tag:theconversation.com,2011:/global/topics/higiene-58355/articleshigiene – The Conversation2024-01-30T16:53:14Ztag:theconversation.com,2011:article/2214272024-01-30T16:53:14Z2024-01-30T16:53:14ZDe Japón a la India: lo que los aseos públicos dicen sobre las jerarquías sociales<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/571414/original/file-20240125-27-5k235u.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C82%2C1435%2C789&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Fotograma de la película 'Perfect Days', de Wim Wenders.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://youtu.be/kLYFBhcwYj4?si=tu4Ci1j6kx5wE_VL">Haut et Court</a></span></figcaption></figure><p>Recientemente se ha estrenado la película de Wim Wenders <a href="https://www.perfectdays-movie.jp/en/"><em>Perfect Days</em></a>, nominada al Óscar, que sigue la vida cotidiana de Hirayama, un empleado municipal de Tokio encargado de limpiar los aseos públicos. La película pone de relieve las diferencias sociales y culturales que existen en la forma de acercarse a este espacio, su visibilidad y también cuestiones de <a href="https://theconversation.com/que-risque-t-on-en-sasseyant-sur-des-toilettes-publiques-105465">higiene</a> y saneamiento.</p>
<p><em>Perfect days</em> refleja parcialmente un experimento desarrollado por el <a href="https://tokyotoilet.jp/en/">Tokyo Toilet Project</a> puesto en marcha por la ONG <a href="https://www.nippon-foundation.or.jp/en/what/projects/thetokyotoilet">The Nippon Foundation</a>. Su objetivo era rehabilitar 17 aseos públicos de la zona de Shibuya para convertirlos en obras de arte, todas ellas gratuitas y utilizables por todo el mundo independientemente de su sexo, edad o discapacidad.</p>
<p>Uno de los aseos, diseñado por el arquitecto <a href="https://tokyotoilet.jp/en/yoyogifukamachi_mini_park/">Shigeru Ban</a> –<a href="https://www.fpa.es/es/premios-princesa-de-asturias/premiados/2022-shigeru-ban.html?especifica=0">Premio Princesa de Asturias de Concordia 2022</a>–, está equipado con cubículos transparentes de colores que se vuelven opacos cuando se cierra la puerta. Este dispositivo responde a dos preocupaciones que los usuarios pueden tener sobre los aseos: comprobar su estado de limpieza y asegurarse de que no hay nadie dentro.</p>
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<figcaption><span class="caption">Inodoros transparentes, Shibuya.</span></figcaption>
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<p>El proyecto nació porque una serie de estereotipos (los aseos públicos se consideraban oscuros, malolientes y aterradores) limitaban su uso. Aún hoy, muchas mujeres son reacias a utilizar las instalaciones en Japón. Incluso en un país que es <a href="https://www.jstage.jst.go.jp/article/jmhr/1/1/1_118/_pdf/-char/ja">líder en inodoros de alta tecnología</a> estas estrategias de evitación expresan procesos de diferenciación y exclusión. <a href="https://www.lemonde.fr/international/article/2023/12/26/les-toilettes-publiques-au-japon-des-sanctuaires-de-paix-et-d-hygiene_6207661_3210.html">Al estetizar los aseos</a> y hacer de ellos un elemento más de la decoración urbana, este proyecto muestra el lugar singular que ocupan en la cultura japonesa.</p>
<h2>Una preocupación social</h2>
<p>Cualquier acción en relación con los aseos no puede basarse simplemente en una única unidad geográfica, sino que debe tener en cuenta todos los efectos que éstos tienen en la sociedad, desde su ubicación hasta su mantenimiento. Más aún cuando, en este caso, los aseos, sublimados por el arte, vienen a reforzar la centralidad de Tokio.</p>
<p>En todo el mundo, los aseos públicos dan testimonio de la complejidad de los espacios públicos compartidos. En Europa, son a menudo sinónimo de suciedad y malestar, y evocan <a href="https://journals.openedition.org/brussels/7154">espacios utilizados para fines para los que no fueron diseñados</a>: consumo de drogas, grafitis y pintadas, encuentros sexuales o <a href="https://actu.fr/bretagne/vannes_56260/a-63-ans-vit-dans-toilettes-publiques-depuis-deux-ans_31502471.html">refugio</a> (para quienes carecen de él), por ejemplo.</p>
<p>Son espacios polivalentes que reflejan las desigualdades de género. <a href="https://www.degruyter.com/document/doi/10.18574/nyu/9780814759646.003.0006/html">Las mujeres necesitan ir al baño más que los hombres</a> (sobre todo durante el embarazo y la menstruación) y pasan más tiempo allí, pero hay menos retretes cerrados que urinarios.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/567460/original/file-20231229-27-h271tj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/567460/original/file-20231229-27-h271tj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/567460/original/file-20231229-27-h271tj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/567460/original/file-20231229-27-h271tj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/567460/original/file-20231229-27-h271tj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/567460/original/file-20231229-27-h271tj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/567460/original/file-20231229-27-h271tj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">«El tamaño importa», centro comercial Palladium, Praga.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.flickr.com/photos/marcussen/2744676587/">Erik Marcussen/Flickr</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/">CC BY-NC-ND</a></span>
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<p>Además, la presencia de determinados grupos de población (inmigrantes, drogadictos, personas sin hogar) puede provocar <a href="https://www.heidi.news/explorations/la-revolution-des-toilettes/dans-les-toilettes-de-la-riponne-flambant-neuves-et-autonettoyantes">reacciones abusivas de las autoridades públicas</a>. En nuestras sociedades llamadas desarrolladas definir quién limpia los retretes en el ámbito doméstico, el lugar de trabajo y el espacio público suele decir mucho <a href="https://lafabrique.fr/un-feminisme-decolonial/">sobre las relaciones de dominación y la reproducción de los roles de género</a>.</p>
<h2>¿Un tabú mundial?</h2>
<p>El tema de los excrementos suele ser <a href="https://www.monde-diplomatique.fr/carnet/2010-01-20-Le-tabou-des-excrements">tabú</a>. Sin embargo, la preocupación es tal que la ONU celebra desde 2013 el <a href="https://www.un.org/fr/observances/toilet-day">“Día Mundial del Retrete”</a>, recordando que un tercio de la población mundial no dispone de un lugar adecuado para hacer sus necesidades. </p>
<p>Esto acarrea numerosos problemas: violencia, exclusión de las actividades sociales (en particular para las mujeres y los niños), consecuencias para la salud (incluida la propagación de epidemias como el <a href="https://www.cnrseditions.fr/catalogue/biologie-et-sante/cholera-haiti-2010-2018-histoire-d-un-desastre/">cólera</a>)… La <a href="https://worldtoilet.org/">World Toilet Organization</a>, una organización especializada sin ánimo de lucro, promueve este día y numerosos proyectos en todo el mundo.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/567461/original/file-20231229-17-b9o0q0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/567461/original/file-20231229-17-b9o0q0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/567461/original/file-20231229-17-b9o0q0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/567461/original/file-20231229-17-b9o0q0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/567461/original/file-20231229-17-b9o0q0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/567461/original/file-20231229-17-b9o0q0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/567461/original/file-20231229-17-b9o0q0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/567461/original/file-20231229-17-b9o0q0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Campaña de sensibilización contra la defecación al aire libre (Kanadukathan, Tamil Nadu, India). En la India, la OMS estimó que alrededor de 520 millones de personas defecaban regularmente al aire libre en 2015.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Anthony Goreau-Ponceaud</span>, <span class="license">Fourni par l'auteur</span></span>
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<p>Así pues, hay muchas cuestiones logísticas y técnicas: <a href="https://lepetitjournal.com/bombay/comprendre-inde/ramasser-les-excrements-est-hereditaire-base-sur-le-systeme-de-castes-293128">fosas sépticas que vaciar</a>, formas de desarrollar retretes secos o de adaptarse al fenómeno de la defecación al aire libre, sistemas de tratamiento y reciclaje de excrementos, o incluso <a href="https://journals.openedition.org/rac/11042">reutilización de excrementos para la agricultura</a>…</p>
<h2>Reflejo de las jerarquías sociales</h2>
<p>Las actitudes hacia los retretes pueden reflejar jerarquías sociales. Por ejemplo, en Haití, poseer un retrete se ha convertido en un signo de prestigio, sobre todo después del terremoto de 2010, cuando muchas ONG ayudaron a construirlos. Sin embargo, su mantenimiento está encomendado a los <a href="https://ayibopost.com/etre-bayakou-peut-rapporter-beaucoup-plus-que-vous-croyez/">bayakous</a>, los vaciadores que realizan su trabajo sin ninguna medida de seguridad ni de higiene, y que son especialmente despreciados por la sociedad.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/567462/original/file-20231229-29-d5yz8p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/567462/original/file-20231229-29-d5yz8p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/567462/original/file-20231229-29-d5yz8p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/567462/original/file-20231229-29-d5yz8p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/567462/original/file-20231229-29-d5yz8p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/567462/original/file-20231229-29-d5yz8p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/567462/original/file-20231229-29-d5yz8p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/567462/original/file-20231229-29-d5yz8p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Cité Soleil, Gran Puerto Príncipe, Haití. Estos aseos, instalados por las ONG tras el terremoto de 2010, fueron desmantelados rápidamente para revenderlos o convertirlos en refugios.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Alice Corbet, mayo de 2011</span>, <span class="license">Fourni par l'auteur</span></span>
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<p>En toda la India rural, la eliminación manual de residuos sigue siendo la práctica más degradante. Aunque la prohibición de esta actividad se reforzó <a href="https://www.indiacode.nic.in/handle/123456789/2119?sam_handle=123456789/1362">con una ley en 2013</a>, esta profesión, esencialmente reservada a las castas más bajas, a los “intocables” y a las tribus desfavorecidas, continúa.</p>
<p>Desde 1993, <a href="https://www.indiacode.nic.in/bitstream/123456789/1581/1/199346.pdf">se prohíbe</a> la construcción de retretes secos, pero siguen existiendo y, paradójicamente, se están reactivando –a veces incluso por ONG– por razones de accesibilidad en zonas no conectadas a la red de alcantarillado.</p>
<p>Los retretes secos permiten separar los flujos de residuos, reciclar los recursos residuales y ahorrar considerablemente en el consumo de agua. En Occidente, esta forma ecológica y descentralizada de saneamiento encarna una cierta idea de transición ecológica. Sin embargo, en India, el carácter problemático de su gestión dista mucho de significar eso para las poblaciones más marginadas.</p>
<p>En la práctica, la <a href="https://www.outlookindia.com/magazine/story/india-news-the-truth-about-manual-scavenging-in-india/305414">recogida manual de basuras</a> continúa, con la aprobación de las autoridades locales, en las alcantarillas obstruidas de las grandes ciudades. Las mujeres, en particular, <a href="https://www.bbc.com/news/world-asia-india-67191131">siguen utilizando las manos</a> para limpiar las heces y llevarlas lejos de sus hogares. Los ferrocarriles indios son el otro gran empleador de mujeres y hombres que trabajan como limpiadores manuales. En India, defecar a lo largo de las vías es algo habitual, sobre todo en las ciudades.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/567463/original/file-20231229-29-xh6giv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/567463/original/file-20231229-29-xh6giv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/567463/original/file-20231229-29-xh6giv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/567463/original/file-20231229-29-xh6giv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/567463/original/file-20231229-29-xh6giv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/567463/original/file-20231229-29-xh6giv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1005&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/567463/original/file-20231229-29-xh6giv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1005&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/567463/original/file-20231229-29-xh6giv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1005&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Letrina instalada en el campo de refugiados de Abala, Níger. Debido a las dificultades para acceder al agua, las letrinas rara vez se limpiaban, sino que se bloqueaban una vez llenas y luego se trasladaban.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Alice Corbet, agosto de 2014</span>, <span class="license">Fourni par l'auteur</span></span>
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<p>Dentro de los <a href="https://hal.science/hal-02477087">campos de refugiados malienses</a> en Níger, las ONG instalaron aseos colectivos <a href="https://reliefweb.int/report/niger/gestion-du-camp-de-r%C3%A9fugi%C3%A9s-d%E2%80%99abala-d%C3%A9partement-de-filingu%C3%A9-r%C3%A9gion-de-tillab%C3%A9ri-niger">en 2012</a>. Rápidamente fueron privatizadas por los nobles tuareg (Imajaghan), que colocaron candados en las puertas para impedir el acceso a los grupos sociales menos privilegiados. </p>
<p>Sin embargo, estos aseos son mantenidos por los Bella (o Iklan), considerados, en esta <a href="https://ruor.uottawa.ca/handle/10393/34649?mode=full">sociedad altamente jerarquizada</a>, esclavos o sirvientes con pocos derechos y escasa remuneración, que viven al margen de los campamentos y no están autorizados a utilizar los retretes. Van al desierto a hacer sus necesidades. Supuestamente accesibles a todos, los aseos se utilizan para reproducir mecanismos de exclusión y dominación.</p>
<h2>Jerarquías espaciales</h2>
<p>Los aseos también pueden revelar jerarquías espaciales. Por ejemplo, mientras que las grandes metrópolis han desarrollado en gran medida redes técnicas de alcantarillado, el paradigma de los aseos conectados a una red centralizada parece ahora inadaptado a la morfología de las ciudades del Sur Global.</p>
<p>Demasiado dispersas, fragmentadas y policéntricas, albergan además una gran población flotante que vive en asentamientos informales y que no tiene “derecho” a estar conectada a la red de alcantarillado.</p>
<p>Estas ciudades dependen, por tanto, de infraestructuras descentralizadas o temporales que, en última instancia, se perpetúan mediante diversos dispositivos de mantenimiento. O, como en el barrio de chabolas de Kibera (Nairobi), se desarrollan otras prácticas, <a href="https://www.aljazeera.com/features/2017/4/3/how-to-deal-with-kiberas-flying-toilets">como los retretes voladores</a> –bolsas de polietileno que luego se tiran a la basura–.</p>
<h2>Lugares violentos</h2>
<p>Los retretes también pueden evitarse por miedo a la violencia o la inseguridad.</p>
<p>En todo el mundo, la ausencia de aseos en las escuelas o sus condiciones insalubres <a href="https://www.ifop.com/wp-content/uploads/2018/11/ESSITY_RAPPORT_Hygiene_des_toilettes_a_lecole.pdf">excluyen a muchos niños de la educación</a>. Esto es especialmente cierto en el caso de las niñas, que no pueden cambiarse cuando <a href="https://blogs.worldbank.org/fr/voices/les-menstruations-source-d-absenteisme-scolaire-dans-le-monde">menstrúan</a> y se quedan en casa. La necesidad de orinar en público también plantea problemas en torno al <a href="https://silogora.org/la-pratique-du-pipi-sauvage-dans-lespace-public-parisien-entre-representations-et-assignations-de-genre/">cuerpo de la mujer</a>, porque ellas no pueden hacerlo con la misma facilidad que los hombres. Cuando lo hacen, son vulnerables a un mayor riesgo de agresión sexual.</p>
<p>En los espacios privados y públicos, cuando son compartidos pero no especialmente tenidos en cuenta, como en el contexto de la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7907573/">atención hospitalaria</a>, la instalación y la gestión de los aseos adquieren una importancia real y pueden ser incluso un diferenciador de riqueza.</p>
<h2>Una cuestión muy política</h2>
<p>Más allá de los tabúes, de lo que no se dice y de los procesos de <a href="https://www.liberation.fr/livres/1998/07/02/alain-roger-tout-paysage-est-un-produit-de-l-art_242859/"><em>artealización</em></a>, los aseos están en el centro de nuestras prácticas cotidianas, pero también de las políticas públicas. Por tanto, son un objeto de estudio que, lejos de ser anecdótico, se encuentra en la encrucijada de cuestiones relacionadas con el cuerpo y la intimidad, los mecanismos de diferenciación y jerarquización social, la economía y las cuestiones éticas.</p>
<p>Ya sean visibles o no, de alta tecnología o rudimentarios, ya hablemos de ellos de forma más higiénica o con familiaridad, la cuestión de los retretes es a la vez universal y todavía poco considerada por las ciencias humanas, aunque <a href="https://www.pressesdesciencespo.fr/en/book/?GCOI=27246100723760">últimamente</a> <a href="https://www.leesu.fr/ocapi/">haya habido</a> un incipiente interés académico <a href="https://calenda.org/1094070">en el tema</a>. Es un buen comienzo para ver este pequeño rincón del mundo como un testigo importante de los problemas de nuestro tiempo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/221427/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Les auteurs ne travaillent pas, ne conseillent pas, ne possèdent pas de parts, ne reçoivent pas de fonds d'une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n'ont déclaré aucune autre affiliation que leur organisme de recherche.</span></em></p>En distintos países del mundo, los aseos públicos están instalados de forma que reflejan las relaciones sociales y económicas existentes.Anthony Goreau-Ponceaud, Géographe, enseignant-chercheur, UMR 5115 LAM, Université de BordeauxAlice Corbet, Anthropologue, LAM, Centre national de la recherche scientifique (CNRS)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2171932023-11-30T06:09:18Z2023-11-30T06:09:18ZLos riesgos de usar mal las lentillas y cómo evitarlos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/560131/original/file-20231117-29-3wv26v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=91%2C70%2C4142%2C3057&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/close-young-woman-wearing-contact-eye-2233158083">Vladimka production/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>“Me llamo Carol, tengo 26 años y creo que estoy a punto de perder mi ojo por un muy mal uso de las lentillas”. Así comienza un vídeo <a href="https://vm.tiktok.com/ZGJoKQ4Qm/">compartido en TikTok</a> el pasado 31 de agosto. En la grabación se puede ver a la joven con el ojo tapado, relatando cómo ha llegado a esa terrible situación.</p>
<p>Las popularmente conocidas como lentillas son una alternativa habitual a las gafas. Según el <a href="https://cgcoo.es/Descargas/Libro%20Blanco%20de%20la%20Salud%20visual%20en%20Espa%C3%B1a%202022/LIBRO%20BLANCO%20DE%20LA%20SALUD%20VISUAL%20EN%20ESPAN%CC%83A%202022.html"><em>Libro Blanco de la Salud Visual en España</em></a>, por ejemplo, un 13 % de la población de este país las utilizaba en 2021, siendo especialmente populares entre las mujeres de 18 a 35 años. Su principal aplicación es corregir problemas visuales comunes como la miopía, aunque también pueden emplearse con <a href="https://doi.org/10.1016/j.clae.2021.02.002">fines cosméticos, terapéuticos o para mejorar la visión en casos complejos</a>.</p>
<p>Aunque recurrir a las lentillas se considera muy seguro, un mal uso puede producir complicaciones de diversa gravedad, desde problemas leves de visión o pérdida de comodidad hasta infecciones capaces de poner en peligro nuestros ojos. Incluso las complicaciones más leves pueden requerir un tiempo de descanso de las lentillas. El riesgo aumenta cuando los usuarios no siguen las pautas de uso y mantenimiento.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/vivimos-una-pandemia-galopante-de-miopia-que-consecuencias-puede-tener-208317">Vivimos una pandemia galopante de miopía: ¿qué consecuencias puede tener?</a>
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<p>Por desgracia, el incorrecto empleo de las lentillas es relativamente frecuente. Entre las principales causas podemos destacar una deficiente comunicación entre los usuarios y los profesionales. De hecho, <a href="https://doi.org/10.1016/j.clae.2010.02.002">olvidar las instrucciones para usarlas es una de las justificaciones más comunes</a>. Las limitaciones económicas, la pereza, los malentendidos o seguir indicaciones contradictorias procedentes de varias fuentes también son factores a tener en cuenta. Curiosamente, las personas que utilizan <a href="https://doi.org/10.1016/j.clae.2011.08.001">lentillas desechables diarias (de un solo uso) son más propensas a seguir las instrucciones</a>, tal vez porque son más sencillas. </p>
<h2>Consejos para minimizar los riesgos</h2>
<p>Muchas veces, los usuarios no son conscientes de sus malos hábitos y del peligro al que exponen sus ojos. Para evitarlo, hay que seguir las siguientes precauciones:</p>
<ul>
<li><p><strong>Lávese bien las manos</strong>. Más de la mitad de los usuarios admite <a href="https://doi.org/10.1097/icl.0000000000000009">que no lo hace adecuadamente</a>. El contacto con las manos sucias es un <a href="https://doi.org/10.1016/j.clae.2018.10.022">factor de riesgo</a> para que tanto las lentillas como la superficie ocular se contaminen con microbios patógenos. Lavarnos y secarnos las manos de forma adecuada con agua y jabón antes de manipular las lentillas, ya sea para ponérnoslas o quitárnoslas, <a href="https://doi.org/10.1111/cxo.12588">reduce de manera significativa la probabilidad de infecciones</a>.</p></li>
<li><p><strong>Frótelas para limpiarlas</strong>. Con el fin de eliminar los microorganismos y residuos, <a href="https://doi.org/10.1111/j.1475-1313.2008.00606.x">las lentillas deben frotarse</a> con la yema de un dedo en la palma de la mano y, posteriormente, enjuagarse. Esta sencilla acción <a href="https://doi.org/10.1111/cxo.12588">reduce las probabilidades de contraer infecciones</a>.</p></li>
<li><p><strong>No reutilice el líquido de limpieza y desinfección</strong>. Se estima que <a href="https://doi.org/10.1016/j.clae.2021.02.008">entre un 10 y un 35 % de los usuarios aprovecha el líquido del día anterior añadiendo más</a>. Podemos pensar que es una buena idea para ahorrar dinero, pero acarrea <a href="https://doi.org/10.1111/cxo.12588">un importante aumento del riesgo de infecciones</a>. Otros comportamientos desaconsejables son utilizar los productos caducados o guardar las lentes en una solución salina. En cualquier caso, llene el estuche con la cantidad suficiente de líquido nuevo para cubrirlas completamente.</p></li>
<li><p><strong>No las lave con agua del grifo ni se duche o nade con ellas puestas</strong>. El <a href="https://doi.org/10.1097/ico.0000000000001898">agua y las lentillas combinan mal</a>, incluso para ducharnos o ir a nadar. El agua del grifo contiene muchos tipos de microorganismos, y entre ellos, un protozoo especialmente peligroso: <a href="https://doi.org/10.1111/j.1574-695x.2007.00232.x">la <em>Acanthamoeba</em></a>. <a href="https://doi.org/10.1111/opo.12752">La queratitis producida por este patógeno</a> es un tipo raro pero muy grave de infección ocular que suele ser muy dolorosa y difícil de tratar. Puede provocar pérdida gradual de visión e, incluso, ceguera. <a href="https://doi.org/10.1016/j.clae.2023.101844">La gran mayoría de casos afecta a usuarios de lentillas</a>; sobre todo, a los <a href="https://doi.org/10.1111/opo.12752">que se duchan o bañan con ellas</a>. Por suerte, la incidencia de queratitis por <em>Acanthamoeba</em> relacionada con las lentillas es baja: <a href="https://doi.org/10.1111/opo.12271">en Europa oscila entre 1 y 5 por millón de usuarios</a>.</p></li>
<li><p><strong>No duerma con ellas puestas</strong>. Es un descuido que <a href="https://doi.org/10.1111/cxo.12588">aumenta el riesgo de sufrir una infección</a>, ya que la mayoría de lentillas disponibles en el mercado no son aptas para utilizarlas con los ojos cerrados. Nunca debemos dejárnoslas puestas mientras dormimos, ni siquiera durante una pequeña siesta. Este comportamiento se da con mayor frecuencia <a href="https://doi.org/10.1097/OPX.0000000000000164">al viajar, dormir fuera de casa o consumir bebidas alcohólicas</a>. Solamente hay que hacerlo si lo especifica un profesional. También es importante no sobrepasar las horas de uso recomendadas.</p></li>
<li><p><strong>Renuévelas dentro del plazo indicado</strong>. En un estudio reciente realizado entre estudiantes universitarios, <a href="https://doi.org/10.1016/j.clae.2021.01.006">un 61 % de los participantes admitió no cumplir regularmente el reemplazo recomendado</a>. Es otro clásico de ahorro económico. Sin embargo, las lentillas comienzan a deteriorarse desde que se estrenan, perdiendo propiedades que son muy importantes para garantizar un uso seguro. Esta negligencia puede acarrear, entre otras complicaciones, lesiones en la córnea.</p></li>
<li><p><strong>Limpie y reponga el estuche de sus lentillas</strong>. Es muy frecuente que los usuarios olviden limpiar su estuche diariamente, lo que <a href="https://doi.org/10.1111/cxo.12588">también aumenta las probabilidades de contraer una infección</a>. De entre los que sí lo hacen, <a href="https://doi.org/10.1097/OPX.0b013e3182956c46">un alto porcentaje emplea agua</a>, uno de los grandes enemigos de las lentillas, como ya hemos visto. El método más eficaz para limpiar el estuche <a href="https://doi.org/10.1097/icl.0000000000000070">es utilizar el mismo líquido que usamos con las lentillas, secarlo con un pañuelo limpio y dejarlo terminar de secar boca abajo</a>. Además, debemos evitar guardarlo en ambientes húmedos como los cuartos de baño. Estas prácticas minimizan una posible contaminación microbiana. Por último, <a href="https://doi.org/10.1016/j.clae.2021.01.006">muchos usuarios olvidan sustituirlo por uno nuevo de forma regular</a>, lo que agrava la situación.</p></li>
<li><p><strong>Siga las indicaciones de su óptico-optometrista.</strong> Utilice los productos que le recomiende y acuda a las revisiones de seguimiento. Y si nota cualquier tipo de molestia, tiene los ojos rojos y/o la visión borrosa, deje de ponerse temporalmente las lentillas y consulte a un profesional. </p></li>
</ul>
<h2>Entonces, ¿es seguro utilizar lentes de contacto?</h2>
<p>Por supuesto, tanto para niños como para adultos. Ofrecen muchas ventajas, que van desde aumentar la confianza del usuario a facilitar su participación en actividades cotidianas. No tenemos por qué tener problemas con ellas: basta con seguir unas <a href="https://www.cgcoo.es/lentes-de-contacto-2/cuida-higiene-de-tus-lentes-de-contacto">sencillas pautas que nos explicará nuestro óptico-optometrista</a> durante su adaptación. </p>
