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Unas manos con guantes fregando un cuenco de cristal.

Hombres o mujeres: ¿quién quiere hacer el trabajo doméstico?

El trabajo doméstico es visto por gran parte de la población como una serie de tareas u obligaciones que carecen de atractivo. Suelen ser consideradas como muy tediosas, especialmente para aquellas personas que están en el mercado de trabajo. Sin embargo, también lo son para la mayoría de personas inactivas.

Entonces, si asumimos que a prácticamente nadie le interesa hacer las tareas domésticas, ¿por qué las mujeres siguen siendo las que principalmente las desempeñan?

Normalmente, se considera trabajo doméstico tareas tales como cocinar, fregar los platos, limpiar, ocuparse de la ropa, hacer la compra y el mantenimiento de la casa. No se suelen incluir en estas tareas el cuidado de los niños/as u otras personas dependientes, ni las actividades del tiempo libre.

Los datos del Barómetro del CIS de 2017 indican que en un día laborable los hombres suelen dedicar 2,06 horas y las mujeres 3,84 horas al trabajo doméstico. Según esta encuesta, las mujeres se involucran prácticamente el doble de tiempo que los hombres.

Ellos sobrestiman su dedicación

Cuando se pregunta por la dedicación de las parejas suele suceder algo ya detectado en diferentes investigaciones. Los hombres suelen sobrestimar su dedicación, mientras que las mujeres no. Así, en la misma encuesta del CIS los hombres responden que sus parejas dedican 3,58 horas al día, mientras que las mujeres responden que sus parejas dedican 1,62 horas al día de media.

Si nos ceñimos a las encuestas de usos del tiempo de diferentes países, estas muestran que las mujeres han ido reduciendo paulatinamente la implicación en las tareas domésticas. En cambio, los hombres incrementan tímidamente su dedicación.

Este estudio apunta en esa dirección. Entre el año 2002 y el 2010 se redujo la dedicación en tareas domésticas en los hogares españoles unos 17 minutos (principalmente en cocinar). La mujeres en 2010 dedicaban una media de 3 horas y 8 minutos de las 4 horas y 36 minutos del conjunto de pareja. Esto supone que las mujeres dedican prácticamente el 75 % del tiempo que se dedica en un hogar a estas tareas.

Limpieza, comida y compra

El tiempo que dedican ellas se centra especialmente en limpieza, cocina y compra. En cambio, los hombres suelen encargarse en mayor medida de actividades ocasionales.

Según los diferentes perfiles sociodemográficos y económicos, suele haber grandes diferencias de la dedicación entre las mujeres, pero no entre los diferentes perfiles de hombres. Según la Encuesta de Género y Familia, las mujeres que conviven en pareja dedican prácticamente 10 horas semanales más al trabajo doméstico que las que no lo hacen.

Mujeres de 25 a 55 con hijos

En los hogares con hijos, las mujeres de 25 a 55 años dedican más de 10 horas de media que en los hogares sin hijos, independientemente de la dedicación a las tareas de cuidados. En el caso de los hombres, el incremento cuando tienen hijos es inferior a 3 horas sobre la media.

Paradójicamente, algunos estudios muestran que en los hogares donde los hombres dedican más tiempo es donde las mujeres dedican mayor cantidad de horas.

Factores que provocan el rechazo

La dedicación a las tareas domésticas suelen producir cierto rechazo. En algunos casos, estas actitudes vienen en gran medida transmitidas por el entorno (familia, medios de comunicación, publicidad, etc.), que las identifica como pesadas y sin ningún atractivo. También influyen otros factores:

  • La jornada laboral propia o de su pareja. Determina en gran parte la cantidad de horas disponibles para dedicar tanto al ocio como a las diferentes tareas domésticas.

  • La energía que uno puede dedicar a estos quehaceres. La edad y el estado de salud pueden influir en gran medida.

  • La posibilidad de externalizar estas tareas mediante una persona que reciba remuneración por ello.

En una escala de satisfacción de 0 (completamente insatisfecho/a) a 10 (completamente satisfecho/a) en el reparto de las tareas del hogar entre la persona entrevistada y su pareja, los hombres están claramente más satisfechos (8,6 %) que las mujeres (6,9 %).

Esta mayor insatisfacción de las mujeres contrasta con los datos sobre quién toma las decisiones sobre este reparto. Solo un 6,3 % de las mujeres opina que decide su pareja masculina. El 46,5 % dice que lo suelen hablar y coinciden en el reparto, y el 42,9 % que deciden ellas.

Según la Encuesta de Género y Familia de 2012, el 20 % de hombres que viven en pareja no hacen nada. No aportan ni un minuto a las tareas domésticas. Asimismo, el 63,2 % de estos declaran que deberían hacer más en las tareas domésticas.

Esto indica que hay una gran proporción de hombres que son conscientes de que deberían dedicar más tiempo a las tareas domésticas. Pero ¿por qué no hacen más? Pueden darse diferentes escenarios:

  1. Les funciona bien tal y como están repartidas.

  2. No disponen de tiempo.

  3. No les apetece hacerlas.

  4. No tienen ningún reparo en que las asuman sus parejas.

Asimismo, algunos estudios identifican algunos perfiles de mujeres que muestran ciertas reticencias a dar espacios de responsabilidad doméstica y familiar a los hombres. Estas mujeres pueden considerar a los hombres como poco capacitados o habilidosos para llevarlas a cabo estas tareas.

Con este tipo de parejas, los hombres, independientemente de sus orientaciones más o menos tradicionales, pueden adecuarse a una división de tareas más tradicional aunque vieran con buenos ojos el hecho de contribuir más.

En síntesis, los datos muestran que los roles de género siguen arrastrando a hombres y mujeres a repetir formas de distribución de las tareas domésticas muy desiguales en detrimento de las mujeres. En España, los hombres y las mujeres son cada vez más conscientes de las desigualdades de género. Unas y otros abogan por una sociedad más igualitaria.

Reparto desigual

Sin embargo, en las decisiones domésticas sigue dominando el reparto desigual de las tareas domésticas por dos motivos:

  1. En nuestra sociedad persisten los roles tradicionales de género en muchas dimensiones.

  2. Existe una percepción de estas tareas como pesadas o poco agradecidas.

La combinación de estos dos factores genera pocos incentivos para que los hombres asuman de forma más significativa el trabajo doméstico.

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