandonar la bahía de Cartagena. Fue uno de los reveses más serios de la historia de la marina británica. Pese a su larga hoja de servicios en la Royal Navy, el fracaso de aquella “armada invencible” británica acabó con la carrera de Vernon. </p>
<p>El gran Edward “Old Grog” Vernon pasó al desván de la historia, pero su nombre ha quedado para siempre ligado a una hermosa mansión virginiana.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/129460/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel Peinado Lorca es responsable del Grupo Federal de Biodiversidad del PSOE.</span></em></p>Una imponente flota británica se lanzó en 1741 a la conquista de Cartagena de Indias, pero la empresa terminó en uno de los mayores desastres de la historia de la Royal Navy.Manuel Peinado Lorca, Catedrático de Universidad. Departamento de Ciencias de la Vida e Investigador del Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos, Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1315212020-02-26T20:51:27Z2020-02-26T20:51:27Z¿Por qué los mosquitos se ceban con nuestros tobillos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/317401/original/file-20200226-24701-6z4z1z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5696%2C3794&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/little-asian-girl-has-allergies-mosquitoes-1105211207">Shutterstock/MIA Studio</a></span></figcaption></figure><p>La capacidad de percibir la temperatura es un sentido fundamental para los insectos. Dicha <em>termorrecepción</em> está implicada en las preferencias ambientales, en evitar condiciones dañinas y, en el caso de los hematófagos, en <a href="https://jeb.biologists.org/content/11/2/120.short">reconocer y localizar</a> a víctimas potenciales. </p>
<p>La sensibilidad térmica reside en receptores moleculares situados en la membrana de células especializadas distribuidas por el cuerpo, especialmente <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/j.1460-9568.2009.06901.x">en las antenas</a> y en <a href="https://www.scopus.com/record/display.uri?eid=2-s2.0-0034997664&origin=inward&txGid=612b1fb0188f17465b51251e2c153762">el cerebro</a>.</p>
<p>Los insectos hematófagos detectan y se aproximan a objetos cuya temperatura corresponde aproximadamente a la de un <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2214574518302086">vertebrado de sangre caliente</a>. La búsqueda depende de la detección de señales emitidas como el dióxido de carbono (CO₂), los olores y el calor corporal. Los receptores para <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/30930038">detectar el CO₂ y los olores</a> de las víctimas se han encontrado en los mosquitos, pero hasta ahora el mecanismo de la localización térmica de sangre caliente <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/31247411">no se había localizado con precisión</a>.</p>
<p>En los últimos años, las investigaciones sobre el comportamiento de los mosquitos han determinado qué ayuda a los insectos a detectar señales químicas volátiles a distancia. Los factores que los mantienen en su vuelo de proximidad mientras se preparan para posarse sobre su víctima han sido muy difíciles de identificar. Un <a href="https://science.sciencemag.org/cgi/doi/10.1126/science.aay9847">artículo de investigación publicado recientemente</a> expone los fundamentos genéticos y moleculares que guían a los mosquitos durante su vuelo hacia su <em>cena</em>.</p>
<p>En libertad, las hembras de los mosquitos muestran una insaciable avidez de sangre, pero sus congéneres criados en laboratorio a veces se muestran inapetentes. Para estudiar su comportamiento y estimular su apetito, el grupo de investigadores que firma el artículo los mantuvo bajo iluminación artificial y, para imitar los estímulos que habrían encontrado al aire libre, utilizaron varias señales sensoriales: el calor de un disco de metal calentado, bocanadas de dióxido de carbono, y el <em>atractivo</em> aroma humano que emana de calcetines sin lavar.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/314533/original/file-20200210-109916-9izw4n.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/314533/original/file-20200210-109916-9izw4n.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/314533/original/file-20200210-109916-9izw4n.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/314533/original/file-20200210-109916-9izw4n.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/314533/original/file-20200210-109916-9izw4n.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=423&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/314533/original/file-20200210-109916-9izw4n.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=423&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/314533/original/file-20200210-109916-9izw4n.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=423&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Las antenas son la ‘nariz’ de los mosquitos. Les sirven para elegir a sus víctimas. Las sensilia son los receptores subcuticulares.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Montaje a partir de una foto de Alex Wild con dibujo modificado con esquema de Greppi et al. 2019.</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Los mosquitos criados en laboratorio respondían a esos estímulos. Los que no lo hacían eran miembros de poblaciones a los que se había modificado genéticamente para que dejaran de expresar un <em>termostato</em> molecular, el IR21a, situado en las antenas. Al bloquear el termostato, los mosquitos ven mermada su capacidad de detectar calor y son más remisos a buscar sangre humana.</p>
<p>No hay mayor reclamo para los mosquitos hembra que un cuerpo rebosante de sangre tibia. Pero, para que finalmente consigan encontrarlo, es necesario que encajen <a href="https://theconversation.com/por-que-me-eligen-los-mosquitos-120276">ciertas señales sensoriales estimuladoras</a>. En primer lugar, actúan las emanaciones de CO₂ procedentes de la respiración, que los estimulan para localizar objetivos situados hasta una distancia de unos cincuenta metros.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/314537/original/file-20200210-109922-7ii0zc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/314537/original/file-20200210-109922-7ii0zc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/314537/original/file-20200210-109922-7ii0zc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/314537/original/file-20200210-109922-7ii0zc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/314537/original/file-20200210-109922-7ii0zc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/314537/original/file-20200210-109922-7ii0zc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/314537/original/file-20200210-109922-7ii0zc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Las moscas de la fruta, <em>Drosophila melanogaster</em>, son los insectos más utilizados en investigaciones genéticas.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Foto de Sanjay Acharya</span></span>
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<p>Luego, si las emanaciones provienen de un grupo, los mosquitos eligen a las víctimas que les parecen más apetitosas. La discriminación tiene lugar según el olor corporal, relacionado con las colonias de microrganismos que convierten el sudor en ácidos orgánicos volátiles como el láctico. Una vez que se encuentran a un palmo de distancia de su presa, sus sensores térmicos de corto alcance y el olor corporal comienzan a funcionar, allanando el camino hacia el trozo de piel que se les antoje más sabroso.</p>
<p>Aunque en principio pueda parecer sorprendente, para descubrir la estrategia de detección térmica de los mosquitos los investigadores eligieron moscas de la fruta del género <em>Drosophila</em>. Como los mosquitos hematófagos <a href="https://books.google.es/books/about/Evolution_of_the_Insects.html?id=Ql6Jl6wKb88C&redir_esc=y">descienden de ancestros</a> que no se alimentan de sangre, los investigadores querían dilucidar si la aparición de la búsqueda de calor y la alimentación de sangre inducida por calor en los mosquitos implicó la generación de nuevos termorreceptores o la reutilización de otros preexistentes.</p>