<p>A pesar de los mitos y la desinformación que circulan en torno a las lentes de contacto, son una solución ideal para aquellas personas que no quieren utilizar gafas. El secreto del éxito es seguir siempre las indicaciones y mantener una higiene impecable.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/217193/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Diego García Ayuso recibe fondos del Instituto de Salud Carlos III, Bausch & Lomb S.A. y Tiedra Farmacéutica S.L.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Johnny Di Pierdomenico recibe fondos del Instituto de Salud Carlos III, Bausch & Lomb S.A. y Tiedra Farmacéutica S.L.</span></em></p>Utilizar lentes de contacto es completamente seguro si erradicamos ciertos malos hábitos y seguimos siempre las indicaciones de uso. Las negligencias o descuidos pueden resultar en infecciones y complicaciones, a veces, graves.Diego García Ayuso, Profesor Titular del área de Optometría e Investigador del Grupo de Investigación en Oftalmología Experimental. Universidad de Murcia, Universidad de MurciaJohnny Di Pierdomenico, Profesor Contratado Doctor del área de Optometría e Investigador del Grupo de Investigación en Oftalmología Experimental., Universidad de MurciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2159332023-10-22T20:17:04Z2023-10-22T20:17:04Z¿Sabemos lavarnos correctamente las manos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/554745/original/file-20231019-21-57iz0b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=175%2C107%2C6285%2C4193&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/person-washing-hands-rubbing-soap-protection-1677181516">Yuganov Konstantin/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Miles de personas fallecen cada día a causa de diferentes enfermedades infecciosas. Solo en el año 2019, más de trece millones de personas en todo el mundo murieron por diversos síndromes infecciosos. De ellas, <a href="https://www.thelancet.com/journals/langlo/article/PIIS2214-109X(22)00131-0/fulltext#:%7E:text=Findings,bloodstream%20infections%20are%20the%20deadliest">tres millones eran niños menores de 5 años</a>. </p>
<p>Con este panorama, resulta conveniente saber que las manos son una de las principales vías de transmisión de los gérmenes, por lo que, en muchas ocasiones, bastaría con una buena higiene de manos para reducir drásticamente el número de infecciones mortales. De hecho, diferentes estudios apuntan a que la correcta higiene de manos puede reducir hasta en un 50 % la posibilidad de contraer enfermedades gastrointestinales, hasta en un 20 % el riesgo de adquirir enfermedades respiratorias en la población general y hasta en un 40 % la probabilidad de <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24889816/">enfermar de diarrea</a>. </p>
<h2>Restregar las manos al menos durante 20 segundos</h2>
<p>Para asegurarnos de que el lavado de manos es efectivo, debemos empezar mojándolas con agua corriente limpia. A continuación, podemos cerrar el grifo y enjabonarnos las manos, frotándolas con jabón hasta que haga espuma. </p>
<p>Es fundamental restregar y friccionar la espuma por el dorso y la palma de las manos, entre los dedos y debajo de las uñas. La espuma jabonosa genera micelas –esferas de jabón– que atrapan y eliminan la suciedad, los microbios y las sustancias químicas nocivas.</p>
<p>Tras restregarnos las manos durante al menos 20 segundos, toca enjuagarse bien, con agua corriente limpia, da igual que sea fría, tibia o caliente.</p>
<p>¿Y el secado? Podemos secarnos las manos con una toalla limpia, papel limpio o al aire. Siempre que sea posible, conviene evitar los secadores de manos, porque pueden facilitar una mayor diseminación de los microbios por el aire. Las toallas de papel son muy útiles, porque además de secar, eliminan físicamente las bacterias de las manos, algo que los secadores de aire caliente y los secadores de aire por chorro no hacen.</p>
<p>En el caso de no disponer de agua y jabón, podemos emplear un desinfectante de manos que contenga al menos un 60 % de alcohol, pero esta alternativa puede no tener la misma eficacia. Y ni que decir tiene que las toallitas húmedas para bebés no están diseñadas para eliminar los gérmenes de las manos.</p>
<h2>Después de tirar algo a la basura, estornudar o tocar un animal</h2>
<p>Existen algunos momentos clave en los que las probabilidades de contraer y propagar microbios aumentan y resulta conveniente lavarse las manos, para proteger tanto a las personas del entorno como a uno mismo:</p>
<ol>
<li> Antes, durante y después de preparar alimentos.</li>
<li> Antes y después de comer.</li>
<li> Antes y después de cuidar a alguien que manifieste síntomas de enfermedad o que presente vómitos o diarrea.</li>
<li> Después de ir al baño.</li>
<li> Después de cambiar pañales o limpiar a un niño que haya ido al baño.</li>
<li> Después de tocar o manejar objetos sucios.</li>
<li> Antes y después de manipular una herida.</li>
<li> Después de sonarse la nariz, toser o estornudar.</li>
<li> Después de tocar a un animal, alimento para animales o excrementos de animales.</li>
<li>Después de tocar la basura.</li>
</ol>
<h2>Médicos y enfermeras deben ser especialmente cuidadosos</h2>
<p>En hospitales, consultas médicas y centros de salud, <a href="https://cdn.who.int/media/docs/default-source/documents/health-topics/hand-hygiene-why-how-and-when-brochure.pdf">la higiene de manos es incuestionable</a>. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), puede ser considerada la práctica más importante para <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6437338/">reducir la transmisión de gérmenes en los entornos sanitarios</a>. Algunos estudios reportan tasas de contaminación de las manos de hasta el 75 % entre los profesionales de la salud, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/15489352/">siendo la bacteria <em>Staphylococcus aureus</em> el microorganismo predominante implicado</a>. </p>
<p>En el año 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó unas directrices preestablecidas conocidas como los <a href="https://www.who.int/publications/i/item/9789241597906">“Cinco momentos para la higiene de las manos en el ámbito sanitario”</a>. Son los siguientes:</p>
<ol>
<li> Antes de tocar o entrar en contacto con un paciente.</li>
<li> Antes de realizar un procedimiento limpio o aséptico.</li>
<li> Después de exponerse (o sospechar la exposición) a fluidos corporales, y al quitarse los guantes.</li>
<li> Después del contacto con un paciente y su entorno inmediato.</li>
<li> Después de tocar un objeto inanimado en el entorno inmediato del paciente, incluso si no hay contacto directo con el paciente.</li>
</ol>
<p>Seguirlas a rajatabla no solo disminuye el riesgo de infección sino también, en consecuencia, los costes sanitarios generales e incluso la duración de las estancias hospitalarias. </p>
<h2>La higiene de manos disminuye cuando hay conflictos bélicos</h2>
<p>Microbiólogos y epidemiólogos tienen muy claro que aplicar estas medidas de higiene de manos reduce el riesgo de sufrir infecciones gastrointestinales, pero también respiratorias y dérmicas. </p>
<p>Por desgracia, se estima que en la actualidad la proporción de la población mundial con acceso a higiene básica es tan solo del 70 %. </p>
<p>En el año 2020, 2 300 millones de personas todavía carecían de servicios básicos de higiene de manos en el hogar, <a href="https://www.unicef.org/media/108356/file/State%20of%20the%20World%E2%80%99s%20Hand%20Hygiene.pdf">incluidos 670 millones sin instalación alguna para lavarse las manos</a>. Las guerras y los conflictos bélicos empeoran aún más esta indeseable situación.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/215933/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Algo tan sencillo como lavarnos bien las manos podría reducir hasta en un 50 % la posibilidad de contraer enfermedades gastrointestinales, y hasta en un 20 % el riesgo de enfermedades respiratorias.Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología. Miembro de la Sociedad Española de Microbiología., Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1981762023-02-12T19:21:46Z2023-02-12T19:21:46Z¿Cómo funcionan los desodorantes?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/508597/original/file-20230207-15-ph3gcf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=18%2C0%2C6164%2C4115&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/beautiful-young-woman-using-deodorant-under-1894312687">Shutterstock / Ground Picture</a></span></figcaption></figure><p>Los desodorantes y los antitranspirantes son productos que muchas personas emplean a diario y que, con frecuencia, son usados indistintamente. Sin embargo, los dos términos no son intercambiables, porque emplean sustancias activas y mecanismos de acción completamente diferentes para reducir el sudor y el olor corporal. </p>
<h2>Las diferencias entre desodorantes y antitranspirantes</h2>
<p>La principal diferencia entre los desodorantes y los antitranspirantes es la forma en que reducen el olor corporal. En gran parte, el olor corporal que emitimos es consecuencia de la actividad metabólica de las bacterias que habitan en nuestra piel, y que, según la ocasión, producen una combinación maloliente de compuestos orgánicos volátiles, <a href="https://theconversation.com/por-que-nos-huelen-los-sobacos-y-el-aliento-158466#:%7E:text=En%20general%2C%20se%20acepta%20que,dominante%20que%20coloniza%20la%20axila">con los ácidos grasos volátiles y los tioalcoholes como los principales ingredientes</a>. </p>
<p>Para afrontar el problema, los desodorantes contienen compuestos antibacterianos, como el triclosán y la clorhexidina, que combaten el olor atacando directamente a las bacterias. En Europa, la concentración máxima permitida de triclosán en desodorantes, polvos faciales y otros cosméticos es <a href="https://ec.europa.eu/health/ph_risk/committees/04_sccp/docs/sccp_o_166.pdf">del 0,3 %, pero tan solo del 0,2% en enjuagues bucales</a>.</p>
<p>En cuanto a los antitranspirantes, no actúan sobre las bacterias que producen los compuestos malolientes que acompañan al sudor. Los antitranspirantes contienen ingredientes químicos cuyo objetivo es evitar o limitar la producción de sudor, y por tanto eliminar la materia prima utilizada por las bacterias para que apestemos. </p>
<p>Estos compuestos son siempre a base de aluminio o circonio. Concretamente, el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8915165/">clorhidrato de aluminio</a> es uno de los más utilizados. Actúan formando un tapón polimérico, que impide, por bloqueo físico e inhibición química, que la transpiración salga de las glándulas sudoríparas. El efecto de los antitranspirantes no es permanente, porque con el tiempo el tapón se rompe y el sudor emerge liberado. </p>
<h2>Sin alcohol y nada pegajosos</h2>
<p>A pesar de todo, desodorantes y antitranspirantes comparten algunas características. En ambos casos usan una base de <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8840497/">ciclometiconas</a>, unas moléculas cíclicas que se evaporan con rapidez y facilidad. Esta particularidad les permite transportar los ingredientes del desodorante o antitranspirante a la superficie corporal, y acto seguido evaporarse con celeridad, evitando que la piel quede pegajosa. El <a href="https://op.europa.eu/en/publication-detail/-/publication/f7e5fcc7-ffef-11e6-8a35-01aa75ed71a1/language-en">ciclopentasiloxano</a> es un solvente habitual en los productos de la compañía Unilever, como los populares desodorantes-antitranspirantes en barra de la marca Axe. </p>
<p>Por lo general, antes de la llegada de las ciclometiconas, era común, y todavía lo es en muchos productos, usar los alcoholes como solventes, pero tardan más tiempo en secarse y también pueden irritar la piel con mayor facilidad.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Un hombre con barba sonriente con el torso desnudo sonríe a un espejo mientras se aplica desodorante en el sobaco." src="https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/mirror-reflection-smiling-young-man-applying-1792421014">Shutterstock / fizkes</a></span>
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</figure>
<h2>Un poco de historia: de MUM a Rexona</h2>
<p>La primera marca de desodorante comercial, desarrollada por un inventor desconocido de Filadelfia (EE. UU.), se llamó MUM y fue registrada en 1888. Consistía en una crema cerosa que contenía óxido de zinc como ingrediente activo para eliminar las bacterias productoras de olores. En 1952, MUM volvió a innovar al presentar el primer desodorante <em>roll-on</em>. Hoy en día, el <em>roll-on</em> es una de las formas de aplicación más importantes en la industria de los desodorantes, y la marca <a href="https://www.mum-deo.com/es">MUM</a> continúa activa en el mercado. </p>
<p>En cuanto al primer antitranspirante comercial de la historia, recibió el nombre de Everdry y era aplicado con un hisopo de algodón. Se lanzó al mercado en 1903. Algunos años más tarde llegó Odor-o-no (<em>Olor, ¡oh, no!</em>), una loción de tocador para evitar la transpiración excesiva desarrollada y registrada como marca comercial en 1909 por Abraham D. Murphey. Tanto Everdry como Odor-o-no utilizaban cloruro de aluminio como ingrediente activo. </p>
<p>La popularidad de Odor-o-no comenzó a crecer a partir del verano de 1912, tras ser promocionado en una exposición de Atlantic City. En 1914, Odor-o-no se convirtió en Odo-ro-no por primera vez. Y en los años siguientes la línea de productos se diversificó. El potencial y la aceptación popular de la marca hizo que pasara por las manos de diferentes compañías a lo largo del siglo XX. Hasta que en 1986 fue comprada por Unilever N.V., que abandonó la marca Odo-ro-no en favor de Rexona. Aunque hoy en día es la marca de desodorantes y antitranspirantes que la compañía vende en la mayoría de los países en los que opera, en algunos productos <a href="https://www.rexona.com/ar/productos/rexona-odorono-antitranspirante-en-crema-60gr/">sigue apareciendo la palabra odorono</a>. </p>
<h2>El desodorante que no te abandona</h2>
<p>En la actualidad, Rexona se ha convertido en la marca de desodorantes más vendida en el mundo y la artífice de una de las mejores frases publicitarias de la historia: el famoso eslogan “Rexona no te abandona”. La sentencia cobró especial sentido cuando la marca incorporó la tecnología Motionsense a sus productos. </p>
<p>Según Unilever, el sistema Motionsense emplea exclusivas microcápsulas que se activan con la fricción generada en las axilas al movernos, haciendo que las cápsulas estallen y liberen frescura. Eso permite que el efecto del desodorante perdure durante más tiempo. ¿Cómo es posible?</p>
<p>Pues muy sencillo, entre los ingredientes de este tipo de desodorantes hay unos especialmente interesantes, utilizados como aditivos, que reciben el nombre de maltodextrinas. Al igual que otras ciclodextrinas, son oligosacáridos cíclicos (azúcares circulares) obtenidos a partir del almidón de diferentes cereales, entre ellos el maíz. Algunas bacterias poseen enzimas específicas (<a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4822754/">ciclodextrina glicosiltransferasas</a>) que catalizan la conversión de almidón en ciclodextrinas.</p>
<p>Las maltodextrinas poseen una <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0927776522006968">cavidad hidrofóbica capaz de acomodar moléculas hidrofóbicas</a>, es decir que son repelidas por el agua. Eso les permite atrapar y encapsular moléculas aromáticas como el <a href="https://theconversation.com/estos-son-los-microbios-que-fabrican-nuestros-perfumes-195842">linalool, el geraniol, el citronelol</a> y otras que suelen estar presentes en los desodorantes. Cuando aplicamos desodorante, la pareja maltodextrina y sustancia aromática se deposita sobre nuestra piel, adhiriéndose a la zona pulverizada. El movimiento y la fricción rompen las microcápsulas que, poco a poco, liberan las agradables fragancias, y de esta forma, el desodorante no te abandona, porque el aroma es liberado progresivamente y así consigue perdurar durante un tiempo prolongado.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/198176/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>¿Es lo mismo desodorante que antitranspirante? ¿De qué están hechos los productos utilizados para reducir el sudor y el olor corporal? ¿De verdad existen desodorantes que no nos abandonan o es solo un eslogan?Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología, Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1870992022-08-01T12:03:16Z2022-08-01T12:03:16ZMeternos el dedo en la nariz es una forma estupenda de introducir más gérmenes en el cuerpo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/474266/original/file-20220715-20-m5tskb.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5991%2C3988&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/middle-aged-man-picking-his-nose-2120844968">Miguel AF / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Vamos, reconozca que lo hace. Ya sea en compañía o cuando creemos que nadie está mirando, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/7852253/">todos nos hurgamos la nariz</a> en algún momento. No estamos solos en eso: otros <a href="https://www.science.org/content/article/video-monkey-uses-tool-pick-her-nose">primates</a> también lo hacen.</p>
<p>El estigma social que rodea a hurgarse la nariz está muy extendido. Pero ¿deberíamos hacerlo o no? Y en caso afirmativo, ¿qué deberíamos hacer con nuestros mocos? </p>
<p>Somos científicos que hemos investigado los contaminantes ambientales en nuestras casas, nuestros lugares de trabajo, nuestros jardines. Por eso tenemos alguna idea de lo que realmente nos metemos ahí dentro cuando nos hurgamos la nariz.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/471502/original/file-20220629-26-nfo4ow.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/471502/original/file-20220629-26-nfo4ow.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/471502/original/file-20220629-26-nfo4ow.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=424&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/471502/original/file-20220629-26-nfo4ow.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=424&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/471502/original/file-20220629-26-nfo4ow.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=424&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/471502/original/file-20220629-26-nfo4ow.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=532&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/471502/original/file-20220629-26-nfo4ow.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=532&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/471502/original/file-20220629-26-nfo4ow.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=532&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Los niños que aún no han aprendido las normas sociales se dan cuenta rápidamente de que el ajuste entre un dedo y una fosa nasal es bastante bueno.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Shutterstock</span></span>
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<h2>¿Qué hay en un moco?</h2>
<p>Hurgarse la nariz es un hábito totalmente natural: los niños que aún no han aprendido las normas sociales se dan cuenta muy pronto de que el ajuste entre su dedo índice y una fosa nasal es bastante bueno. Pero hay mucho más que mocos ahí arriba. </p>
<p>Durante los <a href="https://www.lung.ca/lung-health/lung-info/breathing">~22 000 ciclos respiratorios diarios</a>, la mucosidad que forma esos mocos crea un filtro biológico fundamental para capturar el polvo y los alérgenos antes de que penetren en nuestras vías respiratorias, donde pueden causar inflamación, asma y otros <a href="https://www.npr.org/sections/health-shots/2020/05/27/862963172/how-the-lost-art-of-breathing-can-impact-sleep-and-resilience">problemas pulmonares a largo plazo</a>. </p>
<p>Las células del conducto nasal, llamadas <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK553208/">células caliciformes</a> por su aspecto de copa, generan mucosidad para atrapar virus, bacterias y polvo que contenga <a href="https://doi.org/10.1006/toxs.1998.2549">sustancias potencialmente nocivas</a> como <a href="https://wwwn.cdc.gov/TSP/ToxFAQs/ToxFAQsDetails.aspx?faqid=93&toxid=22">plomo</a>, amianto y polen. La mucosidad nasal, junto a sus anticuerpos y enzimas, son la primera línea del <a href="https://erj.ersjournals.com/content/49/1/1601709">sistema de defensa inmunitaria contra las infecciones</a>. </p>
<p>La cavidad nasal también tiene su propio microbioma. A veces, estas poblaciones naturales pueden verse alteradas, lo que provoca diversas afecciones como la <a href="https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/2152656720911605">rinitis</a>. Pero en general, los microbios de nuestra nariz ayudan a repeler a los invasores, luchando contra ellos en un campo de batalla de moco.</p>
<p>El polvo, los microbios y los alérgenos capturados en la mucosidad acaban siendo ingeridos a medida que esa mucosidad gotea por la garganta. Esto no suele ser un problema, pero puede agravar la exposición ambiental a algunos contaminantes.</p>
<p>Por ejemplo, el <a href="https://theconversation.com/the-verdicts-in-we-must-better-protect-kids-from-toxic-lead-exposure-41969">plomo</a> –una neurotoxina presente en el <a href="https://pubs.acs.org/doi/10.1021/acs.est.1c04494">polvo doméstico</a> y en la <a href="https://doi.org/10.1016/j.envint.2021.106582">tierra del jardín</a>– entra en el cuerpo de los niños de forma más eficiente a través de la ingestión y la digestión. </p>
<p>Por lo tanto, puede empeorar la exposición a determinados tóxicos ambientales si se aspiran o se comen los mocos en lugar de sonarse.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/471513/original/file-20220629-20-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/471513/original/file-20220629-20-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/471513/original/file-20220629-20-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=329&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/471513/original/file-20220629-20-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=329&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/471513/original/file-20220629-20-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=329&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/471513/original/file-20220629-20-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=414&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/471513/original/file-20220629-20-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=414&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/471513/original/file-20220629-20-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=414&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Hurgarse la nariz se conoce formalmente como rinotillexomanía, y comerse esos mocos pegajosos se conoce como mucofagia.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Shutterstock</span></span>
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<h2>¿Qué dice la ciencia sobre los riesgos de extraer mocos?</h2>
<p><a href="https://doi.org/10.1086/506401">El estafilococo dorado</a> (<em>Staphylococcus aureus</em>, a veces abreviado como <em>S. aureus</em>) es un germen que puede causar diversas infecciones leves o graves. Los estudios demuestran que a menudo se <a href="https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/nejm200101043440102">encuentra en la nariz</a>, lo que se denomina transporte nasal.</p>
<p>Un <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/infection-control-and-hospital-epidemiology/article/abs/nose-picking-and-nasal-carriage-of-staphylococcus-aureus/DC21FFA771693C772308530D2B1A1452">estudio</a> halló que el hurgado de la nariz está asociado a (y puede ser la causa de) el transporte nasal de <em>S. aureus</em>. Y concluyó que renunciar al hábito de hurgarse la nariz puede ayudar a las estrategias de descolonización de <em>S. aureus</em>.</p>
<p>Es importante. Sobre todo porque el hurgado de la nariz también puede estar asociado con <a href="https://cdn.mdedge.com/files/s3fs-public/CT106004010_e.PDF">un mayor riesgo</a> de transmisión de estafilococo a las heridas, donde supone un riesgo más grave. No hay que obviar que, en ocasiones, los antibióticos no funcionan con el estafilococo dorado. Es más, un reciente documento <a href="https://cdn.mdedge.com/files/s3fs-public/CT106004010_e.PDF">apuntaba</a> que la creciente resistencia a los antibióticos exige que los profesionales sanitarios evalúen los hábitos de hurgado de la nariz de los pacientes y los eduquen sobre formas eficaces de prevenir esas prácticas.</p>
<p>Hurgarse la nariz también podría ser un vehículo de transmisión de <em>Streptococcus pneumoniae</em>, causante común de <a href="https://doi.org/10.1183/13993003.00599-2018">neumonía</a> entre <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7500738/">otras infecciones</a>.</p>
<p>En definitiva, meterse un dedo en la nariz es una forma estupenda de introducir más gérmenes en el cuerpo, o de esparcirlos por el entorno con el dedo mocoso.</p>
<p>Además, existe el riesgo de que se produzcan heridas y abrasiones en el interior de las fosas nasales, lo que puede permitir que las bacterias patógenas invadan su cuerpo. Hurgarse la nariz de forma compulsiva hasta el punto de autolesionarse se denomina <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S2173573521000855#:%7E:text=Rhinotillexoman%C3%ADa%20es%20un%20t%C3%A9rmino%20que,patol%C3%B3gico%20h%C3%A1bito%20de%20hurgarselaNariz.&text=ElHurgarseLaNariz%20es%20com%C3%BAn%20en,lesiones%20en%20ni%C3%B1os%20y%20adolescentes">rinotillexomanía</a>. </p>
<h2>Me he hurgado, ¿y ahora qué?</h2>
<p>Algunas personas se los comen (el término técnico es <a href="https://www.healthline.com/health/eating-boogers#risks">mucofagia</a>, que significa “alimentación con moco”). Aparte de que el hábito es asqueroso, implica ingerir todos esos gérmenes ligados a los mocos inhalados, los metales tóxicos y los contaminantes ambientales de los que hemos hablado antes.</p>
<p>Otros se los limpian en el objeto más cercano, un pequeño regalo que será descubierto más tarde por otra persona. Una manera repugnante de propagar los gérmenes.</p>
<p>Hay personas bastante más higiénicas que utilizan un pañuelo de papel para recogerlo y lo tiran después a una papelera o al inodoro sin más, otra mala idea. Lo más recomendable es lavarse las manos con mucho cuidado después de sonarse o hurgarse la nariz, dado que hasta que la mucosidad se haya secado completamente, los virus infecciosos pueden <a href="https://journals.asm.org/doi/full/10.1128/mSphere.00474-19">permanecer</a> en las manos y los dedos.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/471515/original/file-20220629-12-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/471515/original/file-20220629-12-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/471515/original/file-20220629-12-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/471515/original/file-20220629-12-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/471515/original/file-20220629-12-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/471515/original/file-20220629-12-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/471515/original/file-20220629-12-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/471515/original/file-20220629-12-s0d62b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Algunas personas más higiénicas y respetables utilizan un pañuelo de papel para recogerlo y lo tiran después a la papelera o al váter.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Shutterstock</span></span>
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<h2>No hay consejo del mundo que impida hurgarse la nariz</h2>
<p>A escondidas, en el coche o en las servilletas, todos lo hacemos. Y, a decir verdad, es muy satisfactorio. Pero honremos la incansable labor que realizan nuestras extraordinarias narices, mucosas y cavidades sinusales –unas adaptaciones biológicas tan sorprendentes– y recordemos que se esfuerzan por protegernos.</p>
<p>Nuestra nariz trabaja horas extras para mantenernos sanos, así que no se lo pongamos más difícil metiendo nuestros sucios dedos ahí dentro. </p>
<p>Y si al final cae en la tentación, hágase un favor: suénese con discreción, deshágase del pañuelo con cuidado y lávese las manos después.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/187099/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Mark Patrick Taylor recibió financiación a través de una beca de ciencia ciudadana del Gobierno australiano (2017-2020), CSG55984 'Citizen insights to the composition and risks of household dust' (el proyecto DustSafe). También ha recibido financiación del Consejo de Investigación de Australia. Es profesor honorario de la Universidad Macquarie y empleado a tiempo completo de la EPA Victoria, nombrado para el papel estatutario de científico medioambiental jefe.
</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Michael Gillings recibe financiación del Consejo Australiano de Investigación.
