Una persona atractiva es más carismática que una que no lo es, una persona carismática genera fascinación en los otros y es más fácil que le dejen asumir el rol de líder. Pero el carisma no asegura un buen liderazgo.
Las mujeres que logran romper el techo de cristal encuentran luego un acantilado invisible: tienden a ser contratadas como directivas por empresas en crisis, así que su posibilidad de fracaso es alto ya de entrada.