<p>Por eso, aunque las moscas de la fruta están alejadas de los mosquitos por apetencias nutricionales drásticas y por unos 200 millones de años de evolución, ambos comparten mucha maquinaria molecular.</p>
<p>Los investigadores se centraron en el IR21a, un <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Receptor_ionotr%C3%B3pico">receptor</a> que ayuda a las moscas de la fruta a detectar y migrar hacia temperaturas más frías para evitar el sobrecalentamiento.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/317393/original/file-20200226-24672-ic2yf0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3000%2C1994&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/317393/original/file-20200226-24672-ic2yf0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/317393/original/file-20200226-24672-ic2yf0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/317393/original/file-20200226-24672-ic2yf0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/317393/original/file-20200226-24672-ic2yf0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/317393/original/file-20200226-24672-ic2yf0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/317393/original/file-20200226-24672-ic2yf0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Mosquito posado en un tobillo.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/macro-mosquito-on-human-ankle-107558315">PanicAttack / Shutterstock</a></span>
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<p>Cuando, utilizando <a href="http://www.sobreestoyaquello.com/search?q=tijeras">tecnología CRISPR</a>, los temibles mosquitos <em>Anopheles gambiae</em> fueron modificados genéticamente para anular el IR21a, dejaron de ser atraídos por microtermos de laboratorio calentados a 37 ⁰C , un objetivo irresistible para los mosquitos normales.</p>
<p>Los experimentos del equipo demuestran que IR21a funciona tanto en moscas de la fruta como en mosquitos con una diferencia fundamental. Ayuda a las primeras a evitar el calor, mientras que hace que los segundos naveguen hacia él. </p>
<p>Eso sugiere que los mosquitos reutilizaron un gen evolutivamente antiguo en un nuevo circuito celular al que le dieron una nueva función: en lugar de usarlo para la termorregulación, como hacen las moscas de la fruta, los usan como radares para detectar organismos de sangre caliente.</p>
<p>Los mosquitos sin IR21a mostraron menos interés en la sangre entibiada que se les suministraba en un platillo caliente unido a la parte superior de su jaula de malla, aunque esa era su principal fuente de alimento. Sin embargo, anular el IR21a no basta para desconcertar por completo a un mosquito hambriento.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/314549/original/file-20200210-109887-1f6i1dj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/314549/original/file-20200210-109887-1f6i1dj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/314549/original/file-20200210-109887-1f6i1dj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=413&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/314549/original/file-20200210-109887-1f6i1dj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=413&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/314549/original/file-20200210-109887-1f6i1dj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=413&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/314549/original/file-20200210-109887-1f6i1dj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=519&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/314549/original/file-20200210-109887-1f6i1dj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=519&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/314549/original/file-20200210-109887-1f6i1dj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=519&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Mosquitos de la malaria alimentándose de sangre caliente de vaca a través de una placa situada en el techo de una jaula.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Anna-Karin Landin/Stockholm University</span></span>
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</figure>
<p>Para estimular a los mosquitos sin IR21a, los investigadores inyectaron en la jaula aire enriquecido con dióxido de carbono y colocaron trozos de calcetines y medias sin lavar alrededor de los platillos. Los trozos procedentes de unos miembros del equipo demostraron ser atractivos más potentes que los de otros. </p>
<p>De ahí se deduce que el olor a ácido láctico emanado de los pies, diferente en cada individuo, realmente los atrae y explica que cuando uno se pone a tiro los mosquitos pierdan altura y vuelen directamente hacia los tobillos.</p>
<p>Pero, ¿por qué esa afición a buscar los tobillos? Porque actúan como <em>chimeneas</em> por las que suben las emanaciones volátiles de los pies, en cuya zona plantar se <a href="https://www.podoactiva.com/es/blog/sudor-en-los-pies-por-que-sudan-como-evitarlo">concentran 250 000 glándulas sudoríparas</a>, una cantidad que supera a la de cualquier otra parte accesible de nuestro cuerpo. </p>
<p>Otras zonas con gran concentración sudorípara son las palmas de las manos (las chimeneas serían los antebrazos) y la región frontal de la cara (en este caso por la emanación de las orejas), otros dos de los campos de aterrizaje preferidos por los mosquitos.</p>
<p>En cualquier caso, el experimento indica que los mosquitos son especialmente hábiles para encontrarnos. Con tantas señales sensoriales diferentes que los estimulan, intentar anular una sola vía nunca será suficiente para impedir esa habilidad forjada durante millones de años de evolución. </p>
<p>Aunque sea así, al identificar más señuelos que conducen a los mosquitos hasta los humanos, los investigadores avanzan en el camino de desarrollar repelentes más potentes, incluidos algunos que podrían alterar las habilidades de navegación de unos insectos que son vectores de enfermedades que cada año provocan <a href="https://apps.who.int/iris/handle/10665/111008">700 000 muertos</a> en todo el mundo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/131521/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel Peinado Lorca es responsable del Grupo Federal de Biodiversidad del PSOE.</span></em></p>Los mosquitos convirtieron un receptor que sus ancestros usaban para eludir altas temperaturas en una eficaz máquina molecular buscadora de calor, que funciona mejor con un estimulante olor a pies.Manuel Peinado Lorca, Catedrático de Universidad. Departamento de Ciencias de la Vida e Investigador del Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos, Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1294592020-01-15T17:40:55Z2020-01-15T17:40:55ZLos mosquitos acabaron con el sueño independentista escocés 300 años antes de Boris Johnson<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/310264/original/file-20200115-134820-xh7ei2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C1%2C1227%2C1495&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Mapa del Istmo de Darién (hoy Panamá) de 1699. </span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://en.wikipedia.org/wiki/File:New_Caledonia_in_Darien2.jpg">Wikimedia Commons</a></span></figcaption></figure><p>Espoleada por los excelentes resultados de los nacionalistas escoceses en las últimas elecciones generales del Reino Unido, la ministra principal de Escocia <a href="https://theconversation.com/why-nicola-sturgeon-is-pushing-so-hard-for-indyref2-now-127883">Nicola Sturgeon</a> anunció que el país reclamaría un nuevo referéndum de independencia en 2020. El primer ministro Boris Johnson ya ha dicho <a href="https://twitter.com/BorisJohnson/status/1217039173347168257">que puede olvidarse del tema</a>.</p>
<p>El Reino de Escocia fue un estado independiente hasta 1707, cuando los escoceses, después de sufrir un enorme desastre en los territorios españoles de Darién (hoy Panamá), se vieron obligados a firmar el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Acta_de_Uni%C3%B3n_(1707)">Acta de Unión</a> con Inglaterra. Así nació el hoy extinto <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Reino_de_Gran_Breta%C3%B1a">Reino de Gran Bretaña</a>. </p>