</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Gabriel Filippelli no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>A escondidas, en el coche o en servilletas, todos lo hacemos, pero nuestra nariz trabaja horas extras para mantenernos sanos, así que no se lo pongamos más difícil metiendo nuestros sucios dedos ahí dentro.Mark Patrick Taylor, Chief Environmental Scientist, EPA Victoria; Honorary Professor, Macquarie UniversityGabriel Filippelli, Chancellor's Professor of Earth Sciences and Executive Director, Indiana University Environmental Resilience Institute, IUPUIMichael Gillings, Professor of Molecular Evolution, Macquarie UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1807162022-04-07T14:44:56Z2022-04-07T14:44:56Z¿Dónde se acumulan los microbios en mi cocina?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/456561/original/file-20220406-15-7p40p6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C0%2C4995%2C3330&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/dirty-pot-wooden-spoon-kitchen-sink-1762803260">Shutterstock / Hugo Kleinhans</a></span></figcaption></figure><p>Las cocinas, junto con los baños, suelen ser los ambientes domésticos más contaminados. Es frecuente aislar patógenos de encimeras, utensilios, electrodomésticos complejos como robots de cocina y licuadoras, abrelatas, desagües de fregadero, paños, tablas de cortar, esponjas y estropajos. </p>
<p>En particular, los utensilios de madera –ya sean cucharas, tenedores, tablas de cortar, o algún otro aparejo–, muy apreciados y utilizados en el entorno doméstico, están prohibidos en el sector de la restauración, pues no se consideran suficientemente seguros a <a href="https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-1967-16485">nivel microbiológico</a>. Es más, ya en el año 1991 el Departamento de Agricultura de EE UU publicó una <a href="https://agris.fao.org/agris-search/search.do?recordID=US201301741231">recomendación</a> para que los estudiantes que van a la universidad y cocinan por primera vez no utilizaran tampoco tablas de cortar de madera. </p>
<p>El motivo, en ambos casos, es que la madera es un material poroso que conserva la humedad, necesaria para el crecimiento microbiano. Para colmo, suele deteriorarse formando grietas en las que pueden quedar alojados un sinfín de microorganismos. Por esa razón se aconseja emplear artículos hechos de plástico, metal o silicona. También a nivel doméstico. </p>
<p>No obstante, el debate no está exento de polémica. Porque también existen estudios que apuntan a que la superficie rugosa de la madera es hostil para las bacterias. Incluso algunos análisis indican que la madera tiene propiedades <a href="https://ift.onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/1541-4337.12199">antibacterianas</a>.</p>
<h2>Las cocinas como fuente de infección</h2>
<p>Aunque la percepción del riesgo de los consumidores de contraer enfermedades transmitidas por los alimentos en el entorno doméstico es muy baja, lo cierto es que la contaminación cruzada en las cocinas de los hogares representa una importante <a href="https://ec.europa.eu/health/ph_publication/eb_health_en.pdf">fuente doméstica de infección</a>. En el año 2014, el 37,3 % de los brotes de origen alimentario en la Unión Europea germinaron en entornos domésticos. Del mismo modo, según uno de los últimos informes de vigilancia del Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos <a href="https://www.cdc.gov/foodsafety/outbreaks/index.html">(CDC)</a>, en el año 2016 hubo 76 brotes (10 %) y 895 casos de enfermedad (7 %) en ese país que fueron atribuidos a los alimentos preparados en casas particulares.</p>
<p>En los últimos años, los informes de la Unión Europea indican que varias enfermedades de origen alimentario están relacionadas con fuentes de <a href="https://www.efsa.europa.eu/en/efsajournal/pub/4329">infección domésticas</a>. La manipulación inadecuada de los alimentos, no lavar las manos antes de preparar la comida y manipular los alimentos y las prácticas antihigiénicas son considerados los principales factores en los episodios de enfermedades transmitidas por los alimentos. </p>
<p>La lista es amplia, pero los géneros bacterianos <em>Salmonella, Campylobacter, Listeria</em> y <em>Brucella</em>, la bacteria <em>Escherichia coli</em> verocitotoxigénica (VTEC), los norovirus, el virus de la hepatitis A y parásitos cómo <em>Taenia solium</em>, <em>Echinococcus</em>, <em>Ascaris</em>, <em>Cryptosporidium</em>, <em>Entamoeba histolytica</em> o <em>Giardia</em> encabezan la lista de patógenos frecuentes transmitidos por alimentos y que afectan a millones de personas cada año.</p>
<h2>Los estropajos, principal foco de contaminación</h2>
<p>Entre los potenciales focos microbiológicos en ambientes domésticos destacan los estropajos. Con frecuencia se utilizan no solo para limpiar platos y utensilios de cocina, sino también diferentes superficies o incluso estantes de refrigeradores, lo que aumenta el riesgo de contaminación cruzada. </p>
<p>Gracias a la gran relación superficie/volumen de los estropajos, la habitual humedad constante que presentan, la estructura porosa y aireada y los nutrientes para el crecimiento bacteriano que contienen (procedentes de restos de comida), los estropajos son un hábitat ideal para los microorganismos. Se calcula que son capaces de albergar <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-017-06055-9">54 000 millones de bacterias por centímetro cúbico</a>.</p>
<p>Diversos estudios sobre la calidad microbiológica de los estropajos alertan que suelen contener un alto nivel de contaminación y que es frecuente el aislamiento de patógenos como <em>Salmonella</em> spp., <em>Acinetobacter</em> spp., <em>Moraxella spp.</em>, <em>Staphylococcus aureus</em>, <em>Campylobacter</em> spp., <em>Listeria monocytogenes</em>, <em>Enterobacter cloacae</em>, <em>Klebsiella oxytoca</em> o <em>Cronobacter sakazakii</em>. Un <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/9449812/">análisis realizado en 1997 en 10 cocinas en EE UU</a> encontró que el 33 % de los estropajos analizados fueron positivos para <em>Escherichia coli</em> y el 67 % para coliformes fecales. </p>
<p>Un estudio realizado en el año 2020 sobre la calidad microbiológica de los estropajos utilizados en <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32867725/#:%7E:text=Kitchen%20sponges%20contained%20high%20counts,log10%2Fcm3">residencias universitarias</a>.) reveló que los estudiantes utilizaban los estropajos para lavar artículos como cubiertos, platos y vasos, pero también para limpiar el horno (32 %), el fregadero (26 %), el refrigerador (10 %) e incluso derrames en el suelo (4 %). </p>
<p>Los análisis demostraron que los estropajos usados contenían altos recuentos de bacterias aeróbicas mesófilas (79 000 millones de bacterias por centímetro cúbico), coliformes (72 000 millones de bacterias por centímetro cúbico), enterobacterias (73 000 millones de bacterias por centímetro cúbico) y levaduras y hongos filamentosos (70 000 millones de células por centímetro cúbico). Las enterobacterias aisladas con mayor frecuencia fueron <em>Enterobacter cloacae</em> (56 %) y <em>Klebsiella oxytoca</em> (16 %), ambas patógenas humanas. Todos los aislados de <em>Enterobacter cloacae</em> fueron resistentes a antibióticos como la amoxicilina, la cefalotina, la cefoxitina y el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32867725/#:%7E:text=Kitchen%20sponges%20contained%20high%20counts,log10%2Fcm3">cefuroxima-axetilo</a>. </p>
<p>En fin, no cabe duda de que, por la cuenta que nos trae, es conveniente renovar regularmente nuestros estropajos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/180716/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Si las cucharas de madera son seguras a nivel microbiológico o es mejor usarlas de plástico, metal o silicona es objeto de debate. De lo que no hay duda alguna es de que los estropajos son el principal foco de contaminación de las cocinas.Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología, Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1685982021-10-17T19:11:26Z2021-10-17T19:11:26ZLo que podemos aprender de la covid-19 para combatir la gripe<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/426681/original/file-20211015-25-gwdevq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C5%2C3988%2C2646&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/barcelona-spain-september-24-2021-crowds-2049954224">Shutterstock / agsaz</a></span></figcaption></figure><p>Según el Instituto de Salud Carlos III, en España la gripe provocó <a href="https://vgripe.isciii.es/documentos/20182019/InformesAnuales/Informe_Vigilancia_GRIPE_2018-2019_22julio2019.pdf">3 893 fallecimientos en 2018-19</a> y <a href="https://vgripe.isciii.es/documentos/20192020/InformesAnuales/Informe_Vigilancia_GRIPE_2019-2020_03092020.pdf">3 500 en 2019-20</a>. Sin embargo, en 2020 su mortalidad se redujo a niveles mínimos, y podríamos repetir la tendencia este invierno. ¿Por qué? Básicamente como efecto colateral de las medidas de prevención frente a la COVID-19.</p>
<h2>Jabón, gel hidroalcohólico y distancia</h2>
<p>No cabe duda de que la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha sido un episodio global que marcará la historia de nuestra especie. Además de dejarnos en la retina imágenes impactantes que recordaremos durante décadas, posiblemente haya estrategias, costumbres y actos que se queden con nosotros para toda la vida. Sobre todo después de comprobar que las medidas adoptadas para reducir la incidencia de la covid-19 tienen e<a href="https://doi.org/10.1016/j.rce.2020.03.001">fectos positivos a nivel sanitario</a>. </p>
<p>Podría ser el caso del lavado frecuente de manos con gel hidroalcohólico y/o jabón, que se ha extendido como un acto habitual entre adultos y niños. Si bien ya se conocían los beneficios de esta técnica, y se fomentaba entre la población infantil (sobre todo en países subdesarrollados, donde las enfermedades diarreicas son una de las principales causas de mortalidad infantil), es ahora cuando nos estamos haciendo realmente conscientes de lo que implica.</p>
<p>Se ha comprobado que el uso correcto de los geles o de jabón, de manera recurrente y siempre después de tocar objetos que desconocemos, reduce la aparición de <a href="https://doi.org/10.1128/CMR.17.4.863-893.2004">patologías diarreicas un 23-40 % y un 58 % en inmunodeprimidos</a>. Pero también disminuye las <a href="https://doi.org/10.7748/ns.2020.e11552">enfermedades respiratorias de la población general un 16-21 %</a>.</p>
<p>Sobre todo si, además de limpiarnos, recordamos que también conviene reducir el número de veces que nos tocamos en la cara, así como utilizar la parte anterior del codo en el caso de que tengamos que estornudar o toser.</p>
<p>Otras de las medidas que ha traído consigo la pandemia es el distanciamiento social. Mantener siempre que sea posible una separación de 1,5 metros entre personas <a href="https://doi.org/10.1002/rmv.2297">evita la transmisión de muchas patologías respiratorias</a>.</p>
<p>Si a eso le sumamos la importancia que –por fin– se le está dando a la ventilación de los espacios, así como el fomento de las actividades al aire libre, el aprendizaje positivo derivado de la pandemia parece indiscutible.</p>
<h2>Las mascarillas y la gripe</h2>
<p>Si existe una medida crucial para el control de la pandemia es el uso de mascarillas faciales. La normalización social de esta medida ha minimizado la incidencia de contagios, al limitar la emisión de posibles partículas respiratorias infectadas por la nariz y la boca.</p>
<p>Como efectos colaterales, además de pararle los pies al coronavirus, esta medida ha servido para frenar el contagio de todas aquellas patologías que se transmiten por vía oral y, sobre todo, respiratoria.</p>
<p>Pero si hay una patología altamente contagiosa, que cada año se cobra miles de vidas, es sin duda la gripe. </p>
<p>El virus de la gripe, denominado Influenza tipo A o B, es un virus de ARN como el SARS-Cov-2. Tiene una alta contagiosidad y se transmite desde individuos infectados al resto de la población mediante aerosoles. </p>
<p>Estos aerosoles son partículas muy pequeñas que tienen la característica de mantenerse flotando en el aire durante un largo espacio de tiempo. Por ello, cuando un individuo se encuentra infectado, tenga o no síntomas, está continuamente emitiendo partículas contagiosas que se quedan en el aire suspendidas durante un periodo indeterminado de tiempo. Esto hace que cualquier persona que pase cerca tenga una alta probabilidad de contagiarse de esta enfermedad.</p>
<p>Sin embargo, en una población que utiliza sistemáticamente la mascarilla, extrema las medidas de higiene de manos, mantiene los espacios ventilados y suele respetar la distancia social, los contagios descienden a mínimos.</p>
<p>Eso redujo la incidencia de gripe en todos los países del mundo durante el 2020 y seguramente lo haga en 2021. Que sigamos aplicando medidas anti-covid-19, unido a la concienciación de la población general, permitirá que el índice de contagios se mantenga bajo. </p>
<p>Por lo tanto deberíamos considerar mantener la recomendación de usar las mascarillas en los espacios cerrados no ventilados, donde no pueda guardarse la distancia social, en las épocas de picos de contagios de la gripe. De este modo se reducirían drásticamente los contagios y, por consiguiente, la mortalidad asociada a esta enfermedad.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/168598/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>José Miguel Robles Romero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>¿Deberíamos considerar mantener la recomendación de usar las mascarillas en los espacios cerrados no ventilados, donde no pueda guardarse la distancia social, en las épocas de picos de contagios de la gripe?José Miguel Robles Romero, Profesor Doctor de la Facultad de Enfermería, Universidad de HuelvaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1696562021-10-14T19:52:46Z2021-10-14T19:52:46Z¿Qué limpia mejor, el jabón, los desinfectantes o los sanitizantes?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/426224/original/file-20211013-17-peinw1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C0%2C4985%2C2417&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/cleaning-home-table-disinfecting-spray-spraying-1743562145">Shutterstock / Maridav</a></span></figcaption></figure><p>Como consecuencia de la emergencia sanitaria acontecida a nivel mundial por la propagación de la pandemia generada por el coronavirus SARS-CoV-2, fue recomendada la desinfección de las superficies para detener la transmisión del virus entre personas. ¿Pero con qué productos?</p>
<p>El empleo del jabón vinculado a la idea de la limpieza ha dado forma a nuestro panorama social y político durante milenios. Pero no siempre fue así. El primer uso documentado de jabón está descrito en una tableta cuneiforme elaborada hace 4 500 años y <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/00033793900201191?journalCode=tasc20">encontrada en la antigua ciudad sumeria de Girsu</a>, en lo que hoy es el sur de Irak. </p>
<p>El documento refiere al lavado y al teñido de la lana. Para teñir adecuadamente la lana, es preciso eliminar antes la lanolina, un tipo de cera natural producida por las glándulas sebáceas de algunos mamíferos, especialmente los ovinos, lo cual se logra mucho más fácilmente añadiendo jabón.</p>
<p>Años después, la limpieza se convirtió en una práctica usada a menudo en rituales o para eliminar el olor, más que para eliminar desechos humanos o animales como una posible fuente de infección.</p>
<p>Sin embargo, la urbanización acontecida en los últimos siglos impulsó el rápido desarrollo social y habitacional humano intensificando los problemas de gestión de los desechos, las prácticas de saneamiento y la salud pública. </p>
<p>Con el tiempo, nuestras razones para consolidar las prácticas relacionadas con la limpieza han evolucionado hasta incorporar el manejo o la prevención de las enfermedades infecciosas.</p>
<h2>Desinfectantes, sanitizantes y antisépticos</h2>
<p>Hoy en día, los productos desinfectantes de superficies están sujetos a requisitos rigurosos y deben superar pruebas exigentes para comprobar la eficacia que muestran en la desinfección de superficies. </p>
<p>Muchos de estos productos están registrados como sanitizantes y desinfectantes, pero ambos conceptos son diferentes y muestran notables diferencias. También existen diferencias entre los términos antiséptico y desinfectante. </p>
<p>Un <strong>germicida</strong> es un agente que puede matar microorganismos, en particular organismos patógenos que comúnmente llamamos “gérmenes”. </p>
<p>El término germicida incluye tanto antisépticos como desinfectantes. Los antisépticos son germicidas que se aplican a los tejidos vivos y a la piel, mientras que los desinfectantes son antimicrobianos que se aplican solo a objetos inanimados.</p>
<p>Antes de realizar un proceso de saneamiento o de desinfección es aconsejable efectuar un trámite de limpieza con agua acompañada de jabón o algún tipo de detergente. </p>
<p>Esta actividad ayuda a eliminar los agentes patógenos o reduce considerablemente su concentración en las superficies contaminadas. Por eso es indispensable limpiar previamente a cualquier método de desinfección. Si no, corremos el riesgo de que la materia orgánica impida el contacto directo de un desinfectante con la superficie y anule las propiedades microbicidas o el modo de acción del producto.</p>
<p>La <strong>sanitización, saneamiento o higienización</strong> emplea productos químicos para eliminar gérmenes en objetos y superficies, reduciendo la población microbiana en el material inerte o tejido vivo hasta niveles seguros. Algunos sanitizantes comunes son las soluciones de alcohol. </p>
<p>Por su parte, el concepto de <strong>esterilización</strong> hace referencia a la destrucción de todos los microorganismos, patógenos y no patógenos, contenidos en una parte u objeto empleando medios físicos o químicos. </p>
<p>En cuanto a la <strong>desinfección</strong>, se trata de un proceso que puede realizarse limpiando, saneando o combinando ambas prácticas y describe un proceso que elimina muchos o todos los microorganismos patógenos, excepto las esporas bacterianas, en objetos inanimados, aunque algunos desinfectantes matan las esporas con tiempos de exposición prolongados (3 a 12 horas). </p>
<p>Los factores que afectan a la eficacia de la desinfección incluyen la limpieza previa del objeto, la carga orgánica e inorgánica presente, el tipo y nivel de contaminación microbiana, la concentración y tiempo de exposición al germicida, <a href="https://www.epa.gov/newsreleases/la-lista-de-la-epa-de-productos-desinfectantes-aprobados-contra-el-sars-cov-2-supera">la naturaleza física del objeto, la presencia de biopelículas, la temperatura y pH del proceso de desinfección</a>. E incluso, en algunos casos, la humedad relativa. </p>
<h2>Cómo elegir un desinfectante</h2>
<p>Al seleccionar los desinfectantes hay que tener en cuenta los microorganismos que queremos eliminar, la concentración y el tiempo de contacto recomendados, la compatibilidad de los desinfectantes químicos con las superficies que se tratarán, la toxicidad, la facilidad de empleo y la estabilidad del producto. </p>
<p>La <a href="https://ehs.stanford.edu/reference/comparing-different-disinfectants">relación de desinfectantes químicos de uso corriente</a> incluye entre otros al ácido peracético, el peróxido de hidrógeno, el alcohol isopropílico, el formol, el glutaraldehído, los compuestos de amonio cuaternario, algunos compuestos fenólicos, los yodóforos y el hipoclorito sódico.</p>
<p>Los productos a base de hipoclorito, como la lejía, pueden actuar como desinfectantes y sanitizantes a la vez, porque el hipoclorito tiene un amplio espectro de actividad antimicrobiana y es eficaz contra varios agentes patógenos comunes en distintas concentraciones. Por ejemplo, es habitual emplear productos a base de cloro cómo el hipoclorito al 0,1 % (1 000 ppm) para la desinfección general del entorno inmediato. O al 0,5 % (5 000 ppm) cuando se producen derrames cuantiosos de sangre y otros líquidos corporales sobre superficies.</p>
<p>¿Y qué hay de los viricidas, de los que tanto se ha hablado con la pandemia de coronavirus? La Real Academia Nacional de Medicina de España define <strong>viricida</strong> como un tipo de agente que mata o es capaz de matar los virus. Algunos de los productos <a href="https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/documentos/Listado_virucidas.pdf">viricidas</a> autorizados y registrados en España que han demostrado eficacia frente al coronavirus SARS-CoV-2 atendiendo a la norma UNE-EN 14476 quedan recogidos por el Ministerio de Sanidad.</p>
<p>En la sociedad global actual, los brotes de enfermedades infecciosas pueden propagarse con rapidez y facilidad a través de fronteras y continentes, lo que tiene un impacto catastrófico en la salud y en la economía global. No existe una solución única para prevenir la propagación de infecciones microbianas. Es más, a menudo se requiere una protección con barreras múltiples, entre las que por supuesto tienen cabida los altos estándares higiénicos y el empleo adecuado de los desinfectantes.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/169656/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Sanitizantes, desinfectantes, antisépticos, germicidas, viricidas… Son productos que hemos manejado durante la pandemia. Pero, ¿sabemos realmente en qué se diferencian?Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología, Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1653382021-09-28T19:11:24Z2021-09-28T19:11:24Z¿Qué microorganismos se esconden en los productos de cosmética?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/423177/original/file-20210924-46597-cus1mp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4601%2C3055&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/sponge-makeup-brushes-used-be-old-1067929988">Shutterstock / Junjira Limcharoen</a></span></figcaption></figure><p>Crema suave, brillo de labios denso, maquillaje lleno de nutrientes… todos ellos a base de agua. Suena realmente atractivo. ¿Alguien pensó que estos productos no serían también apetitosos para los microorganismos?</p>
<p>El sector cosmético <a href="https://www.eae.es/actualidad/noticias/el-gasto-en-maquillaje-en-espana-en-2015-es-de-48612-millones-de-euros-una-caida-del-223-respecto-de-2014">mueve cifras millonarias</a> al año, pues son productos consumidos por un amplio sector de la sociedad.</p>
<p>Según la definición dada en el artículo 2 del <a href="https://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=OJ:L:2009:342:0059:0209:es:PDF">Reglamento n.º 1223/2009/CE</a>, un producto cosmético es “toda sustancia o mezcla destinada a ser puesta en contacto con las partes superficiales del cuerpo humano (epidermis, sistema piloso y capilar, uñas, labios y órganos genitales externos) o con los dientes y las mucosas bucales, con el fin exclusivo o principal de limpiarlos, perfumarlos, modificar su aspecto, protegerlos, mantenerlos en buen estado o corregir los olores corporales”.</p>
<h2>Seguridad e higiene exigida a los cosméticos</h2>
<p>Gracias a los estándares de calidad impuestos por la legislación europea, estos productos cumplen con unos requisitos de calidad, estabilidad y seguridad que mantienen las características físicas y químicas inalteradas. </p>
<p>Todos ellos se producen bajo condiciones estrictamente controladas para evitar la contaminación y proliferación de microorganismos. Sin embargo, no se espera que estén totalmente estériles o que no contengan microorganismos a lo largo de su uso. </p>
<p>Lo que sí exige la normativa de la UE es que no exista ninguna cantidad de determinados microorganismos pertenecientes a especies como <em>Pseudomonas aeruginosa</em>, <em>Staphylococcus aureus</em> y <em>Candida albicans</em> en aquellos productos que estén en contacto con (o cerca de) los ojos. Asimismo, la presencia de bacterias como <em>Escherichia coli</em> y otras que forman parte de la microbiota intestinal no se acepta en ninguno de los productos.</p>
<p>Por eso, los productos cosméticos llevan compuestos que controlan esa contaminación. Pero lo hacen hasta que se cumple su fecha de caducidad. A partir de ese momento no se garantiza que sus propiedades y su calidad microbiológica se mantenga durante más tiempo.</p>
<h2>Cómo evitar que se contaminen antes de tiempo</h2>
<p>Pero ¿qué ocurre durante el proceso de uso del producto? Un <a href="https://doi.org/10.1111/jam.14479">estudio</a> analizó los microorganismos presentes en los cosméticos durante su uso y el impacto que tiene sobre la salud del consumidor.</p>
<p>Durante el procedimiento, se examinaron más de 467 productos donados por usuarios para su análisis. En concreto, los autores estudiaron pintalabios, brillos de labios, delineadores y máscara de ojos, así como las esponjas artificiales para extender el maquillaje. Además se recogió un cuestionario en el que se les preguntaba información sobre el uso, la limpieza y la conservación de cada producto. </p>
<p>Los investigadores encontraron entre 1 000 y un millón de unidades formadoras de colonias por cada mililitro de producto. Entre las bacterias identificadas se encontraron <em>Staphylococcus aureus</em>, <em>Escherichia coli</em> y <em>Citrobacter freundii</em>. También se detectaron grupos de enterobacterias y hongos, sobre todo en las esponjas. </p>
<p>Respecto a estas últimas, el 93 % no se habían lavado nunca. Además, en el 64 % de los casos los propietarios reconocieron que más de una vez se habían caído al suelo y las habían seguido utilizando.</p>
<p>Las esponjas que se utilizan para mezclar y extender el maquillaje son las que están en contacto con una mayor cantidad de superficies, como la cara y las manos. Cuando contactan con la piel, cogen bacterias presentes en la microbiota. Una vez instaladas, pueden proliferar en los productos. </p>
<p>Si esto se une a un mantenimiento inadecuado y a una falta de limpieza, se favorece el crecimiento de bacterias y hongos, lo que pone en riesgo al consumidor.</p>
<p>Por eso las esponjas se consideran como un producto de riesgo para los consumidores por la gran cantidad de microorganismos que pueden acumular. Para evitarlo, se recomienda lavarlas a menudo con agua caliente y jabón y secarlas totalmente.</p>
<p>Tambien encontraron <em>Salmonella sp.</em>, <em>Staphylococcus aureus</em>, <em>Staphylococcus epidermis</em>, <em>E. coli</em> y <em>P. aeruginosa</em> en barras y brillo de labios. Estas bacterias pueden causar enrojecimiento e inflamación de los labios, que pueden tratarse con antibióticos. Pero si estos microorganismos consiguen pasar a la sangre, pueden causar infecciones graves.</p>
<h2>Riesgo de utilizar productos caducados</h2>
<p>Asimismo, otro <a href="https://doi.org/10.1111/ics.12053">estudio</a> describió que casi el 98 % de los consumidores del estudio usaron los productos después de la fecha de caducidad. La máscara de pestañas era el producto que se utilizaba con una fecha muy superior a la establecida. </p>
<p>En este caso, aparecieron bacterias como <em>S. aureus</em> en el 79 % de los casos y <em>P. aeruginosa</em> en el 13 % de los productos. Es decir, un alto nivel de contaminación con microorganismos potencialmente patógenos. </p>
<p>Esto conlleva un riesgo ya que son productos que se aplican en los ojos y pueden ser una amenaza importante de infecciones que pueden desembocar en conjuntivitis, inflamación y, en algunos casos extremos, pérdida de visión.</p>
<h2>Los cosméticos en un salón de belleza</h2>
<p>Otra <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27579260/">investigación</a> analizó la microbiología de los cosméticos de los salones de belleza. Comprobaron que los productos que se utilizan como ‘probadores’ son fuentes de contaminación y de trasmisión de bacterias y hongos. Por eso, compartir el uso de estos productos conlleva un riesgo evidente.</p>
<p>Especial cuidado deben tener las personas inmunocomprometidas o con heridas en la piel, ya que muchos de los microorganismos citados y otros que se encuentran en menores cantidades se consideran patógenos oportunistas que pueden aprovechar la presencia de heridas o un sistema inmunitario débil para infectar.</p>
<p>Con toda esta información en la mano, es de nuevo recomendable respetar las fechas de caducidad de los productos y la forma de conservación, así como utilizar productos de uso individual. </p>
<p>Además, es imprescindible limpiar frecuentemente las brochas, esponjas y mantenerlas en lugares secos y limpios. No duden en tirar aquellos productos que sospechen contaminados. De este modo, podrán disfrutar de los productos y evitaremos problemas indeseables, desde un punto de vista microbiológico.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/165338/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Silvana Teresa Tapia Paniagua no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los microorganismos pueden instalarse en los productos de belleza y autocuidado y afectar a la salud. Por eso es imprescindible respetar las fechas de caducidad y las medidas de higiene recomendadas.Silvana Teresa Tapia Paniagua, Profesora interina e investigadora en el área de la Microbiología, Universidad de MálagaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1593582021-05-04T17:51:36Z2021-05-04T17:51:36Z¿Cuánto hace que no se lava bien las manos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/398697/original/file-20210504-23-1g4d0q7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C11982%2C3988&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/washing-hands-soap-under-faucet-water-1701236653">Shutterstock / Bk87</a></span></figcaption></figure><p>Lavado frecuente de manos, uso de las mascarillas y distancia social. Estas medidas han sido –y no olvidemos que aún son– las mejores armas que tenemos para reducir la posibilidad de infectarnos con el SARS-CoV-2. Son las conocidas en algunas campañas institucionales como “MDM”: manos, distancia, mascarilla.</p>
<p>¿Fácil, verdad? Pues no lo es tanto. <a href="https://portalcne.isciii.es/cosmo-spain/">La encuesta COSMO-Spain</a> que llevan a cabo de forma periódica el Instituto de Salud Carlos III en colaboración con la Organización Mundial de la Salud, la Universidad de Murcia y la Universidad de Cádiz indica, en su última ronda de marzo 2021, que en España empiezan a relajarse las medidas de prevención MDM. La única salvedad es que se mantiene el uso de gel hidroalcohólico.</p>
<p>¿A qué se debe esto, cuando sabemos que el virus sigue ahí y las UCI tienen aún a muchos pacientes luchando por su vida? ¿No es una paradoja que nos estemos relajando cuando sabemos que aún no se ha acabado, ni de lejos, la pandemia? No, no lo es. Es simplemente que nuestra motivación para seguir las normas está bajando y si la motivación para llevar a cabo un comportamiento no es la adecuada, la probabilidad de que este se lleve a cabo disminuye dramáticamente. </p>
<p>Llegados a este punto, hagámonos una pregunta: ¿se lava las manos las mismas veces y con el mismo cuidado que hace un año?</p>
<p>Más de una lectora o lector se dará cuenta de que, sin ser un acto consciente, ha ido reduciendo el número de veces que se lava las manos. Al quitarse la mascarilla, al volver de hacer la compra, o en cualquier otra ocasión en la que, al principio de la pandemia, siendo plenamente conscientes de que el lavado de manos era de las pocas cosas que podíamos hacer para no contagiarnos, se las lavaba.</p>
<p>Para explicar este fenómeno de una manera sencilla vamos a tomar el modelo de comportamiento del profesor de psicología Brian Jeffrey Fogg de la Universidad de Stanford. En su modelo, el <a href="https://behaviormodel.org/"><em>Behavior Fogg Model</em></a> (B=MAP), nos dice que para que llevemos a cabo un comportamiento debemos tener, a la vez, un adecuado nivel de motivación (M, <em>motivation</em>), la capacidad de poder llevarlo a cabo (A, <em>ability</em>) y tenemos que recibir una señal para hacerlo (P, <em>prompt</em>)</p>
<p>Pensemos en el lavado de manos. ¿Tenemos la capacidad para hacerlo? En principio sí. Todos tenemos acceso a agua corriente y jabón. Es algo que no nos cuesta demasiado tiempo, ni dinero, que no nos ocasiona ningún cambio en nuestra rutina y que tampoco requiere un gran esfuerzo mental. Es decir, es un comportamiento fácil de llevar a cabo en los países desarrollados.</p>
<p>Pasemos a otro elemento del modelo de Fogg, la motivación. Este autor parte de la premisa de que nuestra motivación es como una especie de montaña rusa que sube y baja en función de tres elementos contrapuestos: placer frente a dolor, esperanza frente a miedo y aceptación social frente a rechazo social.</p>
<h2>Cómo ha cambiado nuestra visión de la higiene de manos</h2>
<p>Al principio de la pandemia quizás nos lavábamos más por miedo a la enfermedad, quizás también por el hecho de que el lavado de manos nos alejaba del potencial dolor de contraer la enfermedad, porque las autoridades sanitarias nos lo recomendaban y porque era lo que aceptado socialmente en nuestro entorno.</p>
