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bacterias – The Conversation
2024-02-18T22:09:45Z
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Hay una estrecha relación entre la microbiota y el deterioro de la salud mental
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/574020/original/file-20240207-22-eo9sys.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=70%2C30%2C6609%2C4436&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/unhealthy-woman-sit-on-bed-touch-1569482947">fizkes / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>En los últimos años ha aumentado la visibilidad de los trastornos mentales como la ansiedad o la depresión en los medios de comunicación. Por ejemplo, <a href="https://www.universidades.gob.es/estudio-sobre-la-salud-mental-en-el-estudiantado-de-las-universidades-espanolas/">un informe publicado en 2023</a> reveló que un 17 % de los jóvenes universitarios españoles tomaban medicamentos para paliar la ansiedad o los síntomas depresivos que sufrían.</p>
<p>Está claro que el miedo, la incertidumbre y la saturación provocada en los centros de salud y hospitales por la pandemia del covid-19 <a href="https://theconversation.com/la-otra-pandemia-secuelas-de-la-covid-19-en-la-salud-mental-de-los-menores-178571">causó estragos</a>. En estos casos, se identifica claramente la causa que puede desencadenarlo. Pero ¿y si le dijese que la alimentación también puede tener relación con el aumento estas patologías? </p>
<h2>Un arsenal de pruebas</h2>
<p>A raíz del surgimiento de movimientos como el <em>realfooding</em> o las dietas basadas en vegetales (veganismo, flexitarianismo, etc.), la reputación de los productos <a href="https://theconversation.com/es/topics/ultraprocesados-95570">ultraprocesados</a> ha caído en picado. Y uno de los últimos argumentos para reducir su consumo son las numerosas evidencias que sugieren una conexión entre su ingesta excesiva y la aparición de problemas mentales.</p>
<p>Esta es, por ejemplo, la conclusión de <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35807749/">una revisión reciente de investigaciones</a>, que vinculó el consumo elevado de esos alimentos y el riesgo de padecer síntomas relacionados con trastornos depresivos o de ansiedad, aunque aún no se sabe a ciencia cierta por qué ocurre. </p>
<p>Las pruebas son abrumadoras. Si examinamos los análisis uno por uno nos llamará la atención, por ejemplo, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC10180546/">un trabajo realizado en Corea del Sur</a> que revelaba una probabilidad 1,4 veces mayor de padecer depresión si mediaba una dieta generosa en ultraprocesados, con mayores efectos entre las mujeres. <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33385006/">Otra investigación</a> llevada a cabo en Estados Unidos arrojaba datos similares: la población que realizaba menos ejercicio y comía habitualmente este tipo de productos también era más propensa a desarrollar ese trastorno. </p>
<p>Los resultados del <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31055621/">estudio <em>SUN Project</em></a>, que examinaba los efectos en jóvenes universitarios del ámbito mediterráneo, fueron incluso más preocupantes, dada la edad de los participantes. Y, por último, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30982472/">el seguimiento a personas sin síntomas depresivos previos durante más de cinco años</a> en Francia vinculó un incremento en su aparición al consumo de bebidas, salsas y productos con grasas añadidas. De hecho, las bebidas con edulcorantes artificiales <a href="https://jamanetwork.com/journals/jamanetworkopen/fullarticle/2809727">parecen estar relacionadas</a> con un posible desencadenamiento de la depresión.</p>
<h2>La microbiota entra en escena</h2>
<p>La dieta, la actividad física, la edad y el género son factores a tener en cuenta, pero muchos trabajos han puesto de manifiesto el papel protagonista de la microbiota intestinal en esta conexión. </p>
<p>Los microorganismos que habitan nuestro sistema digestivo se distribuyen en filos, que a su vez se componen de diversos géneros. Los filos más abundantes son <em>Firmicutes</em> y <em>Bacteroidetes</em>, pero hay otros importantes como <em>Actinobacterias</em>, <em>Fusobacterias</em>, <em>Proteobacterias</em> y <em>Verrucomicrobia</em>. Dentro de los numerosos géneros, <a href="https://digital.csic.es/bitstream/10261/248153/1/GastrHepat2021-Alvarez.pdf">el más conocido es el <em>Bifidobacterium</em></a>. </p>
<p>Pues bien, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC10384867/">se ha comprobado</a> tanto en estudios con animales como en humanos que el número de bacterias <em>Firmicutes</em> disminuye en los cuadros de ansiedad, mientras que prolifera la población de <em>Bacteridetes</em> y <em>Fusobacterias</em>. En el contexto de la depresión, <em>Prevotella</em>, <em>Klebsiella</em> y <em>Clostridium</em> son los géneros más asociados con la microbiota intestinal.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/que-es-el-sibo-el-trastorno-intestinal-que-han-popularizado-las-redes-sociales-214666">Qué es el SIBO, el trastorno intestinal que han popularizado las redes sociales</a>
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<p>Idealmente, la microbiota debería disfrutar de una proporción equilibrada de filos y géneros, lo que se conoce como eubiosis. Cuando se rompe la armonía, aparece el efecto contrario: la disbiosis, relacionada no solo con la depresión o la ansiedad, sino con un buen número de patologías crónicas. Por ejemplo, géneros que pueden considerarse como proinflamatorios <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33271426/">se encuentran en mayor medida en individuos con estados depresivos o ansiosos</a>. </p>
<p>Además, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28683093/">el 90 % de la serotonina del organismo es generada por la microbiota</a>, circunstancia que juega un papel importante <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fcell.2021.649103/full">en la regulación del denominado eje intestino-cerebro</a>. </p>
<h2>Dieta saludable para recuperar la armonía bacteriana</h2>
<p>Si queremos revertir la disbiosis, una de las opciones es recurrir a los probióticos, aunque cambiar los hábitos alimenticios <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31179435/">parece arrojar mejores resultados</a>. Esto se debe a que la microbiota obtiene gran parte de su energía a través de la dieta, por lo que una modificación en la ingesta tiene un efecto directo en la proporción de filos y géneros. </p>
<p>En este sentido, patrones dietéticos occidentalizados –caracterizados por la abundancia de alimentos de origen animal, el abuso de ultraprocesados y las técnicas culinarias poco saludables– se asocian a unos niveles mayores de ansiedad y depresión, en contraposición con dietas como la mediterránea, la nórdica o la japonesa. Una ingesta elevada de ácidos grasos poliinsaturados procedentes del pescado, las frutas, las verduras, los cereales integrales y los alimentos fermentados <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37111321/">podría favorecer un estado de eubiosis</a>. </p>
<p>Aunque la ansiedad y la depresión tengan múltiples causas, está claro que el consumo frecuente de alimentos ultraprocesados podría incrementar el riesgo de padecerlos o empeorar sus síntomas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/219835/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Edwin Fernández Cruz no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
Múltiples estudios vinculan la mala alimentación, y la consiguiente alteración del equilibrio de nuestras bacterias intestinales, con el aumento actual de la ansiedad y la depresión.
Edwin Fernández Cruz, Director académico de Máster en Nutrición de Precisión y Epidemiología Nutricional, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
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2024-02-08T17:25:09Z
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Lecciones de la evolución para mejorar nuestra relación con las bacterias
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/573010/original/file-20240202-19-rh39fw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=30%2C15%2C4998%2C3332&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Bacterias cultivadas en una placa de Petri.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/macro-photography-colorful-wild-growing-bacteria-787549987">Fortgens Photography / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La última vez que acudí a urgencias fue para acompañar a una persona cercana a la que se le había diagnosticado covid-19. Después de una considerable espera, fue atendida. Al volver, me contó estupefacta que la doctora le había prescrito antibióticos para un virus. Los antibióticos no funcionan frente a una infección viral: lo único que hacen es atacar a las bacterias de nuestro cuerpo. </p>
<p>La falta de una visión integral de las relaciones con nuestra microbiota lleva a que <a href="https://theconversation.com/nuevas-y-poderosas-razones-para-utilizar-los-antibioticos-de-forma-responsable-199699">se receten antibióticos de manera indiscriminada</a>. La propia población ha normalizado su uso, lo que está acelerando la resistencia a estos medicamentos por parte de ciertas bacterias. Y al mismo tiempo, los microorganismos esenciales para nuestra salud sufren daños colaterales a los que no se les presta la suficiente atención. </p>
<p>La responsabilidad recae, en parte, en una percepción sesgada de la ciencia que deriva de las teorías evolucionistas. Estamos acostumbrados a ver las interacciones entre seres vivos como relaciones de competencia, regidas por la ley de la selección natural. Este mecanismo pone el acento en el valor del egoísmo y la autosuficiencia, pues quienes sobreviven y pasan sus genes a la siguiente generación son los “más fuertes”. Pero la historia de la vida esconde interacciones fundamentales que implican una colaboración entre especies a distintos niveles.</p>
<h2>¿Somos egoístas?</h2>
<p>Uno de los textos más importantes en la historia de la genética evolutiva es <a href="https://www.nature.com/articles/529462a"><em>El gen egoísta</em></a>, del biólogo y divulgador británico Richard Dawkins. Este libro a menudo ocupa el puesto número uno en las listas de lecturas recomendadas del plan de estudios para cualquier científico de ciencias de la vida. El valor de la obra de Dawkins en la historia de la biología es incontestable, pero el concepto presente en su título transmite precisamente la idea de que la evolución existe por la capacidad de los genes –o bien, de especies y poblaciones– de velar por su propio interés.</p>
<p>Al mismo tiempo, la teoría de la evolución más aceptada en la actualidad es la síntesis evolutiva moderna o neodarwinismo, que integra los principios de la evolución de las especies de <a href="https://es.khanacademy.org/science/ap-biology/natural-selection/natural-selection-ap/a/darwin-evolution-natural-selection">Darwin</a> con la teoría de la herencia genética de <a href="https://www.bbc.com/mundo/noticias-56719582">Mendel</a>. Esta teoría se podría resumir en que los cambios evolutivos provienen de la competencia entre organismos independientes. De nuevo, la idea de que sobreviven los más aptos.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/es-tan-moderno-el-concepto-de-evolucion-como-creemos-220811">¿Es tan moderno el concepto de evolución como creemos?</a>
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<p>De esta manera, los científicos han imaginado la vida como una cuestión de autorreplicación de cada especie, que supuestamente afronta los desafíos evolutivos y medioambientales por sí sola. En este contexto, las únicas interacciones relevantes entre especies serían aquellas que implican eliminarse mutuamente. Otras relaciones de cooperación, como las mutualistas, han quedado relegadas a un segundo plano.</p>
<h2>La otra historia de la vida</h2>
<p>Ya a finales del siglo XX, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/11541392/">las investigaciones de Lynn Margulis</a> mostraban al mundo el papel fundamental de la simbiosis en la historia evolutiva del planeta. Su teoría endosimbiótica explicaba, entre otras cosas, cómo las células procariotas evolucionaron hacia eucariotas –las que forman animales, plantas y hongos– por asimilación de ciertas bacterias. Estas células adquirieron la capacidad de realizar procesos metabólicos que originalmente solo existían en esas bacterias, <a href="https://pathsocjournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1002/path.1711690203">convirtiéndose en organismos simbiontes favorecidos por la selección natural</a>.</p>
<p>La investigación de Margulis subraya la importancia de la relación entre las comunidades microbianas y otros seres vivos, como los humanos. A lo largo de toda la historia evolutiva, esas interacciones han modificado el devenir de la vida en la Tierra, hasta el punto de que todo organismo está compuesto por una variedad de seres vivos que cohabitan con él, un ensamblaje de especies bautizado como <a href="https://academic.oup.com/femsre/article/32/5/723/2398937">“holobionte”</a>.</p>
<p>Todos somos holobiontes, incluidos los seres humanos, ya que establecemos relaciones simbióticas con microorganismos que forman su propio ecosistema en nuestro cuerpo. De hecho, se cree que las personas tenemos <a href="https://www.tandfonline.com/doi/full/10.3109/03014460.2013.807878">más células microbianas que humanas</a>. Estas llevan a cabo funciones esenciales relacionadas con el metabolismo e, incluso, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23384445/">influyen en nuestros estados de ánimo</a>.</p>
<h2>Una consecuencia de nuestra inconsciencia</h2>
<p>La teoría neodarwinista dominante no solo ha sido cuestionada por Margulis: también la deja en evidencia el estudio de la <a href="https://www.nature.com/articles/nrg2386">transferencia genética horizontal (HGT)</a>. Merced a <a href="https://theconversation.com/la-carrera-cientifica-contra-las-bacterias-multirresistentes-195218">este fenómeno</a>, el material genético no se mueve a través la transmisión del ADN desde los progenitores a su descendencia, sino entre organismos relacionados. La HGT ha contribuido, por ejemplo, a entender la patogénesis (conjunto de procesos que se suceden para causar una enfermedad) de ciertas bacterias, pues es la razón principal de que se propague <a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/0300985813511131">la resistencia a los antibióticos</a>.</p>
<p>A través de mecanismos como la HGT, las bacterias que son más resistentes a causa de las mutaciones intercambian material genético con las demás rápidamente. Ante una amenaza externa como un antibiótico, las bacterias resistentes no solo se protegen a sí mismas, sino también a sus vecinas. Y el mal uso de los antibióticos contribuye a la progresiva aparición de estas “superbacterias”.</p>
<p>En 2016, <a href="https://amr-review.org/">un estudio</a> estimó que en 2050 las muertes anuales causadas por estos patógenos se acercará a los 10 millones. El desarrollo de las “superbacterias” es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Algunos científicos avisan que estamos ante <a href="https://www.csic.es/es/actualidad-del-csic/superbacterias-la-pandemia-silenciosa">una pandemia silenciosa</a>. </p>
<p>Conocer a fondo el funcionamiento de estas interacciones con nuestros microorganismos y darles visibilidad en los discursos evolucionistas a todos los niveles educativos nos ayudaría a enfrentarnos al problema.</p>
<h2>Luz en la oscuridad</h2>
<p>De alguna manera, la idea de la supervivencia del más apto postulada por Darwin se ha malinterpretado en las sociedades modernas. Pero los hallazgos de muchas investigadoras e investigadores han ido más allá para desvelar la otra historia de la vida, demostrando que solo existimos gracias a las interacciones con otras especies. </p>
<p>Y antes de finalizar, nos gustaría compartir la historia de un pequeño calamar hawaiano llamado <em>Euprymna scolopes</em>, muy ilustrativa de lo que hemos explicado.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/571432/original/file-20240125-15-9dsnim.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/571432/original/file-20240125-15-9dsnim.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/571432/original/file-20240125-15-9dsnim.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/571432/original/file-20240125-15-9dsnim.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/571432/original/file-20240125-15-9dsnim.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/571432/original/file-20240125-15-9dsnim.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/571432/original/file-20240125-15-9dsnim.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/571432/original/file-20240125-15-9dsnim.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">El calamar ‘Euprymna scolopes’.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://journals.plos.org/plosbiology/article?id=10.1371/image.pbio.v12.i02">Chris Frazee and Margaret McFall-Ngai / PLoS Biology</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Cuando es adulto, este molusco desarrolla un órgano bioluminiscente con el que imita el reflejo de la luna en el fondo del mar, lo que le permite confundir a sus depredadores. Sin embargo, ese órgano sólo es adquirido <a href="https://journals.plos.org/plosbiology/article?id=10.1371/journal.pbio.1001783">si las crías entran en contacto con una especie específica de bacteria</a>: <em>Vibrio fischeri</em>. Nuestro calamar tiene que encontrar al microorganismo en el agua del mar para que esta colaboración se produzca exitosamente.</p>
<p>Gracias a esa bacteria, <em>Euprymna scolopes</em> puede existir.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/221955/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Eduardo Rodríguez Batista recibe fondos de la Agencia Canaria de Investigación, Innovación
y Sociedad de la Información de la Consejería de Economía, Conocimiento y
Empleo y por el Fondo Social Europeo (FSE)</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Marta Sansón no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
La idea imperante es que la evolución es una lucha de todos contra todos. Pero, en realidad, cada organismo es al mismo tiempo una comunidad de seres vivos donde prima la cooperación. La microbiota humana es un buen ejemplo de ello.
