20 años después de que apareciera Facebook, gran parte de la sociedad se ha hecho adicta a la la gratificación instantánea en línea. La necesidad de alfabetización mediática, la importancia de la amabilidad en línea y la posibilidad de desconectar para conectar podrían mejorar mucho nuestras vidas.
Es posible conocer la distancia que nos separa de cualquier persona del mundo. Las redes sociales han acortado distancias, y ya podemos hablar de menos de seis grados de separación.
Pese a su mala fama y los problemas que han traído, las redes sociales tienen un lado muy positivo. Son herramientas que también se usan para investigar y divulgar conocimiento.
Las redes sociales no pueden ser verdaderas ‘plazas públicas’. Menos aún las que tienen un solo dueño y son privadas, como va a ocurrir ahora con Twitter.
¿Blockchain? ¿Criptoactivos? Dos investigadores que estudian las redes sociales y la tecnología de los medios de comunicación explican la tecnología que hará posible el metaverso.
A día de hoy el metaverso ofrece, sobre todo, experiencias lúdicas. Sin embargo, marcas y empresas están buscando el modo de crear y asegurarse el negocio en esta nueva forma de internet.
Del funcionamiento de la comunicación digital de los candidatos a las presidenciales chilenas hemos aprendido el enorme valor de los directos, del contenido orgánico generado por el usuario por encima del pagado y la rápida condena pública a la desinformación.
Los riesgos del metaverso se centran en gran medida en la falta de transparencia, honestidad y responsabilidad de las personas detrás de los avatares que lo habitarán. No se trata, pese a las apariencias, de un entorno meramente lúdico o neutral.
Uno de los principales riesgos de los metaversos puede ser la obsesión por llevar vidas utópicas, con un progresivo alejamiento de la realidad y una posible inmersión irreversible para algunos.
Declarar el robo de nuestros datos, prohibir los algoritmos antipolíticos y dividir a las grandes tecnológicas son algunas de las posibles estrategias para poner freno al capitalismo de la vigilancia.
Twitter fue el gran ganador tras la caída de las redes sociales del universo Facebook y no solo porque estuviese operativa sino porque fue capaz de generar un diálogo que le dio gran protagonismo.
Existe amplia evidencia sobre el daño que Instagram causa para los adolescentes, especialmente sobre su imagen corporativa. La propia investigación de Facebook confirma esto.
Los cambios en las condiciones de servicio de la aplicación que entran en vigor el 15 de mayo ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre la ciudadanía digital.
Reforzar la producción profesional de noticias garantizando la viabilidad económica de las empresas que las producen es una pieza clave para combatir la desinformación.
Las plataformas virtuales no son un sustituto de la comunicación interpersonal cara a cara. Por el contrario, si no las utilizamos correctamente, pueden contribuir a aumentar las dificultades para relacionarnos con los demás.
Busquemos lecciones positivas en la pandemia: la filosofía nos ayuda a salir del catastrofismo; la ética, a entender lo que deberíamos hacer y no hacemos. Resistirse al desprecio de la verdad y al avance de la soledad.