tag:theconversation.com,2011:/global/topics/resistencia-antibiotica-80755/articlesresistencia antibiótica – The Conversation2023-12-18T21:37:19Ztag:theconversation.com,2011:article/2176852023-12-18T21:37:19Z2023-12-18T21:37:19ZTerapia fotodinámica: luz y oxígeno en vez de antibióticos para destruir microorganismos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/563601/original/file-20231205-27-3j6uyn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=10%2C288%2C2588%2C2315&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/bright-spotlight-projects-lilac-blue-rays-2163529699">3d_and_photo/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado la resistencia antimicrobiana como <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/antibiotic-resistance">uno de los principales problemas de salud mundial</a>. El uso abusivo e incorrecto de antibióticos está provocando que bacterias, virus y hongos se vuelvan resistentes a los medicamentos que actualmente utilizamos para combatirlos. </p>
<p>Eso implica que <a href="https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/antimicrobial-resistance">enfermedades comunes que hasta ahora habían estado controladas dejen de estarlo</a>, como infecciones urinarias provocadas por la bacteria <em>Escherichia coli</em> o infecciones más graves en el torrente sanguíneo causadas por el hongo <em>Candida auris</em>. La falta de respuesta dificulta el tratamiento, prolonga la duración de la enfermedad, incrementa el riesgo de recurrencias y propagación de dichas enfermedades y, en el peor de los casos, acrecienta el número de muertes. </p>
<p>Así las cosas, surge la necesidad de buscar estrategias alternativas para hacer frente a estos parásitos multirresistentes. Sin embargo, el desarrollo de nuevos antibióticos supone altos costes y, generalmente, requiere de largos periodos de tiempo hasta su regulación y aprobación. Tanto es así que, en algunos casos, l<a href="https://academic.oup.com/femsre/article/41/3/450/3806588">os microorganismos generan resistencia a los nuevos fármacos antes de que sean aprobados para su comercialización</a>. </p>
<h2>Matar microbios con luz y oxígeno</h2>
<p>Una de las estrategias alternativas a los antibióticos es <a href="https://pubs.acs.org/doi/10.1021/jacs.1c08679">la terapia fotodinámica</a>. Requiere la presencia de tres elementos de manera simultánea: luz, un compuesto fotosensible generalmente de naturaleza orgánica que presenta un color intenso (fotosensibilizador) y oxígeno molecular. </p>
<p>La luz de una determinada longitud de onda (azul, verde, roja) activa a la molécula fotosensible, que a su vez es capaz de activar al oxígeno molecular y generar lo que se conoce como especies reactivas de oxígenos (ROS, por sus siglas en inglés). </p>
<p>Las ROS son capaces de <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0898883821000441#bb0250">dañar diversas biomoléculas esenciales para las células o microorganismos</a> como las proteínas, lípidos y ácidos nucleicos. Como consecuencia, se genera un daño en las células, bacterias, virus u hongos, provocando su muerte. </p>
<h2>Sin apenas efectos secundarios</h2>
<p>Lo interesante de este tratamiento es que solo cuando los tres componentes están presentes simultáneamente tiene lugar el efecto terapéutico, ya que los tres elementos por separado no son tóxicos. Eso nos permite controlar y localizar el tratamiento a través de la luz: solo en las zonas donde las moléculas fotosensibles se hayan acumulado y sean irradiadas de forma local con dosis de luz controlada (en potencia y tiempo) se generarán especies reactivas de oxígeno. De ahí que podamos asegurar que se trata de un procedimiento selectivo, que actúa justo donde queremos y apenas provoca efectos secundarios. </p>
<p>Actualmente, esta terapia se utiliza en diversos problemas de salud localizados en superficies cutáneas, principalmente en <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/dth.13997">dermatología</a> (infecciones fúngicas, acné, psoriasis,…) y como tratamiento selectivo para algunos carcinomas de la piel, y lesiones precancerosas, como la queratosis actínica. </p>
<p>También se emplea en el <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2022.1020995/full">ámbito odontológico</a> para el tratamiento de infecciones en la cavidad bucal como la periodontitis, provocadas por la acumulación de placa bacteriana.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/562503/original/file-20231129-23-7f1qlb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/562503/original/file-20231129-23-7f1qlb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/562503/original/file-20231129-23-7f1qlb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/562503/original/file-20231129-23-7f1qlb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/562503/original/file-20231129-23-7f1qlb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/562503/original/file-20231129-23-7f1qlb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/562503/original/file-20231129-23-7f1qlb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/562503/original/file-20231129-23-7f1qlb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Imagen confocal de fluorescencia de bacterias (Escherichia coli) a las que se les ha aplicado la terapia fotodinámica. Las bacterias con fluorescencia roja son las bacterias que han muerto, mientras que las verdes son las que han resistido el tratamiento.</span>
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</figure>
<h2>También destruye virus</h2>
<p>La terapia fotodinámica es prometedora por varios motivos. Por un lado, actúa contra diversos agentes infecciosos, incluyendo virus frente a los cuales <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2827764/">los antibióticos no tienen ningún efecto</a>. Además sus resultados son inmediatos y no suele desarrollar resistencia, por lo que se puede repetir el tratamiento varias veces.</p>
<p>Sin embargo, también presenta varias limitaciones en las que la comunidad científica está trabajando. La primera es que, normalmente, los fotosensibilizadores son compuestos orgánicos poco solubles en medios acuosos, lo que dificulta su entrada a la célula. En segundo lugar, para que no se acumulen en las células sanas hay que promover <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0092867420301458?via%3Dihub">su especificidad</a> exclusivamente hacia los agentes patológicos (virus, bacterias y hongos).</p>
<p>Una de las opciones que se barajan es añadirles grupos funcionales o moléculas que son solubles en agua y/o que son selectivas hacia un tipo de microorganismo (por ejemplo, <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s00424-020-02379-0">azúcares</a>) para así reducir su carácter hidrófobo inherente y aumentar su especificidad. También se plantea usar nanopartículas como transportadores de estos compuestos fotoactivos. </p>
<p>El uso de la nanotecnología es cada vez más común en nuestra sociedad en aplicaciones biomédicas (nanomedicina). Área ampliamente estudiada para el transporte de fármacos y en este caso de los fotosensibilizadores.</p>
<p>Aunque aún queda trabajo de investigación por desarrollar y realizar nuevos ensayos clínicos, todo apunta a que la luz y el oxígeno podrían transformar el futuro del tratamiento de las enfermedades infecciosas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/217685/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ruth Prieto-Montero recibe fondos de MCIN/AEI/10.13039/501100011033 (Proyectos PID2020-114347RB-C32) y , Gobierno Vasco-Eusko Jaurlaritza (proyecto IT1639-22).</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Virginia Martínez Martínez recibe fondos de MCIN/AEI/10.13039/501100011033 (Proyectos PID2020-114347RB-C32) y , Gobierno Vasco-Eusko Jaurlaritza (proyecto IT1639-22) </span></em></p>Cuando los antibióticos dejan de funcionar, una buena alternativa es usar luz, oxígeno y un compuesto fotosensible para destruir a los patógenos. Lo que es más interesante: también funciona frente a los virus.Ruth Prieto-Montero, Doctora en Ciencia y Tecnología de Materiales, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaVirginia Martínez Martínez, PERSONAL DOCTOR INVESTIGADOR PERMANENTE, QUÍMICA FÍSICA, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2010442023-04-09T18:26:08Z2023-04-09T18:26:08ZNanopartículas y chile: una nueva receta científica contra los microbios resistentes<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/517361/original/file-20230324-28-qzlwfb.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C21%2C1280%2C1245&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Nanopartículas y chile de árbol.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.freepik.com/free-photo/bunch-dried-red-hot-chili-pepper-black_10069696.htm">Modificado de Freepik</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span></figcaption></figure><p>Entre las propiedades que la ciencia está desvelando en las hojas, tallos, raíces o frutos de las plantas cabe destacar las prometedoras aplicaciones biomédicas del <a href="https://theconversation.com/entre-el-placer-y-el-dolor-la-ciencia-de-comer-chiles-200467">chile</a> (<em>Capsicum annuum</em>). Y, en especial, de una de sus variedades: el llamado <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Chile_de_%C3%A1rbol">chile de árbol</a>, que se suele emplear como ingrediente de salsas en la cocina mexicana. </p>
<p>La clave se esconde en la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Capsaicina">capsaicina</a>, la sustancia que otorga a este fruto su característico picor y que ha sido aprovechada desde hace siglos no solo por la gastronomía, sino también por la medicina tradicional como remedio para la tos, trastornos digestivos, etcétera. </p>
<p>Ahora, investigaciones recientes han encontrado que este compuesto tiene además <a href="https://www.mdpi.com/1420-3049/19/4/5434">un interesante efecto antimicrobiano</a>. </p>
<h2>La amenaza de los supermicrobios</h2>
<p>De acuerdo a <a href="https://news.un.org/es/story/2019/04/1455011">los datos reportados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU)</a>, se espera que en 2050 mueran cerca de 10 millones de personas debido a enfermedades causadas por microorganismos resistentes los medicamentos actuales.</p>
<p>De hecho, <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/antimicrobial-resistance">la Organización Mundial de la Salud (OMS)</a> califica la resistencia antimicrobiana como una amenaza de salud pública que pone en riesgo a la humanidad. Especialmente preocupante es el aumento de las muertes entre los niños y adultos jóvenes infectados. </p>
<p>¿Y a qué se debe esta situación? Los tratamientos contra las enfermedades microbianas no están funcionando como deberían por <a href="https://theconversation.com/nuevas-y-poderosas-razones-para-utilizar-los-antibioticos-de-forma-responsable-199699">el mal uso que se le da a los fármacos</a>: la sobremedicación hace que las bacterias <a href="https://theconversation.com/la-carrera-cientifica-contra-las-bacterias-multirresistentes-195218">evolucionen</a> y sobrevivan a la acción de los antibióticos y fungicidas. </p>
<p>Por eso es muy importante desarrollar tecnologías avanzadas que nos permitan fabricar nuevas fórmulas con compuestos como la capsaicina, que desgraciadamente tampoco son inmunes a la extraordinaria capacidad de “evasión” de los microorganismos patógenos. </p>
<p>Y aquí entra en escena la nanotecnología, capaz de mejorar y aumentar el efecto antimicrobiano de los fármacos. </p>
<h2>¿Qué es la nanotecnología?</h2>
<p>Esta <a href="https://theconversation.com/es/topics/nanotecnologia-60393">ciencia nueva</a> se enfoca en estudiar manipular, modificar y controlar la materia que no podemos ver a simple vista. Hablamos de tamaños muy pequeños, del orden de milmillonésimas partes de metro. </p>
<p>Modificar la materia a esas escalas diminutas puede otorgarle nuevas y mejores propiedades. Así se crean, por ejemplo, cosméticos o materiales que absorben los contaminantes del medio ambiente y se produce energía mediante minúsculas celdas solares.</p>
<p>De sus aplicaciones para la salud se encarga la nanomedicina, gracias al desarrollo de herramientas y dispositivos con una alta precisión y eficacia. Los nanomateriales o nanopartículas (partículas que solo se pueden ver con microscopios muy potentes) se diseñan para dirigirse específicamente a las células cancerosas y destruirlas, sin dañar a las células sanas, o transportar medicamentos y liberarlos en donde se encuentra el problema. </p>
<p>Y también para abordar el asunto que nos ocupa: atacar a las bacterias y hongos hasta hasta evitar su crecimiento. </p>
<h2>Nanomateriales en acción</h2>
<p>En concreto, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) <a href="https://www.fda.gov/drugs/understanding-over-counter-medicines/questions-and-answers-fda-posts-deemed-final-order-and-proposed-order-over-counter-sunscreen">ha aprobado para el consumo humano el dióxido de titanio y el óxido de zinc (TiO₂ y ZnO, respectivamente</a>). En tamaño macroscópico son materiales metálicos y muy brillantes, pero a escala nanométrica ofrecen el aspecto de un polvo blanco muy fino. </p>
<p>De acuerdo a <a href="https://www.mdpi.com/2079-4991/12/12/1948">un estudio que hemos publicado recientemente</a>, ambos materiales unidos pueden atacar a las bacterias y hongos. Y lo que aún es mejor: se pueden combinar con compuestos que provienen de las plantas. </p>
<p>De esa manera, la unión de dióxido de titanio y el óxido de zinc podría ayudarnos a darle el empujón necesario a la capsaicina para amplificar sus capacidades antimicrobianas.</p>
<p>Aunque aún falta mucho por investigar, este hallazgo es un comienzo prometedor que abre un abanico de opciones para combatir a las enfermedades microbianas no solo con capsaicina, sino también con los compuestos extraídos de otras especies vegetales.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/201044/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>
</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Yo Noé Rodríguez Barajas he recibido apoyo del gobierno por medio de una beca del CONACYT. El número de apoyo es el 748117.</span></em></p>Según nuevas investigaciones, las propiedades antimicrobianas de la capsaicina (sustancia que otorga su picor al chile) se ven reforzadas con la alianza de ciertos materiales a escala minúscula.Alejandro Pérez Larios, Profesor de Química y Lector de catálisis, Universidad de GuadalajaraNoé Rodríguez Barajas, Doctorando en Biociencias, Universidad de GuadalajaraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1988132023-02-23T17:53:08Z2023-02-23T17:53:08Z¿Viven bacterias también en nuestra orina? El yin y el yang del tracto urinario<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/511648/original/file-20230222-21-jsn6n2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C6%2C4493%2C2714&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/probiotic-beneficial-bacteria-normal-intestinal-microflora-2011878125">Sokolova_sv / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>El cuerpo humano es el sitio perfecto para alojar bacterias. Podemos decir que nuestro organismo alberga al menos el mismo número de ellas que de células humanas: aproximadamente, 39 trillones. Parece mucho, ¿verdad? Estas elevadas cifras nos llevan a pensar que los microorganismos que nos colonizan ejercen una importante función. </p>
<p>El conjunto de bacterias –la <a href="https://theconversation.com/es/topics/microbioma-85738">microbiota</a>– que habita algunas zonas del organismo, como el intestino, <a href="https://theconversation.com/es/topics/microbioma-85738">ha sido ampliamente estudiado</a>. Se conoce bien su composición y su papel en la salud y la enfermedad. </p>
<p>Sin embargo, ¿qué podemos decir de la microbiota urinaria, hasta ahora bastante desconocida? <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fcimb.2021.617002/full">Investigadores de la Universidad de Granada, Almería y el Hospital Universitario Virgen de las Nieves</a> han querido dar respuesta a la pregunta analizando la información disponible en este campo de estudio emergente. </p>
<h2>Microbioma urinario: un gran desconocido</h2>
<p>Durante mucho tiempo se ha creído que la orina de las personas sanas era estéril y que todas las bacterias que albergaba podían causar infecciones urinarias. La idea era sostenida por el uso de técnicas de cultivo bacteriano que solo permiten el crecimiento de un número muy limitado de microorganismos. </p>
<p>Pero la era de la genómica, el <a href="https://hmpdacc.org/">Proyecto Microbioma Humano</a> y el desarrollo de nuevas herramientas de secuenciación masiva han permitido identificar una <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0302283815002067">comunidad microbiana</a> también en el tracto urinario de individuos sanos.</p>
<p>Así sabemos que ese ecosistema varía en función del sexo: el <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1600613522249016">género bacteriano mayoritario</a> en las mujeres es <em>Lactobacillus</em>, mientras que la microbiota urinaria de los hombres, mucho menos estudiada, está dominada por los géneros <em>Corynebacterium</em> y <em>Streptococcus</em>. </p>
<p>Otros factores como la <a href="https://obgyn.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/1471-0528.15920">edad</a> y el <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0301211518302902">nivel hormonal</a> también desencadenan alteraciones. Conforme cumplimos años se produce una reducción de <em>Lactobacillus</em> y <em>Gardnerella</em> y proliferan géneros como <em>Mobiluncus</em>, <em>Oligella</em> y <em>Porphyromonas</em>.</p>
<p>Además, muchas especies propias del tracto urinario <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2020.513305/full">habitan también en la vagina y en el intestino</a>. Por consiguiente, alteraciones en esas dos comunidades bacterianas se traducen en cambios de la microbiota de la orina. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/511665/original/file-20230222-14-kph8nh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/511665/original/file-20230222-14-kph8nh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/511665/original/file-20230222-14-kph8nh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=425&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/511665/original/file-20230222-14-kph8nh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=425&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/511665/original/file-20230222-14-kph8nh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=425&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/511665/original/file-20230222-14-kph8nh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=534&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/511665/original/file-20230222-14-kph8nh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=534&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/511665/original/file-20230222-14-kph8nh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=534&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">El género bacteriano mayoritario en las mujeres es <em>Lactobacillus</em>, mientras que la microbiota urinaria de los hombres está dominada por los géneros <em>Corynebacterium</em> y <em>Streptococcus</em>.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-vector/modern-toilet-room-interior-handing-bowl-1454401352">Shutterstock / OrangeVector</a></span>
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<h2>Su papel en las enfermedades del tracto urinario</h2>
<p>Tradicionalmente, la infección del tracto urinario ha sido asociada a bacterias patógenas aisladas como <em>Escherichia coli</em>. Sin embargo, las nuevas investigaciones han permitido identificar un origen múltiple; es decir, se debe más a un deterioro de la microbiota que a la invasión de un patógeno específico. En general, una reducción de <em>Lactobacillus</em> –género mayoritario en individuos sanos– parece aumentar la frecuencia de infecciones urinarias. </p>
<p>Ciertas alteraciones en la microbiota urinaria también han sido relacionadas con otras patologías como el <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fcimb.2018.00167/full">carcinoma urotelial</a> y el <a href="https://www.auajournals.org/doi/10.1016/j.juro.2017.08.001">cáncer de próstata</a>. El incremento de bacterias que secretan sustancias involucradas en los procesos inflamatorios podría promover el desarrollo de esas enfermedades. </p>
<p>Y además, problemas mecánicos como la <a href="https://journals.asm.org/doi/10.1128/mSphere.00439-19">incontinencia urinaria</a> pueden estar afectados por modificaciones en la comunidad bacteriana que nos ocupa. La reducción de bacterias en individuos sanos aumenta la población de microorganismos patógenos que liberan moléculas que favorecen la contracción muscular de la vejiga urinaria, entre otros mecanismos.</p>
<p>Estas son solo algunas de las enfermedades relacionadas con el estado de la microbiota urinaria. Los hallazgos subrayan, pues, la importancia de tenerla en cuenta a la hora de prevenir, diagnosticar y tratar esas dolencias. </p>
<h2>Un nuevo campo de estudio para nuevas terapias</h2>
<p>Hoy en día, la mayoría de las infecciones del aparato urinario son tratadas con antibióticos de amplio espectro. Sin embargo, la creciente aparición de <a href="https://theconversation.com/la-carrera-cientifica-contra-las-bacterias-multirresistentes-195218">bacterias resistentes</a> a estos fármacos señala la importancia de identificar con más precisión a los patógenos responsables. Se trata de afinar la acción de los medicamentos y evitar el deterioro de las comunidades microbianas presentes en el cuerpo humano. </p>
<p>Otra solución es desarrollar nuevas terapias al margen de los antibióticos. Entre ellas se encuentran los probióticos, que han despertado un mayor interés en los últimos años. La administración <a href="https://academic.oup.com/cid/article/52/10/1212/478332">intravaginal</a> u <a href="https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/14787210.2019.1664287">oral</a> de algunas cepas de <em>Lactobacillus</em>, como <em>L. crispatus</em> y <em>L. acidophilus</em>, ha permitido colonizar a largo plazo la microbiota urinaria y reducir la incidencia de las infecciones.</p>
<p>Otras terapias basadas en el conocimiento actual de la microbiota urinaria son el <a href="https://academic.oup.com/cid/article/65/10/1745/3978076">trasplante de microbiota fecal</a> y el <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2018.01832/full">uso de bacteriófagos</a>, virus que infectan y destruyen bacterias. En ambos casos se ha reducido la prevalencia de infecciones urinarias y la presencia de las bacterias causantes, incluidas aquellas con amplias resistencias a antibióticos. </p>
<h2>Dieta para mantener una microbiota sana</h2>
<p>Pero antes de llegar a este punto, también podemos contribuir a mantener sana y estable la población microscópica que coloniza el tracto urinario con nuestros hábitos. <a href="https://theconversation.com/cuidar-la-microbiota-esta-de-moda-pero-cual-es-la-forma-idonea-de-alimentarla-178321">Y como en el caso de otras microbiotas</a>, la dieta desempeña aquí un importante papel. Así, el consumo moderado de productos que contengan arándanos –o su zumo– y alimentos fermentados ricos en probióticos puede ayudar al conservar el equilibrio bacteriano y cortar el paso a bacterias patógenas. </p>
<p>Aunque todavía queda un largo camino para conocerlo a fondo, el microbioma urinario puede ser la llave que nos permita desarrollar nuevas estrategias preventivas, diagnósticas y terapéuticas para las enfermedades que afectan al aparato urinario.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/198813/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Virginia Pérez Carrasco recibe fondos del Ministerio de Universidades.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>José Antonio García Salcedo recibe fondos del Plan Estatal de Investigación Científica, Técnica y de Innovación</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Miguel Soriano Rodríguez recibe fondos de Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación (PEICTI) de España. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>José Gutiérrez-Fernández no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Menos estudiada y abundante que otras microbiotas de nuestro cuerpo, la comunidad de bacterias que habita el tracto urinario influye decisivamente en la aparición de infecciones y ciertas enfermedades.Virginia Pérez Carrasco, Investigador predoctoral FPU, Universidad de GranadaJosé Antonio García Salcedo, Investigador principal en el area de biomedicina, Universidad de AlmeríaJosé Gutiérrez-Fernández, Catedrático de Universidad en Microbiología Médica., Universidad de GranadaMiguel Soriano Rodríguez, Profesor Titular de Universidad. Departamento de Agronomía, Universidad de AlmeríaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1952182023-01-15T18:04:03Z2023-01-15T18:04:03ZLa carrera científica contra las bacterias multirresistentes<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/502399/original/file-20221221-19-pm9l0w.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Placas de petri con cultivos de bacterias resistentes a antibióticos aisladas de pacientes. En azul puede observarse a 'Klebsiella pneumoniae', y en rojo, a 'Escherichia coli'. </span> <span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span></figcaption></figure><p>En <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Las_aventuras_de_Alicia_en_el_pa%C3%ADs_de_las_maravillas"><em>Alicia en el país de las maravillas</em></a> hay un momento en el que Alicia y la Reina Roja corren a toda velocidad. Es entonces cuando la primera nota que, a pesar de no parar de correr, siempre permanecen en el mismo sitio. </p>