Eduardo Rodríguez Batista, Investigador predoctoral en Biodiversidad y Conservación, Universidad de La Laguna
Marta Sansón, Profesora de Botánica Marina, Universidad de La Laguna
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2024-02-05T20:19:41Z
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Nuevos materiales para combatir la gripe y el resfriado antes de contagiarnos
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/572872/original/file-20240201-29-ftnnvt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C0%2C5982%2C3988&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/3d-simulation-viruses-inside-air-conditioner-1716273799">Bombermoon / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Quizá el contagio fue en la oficina o en el metro, y posiblemente los virus responsables de la ola de gripe viajaron a través de los sistemas de ventilación. Pero hemos encontrado la manera de eliminar bacterias y virus antes de que se dispersen y contribuir a disminuir la propagación de enfermedades respiratorias en espacios cerrados. </p>
<p>Nuestra reciente investigación ha demostrado que utilizar partículas de óxidos de plata, cobre y zinc en filtros comerciales de bajo costo les otorga propiedades antivirales y antibacterianas: inactivan los virus en casi su totalidad e impiden el crecimiento de bacterias. </p>
<h2>Protegernos de lo invisible</h2>
<p>Toda la vida hemos escuchado los consejos sensatos de los médicos sobre cómo podemos evitar caer víctimas de la gripe: <a href="https://theconversation.com/sabemos-lavarnos-correctamente-las-manos-215933">lavarse las manos</a>, evitar tocarse la cara, cubrirse la nariz y la boca, etc. Y a pesar de que estos son buenos consejos que ayudan a minimizar el efecto de estos minúsculos villanos, muchas veces no es suficiente y nos toca enfrentarnos a ellos.</p>
<p>Los virus respiratorios se pueden propagar fácilmente a través de contacto directo, aerosoles o contacto con superficies infectadas. <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7834288/">Un estudio</a> publicado en 2020 y liderado por investigadores del <a href="https://www.cdc.gov/ncezid/es/index.html">Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas </a> y los <a href="https://www.dso.org.sg/">Laboratorios Nacionales DSO de Singapur</a> confirmó la presencia de SARS-CoV-2 en sitios como el picaporte, el lavamanos y los ventiladores de aire de un paciente infectado con el virus.</p>
<p>Por eso es muy buena la práctica que se extendió en tiempos de la covid-19 del uso de sustancias desinfectantes como alcohol o hipoclorito de sodio. De esta forma queda relativamente cubierta la transmisión por contacto, pero ¿qué ocurre con la calidad del aire que respiramos? </p>
<h2>El foco de los sistemas de ventilación</h2>
<p>Pensemos en lugares como el transporte público, escuelas, oficinas y gimnasios. Estos lugares pueden ser “incubadoras ideales” para potenciar infecciones respiratorias. Los centros hospitalarios pueden ser mucho más críticos ya que es allí donde hay más población vulnerable con posibilidades de enfermar.</p>
<p>En los espacios cerrados, los aerosoles generados al estornudar e incluso al hablar son una fuente de contagio. También en estos lugares hay sistemas de calefacción o <a href="https://blog.creublanca.es/aire-acondicionado-e-infecciones-respiratorias-como-detectarlas-y-prevenirlas/">aire acondicionado que, a pesar del filtrado, propagan los virus y son nidos de bacterias</a>. Es justo en este escenario donde los materiales desempeñan un papel importante para atenuar la expansión de microorganismos en las superficies y en el aire. </p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/el-coronavirus-no-tiene-alas-pero-a-veces-vuela-147079">El coronavirus no tiene alas, pero a veces vuela</a>
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<h2>Los materiales mágicos</h2>
<p>La filtración es uno de los métodos más comúnmente utilizados para garantizar la calidad del aire en espacios cerrados. Los filtros son eficaces para capturar partículas de diferentes tamaños y tener un ambiente mas limpio. Sin embargo, después de un uso a largo plazo, en los filtros no tratados <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/9462961/">pueden acumularse e incluso prosperar </a> microorganismos perjudiciales para la salud humana, como esporas de hongos y bacterias.</p>
<p>Durante las últimas dos décadas, se han detectado esporas de <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9697849/">varias especies bacterianas</a> en tales ambientes, incluidas <em>Propionibacterium</em>, <em>Staphylococcus</em> y <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6351994/"><em>Legionella</em> </a>. También se han identificado diversas especies de hongos perjudiciales, como <em>Aspergillus</em>, <em>Penicillium</em> y <em>Cladosporium</em>.</p>
<p>Pero ¿qué tal si tuviéramos la opción no solo de filtrar partículas sino también de destruir posibles microorganismos? </p>
<h2>Destruir virus y bacterias antes de que se propaguen</h2>
<p>El proceso de filtrado en aires acondicionados es una barrera física que en algunos casos es capaz de retener bacterias del orden de micras. Los virus son mucho más pequeños (nanómetros o menos) y pueden pasar de largo más fácilmente. Pero nuestro trabajo no se centró solo en retenerlos, el objetivo era eliminarlos. </p>
<p>Esa fue la motivación principal del <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0254058423013925">estudio recientemente publicado</a>, liderado por investigadores del <a href="https://materiales.imdea.org/">Instituto IMDEA Materiales</a> en colaboración con científicos del <a href="https://www.ciberes.org/">Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Respiratorias (CIBERES)</a> y la <a href="https://www.urjc.es/">Universidad Rey Juan Carlos</a> en Madrid, España.</p>
<h2>Plata, zinc y cobre</h2>
<p>La tabla periódica está llena de materiales mágicos con diferentes propiedades, y algunos metales como la plata, el cobre y el zinc tienen propiedades especiales que pueden destruir microorganismos mediante diferentes mecanismos. </p>
<p>Así, nuestro estudio se basó en un novedoso proceso: inmovilizamos partículas de óxidos de plata, cobre y zinc en filtros comerciales de bajo costo. Y conseguimos otorgarles propiedades antivirales y antibacterianas. Una vez que virus y bacterias entran al sistema no quedan solo atrapados sino que son inactivados o eliminados.</p>
<p>En el resultado más prometedor, encontramos que tanto los compuestos de plata como de cobre mostraron una actividad antiviral total (superior al 99 %). Y el extracto del filtro de plata también demostró una prevención completa del crecimiento de bacterias, durante el período de incubación de 24 horas medido por el estudio.</p>
<p>Para simplificar el funcionamiento del sistema, pensemos en una persona que estornuda y produce pequeñas gotitas con el virus. Si el virus es capturado por el sistema de ventilación, al pasar por el sistema de filtración se encontrará con nuestras partículas que, por contacto, lo inactivan. De este modo no se pueden reproducir más y no siguen viajando en el ambiente.</p>
<p>El desarrollo en materiales ofrece una amplia variedad de mejoras industriales, de energía y para la salud. Nuestro estudio es sólo un ejemplo entre muchos de los avances en ciencia para crear un entorno más saludable.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/222450/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Esta investigación fue respaldada por el proyecto MAMAP, financiado por la convocatoria REACT-EU de la Comunidad de Madrid y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, por el proyecto (MAD2D-CM)-IMDEA Materiales financiado por la Comunidad de Madrid y por el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia y por NextGenerationEU de la Unión Europea, y por la Beca Marie Sklodowska Curie SUPERYARN (número de subvención: 101029091). Además, este estudio fue parcialmente respaldado por el proyecto de subvención de investigación PID2020-119298RB-I00 financiado por MICINN/AEI/10.13039/501100011033.</span></em></p>
Nuevo desarrollo en materiales para acabar con los virus y bacterias, responsables de gripes y resfriados, que se propagan por los conductos de la calefacción y el aire acondicionado.
Mónica Echeverry Rendon, Investigadora Postdoctoral Senior, IMDEA MATERIALES
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2024-01-31T20:56:55Z
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Misterio resuelto: los mosquitos transmiten la úlcera de Buruli en Australia
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/572408/original/file-20240131-19-5is172.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=54%2C0%2C6011%2C4028&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">La úlcera de Buruli es una infección causada por la bacteria 'Mycobacterium ulcerans' (imagen).</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/mycobacterium-ulcerans-3d-illustration-causative-agent-2263120535">Kateryna Kon/Sutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La úlcera de Buruli, llamada así porque la primera gran epidemia investigada se extendió por el condado de Buruli (Uganda), está considerada por la OMS como una <a href="https://www.who.int/es/news-room/questions-and-answers/item/neglected-tropical-diseases">enfermedad tropical desatendida</a>. Es una infección necrosante de la piel, el tejido subcutáneo y los huesos, causada por la bacteria <em>Mycobacterium ulcerans</em>. No hay constancia de transmisión de persona a persona y, por lo tanto, no está catalogada como enfermedad contagiosa. </p>
<h2>Se ceba sobre todo en los niños</h2>
<p>Cuando <em>Mycobacterium ulcerans</em> se introduce en el tejido subcutáneo produce una toxina citotóxica e inmunosupresora (micolactona) que provoca una ulceración cutánea rápida, extensa y relativamente indolora. Estas úlceras pueden llegar a ser muy profundas, exponiendo tendones y huesos y provocando <a href="https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/osteomyelitis/symptoms-causes/syc-20375913#:%7E:text=La%20osteomielitis%20es%20la%20infecci%C3%B3n,expone%20el%20hueso%20a%20g%C3%A9rmenes.">osteomielitis</a> (infección de los huesos). Además, la piel circundante puede mostrar edema y cambios en la pigmentación. La mayoría de las veces hay una sola lesión, aunque pueden presentarse pequeñas lesiones satélite. </p>
<p>En muchos casos, la úlcera adquiere infecciones bacterianas secundarias que producen un olor fétido. Las personas afectadas –habitualmente niños– suelen ser estigmatizadas, lo que se asocia a mayores dificultades para mantenerse en el sistema educativo o para acceder a un trabajo. </p>
<p>Oficialmente, la enfermedad fue descrita por primera vez por el médico británico Sir Albert Cook en 1897, aunque el explorador escocés James Augustus Grant podría haber hecho referencia a ella antes. En su libro <a href="https://www.biodiversitylibrary.org/item/185497#page/7/mode/1up"><em>Un paseo a través de África</em></a>, donde describe su participación en la expedición de 1860 para encontrar el nacimiento del río Nilo, Grant relata cómo su pierna derecha se deformó por encima de la rodilla con inflamación. Permaneció durante un mes en este estado inexplicable, provocando un dolor intenso, que fue aliviado temporalmente mediante una incisión profunda y una secreción abundante. Durante tres meses se formaron nuevos abscesos y se hicieron otras incisiones. Grant estaba exhausto, y su rodilla, rígida y alarmantemente doblada. Caminar era impracticable. </p>
<h2>Una infección reemergente</h2>
<p>La úlcera de Buruli es la tercera infección micobacteriana más común en humanos, después de la tuberculosis y la lepra. La enfermedad puede ser <a href="https://www.who.int/publications/i/item/9789241503402">tratada con antibióticos</a> (rifampicina y claritromicina o moxifloxacina) y, en algunas ocasiones, las infecciones se resuelven por sí solas. En muchos casos es necesaria una cirugía de la herida e injerto de piel. Si se trata demasiado tarde, la enfermedad puede provocar discapacidad y desfiguración de por vida. </p>
<p>En 1998, <a href="https://www.who.int/es/health-topics/buruli-ulcer#tab=tab_1">la Organización Mundial de la Salud (OMS)</a> reconoció a la úlcera de Buruli como una infección reemergente, más pronunciada en los países de África occidental. Aquí, la patología es un importante problema de salud pública, principalmente debido a sus frecuentes complicaciones incapacitantes y estigmatizantes. </p>
<p>Aunque esta enfermedad afecta principalmente a la población de África occidental y central, en los últimos años también ha emergido con fuerza en partes de <a href="https://apps.who.int/gho/data/node.main.A1631">Asia, América del Sur, el Pacífico occidental y Australasia</a>. Entre 1960 y 2015, fue notificada en 34 países, pero no hay consenso sobre su distribución actual. </p>
<p>En 2022, fueron notificados 2 121 nuevos casos de úlcera de Buruli en 11 países. De ellos, 1 775 se localizaron en África, 343 en Australia y 3 en Japón. Desde principios de la década de 2000, la incidencia <a href="https://nwmphn.org.au/resource/buruli-ulcer-an-update-for-gps-working-in-inner-melbourne-19-october-2023/">se ha ido incrementando en la costa de Victoria</a> (Australia), incluidos los suburbios de Melbourne y Geelong.</p>
<h2>El caso australiano</h2>
<p>En Australia, esta enfermedad también se conoce como úlcera de Bairnsdale o Searls. En 1948, el patólogo Peter MacCallum describió por primera vez las características clínicas de seis pacientes del estado de Victoria. Cada uno de ellos presentaba una úlcera con bordes socavados en un brazo o una pierna, así como los hallazgos histopatológicos característicos, que incluían necrosis extensa. Cinco de los pacientes fueron identificados por los médicos D. G. Alsop, L. E. Clay y J. R. Searls, de la ciudad de Bairnsdale, de ahí los nombres que recibe la patología en aquel país.</p>
<p>Curiosamente, existen diferencias notorias relacionadas con las áreas de aparición de los casos. Por ejemplo, en África, alrededor del 50% de las infecciones ocurren en áreas corporales expuestas (brazos o piernas) de niños menores de 15 años. Sin embargo, en Australia y Japón, la mayoría de las infecciones afectan a adultos. Estas disparidades pueden venir dadas por el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34437549/">modo de transmisión de la enfermedad</a>, sobre la que existen aún muchas incógnitas. Recientemente se acaba de dar un paso gigantesco para resolver el misterio, al menos en Australia.</p>
<h2>Una labor detectivesca</h2>
<p>En una <a href="https://www.nature.com/articles/s41564-023-01553-1">nueva investigación</a>, publicada en <em>Nature Microbiology</em>, un numeroso grupo de científicos acaba de ofrecer información relevante y fundamental para entender y prevenir la transmisión de la enfermedad. </p>
<p>Los científicos centraron sus pesquisas en la península de Mornington, una región costera en las afueras de Melbourne que presenta una de las mayores incidencias de úlcera de Buruli en el mundo. En el estudio, realizado entre los años 2016 y 2021, fueron atrapados y analizados más de 65 000 mosquitos. Las pruebas moleculares han demostrado que <em>Aedes notoscriptus</em>, el mosquito australiano de traspatio, es portador de la bacteria <em>Mycobacterium ulcerans</em>. <em>A. notoscriptus</em> es una especie muy adaptable nativa de la región del Pacífico suroriental y ampliamente distribuida en Australia, Papúa Nueva Guinea, las Islas Salomón, Filipinas, Nueva Caledonia e Indonesia. </p>
<p>En el siguiente paso, los investigadores utilizaron pruebas genómicas para demostrar que las bacterias encontradas en estos insectos coincidían con las halladas en heces de zarigüeyas y en los humanos con úlcera de Buruli. Las zarigüeyas son un reservorio silvestre local de <em>Mycobacterium ulcerans</em> en Australia. </p>
<p>Después, analizaron muestras de mosquitos que contenían sangre para demostrar que <em>Aedes notoscriptus</em> se alimentaba tanto de zarigüeyas como de humanos. Y por último, para encajar el puzle, un análisis geoespacial reveló que las áreas con casos de úlcera de Buruli en humanos se superponen con las áreas donde están activos tanto los mosquitos como las zarigüeyas que albergan <em>Mycobacterium ulcerans</em>. </p>
<h2>La importancia de protegerse de los mosquitos</h2>
<p>Esta investigación es extraordinaria porque arroja luz a un enigma antiguo y permite tomar medidas preventivas sencillas. Entre ellas, aplicar repelente de insectos y eliminar los recipientes que acumulan agua estancada en el hogar y que facilitan las puestas de huevos de los mosquitos: los estanques ornamentales, los desagües atascados, las fuentes, los maceteros, los baldes de plástico y otros contenedores que almacenan agua de lluvia, etc. De este modo se protege a la comunidad y se reduce el riesgo de contraer la úlcera de Buruli.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/mosquitos-en-las-ciudades-un-reto-para-la-salud-publica-211853">Mosquitos en las ciudades: un reto para la salud pública</a>
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<p>Debemos tener en cuenta que existen más de 3 000 especies de mosquitos y que estos insectos transmiten a los humanos múltiples enfermedades. Entre ellas, y además de la úlcera de Buruli, cabe citar la fiebre del Nilo Occidental, el zika, el dengue, el chikungunya, la encefalitis de San Luis, la filariasis linfática, la encefalitis de La Crosse, la enfermedad de Pogosta, la fiebre de Oropouche, la enfermedad del virus Tahyna, la fiebre del valle del Rift, la infección por virus del bosque Semliki, la fiebre de Sindbis, la encefalitis japonesa, la fiebre del Río Ross, la fiebre del Bosque Barmah, la malaria, la fiebre amarilla… </p>
<p>Casi <a href="https://www.cdc.gov/globalhealth/stories/2019/world-deadliest-animal.html">700 millones de personas contraen cada año una enfermedad transmitida por mosquitos</a>, lo que provoca alrededor de un millón de muertes.</p>
<p>Las medidas de control puntuales para evitar la proliferación desmesurada de las poblaciones de estos insectos son esenciales, pero también es prudente acometer acciones individuales para esquivar las picaduras. Podemos prevenirlas utilizando repelentes de forma responsable, instalando mosquiteras en puertas y ventanas, vistiendo ropa de manga larga y de colores claros que nos permitan detectar con rapidez a los insectos o evitando las zonas en los que los mosquitos suelen descansar o estar activos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/222291/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
Esta infección necrosante afecta sobre todo a países africanos, aunque su incidencia ha experimentado un preocupante aumento en Australia. Científicos de este país han identificado al mosquito que transmite allí la enfermedad.
Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología. Miembro de la Sociedad Española de Microbiología., Universidad de Salamanca
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2023-12-21T18:32:22Z
2023-12-21T18:32:22Z
Qué es el noma y por qué la OMS lo ha incluido en la lista oficial de enfermedades tropicales desatendidas
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/566960/original/file-20231220-29-3kkkrm.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=105%2C11%2C1334%2C593&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.youtube.com/watch?v=MsDh13LJ7SI">YouTube/Médicos Sin Fronteras</a></span></figcaption></figure><p>El 15 de diciembre de 2023, la OMS anunció la inclusión del noma (también llamado estomatitis gangrenosa o cancrum oris) en su <a href="https://www.who.int/news/item/15-12-2023-who-officially-recognizes-noma-as-a-neglected-tropical-disease">lista oficial de enfermedades tropicales desatendidas</a>. </p>
<p>El noma es una gangrena orofacial (en la cavidad oral y la cara) extensa que afecta principalmente a niños pequeños, de entre 2 y 6 años, aquejados de desnutrición crónica y que suelen vivir en condiciones de extrema pobreza y en circunstancias sanitarias precarias. La mala higiene bucal, la nutrición deficiente y la falta de atención médica, así como las infecciones y una inmunidad comprometida –a menudo causadas por enfermedades agudas, como el sarampión o la malaria– contribuyen a su aparición. </p>
<p>Esta dolencia evoluciona desde una inflamación de las encías hasta una gingivitis ulcerosa necrosante progresiva y rápida, que finalmente termina en gangrena orofacial con pérdida de tejido, <a href="https://www.msdmanuals.com/professional/multimedia/image/noma-gangrenous-stomatitis">daños tisulares deformantes y destrucción de los huesos de la cara</a>. </p>
<h2>Una elevadísima tasa de mortalidad</h2>
<p>Utilizado por primera vez <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/11789155/">por el cirujano holandés Cornelis van de Voorde en 1680</a>, el término “noma” deriva de una palabra griega que, traducida libremente, significa “devorar”. En Laos, el nombre comúnmente utilizado para este mal es <em>Pagnad Pak Poue</em>, que significa “enfermedad de la pudrición de la boca”. Hoy en día, los términos noma y cancrum oris son empleados de forma indistinta. </p>
<p>La enfermedad se presenta en cinco etapas, y las primeras se desarrollan en entre una y dos semanas. Si no se trata, la infección puede progresar a una fase potencialmente letal, caracterizada por una infección gangrenosa necrosante de rápida propagación con efectos irreversibles en la piel perioral, las mucosas, los músculos y los huesos. </p>
<p>Se estima que el noma produce una tasa de mortalidad del 80 % al 90 %. Los fallecimientos se deben principalmente a inanición, neumonía por aspiración, insuficiencia respiratoria o sepsis. Los supervivientes sufren graves desfiguraciones, con importantes secuelas estéticas y funcionales, lo que les aboca a un intenso aislamiento social y a la discriminación. </p>
<p>En algunas regiones africanas, la comprensión de la enfermedad es reducida y existen suposiciones arraigadas de que el noma es causado por entidades sobrenaturales como los espíritus. Estas creencias agravan la estigmatización, ya que los pacientes y sus familias tienen más probabilidades de ser <a href="https://journals.plos.org/plosntds/article?id=10.1371/journal.pntd.0007972">condenados al ostracismo</a>.</p>
<h2>De funesta memoria en Europa</h2>
<p>A principios del siglo XX, el noma había desaparecido en Europa, pero la llegada de la Primera Guerra Mundial lo trajo de vuelta. Los soldados, que vivían en condiciones horrendas y habían olvidado lo que era la higiene bucal habitual, comenzaron a mostrar los estragos de una enfermedad que fue denominada “boca de trinchera”. </p>
<p>La comida insalubre y escasa, la suciedad, la vida en las trincheras, el tabaquismo y el estrés psicológico provocado por el temor a morir facilitaron la aparición de la gingivitis ulcerosa necrosante aguda con presencia de bacterias oportunistas, que en aquel momento eran difíciles de eliminar porque no había antibióticos. La higiene bucal y el peróxido de hidrógeno fueron la única opción terapéutica.</p>
<p>Algunos años más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, el noma fue endémico en los campos de concentración de Auschwitz y Bergen-Belsen. Los nazis pretendían estudiar la enfermedad, y un gran número de pacientes fueron tratados en el <em>Zigeunerlager</em> (Campamento Gitano) bajo la supervisión del despiadado Josef Mengele, que llegó a ser conocido como el Ángel de la Muerte. </p>
<p>Mengele vio la oportunidad de crear <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32659408/">un programa de investigación sobre niños gitanos llamado <em>Nomaprojekt</em></a>. Su objetivo era estudiar las causas del noma y encontrar métodos de tratamiento. El protocolo de tratamiento experimental consistió en administrar una combinación de sulfanilamido-etiltiodiazol y ácido nicotínico. Los niños con noma eran sometidos a estudio y asesinados sin piedad. </p>
<h2>Más allá del “cinturón noma”</h2>
<p>En la actualidad, la mayor parte de los casos aparecen en el África subsahariana. Desde principios de la década de 2000 se han notificado en la literatura científica más de 13 000, aunque las estimaciones de la OMS sobre la carga de morbilidad superan con creces esa cifra. Las últimas datan del año 1998, con una estimación de 140 000 casos nuevos por año y una <a href="https://iris.who.int/handle/10665/42065">prevalencia de 770 000</a>. </p>
<p>La distribución de la enfermedad indica que prevalece más allá del llamado “cinturón noma”, una zona de África que se extiende desde Mauritania hasta Etiopía. En los últimos años también han sido observados casos en países africanos fuera de esta región, así como <a href="https://www.thelancet.com/journals/laninf/article/PIIS1473-3099(21)00698-8/fulltext">en otras partes del mundo</a>, incluidas regiones de Asia y Asia-Pacífico, América, Oriente Medio y Europa. </p>
<p>El noma también puede golpear a adultos inmunocomprometidos afectados por <a href="https://wellcomeopenresearch.org/articles/8-125">VIH o leucemia</a>. A diferencia del que afecta a los niños, esta forma de la enfermedad ocurre en cualquier parte del mundo. </p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/africa-se-aferra-a-la-esperanza-de-un-futuro-sin-malaria-208130">África se aferra a la esperanza de un futuro sin malaria</a>
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<p>Una enfermedad con un cuadro clínico similar es el noma neonatorum. Afecta principalmente a lactantes prematuros o con bajo peso al nacer, en la mayoría de los casos con infecciones por <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26407438/"><em>Pseudomonas aeruginosa</em></a>, <em>Escherichia coli</em>, <em>Klebsiella</em> spp. o <em>Staphylococcus</em> spp. Casi todos los pacientes sucumben a la enfermedad. </p>
<p>El noma es considerado un marcador de extrema pobreza y una enfermedad oportunista y no contagiosa. No existe evidencia documentada que respalde la transmisión directa de persona a persona, aunque tiende a aparecer cuando las defensas del organismo están bajas. </p>
<h2>Los microorganismos, principales sospechosos</h2>
<p>La comprensión de su desarrollo y de los numerosos factores que determinan el curso clínico de la enfermedad son escasos, pero algunas evidencias indican que sus agentes causantes <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22413030/">son microorganismos no específicos</a>. </p>
<p>Esto está respaldado por la observación de que numerosas especies de bacterias (incluidas <em>Prevotella intermedia</em>, <em>Tannerella forsythia</em>, <em>Porphyromonas gingivalis</em>, <em>Campylobacter rectus</em> y <em>Treponema denticola</em>) se encuentran regularmente en el noma. También son indicios de ello el olor fétido característico de la fase activa temprana y el hecho de que el noma y sus enfermedades precursoras, como la gingivitis necrotizante, la periodontitis necrotizante y la estomatitis necrotizante, responden bien al tratamiento con antibióticos.</p>
<p>Las <a href="https://www.afro.who.int/sites/default/files/2017-07/Information_brochure_EN.pdf">pautas actuales</a> de la OMS para el manejo de las etapas agudas del noma en entornos clínicos incluyen: higiene bucal (enjuague con 10 ml de clorhexidina al 0,2 % tres veces al día); tratamiento con antibióticos (amoxicilina y clavulánico junto con metronidazol por vía intravenosa como primera opción y ampicilina más gentamicina y metronidazol por vía intravenosa como segunda opción); dieta rica en proteínas; ketamina intramuscular para el tratamiento de lesiones; limpieza de heridas (compresas empapadas en peróxido de hidrógeno) y apósitos con miel para generar una acción antibacteriana y regeneradora.</p>
<p>El noma es una enfermedad devastadora y con frecuencia mortal que requiere atención clínica y quirúrgica urgente e intensiva. A menudo es de difícil acceso, ya que la mayoría de los casos ocurren en entornos con recursos limitados. </p>
<p>Por fortuna, se trata una dolencia prevenible, por lo que es acuciante desarrollar intervenciones específicas efectivas para reducir la carga de la enfermedad en las poblaciones más afectadas. En este sentido, la inclusión del noma en la lista oficial de enfermedades tropicales desatendidas es una decisión útil y oportuna. Actualmente, con esta nueva incorporación, el listado incluye ya 21 enfermedades o grupos de enfermedades.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/220063/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
Se trata de una enfermedad que afecta principalmente a los niños y produce serios estragos en el rostro. Su tasa de mortalidad se sitúa entre el 80 y el 90 %.
Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología. Miembro de la Sociedad Española de Microbiología., Universidad de Salamanca
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2023-12-12T19:47:24Z
2023-12-12T19:47:24Z
Brote sin precedentes de ántrax en Zambia: ¿qué peligro representa?
