tag:theconversation.com,2011:/global/topics/coronavirus-81589/articlescoronavirus – The Conversation2023-03-15T17:55:20Ztag:theconversation.com,2011:article/1997602023-03-15T17:55:20Z2023-03-15T17:55:20Z¿Cómo informaron realmente los medios durante la pandemia?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/514890/original/file-20230313-16-vq8w2j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5851%2C3903&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/horizontal-shot-adult-man-wears-formal-1705042342">Shutterstock / VK Studio</a></span></figcaption></figure><p>¿Qué pasa con mi contrato temporal si no puedo ir a trabajar? ¿Cómo van a seguir las clases mis alumnos si no tienen ordenador? Mientras yo trabajo, ¿quién cuida de mis hijos? ¿Me van a seguir pagando aunque no pueda acudir a mi puesto? Cualquiera de nosotros podría ser el protagonista de alguna de estas inquietudes cuando, aquel ya histórico 15 de marzo de 2020, se colgó en España el cartel de “cerrado”. </p>
<p>Tras el anuncio de estado de alarma decretado por el Gobierno se sucederían los días y, frente a la esperanza inicial, la realidad se empeñó en demostrarnos que ese nuevo virus marcaría nuestra vida y la de todo el planeta en los siguientes años. </p>
<p>En un contexto de cifras, mapas e incidencias acumuladas, los medios también comenzaron a prestar atención a un concepto que había cobrado importancia a raíz de la crisis del 2008: la desigualdad. </p>
<p>El coronavirus no nos igualaba, sino que su expansión estaba sirviendo para acrecentar esas desigualdades heredadas de un sistema resquebrajado y cuestionado debido, entre otros aspectos, a la Gran Recesión. De hecho, en España, la brecha entre ricos y pobres creció notablemente. Así lo muestra el índice de Gini, la referencia más común en la medición de la desigualdad de rentas, el cual <a href="https://www.funcas.es/articulos/desigualdad-de-rentas-en-el-primer-ano-de-pandemia/">aumentó en 0,9 puntos del año 2019 al 2020</a>, rompiéndose la tendencia bajista iniciada en 2014. Asimismo, la ratio S90/S10 señala que en <a href="https://www.eapn.es/estadodepobreza/ARCHIVO/documentos/informe-AROPE-2022-resumen-ejecutivo.pdf">2021 la renta del 10 % más rico de la población multiplicaba por 11,8 a la del 10 % más pobre</a>. </p>
<h2>Un acercamiento dispar de la prensa generalista</h2>
<p>No obstante, el acercamiento de la prensa generalista fue dispar ante un asunto de tal magnitud. Atendiendo a la información publicada en algunos de los principales diarios digitales españoles de referencia durante el primer año de pandemia (marzo 2020-febrero 2021) observamos que ni el seguimiento, ni el nivel de profundización fue el mismo en todos ellos. </p>
<p>A la hora de ahondar en estos datos, disponibles en la investigación <a href="http://cuadernos.info/index.php/cdi/article/view/45419/40371"><em>La relevancia de la desigualdad en los cibermedios españoles en un año de pandemia</em></a>, es necesario partir de un hecho clave: <a href="https://www.nationalaffairs.com/storage/app/uploads/public/58e/1a4/b56/58e1a4b56d25f917699992.pdf">la atención mediática fluctúa</a> a lo largo del tiempo. De esta forma, el foco sobre la interacción del binomio pandemia-desigualdad descendió a lo largo del tiempo. Del gran interés inicial por mostrar los efectos en el ámbito laboral y educativo se pasó a una presencia más vinculada a momentos puntuales como el inicio del curso escolar o cuestiones específicas tales como la distribución y acceso a las vacunas. </p>
<iframe title="Presencia de la desigualdad en los medios" aria-label="Interactive line chart" id="datawrapper-chart-z2ciq" src="https://datawrapper.dwcdn.net/z2ciq/4/" scrolling="no" frameborder="0" style="border: none;" width="100%" height="400" data-external="1"></iframe>
<p>Por otro lado, la relevancia se vincula también con la ideología del medio. De la muestra analizada, dos diarios se alinean con la socialdemocracia (elpais.com y eldiario.es), tres se definirían como liberales (elconfidencial.com, elmundo.es y lavanguardia.com) y, por último, abc.es cubre el espectro conservador. De esta forma, los dos periódicos con carácter progresista otorgaron una gran relevancia al asunto, ya que junto a <em>La Vanguardia</em> coparon el mayor número de publicaciones.</p>
<p>En cuanto al nivel de profundidad, este varía de igual forma atendiendo a la ideología. Distintas líneas editoriales provocan diferentes aproximaciones. Así, los periódicos conservadores-liberales mantuvieron un encuadre simplista a la hora de abordar la problemática. Mayoritariamente trataron el asunto desde el género informativo, llegando a reproducir, en ocasiones, las notas de las agencia de noticias de forma literal. No obstante, el número de relatos firmados por periodistas fue mayor que el de las agencias o el de colaboradores. De igual forma, los relatos se publicaron en las secciones tradicionales del periódico, a excepción del nativo digital (<em>El Confidencial</em>) donde emplearon en gran medida blogs (12,7 %). </p>
<p>Por su parte, aquellos vinculados con líneas progresistas profundizaron más en la relación de la desigualdad y pandemia. Contaron con diferentes actores como colaboradores especialistas; espacios como suplementos y blogs; así como un acercamiento desde el género de opinión.</p>
<iframe title="Autoría de los contenidos periodísticos" aria-label="Barras apiladas" id="datawrapper-chart-3Jjvg" src="https://datawrapper.dwcdn.net/3Jjvg/2/" scrolling="no" frameborder="0" style="border: none;" width="100%" height="303" data-external="1"></iframe>
<iframe title="Espacios de publicación de los contenidos periodísticos" aria-label="Barras apiladas" id="datawrapper-chart-2CslH" src="https://datawrapper.dwcdn.net/2CslH/1/" scrolling="no" frameborder="0" style="border: none;" width="100%" height="303" data-external="1"></iframe>
<iframe title="Tipos de contenidos periodísticos" aria-label="Barras apiladas" id="datawrapper-chart-53F1u" src="https://datawrapper.dwcdn.net/53F1u/1/" scrolling="no" frameborder="0" style="border: none;" width="100%" height="282" data-external="1"></iframe>
<p>Es interesante destacar también los temas con los que se vincula la desigualdad. Temáticas sociales: educación, sanidad o la movilidad social fueron los más habituales (37,1 %). En menor medida encontramos la política (21,6 %), la economía (17,8 %) y el mercado laboral (15,7 %).</p>
<p>Por último, una llamada de atención sobre los titulares. Teniendo en cuenta que la mayoría de los lectores de diarios lo son en realidad de titulares y solo recalan en el cuerpo de la información si se sienten suficientemente atraídos por los elementos de cabecera, cabe mencionar el tratamiento de la titulación. Destaca, por tanto, que tan solo en un 11,8 % de los casos la desigualdad se mencionó explícitamente en los elementos de titulación, mientras que el coronavirus (o la covid-19) se destacaba el 42,5 %. </p>
<p>Por todo esto, la opinión pública fue informada de forma dispar según el medio que había consultado. Asumimos que los diarios progresistas son la <a href="https://academic.oup.com/joc/article-abstract/35/2/134/4282870?redirectedFrom=fulltext">punta de lanza de la problemática social</a>. Se erigieron como referentes a la hora de hablar de la desigualdad, más allá de la atención mediática puntual potenciada al inicio de la pandemia. Estos diarios, en consonancia a su línea editorial, se ocuparon de tratar el tema más y con mayor profundidad, permitiendo una maduración del mismo, gracias a la aparición de nuevos espacios mediáticos, dentro de los cibermedios, que permitieron a ciertos <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0047272707000606?via%3Dihub">actores sociales mejorar sus efectos persuasivos mediante la construcción de mensajes propios</a>. Esta cobertura periodística se contrapone con la postura de la prensa más conservadora y liberal en lo económico que informó puntualmente, sin entrar en valoraciones más profundas. </p>
<p>España es hoy un país más desigual que al inicio de la pandemia. Y no todos compartimos las mismas inquietudes al respecto. Ni leemos los mismos periódicos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/199760/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Rosa Pérez Arozamena recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades para el proyecto Noticias, redes y usuarios en el sistema híbrido de medios. Transformación de la industria de medios y la noticia en la era post-industrial (referencia RTI2018-095775-B-C43) dentro del Programa Estatal de I+D+i orientado a los Retos de la Sociedad.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Javier Odriozola Chéné ha recibido fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades para el proyecto Noticias, redes y usuarios en el sistema híbrido de medios. Transformación de la industria de medios y la noticia en la era post-industrial (referencia RTI2018-095775-B-C43) dentro del Programa Estatal de I+D+i Orientada a los Retos de la Sociedad.</span></em></p>Desde que estalló la pandemia la atención de los medios se centró en uno de los efectos más devastadores: el aumento de la desigualdad. Pero, ¿cómo se ha informado a la opinión pública?Rosa Pérez Arozamena, Dra. Ciencias de la Comunicación , Universidad Camilo José CelaJavier Odriozola Chéné, Dr. Periodismo, Universidad Europea del AtlánticoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1981892023-01-26T18:00:11Z2023-01-26T18:00:11Z¿Es el coronavirus un ser vivo?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/505589/original/file-20230120-6022-bdkood.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C1%2C1278%2C952&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Partículas del virus SARS-CoV-2 (en amarillo) dentro de los endosomas de una célula epitelial nasal muy infectada.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.flickr.com/people/niaid/">National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID)</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>La cuestión de si los virus son seres vivos ha cobrado enorme interés tras el impacto mundial de la covid-19. Una perspectiva evolutiva puede dar la respuesta. </p>
<p>En los libros de texto <a href="https://www.pearson.com/se/Nordics-Higher-Education/subject-catalogue/biology/Brock-Biology-of-Microorganisms-Madigan.html">los virus</a> son seres inertes. No cumplen los criterios que definen a un ser vivo. El coronavirus, entre ellos, no es un organismo celular, con metabolismo, crecimiento y desarrollo, homeostasis, respuesta a estímulos y al medio. Solo cumple dos características básicas en la definición: evoluciona y se reproduce, aunque, <a href="https://www.nature.com/articles/nrmicro1858">al no tener ribosomas propios</a>, necesita la maquinaria del hospedador celular, por ejemplo un ser humano, para reproducirse. </p>
<p>Con estas indicaciones, los virus, especialmente el coronavirus, ¿no son seres vivos? </p>
<p>A pesar de lo que digan los libros de texto, no hay consenso científico a la hora de incluirlos en el árbol de la vida. Una publicación reciente de los investigadores <a href="https://www.researchgate.net/scientific-contributions/Hugh-M-B-Harris-2052801678">Hugh Harris</a> y Colin Hillen en <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2020.604048/full#B80"><em>Frontiers in Microbiology</em></a> lo hace patente. </p>
<h2>Son extremadamente simples</h2>
<p>Desde la <a href="https://journals.asm.org/doi/pdf/10.1128/br.36.2.135-145.1972">descripción del primer virus del tabaco</a> por el científico <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Dmitri_Ivanovski">Dmitri Ivanovsky</a> en 1892, se han descrito más de 9 000 especies de virus en detalle, aunque se estima que hay millones de tipos en el ambiente. Y todos son extremadamente simples. <a href="https://journals.asm.org/doi/full/10.1128/MMBR.00061-19">Están formados</a> por material genético (ARN o ADN), una cápsida proteica y, en algunos casos, también una cubierta de lípidos. </p>
<p>A diferencia de las células, los virus no poseen genes comunes a todos ellos, por lo que no es posible averiguar <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7157450/">su árbol filogenético global</a>, es decir, las relaciones familiares entre ellos y su ascendencia común, al menos basado exclusivamente en material genético. </p>
<p>Aunque no haya consenso en la comunidad científica sobre la naturaleza viva o inerte de los virus, sí lo hay en afirmar que <a href="https://www.nature.com/articles/s41579-019-0205-6">son polifiléticos</a>, es decir, tienen varios <a href="https://theconversation.com/la-evolucion-es-un-hecho-tan-indiscutible-como-que-la-tierra-no-es-plana-162135">orígenes evolutivos</a>, y esto supone un problema añadido para encontrar esa filogenia global, así como para darles un lugar en el árbol de la vida.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/505595/original/file-20230120-18-2v8d0u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/505595/original/file-20230120-18-2v8d0u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/505595/original/file-20230120-18-2v8d0u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/505595/original/file-20230120-18-2v8d0u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/505595/original/file-20230120-18-2v8d0u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/505595/original/file-20230120-18-2v8d0u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/505595/original/file-20230120-18-2v8d0u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/505595/original/file-20230120-18-2v8d0u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Micrografía electrónica de transmisión de partículas del virus SARS-CoV-2, aisladas de un paciente.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.flickr.com/photos/niaid/49645402917/in/photostream/">NIAID</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>¿Cuándo aparecieron en la Tierra? ¿De dónde vienen?</h2>
<p>Los virus pudieron aparecer <a href="https://www.tandfonline.com/doi/full/10.4161/mge.22797">incluso antes que las células</a>; pueden ser el resultado de la <a href="https://www.tandfonline.com/doi/full/10.4161/mge.22797">reducción o degeneración de células</a>, que se simplificaron para adaptarse al parasitismo. </p>
<p>Si fuera así, serían <a href="https://www.tandfonline.com/doi/full/10.4161/mge.22797">posteriores al primer organismo celular</a> y anteriores a LUCA, el antepasado común más reciente de los organismos celulares, es decir, el antepasado común más reciente de los tres dominios existentes a día de hoy: bacteria, arquea y eucariota. </p>
<p>También existe la hipótesis del escape o de la vagancia que postula el origen de los virus como consecuencia de la evolución de genes que rompieron su papel en el interior de las células para adoptar por su cuenta una <a href="https://journals.asm.org/doi/full/10.1128/mBio.00978-16">existencia parasitaria</a>. </p>
<p>Sea cual fuera su origen, está íntimamente ligado con la evolución de la vida en la Tierra, y en concreto con la <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2020.604048/full#B39">evolución de la vida celular</a>. Ninguna de las tres hipótesis por sí sola puede explicar por completo su aparición.</p>
<h2>Una cuestión filosófica: ser o no ser</h2>
<p>En realidad, la inclusión o no de los virus entre los organismos vivos es una cuestión, al menos parcialmente, filosófica, ya que depende de la definición de ser vivo que queramos considerar. </p>
<p>Para la <a href="https://astrobiology.nasa.gov/research/life-detection/about/#:%7E:text=The%20NASA%20definition%20of%20life,Organic%20Life%20in%20Planetary%20Systems.">NASA, la vida</a> es un sistema químico autosuficiente capaz de evolución darwiniana. Esta definición, incluyendo la autosuficiencia, excluye a los virus, ya que no son capaces de replicarse por ellos mismos, necesitan la maquinaria del hospedador. </p>
<p>El biólogo evolutivo <a href="https://www.richarddawkins.com/">Richard Dawkins</a> definió la vida como el resultado de la supervivencia no aleatoria de variables aleatorias replicadoras. Esta definición de Dawkins claramente incluiría a los virus entre los seres vivos. </p>
<p>Patrick Forterre, investigador del Instituto Pasteur de París (Francia), es un ferviente <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1369848616300085">defensor de la naturaleza viva de los virus</a>. Ha propuesto definir un organismo vivo como un conjunto de órganos integrados (moleculares o celulares) que producen individuos que evolucionan a través de la selección natural.</p>
<h2>El punto de vista evolutivo les da la vida</h2>
<p>Desde un punto de vista evolutivo y ecológico, los virus son seres vivos, o al menos los imitan muy bien. </p>
<p>Los virus, como vemos que ocurre con el coronavirus, están <a href="https://www.tandfonline.com/doi/full/10.4161/mge.22797">sujetos a evolución</a> y a selección natural de manera extraordinariamente parecida a cualquier otro ser vivo. Los virus (huéspedes) y las células (hospedadores) coevolucionan como fruto de su relación antagonista. </p>
<p>Los diferentes virus se pueden agrupar en especies o tipos de virus (o al menos unidades evolutivas discretas) que están además <a href="https://journals.asm.org/doi/full/10.1128/MMBR.00061-19">sujetos a clasificación taxonómica</a> y sistemática en categorías superiores (género, familia, etc.). Y todos ellos contienen material genético con el que podemos <a href="https://www.nature.com/articles/nrmicro1858">inferir filogenias</a> o árboles de la vida. Al igual que el resto de los seres vivos, los virus almacenan su información genética en estos ácidos nucleicos y comparten un mismo (o muy similar) código genético. </p>
<p>Se reproducen, aunque no por sí mismos, como ocurre con otros organismos parásitos como las <a href="https://royalsocietypublishing.org/doi/full/10.1098/rstb.2009.0036">bacterias endoparásitas</a>.</p>
<h2>Un porcentaje del material genético humano es de origen vírico</h2>
<p>Los virus han evolucionado y coevolucionado con la vida celular participando en eventos horizontales de transferencia de material genético regular con sus anfitriones celulares, probablemente desempeñando un papel fundamental en <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2020.604048/full#B48">la evolución celular</a>. </p>
<p>Sin ir muy lejos, se estima que un porcentaje muy significativo del material genético humano es de origen vírico. </p>
<p>Si el origen (u orígenes) de los virus es inseparable de la evolución de la vida celular, ¿cómo podemos entonces excluirlos del árbol de la vida? </p>
<p>Todo esto lleva a concluir que el coronavirus está, al menos desde un punto de vista evolutivo, tan vivo como usted y como yo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/198189/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Marcial Escudero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>¿Son los virus seres vivos? La cuestión sigue abierta y es de especial interés debido al impacto mundial que ha tenido la covid-19.Marcial Escudero, Profesor Titular del Departamento de Biología Vegetal y Ecología, Universidad de SevillaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1970572022-12-25T19:35:57Z2022-12-25T19:35:57ZReflexiones de una viróloga tras el misterio de la gripe del camello en Catar<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/502620/original/file-20221223-34400-ra4l8i.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5991%2C3375&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/camels-traditional-dresseswaiting-beside-road-tourists-2187880981">Shutterstock / SLSK Photography</a></span></figcaption></figure><p>El misterio de la gripe del camello es la <a href="https://sciencemediacentre.es/reacciones-posibles-casos-de-virus-del-camello-mers-cov-en-el-mundial-de-catar">última alarma falsa microbiológica</a> o el título de un libro de Agatha Christie. Lo denomino “misterio” porque, por más que intento encontrar información sobre dónde está el origen de esta “no-noticia”, no encuentro nada.</p>
<p>He llamado a varias puertas de expertos, colegas nacionales e internacionales, y la reacción, en diferentes idiomas, siempre es la misma: “Hola, mira, es que me preguntan acerca de la posibilidad que haya ocurrido un brote de MERS en Catar en medio del Mundial, ¿sabes algo de eso?”. Reacciones de sorpresa. “Dicen que han muertos dos periodistas, o tres depende de la fuente, y que hay casos en la selección francesa”. Cara de póker, carraspeo. Respuesta: “Pero ¿de dónde han sacado eso? ¿Hay algún informe? ¿Alguna alerta? Lo sabe alguien más que el usuario @juan34765 en Twitter?”. Silencio. </p>
<h2>Un patógeno de difícil transmisión</h2>
<p>No hay mucho que contar porque es un bulo más de los que últimamente circulan sobre patógenos, pero sí que podemos aprovechar para explicar algunos conceptos del virus y su vigilancia. Cuando hablan de “la fiebre del camello” se refieren a la enfermedad causada por el <a href="https://www.sanidad.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/corVir.htm">coronavirus MERS</a>. Este coronavirus fue detectado en humanos por primera vez en 2012 y, estudiando su origen, se observó que los camellos están ampliamente infectados por él. </p>
<p>Pese a que sea una infección normal en camellos y que se pueda transmitir a humanos, dicha transmisión es muy difícil y actualmente no hay evidencias siquiera de transmisión sostenida en la comunidad. Si me admiten un consejo, no beban leche de camella directamente de sus ubres y todo irá bien. </p>
<p>Geográficamente tiene cierto sentido el bulo, ya que la mayoría de los casos se han dado en la península arábiga, pero el país que ha presentado el mayor número de casos siempre ha sido Arabia Saudí y no Catar. Por lo que, dado que los casos en este último país son raros y la transmisión difícil, y que sabemos que hay una alta transmisión de otros virus respiratorios en este momento, si alguien ha tenido un resfriado después de vestirse de catarí con los colores de España es probable que sea por otro patógeno. </p>
<h2>Protocolos de vigilancia y actuación</h2>
<p>A pesar de la baja probabilidad, con el MERS no bajamos la guardia: forma parte del grupo de patógenos que se vigilan con especial interés por ser una alerta sanitaria. Los patógenos de este grupo tienen protocolos de vigilancia y actuación redactados y coordinados por el <a href="https://www.sanidad.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/home.htm">Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES)</a>. </p>
<p>En el caso del coronavirus MERS, se activa la maquinaria de vigilancia si nos encontramos con alguno de estos supuestos: </p>
<ul>
<li><p>Persona con enfermedad febril respiratoria aguda e historia de viaje a península arábiga o países con riesgo de transmisión y no se haya identificado otra causa de enfermedad que pueda explicar la sintomatología. </p></li>
<li><p>Persona con enfermedad febril respiratoria aguda que en los 14 días previos al inicio de síntomas haya tenido un contacto estrecho con un caso sintomático confirmado de infección por el virus MERS-CoV. </p></li>
</ul>
<p>A estos pacientes citados se les aísla y se les toma muestra respiratoria superior e inferior y suero y se envía al <a href="https://www.isciii.es/QuienesSomos/CentrosPropios/CNM/Paginas/default.aspx">Centro Nacional de Microbiología (CNM, ISCIII)</a> para que el Laboratorio de Referencia realice el diagnóstico y confirmación para este virus. </p>
<p>En este caso, en el CNM realizamos dos PCR que tienen como diana dos zonas diferentes del genoma en los dos tipos de muestra. Estas PCR son constantemente evaluadas y actualizadas en el caso de necesitarlo. Si se obtiene un diagnóstico positivo se declara a las autoridades sanitarias y se realiza el estudio de contactos. </p>
<p>Sabemos que durante el Mundial se han podido cometer muchas locuras y esperamos que se respete a los camellos, pero en caso contrario, estamos preparadas. </p>
<hr>
<p><em>Este <a href="https://sciencemediacentre.es/reflexiones-de-una-virologa-tras-el-misterio-de-la-gripe-del-camello-en-catar">artículo</a> fue publicado originalmente por <a href="https://sciencemediacentre.es/">SMC España</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/197057/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>María Iglesias-Caballero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Pasado el Mundial de fútbol de Catar, una investigadora del Centro Nacional de Microbiología se pregunta de dónde partió la alarma social acerca de un supuesto brote de MERS y aprovecha para explicar algunos conceptos del virus y su vigilancia.María Iglesias-Caballero, Investigadora del Centro Nacional de Microbiología, Instituto de Salud Carlos IIILicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1914582022-10-02T20:41:57Z2022-10-02T20:41:57ZKhosta-2: descubierto en Rusia un nuevo y preocupante coronavirus<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/487510/original/file-20220930-19-xhvvc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C12%2C4167%2C2732&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Virólogos rusos han encontrado nuevos sarbecovirus en murciélagos de herradura menor.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/lesser-horseshoe-bat-rhinolophus-hipposideros-gerecse-2086696633">Shutterstock / Gergo Nagy</a></span></figcaption></figure><p>Después de que en 2020 el virus SARS-CoV-2 se convirtiera en protagonista de una pandemia mundial, el estudio de animales que pudieran actuar como reservorios del virus ha sido constante. Eso ha llevado a estudiar una gran diversidad de murciélagos insectívoros del género <em>Rhinolophus</em>, los llamados murciélagos de herradura. </p>
<p>En ello estaba un grupo de virólogos rusos cuando encontraron y describieron genéticamente <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35062318/">dos nuevos virus emparentados con el SARS-CoV-2</a>. Se trata de dos sarbecovirus hallados en las heces y en la boca de <a href="https://www.nature.com/articles/s41467-021-26809-4">murciélagos de herradura</a> mayor (<em>Rhinolophus ferrumequinum</em>) y menor (<em>Rhinolophus hipposideros</em>) del <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35062318/">sur de Rusia</a>. Los llamaron Khosta-1 y Khosta-2. Y, desde entonces, no les han quitado ojo.</p>
<p>Últimamente han detectado en ellos algunos rasgos que son motivo de preocupación. En concreto, un <a href="https://journals.plos.org/plospathogens/article?id=10.1371/journal.ppat.1010828">equipo de investigadores estadounidenses</a> ha confirmado que el virus Khosta-2, al igual que SARS-CoV-2, tiene preferencia por el receptor ACE2 y puede utilizar la proteína S para infectar células humanas. Son malas noticias. </p>
<h2>Murciélagos y coronavirus, una relación ancestral</h2>
<p>Los murciélagos son los huéspedes reservorios de tres de los diez grupos de virus de preocupación pandémica: henipavirus (virus Nipah y virus Hendra), filovirus (virus Ébola y virus Marburg) y coronavirus. Los murciélagos de herradura están ampliamente distribuidos en Asia, Europa y África del Norte y son considerados un reservorio natural principal y <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7505891/">una fuente de coronavirus zoonóticos</a>.</p>
<p>En las últimas dos décadas, han surgido tres coronavirus con orígenes ancestrales en murciélagos que han causado brotes generalizados en humanos. Entre ellos están incluidos el síndrome respiratorio agudo severo por coronavirus 2 (SARS-CoV-2), responsable de la pandemia de covid-19, y síndrome respiratorio agudo severo (SARS), que causó un brote epidémico en 2002. Ambos virus pertenecen al subgénero <em>Sarbecovirus</em> del género <em>Betacoronavirus</em> de la familia <em>Coronaviridae</em>.</p>
<p>En realidad, los coronavirus son un amplio grupo de virus que pueden infectar a una gran variedad de animales, incluidos por supuesto los humanos. Desde el primer informe del virus de la bronquitis infecciosa (IBV) en 1937, han sido aislados y/o identificados numerosos coronavirus en <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-018-0010-9">varias especies animales, así como en humanos</a>. </p>
<p>Los murciélagos son el segundo orden de mamíferos más diverso, con más de 1 400 especies, y albergan una diversidad excepcional de coronavirus con linajes virales antiguos distribuidos en los seis continentes donde habitan los murciélagos. Han sido detectadas más de 4 800 <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3958617/">secuencias de coronavirus en murciélagos</a>, lo que representa más del 30 % de todos los virus de murciélago secuenciados, aunque la verdadera diversidad de coronavirus de murciélago es probablemente mucho mayor. </p>
<h2>Por qué debe preocuparnos Khosta-2</h2>
<p>Las enfermedades emergentes causadas por coronavirus de probable origen en murciélagos son un foco de preocupación porque han perturbado la salud y las economías mundiales en los últimos tiempos. La evidencia sugiere que algunos coronavirus podrían infectar a las personas directamente y que <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9363439/">su propagación es más frecuente de lo que se creía anteriormente</a>. </p>
<p>Los dos nuevos coronavirus encontrados en Rusia, que pertenecen al subgénero <em>Sarbecovirus</em> como el SARS-CoV-2, merecen especial atención. Por un lado, diversos análisis han determinado que, aunque Khosta-1 representa un riesgo bajo para los humanos, el virus Khosta-2 tiene ciertos rasgos preocupantes. Entre ellos, ser resistente a los anticuerpos monoclonales, al suero de personas vacunadas contra el SARS-CoV-2 y al suero de personas que habían sido infectadas por la variante ómicron. </p>
<p>Además, como ya hemos señalado, al igual que SARS-CoV-2, tiene preferencia por el receptor ACE2 y puede utilizar la proteína S para infectar células humanas.</p>
<p>Al parecer, Khosta-2 carece de algunos de los genes implicados en la patogénesis en humanos. Pero existe el riesgo de recombinación con otros virus cercanos, como el SARS-CoV-2, y de que se convierta en un virus muy peligroso para los humanos. Las enfermedades emergentes causadas por coronavirus de probable origen en murciélagos son un enorme foco de preocupación. </p>
<p>Este hallazgo confirma que los sarbecovirus que circulan en la vida silvestre fuera de Asia también representan una amenaza para la salud mundial y para las campañas de vacunación en curso contra el SARS-CoV-2. Por ello, es necesario desarrollar vacunas universales que protejan contra los coronavirus en general, y no solo contra las variantes conocidas del SARS-CoV-2.</p>
<p>Cada derrame zoonótico de un nuevo coronavirus representa una oportunidad para la adaptación evolutiva y una mayor propagación. Por tanto, los programas de prevención son esenciales. Obtener una vacuna pancoronavirus supone un reto que, de conseguirse, sería uno de los mayores logros relacionados con la salud mundial.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/191458/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Un coronavirus hallado en Rusia, el virus Khosta-2, comparte rasgos con el causante de la covid-19 que preocupan a los virólogos. Porque existe el riesgo de que se convierta en un agente infeccioso peligroso para los humanos.Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología, Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1844832022-06-21T21:49:50Z2022-06-21T21:49:50Z¿Se pueden acortar los tiempos para desarrollar una vacuna?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/468934/original/file-20220615-19-fma87d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C8%2C5782%2C3481&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/development-manufacture-process-new-vaccine-final-1907951548">Shutterstock / solarseven</a></span></figcaption></figure><p>No soy epidemiólogo, ni inmunólogo, ni microbiólogo. Tan solo soy un simple estadístico. Y basándome precisamente en la estadística –y en el sentido común– quiero lanzar algunas ideas sobre el proceso de gestación de las vacunas contra la covid-19. </p>
<p>Empecemos por una pregunta muy repetida en pandemia: ¿cuánto tiempo hace falta para desarrollar con garantía una vacuna? En los dos últimos años, hemos oído a expertos barajar cifras que iban desde solo un año hasta dos décadas. ¿Quién tiene razón? </p>
<p>Antes de lanzar al público una medicina o una vacuna existe un proceso de investigación que no es fácil predecir en términos temporales, porque a veces la ciencia se desarrolla en periodos intermitentes. Por ejemplo, un tratamiento en el que se ha venido trabajando durante años puede detenerse de repente por falta de financiación, por cese del investigador o investigadora principal, o quizá por falta de interés al desaparecer la necesidad. </p>
<p>En ocasiones, al cabo de un tiempo la investigación se retoma o se utiliza en el desarrollo de otro tratamiento. Y lo que podía parecer un trabajo perdido, de repente acelera el desarrollo de un nuevo tratamiento que resulta crucial en un momento dado. </p>
<p>Volviendo a la covid-19, se suele decir que la ciencia da un salto en periodos de guerra, en los que se crean unas necesidades extremas. No cabe duda de que durante esta pandemia la ciencia ha dado pasos de gigante <a href="https://theconversation.com/diez-buenas-noticias-sobre-el-coronavirus-un-ano-despues-155892">debido a la necesidad y a la gravedad de la situación</a>. Se ha publicado una cantidad ingente de artículos científicos relativos al virus. Se podría decir que solo unos pocos han sido decisivos, pero eso no significa que todos los demás sean inútiles o fruto de una ciencia barata, sino todo lo contrario.</p>
<p>En este tiempo la población se ha familiarizado con muchos términos científicos, entre ellos los ensayos clínicos o las cuatro fases de la investigación en el desarrollo de un tratamiento, vacuna en este caso. Y eso nos lo pone bastante fácil para explicar lo que sigue.</p>
<h2>Más cabezas pensando, más velocidad</h2>