<p>Pero quizás ahora las cosas han cambiado. De hecho, la encuesta COSMO-Spain en su última ronda (marzo 2021) indica que el porcentaje de personas que consideran que, en caso de contagiarse, la enfermedad sería para ellos grave o muy grave es del 35 % (una percepción más baja que en otras rondas). También disminuye la percepción de riesgo de contagiarse en determinadas situaciones sociales, y lo que puede ser peor, aumenta la percepción de que es fácil evitar contagiarse (un 29 % lo opina). </p>
<p>¿Y el último elemento? ¿Y la señal? Fogg la denomina <em>prompt</em> (P). En esa señal está la clave de por qué, pese a todo, la encuesta COSMO-Spain indica que el uso de gel hidroalcohólico se mantiene a un nivel similar a olas anteriores. Esto, a pesar de que se relajan todas las normas.</p>
<p>Esto se debe a que, en el caso del gel hidroalcohólico, la bajada de motivación para lavarse las manos (M) se compensa con que es cada vez más fácil encontrar dispensadores de gel en cualquier comercio (A). Además, al estar en público sentimos la presión social de utilizarlos. Lo mejor es que casi siempre están situados estratégicamente en la entrada de los comercios de tal manera que casi nos tropezamos con ellos. Esta es la mejor señal/recordatorio (P) de que debemos utilizarlos. Y lo hacemos.</p>
<p>¿Soluciones para lavarse más las manos en casa? Identifique su «señal». Podemos pedir a los pequeños que nos hagan un cartel en la puerta de casa, del aseo, ponernos alarmas en el móvil, poner un bote de jabón más visible en nuestro cuarto de baño o «controlarnos los unos a los otros en casa» y quién no cumpla… ¡paga los helados! Lo que cada uno prefiera. Pero no nos dejemos de lavar frecuentemente las manos. Puede que pensemos que ya no tanto como antes, pero aún nos va la salud y quizás la vida. Con o sin covid-19.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/159358/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel Armayones Ruiz no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Se celebra el Día Mundial de la Higiene de Manos. Esta medida, fundamental con o sin pandemia, es cada vez menos seguida por los españoles. La clave está en un sencillo modelo de comportamiento.Manuel Armayones Ruiz, Investigador en el eHealth Center de la UOC. Profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación UOC, UOC - Universitat Oberta de CatalunyaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1581412021-04-18T19:54:03Z2021-04-18T19:54:03ZVersalles: una corte con olor a orín<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/394001/original/file-20210408-21-l7wfpi.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C164%2C1278%2C641&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Jardines de Versalles fotografiados por Jean-Eugène-Auguste Atget en 1903.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.artic.edu/artworks/124288/versailles-coin-de-parc">Art Institute Chicago</a></span></figcaption></figure><p>El Palacio de Versalles olía a orín, por mucho que durante los siglos XVII y XVIII fuera centro de ostentación y poder, y que los tres reyes que lo habitaron, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_XIV_de_Francia">Luis XIV</a>, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_XV_de_Francia">Luis XV</a> y <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_XVI_de_Francia">Luis XVI</a>, hicieran de él un hogar de lujo donde se desarrolló la historia de la monarquía francesa. </p>
<p>Algo olía mal en Versalles: así lo detalla Georges Vigarello en su libro <a href="https://www.todostuslibros.com/libros/lo-limpio-y-lo-sucio_978-84-206-9618-8"><em>Lo limpio y lo sucio. La higiene del cuerpo desde la Edad Media</em></a>, y así lo muestra también el <a href="https://www.arte.tv/fr/videos/097496-000-A/l-hygiene-a-travers-les-ages/">documental</a> disponible en el canal Arte sobre la higiene a través de los tiempos. </p>
<p>Vigarello dice que cada época tiene la sensación de que es la más limpia, pero la mirada desde el siglo XXI nos puede parecer cuanto menos sorprendente. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/394101/original/file-20210408-23-13oijb2.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/394101/original/file-20210408-23-13oijb2.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/394101/original/file-20210408-23-13oijb2.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=331&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/394101/original/file-20210408-23-13oijb2.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=331&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/394101/original/file-20210408-23-13oijb2.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=331&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/394101/original/file-20210408-23-13oijb2.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=416&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/394101/original/file-20210408-23-13oijb2.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=416&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/394101/original/file-20210408-23-13oijb2.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=416&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Cartón de tapicería encargado por Luis XIV. La escena tiene lugar en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles. (Claude-Guy Hallé, 1715).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Louis14-Versailles1685.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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</figure>
<h2>Miedo al agua</h2>
<p>La mortífera epidemia de peste generó mucho miedo al agua. En Francia, en los siglos XVII y XVIII el contacto con el agua se consideraba peligroso y no se usaba en ningún caso caliente para lavarse. Pensaban que los poros abiertos podían dejar entrar enfermedades y que los baños provocaban pérdida de fuerza vital, abortos e infertilidad. Sin embargo, sí se creía que podría tener propiedades curativas para determinados males. </p>
<p>El lavado corporal era en seco, y el de los reyes y reinas, público. Por la mañana, lo primero que hacían tras levantarse era enjuagarse las manos con agua ante un selecto grupo de nobles. Era el único contacto con el agua ya que la higiene corporal se hacía frotando el cuerpo con telas de algodón perfumadas. </p>
<p>La limpieza del cuerpo no era importante, pero sí la de la ropa interior. De hecho, se la cambiaban varias veces al día. La lencería tanto de hombres como de mujeres era una especie de camisón holgado. Estas prendas eran muy caras y, por lo tanto, una forma de mostrar el estatus social y económico. Por eso se dejaban a la vista los lujosos encajes en los puños y en los cuellos. Tal era su valor, que hasta se inventariaba en los testamentos. </p>
<p>El pelo tampoco se lavaba con agua. Con suerte, sólo tenían piojos a veces. Existía un champú seco, y para evitar olores el pelo se empolvaba, lo que provocaba la caída prematura del cabello. Una razón de peso para ponerse de moda las pelucas, que a menudo provocaban dolores y molestias en la nuca. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/394102/original/file-20210408-21-1geaye0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/394102/original/file-20210408-21-1geaye0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/394102/original/file-20210408-21-1geaye0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=471&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/394102/original/file-20210408-21-1geaye0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=471&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/394102/original/file-20210408-21-1geaye0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=471&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/394102/original/file-20210408-21-1geaye0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=592&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/394102/original/file-20210408-21-1geaye0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=592&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/394102/original/file-20210408-21-1geaye0.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=592&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Cama de Luis XIV en el Palacio de Versalles.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Room_of_Louis_XIV_Versailles_France.jpg">Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
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</figure>
<h2>Orina para el mal aliento</h2>
<p>Los dientes de la mayoría estaban sucios y con caries. Eso quien tuviera la suerte de conservar la dentadura, ya que solían tener las bocas con infecciones de encías, y pérdidas de piezas dentales. De ahí que en casi todos los retratos aparezcan con la boca cerrada y sin casi sonreír.</p>
<p>Para limpiar los dientes se frotaban con un saquito de tela relleno de polvo de mármol y algunas raíces. Para disimular el mal aliento se masticaba tabaco o hierbas aromáticas. En algunos casos, los enjuagues bucales se hacían con orina. </p>
<h2>Maquillaje de plomo</h2>
<figure class="align-left zoomable">
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<span class="caption">Maria Antonieta retratada por Élisabeth Louise Vigée Le Brun en 1783.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Marie_Antoinette_Adult4.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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<p>Había que cubrir los poros y mostrar la cara lo más blanca posible. Un rostro puro significaba tener un alma pura, y para ello no había que tener ni cicatrices ni granos. También era signo de clase social, para diferenciarse de la plebe: estar moreno indicaba que trabajabas y que no pertenecías a la aristocracia. </p>
<p>Para conseguir esta blancura se aplicaban lo que se llamaba el <em>blanc de céruse</em>: unos polvos blancos de plomo. Eran pigmentantes pero también tóxicos y muy astringentes. Secaban intensamente la piel, lo que provocaba envejecimiento prematuro y hasta enfermedades graves en los ojos, en el pecho y en los pulmones. </p>
<p>Para darle gracia y elegancia se pegaban lunares de tafetán, se llamaban <em>mouches</em> (moscas). Se ponían encima de las imperfecciones o las marcas de la viruela. Cada lugar del rostro tenía un significado y se empleaba como juego de seducción. Los labios y las mejillas se pintaban de rojo intenso, dando en conjunto un aspecto teatral e irreal. </p>
<h2>Dime a qué hueles y te diré de qué clase social eres</h2>
<figure class="align-right zoomable">
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<span class="caption">Louis XIV (Charles Le Brun, 1661-1662).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Louis-xiv-lebrunl.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>El perfume disimulaba los olores corporales indeseados. También se consideraban un agente purificador; los perfumistas casi eran curanderos cuyas creaciones podían ahuyentar los males y curar enfermedades. Era, por supuesto, un signo de rango social y había un perfume para cada estamento.</p>
<figure class="align-right zoomable">
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<span class="caption">Madame de Montespan.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Madame_de_Montespan_Pierre_Mignard_Studio.JPG">Wikimedia Commons</a></span>
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</figure>
<p>En general, se usaba el perfume de las flores de cada estación. El favorito de la amante de Luis XIV, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Madame_de_Montespan">Madame de Montespan</a>, era el de flor de naranjo. </p>
<p>La reina <a href="https://theconversation.com/por-que-maria-antonieta-sigue-dando-titulares-150885">Maria Antonieta</a> tenía uno creado para especialmente ella: el perfume de mil flores, la máxima expresión del lujo al estar realizado con flores de todas las estaciones. </p>
<p>Se cuenta que Madame de Montespan se ponían mucho perfume, y que el rey Luis XIV no lo soportaba. Al rey, un dentista le había dejado si paladar por accidente en una intervención. A los 50 años no tenía dientes, lucía una boca de anciano y padecía de una gran sensibilidad a los olores. Se mareaba con el perfume de Montespan y le rogaba que dejara de usar aromas tan intensos. Pero ella no le hizo caso y nunca dejó de perfumarse; se dice que esta podría ser una de las razones por las que el rey la abandonó. </p>
<h2>Orinar: paredes y palanganas</h2>
<p>Pero por mucho que perfumaran y se llamara <em>la cour parfumée</em> (la corte perfumada), Versalles atufaba a orines. </p>
<p>El rey tenía su famosa <em>chaise percée</em> (un váter, vaya) y había también de este tipo instalados en los apartamentos de la nobleza. Pero el palacio es enorme y a veces no había tiempo para llegar. Además, allí vivían unas cuatro mil personas y era transitado por otras cientos a diario, de modo que los hombres orinaban donde podían, normalmente en las paredes de los patios. </p>
<p>Las mujeres solían llevar consigo una palangana, a veces escondida en un falso libro titulado “Voyage aux Pays Bas” (Viaje a los Países Bajos), y cuando lo necesitaban, se levantaban la falda, orinaban en el recipiente y lo tiraban ahí donde estuvieran. </p>
<p>Había una <a href="https://www.lisez.com/ebook/les-inconnus-de-versailles/9782262066055">legión de limpiadores</a>, que trabajaban incansablemente, pero era insuficiente para que los efluvios pudieran ser disipados totalmente: Versalles olía a orines. Por eso llevaban siempre consigo un botecito con hierbas aromáticas, que inhalaban al pasar por ciertas zonas pestilentes del palacio. </p>
<h2>Las bañeras de Maria Antonieta a la moda</h2>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/394002/original/file-20210408-13-ij747n.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/394002/original/file-20210408-13-ij747n.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/394002/original/file-20210408-13-ij747n.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=443&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/394002/original/file-20210408-13-ij747n.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=443&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/394002/original/file-20210408-13-ij747n.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=443&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/394002/original/file-20210408-13-ij747n.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=556&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/394002/original/file-20210408-13-ij747n.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=556&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/394002/original/file-20210408-13-ij747n.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=556&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Bañera octogonal en mármol rojo.</span>
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</figure>
<p>Las bañeras eran un mobiliario poco frecuente y poco utilizado. Sin embargo, Luis XIV regaló a Madame de Montespan un lujoso apartamento de baños en la planta baja del palacio. Tenía 5 salas y una de las tres bañeras era octogonal, de tres metros de diámetro y uno de profundidad, realizada en una sola pieza de mármol rojo de Flandes. Cabían varias personas, por lo que sus fines eran quizá más eróticos que higiénicos. </p>
<p>Las obras para mejorar el estado sanitario de París contribuyeron al acceso al agua limpia. La reina Maria Antonieta se hizo instalar entonces en una habitación del palacio dos bañeras, una para lavarse y otra para aclararse; con una cama para descansar del perturbador trance del paso por el agua. En su palacete el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Peque%C3%B1o_Trian%C3%B3n">Petit Trianon</a>, también tenía una sala de baños. La reina interviene por lo tanto en el auge de las ventas de bañeras en la década de los sesenta del siglo XVIII, y contribuye a la difusión de práctica del baño entre la nobleza y la burguesía. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/394003/original/file-20210408-15-zo9kfo.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/394003/original/file-20210408-15-zo9kfo.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/394003/original/file-20210408-15-zo9kfo.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/394003/original/file-20210408-15-zo9kfo.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/394003/original/file-20210408-15-zo9kfo.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/394003/original/file-20210408-15-zo9kfo.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/394003/original/file-20210408-15-zo9kfo.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/394003/original/file-20210408-15-zo9kfo.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Sala de baño de los aposentos de María Antonieta en Versalles.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Chateau_Versailles_petit_appartement_Reine_salle_de_bains_RdC.jpg">Wikimedia Commons / Myrabella</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
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<p>Sin embargo, no fue hasta finales del siglo XVIII cuando lavarse con agua comienza a considerarse necesario para la salud, y sólo a principios del siglo XIX se generaliza en París el acceso y uso del agua limpia.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/158141/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ana María Iglesias Botrán no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El concepto de higiene es relativamente moderno. En la Francia dieciochesca, ni siquiera los reyes se libraban de oler mal o perder sus dientes antes de tiempo. Se pensaba que el agua era peligrosa.Ana María Iglesias Botrán, Profesora del Departamento de Filología Francesa en la Facultad de Filosofía y Letras. Doctora especialista en estudios culturales franceses y Análisis del Discurso, Universidad de ValladolidLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1582502021-04-01T17:40:54Z2021-04-01T17:40:54ZCómo la invención de la compresa revolucionó el uso del papel<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/392854/original/file-20210331-13-4zrj3e.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C1917%2C968&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Estas almohadillas de algodón de 1897, las toallas Lister, precursoras de los tampones actuales, fueron probablemente los primeros productos sanitarios desechables que se vendieron en el mundo.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://ourstory.jnj.com/sanitary-napkins-ladies">Archivos Johnson & Johnson </a></span></figcaption></figure><p>«El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo», escribió García Márquez en el primer párrafo de <em>Cien años de soledad</em>. ¿Qué significa un nombre? Para <em>Kotex</em>, la primera marca de compresas desechables de pasta de papel, significó todo. El éxito de su nuevo producto supuso un paso de gigante en su balance comercial y abrió una nueva senda en el aprovechamiento de uno de los grandes recursos naturales de Estados Unidos: la biomasa forestal.</p>
<p>Durante la primera mitad del siglo pasado los nuevos bienes de consumo desplazaron muchas de las funciones tradicionales que la madera había desempeñado en los hogares estadounidenses. La modernidad significaba acero, plástico, vidrio y materiales sintéticos. No obstante, la demanda de bienes de consumo también facilitó la introducción de decenas de nuevos productos basados en los árboles. </p>
<p>Quizás el mejor ejemplo del aprovechamiento forestal fue la invención de la primera compresa higiénica desechable, la <em>Kotex</em>.</p>
<p>En 1918, cuando terminó la Primera Guerra Mundial, en el mundo había unos novecientos millones de mujeres que vivían por término medio unos 57 años. Desde la pubertad a la menopausia, cada veintiocho días sufrían los trastornos de la menstruación, siempre molestos y muchas veces dolorosos. Por término medio, a lo largo de su vida una mujer tenía entre 400 y 500 ciclos menstruales.</p>
<p>En <em><a href="https://jhupbooks.press.jhu.edu/title/modern-period">The Modern Period: Menstruation in Twentieth Century America</a></em> la historiadora Lara Freidenfelds escribe que, a pesar de que desde finales de la década de 1880 se ofrecían algunas toallas de tela desechables que estaban solo al alcance de las damas adineradas, antes de que las primeras compresas salieran al mercado la mayoría de las mujeres confiaban en pañitos de tela hechos en casa.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/392853/original/file-20210331-21-1onlaxj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/392853/original/file-20210331-21-1onlaxj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=339&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/392853/original/file-20210331-21-1onlaxj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=339&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/392853/original/file-20210331-21-1onlaxj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=339&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/392853/original/file-20210331-21-1onlaxj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=426&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/392853/original/file-20210331-21-1onlaxj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=426&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/392853/original/file-20210331-21-1onlaxj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=426&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">El cinturón Hoosier en una imagen anterior a 1925.</span>
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<p>Con dinero o sin dinero, controlar la menstruación era un asunto incómodo, porque era difícil mantener los pañitos en su sitio y no eran muy absorbentes. Para las mujeres que se lo podían permitir había opciones como el pintoresco <a href="http://www.mum.org/hoosier.htm">cinturón higiénico <em>Hoosier</em></a>, que sujetaba los pañitos donde más convenía, o las <a href="https://ourstory.jnj.com/sanitary-napkins-ladies">toallas <em>Listers</em></a>, posiblemente la primera opción desechable. El uso de tales productos no se popularizó porque eran caras y difíciles de encontrar en los comercios convencionales.</p>
<p>La compresa higiénica desechable fue un invento que cambió el comportamiento de las mujeres frente a la menstruación. También ayudó a crear percepciones modernas de cómo debería gestionarse la publicidad de un asunto considerado tabú, que logró salir adelante gracias a la presentación del producto como algo a lo que debía aspirar el estereotipo emergente de la mujer “moderna” de la década de 1920.</p>
<p>Al encontrar una respuesta a una pregunta crucial, ¿cómo comercializar un producto cuya función no se puede exponer abiertamente?, las compresas <em>Kotex</em> allanaron el camino para la amplia variedad de productos de higiene femenina (y más tarde masculina) existentes hoy día en el mercado.</p>
<p>Como otra serie de productos que llegaron al mercado por primera vez en la década de 1920, las compresas <em>Kotex</em> habían surgido como un invento en tiempos de guerra. Fundada en 1872, la empresa Kimberly-Clark de Wisconsin comenzó a comercializar productos desechables de papel después de la Primera Guerra Mundial. Durante la contienda producía vendas de un material llamado <em>cellucotton</em> destinadas a los hospitales de campaña. Estaba hecho de pasta de madera y era cinco veces más absorbente que las vendas de algodón y mucho más barato.</p>
<h2>La idea de las enfermeras militares</h2>
<p>En 1919, una vez terminada la guerra, los ejecutivos de Kimberly-Clark buscaban formas de usar <em>cellucotton</em> en tiempos de paz. La compañía desarrolló la idea de las compresas higiénicas cuando tuvo noticias de que las enfermeras militares usaban apósitos quirúrgicos <em>cellucotton</em> como improvisados pañales higiénicos durante la menstruación.</p>
<p>Walter Luecke, un empleado de Kimberly-Clark, a quien se le había asignado la tarea de encontrar un uso para el <em>Cellucotton</em>, vio el cielo abierto. Tenía un producto ya diseñado que potencialmente podría atraer a casi la mitad de la población del país, creando una demanda lo suficientemente grande como para reemplazar la caída de ventas de apósitos causada por el fin del conflicto bélico. </p>
<p>Por grande que fuera una guerra, pensó Luecke, nunca habría tantos heridos como mujeres en tiempos de paz.</p>
<p>Los grandes almacenes Woolworth de Chicago vendieron en 1919 la primera caja de compresas fabricada por Kimberly-Clark. Nadie recuerda cómo se hizo aquella primera transacción, pero rápidamente se puso de manifiesto que la venta del nuevo producto podía crear una conversación embarazosa entre un dependiente masculino y una clienta por <em>moderna</em> que fuera. </p>
<p>Para evitarlo, y para no tener que señalarlo con el dedo como en Macondo, la nueva compresa de <em>Cellucotton</em> se convirtió en uno de los primeros artículos de autoservicio en la historia de la venta minorista en los Estados Unidos. Las compresas se colocaban estratégicamente en dispensadores especiales para que las mujeres no tuvieran que pedirlo a un dependiente.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/392868/original/file-20210331-23-rjjz3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/392868/original/file-20210331-23-rjjz3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/392868/original/file-20210331-23-rjjz3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/392868/original/file-20210331-23-rjjz3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/392868/original/file-20210331-23-rjjz3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/392868/original/file-20210331-23-rjjz3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=943&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/392868/original/file-20210331-23-rjjz3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=943&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/392868/original/file-20210331-23-rjjz3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=943&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">A principios del siglo pasado, máquinas expendedoras como esta dispensaban una compresa al precio de 5 centavos.</span>
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<p>Pero las cosas no iban a resultar tan fáciles. Inmediatamente surgieron los problemas. Las empresas a las que Kimberly-Clark pidió que fabricaran y distribuyeran bajo patente sus compresas se negaron a hacerlo. Argumentaban que eran algo demasiado íntimo que nunca podría publicitarse. Los ejecutivos de Kimberly-Clark tampoco estaban por la labor, pero Luecke, que estaba convencido de que su propuesta era la piedra filosofal, siguió presionando hasta que aprobaron la idea. Además, tomaron una decisión que dispararía el balance de ventas de la compañía: las fabricarían ellos mismos.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/392860/original/file-20210331-17-nnbc34.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/392860/original/file-20210331-17-nnbc34.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/392860/original/file-20210331-17-nnbc34.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=761&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/392860/original/file-20210331-17-nnbc34.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=761&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/392860/original/file-20210331-17-nnbc34.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=761&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/392860/original/file-20210331-17-nnbc34.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=956&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/392860/original/file-20210331-17-nnbc34.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=956&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/392860/original/file-20210331-17-nnbc34.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=956&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Anuncio de Kotex en 1926.</span>
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<p>Lo que parecía muy difícil era comercializar algo llamado “Compresas higiénicas de <em>cellucotton</em>”. Casualidad llaman los necios al destino. El nombre <em>Kotex</em> vino de la observación casual de un empleado de la compañía, quien en una reunión dijo que el producto tenía una «textura parecida al algodón». “<em>cot-tex</em>” (Cotton-Texture) se convirtió en <em>Kotex</em>, más fácil de decir, creando un nombre que, como otro producto estrella de Kimberly-Clark, <em>Kleenex</em>, se convertiría en una forma coloquial de referirse a una determinada clase de productos, los fabricara quien los fabricara.</p>
<h2>“Pídalas por su nombre”</h2>
<p>Era evidente que el reconocimiento del nombre comercial sería vital para la venta del producto. Los fabricantes lanzaron una potente campaña publicitaria. «Pídalas por su nombre» se convirtió en un lema repetido en todas las revistas dirigidas al público femenino, en especial en la muy popular <em><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Good_Housekeeping">Good Housekeeping</a></em>, que tenía una tirada de un millón de ejemplares. </p>
<p>Pedirlas por su sencillo y sonoro nombre en lugar de solicitar “toallas higiénicas” evitó que las mujeres tuvieran que hablar públicamente sobre la menstruación, especialmente con los empleados del sexo opuesto. Todavía hoy, las mujeres americanas siguen diciendo “kotex” para referirse a las compresas, de la misma forma que “clínex” se ha convertido en sinónimo de pañuelos de papel.</p>
<p>Después de haberlo dudado mucho, la firma que Kimberly-Clark había contratado para hacer la publicidad y había lanzado el «pídalas por su nombre» tuvo un éxito extraordinario. Si hemos vendido esto, podemos vender cualquier cosa, debieron pensar. Aunque según John R. Kimberly, presidente de la compañía, este producto fue inicialmente «el objetivo de tabúes que rayaban en lo místico», su aceptación final «condujo a una generación de expansión constante, un crecimiento compulsivo […], la fuerza laboral de la compañía se expandió durante la Depresión».</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/392871/original/file-20210331-21-104sm44.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/392871/original/file-20210331-21-104sm44.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/392871/original/file-20210331-21-104sm44.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/392871/original/file-20210331-21-104sm44.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/392871/original/file-20210331-21-104sm44.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/392871/original/file-20210331-21-104sm44.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/392871/original/file-20210331-21-104sm44.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/392871/original/file-20210331-21-104sm44.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Los primeros Kleenex fueron comercializados en los años 30 del siglo pasado.</span>
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<p>La siguiente innovación revolucionaria de Kimberly-Clark fue el <em>Kleenex</em>, introducido durante la década de 1930. Después de la Segunda Guerra Mundial, la compañía tenía una línea completa de productos desconocidos en la generación anterior que rápidamente se volvieron indispensables para la vida diaria: platos de papel, vasos, pañuelos faciales, toallas, servilletas, manteles, delantales, incluso pañales de papel desechable. </p>
<p>Pero eso no era todo. Los huevos venían en contenedores de papel, la leche se vendía en cartones de papel y los innumerables aparatos nuevos llegaban dentro de cajas de cartón. Mientras que el consumo anual de papel per cápita estadounidense en 1920 era de 70 kilos, en la década de 1960 se había más que triplicado y era el más alto del mundo.</p>
<p>Como la vida misma, el éxito comercial tuvo su origen en el ciclo menstrual.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/158250/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel Peinado Lorca es responsable del Grupo Federal de Biodiversidad del PSOE</span></em></p>Ha transcurrido algo más de un siglo desde que se puso a la venta la primera compresa higiénica desechable, un invento que cambió el comportamiento de las mujeres frente a la menstruación.Manuel Peinado Lorca, Catedrático de Universidad. Departamento de Ciencias de la Vida e Investigador del Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos., Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1566612021-03-30T19:47:41Z2021-03-30T19:47:41ZLa glándula pineal, el enigmático relojero del sueño<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/390095/original/file-20210317-15-ebn604.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=5%2C0%2C3828%2C2160&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/human-brain-pineal-gland-3d-illustration-1821514565">Shutterstock / sciencepics</a></span></figcaption></figure><p>Cierto es que hay pocas cosas más placenteras que un sueño reparador tras “caer en los brazos de Morfeo”. Ahora bien, otra gran verdad es lo molesto que es “pasar una noche en vela”. </p>