<p>—Pero ¿cómo? ¡Si parece que hemos estado bajo este árbol todo el tiempo! ¡Todo está igual que antes! —dice Alicia.</p>
<p>—Aquí es preciso correr mucho para permanecer en el mismo lugar —responde la Reina.</p>
<p>Esta escena inspiró el nombre de lo que se conoce en biología como la <em>hipótesis de la Reina Roja</em>. Propone que los organismos deben estar en continua evolución para mantener su <em>statu quo</em> en el entorno.</p>
<h2>Un ecosistema microscópico en nuestro intestino</h2>
<p>Las bacterias son ubicuas y se han encontrado en todos los ambientes donde alguna vez alguien las ha buscado: desde las calientes <a href="https://www.nps.gov/yell/learn/nature/thermophilic-bacteria.htm">fuentes termales de Yellowstone</a> o <a href="https://theconversation.com/rios-rojos-el-problema-ambiental-de-las-aguas-acidas-de-mina-163947">las ácidas aguas del río Tinto</a> a los <a href="https://theconversation.com/antarctic-bacteria-live-on-air-and-make-their-own-water-using-hydrogen-as-fuel-171808">fríos lagos del Antártico</a>. </p>
<p>Uno de los ecosistemas bacterianos más poblados del planeta se encuentra en el intestino humano: se estima que contiene al menos tantas células humanas como bacterianas. Allí conviven un sinfín de seres microscópicos, entre los que destacan las bacterias. El conjunto de microorganismos que habitan en nuestro intestino se conoce como <a href="https://theconversation.com/es/topics/microbioma-85738">microbiota o flora intestinal</a>.</p>
<p>La microbiota intestinal es fundamental para nuestra salud. Sabemos que los cambios en la comunidad bacteriana están <a href="https://theconversation.com/lo-que-pensamos-y-sentimos-afecta-a-la-microbiota-y-viceversa-192960">asociados a una amplia gama de enfermedades</a>, que incluyen el cáncer, enfermedades inflamatorias y el trastorno depresivo, entre otras. Además, los microbios de nuestro intestino pueden actuar de barrera contra la infección de bacterias patógenas. Así pues, es fundamental comprender cómo cambian y evolucionan esos microorganismos para entender su impacto en nuestra salud.</p>
<h2>Seres en permanente cambio</h2>
<p>Las bacterias evolucionan principalmente mediante un fenómeno conocido como <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5753221">“transferencia horizontal”</a>, que permite el intercambio de genes entre microorganismos no emparentados. Uno de los principales agentes involucrados en este proceso son los <a href="https://theconversation.com/las-resistencias-a-los-antibioticos-se-mueven-a-traves-de-los-plasmidos-163951">plásmidos</a>, moléculas de ADN que se encuentran distribuidas en la práctica totalidad de especies bacterianas. </p>
<p>Mediante el intercambio o la captación de plásmidos, las bacterias pueden adquirir nuevas funciones de forma rápida, lo cual les confiere una gran capacidad de adaptarse a cambios en el ambiente.</p>
<p>Desafortunadamente, una de las funciones que pueden adquirir las bacterias vía plásmidos es la capacidad de resistir a los antibióticos, las sustancias capaces de inhibir su crecimiento.</p>
<p>Antes del descubrimiento de estos fármacos, las enfermedades asociadas a las bacterias eran una de las principales causas de muerte. Tras el descubrimiento y el posterior uso clínico de los antibióticos, las infecciones bacterianas pasaron a un segundo plano. </p>
<p>Además, el uso de antibióticos ha permitido alcanzar importantes avances en la medicina, como cirugías o tratamientos que deprimen el sistema inmune. Son fundamentales para sostener la medicina moderna.</p>
<p>No obstante, la capacidad de las bacterias de evolucionar en respuesta a los tratamientos ha impulsado la <a href="https://theconversation.com/aumenta-la-amenaza-mundial-de-la-resistencia-a-los-antibioticos-que-podemos-hacer-194088">aparición de resistencias</a>. Este fenómeno se ha convertido en una amenaza especialmente importante en ambientes clínicos.</p>
<h2>Los antibióticos de último recurso</h2>
<p>Aunque existen muchos tipos de antibióticos, muchos de ellos son ya ineficaces para tratar infecciones comunes. Con el fin de lograr la máxima eficiencia y controlar el desarrollo de resistencias, el uso de algunos de estos medicamentos está limitado. </p>
<p>Los <a href="https://www.msdmanuals.com/es-es/hogar/infecciones/antibi%C3%B3ticos/f%C3%A1rmacos-carbapen%C3%A9micos#:%7E:text=Los%20f%C3%A1rmacos%20carbapen%C3%A9micos%20son%20antibi%C3%B3ticos,Doripenem">antibióticos carbapenémicos</a>, que se emplean como tratamientos de última opción terapéutica, funcionan precisamente para tratar infecciones por bacterias resistentes a múltiples antibióticos. No obstante, también <a href="https://isid.org/guia/patogenos/enterobacterias/">se han detectado microorganismos</a> que han evolucionado para ser resistentes a estos compuestos.</p>
<p>En <a href="https://www.pbelab.es/">nuestro grupo de investigación</a>, y en colaboración con el <a href="https://www.irycis.org/es/">Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria</a>, nos preguntamos cómo se diseminan y evolucionan las bacterias resistentes a los antibióticos carbapenémicos. Para ello, aislamos bacterias del intestino de más de 9 000 pacientes de un hospital madrileño a lo largo de cuatro años. Esto nos permitió seguir la transmisión y evolución de los microorganismos.</p>
<p><a href="https://doi.org/10.1038/s41564-021-00879-y">En un primer estudio</a>, identificamos zonas de contagio entre pacientes. Observamos que una vez una bacteria resistente llega al intestino de una persona, ésta es capaz de transmitir su resistencia a otras bacterias de la microbiota del paciente. Este proceso ocurre mediante la transferencia horizontal, mediada por plásmidos que contienen genes de resistencia.</p>
<p>Entonces, el individuo puede contagiar la bacteria resistente a otro individuo y volver a iniciar el proceso de transmisión. En esta dinámica, es muy importante el papel de un grupo de plásmidos llamados pOXA-48: su intercambio permite a las bacterias volverse resistentes a los antibióticos carbapenémicos.</p>
<p>Por este motivo, <a href="https://www.nature.com/articles/s41559-022-01908-7">en un segundo estudio</a> nos centramos en entender el modo en que evolucionan las bacterias una vez han recibido este tipo de plásmidos. Nuestros resultados muestran cómo los antibióticos administrados a cada paciente afectaron la forma de evolucionar de los plásmidos, afectando a su vez a la evolución de las bacterias que los portan. </p>
<h2>Más allá del tubo de ensayo</h2>
<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Louis_Pasteur">Louis Pasteur</a> creó el primer medio de cultivo bacteriano a mediados del siglo XIX. Su descubrimiento y optimización ha permitido el desarrollo de la microbiología; hoy en día constituye una herramienta fundamental en cualquier laboratorio de este campo de investigación, ya que permite aislar y hacer crecer a las bacterias. </p>
<p>En los medios de cultivo podemos <a href="https://theconversation.com/asi-descubrimos-como-muchas-bacterias-pueden-volverse-resistentes-a-los-antibioticos-167234">hacer <em>evolucionar</em> bacterias</a> y poder así estudiar su adaptación a diferentes ambientes. Este tipo de experimentos ha aumentado nuestra comprensión de sus dinámicas evolutivas y nos permite ver cómo estas responden a cuestiones importantes que afectan a la salud humana.</p>
<p>Sin embargo, los factores que actúan sobre las poblaciones bacterianas en entornos reales son mucho más complejos que los que pueden estudiarse en el laboratorio. En ecosistemas como el intestino humano entran en juego múltiples factores como tratamientos médicos, cambios en la dieta o la interacción de las bacterias con el sistema inmune.</p>
<p>Hoy en día, los avances en las tecnologías de <a href="https://theconversation.com/la-revolucion-del-proyecto-genoma-humano-cumple-dos-decadas-155321">secuenciación</a> y <a href="https://theconversation.com/charpentier-y-doudna-ganan-el-premio-nobel-de-quimica-por-sus-tijeras-geneticas-147711">manipulación del ADN</a> nos abren una puerta a estudiar la evolución de estos microorganimos en sus ecosistemas reales. Cada vez más estudios demuestran <a href="https://theconversation.com/si-la-salud-es-una-sola-por-que-la-ensenamos-por-partes-185054">la importancia de integrar conceptos evolutivos</a> en todos los campos de la lucha contra el avance de las bacterias resistentes: desde el diagnóstico clínico al diseño de nuevos fármacos y posibles tratamientos.</p>
<p>Sabemos que las bacterias poseen una capacidad sorprendente de adaptación a nuevos ambientes. Esta capacidad hace que, por mucho que las tratemos con antibióticos, finalmente aparecerán bacterias resistentes. </p>
<p>Volviendo a <em>Alicia en el país de las maravillas</em>, las bacterias están <em>corriendo</em> constantemente para poder sobrevivir. Entender en qué dirección y a qué velocidad lo hacen nos puede dar una gran ventaja al permitir anticiparnos a sus posibles efectos negativos en nuestra salud.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/195218/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Este trabajo ha contado con el apoyo del Consejo Europeo de Investigación (ERC) en el marco del programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea (subvención ERC nº 757440-PLASREVOLUTION) y del Instituto de Salud Carlos III (PI19/00749) cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional "Una vía para alcanzar Europa". El proyecto R-GNOSIS recibió apoyo financiero de la Comisión Europea (subvención nº R-GNOSIS-FP7-HEALTH-F3-2011-282512).
</span></em></p>Es vital conocer a fondo cómo evolucionan las bacterias para evitar que desarrollen resistencias a los antibióticos, un problema sanitario de primera magnitud.Javier de la Fuente Hidalgo, Investigador, Centro Nacional de Biotecnología (CNB - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1940882022-11-17T17:48:46Z2022-11-17T17:48:46ZAumenta la amenaza mundial de la resistencia a los antibióticos: ¿qué podemos hacer?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/495609/original/file-20221116-22-3qk7e0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C0%2C5982%2C3979&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/pile-antibiotic-capsule-pills-pharmaceutical-industry-1308025846">Shutterstock / Fahroni</a></span></figcaption></figure><p>Existe una terrorífica amenaza global, presente y futura, acechando en cada rincón del planeta. Es incluso mucho más preocupante y dañina que la malaria o el VIH y sin embargo, pasa desapercibida a gran parte de la sociedad. Se trata de la resistencia a los antimicrobianos (RAM), que ocurre cuando los cambios en los microorganismos hacen que los medicamentos utilizados <a href="https://www.efsa.europa.eu/en/topics/topic/antimicrobial-resistance">para tratar infecciones se vuelvan menos efectivos</a>.</p>
<p>Un informe reciente calcula que la resistencia bacteriana a los antimicrobianos estuvo asociada con 5 millones de muertes en el año 2019, incluidas 1,27 millones de muertes atribuidas de forma directa. Estas cifras colocan a la resistencia bacteriana a los antimicrobianos como <a href="https://www.thelancet.com/action/showPdf?pii=S0140-6736%2821%2902724-0">una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo</a>.</p>
<h2>Más muertos que por accidentes de tráfico</h2>
<p>No es un problema menor que afecte únicamente a los países más desfavorecidos, ni mucho menos. En los EE. UU. acontecen cada año más de 2,8 millones de infecciones resistentes a los antimicrobianos y, como resultado, más de 35 000 personas mueren. Y en Europa 33 000 personas fallecen anualmente como consecuencia de infecciones hospitalarias causadas por bacterias resistentes a los antibióticos. Según los últimos datos, 4 000 de estas muertes se registran en España, cuatro veces más que las provocadas por accidentes de tráfico. </p>
<p>Además, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ha estimado que el coste que supone la resistencia bacteriana a los antimicrobianos, relacionado con los sistemas sanitarios de los países de la Unión Europea, es <a href="https://www.oecd.org/health/health-systems/AMR-Tackling-the-Burden-in-the-EU-OECD-ECDC-Briefing-Note-2019.pdf">de alrededor de 1 100 millones de euros anuales</a> y provoca 3 billones de euros de pérdida del Producto Interno Bruto (PIB).</p>
<p>La situación podría empeorar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), si la tendencia continúa, para el año 2030 la resistencia a los antimicrobianos podría llevar hasta a 24 millones de personas a la pobreza extrema. Y algunas previsiones auguran que, si el escenario no mejora, en el año 2050 las infecciones bacterianas serán la principal causa de mortalidad a nivel mundial y se llegará a alcanzar una cifra de muertes cercana a los 10 millones de personas cada año, <a href="https://amr-review.org/sites/default/files/160518_Final%20paper_with%20cover.pdf">superando en número a los accidentes de tráfico, el cáncer y la diabetes</a>. Además de reducir en un 3,8 % el PIB anual mundial. </p>
<p>¿Por qué es tan devastador? En esencia, porque cada vez más enfermedades comunes son intratables debido a las resistencias, incluidas las infecciones del tracto respiratorio, las infecciones de transmisión sexual y las infecciones del tracto urinario. </p>
<h2>El abuso de antibióticos en la producción animal es uno de los desencadenantes</h2>
<p>Aunque el fenómeno de la resistencia a los antimicrobianos es un proceso natural observado desde que los antibióticos de primera generación empezaron a ser aplicados contra las infecciones microbianas, el uso persistente de los antibióticos, la automedicación y la exposición a infecciones en los hospitales han acelerado el desarrollo de bacterias multirresistentes. </p>
<p>Existen evidencias sólidas que indican que la liberación de compuestos antimicrobianos al medio ambiente, combinada con el contacto directo entre las comunidades bacterianas naturales y las bacterias resistentes, están impulsando la evolución bacteriana y la aparición de cepas más resistentes. </p>
<p><a href="https://theconversation.com/hacia-un-uso-mas-prudente-y-responsable-de-los-antibioticos-en-ganaderia-122590">El uso indebido o excesivo de antibióticos en la producción animal</a> es un hecho preocupante. Aproximadamente el 75 % de los antibióticos no son absorbidos por los animales y son excretados por el organismo a través de las heces y la orina, pudiendo contaminar y dañar directamente el medio ambiente circundante. </p>
<p>En África, la Unión Europea y los Estados Unidos se estima que entre el 50 y el 80 % de todos los antibióticos son aplicados a los animales, principalmente para <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31401170/">promover su crecimiento y prevenir infecciones bacterianas</a>. Las estimaciones prevén que los antibióticos utilizados en animales destinados al consumo humano aumenten un 11,5 % en 2030.</p>
<h2>ESKAPE, el sexteto de bacterias más peligroso</h2>
<p>El problema de la resistencia a los antimicrobianos no se extiende de manera uniforme a todas las bacterias. La Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América (IDSA) identificó seis especies como especialmente peligrosas debido a su virulencia y a sus posibles mecanismos de resistencia a múltiples fármacos. Agrupadas bajo el acrónimo ESKAPE, se trata de <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2019.00539/full"><em>Enterococcus faecium</em>, <em>Staphylococcus aureus</em>, <em>Klebsiella pneumoniae</em>, <em>Acinetobacter baumannii</em>, <em>Pseudomonas aeruginosa</em> y <em>Enterobacter</em> spp.</a>.</p>
<p>Este grupo de bacterias patógenas parece tener cierta facilidad para “escapar” de la acción bactericida de algunos antibióticos. Además, la OMS ha clasificado las bacterias patógenas multirresistentes en tres grupos de prioridad: <a href="https://www.who.int/news/item/27-02-2017-who-publishes-list-of-bacteria-for-which-new-antibiotics-are-urgently-needed">grupo 1 (prioridad crítica), grupo 2 (prioridad elevada) y grupo 3 (prioridad media)</a>. </p>
<h2>Buscando nuevos antibióticos</h2>
<p>La falta de tratamiento contra las bacterias multirresistentes podría retrotraernos a una época en la que millones de personas morían de neumonía o salmonelosis. Sin antibióticos eficaces para la atención y prevención de las infecciones, el éxito de tratamientos como el trasplante de órganos, la quimioterapia o la cirugía se vería comprometido. </p>
<p>Las bacterias no son el único problema. A finales de octubre de 2022, la OMS publicó un informe con los patógenos fúngicos prioritarios que incluía un catálogo con los <a href="https://www.who.int/publications/i/item/9789240060241">19 hongos más peligrosos para la salud pública</a>. Los patógenos fúngicos constituyen una amenaza importante, ya que son cada vez más comunes y resistentes a los tratamientos. De hecho, actualmente solo se dispone de cuatro clases de medicamentos antimicóticos y hay muy pocos candidatos en fase de desarrollo clínico.</p>
<p>El “<a href="https://www.who.int/es/publications/i/item/9789241509763">Plan de acción mundial sobre la resistencia a los antimicrobianos</a>” apunta a que la resistencia antimicrobiana se acelera por el uso indebido y excesivo de los antibióticos, así como por la falta de prevención y el control deficiente de las infecciones. Y establece cinco objetivos estratégicos: </p>
<ol>
<li><p>Mejorar el conocimiento y la comprensión de la resistencia a los antimicrobianos. </p></li>
<li><p>Fortalecer la vigilancia y la investigación. </p></li>
<li><p>Reducir la incidencia de infecciones. </p></li>
<li><p>Optimizar el uso de medicamentos antimicrobianos. </p></li>
<li><p>Asegurar una inversión sostenible en la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos.</p></li>
</ol>
<p>Es evidente que el descubrimiento de nuevos antibióticos y moléculas eficaces es crucial para combatir la resistencia bacteriana. Por desgracia, la elaboración de un nuevo antibiótico puede tardar entre 10 y 15 años, y costar más de 1 000 millones de euros.</p>
<p>Aún así, hay esperanzas. Recientemente, un equipo de la Universidad de Ginebra ha descubierto que la edoxudina, una molécula antiherpes identificada en los años 60, debilita la superficie protectora de la bacteria <em>Klebsiella</em> <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0269093">facilitando su eliminación por parte de las células inmunitarias</a>.</p>
<p>Del mismo modo, científicos de la Universidad de Bath han desarrollado y probado con éxito la actividad contra <em>Staphylococcus aureus</em> multirresistente de tres <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2022.948343/full">nuevas poliaminas lineales basadas en espermina y norspermina</a>. </p>
<p>También, el grupo dirigido por Andrew G. Myers de la Universidad de Harvard ha desarrollado una plataforma para fabricar, a partir de las lincosamidas, <a href="https://faculty.chemistry.harvard.edu/files/myers/files/a_synthetic_antibiotic_class_overcoming_bacterial_drug_resistance.pdf?m=1635950036">una amplia gama de nuevos antibióticos análogos totalmente sintéticos</a>. Tras probar más de 500 análogos encontraron un compuesto prometedor, la <a href="https://www.nature.com/articles/d41586-021-02916-6">iboxamicina</a>, eficiente frente a cepas que son resistentes a otros antibióticos conocidos.</p>
<h2>Solucionarlo está en nuestras manos</h2>
<p>Algunas acciones generales pueden <a href="https://www.resistenciaantibioticos.es/es/publicaciones/plan-nacional-frente-la-resistencia-los-antibioticos-pran-2022-2024">ayudar a reducir la necesidad de antimicrobianos y minimizar la aparición de resistencias</a>. </p>
<p>Entre las más obvias están fortalecer la prevención y el control de infecciones en los establecimientos de salud, las granjas y las instalaciones de la industria alimentaria, garantizar el acceso a los servicios de agua limpia, saneamiento e higiene, aplicar las mejores prácticas en la producción alimentaria y agrícola, disminuir la contaminación y garantizar una gestión adecuada de los residuos y el saneamiento.</p>
<p>A título individual podemos utilizar antibióticos solo cuando hayan sido recetados por un profesional sanitario certificado, no exigir antibióticos si su médico le informa de que no los necesita, seguir los consejos de los profesionales sanitarios cuando use antibióticos y no compartir nunca ni usar los antibióticos sobrantes de tratamientos anteriores. </p>
<p>También podemos (y debemos) prevenir las infecciones lavándonos las manos con regularidad, preparar los alimentos de manera higiénica y mantener el calendario vacunal actualizado.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/194088/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El 18 de noviembre se celebra el Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos. ¿Por qué es tan importante?Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología, Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1785652022-05-16T18:27:31Z2022-05-16T18:27:31ZProteoma: un mapa para combatir enfermedades y saber de qué está hecha nuestra comida<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/462431/original/file-20220511-13-ftnye6.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=5%2C9%2C1234%2C1362&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Mosaico de proteínas.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Protein_mosaic.jpg">Wikimedia Commons / strojan</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>¿Imagina disponer de un catálogo con todas las proteínas que componen su cuerpo en diferentes estados de salud? ¿Uno que defina exactamente qué proteínas se asocian a enfermedades como el cáncer, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, las infecciones o el alzhéimer? </p>
<p>Ese es el ambicioso reto del <a href="https://hupo.org/human-proteome-project/">Proyecto Proteoma Humano</a>, una iniciativa regulada por la Organización Mundial del Proteoma Humano destinada a crear un <a href="https://www.proteinatlas.org/humanproteome/tissue">mapa de todas las proteínas</a> del organismo. Es indiscutible que con ese mapa en las manos el diagnóstico de las enfermedades sería mucho más sencillo. </p>
<h2>Definiendo las proteínas</h2>
<p>Pero empecemos por el principio. Las proteínas son macromoléculas constituidas por cadenas lineales de aminoácidos. Forman parte de todos los seres vivos, donde ejercen miles de funciones esenciales. </p>
<p>Las proteínas están codificadas en el material genético de cada organismo, que es donde se especifica su secuencia de aminoácidos. Esa secuencia es lo que diferencia a una proteína de otra.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/463087/original/file-20220514-16-66yrm7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/463087/original/file-20220514-16-66yrm7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/463087/original/file-20220514-16-66yrm7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=423&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/463087/original/file-20220514-16-66yrm7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=423&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/463087/original/file-20220514-16-66yrm7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=423&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/463087/original/file-20220514-16-66yrm7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=532&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/463087/original/file-20220514-16-66yrm7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=532&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/463087/original/file-20220514-16-66yrm7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=532&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Esquema de una proteína y detalle de la estructura de los aminoácidos. Grupo de Investigación SEGURALI.</span>
</figcaption>
</figure>