<p>Esta es la historia de una catástrofe política, comercial y financiera en la que un pequeño insecto alado jugó un importante papel.</p>
<p>Cinco naves zarparon el 14 de julio de 1698 desde el puerto de Leith (Escocia) con la intención de fundar una colonia en la bahía de Caledonia en Darién (Panamá). Iban encabezadas por el visionario <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/William_Paterson_(banker)">William Paterson</a>, animado por el éxito de los puritanos del <em>Mayflower</em>. El único problema era que el territorio estaba en manos españolas desde 1508, cuando la Corona resolvió colonizar el llamado Reino de Tierra Firme.</p>
<p>Las bodegas de las cinco naves iban cargadas de valiosos productos comerciales: pelucas, calcetines, mantas de lana, peines de nácar, biblias y veinticinco mil pares de zapatos de cuero. Incluso había una imprenta con la que los 1 200 colonos a bordo planeaban publicar las leyes, normas y contratos de una futura colonia. </p>
<p>Para dejar espacio a las costosas mercancías y a los cincuenta cañones destinados a proteger el fuerte que planeaban levantar, las raciones habituales para la alimentación y las semillas y aperos destinados a la agricultura se redujeron a la mitad.</p>
<p>La flamante <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Compa%C3%B1%C3%ADa_de_Escocia"><em>Company of Scotland Trading to Africa and the Indies</em></a>, creada adrede para esa aventura colonial, esperaba crear un centro comercial en Darién que uniría el istmo y los grandes océanos del mundo. Al mismo tiempo, aumentaría los ingresos de un reino tercamente independiente que acababa de luchar durante años contra los ingleses.</p>
<p>El plan fue muy popular en un país desesperado y logró atraer muchos inversores, desde miembros del Parlamento nacional hasta agricultores pobres. Se estima que entre un cuarto y la mitad de todo el dinero circulante en Escocia en ese momento navegó a favor de los alisios hacia Panamá.</p>
<figure class="align-left zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/310264/original/file-20200115-134820-xh7ei2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C1%2C1227%2C1495&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/310264/original/file-20200115-134820-xh7ei2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C1%2C1227%2C1495&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/310264/original/file-20200115-134820-xh7ei2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=733&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/310264/original/file-20200115-134820-xh7ei2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=733&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/310264/original/file-20200115-134820-xh7ei2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=733&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/310264/original/file-20200115-134820-xh7ei2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=922&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/310264/original/file-20200115-134820-xh7ei2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=922&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/310264/original/file-20200115-134820-xh7ei2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=922&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Mapa del Istmo de Darién (hoy Panamá) de 1699.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://en.wikipedia.org/wiki/File:New_Caledonia_in_Darien2.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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</figure>
<p>Los expedicionarios desembarcaron el 30 de octubre de 1698 en la bahía arenosa de Anachucuna, en el norte de Darién, muy cerca de la llamada Isla de Oro. Como habían hecho los peregrinos ingleses en la costa de Massachusetts, celebraron un “tratado de alianza y amistad” con un líder indígena y fundaron la colonia que denominaron Nueva Caledonia. </p>
<p>A primera vista, el lugar elegido parecía inmejorable: una bahía fácil de proteger, con abundante agua potable y capacidad para albergar “mil barcos”, en el corazón de América. Nueve meses después de su llegada, la gran mayoría de los habitantes de lo que estaba destinado a ser Nuevo Edimburgo estaban muertos.</p>
<h2>El asedio de la fiebre amarilla</h2>
<p>Según cuenta el historiador <a href="https://www.amazon.es/Mosquito-History-Deadliest-Predator-English-ebook/dp/B07QQLX11D/ref=tmm_kin_swatch_0?_encoding=UTF8&qid=&sr=">T.C. Winegard</a>, la expedición fue un desastre. </p>
<p>Enfermos de fiebre amarilla y de malaria, dos enfermedades propagadas por los feroces mosquitos que los asediaban a todas horas y para las que sus cuerpos no estaban inmunizados, los colonos comenzaron a morir a razón de una docena al día. En los diarios, cartas y relatos de los pioneros escoceses las palabras que se repiten son “mosquitos, náuseas, fiebre y muerte”. </p>
<p>Pese a las protestas de Patterson, en junio de 1699, después de haber resistido a duras penas los ataques de una fuerza española, y cuando ya habían muerto la mitad de los expedicionarios, los supervivientes –salvo aquellos demasiado débiles para moverse, que permanecieron en la orilla esperando la muerte– regresaron a los barcos y se replegaron a Jamaica antes de huir hacia el norte en dirección a casa. Aún así, siguieron muriendo en masa.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/310265/original/file-20200115-134784-1sdd00.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/310265/original/file-20200115-134784-1sdd00.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/310265/original/file-20200115-134784-1sdd00.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=1064&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/310265/original/file-20200115-134784-1sdd00.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=1064&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/310265/original/file-20200115-134784-1sdd00.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=1064&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/310265/original/file-20200115-134784-1sdd00.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1337&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/310265/original/file-20200115-134784-1sdd00.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1337&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/310265/original/file-20200115-134784-1sdd00.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1337&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">El banquero William Paterson.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://en.wikipedia.org/wiki/William_Paterson_(banker)">Wikimedia Commons</a></span>
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<p>El 24 de septiembre de 1699, pocos días antes de que el atribulado grupo de sobrevivientes llegara a Escocia, una segunda flota de cuatro barcos que transportaban 1 300 refuerzos escoceses, incluidas cien mujeres, había zarpado hacia Darién. Después de perder 160 personas durante el viaje, esta segunda ración de escoceses destinados a servir de comida a los mosquitos de Darién atracó exactamente un año después en el mismo sitio que sus predecesores. </p>
<p>La realidad se mostró ante sus ojos con toda crueldad: entre cadáveres descarnados por los zopilotes, de todas las pelucas, peines, zapatos y de toda la ambición con las que habían abandonado Escocia, solo quedaban los restos de una imprenta abandonada en una playa vacía.</p>
<p>En marzo de 1700, cuatro meses después de su llegada, la malaria y la fiebre amarilla mataban a los escoceses a un ritmo de cien por semana. Los que no morían de malaria, sucumbían a manos de las tropas españolas del fortín de Santa María la Antigua del Darién, el establecimiento fundado en 1510 a instancias de Vasco Núñez de Balboa. </p>
