tag:theconversation.com,2011:/global/topics/11-f-99999/articles11-F – The Conversation2022-02-10T18:00:32Ztag:theconversation.com,2011:article/1751572022-02-10T18:00:32Z2022-02-10T18:00:32ZLos problemas actuales de las mujeres en la ciencia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/445384/original/file-20220209-17-ml3nq3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5659%2C3775&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/little-scientist-children-scientists-making-experiments-1159906795">Shutterstock / Shine Nucha</a></span></figcaption></figure><p>Seguramente, al leer este artículo habrá quien piense si de verdad es todavía necesario dedicar un día a la mujer y la niña en la ciencia. ¿Es que nuestras jóvenes no tienen la oportunidad de escoger la opción profesional que prefieran? De hecho, yo misma, cuando estudiaba la carrera de biología, pensaba que la batalla por la igualdad era algo totalmente superado y que mis oportunidades profesionales dependerían de mis capacidades, quizás también un poco de la suerte, pero en ningún caso de mi género. </p>
<p>Sin embargo, cuando me tocó enfrentarme al mundo laboral, me encontré con que la realidad no era tan simple. Me di cuenta de que las expectativas de la sociedad respecto a los hombres y las mujeres eran bastante diferentes. En ellos, la competitividad o el situar el trabajo en la zona más alta de su escala de valores eran cualidades a apreciar. En nosotras, esos mismos atributos se consideraban “defectos” o, en el mejor de los casos, cualidades poco femeninas. </p>
<p>No se nos decía explícitamente que no nos dedicáramos a profesiones que requirieran mucho tiempo y esfuerzo. Pero se esperaba de nosotras que nuestra dedicación a la familia siempre estuviera por encima de nuestras aspiraciones profesionales. Y si no lo hacías, es que algo fallaba en ti.</p>
<p>Han pasado ya varias décadas desde que yo era una estudiante universitaria. Sin embargo, mucho me temo que la situación que he expresado arriba no ha experimentado muchos cambios. Un <a href="https://www.ucjc.edu/en/2018/11/a-study-by-ucjc-warns-that-only-4-2-of-spanish-teenage-girls-aspire-to-work-in-science/">estudio de la Universidad Camilo José Cela</a> indica que, en España, solo un 16.3 por ciento de los adolescentes de 15 años prevé dedicarse profesionalmente a las áreas STEM (siglas en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). De ellos, solo el 4.2 por ciento son alumnas. </p>
<h2>¿A qué se debe la baja preferencia de las chicas por las carreras STEM?</h2>
<p>La respuesta fácil es que el género determina en parte los gustos y por eso las chicas no optan por las carreras científicas. Otra respuesta, un poco más incómoda, es que hay condicionamientos sociales que hacen que las mujeres pensemos que nuestra orientación profesional debe ir por otro lado. Esos condicionamientos pueden estar tan profundamente arraigados que lleguemos a pensar que estamos decidiendo libremente.</p>
<p>Una de las razones por las que las niñas y adolescentes pueden verse poco inclinadas hacia las carreras STEM es la falta de referentes femeninos. Como <a href="https://www.washingtonpost.com/news/speaking-of-science/wp/2018/03/20/only-3-in-10-children-asked-to-draw-a-scientist-drew-a-woman-but-thats-more-than-ever/">algunos estudios avalan</a>, cuando se les pide a niños de corta edad que dibujen un científico, lo más normal es que dibujen a un hombre. Y no es de extrañar, ya que, cuando uno busca en internet imágenes de científicos famosos, mayoritariamente aparecen hombres. </p>
<p>No solo es que haya grandes científicas del pasado cuyos logros han permanecido en el olvido durante años y años. Además, la élite de la ciencia actual sigue estando dominada por hombres. Y eso significa que las mujeres seguimos teniendo poco que decir en las decisiones científicas de alto nivel, como las áreas de investigación que deben ser priorizadas o el reparto de fondos destinados a cada una de ellas.</p>
<p>Esta falta de referentes es una de las razones por las que <a href="https://11defebrero.org/">iniciativas como las del 11F</a> son tan necesarias para visibilizar la labor de las mujeres científicas. No se trata de convencer a nadie de nada, pero sí de hacer ver que puede haber mujeres que se dedican a la ciencia y que triunfan en su profesión. Y que lo hacen siendo personas normales, con los mismos gustos, preocupaciones e inquietudes que el resto de los mortales. </p>
<p>¡Las científicas no somos bichos raros, ni éramos las chaladas de la clase en nuestros tiempos de estudiantes! </p>
<p>Algo que sí puedo asegurar es que disfrutamos mucho de nuestro trabajo. Aunque la ciencia es una actividad bastante exigente, también es muy generosa y devuelve cosas muy importantes. Entre ellas, la satisfacción de realizar un trabajo creativo en el que estás continuamente aprendiendo y, a veces, también rectificando. La ciencia bien entendida te obliga a ser humilde, porque lo que hoy das como una certeza quizás mañana tenga que ser corregido en base a nuevas evidencias. Y esa es una lección de vida muy importante.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/445463/original/file-20220209-25-1evf8ov.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/445463/original/file-20220209-25-1evf8ov.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/445463/original/file-20220209-25-1evf8ov.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=951&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/445463/original/file-20220209-25-1evf8ov.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=951&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/445463/original/file-20220209-25-1evf8ov.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=951&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/445463/original/file-20220209-25-1evf8ov.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1195&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/445463/original/file-20220209-25-1evf8ov.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1195&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/445463/original/file-20220209-25-1evf8ov.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1195&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Balance por género de los Premios Nobel de Química, Medicina o Fisiología y Física a lo largo de su historia realizado para la revista Nature.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.nature.com/articles/d41586-021-02782-2">Nature</a></span>
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<h2>El poder de los sesgos inconscientes</h2>
<p>Si miramos las estadísticas de los premios más prestigiosos del mundo, los premios Nobel, desde principios del siglo pasado hasta la actualidad, se observa que <a href="https://www.nature.com/articles/d41586-021-02782-2">el número de mujeres que los ha conseguido en las categorías científicas (Física, Química y Medicina) es una absoluta minoría que apenas llega al 3%</a>. De hecho, en el año 2021, ninguno de estos premios recayó en una mujer. </p>
<p>Una distribución como esa no puede ser producto del azar. Más bien indica que algo está fallando en la sociedad. </p>
<p>No es probable que la academia sueca tenga manía a las mujeres, pero es cierto que los méritos de hombres y mujeres no son juzgados de la misma forma. Hay un <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3478626/">estudio muy conocido</a>, realizado con un currículum inventado, que fue reproducido algo más de un centenar de veces y enviado a investigadoras e investigadores, con la intención de que fuera valorado para la obtención de un puesto de trabajo. </p>
<p>El resultado fue que, cuando en el currículum aparecía el nombre de un hombre, era sistemáticamente mejor valorado que cuando estaba firmado por una mujer. Y el sesgo fue el mismo cuando los evaluadores eran hombres o mujeres. O sea que nosotras caemos en los mismos errores que los hombres a la hora de juzgar nuestro trabajo. Lo cual no es extraño, puesto que hemos sido educados en la misma sociedad. </p>
<p>¿Cuándo comenzamos a menospreciar así nuestro trabajo? Pues parece que a edades muy tempranas. Nuevamente toca citar <a href="https://www.science.org/doi/full/10.1126/science.aah6524">otro estudio</a>, realizado con un número significativo de niñas y niños, en el que se muestra que, ya a la edad de seis años, las niñas creen que los miembros de su propio género son menos listas que los chicos y, cuando se les propone participar en una actividad para la que supuestamente se requiere ser inteligente, rehúsan participar en mucha mayor medida que ellos. </p>
<p>Sin embargo, cuando la propuesta es participar en algo para lo que se requiere mucha capacidad de trabajo, las niñas sí se ofrecen voluntarias. Esto es muy importante, porque aquello de lo que nos creemos capaces influye notablemente en nuestras aspiraciones. Si a los seis años nos creemos inferiores, nos va a costar mucho mostrar nuestros logros al crecer. Y acabaremos volviéndonos invisibles.</p>
<h2>¿Es que a las mujeres no nos gusta ser líderes?</h2>
<p>Si analizamos la distribución por género en los diferentes niveles de las escalas científicas, encontraremos una <a href="https://www.csic.es/sites/www.csic.es/files/anexo_evaluacion_iiipimh.pdf">distribución</a> que se repite en prácticamente todas las Universidades y Organismos Públicos de Investigación. Concretamente, mientras en las escalas inferiores los porcentajes de hombres y mujeres son similares, en los puestos de mayor nivel la proporción de hombres es claramente superior. Parece que las mujeres abandonamos más y también que nos conformamos con los puestos que requieren menos responsabilidad.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/445468/original/file-20220209-21-l5lxa8.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/445468/original/file-20220209-21-l5lxa8.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/445468/original/file-20220209-21-l5lxa8.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/445468/original/file-20220209-21-l5lxa8.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/445468/original/file-20220209-21-l5lxa8.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/445468/original/file-20220209-21-l5lxa8.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/445468/original/file-20220209-21-l5lxa8.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/445468/original/file-20220209-21-l5lxa8.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Porcentajes de género en los sucesivos estadios de las escalas científicas.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.csic.es/sites/www.csic.es/files/anexo_evaluacion_iiipimh.pdf">Gráfico elaborado a partir de datos de II Plan de Igualdad del CSIC / 2020</a>, <span class="license">Author provided</span></span>
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<p>Nuevamente tenemos que volver a los estereotipos y a las diferentes expectativas de la sociedad. En este caso respecto a un tema como es el del cuidado de los hijos y las personas dependientes. Se trata de tareas sumamente importantes que deberían ser puestas en valor para que todos, hombres y mujeres, estemos orgullosos de realizarlas. </p>
<p>Aún así, hay que reconocer que son tareas duras, que requieren tiempo y que pueden pasar factura profesional. Por eso es necesario que haya <a href="https://www.etuc.org/sites/default/files/A_TT_egalite_u_sexes_EN_1.pdf">medidas de conciliación</a> eficientes y que a estas medidas no solo accedan las mujeres. De ser así, cualquier persona con capacidad de contratar preferirá incorporar a hombres en sus plantillas.</p>
<h2>Unos consejos que a mí misma me cuesta cumplir</h2>
<p>Me gustaría finalizar todas estas reflexiones con unos cuantos consejos, sobre todo para las niñas. Unos consejos que todavía a mí misma me cuesta cumplir a veces:</p>
<ul>
<li><p>No esperéis a ser perfectas para mostrar de lo que sois capaces.</p></li>