<p>El conjunto de todas las proteínas de un organismo se conoce como proteoma. En cuanto a la proteómica, no es otra cosa que el estudio de la estructura y la función de las proteínas de los seres vivos mediante diferentes técnicas. </p>
<p>Para conocer el proteoma, inicialmente se deben extraer las proteínas del interior de las células. Generalmente esas proteínas se separan según su carga eléctrica y su tamaño en geles de agarosa, lo que permite su cuantificación e identificación. Una vez han sido identificadas, se puede determinar su función biológica. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/462234/original/file-20220510-14-x8m494.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/462234/original/file-20220510-14-x8m494.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/462234/original/file-20220510-14-x8m494.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=139&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/462234/original/file-20220510-14-x8m494.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=139&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/462234/original/file-20220510-14-x8m494.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=139&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/462234/original/file-20220510-14-x8m494.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=174&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/462234/original/file-20220510-14-x8m494.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=174&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/462234/original/file-20220510-14-x8m494.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=174&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Etapas del estudio del proteoma en bacterias. Grupo de Investigación SEGURALI.</span>
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<h2>Bibliotecas de biomarcadores</h2>
<p>El estudio del <a href="https://hupo.org/human-proteome-project/">proteoma humano</a> permite crear bibliotecas de proteínas con potencialidad para ser usadas como biomarcadores. </p>
<p>Los biomarcadores son sustancias que pueden emplearse en el ámbito clínico con finalidad predictiva, pronóstica o diagnóstica. </p>
<p>Deben cumplir dos requisitos: ser específicos de una determinada enfermedad y estar presentes en suficiente cantidad para poder ser detectables a través de una analítica. Por ejemplo, algunos marcadores tumorales se basan en proteínas que producen las células cancerosas (y solo ellas). </p>
<p>Las ventajas saltan a la vista. Con el estudio de las proteínas del cuerpo humano se pretende facilitar el desarrollo de nuevos tratamientos, valorar su eficacia, así como mejorar el diagnóstico y el pronóstico de las enfermedades para detectarlas de forma temprana y <a href="https://theconversation.com/una-nueva-metodologia-predice-la-gravedad-de-la-covid-19-en-menos-de-tres-horas-165049">predecir su gravedad</a>. Todo ello enfocado hacia una medicina personalizada. </p>
<p>Otra aplicación directa del estudio del proteoma humano tiene que ver con nuestra alimentación, ya que permite determinar el efecto de los componentes de la dieta sobre los niveles de proteínas de interés en diferentes enfermedades, teniendo en cuenta la variabilidad entre personas.</p>
<h2>Proteómica y resistencia a antibióticos</h2>
<p>La <a href="https://theconversation.com/la-resistencia-a-los-antibioticos-tambien-es-un-problema-alimentario-157943">resistencia de las bacterias a los antibióticos</a> ha aumentado a un ritmo alarmante en las últimas décadas. De continuar así, se estima que en el año 2050 las infecciones por estos microorganismos serán la primera causa de muerte en el mundo y provocarán unos 10 millones de fallecimientos cada año.</p>
<p>Actualmente se está realizando un importante esfuerzo para caracterizar el proteoma de diferentes microorganismos sensibles y resistentes a los antibióticos. De esta manera entenderíamos los mecanismos por los cuales se genera la resistencia y podríamos diseñar compuestos antimicrobianos más efectivos. </p>
<p>Además, la proteómica nos permite identificar las circunstancias que pueden incrementar la resistencia de las bacterias a los antibióticos, información muy útil para controlar este problema. Sin ir más lejos, en nuestro Grupo de Investigación (<a href="https://www.unileon.es/grupos-investigacion/detalles-grupo.php?id=3&grp=464">SEGURALI</a>) hemos observado que, cuando se exponen a dosis bajas de antibióticos (como consecuencia, por ejemplo, de tratamientos médicos incompletos), los microorganismos pueden adquirir resistencia a estos compuestos, a la vez que ver modificadas algunas de sus proteínas. </p>
<p>Estos estudios permiten construir bases de datos aplicadas al diseño de nuevas dianas terapéuticas para el desarrollo de fármacos más eficaces. </p>
<p>De igual manera, la utilización de desinfectantes a concentraciones bajas puede favorecer el desarrollo de tolerancia a los mismos, así como una resistencia cruzada a los antibióticos, dos cuestiones muy preocupantes para la Seguridad Alimentaria y la Salud Pública. Por ejemplo, hemos comprobado que la adaptación de diferentes microorganismos patógenos de transmisión alimentaria a un desinfectante comúnmente usado en la Industria Alimentaria, el ácido peracético, <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-019-51907-1.pdf">incrementa la resistencia de las bacterias a los antibióticos</a> y genera cambios en su perfil proteómico. Hay que señalar que el ácido peracético se considera un desinfectante “verde”, porque tras su utilización se descompone en compuestos que no contaminan el medio ambiente. </p>
<p>Finalmente, la proteómica permite explicar cómo los microorganismos perjudiciales para la salud interaccionan con las células de nuestro cuerpo para alterarlas, y de qué manera las bacterias “se comunican” entre ellas para formar <a href="https://theconversation.com/a-las-bacterias-no-les-gusta-vivir-solas-y-eso-es-un-problema-para-la-industria-alimentaria-159277">biopelículas</a> o biofilms.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/462124/original/file-20220509-24-lgqa9f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/462124/original/file-20220509-24-lgqa9f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/462124/original/file-20220509-24-lgqa9f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=369&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/462124/original/file-20220509-24-lgqa9f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=369&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/462124/original/file-20220509-24-lgqa9f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=369&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/462124/original/file-20220509-24-lgqa9f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=464&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/462124/original/file-20220509-24-lgqa9f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=464&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/462124/original/file-20220509-24-lgqa9f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=464&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Proyección tridimensional del biofilm mixto formado por <em>Salmonella enterica</em> serotipo Agona (teñido de azul con el colorante 4′, 6-diamidino-2-phenylindole -DAPI-) y <em>Enterococcus faecium</em> resistente a la vancomicina (VRE; teñido de rojo con el colorante Texas Red ®-X) al cabo de 120 horas de incubación a 10 °C. La imagen ha sido obtenida por microscopía láser confocal de barrido y reconstruida con el programa IMARIS. Grupo de Investigación SEGURALI.</span>
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<h2>Que no nos den gato por liebre</h2>
<p>La proteómica puede tener diferentes <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1002/fsn3.2842">aplicaciones en la industria alimentaria</a>. Entre otras cosas porque permite conocer la composición de los alimentos y evaluar su autenticidad. </p>
<p>Desde un punto de vista de Salud Pública, los estudios de proteómica en alimentos son útiles para identificar biomarcadores nutricionales de interés para la salud (por ejemplo, péptidos antihipertensivos) o para detectar proteínas no declaradas que, además de un fraude alimentario, pueden provocar reacciones alérgicas en determinados individuos. </p>
<p>Además, puesto que el perfil proteico es característico de cada tipo de bacteria, las técnicas proteómicas se han introducido como un instrumento para identificar, de manera rápida, bacterias responsables de infecciones e intoxicaciones alimentarias. </p>
<p>Por otro lado, la proteómica permite evaluar las modificaciones de interés nutricional o toxicológico que se producen en las proteínas de los alimentos como consecuencia de su procesado (por ejemplo, tratamientos por calor) o almacenamiento.</p>
<p>En definitiva, el estudio de las proteínas tiene interés en varios campos relacionados con el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, el control de la resistencia bacteriana a los antibióticos o la detección en alimentos de microorganismos patógenos o proteínas con potencial alergénico. Parece indiscutible que la proteómica ha venido para quedarse y es preciso aprovechar sus múltiples aplicaciones para mejorar la salud humana.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/178565/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Carlos Alonso Calleja recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (RTI2018-098267-R-C33) y de la Junta de Castilla y León (LE164G18). </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Rosa Capita González recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (RTI2018-098267-R-C33) y de la Junta de Castilla y León (LE164G18). </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Camino González Machado no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Disponer de un catálogo con todas las proteínas que componen nuestro cuerpo sabiendo exactamente a qué enfermedad se asocia cada una no es una utopía. La proteica lo hará posible.Camino González Machado, Contratada predoctoral FPU - Seguridad Alimentaria y Microbiología de los Alimentos, Facultad de Veterinaria, Universidad de LeónCarlos Alonso Calleja, Catedrático de Universidad, Área de Conocimiento de Nutrición y Bromatología, Facultad de Veterinaria, Universidad de LeónRosa Capita González, Catedrática de Universidad, Área de Conocimiento de Nutrición y Bromatología, Facultad de Veterinaria, Universidad de LeónLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1740152022-02-25T18:28:26Z2022-02-25T18:28:26Z¿Cómo ha conseguido la tuberculosis hacerse resistente a su principal tratamiento?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/445180/original/file-20220208-15-1v8ujll.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4992%2C3330&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/doctor-checking-examining-chest-xray-film-1506001223">Shutterstock / Studio.51</a></span></figcaption></figure><p>En la lucha contra la resistencia a antibióticos necesitamos usar todas las herramientas que tenemos a nuestro alcance, de forma similar a cómo la Reina Roja y Alicia necesitaban correr cuanto daban de sí para quedarse en el mismo sitio. </p>
<p>Nos hemos acostumbrado tanto a los antibióticos que es difícil imaginar una era posterior a los mismos en la que no podamos usarlos. Pero la resistencia a antibióticos es cada vez más habitual entre bacterias patógenas. Además, el desarrollo de otros nuevos se ha ralentizado enormemente. </p>
<p>En este contexto, la pandemia de SARS-CoV-2 nos ha proporcionado una muestra de lo peligroso que es no tener con qué tratar las enfermedades infecciosas. Por eso, la <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/resistencia-a-los-antibi%C3%B3ticos">resistencia a los antibióticos</a> se ha convertido en uno de los principales problemas de salud pública actualmente.</p>
<p>Para combatirla, las técnicas de genética funcional (que consisten en determinar la función de los genes) son una de nuestras armas más potentes. Nos permiten entender los mecanismos que causan las resistencias y qué podemos hacer para evitar su aparición. Ahora, con la llegada de las técnicas de secuenciación masiva, podemos usarlas a nivel de todo el genoma.</p>
<h2>Las bacterias plantan cara al tratamiento contra la tuberculosis</h2>
<p>Este es también un problema cada vez más acuciante en la lucha contra la tuberculosis. Cada año se infecta medio millón de personas con <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/antimicrobial-resistance">tuberculosis multidrogorresistente</a>. Sólo un tercio recibe el tratamiento adecuado y menos del 60 % de los tratados se curan completamente. Esto entorpece la <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/tuberculosis">erradicación de la enfermedad</a>, que progresa a un ritmo inferior a lo deseable.</p>
<p>La mayoría de tratamientos antituberculosos que se utilizan hoy en día llevan empleándose desde hace décadas, por lo que ya tenemos cierto conocimiento sobre las bases genéticas de la resistencia para muchos de ellos. Sin embargo, necesitamos más información sobre cómo se adquiere dicha resistencia y si hay formas de volver a sensibilizar las cepas resistentes. </p>
<p>Por otro lado, se están empezando a introducir otros antibióticos de desarrollo más reciente y sabemos muy poco sobre cómo la bacteria adquiere resistencia a los mismos. Por eso, necesitamos también trabajar con ellos para encontrar información sobre la arquitectura genética de la resistencia a estos antibióticos de forma sistemática.</p>
<h2>Resistencia a uno de los principales antibióticos: la isoniazida</h2>
<p>En este escenario, en la Unidad de Genómica de la Tuberculosis del Instituto de Biomedicina de Valencia hemos desarrollado una <a href="https://www.nature.com/articles/s42003-021-02846-z">metodología</a> de búsqueda de nuevos genes asociados a la resistencia a uno de los dos antibióticos principales contra la tuberculosis: la isoniazida. </p>
<p>Además de su importancia clínica, la isoniazida es ideal para este tipo de estudio porque en hasta un 15 % de las bacterias aisladas resistentes la mutación causante no está clara o se desconoce completamente. </p>
<p>Concretamente, en algunos casos no se encuentran mutaciones en ninguno de los genes de resistencia conocidos, por lo que es posible encontrar nuevos candidatos. </p>
<p>Además, al ser un antibiótico tan ampliamente utilizado, existen miles de aislados resistentes de los que conocemos su secuencia genómica completa. Esto es importante porque podremos validar nuestros candidatos mediante datos procedentes de muestras clínicas.</p>
<h2>Conocer en profundidad cada gen para poder modificarlos</h2>
<p>Para ello, se ha diseñado un estudio pensando en dos objetivos principales: por un lado, ser capaces de encontrar determinantes de resistencia que fueran más allá de los que ya se conocían; por otro, usar el experimento como una prueba de concepto para determinar si se podrían aplicar a nuevos antibióticos. Para llevar a cabo tales estrategias se han combinado dos técnicas: genómica funcional y asociación filogenética.</p>
<p>La genómica funcional, como veíamos al principio, consiste en determinar la función de todos los genes en el genoma. En el caso que nos ocupa, se ha hecho a base insertar un fragmento de ADN en cada gen de forma individualizada, de forma que lo disrumpe e impide que se pueda expresar. </p>
<p>Esta bacteria con el gen inutilizado ha crecido en presencia del antibiótico y ha sido posible ver el efecto. Con este experimento, se ha hallado una lista de genes capaces de modificar la resistencia a isoniazida de la bacteria.</p>
<h2>¿Cuáles son los genes responsables de la resistencia?</h2>
<p>A continuación, se han comprobado cuáles de estos genes estaban asociados a cambios en resistencia a isoniazida en aislados clínicos. Para ello, se empleó la segunda técnica: asociación filogenética. Esta consiste en reconstruir el árbol evolutivo para una base de datos de miles de aislados y mirar en qué genes de nuestra lista aparecían mutaciones de forma asociada con la aparición de resistencias. Así se extrajo una lista final de genes que estamos muy seguros que están implicados en la resistencia a isoniazida.</p>
<p>Esta es una técnica muy potente porque permite encontrar genes que afectan a la resistencia a un antibiótico aunque no sepamos ni la función del gen ni el mecanismo de acción del antibiótico. Por eso es ideal para estudiar los mecanismos de resistencia a nuevos antibióticos. </p>
<p>Además, es oportuna para comparar entre varios antibióticos y ver posibles patrones de resistencia cruzada, lo cual nos da una información muy valiosa a la hora de diseñar nuevos tratamientos en combinación. </p>
<p>Finalmente, esta técnica se puede usar para buscar nuevas dianas de tratamiento para amplificar la acción del antibiótico y prevenir la aparición de resistencias.</p>
<p>En definitiva, si queremos ganarle la batalla a las bacterias multidrogorresistentes tenemos que aprender a poner en valor este tipo de herramientas, diseccionar los mecanismos de acción y resistencia de los antibióticos y usar esta información para diseñar tratamientos que maximicen el impacto y alarguen la vida útil de los antibióticos. Nos va el futuro en ello.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/174015/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Un nuevo método busca los genes asociados a la resistencia de las bacterias frente a uno de los dos antibióticos principales contra la tuberculosis: la isoniazida.Victoria Furió Gomar-González, Investigadora en Biología Evolutiva y Microbiología, Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV - CSIC)Iñaki Comas Espadas, Científico titular, Unidad de Genómica de la Tuberculosis, Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1731752021-12-13T20:36:52Z2021-12-13T20:36:52ZLa miel, una alternativa frente a bacterias resistentes a antibióticos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/436683/original/file-20211209-138695-12khz6e.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4772%2C3160&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/thick-sweet-honey-mixed-different-types-1927906904">Shutterstock / rsooll</a></span></figcaption></figure><p>En 1945 Alexander Fleming, Howard Florey y Ernst Chain recibieron el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento de la penicilina, el primer antibiótico de amplio espectro de la historia. </p>
<p>Poco después del hallazgo, se dieron cuenta y advirtieron de la facilidad con la que las bacterias podrían desarrollar tolerancia a ese nuevo remedio en el caso de ser utilizado de forma inadecuada. </p>
<p>Setenta y seis años después, la resistencia bacteriana a los antibióticos se ha <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/resistencia-a-los-antibi%C3%B3ticos">convertido en un desafío para la humanidad</a>. Actualmente, existen bacterias que son <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4768623/">capaces de resistir</a> casi a todas o incluso a todas las opciones terapéuticas aprobadas para su tratamiento. En consecuencia, algunas infecciones comunes se han vuelto muy difíciles o, incluso, imposibles de tratar.</p>
<p>Ante esta situación, la comunidad científica está estudiando sustancias, formulaciones o principios activos utilizados antes de la era de los antibióticos. La miel es uno de ellos. </p>
<p>No en vano, los egipcios, griegos y romanos utilizaban la miel no solo como alimento, sino también con fines terapéuticos. Pero ¿qué secretos esconde esta sustancia dulce y pegajosa?</p>
<h2>¿Qué tiene la miel que no le gusta a las bacterias?</h2>
<p>La miel presenta unas características particulares y una variedad de sustancias que han sido sugeridas como elementos clave responsables de su potencial antimicrobiano.</p>
<p>Por un lado, el alto contenido en azúcares (principalmente glucosa y fructosa, aunque también otros azúcares minoritarios), combinado con un bajo contenido en agua, hacen de la miel un entorno desfavorable para el crecimiento y multiplicación de las bacterias. </p>
<p>Sin embargo, <a href="https://faseb.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1096/fj.09-150789">varios estudios</a> han demostrado que una “miel artificial” (preparada con una mezcla de azúcares a concentraciones similares a las encontradas en la miel) no es tan eficaz en la inhibición del crecimiento de bacterias. Por tanto, deben existir otros factores que justifiquen su actividad.</p>
<p>La miel es un alimento ácido. En su composición se han identificado más de 32 ácidos orgánicos diferentes (glucónico, acético, cítrico, fórmico, málico, oxálico…) que crean también unas condiciones desfavorables para el crecimiento microbiano. </p>
<p>Por otro lado, también tiene otros compuestos minoritarios con propiedades antibacterianas. Entre ellos destacan los compuestos fenólicos, el metilglioxal (característico de la miel de manuka, aunque también presente en otras variedades en menor proporción), el péptido defensina-1 o el agua oxigenada. </p>
<p>Sí, agua oxigenada, ha leído bien: la miel que no ha sido sometida a tratamientos térmicos contiene una enzima (la glucosa oxidasa) que es incorporada por las abejas cuando están elaborando este delicioso manjar. Esta enzima se activa con una dilución moderada de miel y reacciona con la glucosa, produciendo ácido glucónico y peróxido de hidrógeno (más comúnmente conocido como agua oxigenada).</p>
<h2>Una sustancia compleja con cientos de compuestos</h2>
<p>La miel ha demostrado, en numerosos <a href="https://pubs.acs.org/doi/10.1021/acs.jafc.8b05436">estudios</a> <em>in vitro</em>, ser eficaz frente a diferentes bacterias patógenas. Incluso a algunas que ya eran resistentes a antibióticos. </p>
<p>Por otro lado, también se ha <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4307217/">demostrado</a> que en tratamientos combinados con antibióticos la miel permite reducir las dosis de estos y es capaz de <a href="https://sfamjournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/lam.12880">revertir las resistencias</a> previamente adquiridas a los mismos.</p>
<p>Pero ¿cómo consigue la miel todo esto? Como hemos dicho, es una sustancia muy compleja que contiene cientos de compuestos que causan efectos específicos, distintos y simultáneos sobre varias estructuras o funciones de los microorganismos. </p>
<h2>Así lucha la miel contra las bacterias</h2>
<p>En términos de comprensión de los mecanismos de acción de la miel sobre las bacterias, la mayor parte de las investigaciones se han realizado utilizando miel de manuka. Esta es una de las <a href="https://www.mdpi.com/1420-3049/26/16/4784">variedades más estudiadas</a> en el mundo y de las pocas que tienen opciones comerciales de grado médico. Sin embargo, cada vez se realizan más estudios con otras variedades diferentes.</p>
<p>Se ha <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32164305/">demostrado</a> que la miel provoca cambios en la morfología y estructura de las bacterias, llegando incluso a romperlas. Todo ello pone en serio riesgo su <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s10096-009-0817-2">supervivencia</a>. </p>
<p>Por otro lado, la miel también afecta a lo que se conoce como potencial de membrana de la bacteria, un sistema de intercambio de moléculas que permite regular el equilibrio de la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32164305/">bacteria y sus funciones vitales</a>.</p>
<p>Otros mecanismos <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32164305/">descritos más recientemente</a> indican que la miel actúa sobre el metabolismo de las bacterias y sobre algunos mecanismos que les permiten desarrollar <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6722746/">resistencia a los antibióticos</a>.</p>
<p>En definitiva, que la miel puede ser un potencial agente antibacteriano está ampliamente demostrado, en particular para tratar heridas infectadas o como agente preventivo para evitar la infección de las mismas. </p>
<p>Sin embargo, su uso en medicina presenta limitaciones relacionadas principalmente con su composición y modo de aplicación. Por eso, son necesarios más estudios <em>in vivo</em> que corroboren los prometedores resultados obtenidos previamente <em>in vitro</em>. Sea como fuere, la miel para usos medicinales tiene que ser segura, producida bajo rigurosos estándares de higiene y sin presentar pesticidas u otros contaminantes en su composición.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/173175/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Patricia Combarros Fuertes ha recibido fondos de la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León y del Fondo Social Europeo para llevar a cabo parte de su trabajo de investigación</span></em></p>La miel presenta unas características particulares y una variedad de sustancias que han sido sugeridas como elementos clave responsables de su potencial antimicrobiano.Patricia Combarros Fuertes, Doctora en Veterinaria y apicultora, Universidad de LeónLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1718562021-11-17T20:08:19Z2021-11-17T20:08:19ZTomarse a la ligera los antibióticos mata<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/432414/original/file-20211117-27-1klj4yx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=21%2C0%2C7167%2C4050&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Ilustración de bacterias multirresistentes, como la _Acinetobacter baumannii_.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/multidrug-resistant-bacteria-biofilm-acinetobacter-baumannii-1893788911">Shutterstock / Kateryna Kon</a></span></figcaption></figure><p>Desde mediados del siglo XX, el empleo de los antibióticos y la introducción masiva de la vacunación han aumentado considerablemente la esperanza de vida, disminuido la mortalidad infantil y permitido la cirugía invasiva y los tratamientos de quimioterapia. </p>