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/565304/original/file-20231212-23-vvw6a1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=43%2C21%2C7146%2C3977&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Bacterias 'Bacillus anthracis', las causantes de la enfermedad del ántrax</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/bacteria-bacillus-anthracis-causative-agent-anthrax-1929294578">Kateryna Kon/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Primavera de 2023. En el distrito meridional de Sinazongwe, en Zambia, numerosos animales domésticos (bovinos y caprinos) y salvajes (hipopótamos) comenzaron a morir por una causa desconocida. Al poco tiempo, veintiséis personas desarrollaron llagas en la cara, brazos y dedos después de consumir carne de tres cadáveres de hipopótamos salvajes. Los análisis pertinentes desentrañaron el misterio: el responsable era el ántrax. </p>
<p>El primer caso humano del brote, notificado el 16 de junio de 2023, solo fue el principio de lo que vendría después. </p>
<p>Con el paso de las semanas, la incidencia aumentó de forma alarmante. A finales de noviembre de 2023, ya habían sido notificados 684 casos humanos sospechosos, incluidas cuatro muertes, <a href="https://www.moh.gov.zm/?p=3366">en 44 de 116 distritos de 9 de las 10 provincias de Zambia</a>. El distrito de Sinazongwe es el epicentro y concentra el 42 % del total de infectados. Para echar más leña al fuego, el número de casos en animales domésticos y salvajes ronda los 600. </p>
<h2>Una situación sin precedentes</h2>
<p><a href="https://www.who.int/emergencies/disease-outbreak-news/item/2023-DON497">La OMS ha alertado</a> de que la situación actual no tiene precedentes. La última epidemia a gran escala notificada en Zambia se produjo en 2011, con un total de 511 casos sospechosos. </p>
<p>Dadas las circunstancias, ha sido activada una respuesta urgente para frenar la expansión de la enfermedad. Se considera que el riesgo de que el evento se propague dentro de Zambia es alto, debido al movimiento incontrolado de animales y cadáveres dentro y entre provincias. También hay elevadas probabilidades de que se extienda por la región, dados los frecuentes desplazamientos de animales y personas entre Zambia y sus países vecinos. </p>
<p>De hecho, la epidemia avanza por las provincias situadas a lo largo de la cuenca de los ríos Zambeze, Kafue y Luangwa. Esto supone un problema adicional, ya que estos cursos fluviales también desembocan en los lagos Kariba, en Zimbabwe, Kahora Bassa, en Mozambique, y Malawi, perteneciente a Malaui, Mozambique y Tanzania. Los cadáveres insepultos de animales salvajes que flotan en el río aumentan el riesgo de propagación a los países vecinos. </p>
<p>Por tanto, cada día que transcurre con el brote activo aumenta el riesgo de la transmisión a los países fronterizos. Por desgracia, varios factores contribuyen a obstaculizar la contención del brote en Zambia: las normas socioculturales; la resistencia de la comunidad; el conocimiento comunitario limitado sobre la transmisión del ántrax; los altos niveles de pobreza e inseguridad alimentaria; la escasez de vacunas y reactivos de laboratorio disponibles; la eliminación inadecuada de los cadáveres, y las deficientes prácticas de descontaminación.</p>
<h2>Así actúa <em>Bacillus anthracis</em></h2>
<p>El ántrax o carbunco es una enfermedad aguda de declaración urgente causada por la bacteria <em>Bacillus anthracis</em>. El origen del nombre proviene de la palabra griega <em>anthrakis</em>, que significa “negro”, en referencia a la lesión necrótica que se observa en el ántrax cutáneo. La bacteria desarrolla esporas que son muy resistentes a los agentes físicos y químicos por lo que pueden permanecer viables en el suelo durante un periodo prolongado de tiempo.</p>
<p>La mortalidad de la enfermedad puede ser muy alta y afecta a todos los mamíferos, incluidos los humanos, aunque es especialmente insidiosa en los herbívoros como ovejas, vacas, caballos y cabras. Una vez que el microorganismo penetra en el organismo, se multiplica rápidamente y libera toxinas que producen edema, septicemia y necrosis del tejido. </p>
<p>Las toxinas principales son la toxina del edema y la toxina letal que desencadena la liberación a gran escala de citocinas de los macrófagos, lo que produce en última instancia la <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4041834/">muerte repentina</a>. Los animales carroñeros que se alimentan de los cadáveres infectados también pueden diseminar las esporas de carbunco.</p>
<p>La enfermedad está catalogada como zoonosis, ya que se transmite a los seres humanos mediante el contacto directo con animales infectados o con productos derivados de los mismos. Las personas pueden adquirirla por contacto cutáneo a través de heridas en la piel, ingestión o inhalación. Dependiendo del tipo de exposición –entre unas pocas horas y tres semanas–, los afectados pueden desarrollar una de las tres presentaciones clínicas de la enfermedad: el ántrax cutáneo, el ántrax gastrointestinal y el ántrax pulmonar. </p>
<h2>Una enfermedad asociada al contacto con animales</h2>
<p>Esta dolencia afecta en todo el mundo y se estima que su <a href="https://www.nature.com/articles/s41564-019-0435-4">incidencia global anual</a> varía entre los 20 000 y los 100 000 casos. En 2021 fueron notificados <a href="https://www.ecdc.europa.eu/sites/default/files/documents/anthrax-annual-epidemiological-report-for-2021.pdf">cinco en España</a> (tres confirmados y dos probables), relacionados con un brote que afectó a varias granjas. Tres personas desarrollaron ántrax cutáneo y una, la modalidad gastrointestinal. La presentación clínica del quinto infectado es desconocida. Tres casos fueron hospitalizados, pero no hubo muertes. </p>
<p>Más del 95 % de las personas con carbunco presentan la manifestación cutánea como consecuencia del manejo de las canales (los cuerpos de los animales sacrificados, sangrados, desollados y eviscerados, sin cabeza ni extremidades) o de sus cueros, pieles, pelos, carne o huesos. </p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/150-000-ninos-mueren-por-tuberculosis-cada-ano-como-se-pueden-mejorar-los-tratamientos-201338">150 000 niños mueren por tuberculosis cada año: ¿cómo se pueden mejorar los tratamientos?</a>
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<p>Se considera, pues, una enfermedad profesional, ya que gran parte de los afectados son personas que trabajan estrechamente con animales como veterinarios, ganaderos, matarifes, trabajadores de la industria peletera, etc. Por eso, cuando manejan muestras de animales sospechosas de carbunco, los veterinarios y manipuladores deben llevar guantes y ropa protectora, así como evitar frotarse la cara o los ojos.</p>
<p>En Zambia, el riesgo para la salud humana es alto dadas las múltiples exposiciones de la población al manipular cadáveres de animales que mueren repentinamente y comer carne de ejemplares infectados, con el consiguiente <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9649426/">ántrax cutáneo y gastrointestinal que se asocia a estas prácticas</a>.</p>
<h2>Diferencias de entre las tres modalidades de ántrax</h2>
<p>El ántrax cutáneo se manifiesta con un bulto que pica en el área expuesta, y que rápidamente se convierte en una llaga negra. Algunas personas también desarrollan dolores de cabeza, molestias musculares, fiebre y vómitos. Puede transmitirse de persona a persona por contacto directo o por fómites. </p>
<p>Sin embargo, el carbunco gastrointestinal y el inhalado no se transmiten entre personas. En el primer caso, el afectado sufre síntomas iniciales similares a los de una intoxicación alimentaria, aunque puede empeorar y generar dolor abdominal intenso, vómitos con sangre y diarrea intensa. El ántrax pulmonar, la presentación más grave, tiene síntomas iniciales de un resfriado común, pero puede progresar rápidamente a dificultades respiratorias graves y <em>shock</em>.</p>
<p>Si bien la mayoría de los pacientes infectados por ántrax presentan síntomas en los primeros días tras la exposición, para el carbunco inhalado el período de incubación puede prolongarse más de seis semanas. </p>
<p>En ausencia de tratamiento, las tasas de mortalidad del carbunco cutáneo se sitúan entre el 10 % y el 20 %, mientras que para el carbunco inhalado y meníngeo puede alcanzar el 100 %. En estos casos, el diagnóstico y tratamiento temprano con antibióticos es vital. </p>
<p>Aun con tratamiento, y teniendo en cuenta la mejora en cuidados intensivos, la mortalidad oscila entre menos del 2 % para el ántrax cutáneo, 45 % para el ántrax por inhalación y <a href="https://academic.oup.com/cid/article/62/12/1537/1745339">92 % para el meníngeo</a>. Las personas expuestas pueden recibir tratamiento profiláctico, y los antibióticos, en particular la penicilina, son eficaces contra esta enfermedad. En algunos casos, la terapia oportuna puede reducir la tasa de letalidad a menos del 1 %. Existe una <a href="https://www.cdc.gov/vaccines/vpd/anthrax/index.html">vacuna</a> que puede ayudar a prevenir el ántrax, pero normalmente no está disponible para el público en general. </p>
<h2>Arma bioterrorista en potencia</h2>
<p>Además, la peligrosidad del ántrax convierte a esta enfermedad en un arma con potencial bioterrorista. Las esporas de la bacteria pueden prepararse en un formato de polvo muy fino que es fácil de inhalar. Por ello, la bacteria <em>Bacillus anthracis</em> que causa el carbunco está catalogada como <a href="https://www.cdc.gov/anthrax/bioterrorism/index.html">patógeno prioritario de categoría A</a>, la categoría de prioridad más alta en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC). </p>
<p>De hecho, en 2001, varios sobres con esporas de <em>Bacillus anthracis</em> fueron repartidos a través del servicio postal ordinario de Estados Unidos. 22 personas resultaron infectadas, y cinco de ellas fallecieron.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/que-nos-hace-falta-para-que-la-proxima-pandemia-no-nos-pille-desprevenidos-207491">Qué nos hace falta para que la próxima pandemia no nos pille desprevenidos</a>
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<p>Las acciones de respuesta para controlar el actual brote de ántrax en Zambia contemplan vacunar al ganado (ya han sido distribuidas más de 300 000 dosis de vacuna) y realizar una vigilancia activa en todos los centros de salud y dentro de las comunidades, incluido el rastreo de contactos. </p>
<p>También hay que mejorar los controles de inspección de la carne, monitorear exhaustivamente los movimientos ilegales de animales –garantizando la eliminación adecuada de los cadáveres–, fortalecer la vigilancia basada en eventos y los mecanismos de detección temprana y mejorar las capacidades de los trabajadores sanitarios y veterinarios para identificar casos. </p>
<p>No menos importante es concienciar a la población mediante campañas en las redes sociales, transmisiones de radio y la distribución de folletos y carteles informativos que comuniquen los riesgos sanitarios. </p>
<p>Y por último, a nivel individual, <a href="https://www.osha.gov/anthrax/control-prevention#:%7E:text=Wear%20nitrile%20or%20vinyl%20gloves,on%20the%20risk%20of%20exposure">las precauciones estándar</a> para minimizar el riesgo de contraer ántrax incluyen la gestión segura de residuos, la limpieza y desinfección de superficies y equipos, el empleo de guantes y material de protección personal y la correcta higiene de manos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/219750/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
El ántrax o carbunco es una enfermedad potencialmente mortal producida por la bacteria ‘Bacillus anthracis’. Un brote masivo en Zambia ha desatado las alarmas.
Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología. Miembro de la Sociedad Española de Microbiología., Universidad de Salamanca
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2023-12-05T18:26:08Z
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El influjo de las bacterias intestinales (y la dieta) en los síntomas del alzhéimer
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/559573/original/file-20231115-25-uzz5cq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=336%2C8%2C4940%2C3759&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption"></span> </figcaption></figure><p>Durante mucho tiempo, las investigaciones para tratar el alzhéimer se han centrado en evitar la formación de cúmulos de una proteína llamada beta-amiloide, que daña el cerebro, pero los esfuerzos no han conducido a desarrollar un fármaco o una terapia efectivos. De ahí la urgencia de <a href="https://theconversation.com/hay-motivos-para-sospechar-que-el-alzheimer-podria-ser-una-enfermedad-autoinmune-190998">abrir nuevas líneas de trabajo</a> fuera de la teoría de los cúmulos, algo que se está convirtiendo en una prioridad en los últimos años. </p>
<p>Una de ellas tiene relación con los microorganismos que colonizan nuestro sistema digestivo: los investigadores han detectado alteraciones específicas en la composición del <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/B9780323898348000507">microbioma intestinal</a> tanto en pacientes con alzhéimer como en modelos de roedores. La duda es si existe una relación causa-efecto entre dichas anomalías y los síntomas de la dolencia neurodegenerativa. </p>
<h2>Un nuevo estudio revelador</h2>
<p>Para profundizar en esta cuestión, <a href="https://academic.oup.com/brain/advance-article/doi/10.1093/brain/awad303/7308687">un grupo de investigadores irlandeses, ingleses e italianos, liderado por la doctora Yvonne Nolan</a>, realizó trasplantes de microbiota fecal donada por pacientes diagnosticados e individuos sanos de la misma edad a ratas jóvenes previamente desprovistas de microbiota. </p>
<p>Así pudieron identificar cambios vinculados a la neurogénesis (formación de neuronas nuevas) del hipocampo –un proceso vital para ciertas funciones de memoria y el estado de ánimo– en las ratas que recibieron los microorganismos donados por las personas con alzhéimer. </p>
<p>Es importante mencionar que la gravedad de esas alteraciones se correlacionó con las evaluaciones cognitivas clínicas de los donantes. Los científicos también detectaron modificaciones específicas en el metabolismo del intestino y el hipocampo de las ratas.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/las-seis-razones-por-las-que-cuesta-tanto-encontrar-una-cura-para-el-alzheimer-183405">Las seis razones por las que cuesta tanto encontrar una cura para el alzhéimer</a>
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<p>Debemos tener en cuenta que la neurogénesis del hipocampo no se puede medir en seres humanos vivos, pero al estar influida por el entorno circulatorio sistémico –la circulación sanguínea en diferentes partes del cuerpo–, el suero de los pacientes sirve para calibrarla indirectamente. En el estudio, el suero de estas personas redujo la neurogénesis de células humanas en cultivo, lo que se puso en relación con las puntuaciones cognitivas y ciertos géneros microbianos clave. </p>
<p>La relevancia del nuevo trabajo radica en que por primera vez se ha observado que los síntomas de alzhéimer pueden transmitirse a un organismo joven y saludable a través de la microbiota intestinal, confirmando así su papel causal. También pone de relieve el papel de la neurogénesis del hipocampo, que coordina factores circulatorios sistémicos y otros mediados por el intestino en la enfermedad.</p>
<h2>La importancia de la dieta</h2>
<p>De los resultados obtenidos se deduce que el siguiente paso es realizar el mismo ensayo con humanos. Sin embargo, hasta que se pongan en marcha esas nuevas investigaciones, hay que recalcar la importancia de estudiar la alteración de la microbiota intestinal en los pacientes. </p>
<p>Y es fácil entender el porqué. Por ejemplo, los expertos han detectado <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0285346">un aumento de bacterias pertenecientes al género <em>Phascolarctobacterium</em> y una disminución de <em>Bacteroides</em></a> en los enfermos de alzhéimer. Además, sabemos que en esta patología influyen factores tanto no modificables (la edad, el sexo y la genética) como modificables. En esta categoría entran el ejercicio, el estrés ambiental, la alteración del sueño y la dieta, que pueden influir en el eje intestino-cerebro a través de <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0149763422003037">mecanismos epigenéticos</a>. </p>
<p>El último factor citado, la dieta, es un aspecto clave con el que trabajar. De hecho, se ha visto que el patrón de alimentación occidental (rico en grasas saturadas, azúcares refinados, productos procesados, carne roja…) es un factor de riesgo para padecer alzhéimer, mientras que las dietas mediterránea y cetogénica y la suplementación con ácidos grasos omega-3 y probióticos podrían proteger en los casos de <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnins.2023.1147177/full">enfermedad de leve a moderada</a>. </p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/el-consumo-de-alimentos-ultraprocesados-aumenta-las-papeletas-de-sufrir-alzheimer-187943">El consumo de alimentos ultraprocesados aumenta las papeletas de sufrir alzhéimer</a>
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<p>Aunque los mecanismos subyacentes a estos efectos siguen sin estar claros, los componentes específicos de los alimentos <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1568163721002981">influirían</a> en los recursos neuronales y en la mejora de la salud cognitiva y la resiliencia. </p>
<p>Por ejemplo, <a href="https://www.mdpi.com/2072-6643/15/14/3204">los patrones dietéticos más saludables se han relacionado con la formación equilibrada</a> de las neuronas del hipocampo, que se encuentran alteradas en las primeras etapas de la enfermedad. Por lo tanto, al fortalecer o mejorar la resiliencia cognitiva, los alimentos más sanos pueden favorecer el estado cognitivo en la vejez. </p>
<p>¿Y cuáles serían los más recomendables? Pues nutrientes como la <a href="https://citeseerx.ist.psu.edu/document?repid=rep1&type=pdf&doi=f9ebe2f81c0947d2071f7c4fcf8efdcac120bb9f">fibra, las vitaminas (tiamina, ácido fólico y vitamina A, principalmente) y compuestos bioactivos como la curcumina, el resveratrol y los flavonoides</a>. </p>
<p>En conclusión, el consumo elevado de frutas, verduras y cereales integrales ayudaría a restaurar la microbiota intestinal, reducir la inflamación y mejorar el rendimiento de la memoria tanto en seres humanos como en ratones con alzhéimer. Esperemos que el ensayo clínico en personas se realice cuanto antes y que sus resultados sean al menos tan esperanzadores como los del estudio recientemente publicado.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/216370/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Jose Miguel Soriano del Castillo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
Una nueva investigación apunta a que la alteración de la microbiota influye en los síntomas que sufren los pacientes de alzhéimer. La dieta puede ser, por ello, un factor importante en su prevención y tratamiento.