<li><p>No os sintáis culpables si tenéis que delegar algunas tareas “de mujeres” en otras personas.</p></li>
<li><p>Y, sobre todo, ¡no abandonéis antes de intentarlo!</p></li>
</ul><img src="https://counter.theconversation.com/content/175157/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ester Lázaro Lázaro recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación a través del proyecto de investigación con referencia PID2020-113284GB-C22.</span></em></p>¿De verdad aún es necesario dedicar un día a la mujer y la niña en la ciencia? ¿Acaso las jóvenes no tienen la oportunidad de escoger la opción profesional que prefieran? Sí, pero las expectativas de la sociedad respecto a los hombres y las mujeres aún son distintas. Y las interiorizamos sin darnos cuenta.Ester Lázaro Lázaro, Investigadora Científica de los Organismos Públicos de Investigación. Especializada en evolución de virus, Centro de Astrobiología (INTA-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1549222021-02-11T08:03:45Z2021-02-11T08:03:45ZLa historia de June Almeida<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/383113/original/file-20210208-15-1fe09ra.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C1917%2C1077&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">June Almeida.</span> </figcaption></figure><figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/383110/original/file-20210208-19-1wpng4f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/383110/original/file-20210208-19-1wpng4f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/383110/original/file-20210208-19-1wpng4f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=830&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/383110/original/file-20210208-19-1wpng4f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=830&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/383110/original/file-20210208-19-1wpng4f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=830&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/383110/original/file-20210208-19-1wpng4f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1043&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/383110/original/file-20210208-19-1wpng4f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1043&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/383110/original/file-20210208-19-1wpng4f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1043&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Julia Lermontova (1847-1919)</span>
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<p>La rusa <a href="https://mujeresconciencia.com/2014/06/06/yulua-lermontova-la-pasion-por-la-quimica/">Julia Lermontova</a>, quien acabaría siendo la primera doctora en química de la historia, hubo de salir de Rusia para poder estudiar una carrera científica. Recaló en Berlín donde, a pesar de haber sido reconocida como una científica brillante, no se le permitió asistir a clase ni trabajar en los laboratorios por ser mujer. Estudió de forma privada y finalmente pudo defender su tesis doctoral.</p>
<p>A la palentina <a href="https://mujeresconciencia.com/2014/08/27/trinidad-arroyo-villaverde-1872-1959/">Trinidad Arroyo Villaverde</a> (1872-1959) el rector de Valladolid no le permitió matricularse para estudiar medicina en 1888, a pesar de estar permitido por ley. Tras recurrir su padre a los tribunales lo consiguió, y acabó doctorándose en Madrid en 1896.</p>
<figure class="align-left ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/383111/original/file-20210208-19-18inw4y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/383111/original/file-20210208-19-18inw4y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=857&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/383111/original/file-20210208-19-18inw4y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=857&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/383111/original/file-20210208-19-18inw4y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=857&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/383111/original/file-20210208-19-18inw4y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1077&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/383111/original/file-20210208-19-18inw4y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1077&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/383111/original/file-20210208-19-18inw4y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1077&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Lina Stern (1878-1968).</span>
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<p>La letona <a href="https://mujeresconciencia.com/2015/07/27/una-fisiologa-judia-en-el-pais-de-los-soviets/">Lina Stern</a> hubo de emigrar a Suiza para cursar estudios universitarios por su condición de judía. En 1939 entró en la Academia de Ciencias de la URSS; fue la primera mujer que lo consiguió. Gracias a su trabajo se salvaron miles de vidas de combatientes soviéticos en la II Guerra Mundial. Su origen judío no dejó de representar un gran obstáculo para ella; fue encarcelada durante tres años y torturada en varias ocasiones. Consiguió sobrevivir y, tras ser desterrada a Siberia, y, más adelante, volver a Moscú, prosiguió su actividad científica.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/383112/original/file-20210208-17-1ic370x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/383112/original/file-20210208-17-1ic370x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/383112/original/file-20210208-17-1ic370x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=616&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/383112/original/file-20210208-17-1ic370x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=616&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/383112/original/file-20210208-17-1ic370x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=616&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/383112/original/file-20210208-17-1ic370x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=775&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/383112/original/file-20210208-17-1ic370x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=775&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/383112/original/file-20210208-17-1ic370x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=775&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Elisa Zamfirescu (1887-1973).</span>
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<p>La rumana <a href="https://mujeresconciencia.com/2014/09/01/elisa-leonida-zamfirescu-la-primera-ingeniera-de-europa/">Elisa Leonida Zamfirescu</a> tuvo que salir de su país y desplazarse a Alemania para estudiar ingeniería. Consiguió, no sin dificultad, ser aceptada en la Universidad Técnica de Berlín. En 1912 se graduó con honores, siendo denominada por el decano como “la más diligente de los diligentes”. Ella fue una de las primeras mujeres ingenieras reconocidas de la historia.</p>
<p>June Almeida (1930-2007), la científica que protagoniza la historia plasmada en el vídeo que publicamos hoy, acabó haciendo contribuciones significativas al conocimiento científico, a pesar de las dificultades que hubo de superar.</p>
<p>Hemos escogido su biografía por razones que resultarán evidentes tras conocerla, pero Almeida, junto con Lermontova, Arroyo Villaverde, Stern, o Zamfirescu, son solo algunas de las mujeres que han destacado como científicas a pesar de los obstáculos a los que se enfrentaron y que superaron.</p>
<p>El vídeo que sigue a estas líneas es un homenaje a las mujeres citadas aquí y otras muchas –de cuyas vidas se puede tener conocimiento en <a href="https://mujeresconciencia.com/categoria/vidas-cientificas/">Vidas científicas</a> (en castellano) y en <a href="https://zientziakaiera.eus/saila/emakumeak-zientzian/">Emakumeak Zientzian</a> (en euskara)– que han realizado contribuciones relevantes al conocimiento científico de la Humanidad. Son, por esa razón, figuras inspiradoras para quienes consideran la posibilidad de dedicarse profesionalmente a la ciencia o, incluso, ya han iniciado ese camino. </p>
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<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/mFLPd_GcA0w?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
<figcaption><span class="caption"><em>La historia de June Almeida</em>, por
UPV/EHUko Kultura Zientifikoko Katedra - Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.</span></figcaption>
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<p>El acceso de las mujeres a una carrera científica es, entre nosotros, cada vez más equiparable al de los hombres (no así a las ingenierías), aunque todavía en muchos países las mujeres lo tienen más difícil. Pero aunque hay cada vez menos obstáculos para que las mujeres hagan una carrera profesional en ciencia, su progresión en el <em>cursus honorum</em> sigue estando limitada, como muestra <a href="https://ec.europa.eu/info/publications/she-figures-2018_en">la proporción entre hombres y mujeres en las posiciones de mayor responsabilidad y relevancia</a>.</p>
<p>Las trayectorias vitales reseñadas más arriba son ejemplos de especial desempeño y superación. Pero por muy ejemplares que sean los logros de esas y otras mujeres, de lo que se trata, precisamente, es de que una carrera científica no exija superar obstáculos de especial dificultad, sino que hombres y mujeres se encuentren con las mismas facilidades o dificultades en sus carreras profesionales. En otras palabras, se trata de que hombres y mujeres cuenten con los mismos derechos y oportunidades, de manera que ni unos ni otras deban experimentar su profesión como si de una travesía heroica se tratase.</p>
<p>Este vídeo sobre June Almeida es una aportación de la <a href="https://culturacientifica.com/catedra-de-cultura-cientifica/">Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU</a> a la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha que nos recuerda la importancia de que todas las personas tengan las mismas posibilidades de disfrutar del derecho a la ciencia, incluyendo el pleno acceso a su desempeño profesional en todos sus niveles.</p>
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<p><em>La versión original de este artículo se ha publicado en el blog Mujeres con ciencia de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU. El vídeo ha sido producido por K2000 y el guión y la dirección han corrido a cargo de Jose A. Pérez Ledo.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/154922/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Juan Ignacio Pérez Iglesias no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La científica que protagoniza la historia plasmada en el vídeo que publicamos hoy acabó haciendo contribuciones significativas al conocimiento científico, a pesar de las dificultades que hubo de superar.Juan Ignacio Pérez Iglesias, Catedrático de Fisiología, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1313342020-02-10T21:34:19Z2020-02-10T21:34:19ZMi fórmula para que las mujeres no abandonen la ciencia: trabajar 8 horas al día<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/314512/original/file-20200210-109930-17dns47.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3000%2C1994&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/photos/FaNUdWGJqBg">Unsplash/Science in HD</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>Hoy es 11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. En este día muchas (y algunos) transmitimos nuestras experiencias y reflexiones con la ilusión de que sirva para algo. En mi caso, voy a compartir mi teoría sobre cuál creo que sería la receta para paliar la inmensa brecha entre mujer y ciencia</p>
<p>He bautizado mi teoría como “el imprescindible 8 x 3”. Se basa en mi experiencia personal como docente, investigadora, directora de tesis, responsable de un grupo de investigación y, no menos importante, como madre.</p>