<p>Esa cadena de éxitos empezó allá por 1928, cuando Alexander Fleming descubrió la penicilina, el antibiótico que transformó la medicina. Durante un tiempo, tuvimos la sensación de que, gracias a estas novedosas y poderosas armas, la lucha de la humanidad contra las infecciones finalmente llegaría a su fin. </p>
<p>Sin embargo, las expectativas no se han cumplido. Todavía estamos muy lejos de ganar esa batalla. ¿Cómo es posible? Muy sencillo, por la resistencia microbiana a los antibióticos. Es decir, la capacidad de los microorganismos para sobrevivir a la exposición a los antibióticos que normalmente podrían matarlos o detener su crecimiento.</p>
<h2>Un problema de salud pública mundial de primer orden</h2>
<p>Cada año mueren 33 000 personas en toda Europa como consecuencia de infecciones hospitalarias causadas por bacterias resistentes a los antibióticos. Según los últimos datos, 4 000 de estas muertes se registran en España, cuatro veces más que las provocadas por accidentes de tráfico. </p>
<p>Siguiendo con los números, las bacterias resistentes a los antibióticos son responsables de <a href="https://amr-review.org/">700 000 muertes al año</a> en el mundo. Pero también culpables de aproximadamente el 15,5 % de los casos de infecciones adquiridas en el hospital. Incluso existen regiones en el mundo donde las bacterias multirresistentes a los antibióticos son responsables de más del 75 % de las infecciones en pacientes hospitalizados. Cifras apabullantes.</p>
<p>Hablamos, por tanto, de una de las mayores amenazas para la salud mundial y el desarrollo social, capaz de afectar a cualquier persona de cualquier edad y en cualquier país. De hecho, la resistencia antimicrobiana está considerada como un problema de salud pública mundial de primer orden.</p>
<p>Y no parece que vaya a mejorar la situación de manera inmediata. Las estimaciones apuntan a que, a menos que se tomen medidas globales, en el año 2050 las bacterias resistentes a los antibióticos podrían causar aproximadamente <a href="https://www.who.int/antimicrobial-resistance/interagency-coordination-group/IACG_final_report_ES.pdf">10 millones de muertes</a>. </p>
<p>Para colmo, las bacterias resistentes a los antibióticos suponen una carga económica extraordinaria ya que, a nivel mundial, suponen un coste de unos <a href="https://amr-review.org/sites/default/files/160518_Final%20paper_with%20cover.pdf">1 000 millones de euros anuales para el sistema de salud</a>. Incluso provocan <a href="https://documents.worldbank.org/en/publication/documents-reports/documentdetail/323311493396993758/final-report">3 billones de euros de pérdida del Producto Interno Bruto (PIB)</a>.</p>
<p>Aunque este fenómeno es un proceso natural observado en la práctica clínica desde que los antibióticos de primera generación empezaron a ser aplicados contra las infecciones microbianas, el uso persistente de los antibióticos, la automedicación y la exposición a infecciones en los hospitales han acelerado el desarrollo de bacterias multirresistentes.</p>
<h2>Las bacterias ESKAPE</h2>
<p>El problema de la resistencia a los antimicrobianos (RAM) no se extiende de manera uniforme a todas las bacterias. La <a href="https://www.idsociety.org/">Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América (IDSA) </a>identificó seis especies como especialmente peligrosas, debido a su virulencia y a sus posibles mecanismos de resistencia a múltiples fármacos. Agrupadas bajo el acrónimo “ESKAPE”, se trata de <em>Enterococcus faecium</em>, <em>Staphylococcus aureus</em>, <em>Klebsiella pneumoniae</em>, <em>Acinetobacter baumannii</em>, <em>Pseudomonas aeruginosa</em> y <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2019.00539/full"><em>Enterobacter</em> spp</a>. </p>
<p>Este grupo de bacterias patógenas parece que tienen cierta facilidad para “escapar” de la acción bactericida de algunos antibióticos. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha listado a las bacterias patógenas multirresistentes en tres grupos de prioridad:</p>
<p><strong>El grupo 1: prioridad crítica.</strong> Incluye a <em>Acinetobacter baumannii</em>, <em>Pseudomonas aeruginosa</em> y algunas enterobacterias como <em>Klebsiella pneumonie</em>, <em>Escherichia coli</em>. También varias especies de los géneros <em>Serratia</em> y <em>Proteus</em>. Todas ellas son resistentes a los carbapenémicos.</p>
<p><strong>El grupo 2: prioridad elevada.</strong> Incluye a <em>Enterococcus faecium</em> (resistente a la vancomicina), <em>Staphylococcus aureus</em> (resistente a la meticilina y con sensibilidad intermedia y resistencia a la vancomicina), <em>Helicobacter pylori</em> (resistente a la claritromicina), <em>Campylobacter</em> spp. (resistente a las fluoroquinolonas), <em>Salmonella</em> (resistente a las fluoroquinolonas) y <em>Neisseria gonorrhoeae</em> (resistente a la cefalosporina y a las fluoroquinolonas).</p>
<p><strong>El grupo 3: prioridad media.</strong> Incluye a <em>Streptococcus pneumoniae</em> (sin sensibilidad a la penicilina), <em>Haemophilus influenzae</em> (resistente a la ampicilina) y <em>Shigella</em> spp. (resistente a las fluoroquinolonas).</p>
<h2>La solución pasa por usarlos con prudencia</h2>
<p>El 18 de noviembre de cada año se celebra el <a href="https://antibiotic.ecdc.europa.eu/es">Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos</a>, una iniciativa europea de salud pública cuyo objetivo es sensibilizar sobre la amenaza que supone para la salud pública la resistencia a los antibióticos y fomentar el uso prudente de los mismos. Tanto por parte del público en general como entre los trabajadores sanitarios y los responsables políticos. </p>
<p>Ese día se enmarca dentro de la <a href="https://www.paho.org/es/campanas/semana-mundial-concientizacion-sobre-uso-antimicrobianos-2021">Semana Mundial de Concienciación de los Antimicrobianos</a>. Es decir, de los antibióticos pero también de antivirales, antifúngicos y antiprotozoarios. </p>
<p>Desde el año 2020, el lema de la campaña es “Antimicrobianos: manipular con cuidado”. El “<a href="https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/255204/9789243509761-spa.pdf">Plan de acción mundial sobre la resistencia a los antimicrobianos</a>” tiene 5 objetivos estratégicos: </p>
<ul>
<li><p>Mejorar el conocimiento y la comprensión de la resistencia a los antimicrobianos, </p></li>
<li><p>Fortalecer la vigilancia y la investigación, </p></li>
<li><p>Reducir la incidencia de infecciones, </p></li>
<li><p>Optimizar el uso de medicamentos antimicrobianos y, por último, </p></li>
<li><p>Asegurar una inversión sostenible en la lucha contra la resistencia a los <a href="https://www.who.int/publications/i/item/9789241509763">antimicrobianos</a>.</p></li>
</ul>
<h2>Pisar el freno con los antibióticos</h2>
<p>La resistencia a los antibióticos se acelera por el uso indebido y excesivo de los antibióticos, así como por la prevención y el control deficientes de las infecciones. Por esta razón, la campaña 2021 del Plan Nacional de Resistencia a los Antibióticos (PRAN2021), lanzada en el marco de la Semana Mundial de Concienciación sobre el Uso de los Antibióticos y el Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos, recupera el eslogan <a href="https://youtu.be/B7guijf6AfM">“Antibióticos: tómatelos en serio”</a>.</p>
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<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/B7guijf6AfM?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
<figcaption><span class="caption">Vídeo de la campaña ‘Antibióticos: tómatelos en serio’ del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos, coordinado por la AEMPS.</span></figcaption>
</figure>
<h2>Antibióticos sintéticos</h2>
<p>El descubrimiento de nuevos antibióticos es crucial para combatir la resistencia bacteriana. Recientemente, el grupo dirigido por Andrew G. Myers de la Universidad de Harvard ha desarrollado una plataforma para fabricar, a partir de las lincosamidas, una <a href="https://faculty.chemistry.harvard.edu/files/myers/files/a_synthetic_antibiotic_class_overcoming_bacterial_drug_resistance.pdf?m=1635950036">amplia gama de nuevos antibióticos análogos totalmente sintéticos</a>. Tras probar la actividad antimicrobiana de más de 500 análogos encontraron un compuesto prometedor, la <a href="https://www.nature.com/articles/d41586-021-02916-6">iboxamicina</a>, un compuesto eficiente frente a cepas que son resistentes a otros antibióticos conocidos. </p>
<h2>Responsabilidad personal</h2>
<p>A título individual podemos adoptar medidas que ayuden a prevenir y controlar la propagación de la resistencia a los antibióticos. </p>
<p>Entre estas medidas personales se incluye utilizar antibióticos solo cuando hayan sido recetados por un profesional sanitario certificado, no exigir antibióticos si su médico le informa de que no los necesita, seguir los consejos de los profesionales sanitarios cuando use antibióticos, no compartir nunca ni usar los antibióticos sobrantes de tratamientos anteriores, prevenir las infecciones lavándose las manos con regularidad, preparar los alimentos de manera higiénica y mantener el calendario vacunal actualizado.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/171856/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Las bacterias resistentes a los antibióticos son responsables de 700 000 muertes al año en el mundo. Pero también culpables de aproximadamente el 15,5 % de los casos de infecciones adquiridas en el hospital. En el Día para el Uso Prudente de los Antibióticos, ¿cómo podemos plantarles cara?Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología, Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1672342021-09-08T19:45:14Z2021-09-08T19:45:14ZAsí descubrimos cómo muchas bacterias pueden volverse resistentes a los antibióticos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/419862/original/file-20210907-27-17olr8n.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=17%2C0%2C5973%2C3368&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Ilustración de la bacteria acinetobacter baumannii.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/3d-illustration-acinetobacter-baumannii-bacteria-1176506011">Shutterstock / supergalactic</a></span></figcaption></figure><p>¿Qué pasaría si pudiésemos repetir la historia de la vida un millón de veces? ¿Volvería a evolucionar algo parecido al ser humano? </p>
<p>El paleontólogo Stephen Jay Gould argumentó en su libro <a href="https://www.unebook.es/es/libro/la-vida-maravillosa_156895"><em>Wonderful life</em></a> (1990) que, debido a las contingencias evolutivas –los caminos que ha seguido la evolución– nada parecido al ser humano volvería a aparecer. Evidentemente no podemos repetir la historia de la vida, pero en los laboratorios podemos realizar experimentos controlados en los que podemos hacer “evolucionar” organismos de crecimiento rápido durante cientos y miles de generaciones para poder estudiar su adaptación a diferentes ambientes.</p>
<p>Este tipo de ensayos se denominan “evolución experimental”. El mayor experimento de este tipo lo están realizando Richard Lenski y su equipo. En su laboratorio han propagado doce réplicas de un mismo clon de la bacteria <em>Escherichia coli</em> <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_a_largo_plazo_de_la_evoluci%C3%B3n_de_E._Coli">durante más de 75 000 generaciones</a>. </p>
<p>En las evoluciones experimentales se parte de una colonia bacteriana a la que se deja crecer en un medio rico durante 24 horas. Tras 24 horas de crecimiento, la colonia original crece hasta saturar el medio de cultivo. En el caso del experimento de Lenski, y en el que voy a describir posteriormente, la población bacteriana alcanza un total aproximado de mil millones de bacterias por mililitro. </p>
<p>Pasadas las primeras 24 horas, se transfiere un 10 % del cultivo bacteriano a un nuevo medio de cultivo fresco, donde las bacterias se duplicarán hasta llegar de nuevo a los mil millones de bacterias por mililitro. Estas transferencias se pueden hacer hasta el infinito, lo que permite que las bacterias del experimento evolucionen tantas generaciones como deseemos. </p>
<p>Desde un punto de vista bacteriano, cada 24 horas se producen unas siete generaciones. En cada duplicación celular pueden aparecer mutaciones adaptativas al medio de cultivo. En la evolución experimental que voy a explicar a continuación, que se basa en la de Lenski, cada día surgen por azar aproximadamente un millón de mutaciones. La gran mayoría no tendrán efecto en la población, o serán perjudiciales y, por tanto, se perderán. Aquellas que generen una ventaja adaptativa serán seleccionadas en la población. </p>
<p>Por ejemplo, si en una evolución experimental añadimos antibiótico, aquellos clones que por azar adquieran una mutación que les permita crecer mejor –o sobrevivir– en presencia del antibiótico serán seleccionadas en la población.</p>
<h2>Una única solución al problema</h2>
<p>En el laboratorio de <a href="http://micropopbio.org/">Vaughn Cooper</a> nos preguntamos cómo la adaptación previa a un antibiótico determinaría la adaptación de esa misma bacteria a otro antibiótico diferente y utilizamos evolución experimental para estudiarlo. </p>
<p>Para ello, seleccionamos seis clones del patógeno <em>Acinetobacter baumannii</em> resistentes a Ciprofloxacina que habíamos obtenido tras exponer al patógeno frente a este antibiótico <a href="https://elifesciences.org/articles/47612">durante 80 generaciones</a>. Estos seis clones mostraban un perfil de mutaciones y de resistencia a antibióticos únicos. </p>
<p>Después, propagamos tres réplicas de cada uno de los clones durante 80 generaciones en concentraciones crecientes de dos antibióticos a los que los clones no se habían enfrentado nunca: <a href="https://elifesciences.org/articles/70676">Ceftazidima e Imipenem</a>. </p>
<p>Al finalizar el experimento analizamos el perfil de resistencia de las poblaciones evolucionadas y secuenciamos su ADN para ver que mutaciones se habían producido en cada una de las poblaciones evolucionadas. Así, pudimos evaluar cómo la historia evolutiva previa –las diferencias entre los clones– influye en la adaptación a nuevos antibióticos. </p>
<p>Tras secuenciar el ADN de las poblaciones resistentes a Ceftazidima e Imipenem encontramos eventos de evolución paralela muy remarcados. La evolución paralela se produce cuando diferentes clados, grupos o clones encuentran la misma solución evolutiva para adaptarse a un ambiente determinado. En nuestro experimento, el 100 % de las poblaciones evolucionadas en Imipenem habían adquirido mutaciones en el gen <em>ftsI</em> y el 90 % de las poblaciones evolucionadas en presencia de Ceftazidima adquirieron mutaciones <em>adeJ</em>. </p>
<p>La evolución paralela es un claro signo del papel de la selección natural: a pesar de que cada clon partía con mutaciones únicas, todos los clones encontraron la misma solución para resistir a Ceftazidima e Imipenem. Dado que en nuestro experimento todos los genes mutan varias veces –recordemos que se producen un millón de mutaciones por día–, el hecho de que solamente se seleccionen mutaciones en un gen indica que mutar este gen es la solución evolutiva más adecuada para adaptarse al antibiótico.</p>
<p>En este punto es importante remarcar que los investigadores controlamos el ambiente en el que las bacterias evolucionan para que las resistencias no lleguen al ambiente. Las poblaciones son congeladas para futuros experimentos o eliminadas, todo en condiciones de seguridad adecuadas.</p>
<h2>La historia juega un papel importante</h2>
<p>Sin embargo, el nivel de resistencia de las poblaciones evolucionadas difería dependiendo del nivel de resistencia de los clones al principio del experimento. Es decir, aquellos clones que tenían mayor resistencia al inicio del experimento incrementaron su resistencia hasta niveles más elevados que los que mostraban un nivel de resistencia menor al inicio del experimento. </p>
<p>Uno puede esperar que, cuando diferentes bacterias evolucionan en presencia de un antibiótico y adquieren mutaciones en el mismo gen, el nivel de resistencia mostrado sea similar. Si imaginamos un escenario en el que diferentes clones adquieren el mismo nivel de resistencia gracias a mutaciones en un solo gen, podríamos afirmar que el papel de la la historia evolutiva previa ya no tiene ninguna relevancia. </p>
<p>El hecho de que en nuestro experimento cada clon adquiera un nivel de resistencia diferente, y venga determinado por el nivel de resistencia de los clones seleccionados, pone de manifiesto el papel de la historia evolutiva previa. Las diferentes mutaciones ancestrales, junto con las seleccionadas en el experimento, determinan el nivel de resistencia final que alcanzan las poblaciones.</p>
<p>La aparición de resistencias a antibióticos es un problema grave de salud pública. Nuestro estudio muestra que cualquier bacteria, independientemente de su origen, probablemente podrá acabar encontrando un camino para resistir al antibiótico.</p>
<p>Aunque no podamos repetir la cinta de la vida un millón de veces y ver si el <em>Homo sapiens</em> evolucionaría de nuevo, podemos realizar simples experimentos en el laboratorio para entender mejor los procesos evolutivos. Por ejemplo, podemos estudiar los mecanismos evolutivos que llevan a los patógenos a adquirir resistencias a los antibióticos y así poder predecir y combatir la emergencia de resistencias en ambientes clínicos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/167234/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Este artículo ha sido financiado por: Institute of Allergy and Infectious Diseases at the National Institutes of Health (grant U01AI124302) y Horizon 2020 (H2020-MSCA-IF-2019 REPLAY-895671)
Alfonso Santos Lopez recibe fondos de Horizon 2020 (H2020-MSCA-IF-2019 REPLAY-895671) </span></em></p>La aparición de resistencias a antibióticos es un problema grave de salud pública. Nuestro estudio muestra que cualquier bacteria puede acabar encontrando un camino para resistir.Alfonso Santos Lopez, Evolución de la resistencia a antibióticos, Hospital Universitario Ramón y CajalLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1658962021-08-18T17:34:08Z2021-08-18T17:34:08ZLas bacterias resistentes a los antibióticos también se encuentran en las tortugas gigantes de Galápagos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/416480/original/file-20210817-6624-1f4aiq1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C2000%2C1335&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Tortuga gigante.</span> <span class="attribution"><span class="source">Joshua Vela/CDF</span>, <span class="license">Author provided</span></span></figcaption></figure><p>Las tortugas gigantes de Galápagos que viven en estrecho contacto con actividades humanas como la ganadería, el turismo y las zonas urbanas presentan más bacterias resistentes a los antibióticos que las que habitan en ecosistemas más aislados del archipiélago.</p>
<p>Esta es la principal conclusión de nuestra investigación, publicada en la revista <em>Environmental Pollution</em>, y en la que participa la Universidad Complutense de Madrid junto a la <a href="https://www.darwinfoundation.org/es/">Fundación Charles Darwin</a>(FCD), el Instituto de Medicina de la Conservación del <a href="https://www.stlzoo.org/conservation/institute-for-conservation-medicine/">Zoológico de Saint Louis</a> (ICM), el <a href="http://wwwsp.inia.es/INVESTIGACION/CENTROS/CISA/Paginas/Cisa.aspx">Centro de Investigación en Sanidad Animal </a>(INIA-CISA) y la <a href="https://www.universia.net/ec/universidades/universidad-europea-madrid.00930.html">Universidad Europea de Madrid</a>.</p>
<p>La resistencia a los antibióticos es una de las mayores amenazas de salud pública del planeta. La OMS estima que <a href="https://www.sempsph.com/es/noticias/salud-publica/en-el-ano-2050-habra-mas-muertes-relacionadas-con-superbacterias-resistentes-que-por-cancer.html#:%7E:text=La%20Organizaci%C3%B3n%20Mundial%20de%20la,de%20muerte%20en%20el%20planeta.">en 2050 esto provocará más muertes</a> que el cáncer, la diabetes y los accidentes de tráfico. La localización de estas bacterias resistentes por primera vez en Galápagos <a href="https://theconversation.com/asi-se-propaga-la-resistencia-a-los-antibioticos-en-el-medioambiente-110390">las convierte en contaminantes ambientales</a> y a las tortugas en potenciales “centinelas o bioindicadoras” de la salud de los ecosistemas en los que habitan.</p>
<p>Para llevar a cabo este trabajo recogimos muestras de heces de un total de 270 tortugas que habitan en áreas sometidas a un muy distinto grado de impacto antropogénico. </p>
<p>Escogimos la isla de Santa Cruz por ser la más poblada de todo el archipiélago, donde residen de manera permanente más de 20 000 personas, además de los miles de turistas que visitan las islas cada año. </p>
<p>Como población de control elegimos el remoto volcán Alcedo, ubicado en la isla Isabela y hogar de una especie de tortuga que no tiene contacto alguno con actividades humanas, más allá de unos pocos científicos y guardaparques que suben a la cumbre cada año.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/416481/original/file-20210817-17-1ywx5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/416481/original/file-20210817-17-1ywx5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/416481/original/file-20210817-17-1ywx5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/416481/original/file-20210817-17-1ywx5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/416481/original/file-20210817-17-1ywx5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/416481/original/file-20210817-17-1ywx5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/416481/original/file-20210817-17-1ywx5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><span class="source">Juan Manuel Garc / CDF</span>, <span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Los análisis de las resistencias se llevaron a cabo en el laboratorio del INIA-CISA en Madrid. Para ello se empleó una nueva metodología que permite la detección de los genes de resistencia sin necesidad de cultivar las bacterias, mediante reacciones de PCR a tiempo real. Esta técnica se utiliza para identificar no solo los genes resistentes, sino también la cantidad de bacterias de la muestra que tienen esos genes. En total, analizamos 21 genes que codifican resistencias para ocho de las principales familias antibióticas, que corresponden con aquellos antibióticos más usados en medicina humana y animal.</p>
<p>Los resultados fueron sorprendentes a la vez que alarmantes: las tortugas gigantes de la isla Santa Cruz presentaron más bacterias resistentes a antibióticos que las tortugas del volcán Alcedo. Así mismo, encontramos una mayor presencia de bacterias multirresistentes en las zonas pobladas por seres humanos. Estas últimas son bacterias que contienen genes resistentes para tres o más familias de antibióticos, es decir, son las “superbacterias” que pueden resistir a la combinación de varios tratamientos antibióticos. </p>
<p>Dentro de la isla Santa Cruz, la mayor concentración de bacterias resistentes se halló en las tortugas que comparten su hábitat con el ganado vacuno, y aquellas cercanas a los núcleos urbanos.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/415483/original/file-20210810-19-1ht8f6a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C0%2C5982%2C3979&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/415483/original/file-20210810-19-1ht8f6a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C0%2C5982%2C3979&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/415483/original/file-20210810-19-1ht8f6a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/415483/original/file-20210810-19-1ht8f6a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/415483/original/file-20210810-19-1ht8f6a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/415483/original/file-20210810-19-1ht8f6a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/415483/original/file-20210810-19-1ht8f6a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/415483/original/file-20210810-19-1ht8f6a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Tortugas gigantes de Galápagos (Ecuador) en una charca.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/galapagos-giant-turtle-ecuador-1540861961">Shutterstock / Ricardo_Dias</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Un problema de contaminación medioambiental</h2>