Jose Miguel Soriano del Castillo, Catedrático de Nutrición y Bromatología del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universitat de València
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2023-11-29T22:06:31Z
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Así es ‘Mycoplasma’, la principal sospechosa del brote de neumonía en China
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/562527/original/file-20231129-22-f43ghv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=20%2C0%2C4473%2C2997&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Kateryna Kon/Shutterstock</span> </figcaption></figure><p>Desde mediados de octubre de 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estado monitoreando los datos de los sistemas de vigilancia chinos, porque ha observado un aumento inusual de enfermedades respiratorias sin diagnosticar, similares a la neumonía, en niños en el <a href="https://promedmail.org/promed-post/?place=8713261,353#promedmailmap">norte de China</a>. </p>
<p>Los hospitales infantiles de Pekín, Liaoning y otros lugares se han abarrotado de niños enfermos que padecían neumonía y que acudían en busca de tratamiento, y las clases de los colegios han estado al borde de suspenderse. Habida cuenta de los antecedentes que originaron la pandemia de covid-19, esta situación ha suscitado una lógica preocupación a nivel global.</p>
<h2>Viejos conocidos</h2>
<p>Las autoridades chinas han atribuido el aumento en la incidencia de las enfermedades respiratorias en los niños al levantamiento de las restricciones por la covid-19, así como a la llegada de la temporada de frío y a la circulación de patógenos conocidos como la gripe, el virus respiratorio sincitial (VSR), algunos adenovirus y rinovirus, el SARS-CoV-2 –causante de la covid– y, en gran medida, a la bacteria <em>Mycoplasma pneumoniae</em>. Hasta ahora no ha sido detectado ningún patógeno inusual o nuevo ni tampoco <a href="https://www.bmj.com/content/383/bmj.p2770.full">presentaciones clínicas inusuales</a>.</p>
<p>Durante los picos invernales posteriores a la pandemia de covid-19, muchos países se han enfrentado a un aumento considerable de infecciones por gripe y por el virus respiratorio sincitial (VSR), pero en China, las infecciones por <em>Mycoplasma pneumoniae</em> han sido más frecuentes. A pesar de su “apellido”, también se asocia a infecciones en sitios anatómicos diferentes de los pulmones, como la piel, el sistema nervioso central, la sangre, el corazón y las articulaciones. </p>
<h2>Causa común de la neumonía atípica</h2>
<p>El género <em>Mycoplasma</em> contiene decenas de especies diferentes. Engloba bacterias que carecen de pared celular y que generan una amplia gama de síntomas e infecciones. <em>Mycoplasma pneumoniae</em> era una causa común de infecciones del tracto respiratorio antes de la pandemia de covid-19, con una incidencia mundial del 8,61 % <a href="https://www.eurosurveillance.org/content/10.2807/1560-7917.ES.2022.27.19.2100746">entre 2017 y 2020</a>. Los brotes graves suelen ocurrir a finales de los meses del verano y principios del otoño. </p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/que-nos-hace-falta-para-que-la-proxima-pandemia-no-nos-pille-desprevenidos-207491">Qué nos hace falta para que la próxima pandemia no nos pille desprevenidos</a>
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<p>Las restricciones originadas por la covid-19 redujeron la incidencia de este patógeno, pero en la actualidad continúa siendo una causa común de neumonía atípica. De hecho, la bacteria es una causa frecuente de neumonía adquirida en la comunidad (la que es adquirida en un entorno comunitario y fuera del ambiente hospitalario o de centros sanitarios) entre personas sanas menores de 40 años. Hasta el 40 % de las neumonías adquiridas en la comunidad, especialmente en niños en edad escolar, <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2016.00157/full">son causadas por <em>Mycoplasma pneumoniae</em></a>.</p>
<p>Tras la introducción de las vacunas neumocócicas conjugadas, este microorganismo se ha convertido en la causa bacteriana más prevalente de neumonía adquirida en la comunidad para niños que requieren hospitalización en los países occidentales. La infección también es más común en poblaciones que viven en espacios reducidos, como prisioneros y personal militar. La propagación en familias, escuelas e instituciones se produce lentamente, pero de forma constante. </p>
<h2>Motivos para la preocupación</h2>
<p><em>Mycoplasma pneumoniae</em> se transmite a través del contacto con gotitas de la nariz y de la garganta de personas infectadas, especialmente cuando tosen y estornudan. El período de incubación oscila entre cuatro días y tres semanas. Sus síntomas típicos, que pueden persistir desde unos pocos días hasta más de un mes, incluyen fiebre, tos, bronquitis, dolor de garganta, dolor de cabeza y cansancio. Una consecuencia común de la infección por <em>Mycoplasma pneumoniae</em> es la aparición de neumonía atípica, que suele ser leve y rara vez requiere hospitalización.</p>
<p>Si las infecciones por <em>Mycoplasma pneumoniae</em> resurgen, como parece que está pasando en China, podrían afectar a la población mundial que no ha estado expuesta a la bacteria durante los últimos tres años, y provocar un aumento de <a href="https://www.thelancet.com/journals/lanmic/article/PIIS2666-5247(22)00190-2/fulltext">enfermedades raras graves y manifestaciones extrapulmonares</a>. </p>
<p>Otra especie de <em>Mycoplasma</em>, <em>Mycoplasma genitalium</em>, también está generando preocupación. Es considerado, cada vez más, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6678058/">un patógeno emergente de transmisión sexual</a> y una causa de uretritis no gonocócica y cervicitis, y está asociado con la enfermedad inflamatoria pélvica, complicaciones del tracto reproductivo en mujeres y resultados adversos del embarazo. </p>
<h2>Resistencia a los antibióticos</h2>
<p>¿Y cómo se combaten las infecciones por <em>Mycoplasma</em>? Algunos antibióticos, como la penicilina, destruyen a las bacterias atacando las paredes celulares, pero como los micoplasmas carecen de pared celular, son inherentemente resistentes a la amplia familia de los antibióticos betalactámicos. Las opciones de tratamiento antimicrobiano, por tanto, son limitadas. </p>
<p>Históricamente, los macrólidos (por ejemplo, la azitromicina), las tetraciclinas (como la doxiciclina) y las fluoroquinolonas han sido eficaces para combatir las infecciones por micoplasmas. No obstante, la prevalencia de micoplasmas urogenitales resistentes a los antibióticos, como en el caso de <a href="https://www.nature.com/articles/s41429-023-00680-5"><em>Mycoplasma hominis</em></a>, ha ido aumentando gradualmente a lo largo de los años.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/la-carrera-cientifica-contra-las-bacterias-multirresistentes-195218">La carrera científica contra las bacterias multirresistentes</a>
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<p>Los macrólidos se suelen considerar el tratamiento de elección. Por desgracia, una dependencia excesiva de estos medicamentos ha conducido a que <em>Mycoplasma pneumoniae</em> también haya desarrollado resistencias. </p>
<p>Algunos estudios muestran que las tasas de resistencia del patógeno a los macrólidos en el área de Pekín están entre el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3591905/">70 % y el 90 %</a>. Estados Unidos y Europa también han informado de <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8482213/">resistencia a este tipo de antibióticos</a>. Las tetraciclinas son una alternativa para el tratamiento de adultos con posibles infecciones por <em>Mycoplasma pneumoniae</em> resistentes a macrólidos.</p>
<p>Estas resistencias pueden contribuir a los altos niveles de hospitalización por <em>Mycoplasma pneumoniae</em> registrados en China, porque dificultan el tratamiento y retardan la recuperación de las infecciones por neumonía bacteriana. </p>
<p>Recordemos que el uso prudente y adecuado de los antibióticos es una necesidad y un factor clave para aminorar la aparición de bacterias multirresistentes.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/218850/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
Hacemos un retrato robot de la bacteria que posiblemente ha contribuido en mayor medida a disparar la incidencia de enfermedades respiratorias en China. No hay evidencia de encontrarnos ante un patógeno nuevo, como ocurrió con la covid-19.
Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología. Miembro de la Sociedad Española de Microbiología., Universidad de Salamanca
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2023-10-08T20:02:03Z
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¿Seguimos una dieta saludable? Las bacterias intestinales nos delatan
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/552304/original/file-20231005-27-q6twsi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=143%2C53%2C5847%2C3934&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/woman-hands-on-her-stomach-intesline-2154029791">SewCreamStudio/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Millones de bacterias, virus y hongos viven en nuestro tracto gastrointestinal –sobre todo en el colon–, donde se establece una relación de beneficio mutuo con el humano. </p>
<p>Este conjunto de microorganismos se conoce como <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/21964884/">microbiota intestinal</a>, y los especialistas en nutrición pueden utilizar estos minúsculos habitantes como “chivatos” de la ingesta en función de la composición. Según el tipo de alimento que pongamos en el plato, crecerán unas bacterias u otras en nuestro intestino, dejando sus “firmas” o “huellas” en el organismo: los <a href="https://theconversation.com/por-que-es-tan-importante-el-descubrimiento-de-nuevos-biomarcadores-167284">biomarcadores</a>. </p>
<p>Dichos rastros pueden dar una idea de nuestro estilo de vida. Y en muchas ocasiones, sirven de ayuda para identificar y tratar de una forma rápida y eficaz infecciones, enfermedades o exposiciones repetidas a un producto o alimento.</p>
<h2>Armonía en las “tripas”</h2>
<p>Tres grupos o <em>phyla</em> son los que forman principalmente el rico ecosistema de nuestro intestino: los firmicutes, los bacteroidetes y las proteobacterias. Dentro de cada uno encontramos multitud de organismos que deben hallarse en proporciones y diversidades adecuadas (eubiosis) para que la microbiota desempeñe correctamente sus funciones. </p>
<p>De hecho, un desequilibrio entre las especies (la disbiosis) <a href="https://theconversation.com/microbiota-como-funciona-y-como-afecta-a-nuestra-salud-185832">puede generar consecuencias negativas a largo plazo</a>: alteraciones en el sistema hormonal, enfermedades inflamatorias, dolencias autoinmunes o, incluso, trastornos digestivos crónicos.</p>
<p>Por eso es tan importante lo que comemos, ya que la <a href="https://theconversation.com/son-nuestras-heces-el-elixir-de-la-juventud-187819">microbiota fecal</a> está directamente modulada por el consumo de ciertos alimentos, que estimulan el crecimiento de microorganismos específicos. Al cambiar nuestro menú, la cantidad y variedad de bacterias también lo hará. Y ahí es donde radica la relevancia de la dieta en el equilibrio intestinal. </p>
<h2>Dígame lo que come…</h2>
<p>Las investigaciones sobre salud y alimentación a menudo necesitan medir con precisión los nutrientes consumidos en una dieta para monitorizar si los pacientes siguen las instrucciones nutricionales. En este sentido, diversos estudios han demostrado asociaciones de microorganismos con patrones alimentarios concretos: </p>
<ul>
<li><p>La dieta mediterránea, caracterizada por una alta ingesta de granos enteros, vegetales, frutas y aceite de oliva, se relaciona con la proliferación del <em>phylum</em> <em>Bacteroidetes</em> y la reducción de patógenos como las <a href="https://www.nature.com/articles/ejcn201581">proteobacterias</a>.</p></li>
<li><p>El consumo de vegetales, frutas, granos enteros, legumbres, semillas y aceites vegetales ricos en fibra y compuestos bioactivos (sustancias químicas de los vegetales que promueven la salud) presentes en las <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31058160/">dietas vegetarianas</a> fomentan el incremento de especies bacterianas como las del género <em>Prevotella</em>, conocidas por producir compuestos beneficiosos como los ácidos grasos de cadena corta. </p></li>
<li><p>La <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33671569/">dieta occidentalizada</a>, vinculada al aumento de enfermedades crónicas y la obesidad, se acompaña por un elevado consumo de calorías, grasas no saludables, azúcares refinados, sal, alcohol y otros elementos poco saludables. Estas ingestas pueden reducir la diversidad bacteriana a nivel intestinal y favorecer a ciertas especies de <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31528245/"><em>Clostridium</em></a> que acarrean problemas intestinales, inflamación e infecciones. </p></li>
</ul>
<p>Como consecuencia del impacto de la dieta sobre la composición fecal, son recomendables los patrones alimentarios que incluyan fibra dietética, vitaminas, minerales y componentes bioactivos. Estas pautas se asocian con una microbiota intestinal más saludable y una mayor abundancia de bacterias benéficas. </p>
<p>Al contrario, consumir demasiados azúcares refinados, grasas saturadas, productos lácteos y alimentos ultraprocesados empobrecería la diversidad y la cantidad de microorganismos provechosos. Esos malos hábitos también se han vinculado, como un posible agente de la microbiota alterada, con trastornos del sistema inmune, el aumento de la grasa corporal y enfermedades crónicas no transmisibles como el cáncer. </p>
<h2>Una valiosa herramienta</h2>
<p>En definitiva, identificar componentes microbianos como biomarcadores puede ser esencial para evaluar la ingesta alimentaria, monitorizar dolencias y planificar dietas personalizadas. Es una herramienta útil que permite abordar una <a href="https://www.food.imdea.org/precision-nutrition-programs">nutrición de precisión</a> y un enfoque más efectivo en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades.</p>
<p>En ese contexto, el estudio Dietary Deal, financiado por la UE, y el proyecto METAINFLAMACIÓN, financiado por la Comunidad de Madrid, intentan identificar nuevos biomarcadores para evaluar el seguimiento y efectividad de los tratamientos dietéticos, y determinar el papel de la microbiota como causa o consecuencia de la salud y la enfermedad. </p>
<p>Porque, parafraseando la famosa máxima, nuestros microbios son (también) lo que comemos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/213277/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Amanda Cuevas Sierra recibe fondos del Instituto Carlos III de Salud (ayudas postdoctorales Sara Borrell) </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Alfredo Martínez Hernández, Daniel de Luis Roman y Lourdes Mariell Chero Sandoval no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>
Lo que comemos hace proliferar ciertas bacterias intestinales y reduce la presencia de otras. Esta “firma microbiana” puede usarse como referencia para prevenir y tratar enfermedades a través de la alimentación.