<p>Dormir bien es uno de los procesos fisiológicos con más impacto en nuestro bienestar diario. De hecho, la falta de sueño a largo plazo tiene efectos negativos sobre nuestra salud. </p>
<h2>La regulación del sueño</h2>
<p>El sueño se regula por la combinación de dos procesos. Por un lado, los ritmos circadianos. Por otro, la acumulación de sustancias inductoras del sueño en el cerebro, como la <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0959438817300466?via%3Dihub">adenosina</a>. Su cantidad depende de varios factores. Entre otros, el tiempo que llevemos despiertos (a más tiempo, más adenosina) o la calidad del sueño. </p>
<p>Nuestro ritmo circadiano controla el denominado ciclo sueño-vigilia, dividido en una fase de descanso (oscuridad-sueño) y otra de alerta (luz-actividad). Por eso está relacionado con nuestro comportamiento a lo largo del día. </p>
<p>El reloj circadiano (“<em>cerca del día</em>”) de nuestra especie dura alrededor de 24 horas, y el organismo necesita sincronizarlo con señales medioambientales. El sincronizador externo más importante de nuestro ritmo biológico es el ciclo luz-oscuridad. </p>
<h2>La glándula pineal, el relojero o sincronizador de nuestro reloj biológico</h2>
<p>La glándula pineal o epífisis es un agente cronobiótico. Esto quiere decir que sincroniza nuestro reloj interno con el ciclo luz-oscuridad. Ante la ausencia de luz, este pequeño órgano cerebral de solo 120 miligramos, produce la hormona que nos conduce al mundo de los sueños: <a href="https://theconversation.com/asi-afectan-las-preocupaciones-a-nuestro-sueno-151602">la melatonina.</a></p>
<p>En algunos animales (peces, reptiles y anfibios) esta glándula se localiza bajo la piel y es capaz de recibir la información lumínica de forma directa. De ahí que también se la conozca como “el tercer ojo”. Sin embargo, en la especie humana, así como en la mayoría de vertebrados, este órgano con forma de piña y tamaño de guisante se localiza dentro del cráneo. Por ello, necesita vías más complejas para saber si es de día o de noche. </p>
<p>La retina registra la información lumínica, que llega al núcleo supraquiasmático (SPQ) del hipotálamo (<em>ver esquema</em>). Esta es la estructura cerebral encargada de controlar el ritmo circadiano a manera de reloj biológico. El núcleo informa a la glándula pineal, la estrella de este proceso, para que sintetice y libere melatonina en condiciones de oscuridad.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/389644/original/file-20210315-19-oxgbvn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/389644/original/file-20210315-19-oxgbvn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=351&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/389644/original/file-20210315-19-oxgbvn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=351&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/389644/original/file-20210315-19-oxgbvn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=351&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/389644/original/file-20210315-19-oxgbvn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=441&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/389644/original/file-20210315-19-oxgbvn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=441&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/389644/original/file-20210315-19-oxgbvn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=441&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">La regulación del sueño en humanos. Izquierda: La luz es captada por la retina. La señal lumínica se transmite por el cerebro, y evita la liberación de melatonina desde la epífisis. Derecha: De noche, la ausencia de luz estimula la producción de la hormona somnífera. Esquema realizado a través de Mindthegraph.com.</span>
</figcaption>
</figure>
<h2>La melatonina, inductora del sueño y promotora de salud</h2>
<p>Cuando nuestro reloj interno se desincroniza de los ritmos del medio ambiente, se desencadena un conflicto. </p>
<p>Es lo que sucede, por ejemplo, cuando realizamos un viaje cuyo origen y destino tienen diferentes husos horarios (transoceánicos), desencadenándose el famoso <em>jet-lag</em> o síndrome del cambio de horario. </p>
<p>En estos casos, es necesaria una fase de adaptación al nuevo ritmo adquirido, más difícil si viajamos hacia el Este, por la pérdida de horas que conlleva. En ocasiones se recurre a la toma de comprimidos de melatonina para la sincronización con el nuevo horario.</p>
<p>Otro ejemplo son los trabajos por turnos, en los que se altera el ciclo luz-oscuridad. Durante la noche se da una exposición artificial a condiciones de alta luminosidad que <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28214594/">inhibe la producción de melatonina</a>, confundiendo a este sistema. Estas situaciones podrían originar alteraciones del sueño y otros efectos perjudiciales.</p>
<p>Tales efectos ocurren puesto que la melatonina no solo juega un papel fundamental en la inducción del sueño, sino que también tiene efecto hipotensor e <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31460502/">inhibidor de la actividad tiroidea</a>.</p>
<p>Por si lo dicho fuera poco, esta hormona noctámbula también es un agente antioxidante, neuroprotector, modulador del sistema inmune y oncostático, ya que controla el desarrollo de tumores. </p>
<p>De hecho, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) ha clasificado los turnos de trabajo nocturnos como “<a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1470204519304553?via%3Dihub">probablemente carcinógeno para el ser humano</a>” (grupo 2A). Existen varios estudios que apuntan a la existencia de una <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28214594/">mayor incidencia de cáncer de mama</a> en mujeres que trabajan en turnos rotatorios durante largos periodos de tiempo. </p>
<p>Incluso la conducta sexual resulta afectada por la melatonina, cuyos niveles se elevan en otoño e invierno debido al alargamiento de las noches. Se produce así una <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/5883656/">atrofia ovárica y testicular</a> que disminuye la producción de hormonas sexuales. Por lo tanto, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6092660/">se reduce la actividad sexual y reproductora</a>. Estos efectos son más evidentes en los animales de reproducción estacional.</p>
<p>Por último, se ha descrito que <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5299389/">en periodos de poca luz existe una mayor incidencia de trastornos depresivos</a>. Es el caso del trastorno afectivo estacional, más frecuente en latitudes más norteñas.</p>
<h2>La importancia de la higiene del sueño</h2>
<p>Es importante destacar que ciertas alteraciones graves del sueño se relacionan con algunas <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6433686/">enfermedades mentales</a>. También que el insomnio es un factor de riesgo para desarrollar depresión. Sin embargo, los mecanismos subyacentes a estos trastornos son bastante complejos y dependen de otros muchos factores.</p>
<p>Lo que sí es evidente es que una correcta higiene del sueño es fundamental para nuestro bienestar físico y psíquico. Con tal fin, la <a href="https://worldsleepday.org/">Sociedad Mundial del Sueño (WSS)</a> propone una lista de diez sencillas recomendaciones. Entre ellas, incluye fijar un horario de sueño, controlar la ingesta de cafeína o hacer ejercicio de manera regular.</p>
<p>Una vez conocida la relación entre la luminosidad y el estado anímico, podríamos decir que Descartes no andaba desencaminado cuando se refirió a la pineal como el mismísimo <a href="https://reader.elsevier.com/reader/sd/pii/S0213485311002313?token=AE7DC3647263D601FEC25361B9D2906BFCF6C67D4E68A72CC567F1C8B0A21D0F9E6CF84A59982C527055990A172369B0">“asiento del alma”</a>. Según el filósofo, desde este recóndito lugar, en el centro del cerebro, el alma dirigiría la relación entre el cuerpo y la mente. </p>
<p>Es posible que esta observación tan espiritual esté relacionada con la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6088236/">dimetiltriptamina</a> (DMT), una sustancia con propiedades alucinógenas producida en la pineal y utilizada también como peligrosa droga de consumo. Por ello, la DMT se ha denominado “droga de los dioses” y se ha asociado con experiencias cercanas a la muerte.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/156661/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>La falta de sueño a largo plazo tiene efectos negativos en nuestra salud. Para regularlo, nuestro cuerpo dispone de la glándula pineal, productora de melatonina, la encargada de sincronizar nuestros ritmos circadianos.Raquel Sánchez Varo, Profesora Ayudante Doctor del Área de Histología de la Facultad de Medicina. Investigadora del Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED) y del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), Universidad de MálagaDiego Teófilo Bermúdez Flores, Profesor Titular de Histología. Unidad Docente de Histología y Anatomía Patológica. Facultad de Medicina. Universidad de Málaga, Universidad de MálagaJuan Antonio López Villodres, Profesor Contratado Doctor del Área de Histología de la Facultad de Medicina de Málaga. Miembro de grupos de investigación de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía y del IBIMA., Universidad de MálagaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1541942021-03-11T18:53:40Z2021-03-11T18:53:40ZAsí puede afectar a la salud no lavar los cuchillos con los que cortamos alimentos crudos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/388250/original/file-20210308-19-1xq6v1n.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C0%2C5408%2C3004&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/closeup-washing-knife-bright-kitchen-403508797">Shutterstock / Moshbidon</a></span></figcaption></figure><p>Algo tan sencillo como no lavar bien un cuchillo puede hacer que las bacterias de un filete de carne terminen en la barra de pan que vamos a consumir sin necesidad de cocinar. En general, la falta de higiene en la manipulación de alimentos crudos, carnes, pescados, frutas y verduras puede llevarnos al consumo de microorganismos perjudiciales para nuestra salud por su resistencia a los antibióticos. </p>
<p>Sucede porque, como la mayoría de los seres vivos, las bacterias poseen mecanismos que les permiten adaptarse a las distintas situaciones ambientales. Ante el uso indiscriminado de antibióticos, tanto en animales como en humanos, muchas bacterias desarrollan estrategias que les permiten evadirse de estos medicamentos. Y como, además, tienen la capacidad de <a href="https://www.nature.com/articles/nrmicro3380">compartir su información genética</a>, acaban diseminando esa resistencia a otros microorganismos. </p>
<p>Si a este cóctel le añadimos que la movilidad actual de la población se encarga de dispersar las cepas resistentes por todo el planeta, el problema alcanza dimensiones mundiales. Con las trabas que eso podría ponerle al tratamiento de muchas enfermedades infecciosas.</p>
<h2>Antibióticos y biocidas a espuertas</h2>
<p>El uso de antibióticos (<a href="http://antimicrobianos.com.ar/ATB/wp-content/uploads/2017/11/WHO-NMH-FOS-FZD-17.4-spa.pdf">en producción primaria</a>) y de biocidas (desinfectantes, descontaminantes o conservantes alimentarios) es el principal motor de la selección y la propagación de la resistencia a los antimicrobianos a lo largo de toda la cadena alimentaria. </p>
<p>La mayoría de las especies son sensibles a los antibióticos que manejamos. Pero eso no impide que, por diferentes razones, se aíslen ocasionalmente variantes capaces de crecer a sus anchas en presencia de estos fármacos. En este caso se habla de <a href="https://www.berri.es/pdf/FARMACOLOGIA%20Y%20TERAPEUTICA%20EN%20ODONTOLOGIA%E2%80%9A%20FUNDAMENTOS%20Y%20GU%C3%8DA%20PR%C3%81CTICA/9786077743484">resistencia adquirida</a>. </p>
<p>Lo grave del asunto es que, cuando las que se hacen resistentes a uno o varios antibióticos son bacterias causantes de infecciones, disminuye la capacidad de tratamiento. Lo que supone una amenaza seria para nuestra salud.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/383483/original/file-20210210-23-x667hv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/383483/original/file-20210210-23-x667hv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/383483/original/file-20210210-23-x667hv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=455&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/383483/original/file-20210210-23-x667hv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=455&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/383483/original/file-20210210-23-x667hv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=455&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/383483/original/file-20210210-23-x667hv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=571&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/383483/original/file-20210210-23-x667hv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=571&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/383483/original/file-20210210-23-x667hv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=571&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Cultivos de bacterias en laboratorio.</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>La dificultad de seguir la pista a los microbios</h2>
<p>Tanto la transmisión de cepas multirresistentes a través de los alimentos como la exposición a posibles cepas portadoras de resistencias en los entornos donde se elaboran las materias primas o se procesan los alimentos son cuestiones de interés para la salud pública. Y forman parte de muchas de las investigaciones de actualidad. </p>
<p>Esa investigación resulta imprescindible para identificar qué animales y productos alimenticios son las principales fuentes de infecciones, además de para monitorizar la prevalencia de las zoonosis.</p>
<p>Sin ir más lejos, en la industria alimentaria del <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2017.01650/full">pescado</a> se han identificado bacterias resistentes a múltiples antimicrobianos. En cuanto a los productos cárnicos o derivados del huevo, los estudios se centran en la transmisión de cepas resistentes de bacterias como <em><a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0168160516304494">Escherichia coli</a></em> o <em><a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0168160516304494">Salmonella</a></em>. </p>
<p>Las hortalizas, frutas y legumbres tampoco se salvan. En su caso, el interés está en identificar enterobacterias resistentes que puedan venir de una contaminación de origen fecal.</p>
<p>Al final, lo que no hay que perder de vista es que existen varias vías por las que estas bacterias acaban llegando a nosotros. A saber: por contacto entre animales y humanos; a través de aguas contaminadas con bacterias fecales resistentes que puede contaminar vegetales, frutas o mariscos; por el consumo de alimentos de origen animal que contengan bacterias resistentes; o mediante contaminación cruzada. Las bacterias resistentes pueden diseminarse en las explotaciones ganaderas, los mataderos, las industrias que elaboran alimentos e, incluso, en nuestro hogar.</p>
<h2>¿Qué podemos hacer nosotros como consumidores de alimentos?</h2>
<p>La cadena alimentaria está formada por una serie de eslabones y nosotros, como consumidores, somos el último peldaño. Es por eso por lo que, a la hora de manipular los alimentos, es importante prevenir las infecciones lavándonos frecuentemente las manos, preparando los alimentos en condiciones higiénicas y evitando el contacto de los alimentos con enfermos.</p>
<p>¿Pero cuáles son esas condiciones higiénicas? La OMS ofrece <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/resistencia-a-los-antibi%c3%b3ticos">cinco claves para la inocuidad de los alimentos</a>: mantener la limpieza de la zona de trabajo; separar alimentos crudos y cocinados; cocinar completamente; mantener los alimentos –crudos y cocinados– a temperaturas seguras; y usar agua y materias primas inocuas para cocinar.</p>
<p>Además, es conveniente elegir alimentos para cuya producción no se hayan utilizado antibióticos con el fin de estimular el crecimiento ni de prevenir enfermedades en animales sanos. Y en caso de desinfectar las zonas donde manipulamos alimentos, rotar los productos desinfectantes.</p>
<p>Este conjunto de medidas podría ayudar a prevenir la propagación de bacterias resistentes o tolerantes a lo largo de la cadena alimentaria. No hay que perder de vista que se calcula que <a href="https://www.sempsph.com/es/noticias/salud-publica/en-el-ano-2050-habra-mas-muertes-relacionadas-con-superbacterias-resistentes-que-por-cancer.html">en 2050 habrá más muertes por bacterias resistentes a antibióticos que por cáncer</a>, y muchas de estas bacterias vienen de los alimentos. Evitarlo está en nuestras manos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/154194/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Mª Rosario Lucas López recibe fondos de Proyectos I+D+I competitivos de la Junta de Andalucía (2020/00054 y 2020/00290). </span></em></p><p class="fine-print"><em><span><a href="mailto:agalvez@ujaen.es">agalvez@ujaen.es</a> recibe fondos de proyectos competitivos de convocatorias de ámbito autonómico y nacional</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>María José Grande Burgos y Rubén Pérez Pulido no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>Al manipular los alimentos en la cocina es importante lavarnos frecuentemente las manos, mantener condiciones higiénicas y evitar el contacto de los alimentos con enfermos. Así evitaremos diseminar resistencias a antibióticos.Mª Rosario Lucas López, Profesora Titular del Área de Microbiología, Universidad de Jaén., Universidad de JaénAntonio Gálvez del Postigo, Chair professor, Universidad de JaénMaría José Grande Burgos, Assistant researcher, Universidad de JaénRubén Pérez Pulido, Profesor Titular Universidad, Universidad de JaénLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1561342021-03-01T20:42:38Z2021-03-01T20:42:38Z¿Qué queremos de un baño público?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/386684/original/file-20210226-19-1ls6noi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C0%2C5828%2C3894&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/walkway-toilet-department-store-shopping-mall-1236918034">Shutterstock / bump23</a></span></figcaption></figure><blockquote>
<p><em>En la estación de Moncloa (Madrid) hay entre cuatro y seis minutos desde la dársena donde cojo el autobús 627 hasta el baño. Trato de salir de casa al menos diez minutos antes por si necesito pasar por el aseo antes de subir al bus en el que estoy unos cuarenta minutos hasta llegar a mi puesto de trabajo. Cuarenta minutos en los que, si estás con un brote de colitis ulcerosa, te preguntas si conseguirás aguantar.</em></p>
<p><em>El suelo del baño del intercambiador de Moncloa está pegajoso. El interior de la instalación siempre huele mal, no suele tener papel higiénico y la taza suele estar goteada de pis (cuando no de algo peor).</em></p>
</blockquote>
<p>Seguro que a todos nos resulta familiar esta experiencia. Porque todos, en mayor o menor medida, hacemos uso de los baños públicos. A veces intentamos evitarlos porque, a decir verdad, están bastante lejos de ofrecer el mismo confort y bienestar que nos proporciona el hogar. Más bien suelen ser entornos hostiles e inadecuados para nuestras necesidades. Incluso suponen un problema de salud pública que a menudo queda olvidado. Sin ir más lejos, algunos estudios encuentran que postergar el uso de baños públicos por ser inadecuados para su uso está relacionado con el desarrollo de problemas de vejiga en <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32096679/">mujeres</a>.</p>
<p>No obstante, pese a su importancia, hasta ahora no se había estudiado qué elementos determinan que valoremos un baño público de forma positiva o negativa. Para subsanarlo, investigadores de la Universidad Camilo José Cela y la Universidad de Zaragoza pusimos en marcha <a href="https://www.mdpi.com/1660-4601/17/21/7817">un estudio para identificar</a> qué aspectos determinan que un aseo público sea considerado adecuado (o todo lo contrario). </p>
<h2>Intimidad, higiene y usabilidad, las tres prioridades</h2>
<p>Para llevar a cabo la investigación acudimos a quienes, por el uso habitual, son expertos en baños públicos: pacientes de enfermedades inflamatorias intestinales tales como la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa o el síndrome de colon irritable. No hay que perder de vista que estos enfermos crónicos no tienen la opción de retrasar voluntariamente el uso del baño, por lo que hacen un uso (obligado) frecuente de estos aseos. </p>
<p>En las conversaciones con ellos detectamos varios aspectos que aparecían de manera reiterada al hablar sobre sus preocupaciones relativas a baños públicos, así como en las descripciones de las instalaciones satisfactorias e insatisfactorias. “Si no hay papel, literalmente siento que no puedo usar ese baño y me da mucha ansiedad. También que no huela asquerosamente mal porque es muy desagradable estar en un entorno así, te recuerda que hay algo malo contigo”, nos comentaba una de las pacientes entrevistada para nuestra investigación. </p>
<p>En esencia, todos coincidían en la importancia de que el aseo ofrezca intimidad (por ejemplo, que tenga pestillos y esté alejado de una zona con mucha gente), que sea higiénico, que tenga todos los elementos para ser usado (como un perchero o papel higiénico) y que sea fácil desenvolverse en él (usabilidad). Por eso los temas recurrentes se agruparon bajo tres etiquetas: privacidad, limpieza o higiene y usabilidad. </p>
<p>Además, los resultados también indicaron que las personas dependientes de baños públicos valoran más la privacidad y la limpieza que las personas que no lo son. Eso sí, no se encontraron diferencias en cuanto a la usabilidad. Quizás porque las personas dependientes, hasta cierto punto, pueden compensar la falta de usabilidad llevando consigo algunos elementos que suelen fallar (como la disponibilidad de papel higiénico) y que ya prevén con anterioridad al ser usuarios asiduos.</p>
<p>Otra cuestión que observamos es la brecha de género en los tres elementos de la escala. De acuerdo con los datos, las mujeres suelen valorar más la intimidad, la higiene y la usabilidad que los hombres. Este hecho podría sacar a relucir que, como se ha puesto de manifiesto en <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7142493/">otros estudios</a>, los baños públicos no están correctamente adaptados a <a href="https://bmcwomenshealth.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12905-019-0740-3">sus necesidades</a>. “Que tenga todo lo que necesito, percherito, su jabón, su papel, sus cosas como toca. Y que te metas y no parezca el baño de una estación… Que parezca algo que cuidan o que le importa a alguien” nos contaba una chica durante una de las entrevistas.</p>
<h2>Más expectativas, más decepción</h2>
<p>Otro hallazgo destacable es que, en términos generales, la gente que valora más los diferentes elementos de los baños públicos también tiene peores expectativas acerca de los mismos. Así, suelen considerar con más frecuencia que los baños públicos son lugares sucios e incómodos cuyo uso les genera ansiedad. Además, cuanto más alta es la valoración personal, más tratan de evitar su uso. </p>
<p>Este estudio es el primero en aportar algo de luz a qué consideramos un buen baño público. Y la respuesta a esta pregunta puede repercutir en cómo pensamos y diseñamos estas instalaciones. Repensar los baños públicos no solo tendría beneficios para las personas dependientes, sino también para otros grupos poblacionales, como el de las mujeres. </p>
<p>Usemos la ciencia para construir un buen lugar público para un acto sumamente privado.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/156134/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Guido Corradi recibe fondos de la Universidad Camilo José Cela. </span></em></p>Todos, en mayor o menor medida, hacemos uso de los baños públicos. A veces intentamos evitarlos porque, a decir verdad, están bastante lejos de ofrecer el mismo confort y bienestar que nos proporciona el hogar.Guido Corradi, Profesor de percepción y atención, Universidad Camilo José CelaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1537522021-02-03T19:38:42Z2021-02-03T19:38:42Z¿Gel hidroalcohólico o agua y jabón frente al SARS-CoV-2? Ambos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/381919/original/file-20210202-17-1dtxibe.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C16%2C5355%2C3549&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/woman-bathrobe-washing-hands-414180118">Shutterstock / Summer Photographer</a></span></figcaption></figure><p>La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 nos ha robado gestos tan nuestros como el de darnos abrazos. Pero también ha traído cosas buenas: ha conseguido que volvamos a recordar la importancia de la higiene de manos para mantener un estado saludable. Con y sin pandemia.</p>
<h2>Prevenir mejor que curar</h2>
<p>Confirmada la transmisión aérea de la covid-19 mediante aerosoles, en los últimos meses de la pandemia los científicos se han centrado, con buen criterio, en fomentar la ventilación de los espacios cerrados. Pero pese a que la variable de la renovación del aire de las estancias es crucial para el control de la transmisión, no debemos olvidar el resto de medidas que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha venido recomendando desde el principio. A saber: distancia de seguridad, uso de mascarillas incluso en espacios abiertos y, sobre todo, higiene frecuente de manos.</p>
<p>No es la primera vez en la historia que este buen hábito cobra importancia. La higiene de manos se convirtió en una práctica habitual a mediados del siglo XIX, principalmente debido a la alta mortalidad entre las parturientas que ingresaban en los hospitales europeos para dar a luz. Otro hito clave lo protagonizó en 1822 el farmacéutico francés Dr. French, que demostró que mojar las manos en una solución clorada podía erradicar el mal olor de los cadáveres y el contagio de enfermedades.</p>
<h2>La falta de higiene mata</h2>
<p>Pese a todo lo que ha llovido desde entonces, la falta de higiene de manos aún provoca efectos nocivos en la salud mundial. Sin ir más lejos, <a href="https://www.unicef.es/noticia/dia-mundial-del-lavado-de-manos">causa la muerte de 3,5 millones de niños y niñas del mundo cada año</a>.</p>
<p>Si nos centramos en la población adulta, el <em>Helicobacter Pylori</em>, bacteria causante de la úlcera de estómago, se encuentra <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6531487/">en dos terceras partes de la población mundial</a>. Y resulta que su vía de contagio es fecal-oral, por lo que su transmisión se debe a la falta de higiene de manos de los individuos después de ir al baño. </p>
<p>Tan grave es el asunto que existe un Día Mundial del Lavado de Manos –el 15 de octubre– dedicado a concienciar a la población mundial de la importancia de dicha práctica.</p>
<p>La contagiosidad del SARS-Cov-2, especialmente de las nuevas cepas que están apareciendo, hace que las superficies impregnadas con cierta cantidad de fluidos se conviertan en <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7263814/">foco de contagio</a>. Si una superficie con suficiente carga viral se toca con las manos, y si estas se llevan después <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK470254/">cerca de las mucosas (ojos, boca, nariz)</a>, la probabilidad de contagiarse se dispara.</p>
<p>La alta incidencia de pacientes infectados cada día, unido a que en la mayoría de casos la colocación y el uso de mascarillas no es el correcto, hace que los lugares frecuentados por mucha gente puede presentar superficies infectadas. Si a esto sumamos que solemos tocarnos la cara <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7115329/">una media de 500 veces al día</a>, sin apenas darnos cuenta, parece evidente que debemos prestar mucha atención a esta técnica.</p>
<p>De poco sirve que se desinfecten espacios y superficies, o que se ventilen bien las estancias, si no se acompañan estas medidas con la frecuente higiene de manos. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/381921/original/file-20210202-21-j4j6s7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Una persona pulveriza sobre una de sus manos un gel hidroalcohólico." src="https://images.theconversation.com/files/381921/original/file-20210202-21-j4j6s7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/381921/original/file-20210202-21-j4j6s7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/381921/original/file-20210202-21-j4j6s7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/381921/original/file-20210202-21-j4j6s7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/381921/original/file-20210202-21-j4j6s7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/381921/original/file-20210202-21-j4j6s7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/381921/original/file-20210202-21-j4j6s7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<h2>No es lo mismo lavado de manos que higiene de manos</h2>
<p>Para minimizar el contagio de covid-19, conviene tener clara la diferencia que existe entre lavado e higiene de manos, los productos adecuados, así como la correcta técnica. </p>
<p>Para empezar, se entiende por lavado de manos la eliminación de suciedad y parte de los microorganismos con agua y jabón no antiséptico. Se trata de la opción más recomendable cuando encontramos <a href="https://www.who.int/gpsc/5may/Hand_Hygiene_Why_How_and_When_Brochure.pdf">restos de suciedad visible en las manos</a>. Este lavado debería durar entre 40 y 60 segundos.</p>
<p>Por otro lado, tenemos como alternativa la higiene de manos, que se refiere a la erradicación de microorganismos contaminantes gracias a un producto antiséptico (solución alcohólica o jabón antiséptico) y durante un tiempo no inferior a 25 segundos. Es la <a href="https://www.who.int/gpsc/5may/tools/ES_PSP_GPSC1_Higiene-de-las-Manos_Brochure_June-2012.pdf">opción recomendada</a> cuando no tenemos las manos visiblemente sucias.</p>
<p>En cuanto a los productos adecuados, cabe diferenciar entre jabón no antiséptico, que presenta solo acción limpiadora, y jabón antimicrobiano, que incorpora un agente antiséptico. El término “agente antiséptico” engloba los alcoholes (popularmente llamados geles hidroalcohólicos), la clorhexidina, la clorina, el hexaclorofeno, el yodo, el cloroxyfenol, los compuestos de amonios cuaternarios y el triclosan.</p>
<p>En la práctica, mientras dure la pandemia conviene realizar higiene de manos cada vez que tocamos superficies que puedan estar contaminadas, <a href="https://www.who.int/gpsc/tools/Five_moments/es/">antes de tocarnos la cara y al retirarnos la mascarilla</a>. Siguiendo las recomendaciones oficiales, se optará preferentemente por productos con base alcohólica, recordando siempre frotar intensamente durante al menos 25 segundos. Y la medida se acompañará con un lavado de manos previo cuando estas se encuentren visiblemente sucias.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/153752/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>José Miguel Robles Romero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Mientras dure la pandemia conviene realizar higiene de manos con gel hidroalcohólico cada vez que tocamos superficies que puedan estar contaminadas. Usando agua y jabón previamente si están sucias.José Miguel Robles Romero, Profesor Doctor de la Facultad de Enfermería, Universidad de HuelvaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1393392020-06-02T19:18:12Z2020-06-02T19:18:12Z¿Champú o vinagre? Ni uno ni otro ni la frecuencia de lavado influyen en la salud capilar o la calvicie<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/338328/original/file-20200528-51509-1k494uz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3882%2C2584&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/detail-some-dreadlocks-warm-illuminated-white-355290134"> PRILL / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Muchas personas consideran que lavar mucho o poco el pelo puede influir en su caída, o incluso que la marca o el tipo de champú que escojan puede modificar significativamente su salud capilar. Nada más lejos de la realidad. De hecho, podríamos decir que, en general, tendemos a darle demasiada importancia al champú.</p>
<p>Los champús actúan de forma externa y, en consecuencia, no tienen capacidad de penetrar el cuero cabelludo. Es más, que lo hicieran sería peligroso. Como ningún champú llega a la raíz, ninguno puede modificar la salud del pelo. Su aspecto sí, pero no su salud.</p>
<p>En nuestras consultas de dermatología recibimos múltiples consultas sobre salud capilar. Ofrecemos a continuación respuesta a las más frecuentes.</p>