<p>A mediados de abril, los escoceses sobrevivientes se rindieron a los españoles. Como regalo de despedida, los mosquitos se embarcaron con ellos y continuaron devastando a los fugitivos, matando a otros 450 mientras cruzaban el Atlántico de vuelta a casa. De los 1 300 colonos que formaron el segundo intento de colonización de Darién, menos de cien regresaron a Escocia.</p>
<p>Los mosquitos de Darién habían triunfado contra unos europeos tan ilusionados como inexpertos. En total, de los 2 500 colonos escoceses que navegaron hacia Darién, los mosquitos mataron al 80 %. Con los muertos se esfumó hasta el último céntimo invertido en la empresa. Escocia estaba en bancarrota.</p>
<p>En la jungla salvaje de Panamá, los mosquitos se habían comido el tesoro escocés. Miles de escoceses perdieron sus ahorros, las revueltas inundaron las calles, las tasas de desempleo tocaron techo y el país se sumió en un caos financiero. </p>
<p>En ese momento, aunque Inglaterra y Escocia compartían un monarca, eran dos países independientes con parlamentos distintos. Inglaterra, más rica y más poblada, había estado acosando durante siglos a su vecino pobre del norte para anexionarlo. La abrumadora deuda generada por la desastrosa expedición doblegó a los escoceses, que acabaron por aceptar la oferta de unificación con Inglaterra.</p>
<p>El sueño independentista de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/William_Wallace">William Wallace</a> – popularizado por Mel Gibson en la película <em>Braveheart</em> – terminó cuatro siglos después de su muerte, cuando los mosquitos de Darién condujeron al nacimiento de Gran Bretaña.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/129459/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel Peinado Lorca es responsable del Grupo Federal de Biodiversidad del PSOE.</span></em></p>La ministra principal escocesa insiste en reclamará un nuevo referéndum de independencia en 2020. Escocia perdió su independencia hace trescientos años en el Panamá español.Manuel Peinado Lorca, Catedrático de Universidad. Departamento de Ciencias de la Vida e Investigador del Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos, Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1267752019-11-12T21:47:44Z2019-11-12T21:47:44ZEl dengue no es una enfermedad de transmisión sexual<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/301286/original/file-20191112-178520-lzr6ij.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4256%2C2828&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/mosquito-sits-on-womans-hand-sucks-1360282850?src=7663d01c-e3e0-4d24-8503-acb41b47fcf9-1-17">Shutterstock/sun ok</a></span></figcaption></figure><p>El dengue es una de las infecciones virales transmitida por mosquitos más comunes. Antes de 1970, solo nueve países habían sufrido epidemias graves de esta enfermedad. Hoy es endémica en más de cien países. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que el 40 % de la población mundial está en riesgo de contraer la enfermedad, y existen unos 390 millones de infecciones cada año. Por ese motivo es una de sus <a href="https://www.who.int/emergencies/ten-threats-to-global-health-in-2019">diez prioridades en materia de salud</a>.</p>
<p>En la mayoría de los casos la infección causa síntomas gripales (malestar general, fiebre alta, dolor de cabeza y una erupción en la cara que se extiende por el cuello, tórax y extremidades). En otros puede complicarse y convertirse en el llamado <em>dengue grave</em> o <em>hemorrágico</em>, con una mortalidad que alcanza el 20 %. No hay un tratamiento específico, pero si se diagnostica pronto y se proporciona asistencia médica adecuada, las tasas de mortalidad caen por debajo del 1 %.</p>
<p>El virus del dengue es un arbovirus, transmitido por artrópodos. El vector principal es el mosquito <em>Aedes aegypti</em>, que también transmite la fiebre amarilla y el zika. Algunas veces también <em>Aedes albopictus</em>, <a href="https://theconversation.com/chikunguna-como-la-globalizacion-extiende-nuevas-enfermedades-por-el-mundo-119293">el famoso mosquito tigre</a>. El virus se transmite a los seres humanos por la picadura de mosquitos hembra infectadas. Estas, que adquieren el virus tras ingerir la sangre de un enfermo, perpetúan la cadena conforme pican a otras personas.</p>
<p>Como no hay vacunas ni tratamiento específico, la mejor manera de controlar al dengue es controlar al mosquito. Siempre se ha dicho que el virus no se transmite de persona a persona, solo a través del insecto. ¿Es cierto que sin él no hay dengue?</p>
<h2>El último caso de dengue en Madrid</h2>
<p>El pasado mes de septiembre se diagnosticó un caso de dengue <a href="https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2019/11/07/5dc45f1f21efa079118b4599.html">a una persona en la Comunidad de Madrid</a>.</p>
<p>Desde hace muchos años, todos los casos detectados en España habían sido importados, es decir, en personas que habían adquirido la enfermedad en el extranjero. En 2018 se registraron ya los primeros casos de transmisión autóctona del virus en España: tres miembros de una misma familia de Murcia, otros dos en la misma región y un sexto en Cataluña. Este año ha habido otro caso en Barcelona. En todos ellos la vía de transmisión fue la picadura del mosquito tigre que desde hace años puebla ya la costa mediterránea. Mosquito que, a su vez, había adquirido el virus al picar a una persona infectada por dengue en el extranjero.</p>
<p>El último caso en Madrid ha sido distinto. No había viajado últimamente a ningún país endémico, tampoco había visitado recientemente la costa mediterránea donde puede estar el mosquito tigre. En la Comunidad de Madrid, de momento, no está asentado el mosquito. Además, se había descartado la presencia del mosquito en la residencia y en los lugares visitados por este paciente. </p>
<p>¿Cómo se ha podido entonces infectar?</p>
<p>La encuesta epidemiológica que se realiza en estos casos dice que su pareja sexual había viajado recientemente a Cuba y a la República Dominicana, países que en este momento viven un importante repunte de la enfermedad, y estaba infectado por dengue (un caso importado, por tanto).</p>
<p>Las pruebas genéticas demostraron que la cepa del virus encontrada en las muestras tomadas a estos dos pacientes era idéntica y coincidía con la que actualmente circula en Cuba. </p>
<p>Una explicación posible es que la persona se haya infectado por vía sexual. El dengue ha sido detectado en el semen y fluidos vaginales de personas infectadas, pero hasta ahora solo se había detectado un caso de transmisión sexual del dengue en Corea.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/301288/original/file-20191112-178516-19oh4pb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/301288/original/file-20191112-178516-19oh4pb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/301288/original/file-20191112-178516-19oh4pb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/301288/original/file-20191112-178516-19oh4pb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/301288/original/file-20191112-178516-19oh4pb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/301288/original/file-20191112-178516-19oh4pb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/301288/original/file-20191112-178516-19oh4pb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Virus del dengue.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/dengue-virus-engue-fever-acute-viral-339731096?src=5d250bbf-86b1-43b3-bc18-68fb26ff0546-1-6">Shutterstock/vitstudio</a></span>
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<p>Esta transmisión sexual de un arbovirus <a href="https://www.ijidonline.com/article/S1201-9712(18)34511-9/pdf">parece que no es un hecho aislado</a>. En el caso del zika, durante la epidemia de 2014, <a href="https://www.cdc.gov/zika/es/prevention/transmission-methods.html">ya se demostraron casos de transmisión sexual</a>. También se ha confirmado la transmisión sexual de virus de la fiebre hemorrágica Crimea-Congo y del virus del Nilo Occidental. Desde 2016 se han descrito en varios trabajos la presencia por técnicas moleculares del ARN de los virus del chikunguña, dengue y fiebre amarilla en muestras de semen, aunque es verdad que para demostrar que el virus se ha transmitido por vía sexual no basta con detectarlo en el semen.</p>