Lourdes Mariell Chero Sandoval, Biologist / PhD Student in Health Sciences Research, Universidad de Valladolid
Alfredo Martínez Hernández, Director de Precision Nutrition and Cardiometabolic Health Research Program y Cardiometabolic Nutrition Group, IMDEA ALIMENTACIÓN
Amanda Cuevas Sierra, Postdoctoral researcher, IMDEA ALIMENTACIÓN
Daniel de Luis Roman, Catedrático de Endocrinologia y Nutrición, Universidad de Valladolid
Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.
tag:theconversation.com,2011:article/213567
2023-09-27T20:12:32Z
2023-09-27T20:12:32Z
Lo que sabemos del papel de la microbiota en el autismo y cómo puede mejorar los tratamientos
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/550225/original/file-20230926-29-731qkn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=275%2C112%2C5475%2C3716&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/lonely-little-girl-home-autism-concept-1022253304">Africa Studio/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>En los últimos 16 años, el autismo ha llegado <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/aur.2696">a triplicar su incidencia</a>, lo que plantea un colosal reto y muchos interrogantes a la comunidad científica. Se estima que, actualmente, alrededor de uno de cada cien niños recibe un diagnóstico de <a href="https://theconversation.com/es/topics/tea-66566">trastorno del espectro autista (TEA)</a>, con una prevalencia cuatro veces mayor en los varones que en las niñas. </p>
<p>El TEA engloba distintas variantes de la enfermedad. Algunos afectados presentan desafíos intelectuales y de comunicación tan pronunciados que requieren cuidados de por vida, mientras que otros muestran síntomas más sutiles. </p>
<p>En cualquier caso, y aunque pueden asomar a lo largo de toda la vida, los primeros indicios de autismo suelen emerger en los primeros dos años de vida. A menudo coexiste con otros trastornos neurológicos o psiquiátricos, como la hiperactividad y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (<a href="https://theconversation.com/el-tdah-en-la-infancia-como-ayudar-desde-casa-y-desde-la-escuela-192430">TDAH</a>).</p>
<h2>Una amalgama de desencadenantes</h2>
<p>Y si complejas son las manifestaciones del autismo, aún lo son más sus potenciales causas. Se cree que están relacionadas con una interacción de múltiples factores, incluyendo mutaciones genéticas, componentes biológicos y factores ambientales. A pesar de esto, en las últimas décadas han surgido teorías especulativas que carecen de evidencia científica sólida. </p>
<p>Lo que los estudios sí han demostrado es que hay un componente hereditario, con un peso que puede oscilar entre el 40 % y el 90 %. Se han identificado más de <a href="https://pediatricneurologybriefs.com/articles/10.15844/pedneurbriefs-34-13">cien genes</a> y regiones genómicas asociadas con el TEA, aunque no hay un solo gen común a todas las personas que lo sufren. </p>
<p>A pesar de estos avances en la comprensión de la enfermedad, es importante destacar que solo alrededor de un tercio de los casos se pueden vincular directamente a factores genéticos. Un ejemplo de esto es que ser padre a una edad avanzada aumenta la probabilidad de tener un hijo con autismo. Se debe a que los espermatozoides pueden acumular mutaciones genéticas adicionales relacionadas con el envejecimiento. </p>
<p>Además, las infecciones contraídas por la madre durante el embarazo pueden desencadenar una respuesta inflamatoria que genera niveles elevados de una molécula de señalización inflamatoria llamada <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1074761321004969">interleucina-17a</a> (IL-17a). Ese proceso no solo es capaz de afectar el desarrollo cerebral del feto, sino también de perturbar el equilibrio del microbioma materno, los microorganismos que habitan en el cuerpo de la madre. </p>
<p>Los <a href="https://www.mdpi.com/2218-1989/12/8/720">estudios realizados en roedores</a> han revelado alteraciones en el sistema inmunológico, cambios en el metabolismo del triptófano (un aminoácido esencial) y modificaciones en la comunicación entre neurotransmisores como el ácido gamma-aminobutírico (GABA) y el glutamato en el cerebro. Tanto las bacterias <em>Lactobacillus</em> como <em>Bifidobacterium</em> fueron eficaces para reducir el daño neuronal producido el exceso de glutamato, una característica autista desarrollada por los ratones. Y en estudios clínicos se observó que la <a href="https://www.nature.com/articles/s41398-020-0692-2">bumetanida</a> (un diurético) podría regular la relación GABA/glutamato en el cerebro y reducir la gravedad de los síntomas autistas en niños pequeños con TEA.</p>
<h2>El protagonismo de las bacterias intestinales, bajo la lupa</h2>
<p>Actualmente, la microbiota intestinal –la comunidad de microorganismos que coloniza nuestro intestino– se ha convertido en un campo de investigación crucial en el estudio del autismo. Los científicos han descubierto conexiones significativas entre el TEA y la incidencia de trastornos gastrointestinales, que afectan a entre el 30 y el 50 % de los pacientes, así como cambios en la composición de su microbiota intestinal. </p>
<p>Investigaciones que analizaron muestras de ADN en las heces detectaron la presencia de ciertas bacterias, como las de los <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1672022919300634?via%3Dihub">géneros <em>Clostridium</em> o <em>Desulfovibrio</em></a>, en grupos de niños que padecían problemas gastrointestinales y TEA. Además, se ha demostrado que los filos <a href="https://www.mdpi.com/2072-6643/12/3/792"><em>Bacteroidetes</em>, <em>Firmicutes</em> y <em>Actinobacteria</em></a> son más abundantes en los niños con autismo que en los controles. </p>
<p>La pregunta surge por sí sola: ¿puede influir la alteración de la ecología microbiana intestinal en la disfunción del desarrollo neurológico? Investigaciones en ratones han proporcionado pistas valiosas en esta dirección. Así, la administración de una especie de bacteria llamada <a href="https://doi.org/10.1016/j.neuron.2018.11.018"><em>Lactobacillus reuteri</em></a> logró revertir algunos de los comportamientos asociados al TEA en los animales de laboratorio. </p>
<p>Otros ensayos se han centrado en los efectos de <a href="https://www.ibroneuroscience.org/article/S0306-4522(22)00341-4/fulltext">trasplantar la microbiota fecal</a> recogida de niños con autismo a ratones, lo que produjo cambios sugerentes de autismo en el comportamiento de los roedores. Y en estudios clínicos, treinta niños con TEA que tomaron todos los días, durante tres meses, una mezcla de probióticos compuesta por cepas de <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/1028415X.2017.1347746"><em>Lactobacillus acidophilus</em>, <em>Lactobacillus rhamnosus</em> y <em>B. longum</em></a> experimentaron mejoras en sus habilidades de comunicación, sociabilidad y conciencia. </p>
<p>Otro experimento consistió en administrar <a href="https://www.mdpi.com/2072-6643/11/4/820"><em>Lactobacillus plantarum</em> PS128</a> a un grupo de 36 niños durante cuatro semanas. Aunque no se observaron mejoras significativas en las puntuaciones de conducta según diversas escalas de diagnóstico, los investigadores sí identificaron una reducción de la ansiedad, la hiperactividad y los comportamientos de confrontación y desafío. </p>
<h2>¿Nuevas terapias en el horizonte?</h2>
<p>El tratamiento del autismo se basa en un enfoque integral que abarca terapias de diversos tipos (conductuales, educativas y del habla), medicamentos psiquiátricos y dietas específicas. No obstante, hasta la fecha, no existe una aprobación médica para abordar directamente sus síntomas fundamentales, como las dificultades en la comunicación social y los comportamientos repetitivos.</p>
<p>Entender la relación entre la microbiota intestinal y el cerebro promete cambiar el panorama. En el futuro, quizá podamos diseñar intervenciones que combinen la dieta con probióticos o prebióticos, de manera no invasiva, para modular el microbioma de los afectados por TEA. Aunque no proporcionaría una “cura”, podría mejorar los síntomas, que es lo que la mayoría de las familias afectadas busca.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/213567/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Sonia Villapol no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
Recientes hallazgos revelan que la presencia o ausencia de determinadas bacterias de la microbiota influyen en los síntomas que sufren los niños con TEA. Esto podría abrir la puerta al uso de prebióticos y probióticos con fines terapéuticos.
Sonia Villapol, Assistant Professor, Houston Methodist Research Institute
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2023-07-24T11:29:11Z
2023-07-24T11:29:11Z
La pista bacteriana de la endometriosis: ¿esperanza o falsa ilusión?
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/538959/original/file-20230724-25-3nt523.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=459%2C82%2C4994%2C3378&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/young-woman-suffering-menstrual-cramps-home-1137956168">New Africa/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>El pasado 14 de junio se difundió <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/scitranslmed.add1531">un estudio</a>, liderado por el Dr. Yukata Kondo, de la Universidad de Nagoya (Japón), que relacionaba una infección bacteriana con el origen de la endometriosis. Ese mismo día, la revista <em>Nature</em> <a href="https://www.nature.com/articles/d41586-023-01956-4">publicaba una reseña de su trabajo</a>. Y desde entonces, numerosos medios de comunicación se han hecho eco de los resultados, con titulares que invitan a leer su contenido con curiosidad y esperanza. </p>
<p>No es para menos: la <a href="https://theconversation.com/es/topics/endometriosis-83923">endometriosis</a> sigue siendo una patología bastante desconocida que presenta importantes implicaciones sociales, económicas y de salud pública. Son muchas las mujeres afectadas (unos 200 millones en el mundo), con importantes repercusiones en su calidad de vida y capacidad reproductiva. </p>
<p>El tratamiento actual solo tiene un carácter paliativo y está dirigido principalmente a combatir el dolor y la infertilidad. Por eso, descubrir su origen es todo un reto que permitiría identificar y desarrollar acciones preventivas y nuevas terapias más eficaces.</p>
<h2>Un origen incierto</h2>
<p>La endometriosis se produce por el crecimiento del endometrio (capa superficial del útero) en otras partes del cuerpo, lo cual puede generar lesiones que provocan dolor y disfunción en diversos órganos. </p>
<p>Se han propuesto varias hipótesis para explicar su origen, incluida la menstruación retrógrada (acceso de sangre menstrual con células endometriales a la cavidad pélvica a través de las trompas de Falopio), la metaplasia celómica (transformación de células peritoneales en endometriales por algún estímulo) o la presencia de restos müllerianos (ubicación extrauterina del tejido durante el desarrollo fetal). </p>
<p>No obstante, se suele admitir un <a href="https://theconversation.com/una-posible-explicacion-al-origen-de-la-endometriosis-139334">origen multifactorial</a> asociado a elementos genéticos, ambientales e inmunológicos. <a href="https://theconversation.com/endometriosis-su-posible-relacion-con-el-sistema-inmunitario-203939">La participación de la microbiota y la disfunción inmunológica</a> están recibiendo cada día un mayor soporte científico.</p>
<h2>¿Qué aporta el nuevo estudio?</h2>
<p>La nueva investigación, que ha empleado técnicas muy complejas y punteras, describe una mayor presencia de la bacteria <em>Fusobacterium nucleatum</em> en el endometrio de mujeres afectadas por la patología, aunque no propone una explicación para ello. Sin embargo, los científicos no encontraron bacterias del género <em>Erysipelotrix</em>, de las que <a href="https://www.nature.com/articles/s41467-017-00901-0">otros autores</a> ya habían descrito una representación aún mayor que de <em>Fusobacterium</em> en este tipo de muestras. </p>
<p>Kondo y sus colaboradores proponen que la presencia de <em>F. nucleatum</em> en el endometrio activaría la respuesta inmunitaria, en la que los macrófagos M2 (un tipo de célula defensiva) estimularían la diferenciación de fibroblastos en miofibroblastos. Entonces, los miofibroblastos (células protagonistas en la cicatrización y relacionadas con la fibrosis) podrían proliferar y migrar, promoviendo la supervivencia del endometrio fuera de la cavidad uterina y generando así la endometriosis.</p>
<p>El equipo de la Universidad de Nagoya señala que la presencia de <em>F. nucleatum</em> agrava la endometriosis inducida en los ratones, y que la enfermedad mejora con el tratamiento con los antibióticos metronidazol y cloranfenicol. </p>
<h2>Cautela ante los resultados</h2>
<p>Sin embargo, antes de levantar las campanas al vuelo, conviene señalar algunas limitaciones importantes que lastran estas conclusiones.</p>
<p>En primer lugar, el estudio se realizó en un grupo de 155 mujeres, 79 con endometriosis y otras 76 que conforman el grupo control. Los individuos sanos deberían ser la referencia, pero en el grupo control de este trabajo había una mezcla heterogénea de pacientes que presentaban, en su mayoría, una o más patologías ginecológicas. </p>
<p>Por otro lado, se emplearon como control bacterias frecuentes en la microbiota vaginal de mujeres en edad reproductiva de países asiáticos, por lo que habría que confirmar los resultados obtenidos en poblaciones con mayor diversidad étnica. </p>
<p>Además, la correlación no implica una causa. Es decir, no hay evidencia directa que apoye la hipótesis propuesta por los investigadores: que la presencia de <em>Fusobacterium</em> en el endometrio produciría endometriosis mediante menstruación retrógrada. </p>
<p>Y por último, el modelo animal para estudiar la endometriosis es la hembra del ratón, que no menstrúa ni desarrolla la enfermedad de forma natural. Para inducirla se requiere una estimulación hormonal y un trasplante ectópico de tejido endometrial mediante cirugía o inyección intraperitoneal. En el caso de los roedores, se ha comprobado que <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32975232/">imitan solo algunas características de la endometriosis humana</a>.</p>
<h2>Perspectivas futuras</h2>
<p>El grupo dirigido por el Dr. Kondo propone realizar un ensayo clínico con antibióticos para mostrar si se pueden aliviar algunos de los síntomas de la endometriosis. Actualmente, la universidad de Louisville (Estados Unidos) realiza <a href="https://classic.clinicaltrials.gov/ct2/show/NCT04554693">un ensayo clínico</a> para evaluar el efecto de dosis bajas de metronidazol por vía oral para reducir el dolor postoperatorio tras la cirugía en esta enfermedad.</p>
<p>También hay que señalar que la bacteria analizada en el nuevo estudio, <em>Fusobacterium nucleatum</em>, se encuentra en la boca y en la flora intestinal en individuos sanos. Sería interesante comprobar si su mayor presencia en el útero de las mujeres con endometriosis podría deberse a una contaminación con la microbiota fecal, favorecida por un acortamiento de la distancia entre el ano y los genitales en estas pacientes. Así lo propone <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8509388/">la hipótesis formulada en nuestro grupo de investigación</a>. </p>
<p>Además, no todas las pacientes reclutadas en este estudio presentaron <em>F. nucleatum</em> en el endometrio, lo que apoya una vez más la hipótesis de que la endometriosis es una enfermedad desencadenada por múltiples factores. Por tanto, es difícil encontrar una única solución para resolver o prevenir su desarrollo. </p>
<p>El avance en el conocimiento de una situación tan compleja requiere de un mayor esfuerzo en la investigación y mucha prudencia a la hora de comunicar los resultados para no generar falsas expectativas, principalmente en las pacientes afectadas. La buena noticia es que se está trabajando en ello y la solución está en camino.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/208387/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>María Concepción Martínez-Esparza Alvargonzález ha recibido financiación privada procedente de la asociación EndomeQué que recauda fondos para potenciar la investigación sobre endometriosis, y de la plataforma de crowdfunding denominada "Precipita" (FECYT) y tiene un contrato de asesoría con la asociación de afectadas de endometriosis de la Región de Murcia.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Maria del Pilar García Peñarrubia ha recibido financiación privada procedente de la asociación EndomeQué que recauda fondos para potenciar la investigación sobre endometriosis, y de la plataforma de crowdfunding denominada "Precipita" (FECYT) y tiene un contrato de asesoría con la asociación de afectadas de endometriosis de la Región de Murcia. </span></em></p>
Un nuevo estudio revela la presencia de bacterias en el endometrio de mujeres aquejadas de endometriosis, lo que podría aclarar el origen de esta enfermedad. No obstante, algunas limitaciones de la investigación lastran sus conclusiones.