<h2>Dudas frecuentes sobre el cabello</h2>
<p><strong>1. ¿Con qué frecuencia debemos lavarnos el pelo?</strong></p>
<p>La salud del cabello no se ve influida, en ningún caso, por la frecuencia de lavado ni tampoco por el tipo de champú. Es un tema de estética e higiene, lo mismo que elegir cuándo cambiarse de jersey. Nosotros decidimos cuándo hacerlo, pero la salud de la piel (del cuero cabelludo) no se ve influida por la frecuencia.</p>
<p>Para eliminar la grasa, las abuelas pueden lavarse un día a la semana. Los adolescentes, en cambio, deberán hacerlo mucho más a menudo, sobre todo porque están en un momento hormonalmente explosivo. Los niños, antes de la pubertad, casi no tienen grasa en la cabeza y también se pueden lavar un día a la semana.</p>
<p>Durante la menstruación, las mujeres no necesitarán lavarse la cabeza tan a menudo, porque no producirá tanta grasa.</p>
<p><strong>2. ¿Por qué los champús, las lociones y los suplementos vitamínicos no sirven?</strong></p>
<p>Porque ningún champú ni loción penetra la piel hasta llegar a la raíz del pelo. Además, el primero es un producto que se enjuaga rápidamente. </p>
<p>En cuanto a las vitaminas, ya sean de aplicación externa como por vía oral, hay que partir de que una persona sana con una dieta variada no necesita suplementos vitamínicos. Lo que ocurre es que la industria farmacéutica quiere captar a toda la población mundial, no solo a los enfermos, sino también a los sanos. </p>
<p>Tampoco existe ninguna vitamina, champú o loción que influya en la calvicie: depende casi exclusivamente de factores genéticos. Es más, nuestro cuerpo, si lo dejamos tranquilo, funciona mucho mejor. </p>
<p><strong>3. ¿Por qué se nos cae tanto el pelo?</strong></p>
<p>Las personas confunden recambio capilar con caída. En realidad, lo más habitual es que mudemos el cabello. Cuando éramos animales y vivíamos al aire libre, las mudas tenían más sentido, porque servían para regular la temperatura del cuerpo. De hecho, muchos mamíferos siguen haciendo una muda estacional sincronizada, lo que implica que cada año, en el mismo periodo, renuevan su pelo. En su caso, el proceso está regulado por el clima. </p>
<p>Los humanos, sin embargo, hemos perdido esta sincronización, porque disponemos de calefacción, abrigos, aires acondicionados y demás reguladores de temperatura que no son siempre iguales y que despistan mucho al organismo. Aún así, mantenemos la tendencia a hacer “mudas” del pelo constantes. </p>
<p>Aprovechemos para aclarar algo fundamental: la caída de cabello y la calvicie son dos cosas radicalmente distintas; uno imagina que porque se cae el pelo se quedará calvo, pero no es así. Hay procesos de calvicie que no implican una mayor caída, sino sencillamente que la raíz no trabaja bien. Si llenamos la ducha o el peine de pelos, seguramente es señal de que estamos muy sanas, porque renuevo mi cabellera de forma eficaz. </p>
<h2>La frecuencia no importa</h2>
<p>En resumen, podemos utilizar el champú que más nos guste y lavarnos con la frecuencia que nos apetezca, ya que en ningún caso va a influir en nuestra salud capilar, sino <a href="http://www.ijtrichology.com/article.asp?issn=0974-7753;year=2017;volume=9;issue=3;spage=136;epage=137;aulast=Asifa">solamente en nuestro aspecto e higiene</a>. Es más, un <em>rasta</em> que no se lava el pelo en años tiene el mismo riesgo de calvicie que un deportista profesional que lo lave tres veces al día.</p>
<p>Lo mismo se puede decir de alternativas al champú como el vinagre u otros potingues desengrasantes: si uno se siente cómodo usándolos puede hacerlo. Pero si preferimos métodos “tradicionales” podemos continuar recurriendo al champú.</p>
<p>Concretamente con el vinagre, que ahora parece que ha despertado un cierto interés, se podría afirmar que sólo tiene una función levemente desengrasante. Por tanto, puede dar un aspecto agradable en algunos tipos de pelo, pero sin duda un buen champú con acondicionador conseguirá unos resultados estéticamente mucho mejores.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/139339/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ramon Grimalt no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los champús actúan externamente y, en consecuencia, no tienen capacidad de penetrar el cuero cabelludo. Como ningún champú llega a la raíz, ninguno puede modificar la salud del pelo. Solo su aspecto.Ramon Grimalt, Profesor agregado del Departamento de Medicina. Facultat de Medicina i Ciències de la Salut., Universitat Internacional de CatalunyaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1348772020-03-28T22:13:03Z2020-03-28T22:13:03ZCuando los médicos no se lavaban las manos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/323745/original/file-20200328-146695-d538tf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=139%2C242%2C1488%2C798&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Dibujo de unas manos, por Anton Raphael Mengs (1728-1779)</span> <span class="attribution"><a class="source" href="http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000111633">BNE -Biblioteca Digital Hispánica</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/">CC BY-NC-SA</a></span></figcaption></figure><blockquote>
<p>“Cuando se haga historia de los errores humanos se encontrarán difícilmente ejemplos de esta clase y provocarán asombro que hombres tan competentes, tan especializados, pudieran, en su propia ciencia, ser tan ciegos, tan estúpidos”.</p>
<p>Ferdinand Ritter von Hebra en <a href="https://www.unebook.es/es/libro/semmelweis_135853"><em>Semmelweis</em></a>, de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Louis-Ferdinand_C%C3%A9line">Ferdinand Céline</a>.</p>
</blockquote>
<p>Los médicos no siempre se han lavado las manos. Esta técnica, tan promovida en estos tiempos de pandemia, se remonta tan sólo al siglo XIX. Sus antecedentes también están ligados a un país, Austria, y a un lugar: el Hospital General de Viena. Durante este tiempo fue considerado uno de los más grandes y mejores hospitales de Europa. Entre los muchos casos que se trataban en este centro, llama con especial atención los dos grupos médicos que trabajaban con parturientas. </p>
<h2>Una mortandad puerperal del 96%</h2>
<p>Su mención no se debe al buen trabajo de estos profesionales, sino al elevadísimo índice de mortandad en las mujeres que daban a luz. En diciembre de 1842, las pacientes llegaron a sucumbir una media de 33 mujeres de cada 100 alumbramientos, pero la cifra se hizo alarmante en 1846, cuando la mortandad ascendió a la trágica media de un 96%. La causa siempre era la misma: fiebre puerperal.</p>
<p>En este hospital se elevaban dos pabellones de idéntica construcción dedicados a maternidad. En uno de ellos trabajaba el doctor <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ignaz_Semmelweis">Philip Ignaz Semmelweis</a>, protagonista de esta historia, y era dirigido por el doctor Klin. </p>
<p>Semmelweis se dio cuenta de que morían más mujeres en su ala del hospital que en la otra capitaneada por el Dr. Bartch. La única diferencia que encontraba entre un pabellón y otro era que en el suyo estaban los estudiantes de medicina y en el otro se encontraban las aprendices de matronas. </p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/323695/original/file-20200327-146712-1m4nc42.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/323695/original/file-20200327-146712-1m4nc42.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/323695/original/file-20200327-146712-1m4nc42.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=621&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/323695/original/file-20200327-146712-1m4nc42.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=621&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/323695/original/file-20200327-146712-1m4nc42.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=621&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/323695/original/file-20200327-146712-1m4nc42.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=781&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/323695/original/file-20200327-146712-1m4nc42.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=781&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/323695/original/file-20200327-146712-1m4nc42.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=781&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Ignaz Philipp Semmelweis (1818-1865).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Semmelweis_Ign%C3%A1c_(1818-1865)_az_%E2%80%9Eany%C3%A1k_megment%C5%91je%22.png">Wikimedia Commons</a></span>
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</figure>
<h2>Un doctor dispuesto a encontrar la causa</h2>
<p>Lo primero que pensó fue que la razón de la muerte de las pacientes podría deberse a los violentos tocamientos de los alumnos al examinar a las mujeres; palpaciones que les ocasionaba una inflamación mortal. Para comprobar su hipótesis solicitó a Klin y a Bartch cambiar a los estudiantes de medicina y a las matronas de una maternidad a otra. </p>
<p>Los efectos del cambio no se hicieron esperar y el índice de mortandad disminuyó en el área dirigida por Klin, mientras que, para disgusto del Dr. Bartch, en su pabellón las muertes ascendieron de forma drástica. Obviamente, éste último solicitó de nuevo el cambio de personal y Klin no dudó en despedir a 20 de los 40 estudiantes que trabajaban para él. </p>
<h2>¿Por qué los estudiantes eran más mortales?</h2>
<p>A partir de ese momento Semmelweis centró su atención en los jóvenes médicos. Pese a su esmerada supervisión no encontró nada fuera de lo común en sus prácticas y la media de mortandad no descendía. Poco después se dio cuenta de otra diferencia: los estudiantes de medicina hacían autopsias como parte de su formación. </p>
<p>Además, conoció el caso del Dr. Kolletchka, profesor de anatomía, que murió por una infección a consecuencia de una herida durante una estas disecciones. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/323693/original/file-20200327-146689-1dzslk7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C0%2C4009%2C1730&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/323693/original/file-20200327-146689-1dzslk7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C0%2C4009%2C1730&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/323693/original/file-20200327-146689-1dzslk7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=259&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/323693/original/file-20200327-146689-1dzslk7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=259&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/323693/original/file-20200327-146689-1dzslk7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=259&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/323693/original/file-20200327-146689-1dzslk7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=325&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/323693/original/file-20200327-146689-1dzslk7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=325&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/323693/original/file-20200327-146689-1dzslk7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=325&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Busto homenaje a Ignaz Philipp Semmelweis en el Museo de Higiene Social de Budapest.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Ignaz_Philipp_Semmelweis._Photograph_after_a_frieze_in_the_S_Wellcome_V0027139.jpg">Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>El contacto mortal autopsias-parturientas</h2>
<p>Semmelweis comenzó a fraguar la idea de que trabajar con parturientas después de haber estado manipulando cadáveres podría ser la razón de un contagio producido por lo que él llamó una “materia cadavérica” que se quedaba impregnada en las manos de los jóvenes doctores. Esta materia cadavérica se transmitía a las pacientes al tratarlas; la razón de la muerte era, por tanto, una especie de contagio mortal.</p>
<p>Para comprobar su hipótesis, Semmelweis hizo instalar unos lavabos en las salas de atención y pidió a los médicos lavarse las manos antes de tratar a las parturientas. Cuando el doctor Klin, su jefe, exigió una explicación para tal medida, Semmelweis no supo darla y, debido a una mala contestación, sólo consiguió que le despidieran. </p>
<h2>Resultados inmediatos</h2>
<p>Afortunadamente, el Dr. Bartch lo aceptó dentro de su pabellón, lo que permitió que Semmelweis siguiera indagando las causas de las muertes de las pacientes. Volvió a la carga y solicitó a las estudiantes de matrona y a todo aquel que atendiera a una paciente lavarse las manos con cloruro cálcico. Tras un mes de aplicación de la nueva técnica de lavado, la mortandad de las mujeres por fiebre puerperal en el pabellón de Bartch llegó a ser de tan sólo un 0,23%. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/323697/original/file-20200327-146689-14eu4j0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/323697/original/file-20200327-146689-14eu4j0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/323697/original/file-20200327-146689-14eu4j0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=809&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/323697/original/file-20200327-146689-14eu4j0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=809&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/323697/original/file-20200327-146689-14eu4j0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=809&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/323697/original/file-20200327-146689-14eu4j0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1017&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/323697/original/file-20200327-146689-14eu4j0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1017&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/323697/original/file-20200327-146689-14eu4j0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1017&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Carta abierta de Semmelweis enviada en 1862 a los obstetras más relevantes de Europa en la que denuncia a sus críticos como asesinos irresponsables e ignorantes.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Ignaz_Semmelweis_1862_Open_letter.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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<h2>Un trágico final</h2>
<p>Aún así, la nueva técnica de lavado resultaba incómoda y las críticas fueron aumentando entre todo el personal; tanto fue así que Semmelweis terminó siendo destituido de su cargo y desacreditado como científico. </p>
<p>Pero su obsesión por sostener sus ideas era tan grande que llegó a cortarse a sí mismo, con instrumental usado en las autopsias, frente al semblante atónito de sus compañeros. Su intención era probar, con su propia infección, la verdad de sus palabras. No solo no consiguió la atención que solicitaba sino que fue internado en un manicomio, donde moriría al poco tiempo debido a la infección.</p>
<h2>Una idea revolucionaria</h2>
<p>Ahora nos parece obvio que un médico se lave las manos antes de atender a un paciente, pero hay que pensar que todavía en pleno siglo XIX se seguía creyendo que el origen de las enfermedades se debía a lesiones internas o, de existir un contagio, éste tenía su origen en la influencia miasmática (emanaciones fétidas transmitidas por el aire). </p>
<p>Es decir, las patologías provenían, principalmente, del interior del cuerpo. No se creía que efectos externos pudieran influir en las enfermedades. Desde este paradigma, no extraña que los médicos no tuvieran ningún interés en una rigurosa asepsia (ni siquiera una escasa limpieza) a la hora de atender a los pacientes. </p>
<h2>Pasteur, Koch y los microorganismos</h2>
<p>Más adelante se dio paso a un estudio posterior de los microorganismos (<em>contagium animatum</em>) en el tratamiento de enfermedades infecciosas. Dos figuras sobresalen a este respecto: <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Louis_Pasteur">Louis Pasteur</a> y <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Koch">Robert Koch</a>. Sin embargo, lo más importante es que a partir de ese momento la realidad médica fue vista de forma diferente. </p>
<p>Los pacientes ya no sólo enfermaban por factores internos de su cuerpo, sino que también podían contraer patologías por factores externos transmitidos por microorganismos (virus y bacterias). </p>
<p>Así que, de alguna manera, debemos, primero a Semmelweis y después a Pasteur y Koch, <a href="https://theconversation.com/covid-19-lavemonos-las-manos-por-favor-131511">las medidas que proponemos en contra del coronavirus SARS-CoV-2</a>. Medidas que todavía a principios del siglo XIX eran desdeñadas como absurdas.</p>
<p>Semmelweis es reconocido en la actualidad como uno de los padres de la antisepsia (lo que él pretendía era quitar <em>el olor</em> de las emanaciones miasmáticas) y como salvador de las madres. Por desgracia, no llegó a disfrutar de estos renombres en vida y murió denostado por sus colegas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/134877/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ramón Ortega Lozano no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Por mucho que repela a la lógica, hasta finales del siglo XIX los médicos no se lavaban las manos. El austriaco Semmelweis, que descubrió la importancia de la asepsia, murió desacreditado y enfermo.Ramón Ortega Lozano, Profesor de Antropología de la salud y Comunicación humana en la Facultad de Ciencias de la Salud San Rafael-Nebrija, Universidad NebrijaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1343672020-03-23T21:11:59Z2020-03-23T21:11:59ZCómo dejar de tocarse la cara para minimizar la propagación del coronavirus (y otros gérmenes)<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/322305/original/file-20200323-112683-ixh7yk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C232%2C9145%2C5640&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Tocarse la cara es un gesto natural, pero propaga los gérmenes. Hay formas de parar.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/group-tired-fatigued-people-who-hurt-1422481487">Josep Curto/Shutterstock.com</a></span></figcaption></figure><p>Los profesionales de salud pública promueven constantemente el <a href="https://theconversation.com/covid-19-lavemonos-las-manos-por-favor-131511">lavado de manos </a>como una forma de protegerse del coronavirus. Sin embargo, este microorganismo puede <a href="https://doi.org/10.1056/NEJMoa2002032">sobrevivir en el metal y el plástico durante días</a>: el simple gesto de ajustarse las gafas con los dedos puede ser suficiente para que una persona se infecte. Por esta razón, <a href="https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/prepare/prevention-sp.html">los Centros para el Control y la Prevencion de Enfermedades</a> y <a href="https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public">la Organización Mundial de la Salud</a> recomiendan que evitemos tocarnos el rostro.</p>
<p>Somos expertos en psicología y salud pública. <a href="https://scholar.google.com/citations?user=4fblZnAAAAAJ&hl=en&oi=ao">Brian Labus</a> es un experto en enfermedades contagiosas y sabe lo que debemos hacer para prevenir la infección. <a href="https://scholar.google.com/citations?user=YZJ3e-AAAAAJ&hl=en&oi=ao">Stephen Benning</a> es un psicólogo clínico especialista en ayudar a las personas a cambiar sus hábitos y a gestionar el estrés de manera saludable. <a href="https://scholar.google.com/citations?hl=en&user=Imi7MlEAAAAJ">Kimberly Barchard</a> es una experta en metodología de la investigación que quería averiguar qué dicen los estudios sobre la costumbre de tocarnos la cara. Juntos, utilizamos nuestra experiencia clínica y las evidencias científicas para identificar las mejores prácticas para evitar este gesto y disminuir las posibilidades de que las personas se contagien de COVID-19.</p>
<p>Las personas nos tocamos la cara con frecuencia. Nos limpiamos los ojos, nos rascamos la nariz, nos mordemos las uñas y nos mesamos la barba. Nos llevamos las manos al rostro más a menudo cuando estamos <a href="http://doi.org/10.1901/jaba.1996.29-259">ansiosos</a>, <a href="http://doi.org/10.1037/a0015766">avergonzados</a> o <a href="https://doi.org/10.1080/10615806.2014.1000878">estresados</a>, pero también cuando no sentimos nada especial. Distintas investigaciones muestran que <a href="https://doi.org/10.1016/j.ajic.2014.10.015">los estudiantes</a>, <a href="https://doi.org/10.1080/15459620802003896">los oficinistas</a>, el <a href="https://doi.org/10.3122/jabfm.2014.03.130242">personal médico</a> y <a href="https://doi.org/10.1051/e3sconf/201911102027">las personas que viajan en los trenes</a> lo hacen un promedio de entre nueve y 23 veces por hora.</p>
<p>¿Por qué es tan difícil parar? Tocarnos la cara nos alivia frente a molestias momentáneas como picores y tensión muscular. Estas molestias <a href="https://doi.org/10.1016/j.cbpra.2009.09.001">normalmente desaparecen en un minuto</a>, pero palparnos el rostro nos proporciona un alivio inmediato que eventualmente lo convierte en una respuesta automática habitual que se resiste al cambio.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/322281/original/file-20200323-112683-aykk3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/322281/original/file-20200323-112683-aykk3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/322281/original/file-20200323-112683-aykk3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/322281/original/file-20200323-112683-aykk3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/322281/original/file-20200323-112683-aykk3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/322281/original/file-20200323-112683-aykk3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/322281/original/file-20200323-112683-aykk3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/322281/original/file-20200323-112683-aykk3g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Nos tocamos más la cara en momentos de tensión o preocupación.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/photos/OKCCCbyon28">Nathan Dumlao/Unsplash</a></span>
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</figure>
<h2>Cambiar conductas habituales</h2>
<p><a href="https://doi.org/10.1016/0005-7967(73)90119-8">El entrenamiento para la reversión de hábitos</a> es una técnica bien establecida de modificación de conducta que ayuda <a href="https://doi.org/10.1016/j.cpr.2011.03.013">a eliminar una amplia variedad de comportamientos aparentemente automáticos</a>, <a href="https://doi.org/10.1007/978-1-4939-2605-3_10">como los tics nerviosos</a>, <a href="https://doi.org/10.1016/0005-7967(80)90086-8">morderse las uñas</a> y <a href="https://doi.org/10.1016/0005-7916(95)00009-o">el tartamudeo</a>. </p>
<p>Esta estrategia enseña a las personas a observar el malestar que sus hábitos generan y les ayuda a elegir otras conductas que utilizar hasta que la incomodidad pase, así como a cambiar su entorno inmediato para disminuir dicha incomodidad.</p>
<p>Puede que ya haya cambiado otros hábitos, como toser tapándose la boca con la zona interna del codo y sustituir los apretones de manos por una reverencia o un simple saludo con la mano en alto. Pero a diferencia de lo que ocurre con estas acciones, a menudo nos tocamos frecuentemente la cara <a href="https://doi.org/10.1371/journal.pone.0213677">inconscientemente</a>. Así que el primer paso para reducir este gesto es <a href="https://doi.org/10.1016/0005-7916(95)00009-o">tomar conciencia</a>.</p>
<p>Cada vez que se toque la cara, note cómo lo hace, el impulso o la sensación que lo precedió y la situación en la que estaba cuando ocurrió (qué hacía, dónde se encontraba físicamente o qué sentía emocionalmente). Si normalmente no se da cuenta de cuándo se toca la cara, puede pedirle a otra persona que se lo indique.</p>
<p>El autocontrol es más efectivo cuando se lleva <a href="https://doi.org/10.1037/bul0000025">un registro físico</a>. Puede elaborar un registro donde describa brevemente cada situación en que se lleve las manos a la cara. Por ejemplo, podría anotar lo siguiente:</p>
<ul>
<li><p><em>Me he rascado la nariz con el dedo, sentía picazón, estaba en mi escritorio</em>.</p></li>
<li><p><em>Jugueteaba con las gafas, sentía cosquillas en las manos, frustrado</em>.</p></li>
<li><p><em>Tenía la barbilla apoyada en la palma de la mano, dolor de cuello, mientras leía</em>.</p></li>
<li><p><em>Me mordía las uñas, clavaba las uñas en los pantalones, veía la televisión</em>.</p></li>
</ul>
<p>La autovigilancia es todavía más eficaz si <a href="https://doi.org/10.1037/bul0000025">los resultados se comparten públicamente</a>, así que considere la posibilidad de mostrar los resultados a sus amigos o en redes sociales.</p>
<p>Puede leer información más detallada sobre el entrenamiento para la reversión de hábitos en <a href="https://theconversation.com/more-than-a-habit-when-to-worry-about-nail-biting-skin-picking-and-other-body-focused-repetitive-behaviours-102263">este artículo</a>.</p>
<h2>Elaborar nuevas respuestas</h2>
<p>Una vez sea consciente del comportamiento que desea cambiar, puede reemplazarlo con otra reacción opuesta a los movimientos musculares necesarios para palparse el rostro. Cuando sienta la necesidad de tocarse la cara, puede <a href="https://doi.org/10.1037/a0035744">apretar los puños</a>, <a href="https://doi.org/10.1016/j.jocrd.2011.11.00">sentarse en las manos</a>, <a href="https://doi.org/10.1016/j.cbpra.2009.09.001">presionar con las palmas de las manos la parte superior de los muslos</a> o <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17626502">estirar los brazos hacia abajo a los lados del cuerpo</a>. Esta respuesta alternativa debe ser discreta y adoptar una posición corporal que pueda mantenerse <a href="https://doi.org/10.1901/jaba.2001.34-517">por lo menos durante un minuto</a>. Recurra a ella mientras persista la necesidad de tocarse la cara.</p>
<p>Algunas fuentes recomiendan la manipulación de objetos para ocupar las manos con algo. Puede frotar las puntas de los dedos, juguetear con un bolígrafo o apretar una pelota antiestrés. La actividad debería mantener las manos lejos de la cabeza. Para los hábitos difíciles de cambiar, la manipulación de objetos <a href="http://ijps.tums.ac.ir/index.php/ijps/article/view/190">no es tan efectiva como</a> las respuestas alternativas, quizás porque tendemos a juguetear con objetos cuando nos aburrimos, pero <a href="https://doi.org/10.1901/jaba.1996.29-259">nos tocamos la cara y el pelo cuando estamos ansiosos</a>.</p>
<p>Obtenga más información sobre <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17626502">romper el ciclo de picazón-rascado</a>. </p>
<h2>Gestione los detonantes</h2>
<p><a href="https://doi.org/10.1177/1529100618821893">Cambiar su entorno</a> puede reducir los impulsos de tocarse la cara y, de paso, disminuir la necesidad de utilizar respuestas alternativas. Utilice los registros para averiguar qué situaciones o emociones están asociadas con gestos que involucren al rostro. Por ejemplo:</p>
<ul>
<li><p>Si las gafas se le siguen resbalando de la nariz, puede utilizar sujeciones para las orejas o <a href="https://es.wikihow.com/evitar-que-los-anteojos-se-resbalen">cintas para el pelo</a> para evitar que se deslicen.</p></li>
<li><p>Si se muerde las uñas, puede emplear una lima para mantenerlas cortas o usar guantes o vendas para las puntas de los dedos, de modo que morderse las uñas sea imposible.</p></li>
<li><p>Si la alergia hace que le piquen los ojos o la piel, o que le moquee la nariz, puede limitar su exposición a los alérgenos o tomar antihistamínicos.</p></li>
<li><p>Si nota restos de comida entre los dientes, puede cepillárselos después de cada comida.</p></li>
<li><p>Para evitar que el pelo se le meta en los ojos o en la boca, puede emplear gomas, bandas, una bufanda o una cinta para el cabello.</p></li>
</ul>
<h2>Afróntelo, puede que no sea capaz de parar</h2>
<p>La mayoría de las personas no logran eliminar completamente los hábitos no deseados, pero pueden moderarlos. De acuerdo con <a href="https://doi.org/10.1146/annurev.clinpsy.121208.13143">los principios de reducción de daños</a>, el simple hecho de reducir el contacto con la cara disminuye las oportunidades de los virus para entrar en el organismo.</p>
<p>A veces, necesitamos tocarnos la cara: para usar hilo dental, ponernos lentes de contacto, limpiarnos la comida de los labios, maquillarnos o afeitarnos. Recuerde lavarse las manos primero. Pero si necesita ajustarse las gafas y no es posible esta limpieza previa, utilice un pañuelo de papel y tírelo inmediatamente después de usarlo. Evite alimentos de picar que se cojan con los dedos y llevarse comida a la boca con las manos sucias. Láveselas primero o use utensilios o el envoltorio para manipularla.</p>
<p>Otras formas de reducir la propagación de las enfermedades infecciosas incluyen la práctica del <a href="https://www.publichealth.va.gov/docs/flu/fs6-flu-factsheet-espanol.pdf">distanciamiento social</a>, <a href="https://www.cdc.gov/handwashing/esp/when-how-handwashing.html">el lavado minucioso</a> de las manos con agua y <a href="https://theconversation.com/el-jabon-es-un-arma-muy-eficaz-contra-el-coronavirus-134162">jabón</a> o con <a href="https://www.cdc.gov/handwashing/esp/show-me-the-science-hand-sanitizer.html">un desinfectante de manos</a> y la desinfección regular de las superficies de alto contacto. Sin embargo, cuando las manos tocan superficies contaminadas, las sugerencias anteriores pueden ayudarle a evitar tocarse la cara antes de volvérselas a lavar.</p>
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<p><em>Traducción del profesor de la Universidad de Cádiz <a href="https://theconversation.com/profiles/jose-m-mestre-286147">José M. Mestre</a>.</em></p>
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<p><em>Suscríbase a nuestros boletines <a href="https://theconversation.com/es/newsletters/boletin-diario-de-espana-15">diario</a> o <a href="https://theconversation.com/es/newsletters/la-conversacion-del-domingo-62">semanal</a> y recibirá análisis divulgativos de la mano de expertos investigadores y docentes universitarios.</em> </p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/134367/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Stephen D. Benning ha recibido financiación del Instituto Nacional de Salud Mental. Es miembro de la junta de la Sociedad para el Estudio Científico de la Psicopatía.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Brian Labus ha recibido financiación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y los Institutos Nacionales de Salud.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Kimberly A. Barchard no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Algunas personas se tocan la cara hasta 23 veces cada hora, a pesar de que ese gesto propaga los gérmenes, como el coronavirus. Damos algunas pautas para dejar de hacerlo.Stephen D. Benning, Assistant Professor of Psychology, University of Nevada, Las VegasBrian Labus, Assistant Professor of Epidemiology and Biostatistics, University of Nevada, Las VegasKimberly A. Barchard, Professor of Quantitative Psychology, University of Nevada, Las VegasLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1336972020-03-15T20:17:51Z2020-03-15T20:17:51ZCoronavirus: no todos los desinfectantes de manos son eficaces<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/320616/original/file-20200315-50556-4uda0j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C0%2C5973%2C3988&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/womens-hands-using-wash-hand-sanitizer-631119896"> Elizaveta Galitckaia / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Desde que se originó el brote de COVID-19, <a href="https://news.sky.com/story/coronavirus-rise-in-demand-for-hand-sanitisers-and-hygiene-products-11948021">las ventas de los desinfectantes de manos se han disparado</a>. Se han convertido en un producto tan cotizado que las farmacias y los supermercados han empezado a <a href="https://www.bbc.com/news/uk-51729012">limitar la cantidad</a> de geles que los clientes pueden adquirir cada vez que visitan los establecimientos. El estado de Nueva York, incluso, ha anunciado que va a comenzar a <a href="https://edition.cnn.com/2020/03/09/health/coronavirus-ny-hand-sanitizer-trnd/index.html">elaborar su propio desinfectante de manos</a> para cumplir con la demanda existente. Si bien los desinfectantes pueden ayudar a reducir el riesgo de contraer ciertas infecciones, no todos los geles son igual de efectivos contra el coronavirus.</p>
<p>Al igual que sucede con otras infecciones respiratorias víricas, como el resfriado o la gripe común, el nuevo coronavirus (que recibe el nombre de SARS-CoV-2) se contagia principalmente a través de la transmisión de una persona a otra de <a href="https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/prepare/transmission.html?CDC_AA_refVal=https%3A%2F%2Fwww.cdc.gov%2Fcoronavirus%2F2019-ncov%2Fabout%2Ftransmission.html">pequeñas gotitas impregnadas de virus</a> que son expulsadas por la boca o por la nariz. Sin embargo, un estudio reciente señala que también podría ser propagado <a href="https://jamanetwork.com/journals/jama/fullarticle/2761044">mediante las heces</a>.</p>