<p>La información recabada en este estudio nos permite concluir que los antibióticos que se emplean de manera rutinaria en los animales domésticos y de producción, y una deficiente gestión de los residuos y las aguas servidas en los núcleos poblados están contribuyendo a la contaminación del medio ambiente en que viven y se alimentan las tortugas gigantes. </p>
<p>Estos resultados son muy novedosos porque no se habían registrado hasta ahora resistencias en las tortugas de Galápagos. Además, arrojan resultados similares a los encontrados en otros países como Chile, Costa Rica, Brasil o España, donde se han encontrado bacterias resistentes a los antibióticos en animales salvajes que viven en ecosistemas alterados por los seres humanos. </p>
<p>Las consecuencias últimas de esta contaminación recaen directamente sobre el estado de salud de los seres humanos que habitan esos lugares y que interactúan con los animales domésticos y salvajes. De esta forma se cierra el círculo de transmisión de las bacterias resistentes.</p>
<p>Por el momento desconocemos las implicaciones que estos hallazgos puedan tener para la salud humana y animal de las islas, por lo que es necesario continuar estudiando las fuentes de contaminación de estas resistencias en el ambiente. Al mismo tiempo, es necesario concienciar a las autoridades y los usuarios locales sobre la necesidad de implantar medidas efectivas para controlar el uso de antibióticos y el posterior desecho de estos. Por ahora, los antibióticos para uso humano y animal pueden adquirirse en Galápagos sin necesidad de receta médica, lo que facilita enormemente su uso de manera incontrolada y, muchas veces, inadecuada.</p>
<p>Una población humana saludable necesita vivir en ambientes sanos y libres de contaminación, donde habiten animales libres de enfermedades y que perpetúen la salud de todo el ecosistema. Para lograr esto necesitamos concienciar a la población y las autoridades locales, y trabajar de manera conjunta en la búsqueda de soluciones que aseguren la conservación de estas tortugas, seguramente las más emblemáticas de todo el planeta.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/165896/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ainoa Nieto Claudin recibe fondos del Instituto de Medicina de la Conservación del Zoológico de Saint Louis, la Fundación Charles Darwin, Galapagos Conservation Trust y el Zoológico de Houston. </span></em></p>Estos microorganismos pueden contaminar el medioambiente y alcanzar a otras especies. Algunas, tan emblemáticas como estos reptiles que Darwin describió en sus viajes.Ainoa Nieto Claudin, One Health researcher and PhD Student, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1595552021-05-02T19:29:58Z2021-05-02T19:29:58ZEl problema de salud que causará 10 millones de muertes en 2050 si no lo remediamos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/397056/original/file-20210426-19-exlm7s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5991%2C3979&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/antibiotic-resistant-bacteria-inside-biofilm-3d-734835721">Shutterstock / r Kateryna Kon</a></span></figcaption></figure><p>Dijo Pasteur que la suerte solo favorece a las mentes preparadas (<em>le hasard ne favorise que les esprits préparés</em>). Quizás por ello cuando, a la vuelta de vacaciones, Alexander Fleming se encontró que un hongo había contaminado sus cultivos de estafilococos, no se conformó sin más. En lugar de tirarlos a la papelera observó que, cerca del hongo, las colonias de estafilococos habían muerto. </p>
<p>Aquella observación dio pie al descubrimiento de la penicilina, que inauguró la era antibiótica. Y créanme si les digo que los que vivimos en esta era somos unos privilegiados en la historia de nuestra especie. </p>
<p>Los antibióticos son sustancias con la extraordinaria capacidad de matar bacterias sin hacer daño al paciente que sufre la infección. Son, probablemente, junto con las vacunas, uno de los avances científicos más importantes en medicina. </p>
<h2>Las bacterias volverán a ser la primera causa de muerte para la humanidad</h2>
<p>Antes de la era antibiótica, las infecciones bacterianas constituían la primera causa de muerte en el planeta. Por eso enfermedades como la peste, la tuberculosis, la lepra o el cólera son parte inherente de nuestra historia. Esto pareció llegar a su fin cuando los antibióticos irrumpieron en escena. </p>
<p>Pero no era tan sencillo. El primero en advertirlo fue el propio Fleming. En 1945, en <a href="https://www.nobelprize.org/uploads/2018/06/fleming-lecture.pdf">su discurso de obtención del premio Nobel</a>, alertó de que el mal uso de estas moléculas podía seleccionar bacterias resistentes. Sin embargo, durante las primeras décadas de la era antibiótica se encontraron multitud de moléculas nuevas y los tratamientos funcionaban sin problemas. Así que los antibióticos se usaron de manera despreocupada y en cantidades masivas. </p>
<p>Hoy la cosa ha cambiado bastante. Hace décadas que no encontramos antibióticos nuevos y las bacterias multirresistentes (que resisten a varias familias de antibióticos diferentes) son el pan nuestro de cada día en los hospitales. De hecho, en 2014 se calculó que la resistencia a antibióticos causaba 700 000 muertes al año y que ese número se convertiría en <a href="https://amr-review.org/sites/default/files/AMR%20Review%20Paper%20-%20Tackling%20a%20crisis%20for%20the%20health%20and%20wealth%20of%20nations_1.pdf">10 millones de muertes cada año en 2050</a>. </p>
<p>Si no conseguimos frenar la resistencia, las bacterias volverán a ser la primera causa de muerte para la humanidad, y también se cumplirá la predicción de Louis Pasteur de que los microbios tendrán la última palabra (<em>Messieurs, c’est les microbes qui auront le dernier mot</em>).</p>
<h2>El error de infravalorar a las bacterias</h2>
<p>¿Cómo es que no supimos predecir la aparición de la multirresistencia y la pérdida de eficacia de nuestros tratamientos? Pues, fundamentalmente, porque infravaloramos la capacidad de evolucionar que tienen las bacterias. </p>
<p>Lejos del modelo sencillo de mutación y selección que creímos a principios del siglo XX que regía la aparición de resistencias, las bacterias tienen múltiples estrategias muchísimo más potentes para superar situaciones adversas. </p>
<p>Una de ellas es la <strong>transferencia horizontal de genes</strong>, que hace que bacterias de especies diferentes intercambien ADN que les pueda resultar útil. Esto conecta a cualquier bacteria que se enfrenta a una amenaza (como por ejemplo las de nuestros hospitales cuando son tratadas con antibióticos) con soluciones que se han originado en otros microorganismos de cualquier otro punto del planeta.</p>
<p>La otra estrategia que no supimos predecir es la existencia de un acelerador evolutivo en bacterias llamado <strong>integrón</strong>. El integrón es una plataforma genética que permite a las bacterias captar genes que aportan nuevas funciones, actuando como memorias que almacenan funciones que son útiles para la bacteria. Una de las claves del integrón es que los genes que fueron útiles en un momento dado pero ya no lo son tanto se expresan muy poco. Es decir, que suponen un gasto energético bajo para la bacteria. </p>
<p>Esto es fundamental porque una de las causas por las que creímos que las bacterias nunca serían multirresistentes es que pensamos que la resistencia conllevaría un coste energético alto. El integrón lo soluciona expresando poco los genes que no le interesan. </p>
<p>Sin embargo esta situación no es estática: si la bacteria sufre el ataque de los antibióticos, el integrón se activa y reordena sus genes para dar con el gen de resistencia al antibiótico que ahora va a matarla. </p>
<p>En definitiva, el integrón es como una memoria bacteriana que permite aprender nuevas funciones, disminuir el gasto energético cuando estas funciones no se usan, y recordarlas cuando vuelven a ser necesarias. </p>
<p>Esto nos llevó a postular la teoría de que el integrón aporta a la bacteria <a href="https://www.asmscience.org/content/journal/microbiolspec/10.1128/microbiolspec.MDNA3-0019-2014">adaptación bajo demanda</a>.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/397058/original/file-20210426-19-vr5yg2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/397058/original/file-20210426-19-vr5yg2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/397058/original/file-20210426-19-vr5yg2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=375&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/397058/original/file-20210426-19-vr5yg2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=375&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/397058/original/file-20210426-19-vr5yg2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=375&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/397058/original/file-20210426-19-vr5yg2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=471&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/397058/original/file-20210426-19-vr5yg2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=471&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/397058/original/file-20210426-19-vr5yg2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=471&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Ilustración de <em>pseudomonas aeruginosa</em>.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/red-colored-multiple-antibiotic-resistant-pseudomonas-1535690891">Shutterstock / Christoph Burgstedt</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>El integrón en acción</h2>
<p>En nuestro último trabajo, investigadores de las universidades de Oxford y Complutense de Madrid hemos podido ver al integrón en acción y <a href="https://elifesciences.org/articles/62474">confirmar esta teoría</a>. Para ello hemos construido dos integrones que son casi idénticos en la bacteria patógena <em><a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/Taxonomy/Browser/wwwtax.cgi?mode=info&id=287">Pseudomonas aeruginosa</a></em> (una bacteria que produce infecciones respiratorias). </p>
<p>Ambos integrones tienen tres genes de resistencia en el mismo orden, de manera que el último gen no confiere resistencia a gentamicina porque se expresa poco (pero si lo colocáramos en primera posición del integrón este gen sí conferiría resistencia). La única diferencia entre ambos integrones es que en uno de ellos no funciona la integrasa. La integrasa es precisamente la proteína que se encarga de captar y reordenar los genes del integrón. </p>
<p>Usando dos bacterias idénticas salvo por el gen de la integrasa –en una el integrón funciona y en la otra no– se puede comparar la capacidad de desarrollar resistencias que aporta un integrón. </p>
<p>Para ello, en el laboratorio forzamos múltiples poblaciones de estas dos bacterias a crecer en concentraciones cada vez mayores de este antibiótico. Así, podemos valorar su capacidad de adaptación midiendo el número de poblaciones que sobreviven y el de poblaciones que se extinguen cuando la concentración del antibiótico aumenta. </p>
<p>Además, hemos secuenciado los genomas de las poblaciones a concentraciones bajas de antibiótico y a concentraciones muy elevadas. </p>
<p>Lo que nuestros experimentos demuestran claramente es que cuando el integrón funciona permite la supervivencia de más poblaciones a concentraciones altas de antibiótico que cuando no funciona. La secuenciación ha demostrado que al principio de esta carrera evolutiva el integrón recoloca al azar sus genes de resistencia generando variabilidad genética muy rápido. Y sobre esta variabilidad puede actuar la selección por el antibiótico. </p>
<p>Esto es clave a concentraciones mayores en las que encontramos exclusivamente bacterias que han movido el gen de resistencia a gentamicina a primera posición del integrón y han conseguido así aumentar su resistencia. </p>
<p>En el futuro, nuestra investigación ayudará a diseñar intervenciones que disminuyan la resistencia y nos ayuden a frenar esta pandemia silenciosa.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/159555/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>José Antonio Escudero es investigador principal de proyectos financiados con fondos de la Universidad Complutense, la Comunidad de Madrid, el Ministerio de Economía y competitividad y el European Research Council</span></em></p>Cuando los antibióticos irrumpieron en escena muchos pensaron que era el fin de las infeciones bacterianas. Pero el uso despreocupado de estos medicamentos ha dado lugar a bacterias resistentes que podrían matar a 10 millones de personas en 2050.José Antonio Escudero, Personal Docente e Investigador Microbiología, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1579432021-04-12T20:10:06Z2021-04-12T20:10:06ZLa resistencia a los antibióticos también es un problema alimentario<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/393841/original/file-20210407-19-1x85zo5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4480%2C3199&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/concept-bacteria-egg-magnified-by-magnifying-1494621104">Shutterstock / Giovanni Cancemi</a></span></figcaption></figure><p>¿Sabía que alrededor de 700 000 personas mueren cada año en el mundo a causa de las bacterias resistentes a los antibióticos? Esta cifra va en aumento y es previsible que en el año 2050 dichos microorganismos provoquen <a href="https://www.antibioticresearch.org.uk/save-our-antibiotics-appeal/#:%7E:text=An%20estimated%201%2C900%20people%20die,and%20the%20number%20is%20rising.">unos 10 millones de fallecimientos anuales en el mundo</a>, un millón de ellos en Europa. Esto los convertiría en la primera causa de muerte, por delante de las enfermedades cardiovasculares y del cáncer. Las bacterias resistentes a los antibióticos suponen, por lo tanto, una grave amenaza para la salud pública.</p>
<p>Los antibióticos son fármacos eficaces para luchar contra las enfermedades infecciosas. La resistencia a estos es la capacidad de los microorganismos para tolerarlos, e implica que no puedan destruirlos ni detener su multiplicación. </p>
<p>El uso de antibióticos (especialmente su empleo inadecuado a dosis demasiado bajas) <a href="https://theconversation.com/como-administrar-los-antibioticos-para-evitar-que-generen-bacterias-resistentes-157080">es el factor que más influye en la generación de bacterias resistentes</a>. Así, la resistencia a los antibióticos es más común en lugares donde se usan con frecuencia. Por ejemplo, los hospitales y las explotaciones ganaderas.</p>
<p>Aunque algunas personas tienen un riesgo mayor que otras de contraer una infección por bacterias resistentes a los antibióticos, nadie puede evitar completamente el peligro. Estas infecciones son difíciles de tratar, al quedar invalidados muchos de los antibióticos empleados habitualmente. Esto hace que se requieran tratamientos adicionales o alternativos, que suelen ser más complicados y costosos que los de primera elección. Algunas infecciones provocadas por bacterias resistentes causan enfermedades graves y pueden alargar el tiempo de recuperación y provocar gastos médicos elevados e, incluso, la muerte.</p>
<p><a href="https://theconversation.com/la-resistencia-bacteriana-a-los-antibioticos-se-agrava-por-la-covid-19-149659">Dada la importancia de este problema</a>, se han puesto en marcha planes contra la resistencia a los antibióticos. Como consecuencia, ha habido una reducción significativa del consumo total de estos compuestos, tanto en medicina humana como en producción animal.</p>
<h2>¿Cuál es el papel de los alimentos en la resistencia a los antibióticos?</h2>
<p>Cuando un animal de abasto tiene en su cuerpo (principalmente en el tracto digestivo o en la piel) bacterias resistentes a los antibióticos, los alimentos obtenidos a partir de él (carne, leche, huevos) se pueden contaminar con estos microorganismos, que también pueden pasar al medio ambiente y contaminar las verduras u otros productos agrícolas que se abonen con estiércol o se rieguen con agua contaminada.</p>
<p>Las personas pueden quedar expuestas a las bacterias resistentes que provienen de los animales cuando manipulan o consumen alimentos de origen animal o vegetales contaminados. </p>
<p>Las infecciones alimentarias causadas por bacterias resistentes a los antibióticos tienen connotaciones más graves para la salud que las infecciones provocadas por bacterias sensibles. Especialmente en los denominados grupos de riesgo: personas inmunodeprimidas, niños, ancianos y mujeres embarazadas.</p>
<h2>¿Cómo puede controlarse la resistencia a los antibióticos transmitida por alimentos?</h2>
<p>Hay <a href="http://academiacienciasveterinariascyl.com/publicaciones/discursos%20ingreso/Rosa%20Capita%20Academico%20Correspondiente.pdf">dos estrategias para la prevención y el control</a> de la resistencia a los antibióticos a lo largo de la cadena alimentaria. </p>
<p>En primer lugar, la prevención de la contaminación microbiana de los alimentos. </p>
<p>En segundo, la aplicación de medidas específicas para prevenir la emergencia y selección de bacterias resistentes.</p>
<p>Las medidas encaminadas a prevenir o reducir la contaminación microbiana de los alimentos contribuirán, como es lógico, a la prevención y el control de la diseminación de las bacterias resistentes. </p>
<h2>Medidas para reducir la contaminación de los alimentos</h2>
<p><strong>1. Prevención de las enfermedades infecciosas en plantas y animales productores de alimentos.</strong></p>
<p>Para prevenir las infecciones en los <strong>cultivos vegetales</strong> existen diferentes estrategias: </p>
<ul>
<li><p>Empleo de plaguicidas.</p></li>
<li><p>Uso de material de propagación (semillas, esquejes y bulbos) libres de patógenos.</p></li>
<li><p>Uso de variedades de plantas resistentes.</p></li>
<li><p>Utilización de estrategias de control biológico: por ejemplo, añadiendo microorganismos beneficiosos a los cultivos.</p></li>
<li><p>Aplicación de compuestos naturales con efecto antimicrobiano: por ejemplo, aceites vegetales y extractos de algas.</p></li>
<li><p>Adopción de prácticas de higiene correctas: por ejemplo, rotación de cultivos, eliminación de plantas enfermas y protección frente a insectos en los invernaderos.</p></li>
<li><p>Control físico o solarización.</p></li>
<li><p>Biodesinfección del suelo.</p></li>
<li><p>Aplicación de <a href="https://theconversation.com/bacteriofagos-los-virus-que-pueden-salvar-vidas-111195">bacteriófagos</a>, virus que atacan a las bacterias.</p></li>
</ul>
<p>En el caso de los <strong>animales</strong>, es necesaria la implantación de unas prácticas correctas de bioseguridad en las explotaciones ganaderas:</p>
<ul>
<li><p>Establecer una vigilancia adecuada para detectar precozmente enfermedades infecciosas.</p></li>
<li><p>Restringir al máximo el acceso de personas a las explotaciones.</p></li>
<li><p>Emplear ropa y calzado de uso exclusivo o desechable.</p></li>
<li><p>Respetar escrupulosamente las normas de bienestar animal: reducir el grado de hacinamiento, limpiar y desinfectar los alojamientos, minimizar el contacto de los animales con la fauna silvestre y aislar a los infectados.</p></li>
<li><p>Utilizar vacunas.</p></li>
<li><p>Usar piensos libres de patógenos, procedentes de fábricas controladas.</p></li>
</ul>
<p><strong>2. Aplicación de unas prácticas correctas de higiene a lo largo de la cadena alimentaria.</strong></p>
<p>Algunas medidas importantes de higiene alimentaria:</p>
<ul>
<li><p><strong>Aplicar temperaturas correctas</strong>. Así se reduce al mínimo el tiempo en el que los alimentos permanecen en la denominada “zona de peligro” (entre 5 °C y 63 °C). Para ello hay que cocinar suficiente los alimentos y almacenarlos a temperaturas adecuadas de conservación.</p></li>
<li><p><strong>Prevenir la contaminación cruzada</strong>. Hay que evitar el contacto, directo o indirecto, entre los alimentos crudos y los cocinados para prevenir el paso de microorganismos. Es importante evitar la transmisión por utensilios contaminados.</p></li>
<li><p><strong>Emplear equipos e instalaciones de fácil mantenimiento y limpieza</strong>, que minimicen el riesgo de contaminación de los alimentos.</p></li>
<li><p><strong>Aplicar medidas estrictas de higiene personal</strong> por parte de los manipuladores de alimentos.</p></li>
<li><p><strong>Retirar temporalmente del puesto de trabajo a los manipuladores que manifiesten síntomas</strong> compatibles con enfermedades susceptibles de ser transmitidas por los alimentos (vómitos, diarrea, infecciones cutáneas).</p></li>
<li><p><strong>Realizar un control de plagas adecuado</strong>, por personal autorizado.</p></li>
<li><p><strong>Usar tratamientos tecnológicos apropiados</strong>. Los de baja intensidad pueden provocar únicamente un daño subletal a los microorganismos, que a menudo son capaces de recuperarse y multiplicarse durante la vida útil del alimento. Esto se traduce en un riesgo para la salud pública.</p></li>
<li><p><strong>Manejar adecuadamente el estiércol, las aguas residuales y los subproductos de origen animal</strong>, que pueden contaminar los alimentos cuando contactan con ellos (por ejemplo, cuando se usan como fertilizantes o agua de riego).</p></li>
</ul>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/391816/original/file-20210325-21-pk2vey.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/391816/original/file-20210325-21-pk2vey.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=288&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/391816/original/file-20210325-21-pk2vey.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=288&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/391816/original/file-20210325-21-pk2vey.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=288&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/391816/original/file-20210325-21-pk2vey.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=362&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/391816/original/file-20210325-21-pk2vey.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=362&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/391816/original/file-20210325-21-pk2vey.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=362&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Explotación de ganado vacuno de leche (izquierda) y expositor de despieces avícolas (derecha)</span>
<span class="attribution"><span class="source">Fuente: grupo SEGURALI</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Medidas para evitar que surjan resistencias</h2>
<p>Puesto que la resistencia a los antibióticos constituye un peligro adicional en relación con los microorganismos transmitidos por los alimentos, son necesarias medidas específicas para la prevención de la emergencia y selección de bacterias resistentes. </p>
<p>Estos son algunos ejemplos:</p>
<ul>
<li><p><strong>Uso apropiado de los biocidas.</strong> </p>
<p>Debe evitarse el uso de concentraciones subletales de desinfectantes, ya que podrían favorecer la emergencia de resistencia a diferentes antimicrobianos, incluyendo antibióticos. </p>
<p>Algunas prácticas correctas de manejo de los desinfectantes incluyen el almacenamiento correcto de los productos para evitar que pierdan efectividad, la eliminación de la suciedad antes de la desinfección, el cálculo correcto de las concentraciones y la rotación en el tiempo de diferentes agentes biocidas.</p></li>
<li><p><strong>Uso prudente de antibióticos en las explotaciones ganaderas.</strong> </p>
<p>Como se ha indicado con anterioridad, deberían implementarse medidas para reducir las infecciones y, por lo tanto, la necesidad del empleo de antibióticos. </p>
<p>Además, estos compuestos deben usarse exclusivamente en el contexto de una prescripción veterinaria. En la medida de lo posible debe reducirse el empleo de antibióticos de amplio espectro.</p></li>
<li><p><strong>Empleo de microorganismos autorizados.</strong> </p>
<p>Los microorganismos que se añaden intencionadamente a los alimentos con una finalidad probiótica o tecnológica no deben contener genes de resistencia capaces de transferirse horizontalmente. </p>
<p>Existen <a href="https://efsa.onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.2903/j.efsa.2021.6377">listados</a> de microorganismos autorizados para su adición a los alimentos o los piensos.</p></li>
</ul>
<h2>¿Cómo podemos detectar la resistencia a los antibióticos en el laboratorio?</h2>