<p>Todo empieza con la investigación básica. Antes de llegar a los ensayos clínicos, es preciso que científicos con experiencia y conocimientos profundos de la enfermedad y la farmacología diseñen un nuevo fármaco o vacuna. Una tarea nada trivial que normalmente implica muchos años de trabajo. </p>
<p>Los tiempos aquí se acortan más cuanta más gente esté investigando en el tema, ya que la probabilidad de obtener buenos resultados aumenta. En particular, en el coronavirus, en sus distintas variedades, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32702298/">se llevaba trabajando desde hacía muchos años</a>. Por lo tanto, no partíamos de cero cuando a principios de 2020 irrumpió la pandemia.</p>
<p>Situémonos ahora en el momento en que tenemos un fármaco diseñado (habitualmente son varios candidatos) y queremos validarlo. El primer paso, lógicamente, es medir la seguridad y la eficacia (Fase I) haciendo pruebas con un grupo de voluntarios sanos. </p>
<p>En la Fase II el objetivo es definir la dosis mínima que funciona y que es completamente segura. Conseguido el objetivo procedemos a los ensayos clínicos a gran escala de la Fase III. Aquí se establecen grupos de tratamiento, que se comparan con grupos control a los que se administra un placebo (o el tratamiento tradicional). Suele hacerse mediante simple o <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Doble_ciego">doble ciego</a>, es decir, sin que ni el paciente ni los que conducen el estudio sepan quién recibe tratamiento y quién no. Así se evitan posibles sesgos e interpretaciones subjetivas por parte de los investigadores. </p>
<p>Finalmente, la Fase IV se lleva a cabo tras la comercialización, cuando su uso ya es generalizado. Es este momento cuando se descubren reacciones adversas o nuevos efectos colaterales inesperados, además de estudiar los datos epidemiológicos.</p>
<p>A lo largo de <a href="https://www.elsevier.com/es-es/connect/medicina/edu-fases-de-desarrollo-de-un-nuevo-farmaco">las cuatro fases descritas</a> nos encontramos con problemas éticos que requieren aprobaciones de los correspondientes comités. Son trámites que llevan su tiempo, en parte porque exigen un estudio profundo del tema, en parte por cuestiones burocráticas. </p>
<p>Una vez más, cuanta más gente de esos comités se dedique a estudiar los resultados y las propuestas, más se acortarán los tiempos. Las cuestiones burocráticas también pueden acortarse notablemente sin mermar las garantías. Es una cuestión de la prioridad que se le dé.</p>
<h2>No existe el riesgo cero</h2>
<p>La estadística relacionada con la toma de decisiones contempla dos riesgos antagónicos. Explicados básicamente, se trata de: a) los riesgos de tomar como positivo lo que realmente es negativo y b) los riesgos de considerar negativo lo que es positivo. Un procedimiento que busque reducir el primer riesgo, <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1539-6924.1998.tb01290.x">habitualmente lleva a aumentar el otro, y viceversa</a>. Por eso no existe el riesgo cero. El riesgo está asociado a la incertidumbre, que siempre está presente.</p>
<p>Me parece muy positivo que todo el mundo entienda, en la medida de lo posible, qué hacemos los científicos. El proceso científico que se lleva a cabo antes de lanzar un nuevo tratamiento, como un fármaco o una vacuna, ha de ofrecer unas garantías muy estrictas en cuanto se refiere a la salud y la vida tanto de los seres humanos como de los animales que participan en la experimentación. Pero el riesgo siempre está ahí. </p>
<p>Es más, podríamos decir que no acaba nunca, puesto que al cabo de bastante tiempo de uso generalizado podrían aparecer efectos secundarios no previstos, algunos incluso beneficiosos. Podemos ofrecer garantías, sí, pero no seguridad absoluta.</p>
<p>Lo que parece obvio es que, cuanto más tiempo pase, mayor es la capacidad de desarrollar mejores fármacos y de conocer mejor sus efectos secundarios. Eso sí, hay que valorar el coste que este retraso puede tener en salvar vidas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/184483/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Jesús López Fidalgo recibe fondos para investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación PID2020-113443RB-C21.</span></em></p>El proceso científico que se lleva a cabo antes de lanzar un nuevo tratamiento debe ofrecer unas garantías muy estrictas en todo lo referente a la salud de los futuros pacientes. Pero, simultáneamente, acelerarlo puede salvar vidas.Jesús López Fidalgo, Presidente de la SEIO. Catedrático de Estadística e Investigación Operativa, Universidad de NavarraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1845752022-06-15T18:07:43Z2022-06-15T18:07:43ZMilenial, centenial, coronial, cuarentenial y pandemial: ¿de dónde salen estas palabras?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/468764/original/file-20220614-18-uo9qs5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C1698%2C3109%2C3271&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/es/fotos/j_1qYa8ConQ">Mahyar Motebassem / Unsplash</a></span></figcaption></figure><p>El idioma, como componente indispensable, vivo y dinámico de las sociedades, no ha resultado inmune a los efectos de la pandemia. Uno de ellos ha sido la aparición de nuevas palabras como <em>coronial</em>, <em>cuarentenial</em> y <em>pandemial</em>, que hay que relacionar, inevitablemente, con <em>milenial</em> y <em>centenial</em>, que estaban antes. </p>
<p>Pero ni estas ni aquellas figuran en <a href="https://dle.rae.es/">el diccionario académico</a>. Eso no significa que su empleo esté censurado, ya que el que una determinada palabra no esté en el diccionario no significa que no se pueda usar. Ahora bien, conviene saber con qué sentido se emplean y cuáles son las dudas que despiertan entre los hablantes.</p>
<h2>Milenial</h2>
<p>Los mileniales son la llamada generación Y, esto es, los nacidos aproximadamente en las dos últimas décadas del siglo XX. </p>
<p><em>Milenial</em>, adaptación del anglicismo <em>millennial</em>, se escribe en redonda por tratarse de un extranjerismo adaptado (aunque aquí aparece en cursiva por su condición de ejemplo). Si se quiere emplear el anglicismo “crudo” (sin adaptar), lo adecuado es emplear la cursiva (o, si no se dispone de este tipo de letra, las comillas) para marcar su condición de palabra ajena al sistema español. </p>
<p>Pero, por otra parte, se puede considerar que <em>milenial</em> se ha formado a partir de la voz <em>milenio</em>. En cualquier caso, <a href="https://www.fundeu.es/recomendacion/milenico-y-milenial-mejor-que-millennial/">la Fundéu recomienda esta adaptación</a> como alternativa válida al anglicismo <em>millennial</em>, si bien considera correcta la forma <em>milénial</em> (con pronunciación llana) y, por lo tanto, con tilde en la e, cuyo plural sería <em>miléniales</em>.</p>
<h2>Centenial</h2>
<p>El término <em>centenial</em> es, a su vez, adaptación del inglés <em>centennial</em>, creado a imagen y semejanza de <em>millennial</em>. Alude a la generación posterior a los mileniales, es decir, a los nacidos a partir del 2000, pertenecientes a la generación Z.</p>
<p><a href="https://www.fundeu.es/consulta/centenial/">La Fundéu propone</a>, como alternativas al anglicismo crudo, <em>centúrico</em> o <em>centurial</em>, ya que <em>centenal</em> es lo relativo a la centena. Sin embargo, los hablantes prefieren <em>centenial</em> para hacer referencia a la generación Z por ser la adaptación directa de la forma inglesa.</p>
<h2>¿Tres nombres para la generación de la pandemia?</h2>
<p>Entonces llegó la pandemia y, entre el maremágnum de creatividad léxica que desató esta realidad, aparecieron nuevos términos como <em>coronial</em>, <em>cuarentenial</em> y <em>pandemial</em>, que son los nacidos durante la pandemia, la llamada generación C. Aunque solo nos centremos en los anteriormente citados, existen otras formas más lúdicas o humorísticas para referirse a estos niños: <em>coronabebés</em>, <em>covidbaby</em> o <em>cuarenteniños</em>.</p>
<p><strong><em>Coronial</em></strong></p>
<p>Según el <a href="https://www.rae.es/dhle/"><em>Diccionario histórico de la lengua española</em></a>, el origen de <em>coronial</em> está en la forma inglesa <em>coronial</em>, voz atestiguada en esta lengua en 2020 con el significado de “persona nacida o concebida durante la pandemia de coronavirus”. </p>
<p>Hay que decir que, en español, la forma esperable sería <em>coronal</em>, ya que la base (<em>corona</em>) no contiene la letra <em>i</em> y el sufijo español que forma derivados con este valor relacional es -<em>al</em>, no -<em>ial</em>. <em>Coronal</em> significa “perteneciente o relativo al hueso coronal” o “dicho de una consonante, que se articula con la intervención de la corona de la lengua”, pero no se emplea con el significado anteriormente señalado, ya que los hablantes prefieren <em>coronial</em>, como se observa en el siguiente tuit:</p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1238981838254809089"}"></div></p>
<p><strong><em>Cuarentenial</em></strong></p>
<p>A partir de la voz inglesa <em>quarantine</em>, que significa cuarentena, se ha creado el derivado <em>quarentennial</em> para designar a la persona nacida durante la pandemia. En español, la adaptación ortográfica de este anglicismo es <em>cuarentenial</em>:</p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1300440396691054593"}"></div></p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1247568042420142080"}"></div></p>
<p>En este caso, a la base <em>cuarenten</em>- se le ha añadido, de nuevo, la terminación –<em>ial</em>, aunque, según lo dicho anteriormente, la derivación esperable sería <em>cuarentenal</em>, sancionado en el diccionario académico como “perteneciente o relativo al número 40”. </p>
<p>Como <em>cuarentenal</em> y <em>cuarentenial</em> se parecen mucho (como parónimos que son), la palabra <em>cuarentenial</em>, aparte de poder hacer referencia a los niños nacidos durante la pandemia, se emplea a veces lúdicamente como sinónimo de <em>cuarentón</em>, -<em>na</em>, como en los siguientes ejemplos:</p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1049822889338318849"}"></div></p>
<p><strong><em>Pandemial</em></strong></p>
<p>Y llegamos al último término: <em>pandemial</em>. Aunque pronunciado habitualmente como palabra aguda, [pandemiál], que lo es (al igual que <em>epidemial</em>), el término <em>pandemial</em> no se libra de una espuria pronunciación a la inglesa, [pandémial], lo que lleva a la aparición del plural <em>pandemials</em>, frente a <em>pandemiales</em>, que es el correcto plural.</p>
<p>El significado de <em>pandemial</em> aún no está fijado del todo. Puede usarse para referirse a los niños que han nacido durante la pandemia, pero también alude a la generación que está viviendo la pandemia y, en fin, a todas aquellas personas a quienes la pandemia está alterando la vida, independientemente de su edad. </p>
<p>Así, todos somos <em>pandemiales</em>, pues no creo que haya nadie a quien la pandemia no le esté afectando en mayor o menor medida. Sin embargo, lo más frecuente es emplear este término de forma más restrictiva. El contexto nos ayuda a entender su significado:</p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1342542048969240579"}"></div></p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1253701766195171328"}"></div></p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1343633042930282501"}"></div></p>
<p>Por otra parte, <em>pandemial</em> se presta a juegos verbales, como el siguiente:</p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1257402979939946496"}"></div></p>
<p>¿Cuál de estas palabras subirá al cielo académico (esto es, logrará el ingreso en el diccionario oficial) y cuál será condenada a su particular infierno, el olvido?</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/184575/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Silvia Hurtado González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>A las tradicionales palabras ‘milenial’ y ‘centenial’ para definir a integrantes de una generación les han salido hermanas: ‘pandemial’, ‘cuarentenial’ y ‘coronial’. ¿De dónde vienen?Silvia Hurtado González, Profesora del Departamento de Lengua Española de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de ValladolidLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1827792022-05-12T12:15:00Z2022-05-12T12:15:00ZSi los murciélagos transmiten tantos virus, ¿por qué no acabamos con ellos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/462703/original/file-20220512-24-zdgxxx.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C66%2C1917%2C1011&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Ejemplar de _Miniopterus schreibersii_ o murciélago de cueva.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Southern_bentwing_bat.jpg">Wikimedia Commons / Steve Bourne</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>Acaba de ser noticia que un grupo de virólogos han sido capaces de <a href="https://www.nature.com/articles/s41467-022-29298-1">aislar y cultivar en el laboratorio por primera vez el virus Lloviu</a> a partir de muestras de sangre de murciélagos vivos obtenidos en cuevas de Hungría. Aunque de momento no sabemos qué papel podría jugar este virus en la salud humana, su hallazgo pone de manifiesto la importancia de la vigilancia virológica en animales silvestres, especialmente en los murciélagos.</p>
<p>¿Pero quién es el virus Lloviu? En 2011 se identificó un nuevo virus de la familia de los Filovirus en muestras de murciélagos muertos hallados <a href="https://journals.plos.org/plospathogens/article?id=10.1371/journal.ppat.1002304">en la cueva asturiana de Lloviu </a>(de ahí proviene su nombre). A ese mismo grupo de virus pertenecen los peligrosos Ébola y Marburg, de los más letales en primates, incluido el ser humano. El hallazgo era significativo, porque ambos virus son <a href="https://theconversation.com/el-ebola-azota-de-nuevo-africa-occidental-preguntas-clave-y-lecciones-del-pasado-156238">endémicos de África</a> y Filipinas, y esta era la primera vez que se detectaba un Filovirus en muestras naturales en Europa. </p>
<p>Sin embargo, en aquel momento, el virus no consiguió cultivarse ni aislarse en el laboratorio. Solo se detectó su genoma ARN por métodos moleculares. No había ningún dato que sugiriera que podía ser patógeno para el ser humano. De hecho, no todos los Filovirus lo son.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/462700/original/file-20220512-23-gjud0d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/462700/original/file-20220512-23-gjud0d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/462700/original/file-20220512-23-gjud0d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/462700/original/file-20220512-23-gjud0d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/462700/original/file-20220512-23-gjud0d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/462700/original/file-20220512-23-gjud0d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=942&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/462700/original/file-20220512-23-gjud0d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=942&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/462700/original/file-20220512-23-gjud0d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=942&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Entradas de la Cueva del Lloviu, en el concejo de Villaviciosa, junto al río España (Asturias).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.turismoasturias.es/descubre/naturaleza/espacios-protegidos/cueva-del-lloviu">Turismo Asturias</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Un virus que circula en murciélagos</h2>
<p>Desde 2016 se habían venido detectando genomas del virus Lloviu en otros murciélagos en distintas cuevas europeas, lo que sugería que el virus podría estar circulando en las poblaciones de murciélagos. En concreto, en el murciélago insectívoro <em>Miniopterus schreibersii</em>. </p>
<p>En el trabajo publicado ahora, el virus se ha podido aislar, ha sido cultivado en líneas celulares y se ha comprobado que es capaz de infectar y replicarse en células humanas y de mono en el laboratorio. Por lo tanto, podría tener la capacidad de propagarse en otras especies. </p>
<p>Además, los investigadores han comprobado que no existe reacción cruzada de anticuerpos entre el virus Lloviu y el virus del Ébola. Eso implica que, probablemente, las vacunas que han sido desarrolladas contra el ébola no serían útiles para prevenir una potencial infección por Lloviu. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/462693/original/file-20220512-13-l8qcl0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/462693/original/file-20220512-13-l8qcl0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=406&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/462693/original/file-20220512-13-l8qcl0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=406&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/462693/original/file-20220512-13-l8qcl0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=406&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/462693/original/file-20220512-13-l8qcl0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=511&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/462693/original/file-20220512-13-l8qcl0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=511&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/462693/original/file-20220512-13-l8qcl0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=511&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Dentro de la familia Filoviridae, existen varios géneros: Ebola (especies Zaire, Sudan, Reston, Tai Forest, Bundibugyo ebolavirus), Marburg (especie Marburg marburgvirus), Cuevavirus (especie Lloviu cuevavirus), entre otros.</span>
<span class="attribution"><span class="source">CDC/ Dr. Erskine Palmer, Russell Regnery, Ph.D.</span>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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<h2>Los murciélagos, un almacén de virus peligrosos</h2>
<p>Los murciélagos, cuyo nombre científico es quirópteros (Chiroptera), son un tipo de mamíferos cuyas extremidades superiores se desarrollaron como alas. Se trata de los únicos mamíferos voladores, y pocos saben que existen más de 1 400 especies de murciélagos distintas y que representan aproximadamente un 20 % de todas las especies de mamíferos. De hecho, dentro de los mamíferos son, después de los roedores, el grupo más numeroso. Están presentes en todos los continentes, excepto en las regiones polares y en los desiertos más extensos.</p>
<p>Algunas especies de murciélagos son un reservorio o almacén natural para gran número de microbios patógenos. Es más, como se ha demostrado con la pandemia de covid-19, pueden jugar un papel esencial en la transmisión de muchas enfermedades infecciosas.</p>
<p>Hace unos años se analizó el viroma (el conjunto de genomas de los virus) del murciélago gigante <em>Pteropus giganteus</em> (el zorro volador de la India) y encontraron <a href="https://journals.asm.org/doi/10.1128/mbio.00598-13?permanently=true">55 virus distintos</a>. Cincuenta de ellos eran nuevos, de varias familias de virus como Coronavirus, Paramyxovirus, Hantavirus, Astrovirus, Bocavirus, Adenovirus, Herpesvirus y Polyomavirus. </p>
<p>En otros estudios se ha demostrado que los murciégalos son el hospedador natural de muchos virus zoonóticos que causan infecciones, algunas muy graves en humanos. Desde los ya mencionados filovirus Ébola y Marburg, hasta el virus de la rabia. También los coronavirus que causan los síndromes agudos respiratorios como el SARS-CoV1 y CoV2 o el MERS. Sin olvidarnos de Paramyxovirus, como los virus Nipah y Hendra o distintos tipos de Influenza A. </p>
<h2>¿Por qué los murciélagos albergan tantos virus sin enfermar?</h2>
<p>A pesar de ser un almacén de virus, parece que los murciélagos son inmunes a su infección. ¿Por qué los murciélagos, portadores de tantos virus diferentes algunos tan peligrosos, no se infectan ellos mismos y mueren por la acción de un ataque masivo? ¿Qué tienen de especial los murciélagos para ser inmunes?</p>
<p>Estas preguntas siempre han intrigado a los investigadores. Algunos piensan que no tienen nada de especial, que solo es cuestión de número: hay tantas especies de murciélagos distintas y tantos individuos que no es sorprendente que tengan tantos virus. Algunas colonias de murciélagos, por ejemplo, pueden estar formadas por ¡millones de individuos!</p>
<p>Sin embargo, hay otros investigadores que piensan que los murciélagos sí tienen algo peculiar. Por ejemplo, se ha secuenciado el genoma de un par de especies de murciélagos y se ha encontrado que, a diferencia de otros mamíferos, los genes del sistema de detección y reparación de daños en el ADN están activos de forma constitutiva. Se especula que esto podría estar relacionado con el tipo de vuelo de los murciélagos, que consume mucha energía. Eso requiere un metabolismo muy activo, que genera mucho estrés, lo que a su vez causa un daño en el ADN de las células, rápidamente detectado y reparado. Esos sistemas suelen ser además la diana que utilizan muchos virus, por lo que tenerlos tan activos ha podido hacer a los <a href="https://www.science.org/doi/abs/10.1126/science.1230835">murciélagos inmunes y capaces de ser portadores de virus</a> sin sufrir ellos las consecuencias.</p>
<p>Otra hipótesis sugiere que el vuelo de los murciélagos genera un metabolismo tan activo que puede producir también <a href="https://wwwnc.cdc.gov/eid/article/20/5/13-0539_article">un aumento de temperatura similar a la fiebre</a>. La temperatura corporal de los murciélagos durante el vuelo puede llegar a los 40ºC. En la mayoría de los mamíferos, la fiebre está relacionada con la estimulación y activación del sistema inmune y ayuda a combatir las infecciones. Por tanto, aumentado su temperatura corporal los murciélagos podrían ser capaces de controlar mejor que nadie sus virus.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/462705/original/file-20220512-13-hif2q4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/462705/original/file-20220512-13-hif2q4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/462705/original/file-20220512-13-hif2q4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/462705/original/file-20220512-13-hif2q4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/462705/original/file-20220512-13-hif2q4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/462705/original/file-20220512-13-hif2q4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/462705/original/file-20220512-13-hif2q4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/462705/original/file-20220512-13-hif2q4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Colonia de murciélagos durmiendo.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/group-sleeping-bats-colony-cave-caucasus-2152777253">Shutterstock / salajean</a></span>
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<h2>¿Qué hacemos con los murciélagos?</h2>
<p>Ahora que sabemos que los murciélagos fueron el origen más probable del ancestro del coronavirus que nos ha causado la covid-19, y visto el potencial de nuevas infecciones que suponen estos pequeños mamíferos, uno podría pensar que lo mejor sería acabar con todos ellos. Pero, ojo, porque los murciélagos <a href="https://www.batlife-europe.info">juegan un papel ecológico fundamental</a> y también son beneficiosos para el ser humano. </p>
<p>Existen más de 100 enfermedades distintas en humanos causadas por microorganismos transmitidos por artrópodos (mosquitos, moscas y otros insectos). Es el caso de malaria, fiebre amarilla, dengue, zika, chikungunya, <a href="https://theconversation.com/virus-del-nilo-occidental-desaparecera-con-el-fin-del-verano-145780">Nilo occidental</a>, encefalitis y otras fiebres hemorrágicas. </p>
<p>A mantener sus poblaciones a raya ayudan los murciélagos insectívoros. Algunos han estimado que este tipo de murciélagos pueden comer hasta 1 200 mosquitos por hora, el equivalente a su peso corporal cada noche. Por ello, los murciélagos actúan como agentes de control biológico, reduciendo o limitando el crecimiento de poblaciones de insectos u otros artrópodos que transmiten enfermedades. </p>
<p>Por otra parte, desempeñan un papel ecológico vital en la dispersión de semillas y como polinizadores. Muchos murciélagos son también frugívoros (se alimentan de frutas), que más tarde excretan en otro lugar, y contribuyen a la dispersión de sus semillas y a la regeneración de los bosques. Además, al alimentarse también de néctar actúan como polinizadores muy activos. El ciclo biológico de muchas plantas tropicales depende completamente de los murciélagos.</p>
<p>Por todo ello, existen acuerdos internacionales para la conservación de los murciélagos y, además, en muchos países europeos están protegidos por ley.</p>
<p>En definitiva, la solución no es acabar con todos los murciélagos. Si queremos prevenir nuevas amenazas debemos conocer qué virus u otros patógenos hay a nuestro alrededor, y cómo la alteración de los ecosistemas podría afectar a su biología. La solución pasa por la vigilancia virológica y por insistir en la estrategia Una Salud (<em>One Health</em>) o Salud Global: nuestro bienestar depende directamente de la salud animal y del medioambiente.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/182779/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ignacio López-Goñi no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Un grupo de virólogos ha conseguido aislar por primera vez el virus Lloviu, descubierto en Asturias. Aunque aún ignoramos qué papel podría jugar en la salud humana, su hallazgo recuerda la importancia de la vigilancia virológica en animales silvestres, sobre todo murciélagos.Ignacio López-Goñi, Catedrático de Microbiología, Universidad de NavarraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1759412022-01-31T17:29:59Z2022-01-31T17:29:59ZSexta ola: entre la ‘gripalización’ y la ‘covidización’ de la pandemia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/443469/original/file-20220131-124991-1aq7udr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C8%2C5982%2C3979&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/denia-alicante-spain-on-december-4-2107266005">Shutterstock / Ana del Castillo</a></span></figcaption></figure><p>La “sexta ola”, con sus grandes números de contagios y sus –no tan grandes– números de casos graves, ha traído una notable división en su interpretación y en las estrategias para abordarla. Y también en las estrategias para abordar el futuro más próximo. Caricaturizando un poco los enfoques, tendríamos una pugna entre <em>gripalizadores</em>, más o menos entusiastas, y <em>covidizadores</em>, más o menos irritados. </p>
<p>Unos, argumentando la “levedad” actual de la mayor parte de los casos, apuestan por el inmediato fin de la pandemia (no ya de la sexta ola, sino la pandemia) y su <em>endemización</em>. Un SARS-CoV-2, cada vez menos agresivo, se iría transformando (inevitablemente, siguiendo una suerte de teleología evolutiva) en un coronavirus similar a los causantes del resfriado. En este escenario, las estrategias propuestas pasan por el fin de las restricciones y la <em>gripalización</em> del abordaje epidemiológico y asistencial de la covid. </p>
<p>Otros, argumentando la enorme incidencia de casos y que las goteras de ese diluvio dejan mucha morbilidad, consideran que <a href="https://theconversation.com/omicron-se-convertira-la-covid-19-en-una-enfermedad-endemica-174364">hablar de <em>endemización</em> es frivolizar una situación aún muy comprometida</a> (incluyendo hospitalizaciones, fallecimientos, casos de covid persistente, etc.) y evocan el riesgo de repuntes y nuevas variantes. Apuestan por la “prudencia” y el mantenimiento de medidas restrictivas. Y lo hacen con cierto encrespamiento, porque consideran que la <em>gripalización</em> cuesta (y costará) muchas vidas.</p>
<p>El debate ha incluido la extrapolación de la evolución de la ola desde países en situaciones extremadamente diferentes (Sudáfrica), la confusión entre la (razonable) <em>gripalización</em> de la vigilancia epidemiológica de la covid con la (más discutible) <em>gripalización</em> de su abordaje práctico, bastante teleología evolutiva y otros muchos componentes. </p>
<h2>Medidas con polémica</h2>
<p>La polémica se ha trasladado a los aspectos más prácticos del abordaje de la pandemia. A la casi ausencia de medidas efectivas de reducción de interacciones sociales (más allá del aislamiento de los positivos, especialmente los sintomáticos), el restablecimiento de medidas de efectividad retórica (mascarillas al aire libre, certificado de vacunación) o las estrategias que alimentan expectativas inadecuadas (test de antígenos para incentivar las interacciones entre personas, certificado covid para mantener actividades –incluso grandes eventos– en espacios cerrados). </p>
<p>También hay debate sobre las medidas para contener la disrupción social y sanitaria producida por la transmisión masiva. Es decir, sobre la aceleración de terceras dosis, reducción de pruebas, abandono de trazados y cuarentenas y acortamiento de aislamientos. Para unos son excesivas. Para otros, insuficientes. </p>
<p>El debate, avivado en los medios de comunicación y redes sociales, tiene cierto voltaje. Con partidarios y contrarios apasionados, generando confusión, incertidumbre (consustancial al momento) y desconcierto en la población. </p>
<p>El exceso de ruido contrasta con la ausencia de voces autorizadas –de las administraciones sanitarias, sobre todo– explicando la situación, sus previsiones y la racionalidad de las medidas que van adoptando (o desadoptando). </p>
<p>No es un tema menor porque algunas de esas medidas son, como poco, controvertidas. Decisiones hay que tomar, pero también deben explicarse. Y el argumento de que se han adoptado por “unanimidad de las comunidades autónomas” no revela la racionalidad científica, técnica o social que condujo a esa “unanimidad”. </p>
<h2>¿Qué implica <em>gripalizar</em>?</h2>
<p>Aunque nadie explica muy bien que es <em>gripalizar</em>, la diferencia esencial entre el abordaje de la covid y el de otras infecciones respiratorias de vías altas es el empleo del diagnóstico etiológico para aislar. Es decir, la identificación de casos mediante pruebas específicas para su aislamiento durante el periodo contagioso y la cuarentena de los casos sospechosos (periodo de incubación). </p>
<p><em>Covidizar</em> o <em>gripalizar</em> no depende tanto del tipo de virus que encabeza el neologismo como de la relación entre transmisión y gravedad. Una situación de alta transmisión y gravedad obligaría a <em>covidizar</em>. Si la enfermedad es grave pero la transmisión es muy baja, podríamos <em>ebolizar</em>, como se hizo durante los brotes de ébola de 2014. Una situación de transmisión alta y muy baja gravedad (ej., el resfriado común) permite <em>gripalizar</em>. Que implica no aislar a los casos, ni a sus contactos. No rastrear, ni testar. </p>
<p>La gripe, aunque dé nombre al neologismo, es de comportamiento incierto. Habitualmente la abordamos <em>gripalizando</em>. Aunque no vendría mal trasladar a su manejo algunas de las cosas que hemos aprendido con la covid. Pero probablemente no lo haríamos en una temporada pandémica, como la de 1918 o 1958. De hecho, en 2009, nos preparamos para <em>covidizar</em> la pandemia de gripe A (H1N1) que, finalmente, fue mucho menos grave de lo previsto por la OMS. </p>
<h2>¿Es la covid actualmente una gripe estacional?</h2>
<p>Por volumen de contagios es obvio que no. Se estima que <a href="https://www.isciii.es/QueHacemos/Servicios/VigilanciaSaludPublicaRENAVE/EnfermedadesTransmisibles/Documents/GRIPE/INFORMES%20ANUALES/Vigilancia%20de%20la%20Gripe%20en%20Espa%C3%B1a.%20Informe%20Temporada%202019-2020.pdf">la gripe de la temporada 2019-20</a> causó, en toda la temporada, 619 000 casos (490 000 la <a href="https://vgripe.isciii.es/documentos/20182019/InformesAnuales/Informe_Vigilancia_GRIPE_2018-2019_22julio2019.pdf">temporada anterior</a>). Y fueron suficientes para saturar los hospitales. Como casi todas las temporadas de gripe. </p>
<p>La covid, en sólo este mes de enero de 2022, ha causado más de 3,5 millones de casos en España. Y ha dificultado notablemente la atención a otros pacientes. La covid no es una gripe. Y si alguna vez una temporada de gripe llega a dar estás cifras es dudoso que quisiéramos <em>gripalizarla</em>. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/443417/original/file-20220131-13-hlnnej.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/443417/original/file-20220131-13-hlnnej.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=357&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/443417/original/file-20220131-13-hlnnej.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=357&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/443417/original/file-20220131-13-hlnnej.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=357&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/443417/original/file-20220131-13-hlnnej.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=449&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/443417/original/file-20220131-13-hlnnej.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=449&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/443417/original/file-20220131-13-hlnnej.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=449&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Casos confirmados de covid-19 por millón de habitantes en la quinta y sexta ola en España.</span>
<span class="attribution"><span class="source">OurWorldinData. Datos extraídos a fecha 29/02/2022.</span></span>
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<p>La temporada de gripe 2019-20 causó 27 700 hospitalizaciones. Sólo en el mes de enero de 2022, la covid ha causado 41 600. Y en cuanto a mortalidad, la temporada 2019-20 se saldó con 3 900 muertes atribuidas a la gripe. Una cifra similar a las muertes covid en enero, cuando aún la “onda” de fallecimientos no parece haber tocado techo. De hecho, es muy probable que la –supuestamente leve– sexta ola acabe dejando más fallecidos que la de este verano. </p>
