Desde el inicio del siglo XX ha crecido el interés por promover, crear y fomentar la agricultura urbana en las ciudades. Ya en los años 20 del pasado siglo aparecieron iniciativas de huertos educativos en distintos colegios estadounidenses.
Las guerras mundiales y la gran depresión de 1930-39 dieron lugar en Estados Unidos a diversos proyectos de emergencia sobre cultivos asistenciales debido a la escasez de alimentos.
Desde los años 70 hasta la actualidad se han desarrollado programas de huertos comunitarios a nivel mundial, promovidos por movimientos sociales urbanos y administraciones locales con diversos fines.
Beneficios de la agricultura urbana
Según las Naciones Unidas, esta actividad tiene beneficios en las siguientes áreas:
Seguridad alimentaria.
Generación de empleo.
Reciclaje de residuos urbanos.
Creación de cinturones verdes.
Refuerzo de la resiliencia de las ciudades frente al cambio climático.
La FAO resalta que esta práctica puede ayudar a combatir el hambre, la pobreza, la explotación y la falta de esperanzas que pueden conducir a tasas elevadas de criminalidad, prostitución, falta de atención en los niños y consumo de drogas.
Importancia a nivel mundial
Se estima que el 15 % de los alimentos del mundo son producidos en ciudades. Sin embargo, estas cifras varían notablemente por países. Algunos ejemplos son los siguientes:
En Moscú, la disolución de la antigua Unión Soviética y el encarecimiento de los alimentos en el mercado libre llevó a muchos moscovitas a producir sus propios alimentos. Actualmente, alrededor del 30 % de los alimentos del país y el 80 % de los vegetales son obtenidos en ciudades.
El 50 % de los vegetales consumidos en La Habana (Cuba) se obtienen de huertos urbanos.
En Singapur, se estima que existen 10 000 productores urbanos que cultivan el 25 % de los vegetales y el 80 % del pollo que se consume.
En Londres, los ciudadanos producen un 14 % de los alimentos consumidos, que cubren el 18 % de las necesidades nutricionales de los habitantes. En Vancouver, se obtienen el 44 % de los alimentos ingeridos por la población.
En Estados Unidos, donde se cultivan en áreas urbanas el 79 % de las frutas, el 68 % de los vegetales y el 52 % de los lácteos que se consumen, se estima que las producciones están por debajo del potencial. En Massachussets, donde produce el 15 % de las necesidades de los habitantes, se podría producir hasta el 35%, sin considerar los terrenos abandonados y las azoteas.
La situación en España
En nuestro país, el crecimiento de este fenómeno es exponencial. Así lo demuestran los datos presentes en un estudio dirigido por Gregorio Ballesteros, del Grupo de Estudios y Alternativas de la Universidad Politécnica de Madrid.
Según el trabajo, de 9 zonas de huertos en el año 2000 se pasó a 508 en 2015. El número de huertos urbanos supera actualmente en España los 20 000. El estudio recoge también los siguientes datos sobre este tipo de cultivos en nuestro país:
Se reparten entre más de 300 municipios, con una extensión total de más de dos millones de metros cuadrados.
La superficie media de las zonas de huertos es de 4 824 m², aunque hay una importante variación entre ellas que oscila entre 500 y 70 000 m².
El tamaño medio de la parcela o huerto es de 75 m², aunque también varía significativamente de una zona a otra. Va desde los 20 hasta los 450 m².
El precio de alquiler de los huertos públicos en España oscila entre los 0 y los 30 €/mes y la mayoría está en torno a los 5 €/mes. Se suele exigir una fianza que puede estar entre los 50 y los 100 €.
Además, los equipamientos o dotaciones de las zonas de huertos varían sensiblemente e incluyen casetas individuales, aparcamientos, zonas de compostaje, tiendas de productos para la huerta, aseos, vestuarios y balsas para riego o casetas de herramientas.
El apoyo institucional
Mientras que en distintas regiones la agricultura urbana está fuertemente apoyada por las autoridades, en otras es un movimiento que surge apoyado por las comunidades locales.
La mayoría de las ciudades y municipios ha elaborado ordenanzas reguladoras o normativas de funcionamiento de estos espacios.
Las ordenanzas establecen quiénes pueden ser beneficiarios de la concesión de un huerto, los procedimientos y criterios de adjudicación, los derechos y deberes de los usuarios, así como un régimen sancionador por el incumplimiento de los mismos. En general, marcan como obligatoria la agricultura ecológica.
Sin embargo, se necesita estudiar las iniciativas locales, compartir las buenas prácticas y promover políticas y planes de acción para el desarrollo sostenible de este nuevo sector.
En este sentido, el proyecto CityZen de la UE explora los ecosistemas asociados a los huertos urbanos y promueve políticas locales que apoyen los nuevos modelos de negocio relacionados, las mejoras para los productores locales, las cadenas de valor innovadoras y los cambios en los estilos de vida. Todo ello para aumentar la sostenibilidad de las ciudades y las regiones.
El reto actual es encontrar un equilibrio entre las buenas prácticas agrícolas tradicionales, la planificación urbana y la innovación tecnológica que convierta la agricultura urbana en una actividad valiosa para las ciudades.