<p>En nuestro grupo de investigación <a href="https://twitter.com/foodsafety_ule?lang=es">SEGURALI</a>, de la <a href="https://www.unileon.es/">Universidad de León</a>, llevamos más de 25 años dedicados al estudio de la microbiota de los alimentos. Más concretamente, al aislamiento, a partir de productos crudos y procesados, de bacterias patógenas (como <em>Listeria monocytogenes</em> y <em>Salmonella enterica</em>), así como el estudio de la resistencia bacteriana a los antibióticos y biocidas y al análisis de la capacidad de las bacterias para formar biofilms o biopelículas en superficies y equipos de las industrias alimentarias.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/391819/original/file-20210325-17-1anyr8u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/391819/original/file-20210325-17-1anyr8u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=300&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/391819/original/file-20210325-17-1anyr8u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=300&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/391819/original/file-20210325-17-1anyr8u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=300&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/391819/original/file-20210325-17-1anyr8u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=377&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/391819/original/file-20210325-17-1anyr8u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=377&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/391819/original/file-20210325-17-1anyr8u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=377&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Ensayo de susceptibilidad a antibióticos en cepas patógenas de origen cárnico por el método de difusión por disco (izquierda) y concentraciones mínimas inhibitorias en placas de microtítulo (CMI, derecha)</span>
<span class="attribution"><span class="source">Fuente: grupo SEGURALI</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>La determinación de la resistencia se puede hacer en placas de Petri con agar mediante ensayos de difusión por disco, para lo que se emplean discos de celulosa impregnados con el antibiótico a estudiar. Las bacterias sensibles al antibiótico no son capaces de crecer en la proximidad del disco, por lo que se forman halos de inhibición. </p>
<p>Por el contrario, las bacterias resistentes crecen en toda la superficie de la placa de cultivo. Otra posibilidad para conocer la resistencia bacteriana a los antibióticos es determinando las concentraciones mínimas inhibitorias en un medio líquido. Cuanto mayor sea esta, mayor es el grado de resistencia de la cepa. Mediante pruebas de PCR se puede estudiar la presencia en las bacterias de los genes que confieren resistencia.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/157943/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Rosa Capita González recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación, la Junta de Castilla y León, y la Universidad de León. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Carlos Alonso Calleja recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación, la Junta de Castilla y León, y la Universidad de León.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Cristina Rodríguez Melcón y Sarah Panera Martínez no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>Las resistencias también se transmiten por infecciones alimentarias. Por suerte, hay forma de minimizar los riesgos y su impacto.Rosa Capita González, Catedrática de Universidad, Área de Conocimiento de Nutrición y Bromatología, Facultad de Veterinaria, Universidad de LeónCarlos Alonso Calleja, Catedrático de Universidad, Área de Conocimiento de Nutrición y Bromatología, Facultad de Veterinaria, Universidad de LeónCristina Rodríguez Melcón, Contratada predoctoral - Seguridad Alimentaria y Microbiología de los Alimentos, Universidad de LeónSarah Panera Martínez, Contratada predoctoral - Seguridad Alimentaria y Microbiología de los Alimentos, Universidad de LeónLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1570802021-04-07T18:53:31Z2021-04-07T18:53:31ZCómo administrar los antibióticos para evitar que generen bacterias resistentes<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/393756/original/file-20210407-13-zk6c1x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5176%2C2848&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/pills-under-scrutiny-drug-vitamin-pharmacymagnifierconcept-1725668635">Shutterstock / Igor Zoiko</a></span></figcaption></figure><p>A estas alturas, creo que no hace falta que les convenza de que la <a href="https://theconversation.com/la-resistencia-bacteriana-a-los-antibioticos-se-agrava-por-la-covid-19-149659">resistencia a antibióticos</a> es uno de los mayores problemas sanitarios a los que nos enfrentamos en este siglo. </p>
<p>Como bien saben, los antibióticos son compuestos químicos que, en dosis adecuadas, son capaces de inhibir el crecimiento bacteriano, o incluso matar a estos organismos. Cuando una bacteria patógena nos infecta, una terapia efectiva con estos fármacos causa el fin prematuro de la infección, que de lo contrario podría provocarnos problemas crónicos o la muerte. </p>
<p>El problema es que las bacterias pueden mutar y desarrollar resistencia a uno o más antibióticos, de forma que los tratamientos dejan de ser efectivos.</p>
<p>¿Cuál es el origen de este problema? Se ha escrito mucho sobre si el problema es el uso inadecuado de antibióticos (unos dicen que <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4378521/">demasiado</a>, otros dicen que <a href="https://www.nature.com/articles/nrmicro3270">demasiado poco</a>). </p>
<p>La realidad es que, en cualquier caso, las bacterias siempre van a encontrar una respuesta a nuestro ataque: son de los organismos más versátiles desde el punto de vista evolutivo, y están preparadas para sobrevivir a cualquier cosa que les echemos. Así que tenemos que actualizarnos.</p>
<h2>Se acaban los antibióticos</h2>
<p>Esa actualización, durante un tiempo, vino en forma de nuevos antibióticos. La industria farmacéutica se dedicó durante la segunda mitad del siglo pasado a desarrollar nuevos tipos de estos compuestos, que nos sirvieron para hacer frente a cada vez más tipos de infecciones.</p>
<p>Pero el ritmo de desarrollo de nuevos antibióticos ha decrecido mucho en los últimos años. Cada vez es más difícil encontrar nuevos compuestos, y el rápido desarrollo de resistencia hace que la inversión apenas sea rentable.</p>
<p>Esta situación hace que <a href="https://theconversation.com/por-que-es-importante-concienciar-sobre-el-uso-de-los-antibioticos-149811">algunos empiecen a hablar de la era postantibióticos</a>, donde las operaciones en hospitales vuelvan a ser de riesgo y las infecciones campen a sus anchas. Yo no soy tan pesimista: todavía tenemos muchas opciones.</p>
<h2>¿Cómo funciona la terapia secuencial?</h2>
<p>Existe bastante evidencia de que podemos seguir utilizando todos los antibióticos que hemos desarrollado hasta ahora. Solo tenemos que ser más creativos. Por ejemplo, ahora sabemos que <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1097276517308717">la efectividad de muchos tratamientos depende del estado metabólico de la bacteria</a>, así que podemos mejorarla añadiendo el metabolito adecuado al tratamiento. </p>
<p>Otros grupos estudian terapias de combinación. En ellas, usan dos o más antibióticos simultáneamente, con la idea sensata de que es más difícil que las bacterias desarrollen resistencia a todos ellos a la vez. Desafortunadamente, <a href="https://journals.plos.org/plosbiology/article?id=10.1371/journal.pbio.1001540">no siempre funciona</a>.</p>
<p>Pero, sin duda, una de las estrategias más prometedoras es la terapia secuencial. En vez de usar varios antibióticos simultáneamente (que tiene problemas para el enfermo, ya que dosis altas de antibióticos suelen ser tóxicas), la idea es usarlos en secuencia: primero el antibiótico A, luego el B, luego el C, y así sucesivamente. Esta idea ha despegado fuertemente en la última década. De hecho, ya existe una terapia secuencial que se utiliza con éxito <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/apt.14597">para el tratamiento de las infecciones producidas por la bacteria <em>Helycobacter pylori</em></a>.</p>
<h2>La sensibilidad colateral en las bacterias</h2>
<p>Una de las ideas más exploradas a la hora de estudiar terapias secuenciales es la de sensibilidad colateral. Cuando una bacteria se somete a un tratamiento con el antibiótico A, tarde o temprano desarrolla resistencia a ese compuesto. Ahora bien, ¿qué ocurre con otros antibióticos? Resulta que en muchos casos la bacteria ha desarrollado también resistencia (lo que llamamos resistencia cruzada) pero, en muchos otros ¡se ha vuelto más susceptible! Esta es la sensibilidad colateral.</p>
<p>Muchos grupos de investigación están describiendo estos patrones de sensibilidad colateral. El objetivo es encontrar parejas de antibióticos que desarrollen sensibilidad colateral de forma recíproca. Esto es, si sometemos a la bacteria a un tratamiento con el antibiótico A, desarrolla sensibilidad al antibiótico B, y si la sometemos a tratamiento con el antibiótico B, desarrolla susceptibilidad al antibiótico A. De esta forma, un tratamiento secuencial que alternase ambos compuestos tendría garantizado su éxito. </p>
<p>Afortunadamente, dichos pares se encuentran fácilmente en el laboratorio, y <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0966842X15000505">ya existen multitud de estudios que los describen</a>. El siguiente paso será probar dichas terapias en entornos clínicos, para ver si lo que parece funcionar en el laboratorio sigue haciéndolo en la práctica. El caso de la terapia para <em>H. pylori</em> hace que podamos tener esperanzas.</p>
<h2>Retos para el futuro</h2>
<p>La investigación en terapia secuencial se enfrenta a varios desafíos. En primer lugar, no sabemos si los patrones de sensibilidad colateral se mantienen entre cepas de la misma especie. Habría que comprobar que un patrón detectado en una bacteria dada sigue siendo válido para otras cepas patógenas importantes. </p>
<p><a href="https://www.nature.com/articles/s41467-018-06143-y">Los primeros resultados en esta dirección</a> son bastante prometedores. Además, <a href="https://elifesciences.org/articles/65130">un trabajo reciente del grupo de Álvaro San Millán</a>, en el Centro Nacional de Biotecnología, muestra que esta estrategia funciona también para resistencia basada en plásmidos, unos elementos genéticos móviles que son los causantes de la mayoría de casos de resistencia clínica.</p>
<p>Otra incógnita es cómo de estables son estos tratamientos en el tiempo. Porque, no nos engañemos, las bacterias van a conseguir escapar tarde o temprano. La cuestión es cómo, y si podemos retrasarlo lo máximo posible. </p>
<p><a href="https://advances.sciencemag.org/content/6/32/eaba5493.abstract">Resultados recientes del grupo dirigido por José Luis Martínez</a>, también en el Centro Nacional de Biotecnología, han encontrado una terapia secuencial que <em>bloquea</em> evolutivamente a sus bacterias. De esta forma, a estos organismos les es casi imposible desarrollar resistencia a la terapia secuencial diseñada por los investigadores. Sus resultados nos animan a encontrar soluciones similares para otras bacterias.</p>
<p>Como ven, hay motivos para el optimismo. Las terapias secuenciales pueden ser una vía de salida para evitar entrar en el mundo postantibióticos. Y solo estamos rascando la superficie: los experimentos de los que les he hablado estudian parejas de antibióticos, pero ¿por qué no usar tres, o cuatro? </p>
<p>Además, existen otras razones para que una terapia secuencial funcione, <a href="https://www.pnas.org/content/115/39/9767.short">incluso en ausencia de sensibilidad colateral</a>, y solo estamos empezando a explorarlas. El universo de posibilidades es inmenso, y estamos listos para investigarlo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/157080/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Pablo Catalán recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación, a través del Proyecto PID2019-109320GB-
I00.</span></em></p>Cada vez es más difícil encontrar nuevos antibióticos. Una alternativa pueden ser las terapias secuenciales, una vía de salida para evitar entrar en el mundo postantibióticos. Y solo estamos rascando la superficie.Pablo Catalán, Assistant lecturer, Universidad Carlos IIILicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1111952021-04-02T20:38:08Z2021-04-02T20:38:08ZBacteriófagos: los virus que pueden salvar vidas<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/391973/original/file-20210326-25-1vfl5wl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C7%2C4985%2C3735&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/bacteriophage-viruses-infecting-bacterial-cells-296058629">Shutterstock / nobeastsofierce</a></span></figcaption></figure><p>Vivimos una pandemia que ha afectado a millones de personas, quebrantado innumerables sistemas de salud y economías y destrozado la <em>reputación</em> de los virus. No quiero decir que antes de conocer al SARS-CoV-2 los virus fueran santos de nuestra devoción. La sociedad ya los reconocía como los responsables de enfermedades como el sarampión, la hepatitis y el sida. Hoy por hoy, sin embargo, el miedo y la furia contra estos microbios parecen más grandes que nunca.</p>
<p>Aquí intentaré aclarar que no todos los virus son malos. De hecho, en nuestro laboratorio trabajamos con virus que pueden algún día salvarnos la vida. Se llaman bacteriófagos.</p>
<p>Antes de explicar qué hace a los bacteriófagos nuestros aliados, revisaré tres de sus similitudes con otros virus:</p>
<ul>
<li><p>Su estructura es bastante simple. No son más que unas cuantas hebras de material genético protegidas por una carcasa hecha de proteínas. </p></li>
<li><p>Es difícil considerarlos vivos. Por sí solos, los virus son incapaces de multiplicarse. Necesitan atacar y secuestrar una célula. </p></li>
<li><p>Son muy quisquillosos. Cada virus es capaz de infectar solamente a un tipo muy reducido y específico de células. </p></li>
</ul>
<p>En esta última característica radica la principal diferencia. Los bacteriófagos no pueden infectar células humanas. Ellos, exclusivamente, matan bacterias.</p>
<h2>Bacterias y resistencia a antibióticos</h2>
<p>Las bacterias también son organismos microscópicos, pero son mucho más complejos que los virus. Aunque son responsables de un amplia gama de infecciones, suponen una especial preocupación en el ambiente hospitalario. </p>
<p>La enorme mayoría de infecciones asociadas a la atención en salud son causadas por bacterias: desde infecciones de heridas quirúrgicas a aquellas del tracto urinario y el torrente sanguíneo. Cuando un paciente hospitalizado adquiere una infección bacteriana, <a href="https://www.who.int/gpsc/country_work/gpsc_ccisc_fact_sheet_en.pdf">sus probabilidades de fallecer aumentan drásticamente</a>.</p>
<p>Hasta hace un par de décadas las infecciones bacterianas no resultaban preocupantes. Con la dosis adecuada del antibiótico correcto, los pacientes emprendían una rápida recuperación.</p>
<p>Una de las amenazas más grandes a las que el mundo se enfrenta actualmente es la resistencia a antibióticos. Las bacterias se han vuelto <a href="https://theconversation.com/superbacterias-un-peligro-real-presente-y-futuro-149198">capaces de resistir hasta nuestros antibióticos más potentes</a>. Necesitamos nuevas estrategias para ayudar a pacientes con estas infecciones. Aquí entran los bacteriófagos.</p>
<h2>Fagoterapia: el enemigo de mi enemigo es mi amigo</h2>
<p>Parecería una escena sacada de una película de ciencia ficción.</p>
<p>Un paciente hospitalizado sufre una infección bacteriana generalizada. Se encuentra en cuidados intensivos, en estado de coma, y sus médicos han agotado los posibles tratamientos antibióticos. El pronóstico es desalentador.</p>
<p>Una última esperanza: el equipo médico propone <a href="https://aac.asm.org/content/61/10/e00954-17.abstract">administrar billones de virus directamente a la circulación del paciente</a>. Pero no cualquier virus: bacteriófagos que han sido cuidadosamente seleccionados en el laboratorio para matar a la bacteria que está infectando al paciente.</p>
<p>Tras pocos días de tratamiento, el paciente despierta. Los virus están ganando la batalla a las bacterias. El enemigo de mi enemigo es mi amigo.</p>
<p>En los últimos cinco años, múltiples variaciones de esta historia se han <a href="https://www.nature.com/articles/s41564-019-0634-z?proof=t">publicado</a> en las revistas científicas más importantes. Los <a href="https://www.aphage.com/science/case-studies/">casos</a> incluyen infecciones en los huesos, prótesis, implantes y heridas, además de neumonías, sepsis e infecciones urinarias. Hasta las bacterias más peligrosas y resistentes, <a href="https://www.who.int/news/item/27-02-2017-who-publishes-list-of-bacteria-for-which-new-antibiotics-are-urgently-needed">según la Organización Mundial de la Salud</a>, han sucumbido en casos puntuales a los bacteriófagos.</p>
<h2>Aliados antiguos, versátiles y prometedores</h2>
<p>Aunque la <a href="https://cmr.asm.org/content/32/2/e00066-18">fagoterapia</a> celebró hace poco su primer centenario, nuestro interés en ella ha crecido exponencialmente en la última década, debido principalmente a la emergencia de la resistencia a antibióticos. Una nueva ola de descubrimientos ha dejado en claro que los bacteriófagos son aliados versátiles y prometedores.</p>
<p>Por ejemplo, en enero <a href="https://www.nature.com/articles/s41564-020-00830-7">publicamos</a> nuestra observación de bacterias que pueden volverse resistentes a la fagoterapia. Reportamos, sin embargo, que cuando lo hacen pierden la resistencia que solían tener a varios antibióticos. Concluimos que con los bacteriófagos correctos podemos poner a las bacterias entre la espada y la pared. Combinar bacteriófagos con antibióticos podría extender nuestro arsenal terapéutico.</p>
<p>Por otro lado, grupos de investigación exploran el diseño de <a href="https://www.futuremedicine.com/doi/full/10.2217/fmb.13.47?rfr_dat=cr_pub++0pubmed&url_ver=Z39.88-2003&rfr_id=ori%3Arid%3Acrossref.org">cócteles de bacteriófagos</a>. Al mezclar varios virus en una sola preparación, podemos mejorar su espectro de acción.</p>
<p>Otros, estudian proteínas específicas producidas por bacteriófagos. Usar solamente estas proteínas, en lugar del virus entero, podría facilitar su producción a gran escala.</p>
<p>Usando técnicas de bioingeniería, científicos han logrado <a href="https://mmbr.asm.org/content/80/3/523">modificar bacteriófagos</a> para que ataquen bacterias contra las que no se han podido aislar virus naturales. </p>
<p>Y la lista sigue creciendo.</p>
<h2>El futuro de la fagoterapia</h2>
<p>Mientras más descubrimos acerca de los bacteriófagos, surgen más preguntas que debemos responder con respecto a la fagoterapia.</p>
<p>Los casos clínicos individuales exitosos son alentadores, pero necesitamos establecer ensayos clínicos controlados a gran escala. A marzo del 2021, están activos <a href="https://clinicaltrials.gov/ct2/results?recrs=&cond=&term=phage+therapy&cntry=&state=&city=&dist=">al menos 12 ensayos clínicos de fagoterapia</a> alrededor del mundo. Seguro que sus resultados nos brindarán lecciones importantes.</p>
<p>El perfil de seguridad de los bacteriófagos es positivo. No hay evidencia de reacciones alérgicas, como puede suceder con los antibióticos. Sin embargo, debemos conocer más a fondo <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2589004221002558">sus interacciones con células humanas</a>, y con <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0958166920301518?via%3Dihub">las bacterias que infectan</a>.</p>
<p>Desde el punto de vista práctico, es necesario establecer las dosis y vías de administración óptimas. Vale la pena intentar descubrir las combinaciones más favorables con antibióticos. Finalmente, debemos construir el marco legal necesario para <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fcimb.2018.00376/full">la regulación de su uso</a>.</p>
<p>Esta es una historia en desarrollo. Y mientras seguimos explorando este apasionante campo, espero que recordemos que no todos los virus son malos. Los bacteriófagos pueden salvar vidas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/111195/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Fernando Gordillo-Altamirano no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los bacteriófagos son aliados prometedores en la lucha contra las bacterias resistentes a antibióticos.Fernando Gordillo-Altamirano, Medical Doctor, PhD Student, School of Biological Sciences, Monash UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1566132021-03-24T19:22:05Z2021-03-24T19:22:05Z¿Podrán la jara o el granado ayudarnos a combatir la resistencia a los antibióticos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/391262/original/file-20210323-14-178ejgd.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C2300%2C1728&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Mata de jara negra o _Cistus salviifolius_.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Cistus_salviifolius_001.JPG">Wikimedia Commons / H. Zell</a></span></figcaption></figure><p>Llamamos superbacterias a aquellas que han desarrollado multitud de resistencias a los fármacos antibióticos que usábamos para combatirlas anteriormente. Al no ser ya sensibles a los medicamentos, o al menos a muchos de ellos, tenemos mucho más difícil vencerlas y, por lo tanto, suponen un problema sanitario de primer orden. </p>
<p>Hoy en día existen muchos datos sobre esta situación, tanto de <a href="https://www.ecdc.europa.eu/en/publications-data?s=resistance">organismos oficiales</a> como publicados por grupos de investigación como el <a href="https://www.mdpi.com/2227-9059/8/10/405">nuestro</a>. Pero a día de hoy todavía es un problema sin solución.</p>
<p>Las <a href="https://www.gov.uk/government/publications/health-matters-antimicrobial-resistance">cifras son claras</a>: si la situación no cambia, para el año 2050 se espera que las infecciones provocadas por estas superbacterias causen alrededor de 10 millones de muertes en todo el mundo. Y no solo hablamos de salud. El impacto económico previsto es de casi un billón (con be) de euros, una cantidad desorbitada que no podrá ser usada para otros fines sanitarios o de investigación.</p>
<p>El descubrimiento de nuevos antibióticos es también una tarea pendiente. Desde comienzos de siglo, no se ha incorporado ninguna nueva familia a nuestro arsenal terapéutico. Y sin nuevas armas, tenemos la batalla difícil.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/389125/original/file-20210311-23-c0qns3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/389125/original/file-20210311-23-c0qns3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/389125/original/file-20210311-23-c0qns3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=241&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/389125/original/file-20210311-23-c0qns3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=241&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/389125/original/file-20210311-23-c0qns3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=241&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/389125/original/file-20210311-23-c0qns3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=302&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/389125/original/file-20210311-23-c0qns3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=302&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/389125/original/file-20210311-23-c0qns3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=302&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Fechas de descubrimiento de las principales familias de antibióticos y de la aparición de resistencias frente a ellos.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.nature.com/articles/s41598-020-80003-y">Imagen extraída de un estudio del autor</a>, <span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>En busca de nuevos agentes antimicrobianos</h2>
<p>Afortunadamente, no todo es negativo. Son muchos los grupos de investigación públicos y privados que estamos trabajando en ello y existen <a href="https://www.amractionfund.com/">iniciativas por parte de las grandes farmacéuticas</a> y <a href="https://resistenciaantibioticos.es/es">los gobiernos y colegios profesionales</a> para intentar revertir la situación.</p>
<p>La mayoría de los investigadores que trabajamos este tema estamos buscando nuevas moléculas que posean actividad antimicrobiana, es decir, que sean capaces de matar o reducir el crecimiento de las bacterias. Pero también estamos estudiando si esas nuevas moléculas consiguen reducir la resistencia a los antibióticos que ya conocemos, permitiendo que nuestros <em>viejos</em> antibióticos vuelvan a funcionar como antes. </p>