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<span class="caption">Fallecimientos diarios confirmados por covid-19 en la quinta y sexta olas en España.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Fallecimientos diarios confirmados por Covid-19 en la quinta y sexta ola en España.</span></span>
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</figure>
<p>Y eso a pesar de venir de un largo periodo de exceso de mortalidad que debería haber “cosechado” <em>(<a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Mortality_displacement">harvesting effect</a>)</em> los fallecimientos de las personas con mayor riesgo de muerte.</p>
<h2>¿Es la covid actual la misma covid que el invierno pasado?</h2>
<p>Ni remotamente parecida. La protección frente a la covid grave que ofrecen las vacunas se mantiene (más aun con las terceras dosis) y ómicron, la variante actualmente predominante, <a href="https://theconversation.com/covid-19-es-omicron-realmente-menos-virulenta-174816">parece ser menos grave</a>. </p>
<p>Pese a las muchas infecciones, reinfecciones (en personas que habían pasado la enfermedad) e infecciones de “brecha” (en personas vacunadas), las hospitalizaciones, ingresos en UCI y fallecimientos crecen lentamente. Las curvas de casos y casos graves se han desacoplado. Es más, también parecen desacoplarse las curvas de hospitalizaciones y UCI. </p>
<p>La covid no es una gripe, pero tampoco es la covid de antes de la vacunación masiva. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/443416/original/file-20220131-21-9yo5pa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/443416/original/file-20220131-21-9yo5pa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=331&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/443416/original/file-20220131-21-9yo5pa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=331&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/443416/original/file-20220131-21-9yo5pa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=331&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/443416/original/file-20220131-21-9yo5pa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=416&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/443416/original/file-20220131-21-9yo5pa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=416&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/443416/original/file-20220131-21-9yo5pa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=416&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Casos, ingresos hospitalarios y en UCI, y fallecimientos en España respecto a la tercera ola (invierno de 2021). La curva se modifica para tener en cuenta el retraso entre la confirmación del caso, el ingreso hospitalario, el ingreso en la UCI y la muerte.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Fuente: OurWorldinData. Datos extraídos a fecha 29/02/2022.</span></span>
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<p>Muchos casos son asintomáticos o paucisintomáticos. Similares a la gripe no complicada. Pero son números grandes. Y los números grandes producen una importante disrupción social (incluyendo transportes, educación, sanidad…) y sanitaria (desbordamiento de la atención primaria y las urgencias, sumado a un incesante goteo de hospitalizaciones que dificulta la atención a los pacientes no-covid). </p>
<p>Esta disrupción social y sanitaria también es peculiar. La mayoría de las bajas laborales no se producen por el mal estado clínico del paciente, sino por el propio protocolo de aislamiento. La saturación y desborde de la atención primaria no se deben tanto a la gravedad de los cuadros o la necesidad de seguimiento clínico, como a la aplicación de una estrategia de diagnóstico etiológico (pruebas), seguimiento y gestión del aislamiento (incluyendo bajas, certificaciones laborales y escolares, y prescripciones de paracetamol) que es un tiro más en el pie de la atención primaria. </p>
<h2>Si la covid no es ya “la covid de 2021” y tampoco es una gripe, ¿cómo la abordamos?</h2>
<p>El goteo de casos graves de los muchos ya contagiados seguirá las próximas semanas. Y los muchos contagiados contagiarán todavía a mucha gente. Cada vez menos, pero es difícil predecir cuánto y cómo. </p>
<p>Esta ola, a diferencia de otras, no se cerrará abruptamente como consecuencia de restricciones, sino por agotamiento de susceptibles (y terceras dosis). También esperamos menos casos graves, una vez los casos producidos por la variante delta vayan siendo sustituidos por casos de ómicron y los no-vacunados –que han generado un enorme volumen de casos graves– se contagien. </p>
<p>La prudencia aconsejaría mantener –al menos un tiempo– algunas medidas efectivas de reducción de contactos menos intensas que otras veces: aislamiento de positivos y sintomáticos, teletrabajo, limitación de eventos masivos, mascarillas en el transporte público y espacios cerrados, etc. Y un discurso público que refuerce la adherencia de la población a estas medidas (antes que el despiste con las mascarillas al aire libre). </p>
<p>La coherencia aconsejaría abandonar las medidas retóricas, incluyendo aquellas que presionan sobre los no-vacunados. Aunque es cierto que han ocupado hospitales y UCI (consumiendo desproporcionadamente un recurso escaso, obligando a paralizar mucha actividad no-covid), desde el punto de vista de la transmisión su relevancia es cada vez menor. El levantamiento de medidas restrictivas asociado a la vacunación ha permitido una elevada transmisión y los no-vacunados no han contado esta vez con la “protección” que les ofrecían las restricciones. </p>
<p>Y también es aconsejable retomar la comunicación social. Dar explicaciones honestas de por qué se hacen o se dejan de hacer las cosas. Informar a la población del “plan”. En la práctica estamos pasando al autodiagnóstico, el autotrazado, el auto-aislamiento y los autocuidados. Esa transformación del abordaje de la covid requiere dar a la población el instrumental necesario para los autocuidados. Y eso implica una comunicación eficaz.</p>
<p>Finalmente, hay que retomar la recuperación de nuestro sistema sanitario y su adaptación a la sociedad española del siglo XXI. No es sólo un tema de digitalización. Ni sólo de más recursos. Más de lo mismo no será suficiente para un sistema que, en lo esencial, mantiene todavía los esquemas con que lo construyó la Seguridad Social a inicios de los 70 del pasado siglo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/175941/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Salvador Peiró ha recibido financiación por ayudas competitivas públicas nacionales (en general, acciones de investigación o innovación -proyectos, redes, RRHH, plataformas- de la Acción Estratégica en Salud del Plan Nacional de I+D+i) y por acuerdos institucionales con firmas farmacéuticas y tecnológicas. Los financiadores nunca han jugado ningún papel en el diseño de los estudios, la adquisición de datos, su análisis o su interpretación. Tampoco han tenido acceso a las fuentes de datos y nunca influyeron en la decisión de publicación. Es también patrono de la Fundación Instituto de Investigación en Servicios de Salud y miembro de la Asociación de Economía de la Salud (AES), de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) y de la Sociedad Española de Calidad Asistencial (SECA). Es también uno de los investigadores del Programa PROVAVAC de investigación vacunas de la Generalitat Valenciana y miembro de los grupos de expertos en Covid de la Generalitat Valenciana y de la Organización Médica Colegial.</span></em></p>Ante la sexta ola, los hay que abogan por “gripalizar” la covid y quitarle hierro (e importancia), y los hay que consideran que ese enfoque costará demasiadas vidas y que hay que apostar por la prudencia.Salvador Peiró, Investigador, Área de Investigación en Servicios de Salud, FISABIO SALUD PÚBLICA, FisabioLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1743822022-01-05T17:06:15Z2022-01-05T17:06:15Z¿Y si la covid-19 no hubiera sido la primera pandemia causada por un coronavirus?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/439386/original/file-20220104-17-15aoqr.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C6%2C4439%2C3261&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Ilustración sobre la pandemia de 1889 denominada Gripe Rusa.
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://galeries.limedia.fr/ark:/31124/d904qnw77q5k0sf8/">Limédia / Bibliothèque municipale de Nancy</a></span></figcaption></figure><p>Muchos pensábamos que covid-19 ha sido la primera pandemia causada por un coronavirus. Pero, ¿es realmente esto cierto?, ¿ha habido otras pandemias de coronavirus?</p>
<p>En el siglo XX han ocurrido tres pandemias de gripe, todas ellas ocasionadas por un cambio antigénico de cepas de influenza A: la de 1918-19 fue causada por una cepa del tipo H1N1 y causó entre 40-70 millones de muertos; en 1957-58, denominada asiática, por la cepa H2N2 con 1-4 millones de muertos; en 1968-69, denominada de Hong-Kong, por la cepa H3N2 con también 1-4 millones de muertos. En 2009, la pandemia de gripe H1N1 fue menos mortal que las del siglo XX (similar a la de otros virus de la gripe estacionales) y fue resultado de una combinación entre virus de la gripe porcina, aviar y humana.</p>
<h2>De la <em>Gripe rusa</em>…</h2>
<p>A finales del siglo XIX también hubo una gran pandemia de gripe, la denominada <em>gripe rusa</em> que ocurrió entre 1889-1891. Se inició en San Petersburgo, se diseminó rápidamente por Europa, dando la vuelta al mundo en tan solo cuatro meses.</p>
<p>En 1892, el microbiólogo <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Richard_Friedrich_Johannes_Pfeiffer">Richard Pfeiffer</a>, colaborador de Robert Koch, aisló lo que pensó que era el agente causante de la gripe: una bacteria de la nariz de un paciente infectado por la gripe. La llamó <em>Bacillus influenzae</em>, y más tarde se denominó <em>Haemophilus influenzae</em>. Sin embargo, años después se demostró que esta bacteria no era la causa de la gripe.</p>
<p>Por pruebas indirectas, y por su similitud con la pandemia de 1918, se pensaba que aquella pandemia de 1889-1891 fue causada también por el virus de la gripe. Hace años se hicieron algunos estudios de serología que sugerían que aquella pandemia podría haber sido causada por una cepa de influenza A del tipo H3. Pero todos los indicios siempre han sido indirectos. De hecho, el virus de la gripe se aisló por primera vez en 1933. La falta de muestras biológicas de aquella época hace imposible saber a ciencia cierta el origen de aquella pandemia. La causa concreta de la pandemia de 1889-1891 seguía siendo un misterio.</p>
<h2>… al <em>Coronavirus ruso</em></h2>
<p>Sin embargo, desde hace unos años, hay resultados que sugieren que en realidad aquella pandemia de gripe de finales del siglo XIX fue causada por un coronavirus y no por el virus de la gripe, en concreto por el <a href="https://sfamjournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/1751-7915.13889">HCoV-OC43, un coronavirus que hoy causa un catarro pero que hace más de ciento treinta años fue el origen de una pandemia</a>.</p>
<p>Los coronavirus son virus de animales y causan principalmente enfermedades respiratorias y gastrointestinales: el virus de la diarrea epidémica porcina (PEDV), el de la gastroenteritis transmisible porcina (TGEV), el coronavirus respiratorio canino (CRCoV), el de la peritonitis infecciosa felina (FIPV), el virus de la hepatitis murina (MHV), el virus de la bronquitis infecciosa aviar (IBV), el coronavirus del pavo (TCoV), y los coronavirus equinos (ECoV) y bovinos (BCoV), entre otros. </p>
<p>En la actualidad se conocen siete coronavirus que infectan humanos, cuatro de ellos (HCoV-229E, HCoV-OC43, HCoV-NL63 y HCoV-HKU1) son muy comunes y son responsables, junto con otros virus como los rinovirus, de la mayoría de los resfriados y catarros comunes. Estos coronavirus infectan a todos los grupos de edad y las reinfecciones son comunes. La infección suele ser subclínica y es por lo general leve, pero hay casos más graves en lactantes y ancianos. Los otros tres coronavirus humanos son el MERS, el SARS-CoV-1 y el SARS-CoV-2.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/439382/original/file-20220104-25-10pbyp5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/439382/original/file-20220104-25-10pbyp5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/439382/original/file-20220104-25-10pbyp5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=451&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/439382/original/file-20220104-25-10pbyp5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=451&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/439382/original/file-20220104-25-10pbyp5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=451&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/439382/original/file-20220104-25-10pbyp5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=567&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/439382/original/file-20220104-25-10pbyp5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=567&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/439382/original/file-20220104-25-10pbyp5.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=567&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Transmisión cruzada de coronavirus entre humanos y mamíferos domésticos.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpubh.2021.717941/full">Cross-Species Transmission of Coronaviruses in Humans and Domestic Mammals, What Are the Ecological Mechanisms Driving Transmission, Spillover, and Disease Emergence? Nova, N. 2021. 9:717941.</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Los coronavirus llevan saltando de unos animales a otros desde hace miles de años. También de animales al ser humano. El HCoV-OC43 humano y el BCoV bovino son muy similares y tienen muchas similitudes a nivel antigénico y genético. El BCoV causa diarreas severas en bovinos recién nacidos. Virus similares al BCoV se han aislado también en otros rumiantes silvestres, en perros y gatos e incluso en aves.</p>
<p>Hace unos años, <a href="https://journals.asm.org/doi/10.1128/JVI.79.3.1595-1604.2005">se secuenció el genoma completo del coronavirus humano HCoV-OC43 y se comparó con el bovino</a>. Se pudo hacer un análisis molecular de ambos virus que sugería un origen zoonótico del HCoV-OC43, es decir, este coronavirus humano habría surgido a partir del BCoV con un ancestro común a ambos virus. Los autores emplearon varios métodos de análisis genéticos y los resultados sugerían que ese salto de una especia a otros podría haber ocurrido alrededor de 1890. Según estos autores, esto apoyaría la hipótesis de que la pandemia de gripe rusa de 1889-1891 fue en realidad causada por el entonces nuevo coronavirus HCoV-OC43 de origen bovino.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/439384/original/file-20220104-23-fawloi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/439384/original/file-20220104-23-fawloi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/439384/original/file-20220104-23-fawloi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=588&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/439384/original/file-20220104-23-fawloi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=588&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/439384/original/file-20220104-23-fawloi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=588&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/439384/original/file-20220104-23-fawloi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=739&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/439384/original/file-20220104-23-fawloi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=739&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/439384/original/file-20220104-23-fawloi.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=739&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption"></span>
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<p>Los hechos históricos también apoyan esta hipótesis. En el siglo XIX, las enfermedades respiratorias altamente infecciosas y con una alta tasa de mortalidad afectaron a los rebaños de ganado de todo el mundo. Esto hizo que hubiera campañas masivas de sacrificio de ganado entre 1870 y 1890, exponiendo así a muchos humanos a los animales enfermos. </p>
<p>Además, las condiciones socioeconómicas de aquella época fueron propicias para la extensión de epidemias. Por ejemplo, la población humana británica aumentó de 11 a 21 millones en la primera mitad del siglo XIX, acompañada de un desplazamiento de población del campo a pueblos y ciudades. Alimentar a esa población en crecimiento se convirtió en un problema. Para ello, se vendían animales vivos en los mercados de las ciudades y, como documentan los informes históricos, ganado visiblemente enfermo. De esta manera, muchas personas en áreas densamente pobladas entraron en contacto estrecho con patógenos bovinos, aumentando las posibilidades de infecciones entre especies. Mucha gente muy junta y con muchos animales enfermos cerca: una bomba de relojería.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/439402/original/file-20220104-13-72wych.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/439402/original/file-20220104-13-72wych.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/439402/original/file-20220104-13-72wych.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/439402/original/file-20220104-13-72wych.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/439402/original/file-20220104-13-72wych.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/439402/original/file-20220104-13-72wych.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=943&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/439402/original/file-20220104-13-72wych.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=943&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/439402/original/file-20220104-13-72wych.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=943&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Ilustración de la Gripe rusa en el tabloide británico Police News.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Illustration_Pandemic_1889.1890_Illustrated_Police_News.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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<p>El estudio de los informes médicos de aquella época, en los que se describen los síntomas clínicos de la gripe rusa, también apoyan esta hipótesis. Los más notables eran las afecciones multisistémicas que afectaban a las vías respiratorias, los síntomas gastrointestinales y neurológicos, incluida la pérdida de la percepción del gusto y el olfato; una prolongada recuperación que recuerda a los casos actuales de covid-19 persistente y las observaciones de trombosis en múltiples órganos, inflamación y afecciones reumáticas. Como en covid-19 y, a diferencia de la gripe, se observaba una mayor mortalidad en personas de edad avanzada, mientras que los niños estaban sólo débilmente afectados. Esta epidemiología y síntomas recuerdan más a la actual pandemia de covid-19 que a la gripe.</p>
<p>Todos estos hechos apoyan la hipótesis de que el coronavirus HCoV-OC43 tuvo su origen en coronavirus bovinos y fue la causa de aquella pandemia respiratoria de finales del siglo XIX. Posteriormente el virus siguió evolucionando hasta que se aisló por primera vez en 1967 de voluntarios de la Unidad de Resfriado Común en Salisbury, Reino Unido.</p>
<h2>¿Acabará siendo SARS-CoV-2 uno de esos coronavirus endémicos que causan resfriado común?</h2>
<p>No lo sabemos. Si sigue el mismo camino que HCoV-OC43 es posible, pero no sabemos a qué velocidad lo hará. ¿Es ómicron una demostración de que el virus evoluciona hacia un catarro común, es el final de la pandemia? No lo sabemos. </p>
<p>Por una parte, una variante menos virulenta y mucho más transmisible puede acabar infectando a una gran parte de la población. En la medida que haya más gente inmune al virus, porque se haya infectado, se haya vacunado o las dos cosas a la vez, estaremos mejor protegidos. El virus dejará de ser “nuevo” para nuestro sistema inmunitario y, si reduce además su virulencia (infecta más las vías respiratorias superiores que las inferiores), podría ser el camino hacia uno de esos otros coronavirus humanos del resfriado. Pero de momento, covid-19 no es un resfriado. Tendemos a pensar que ómicron es la última variante, el final de un proceso de adaptación, pero no podemos descartar que surjan más variantes. De hecho, es lo más probable, y no tenemos ni idea de hacia dónde evolucionarán.</p>
<p>La llamada gripe rusa de finales del siglo XIX causó alrededor de un millón de muertos. En aquella época la población mundial era de 1.500 millones de habitantes. Haciendo una sencilla extrapolación a la población mundial actual, hoy supondría 5,2 millones de muertos. </p>
<p>Aquella gripe rusa fue la gran pandemia del siglo XIX. Ocurrió en cinco oleadas durante cuatro años: de octubre de 1889 a diciembre de 1890, de mayo a junio de 1891, de noviembre de 1891 a junio de 1892, en primavera de 1893 y en invierno de 1893-1894. </p>
<p>Predecir qué ocurrirá en los próximos años es muy arriesgado. Es evidente que la pandemia de covid-19 irá disminuyendo (no hay mal que dure cien años), pero no sabemos ni cómo ni cuándo. Ojalá siga los pasos de su pariente el HCoV-OC43. De momento, seamos prudentes, pero con un optimismo moderado. Suerte.</p>
<hr>
<p><em>Una <a href="https://microbioblog.es/y-si-covid-19-no-hubiera-sido-la-primera-pandemia-causada-por-un-coronavirus">versión de este artículo</a> fue publicada en el blog del autor, <a href="https://microbioblog.es/">microBIO</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/174382/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ignacio López-Goñi no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>¿Estamos ante el fin de la pandemia? ¿Puede SARS-CoV-2 acabar siendo un vulgar catarro?Ignacio López-Goñi, Catedrático de Microbiología, Universidad de NavarraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1743652022-01-04T21:44:03Z2022-01-04T21:44:03ZEl inmerecido estrellato de la flurona<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/439379/original/file-20220104-25-lg8172.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=170%2C736%2C5820%2C3242&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/flurona-double-infection-covid-flu-3d-2099129932">Shutterstock / Oxanaso</a></span></figcaption></figure><p>En los últimos días hemos asistido a un hecho esperado y preocupante según los medios de comunicación: la coexistencia en una persona de dos virus a la vez, el de la gripe y el SARS-CoV-2. Tal es así que ya tenemos nombre para la nueva infección, <a href="https://www.lavanguardia.com/vida/20220104/7967001/coronavirus-espana-vacunacion-restricciones-variante-omicron-flurona-contagios-fallecidos-hoy-en-directo.html">la flurona, que anda en busca y captura por las autonomías</a>. Por favor, no la confundan con un <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Fluorone">compuesto químico heterocíclico</a> del mismo nombre relacionado con compuestos fluorescentes y de uso farmacológico, porque no tiene nada que ver. </p>
<p>Tras dos años de pandemia era como si esperásemos a que esto ocurriera y ha tenido que venir del extranjero la confirmación. De Israel concretamente, aunque parece que <a href="https://elpais.com/ciencia/2022-01-03/la-flurona-ya-se-observo-en-espana-hace-dos-anos.html">ya había ocurrido antes incluso en España</a>. Aunque ahora parece que es todo un peligro, posiblemente no sea tan fiero el león como se pinta. </p>
<p>Antes de activar las alarmas debemos preguntarnos si este hecho es verdaderamente importante o solo un fenómeno más que ocurre y ocurría mucho antes de la pandemia con una frecuencia mayor de la que pensamos. </p>
<p>Posiblemente volvamos a tener demasiado ruido para tan pocas nueces. </p>
<h2>Virus respiratorios por doquier</h2>
<p><a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/labs/pmc/articles/PMC7157454/">Más de dos centenares de virus</a> provocan enfermedades respiratorias en los humanos. No son pocos. De ellos, la mayoría producen síntomas muy parecidos como sinusitis, faringitis, laringitis, traqueitis, bronquitis, etc, etc… Es decir, infecciones del tracto respiratorio que provocan inflamación. </p>
<p>En cuanto a la inflamación local, solo representa la activación del sistema inmunológico frente a la infección vírica, independientemente del virus que sea.</p>
<p>Hace unos años se hizo un estudio sobre virus que viven con nosotros y que se localizan en los pulmones y se encontraron hasta 19 tipos diferentes. <a href="https://www.nature.com/articles/d41586-019-01470-6">Estos virus son los redondovirus</a> (ya se pueden imaginar porqué se llaman así) y no provocan enfermedad a no ser que nuestro sistema inmunitario ande algo maltrecho. </p>
<p>La relación entre virus y enfermedad es relativamente compleja ya que todo depende de la gravedad de los síntomas que produzcan. En muchos casos, los síntomas son tan leves que ni siquiera los apreciamos ya que la relación entre el virus y el sistema inmunitario no produce respuestas agresivas. En otros casos incluso los virus son útiles para <a href="https://www.scientificamerican.com/article/viruses-can-help-us-as-well-as-harm-us/">prevenir otras enfermedades como infecciones bacterianas</a>, ya que las células a las que infectan no son nuestras sino de bacterias y así controlan la población de bacterias que podrían producirnos enfermedades. Ya saben, aquello de “<em>el enemigo de mi enemigo es mi amigo</em>”. </p>
<p>La relación entre microorganismos y sistema inmunitario se establece desde que nacemos. Estamos sometidos a la invasión por múltiples organismos microscópicos de tipo bacteriano o vírico desde el nacimiento y nuestra supervivencia viene determinada por la capacidad de nuestro cuerpo para mantenerlos a raya. Las personas que sufren inmunodeficiencia saben muy bien que no disponer de <a href="https://www.niaid.nih.gov/diseases-conditions/types-pidds">un sistema inmunitario eficiente los convierten en blanco hasta del microorganismo más inocuo</a>. Ahí tenemos el ejemplo de los enfermos por VIH y las enfermedades recurrentes y mortales que sufrían antes de que llegasen los antivirales.</p>
<h2>Los virus de la gripe y los coronavirus no son lo mismo</h2>
<p>Desde el inicio de la pandemia ha habido cierto recelo a la coexistencia entre la ola de gripe y la ola de coronavirus. No es porque sean dos virus similares, que no lo son, sino porque ambos pueden producir saturación del sistema sanitario por separado, como ya han demostrado. </p>
<p>Los virus de la gripe pertenecen a la gran familia de los <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Gripe">ortomixovirus</a>. En esta familia tenemos a los <a href="https://espanol.cdc.gov/flu/about/viruses/types.htm">influenzavirus A, B, C y D</a>. De ellos, los A y B causan la epidemia estacional que nos visita año tras año (excepto el año pasado gracias a las medidas de aislamiento social). En concreto, los influenza A son los que causan pandemias mientras que los B tienen menos recorrido, los C crean enfermedades leves y no consideradas pandémicas y los D afectan esencialmente al ganado. </p>
<p>Los virus de la gripe contienen dos proteinas importantes en su membrana que los caracteriza. Se trata de la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Hemaglutinina">hemaglutinina (H)</a>, que sirve para infectar a las células uniéndose a un azúcar de la membrana –el ácido siálico– y <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Neuraminidasa">la neuraminidasa (N)</a>, que utilizan los nuevos viriones para separarse del ácido siálico y poder infectar a una nueva célula. </p>
<p>En humanos se han caracterizado 18 tipos de hemaglutinina y 11 tipos de neuraminidasa y su combinación determina el tipo de virus que nos afecta año tras año. Algunas combinaciones se han demostrado muy letales, como la <a href="https://espanol.cdc.gov/flu/avianflu/h5n1-virus.htm">H5N1</a>, pero no han presentado capacidad para poder dispersarse entre los humanos con facilidad, por ahora. </p>
<p>Los coronavirus, sin embargo, utilizan otro mecanismo ya conocido. Su <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0092867420302294">proteína Spike (S) se une a la proteína ACE2 del epitelio respiratorio</a> (incluido el pulmonar) y así infectan las células del tracto respiratorio. </p>
<p>Otra gran diferencia entre los virus de la gripe y los coronavirus es su genoma. Mientras que en los virus de la gripe el <a href="https://www.nature.com/scitable/topicpage/genetics-of-the-influenza-virus-716/">genoma está constituído por 8 trozos de ARN negativo</a>, el de los coronavirus está formado por una sola hebra de ARN positivo. Eso supone que el mecanismo respectivo de replicación del genoma es muy diferente. Además de que, en el supuesto remoto de que ambos virus infectasen a la misma célula, es imposible que se produzcan combinaciones de sus genomas que puedan dar lugar a un virus viable con características híbridas. La posibilidad, en el caso de que existiese, sería extremadamente remota y supondría una auténtica sorpresa molecular. </p>
<h2>El verdadero riesgo está en los síntomas que genera</h2>
<p>El peligro de la coinfección con dos virus respiratorios agresivos como el SARS-CoV-2 y un virus de la gripe al unísono se encontraría en la respuesta a la infección, es decir, en los síntomas. <a href="https://euromomo.eu/how-it-works/flumomo">La gripe estacional es capaz de producir miles de muertes anuales</a> por sí misma incluso en personas vacunadas, ya que sus sistemas inmunológicos no pueden atajar la infección.</p>
<p>Por lo tanto, si ambos virus coinfectan a una persona inmunológicamente deprimida, su acción combinada generarían síntomas ya conocidos como la neumonía, la tormenta de citoquinas y el fallo multiorgánico que también se dan en los casos de gripe, virus respiratorio sincitial, neumococos y otros patógenos respiratorios por separado. </p>
<p>Aparte de este problema, que ya de por sí es preocupante, las demás elucubraciones sobre la recientemente bautizada enfermedad con tan poco agraciado nombre no deben considerarse más que especulaciones carentes de una base científica sólida. </p>
<p>En cualquier caso, ya debería estar claro que para estar prevenidos frente a la gripe y a la infección por SARS-CoV-2 la mejor estrategia es reforzar al sistema inmunológico con la vacunación.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/174365/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Guillermo López Lluch es miembro de la Sociedad Española de Biología Celular, la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, la Society for Free Radical Research y la International Coenzyme Q10 Association. Las investigaciones realizadas por el autor están financiadas por fondos públicos provenientes del Gobierno de España o del Gobierno Autonómico de Andalucía.</span></em></p>Las elucubraciones sobre la recientemente bautizada enfermedad con tan poco agraciado nombre no deben considerarse más que especulaciones carentes de una base científica sólida.Guillermo López Lluch, Catedrático del área de Biología Celular. Investigador asociado del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo. Investigador en metabolismo, envejecimiento y sistemas inmunológicos y antioxidantes., Universidad Pablo de OlavideLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1727132021-12-30T11:13:35Z2021-12-30T11:13:35Z¿Está cambiando la pandemia la ciencia y la manera de comunicarla?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/438959/original/file-20211223-120394-1q347y1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C7%2C4982%2C3301&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/virus-bacteria-blue-molecule-illustration-1912428556">Shutterstock / Billion Photos</a></span></figcaption></figure><p>Se cumplen dos años del comienzo de la pandemia del SARS-CoV-2 y la COVID-19. La ciencia nunca había sido tan prolífica, ni tan mediática, durante tanto tiempo ni con tanta intensidad, una realidad que puede influir en cómo se desarrollan algunos cambios –que ya venían produciéndose o que surgen de nuevas– en la comunicación de la ciencia. <a href="https://www.ciencia.gob.es/gesdamdoc-servlet/?uuid=8171a5b2-9fd5-4ab2-a820-5b5164790647&workspace=dam&formato=pdf">La pandemia no solo está cambiando la ciencia</a> sino también <a href="https://www.conprueba.es/difusion-y-comunicacion-de-la-ciencia">nuestra forma de contarla</a>. </p>
<p>Los conceptos Comunicación-Divulgación-Periodismo cada día se relacionan más y tienen fronteras más difusas. Es importante saber diferenciarlos, pero los tres tienen un punto común especialmente relevante: la integridad y la responsabilidad ante la información que se transmite. </p>
<p>¿Cómo se ha contado la pandemia? ¿Qué medios ha utilizado la comunidad científica? ¿Qué papel ha jugado el periodismo y los medios de comunicación? ¿Cómo ha recibido y manejado la información la sociedad? ¿Cómo está participando la ciudadanía? Responder éstas y otras preguntas precisaría no de un artículo, sino de un libro completo. </p>
<p>Con idea de poner sobre la mesa sólo una pequeña base de conocimiento para la reflexión y el debate, se pueden citar diez cuestiones que han tenido especial protagonismo en el proceso de generación y comunicación de la ciencia en estos dos últimos años. </p>
<h2>1. Ciencia exprés</h2>
<p>La investigación científica no sólo se ha multiplicado, también se ha acelerado. Más necesidades, más urgencia, más financiación y más apoyo político han ayudado a que la ciencia pueda ‘correr’ más de lo normal. <a href="https://www.mscbs.gob.es/biblioPublic/publicaciones/recursos_propios/resp/revista_cdrom/VOL95/C_ESPECIALES/RS95C_202105072.pdf">La comunidad científica ha producido muchísimo</a>, las revistas científicas han batido récords de publicación, <a href="https://www.nature.com/articles/d41586-020-03564-y">se han reescrito las reglas de difusión del conocimiento</a> y los medios de comunicación han dedicado a la ciencia y la salud más tiempo y espacio que nunca. </p>