<p>Me saltaré la invisibilidad a la que se ha visto sometida la inmensa labor de la mujer en sus relevantes aportaciones científicas y en el desarrollo de patentes. No hablaré tampoco de que sin ellas no hubiera sido posible llegar a donde hemos llegado. No lo haré porque, afortunadamente hay excelentes libros <a href="https://theconversation.com/es/topics/mujeres-en-ciencia-65644">y artículos que lo ponen de relieve</a>.</p>
<h2>La pareja mujer y ciencia</h2>
<p>Voy a centrarme en los dos elementos de esta pareja sobre la que tanto empeño se ha puesto <a href="https://twitter.com/professor_dave/status/1226418270166753280">y se pone</a> en presentar como insoldable, tan incompatible como agua y aceite: mujer y ciencia. </p>
<p>Sobre la ciencia hay total consenso en que sin ella no hay desarrollo, <a href="https://theconversation.com/es/topics/ciencia-y-democracia-75551">progreso económico</a>, bienestar ni <a href="https://theconversation.com/ciencias-y-humanidades-las-dos-culturas-y-los-dos-idiotas-110338">cultura</a>. Solo las sociedades que interiorizan esta afirmación y no titubean en desarrollar la ciencia se benefician en todos los aspectos citados y avanzan hacia un mundo mejor.</p>
<p>Vayamos al segundo elemento del dúo: la mujer. La digitalización implica que un importante número de los puestos de trabajo del futuro requerirán de conocimientos en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (campos que se agrupan por sus siglas en inglés bajo el acrónimo de STEM). Estos serán los puestos de trabajo mejor pagados y de mayor prestigio profesional y social. </p>
<p>Aquí viene el problema: Como informa el <a href="https://observatorio.profuturo.education/brecha-de-genero-en-stem/">Observatorio ProFuturo</a>, en la actualidad solo alrededor del 20 % de los graduados en ingenierías son mujeres, porcentaje que baja hasta el 11 % si miramos los profesionales que ejercen en el mercado laboral. Diez años después de graduarse solo el 3 % de ellas continúa trabajando en ámbitos relacionados con las STEM.</p>
<p>El problema no es baladí. Si las mujeres son minoría en estas disciplinas, tendrán serias dificultades para incorporarse al mercado de trabajo del futuro en igualdad. Se agrandará la brecha de género, ya de por sí significativa, que existe en nuestro mercado de trabajo.</p>
<p>Para colmo, los puestos de trabajo con más papeletas de esfumarse a medida que se introduzcan las tecnologías en los procesos productivos y la economía son los que habitualmente ocupan mujeres. A saber: los trabajos típicamente administrativos y las tareas manuales y cognitivas repetitivas, que serán sustituidas por algoritmos. </p>
<p>Lo que viene a continuación es fácil de deducir. La digitalización afectará sobre todo a las tasas de empleo femeninas.</p>
<h2>Falta de referentes y autoestima</h2>
<p>¿Por qué ese bajo porcentaje de mujeres en las ingenierías? Una de las causas más evidentes es que no tienen referentes. Tampoco se contribuye a su autoestima. Sirva de ejemplo una frase terrible de Eduard Clarke, profesor de Harvard, que en su libro titulado <em>La oportunidad justa</em> intentaba disuadirlas de cursar estudios universitarios porque “existen casos, y yo los he presenciado, de mujeres que se gradúan en las escuelas universitarias y facultades con expedientes excelentes, pero con ovarios poco desarrollados. Más tarde se casan y resultan ser estériles”.</p>
<p>Estas dos causas explican la escasez de graduadas y de ingenieras en el mercado laboral. Pero sigue sin explicar por qué una década después de graduarse solo el 3 % continúa trabajando en ámbitos relacionados con las disciplinas STEM. </p>
<p>Una vez han entrado en el sistema, ¿qué las <em>escupe</em>?</p>
<p>Mi teoría de <em>el imprescindible 8 x 3</em> da una respuesta global. Creo que las mujeres tenemos sellada a sangre y fuego la racionalidad de que nuestro día ha de constar de 8 horas de descanso, 8 de trabajo y 8 personales de dedicación al hogar, familia, amistades, ocio y al enriquecimiento personal. Cuando no se nos permite este 8 x 3 todo se nos oscurece y no hay nada que compense.</p>
<p>En mi opinión, muchos siglos han habituado a los hombres a admitir el cobro en especies (como mayor prestigio social y ascensos), pero las mujeres no estamos por la labor.</p>
<h2>El imprescindible 8 x 3</h2>
<p>Esta conclusión la avalan mis experiencias tras más de 40 años dedicada a la ciencia. He comprobado cómo mis mejores alumnas de ingeniería dejaban sus trabajos y los cambiaban por otros que les permitieran ese 8 x 3. También cómo no superaban entrar a trabajar en un parque tecnológico o en una empresa, algunas con altos cargos de responsabilidad, que les exigían entrar a las 8 de la mañana sin hora de salida asegurada para ver a sus hijos (si los tenían) antes de ponerse el pijama.</p>
<p>Lo avalan también las estadísticas sobre la presencia de la mujer en los distintos ámbitos laborales. Esta se acerca al 50 % cuando el 8 x 3 es factible (enfermería, medicina y abogacía). Así lo asegura también mi propia experiencia.</p>
<p>Yo he podido asumir responsabilidades en investigación porque me he fabricado mi propio 8 x 3. En mi relación con investigadores a nivel internacional, mi nombre va unido a una estancia de mi casa. “La cocina de Inma” es la frase que más he oído. Sí, mi cocina. Porque tuve la gran idea (alucinante para los miembros de mi equipo de investigación) de dirigir las tesis en una mesa enorme que tenía en dicha habitación.</p>
<p>También he colaborado con relevantes investigadores internacionales desde la cocina. Por ella han pasado, entre otros, <a href="https://www.cle.unicamp.br/prof/carnielli/">Walter Carnielli</a>, <a href="http://web.math.unifi.it/users/mundici/">Daniele Mundici</a>, <a href="https://www.imperial.ac.uk/people/p.harrison">Peter Harrison</a> y <a href="https://www.irit.fr/%7ELuis.Farinas/">Luis Fariñas del Cerro</a>. Investigábamos mientras sonaba la olla exprés, mientras mis hijos realizaban sus tareas escolares. Parábamos para cenar todos juntos con mis hijos y, si bien la primera vez todos y cada uno de ellos se sorprendía, después todos lo comentaban como una experiencia increíble.</p>
<p>De no ser así, yo tampoco hubiera llegado a estar en el grupo minoritario de catedráticas de universidad. No me olvido de que he podido hacerlo porque mi área son las matemáticas. Si hubiera necesitado un laboratorio no hubiera sido posible.</p>
<p>Quien admita mi teoría será consciente de que el problema es difícil y requerirá mucha fuerza. Porque no parece que el poder económico esté por la labor de asumir, insisto, algo tan racional como que el trabajo solo debería ocupar 8 de nuestras 24 horas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/131334/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Inmaculada Pérez de Guzmán Molina ha recibido fondos de las administraciones Autonómicas y Nacional. </span></em></p>Es una idea racional y obvia, pero no parece que el poder económico esté dispuesto a aceptarlo.Inmaculada Pérez de Guzmán Molina, Catedrática de Matemática Aplicada. ETSI Informática, Universidad de MálagaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1315242020-02-10T21:32:37Z2020-02-10T21:32:37Z¿Por qué soy científica?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/314598/original/file-20200210-109930-vcuim.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3290%2C2198&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/photos/JeInkKlI2Po">Louis Reed / Unsplash</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><h2>María José Cocero / <em>Docencia e investigación unidas</em></h2>
<figure class="align-left zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/314576/original/file-20200210-109891-1r0g1p5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/314576/original/file-20200210-109891-1r0g1p5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/314576/original/file-20200210-109891-1r0g1p5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/314576/original/file-20200210-109891-1r0g1p5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/314576/original/file-20200210-109891-1r0g1p5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/314576/original/file-20200210-109891-1r0g1p5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/314576/original/file-20200210-109891-1r0g1p5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/314576/original/file-20200210-109891-1r0g1p5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Maria José Cocero. Universidad de Valladolid.</span>
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<p>Viví el cambio que se produjo con la entrada en vigor de la Ley de Reforma Universitaria, que me abrió la puerta de lo que podía ser la investigación como una vía de desarrollo personal de mis inquietudes. Lo que más me gusta de mi actividad profesional es estar rodeada de estudiantes, con su motivación e ilusión, que siempre tienen la misma edad. Me gusta seguirles en su actividad profesional y ver cómo llegan a desempeñar trabajos relevantes en empresas nacionales e internacionales, centros de investigación y universidades. No concibo que la actividad docente esté separada de la investigadora, pues la visión que te da la investigación permite dar una formación actualizada. </p>
<h2>Gloria Rodríguez / <em>El placer de aprender</em></h2>
<figure class="align-right ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/314577/original/file-20200210-109901-qubgey.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/314577/original/file-20200210-109901-qubgey.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=558&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/314577/original/file-20200210-109901-qubgey.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=558&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/314577/original/file-20200210-109901-qubgey.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=558&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/314577/original/file-20200210-109901-qubgey.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=701&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/314577/original/file-20200210-109901-qubgey.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=701&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/314577/original/file-20200210-109901-qubgey.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=701&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Gloria Rodríguez Donoso. Universidad de Castilla-La Mancha.</span>
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<p>Recuerdo el día en que estrenamos el laboratorio de química del nuevo colegio. Yo tendría 12 años y allí estaban las probetas, las pipetas, los tubos de ensayo y el matraz de Erlenmeyer. Aquel día solo dibujamos, pero creo que fue cuando decidí que iba a ser química. Siempre me gustó aprender y preguntarme cómo funcionaba todo lo que me rodeaba. Por eso cuando terminé la carrera y vi un anuncio para hacer el doctorado en un centro del CSIC no lo dudé. Allí me hablaron de la investigación, del estudio y de la experimentación, de viajar a otros laboratorios y, sobre todo, de aprender. Es cuando decidí que quería ser científica.</p>
<h2>Lucía Hipólito / <em>Gozar la ciencia</em></h2>
<figure class="align-left ">
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<span class="caption">Lucía Hipólito. Universitat de València.</span>
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<p>Ser científica es el mejor trabajo del mundo. En él cada día es diferente; evolucionas, aprendes, interaccionas con muchas personas de diferente procedencia y edad, trabajas en equipo, viajas, te emocionas con tus resultados y resuelves enigmas de la vida. También es un gozo que me hace sentir fenomenal. Mi ego se hincha cuando voy desgranando los porqués y cómos de la neurociencia. Cuando me acuesto y pienso en lo que he hecho a lo largo del día me siento bien. Esto no quiere decir que sea siempre maravilloso pero, ¿es que existe la perfección? Me gusta pensar que con la ciencia cada día estamos más cerca de ella.</p>