María Concepción Martínez-Esparza Alvargonzález, Profesora Titular de Inmunología, Universidad de Murcia
Maria del Pilar García Peñarrubia, Catedrática de Inmunología, Universidad de Murcia
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2023-07-20T19:39:33Z
2023-07-20T19:39:33Z
Aceites esenciales de plantas: ¿el arma secreta contra las bacterias resistentes?
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/538296/original/file-20230719-25-oobdly.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=224%2C60%2C5466%2C3690&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/herbs-flowers-used-alternative-herbal-medicine-754722400">marilyn barbone/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>En 1928, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Alexander_Fleming">Alexander Fleming</a> descubrió la penicilina, el primero de los antibióticos modernos que revolucionarían la medicina y salvarían millones de vidas. Sin embargo, hoy en día nos encontramos con una gran cantidad de bacterias que han dejado de responder a los medicamentos antimicrobianos. Hablamos de las bacterias resistentes, o peor aún, <a href="https://theconversation.com/la-carrera-cientifica-contra-las-bacterias-multirresistentes-195218">multirresistentes</a>, como las denominamos cuando son insensibles a varios antibióticos. </p>
<p>El número de bacterias resistentes se propaga rápidamente y aumenta en todo el mundo, por lo que se ha convertido <a href="https://journals.plos.org/plosmedicine/article?id=10.1371/journal.pmed.1004264">en una de diez principales amenazas de salud pública, según la Organización Mundial de la Salud</a>. Se calcula que <a href="https://amr-review.org/">para 2050</a> este tipo de patógenos causará más de 300 millones de muertes prematuras y pérdidas de 100 billones de dólares en la economía mundial. </p>
<p>Es obvio que existe una necesidad urgente de encontrar nuevos remedios con mecanismos de acción capaces de frenar la resistencia de estos microorganismos. Y las plantas se postulan actualmente como una solución prometedora.</p>
<h2>Aceites esenciales, mucho más que olor y sabor</h2>
<p>Si echamos la vista atrás, veremos que el uso de los vegetales para combatir a las bacterias no es nada nuevo. </p>
<p>Antes de existir las neveras, las piezas de caza y de pesca se cubrían con romero o tomillo, que permitían conservar estos alimentos más tiempo en buenas condiciones. Posteriormente se retiraban, pero siempre quedaba algún resto, por lo que ambas plantas pasaron a formar parte de muchas recetas tradicionales de carne y pescado. </p>
<p>Hoy existen evidencias científicas de que los aceites esenciales que contienen las hojas tanto del <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S095671350700151X">tomillo</a> como del <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0956713512005221">romero</a> presentan actividad antimicrobiana.</p>
<p>Los aceites esenciales son sustancias volátiles que dan olor y sabor a muchas plantas, lo que les confiere interés para la industria farmacéutica, cosmética, alimentaria y de perfumes. Constituidos por mezclas complejas de unos compuestos orgánicos llamados terpenos y fenilpropanoides (entre 20 y 60 sustancias distintas normalmente), presentan además capacidad antibacteriana, antifúngica, antiparasitaria o incluso antiviral. </p>
<p>Alguna de las sustancias que los componen, como el mentol, el anetol o el limoneno, pueden resultarles familiares al lector. Aunque en ocasiones, el aceite esencial completo es más eficaz que los componentes por separado, puesto que estos actúan de manera sinérgica. </p>
<p>Estos aceites se acumulan principalmente en las hojas, caso de la menta o el eucalipto, y las flores, como ocurre con la rosa o la manzanilla. Pero también pueden encontrarse en otras partes de la planta: la corteza (canela), el leño o tronco (sándalo), los frutos (anís), las semillas (nuez moscada) o los órganos subterráneos (jengibre y vetiver). </p>
<p>Al ser muy irritantes, deben utilizarse siempre diluidos y normalmente no es conveniente administrarlos por vía oral (nos referimos al aceite esencial aislado, no a la planta que lo contiene). </p>
<h2>Propiedades del eucalipto, el tomillo, el apio, la manzanilla…</h2>
<p>Las pruebas científicas del poder antiséptico de los aceites esenciales son muy numerosas, por lo que vamos simplemente a enumerar <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31195112/">algunos ejemplos</a>:</p>
<ul>
<li><p>Aceite esencial del eucalipto: además de ser antitusivo y expectorante, tiene propiedades antisépticas en las vías respiratorias.</p></li>
<li><p>Componentes del aceite esencial del árbol del té, de algunas especies de lavanda o del eucalipto: actividad bactericida frente a bacterias multirresistentes.</p></li>
<li><p>Aceite esencial de algunas especies de tomillo y apio: ataca a la bacteria <em>Helicobacter pylori</em>.</p></li>
<li><p>Aceite esencial de orégano: eficaz para la higiene de manos.</p></li>
<li><p>Aceite esencial de sándalo o manzanilla: útil para la higiene y el mal olor de los pies.</p></li>
<li><p>Aceite esencial de limón, salvia, tomillo o lavanda: desinfección de superficies.</p></li>
</ul>
<h2>Otros compuestos de interés</h2>
<p>Las plantas disponen de un verdadero arsenal químico contra distintos tipos de amenazas. Debemos tener en cuenta que ellas no pueden moverse y, por tanto, se defienden con distintos compuestos –llamados metabolitos secundarios– frente a radiaciones solares intensas, el frío o calor extremos, el ataque de insectos o microorganismos patógenos, la presión de los herbívoros, etc. </p>
<p>Los aceites esenciales son un ejemplo de metabolitos secundarios. Pero las plantas sintetizan muchos más que, en ocasiones, también tienen actividad antimicrobiana, como alcaloides, flavonoides, lignanos, estilbenos, taninos, cumarinas y otros fenoles. </p>
<p><a href="https://www.fitoterapia.net/">Es el caso</a> de los componentes de la bardana o de la sangre de drago –activas no sólo frente a bacterias, sino también frente a algunos virus–, el ajo –por su contenido en compuestos ricos en azufre–, la pimienta o la drosera, una planta carnívora.</p>
<p>Los mecanismos por los cuales esos compuestos frenan el crecimiento bacteriano o, directamente, acaban con los patógenos son muy diversos. Este es el principal motivo por el que los metabolitos secundarios <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s42452-022-05084-y">se postulan como prometedores agentes para desarrollar nuevos fármacos</a> frente a las crecientes resistencias a los antibióticos.</p>
<p>A lo largo de su historia, el hombre se ha valido de las plantas medicinales para tratar distintas enfermedades. Hoy, el reino vegetal y sus productos derivados podrían ofrecer una solución a la rápida expansión de las bacterias inmunes a los medicamentos antimicrobianos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/209899/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Nuria Acero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
Eucalipto, tomillo, limón, manzanilla… Los aceites esenciales de estas y otras plantas han demostrado su eficacia a la hora de acabar con microorganismos patógenos. ¿Podrían ayudarnos también a luchar contra las bacterias resistentes a los antibióticos?
Nuria Acero, Profesora de Farmacognosia en la Facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo CEU, Universidad CEU San Pablo
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2023-05-30T18:23:07Z
2023-05-30T18:23:07Z
Caso resuelto: así destapamos tuberculosis en humanos causadas por animales
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/528840/original/file-20230529-19-pvywdy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=115%2C190%2C4426%2C2717&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/goats-eating-grassgoat-on-pasturegoat-pasture-629320433">DW2630 / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Es bien conocido que la <a href="https://theconversation.com/150-000-ninos-mueren-por-tuberculosis-cada-ano-como-se-pueden-mejorar-los-tratamientos-201338">tuberculosis</a> es una enfermedad principalmente respiratoria producida por la bacteria <em>Mycobacterium tuberculosis</em> y que se transmite entre personas mediante la inhalación de aerosoles producidos cuando un enfermo tose o habla.</p>
<p>Pero lo que a lo mejor no todo el mundo sabe es que, aparte de <em>Mycobacterium tuberculosis</em>, existen otras bacterias de la misma familia que no se propagan entre humanos, sino que infectan a animales y, después, a los individuos que se exponen a ellos. Es lo que se denomina <a href="https://theconversation.com/es/topics/zoonosis-84858">zoonosis</a> o infección zoonótica.</p>
<h2>De las cabras a los humanos</h2>
<p>Una de estas especies, <em>Mycobacterium caprae</em>, infecta tanto al ganado –caprino, ovino…– y a especies salvajes como a personas que tienen contacto profesional con animales contagiados o que consumen su leche sin pasteurizar. Y esos individuos desarrollan una tuberculosis clínicamente indistinguible a la causada por <em>Mycobacterium tuberculosis</em>.</p>
<p>Esto, unido al hecho de que en los laboratorios de diagnóstico no es frecuente aplicar técnicas que diferencien a ambas bacterias, hace que no siempre se detecten las infecciones por <em>Mycobacterium caprae</em>. </p>
<p>En un reciente número de <a href="https://www.eurosurveillance.org/content/10.2807/1560-7917.ES.2023.28.12.2200852">Eurosurveillance</a>, revista del Centro Europeo de Control de Enfermedades Infecciosas, presentamos el estudio de una zoonosis por <em>M. caprae</em> que, por los aspectos antes comentados, había pasado desapercibida durante más de una década. </p>
<p>La identificación fue posible gracias a la secuenciación de los genomas de las bacterias, una metodología que nos permite llevar a cabo comparaciones de diferentes cepas y saber entre qué personas ha habido transmisión de la enfermedad. Así pudimos saber que los pacientes en cuestión estaban infectados por <em>M. caprae</em>. </p>
<h2>En busca del origen de la infección</h2>
<p>Tras este hallazgo, investigamos las causas de la infección, lo que nos llevó a descubrir que los pacientes eran propietarios de una explotación ganadera de cabras. A diferencia de las explotaciones de vacas y otras especies de ganado, el estudio sanitario del ganado caprino no es obligatorio, lo que podía explicar por qué los ejemplares infectados habían pasado inadvertidos. Tras analizarlos, se concluyó que, en efecto, una proporción importante de ellos lo estaban.</p>
<p>De nuevo, el análisis genómico y la comparación del ADN de las bacterias fue fundamental para demostrar que el origen de la zoonosis era la explotación caprina. Un estudio más detallado de todas las cepas de las cabras infectadas indicó que entre ellas había pequeñas diferencias genéticas –mutaciones– que indicaban que habían evolucionado a partir de alguna cepa parental en el pasado. Además, nos permitió entender que la explotación había estado infectada durante años sin que se sospechara.</p>
<h2>Salen a la luz nuevos casos ocultos</h2>
<p>Tras este hallazgo, nos preguntamos si podían haber ocurrido casos similares en otros diagnósticos de tuberculosis humana. Para responder a esa pregunta realizamos análisis a todas las cepas obtenidas en los últimos veinte años en esa misma zona. Así comprobamos que había otros once casos considerados tuberculosis “convencionales”, pero que, en realidad, correspondían a <em>M. caprae</em>. </p>
<p>El análisis en detalle reveló que la mayor parte estaban relacionados con actividades profesionales ganaderas o el consumo de productos lácteos no pasteurizados. También pudimos identificar cepas distintas entre sí, lo que sugería la existencia de otras explotaciones infectadas en estos años en diferentes localizaciones geográficas.</p>
<p>Por ello, el estudio se extendió a poblaciones limítrofes. Y aparecieron nuevos casos de tuberculosis zoonótica debida a diferentes cepas de <em>M. caprae</em>.</p>
<p>Curiosamente, no siempre encontramos una exposición profesional de los enfermos al ganado, aunque sí que vimos que pertenecían al mundo agrario. Nuevamente, el estudio genómico reveló que las cepas implicadas en las diferentes infecciones eran muy semejantes genéticamente, lo que sugería un posible foco de exposición común. </p>
<p>Estos datos justificaron una nueva entrevista a los enfermos y un estudio más detallado de su entorno profesional y de sus actividades. Así descubrimos que había pequeños rebaños de cabras no regularizados que frecuentaban las cercanías de las explotaciones agrícolas donde los infectados trabajaban. En ocasiones, los restos de la producción agrícola se ofrecían como alimento a estos rebaños.</p>
<h2>Aprovechemos el potencial de la genómica</h2>
<p>Nuestro estudio demuestra el enorme potencial del análisis genómico en tuberculosis, acompañado de una investigación epidemiológica refinada. Y esto se puede hacer extensivo a otros patógenos, como se ha demostrado <a href="https://theconversation.com/lo-que-nos-ensena-la-epidemiologia-genomica-sobre-las-olas-de-covid-19-en-espana-y-como-evitar-una-nueva-ola-155401">en la vigilancia de la transmisión del SARS-CoV-2 durante la pandemia</a>. </p>
<p>Precisamente a raíz de la covid-19, se ha dotado con equipos de secuenciación a numerosos hospitales, y se ha entrenado al personal de laboratorio en este nuevo lenguaje. Sería una oportunidad perdida si estos equipos no se aplicaran a mejorar la vigilancia de la tuberculosis, la primera causa global de muerte por un agente infeccioso hasta la llegada del coronavirus.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/202884/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>
Los autores cuentan cómo descubrieron varios focos de infección de tuberculosis transmitidas por cabras gracias a la genómica y una investigación epidemiológica con tintes detectivescos.