<p>¿Por qué no se ha detectado hasta ahora este tipo de transmisión sexual del virus? ¿Han dejado de ser arbovirus? ¿Podemos decir que el dengue es ahora una enfermedad de transmisión sexual?</p>
<p>Es muy probable que en países donde el dengue es endémico y hay muchos casos por transmisión por mosquitos, sea muy difícil detectar si ha habido transmisión sexual. En zonas, donde los casos de dengue autóctono son muy escasos y no hay mosquitos vectores del virus, es posible hacer un estudio epidemiológico que descarte la transmisión por mosquitos y demuestra este otro tipo de vía de contagio.</p>
<p>Los virus no cambian fácilmente la vía de contagio. Es importante distinguir entre un virus que se trasmite sexualmente (como el VIH, en el que el contacto sexual es una de las principales vías de transmisión, además de la sangre contaminada), de un virus sexualmente transmisible. Estos últimos son virus que en determinadas circunstancias puede ser transmisibles por vía sexual, pero que normalmente se extienden de forma mucho más eficaz por otra ruta. Los arbovirus se transmiten entre personas a través de los mosquitos. Si ocurre transmisión sexual, probablemente sea un evento muy poco frecuente.</p>
<p>Por eso, podemos seguir diciendo que la transmisión por mosquitos es la autopista por la que se extiende el dengue, mientras que la transmisión sexual es un atajo ocasional. Aunque la transmisión de arbovirus por vía sexual parece que es posible, el mosquito sigue siendo la principal y más importante ruta de contagio. La mejor forma de evitar la infección de dengue, zika y fiebre amarilla es prevenir las picaduras de mosquitos.</p>
<p>No obstante, todo hace pensar que hay que estar preparados para el efecto que la transmisión sexual de arbovirus pueda tener a nivel global.</p>
<hr>
<p><em><a href="https://microbioun.blogspot.com/2019/11/es-el-dengue-una-enfermedad-de.html">Una versión</a> de este artículo fue publicada en el blog del autor, microBIO.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/126775/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ignacio López-Goñi no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>No es lo mismo un virus de transmisión sexual
que un virus sexualmente transmisible, por mucho que esta enfermedad pueda transmitirse por otras vías.Ignacio López-Goñi, Catedrático de Microbiología, Universidad de NavarraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1217942019-08-13T20:02:21Z2019-08-13T20:02:21ZCómo los mosquitos cambiaron la historia de la humanidad<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/287906/original/file-20190813-9415-1xrkgs4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5184%2C3453&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/super-macro-dangerous-zica-virus-aedes-569801773?src=OXZOPS_gduoKAikxbxDkEA-1-6">Shutterstock/khlungcenter</a></span></figcaption></figure><p><a href="https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(12)60034-8/fulltext">Entre 1980 y 2010</a> la malaria acabó con la vida de entre 1 200 000 y 2 780 000 personas cada año, lo que supuso un aumento de casi el 25 % en tres décadas. Según el informe de la OMS <a href="https://www.who.int/malaria/publications/world-malaria-report-2017/en/">correspondiente a 2017</a>, la malaria mató a 435 000 personas (entre 219 millones de casos), de las cuales dos tercios eran menores de cinco años. </p>
<p>Esto significa que es muy posible que la malaria haya matado a más personas que cualquier otra enfermedad a lo largo de la historia. </p>
<p>El historiador Timothy C. Winegard <a href="https://www.penguinrandomhouse.com/books/576149/the-mosquito-by-timothy-c-winegard/9781524743413/">estima en su último libro</a>, <em>The Mosquito: A Human History of Our Deadliest Predator (El mosquito: una historia humana de nuestro depredador más mortífero</em>), que las hembras de los mosquitos <em>Anopheles</em> han enviado al otro mundo unos 52 000 millones de personas del total de 108 000 millones que han existido a lo largo de la historia de la Tierra.</p>
<p>En el transcurso de la historia el daño provocado por estos minúsculos insectos ha determinado el destino de imperios y naciones, paralizado actividades económicas y decidido el resultado de guerras decisivas. Por el camino, han matado a casi la mitad de la humanidad. </p>
<p>El linaje exterminador de los mosquitos, compuesto por unas tres mil especies, ha desempeñado un papel más importante en la configuración de nuestra historia que cualquier otro organismo del planeta.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/287799/original/file-20190813-9394-2304h4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/287799/original/file-20190813-9394-2304h4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/287799/original/file-20190813-9394-2304h4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=418&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/287799/original/file-20190813-9394-2304h4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=418&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/287799/original/file-20190813-9394-2304h4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=418&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/287799/original/file-20190813-9394-2304h4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=526&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/287799/original/file-20190813-9394-2304h4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=526&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/287799/original/file-20190813-9394-2304h4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=526&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">La malaria o paludismo se transmite entre los seres humanos a través de mosquitos hembras del género Anopheles, cuyas 465 especies formalmente reconocidas habitan prácticamente en todo el mundo. El de la fotografía, Anopheles gambiae, trasmite el plasmodio más peligroso, Plasmodium falciparum.</span>
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<p><a href="https://theconversation.com/florence-nightingale-la-dama-de-la-lampara-que-salvo-miles-de-vidas-con-una-grafica-109443">Florence Nightingale </a>llamó a las marismas pontinas, cercanas a Roma, «el valle de la sombra de la muerte». Es algo que los cartagineses y los primeros pueblos bárbaros que atacaron Roma ya habían comprobado por sí mismos.</p>
<p>El fin de la segunda Guerra Púnica terminó en las llanuras de Regia con un enfrentamiento entre el general cartaginés Aníbal Barca y el joven Publio Cornelio Escipión el Africano. Aníbal fue derrotado en la batalla de Zama (202 a. C.), que significó el final de un conflicto que había durado diecisiete años. </p>
<p>El declive cartaginés había comenzado mucho antes en las ciénagas pontinas, cuando los mosquitos de la malaria se cebaron con las tropas cartaginesas. El insecto ayudó a proteger a Roma de Aníbal y sus hordas, y proporcionó un trampolín para que sus habitantes dominaran el Mediterráneo.</p>
<p>Los visigodos, dirigidos por el rey Alarico, fueron los primeros bárbaros en atacar Roma. En 408, sus ejércitos sitiaron la ciudad, que tenía aproximadamente un millón de habitantes, en tres ocasiones distintas. En 410, asedió la ciudad por tercera y última vez. Una vez intramuros, sus tropas emprendieron tres días de pillaje, violaciones, destrucción y muerte. </p>
<p>Satisfechos con los estragos y el saqueo, los visigodos abandonaron la ciudad y se dirigieron al sur, dejando tras de sí un rastro de sangre y ruinas. Aunque tenía previsto regresar a Roma para arrasarla de una vez por todas, cuando terminó la campaña del sur las fuerzas de Alarico estaban diezmadas por la malaria. El poderoso rey, el primero en saquear Roma, murió de malaria en el otoño de 410. El mosquito había vuelto a salvar Roma.</p>