<p>Esta carrera científica ha tenido muchas ventajas –el ejemplo más claro son las vacunas– y algunos inconvenientes, ya que las prisas no son siempre buenas consejeras. Ha habido investigaciones por debajo de los mínimos exigibles, publicaciones indeseadas –y retractadas– y periodismo poco responsable. Nada nuevo, pero con mayor magnitud, con el término ‘infoxicación’ como compañero de viaje. </p>
<p>Por encima de los errores, que suelen citarse más, ha habido muchos y buenos aciertos. La ciencia ha triunfado, pero queda la duda de <a href="https://www.scientificamerican.com/article/what-science-can-and-cannot-do-in-a-time-of-pandemic/">si hemos logrado comprenderla</a> mientras nos pasaba por encima. </p>
<h2>2. Percepción social de la ciencia y la pandemia</h2>
<p>¿Hemos asimilado de manera correcta lo que supone la pandemia y la información que nos ha ido llegando? Probablemente no, o al menos no todo lo bien que deberíamos. </p>
<p>Más allá de lo buena, regular o mala que haya podido ser la comunicación de crisis, la manera en que asumimos e interpretamos la realidad define nuestra manera de actuar. Encuestas como la de <a href="https://www.fecyt.es/es/publicacion/evolucion-de-la-percepcion-social-de-aspectos-cientificos-de-la-covid-19">la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt)</a> o <a href="https://portalcne.isciii.es/cosmo-spain/">la del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII)</a> han ido midiendo nuestros conocimientos y actuaciones a lo largo de la pandemia, mostrando la percepción social sobre las medidas preventivas, las vacunas y las decisiones tomadas, entre otras. Porque tan importante es estudiar la pandemia en sí como las consecuencias sociales que deja y su influencia sobre nuestra manera de pensar y comportarnos.</p>
<p><a href="https://www.agenciasinc.es/Reportajes/La-medicina-no-basta-por-que-necesitamos-ciencias-sociales-para-frenar-esta-pandemia">Las ciencias sociales</a>, tan necesarias y a veces tan olvidadas, tienen una nueva oportunidad de hacerse más visibles.</p>
<h2>3. ¿Crisis de confianza?</h2>
<p>Uno de los temas más interesantes en los dos últimos años es la citada percepción individual y social. ¿Comprendemos la ciencia, su método y su forma de presentarse? Más allá de que la cultura científica pueda mejorarse en España, nos hemos dado de bruces con la ciencia durante la pandemia. </p>
<p>Que la ciencia sea un buen camino para solucionar problemas no quiere decir que siempre logre solucionarlos, ni que sea infalible, ni que presente dogmas inamovibles que nos permitan ajustarnos a un guion inmutable. Todo lo contrario: como hemos visto a la tremenda estos dos últimos años, las explicaciones que nos da la ciencia para tratar de comprender el mundo pueden cambiar, lo cual no significa que no debamos confiar en ella. </p>
<p>Estudiar la posible crisis de <a href="https://www.nature.com/articles/s41599-021-00982-9">confianza de la sociedad</a>, no sólo en los resultados que muestra la ciencia sino también en las políticas que surgen de interpretar esos resultados y tomar decisiones, ayudará a facilitar una mejor relación entre ciencia, política y sociedad. </p>
<h2>4. Ciencia más allá de la pandemia</h2>
<p>El coronavirus se lo ha comido casi todo. Los avances han sido increíbles en el último año y medio, pero también ha habido falta de avances, incluso retrocesos, en ámbitos científicos y sanitarios no directamente relacionados con la pandemia o ajenos a ella. Muchos científicos dejaron durante meses –comprensiblemente– sus estudios para ayudar en las investigaciones sobre el coronavirus, por lo que posibles avances en muchos ámbitos <a href="https://elpais.com/ciencia/2020-04-06/la-lucha-contra-el-coronavirus-frena-la-investigacion-de-otras-enfermedades.html">han podido quedar frenados o ‘aparcados’</a>. </p>
<p>No sólo se trata de personas (que por supuesto), sino de inversión. La financiación de la ciencia se ha focalizado lógicamente en el SARS-CoV-2 y la covid-19 y ha podido dejar en <em>stand-by</em> otras áreas que también necesitan inversión. Habrá que seguir de cerca en los próximos años si este parón en algunas áreas de la ciencia y de la sanidad permite recuperar la actividad y los objetivos previos.</p>
<h2>5. <em>Preprints</em></h2>
<p>En estos dos últimos años los artículos publicados por revistas científicas del área biomédica y sanitaria se han multiplicado, una tendencia que ya se observaba claramente en los primeros meses de 2020. El SARS-CoV-2 y la covid-19 han protagonizado la mayoría de artículos, y los medios de comunicación han disparado la atención que les prestan. </p>
<p>Este hecho ya genera tensiones ante la necesidad de hallar novedades, estar al día y cribar la información útil. Pero, además, la pandemia ha traído una novedad en este proceso: los llamados <em>preprint</em>, artículos científicos publicados sin que hayan recibido aún la revisión y el aval de la comunidad científica, <a href="https://pap.es/articulo/13137/papel-de-la-prepublicacion-cientifica-preprint-durante-y-despues-de-la-pandemia">también se han multiplicado en el ámbito biomédico</a>. Estos artículos pueden ser muy útiles para la comunidad científica, pero cuando llegan a los medios de comunicación –y de ahí al público– la cosa se complica, ya que pueden generar ruido y desinformación. De hecho, las prepublicaciones son un reflejo extremo de lo que pueden ser los artículos científicos: no todo lo que se publica tiene por qué contarse contarse. <a href="https://www.newtral.es/articulos-cientificos-preprints-que-son/20201014/">Leer ciencia en tiempos de infodemia</a> es todo un reto. </p>
<h2>6. Ciencia y comunicación <em>online</em></h2>
<p>La pandemia nos ha alejado de la gente, por mucho que las pantallas nos permitieran mantener cierta cercanía. Una de las maneras clásicas para comunicar ciencia entre la comunidad investigadora, los congresos y reuniones, ha estado más de un año desaparecida y aún no ha recuperado la normalidad. Durante meses, la actividad presencial en centros de investigación y universidades se redujo drásticamente. La formación de estudiantes y profesionales ha perdido el cara y cara, dificultando la clásica transmisión de conocimientos y, a la vez, generando alternativas. </p>
<p>La comunicación, el periodismo y la divulgación, al igual que la ciencia, necesitan del contacto entre personas, entre quien emite el mensaje y quien lo recibe, para desarrollar todo su potencial. ¿Es peor la ciencia sin contacto directo entre quienes la hacen? Puede, pero también es indudable que las nuevas tecnologías –algún día dejaremos de llamarlas así– facilitan procesos y algo que las nuevas generaciones demandan más: rapidez y sencillez. En el equilibrio entre lo presencial y lo telemático reside la clave, pero nadie sabe aún la fórmula mágica. </p>
<h2>7. Divulgación ciudadana</h2>
<p>Internet y las redes sociales son un buen caldo de cultivo para que todo el mundo disponga de un canal en el que contar la ciencia. Esto ya existía, pero en cuestión de meses el número de personas que informaban sobre la pandemia se disparó: blogs, Twitter, Twitch, Youtube… Profesionales de la Medicina, personas con conocimientos científicos e incluso gente sin formación inicial al respecto han aprovechado este altavoz para divulgar sobre la pandemia, con mayor o menor fortuna. </p>
<p>Esta labor ha sido muchas veces útil y acertada. Pero también ha habido casos en los que este intento de divulgación no ha sido apropiado y ha generado ruido y desinformación. Cuando se trata de expertos en algún tema, cuidado con el reverso tenebroso de la ‘todología’ (personas que hablan de casi cualquier tema sin controlarlo), y prudencia ante una sobreexposición mediática, que puede ser contraproducente. </p>
<p>El reto de <a href="https://theconversation.com/la-lengua-de-la-ciencia-y-su-inaplazable-conexion-con-la-sociedad-140321">acercar más y mejor la ciencia a la sociedad</a> es cada día más relevante. Involucrar a la gente, el destino final, es fundamental.</p>
<h2>8. Periodismo científico</h2>
<p>Los medios de comunicación, tanto los especializados como los generalistas, han focalizado la información sobre la pandemia, que durante muchos meses ha ocupado casi todo el tiempo y el espacio. <a href="https://www.fecyt.es/es/publicacion/un-ano-de-periodismo-en-pandemia">La ciencia nunca ha estado tan presente en el periodismo</a>. Hablar de “el periodismo” en general es muy complicado, porque siempre hay ejemplos buenos y malos. Pero si la pandemia nos ha dejado algo es la confirmación de que se hace muy buen periodismo científico en España. Podemos y hasta debemos sacar pecho de la calidad de medios como la <a href="https://www.agenciasinc.es/">Agencia SINC</a> o <a href="https://elpais.com/ciencia/">Materia Ciencia</a> (El País), por citar sólo dos ejemplos destacados. </p>
<p>Por otro lado, la pandemia ha impulsado una especialización exprés de muchos periodistas que hasta el momento no habían escrito de salud o ciencia. Este fenómeno podría relanzar los contenidos científicos en los medios, pero también podría quedarse en burbuja pasajera. No olvidemos que la precariedad sigue siendo una característica del periodismo de base en España. </p>
<p>La buena relación entre comunidad científica y periodistas, quizá mejor y más cercana que nunca, es una oportunidad para, con recursos y responsabilidad, facilitar que las cosas se hagan muy bien. El mal periodismo siempre existirá, pero preocupa que cruzar líneas rojas que no deben sobrepasarse esté cada vez más asumido. </p>
<h2>9. Redes sociales</h2>
<p>Su relevancia en el proceso de información y comunicación es indudable desde hace años. Son más que un mero canal y sirven para comunicar, divulgar e incluso hacer periodismo, no sólo para transmitirlo. La inmediatez que las caracteriza y la dificultad de ofrecer contexto en plataformas como Twitter puede lastrar su uso, pero más que nunca durante la pandemia se ha visto que en diferentes redes sociales se encuentran, si se sabe buscar y cribar, las mejores pistas para estar informado. </p>
<p>Muchos científicos, médicos, periodistas y divulgadores han comunicado diariamente en sus redes sociales sobre la evolución de la pandemia, las últimas investigaciones y los temas más candentes, fortaleciendo una conexión directa con la gente –<a href="https://www.who.int/news-room/feature-stories/detail/social-media-covid-19-a-global-study-of-digital-crisis-interaction-among-gen-z-and-millennials">conviene analizar diferencias entre gente joven y mayor</a>– de la que el periodismo también ha podido aprovecharse. </p>
<p>Pero las redes sociales, <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8091558">que no generan una gran confianza</a>, son también un reflejo de la infoxicación global generada, con tanta información disponible que es casi imposible aprehenderla y asimilarla, y además pueden generar una visión distorsionada de la realidad. Los bulos se mueven en redes sociales como pez en el agua. </p>
<h2>10. Bulos</h2>
<p>Es uno de los mayores problemas de la comunicación en lo que va de siglo. ¿Cómo detectarlos? ¿Cómo frenarlos? La comunidad de <em>fact checkers</em>, personas y entidades que se encargan de comprobar la veracidad de las informaciones y de desmentirlas cuando son falsas, se ha graduado en estos dos últimos años. <a href="https://theconversation.com/los-bulos-de-la-pandemia-cuantos-cuales-donde-como-y-quienes-139142">La primera ola de la pandemia fue un caldo de cultivo tremendo</a>. El problema es de gran magnitud: es difícil identificar todos los bulos, cuesta que los desmentidos calen y suena casi imposible detener la difusión de mentiras. </p>
<p>Ser escéptico de entrada, tratar de comprobar fuentes, no compartir informaciones dudosas y promover el pensamiento crítico de las personas son algunos consejos interesantes. </p>
<h2>10+1. ¿Ciencia desigual?</h2>
<p>Un apunte extra: en momentos de crisis hay más riesgo de que se generen desigualdades y de que las ya existentes se agraven. La ciencia, como cualquier disciplina, no es ajena a ellas y la pandemia ha puesto sobre la mesa desigualdades sobradamente conocidas en los ámbitos social, económico, cultural… Sin olvidar otras, la más conocida es la brecha de género que afecta a las mujeres. Como en tantos aspectos, <a href="https://www.agenciasinc.es/Reportajes/La-pandemia-una-oportunidad-para-cerrar-la-brecha-de-genero-en-ciencia">las científicas lo tienen a veces más difícil que los científicos</a>, y una de las consecuencias es que <a href="https://theconversation.com/por-que-las-mujeres-no-quieren-escribir-en-the-conversation-146333">las mujeres tienden a ser menos protagonistas al contar la ciencia</a>. </p>
<p>Si de las crisis pueden surgen nuevas oportunidades de cambio, estamos ante otro buen momento para tratar de <a href="https://www.agenciasinc.es/Reportajes/Donde-estan-las-cientificas-en-la-pandemia-La-covid-19-las-borra-del-mapa">mitigar el impacto de la pandemia en la carrera de las científicas</a> y avanzar hacia una equidad real.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/172713/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>José A. Plaza no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Se cumplen dos años del comienzo de la pandemia del SARS-CoV-2 y la covid-19. La ciencia nunca había sido tan prolífica, ni tan mediática, durante tanto tiempo ni con tanta intensidad como ahora.José A. Plaza, Periodista y responsable de Comunicación en el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), Instituto de Salud Carlos IIILicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1742302021-12-30T11:05:25Z2021-12-30T11:05:25ZCiencia 2021: logramos vacunar pero olvidamos lo que significa una pandemia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/438991/original/file-20211224-44635-snb6id.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C6%2C4287%2C2873&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/hand-holds-syringe-inscription-covid-19-1865178097">Shutterstock / Jens Rother</a></span></figcaption></figure><p>El año pasado dejamos a nuestros protagonistas, la población entera del planeta Tierra, <a href="https://theconversation.com/ciencia-2020-el-coronavirus-que-acorralo-a-la-humanidad-152583">acorralados ante un nuevo coronavirus</a>. Parecían a punto de ser derrotados por la pandemia de covid-19 cuando llegaron las primeras vacunas. Justo cuando terminaba 2020, las primeras dosis comenzaron a ser inyectadas en los brazos de algunos afortunados. ¿Era este el principio del fin?</p>
<h2>Sindemia</h2>
<p>Este año aprendimos que la covid-19 es algo más que una pandemia: es también una <em>sindemia</em>. La investigadora de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria María Teresa Tejedor <a href="https://theconversation.com/sindemia-pandemia-importa-el-nombre-que-le-demos-152366">nos explicaba el concepto</a>. La situación que vivimos va más allá del propio coronavirus, que se entrelaza con cuestiones sociales, económicas, políticas, laborales y hasta ecológicas. Solo si atajamos sus causas últimas podremos paliar los efectos de la crisis. La edad y la hipertensión son factores de riesgo por motivos biológicos. La pobreza y la raza lo son por otras razones.</p>
<h2>Fatiga pandémica</h2>
<p>También entendimos lo larga que puede ser (y puede hacerse) una pandemia. Esta no es una carrera de cien metros lisos, sino una maratón. De forma indirecta, el SARS-CoV-2 ataca a nuestra salud mental y a nuestras relaciones personales. “Fatiga pandémica” es un concepto cuyo alcance solo hoy empezamos a comprender. Varios investigadores nos dieron <a href="https://theconversation.com/como-evitar-que-la-fatiga-pandemica-nos-haga-bajar-la-guardia-160476">una receta para combatirla sin bajar la guardia</a> que medio año más tarde sigue estando muy vigente. Una de las claves: señalar todo lo que hemos conseguido como sociedad hasta ahora, más que los incumplimientos puntuales.</p>
<h2>Responsabilidad individual</h2>
<p>“Responsabilidad individual” es otra de las frases más repetidas de la pandemia. Si en 2020 pensábamos que esta era una clave fundamental en la lucha contra el virus, este año nos dimos cuenta de que se trataba solo de la punta del iceberg. Sin quitar peso a la necesaria colaboración ciudadana, el investigador de FISABIO Salvador Peiró nos contó <a href="https://theconversation.com/covid-19-el-repunte-de-la-transmision-en-jovenes-y-la-responsabilidad-individual-y-colectiva-163871">por qué las enfermedades infecciosas son un problema colectivo que depende de actuaciones de salud pública</a>. Estas, recordaba en julio, no consisten en reponer las mascarillas al aire libre.</p>
<h2>Injusticia infantil</h2>
<p>Hemos tenido la enorme suerte de que la covid-19 no se cebara con los más pequeños, cuyos cuadros tienden a ser leves e incluso asintomáticos. Pero esto no significa que hayan salido ilesos de la pandemia. <a href="https://theconversation.com/los-costes-ocultos-que-la-gestion-de-la-pandemia-tiene-para-los-ninos-172343">La gestión de esta crisis ha tenido costes ocultos</a> que el sociólogo de la Universidad de Huelva Iván Rodríguez enumeraba en un artículo. Tratar a niños y niñas como vectores ha sido, en su opinión, una suerte de injusticia social en la que se ha ignorado casi por completo los intereses de infantes y adolescentes mientras se priorizaban los de los adultos.</p>
<h2>Éxito local</h2>
<p>Pero este año ha sido, sobre todo, el año de las vacunas. Con ellas se han evitado millones de muertes y se ha cambiado por completo el escenario. Sin embargo, a pesar de su seguridad y eficacia, con ellas llegaron los bulos. Un grupo de investigadores encabezados por el virólogo del King’s College London José Manuel Jiménez nos regaló una <a href="https://theconversation.com/guia-para-desmentir-24-bulos-sobre-la-vacuna-de-covid-19-152603">guía para desmentir 24 de los bulos más frecuentes</a> en los primeros meses de una campaña de vacunación que hoy sabemos que fue un éxito histórico.</p>
<p>Por eso no debemos imitar a otros países que, a pesar de tener acceso a las vacunas, han sido más reticentes a utilizarlas. Las medidas punitivas contra los no vacunados, una diminuta minoría en España, <a href="https://theconversation.com/por-que-no-deberiamos-adoptar-medidas-punitivas-contra-los-no-vacunados-174024">pueden generar una brecha social, dañar la confianza y fomentar medidas tan poco efectivas como los certificados covid</a>. Por eso, la socióloga de la Universidad Complutense de Madrid Celia Díaz apostaba por celebrar lo que nuestro país ha hecho bien para fortalecer esa sensación de pertenencia a la sociedad y cohesionarnos entorno al bien común.</p>
<h2>Desigualdad global</h2>
<p>Precisamente porque este ha sido el año de las vacunas, resulta más doloroso que no hayan llegado por igual a todo el planeta. Algunos países acapararon suficientes dosis como para vacunar varias veces a toda su población, incluidas terceras y cuartas dosis, mediante opacos contratos con farmacéuticas. Mientras, otros todavía tienen que esperar las sobras a punto de caducar. La desigualdad vacunal es uno de los grandes fracasos de 2021: la emergencia de la variante ómicron en el continente menos vacunado del planeta debería hacernos reflexionar sobre ello. Por eso, la epidemióloga de la Universidad de Barcelona Carolina Domínguez <a href="https://theconversation.com/que-hemos-hecho-bien-en-espana-para-controlar-la-covid-19-tan-rapido-171316">advertía contra el localismo</a> y defendía mirar más allá de lo que pasa en nuestra comunidad.</p>
<p>Quizá la fase aguda de la pandemia termine en 2022 y dé paso a la pospandemia. Quizá no. Si algo hemos aprendido es que el coronavirus es más impredecible de lo que nos gustaría. Por suerte, 2021 ha sido <a href="https://theconversation.com/diez-buenas-noticias-sobre-el-coronavirus-un-ano-despues-155892">un año de buenas noticias para los países que han tenido acceso a vacunas y tratamientos</a>, tal y como defendía a principios de año el microbiólogo de la Universidad de Navarra Ignacio López Goñi. Que 2022 sea un año mejor en el que podamos salir de esta crisis todos juntos, como vecinos de ese punto azul pálido. Cualquier otro resultado no sería un final feliz.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/174230/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
Está a punto de comenzar el tercer año de la pandemia de covid-19. Las vacunas le han dado la vuelta a la situación, pero no podemos olvidar que nos encontramos ante una sindemia en la que influyen factores sociales y económicos. Tampoco que la desigualdad vacunal ha sido el gran fracaso de 2021.Sergio Ferrer Pérez, Ciencia+TecnologíaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1740662021-12-22T21:19:51Z2021-12-22T21:19:51ZLa covid-19 no es el sarampión, pero contagiando se le parece<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/438878/original/file-20211222-48933-2d98ub.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C16%2C5422%2C3370&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://theconversation.com/omicron-como-actua-y-como-defendernos-174041">Shutterstock / Lightspring</a></span></figcaption></figure><p>El inmunólogo Alfredo Corell ha causado revuelo en los medios al afirmar que <a href="https://www.huffingtonpost.es/entry/alfredo-corell-anticipa-lo-que-va-a-ocurrir-en-los-proximos-dias_es_61c06c99e4b0d637ae8411a7">la variante ómicron del SARS-CoV-2 es tan contagiosa como el sarampión</a>, uno de los virus más contagiosos que existen. Obviamente, el coronavirus no produce los mismos síntomas que el virus del sarampión. Pero la afirmación se refiere a su capacidad de contagio y no a los síntomas. Y en ese sentido, Alfredo tiene toda la razón. </p>
<p>La variante ómicron supuso un gran revuelo desde el primer momento en el que se anunció que acumulaba <a href="https://theconversation.com/omicron-variantes-y-vacunas-dos-anos-despues-173125">una gran cantidad de mutaciones</a> que se centraban, esencialmente, en la zona de reconocimiento entre la proteína S del virus y la proteína ACE2 de las células humanas. Solo ese dato y el hecho de haber sido secuenciada ya indicaba que se estaba imponiendo a las demás variantes. </p>
<p>El revuelo político y mediático inicial no respondía a una mayor gravedad en los síntomas sino a su mayor capacidad de infección. Pero, como ha ocurrido con otras variantes precedentes, cuando se detecta una nueva variante es porque ya está circulando entre la población. Por eso, todas las precauciones de los gobiernos cerrando fronteras no han servido para nada. Ahora, en todos los países, <a href="https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/documentos/COVID19_Actualizacion_variantes_20211220.pdf">incluso en España</a>, la variante ómicron se está imponiendo a las variantes anteriores incluyendo la delta. </p>
<p>Es esta mayor infectividad, tan alta como la del sarampión, la que la hace más preocupante que las demás variantes. </p>
<h2>¿Cuál es la capacidad infectiva de la variante ómicron?</h2>
<p>Para determinar la capacidad de dispersión de un organismo patogénico se aplica un parámetro conocido como número básico o <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6291769/">tasa básica de reproducción</a> (R₀). No es otra cosa que el promedio de casos nuevos que genera un caso positivo a lo largo de un periodo de infección. Por ejemplo, si un patógeno tiene un R₀ de 2 quiere decir que una persona contagiada va a contagiar de promedio a otras dos. Y eso ya provoca que el número de contagiados aumente de forma exponencial. </p>
<p>El parámetro R₀ es inherente a los virus, pero puede variar según las condiciones y depende directamente del número de contactos. En casos de pandemia, es esencial disminuir el R₀ mediante medidas de confinamiento o cuarentena para evitar que una persona contagiada pueda contagiar a otras. Solo de esta manera se reduce el R₀. </p>
<p>Así, si el R₀ alcanza un valor por debajo de 1, el patógeno va desapareciendo con el tiempo. Por el contrario, si es superior, el contagio se incrementa. </p>
<p>Entre <a href="https://fundacionio.com/numero-basico-de-reproducion-r0-por-que-es-importante/">los patógenos más contagiosos</a> encontramos el virus del sarampión, que se transmite de manera aérea y cuyo R₀ está entre 12 y 18. Por debajo están la tosferina, con una R₀ de 12 a 17; la difteria, de 6 a 7; la viruela, la polio y la rubéola, con una R₀ de 5 a 7. </p>
<p>Curiosamente, aunque son patógenos muy contagiosos, todos ellos han sido controlados gracias a las vacunas. Para todos ellos, excepto la viruela que ha sido erradicada, tenemos vacunas dentro del <a href="https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&ved=2ahUKEwiOqdm1wPT0AhVLLBoKHWvuCxIQFnoECA4QAQ&url=https%3A%2F%2Fwww.mscbs.gob.es%2Fprofesionales%2FsaludPublica%2FprevPromocion%2Fvacunaciones%2Fcalendario-y-coberturas%2Fdocs%2FCalendarioVacunacion_Todalavida.pdf&usg=AOvVaw1N3CCHyp_sSmR66tNahr7a">calendario oficial</a> que se inyectan en los primeros años de vida. Es decir, pese a su alta capacidad de contagio, estos patógenos ya no nos producen enfermedades, <a href="https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&ved=2ahUKEwih3ZX__vX0AhUU_7sIHZMbAjoQFnoECB8QAQ&url=https%3A%2F%2Fwww.isciii.es%2FQueHacemos%2FServicios%2FVigilanciaSaludPublicaRENAVE%2FEnfermedadesTransmisibles%2FDocuments%2Farchivos%2520A-Z%2FSarampi%25C3%25B3n%2FInforme_anual_SAR_RUB_2019_VF_Rev.pdf&usg=AOvVaw08nyAe6_ThbSaush1LK9dq">salvo brotes ocurridos especialmente en grupos no vacunados</a>, porque se está inmunizando desde la infancia.</p>
<p>La R₀ de las diferentes variantes del SARS-CoV-2 ha ido aumentando conforme el virus se ha ido dispersando entre los humanos. <a href="https://www.thelancet.com/journals/lanres/article/PIIS2213-2600(21)00559-2/fulltext">Un estudio recientemente publicado</a> indica que la R₀ de la variante inicial que comenzó a dispersarse por todo el planeta era de 2,5. A la variante delta, que se impuso rápidamente por todo el mundo, se le calcula una R₀ de alrededor de 7 y a la nueva variante ómicron que ya está desplazando a la variante delta se le está calculando una R₀ de 10. </p>
<p>Para ponerlo en contexto, a la gripe de 1918 <a href="https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&ved=2ahUKEwjfq6WFjfb0AhWEh_0HHeVsB-MQFnoECA4QAQ&url=https%3A%2F%2Fwww.thelancet.com%2Fpdfs%2Fjournals%2Flaninf%2FPIIS1473-3099%252820%252930484-9.pdf&usg=AOvVaw1lckOlMncVifObk1MLQUZQ">se le asigna una R₀ entre 1,4 y 2,3</a>, más baja que la del coronavirus y mucho más baja que la de la variante actual. A lo que debemos sumar una situación de movilidad mundial mucho más limitada que la actual. Y ahí está el problema. </p>
<h2>Mecanismo de infección similar, vías aéreas</h2>
<p>Otro de los aspectos importantes es que ambos virus, el sarampión y el coronavirus, utilizan la misma vía de contagio: el aire. Pese a los primeros titubeos sobre su mecanismo de contagio, ya está claro que el SARS-CoV-2 se transmite principalmente mediante aerosoles. Y ese es también otro factor importante para su dispersión. </p>
<p>Aunque existen otros virus como el VIH (4,2 a 10,6), la hepatitis C (2,1 a 3,9) y el ébola (1,2 a 1,9) que tienen R₀ preocupantes, su mecanismo de transmisión es fácilmente controlable. Pero en el caso de un virus de transmisión aérea, con una alta R₀ y con un largo periodo presintomático, los contactos son casi imposibles de evitar. </p>
<p>A todo esto hay que sumar el hecho de que muchas de las personas contagiadas sufren la infección de forma asintomática. <a href="https://www.jclinepi.com/article/S0895-4356(21)00183-9/fulltext">Los últimos estudios en España demuestran que un 30 % de los contagiados han pasado la infección de forma asintomática</a> o con síntomas tan leves que no suponían una atención especial. Eso hace aún más incontrolable la diseminación del virus ya que <a href="https://elpais.com/espana/madrid/2021-12-21/el-potencial-riesgo-de-la-transmision-de-la-covid-entre-asintomaticos.html">muchas personas pueden estar contribuyendo al contagio sin percatarse</a>. </p>
<h2>Condiciones nuevas, soluciones nuevas</h2>
<p>Los virus evolucionan, especialmente si han conseguido infectar un huésped nuevo. Las condiciones iniciales de la pandemia requerían medidas drásticas para evitar los contagios masivos y el colapso de los sistemas sanitarios. Sin antivirales, sin terapias eficientes, sin protocolos clínicos contrastados y sin vacunas, todos estábamos a merced del virus. </p>
<p>Ahora la mayoría de la población se encuentra vacunada con la pauta completa y su sistema inmunitario contiene células memoria preparadas para detectar y activarse rápidamente, más aún si se refuerza su capacidad con una tercera dosis. Tan solo un bajo porcentaje de personas con inmunidad deficiente y el bajo porcentaje de personas no vacunadas se encuentran en verdadero peligro. </p>
<p>Los datos en España demuestran que <a href="https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&cad=rja&uact=8&ved=2ahUKEwjWlbyMh_b0AhUHAWMBHUgsA0oQFnoECBIQAQ&url=https%3A%2F%2Fwww.mscbs.gob.es%2Fprofesionales%2FsaludPublica%2Fccayes%2FalertasActual%2FnCov%2Fdocumentos%2FActualizacion_524_COVID-19.pdf&usg=AOvVaw28xQWwW-D_IdCy-CkNInvc">las personas no vacunadas llegan a estar sometidas a un riesgo superior a 20 veces respecto a las vacunadas de sufrir hospitalización, ingresos en UCI o de fallecer</a>.</p>
<p>Con esta situación, el debate sobre las medidas que se deben o no se deben tomar es muy complejo. Una situación cambiante, un virus más contagioso y un alto porcentaje de población vacunada son factores importantes que afectan a las decisiones. </p>
<p>Tal y como ya se hace en parte en el caso de la gripe estacional, el seguimiento de los casos sintomáticos, el reforzamiento de la atención primaria y de urgencias y la vacunación son las medidas sanitarias más adecuadas. Los ciudadanos podemos contribuir reduciendo los contactos lo más posible y evitando situaciones que favorezcan la diseminación del virus. </p>
<p>La única defensa y salida de esta pandemia es la inmunidad y evitar los contactos si se está contagiado. Así llegaremos al equilibrio que ya existe con los cuatro coronavirus humanos que producen catarros y que una vez recorrieron el mismo camino que está recorriendo el actual SARS-CoV-2.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/174066/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Guillermo López Lluch es miembro de la Sociedad Española de Biología Celular, la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, la Society for Free Radical Research y la International Coenzyme Q10 Association. Las investigaciones realizadas por el autor están financiadas por fondos públicos provenientes del Gobierno de España o del Gobierno Autonómico de Andalucía. </span></em></p>Lo que hace a ómicron más preocupante que las demás variantes del coronavirus causante de la covid-19 es su mayor infectividad, que algunos expertos han comparado con la del sarampión.Guillermo López Lluch, Catedrático del área de Biología Celular. Investigador asociado del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo. Investigador en metabolismo, envejecimiento y sistemas inmunológicos y antioxidantes., Universidad Pablo de OlavideLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1740712021-12-21T18:55:02Z2021-12-21T18:55:02Z‘Vivir es acojonante’ en las navidades del coronavirus<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/438598/original/file-20211221-19-caztcg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=15%2C0%2C1482%2C698&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Fotograma del anuncio de Navidad de Campofrío de 2021. </span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.youtube.com/watch?v=SK70CCDKPRI">YouTube</a></span></figcaption></figure><p>El lenguaje (verbal, multimodal) es como el aire que respiramos. Es nuestro medio. Al estar inmersos en él no somos conscientes de hasta qué punto influye en nuestro pensamiento.</p>
<p>La lingüística y las ciencias cognitivas <a href="https://www.cambridge.org/core/books/speech-acts-in-english/79792EED24355537909794C791FFF2CE">llevan décadas</a> <a href="https://www.degruyter.com/document/doi/10.1515/cog-2018-0014/html">analizando su uso</a> <a href="https://www.degruyter.com/document/doi/10.1515/cog-2014-0015/html">como herramienta de persuasión</a>. El chiste del cura fumador ilustra la influencia del lenguaje en nuestra toma de decisiones:</p>
<blockquote>
<p><em>Un cura le pregunta al obispo si puede fumar mientras reza. El obispo le contesta tajantemente que no. Al día siguiente, el cura ve a un seminarista fumando mientras reza y le afea su comportamiento, preguntándole si ha pedido permiso. El seminarista le contesta que sí: “Le pregunté al obispo si podía rezar mientras fumaba y me contestó que por supuesto, que cualquier momento es bueno para rezar”.</em></p>
</blockquote>
<p>La misma acción, presentada desde dos encuadres diferentes, motiva reacciones opuestas. Esto es lo que nos revela la <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/science.7455683"><em>Teoría del encuadre</em></a> o <a href="https://www.icsi.berkeley.edu/icsi/node/3579"><em>de los marcos</em></a>. La lingüística cognitiva ha analizado <a href="https://cognitivelinguistatwork.blogspot.com/2021/05/no-pienses-en-el-virus.html">los marcos lingüísticos de la pandemia</a> desde sus comienzos. Varios estudios <a href="https://www.jbe-platform.com/content/journals/10.1075/msw.00013.olz">han cuestionado</a>, por ejemplo, <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0240010">que se abuse del marco de la guerra</a> para hablar de la lucha contra la COVID. </p>
<p>¿Qué marcos se están usando en la actualidad? ¿Son los más efectivos? </p>
