Las investigaciones en la ciencia del comportamiento abogan por un término medio entre la prohibición de las pantallas y la libertad absoluta. En esta estrategia, la supervisión de las familias resulta decisiva.
Los niños no aprenden a socializar solamente a través de su entorno real. Los contenidos digitales son tan abundantes, inmediatos y sin filtros que rompen el proceso natural de comprensión del mundo.
En internet también somos padres y madres: acordar con nuestros hijos qué tipo de supervisión haremos, evitar el acceso ilimitado a las redes e internet y respetar su intimidad son las claves.
Desde el punto de vista de la neurociencia, varios obstáculos (metodológicos, de privacidad…) impiden saber con exactitud qué consecuencias acarrea el tiempo dedicado a las pantallas.
Nuestro teléfono móvil está diez veces más sucio que la tapa del váter. Y lo tocamos cientos o miles de veces al día sin que se nos pase por la cabeza lavarnos las manos después de hacerlo.
Los jóvenes usan el móvil unas seis horas al día. Es importante que aprendan a evaluar cómo y para qué lo hacen. Que sean ellos los que lo controlen, y no a la inversa, evitará caer en la procrastinación.
Se están desarrollando nanotecnologías de autorreparación y materiales para reducir la degradación que provoca la carga y descarga. En el futuro tendremos baterías más duraderas.
Ningún adelanto tecnológico ha tenido un crecimiento de uso tan veloz como la telefonía móvil. Con la consiguiente exposición a radiaciones. ¿Aumenta eso el riesgo de tumores cerebrales? ¿Es especialmente peligroso en niños y adolescentes? Las evidencia científica dice que no.
La nomofobia es el miedo irracional a no tener el móvil y no poder comunicarse con otros. Esta ansiedad extrema puede tener consecuencias para la salud.
Las aplicaciones de ‘mindfulness’ construyen el entrenamiento en base a la concepción que cada una tiene de esta práctica y de ello dependerá su eficacia. Analizamos algunas de ellas.
El uso de pantallas promueve comportamientos sedentarios en un contexto en el que se estima que la obesidad aumenta considerablemente. ¿Están ambas variables relacionadas?
Jugar es sano. Si se gestiona adecuadamente, ayuda a mejorar habilidades y promueve el cambio comportamental en positivo. El objetivo: conectar su fortaleza con la vida activa y saludable.
Diferentes estudios demuestran que tener un cronotipo nocturno, cenar tarde y utilizar pantallas antes de dormir engorda y aumenta el riesgo de sufrir enfermedades metabólicas.
La iniciativa Canal 7 - 7 PMR invita a los montañeros a unirse a una red de radio de uso libre que permita la comunicación entre excursionistas y la demanda de ayuda cuando no exista cobertura de teléfono.
La población infantil no escapa del exceso de pantallas de estos últimos años. El mal uso de los móviles en los niños puede acarrear problemas en su bienestar físico, cognitivo y emocional.
Los movimientos repetidos del pulgar para el manejo del móvil han dado lugar a la aparición de nuevas patologías por sobreuso. Entre ellas la “whatsAppitis”.
El pasado verano comenzó a escucharse su nombre: “Among us”. El juego que salió al mercado en 2018 está arrasando de manera vertiginosa y solo en dispositivos móviles ya lleva más de 86 millones de descargas. La clave del éxito: su sencillez y su capacidad para unir generaciones dándole al botón.
La obtención de materias primas para la fabricación de dispositivos tecnológicos, su uso y posterior desecho tienen un grave impacto medioambiental y humano que debemos considerar.
Tras analizar las localizaciones móviles de millones de personas durante la primera ola de la pandemia se confirma que el confinamiento y el teletrabajo reducen drásticamente los contagios.
Profesor de Radiología y Medicina Física en la Facultad de Medicina de Albacete. Coordinador de la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación (UCLMdivulga), Universidad de Castilla-La Mancha