<h2>Carmen Agustín / <em>Disfrutar contando</em></h2>
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<span class="caption">Mari Carmen Agustín. Universitat de València.</span>
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<p>En mi familia casi nadie tenía estudios universitarios, tal vez por eso mi madre fomentó que yo estudiara. Elegí ciencias porque me parecía (y todo el mundo me lo decía así) que tenía más salidas laborales. Me decanté por biología porque fue la asignatura que se me dio mejor en COU. La neurociencia me eligió a mí: me presenté al examen cinco horas tarde y, al subir al despacho del profesor –que luego sería mi director de tesis– para comprobar que ya no había nada que hacer, me dijo que se había fijado en que lo hacía muy bien y que estaría encantado de que pidiese una beca. Yo tenía 21 años, y aunque no tenía muy claro qué posibilidades tendría, tanto la asignatura como la lectura de <em>Un antropólogo en Marte</em> me habían convencido. La <em>neuro</em> era lo mío. Hoy en día, a mis casi 40 años, sigo disfrutando, como profesora universitaria, no solo de trabajar en ciencia, sino también de contarla.</p>
<h2>María Luz Guenaga / <em>Humildad y curiosidad</em></h2>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/314581/original/file-20200210-109943-1f8zi5h.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/314581/original/file-20200210-109943-1f8zi5h.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/314581/original/file-20200210-109943-1f8zi5h.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/314581/original/file-20200210-109943-1f8zi5h.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/314581/original/file-20200210-109943-1f8zi5h.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/314581/original/file-20200210-109943-1f8zi5h.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/314581/original/file-20200210-109943-1f8zi5h.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Maria Luz Guenaga Gómez. Universidad de Deusto.</span>
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<p>Ser investigadora no es algo que tuviese planificado. Ha ido surgiendo en mi vida como una forma de trabajar, de hacer las cosas y de mirar el mundo. Para investigar ha sido necesario aprender de la experiencia, de los referentes que me rodean en el día a día y de los que he buscado y encontrado en mi camino. He aprendido que la actitud fundamental de la investigación es la humildad y la curiosidad. Humildad para aceptar todas las cosas que no sabemos y poner en duda aquellas que creemos saber. Curiosidad por querer saber, entender y aprender. La ciencia supone un reto constante que me estimula. También es importante trabajar con las emociones: la frustración porque el proceso es muy lento y el orgullo cuando las cosas avanzan. Soy científica porque me gusta despertarme para ir a trabajar y no saber lo que me espera.</p>
<h2>Delfina Roca / <em>Equipo, disciplina y esfuerzo</em></h2>
<figure class="align-right ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/314582/original/file-20200210-109891-u306x7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/314582/original/file-20200210-109891-u306x7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/314582/original/file-20200210-109891-u306x7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/314582/original/file-20200210-109891-u306x7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/314582/original/file-20200210-109891-u306x7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/314582/original/file-20200210-109891-u306x7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/314582/original/file-20200210-109891-u306x7.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Delfina Roca. Universidad de Murcia.</span>
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<p>Porque no hay mejor carrera para aplicar la creatividad. Soy curiosa por naturaleza y siempre me ha gustado afrontar los problemas e intentar solucionarlos. De eso trata la labor de investigación. Me encanta trabajar en equipo y tengo muy arraigados determinados valores necesarios para esta tarea, como la disciplina y el esfuerzo. Encuentro fascinante indagar para contribuir a que habitemos un mundo mejor. Creo firmemente que la ciudadanía será más libre y culta a medida que asimile y participe de los retos a los que la ciencia puede dar respuesta en la actualidad. Mi mayor vocación y satisfacción es incentivar a los demás, sobre todo cuando se trata de los más jóvenes. Me gusta motivarlos para que afronten desafíos de manera innovadora, así como dotarlos de herramientas para combatir la mediocridad, la demagogia, los estereotipos y las falsas creencias.</p>
<h2>Ana María Abril / <em>Pasión y duda</em></h2>
<figure class="align-left ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/314981/original/file-20200212-61974-5apu9g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/314981/original/file-20200212-61974-5apu9g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/314981/original/file-20200212-61974-5apu9g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/314981/original/file-20200212-61974-5apu9g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/314981/original/file-20200212-61974-5apu9g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/314981/original/file-20200212-61974-5apu9g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/314981/original/file-20200212-61974-5apu9g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Ana María Abril Gallego. Universidad de Jaén.</span>
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<p>La imagen de la investigación como generadora de una verdad única, irrefutable, incomprensible, lejana y sacrificada la aleja de los jóvenes y, sobre todo, de <em>las</em> jóvenes. Esta idea es la antítesis de la realidad. La investigación intenta generar modelos que expliquen el conocimiento que construyen grupos de personas, que dudan, pero que están unidas por la pasión por hacerse preguntas refutables. En la actualidad mi preocupación es dar a mis estudiantes una visión adecuada de la ciencia, porque cuando yo descubrí la naturaleza de la investigación científica fue cuando me apasionó. En ese momento nada me detuvo, ni siquiera escuchar que “estudiar biología no tiene salidas” o que “para qué vas a hacer la Tesis si después irás al paro”. Entender la ciencia como una actividad humana y abarcable fue mi gran motivación. No hay motivación mayor que apasionarte por intentar comprender lo que te rodea.</p>
<h2>Marta Macho-Stadler / <em>Investigar es compartir</em></h2>
<figure class="align-right ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/314585/original/file-20200210-109887-ivs6cg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/314585/original/file-20200210-109887-ivs6cg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/314585/original/file-20200210-109887-ivs6cg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/314585/original/file-20200210-109887-ivs6cg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/314585/original/file-20200210-109887-ivs6cg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/314585/original/file-20200210-109887-ivs6cg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/314585/original/file-20200210-109887-ivs6cg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Marta Macho-Stadler. Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea.</span>
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</figure>
<p>Investigar en matemáticas es un reto constante, un estímulo para seguir aprendiendo, una oportunidad para relacionar conceptos, una ocasión para avanzar en el conocimiento. Preguntarse sobre las posibles generalizaciones de un problema o intentar comprender un resultado desde otro punto de vista ayudan a descifrar los muchos matices que esconde cualquier enunciado matemático. No concibo la investigación sin colaboración. Investigar es compartir, aprender de las personas con las que trabajas, actuar siempre con la mente abierta y, por supuesto, con humildad. Como docente, entiendo que la investigación me ayuda a mejorar mi práctica en el aula, a razonar con mayor soltura, a completar mi cultura matemática y transmitir de esta manera las asignaturas que imparto con mayor perspectiva y rigor.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/131524/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>En el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, ocho investigadoras de diferentes ámbitos nos cuentan qué les enamora de su trabajo.María José Cocero, Catedrática de Ingeniería Química, Universidad de ValladolidAna M. Abril Gallego, Directora del Departamento de Didáctica de las Ciencias, Universidad de JaénDelfina Roca Marín, Profesora asociada de Divulgación y responsable de la Unidad de Cultura Científica, Universidad de MurciaGloria Patricia Rodríguez Donoso, Catedrática de Ciencia de los Materiales e Ingeniería Metalúrgica en la E.T.S. de Ingenieros Industriales, Universidad de Castilla-La ManchaLucía Hipólito Cubedo, Profesora en el área de Farmacia y Tecnología Farmacéutica, Universitat de ValènciaMaria Luz Guenaga Gómez, Profesora de Programación e Interacción y Multimedia en la Facultad de Ingeniería, Universidad de DeustoMari Carmen Agustín Pavón, Profesora en el departamento de Biología Celular, Biología Funcional y Antropología Física, Universitat de ValènciaMarta Macho-Stadler, Profesora de matemáticas, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1311752020-02-09T20:41:41Z2020-02-09T20:41:41ZLa divulgación científica se olvida de las más pequeñas: hemos demostrado que es un error<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/314323/original/file-20200209-27552-1x1qmm6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C6016%2C3998&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/photos/u0zTce7KNlY">Unsplas/Stephen Andrews</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>Hace décadas que las instituciones trabajan para promocionar las vocaciones científicas entre el alumnado preuniversitario. Sin embargo, resulta curioso que la etapa de Educación Infantil (hasta los 6 años) quede fuera de esos esfuerzos. Existen muy pocas prácticas educativas e iniciativas que consideren a la infancia como sujetos de sus estrategias de divulgación.</p>
<p>Las razones son múltiples. Para empezar, el imaginario colectivo ha ido perfilando paulatinamente una idea distorsionada y empobrecida de la infancia, construyendo una percepción puerilizada de la misma: “Las criaturas no entienden nada”. </p>
<p>Este pensamiento está reforzado por el hecho de que la infancia no posee, a estas edades, un dominio instrumental de la lectura, la escritura y el cálculo, lo que supone una dificultad añadida para aprender ciencia. Es un tema que se considera demasiado complejo para las capacidades de aprendizaje del alumnado de Infantil. Por tanto, se aconseja abordarla en etapas posteriores. </p>
<p>Quienes piensan así olvidan que la ciencia es también método, pensamiento crítico e incluso valores. También olvidan que la neurociencia nos muestra la enorme plasticidad que tiene el cerebro a estas edades; revela que, según la estimulación que ofrezcamos a niños y niñas, tendrán una red neuronal más o menos rica. Una persona de 4 años no necesita entender en toda su complejidad la Teoría de la Relatividad General, pero sí es capaz de asumir que la ciencia es capaz de cambiar radicalmente la manera de pensar.</p>
<p>Si es poco frecuente hallar iniciativas de divulgación científica en la infancia, es mucho más difícil encontrar prácticas en las aulas infantiles que divulguen el trabajo de científicas desde una perspectiva de género. </p>