<p>Según crece la sexta ola, los gobiernos han incrementado las medidas de control para frenarla. Simultáneamente, <a href="https://www.rtve.es/play/videos/telediario-fin-de-semana/protestas-europa-contra-restricciones-vacunacion-obligatoria/6235855/">el rechazo social aumenta</a>. Incluso la publicidad refleja el hastío que producen en la gente. </p>
<h2>Lo que da miedo</h2>
<p>El <a href="https://www.youtube.com/watch?v=SK70CCDKPRI">anuncio navideño de Campofrío</a> nos muestra a un triste Karra Elejalde aislado del mundo para evitar peligros, entre otros el coronavirus. Sin embargo, el testimonio de una superviviente del volcán de La Palma le motiva a volver a la vida social. Karra se da cuenta de que “lo que más acojona es que la vida es acojonante” y de que él se la estaba perdiendo…</p>
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<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/SK70CCDKPRI?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
<figcaption><span class="caption">Anuncio de Campofrío 2021.</span></figcaption>
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<p>Sin entrar en la pertinencia de un anuncio que parece animar a la relajación, lo cierto es que nos ofrece un buen material de reflexión. Nos motiva a pensar en la situación actual de la pandemia y en las posibilidades de éxito de las nuevas medidas de control. Pero sobre todo, nos permite explicar lo importante que puede ser manejar bien los marcos conceptuales para que la sociedad las acepte y sean efectivas.</p>
<p>La historia comienza con Karra siguiendo fielmente los consejos sanitarios para evitar el contagio. Pero el anuncio termina con el personaje volviendo a asumir riesgos a cambio de recuperar la felicidad. Nos vemos instantáneamente reflejados en él. Al inicio de la pandemia, nadie dudó en acatar las medidas de control: confinamientos, mascarillas, gel hidroalcohólico… Dos años después, muchas conversaciones cotidianas reproducen los sentimientos de Elejalde: “Este año no me quitan la Navidad…”, “Hay que vivir…”, “Pues estas fiestas nos juntamos sí o sí…”. A pesar de ómicron, de que podría escapar a las vacunas y de que los casos aumentan sin parar, la gente parece dispuesta a arriesgar. </p>
<h2>¿Qué ha cambiado?</h2>
<p>La variante ómicron nos ha devuelto a la casilla de salida. Pero el contexto actual, tras dos años de pandemia, es diferente y determina cómo reaccionamos. </p>
<p>Hay dos adjetivos que vertebran el anuncio: <strong>acojonado</strong> y <strong>acojonante</strong>. Cada uno se corresponde con un marco mental: el de <strong>pérdida</strong> y el de <strong>ganancia</strong>. Curiosamente, los psicólogos Tversky y Kahneman <a href="https://doi.org/10.1126/science.7455683">demostraron</a> que tendemos a evitar el riesgo si nos encontramos en un marco de ganancias. Por el contrario, si experimentamos un contexto de pérdidas, lo asumimos.</p>
<p>En el inicio de la pandemia veníamos de un marco de ganancias. Teníamos nuestra vida, nuestras rutinas, nuestras vacaciones y pequeños vicios. En ese encuadre positivo (<strong>acojonante</strong>) nadie dudó en actuar para evitar el riesgo y mantener las ganancias. Todos aceptamos las restricciones impuestas por las autoridades. </p>
<p>Ahora el marco es muy diferente. Mucha gente ha perdido su trabajo, a sus seres queridos, su salud… Todos hemos perdido parte de nuestra libertad, nuestra tranquilidad… Estamos en un marco de pérdidas. En esta situación tendemos a arriesgar porque, como dice el refrán, <em>de perdidos, al río</em>. Eso hace Karra y eso es lo que las conversaciones a pie de calle nos sugieren que la sociedad hará esta Navidad. </p>
<p>En un marco de pérdidas, las nuevas medidas de control chocan contra la tendencia natural al riesgo de quien va perdiendo la partida. Quizás por ello, como percibimos en la calle y leemos en los periódicos, la oposición hacia ellas está aumentando. </p>
<h2>¿Y ahora cómo nos comunicamos?</h2>
<p>El lenguaje permite crear nuevas realidades. Como el seminarista del chiste, podemos usarlo para influir en las reacciones de la gente. Si queremos que sean efectivas, las nuevas medidas de control del virus –tan necesarias– tienen que comunicarse desde marcos apropiados. Pero ¿cuáles se están utilizando?</p>
<p>En general, los mensajes institucionales están dibujando un marco de pérdidas al que ligan la necesidad de adoptar medidas adicionales. Nos piden que nos vacunemos porque llega otra ola, porque ómicron puede escapar a las vacunas, porque sube la incidencia, porque las UCIs se llenan… Nos sitúan en un marco casi exclusivamente negativo en el que nos sentimos <strong>acojonados</strong>. Su objetivo es apelar a nuestra razón. Pero en una situación de pérdida, también perdemos el miedo al riesgo y lo que hacemos es buscar alguna ganancia –por pequeña que sea–, como cenar con la familia y los amigos en navidad.</p>
<p>Por eso es importante diseñar campañas con marcos positivos, de ganancias. Porque entonces sí estaremos dispuestos a evitar riesgos para evitar también nuevas pérdidas. </p>
<p>Es necesario subrayar todo lo que hemos conseguido durante los últimos meses. Hay que enfatizar todas las parcelas de nuestras vidas que hemos podido recuperar. Hay que recordar todas las vidas salvadas por el uso continuado de las mascarillas y por las vacunas. Gracias a estas y otras medidas (ventilación en los colegios, medidores de CO2, uso de terrazas), hoy podemos tomarnos un café con los amigos, celebrar los cumpleaños de nuestros hijos, visitar a nuestros abuelos, viajar, asistir a clases presenciales… </p>
<p>Las recomendaciones de uso de mascarillas, distancia, ventilación y vacunación han sufrido un desgaste natural con el paso del tiempo. La sociedad está cansada. Pero todas estas medidas son aún necesarias. Son esenciales. Si se formulan dentro del marco positivo de las ganancias que nos han traído, serán seguramente más fáciles de aceptar. Simplemente porque seremos conscientes de que aún tenemos muchas cosas buenas que conservar y disfrutar. </p>
<p>Karra lleva razón. Vivir es <strong>acojonante</strong>. Es necesario situar el discurso de la pandemia en este marco. Solo así querremos protegernos y evitar riesgos, porque desearemos seguir con vida.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/174071/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Lorena Pérez Hernández no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Vuelven las olas de covid-19 y vuelven las órdenes, sugerencias, restricciones… Pero ya no recibimos esos mensajes igual que en marzo de 2020.Lorena Pérez Hernández, Profesora Titular de Filología Inglesa. Lingüística cognitiva, Universidad de La RiojaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1740672021-12-21T18:13:27Z2021-12-21T18:13:27Z¿Hay motivos para pensar que esta sexta ola puede ser la peor?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/438550/original/file-20211220-13-1ptubin.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C14%2C4985%2C2979&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/3d-microscopic-covid19-virus-omicron-variant-2093391415">Shutterstock / Kavic.C</a></span></figcaption></figure><p><em>Continúa subiendo la incidencia de covid-19 y se acercan las celebraciones navideñas. En muchos países, el número de casos es mayor que en las navidades pasadas, pero la ocupación hospitalaria, los ingresos en UCI y el número de fallecimientos son menores que entonces. Ante esta situación imprevista hemos preguntado a varios expertos si hay motivos para pensar que esta sexta ola será la peor de la pandemia.</em></p>
<hr>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/438549/original/file-20211220-19-mx3892.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/438549/original/file-20211220-19-mx3892.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/438549/original/file-20211220-19-mx3892.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/438549/original/file-20211220-19-mx3892.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/438549/original/file-20211220-19-mx3892.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/438549/original/file-20211220-19-mx3892.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/438549/original/file-20211220-19-mx3892.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/438549/original/file-20211220-19-mx3892.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption"></span>
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<h2><em>“Cuanto menor sea el comportamiento de riesgo, menos afectación habrá y mejor será esta ola de invierno para los vacunados”</em></h2>
<p><a href="https://theconversation.com/profiles/margarita-del-val-latorre-1169616/articles"><strong>Margarita del Val Latorre</strong></a></p>
<p><strong>Viróloga e inmunóloga del <a href="https://theconversation.com/institutions/centro-de-biologia-molecular-cbm-csic-3745">Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC-UAM)</a></strong></p>
<hr>
<p>Las 4 vacunas son muy buenas en proteger de la enfermedad grave y de las muertes, pero no son infalibles. Aproximadamente un 5 % de las personas vacunadas, si se infectan, podrá enfermar grave; sin vacunar, su situación habría sido claramente peor, se estima que unas 10 veces peor. Las personas que llevan muchas papeletas para estar en ese 5 % grave son los mayores y los enfermos crónicos. Los demás podemos identificar en nuestro entorno quiénes son, y ellos se tienen que proteger especialmente: cuanto menor sea el comportamiento de riesgo, menos afectación habrá y mejor será esta ola de invierno para los vacunados. Para los no vacunados, su riesgo personal si se infectan sigue siendo el mismo de siempre, e incluso es más probable el contagio silencioso porque se esperan más casos. </p>
<hr>
<figure class="align-left zoomable">
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<h2><em>“No estamos necesariamente condenados a que la sexta ola sea la peor”</em></h2>
<p><a href="https://theconversation.com/profiles/beatriz-gonzalez-lopez-valcarcel-1030601/articles"><strong>Beatriz González López-Valcárcel</strong></a></p>
<p><strong>Catedrática de Métodos Cuantitativos en Economía y Gestión, e investigadora en Economía de la Salud, <a href="https://theconversation.com/institutions/universidad-de-las-palmas-de-gran-canaria-4019">Universidad de Las Palmas de Gran Canaria</a></strong> </p>
<hr>
<p>No estamos necesariamente “condenados” a que la sexta ola sea la peor. Cada vez está mas claro que la variante ómicron es mas contagiosa que las anteriores y va a convertirse en dominante en pocas semanas. La incidencia se está disparando en España. Pero la relación entre incidencia, enfermedad grave (hospitalización, UCI) y fallecimientos ha ido variando favorablemente gracias a la protección de las vacunas. Ante tan altas incidencias, el reto ahora es evitar el colapso del sistema sanitario y la desatención a los pacientes no Covid.</p>
<hr>
<figure class="align-right ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/438496/original/file-20211220-23-1h3s7nq.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/438496/original/file-20211220-23-1h3s7nq.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/438496/original/file-20211220-23-1h3s7nq.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/438496/original/file-20211220-23-1h3s7nq.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/438496/original/file-20211220-23-1h3s7nq.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/438496/original/file-20211220-23-1h3s7nq.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/438496/original/file-20211220-23-1h3s7nq.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<h2><em>“No va a ser la peor en fallecimientos y saturación hospitalaria, aunque puede ser la de mayor incidencia de toda la pandemia”</em></h2>
<p><a href="https://theconversation.com/profiles/ignacio-rosell-aguilar-1208048/articles"><strong>Ignacio Rosell</strong></a></p>
<p><strong>Profesor asociado de Medicina Preventiva y Salud Pública</strong>, <a href="https://theconversation.com/institutions/universidad-de-valladolid-3516"><strong>Universidad de Valladolid</strong></a></p>
<hr>
<p>Gracias a las vacunas, tenemos muchos motivos para pensar que esta ola no va a ser “la peor” en cuanto a fallecimientos y saturación hospitalaria, aunque muy probablemente vaya a ser la de mayor incidencia de toda la pandemia. </p>
<p>Lo que sí hay es varios motivos de seria preocupación. Para empezar porque la mayor transmisibilidad de la variante ómicron, junto a la estación invernal en Europa (a diferencia de Sudáfrica, por ejemplo) y la próxima celebración de las festividades navideñas pueden disparar la incidencia en España. Y esa enorme incidencia, aunque la variante pudiera producir enfermedad más leve, no es descartable que produzca una importante saturación de los hospitales. Todo ello sin olvidar la ya insoportable sobrecarga de la atención primaria y de los servicios de salud pública. </p>
<p>Es fundamental tomar medidas de contención y apelar a la prudencia en las primeras semanas de 2022, con esperanza de que pueda verse aliviada la situación más adelante. </p>
<hr>
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<h2><em>“El problema es que, aunque no sea más letal, puede colapsar el sistema sanitario”</em></h2>
<p><a href="https://theconversation.com/profiles/m-africa-gonzalez-fernandez-1185788/articles"><strong>Mª África González Fernández</strong></a></p>
<p><strong>Catedrática de Inmunología. CINBIO (Centro de Investigaciones Biomédicas)</strong>, <a href="https://theconversation.com/institutions/universidade-de-vigo-3910"><strong>Universidade de Vigo</strong></a></p>
<hr>
<p>Desde el punto de vista de personas contagiadas es posible que esta sexta ola pueda ser la más importante, ya que se están viendo casos de reinfecciones por esta nueva variante que ha demostrado ser mucho más contagiosa que las precedentes. </p>
<p>El problema es que al contagiar a muchas personas de forma brusca, aunque no sea más letal, puede colapsar el sistema sanitario. Es una cuestión de porcentajes de personas que infecte y en qué tiempo lo hace, ya que lo importante es que la curva de casos se aplane para que el sistema sanitario pueda cubrir con todas las necesidades, covid y no covid. Ya se han aplazado cirugías y consultas, y esto lleva una seria de consecuencias secundarias para otras enfermedades.</p>
<p>Sin embargo, la vacunación puede ayudar a que esas infecciones sean en su mayoría leves; el problema es que aún tenemos en España más de 2 millones de personas que no se han vacunado. Por los datos de otros países donde la variante ómicron está circulando ya desde hace unas semanas, se está viendo que la hospitalización grave y fallecidos se encuentran entre personas sin vacunar, o personas ancianas con otras patologías graves previas. Por tanto una de las mejores armas que tenemos para evitar la enfermedad grave y fallecimientos es la vacunación.</p>
<hr>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/438500/original/file-20211220-49721-1bayuou.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/438500/original/file-20211220-49721-1bayuou.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/438500/original/file-20211220-49721-1bayuou.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/438500/original/file-20211220-49721-1bayuou.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/438500/original/file-20211220-49721-1bayuou.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/438500/original/file-20211220-49721-1bayuou.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/438500/original/file-20211220-49721-1bayuou.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/438500/original/file-20211220-49721-1bayuou.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<h2><em>“La situación es mejor que en las anteriores olas, especialmente en aquellos países que han vacunado mejor”</em></h2>
<p><a href="https://theconversation.com/profiles/sonia-zuniga-1226429/articles"><strong>Sonia Zúñiga</strong></a></p>
<p><strong><em>Viróloga e investigadora, <a href="https://theconversation.com/institutions/centro-nacional-de-biotecnologia-cnb-csic-3742">Centro Nacional de Biotecnología (CNB - CSIC)</a></em></strong></p>
<hr>
<p>La sexta ola no debería ser la peor. A pesar del incremento exponencial de los contagios y de que circule una variante que se transmite mejor (ómicron), la situación es mejor en esta ola de lo que era las anteriores. Especialmente, en los países con mayor tasa de vacunación y, sobre todo, en aquellos que han vacunado “mejor”, es decir, los que han empezado por la población más vulnerable. </p>
<p>El aumento de la incidencia refleja una combinación de factores tales como un aumento en la movilidad, una relajación en las medidas, un aumento de las reuniones (especialmente en lugares cerrados) y la circulación de ómicron. </p>
<p>De nuevo, afortunadamente la alta tasa de vacunación en algunos países está conteniendo la enfermedad severa y la mortalidad, lo que evitaría el colapso hospitalario. Sin embargo, hay que destacar que el incremento de contagios está desencadenando un aumento en la presión asistencial. Por ejemplo, en atención primaria, lo que podría llevar a un colapso en esta parte del sistema de salud.</p>
<hr>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/438641/original/file-20211221-48933-4k2lyf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/438641/original/file-20211221-48933-4k2lyf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/438641/original/file-20211221-48933-4k2lyf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/438641/original/file-20211221-48933-4k2lyf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/438641/original/file-20211221-48933-4k2lyf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/438641/original/file-20211221-48933-4k2lyf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/438641/original/file-20211221-48933-4k2lyf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/438641/original/file-20211221-48933-4k2lyf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<h2><em>“No podemos esperar más para realizar el refuerzo estructural del sistema sanitario”</em></h2>
<p><a href="https://theconversation.com/profiles/saul-ares-1164822/articles"><strong>Saúl Ares</strong></a></p>
<p><strong>Científico titular, <a href="https://theconversation.com/institutions/centro-nacional-de-biotecnologia-cnb-csic-3742">CNB - CSIC</a></strong></p>
<hr>
<p>Para mí está claro que en España lo peor de la pandemia lo hemos dejado atrás. </p>
<p>Estos días se nos ha formado la tormenta perfecta de las celebraciones navideñas junto con la llegada de una variante más contagiosa. Sin embargo, un altísimo porcentaje de la población estamos vacunados, lo que cambia totalmente el panorama con respecto a olas anteriores. </p>
<p>Además, las festividades y ómicron coinciden también en el tiempo con la tercera dosis de refuerzo que una cantidad muy alta de vulnerables se ha puesto recientemente y, por lo tanto, van a tener las defensas a tope justo cuando parece que más falta va a hacer. </p>
<p>El aumento de casos que estamos viendo nunca puede ser algo bueno: de momento en algunas comunidades ya ha causado la implosión de la Atención Primaria, con todo lo que ello conlleva, y se traducirá en más casos graves, pero creo que en este sentido para nada deben plantearse comparaciones con marzo de 2020 o enero de 2021. </p>
<p>Lo que sí nos está mostrando esta ola es que no podemos esperar más para realizar el refuerzo estructural del sistema sanitario que lleva pendiente desde verano de 2020. Tampoco para desarrollar protocolos más ágiles para el manejo sanitario y laboral de nuevos casos positivos de covid, que ahora más que nunca tienden a ser leves y autodiagnosticados en casa con las pruebas de la farmacia (de las que también se debe asegurar el suministro). </p>
<p>Finalmente, tenemos que entender que el virus ha venido para quedarse y no podemos seguir haciéndonos los locos con las medidas para asegurar la calidad de aire en interiores.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/174067/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Una nueva oleada de covid-19 parece empeñada en arruinarnos las navidades. La situación, sin embargo, es muy distinta a la de hace 12 meses. Varios expertos analizan qué podemos esperar de esta nueva onda epidémica.Margarita del Val Latorre, Viróloga e inmunóloga del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC-UAM), Centro de Biología Molecular (CBM-CSIC)Beatriz González López-Valcárcel, Catedrática de Métodos Cuantitativos en Economía y Gestión, Universidad de Las Palmas de Gran CanariaIgnacio Rosell Aguilar, Profesor asociado de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de ValladolidMª África González Fernández, Catedrática de Inmunología. CINBIO (Centro de Investigaciones Biomédicas), Universidad de Vigo., Universidade de VigoSaúl Ares, Associate research scientist, Centro Nacional de Biotecnología (CNB - CSIC)Sonia Zúñiga, viróloga e investigadora, Centro Nacional de Biotecnología (CNB - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1734832021-12-10T16:25:56Z2021-12-10T16:25:56Z¿Pruebas COVID de PCR o antígenos? Conoce cuáles son las diferencias<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/436791/original/file-20211209-172173-wqiw6j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=211%2C130%2C6498%2C4335&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Todas las pruebas de COVID-19 comienzan con una muestra, pero los procesos científicos varían mucho después de ese punto.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/photo/doctor-nurse-with-swab-test-sample-in-hospital-pcr-royalty-free-image/1296010648?adppopup=true"> Morsa Images/Digital Vision via Getty Images</a></span></figcaption></figure><p>En este punto de la pandemia, es probable que usted o alguien que conozca haya recibido al menos una prueba de COVID-19. Sin embargo, ¿sabe qué tipo de prueba recibió y las fortalezas y debilidades de estas diferentes pruebas?</p>
<p><a href="https://scholar.google.com/citations?user=OJ3tLoQAAAAJ&hl=en&oi=ao">Soy biólogo molecular</a> y desde abril de 2020 formo parte del equipo que <a href="https://www.nih.gov/research-training/medical-research-initiatives/radx">trabaja en un programa financiado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) llamado Rapid Acceleration of Diagnostics (RADx)</a>, que está ayudando a los innovadores a desarrollar pruebas rápidas para detectar cuándo una persona está infectada con el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19.</p>
<p>Se utilizan principalmente dos tipos de pruebas para diagnosticar la infección por SARS-CoV-2: pruebas moleculares, más conocidas como de <a href="https://www.fda.gov/consumers/consumer-updates/coronavirus-disease-2019-testing-basics">PCR</a> y <a href="https://theconversation.com/antigen-tests-for-covid-19-are-fast-and-easy-and-could-solve-the-coronavirus-testing-problem-despite-being-somewhat-inaccurate-137977">pruebas de antígenos</a>. Cada uno detecta una parte diferente del virus y su funcionamiento influye en la velocidad y la precisión relativa de la prueba. Entonces, ¿cuáles son las diferencias entre estos tipos?</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/430518/original/file-20211105-10546-1gy5rvp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Una persona en ropa quirúrgica blanca con guantes blancos coloca muestras dentro de un dispositivo de laboratorio rojo." src="https://images.theconversation.com/files/430518/original/file-20211105-10546-1gy5rvp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/430518/original/file-20211105-10546-1gy5rvp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/430518/original/file-20211105-10546-1gy5rvp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/430518/original/file-20211105-10546-1gy5rvp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/430518/original/file-20211105-10546-1gy5rvp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/430518/original/file-20211105-10546-1gy5rvp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/430518/original/file-20211105-10546-1gy5rvp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Pruebas PCR son extremamente precisas pero requieren equipo de laboratorio especial – como la máquina de calentamiento PCR en esta foto – y pueden tardar horas o días en dar resultados.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:PCR_masina_kasutamine.jpg#/media/File:PCR_masina_kasutamine.jpg">Karl Mumm via Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
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</figure>
<h2>PCR: buscando evidencia genética</h2>
<p>El primer paso para cualquier tipo de prueba es obtener una muestra del paciente. Puede ser un hisopo nasal o un poco de saliva.</p>
<p>Para las pruebas de PCR, el siguiente paso es la amplificación del material genético para poder detectar incluso una pequeña cantidad de genes de coronavirus en la muestra del paciente. Esto se hace mediante una técnica llamada <a href="https://www.genome.gov/about-genomics/fact-sheets/Polymerase-Chain-Reaction-Fact-Sheet">reacción en cadena de la polimerasa</a>. Un trabajador de la salud toma la muestra y la trata con una enzima que convierte el ARN en ADN de doble hebra. Luego, el ADN se mezcla con una solución que contiene una enzima llamada polimerasa y se calienta, lo que hace que el ADN se separe en dos piezas de ADN de una sola hebra. Se baja la temperatura y la polimerasa, con la ayuda de un pequeño fragmento de ADN guía llamado cebador, se une al ADN monocatenario y lo copia. Los cebadores aseguran que solo se amplifique el ADN del coronavirus. Ahora ha creado dos copias del ADN del coronavirus a partir de la pieza original de ARN.</p>
<p>Las máquinas de laboratorio <a href="https://www.jove.com/v/5056/pcr-the-polymerase-chain-reaction">repiten estos ciclos de calentamiento y enfriamiento de 30 a 40 veces</a>, duplicando el ADN hasta que hay <a href="https://www.thermofisher.com/us/en/home/life-science/cloning/cloning-learning-center/invitrogen-school-of-molecular-biology/pcr-education/pcr-reagents-enzymes/pcr-basics.html">mil millones de copias de la pieza original</a>. La secuencia amplificada contiene un tinte fluorescente que es leído por una máquina.</p>
<p>La propiedad amplificadora de la PCR permite que la prueba detecte con éxito incluso la cantidad más pequeña de material genético de coronavirus en una muestra. Esto la convierte en <a href="https://medlineplus.gov/lab-tests/pcr-tests/">una prueba muy sensible y precisa</a>. Con <a href="https://www.finddx.org/covid-19/sarscov2-eval-molecular/">una precisión cercana al 100 por ciento</a>, es el estándar de oro para diagnosticar el SARS–CoV–2.</p>
<p>Sin embargo, las pruebas de PCR también tienen algunas debilidades. Requieren un técnico de laboratorio capacitado y un equipo especial para ejecutarlos, y el proceso de amplificación puede llevar <a href="https://dx.doi.org/10.1016%2Fj.bdq.2017.05.002">una hora o más de principio a fin</a>. Por lo general, solo las instalaciones de pruebas grandes y centralizadas, como los laboratorios de los hospitales, pueden realizar muchas pruebas de PCR a la vez. Entre la recolección de la muestra, el transporte, la amplificación, la detección y el informe, una persona <a href="https://my.clevelandclinic.org/health/diagnostics/21462-covid-19-and-pcr-testing">puede tardar entre 12 horas y cinco días en obtener los resultados</a>. Finalmente, no son baratos dado que el análisis cuesta <a href="https://questdirect.questdiagnostics.com/products/covid-19-active-infection/">$100 dólares o mas</a>.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/430526/original/file-20211105-10546-tm86ng.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Dos pequeñas pruebas blancas de plástico con líneas blancas muestran resultados negativos y una depresión circular para colocar una muestra." src="https://images.theconversation.com/files/430526/original/file-20211105-10546-tm86ng.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/430526/original/file-20211105-10546-tm86ng.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/430526/original/file-20211105-10546-tm86ng.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/430526/original/file-20211105-10546-tm86ng.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/430526/original/file-20211105-10546-tm86ng.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/430526/original/file-20211105-10546-tm86ng.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/430526/original/file-20211105-10546-tm86ng.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Pruebas rápidas de antígenos – como las dos en esta foto que muestran resultados negativos – son mucho mas rápido y fácil a realizar, pero son menos sensibles que pruebas PCR.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:COVID-19_rapid_test.jpg#/media/File:COVID-19_rapid_test.jpg">Lennardywlee via Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
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</figure>
<h2>Pruebas de antígeno</h2>
<p><a href="https://theconversation.com/over-the-counter-rapid-antigen-tests-can-help-slow-the-spread-of-covid-19-heres-how-to-use-them-effectively-166869">Las pruebas rápidas y precisas son esenciales</a> para contener un virus altamente contagioso como el SARS-CoV-2. Las pruebas de PCR son precisas pero pueden tardar mucho en producir resultados. Las pruebas de antígeno, el otro tipo principal de prueba de coronavirus, aunque son mucho más rápidas, son menos precisas.</p>
<p>Los antígenos son sustancias que hacen que el cuerpo produzca una respuesta inmunitaria: desencadenan la generación de anticuerpos. Estas pruebas utilizan anticuerpos fabricados en laboratorio para buscar antígenos del virus SARS-CoV-2.</p>
<p>Para realizar una prueba de antígeno, primero se trata una muestra con un líquido que contiene sal y jabón que rompe las células y otras partículas. Luego, se aplica este líquido a una tira de prueba que <a href="https://theconversation.com/antigen-tests-for-covid-19-are-fast-and-easy-and-could-solve-the-coronavirus-testing-problem-despite-being-somewhat-inaccurate-137977">tiene anticuerpos contra el SARS-CoV-2 pintados en una línea delgada</a>.</p>
<p>Al igual que los anticuerpos, los de la tira reactiva se <a href="https://labtestsonline.org/tests/covid-19-antigen-test">unirán a cualquier antígeno de la muestra</a>. Si los anticuerpos se unen a los antígenos del coronavirus, aparece una línea de color en la tira reactiva que indica la presencia de SARS-CoV-2.</p>
<p>Las pruebas de antígenos tienen varios puntos fuertes. En primer lugar, son tan fáciles de usar que las personas sin una formación especial pueden realizarlas e interpretar los resultados, <a href="https://theconversation.com/rapid-screening-tests-that-prioritize-speed-over-accuracy-could-be-key-to-ending-the-coronavirus-pandemic-143882">incluso en casa</a>. También producen resultados rápidamente, <a href="https://theconversation.com/will-the-new-15-minute-covid-19-test-solve-us-testing-problems-145285">generalmente en menos de 15 minutos</a>. Otro beneficio es que son relativamente baratos. Cada prueba cuesta entre <a href="https://www.cvs.com/shop/home-health-care/home-tests/home-covid-test">$10 y $15 dólares</a>.</p>
<p>Las pruebas de antígenos tienen algunos inconvenientes. Dependiendo de la situación, pueden ser <a href="https://doi.org/10.1093/infdis/jiab337">menos precisas que las de PCR</a>. Cuando una persona presenta síntomas o tiene muchos virus en su sistema, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7799021/">las pruebas de antígenos son muy precisas</a>. Sin embargo, a diferencia de las pruebas de PCR molecular, las pruebas de antígenos no amplifican lo que buscan. Esto significa que debe haber suficiente antígeno viral en la muestra para que los anticuerpos de la tira reactiva generen una señal. Cuando una persona se encuentra en las primeras etapas de la infección, no hay mucho virus en la nariz y la garganta, de donde se toman las muestras.</p>
<p>Por lo tanto, las pruebas de antígenos pueden <a href="https://doi.org/10.1038/d41586-021-00332-4">pasar por alto los primeros casos de COVID-19</a>. También es <a href="https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/faq.html#Symptoms-&-Emergency-Warning-Signs">durante esta etapa que una persona no presenta síntomas</a>, por lo que es más probable que no se dé cuenta de que está infectada.</p>
<h2>Más pruebas, mejor conocimiento</h2>
<p>Algunas pruebas de antígenos ya están disponibles sin receta, y el 4 de octubre de 2021, la Administración de Drogas y Alimentos <a href="https://www.fda.gov/news-events/press-announcements/coronavirus-covid-19-update-fda-authorizes-additional-otc-home-test-increase-access-rapid-testing">otorgó la autorización de uso de emergencia a otra prueba de antígenos en el hogar</a>. El gobierno de Estados Unidos también está presionando para que estas pruebas <a href="https://www.hhs.gov/about/news/2021/10/25/new-hhs-actions-add-biden-administration-efforts-increase-access-easy-use-over-counter-covid-19-tests.html">estén más disponibles para el público</a>.</p>
<p>En RADx, el proyecto del que soy parte, actualmente <a href="https://www.covid19testus.org/research-studies/test-us-at-home/">estamos realizando estudios clínicos</a> para comprender mejor cómo funcionan las pruebas de antígenos en las distintas etapas de la infección. Cuantos más datos tengan los científicos sobre cómo cambia la precisión con el tiempo, más eficazmente se pueden utilizar estas pruebas.</p>
<p><em>Este artículo fue traducido por <a href="https://www-elfinanciero-com-mx.cdn.ampproject.org/v/s/www.elfinanciero.com.mx/ciencia/2021/11/08/pruebas-covid-de-pcr-o-antigenos-conoce-cuales-son-las-diferencias/?amp_js_v=0.1&usqp=mq331AQKKAFQArABIIACAw%3D%3D">El Financiero</a>.</em></p><img src="https://counter.theconversation.com/content/173483/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Nathaniel Hafer recibe financiación del Instituto Nacional de Salud gracias a los premios UL1TR001453 y U54HL143541.