<p>Pero encontrar nuevos agentes químicos como estos no es siempre sencillo. En nuestro grupo en el Instituto de Investigación, Desarrollo e Innovación en Biotecnología Sanitaria de Elche (<a href="https://idibe.es/">IDiBE</a>) nos hemos centrado en buscarlos en las plantas. </p>
<p>Los vegetales constituyen el 80 % de la biomasa de la Tierra y su variedad es increíble, no solo a nivel macroscópico, sino también a nivel molecular. </p>
<p>Las plantas no pueden huir de sus depredadores, ni protegerse de agresiones como las radiaciones solares, la sequía o las enfermedades. Por eso han desarrollado durante la evolución un amplio arsenal de moléculas que les ayudan en esas funciones y precisamente por eso también nos pueden ser útiles a nosotros. </p>
<h2>Un arma natural contra las superbacterias</h2>
<p>Concretamente, en nuestro grupo nos hemos <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-020-80003-y">centrado en los extractos de dos plantas</a>: el granado y la jara. Elegimos estas especies después de probar tanto extractos de otros vegetales como compuestos puros que seleccionamos a través del estudio de los datos disponibles en la bibliografía. </p>
<p>Enfrentamos a nuestras candidatas a lo peor de lo peor, es decir, las pusimos a prueba frente a las bacterias más relevantes para uno de nuestros hospitales de referencia, el Hospital General Universitario de Alicante, con quien colaboramos en este y otros proyectos. </p>
<p>Tras estas investigaciones, decidimos centrarnos en el microorganismo de mayor relevancia clínica: el <em>Staphylococcus aureus</em>, resistente a la meticilina, un antibiótico del grupo de las penicilinas. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/388514/original/file-20210309-23-l2egog.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Imagen de muchas pequeñas bacterias de color morado" src="https://images.theconversation.com/files/388514/original/file-20210309-23-l2egog.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/388514/original/file-20210309-23-l2egog.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=408&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/388514/original/file-20210309-23-l2egog.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=408&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/388514/original/file-20210309-23-l2egog.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=408&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/388514/original/file-20210309-23-l2egog.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=512&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/388514/original/file-20210309-23-l2egog.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=512&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/388514/original/file-20210309-23-l2egog.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=512&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Imagen del Staphylococcus aureus, resistente a meticilina.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://pixnio.com/es/ciencia/imagenes-microscopia/staphylococcus-aureus-es/altas-ampliacion-10000x-tension-staphylococcus-aureus-bacterias">Janice Carr, Jeff Hageman / Pixnio</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>El poder antibacteriano del granado y la jara</h2>
<p>El granado y jara son dos plantas extendidas por toda la cuenca mediterránea y muy ricas en un tipo de compuestos que se conocen como <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Elagitanino">elagitaninos</a>. Estas sustancias tienen la peculiaridad de tener esa propiedad antimicrobiana que hemos comentado antes. Pero además, parece que su actividad es aun mayor sobre las superbacterias. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/389128/original/file-20210311-13-1stdtdi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Parterre de Cistus salviifolius" src="https://images.theconversation.com/files/389128/original/file-20210311-13-1stdtdi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/389128/original/file-20210311-13-1stdtdi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/389128/original/file-20210311-13-1stdtdi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/389128/original/file-20210311-13-1stdtdi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/389128/original/file-20210311-13-1stdtdi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/389128/original/file-20210311-13-1stdtdi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/389128/original/file-20210311-13-1stdtdi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Imagen de nuestro parterre de plantas de jara negra (<em>Cistus salviifolius</em>) frente a nuestro instituto en la Universidad Miguel Hernandez.</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
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<p>Y la cosa no acaba ahí. <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-020-80003-y">Nuestro último trabajo</a> demuestra que los compuestos de estas especies tienen diferente actividad dependiendo del tipo de resistencia que posea la bacteria. </p>
<p>El extracto de granado es más activo frente a las bacterias resistentes a los antibióticos de la familia de las quinolonas (ciprofloxacino y levofloxacino). El de la jara es más efectivo frente a las que son resistentes a los derivados de la penicilina (meticilina y oxacilina). Esto permite, o mejor dicho, abre la puerta a elegir uno u otro tratamiento en función de a qué bacteria queramos vencer. Como dice el proverbio oriental, no hay nada mejor que conocer a tu enemigo para llegar a vencerle.</p>
<p>Estamos especialmente orgullosos de este trabajo por una cosa adicional a su valor científico: es fruto de la colaboración interdisciplinar de diferentes investigadores del mundo clínico y académico. De esta forma, se pone en valor el trabajo en equipos interdisciplinares por el que desde nuestro grupo apostamos con tanto empeño.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/156613/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Durante la realización de los estudios reflejados en este artículo, Enrique Barrajon Catalan recibió fondos asociados a proyectos de investigación del Ministerios de Economía y Competitividad y la Generalitat Valenciana. </span></em></p>Dos plantas mediterráneas, la jara y el granado, poseen moléculas con actividad antimicrobiana que pueden ayudar a resolver el problema de la resistencia a los antibióticos.Enrique Barrajón Catalán, Profesor del Área de Farmacia y Tecnología Farmacéutica e investigador en el IDiBE, Universidad Miguel HernándezLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1498112020-11-17T20:47:05Z2020-11-17T20:47:05ZPor qué es importante concienciar sobre el uso de los antibióticos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/369861/original/file-20201117-13-eooyx0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C8674%2C5774&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/many-colorful-medicines-lie-side-by-1688627290">Shutterstock / Robert Kneschke</a></span></figcaption></figure><p>El 18 de noviembre es el <a href="https://antibiotic.ecdc.europa.eu/es">Día Europeo para el Uso Prudente de Antibióticos</a>, una campaña de concienciación que alerta del peligro que correríamos si perdiésemos estas moléculas para tratar las infecciones causadas por bacterias patógenas. </p>
<p>Hablamos de la era post-antibiótica en la que enfermedades que creemos controladas volverían a ser mortales. En ella, ninguna cirugía sería posible: todas necesitan profilaxis antibiótica. </p>
<h2>La pandemia y los antibióticos</h2>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/369547/original/file-20201116-21-1hlnj1r.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/369547/original/file-20201116-21-1hlnj1r.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/369547/original/file-20201116-21-1hlnj1r.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/369547/original/file-20201116-21-1hlnj1r.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/369547/original/file-20201116-21-1hlnj1r.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/369547/original/file-20201116-21-1hlnj1r.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/369547/original/file-20201116-21-1hlnj1r.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/369547/original/file-20201116-21-1hlnj1r.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Símbolo de la resistencia a los antibióticos.</span>
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<p>La pandemia Covid-19 ha acaparado durante 2020 la atención mundial. Se trata de un verdadero reto que ha puesto en jaque a todos los países. </p>
<p>Los esfuerzos médicos, científicos, sociales, políticos y económicos se han focalizado en su control bajo la premisa de la “tiranía de lo urgente” y la consecuencia es que se ha dejado de lado otros problemas sanitarios no menos importantes. </p>
<p><a href="https://www.who.int/bulletin/volumes/98/7/20-268573/en/">Existe una amenaza, una pandemia gemela</a> incluso mayor que ha permanecido al acecho: la resistencia a los antibióticos. Una circunstancia que ocasiona un gran número de infecciones graves y muertes al año y que pone en peligro los sistemas de salud tal y cómo los conocemos. </p>
<p>A estos efectos hay que añadir los importantes daños que ocasiona sobre la economía. De hecho, en su último informe, <a href="https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/32552">el Banco Mundial</a> considera la resistencia un factor de pobreza de los países. </p>
<h2>¿Qué relación tienen la covid-19 y los hospitales con la resistencia antimicrobiana?</h2>
<p>El efecto de la pandemia Covid-19 sobre la resistencia a los antibióticos está siendo demoledor. </p>
<p>La resistencia a los antibióticos se ha agravado durante este año por varias razones. Fundamentalmente porque estos se han usado de manera masiva y <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7320258/">muchos pacientes que han ingresado en los hospitales por covid-19 los han recibido</a> de forma rutinaria para prevenir infecciones bacterianas secundarias. </p>
<p>Se ha comprobado que <a href="https://www.aemps.gob.es/informa/notasinformativas/laaemps/2020-laaemps/resistencia-bacteriana-y-covid-19-recomendaciones-del-pran-para-el-uso-prudente-de-los-antibioticos-durante-la-pandemia/">esta práctica ha sido innecesaria</a>. A pesar de que <a href="https://www.semfyc.es/prensa/el-uso-de-antibioticos-principalmente-en-urgencias-y-hospitales-y-en-menor-medida-de-atencion-primaria-en-el-contexto-de-la-covid19-puede-redibujar-el-mapa-de-las-resistencias-microbianas/">entre un 70 y un 100% de pacientes</a> han recibido antibióticos, su uso se habría requerido en menos de un 10% de los casos. </p>
<p>Junto con el aumento de pacientes que ha saturado los hospitales y la necesidad de realizar procedimientos invasivos, el uso exagerado de antibióticos ha facilitado la emergencia y rápida diseminación de aislamientos resistentes. Las mismas que están produciendo infecciones nosocomiales graves, que se contraen durante la estancia en el hospital. </p>
<p>El aumento de consultas por telemedicina también ha tenido su efecto. Se ha comprobado que es más frecuente que se <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30962253/">prescriban antibióticos</a> que en consultas presenciales.</p>
<h2>Antibióticos sin efecto clínicamente demostrado</h2>
<p>Otro aspecto a destacar es que, en esos momentos de incertidumbre y confusión, <a href="https://www.bmj.com/content/369/bmj.m1983">se han usado antibióticos cuyo efecto no estaba clínicamente demostrado</a>. </p>
<p>Es el caso de la azitromicina en combinación con <a href="https://theconversation.com/el-lado-oscuro-de-la-hidroxicloroquina-el-antidoto-de-trump-frente-a-la-covid-19-139261">hidroxicloroquina</a>. Además de agravar el problema, también ha confundido a la población, al dar la impresión de que un antibiótico “era útil” contra una infección vírica, caballo de batalla de todas las campañas de concienciación para un uso apropiado de antibióticos.</p>
<h2>Geles hidroalcohólicos y desinfectantes con biocidas</h2>
<p><a href="https://theconversation.com/covid-19-lavemonos-las-manos-por-favor-131511">Lavarse las manos con agua y jabón</a> o usar geles hidroalcohólicos si lo primero no es posible ha sido una de las herramientas propuestas para el control de la transmisión de la infección desde el inicio de la pandemia. </p>
<p>El uso de jabones antimicrobianos y desinfectantes ha aumentado enormemente tanto en los hospitales cómo en la comunidad. Hay que poner en evidencia un <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2020.01020/full">potencial efecto negativo por su uso, dado que muchos de ellos contienen biocidas</a>. </p>
<p>Estas sustancias, que tienen efecto antimicrobiano y que se encuentran en desinfectantes y productos de limpieza, terminan en el medioambiente. Al final, tanto a altas como a bajas concentraciones, ejercen una presión selectiva y seleccionan cepas resistentes que ocasionan un riesgo importante para la salud. </p>
<p>La afectación medioambiental es muy grave ya que allí acaban altas dosis tanto de los biocidas como de los antibióticos. No sólo de uso humano, sino también de animales de granja y agricultura. </p>
<p>Por eso no debemos olvidarnos de la necesidad de un abordaje común bajo el <a href="https://www.thelancet.com/article/S0140-6736(20)32063-8/fulltext">concepto One Health e incidir de una manera multidisciplinar</a>.</p>
<h2>La investigación sobre la resistencia a antibióticos ha decaído</h2>
<p>Para hacer el problema más grande hay que añadir que, si ya los fondos para investigación se han ido recortando en los últimos años, en este momento se han redirigido todo los esfuerzos a proyectos relacionados con la Covid-19. Se han dejado de realizar muchos estudios, incluso los que ya eran rutina en los hospitales. Nos encontramos por tanto con un vacío de información y de control que está permitiendo la emergencia de muchas resistencias que se creían controladas. </p>
<p>La escasez de investigación sobre nuevos antibióticos por parte de las compañías farmacéuticas también nos está dejando sin muchas alternativas terapéuticas nuevas.</p>
<p>Por esto tenemos que actuar con determinación, para evitar un mundo sin antibióticos. A pesar de la fatiga de la pandemia, debemos llevar a cabo todas las acciones necesarias para no quedarnos sin estas moléculas. </p>
<p>Basta seguir las recomendaciones de muchas organizaciones sanitarias a nivel mundial como la <a href="https://www.who.int/news/item/01-06-2020-record-number-of-countries-contribute-data-revealing-disturbing-rates-of-antimicrobial-resistance">Organización Mundial de la Salud</a>, la <a href="https://eu-jamrai.eu/">European Joint Action on Antimicrobial Resistance and Associated Infections</a>, el <a href="https://www.jpiamr.eu/considerations-for-antibiotic-resistance-in-the-covid-19-pandemic/">Joint Programming Initiative for Antimicrobial Resistance</a> y la <a href="https://www.aemps.gob.es/informa/notasinformativas/laaemps/2020-laaemps/resistencia-bacteriana-y-covid-19-recomendaciones-del-pran-para-el-uso-prudente-de-los-antibioticos-durante-la-pandemia/">Agencia Española del Medicamentos y Productos Sanitarios</a>, entre otras. </p>
<p>Usar apropiadamente los antibióticos está en nuestras manos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/149811/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Lucía Gallego no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El uso prudente de los antibióticos es indispensable para evitar la resistencia a los mismos. De hecho, la resistencia antibiótica es el motivo de graves infecciones y muertes año tras año.Lucía Gallego, Profesora de Microbiología Médica e Investigadora, Facultad de Medicina y Enfermería. Representante de la Facultad en el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1338502020-05-07T20:20:11Z2020-05-07T20:20:11ZNanotecnología para evitar que las infecciones se conviertan en pandemia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/332286/original/file-20200504-83745-1p6weye.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5991%2C2991&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/antibiotic-resistant-bacteria-inside-biofilm-3d-735552157">Kateryna Kon / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Decir que en el futuro cercano muchas personas podrían morir a causa de un simple corte en la piel, durante el parto o tras cualquier operación médica puede parecer un desvarío. Antes del descubrimiento y la comercialización de los antibióticos, cualquier cosa que pudiera ser causa de infección podía acabar con nuestra vida. Pero ahora que los tenemos, ¿por qué tendríamos que preocuparnos por las infecciones? </p>
<p>La respuesta está en la resistencia a los antibióticos. En la actualidad, los antibióticos comunes no resultan efectivos para curar algunas infecciones. Por este motivo, hay casos en que la enfermedad dura más de lo debido, el tratamiento es excesivamente largo y deben utilizarse medicamentos más caros y, habitualmente, con mayores efectos secundarios. Esto supone un gran coste a la sanidad. </p>
<p>Por si fuera poco, el coste humano también es elevado. Según un informe de las <a href="https://www.who.int/antimicrobial-resistance/interagency-coordination-group/final-report/en/">Naciones Unidas</a>, 700.000 personas mueren cada año a causa de la resistencia a antibióticos. Y se estima que este número podría aumentar hasta los 10 millones de muertes al año en 2050.</p>
<h2>Resistencia a antibióticos</h2>
<p>La resistencia a los antibióticos es la capacidad de las bacterias de sobrevivir a la acción de uno de estos medicamentos. La mayoría de las bacterias son resistentes a uno o varios antibióticos de forma natural. Sin embargo, también <a href="https://www.cdc.gov/drugresistance/about/how-resistance-happens.html">pueden adquirir</a> uno o varios genes que les permiten destruir o evitar el efecto de los antibióticos. Para ello, o bien desarrollan mutaciones en dichos genes, o bien los toman prestados de otras bacterias. </p>
<p>Estas bacterias resistentes <a href="https://theconversation.com/como-llegan-bacterias-resistentes-y-residuos-de-antibioticos-a-los-alimentos-121281">se expanden a través de la alimentación</a> o del contacto con otras personas o con animales. Esto complica cada vez más el tratamiento de las infecciones con antibióticos comunes. Por ejemplo, el 62.9% de las <a href="https://www.ecdc.europa.eu/en/antimicrobial-resistance/surveillance-and-disease-data/data-ecdc">cepas aisladas</a> de la bacteria <em>Escherichia Coli</em> en España en 2018 resultaron ser resistentes a los antibióticos tipo aminopenicilinas y el 32.1% a las fluoroquinolonas. </p>
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<figcaption><span class="caption">¿Qué causa la resistencia a antibióticos?</span></figcaption>
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<p>Conscientes de que la unión hace la fuerza, las bacterias han desarrollado otro mecanismo para defenderse de los ataques externos. Nos referimos a los biofilms o biopelículas, comunidades de bacterias que se mantienen unidas entre ellas y a una superficie gracias a la segregación de sustancias poliméricas. </p>
<p>Las bacterias en forma de biofilm son <a href="https://aricjournal.biomedcentral.com/articles/10.1186/s13756-019-0533-3">hasta 1 000 veces más resistentes</a> a los antibióticos que los microorganismos libres. Además, son responsables del <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1726490117302587">65% de infecciones microbianas y del 80% de infecciones crónicas</a>. Esto, sumado a que también se forman en material médico como catéteres o implantes y los pacientes se pueden infectar durante una intervención, convierte a los biofilms en un importante problema de salud pública.</p>
<p>Su proceso de formación consiste en varios pasos. Primero, las bacterias se unen a una superficie y empiezan a crecer en comunidad. Después se forma una estructura tridimensional. Finalmente, tras la maduración del biofilm, las bacterias se desprenden y se expanden.</p>
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<figcaption><span class="caption">Formación y consecuencias de un biofilm.</span></figcaption>
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<h2>Péptidos antimicrobianos</h2>
<p>Los péptidos antimicrobianos están formados por la unión de entre 10 y 100 moléculas más pequeñas llamadas aminoácidos. Forman parte del sistema inmune innato de bacterias, hongos, animales, plantas y humanos. Su función no es otra que defenderlos de forma directa frente a agentes extraños o modular el sistema inmune para eliminarlos. </p>
<p>Su <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6684887/">mecanismo de acción</a> es diferente al de los antibióticos convencionales. Generalmente, los péptidos (carga positiva) se unen por fuerzas electrostáticas a la membrana de las bacterias (carga negativa). De este modo, el péptido daña la membrana y mata la bacteria de forma rápida y eficiente. La posibilidad de generación de resistencias es menor. Además, tienen un mayor rango de actividad antimicrobiana. Todo esto los convierte en una alternativa prometedora y más eficiente para curar infecciones que no responden a los antibióticos comunes. </p>
<p>A pesar de todas estas ventajas, sólo 7 de los más de 3 000 péptidos antimicrobianos descubiertos están <a href="https://www.mdpi.com/2079-6382/9/1/24">aprobados para su uso en humanos</a>. De momento hay otros 36 que se están probando en <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/pep2.24122">ensayos clínicos</a>. Esto se debe a que la mayoría no son estables, se eliminan rápidamente del organismo o son tóxicos.</p>
<h2>La nanotecnología al rescate</h2>
<p>La nanotecnología utiliza materiales y estructuras que miden de 1 a 100 nanómetros. Estos nanomateriales son entre 1 millón y 100 millones de veces más pequeños que una naranja. Tienen propiedades muy interesantes y su uso ha permitido avanzar en muchos campos, entre ellos la nanomedicina. </p>
<p>Recientemente, se han utilizado distintos tipos de <a href="https://www.mdpi.com/1999-4923/11/9/448">nanomateriales para el transporte de péptidos antimicrobianos</a>. Los péptidos pueden unirse a los nanomateriales mediante un enlace químico o distintas interacciones, o pueden ser encapsulados por ellos. Esto permite aumentar la eficacia del tratamiento, impidiendo la degradación del péptido o favoreciendo su liberación en un lugar específico. También permite reducir la toxicidad y los efectos secundarios. De esta forma, se está un poco más cerca de solucionar los inconvenientes que han impedido la aprobación del uso de los péptidos antimicrobianos en humanos. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/323571/original/file-20200327-146719-1v4ktf5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/323571/original/file-20200327-146719-1v4ktf5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=279&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/323571/original/file-20200327-146719-1v4ktf5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=279&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/323571/original/file-20200327-146719-1v4ktf5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=279&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/323571/original/file-20200327-146719-1v4ktf5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=350&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/323571/original/file-20200327-146719-1v4ktf5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=350&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/323571/original/file-20200327-146719-1v4ktf5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=350&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Esquema representando el tamaño de los nanomateriales que se han utilizado para el transporte de péptidos antimicrobianos.</span>
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<p>Además de servir como transportadores, algunos nanomateriales pueden tener efecto antibacteriano por sí mismos. Este es el caso de algunas nanopartículas metálicas. Metales como el zinc o la plata, con efecto antibacteriano <em>per se</em>, en forma de nanopartículas aumentan su eficacia al tener la capacidad de <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1818087618309103">penetrar en las bacterias</a>. La <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0224904">combinación de nanopartículas con antibióticos</a> también ha demostrado formar un buen tándem en la lucha contra las infecciones. Y lo mismo sucede con la <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-019-52473-2">combinación de nanopartículas metálicas de distintos tipos</a>. </p>