<p>Con esta finalidad, en el grupo de investigación <a href="http://www.uco.es/incide/?fbclid=IwAR3_RRz38qCA7PDKPqdbvQRCM2Csww2j1bSezfQPPb4eEspc1OH5-SCLG00">Incide</a> de la Universidad de Córdoba diseñamos el proyecto <em>Infaciencia: de las niñas de hoy a las científicas de mañana</em>, que se desarrolla desde 2017. Con él pretendemos: </p>
<ol>
<li><p>Potenciar las vocaciones científicas de las niñas de 3 a 6 años. </p></li>
<li><p>Contribuir a crear una imagen de ciencia inclusiva desde la infancia. </p></li>
<li><p>Ofrecer referentes de mujeres científicas invisibilizadas y reflexionar sobre los obstáculos que debieron superar por su género.</p></li>
</ol>
<p>En estos dos años hemos trabajado con una decena de centros de Educación Infantil, Primaria y Educación Especial, públicos y concertados, de Córdoba y Sevilla. Hemos logrado acercar la ciencia a 513 escolares de 3 a 6 años, y de Educación Especial. El total de participantes, si sumamos padres, maestros y profesores es de 951. Casi un millar de personas de todas las edades, procedentes de colegios, centros de formación del profesorado y la propia universidad, empeñadas en demostrar que se puede contar la ciencia nada más entrar en la escuela.</p>
<p>Nuestro experimento divulgativo ha permitido al alumnado investigar por sí mismo la vida y obra de 15 científicas de campos profesionales que van desde la primatología a la arqueología, pasando por la biología y la química. Tras eso, expusieron sus resultados en el libro gigante <em>Las científicas con ojos de infancia</em>.</p>
<p>Lo más importante es que nos ha permitido poner a prueba metodologías activas de aprendizaje con las maestras y los estudiantes en formación. Hemos obtenido evidencias de que experimentar la ciencia con las criaturas <em>funciona</em>.</p>
<p>Como conclusión, podemos afirmar que los niños y niñas de 3 a 6 años pueden y deben explorar la ciencia. Para ello pueden aprovechar su natural curiosidad y su particular manera de situarse en el mundo, imaginar alternativas creativas y explorar nuevas maneras de conquistar saberes desconocidos. </p>
<p>Hacer indagaciones científicas desde Educación Infantil permite a los más pequeños situarse de manera diferente ante el conocimiento. También adquirir confianza, al comprender que la investigación es una actividad humana, contextual y colectiva. Por tanto, asumirán desde edades tempranas que han de situarse no solo como consumidores del saber, sino que tienen el reto de generar nuevos conocimientos. </p>
<p>En estas edades, que es cuando están definiendo su identidad, no se les puede usurpar el derecho a forjar una concepción de ciencia inclusiva que incorpore el talento femenino. Deben estudiar el valor de las mujeres que han tenido que sortear múltiples obstáculos para ocupar un espacio en la ciencia, tradicionalmente reservado para los hombres. Ofrecer modelos científicos femeninos permitirá seducir a las niñas, al identificarse con mujeres apasionantes que actuarán como modelos. Así les abriremos ventanas para soñar con nuevos horizontes profesionales alejados de normas sociales sexistas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/131175/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Rosario Mérida Serrano no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Hay quien piensa que los niños menores de 6 años son demasiado pequeños para entender la ciencia. No es cierto.Rosario Mérida Serrano, Catedrática de Didáctica y Organización Escolar, Universidad de CórdobaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1311742020-02-09T20:37:20Z2020-02-09T20:37:20ZDiez medidas para un laboratorio más violeta<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/313943/original/file-20200206-43084-14y9c8v.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C6000%2C3997&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><span class="source">Pexels/Marta Branco</span>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>Imaginemos un futuro para la ciencia en el que todos tengamos las mismas oportunidades para ingresar, contribuir y progresar sin prejuicios ni perjuicios; con independencia del género, raza, ideología y orientación sexual. El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia nos recuerda cada año que queda todavía un largo camino por recorrer para la igualdad efectiva en ciencia. </p>
<p>Así lo dejaba claro el último informe <a href="https://www.csic.es/sites/default/files/informe_mujeres_investigadoras_2019_0.pdf"><em>Mujeres Investigadoras 2019</em></a> de la comisión de mujer y ciencia del CSIC, y el de <a href="https://icono.fecyt.es/informes-y-publicaciones/cientificas-en-cifras"><em>Científicas en Cifras</em></a> del Ministerio de Ciencia e Innovación y de Universidades.</p>
<p>La solución no es simple y requiere de una reforma de las instituciones y en el sistema social y educativo. Como individuos no podemos cambiar eso, pero sí hacer nuestra parte y aplicar las <em>gafas de género</em> a nuestras actividades diarias de investigación.</p>
<p>Por ello, propongo un decálogo de medidas para unos laboratorios más inclusivos y diversos:</p>
<p><strong>1. Anuncios de trabajo neutros e inclusivos</strong></p>
<p>El uso de un lenguaje sesgado en las ofertas de trabajo <a href="http://gender-decoder.katmatfield.com/static/documents/Gaucher-Friesen-Kay-JPSP-Gendered-Wording-in-Job-ads.pdf">promueve la desigualdad de género</a>. Por ejemplo, el uso de calificativos asociados a lo masculino como “competitivo”, “dominar” y “líder”, tiende a desalentar a las mujeres, que sienten que <em>no pertenecen</em>. También lo hace la sobreconfianza en el lenguaje: “Candidatos excelentes”, “inteligentes”, “independientes”. </p>
<p>Existen herramientas para evaluar y corregir el lenguaje de las ofertas de trabajo. Por ejemplo, con alternativas como “sensible”, “capacidad de trabajo en grupo” y “persona colaborativa”. Es el objetivo de aplicaciones como <a href="https://textio.com/products/tone/">Textio</a> y <a href="http://gender-decoder.katmatfield.com">Gender-Decoder</a>.</p>
<p>Además de un lenguaje no agresivo y libre de estereotipos, es importante el contenido. <a href="https://www.bbva.com/en/an-inclusive-workplace-begins-with-the-wording-of-job-ads/">Existen reglas fáciles y simples en este sentido</a> como evitar requisitos innecesarios, escribir de manera clara y concisa, y dejar claro el propósito y los valores del grupo.</p>
<p><strong>2. Entrevistas de trabajo sin sesgo de género</strong></p>
<p>En cualquier proceso de selección, además del sesgo inconsciente, existen prejuicios conscientes, estereotipos y actitudes sexistas que están normalizados y que afectan a la contratación y promoción en detrimento de las mujeres. </p>
<p>Para que una entrevista de trabajo sea equilibrada requiere de preparación y conciencia. A nivel de instituciones <a href="https://www.eu-libra.eu/sites/default/files/article-files/libra_recruitment_guidelines_second_edition_0.pdf">se recomienda auditar los procesos de selección</a>. Lo ideal sería que la persona que entrevista esté formada en género para poder llevar a cabo un reclutamiento ciego, mediante una solicitud que no identifique el género para así minimizar el riesgo de sesgo en su contra.</p>
<p><strong>3. Escribir cartas de recomendación no sesgadas</strong> </p>
<p>Cuando una persona pide una carta de recomendación es porque cree que lo que tenemos que decir sobre ella la ayudará a conseguir ese trabajo o beca. Pero qué decimos y cómo lo decimos, muchas veces sin quererlo, puede suponer un perjuicio, ya sean hombres o mujeres los que recomiendan. </p>
<p>Antes de escribir <a href="https://csw.arizona.edu/sites/default/files/avoiding_gender_bias_in_letter_of_reference_writing.pdf">es útil echar mano de estas recomendaciones</a>. Si ya está escrita, aún hay tiempo de corregirla <a href="https://www.tomforth.co.uk/genderbias/">con esta calculadora de género</a>. El contenido es de nuevo importante: una forma de evitar el sesgo es centrarse en los logros, los hechos y su impacto, en lugar de abusar de los calificativos.</p>
<p><strong>4. Organizar las reuniones con paridad</strong></p>
<p>A qué hora agendamos las reuniones, dar la palabra de manera activa y rotativa y ser ecuánime en el trato y reconocimiento son actitudes que parecen obvias, pero que no siempre se aplican en los laboratorios. Poco a poco generan un ambiente desigual y de discriminación. </p>
<p>Si nos toca organizar una conferencia o reunión, utilicemos criterios de paridad en la selección de las personas ponentes y moderadoras. </p>
<p>Algo tan simple como no promover paneles exclusivamente de varones (<em>manels</em>) es un paso <a href="https://www.nature.com/articles/d41586-019-02658-6">indispensable</a> y cada vez más <a href="https://www.nature.com/articles/d41586-019-01022-y">frecuente</a>.</p>
<p>Frente al argumento de que “no hay científicas” son numerosas las iniciativas de bases de datos que buscan dar visibilidad a las investigadoras. Por ejemplo, <a href="https://500womenscientists.org/">500womenscientists</a>, la de <a href="https://cientificas.amit-es.org">AMIT</a> y la nuestra <a href="https://womeninmalaria.weebly.com">Women in Malaria</a>.</p>
<p><strong>5. Evitar sesgos requiere práctica</strong> </p>
<p>Todo el mundo tiene sesgos inconscientes. Es un tipo de estrategia mental que nos ayuda a anticiparnos y tomar decisiones según nuestra experiencia pasada. Estas decisiones automáticas no tienen por qué ser las adecuadas: en ellas tendemos a repetir patrones y a favorecer a personas similares a nosotros. </p>
<p>Como estamos en un sistema patriarcal, estos sesgos acaban por discriminar a las mujeres. La manera de evitarlo es ser consciente de ello y combatirlos de forma activa. Existen recursos aplicados a la ciencia, <a href="https://royalsociety.org/topics-policy/publications/2015/unconscious-bias/">como este de la Royal Society británica</a> que vale la pena revisar cada vez que tengamos que evaluar un currículo, un proyecto o formemos parte de un tribunal.</p>
<p><strong>6. La utilidad de las tutorías entre pares</strong></p>
<p>La tutoría entre pares (<em>peer-mentoring</em>) es una actividad que tiene como objetivo establecer una relación de apoyo y guía entre dos o más personas, que comparten conocimientos y experiencias que sirvan de aprendizaje mutuo. </p>
<p>Es muy efectiva entre personas que se encuentran en un mismo momento de su carrera profesional o pertenecen a un mismo colectivo discriminado o minoritario, escasos de referentes. <a href="https://blogs.biomedcentral.com/bmcblog/2017/05/18/peer-mentoring-circles-a-strategy-for-thriving-in-science/">El secreto del éxito de esta actividad</a> es la generación de empatía y también el sentir que la persona no está sola y que sus problemas son compartidos por otros y tienen solución.</p>
<p><strong>7. Formación en liderazgo</strong></p>
<p>Tener referentes de liderazgo femeninos es crítico en el desarrollo profesional futuro, tanto de hombres como de mujeres, y contribuye a una ciencia de mayor calidad <a href="https://dx.doi.org/10.1073/pnas.1700616114">según apuntan los estudios</a>.</p>
<p>Se puede contribuir a dar esa visión de la ciencia mediante formación específica del personal. También en las colaboraciones, mediante la creación de una red de contactos más diversa e inclusiva.</p>
<p><strong>8. Equidad en las responsabilidades, promociones y premios</strong> </p>
<p>Es importante asignar las responsabilidades y atribuir las tareas por igual. Por ejemplo, de manera rotativa.</p>
<p><strong>9. Tolerancia cero contra el acoso</strong></p>
<p>Debemos luchar contra el lenguaje sexista, los comportamientos machistas entre compañeros y los estereotipos de género en nuestro ambiente más cercano. Por supuesto, denunciar cualquier violencia contra las mujeres.</p>
<p><strong>10. Demostrar un compromiso con la diversidad y la inclusión</strong> </p>
<p>Es necesario promover y participar en actividades en favor de la igualdad, como este 11 de febrero y el 8 de marzo. También participar y apoyar la creación de grupos y comisiones de igualdad de los centros de investigación.</p>