<p>Además de por la inhalación de esas gotas diminutas, los virus respiratorios (entre los que se incluye el SARS-CoV-2) se pueden contraer al entrar en contacto con cualquier superficie contaminada con el virus y tocarse posteriormente la cara, en especial la boca y la nariz. Y, aunque no nos demos cuenta, estamos tocándonos la cara continuamente. Un estudio realizado por la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) reveló que las personas nos tocamos la cara <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25637115">unas 23 veces cada hora</a>.</p>
<p><a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3249958/">Lo más eficaz</a> para mantener una higiene correcta y evitar el contagio de enfermedades infecciosas es lavarse las manos con agua y jabón. La combinación del agua caliente (nunca fría) y el jabón elimina las grasas que pueden albergar microbios en nuestras manos.</p>
<p>Los geles desinfectantes, por su parte, también ofrecen protección contra los microbios causantes de enfermedades, sobre todo en situaciones en las que <a href="https://www.fda.gov/consumers/if-soap-and-water-are-not-available-hand-sanitizers-may-be-good-alternative">no se dispone de agua y jabón</a>. Asimismo, <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/infection-control-and-hospital-epidemiology/article/comparative-antimicrobial-efficacy-of-two-hand-sanitizers-in-intensive-care-units-common-areas-a-randomized-controlled-trial/6D3967352B7C71E8EAFA9095E3A87376">se ha probado su eficacia</a> en la reducción del número y las clases de microbios que pueden atacarnos.</p>
<p>Existen, principalmente, dos tipos de desinfectantes de manos: con alcohol y sin alcohol. Los primeros contienen varios tipos (normalmente isopropanol, etanol o n-propanol) y cantidades de alcohol (entre el 60 y el 95 %), compuesto que posee la capacidad de <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK513254/">eliminar casi todos los gérmenes</a>.</p>
<p>Los geles sin alcohol contienen un compuesto llamado <a href="https://www.sciencedirect.com/topics/neuroscience/quaternary-ammonium-compounds">catión de amonio cuaternario</a> (normalmente <a href="https://www.sciencedirect.com/topics/immunology-and-microbiology/benzalkonium-chloride">cloruro de benzalconio</a>) en sustitución del alcohol. Estos pueden mermar la acción de los microbios pero son menos efectivos que el alcohol.</p>
<p>La eficacia de los desinfectantes de manos con alcohol <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26051147">no se reduce</a> a la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5307735/">eliminación</a> de <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23782636">numerosos tipos de bacterias</a>, entre las que se incluyen el SARM y el <em>E. coli</em>, sino que también actúan contra multitud de virus, como el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3470868/"><em>Virus influenza A</em></a>, el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25825988">rinovirus</a>, el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5307735/#!po=15.5172">virus de la hepatitis A</a>, el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK513254/">VIH</a> y el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/?term=alchol+based+hand+sanitiser+and+coronavirus">coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio</a> (MERS-CoV). </p>
<h2>Luchando contra los virus</h2>
<p>El alcohol ataca y destruye la <a href="https://virologyj.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12985-019-1182-0">cápside vírica</a> que rodea a algunos virus, entre los que se encuentra el coronavirus. Se trata de una proteína fundamental para la supervivencia y la multiplicación del virus. Para que un desinfectante de manos <a href="https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/prepare/cleaning-disinfection.html?CDC_AA_refVal=https%3A%2F%2Fwww.cdc.gov%2Fcoronavirus%2F2019-ncov%2Fcommunity%2Fhome%2Fcleaning-disinfection.html">acabe con gran parte de los virus</a>, debe estar compuesto por al menos un 60 % de alcohol.</p>
<p>Se ha comprobado que los geles que contienen un porcentaje inferior son <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3291447/">menos eficaces</a> a la hora de eliminar las bacterias y los hongos, y es probable que solo sean capaces de <a href="https://www.cdc.gov/handwashing/show-me-the-science-hand-sanitizer.html">ralentizar la proliferación de los gérmenes</a> en lugar de liquidarlos por completo.</p>
<p>Incluso los desinfectantes que contienen un 60 % de alcohol no garantizan la eliminación de todos los tipos de gérmenes. Algunas investigaciones han descubierto que lavarse las manos resulta más efectivo que la aplicación de geles desinfectantes a la hora de acabar con el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/18207605">norovirus</a>, el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10228259"><em>Cryptosporidium</em></a> (un parásito que puede producir diarrea) y el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19715426"><em>Clostridioides difficile</em></a> (una bacteria que provoca problemas intestinales y diarrea).</p>
<p>Viendo la escasez que caracteriza a este producto durante estos días, algunas personas se han decidido a <a href="https://www.independent.co.uk/life-style/coronavirus-hand-sanitiser-make-at-home-alcohol-diy-a9376111.html">elaborar sus propios desinfectantes de manos</a>. No obstante, cabe destacar que estos geles caseros podrían no ser tan eficaces como los que podemos encontrar en comercios y farmacias. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/320438/original/file-20200313-115069-1ys40j2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/320438/original/file-20200313-115069-1ys40j2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/320438/original/file-20200313-115069-1ys40j2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/320438/original/file-20200313-115069-1ys40j2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/320438/original/file-20200313-115069-1ys40j2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/320438/original/file-20200313-115069-1ys40j2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/320438/original/file-20200313-115069-1ys40j2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">La medida más eficaz consiste en lavarse las manos con agua caliente durante 20 segundos.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/top-view-child-washing-her-hand-1524156437">Hafiez Razali/ Shutterstock</a></span>
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<p>Si tiene las manos muy sucias, lavarse con <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21219730">agua y jabón</a> es más efectivo que utilizar desinfectantes de manos con alcohol. Los estudios realizados indican que el efecto detergente del jabón, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21219730">unido a la fricción</a>, basta para reducir la cantidad de microbios que alojamos en nuestras manos, así como para eliminar la suciedad y los restos de materiales orgánicos.</p>
<p>Al estornudar o toser en la mano se necesita algo más que un poco de gel para desinfectarla. Esto se debe a que en el momento en el que las manos se contaminan con mucosa, esta actúa como un <a href="http://sitn.hms.harvard.edu/flash/2018/mucus-keeps-us-healthy/">protector de los microbios</a> y el desinfectante pierde eficacia en esas condiciones.</p>
<p>En definitiva, la mejor y más fiable manera de prevenir el contagio del coronavirus (y de minimizar el riesgo de contraerlo) es <a href="https://www.cdc.gov/handwashing/show-me-the-science-hand-sanitizer.html">lavarse las manos</a> con agua y jabón y evitar tocarse la cara en la medida de lo posible.</p>
<p>En cualquier caso, los desinfectantes de manos con al menos un 60 % de alcohol son considerados una alternativa práctica cuando no se disfruta de acceso a agua y jabón. Si utiliza uno de estos geles, al igual que haría con agua y jabón, debe asegurarse de abarcar toda la superficie de las manos (incluyendo el hueco entre los dedos, las muñecas, las palmas, el dorso y las uñas) y frotar durante al menos 20 segundos <a href="https://www.cdc.gov/handwashing/show-me-the-science-hand-sanitizer.html">para obtener una limpieza integral</a>.</p>
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<p><em>Artículo traducido gracias a la colaboración con <a href="https://www.fundacionlilly.com/">Fundación Lilly</a></em>.</p>
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<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/133697/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manal Mohammed no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Necesitan contener al menos un 60% de contenido de alcohol para ser efectivos.Manal Mohammed, Lecturer, Medical Microbiology, University of WestminsterLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1315112020-03-04T20:43:51Z2020-03-04T20:43:51ZCOVID-19: lavémonos las manos, por favor<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/318641/original/file-20200304-66084-1m5qsvo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=9%2C0%2C5997%2C4016&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/couple-surgeons-washing-hands-before-operating-633363035"> Santypan / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Estos días, dada la alarma generada por el nuevo coronavirus, en los medios e incluso en la calle se puede ver a mucha gente con mascarilla, como si fuera lo fundamental. Pero, ¿cuántas imágenes se han visto de personas lavándose las manos? </p>
<p>Y sin embargo, las manos son el principal medio de transmisión que utilizan los microorganismos. No en vano están calientes, húmedas e impregnadas de sudor y de restos de la descamación de la piel que sirven de nutrientes para los microbios. Lo que las convierte en un auténtico paraíso para virus, bacterias y hongos.</p>
<p>Es importante saberlo porque, aunque en la segunda mitad del siglo XX disminuye la frecuencia y gravedad de las enfermedades infecciosas, aún no está todo resuelto. Tres millones y medio de niños mueren cada año por diarreas, y 2.100 millones de personas aún no tienen acceso a agua potable. </p>
<p>Además, continuamente aparecen nuevos agentes, el último de ellos el nuevo y sonado coronavirus. Y de una forma mucho más discreta pero potencialmente más peligrosa, las <a href="https://antibiotic.ecdc.europa.eu/es/informate/hojas-informativas/hoja-de-informacion-para-el-publico-general">resistencias antibióticas</a> que afectan a multitud de bacterias. La pérdida progresiva de eficacia de los antibióticos pone en riesgo a toda la población. Hoy más que nunca, más vale prevenir.</p>
<h2>Peligros invisibles</h2>
<p>Con las manos se toca todo, y por eso las manos se contaminan. De hecho, como ya hemos mencionado antes, son el mecanismo de transmisión más importante de los microorganismos capaces de causar infecciones. A diferencia de superficies y objetos, las manos están calientes, húmedas, y contienen restos de sudor y de la descamación de la piel que sirven de nutrientes para los microbios. </p>
<p>El peligro está en cualquier parte. Las bacterias y virus no se ven, pero nos rodean. Viven con nosotros y son parte de nuestro ecosistema. Algunos son absolutamente necesarios para mantener un equilibrio saludable con el entorno. Otros provocan infecciones que pueden llegar a ser mortales. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/318629/original/file-20200304-66064-1xfzf6c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/318629/original/file-20200304-66064-1xfzf6c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/318629/original/file-20200304-66064-1xfzf6c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/318629/original/file-20200304-66064-1xfzf6c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/318629/original/file-20200304-66064-1xfzf6c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/318629/original/file-20200304-66064-1xfzf6c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/318629/original/file-20200304-66064-1xfzf6c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">La superficie de un móvil puede tener hasta 30 veces más bacterias que un inodoro.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/person-leaving-toilet-forget-fall-mobile-1589357326">Shutterstock / Nitiphonphat</a></span>
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<p>Se asume que determinados objetos están “sucios” cuando generan una sensación visual de asco o repulsión. Pero las bacterias y los virus no se ven, y objetos aparentemente limpios pueden estar fuertemente contaminados, como la pantalla del móvil, el teclado del ordenador, los billetes o la manivela del grifo. Por ejemplo, la superficie de un móvil puede tener hasta 30 veces más bacterias que un inodoro.</p>
<p>Al tocar cualquier superficie dejamos una huella microbiana. La siguiente persona que la toca se contamina por bacterias que pasan a formar parte de su piel, se multiplican y se convierten en un peligro potencial. </p>
<p>En las manos, ni bacterias ni virus suponen un gran problema. Lo único que ocurre es que se convierten en varios cientos o miles con enorme rapidez si no las lavamos. Y luego empiezan a ser problemáticas cuando pasan a los ojos, la boca, a una herida abierta, o contaminan alimentos. </p>
<p>La solución al problema pasa por <a href="https://www.thelancet.com/journals/laninf/article/PIIS1473-3099(12)70235-9/fulltext">convertir la higiene de manos en una práctica habitual</a>. Lavarse las manos al levantarse de la cama, antes de comer o cocinar, cuando se llega a casa, cada vez que se utiliza el baño y, por supuesto, cuando estén sucias. </p>
<p>Teóricamente se podría conseguir mediante educación en los colegios, en la sociedad, en la industria alimentaria y en el entorno sanitario. Sin embargo, la educación sanitaria no es suficientemente eficaz, dado que las campañas son puntuales. ¿Recuerda cuándo fue la última vez que oyó hablar de higiene de manos? Con la alarma del coronavirus, ¿cuántas imágenes se han visto de personas lavándose las manos? Muchas menos que de personas con mascarillas, sin duda.</p>
<h2>El drama de las infecciones hospitalarias</h2>
<p>En España se producen cada año más de cinco millones de ingresos hospitalarios. Aproximadamente el 5% –por encima de 250 000 pacientes– desarrollan una infección relacionada con la asistencia sanitaria. La consecuencia es mayor uso de antibióticos, más pruebas diagnósticas, intervenciones quirúrgicas adicionales, y casi siempre más tiempo en el hospital. </p>
<p>En los hospitales el riesgo de infección es muy elevado porque se agrupa gente enferma, con menos defensas, sobre la que se utilizan muchos antibióticos, que seleccionan las bacterias más resistentes. Si a esto se le añade que se suelen atravesar barreras naturales (heridas quirúrgicas, catéteres intravasculares, sondas y drenajes), tenemos todas las papeletas para enfermar. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/318611/original/file-20200304-66089-1xlut8d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/318611/original/file-20200304-66089-1xlut8d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=414&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/318611/original/file-20200304-66089-1xlut8d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=414&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/318611/original/file-20200304-66089-1xlut8d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=414&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/318611/original/file-20200304-66089-1xlut8d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=520&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/318611/original/file-20200304-66089-1xlut8d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=520&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/318611/original/file-20200304-66089-1xlut8d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=520&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Momentos en que los profesionales de la salud deben practicar la higiene de manos, según la Organización Mundial de la Salud.</span>
<span class="attribution"><span class="source">OMS/WHO</span></span>
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<p>Cada par de manos es un peligro potencial. Un peligro muy fácil de controlar, pues un <a href="https://www.journalofhospitalinfection.com/action/consumeSharedSessionAction?JSESSIONID=aaa_Z6jllsc6yeDVl1Kcx&MAID=3ce%2F5JPl6DH8AtreI0nU3g%3D%3D&SERVER=WZ6myaEXBLEHX7lBOVfvjg%3D%3D&ORIGIN=846316830&RD=RD&rtc=0">simple lavado de manos</a> o, mejor aún, una fricción con solución alcohólica puede evitar la transmisión de bacterias y virus. La dificultad estriba en la cantidad de veces que hay que repetir ese gesto. Como mínimo dos veces cada vez que se atiende a un paciente, una antes para protegerle a él y otra después para protegerse uno mismo. </p>
<h2>Los guantes, enemigo número uno del lavado de manos</h2>
<p>Los guantes son parte fundamental de los equipos de protección individual en el entorno asistencial. La función de los guantes es proteger a la persona que los lleva. Esa función solo se cumple si se utilizan los guantes solo cuando son necesarios y su uso se acompaña de una higiene de manos correcta, antes de ponerlos e inmediatamente después de retirarlos.</p>
<p>Porque resulta que los guantes no son totalmente impermeables. Habitualmente se rompen, incluso cuando no se aprecia la ruptura. Además, debajo del guante se crea un microclima perfecto para el crecimiento de microorganismos: más temperatura, mayor humedad y densidad de nutrientes. Su uso disminuye la percepción de la necesidad de lavarse las manos. Pero la realidad es que los guantes no evitan el contagio. Al contrario, <a href="https://www.atsjournals.org/doi/full/10.1164/rccm.201802-0362ED">si no se hace higiene de manos</a>, la colonización será mucho más abundante.</p>
<h2>El gesto que más vidas salva</h2>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/318636/original/file-20200304-66074-1dvcrrj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/318636/original/file-20200304-66074-1dvcrrj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/318636/original/file-20200304-66074-1dvcrrj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=719&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/318636/original/file-20200304-66074-1dvcrrj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=719&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/318636/original/file-20200304-66074-1dvcrrj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=719&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/318636/original/file-20200304-66074-1dvcrrj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=903&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/318636/original/file-20200304-66074-1dvcrrj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=903&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/318636/original/file-20200304-66074-1dvcrrj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=903&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">El médico húngaro Ignaz Semmelweis demostró que con el lavado de manos disminuía la mortalidad por fiebre puerperal.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Ignaz_Semmelweis.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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<p>Mucho antes de que se pudiera imaginar siquiera la existencia de bacterias, <a href="http://semmelweis.org/about/dr-semmelweis-biography/">Semmelweis</a>, un médico húngaro, demostró que con el lavado de manos disminuía la mortalidad por fiebre puerperal. Sus colegas se negaron rotundamente a aceptar la evidencia y Semmelweis fue tachado de loco. Murió en un manicomio, pero hizo uno de los descubrimientos más importantes de la humanidad. </p>
<p>Hoy existen multitud de estudios que demuestran que los programas de mejora de la higiene de manos <a href="https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(05)66886-9/fulltext">disminuyen las tasas de infección</a>, tanto en el entorno sanitario como en la comunidad. Pero las intervenciones para mejorar la higiene de manos pueden compararse a tirar una piedra en un estanque. Se generan ondas que desaparecen rápidamente. Todos tenemos que tirar piedras constantemente para que la mejora se mantenga.</p>
<p>Como ciudadanos o como profesionales sanitarios, empecemos por dar ejemplo. Cada uno es responsable de su propia conducta, y de su propia salud. Así al menos disminuiremos el riesgo de infectarnos e infectar a nuestros familiares y amigos. Si además pedimos a nuestra familia y contactos que se laven las manos cada vez que está indicado, conseguiremos que todos estén un poquito más sanos. </p>
<p>Por último, jamás debemos aceptar que un sanitario nos preste asistencia sanitaria sin lavarse las manos previamente. Huyamos de los sanitarios que llevan anillos, pulseras, o las uñas largas y esmaltadas. Y salgamos corriendo, si se puede, cuando algún sanitario acuda a asistirnos con unos guantes puestos sin que le hayamos visto lavarse primero las manos.</p>
<p>Convirtamos la higiene de manos en una práctica habitual. Con tan solo un gesto, se pueden evitar millones de muertes cada año.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/131511/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Aurora Bueno Cavanillas recibe fondos de Instituto de Salud Publica Carlos III, Consejeria de Salud, Junta de Andalucia.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Mario Rivera Izquierdo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Las manos son el principal medio de transmisión que utilizan los microorganismos. Calientes, húmedas, llenas de sudor y restos de la descamación de la piel son un paraíso para virus y bacterias.Aurora Bueno Cavanillas, Catedrática de Medicina Preventiva, Universidad de GranadaMario Rivera Izquierdo, Médico Interno Residente e Investigador Pre-Doc, Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública (Universidad de Granada), Universidad de GranadaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1318582020-02-19T20:39:57Z2020-02-19T20:39:57ZCada vez somos más alérgicos y estas son las razones<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/316137/original/file-20200219-10985-9kz95z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C8%2C5455%2C3628&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/woman-red-dress-catches-her-nose-1290238519"> Emily Frost / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Una de las preguntas que rápidamente nos vienen a la mente cuando estornudamos demasiado, nos sale urticaria o tenemos molestias digestivas es: ¿será alergia? Y la respuesta tiene cada vez más papeletas de ser afirmativa. Porque la realidad es que sí, sin duda, somos cada vez más alérgicos. </p>
<p>Las estadísticas apuntan a que entre el 20 y el 40 por ciento de la población mundial convive con algún tipo de alergia. La cosa tiene visos de empeorar incluso si, como prevé el Centro Europeo de la Fundación para la Investigación de las Alergias (<a href="https://www.ecarf.org/">ECARF</a>), uno de cada dos bebés nacidos en Europa en 2020 termina desarrollando a lo largo de su vida una alergia. </p>
<p>¿Pero por qué nos sucede? Claramente se debe a un fallo de nuestro sistema inmunológico. Para ser más exactos, a una pérdida de la tolerancia a sustancias que, a diferencia de virus y bacterias, no son patógenos. Esa confusión hace que, a pesar de que no hay nada más natural e inofensivo que un grano polen, al organismo de un alérgico polínico le suponga una grave agresión.</p>
<p>Existe un interesante debate sobre si pesa más la exposición o la predisposición en las alergias. Estados Unidos es un buen campo de experimentación porque cuentan con una gran diversidad genética, como receptores que son de inmigración procedente de todo el planeta. Cuando se han realizado estudios en profundidad se ha comprobado que a lo largo y ancho de norteamérica existe la misma proporción de alérgicos. Y que solo varía la sustancia que rechaza cada uno. La alergia, a pesar de su base hereditaria, va ligada a un estado de bienestar, a una economía desarrollada y consumidora de recursos, como se comprobó al unificar las dos Alemanias. </p>
<h2>No es por la higiene</h2>
<p>Aunque está en boga la teoría de la higiene (que tantas vidas ha salvado, dicho sea de paso), no comparto que el exceso de pulcritud sea la causa del incremento de las alergias. Más bien me parece un testigo inocente, como en las películas de Hitchcock. La higiene va ligada al estado de bienestar, y éste a su vez a cambios en la atmósfera y la alimentación que son los que favorecen las alergias. </p>
<p>También hay que tener en cuenta que los parásitos de los países con menos higiene <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0960982215000032">protegen de las alergias</a>. Además de que en los países desarrollados existen más tóxicos que alteran las bacterias intestinales protectoras o microbiota. Pero no es cuestión de desinfectar más o menos.</p>
<h2>El cambio climático y la contaminación</h2>
<p>Si se cumplen los pronósticos, en 2050 la mitad de la población mundial sufrirá alguna alergia. Los dedos acusadores señalan al <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29415354">cambio climático</a> y la contaminación como presuntos culpables. Y tienen argumentos.</p>
<p>Los aerosoles biológicos juegan un papel vital en las interacciones entre la atmósfera, biosfera, clima y salud pública. Los gases de efecto invernadero, la combustión de fósiles y el cambio climático que hemos provocado los humanos afectan a todos los seres vivos. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/316011/original/file-20200218-10991-1btezql.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/316011/original/file-20200218-10991-1btezql.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/316011/original/file-20200218-10991-1btezql.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/316011/original/file-20200218-10991-1btezql.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/316011/original/file-20200218-10991-1btezql.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/316011/original/file-20200218-10991-1btezql.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/316011/original/file-20200218-10991-1btezql.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Aire sahariano en Valladolid.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Fotografía de la autora.</span>, <span class="license">Author provided</span></span>
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<p>Las bacterias transportadas por el aire, las esporas de hongos, el polen y otras biopartículas son esenciales para la reproducción y propagación de organismos de diversos ecosistemas. Y pueden causar o amplificar enfermedades en humanos, animales y vegetales. Su interacción está implicada en patologías graves más allá de las alergias, incluyendo ictus, cardiopatía isquémica y cáncer. </p>
<p>En cuanto a la contaminación es evidente que daña el suelo, afecta a las semillas que germinan, a las raíces de las plantas, y a sus frutos comestibles. También atenta contra los herbívoros que las comen, y que luego nos comemos nosotros. ¡Arrojamos cantidades inmensas de productos tóxicos a la tierra y mares que nos sustentan y luego pretendemos estar sanos!</p>
<p>Un <a href="https://www.isglobal.org/es/-/el-33-de-los-casos-nuevos-de-asma-infantil-en-europa-son-atribuibles-a-la-contaminacion-atmosferica">estudio reciente</a> realizado en 18 países europeos indica que el 33% de casos nuevos de asma infantil en Europa son causados por la contaminación atmosférica (polen, esporas, partículas PM10 y PM2,5) y que las recomendaciones de la OMS no protegen suficientemente a los niños.</p>
<h2>La fruta ya no es lo que era</h2>
<p>Luego está el asunto de la alimentación. Cada vez hay más personas hipersensibles a alimentos y proliferan las dietas restrictivas. Si los humanos llevamos milenios comiendo leche, huevo o fruta, ¿cómo es que justo ahora hemos dejado de tolerarlos?</p>
<p>Muy sencillo: porque no son la misma leche, ni los mismos huevos ni las mismas frutas que comieron nuestros abuelos. Ni los mismos que comió nuestra madre, que nos pasó la tolerancia a todo lo que ella ingirió y respiró. </p>
<p>En la actualidad, gracias al desarrollo de la biotecnología, los cultivos se han modificado para incorporar proteínas de resistencia a patógenos (virus, hongos, bacterias), aumentar su rendimiento, poder conservarlos en cámaras o hacer que sus semillas germinen sin que los hongos ni los insectos del suelo las devoren. Esas proteínas que a ellos le sirven de escudo protector son un arma de doble filo. Porque con nosotros se han comportado como los alérgenos más agresivos. </p>
<p>Lo sabemos porque desde hace muchos años trabajamos con investigadores de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la Universidad de Valladolid estudiando el poder alergénico de los alimentos, sobre todo semillas y frutas. La población piensa que los vegetales son los alimentos más naturales, argumento por el que cada vez vemos más veganos y vegetarianos. Sin embargo, es en frutas y verduras donde se encuentran los alérgenos más agresivos. </p>
<h2>Alérgicos al melocotón, pero no al pelo de tigre</h2>
<p>Después de todo, no hay que obviar que cuanto más distante estemos de un ser vivo, de un taxón determinado, más distinto y también más alergénico será. Un hombre es más parecido a un tigre que a un artrópodo, por ejemplo. Por lo tanto, es más alergénico el último. </p>
<p>Los números hablan por sí solos. Dicen los informes que en los últimos 10 años la alergia a frutas se ha incrementado un 34%. Y que la familia de las rosáceas, y en concreto el melocotón, son los causantes del <a href="https://www.seaic.org/inicio/noticias-general/alergologica-2015.html">25,7% de la alergia a alimentos en España</a>. De las reacciones graves provocadas por alimentos en España, el 44,7% son producidas por frutas y semillas, y de ellas el 60% por sensibilización a <a href="http://www.inia.es/gcontrec/pub/030-037-R._Plant_1204281709437.pdf">LTPs</a> (del inglés Lipid Transfer Proteins). Es decir, antifúngicos naturales de las frutas y semillas que las protegen frente a hongos y otros parásitos y que son, a su vez, potentes alérgenos.</p>
<p>Tal vez debiéramos enseñar al sistema inmune a tolerar alimentos alergénicos desde el periodo de lactancia. Un estudio realizado por el King´College de Londres (Reino Unido) demostró que se puede reducir en un 80% la alergia al cacahuete en niños si <a href="https://www.jacionline.org/action/consumeSharedSessionAction?JSESSIONID=aaaWqekoUGGgRaLYJr4ax&MAID=3ce%2F5JPl6DH8AtreI0nU3g%3D%3D&SERVER=WZ6myaEXBLGG9BXOtoLGog%3D%3D&ORIGIN=900215603&RD=RD">lo consumen regularmente desde el primer año de vida</a>. Y lo mismo se puede decir del huevo.</p>
<p>Aunque se puede lograr tolerancia introduciendo el alimento alergénico más tarde (inmunoterapia con alimentos), siempre será mas arriesgado.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/131858/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Alicia Armentia Medina no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Cuando estornudamos demasiado o nos sale urticaria la pregunta que nos viene a la mente inmediatamente es: ¿será alergia? Y la respuesta tiene cada vez más papeletas de ser afirmativa.Alicia Armentia Medina, Catedrática de Alergia. Departamento de Medicina. Jefe de S. de Alergia del Hospital Universitario Río Hortega., Universidad de ValladolidLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1273412019-11-27T21:16:43Z2019-11-27T21:16:43Z¿Qué son los parásitos y qué enfermedades nos causan?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/302710/original/file-20191120-467-1a81ww1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=53%2C0%2C6000%2C3979&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Giardia es un ejemplo de un parásito indeseable. Los síntomas pueden incluir diarrea, dolores abdominales, fatiga, debilidad y pérdida de peso.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/giardia-intestinalis-protozoan-formely-known-g-1168134502">Kateryna Kon / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Un <a href="https://www.cdc.gov/parasites/es/about.html">parásito</a> es un organismo que vive sobre otra especie o en su interior.</p>
<p><a href="https://www.cdc.gov/parasites/es/about.html">Hay tres clases principales</a> de parásitos que pueden causar enfermedades en los seres humanos: protozoos, helmintos y ectoparásitos. Los protozoos y los helmintos afectan principalmente al intestino, mientras que los ectoparásitos abarcan organismos como los piojos y los ácaros, que pueden adherirse a la piel o escarbar en ella y permanecer allí durante largos períodos.</p>
<p>La mayoría de los protozoos y los helmintos son, por lo general, no patógenos (es decir, no causan enfermedad), o bien ocasionan enfermedades muy leves. No obstante, algunos sí pueden producir enfermedades graves en los seres humanos.</p>