</span></em></p>Los dos tipos de pruebas de COVID-19 – antígeno y PCR – funcionan de formas muy diferentes, por lo cual una es rápida pero menos certera y la otra lenta y precisa.Nathaniel Hafer, Assistant Professor of Molecular Medicine, UMass Chan Medical SchoolLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1730412021-12-07T10:13:25Z2021-12-07T10:13:25ZEl viaje de un vial de Pfizer desde un laboratorio en Missouri hasta el brazo de una persona en Bangladesh<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/436068/original/file-20211207-68670-186vj6r.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=11%2C0%2C7337%2C4912&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Un hombre recibe una vacuna en Bangladesh.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://newsroom.ap.org/detail/VirusOutbreakBangladesh/6546941f2ebf4f7d8a26625ed5d5a5ab/photo?Query=Bangladesh%20AND%20vaccine&mediaType=photo&sortBy=arrivaldatetime:desc&dateRange=Anytime&totalCount=33&currentItemNo=4">AP Photo/Mahmud Hossain Opu</a></span></figcaption></figure><p>Vacunar al planeta contra la covid-19 supone un reto logístico sin precedentes como jamás ha habido otro. Lo más parecido sería movilizarse para una guerra mundial, pero en este caso el enemigo es invisible y está en todas partes.</p>
<p>Algunas vacunas requieren ser <a href="https://theconversation.com/how-mrna-vaccines-from-pfizer-and-moderna-work-why-theyre-a-breakthrough-and-why-they-need-to-be-kept-so-cold-150238">almacenadas a temperaturas muy bajas</a> en prácticamente todos los momentos de su viaje hasta que son inoculadas en la parte superior del brazo de la persona. Y las vacunas <a href="https://www.dw.com/en/the-covid-19-vaccines-where-do-they-come-from-where-will-they-go/a-56134178">se están produciendo fundamentalmente</a> en los países ricos, a pesar de que las mayores necesidades (y especialmente ahora) <a href="https://www.nytimes.com/2021/08/02/world/europe/covax-covid-vaccine-problems-africa.html?action=click&module=Spotlight&pgtype=Homepage">se dan en los pobres</a>.</p>
<p>Mientras que <a href="https://www.nytimes.com/interactive/2021/world/covid-vaccinations-tracker.html">algunos países ricos</a> han conseguido vacunar a la mayor parte de sus ciudadanos, <a href="https://ourworldindata.org/covid-vaccinations">algo menos de la mitad de la población mundial</a> aún está pendiente de la primera dosis.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/436089/original/file-20211207-13-ja7gpc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/436089/original/file-20211207-13-ja7gpc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/436089/original/file-20211207-13-ja7gpc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=424&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/436089/original/file-20211207-13-ja7gpc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=424&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/436089/original/file-20211207-13-ja7gpc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=424&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/436089/original/file-20211207-13-ja7gpc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=532&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/436089/original/file-20211207-13-ja7gpc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=532&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/436089/original/file-20211207-13-ja7gpc.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=532&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Vacunas covid per cápita.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://ourworldindata.org/grapher/covid-vaccination-doses-per-capita?tab=map&time=latest">Our world in data</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p><a href="https://scholar.google.com/citations?user=ncDgo0QAAAAJ&hl=en&oi=ao">He estudiado las cadenas de suministros globales</a> durante más de dos décadas, incluidas las que afectan a medicamentos y a otros productos sanitarios. Para ilustrar este proceso y mostrar hasta qué punto es complejo y supone un gran reto reproduciré el viaje que realiza una dosis de Pfizer (que <a href="https://www.npr.org/sections/coronavirus-live-updates/2021/08/23/1030251410/pfizer-covid-vaccine-fda-approval">recibió la aprobación plena por parte Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos</a> el 23 de agosto de 2021) desde la fábrica de Missouri donde se produce hasta el brazo de la persona a la que se le inocula en Bangladesh. </p>
<h2>De Missouri a Massachusetts y a Michigan</h2>
<p>A pesar de que habitualmente se la conoce como la vacuna de Pfizer, en realidad se desarrolló <a href="https://www.pfizer.com/news/press-release/press-release-detail/pfizer-and-biontech-co-develop-potential-covid-19-vaccine">en asociación con BioNTech</a>, una empresa con sede en Alemania.</p>
<p><a href="https://www.pfizer.com/news/hot-topics/mrna_technology_at_the_forefront_during_global_pandemic">Se trata de una</a> de las <a href="https://extranet.who.int/pqweb/sites/default/files/documents/Status_COVID_VAX_15July2021.pdf">dos vacunas que han usado la nueva tecnología de ARN mensajero</a>, <a href="https://theconversation.com/how-mrna-vaccines-from-pfizer-and-moderna-work-why-theyre-a-breakthrough-and-why-they-need-to-be-kept-so-cold-150238">que aporta instrucciones genéticas que hacen que se codifique una determinada proteína viral</a>. Una vez que las células de la persona vacunada empiezan a producir la proteína del virus, su sistema inmune empieza a generar masivamente poderosos anticuerpos que pueden neutralizar al virus en caso de que alguna vez se tengan que enfrentar a él. </p>
<p><a href="https://www.nytimes.com/interactive/2021/health/pfizer-coronavirus-vaccine.html">El periplo de la distribución de una dosis de la vacuna, que dura 60 días, se origina a partir de los materiales en bruto</a> en una fábrica de Pfizer situada en la localidad de Chesterfield, en Missouri, cerca de St. Louis. En esta fábrica se produce una materia prima esencial denominada plásmido, que básicamente se compone de trazas de ADN que cuentan con instrucciones genéticas para construir proteínas de coronavirus.</p>
<p>Las botellas con el material genético se congelan, se empaquetan en recipientes sellados y se introducen en contenedores para ser transportadas en barco hasta Andover, en Massachusetts. Allí se procesa hasta convertirla en ARN mensajero, que es el ingrediente activo de la vacuna (también conocido como “sustancia farmacológica”). </p>
<p>Posteriormente el ARN mensajero se empaqueta en bolsas de plástico (cada una de las cuales cuenta con material suficiente como para producir diez millones de dosis), se congelan y son enviadas en barco hasta Kalamazoo, en Michigan, donde la vacuna afronta la última fase de su elaboración: formulación y llenado. </p>
<p>En primer lugar, se combina la sustancia farmacológica con nanopartículas de lípidos (que básicamente son grasa) para proteger el ARN mensajero y facilitarle la entrada en las células humanas. Después esta mezcla se introduce en viales de cristal, seis dosis por vial, que se empaquetan y se congelan para su distribución.</p>
<p>Acabo de describir el proceso simplificado en solo tres pasos. Sin embargo, elaborar una vacuna es mucho más complejo, ya que requiere de más de 200 materiales diferentes que han de ser aportados por fábricas dispersas por todo el mundo. </p>
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<img alt="Un hombre con un equipo de protección y una camiseta amarilla echa hielo seco en una caja que contiene vacunas de Pfizer" src="https://images.theconversation.com/files/416804/original/file-20210818-27-1e9hhe2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/416804/original/file-20210818-27-1e9hhe2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/416804/original/file-20210818-27-1e9hhe2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/416804/original/file-20210818-27-1e9hhe2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/416804/original/file-20210818-27-1e9hhe2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/416804/original/file-20210818-27-1e9hhe2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/416804/original/file-20210818-27-1e9hhe2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Las cajas específicamente diseñadas de Pfizer usan hielo seco para mantener los viales de las vacunas a temperaturas extremadamente bajas.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://newsroom.ap.org/detail/VirusOutbreakWastedVaccineDoses/dc6f3fc52c3f41be963574cb4f71aa59/photo?Query=Pfizer%20AND%20boxes&mediaType=photo&sortBy=arrivaldatetime:desc&dateRange=Anytime&totalCount=203&currentItemNo=38">AP Photo/Morry Gash, Pool</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Mantenimiento de los viales a temperaturas extremadamente bajas</h2>
<p>Mientras aguardan a ser distribuidos, los viales de las vacunas de Pfizer deben <a href="https://www.pfizer.com/news/press-release/press-release-detail/pfizer-and-biontech-submit-covid-19-vaccine-stability-data">almacenarse en ultracongeladores a temperaturas</a> que oscilan entre los 60 y los 80 grados bajo cero.</p>
<p>Para ponerlo en perspectiva, la temperatura media anual en el Polo Sur <a href="https://www.climatestotravel.com/climate/antarctica">ronda los 50 grados bajo cero</a>, mientras que los helados y filetes congelados, durante su almacenamiento y transporte, <a href="https://cwi-logistics.com/news/how-cold-does-a-warehouse-have-to-be-to-keep-ice-cream//">se mantienen a unos 29 grados bajo cero</a>.</p>
<p>Pfizer diseñó sus propias cajas refrigeradas para facilitar el transporte de sus vacunas por Estados Unidos y por el mundo. <a href="https://www.cdc.gov/vaccines/covid-19/info-by-product/pfizer/pfizer-bioNTech-faqs.html">Los viales se depositan en bandejas</a>, 195 en cada una, y cada caja puede contener cinco bandejas. Cada caja contiene por tanto 5 850 dosis, y posee además un localizador GPS y un monitor que indica la temperatura.</p>
<p>Las cajas de Pfizer no requieren de más equipo especializado para transportar las vacunas, y para mantener la temperatura ultracongelada en las cajas durante el transporte basta con usar hielo seco, que ha de reemplazarse cada cinco días. </p>
<p>El problema del hielo seco es que se trata de dióxido de carbono en forma sólida. El hielo se va convirtiendo poco a poco en gas, lo que puede ser peligroso si no existe una ventilación adecuada.</p>
<p>Una vez que el cargamento está listo para su envío a un determinado destino, Pfizer <a href="https://www.biopharmadive.com/news/coronavirus-vaccine-freight-forwarder-distribution/589880/">se pone en contacto con una de las empresas de transporte global</a> con las que tiene acuerdo de colaboración, como DHL o UPS, que recogen un número determinado de cajas y en uno o dos días las lleva por vía marítima directamente al país indicado. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="Dos hombres de pie frente a un almacén de congelación que contiene cajas con la vacuna de Pfizer." src="https://images.theconversation.com/files/416808/original/file-20210818-15-1m9pi0r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/416808/original/file-20210818-15-1m9pi0r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/416808/original/file-20210818-15-1m9pi0r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/416808/original/file-20210818-15-1m9pi0r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/416808/original/file-20210818-15-1m9pi0r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/416808/original/file-20210818-15-1m9pi0r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/416808/original/file-20210818-15-1m9pi0r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Los países de destino deben poseer infraestructura de almacenamiento a temperaturas ultracongeladas (como este almacén de Turquía) para poder recibir dosis de la vacuna de Pfizer.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://newsroom.ap.org/detail/VirusOutbreakTurkey/5d1afecb5c184ffd9b23d67785538aec/photo?Query=cold%20storage%20vaccine&mediaType=photo&sortBy=arrivaldatetime:desc&dateRange=Anytime&totalCount=100&currentItemNo=9">Turkish Health Ministry via AP</a></span>
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<h2>La última milla del vial</h2>
<p>Para que un país pueda recibir vacunas de Pfizer debe contar con capacidad para almacenar material médico a temperaturas extremadamente bajas.</p>
<p>Y mientras que esto no supone un problema en los países ricos, sí lo es en los pobres, donde hay menos infraestructuras de este tipo.</p>
<p>Cuando la carga llega al país de destino ha de mantenerse a temperaturas bajas, la mayoría de las veces en un aeropuerto o en una infraestructura de almacenamiento, hasta que llega el momento de usarla. Las vacunas deben guardarse a temperaturas ultracongeladas hasta al menos un mes antes de ser inoculada en el hombro de una persona. </p>
<p>En países pobres que cuentan con la infraestructura necesaria, como Bangladesh, la distribución se limita aún así a un selecto puñado de hospitales situados en grandes áreas urbanas en las que existen instalaciones de ultracongelación. Por ejemplo, Bangladesh distribuye la vacuna de Pfizer solo <a href="https://www.dhakatribune.com/bangladesh/2021/06/30/7-dhaka-vaccine-centres-to-administer-pfizer-jabs-from-thursday">en siete hospitales de su capital, Dhaka</a>. </p>
<p>El viaje congelado de la vacuna de Pfizer es solo una parte del proceso que termina cuando la persona recibe su pinchazo. Existen una serie de suministros secundarios para la vacunación que incluyen jeringuillas especiales capaces de administrar dosis de 0,3 mililitros, agujas, parches de alcohol estéril y equipos de protección personal para los sanitarios que administran la dosis.</p>
<p>Preparar la inyección de Pfizer es un proceso complejo. En primer lugar, el personal de enfermería debe licuar las vacunas en un refrigerador a una temperatura que oscile entre los dos y los ocho grados, donde puede llegar a estar hasta 31 días. Justo antes de la vacunación, se ha de poner el vial a temperatura ambiente (es decir, entre dos y 25 grados), una temperatura a la que la vacuna puede conservarse como máximo seis horas.</p>
<p>Dado que la vacuna de Pfizer se transporta en barco como concentrado, el personal de enfermería <a href="https://www.cdc.gov/vaccines/covid-19/info-by-product/pfizer/downloads/diluent-poster.pdf">debe diluirla en 1,8 milímetros de una solución salina</a>, de donde obtiene una mezcla que se traduce en seis dosis.</p>
<p>El hecho de que en muchos países de ingresos bajos y medios se utilicen jeringuillas de un solo uso que capturan una cantidad fija de dosis supone una complicación adicional. En condiciones normales esto evita errores. UNICEF es la encargada de entregar equipamientos médicos adicionales a los países pobres; unos países que están obteniendo sus dosis a través de COVAX, <a href="https://www.gavi.org/covax-facility">la iniciativa global creada para distribuir</a> las vacunas contra el COVID-19 en Estados de ingresos medios y bajos. </p>
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<img alt="Muchas jeringuillas que contienen dosis diluidas de 0,3 mililitros de la vacuna de Pfizer colocadas en una caja" src="https://images.theconversation.com/files/416807/original/file-20210818-15-ho04l0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/416807/original/file-20210818-15-ho04l0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/416807/original/file-20210818-15-ho04l0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/416807/original/file-20210818-15-ho04l0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/416807/original/file-20210818-15-ho04l0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/416807/original/file-20210818-15-ho04l0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/416807/original/file-20210818-15-ho04l0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">El último paso del proceso antes de la inoculación pasa por diluir la vacuna en una solución salina para crear dosis de 0,3 mililitros.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://newsroom.ap.org/detail/VirusOutbreakCalifornia/6dff429a78cf466b87943fc6e3abe910/photo?Query=pfizer%20AND%20syringes&mediaType=photo&sortBy=arrivaldatetime:asc&dateRange=Anytime&totalCount=226&currentItemNo=67">AP Photo/Jae C. Hong</a></span>
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<h2>Un logro inmenso</h2>
<p>Hay otras vacunas que exigen una cadena de frío mucho menos exigente, que no necesitan diluirse y que aceptan jeringuillas con tamaños de dosis estándar, lo que permite que puedan ser usadas en más países, e incluso en áreas rurales.</p>
<p>La mayoría de las vacunas <a href="https://extranet.who.int/pqweb/sites/default/files/documents/Status_COVID_VAX_15July2021.pdf">aprobadas por la Organización Mundial de la Salud</a>, como las de AstraZeneca o Johnson & Johnson, toleran un almacenamiento a baja temperatura convencional, de entre dos y ocho grados. </p>
<p>Me he centrado en Pfizer en buena medida porque la mayor parte de las <a href="https://www.whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2021/06/10/fact-sheet-president-biden-announces-historic-vaccine-donation-half-a-billion-pfizer-vaccines-to-the-worlds-lowest-income-nations">dosis donadas por Estados Unidos</a> al COVAX han sido producidas por esta empresa. </p>
<p>Hasta el 6 de diciembre de 2021 se habían administrado <a href="https://ourworldindata.org/covid-vaccinations">8 000 millones de dosis de vacuna contra la COVID-19</a> en todo el mundo, un hito inimaginable en otoño de 2020. Pero la cobertura mundial está siendo enormemente desigual. Mientras que en los países de ingresos altos gran parte de la población ya ha sido vacunada, solo el 6,3 % de la población de los países pobres ha recibido sus dosis. Y la mayoría de estos países se encuentran en África.</p>
<p><a href="https://extranet.who.int/pqweb/sites/default/files/documents/Status_COVID_VAX_29Sept2021_0.pdf">El desarrollo de numerosas vacunas (diez de las cuales ya han recibido el visto bueno de la OMS</a>, <a href="https://covid19.nih.gov/news-and-stories/vaccine-development">muchas hace ya más de un año</a>) ha sido un logro colosal tanto de la ciencia como de la colaboración global, sobre todo porque en ocasiones anteriores acciones así <a href="https://www.weforum.org/agenda/2020/06/vaccine-development-barriers-coronavirus">se demoraron de media una década</a>.</p>
<p>Pero crear cadenas de suministros que hagan posible la entrega de estas vacunas que salvan vidas a personas dispersas por todos los rincones del mundo supondrá un logro igual de colosal.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/173041/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ravi Anupindi no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Antes de ser inoculada, cada dosis de Pfizer hace un largo y complejo camino que implica la mezcla, el almacenamiento a temperaturas más frías que el Polo Sur y protocolos específicos que deben cumplirse con extremo control.Ravi Anupindi, Professor of Technology and Operations, University of MichiganLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1723202021-11-25T20:20:38Z2021-11-25T20:20:38ZCovid-19: El tipo de dolor de cabeza podría decirnos cómo evolucionará la enfermedad<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/433406/original/file-20211123-22-oud6xo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=5%2C10%2C3456%2C2294&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/people-crisis-emotions-stress-concept-unhappy-257804797">Shutterstock / Syda Productions</a></span></figcaption></figure><p>La pandemia de covid-19 lleva ya casi dos años entre nosotros. Pacientes y profesionales de medicina han tenido que aprender a marchas forzadas las características fundamentales de esta enfermedad. Se han buscado diagnósticos tempranos que favorezcan el control epidemiológico de la pandemia. También un tratamiento precoz así como marcadores pronósticos y de respuesta a las terapias disponibles para minizar el impacto de esta enfermedad en la vida de los pacientes. </p>
<p>En este contexto, un grupo de investigación de cefaleas del Hospital Clínico Universitario de Valladolid se centró en el estudio de los dolores de cabeza, pues desde el principio observaron que era un síntoma presente en muchos enfermos. El objetivo era determinar su incidencia relacionada con el coronavirus, establecer sus características y evaluar su influencia en la evolución de estos pacientes.</p>
<h2>Cefalea, uno de los síntomas más comunes</h2>
<p>Para evaluar las cefaleas, durante el primer mes de la pandemia (entre marzo y abril de 2020) se analizó una población de 2 194 pacientes diagnosticados. De estos, 580 ingresaron en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid y 1 614 fueron manejados de forma ambulatoria.</p>
<p>Lo primero que llamó la atención de los resultados fue que casi un 25 % de pacientes (y en un porcentaje muy similar entre hospitalizados y ambulatorios) habían presentado dolor de cabeza. Se trata, pues, de <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-021-94220-6">uno de los síntomas no respiratorios más frecuentes en esta enfermedad</a>.</p>
<p>Además, los investigadores tuvieron la oportunidad de entrevistar a 458 pacientes con cefalea. Con este estudio mostraron que un 27,9 % de los pacientes refirieron que la cefalea fue el primer síntoma de su enfermedad, incluso por delante de la fiebre (23,1 %) o la tos (13,1 %).</p>
<p>De hecho, la cefalea apareció durante los primeros cuatro días de la enfermedad en más del 75 % de los entrevistados y en el primer día en el 40 %. La duración media de la cefalea fue de siete días, pero en un 12,9 % de pacientes persistía al cabo de un mes del inicio de su enfermedad.</p>
<p>Todos estos datos nos permiten confirmar que la cefalea es un síntoma muy frecuente en el covid-19. Además, aparece de forma precoz y con un fenotipo relativamente característico. Por ello, ante un paciente con una cefalea de nueva aparición en el contexto epidemiológico adecuado se debe sospechar, aún en ausencia de otros síntomas, un posible covid-19, lo que debe conducir a las correspondientes medidas de diagnóstico y aislamiento para evitar la propagación de la enfermedad.</p>
<h2>Un dolor de cabeza distinto al de otras infecciones</h2>
<p>En la clasificación internacional de cefaleas existe el diagnóstico de cefalea atribuida a infección viral sistémica. Pero desde el principio del mencionado estudió se observó que la cefalea relacionada con el covid-19 no encajaba, al menos totalmente, en ese marco. </p>
<p>Por ello se buscó caracterizar este tipo de malestar. Así se observó que se trataba de un dolor generalmente bilateral que predominaba en la mitad anterior de la cabeza y de carácter opresivo. </p>
<p>Este tipo de cefalea produce discapacidad a los pacientes, de forma que más de dos de cada tres personas evitan el ejercicio físico cuando la padecen. Y no solo eso: un 26 % la describen como la peor cefalea que han tenido en su vida. </p>
<p>En los pacientes que la padecieron también es descrita como el síntoma más molesto durante la fase aguda de la infección. Más del 90 % requieren tomar algún analgésico, si bien en un 19,4 % no existe respuesta a los mismos.</p>
<p>En definitiva, la cefalea relacionada con el covid-19 puede ser discapacitante, de forma que los pacientes que la padezcan deben ser evaluados de manera apropiada. En los casos necesarios debería ofrecerse tratamiento que minimice los síntomas causados por esta. </p>
<h2>¿Se asocia la cefalea a una menor mortalidad por covid-19?</h2>
<p>Por último, en la población de pacientes hospitalizados también llamó la atención que la cefalea se asociaba con frecuencia a anosmia (pérdida total del olfato). Este síntoma, según estudios previos, <a href="https://thejournalofheadacheandpain.biomedcentral.com/articles/10.1186/s10194-020-01165-8">se relaciona con una menor mortalidad asociada al covid-19</a>. </p>
<p>Del mismo modo, se observó que había <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33146037/">dos subtipos de cefalea relacionada con el covid-19</a>. En un 25 % de los hospitalizados la cefalea les recordaba a la migraña mientras que para un 50 % era característicamente opresiva y localizada en la parte anterior de la cabeza (la frontal). </p>
<p>Tras estudiar estos resultados, se constató que el paciente con tipo de cefalea menos frecuente, aquel con características migrañosas, presentaba signos bioquímicos de covid-19 grave. Sin embargo, en los pacientes con la cefalea más habitual, la opresiva y de predominio frontal, los <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33391152/">marcadores bioquímicos correspondían a una menor gravedad del covid-19</a>. Por tanto, se cree que puede ser el reflejo de una respuesta del sistema inmune frente a la infección más eficiente.</p>
<p>Ahora, el reto al que nos enfrentamos es analizar los casos en los que la cefalea persiste tras la resolución del resto de los síntomas de la enfermedad, caracterizándola y determinando los tratamientos que pueden ayudar mejor a estos pacientes.</p>
<hr>
<p><em>David García Azorín, de la Unidad de Cefaleas del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, ha participado en la elaboración de este artículo</em></p><img src="https://counter.theconversation.com/content/172320/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ángel L. Guerrero Peral no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los estudios sobre cefaleas relacionadas con covid-19 desvelan que hay un tipo de dolor de cabeza que se relaciona con una mayor mortalidad por esta enfermedad.Ángel L. Guerrero Peral, Grupo de investigación en Cefaleas Servicio de Neurología, Hospital Clínico Universitario de Valladolid, Universidad de ValladolidLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1706812021-11-14T19:19:59Z2021-11-14T19:19:59ZEn estado crítico por coronavirus, no todos podemos producir suficientes anticuerpos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/431169/original/file-20211109-21-1dxi2ff.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C5%2C3994%2C2245&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">UCI de un hospital de Bérgamo (Italia) en noviembre de 2020.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/collapsing-beds-situation-corona-virus-patients-1852768240">Shutterstock / faboi</a></span></figcaption></figure><p>Los virus necesitan entrar en nuestras células para poder reproducirse. Este paso es fundamental y marca el comienzo de la infección.</p>
<p>En el caso del covid-19, la proteína S o espícula (del inglés <em>Spike</em>) del SARS-CoV-2, que se encuentra en la parte externa del virus, es la responsable de la entrada del virus en la célula.</p>
<p>Por eso, si bloqueásemos este primer paso, evitaríamos la infección. Este es el trabajo que hacen precisamente los anticuerpos anti-proteína S (anti-S): impedir la entrada del virus en la célula. De hecho, <a href="https://theconversation.com/los-esperanzadores-resultados-de-una-vacuna-arn-mensajero-frente-a-la-covid-19-139183">las vacunas contra la covid-19 están diseñadas para inducir anticuerpos protectores</a> de este tipo en las personas vacunadas. Estos anticuerpos se denominan anticuerpos neutralizantes porque impiden (neutralizan) la infección del virus.</p>
<h2>¿Tiene más posibilidad de morir quien tiene menos anticuerpos?</h2>
<p>Desde el principio de la pandemia, se observó que los pacientes con covid-19 que necesitan cuidados críticos producen <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fimmu.2021.684014/full">más niveles de anticuerpos neutralizantes contra el SARS-CoV-2</a> que los pacientes que sufren formas más leves de la enfermedad.</p>
<p>Esto ha hecho que algunos investigadores propongan que los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 no juegan un papel protector o incluso son perjudiciales en la enfermedad grave.</p>
<p>Para intentar entender mejor si los anticuerpos juegan un papel en estos pacientes, el proyecto CIBERES-UCI-COVID, liderado por investigadores del Instituto de Salud Carlos III, ha evaluado la relación entre los niveles de los anticuerpos dirigidos contra la proteína S del virus y el pronóstico de los pacientes covid-19 ingresados en la UCI.</p>
<p>Los <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34611927/">resultados, publicados en la revista <em>Journal of Internal Medicine</em></a>, demostraron que mayores niveles de anticuerpos anti-S, tanto de tipo IgG como IgM, se asociaban a tener unas mayores probabilidades de sobrevivir.</p>
<p>Dicho de otro modo, aquellos pacientes que no son capaces de producir estos anticuerpos -o que producen niveles insuficientes de los mismos- tienen más riesgo de morir y de hacerlo antes que los que sí los producen.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/430613/original/file-20211107-10010-1f0n91z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/430613/original/file-20211107-10010-1f0n91z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=427&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/430613/original/file-20211107-10010-1f0n91z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=427&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/430613/original/file-20211107-10010-1f0n91z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=427&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/430613/original/file-20211107-10010-1f0n91z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=537&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/430613/original/file-20211107-10010-1f0n91z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=537&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/430613/original/file-20211107-10010-1f0n91z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=537&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Los niveles bajos de anticuerpos anti-SARS-CoV-2 S predicen
un aumento de la mortalidad y de la diseminación de los componentes virales en la sangre de los pacientes críticos de COVID-19. / Martin-Vicente et al.</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
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<h2>Pocos anticuerpos en pacientes críticos agravan la enfermedad</h2>
<p>Hasta ahora se pensaba que ni los anticuerpos ni el virus jugaban un papel fundamental en el covid-19 severo y que la inflamación exagerada era la única responsable. Pero los recientes resultados contradicen estas ideas. </p>
<p>Los trabajos anteriores comparaban pacientes críticos con pacientes más leves, pero el paciente crítico tiene sus propias características y mecanismos patogénicos. Por eso, para conocer qué falla en estos pacientes, hay que estudiar qué ocurre en aquellos que no sobreviven a la enfermedad con respecto a los que terminan superándola siendo también críticos.</p>
<p>La nueva investigación ha descubierto que los pacientes críticos que presentan niveles bajos de anticuerpos anti-S tienen escapes de componentes del virus a la sangre (ARN y proteínas). Esto indica que estos anticuerpos no son capaces de controlar la replicación del virus.</p>