<p>Derrotado por una coalición de visigodos y romanos cerca del bosque de las Ardenas en junio de 451, Atila giró sus vociferantes hunos hacia el sur y comenzó una rápida invasión del norte de Italia. A su paso sembraba el pánico, la destrucción y la muerte. Como habían hecho los espartanos en las Termópilas, una pequeña fuerza romana logró detener a los hunos que avanzaban en las tierras pantanosas cercanas al río Po. Unas inesperadas legiones de mosquitos entraron rápidamente en la batalla y frenaron el avance huno. Una vez más, el general <em>Anopheles</em> salvó Roma.</p>
<p>Recordando una página del memorándum del ayudante militar de Aníbal, Atila mantuvo una audiencia con el Papa León I. A pesar de la leyenda de un piadoso papa cristiano que convence al bárbaro Atila para que abandone el asalto de Roma y se retire de Italia, los feroces hunos de Atila habían sido derrotados otra vez por los insectos. La respuesta de Atila a la súplica del Papa no fue más que una artimaña para salvar la cara. Lo más prudente era que el rey de los hunos regresara a la alta estepa más allá del Danubio, fría y seca, donde <em>Anopheles</em> no podía seguirle. </p>
<p>Aunque Atila no murió víctima de la malaria como Alejando Magno o Alarico, dos años más tarde, en el año 453, murió de complicaciones desencadenadas por el alcoholismo agudo. La división y las luchas internas surgieron rápidamente, y los hunos tribales abandonaron su frágil unidad y desaparecieron de la historia.</p>
<h2>El animal más mortífero de la historia</h2>
<p>El primero de agosto, la editorial estadounidense Ruston puso a la venta el libro de Winegard. Este ensayo muestra cómo los mosquitos han sido durante milenios la fuerza más poderosa para determinar el destino de la humanidad y condicionar el moderno orden mundial.</p>
<p>La historia de la protección de Roma por ejércitos de mosquitos es una más de las muchas que cuenta Winegard, que a lo largo de su ensayo presenta a estos insectos no solo como una molesta plaga, sino como una fuerza de la naturaleza que ha cambiado el resultado de acontecimientos significativos en la historia humana. </p>
<p>Desde la antigua Atenas hasta la Segunda Guerra Mundial, pasando por la Guerra de Independencia de Estados Unidos, la estrepitosa derrota de los ingleses frente a Blas de Lezo en el sitio de Cartagena de Indias y la creación de Gran Bretaña, Winegard destaca momentos clave en los que las enfermedades transmitidas por mosquitos causaron que ejércitos enteros se derrumbaran, que grandes líderes enfermaran o que las poblaciones fueran vulnerables a invasiones.</p>
<p>Un sobreviviente maya de las epidemias de malaria posteriores a Colón recordaba: «Grande era el hedor de la muerte. […] Todos estábamos así. ¡Nacimos para morir!». Los seres humanos vivieron y murieron a causa de enfermedades transmitidas por mosquitos durante miles de años sin comprender cómo les llegaba la parca.</p>
<p>El enemigo parecía, lo sigue pareciendo, insignificante.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/121794/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel Peinado Lorca es responsable del Grupo Federal de Biodiversidad del PSOE.</span></em></p>Cuando el primer homínido apareció sobre la faz de la Tierra, estos mortíferos insectos ya estaban ahí.Manuel Peinado Lorca, Catedrático de Universidad. Departamento de Ciencias de la Vida e Investigador del Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos, Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1202762019-07-23T20:25:59Z2019-07-23T20:25:59Z¿Por qué me eligen los mosquitos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/284993/original/file-20190719-116569-930ab4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5696%2C3794&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/little-asian-girl-has-allergies-mosquitoes-1105211207?src=OXZOPS_gduoKAikxbxDkEA-1-1&studio=1">Shutterstock/MIA Studio</a></span></figcaption></figure><p>Llega el verano, llegan los mosquitos. Nada arruina tanto una perfecta velada como su zumbido, que advierte de que su dueño anda en busca de comida caliente. Hay más de 3 000 especies de estos insectos en todo el mundo, suficientes como para estropearnos la noche estemos donde estemos.</p>
<p>No es cosa de broma. Estos minúsculos insectos se consideran los animales más mortíferos del mundo y contribuyen a más de <a href="https://www.smithsonianmag.com/smart-news/mosquitoes-kill-more-humans-human-murderers-do-180951272/">725 000 muertes al año</a>. No existen otras criaturas, ni siquiera nosotros, que sean responsables de la pérdida de tantas vidas humanas cada año como los mosquitos. Los humanos asesinan a unos 475 000 congéneres cada año. Las serpientes matan alrededor de 50 000, mientras que los perros (principalmente por transmisión de la rabia) se cobran otras 25 000 vidas. Algunos de los animales más temidos, como los tiburones y los lobos, matan a menos de diez.</p>
<p>En cuestión de mosquitos, tengo mala pata. Si se oye el zumbido de un mosquito en cualquier lugar donde me reúna con más gente, al cabo de un momento el animalito me elegirá como objetivo prioritario de su almuerzo. Eso me lleva a plantearme un par de cuestiones: ¿por qué zumban los mosquitos en los oídos? ¿Acaso no han aprendido que su molesto ronroneo va seguido inmediatamente de un intento -por lo general fallido- de acabar con él a manotazos? Y, sobre todo, ¿por qué me eligen a mí y no a mi compañero de mesa, que se me antoja más apetitoso?</p>
<h2>¿Por qué zumban los mosquitos?</h2>
<p>Los mosquitos no zumban para avisar a sus víctimas, sino para llamar la atención de otros compañeros dispuestos a aparearse. No pueden evitarlo. Lo único que sucede es que cuando dan vueltas alrededor de tu cabeza en busca de un lugar para aterrizar y picar, su zumbido suena más fuerte.</p>
<p>De lo que sí puede estar seguro es de que, aunque los dos sexos zumben, el que le ronda procede de una hembra. Los machos no pican: se alimentan de néctar. </p>
<p>Unos y otros se necesitan para lo de siempre: aparearse. El doctor Louis M. Roth, que dedicó su juventud a estudiar para el Ejército de Estados Unidos la fiebre amarilla transmitida por los mosquitos, <a href="https://www.researchgate.net/publication/35541718_Roth_L_M_A_study_of_mosquito_behavior_An_experimental_laboratory_study_of_the_sexual_behavior_of_Aedes_aegypti_Linnaeus_American_Midl_Nat">publicó en 1948 un artículo</a> en el que, entre otras muchas curiosidades sobre el mosquito <em>Aedes aegypti</em>, se dio cuenta de que los machos ignoraban a las hembras siempre que estas estaban descansando en silencio. </p>
<figure class="align-right ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/283828/original/file-20190712-173360-nxat3w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/283828/original/file-20190712-173360-nxat3w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=655&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/283828/original/file-20190712-173360-nxat3w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=655&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/283828/original/file-20190712-173360-nxat3w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=655&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/283828/original/file-20190712-173360-nxat3w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=823&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/283828/original/file-20190712-173360-nxat3w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=823&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/283828/original/file-20190712-173360-nxat3w.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=823&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">La parte del ala del mosquito que se muestra arriba es la que provoca el zumbido. La mitad en forma de peine, dibujada en azul, se raspa contra la parte amarilla cada vez que el mosquito agita sus alas. Modificada a partir de la publicación original de Shipley y Wilson.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Shipley y Wilson</span>, <span class="license">Author provided</span></span>
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</figure>