<p>Habrá quien, al leer estas normas, piense que en su laboratorio y en su centro no existe discriminación ni barreras para las mujeres. Esa diferente percepción es muy común. Por ello conviene hacerse una serie de preguntas: ¿quién toma nota y lidera las reuniones? ¿Quién interviene más frecuentemente? ¿Quién se encarga del mantenimiento básico del laboratorio? ¿Son iguales los adjetivos que utilizamos para referirnos a un investigador que a una investigadora? </p>
<p>No es neutral quién asume cada rol, tampoco el lenguaje que utilizamos, ni el trato. La igualdad de género no solo está relacionada con el equilibrio numérico entre hombres y mujeres. También se deben generar las condiciones y el contexto para que cada persona pueda desarrollarse con libertad, con confianza y como iguales. </p>
<p>Ya seamos líderes de un grupo de investigación o parte de él, todos podemos hacer nuestra parte.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/131174/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Elena Gómez Díaz es co-creadora/coordinadora de "Mujeres en Malaria", coordinadora del grupo de igualdad del Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra del CSIC, y miembro de Ciencia Con Futuro, </span></em></p>El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia nos recuerda cada año que queda todavía un largo camino por recorrer para la igualdad efectiva en ciencia.Elena Gómez Díaz, Investigadora Ramon y Cajal. Líder de un grupo de investigación de epigenómica en malaria, Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra (IPBLN-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1114632019-02-10T21:48:50Z2019-02-10T21:48:50Z¿Igualdad de género en ciencia? Los números no nos dan la razón<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/258110/original/file-20190210-174857-beuq55.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C0%2C5167%2C2746&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/scientist-equipment-science-experiments-laboratory-glassware-450321097"> Joker1991 / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Aunque los números no me den la razón, siempre he sido optimista en relación al número de mujeres en STEM (acrónimo inglés que aglutina ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas). Las estadísticas indican que este <a href="http://www.pewresearch.org/fact-tank/2018/01/09/7-facts-about-the-stem-workforce/">alcanzó un máximo en los 90</a> (1991, según algunas fuentes) y no ha conseguido remontar desde entonces.</p>
<p>A pesar de las estadísticas, siempre he creído que ese número iba a aumentar rápidamente y que, en un plazo de tiempo corto, las mujeres estaríamos en igualdad con los hombres. Para sustentarlo me basaba en el hecho de que la ciencia y la tecnología están cada vez más presentes en más áreas de nuestras vidas. </p>
<p>Las mujeres estamos expuestas a la ciencia y la tecnología tanto como los hombres y, por tanto, cada vez nos resulta un campo más familiar. Ya no se trata de algo con lo que no tenemos contacto, sino de algo cercano y diario, que nos ayuda y facilita las cosas. No es un mundo ajeno, sino uno en el que estamos inmersas día a día. Ya empieza a haber muchos referentes femeninos en el ámbito de las ciencias. </p>
<p>Marie Curie y Ada Lovelace ya no son las únicas grandes figuras en este campo, y las niñas y jóvenes ya pueden aspirar a seguir los pasos de otras notables y conocidas científicas y tecnólogas. Mi creencia era que, aunque muy despacio, el número de mujeres en ciencia y tecnología estaba aumentando en una progresión lenta pero segura y que hombres y mujeres iban a estar, cada vez más, en igualdad numérica en las aulas, en los laboratorios, en las oficinas, en los congresos.</p>
<h2>Las consecuencias del #MeToo</h2>
<p>Sin embargo, hace poco empecé a oír que las mujeres en Wall Street <a href="https://www.bloomberg.com/news/articles/2018-12-03/a-wall-street-rule-for-the-metoo-era-avoid-women-at-all-cost">ya no eran invitadas a viajes de negocios</a>. No eran convocadas a reuniones. No se requería su presencia en cenas y comidas de trabajo. Era la devastadora consecuencia de #MeToo. La incorporación de la mujer no solo se había parado sino que había retrocedido y lo que, en principio, fue un movimiento que quería ayudarnos y empoderarnos, terminó siendo contraproducente y contribuyendo a que nuestra situación empeorara.</p>
<p>Parece que, cuando se trata de progresar en la incorporación de la mujer a ciertos ámbitos laborales y económicos, cualquier iniciativa termina explotándonos entre las manos y dejándonos peor que antes.</p>
<p>Frente a las inesperadas consecuencias de #MeToo en Wall Street, he empezado a preguntarme cómo este fenómeno pueden extenderse al campo de la ciencia. ¿Van nuestros colegas científicos y tecnólogos también a dejar de viajar, reunirse y trabajar con nosotras? </p>
<p>La pregunta sería graciosa, incluso ridícula, si las consecuencias no fueran tan importantes. ¿Podemos seguir permitiendo el lujo de perder o infrautilizar la mitad del talento disponible (el femenino)?</p>
<p>Dado que las iniciativas empleadas hasta ahora no parecen funcionar (como muestran las estadísticas) y que nuevas iniciativas como #MeToo también resultan fallidas, ¿qué se necesita para, de verdad y de manera sostenible, incrementar el número de mujeres de manera continuada?</p>
<p>Necesitamos empezar una nueva reflexión desde puntos de vista nuevos para poder tomar acciones distintas y tener cuidado con posibles alternativas que, aunque a primera vista resulten muy valientes y atractivas, pueden tener un efecto totalmente contrario al deseado inicialmente. Como sociedad, ¿qué vamos a hacer?</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/111463/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Teresa Ramos no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El número de investigadoras en campos STEM se ha estancado. Las iniciativas no están funcionado y es hora de nuevas aproximaciones.Teresa Ramos, directora de la Licenciatura en Gestión de Sistemas de Información, IE UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1110562019-02-10T21:48:10Z2019-02-10T21:48:10ZLuz Zalduegi, una veterinaria pionera que inspiró a la siguiente generación de científicas<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/258108/original/file-20190210-174851-1nxy6t9.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=1%2C0%2C997%2C666&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Luz Zalduegi Gabilondo durante sus estudios junto al que sería su marido, Leandro Carbonero.</span> </figcaption></figure><p>Nadie pone en duda la importancia que tienen los referentes para niñas y niños. En el caso de las jóvenes, tener un ambiente familiar favorable a que las mujeres estudien fue esencial para Luz Zalduegi Gabilondo en los años 30 del siglo pasado. Si, además, tu propia madre es una investigadora apasionada, es más fácil que la ciencia sea una opción de futuro: ese fue el caso de Pilar Carbonero Zalduegi, la hija de Luz.</p>
<h2>La veterinaria como vocación</h2>
<p>El 1 de junio de 1914 nacía en el municipio de Mallabia (Vizcaya) Luz Zalduegi Gabilondo. Era la hermana menor de Miguel Félix, Florencio y Pilar. Su padre, Félix, era secretario del ayuntamiento y su madre, Josefa, ama de casa. La familia envió a sus hijas e hijos a estudiar a Vitoria-Gasteiz. </p>
<p>En 1928, Miguel Félix fue a Madrid a cursar la carrera de veterinaria y le acompañó el resto de sus hermanos. Tras terminar el bachillerato, Luz decidió estudiar la misma carrera que su hermano mayor. Aunque su familia le pidió que lo pensara y cursara magisterio (como Florencio y Pilar), Luz insistió en que su vocación era la veterinaria. </p>
<p>Su decisión tenía mucho que ver con el trabajo del padre de sus amigas Paquita y María Roldán, quien administraba el matadero municipal de Madrid. Las tres niñas visitaban con frecuencia a Roldán en su trabajo y conversaban con los veterinarios, que les explicaban los pormenores de sus tareas. </p>
<p>A Luz no le gustaba todo lo que allí se hacía, pero le atrajo la labor realizada en los laboratorios del centro, en especial la producción de suero y vacunas y los análisis de alimentos. Así que, en el curso 1930-1931, inició sus estudios en la Escuela de Veterinaria de Madrid junto a su amiga María. Ambas formaban parte del reducido grupo de cuatro mujeres entre los casi doscientos estudiantes de primer curso de esa licenciatura. </p>
<p>El primer año se matriculó por libre a petición de su hermano: él realizaba el tercer curso de veterinaria y pensaba que Luz acabaría por dejar la carrera. Pero ella obtuvo unos excelentes resultados y en el curso 1931-1932 se matriculó oficialmente. En julio de 1935 finalizó su carrera con la calificación de sobresaliente. Fue la tercera mujer veterinaria de España tras María Cerrato Rodríguez (licenciada en Córdoba en 1925) y Justina González Morilla (licenciada en León en 1928), y la primera mujer vasca en obtener ese título.</p>
<h2>De vuelta a casa</h2>
<p>Luz aprobó las oposiciones para ser inspectora municipal en julio de 1936. Pero la Guerra Civil la obligó a regresar a Mallabia. Durante unos meses, hasta que Vizcaya cayó en manos de los franquistas, Luz se hizo cargo del control alimentario de los comedores sociales.</p>
<figure class="align-right ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/257996/original/file-20190208-174851-1x4ikzi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/257996/original/file-20190208-174851-1x4ikzi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=806&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/257996/original/file-20190208-174851-1x4ikzi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=806&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/257996/original/file-20190208-174851-1x4ikzi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=806&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/257996/original/file-20190208-174851-1x4ikzi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1013&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/257996/original/file-20190208-174851-1x4ikzi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1013&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/257996/original/file-20190208-174851-1x4ikzi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1013&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Algo más tarde consiguió una plaza de inspectora municipal en Bermeo. Allí puso en práctica sus conocimientos de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Bromatolog%C3%ADa">bromatología</a>, centrándose en el análisis de pescados y leche tanto en el puerto como en el mercado y en las fábricas de conservas. A finales de 1939 consiguió trabajo como inspectora en el Ayuntamiento de Eibar. Lo dejó poco tiempo después, en julio de 1940, para casarse con Leandro Carbonero Bravo, un compañero de estudios. </p>
<h2>De Vizcaya a Marruecos</h2>
<p>Tras finalizar la Guerra Civil, Luz y Leandro comenzaron a prepararse para acceder al cuerpo de veterinarios en el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Protectorado_espa%C3%B1ol_de_Marruecos">Protectorado de Marruecos</a>. Luz no pudo realizar las pruebas: aunque presentó la documentación y preparó el programa, el mismo día de la oposición, el jefe de los servicios la convocó. <a href="http://www.bilbao.eus/bld/bitstream/handle/123456789/30458/46.pdf?sequence=1">Le dijo</a>: </p>
<blockquote>
<p>Señorita, quiero hablar con usted. Como en la convocatoria no hemos hecho prohibición, no hemos hecho selección de sexos ni nada, usted tiene todo derecho a hacer las oposiciones. Ahora, yo me creo en el deber de advertirle a usted en lo que va a consistir el ejercicio de la profesión allí, en caso de que apruebe. </p>
</blockquote>
<p>Ante estas palabras de desánimo, Luz decidió retirarse. De hecho, en la siguiente convocatoria de estas oposiciones ser varón se impuso como una condición necesaria para examinarse.</p>