<p>Es cierto que los pacientes con covid-19 severo presentan una respuesta inflamatoria más marcada que los pacientes ingresados en planta o que aquellos que no necesitan ingreso. </p>
<p>Sin embargo, en otro <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33317616/">trabajo previo publicado en la revista <em>Critical Care</em></a>, se demostró que tres de cada cuatro pacientes que ingresan en la UCI tienen altos niveles de ARN vírico en sangre, los cuales se relacionan directamente con los niveles de mediadores inflamatorios. Esto indicaría que es el virus, replicándose activamente en el paciente grave, el que activaría la respuesta inflamatoria.</p>
<h2>¿Sería útil aplicar una terapia de anticuerpos?</h2>
<p>Tomando todos estos datos en conjunto, podemos deducir que el covid-19 grave se debe a la incapacidad del sistema inmune para controlar la replicación del SARS-CoV-2.</p>
<p>La replicación persistente del virus estimula la liberación de mediadores de inflamación como la IL-6 o la IL-15. Asimismo, también se asocia a marcadores de inmunosupresión como la IL-10 o la PD-L1. </p>
<p>Por tanto, además de las terapias que ayudan a controlar los niveles excesivos de inflamación, es necesario cortar la replicación incontrolada del virus en aquellos pacientes que muestran signos biológicos de no poder hacerlo por sí mismos. </p>
<p>En estos momentos, una de las terapias que podría ayudar a controlar la replicación del SARS-CoV-2 en pacientes críticos son los anticuerpos monoclonales anti-S, que son producidos de forma artificial en células B inmortalizadas. </p>
<p>Si bien los hallazgos recientes procedentes de <a href="https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.06.15.21258542v1">ensayos clínicos como el RECOVERY británico</a> muestran falta de eficacia de estos anticuerpos en la población general de pacientes críticos, el estudio liderado por el ISCIII confirma que cuando se administran precisamente a aquellos pacientes que no son capaces de producirlos, sí que producen beneficio clínico. Esto abriría la vía del tratamiento personalizado en la covid-19 grave.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/170681/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Antoni Torres Martí recibe fondos de Pfizer, Poliphor, MSD, Jansen OM Pharma.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Ferran Barbé Illa recibe fondos de ISCIII. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Jesus F Bermejo Martín recibe fondos de Instituto de Salud Carlos III, Canadian Institutes of Health Research. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Isidoro Martínez González y Salvador Resino García no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>Pensábamos que la inflamación era la única responsable del covid-19 severo, subestimando el poder del propio virus y de los anticuerpos. Pero estudios recientes contradicen estas ideas.Salvador Resino García, Investigador Científico de OPIs, Instituto de Salud Carlos IIIAntoni Torres Martí, Catedrático de Neumologia, Universitat de BarcelonaFerran Barbé Illa, Director Territorial de Enfermedades Respiratorias. Hospital Universitario Arnau de Vilanova. Lleida, Instituto de Salud Carlos IIIIsidoro Martínez González, Científico Titular de OPIs, Instituto de Salud Carlos IIIJesús F. Bermejo-Martin, Investigador principal del grupo BioSepsis, Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL) Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1681992021-11-09T18:37:32Z2021-11-09T18:37:32ZLas simplezas pandémicas hacen que nuestra lucha contra la covid-19 tenga una eficacia limitada<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/424177/original/file-20211001-13-sx44x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4992%2C3121&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/coronavirus-covid19-disease-breaking-news-video-1728225496">Shutterstock / r Corona Borealis Studio</a></span></figcaption></figure><p>La covid-19 es una <a href="https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)32000-6/fulltext"><em>sindemia</em></a> –<a href="https://theconversation.com/los-silencios-de-la-covid-19-de-una-pandemia-a-una-sindemia-151994">varias pandemias simultáneas que interaccionan entre ellas</a>– que exige un enfoque complejo que incorpore lo social y lo comunitario a lo biológico. Sin embargo, hemos vivido y sufrido con frecuencia un abordaje muy diferente que yo denomino <em>simpleza pandémica</em>. Es decir, un enfoque simplista que no considera la complejidad de la interrelación con lo social y lo comunitario en la transmisión e impacto de la covid-19. Como resultado, genera intervenciones de eficacia limitada.</p>
<p>Aunque están íntimamente interrelacionadas, se pueden diferenciar dos tipos de simplezas: una política y otra técnica.</p>
<h2>Populismo sanitario y efecto arrastre</h2>
<p>La “simpleza política” ha generado una respuesta estandarizada (sin atender la diversidad y vulnerabilidad social), autoritaria (sin escucha, ni búsqueda de complicidad ciudadana), demagógica (<a href="https://theconversation.com/el-populismo-epidemiologico-no-frenara-al-coronavirus-146493">populismo sanitario</a>), culpabilizadora (más centrada en las conductas individuales que en las responsabilidades institucionales) y poco transversal (pandemia como campo de batalla política).</p>
<p>Dentro de la simpleza política, han destacado las estrategias “como si”: intervenciones de las autoridades escasamente fundamentadas y de dudosa eficacia que buscan la apariencia de acción porque “algo habrá que hacer”. Así se desvía la atención de la opinión pública sobre la dejación de acciones más eficaces, pero más costosas económica o políticamente. </p>
<p>Ejemplos de esto serían los test masivos sin atender a los criterios epidemiológicos establecidos y los pseudoconfinamientos por zonas básicas de salud densamente urbanas.</p>
<p>También cabe mencionar el “efecto arrastre” o dominó que se dio entre Comunidades Autónomas y también entre gobiernos europeos. Estos, para no parecer menos <em>radicales</em> que sus vecinos, copiaban medidas de dudosa eficacia pero de gran vistosidad.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/424179/original/file-20211001-13-1b8dpru.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/424179/original/file-20211001-13-1b8dpru.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/424179/original/file-20211001-13-1b8dpru.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/424179/original/file-20211001-13-1b8dpru.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/424179/original/file-20211001-13-1b8dpru.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/424179/original/file-20211001-13-1b8dpru.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/424179/original/file-20211001-13-1b8dpru.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/424179/original/file-20211001-13-1b8dpru.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Test masivos en Torrejón de Ardoz (Madrid) en junio de 2020.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/de-ardozmadrid-spain-covi19-detection-test-1747466564">Shutterstock / FernandoV</a></span>
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<h2>Regresión al individualismo</h2>
<p>También ha habido una “simpleza técnica”. A pesar de la maduración de la salud colectiva en las ultimas dos décadas, durante esta pandemia se ha producido una suerte de <em>regresión infantil</em> a enfoques bioclínicos, individualistas y asociales. </p>
<p>Como resultado se ha marginado el modelo de la <a href="https://apps.who.int/iris/handle/10665/69830">determinación social de la salud</a> (DSS) y las invocadas estrategias comunitarias.</p>
<p>Una epidemiología poco social ha favorecido un análisis simplista. Una salud pública, una atención primaria y unos servicios sociales retraídos intramuralmente y poco comunitarios han llevado a intervenciones simplistas.</p>
<p>Volviendo al enfoque sindémico, tuvimos sobrados indicios de que la desigualdad social y la precariedad habitacional y laboral estaban siendo potentes vectores de la transmisión. </p>
<p>Cabe preguntarnos si como salubristas hemos sabido adaptar nuestros análisis e intervenciones a esta realidad. </p>
<p>Ese análisis sindémico se vio dificultado desde el principio al tener un sistema de información de casos y contactos sin apenas variables sociales y con escasa información útil sobre los ámbitos de exposición. </p>
<p>De nuevo, la justificación era “que había que simplificar la recogida de datos”. Y las variables que <em>retardaban</em> eran, al parecer, las variables sociales, como la ocupación. Nos hemos encontrado con una regresión a una epidemiología de contar números, atrapada en una compulsión generadora de tablas estadísticas sin análisis. </p>
<p>Otro ejemplo de las dificultades para operar con los determinantes sociales de la salud tiene que ver con la vacunación. En el primer diseño de <a href="https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/vacunaciones/covid19/docs/COVID-19_EstrategiaVacunacion.pdf">la estrategia de vacunación</a> de diciembre 2020, se incluía al grupo de “personas en situación socioeconómica desfavorecida”. </p>
<p>En el análisis de riesgo este grupo se consideraba prioritario para vacunar, antes que a los grupos de profesionales sociosanitarios de segunda fila, trabajadores esenciales y docentes. Sin embargo, a medida que se fueron actualizando las sucesivas versiones del documento, este grupo acabó desapareciendo en la lista de orden de prioridad. Se optó por considerar solo la vulnerabilidad por edad o por comorbilidad. Al parecer se consideraba muy complejo acceder a estos grupos sociales. </p>
<p>También creo que debemos reflexionar sobre qué ha fallado en nuestras dinámicas de organización interna. A pesar de haber recibido y organizado decenas de cursos de gestión de crisis, nos hemos sentido desbordados. Hay dos temas que considero importantes: uno es el tiempo y el otro la opacidad. </p>
<p>Se han achacado muchas cosas a la falta de tiempo. No había tiempo para: reuniones de equipo y análisis, evaluación, discriminación de funciones en la gestión crisis, cuidado de la comunicación de crisis, coordinación intersectorial, interdisciplinariedad (especialmente, con las ciencias sociales). </p>
<p>En resumen, no había tiempo para parar y pensar. </p>
<p>La opacidad estaba presente cuando no se sabía quién tomaba las decisiones y por qué (protagonismo de asesores de políticos aislados de la estructura técnica; técnicos que se enteran antes por los medios de las decisiones y criterios que por su propia institución).</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/424182/original/file-20211001-19-1hw5ats.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/424182/original/file-20211001-19-1hw5ats.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/424182/original/file-20211001-19-1hw5ats.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=376&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/424182/original/file-20211001-19-1hw5ats.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=376&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/424182/original/file-20211001-19-1hw5ats.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=376&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/424182/original/file-20211001-19-1hw5ats.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=472&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/424182/original/file-20211001-19-1hw5ats.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=472&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/424182/original/file-20211001-19-1hw5ats.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=472&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/coronavirus-covid19-disease-breaking-news-media-1739050340">Shutterstock / Corona Borealis Studio</a></span>
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<h2>Simpleza mediática</h2>
<p>La simpleza pandémica también se contagió a los medios de comunicación. Uno de los responsables fueron los criterios de expertía: incluso cuando se trataba de hablar de salud pública y epidemias, parece que se consideraba más el saber de los especialistas clínicos hospitalarios que de los salubristas y epidemiólogos. </p>
<p>Las noticias también sufrían de <em>datocracia</em>, es decir, una sucesión de números y tasas, con un análisis epidemiológico muy débil o que se reducía a la responsabilización individual. </p>
<p>Los que tuvimos la oportunidad de atender a los medios comprobamos la dificultad de que mensajes más sociales sobrevivieran la selección para su edición en el formato de pocos segundos de los telediarios o de unas frases en los diarios digitales. Cuando había mas tiempo, por ejemplo en tertulias, estas se basaban en una falsa simetría de saberes entre profesionales y opinadores con ánimo sensacionalista. </p>
<p>Mención aparte merece <a href="https://theconversation.com/los-bulos-de-la-pandemia-cuantos-cuales-donde-como-y-quienes-139142">el papel jugado por las redes sociales como difusoras de <em>fake news</em></a>.</p>
<p>Indudablemente estos déficits han estado muy condicionados por las mermadas plantillas fruto de los recortes previos y las bajas por enfermedad. Pero ¿hasta qué punto esta “simpleza técnica” o falta de asunción del enfoque sindémico ha estado solo determinada por las simplezas políticas, los escasos recursos y la falta de tiempo? ¿O ha sido más bien debida a una superficial asunción previa del modelo de los determinantes sociales de la salud y de la orientación comunitaria, que todavía tienen muchas dificultades de pasar <em>del dicho al hecho</em>? </p>
<p>Solo una evaluación sincera, crítica y colectiva sobre nuestra práctica salubrista e institucional durante esta pandemia nos dará una respuesta a estas interrogantes y nos reforzará frente a la próxima.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/168199/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Javier Segura del Pozo es vicepresidente de la Asociación Madrileña de Salud Pública (AMaSaP) y miembro del comité científico de la red europea de ciudades saludables de la OMS</span></em></p>Nos enfrentamos a una sindemia. Sin embargo, la hemos abordado con multitud de simplezas: políticas, técnicas y mediáticas.Javier Segura del Pozo, Médico salubrista. Profesor externo en la Facultad de Medicina, Universidad Autónoma de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1690572021-10-07T19:15:45Z2021-10-07T19:15:45ZCovid-19: por qué la obesidad es un factor de riesgo<p>Después de un año y medio de la pandemia de covid-19, la investigación científica ha tenido tiempo para investigar la enfermedad y las particularidades de su desarrollo. Después de la edad, la obesidad se considera ahora el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32649962/">segundo factor de riesgo más importante de hospitalización tras la infección por el SARS-CoV-2</a>. Dado que ya se ha establecido la relación entre la obesidad y las enfermedades respiratorias, por ejemplo en el caso de la apnea del sueño, esta correlación no nos sorprendió especialmente.</p>
<p>No obstante, siguen existiendo dudas sobre los mecanismos implicados y, en particular, sobre el papel del tejido adiposo en la gravedad de la enfermedad.</p>
<p>Desde el comienzo de la epidemia, se han acumulado datos que demuestran que, entre los pacientes de covid-19, alrededor del 5 % son hospitalizados en cuidados intensivos debido a un aumento de su sistema inmunitario asociado a una reacción inflamatoria excesiva. Es la famosa <a href="https://theconversation.com/tormenta-de-citoquinas-el-lado-oscuro-de-la-inflamacion-en-la-covid-19-152831">“tormenta de citoquinas”</a>.</p>
<p>Los pacientes obesos parecen ser especialmente vulnerables a esto. Para mejorar la gestión e identificar los tratamientos adecuados, es esencial entender el porqué e identificar las características biológicas e inmunológicas que contribuyen a este fenómeno.</p>
<h2>El papel del tejido adiposo</h2>
<p>La obesidad no es sólo un índice de masa corporal (IMC) elevado –peso dividido por la altura al cuadrado– igual o superior a 30 kg/m<sup>2</sup>. También se caracteriza por un exceso de tejido adiposo (el conjunto de células que almacenan grasa, o adipocitos). Además, las personas con un IMC elevado presentan signos persistentes de inflamación relacionados con la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/14679176/">producción de residuos metabólicos por parte del tejido adiposo</a> que algunas células inmunitarias identifican como “señales de peligro”.</p>
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<img alt="El tejido adiposo y la implicación de las células inmunitarias durante la inflamación" src="https://images.theconversation.com/files/422899/original/file-20210923-22-133twfo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/422899/original/file-20210923-22-133twfo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=436&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/422899/original/file-20210923-22-133twfo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=436&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/422899/original/file-20210923-22-133twfo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=436&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/422899/original/file-20210923-22-133twfo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=548&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/422899/original/file-20210923-22-133twfo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=548&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/422899/original/file-20210923-22-133twfo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=548&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">El tejido adiposo de las personas obesas es el lugar de las reacciones inflamatorias crónicas. Esto puede verse exacerbado por la infección por el SARS-CoV-2.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Designua / Shutterstock</span></span>
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<p>Debido a esta inflamación preexistente, varios equipos de investigación habían planteado la hipótesis de que estos pacientes tendrían un mayor riesgo de desarrollar una forma grave de la enfermedad. La infección pulmonar por el SARS-CoV-2 agravaría así la inflamación preexistente, creando un mayor daño en los pulmones y extendiéndose a otros órganos en los casos más graves.</p>
<p>Esta pista, que aún se está investigando, no explica por qué dicha inflamación no se observa en un grado similar en las personas obesas cuando se infectan con otros coronavirus, como el MERS-CoV o el SARS-CoV. Por lo tanto, es esencial seguir investigando para determinar qué particularidades del SARS-CoV-2 conducen a esa exacerbación inmunitaria en la obesidad.</p>
<h2>Infección e inflamación</h2>
<p>Está surgiendo otra vía de investigación: durante la infección con el virus del SARS-CoV-2, la respuesta del sistema inmunitario provoca una afluencia de citoquinas proinflamatorias, pequeñas proteínas segregadas por las células inmunitarias, que ayudan a dirigir nuestras defensas. Se cree que las <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25366964/">interacciones entre las citocinas y los adipocitos en el tejido adiposo son responsables de la inflamación excesiva observada</a>.</p>
<p>Estimulados por estas citoquinas, los adipocitos también activarán las vías de degradación de los lípidos que almacenan, lo que conducirá a la liberación de grandes cantidades de ácidos grasos en el organismo. Se cree que esta alteración del metabolismo de los lípidos acentúa los procesos inflamatorios y contribuye a la destrucción de las células de ciertos órganos.</p>
<p>También hay que señalar aquí que la obesidad masculina favorece la acumulación de tejido adiposo en la cavidad visceral y, por tanto, cerca de los órganos vitales. Esto podría explicar en parte la mayor gravedad de las infecciones por covid-19 en los hombres que en las mujeres.</p>
<h2>Otras vías aún por explorar</h2>
<p>También es necesario seguir trabajando en el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32413319/">papel del receptor ACE2</a>. La ACE2 se encuentra en la superficie de varios tipos de células y desempeña un papel clave en el SARS-CoV-2, que causa la covid-19, ya que <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32142651/">permite que el virus entre en las células del huésped</a>. Muchos receptores ACE2 están presentes en la superficie de los adipocitos, lo que convierte a este tejido en un reservorio potencial para la replicación viral. Las personas obesas tienen un mayor número de adipocitos y una mayor superficie de células que pueden ser infectadas.</p>
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<img alt="Los virus SARS-CoV-2 se unen a su receptor ACE2 en la superficie de una célula" src="https://images.theconversation.com/files/422902/original/file-20210923-27-8xh6mi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/422902/original/file-20210923-27-8xh6mi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/422902/original/file-20210923-27-8xh6mi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/422902/original/file-20210923-27-8xh6mi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/422902/original/file-20210923-27-8xh6mi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/422902/original/file-20210923-27-8xh6mi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/422902/original/file-20210923-27-8xh6mi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">El virus SARS-CoV-2 utiliza el receptor ACE2 (en azul), situado en la superficie de las células, para entrar en ellas. Sin embargo, las células grasas, especialmente numerosas en las personas obesas, tienen muchos receptores ACE2, lo que las hace más vulnerables al virus.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Wikimedia</span>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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<p>Además, puede ser interesante estudiar el sistema hormonal renina-angiotensina-aldosterona del organismo, que desempeña un papel fisiológico esencial en la regulación del corazón, los riñones y la presión arterial. Muchos de los actores de este sistema se encuentran en el tejido adiposo y pueden estar relacionados con la hipertensión, que es otro factor de riesgo para la gravedad de la enfermedad de la covid-19.</p>
<p>Por último, cabe recordar que los lípidos almacenados por los adipocitos desempeñan un papel clave en el ciclo vital de los virus: proporcionan la energía necesaria para la replicación viral, pero también tienen un papel crucial en la entrada del virus en la célula infectada, así como en la liberación de nuevas partículas virales.</p>
<p>Todavía hay que profundizar en el conocimiento de estos mecanismos, pero es probable que expliquen en parte la gravedad de la infección en los pacientes obesos.</p>
<h2>Perspectivas e investigación terapéutica</h2>
<p>A medida que avanza nuestro conocimiento de esta nueva enfermedad, nos damos cuenta de la diversidad y complejidad de los síntomas. Éstos parecen establecer una clara relación entre la gravedad de la infección por covid-19 y la preexistencia de diferentes factores de riesgo, de los cuales la obesidad es ahora uno de los mejor validados. Sin embargo, para poner de relieve los posibles vínculos entre estos diferentes factores de riesgo es necesario realizar una estratificación óptima de todos los pacientes de covid-19. En otras palabras, todos los parámetros fisiológicos y clínicos de cada paciente deben estar referenciados para permitir un análisis detallado.</p>
<p>A partir de estas hipótesis, los equipos de investigación ya están trabajando para desarrollar nuevos tratamientos, en particular moléculas dirigidas al receptor ACE2 y capaces de bloquear la entrada del virus en las células. A la espera de resultados prometedores, podría considerarse la posibilidad de intervenir en el estilo de vida para limitar los problemas asociados a la obesidad. Por ejemplo, varios estudios han destacado el valor de una dieta mediterránea y de la actividad física regular para reducir los signos de inflamación crónica en las personas obesas a largo plazo.</p>
<p>Más allá de este trabajo, también será esencial ofrecer un seguimiento adecuado a estos pacientes, para entender si también tienen un mayor riesgo de secuelas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/169057/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Nicolas Vitale ha recibido financiación de la Fondation pour la Recherche Médicale, la Ligue Contre le Cancer, la Agence Nationale pour la Recherche</span></em></p>Se han identificado varias vías por las que un exceso de tejido adiposo contribuye a agravar la enfermedad y ya se están considerando en el desarrollo de tratamientos.Nicolas Vitale, Directeur de recherche, InsermLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1688572021-09-30T19:30:59Z2021-09-30T19:30:59ZLa proteína ACE2 podría alertar de la gravedad del covid-19<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/423979/original/file-20210930-14-9yqj8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=10%2C21%2C7178%2C4020&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/neutralize-sarscov2-by-binding-protein-blocking-1941307918">Shutterstock / r Design_Cells</a></span></figcaption></figure><p>En unos pocos meses todos nos hemos convertido en “expertos” del covid-19. Así, manejamos con soltura términos como PCR e, incluso, entendemos cómo unos ciclos bajos de amplificación de estos test indican que existe <a href="https://www.idsociety.org/globalassets/idsa/public-health/covid-19/idsa-amp-statement.pdf">una carga viral alta</a> (hay tanto virus que amplificando muy pocos ciclos lo detectamos).</p>
<p>Tampoco nos es ajeno que las personas afectadas por el SARS-CoV-2 puedan tener una carga viral alta pero <a href="https://www.canada.ca/en/public-health/services/diseases/2019-novel-coronavirus-infection/guidance-documents/polymerase-chain-reaction-cycle-threshold-values-testing.html">presentar poca sintomatología</a>. Y, por supuesto, todos sabemos la gran cantidad de sujetos que resultan <a href="https://www.thelancet.com/action/showPdf?pii=S2666-7762%2821%2900059-4">infectados pero son asintomáticos</a>, incluso con carga viral alta.</p>
<p>Con todo ello, la PCR se posiciona como una técnica diagnóstica precisa y fundamental para detectar rápidamente a los positivos de infección. Esta rápida determinación permite cortar el ciclo de contagios y propagación de la enfermedad.</p>
<p>Sin embargo, la PCR no informa sobre la gravedad de la patología y la potencial progresión de la misma. Por eso, se hizo necesario encontrar un biomarcador que permitiese anticipar si un enfermo tenía peor previsión, si requería más vigilancia y que nos informase de la respuesta a los tratamientos que se aplicarían.</p>
<h2>La proteína ACE2, un posible nuevo biomarcador</h2>
<p>Actualmente se está intentando obtener más información sobre la gravedad de la enfermedad a partir de la proteína ACE2, la responsable de que el SARS-CoV-2 penetre en nuestras células. </p>
<p>Se trata de una glicoproteína que se encuentra distribuida de manera abundante en nuestro organismo, en nuestras membranas celulares. Particularmente, en la mucosa oral y nasal y en el epitelio del pulmón, lo que proporciona posibles vías de entrada para el coronavirus. </p>
<p>El tracto gastrointestinal, los riñones, el corazón, las glándulas suprarrenales, el cerebro y los testículos son ejemplos de tejidos extrapulmonares con expresión de ACE2 <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7167720/pdf/PATH-203-631.pdf">confirmada</a> e invasión por SARS-CoV-2.</p>
<p>Esta proteína se dispone atravesando la membrana. De esta forma, expone la mayor parte de su estructura hacia fuera de la célula. Esto hace que pueda funcionar como receptora e interaccionar con otras proteínas o ligandos.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/423978/original/file-20210930-14-1q6x09h.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/423978/original/file-20210930-14-1q6x09h.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/423978/original/file-20210930-14-1q6x09h.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=469&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/423978/original/file-20210930-14-1q6x09h.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=469&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/423978/original/file-20210930-14-1q6x09h.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=469&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/423978/original/file-20210930-14-1q6x09h.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=589&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/423978/original/file-20210930-14-1q6x09h.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=589&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/423978/original/file-20210930-14-1q6x09h.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=589&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Proteína ACE2 (enzima convertidora de angiotensina 2).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Protein_ACE2_PDB_1r42.png">Wikimedia Commons / Emw</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Ya <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7114441/pdf/main.pdf">conocíamos</a> que las proteínas receptoras de este tipo, al interaccionar con ligandos (para translocar una señal al interior celular), se cortan. Por eso, pensamos que este proceso debía ocurrir también al interaccionar con el virus, pues existen evidencias que apuntan en este sentido. </p>
<p>Además, por otro lado, en fluidos como el líquido cefalorraquídeo o plasma ya habíamos caracterizado varias de estas proteínas de membrana en su forma completa. Es decir, estaban solubles sin corte previo que las fragmentara de la membrana. </p>
<p>Con este conocimiento previo y la potencial diversidad de formas ACE2 solubles, perseguimos la idea de determinar dichas formas en el plasma de pacientes con covid-19: tanto las formas completas como las formas “cortadas ” podrían aumentar o disminuir.</p>
<h2>ACE2 en el plasma de pacientes covid-19</h2>
<p>En nuestro estudio vimos todas esas formas de ACE2 presentes en plasma humano, lo que nos permitió corroborar que la situación era altamente compleja: observamos dos formas que identificamos como fragmentos, pero también varias formas completas de ACE2, probablemente originadas en distintos tejidos.</p>
<p>Pero los <a href="https://faseb.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1096/fj.202100051R">resultados</a> fueron aún más interesantes al observarlos en pacientes de covid-19: todas las formas de ACE2 completas mostraron tendencia a disminuir en el plasma, mientras que solo uno de los dos fragmentos de la enzima (es decir, de los “rotos”), el de menor tamaño, mostró un comportamiento distinto, con tendencia a aumentar. </p>
<p>Por eso, interpretamos que cuando este fragmento concreto aumentaba, reflejaba la interacción de esta proteína con el SARS-CoV-2, ya que debía originarse tras dicha unión, por fragmentación de la proteína completa.</p>