<p>Eso sí, en cuanto las chicas levantaban el vuelo y zumbaban, los machos las perseguían frenéticos. Los enjambres de cientos de machos estaban tranquilos hasta que una hembra penetraba en el enjambre. Tan pronto como la hembra es detectada por el sonido de su vuelo, los machos se apresuran a interceptarla guiados por el sonido. Roth, al que le sobraban imaginación y tiempo, descubrió que los fogosos machos querían aparearse con el magnetófono que emitía grabaciones con zumbidos de las hembras e incluso con diapasones que vibraban en la misma frecuencia.</p>
<p>En 2017, dos investigadores rusos ofrecieron <a href="https://jeb.biologists.org/content/220/21/3927">pruebas abrumadoras</a> sobre el papel excepcional que juega el sonido en la vida de los mosquitos, que se debe a un órgano <a href="https://jcs.biologists.org/content/s1-3/10/97">que descubrió hace más de siglo y medio</a> un médico de Baltimore, el doctor Dr. Christopher Johnston. Microscopio en mano, Johnston descubrió que tienen un órgano en su antena (conocido desde entonces con el poco original nombre de orgánulo de Johnston), que les permite reconocer el zumbido de otros mosquitos.</p>
<p>Johnston pasó a mejor vida sin dar con el mecanismo con el que los mosquitos producían el ruido. Entre otras cosas porque no lo buscó, convencido como estaba de que el truco residía en cambios en la vibración producidos por modificaciones del batido de las alas. Pasó medio siglo antes de que otros científicos descubrieran exactamente lo que provoca el zumbido. Los entomólogos británicos Arthur E. Shipley y Edwin Wilson <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/earth-and-environmental-science-transactions-of-royal-society-of-edinburgh/article/xviiion-a-possible-stridulating-organ-in-the-mosquito-anopheles-maculipennis-meig/EB851F6BB5771383356CD48A6542D004">describieron en 1905</a> un órgano dentado situado en la base de las alas que hace de carraca y provoca el sonido cuando las alas se mueven.</p>
<h2>¿Por qué siempre me toca a mí?</h2>
<p>Veamos por qué y cómo las hembras de mosquito seleccionan a sus víctimas. La clave está en el invisible <em>paisaje</em> químico del aire que nos rodea. </p>
<p>Los mosquitos interpretan ese paisaje mediante comportamientos especializados y órganos sensoriales capaces de leer los sutiles rastros químicos que exudan nuestros cuerpos. Los mosquitos dependen del dióxido de carbono para encontrar a sus huéspedes. Cuando expulsamos aire de nuestros pulmones el dióxido de carbono no se mezcla inmediatamente con el aire. Se queda temporalmente en efluvios que los mosquitos siguen como las ratas al flautista de Hamelín.</p>
<p>Los mosquitos perciben esos efluvios y, como hacen los sabuesos, persiguen el rastro a medida que perciben concentraciones más altas que las que contiene el aire ambiente normal. Usando el dióxido de carbono, los mosquitos pueden localizar objetivos situados hasta 50 metros de distancia. </p>
<p>Bien, ahora el mosquito que va a picarme ha localizado el grupo en el que yo, su víctima propiciatoria, me encuentro. Las cosas comienzan a personalizarse cuando el mosquito está aproximadamente a un metro del grupo de objetivos potenciales.</p>
<p>A corta distancia, los mosquitos tienen en cuenta una gran cantidad de factores que varían de persona a persona, incluyendo la temperatura de la piel, la presencia de vapor de agua y el color de la ropa. Los científicos creen que las variables más importantes en las que se basan los mosquitos a la hora de elegir a una persona determinada son los compuestos químicos producidos por <a href="https://www.smithsonianmag.com/science-nature/stop-mosquito-bites-silence-your-skins-bacteria-180955772/">colonias de microbios</a> que viven en nuestra piel. Las bacterias convierten las secreciones de nuestras glándulas sudoríparas en compuestos volátiles que son captadas por el sistema olfativo situado en las antenas de los mosquitos. Esos compuestos químicos son complejos e incluyen más de trescientos diferentes, que varían de persona a persona en función de su genética y del entorno.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/284994/original/file-20190719-116590-1reye04.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/284994/original/file-20190719-116590-1reye04.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=461&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/284994/original/file-20190719-116590-1reye04.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=461&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/284994/original/file-20190719-116590-1reye04.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=461&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/284994/original/file-20190719-116590-1reye04.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=579&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/284994/original/file-20190719-116590-1reye04.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=579&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/284994/original/file-20190719-116590-1reye04.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=579&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">‘Staphylococcus aureus’, una de las bacterias más comunes de nuestra piel.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://en.wikipedia.org/wiki/Staphylococcus_aureus#/media/File:Staphylococcus_aureus_VISA_2.jpg">Wikimedia</a></span>
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<p>Según un <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0028991">artículo publicado</a> en la revista científica <em>PLOS ONE</em>, las personas con una mayor diversidad de microbios en la piel tienden a tener menos picaduras de mosquitos que otras con menos diversidad microbiana en la epidermis. Las sutiles diferencias en la composición de los efluvios químicos producidos por las diferentes colonias de bacterias cutáneas pueden explicar las grandes diferencias en la cantidad de picaduras que recibe una persona.</p>
<p>Así que, como no podemos controlar los microbiomas de nuestra piel, poco podemos hacer salvo evitar vestirnos de negro, porque a los mosquitos les encanta ese color. Este verano me vestiré de amarillo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/120276/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel Peinado Lorca es responsable del Grupo Federal de Biodiversidad del PSOE.</span></em></p>Estos molestos insectos son capaces de arruinar más de una velada veraniega. Pero, ¿por qué parecen preferir a unas personas sobre otras?Manuel Peinado Lorca, Catedrático de Universidad. Departamento de Ciencias de la Vida. Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos, Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1062892018-12-06T16:49:35Z2018-12-06T16:49:35ZZika y embarazo: análisis de sangre prenatal podría predecir malformaciones fetales<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/243700/original/file-20181102-83651-1kkpn2x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Madres y familiares sosteniendo en brazos a bebés que nacieron con microcefalia, uno de los muchos problemas médicos graves causados por el síndrome congénito por el virus del Zika.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="http://www.apimages.com/metadata/Index/The-Week-That-Was-in-Latin-America-Photo-Gallery/85c344048add4b1093762419d8a22c69/80/0">AP Photo/Felipe Dana</a></span></figcaption></figure><p>El brote repentino y descontrolado del <a href="http://www.who.int/emergencies/zika-virus/es/">virus del Zika en 2016</a> aterrorizó a las mujeres embarazadas, especialmente a las que vivían en las regiones endémicas del Zika como Brasil. </p>
<p>Su temor estaba justificado debido a la relación entre la infección por el virus del Zika durante el embarazo y el hecho de nacer con la cabeza de un tamaño menor al normal, enfermedad conocida como microcefalia, así como otras malformaciones congénitas.</p>
<p>La ausencia de un diagnóstico prenatal temprano o de un tratamiento para las malformaciones congénitas dejó a miles de <a href="https://www.cdc.gov/pregnancy/zika/data/pregwomen-uscases.html">futuras madres</a> preocupadas por el bienestar de sus bebés. Otras mujeres decidieron interrumpir su embarazo para no correr el riesgo de tener un hijo con <a href="https://doi.org/10.1056/NEJMc1605389">anomalías congénitas</a>. </p>
<hr>