<p>Por otro lado, los nanomateriales pueden ser incorporados a superficies para reducir la adhesión de las bacterias, evitar su proliferación y la formación de biofilms. Esto es muy interesante en el caso de dispositivos médicos como prótesis o vendajes. Por este motivo, la nanotecnología es una herramienta prometedora en el ámbito de la ingeniería de tejidos y los biomateriales. </p>
<p>Para concluir, es indispensable reconocer el papel tan importante que tienen los científicos en la búsqueda de alternativas a los antibióticos comunes. Sin embargo, la lucha contra la resistencia a antibióticos es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros. Ciudadanos, políticos, profesionales y empresas del sector sanitario, agricultores y ganaderos tenemos que cambiar nuestra actitud. Debemos defender un <a href="http://www.resistenciaantibioticos.es/es/sumate-al-pran#prevenir">consumo responsable de antibióticos</a> para evitar que las infecciones se conviertan en una nueva pandemia.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/133850/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>El uso de la nanotecnología es una aproximación prometedora para vencer la resistencia a los antibióticos convencionales, y así evitar que las infecciones se conviertan en una nueva pandemia.Ángela Martín-Serrano Ortiz, Investigadora Postdoctoral, Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1297182020-02-05T23:05:39Z2020-02-05T23:05:39ZLos supermicrobios amenazan con ser más letales que el cáncer<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/313759/original/file-20200205-149802-6ptifp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5997%2C3998&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/man-holding-pills-on-hand-medicine-1106663669"> Dragana Gordic / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Si de algo puede presumir España es de ser <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_esperanza_de_vida">uno de los países con personas más longevas</a>. Cada vez hay más octogenarios con una excelente calidad de vida. Sin embargo, no siempre ha sido así. Hace un siglo la esperanza media de vida en Europa no llegaba a los 50 años. Muchas personas morían a edades tempranas por infecciones que hoy pueden prevenirse con vacunas o tratarse con antibióticos. </p>
<p>No obstante, este «milagro terapéutico» podría tener sus días contados. Porque la resistencia a los antibióticos se cierne como un peligro para nuestro estado del bienestar. Estos «supermicrobios» <a href="https://www.who.int/drugresistance/faq/es/">resistentes</a> vuelven ineficaces a muchos antibióticos. Sin la ayuda de estos fármacos, los trasplantes y otras cirugías complejas, la quimioterapia contra el cáncer o muchas pruebas diagnósticas serían irrealizables debido a las complicaciones infecciosas que surgirían.</p>
<h2>¿El fin de un «milagro terapéutico»?</h2>
<p>Diez millones de personas podrían estar en riesgo mortal por culpa de las infecciones por <a href="https://app.powerbi.com/view?r=eyJrIjoiNDVmNjdlOTQtOTE5Zi00YmJmLWJhMjgtNTgxMGJkM2FjYTE3IiwidCI6ImJjYTNjYTJlLTYyNGMtNDNhYS05MTgxLWY2N2YxYzI3OTAyOSIsImMiOjh9">bacterias resistentes</a> a antibióticos en el año 2050. Para hacernos una idea, esta mortalidad superaría a la causada por el cáncer (ocho millones de muertes anuales). Además, el coste de su tratamiento se dispararía, con una <a href="http://documents.worldbank.org/curated/en/323311493396993758/pdf/final-report.pdf">caída estimada del PIB mundial de entre el 1,2 y el 4%</a>. </p>
<p>Ante esta situación, es fácil entender por qué la lucha contra las resistencias microbianas se ha convertido en un objetivo prioritario. La Organización Mundial de la Salud propone eliminar de una vez por todas el <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/resistencia-a-los-antibi%C3%B3ticos">empleo innecesario de antibióticos</a>. No en vano se estima que, en atención médica primaria, solo uno de cada cinco tratamientos con antibióticos es realmente necesario.</p>
<h2>Microbios sublevados</h2>
<p>Para entender por qué surgen resistencias hay que empezar por saber que un microbio resistente a un antibiótico adquiere una ventaja evolutiva sobre otros competidores. </p>
<p>Unas veces surgen por mutaciones genéticas aleatorias (y poco frecuentes) que se pueden transmitir a la descendencia. </p>
<p>Otras, los genes responsables de esta resistencia se adquieren del medio ambiente (<a href="https://www.youtube.com/watch?v=G4bIxmFskmk">transformación bacteriana</a>), de bacterias afines (<a href="https://www.youtube.com/watch?v=O5tnmJGL-n4">conjugación</a>) o de virus bacteriófagos (<a href="https://www.youtube.com/watch?v=rbiFmPhhzxY">transducción</a>). La presencia de genes de resistencia en <a href="https://www.genome.gov/es/genetics-glossary/Plasmido">plásmidos</a> (anillos de ADN extracromosómico) facilita también su propagación. </p>
<p>Por regla general, un tratamiento antibiótico correcto disminuye la selección de microbios resistentes. El problema surge cuando se le da un mal uso, por ejemplo consumiéndolo injustificadamente y sin prescripción médica (automedicación). O interrumpiendo un tratamiento antes de tiempo. </p>
<p>Por otra parte, el uso inadecuado de los antibióticos para el engorde de los animales, la depuración incorrecta de aguas residuales y residuos orgánicos, la manipulación sin garantías de los alimentos o la higiene deficiente, también aumentan la frecuencia de bacterias resistentes.</p>
<p>A este problema se suma el consumo de antibióticos caducados, falsificados o que no contienen la dosis suficiente. Los antibióticos fraudulentos son, con frecuencia, los únicos asequibles en los mercados de muchos lugares del planeta. Además de que <a href="https://www.elperiodico.com/es/sanidad/20190529/los-expertos-alertan-del-riesgo-de-comprar-medicamentos-por-internet-7479165">Internet facilita la venta de estos productos engañosos</a>.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/313732/original/file-20200205-149752-1qmew99.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=17%2C0%2C5964%2C3961&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/313732/original/file-20200205-149752-1qmew99.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/313732/original/file-20200205-149752-1qmew99.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/313732/original/file-20200205-149752-1qmew99.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/313732/original/file-20200205-149752-1qmew99.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/313732/original/file-20200205-149752-1qmew99.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/313732/original/file-20200205-149752-1qmew99.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/biofilm-antibiotic-resistant-bacteria-rodshaped-spherical-533717323">Kateryna Kon / Shutterstock</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Mueren más personas a manos de superbacterias que en accidentes de tráfico</h2>
<p>La resistencia a los antibióticos es un <a href="https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/255204/9789243509761-spa.pdf?ua=1">problema global</a>. Existen bacterias resistentes tanto en países muy industrializados (Estados Unidos o Japón), como en islas prácticamente deshabitadas (las Svalbard en el Océano Ártico), o incluso en <a href="https://www.scientificamerican.com/espanol/noticias/reuters/estudio-sobre-tribu-amazonica-muestra-como-esta-cambiando-la-microbiota-humana/">tribus aisladas en las selvas de la Amazonia</a>. En la diseminación y persistencia de estos supermicrobios intervienen muchos factores, como el cambio climático, la migración de poblaciones, el transporte de mercancías o la contaminación del medio ambiente.</p>
<p>El <a href="https://www.who.int/bulletin/volumes/97/1/18-227348.pdf">mayor consumo de antibióticos</a> se observa en países con economías emergentes (India, China, Indonesia, Nigeria o Sudáfrica). En <a href="http://atlas.ecdc.europa.eu/public/index.aspx">Europa</a> son los países del Mediterráneo y del Este los que se llevan la palma. No parece que sea casualidad que casi la mitad de las infecciones en estos países estén causadas por microbios resistentes.</p>
<p>La <a href="https://seimc.org/">Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica</a> ha estimado que, solo en 2018, las superbacterias resistentes a los antibióticos causaron infecciones a <a href="https://seimc.org/contenidos/noticias/2018/seimc-nt-180517-presentacion_del_registro_de_pacientes_BMR_SEIMC.pdf">180 600 personas, en 82 centros sanitarios, de las que 35 400 murieron</a>. Si comparamos estas cifras con las 1 098 muertes en accidentes de tráfico notificadas por <a href="http://revista.dgt.es/es/noticias/nacional/2020/01ENERO/0102balance-accidentes-2019.shtml#.XjMLP2hKhhE">la Dirección General de Tráfico en 2019</a>, ¡las superbacterias fueron 32 veces más letales! </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/313691/original/file-20200205-149762-140cvcr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/313691/original/file-20200205-149762-140cvcr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=777&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/313691/original/file-20200205-149762-140cvcr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=777&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/313691/original/file-20200205-149762-140cvcr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=777&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/313691/original/file-20200205-149762-140cvcr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=976&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/313691/original/file-20200205-149762-140cvcr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=976&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/313691/original/file-20200205-149762-140cvcr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=976&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Staphylococcus aureus MRSA CDC.</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Últimamente a los supermicrobios clásicos, como <a href="https://www.who.int/es/news-room/detail/27-02-2017-who-publishes-list-of-bacteria-for-which-new-antibiotics-are-urgently-needed"><em>Staphylococcus aureus</em> resistente a la meticilina, <em>Escherichia coli</em>, <em>Klebsiella pneumoniae</em> y otras enterobacterias multirresistentes, como <em>Acinetobacter baumannii</em> y <em>Pseudomonas aeruginosa</em></a> se han añadido unos cuantos nuevos. Como el bacilo de la tuberculosis, el parásito <em>Plasmodium falciparum</em> o los hongos <em><a href="https://www.investigacionyciencia.es/blogs/medicina-y-biologia/74/posts/puede-un-hongo-ser-la-causa-de-una-alerta-sanitaria-mundial-em-candida-auris-em-lo-es-15069">Candida auris</a></em> y <em>Candida glabrata</em>.</p>
<p>Lo preocupante del asunto es que estas infecciones requieren de tratamientos más prolongados y menos eficaces, con fármacos no exentos de toxicidad. Y también suponen una estancia más prolongada en el hospital, que continúa siendo su reservorio principal por la presencia de pacientes graves tratados con múltiples fármacos.</p>
<p>Y hace poco saltaron las alarmas porque están apareciendo resistencias <a href="https://www.elsevier.es/es-revista-enfermedades-infecciosas-microbiologia-clinica-28-articulo-vigilancia-activa-resistencia-antibioticos-S0213005X1930179X?referer=buscador">a los llamados antibióticos de último recurso, como aztreonam, carbapenems, linezolid o vancomicina</a>, que son a los que recurrimos cuando otros no funcionan. </p>
<h2>«Una Salud»</h2>
<p>La salud humana, la de los animales y la del ambiente están <a href="https://www.who.int/features/qa/one-health/es/">íntimamente relacionadas</a>. Muchos supermicrobios habitan los intestinos de las personas y de los animales y se propagan por las aguas residuales o contaminan el suelo. Para preservar esta salud global hay que <a href="https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/255204/9789243509761-spa.pdf?ua=1">realizar un esfuerzo importante</a>. </p>
<p>Necesitamos mejores técnicas de diagnóstico rápido para realizar un tratamiento antibiótico más apropiado y temprano. Los científicos se han lanzado a buscar <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fimmu.2019.02841/full">dianas terapéuticas nuevas y alternativas</a> que eviten la selección de mutantes microbianos resistentes. Además, la modificación de los antibióticos clásicos podría mejorar el espectro antibacteriano y disminuir el uso de otros antibióticos más recientes.</p>
<p>Pero no es una batalla que involucre solo a los científicos. A luchar contra los supermicrobios podemos contribuir todos. ¿Cómo? Aplicando el sentido común:</p>
<ul>
<li><p>No automedicándonos </p></li>
<li><p>Evitando tomar antibióticos contra el resfriado y otras infecciones por virus</p></li>
<li><p>Siguiendo el tratamiento que nos aconseja nuestro médico hasta el final</p></li>
<li><p>No usando antibióticos caducados, de otras personas o de procedencia dudosa (Internet)</p></li>
<li><p>Actualizando nuestro calendario de vacunación</p></li>
<li><p>Preparando los alimentos de manera higiénica</p></li>
<li><p>Y, muy importante, <a href="https://www.cdc.gov/handwashing/esp/when-how-handwashing.html">lavándonos las manos con frecuencia</a>.</p></li>
</ul><img src="https://counter.theconversation.com/content/129718/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Guillermo Quindós-Andrés no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La resistencia a los antibióticos se cierne como un peligro para nuestro estado del bienestar. En el año 2050 podría causar más muertes que el mismísimo cáncer.Guillermo Quindós-Andrés, Catedrático de Microbiología Médica, Departamento de Inmunología, Microbiología y Parasitología, Facultad de Medicina y Enfermería, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1289082020-01-13T21:26:47Z2020-01-13T21:26:47ZSeis sorprendentes lugares en los que científicos buscan nuevos antibióticos y compuestos contra el cáncer<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/309045/original/file-20200108-107200-5kyk2u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=53%2C0%2C6000%2C3997&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Hormiga Tetraponera</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/close-tetraponera-rufonigra-arboreal-bicolored-ant-1111251950">Phattipol/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Un equipo de investigadores descubrió hace poco un nuevo antibiótico producido por bacterias que viven dentro de un nematodo. Aunque la molécula necesita más análisis, el hallazgo, <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-019-1791-1">publicado en <em>Nature</em></a> , da nuevas esperanzas en la lucha contra la <a href="https://theconversation.com/uk/topics/antibiotic-resistance-6035">resistencia</a> a los <a href="https://theconversation.com/uk/topics/antibiotic-resistance-6035">antibióticos</a>, la creciente capacidad de las bacterias infecciosas –y a veces letales– para sobrevivir al tratamiento farmacológico.</p>
<p>Los nematodos son un tipo de gusanos parásitos. Algunos que viven en el suelo albergan bacterias (<em>Photorrabdus khanii</em>) en sus intestinos que los ayudan cuando se alimentan de larvas de insectos. Para matar a otras bacterias que intentan darse un banquete con las larvas, <em>P. khanii</em> libera la molécula <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-019-1791-1">darobactina</a>.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/308992/original/file-20200108-107249-1d6mziu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/308992/original/file-20200108-107249-1d6mziu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/308992/original/file-20200108-107249-1d6mziu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/308992/original/file-20200108-107249-1d6mziu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/308992/original/file-20200108-107249-1d6mziu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/308992/original/file-20200108-107249-1d6mziu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/308992/original/file-20200108-107249-1d6mziu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Nematodos que emergen de una larva de polilla muerta.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Entomopathogenic_nematode_(Heterorhabditis_bacteriophora_)_Poinar,_1975.jpg">Peggy Greb</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Los investigadores encontraron que este compuesto también es muy efectivo contra otro grupo de bacterias responsables de infecciones difíciles de tratar. </p>
<p>Curiosamente, la molécula actúa sin necesidad de cruzar la pared celular externa de la bacteria, que suele ser un obstáculo para muchos otros compuestos. También se descubrió que las bacterias que espontáneamente desarrollan resistencia a la darobactina pierden la capacidad de infectar a su huésped.</p>
<p>La esperanza es que este compuesto pueda llevar al desarrollo de un nuevo medicamento. En este caso, el nematodo donde habita <em>P. khanii</em> se uniría a una creciente lista de fuentes inesperadas de nuevos antibióticos y medicamentos contra el cáncer. </p>
<p>Aquí hay algunos otros.</p>
<h2>El fondo marino de las Bahamas</h2>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/308993/original/file-20200108-107200-u0wbsc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/308993/original/file-20200108-107200-u0wbsc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/308993/original/file-20200108-107200-u0wbsc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/308993/original/file-20200108-107200-u0wbsc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/308993/original/file-20200108-107200-u0wbsc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/308993/original/file-20200108-107200-u0wbsc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/308993/original/file-20200108-107200-u0wbsc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Fondo marino de Bahamas.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/group-starfish-underwater-near-coral-reef-144850168">Shutterstock/Damsea</a></span>
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</figure>
<p>Ya que muchos medicamentos provienen de bacterias del suelo, los investigadores también han buscado nuevos compuestos en el fondo marino. Un estudio de sedimentos marinos de Bahamas a finales de la década de 1980 dio con algunas bacterias interesantes, aunque llevó más de una década establecer su especie, <em>Salinispora tropica</em>.</p>
<p>Los investigadores de la Universidad de California en San Diego, descubrieron que estas bacterias producen una molécula llamada <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2814440/">salinisporamida</a>. Este compuesto bloquea la degradación de las proteínas en diferentes tipos de células cancerosas y hace que mueran. Por ello se ha convertido en un medicamento contra el cáncer llamado Marizomib, cuyo ensayo clínico ha alcanzado la fase tres para su uso contra el cáncer de sangre y de cerebro.</p>
<h2>El hiperárido desierto de Atacama</h2>
<figure class="align-center ">
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<span class="caption">El desierto de Atacama, en Chile.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://pixabay.com/photos/chile-atacama-desert-bolivia-4388206/">Grebmot/Pixabay</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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<p>El desierto de Atacama, en América del Sur, llama la atención de los investigadores debido a las características únicas de las especies que prosperan allí a pesar de sus condiciones aparentemente inhóspitas. La extrema sequedad, combinada con altos niveles de radiación ultravioleta, elementos tóxicos y escaso carbono en el suelo, crean un ambiente no muy diferente al suelo de Marte. </p>
<p>Solo los microorganismos que han desarrollado mecanismos para lidiar con estas condiciones extremas pueden sobrevivir.</p>
<p>Investigadores en el Reino Unido y Chile han trabajado durante años en bacterias encontradas en el desierto de Atacama para identificar varios compuestos antibióticos, como las <a href="https://pubs.acs.org/doi/10.1021/acs.joc.5b01878">chaxapeptinas</a> y las chaxalactinas. </p>
<p>Los experimentos han demostrado que algunas de estas moléculas pueden matar bacterias como <em>E. coli</em> y la levadura <em>Candida albicans</em> causante de la candidiasis, además de limitar la capacidad de las células cancerosas para invadir tejido.</p>
<h2>Hormigas cortadoras de hojas</h2>
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<span class="caption">Hormigas cortadoras de hojas del género ‘Tetraponera’.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.antwiki.org/wiki/File:Tetraponera_penzigi_Dino_Martins.jpg">Dino Martins</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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<p>Las hormigas y otros insectos practican el cultivo de hongos, lo que significa que los ayudan a crecer para usarlo como alimento o material de construcción. </p>
<p>Investigadores en el Reino Unido y Sudáfrica que estudian esta <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23417898">relación</a> simbiótica descubrieron que esta también puede incluir bacterias. Para protegerse a sí mismos y a sus alimentos contra posibles infecciones, las hormigas cortadoras de hojas reciben el apoyo de bacterias productoras de antibióticos.</p>
<p>Descubrieron que la bacteria <em>Streptomyces formicae KY5</em> produce <a href="https://pubs.rsc.org/en/content/articlepdf/2017/sc/c6sc04265a">formicamicinas</a>. Estos compuestos pueden matar a microorganismos infecciosos resistentes a antibióticos comunes, como es el caso de la superbacteria <em>Staphylococcus aureus</em> resistente a meticilina. </p>
<p>Además, los experimentos sugieren que a estos microbios les resulta más difícil desarrollar resistencia a las formicamicinas que a otros compuestos. Sin embargo, a pesar del gran potencial para el desarrollo de fármacos terapéuticos, todavía no se han iniciado ensayos clínicos para las formicamicinas.</p>
<h2>La nariz humana</h2>
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<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://pixabay.com/photos/nose-nostrils-nose-hairs-blackheads-2790325/">Derneuemann/Pixabay</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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<p>La nariz está llena de vida. Científicos alemanes exploraron para ver qué vive exactamente en ella y descubrieron que la bacteria <a href="https://www.nature.com/articles/nature18634"><em>Staphylococcus lugdunensis</em></a> es magnífica para detener el crecimiento de otras especies resistentes a los antibióticos. </p>
<p>Esto hace que la nariz sea una de las primeras líneas de defensa de tu cuerpo contra los microorganismos nocivos transportados por el aire.</p>
<p>Experimentos con ratones han revelado que <em>S. lugdunensis</em> produce un compuesto llamado lugdunina que previene la infección con <em>Staphylococcus aureus</em> resistente a meticilina. </p>
<p>Aunque el desarrollo de un fármaco aún se encuentra en etapas tempranas, los <a href="https://www.nature.com/articles/s41467-019-10646-7">resultados</a> hasta ahora han confirmado el potencial de lugdunina para tratar infecciones de la piel.</p>
<h2>Sangre de dragón de Komodo</h2>
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<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/komodo-dragon-largest-lizard-world-walks-116793451">Shutterstock/Anna Kucherova</a></span>
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<p>Además de utilizar compuestos antibióticos directamente de la naturaleza, los científicos también se inspiran en ella para sintetizar compuestos artificiales. En 2017, investigadores en EE. UU. identificaron un compuesto con actividad antibiótica en la sangre del dragón de Komodo. Luego pudieron diseñar una versión sintética llamada DRGN-1 que era aún más efectiva que el original.</p>
<p>DRGN-1 podría ser particularmente útil ya que reduce la cantidad de bacterias mientras acelera la curación de una herida. Aunque su desarrollo aún se encuentra en etapas tempranas, los <a href="https://www.nature.com/articles/s41522-017-0017-2">experimentos preliminares</a> realizados en ratones sugieren que vale la pena desarrollarlo.</p>
<hr>
<p><em>Artículo traducido gracias a la colaboración con <a href="https://www.fundacionlilly.com/">Fundación Lilly</a></em>.</p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/128908/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Dragones de Komodo y hormigas son solo algunas fuentes en las que se buscan nuevos medicamentos capaces de acabar con bacterias resistentes.Linamaria Pintor Escobar, PhD student in Natural Products Discovery, Edge Hill UniversityAlba Iglesias Vilches, PhD Candidate, Synthetic Biology of Natural Products, Newcastle UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.