<p>Leandro sí pudo presentarse a esa oposición, la aprobó y el matrimonio se mudó a Marruecos. Allí vivieron cinco años, durante los cuales nacieron sus dos hijas mayores: María Rosa y Pilar (Luz y Luis Félix lo hicieron en España). Cuando su marido estaba ausente, Luz le sustituía y realizaba las inspecciones en el matadero y en el mercado. En ocasiones tenía que soportar comentarios despectivos por parte de algunas personas que desconocían que ella también era veterinaria. </p>
<p>En 1945 preparó las oposiciones al Colegio de Veterinarios de España y las aprobó. Este título le permitió trabajar en el Instituto de Biología Animal, donde investigó la fiebre aftosa del ganado (bovino, ovino, porcino y caprino), una enfermedad provocada por un virus y altamente contagiosa.</p>
<p>De ese Instituto pasó a la Dirección General de Servicios Agrícolas, donde dirigió el Departamento de Investigación y Educación. Desde 1955 hasta su jubilación trabajó en el Departamento de Estadísticas Agrarias del Ministerio de Agricultura. También fue presidenta del Consejo Superior Agrario entre 1982 y 1984.</p>
<p>Luz nunca perdió el contacto con el País Vasco. En 1995, el Colegio de Veterinarios de Guipúzcoa le rindió un merecido homenaje y, en junio de 2014, los ayuntamientos de Mallabia y Zaldibar agradecieron su labor como primera veterinaria del País Vasco.</p>
<h2>Una inspiración para su hija</h2>
<figure class="align-right ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/257030/original/file-20190204-193217-1sm37dr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/257030/original/file-20190204-193217-1sm37dr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=564&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/257030/original/file-20190204-193217-1sm37dr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=564&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/257030/original/file-20190204-193217-1sm37dr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=564&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/257030/original/file-20190204-193217-1sm37dr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=709&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/257030/original/file-20190204-193217-1sm37dr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=709&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/257030/original/file-20190204-193217-1sm37dr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=709&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Pilar Carbonero Zalduegui, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid e hija de la veterinaria Luz Zalduegui.</span>
</figcaption>
</figure>
<p>Pilar Carbonero Zalduegi es una de las hijas de Luz y Leandro. <a href="https://mujeresconciencia.com/2018/10/02/pilar-carbonero-impulsora-de-la-biotecnologia-vegetal-en-espana/">Su madre fue una inspiración para ella</a>. Pilar es una reconocida ingeniera agrónoma, impulsora de la biotecnología vegetal, precursora en la investigación sobre plantas transgénicas en España. </p>
<p>Como su madre, también ha sido una pionera. En 2003 se convirtió en la primera mujer en ingresar en la Real Academia de Ingeniería. Como Luz, Pilar ha optado por trabajar en un sector tradicionalmente masculino. Las dos son magníficos referentes para niñas, y también para niños, que deseen acercarse a la ciencia.</p>
<hr>
<p><em>Este artículo ha tenido como referencia principal el artículo</em> <a href="https://mujeresconciencia.com/2016/03/16/luz-zalduegi-veterinaria-con-conviccion-1914-2003/">Luz Zalduegi, veterinaria con convicción (1914-2003)</a> <em>escrito por Uxune Martinez Mazaga en el blog Mujeres con ciencia de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/111056/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Marta Macho-Stadler no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Esta investigadora vasca fue la tercera veterinaria de España. Gracias a su ejemplo, su hija siguió sus pasos.Marta Macho-Stadler, Profesora de matemáticas, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1112822019-02-10T21:47:29Z2019-02-10T21:47:29Z¿Por qué hay menos mujeres en carreras de ciencia?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/257813/original/file-20190207-174870-1jznk7x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C6016%2C4016&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/download/success?u=http%3A%2F%2Fdownload.shutterstock.com%2Fgatekeeper%2FW3siZSI6MTU0OTU5NTAyNCwiYyI6Il9waG90b19zZXNzaW9uX2lkIiwiZGMiOiJpZGxfMjk4MjY2NjUzIiwiayI6InBob3RvLzI5ODI2NjY1My9odWdlLmpwZyIsIm0iOjEsImQiOiJzaHV0dGVyc3RvY2stbWVkaWEifSwidHRzYlVNZ2pVd3c1QlJFWmZMUXhpVXpiWFNRIl0%2Fshutterstock_298266653.jpg&pi=33421636&m=298266653&src=UJOmJtgHp0NfFh2YOEwQPQ-1-4">Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p><a href="https://11defebrero.org/mujer-y-ciencia/situacion-actual/">Más del 50 % de los estudiantes universitarios son mujeres</a>, pero si centramos el análisis por estudios la balanza se desequilibra. Por un lado, las carreras de ciencias sociales y de la salud están feminizadas. Por otro, existe una escasa presencia de mujeres en áreas científicas como la física y las ingenierías.</p>
<p>Solo un 28 % del alumnado universitario que estudia carreras STEM (acrónimo inglés que aglutina ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) en España son mujeres. Esto implica que la falta de vocaciones en estas especialidades es más acusada entre las chicas. Solo un 16,3 % de los adolescentes españoles de 15 años contempla dedicarse a estas áreas cuando sean adultos. De este porcentaje, el 4,2 % corresponde a chicas; y el 12,1 % restante, a chicos.</p>
<p>Estos datos resultan aún más preocupantes si tenemos en cuenta que <a href="https://www.europapress.es/economia/laboral-00346/noticia-sector-tecnologico-creara-900000-nuevos-puestos-trabajo-antes-2020-20180103120651.html">el informe de la Comisión Europea</a> plantea que “se necesitarán un millón de perfiles tecnológicos para 2020”. Esta brecha de género que comienza ya en etapas muy tempranas será aún más profunda en relación con las oportunidades laborales que puedan tener las mujeres en las futuras profesiones en estos campos.</p>
<h2>¿Por qué sigue estando la ciencia masculinizada?</h2>
<p>Como medida ante estos alarmantes datos, <a href="http://www.congreso.es/wc/wc/audiovisualdetalledisponible?codSesion=21&codOrgano=320&fechaSesion=31/01/2019&mp4=mp4&idLegislaturaElegida=12">el Gobierno quiere aumentar su partida presupuestaria para fomentar las vocaciones científicas femeninas</a>, especialmente en en el área de las ingenierías. Pero el problema vocacional requiere de un análisis complejo desde una multitud de variables. </p>
<p><a href="http://science.sciencemag.org/content/355/6323/389">Un estudio publicado en el año 2017 en la revista <em>Science</em></a> sobre la percepción de las ciencias en niñas y niños de entre 4 y 6 años concluyó que a los 4 años no hay diferencias entre sexos. A los 5 años las niñas piensan que las ciencias son más difíciles. A los 6 años, que son más para los niños: comienzan entonces a abandonar la idea de que estas materias son para ellas. </p>
<p>Casi desde que nacemos se comienza a construir el estereotipo de género al vestir de azul o rosa, al jugar con camiones o muñecas. Estereotipo que se seguirá alimentando a lo largo de nuestra vida. La educación juega un papel imprescindible en su deconstrucción para que no influyan en las vocaciones científicas.</p>
<p>Una de las claves para los maestros consiste en plantearse cómo es la ciencia que se enseña en las aulas y cómo influyen sus prácticas de enseñanza en el fomento de vocaciones científicas.</p>
<h2>¿Podría usted decirme el nombre de tres científicas?</h2>
<p>La dominante imagen masculina de la ciencia que se refleja en el currículo de ciencias y en los libros de texto es otro de los factores claves.</p>
<p>La ausencia de mujeres referentes es un hecho abrumador. <a href="https://www.mecd.gob.es/dctm/revista-de-educacion/articulos363/re36312.pdf?documentId=0901e72b817fcfba">Estudios sobre la presencia de las mujeres en los manuales de la Enseñanza Secundaria Obligatoria</a> (ESO) en España muestran tan solo un 12 % de mujeres. </p>
<p>Esta presencia disminuye más aún a medida que aumenta el nivel del curso. Los estudios concluyen que este hecho supone una considerable falta de rigor en los contenidos académicos. Por otro lado, perpetúa desigualdades. </p>
<p>La falta de modelos científicos femeninos en los libros de texto constituye un elemento de exclusión activa para la identificación de las mujeres con la ciencia. Las niñas y los niños necesitan de referentes femeninos como modelos en los que apoyarse en sus vocaciones científicas.</p>
<p>Pero esto no sólo ocurre en los libros de texto. <a href="http://revistas.ucm.es/index.php/ESMP/article/view/42161">Un estudio de la Universidad Complutense de Madrid</a> concluye que apenas un 12 % de citas científicas en internet son de mujeres investigadoras. Frente a esto, el 88 % de las citas son masculinas. Según este trabajo, las publicaciones de las investigadoras continúan siendo prácticamente invisibles en la red.</p>
<p>Junto a estas variables es necesario profundizar en cómo el techo de cristal limita a las investigadoras. Requisitos como un salario digno, igualdad de oportunidades en la carrera profesional y corresponsabilidad entre la vida familiar y laboral son fundamentales. Sin ellos, las inversiones que se hagan para el aumento de las vocaciones, tanto a nivel político como educativo, no servirán de nada si estas carreras están llenas de obstáculos, a veces insalvables, por el hecho de ser mujer.</p>
<h2>¿Pero realmente hacen más ciencia los hombres?</h2>
<p>Las mujeres han producido conocimiento científico desde siempre, aunque carezcan de visibilidad y se niegue socialmente. A lo largo de la historia, el conocimiento no solo se ha producido en espacios legítimos como instituciones oficiales y revistas científicas. </p>
<p>Si nos centramos en aquellos lugares de socialización donde se producía ciencia, encontraremos también a las mujeres. Por ejemplo, en las casas de la aristocracia inglesa donde estaban los laboratorios del siglo XVI y XVII, lugares de la corte y salones de la época moderna. </p>
<p>Las mujeres han producido conocimiento científico como esposas, hermanas de científicos y mecenas, como la gran <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Cristina_de_Suecia">Cristina de Suecia</a>, aunque su mérito se haya considerado irrelevante. </p>
<p>Incluso si nos centramos en aquellos espacios domésticos dominados por las mujeres, también se producían saberes que no eran valorados, <a href="http://www.bdigital.unal.edu.co/50562/1/cienciaygenero.pdf">como por ejemplo la obstetricia y la botánica</a>. Estos conocimientos y espacios deberían estar reconocidos e incorporados como otras formas de hacer ciencia que han contribuido al desarrollo humano. </p>
<p>Reconocer y comprender cómo funciona la equidad entre los seres humanos, entre hombres y mujeres, abre el camino hacia el planteamiento de propuestas que de verdad sean eficaces. Las inversiones serán más fructíferas si se hacen con cabeza, entendiendo la complejidad del tema, y no como proyectos aislados y puntuales. Ayudan, pero no solucionan.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/111282/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Carmen Solís Espallargas no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Las vocaciones quedan marcadas a una edad muy temprana. Los estereotipos de género juegan en contra de las futuras investigadoras.Carmen Solís Espallargas, Profesora de Didáctica de las Ciencias Experimentales, Universidad de SevillaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1114132019-02-10T21:44:20Z2019-02-10T21:44:20ZLas científicas siempre han estado ahí, pero eran invisibles… hasta ahora<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/257917/original/file-20190208-174873-1wvet6q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=1%2C0%2C1035%2C1146&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Mujer enseñando geometría. Ilustración en los inicios de la traducción medieval de los principios de Euclides, (c. 1310). Atribuido a Meliacin Master.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Mujeres_en_la_ciencia#/media/File:Woman_teaching_geometry.jpg">Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><blockquote>