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<em>
<strong>
Read more:
<a href="https://theconversation.com/prenatal-blood-screening-may-predict-zika-virus-associated-fetal-defects-106133">Prenatal blood screening may predict Zika virus-associated fetal defects</a>
</strong>
</em>
</p>
<hr>
<p>En el <a href="http://uscmmi.com/jaejunglab/">laboratorio de Jae Jung</a>, de la Universidad del Sur de California, estamos investigando los mecanismos que subyacen en las terribles consecuencias de infecciones víricas transmitidas por mosquitos, como el Chikunguña y el Zika.</p>
<p>Cada enfermedad causa unos síntomas distintos. El virus del Chikunguña provoca dolor articular crónico y debilitante en adultos y síntomas neurológicos en niños, mientras que el virus del Zika provoca malformaciones en bebés. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/243523/original/file-20181101-83651-peb2ik.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/243523/original/file-20181101-83651-peb2ik.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/243523/original/file-20181101-83651-peb2ik.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/243523/original/file-20181101-83651-peb2ik.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/243523/original/file-20181101-83651-peb2ik.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/243523/original/file-20181101-83651-peb2ik.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/243523/original/file-20181101-83651-peb2ik.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">En un centro de atención temprana de Bonito, en Brasil, una niña acaricia a Jose Wesley Campos, que nació con microcefalia congénita causada por el Zika.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="http://www.apimages.com/metadata/Index/Brazil-Zika-Kids-Boy-in-Bucket/fe3a773313b04610b33f237ac677bf9a/5/0">AP Photo/Eraldo Peres</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>El Zika y el embarazo</h2>
<p>El Zika es el primer virus transmitido por un mosquito del que se sabe que provoca malformaciones congénitas. </p>
<p>El <em>Aedes aegypti</em>, una de las especies de mosquito más invasoras y extendidas, es el principal portador y transmisor del virus del Zika. Cuando las personas infectadas por el Zika están sanas y no están embarazadas, a menudo esta infección pasa desapercibida ya que los <a href="https://www.cdc.gov/zika/symptoms/symptoms.html">síntomas son leves</a> o insignificantes. </p>
<p>Sin embargo, la infección durante el primer y segundo trimestre de embarazo aumenta el riesgo de aborto espontáneo y de diversas anomalías fetales, como <a href="https://doi.org/10.1056/NEJMoa1602412">anomalías oculares, deterioro neurológico</a> y, en los casos más graves, <a href="http://doi.org/10.1056/NEJMp1605367">microcefalia</a>.</p>
<p>A partir del segundo trimestre, el personal sanitario intenta evaluar la salud de los bebés infectados con el Zika mediante ultrasonidos, pero es difícil averiguar a partir de esas imágenes si el bebé tiene anomalías del desarrollo. </p>
<p>Por otro lado, la resonancia magnética fetal toma imágenes de alta resolución del feto, pero esta técnica de imagen solo se puede utilizar en el segundo o tercer trimestre, cuando ya es más complicado interrumpir el embarazo. </p>
<p>Una prueba diagnóstica que pueda detectar anomalías al principio del embarazo podría aliviar el estrés de la madre y facilitar la toma de decisiones reproductivas rápidas.</p>
<h2>Desarrollar una nueva prueba diagnóstica</h2>
<p>Esta es nuestra tarea.</p>
<p><a href="https://doi.org/10.1172/jci.insight.124152">En nuestra investigación reciente</a>, analizamos muestras de sangre de 74 mujeres embarazadas: 30 infectadas por el Zika, 30 no infectadas y 14 de mujeres de Los Ángeles. Durante el brote del virus del Zika en Brasil circularon otros virus transmitidos por mosquitos, como el virus del Dengue o el virus del Chikunguña. </p>
<p>Por ese motivo, también decidimos tomar muestras de sangre de mujeres de Estados Unidos, donde estos virus no son endémicos. </p>
<p>El estudio intenta desarrollar nuevas pruebas diagnósticas prenatales para determinar si los bebés infectados por el Zika se encuentran en buen estado de salud. Fue dirigido por <a href="http://uscmmi.com/jaejunglab/principal-investigator">Jae Jung</a> en colaboración con <a href="https://portal.fiocruz.br/servico/laboratorio-de-doencas-febris-agudas">Patrícia Brasil</a>, del Instituto Nacional de Infectología Evandro Chagas de Brasil, y con <a href="https://www.uclahealth.org/karin-nielsen">Karin Nielsen-Saines</a> y <a href="https://www.mbi.ucla.edu/faculty/genhong-cheng/">Genhong Cheng</a> de la UCLA.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/243520/original/file-20181101-83654-4aioi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/243520/original/file-20181101-83654-4aioi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=469&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/243520/original/file-20181101-83654-4aioi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=469&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/243520/original/file-20181101-83654-4aioi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=469&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/243520/original/file-20181101-83654-4aioi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=590&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/243520/original/file-20181101-83654-4aioi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=590&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/243520/original/file-20181101-83654-4aioi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=590&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Un investigador del laboratorio de Jae Jung investiga las malformaciones cerebrales en muestras de tejido obtenidas de un paciente infectado por el Zika.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Weiqiang Chen</span></span>
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<p>Nuestros hallazgos revelaron una producción elevada de 16 biomarcadores proteicos específicos que están presentes en la sangre de las mujeres embarazadas que dieron a luz a bebés con retrasos del desarrollo y anomalías oculares. Estos biomarcadores son potencialmente útiles para predecir los resultados en embarazos afectados por el virus del Zika utilizando muestras de sangre de las futuras madres en cualquier etapa del embarazo.</p>
<p>Seguimos investigando para comprender cómo el Zika afecta al desarrollo del feto, así como para pensar en estrategias de tratamiento para bebés afectados por el virus y en formas de prevenir la infección por el Zika desde un principio. </p>
<p>El número de casos de Zika ha disminuido de forma drástica después de los graves brotes de 2016. Sin embargo, muchos bebés afectados por el Zika todavía sufren las graves consecuencias de la infección prenatal. </p>
<p>Debido a la abundancia generalizada de mosquitos <em>Aedes</em> y al hecho de que el virus del Zika no se ha erradicado, en cualquier momento puede haber nuevos brotes.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/106289/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Suan-Sin Foo no trabaja para ninguna compañía u organización que se beneficie de este artículo; tampoco consulta ni posee acciones ni recibe fondos por ese concepto; y no ha divulgado afiliaciones relevantes más allá de su posición académica.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Weiqiang Chen no trabaja para ninguna compañía u organización que se beneficie de este artículo; tampoco consulta ni posee acciones ni recibe fondos por ese concepto; y no ha divulgado afiliaciones relevantes más allá de su posición académica.</span></em></p>El zika aún no se puede curar, pero se han identificado factores en la sangre que indican malformaciones fetales congénitas por zika, lo que facilitará a las madres decidir si interrumpir el embarazo.Suan-Sin Foo, Postdoctoral scholar, University of Southern CaliforniaWeiqiang Chen, Postdoctoral scholar, University of Southern CaliforniaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.