<p>Eso provocaría que tengamos menos proteína ACE2 completa a costa de la generación del fragmento pequeño. Cuando consideramos uno respecto al otro para cada individuo, es decir, fragmento de ACE2 respecto a forma completa, las diferencias entre afectados y no afectados se agrandan. Esto nos permite también distinguir enfermos de covid-19 de otros con patologías pulmonares como la gripe A.</p>
<h2>Proteína ACE2 antes y después de pasar el coronavirus</h2>
<p>Las mayores diferencias las encontramos entre muestras del mismo paciente, cuando se comparaban plasmas obtenidos en fases de infección y tras superar la covid-19. Observamos que a los dos meses, y ya superada la enfermedad, los recuperados mostraban también recuperación de los niveles de la ACE2 completa en su plasma, mientras que los fragmentos habían disminuido.</p>
<p>Otros <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7848790/pdf/00848-2020.pdf">laboratorios</a> en el mundo han examinado también ACE2 en el plasma de enfermos de covid-19, la mayoría por técnicas modernas que permiten obtener resultados reproducibles y fiables de gran número de muestras de manera simultánea, como el ELISA (del inglés Enzyme-Linked ImmunoSorbent Assay); otros trabajos han realizado la determinación de la actividad enzimática de ACE2.</p>
<p>Pero estas técnicas no permiten discriminar entre formas de ACE2 si no se hace una separación previa de fragmentos. Así, los resultados obtenidos de diversos estudios son difícilmente interpretables en su conjunto.</p>
<h2>Un nuevo biomarcador para prever la gravedad de la enfermedad</h2>
<p>En la carrera científica para dar soluciones a la grave crisis del SARS-CoV-2 la información que puede proporcionar el análisis de las distintas formas de ACE2 en el plasma puede ser de alto valor pronóstico. </p>
<p>Nuestras investigaciones en proceso indican además su utilidad en ensayos clínicos para saber si una terapia o vacuna es efectiva. Pero toda esta potencialidad del ACE2 como biomarcador del covid-19 requiere un análisis exhaustivo de las distintas formas de ACE2, completas y fragmentos. </p>
<p>Por ello, antes que lanzarse al diseño de plataformas que permitan un rápido análisis, sin saber qué formas de ACE2 medimos y por tanto de qué informan, debemos avanzar en la investigación básica de esta proteína. </p>
<p>Un correcto estudio será la base para el diseño de kits de fácil y rápida aplicación, pero lo más importante, de utilidad clínica. Ese es nuestro empeño.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/168857/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Javier Sáez Valero actualmente recibe fondos de investigación del ISC-III, del CIBERNED y del ISABIAL.</span></em></p>Un análisis de sangre que cuantifique la proteína celular ACE2, que permite la entrada del coronavirus en las células, podría permitirnos seguir la evolución de la infección por covid-19.Javier Sáez Valero, Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Investigador Principal del Instituto de Neurociencias UMH-CSIC, del CIBER en Enfermedades Neurodegenerativas y del Instituto de investigación sanitaria ISABIAL, Universidad Miguel HernándezLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1680052021-09-30T15:57:32Z2021-09-30T15:57:32ZLa dureza de vivir la covid-19 a bordo de una ambulancia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/423914/original/file-20210929-28-8x8es9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=53%2C8%2C6000%2C3970&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/portrait-young-woman-doctor-sitting-on-1826739362">Loreanto / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Lloraba a mares viendo a su primer positivo de covid-19 respirar con dificultad sin entender aún bien a qué se enfrentaba. Ella, que tras muchos años trabajando en el Servicio de Emergencias de Castilla y León se autodefinía como una mujer fuerte, no había imaginado vivir nunca una situación semejante. </p>
<p>Antes de la pandemia solía presumir de cuánto le gustaba su trabajo, el contacto con las personas y con los compañeros. Pero, como decía Voltaire, “los males llegan volando y se alejan renqueando”. Y así es como irrumpió el SARS-COV-2: a través del aire. </p>
<p>Aquel maldito virus inesperado le hizo colocarse, por primera vez en su vida, un equipo de protección individual para tratar a pacientes reales, y no en un simulacro. Le ayudaron sus compañeros, mientras se le caían lágrimas bajo la capucha del buzo, las gafas de protección y la doble mascarilla. Sentía miedo frente a su primer positivo por COVID-19. </p>
<p>Con lo que no contaba era con lo que vendría después: positivo tras positivo, buzo tras buzo, guardia tras guardia, muerte tras muerte, horas interminables, cansancio físico y psíquico…</p>
<h2>Salvar vidas bajo presión</h2>
<p>El trabajo en emergencias sanitarias al inicio de la pandemia supuso una gran carga asistencial y emocional para los sanitarios de dichos servicios. Para empezar porque tuvieron que transformar su modelo de trabajo, basado habitualmente en intentar salvar la vida al mayor número de pacientes, para dedicarse a tratar de contener una enfermedad desconocida hasta el momento. Con toda la incertidumbre, impotencia y miedo al contagio que eso acarrea. </p>
<p>Aunque poco se ha hablado de ello, esta situación generó estrés postraumático en muchos profesionales. El hecho de que la sociedad considerara que los profesionales de primera línea fueran “héroes” llevó a una <a href="https://www.scielo.br/j/ramb/a/NrvwtvPG4dZrzRHKx78pbnq/abstract/?format=html&lang=en">autoexigencia en el trabajo</a> que en muchos casos ha pasado factura.</p>
<h2>El síndrome de estrés postraumático</h2>
<p>El <a href="http://www.psicoterapeutas.com/pacientes/DSM5_criterios_TEPT.html">síndrome de estrés postraumático se define como</a> la exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza, como experiencia directa del suceso traumático o presencia directa del suceso ocurrido a otros. </p>
<p>Tras dicho suceso traumático aparecen síntomas intrusivos que pueden ser de muchos tipos. Desde recuerdos angustiosos recurrentes e involuntarios del mismo hasta sueños angustiosos. También son habituales las reacciones disociativas en las cuales el sujeto siente o actúa como si se volviera a repetir el suceso traumático. Sin obviar el malestar psicológico o físico, intenso o prolongado, que aparece cuando algo le recuerda lo sucedido. </p>
<p>A pesar de que, pandemias aparte, la continua exposición a incidentes traumáticos, violencia, suicidios, lesiones y muerte predispone a los trabajadores de emergencias a sufrir alteraciones en su salud psíquica, no hay muchos estudios sobre el tema.</p>
<p>Una de las excepciones es una investigación que hemos realizado conjuntamente el personal de la Base de Emergencias Sanitarias de Segovia y el Grupo de Investigación en Cuidado de Enfermería del Departamento de Enfermería de la Universidad de Valladolid. El estudio saca a la luz <a href="https://www.mdpi.com/1660-4601/18/17/9132">las repercusiones psíquicas que la pandemia ha supuesto para este colectivo</a>. Y arroja cifras nada despreciables, como que la frecuencia de estrés postraumático en el personal de emergencias de Castilla y León y de la Comunidad de Madrid fue de un 30,9 %. </p>
<p>Además, un 36,0 % presentó malestar psicológico y el 60,9 % padeció insomnio tras esos primeros momentos de pandemia. Las más afectadas fueron mujeres con la categoría profesional de Técnico en Emergencias Sanitarias y que llevaban trabajando entre 10 y 20 años.</p>
<h2>Apoyo psíquico a los trabajadores de emergencias extrahospitalarias</h2>
<p>A la vista de los resultados obtenidos, los autores defendemos la necesidad de realizar seguimiento a esas personas a través de programas específicos. Fundamentalmente teniendo en cuenta que sufren un deterioro de la salud psíquica debido a su labor profesional durante la pandemia. </p>
<p>Es cierto que, de forma voluntaria, algunas instituciones han intentado dar soporte a los profesionales sanitarios, pero esa ayuda no parece haber sido suficiente.</p>
<p>Sirva como ejemplo, el <a href="https://www.copmadrid.org/web/files/comunicacion/Deca%CC%81logoRecomendaciones.pdf.pdf">Decálogo de recomendaciones para profesionales del ámbito sanitario</a> para afrontar de manera eficaz el malestar generado durante la pandemia, del Colegio Oficial de Psicología de Madrid: </p>
<ol>
<li><p>Presta atención a tus emociones.</p></li>
<li><p>Adopta una visión ajustada a la realidad.</p></li>
<li><p>Evita conductas de riesgo.</p></li>
<li><p>Confía en ti.</p></li>
<li><p>No niegues el impacto que esta situación puede ocasionarte.</p></li>
<li><p>Identifica tus respuestas.</p></li>
<li><p>Expresa tus emociones.</p></li>
<li><p>Cuídate, descansa y desconecta.</p></li>
<li><p>Busca espacios de encuentro.</p></li>
<li><p>Muestra seguridad y tranquilidad.</p></li>
</ol>
<p>Nuestra reflexión final es que, aunque la situación por la COVID-19 ha mejorado, es justo mostrar lo vivido en emergencias extrahospitalarias. Sobre todo, para evitar que se repita.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/168005/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>La frecuencia de estrés postraumático en personal de emergencias de Castilla y León y de la Comunidad de Madrid fue de un 30,9%Rosa María Cárdaba García, Profesora asociada de la Facultad de Enfermería, Universidad de ValladolidCarlos Durántez Fernández, Profesor de Enfermería, Universidad de Castilla-La ManchaCarmen M Martínez-Caballero, Médico de Emergencias. Colaboradora del grupo de investigación en Cuidado de Enfermería del Departamento de Enfermería de la Universidad de Valladolid., Salud de Castilla y León (SACYL)Elena Olea Fraile, Profesor Ayudante Doctor (Enfermería), Universidad de ValladolidJorge Martinez Piedra, Técnico en Emergencias Sanitarias. Colaborador del grupo de investigación en Cuidado de Enfermería del Departamento de Enfermería de la Universidad de ValladolidJuan Jose Fernandez-Carbajo, Enfermero Emergencias Sanitarias Castilla y León. Colaborador del grupo de investigación en Cuidado de Enfermería del Departamento de Enfermería de la Universidad de Valladolid., Salud de Castilla y León (SACYL)Laura María García Sanz, Enfermera en la Gerencia de Emergencias Sanitarias de Castilla y León. Colaboradora del grupo de investigación en Cuidado de Enfermería del Departamento de Enfermería de la Universidad de Valladolid, Salud de Castilla y León (SACYL)Lucía Pérez Pérez, Profesora de Enfermería. Colaboradora del grupo de investigación en Cuidado de Enfermería del Departamento de Enfermería de la Universidad de Valladolid, Universidad de ValladolidMª Ángeles Barba Pérez, Profesora de Enfermería, Universidad de ValladolidMª Teresa Herrero de Frutos, Enfermería asistencial. Colaboradora del grupo de investigación en Cuidado de Enfermería del Departamento de Enfermería de la Universidad de Valladolid., Salud de Castilla y León (SACYL)Miguel Ángel Madrigal Fernández, Profesor asociado de Enfermería. Investigador en Cuidados Enfermeros (GICE), Universidad de ValladolidRocio Varas Manovel, Médico de emergencias sanitarias. Colaboradora del grupo de investigación en Cuidado de Enfermería del Departamento de Enfermería de la Universidad de Valladolid., Salud de Castilla y León (SACYL)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1679892021-09-22T18:44:01Z2021-09-22T18:44:01ZUna más que posible pandemia anterior por coronavirus: la gripe rusa de 1890<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/422665/original/file-20210922-25-q69mch.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=9%2C4%2C3257%2C2243&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Litografía de J. Braakensiek de 1889 sobre la denominada gripe rusa.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://nl.wikipedia.org/wiki/Russische_griep#/media/Bestand:The_Dutch_minister_Bergansius_and_Hendrik_Pieter_Tindal_visi_Wellcome_V0011917.jpg">Wikimedia Commons / Wellcome Collection</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>Cada vez está más claro que el SARS-CoV-2 ha venido para quedarse con nosotros como un quinto coronavirus que irá discurriendo por el mundo produciendo catarros más o menos estacionales. </p>
<p>Se unirá a los <a href="https://www.nature.com/articles/s41392-020-0190-2">cuatro coronavirus</a> que, invierno tras invierno, nos provocan resfriados. A saber: dos alfacoronavirus (HCov-229E y HCov-NL63) y dos betacoronavirus (HCov-OC43 y HCoV-HKU1). Su momento álgido en cuanto a infecciones coincide en el tiempo (y en síntomas) con otros virus respiratorios como los rinovirus, los adenovirus y los ortomixovirus (los de la gripe). Y eso hace que nos cueste distinguirlos. </p>
<p>Es lógico plantearse si esos coronavirus se comportaron siempre así. ¿Cómo llegaron a convertirse en virus endémicos humanos? ¿Produjeron pandemias como la actual en algún momento? </p>
<p>Parece que la respuesta a esta última pregunta es sí. Es más, en alguno de los casos ni siquiera hace demasiado tiempo. Todo apunta a que el HCoV-OC43, por ejemplo, se unió al plantel de virus catarrales humanos hace unos 130 años y <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0262407920308629?via%3Dihub">el HCoV-NL63 entre los siglos 13 y 15</a>. </p>
<h2>La gripe rusa de 1890</h2>
<p>Actualmente disponemos de conocimientos y herramientas moleculares que nos permiten aislar y analizar los microorganismos que producen enfermedades contagiosas. Sin embargo, hubo una época en la que se desconocía la existencia de estos microorganismos y no se disponía más que del análisis de los síntomas. En aquel momento, casi todas las infecciones respiratorias eran diagnosticadas como gripe. </p>
<p>A través de los anales de la época y de un puñado de publicaciones científicas sí que conocemos que en <a href="https://www.pnas.org/content/107/19/8778">1889 se reportó un brote de gripe en San Petersburgo</a> que en poco tiempo acabó afectando a toda Europa y Norteamérica. Por eso esta pandemia es conocida como la gripe rusa de 1890.</p>
<p>En un <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1047279717306841?via%3Dihub">estudio de 2018 realizado sobre la incidencia de esta pandemia en Madrid</a> se constató que los síntomas presentaban un perfil similar a la pandemia de SARS-CoV-2 actual. La población infantil apenas fue afectada y se produjo un aumento progresivo de la mortandad con la edad. Además, hubo más bajas entre la población mayor de 70. </p>
<p>En <a href="https://play.google.com/books/reader?id=tsw1AQAAMAAJ&pg=GBS.PP6&hl=es">otro trabajo publicado en 1891</a>, H. Franklin Parsons describió pormenorizadamente los diferentes casos reportados de personas afectadas por esta pandemia. En este estudio se resaltan las particularidades de esta extraña gripe que incluían neumonía, tos seca, dolor de cabeza o diarrea entre otras. Estos síntomas no eran ni son comunes en la gripe habitual, pero sí totalmente compatibles con el contagio con HCoV-OC43 y con el de SARS-CoV-2. </p>
<p>No es descartable que el proceso de transmisión del virus que generó la pandemia de 1890 fuese más lento de lo que se suponía. En esos años, entre 1885 y 1890, hubo una serie de casos extraños en los que consumidores de leche sufrían síntomas como <a href="https://www.nature.com/articles/040055e0">dolor de garganta</a>. Por otro lado, en Oceanía se produjeron varios brotes de gripe cuyos <a href="https://digitised-collections.unimelb.edu.au/bitstream/handle/11343/23149/267732_UDS2010779-358.pdf?sequence=10&isAllowed=y">síntomas se confundían o no coincidían con la gripe común</a>. </p>
<p>La falta de más datos clínicos y la imposibilidad de acceder al microorganismo causante de aquella pandemia hace difícil llegar a conclusiones claras, aunque <a href="https://sfamjournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/1751-7915.13889">un reciente estudio ha profundizado en las patologías descritas</a> por la literatura científica de la época encontrando grandes similitudes con la infección por coronavirus y menos con la patología de la gripe. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/422662/original/file-20210922-12-1itm8w4.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/422662/original/file-20210922-12-1itm8w4.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/422662/original/file-20210922-12-1itm8w4.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=323&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/422662/original/file-20210922-12-1itm8w4.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=323&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/422662/original/file-20210922-12-1itm8w4.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=323&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/422662/original/file-20210922-12-1itm8w4.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=406&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/422662/original/file-20210922-12-1itm8w4.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=406&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/422662/original/file-20210922-12-1itm8w4.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=406&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Mapa elaborado por el Dr. Parsons en 1891 que recoge datos de la epidemia de gripe de 1889-1890.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Report_on_the_influenza_epidemic_of_1889-90_Wellcome_L0032790.jpg">Wikimedia Commons / Wellcome Collection</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Pistas moleculares de las antiguas pandemias</h2>
<p>La tecnología actual nos permite en muy poco tiempo aislar y secuenciar los patógenos que nos afectan. En los últimos años, las técnicas de secuenciación del genoma han permitido no solo diagnosticar rápidamente sino establecer relaciones evolutivas entre los patógenos que nos afectan. Gracias a ello se identificó a toda velocidad <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0092867421009910">el origen del SARS-CoV-2</a>, aunque aún queden lagunas en cuanto a su evolución hasta nosotros. </p>
<p>Sin embargo, <a href="https://theconversation.com/a-brief-history-of-the-coronavirus-family-including-one-pandemic-we-might-have-missed-134556">los datos de anteriores pandemias son más complejos de seguir</a>. Por lo pronto, la disponibilidad del patógeno que originó la pandemia es prácticamente nula, a no ser que se pueda obtener a partir de <a href="https://www.pnas.org/content/98/5/2746">exhumaciones de fallecidos sospechosos de haber sufrido la infección</a>. </p>
<p>Para seguirle la pista al origen de los coronavirus humanos que producen catarros comunes no queda otra que echar mano de estudios evolutivos a partir de genomas de virus relacionados y de las cepas actuales. </p>
<p>Hace unos meses, el <a href="https://ec.europa.eu/research-and-innovation/en/horizon-magazine/qa-why-history-suggests-covid-19-here-stay">profesor Marc Van Ranst</a>, experto en coronavirus de la Universidad de Leuven, en Bélgica, indicó que los estudios evolutivos del HCoV-OC43 y de su posible origen, el coronavirus que afecta al ganado bovino, el BCoV-ENT, <a href="https://journals.asm.org/doi/10.1128/jvi.79.3.1595-1604.2005?permanently=true">indican una separación evolutiva de unos 130 años aproximadamente</a>. Es decir, justo cuando se produjo la pandemia de gripe rusa.</p>
<p>El <a href="https://www.cell.com/action/showPdf?pii=S0966-842X%2816%2930133-0">HCoV-OC43 presenta altísima homología con la secuencia génica del BCoV-ENT y también con la del coronavirus de rata HKU24</a> por lo que no se descarta una posible transmisión de los roedores al ganado bovino y de éste a los humanos. </p>
<p>Por otro lado, es interesante constatar que las secuelas de la COVID-19 son muy parecidas a las secuelas referenciadas para la pandemia de gripe de 1890 y para la de 1918. <a href="https://www.medscimonit.com/abstract/full/idArt/931447">Estas secuelas incluyen la “niebla mental” y la fatiga crónica</a>, posiblemente indicando un efecto secundario de la inflamación crónica asociada con las infecciones causadas por estos virus y que es común tanto a coronavirus como a ortomixovirus. </p>
<p>Todo ello hace pensar que la pandemia de 1890 no fue causada por un virus de la gripe sino por un coronavirus. Este se habría quedado con nosotros en la forma del HCoV-OC43. </p>
<h2>Diferencias entre la pandemia actual y las previas</h2>
<p>Entre las pandemias pretéritas y la actual existen diferencias notables. La demografía y <a href="https://www.cordobahoy.es/opinion/guillermo-lopez-lluch/doce-monos/20200123084014072865.html">la capacidad de movilidad han aumentado enormemente la capacidad de diseminación de los patógenos</a>, especialmente de los respiratorios. </p>
<p>Debemos entender que los patógenos requieren de vectores y de <a href="https://www.nytimes.com/2020/03/26/us/coronavirus-louisiana-new-orleans.html">congregación de hospedadores</a>. Los microorganismos similares a los causantes de las pandemias pasadas se dispersan más rápidamente y de manera más global en la actualidad, tal y como ya hemos podido comprobar. </p>
<p>Hoy en día disponemos de herramientas moleculares muy poderosas capaces de aislar e identificar patógenos en pocas semanas. Eso nos permite diseñar terapias más efectivas y, lo que es más importante, diseñar la terapia preventiva más precisa y potente jamás desarrollada: la vacuna. </p>
<p>Afortunadamente, el conocimiento de la diversidad de estos microorganismos y el análisis molecular de sus componentes nos permitirán diseñar mejores y más efectivas vacunas en un futuro no muy lejano.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/167989/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Guillermo López Lluch es miembro de la Sociedad Española de Biología Celular, la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, la Society for Free Radical Research y la International Coenzyme Q10 Association. Las investigaciones realizadas por el autor están financiadas por fondos públicos provenientes del Gobierno de España, fondos FEDER de la Unión Europea o del Gobierno Autonómico de Andalucía. </span></em></p>Todo hace pensar que la pandemia de 1890 no fue causada por un virus de la gripe sino por un coronavirus. Éste se habría quedado con nosotros en la forma del HCoV-OC43, uno de los responsables de los catarros invernales.Guillermo López Lluch, Catedrático del área de Biología Celular. Investigador asociado del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo. Investigador en metabolismo, envejecimiento y sistemas inmunológicos y antioxidantes., Universidad Pablo de OlavideLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1674922021-09-15T20:25:42Z2021-09-15T20:25:42Z¿Somos más contagiosos con la variante delta aunque estemos vacunados?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/420193/original/file-20210909-27-1uphi0y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=34%2C13%2C4623%2C2157&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/vaccine-drop-syringe-covid19-coronavirus-research-1903183486">Shutterstock / MIA Studio</a></span></figcaption></figure><p>Gracias al SARS-CoV-2 hemos aprendido que “el cambio es la única constante”, como sentenció Heráclito. Los humanos nos hemos ido adaptando a los diferentes cambios durante este año y medio de pandemia. </p>
<p>Entre dichos cambios, destaca la propagación de distintas variantes, que depende en parte, pero no exclusivamente, de sus diferencias genéticas. Estas diferencias surgen por puro azar. Es decir, un error durante la replicación del material genético del virus causa una mutación. </p>
<p>La acumulación de un cierto número de mutaciones origina una variante, a la que llamamos cepa cuando estos cambios afectan al comportamiento del virus. </p>
<h2>Variante delta, la más transmisible por el momento</h2>
<p>En el caso que nos ocupa en este artículo, la variante delta (B.1.617.2) nos lleva acompañando (al menos) desde diciembre de 2020. Ya se ha convertido en dominante en muchos países en los últimos meses. De hecho, representa más del 96,5 % de los últimos <a href="https://www.rtve.es/noticias/20210906/variantes-del-coronavirus-mas-preocupan-cuantas-hay-donde-se-encuentran/2070949.shtml">casos diagnosticados en España</a>. </p>
<p>La rápida y amplia expansión de esta cepa sugiere que es <a href="https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/993321/S1267_SPI-M-O_Consensus_Statement.pdf">más transmisible</a> que la variante alfa (linaje B.1.1.7). Su éxito parece deberse a una replicación muy rápida y a la generación de una carga viral 1 000 veces mayor. Así se <a href="https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.07.07.21260122v2#disqus_thread;%20https://virological.org/t/viral-infection-and-transmission-in-a-large-well-traced-outbreak-caused-by-the-delta-sars-cov-2-variant/724">reduciría</a> notablemente el tiempo de incubación necesario para transmitirse. </p>
<h2>¿Provoca más gravedad de la enfermedad?</h2>
<p>Sin embargo, todavía no existe suficiente evidencia para afirmar que esta cepa sea más patogénica. Recordemos, por un lado, que esta variante supuso un <a href="https://www.thelancet.com/journals/laninf/article/PIIS1473-3099(21)00475-8/fulltext">aumento</a> en la probabilidad de hospitalización en el Reino Unido. </p>
<p>Pero por otro lado, la información disponible en los servicios de salud pública de Inglaterra (PHE, Public Health England) sugería que el índice de fatalidad por caso (CFR) de esta variante era inferior al de la variante alfa. </p>
<p>Sin embargo, estas comparaciones entre variantes son complejas y probablemente inadecuadas. Independientemente de su genética, las variantes se expanden en momentos muy diferentes de la pandemia. </p>
<p>Además, existen múltiples factores en juego, tales como la saturación del sistema sanitario, el estado de vacunación y la edad de las personas infectadas, lo que hace que sea realmente difícil enfrentarlas.</p>
<h2>Cómo reacciona la vacuna ante la variante delta</h2>
<p>Ahora <a href="https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/situacionActual.htm">más del 70 %</a> de la población española tiene la pauta completa de vacunación. Por eso, cabe preguntarse si estas vacunas aún nos siguen protegiendo frente a la variante delta o si, tal y como se ha llegado a especular, somos más contagiosos a pesar de estar vacunados.</p>
<p>Para resolver este debate, debemos primero distinguir entre protegernos de ser infectados y protegernos de sufrir una patología grave. </p>
<p>Sabíamos que, cuando delta no era la variante dominante, las vacunas autorizadas hasta el momento habían sido muy eficaces para prevenir patologías graves, ingresos hospitalarios y fallecimientos. </p>
<p>Pero ahora, un <a href="https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/nejmoa2108891">estudio</a> concluye que la eficacia vacunal de AstraZeneca frente a patologías graves causadas por delta es del 67 % (74,5 % frente a alfa), mientras que la de Pfizer estaría en torno al 88 %, (94 % frente a alfa). </p>
<p>Otro <a href="https://www.jnj.com/positive-new-data-for-johnson-johnson-single-shot-covid-19-vaccine-on-activity-against-delta-variant-and-long-lasting-durability-of-response">estudio</a> realizado en Sudáfrica indica que la vacuna Janssen de Johnson & Johnson tiene una eficacia del 71 % frente a hospitalizaciones con la variante delta. </p>
<p>No obstante, esta eficacia vacunal se reduce notablemente si la pauta de vacunación no es completa. Con ello, el nivel de protección frente a patología leve también es algo inferior con la variante delta.</p>
<h2>¿A quién protege la vacuna?</h2>
<p>También sabemos que estar vacunado no impide que nos infectemos con el virus. Por tanto, estas vacunas no detienen la transmisión. De hecho, según <a href="https://www.cdc.gov/mmwr/volumes/70/wr/mm7031e2.htm?s_cid=mm7031e2_w">anunció</a> la CDC, la carga viral (medida como cantidad de material genético del virus por PCR tras hisopado nasofaríngeo) era idéntica en vacunados y no vacunados infectados con esta variante.</p>
<p>Este estudio hizo saltar las alarmas porque con esta información, los vacunados infectados, asintomáticos en muchos casos, deberían extremar las medidas de prevención para evitar la trasmisión. Deberían seguir actuando, en definitiva, como si no estuviesen vacunados, con todo lo que ello supone. </p>
<p>Tras la revisión de estos estudios, parecía que estas vacunan solo funcionaban como un “cinturón de seguridad”. Es decir, reducían los daños si sufríamos un accidente pero no evitaban que sufriésemos dicho accidente (infectarnos y transmitir la variante delta del virus a otras personas).</p>
<h2>No somos más contagiosos con la variante delta</h2>
<p>Sin embargo, ahora tenemos varias evidencias de que las vacunas no solo ofrecen protección personal. La primera procede de un <a href="https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.07.28.21261295v1.full">estudio</a> en el que se corrobora que los vacunados tenían la misma cantidad de material genético que los no vacunados, pero solo durante los cinco primeros días tras la aparición de síntomas. A partir de ese momento, la carga viral se reduce mucho más rápido en individuos vacunados. </p>
<p>Pero determinar la carga viral como cantidad de material genético del virus no es la manera más precisa de determinar la cantidad de virus viable y con capacidad infecciosa. </p>
<p>Por eso, al utilizar muestras de personas infectadas mayoritariamente con la variante delta y realizar ensayos de infección de cultivos de células, se ha <a href="https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.08.20.21262158v1">demostrado</a> que la capacidad infecciosa del virus es mucho menor si la persona estaba previamente vacunada (con Pfizer o Johnson & Johnson).</p>
<p>Por último, otro <a href="https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.08.30.21262701v1">estudio</a> ha confirmado que el periodo de diseminación de virus infeccioso (determinado también mediante infección de células en un cultivo) se redujo significativamente en los individuos vacunados en comparación con los no vacunados, en este caso cuando alfa era la variante dominante. </p>
<p>En definitiva, estos estudios, que deben pasar el proceso de revisión por pares (es decir, no son todavía definitivos), sugieren que las personas infectadas con la variante delta (o con la variante alfa) transmiten menos virus infecciosos y lo hacen durante un periodo más corto si han recibido la vacuna, aunque su capacidad de transmitir el virus no sea nula. Por lo que, de momento, se recomienda que sigan las normas que previenen la transmisión.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/167492/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Salvador Iborra Martín recibe fondos del Ministerio Español de Ciencia e Innovación (MICINN)</span></em></p>Estar vacunados no impide que nos infectemos con el virus, pero sí evita la forma grave de la enfermedad. Ahora también sabemos que frena la transmisión del coronavirus, incluso con la variante delta.Salvador Iborra Martín, Personal Docente e Investigador. Inmunología e infección, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.