<blockquote>
<p>“Soy más que nunca la novia de la ciencia. La religión para mí es ciencia y la ciencia es religión”</p>
</blockquote>
<p>Ada Lovelace (1815-1852)</p>
<blockquote>
<p>“Hay que creer que las mujeres son lo mismo que los hombres, ¿no estás convencido de que las hijas también pueden ser heroínas?”</p>
</blockquote>
<p>Wang Zhenyi (1768-1797)</p>
</blockquote>
<p>En 2015 la Asamblea General de las Naciones Unidas <a href="https://undocs.org/es/A/RES/70/212">proclamó el 11 de febrero como el <em>Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia</em></a>. Conmemoramos la obtención de la equidad e igualdad de género en las ciencias, y el reconocimiento de las mujeres científicas que durante siglos han sido invisibilizadas del mundo académico por su condición sexual.</p>
<p>Esta invisibilización dio lugar a que los ilustres científicos varones tomaran el protagonismo, amparados en un discurso hegemónico arcaico fundamentado en las ideas aristotélicas de evidente cariz patriarcal. Así, se consideraba a las mujeres “incapacitadas” para poder pensar o mostrar interés en “asuntos del conocimiento”.</p>
<p>Pero lo cierto es que, pese a que la historia y la ciencia han sido identificadas como ámbitos puramente masculinos, las mujeres han estado siempre presentes en el desarrollo científico.</p>
<h2>El origen del baño María</h2>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/258101/original/file-20190210-174851-zp1w4q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/258101/original/file-20190210-174851-zp1w4q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/258101/original/file-20190210-174851-zp1w4q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=469&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/258101/original/file-20190210-174851-zp1w4q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=469&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/258101/original/file-20190210-174851-zp1w4q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=469&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/258101/original/file-20190210-174851-zp1w4q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=590&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/258101/original/file-20190210-174851-zp1w4q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=590&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/258101/original/file-20190210-174851-zp1w4q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=590&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">María la Hebrea.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="http://www.alchemywebsite.com/prints_series_maier_symbola.html">Adam McLean's Gallery of alchemical images</a></span>
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<p>Existen ejemplos desde la Edad Antigua, con mujeres como <a href="https://mujeresconciencia.com/2016/10/14/la-alquimista-maria-la-judia-siglo-ii/">María la Hebrea</a>. Considerada la primera mujer alquimista, vivió durante los siglos I y II en Alejandría, y a ella se atribuye la famosa técnica de calentar un recipiente mediante el vapor de agua, que hoy conocemos como “al baño María”. </p>
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<span class="caption">Hipatia en un detalle de ‘La escuela de Atenas’, Rafael Sanzio (1509-1510).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://es.wikipedia.org/wiki/La_escuela_de_Atenas#/media/File:La_scuola_di_Atene.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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<p>También destaca otra mujer célebre del siglo IV, quien se ha convertido en el símbolo de la mujer científica: <a href="https://mujeresconciencia.com/2015/06/15/hipatia/">Hipatia</a>. Antes de su violenta muerte a manos de un grupo de cristianos, escribió más de cuarenta libros y construyó grandes e importantes instrumentos científicos como el astrolabio y el hidroscopio.</p>
<p>No fueron las únicas. Las mujeres siguieron interesándose por las ciencias desde todos sus ámbitos: matemáticas, astronomía, física, química, medicina, biología y geología.</p>
<h2>Ada Lovelace</h2>
<p>A lo largo del siglo XVIII destacaron nombres como <a href="https://mujeresconciencia.com/2018/01/04/universo-wang-zhenyi/">Wang Zheny</a>, científica china que consiguió romper con el sistema feudal de la dinastía Quing y se convirtió en astrónoma, planteando sus propias teorías sobre los eclipses. </p>
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<span class="caption">Florence Nightingale durante la guerra de Crimea.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Florence_Nightingale#/media/File:Florence_Nightingale._Coloured_lithograph._Wellcome_V0006579.jpg">Wikipedia</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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<p>En la misma época vivió la paleontóloga inglesa descubridora del primer esqueleto de ictiosauro y plesiosauro, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Mary_Anning">Mary Anning</a>. Pese a que nunca se le reconocieron sus hallazgos científicos, estos fueron claves para entender el período prehistórico y las extinciones.</p>
<p>En el siglo XIX destacan científicas tan importantes como la inglesa <a href="https://theconversation.com/mathematical-winters-ada-lovelace-200-years-on-52521">Ada Lovelace</a>, considerada la primera programadora de la historia. <a href="https://theconversation.com/florence-nightingale-la-dama-de-la-lampara-que-salvo-miles-de-vidas-con-una-grafica-109443">Florence Nightingale</a>, quien estableció los principios de la enfermería actual. <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Elizabeth_Blackwell">Elizabeth Blackwell</a>, que se convirtió en la primera mujer médica en 1849, cuando ninguna universidad aceptaba su solicitud excepto la de Geneva (Nueva York).</p>
<h2>Marie Curie y Rosalind Franklin</h2>
<p>A caballo entre el siglo XIX y el XX debemos mencionar a la que, sin duda, es la científica más conocida hasta el momento: Marie Curie. Sus investigaciones sobre la radioactividad le otorgaron dos premios Nobel, nunca antes ganados por una mujer, por el descubrimiento del polonio y del radio.</p>
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<span class="caption">Rosalind Franklin.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Rosalind_Franklin.jpg">Wikimedia Commons / MRC Laboratory of Molecular Biology</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
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<p>El siglo pasado contó con las aportaciones de grandes científicas como la de Rita Levi-Montalcini. Esta neuróloga descubrió la proteína del factor de crecimiento nervioso, y su trabajo posterior le permitió obtener el Premio Nobel de Medicina en 1986. </p>
<p>Otros ejemplos son <a href="https://theconversation.com/rosalind-franklin-still-doesnt-get-the-recognition-she-deserves-for-her-dna-discovery-95536">Rosalind Franklin</a>, la verdadera descubridora de la doble hélice del ADN. También <a href="https://mujeresconciencia.com/2015/05/01/evelyn-boyd-granville-matematica/">Evelyn Boyd Granville</a>, la primera mujer afroamericana en obtener un doctorado en Análisis Funcional. Pese a la discriminación que tuvo que sufrir durante años, se convirtió en la primera mujer negra en formar parte de los proyectos de investigación espaciales de la NASA.</p>
<h2>¿Y hoy?</h2>
<p>Si hoy conmemoramos el 11 de febrero es también como una valoración del esfuerzo imperioso que las mujeres científicas realizaron y realizan para mantenerse dentro del ámbito de la investigación, así como en muchos otros, pese al techo de cristal y las limitaciones que todavía la sociedad actual se empeña en consolidar. </p>
<p>Investigaciones actuales muestran cómo, hoy en día, a las mujeres todavía se las coloca en un segundo lugar frente a los varones. <a href="http://roderic.uv.es/handle/10550/50940">La tesis de Ana López Navajas</a> revela que las mujeres siguen siendo excluidas como referentes culturales en los libros de texto, frente al gran protagonismo de los hombres que llenan de masculinidad las enseñanzas medias. </p>
<p>Otros datos relevantes, a la vez que preocupantes, son los presentados por el CSIC en el <a href="http://cchs.csic.es/es/article/informe-mujeres-investigadoras-2016">Informe Mujeres Investigadoras del año 2016</a>. Las estadísticas muestran un descenso del número de mujeres matriculadas en carreras de ciencias.</p>
<p>Pese a este panorama alarmante, también se abren nuevos espacios de diálogo e investigación, donde se comienza a trabajar en profundidad para posicionar a las investigadoras en el lugar que les corresponde. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/258106/original/file-20190210-174864-cmyvqd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/258106/original/file-20190210-174864-cmyvqd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=142&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/258106/original/file-20190210-174864-cmyvqd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=142&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/258106/original/file-20190210-174864-cmyvqd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=142&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/258106/original/file-20190210-174864-cmyvqd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=179&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/258106/original/file-20190210-174864-cmyvqd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=179&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/258106/original/file-20190210-174864-cmyvqd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=179&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Cartel del 11F de 2019.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://11defebrero.org/">11defebrero.org</a></span>
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<p>El 11 de febrero se celebran en multitud de centros escolares y universitarios, los llamados <a href="https://11defebrero.org/centros-educativos/centros-11f/"><em>centros11F</em></a>, más de 2.200 <a href="https://11defebrero.github.io/web11F/actividades_mapa_tabla.html">actividades</a> de todo tipo que rinden homenaje a estas mujeres científicas. Estas han sido, y seguirán siendo, un ejemplo para todas las niñas y las mujeres que quieran alcanzar sus metas, sin que se vean sometidas a situaciones de desigualdad.</p>
<p>Por esta razón, en la actualidad es un deber fundamental para todos dar a conocer quiénes fueron estas valiosas mujeres y cuáles han sido sus aportes científicos, que son la base de nuestra sociedad actual. El desarrollo y la evolución partirán siempre del potencial de toda la población, quebrando los estereotipos que separan a las mujeres y niñas de los puestos de poder y fomentando la igualdad de oportunidades para todo el mundo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/111413/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Alicia Alvarado Escudero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Durante la mayor parte de la historia, el papel de las mujeres en ciencia ha sido olvidado. Ejemplos como Hipatia y Rosalind Franklin nos recuerdan su relevancia.Alicia Alvarado Escudero, profesora del Máster en Procesos Educativos de Enseñanza Aprendizaje, Universidad NebrijaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.