<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ruta_fecal_oral">La transmisión por la ruta fecal oral</a>, que tiene lugar cuando los parásitos que se hallan en las heces de una persona terminan siendo tragados por otra, es la forma más común de transmisión de parásitos protozoos y helmintos.</p>
<p>Los síntomas iniciales suelen ser de carácter gastrointestinal, como, por ejemplo, diarrea. Pero cuando los parásitos invaden los glóbulos rojos o los órganos, las consecuencias pueden ser más graves. </p>
<h2>Protozoos</h2>
<p>Los protozoos son diminutos organismos unicelulares que se multiplican dentro del cuerpo humano.</p>
<p>Por ejemplo, el protozoo <em>Giardia</em> tiene un <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC88984/">ciclo de vida clásico de dos etapas</a>. En la primera etapa, denominada trofozoíto, el parásito se dedica a nadar y consumir nutrientes del intestino delgado. En la segunda etapa se convierte en un quiste inmóvil.</p>
<p>Los quistes excretados en las heces pueden contaminar el suministro de agua, y la ingestión de alimentos o agua contaminados hace que se transmita el parásito. El contacto cercano entre personas y las condiciones de vida insalubres también pueden favorecer la transmisión.</p>
<p>La <a href="https://www1.health.gov.au/internet/publications/publishing.nsf/Content/ohp-enhealth-manual-atsi-cnt-l%7Eohp-enhealth-manual-atsi-cnt-l-ch1%7Eohp-enhealth-manual-atsi-cnt-l-ch1.5">giardiosis</a> puede conllevar síntomas como diarrea grave o crónica, cólicos abdominales, fatiga, debilitamiento y pérdida de peso, entre otros.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/302085/original/file-20191118-66945-12388mf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/302085/original/file-20191118-66945-12388mf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/302085/original/file-20191118-66945-12388mf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/302085/original/file-20191118-66945-12388mf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/302085/original/file-20191118-66945-12388mf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/302085/original/file-20191118-66945-12388mf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/302085/original/file-20191118-66945-12388mf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Una vez que se diagnostica el parásito, se suele administrar un tratamiento eficaz.</span>
<span class="attribution"><span class="source">From shutterstock.com</span></span>
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<p>Otros protozoos importantes son las especies de <em>Plasmodium</em>. El <em>Plasmodium</em> se desarrolla en los mosquitos, y los mosquitos infectados transmiten el parásito a los seres humanos al picarlos. Destruye los glóbulos rojos, lo que afecta al funcionamiento de los órganos y causa la enfermedad conocida como malaria o paludismo. </p>
<p>La malaria causa la mayoría de las muertes producidas por el conjunto de las enfermedades parasitarias. Se estima que en 2017 el paludismo causó <a href="https://www.who.int/gho/malaria/epidemic/deaths/en/">435.000 muertes en todo el mundo</a>, la mayoría de ellas en niños pequeños del África Subsahariana. </p>
<h2>Helmintos</h2>
<p>Los helmintos, denominados habitualmente gusanos, son grandes organismos multicelulares que, por lo general, se pueden ver a simple vista en sus etapas adultas. Por norma general, <a href="https://www.cdc.gov/parasites/es/about.html">los helmintos no pueden multiplicarse</a> dentro del cuerpo humano. </p>
<p>Uno de los principales grupos de helmintos es el de los gusanos planos, así denominados porque tienen <a href="https://www.britannica.com/animal/flatworm">el cuerpo blando y aplanado</a>. Su cavidad digestiva presenta una única abertura para la ingestión y eliminación de alimentos. Se cree que <a href="https://www.britannica.com/animal/flatworm">el 80% de los gusanos planos</a> son parasitarios.</p>
<p>Las tenias son un tipo de gusano plano. La <a href="https://www1.health.gov.au/internet/publications/publishing.nsf/Content/ohp-enhealth-manual-atsi-cnt-l%7Eohp-enhealth-manual-atsi-cnt-l-ch1%7Eohp-enhealth-manual-atsi-cnt-l-ch1.5">tenia humana más común</a> es la tenia enana.</p>
<p>La infestación en los seres humanos proviene de la ingestión de huevos de tenia enana. La transmisión de <a href="https://www.cdc.gov/parasites/hymenolepis/faqs.html">una persona a otra</a> se produce por la ruta fecal oral. Como en el caso de otros parásitos, los principales factores de riesgo son el saneamiento deficiente y las viviendas compartidas. Los síntomas incluyen, entre otros, diarrea, dolor abdominal, pérdida de peso y debilitamiento.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/302102/original/file-20191118-66921-7ra1wc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/302102/original/file-20191118-66921-7ra1wc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/302102/original/file-20191118-66921-7ra1wc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/302102/original/file-20191118-66921-7ra1wc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/302102/original/file-20191118-66921-7ra1wc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/302102/original/file-20191118-66921-7ra1wc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/302102/original/file-20191118-66921-7ra1wc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><span class="source">Algunos parásitos, como el Plasmodium, causante de la malaria, se transmiten a los seres humanos a través de picaduras de mosquito.</span></span>
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<p>Otro grupo importante de helmintos son los nematodos, comúnmente conocidos como gusanos redondos o cilíndricos. Los nematodos son los animales multicelulares <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Nematoda">más numerosos</a> del planeta y pueden encontrarse en casi todos los entornos. A diferencia de los gusanos planos, poseen un sistema digestivo que se extiende desde la boca hasta el ano.</p>
<p>Se cree que <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1471492203002447">más del 50% de la población mundial</a> se ve afectada en algún momento de su vida por, al menos, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2517378/">una de las seis clases principales</a> de nematodos. </p>
<p>Los huevos o larvas de estos nematodos suelen desarrollarse en el suelo antes de ser transmitidos al huésped humano, razón por la cual los nematodos se denominan a menudo “helmintos transmitidos por el suelo”. Un buen ejemplo son los anquilostomas, que <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2517378/">infestan a los humanos</a> al penetrar en la piel desde el suelo contaminado. El uso de <a href="https://journals.plos.org/plosntds/article?id=10.1371/journal.pntd.0003285">calzado adecuado</a> es, pues, una manera fundamental de prevenir la transmisión de la anquilostomiasis.</p>
<p>El <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2517378/">oxiuro</a> o <em>Enterobius vermicularis</em> tiene un ciclo de vida distinto al de los otros nematodos. Las larvas de oxiuro se desarrollan en huevos en la piel cerca del ano o debajo de las uñas.</p>
<p>El oxiuro, también conocido como lombriz, es el <a href="https://www.healthdirect.gov.au/threadworms-pinworms">parásito helmíntico más común</a>. Uno de sus principales síntomas es una comezón alrededor del ano. Los oxiuros se transmiten fácilmente de una persona a otra, y es frecuente que se vean infestadas familias enteras.</p>
<h2>Ectoparásitos</h2>
<p>El término <a href="https://www.cdc.gov/parasites/es/about.html">ectoparásitos</a> se refiere, por lo general, a organismos como garrapatas, pulgas, piojos y ácaros que pueden adherirse a la piel o escarbar en ella y permanecer allí durante largos períodos. </p>
<p>Por ejemplo, la <a href="https://www.healthdirect.gov.au/scabies">sarna o escabiosis</a>, una enfermedad contagiosa de la piel caracterizada por picor y pequeñas protuberancias rojas, es causada por el arador de la sarna. La sarna se propaga normalmente mediante el contacto frecuente y directo con la piel. </p>
<p><a href="https://www.healthdirect.gov.au/head-lice">Los piojos de la cabeza</a> son insectos pequeños sin alas que viven y se reproducen en el cabello humano y se alimentan chupando la sangre del cuero cabelludo. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/302100/original/file-20191118-66917-h8c1hp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/302100/original/file-20191118-66917-h8c1hp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/302100/original/file-20191118-66917-h8c1hp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/302100/original/file-20191118-66917-h8c1hp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/302100/original/file-20191118-66917-h8c1hp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/302100/original/file-20191118-66917-h8c1hp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/302100/original/file-20191118-66917-h8c1hp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><span class="source">Los piojos, un tipo de ectoparásito, se alojan con frecuencia en la cabezas infantiles.</span></span>
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<h2>Prevención y tratamiento</h2>
<p>Algunos parásitos pueden quedarse latentes durante largos períodos. Este hecho puede dificultar el diagnóstico de la infestación parasitaria, ya que es posible que no se desarrollen síntomas o que estos sean imprecisos y no específicos. </p>
<p>Afortunadamente, existen muy buenos medicamentos para tratar muchos tipos diferentes de parásitos una vez que han sido diagnosticados. Aunque estos medicamentos tienen efectos secundarios, por lo general resultan <a href="https://www.mayoclinicproceedings.org/article/S0025-6196(11)60055-4/fulltext">sumamente eficaces</a>.</p>
<p>El tratamiento de los parásitos debe ir acompañado de estrategias preventivas, dirigidas, por ejemplo, a mejorar el saneamiento y garantizar la disponibilidad de ropa y calzado adecuados en las zonas afectadas.</p>
<p>La <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/soil-transmitted-helminth-infections">Organización Mundial de la Salud</a> recomienda que se someta a tratamiento médico periódico (desparasitación) a todas las personas en riesgo que viven en zonas endémicas. Sin embargo, la aplicación de esta recomendación sigue tropezando con numerosos obstáculos en la práctica.</p>
<hr>
<p><em>Artículo traducido gracias a la colaboración con <a href="https://www.fundacionlilly.com/">Fundación Lilly</a></em>.</p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/127341/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Vincent Ho no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Existen tres clases de parásitos que pueden causar enfermedades en los seres humanos. Esto es lo que necesita saber.Vincent Ho, Senior Lecturer and clinical academic gastroenterologist, Western Sydney UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1118082019-02-14T21:32:50Z2019-02-14T21:32:50Z¿Se cepilla bien los dientes? Cuatro consejos para una salud bucal plena<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/259124/original/file-20190214-1721-13ot79m.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=14%2C0%2C4905%2C3260&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/photos/DdpxVpcHMiw">Phuong Tran / Unsplash</a></span></figcaption></figure><p>Todos conocemos las prácticas saludables que debemos llevar a cabo para mantener los dientes en buen estado: cepillarnos dos veces al día y no comer demasiado azúcar. A pesar de seguir a pies juntillas estas dos simples recomendaciones, muchos de nosotros necesitamos empastes. Lo cierto es que si se quiere prevenir la caries, se puede hacer algo más de lo que ya sabemos. A continuación, le ofrecemos unos consejos que podrían servirle de ayuda.</p>
<h2>1. Asegúrese de estar cepillándose bien</h2>
<p>Es importante la manera en que se limpie los dientes. El mecánico acto del cepillado elimina la pegajosa placa dental, compuesta por los ácidos de las bacterias y por restos de alimentos. Se forma de manera natural en la dentadura justo después de comer, pero no produce daños hasta que no alcanza su madurez, para lo que pueden llegar a pasar hasta 12 horas (aunque no se conoce con exactitud el plazo de tiempo en el que la placa comienza a causar problemas).</p>
<p>Las bacterias consumen el azúcar presente en los dientes, produciendo ácidos que disuelven los minerales y provocan microscópicos agujeros inapreciables. Si el proceso continúa y no se pone remedio, estos pequeños orificios se pueden llegar a convertir en cavidades de tamaño considerable.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/252856/original/file-20190108-32124-d6x43d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/252856/original/file-20190108-32124-d6x43d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/252856/original/file-20190108-32124-d6x43d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/252856/original/file-20190108-32124-d6x43d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/252856/original/file-20190108-32124-d6x43d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/252856/original/file-20190108-32124-d6x43d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/252856/original/file-20190108-32124-d6x43d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Cuando la caries no se trata aparecen huecos en los dientes que a menudo requieren un empaste.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/dental-caries-filling-composite-photopolymer-material-1049813315?src=RgkxwGlJtXdQCOswROCSKA-1-0">Sergii Kuchugurnyi/Shutterstock</a></span>
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<p>Cepillarse los dientes durante dos minutos es una forma efectiva de eliminar la placa, debiendo llevarse a cabo esta acción por la noche y en cualquier otro momento del día. Esta simple tarea realizada de manera frecuente impide que las bacterias se desarrollen hasta el punto de producir altos niveles de ácido.</p>
<p>Por otra parte, los cepillos eléctricos pueden ser <a href="https://www.cochrane.org/CD002281/ORAL_poweredelectric-toothbrushes-compared-to-manual-toothbrushes-for-maintaining-oral-health">más efectivos que el lavado manual</a>. Los cabezales pequeños alcanzan áreas de difícil acceso en la boca, y los cepillos con cerdas de dureza intermedia ayudan a limpiar las encías y los dientes sin ocasionar daños. En cualquier caso, ¡lo importante es cepillarse todos los días!</p>
<h2>2. Utilice pasta de dientes con flúor y pastillas reveladoras de la placa dental</h2>
<p>Gran parte del beneficio del cepillado proviene de la pasta de dientes, cuyo componente clave es el fluoruro o flúor, que <a href="https://www.cochranelibrary.com/cdsr/doi/10.1002/14651858.CD002278/full#CD002278-abs-0003">ayuda a prevenir las caries</a>. Además, restituye los minerales perdidos de los dientes y los fortalece.</p>
<p>Para sacarle el máximo partido y evitar la formación de pequeños agujeros en la dentadura, <a href="https://www.cochrane.org/CD007868/ORAL_comparison-between-different-concentrations-of-fluoride-toothpaste-for-preventing-tooth-decay-in-children-and-adolescents">utilice pasta con una concentración entre 1350 y 1500 ppm</a> (partes por millón) de flúor, dato que puede consultar en el dorso del tubo. <a href="https://theconversation.com/childrens-toothpaste-the-facts-80508">Algunos dentífricos para niños no son lo suficientemente potentes</a>, por lo que no garantizan una efectividad completa. Si usted o su hijo tienen un riesgo elevado de sufrir caries, es probable que su dentista le recete pasta de dientes con una mayor concentración de flúor.</p>
<p>Es complicado apreciar la placa debido a su color blanquecino, parecido al de los dientes. En los supermercados y en las farmacias puede encontrar unas tabletas reveladoras de placa que, tras masticarlas, muestran áreas en las que quedan restos tras un cepillado deficiente.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/252814/original/file-20190108-32145-i2dkcd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/252814/original/file-20190108-32145-i2dkcd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/252814/original/file-20190108-32145-i2dkcd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/252814/original/file-20190108-32145-i2dkcd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/252814/original/file-20190108-32145-i2dkcd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/252814/original/file-20190108-32145-i2dkcd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/252814/original/file-20190108-32145-i2dkcd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Al utilizar una tableta reveladora, la placa adquiere un color rosa brillante que la hace visible.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/dental-plaque-visible-red-pill-1123678601?src=yMT5KTPVa4PGN0OB7Dyf8w-1-2">Weakiva/Shutterstock</a></span>
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<h2>3. Escupa en lugar de enjuagarse</h2>
<p>Por la noche se produce menos saliva, entre cuyas funciones se encuentra proteger la dentadura. Por ello, durante el sueño los dientes se encuentran expuestos en mayor medida al ataque de los ácidos, razón por la cual cobra tanta importancia eliminar los restos de comida para que la placa bacteriana no pueda pegarse un festín mientras dormimos. No coma ni beba nada que no sea agua <a href="https://www.sign.ac.uk/assets/sign138.pdf">tras cepillarse los dientes por la noche</a> para permitir que el flúor haga su efecto.</p>
<p>Una vez que se haya cepillado, no se enjuague con agua o con algún producto, ya que de esa manera elimina el flúor. Sabemos que es un hábito del cual cuesta desprenderse, pero <a href="https://www.sign.ac.uk/assets/sign138.pdf">puede reducir la caries hasta un 25%</a>.</p>
<h2>4. Evite consumir azúcar más de cuatro veces al día</h2>
<p>Los azúcares intrínsecos se encuentran de manera natural en alimentos como la fruta y, a diferencia de los azúcares añadidos o <a href="https://www.bhf.org.uk/informationsupport/heart-matters-magazine/nutrition/sugar-salt-and-fat/free-sugars">libres</a>, es poco probable que produzcan caries. Estos últimos son agregados por los fabricantes y suelen incluir miel, jarabes y zumos de frutas.</p>
<p>Los azúcares libres son un blanco fácil para las bacterias, que los consumen y metabolizan para crear ácidos a partir de ellos. Sin embargo, es complicado saber a ciencia cierta cuáles son los azúcares más perjudiciales para los dientes. Por ejemplo, aunque comer fruta en cantidades razonables es bueno, los jugos contienen azúcar liberado por las células vegetales, por lo que beber demasiado zumo puede producir caries.</p>
<p>La <a href="https://www.who.int/nutrition/publications/guidelines/sugars_intake/en/">Organización Mundial de la Salud</a> y el <a href="https://www.nhs.uk/common-health-questions/food-and-diet/how-much-sugar-is-good-for-me/">Servicio Nacional de Salud de Reino Unido</a> recomiendan restringir el consumo de azúcares libres a menos del 5% de la ingesta calórica diaria, es decir, alrededor de 30 gramos (ocho cucharaditas) en el caso de adultos y niños a partir de 11 años.</p>
<p>Para hacernos una idea, una lata de Coca-Cola contiene <a href="https://www.coca-cola.co.uk/drinks/coca-cola/coca-cola">35 gramos de azúcar</a>. La aplicación para <em>smartphone</em> <a href="https://play.google.com/store/apps/details?id=com.phe.c4lfoodsmart&hl=en_GB">Change4Life</a> resulta de gran ayuda para llevar a cabo un seguimiento del consumo de azúcar en nuestra dieta.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/252823/original/file-20190108-32121-k2itr5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/252823/original/file-20190108-32121-k2itr5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/252823/original/file-20190108-32121-k2itr5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/252823/original/file-20190108-32121-k2itr5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/252823/original/file-20190108-32121-k2itr5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/252823/original/file-20190108-32121-k2itr5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/252823/original/file-20190108-32121-k2itr5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Tomar una bebida caliente sin azúcar es una forma de prescindir de una dosis que consumiríamos de manera habitual.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/woman-hand-adding-sugar-coffee-bowl-719682535?src=Pmgd_OrgZ3TukMnk8sFK2A-1-0">Eviart/Shutterstock</a></span>
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<p>Aunque no tanto como la cantidad, la frecuencia con la que se come azúcar también importa. Siendo un carbohidrato simple, las bacterias lo digieren de forma sencilla, al contrario que ocurre con los carbohidratos complejos o con las proteínas. Tras metabolizar el azúcar, las bacterias producen los ácidos que causan la desmineralización de la dentadura.</p>
<p>Afortunadamente, los dientes se pueden recuperar de las acometidas más tempranas de las bacterias gracias al flúor del dentífrico y al efecto remineralizante de la saliva. Es como si en una balanza pusiéramos en un lado el azúcar y en el otro la pasta de dientes y la limpieza diaria.</p>
<p>Para evitar un daño irreversible a nuestros dientes, es recomendable ingerir como máximo cuatro productos con azúcar al día. Haga un recuento de las veces que consume azúcar diariamente, incluyendo galletas, tazas de té o café y <em>snacks</em> que contienen carbohidratos refinados, como las patatas fritas. Una manera sencilla de disminuir el consumo de azúcar sería dejar de añadirlo a las bebidas calientes y limitar el picoteo.</p>
<p>En resumen: cepíllese dos veces al día con dentífrico con flúor, escupa y evite enjuagarse posteriormente, no coma ni beba después de lavarse los dientes y no consuma azúcar más de cuatro veces al día. ¡No puede ser más fácil!</p>
<hr>
<p><em>Artículo traducido gracias a la colaboración de <a href="https://www.fundacionlilly.com/">Fundación Lilly</a></em>.</p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/111808/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Nicola Innes recibe fondos de National Institute for Health Research.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Clement Seeballuck no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Puede que crea que lo sabe todo sobre cómo evitar las caries. Pero lo que no sabe tal vez le sorprenda…Clement Seeballuck, Clinical Lecturer in Paediatric Dentistry, University of DundeeNicola Innes, Professor of Paediatric Dentistry, University of DundeeLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1056072018-10-25T20:57:09Z2018-10-25T20:57:09Z¿Se pueden pillar gérmenes en un inodoro público?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/242296/original/file-20181025-71042-187cree.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=16%2C8%2C5590%2C3724&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/portable-toilets-215697676">Shutterstock / Mikael Damkier</a></span></figcaption></figure><p>A todos nos ha pasado: estar desesperados por ir al retrete y, tras una frenética búsqueda, cuando por fin conseguimos llegar a uno, encontrarnos con que el asiento del váter está cubierto de «gotitas» de la persona que lo ha usado antes. En esta desagradable situación, ¿qué deberíamos hacer? ¿«seguir adelante» y atenernos a las consecuencias, o adoptar la consabida e incómoda postura en cuclillas mientras hacemos nuestras necesidades?</p>
<p>El mundo es, en muchos sentidos, un planeta microbiano; y nosotros, como habitantes suyos, llevamos dentro nuestra propia selva microscópica, que intercambiamos tanto con el entorno que nos rodea como entre nosotros. </p>
<p>Los microbios son abundantes en todo el cuerpo humano, incluida la piel, la boca, los ojos, los órganos urinarios y genitales y el tracto intestinal. La mayoría de las personas porta alrededor de un quilogramo de microorganismos, los cuales se hallan en gran medida <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4991899/">dentro del intestino y comprenden</a> bacterias, hongos, levaduras, virus y, en ocasiones, parásitos.</p>
<p>Las investigaciones han demostrado que la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26246784">materia fecal está compuesta en un 25-54% por los microbios</a> procedentes del intestino. Las heces humanas pueden contener una gran diversidad de <a href="https://www.bbc.com/bitesize/guides/zxr7ng8/revision/1">patógenos transmisibles</a>: campilobácteres, enterococos, Escherichia coli, salmonela, Shigella, estafilococos, estreptococos y bacterias Yersinia, así como virus –por ejemplo, norovirus, rotavirus y virus de la hepatitis A y E–.</p>
<p>Por supuesto, siempre va a existir un riesgo de infección al entrar en contacto con materia fecal, pero ¿hay un riesgo real de coger una infección en un inodoro público? </p>
<h2>Orinar en un sitio público</h2>
<p>Las probabilidades de desarrollar una infección por sentarse en la taza de un váter son muy escasas, dado que la mayoría de las enfermedades intestinales implican una transferencia «mano-boca» de las bacterias como consecuencia de una contaminación fecal de las manos, la comida o las superficies de contacto. Además, la piel humana está recubierta por una capa de bacterias y levaduras que actúa como un escudo protector altamente eficaz. Y bajo esta capa subyace nuestro <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmedhealth/PMH0072548/">sistema inmunológico</a>, que es increíblemente bueno protegiéndonos de patógenos «sucios». </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/223825/original/file-20180619-126559-unumbn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/223825/original/file-20180619-126559-unumbn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/223825/original/file-20180619-126559-unumbn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/223825/original/file-20180619-126559-unumbn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/223825/original/file-20180619-126559-unumbn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/223825/original/file-20180619-126559-unumbn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/223825/original/file-20180619-126559-unumbn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Cada persona visita el cuarto de baño 2.500 veces al año de media.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Shutterstock</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Por tanto, no hay ninguna necesidad de ponerse en cuclillas sobre el retrete. De hecho, esta postura, además de incómoda, puede provocar lesiones o aumentar el riesgo de infección. Según la fisioterapeuta de salud femenina <a href="https://www.express.co.uk/life-style/life/741075/toilet-seat-public-germs-hover-squat-sit">Brianne Grogan</a>:</p>
<blockquote>
<p>«El problema de intentar mantenerse “levitando” sobre el váter mientras se orina es que los músculos del suelo pélvico y de la cintura pélvica –rotadores de la cadera, glúteos, espalda y abdominales– se tensan demasiado. Esta tensión de la cintura pélvica dificulta el flujo de la orina y a menudo obliga a tener que empujar o «apretar» un poco para hacer que salga más rápido, y estos empujones o apretones realizados frecuentemente al orinar pueden contribuir a provocar un prolapso del órgano pélvico».</p>
</blockquote>
<p>Grogan añade que esto podría llevar a un vaciado incompleto de la vejiga que, en última instancia, puede causar un aumento de la frecuencia y de la urgencia de la micción o, en casos extremos, incluso aumentar las probabilidades de que se produzca una infección de la vejiga. </p>
<h2>El pomo sucio de la puerta</h2>
<p>Las defensas microbianas e inmunológicas de una persona proporcionan una fuerte protección contra el desafío infeccioso que supone sentarse en un retrete público. Además, debido al reconocimiento del riesgo de infección que entraña la materia fecal, en la mayoría de los países desarrollados los servicios públicos se limpian con regularidad. </p>
<p>Pero, para mayor tranquilidad, siempre podemos llevar encima un paquete de toallitas antisépticas y limpiar la tapa del váter antes de sentarnos para proteger las partes bajas de cualquier posible contaminación. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/223821/original/file-20180619-126534-10iu6p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/223821/original/file-20180619-126534-10iu6p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/223821/original/file-20180619-126534-10iu6p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/223821/original/file-20180619-126534-10iu6p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/223821/original/file-20180619-126534-10iu6p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/223821/original/file-20180619-126534-10iu6p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/223821/original/file-20180619-126534-10iu6p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Sólo una de cada 20 personas se lava las manos correctamente después de ir al baño.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Shutterstock</span></span>
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</figure>
<p>Sin embargo, los asientos sucios de los inodoros no deberían ser nuestra mayor preocupación. En un <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0028132">estudio realizado en el 2011</a> se descubrió que al «tirar de la cadena» y descargar la cisterna, los microbios contenidos en las gotas del agua que cae se instalan rápidamente en un área bastante amplia, que abarca la tapa del retrete, la puerta, el suelo y el portarrollos de papel higiénico. Para evitar que nos alcance la llovizna del contenido de la taza del váter —que contiene tanto nuestros gérmenes como los de los anteriores usuarios—, podría resultar aconsejable abandonar el cubículo inmediatamente después de apretar el botón de la cisterna. </p>
<p>Y, por supuesto, no todo el mundo se lava las manos después de haber ido al servicio, así que es mucho más que probable que la manilla de la puerta de salida de los lavabos esté contaminada. Por lo tanto, para evitar volvernos a contaminar las manos limpias al salir de unos servicios públicos, abramos la puerta con el codo, con la manga de la chaqueta o con un pañuelo de papel.</p>
<h2>Ahora, a lavarse las manos</h2>
<p>La clave para protegerse completamente de los gérmenes relacionados con los inodoros es un <a href="https://www.nhs.uk/live-well/healthy-body/best-way-to-wash-your-hands/">correcto lavado de las manos</a>: si nos las lavamos a conciencia eliminamos tanto suciedad como bacterias y virus, lo que impide que los microbios potencialmente infecciosos que pudiese haber en ellas se propaguen a otras personas y objetos. Se recomienda que, para un lavado eficaz, se frote agua jabonosa sobre manos y dedos durante 20-30 segundos, sin olvidar la parte inferior de las uñas. La fricción producida al frotarnos una mano con otra hace que se suelte cualquier resto de suciedad que pueda contener microbios. </p>
<p>Pero hay que ser conscientes de que en los lavabos, los mandos de los grifos y los dispensadores de toallas de papel —o, en su caso, los botones de los secadores de aire caliente- hay una <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0028132">considerable presencia microbiana</a>. Esto es debido a que las manos que acaban de limpiar las partes bajas del cuerpo en el retrete van después a pulsar el dispensador de jabón y a abrir un grifo. Por ello, es aconsejable que, una vez que hayamos terminado de lavarnos las manos, dejemos el grifo abierto mientras nos las secamos y que después utilicemos una toalla de papel limpia para cerrarlo; o, en el caso de los secadores de aire caliente que funcionan con botón, que apretemos este con el codo en lugar de con la mano.</p>
<h2>… y el teléfono móvil</h2>
<p>Además de todo ello, es obvio que no se debe comer, fumar ni beber dentro del compartimento del inodoro. Y lo mismo vale para el uso del teléfono móvil, ya que las investigaciones demuestran que hasta un <a href="https://www.dailymail.co.uk/femail/article-4229044/Why-shouldn-t-use-phone-toilet.html">75% de las personas utilizan el móvil</a> mientras están sentadas en el váter. Pero, dado que un estudio norteamericano descubrió que los teléfonos móviles están hasta <a href="https://cals.arizona.edu/news/why-your-cellphone-has-more-germs-toilet">diez veces más sucios que los asientos de los retretes</a>, tal vez ya va siendo hora de que dejemos de preocuparnos por la limpieza de los servicios públicos y comencemos a preocuparnos por la de nuestro teléfono.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/105607/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Primrose Freestone no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Cuando surge la necesidad perentoria, y entramos en un baño público, nos encontrarnos con que el asiento del váter no está impoluto. En esta desagradable situación, ¿qué deberíamos hacer?Primrose Freestone, Senior Lecturer in Clinical Microbiology, University of LeicesterLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.