Darío García de Viedma, Responsable del laboratorio de Genómica Microbiana del Servicio de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas del Hospital Gregorio Marañón. Facultativo especialista en Microbiología. Doctor en CC Biológicas, Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón IiSGM
José Antonio Garrido Cárdenas, Profesor del Departamento de Biología y Geología, Universidad de Almería
Laura Pérez García, Co-responsable del laboratorio de Genómica Microbiana del Servicio de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas del Hospital Gregorio Marañón, Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón IiSGM
Miguel José Martínez Lirola, Facultativo Especialista en Microbiología , Junta de Andalucía
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tag:theconversation.com,2011:article/202996
2023-05-17T16:43:14Z
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Las caries causan enfermedades fuera de la boca
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/526180/original/file-20230515-9352-m00axn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=197%2C110%2C5076%2C3384&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/dental-hygiene-person-using-tongue-cleaner-2050137482">AleSalM / Shutterstock </a></span></figcaption></figure><p>De acuerdo con la <a href="https://www.who.int/es/news/item/18-11-2022-who-highlights-oral-health-neglect-affecting-nearly-half-of-the-world-s-population#:%7E:text=Las%20enfermedades%20bucodentales%20m%C3%A1s%20frecuentes,dientes%20y%20el%20c%C3%A1ncer%20bucal.">Organización Mundial de la Salud</a>, las enfermedades de la cavidad oral más frecuentes son la caries dental y la enfermedad periodontal. Cuando los principales agentes que causan estas enfermedades no son eliminados, pueden ocasionar un efecto negativo en otros órganos del cuerpo.</p>
<p>En el desarrollo de caries y enfermedad periodontal participan varios grupos de bacterias. Según estudios científicos, se han encontrado hasta <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33884712/">600 especies diferentes en la cavidad oral</a>.</p>
<h2>Caries, hipertensión e infección cardíaca</h2>
<p>En el caso de la caries dental, las bacterias presentes en los dientes utilizan los restos de alimentos como combustible y forman ácidos. Estos afectan a la capa más dura del diente y, con el tiempo, se forman pequeñas cavidades en su superficie.</p>
<p>A través de estas cavidades, las bacterias pueden llegar a la parte más interna del diente, donde se encuentran los nervios y los vasos sanguíneos.</p>
<p>Una vez en las arterias, los microbios pueden originar infecciones de bajo nivel, ya que forman placas que se acumulan en el interior de los vasos sanguíneos, participando por ejemplo en la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35692011/">ateroesclerosis</a>.</p>
<p>Además, algunos investigadores han descrito que estas bacterias activan también el sistema encargado de regular la presión arterial, ocasionando hipertensión primaria. También se ha descrito que la bacteria conocida como <em>Streptococcus mutans</em>, que participa en la caries dental, es uno de los principales patógenos que causan <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34563194/">infección en los tejidos del corazón (endocarditis infecciosa)</a>. </p>
<h2>Las encías inflamadas pueden causar diabetes</h2>
<p>La inflamación de las encías se debe a la infección por bacterias presentes en la placa dental, aunque también intervienen otros hábitos como el tabaquismo.</p>
<p>Cuando hay una mala higiene oral y la placa dental no es eliminada mediante una buena técnica de cepillado, las bacterias presentes aumentan en número y, además, permiten que se añadan otro tipo de microbios más dañinos. Estos causan la destrucción de los tejidos que dan soporte al diente y pueden, finalmente, acabar llegando al torrente sanguíneo. Allí liberan toxinas y son capaces de provocar el desarrollo de enfermedades no orales.</p>
<p>Por ejemplo, se cree que la infección bacteriana de los tejidos orales puede alterar los <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9483123/">niveles normales de azúcar en la sangre</a>. Tanto es así que algunos experimentos en personas con diabetes tipo 2 han demostrado que estos niveles se normalizan después de haberse realizado <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30198134/">una limpieza dental</a>. </p>
<p>Otras <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30987702/">enfermedades sistémicas</a> que han sido relacionadas con la enfermedad periodontal son la enfermedad cardiovascular, las infecciones del tracto respiratorio y la neumonía.</p>
<p>Por si fuera poco, se sospecha que existe una relación entre las bacterias orales y la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, aunque se ha propuesto que una infección oral podría fomentar la llegada de estos patógenos al cerebro, sigue sin estar claro <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30987702/">el papel de estos microorganismos en el desarrollo de esta enfermedad neurodegenerativa</a>. </p>
<p>En cualquier caso, acudir periódicamente al dentista para atender las enfermedades orales en sus etapas iniciales y recibir información referente al cuidado oral puede generar un impacto positivo en el estado de salud integral.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/202996/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>
Diabetes, ateroesclerosis, hipertensión, problemas cardíacos… Las infecciones en los dientes y la boca pueden afectar negativamente a la salud de otros órganos del cuerpo.
Julieta Sarai Becerra Ruiz, Profesora e Investigadora en Biociencias, Universidad de Guadalajara
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2023-05-01T20:29:12Z
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Los microorganismos también comen obras de arte
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/523622/original/file-20230501-16-hdlvp8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=80%2C129%2C5319%2C2987&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Pinturas rupestres en Lascaux</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/vezere-valley-france-april-22-2017-659932633">Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>El corazón de la región francesa de Dordoña alberga la muestra más impresionante de arte prehistórico. Durante siglos permaneció escondida en la cueva de Lascaux. Fue descubierta por cuatro jóvenes en 1940 y es una joya perteneciente al auriñaciense tardío (15 000 a 13 000 a. C.). </p>
<p>La caverna principal y varias galerías conectadas están decoradas con unas 600 pinturas de animales, algunos imaginarios, realizadas con pigmentos minerales mezclados con grasa animal en varios tonos de amarillo, rojo, marrón y negro. Es tan espectacular que ha sido apodada la “Capilla Sixtina del Paleolítico”. En 1948 la cueva de Lascaux fue abierta a los visitantes, pero en 1963 fue cerrada indefinidamente al público. El cierre estuvo impuesto por el descubrimiento de una pátina de color verde que cubría las partes pintadas y que estaba compuesta, en exclusiva, por el alga unicelular <em>Bracteacoccus minor</em>. </p>
<p>Por desgracia, el aislamiento no ha sido suficiente para frenar el deterioro de las pinturas. En 2001 aparecieron múltiples manchas blancas en las pinturas debidas al hongo <em>Fusarium solani</em>. Y pronto le siguieron grandes manchas de color negro provocadas por otro hongo, <em>Scolecobasidium lascauxense</em>. Para colmo, en los últimos 15 años en la sala del ábside ha surgido la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37032363/">denominada “zona oscura”</a>, atribuida a varios hongos y bacterias. </p>
<h2>El arte no es estéril</h2>
<p>El arte rupestre de Lascaux es solo una víctima más del biodeterioro, es decir, de los cambios indeseables en un material provocados por las actividades vitales de los organismos. Las bacterias, las arqueas, los hongos, las microalgas y los líquenes, así como muchas especies de insectos y otros animales, provocan constantemente problemas en la conservación del patrimonio cultural. </p>
<p>En el caso de las cavernas, la presencia humana desequilibra la microbiota autóctona –antropización–, dañando la superficie rocosa y las obras de arte paleolíticas. A veces es culpa de actinobacterias y ascomicetos. Otras es debido a la proliferación de cianobacterias y clorofitas, asociadas a los sistemas de luz artificial, que causan la denominada “enfermedad verde”. </p>
<p>También es frecuente el desarrollo de un velo de calcita que enmascara las pinturas de las paredes, y que suele involucrar a géneros bacterianos como <em>Pseudomonas</em>, <em>Bacillus</em> y <em>Myxococcus</em>. O la aparición de manchas blancas, amarillas, grises, negras o rojas atribuidas al crecimiento de diferentes bacterias y hongos. En <a href="https://ami-journals.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1365-2672.2007.03594.x">la cueva de Altamira</a>, por ejemplo, las manchas grises y amarillas parecen estar provocadas por una combinación de hasta seis familias de bacterias distintas.</p>
<p>Más allá de las cuevas, los microorganismos <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27117796/">pueden causar una grave destrucción estética</a> de pinturas, textiles, cerámicas, momias, libros, manuscritos y otros muchos objetos. Los daños superficiales más frecuentes incluyen decoloraciones pigmentarias y aparición de pigmentos orgánicos indeseados. Otras veces el deterioro es menos visible, porque afecta al interior de las piezas, que pueden acabar hechas trizas debido a la corrosión ácida, la degradación enzimática y el ataque mecánico. </p>
<p>Siguiendo con los ejemplos concretos, en la región italiana de Campania, que tiene una gran riqueza de <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/18534834/">pinturas antiguas y alberga frescos de valor incalculable</a>, las especies más frecuentes aisladas de pinturas murales incluyen bacterias de gran variedad de géneros como <em>Alcaligenes</em>, <em>Arthrobacter</em>, <em>Bacillus</em>, <em>Paenibacillus</em>, <em>Flavobacterium</em>, <em>Pseudomonas</em>, <em>Micrococcus</em>, <em>Staphylococcus</em>, <em>Nocardia</em>, <em>Mycobacterium</em> y <em>Sarcina</em>. </p>
<h2>La piedra tampoco está a salvo</h2>
<p>La piedra no es ni mucho menos <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/19203650/">inmune al ataque microbiano</a>. Muestra de ello es el tremendo deterioro biológico que están sufriendo las <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1296207420304817">estructuras antiguas de Angkor (Camboya)</a>. En concreto, el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Bay%C3%B3n">templo de Bayon</a>, conocido por sus bajorrelieves intrincadamente tallados, se está perdiendo debido a la exfoliación y a la formación de biopelículas, que son capas microbianas de varios colores formadas en la superficie de la piedra. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/523624/original/file-20230501-22-tgijnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/523624/original/file-20230501-22-tgijnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/523624/original/file-20230501-22-tgijnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/523624/original/file-20230501-22-tgijnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/523624/original/file-20230501-22-tgijnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/523624/original/file-20230501-22-tgijnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/523624/original/file-20230501-22-tgijnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Caras de piedra del templo de Bayon, Angkor, Camboya.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/ancient-stone-faces-bayon-temple-angkor-1204612663">Shutterstock</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Esta situación también está dañando catedrales e iglesias históricas en Europa. De hecho, en el continente andan preocupados por el <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0964830512000911">biodeterioro de los vitrales de las vidrieras</a>, debido al crecimiento y/o actividades metabólicas de hongos microscópicos, bacterias y líquenes que pueden acelerar los procesos físico-químicos que conducen a la rotura del vidrio. </p>
<p>La buena noticia es que hay microorganismos que pueden contrarrestar estos daños. Sin ir más lejos, los restauradores están utilizando bacterias de los géneros <em>Bacillus</em>, <em><a href="https://www.nature.com/articles/s41598-021-00315-5">Sporosarcina</a></em> y <em>Myxococcus</em> para bioinducir activamente la precipitación de calcita y reforzar la piedra monumental. </p>
<h2>Tantos visitantes en los museos como en los aeropuertos</h2>
<p>En muchas ocasiones, el tráfico humano internacional dentro de los museos es similar al desarrollado en los aeropuertos más concurridos. Por poner un ejemplo, en 2019 se registró casi la misma cantidad de visitantes (aproximadamente 28 millones) para los cinco principales museos de Londres combinados (Museo Británico, Tate Modern, Galería Nacional, Museo de Historia Natural, Museo Victoria & Albert) que para el Aeropuerto Stansted de Londres. Aunque culturalmente es una buena señal, este movimiento de gente también origina un fuerte flujo de microorganismos capaces de atacar las obras de arte. </p>
<p>En museos y colecciones, así como en bibliotecas, los hongos (<em>Aspergillus</em>, <em>Paecilomyces</em>, <em>Chrysosporium</em>, <em>Penicillium</em> y <em>Cladosporium</em>, etc.) juegan un papel relevante en el <a href="https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-642-17919-8_11">biodeterioro de documentos hechos de papel</a>. La actividad de los microorganismos puede provocar la formación de manchas marrones o rojizas en el papel, conocida como foxing. </p>
<p>La biodegradación fúngica de la madera también es significativa, porque existen objetos fabricados en madera que contienen información importante sobre culturas antiguas. Los hongos, en especial los que causan la pudrición blanca, marrón y blanda, pueden penetrar en la madera y degradarla con facilidad. </p>
<p>En cuanto a los <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0964830503000908#:%7E:text=Biodeterioration%20of%20fabrics%20and%20other,total%20destruction%20of%20the%20material">textiles históricos</a> suelen estar hechos de fibras orgánicas naturales vegetales (algodón, lino, cáñamo y yute), o fibras animales (lana, seda o cuero). Todas ellas un bocado atractivo para los microorganismos.</p>
<p>Cuando la diana de los microorganismos son las <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8782003/">fotografías históricas y las películas cinematográficas</a> aparecen varios problemas. Por un lado, la imagen pierde nitidez. Pero además la gelatina, un aglutinante usado principalmente en el siglo XIX para crear positivos y negativos, es colonizada y degradada con facilidad por microorganismos con propiedades proteolíticas, como <em>Bacillus</em>, <em>Clostridium</em>, <em>Micrococcus</em>, <em>Enterococcus</em>, <em>Pseudomonas</em>, <em>Staphylococcus</em>, <em>Streptococcus</em>, etc. </p>
<p>¿Se pueden prevenir todos estos daños? Sin duda, sí. Por un lado, controlando la temperatura y la luz, entre otros aspectos. Además, es conveniente un monitoreo rutinario. Tampoco hay que obviar que el polvo suele transportar gran cantidad de bacterias, esporas de hongos y potenciales nutrientes para los microorganismos, por lo que la limpieza frecuente es una importante acción preventiva para evitar el daño biológico en objetos históricos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/202458/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
Pinturas rupestres manchadas, momias degradadas, monumentales, templos hinduistas teñidos de verde, negativos de películas hechos trizas… Los microorganismos provocan constantemente problemas en la conservación de las obras de arte.
Raúl Rivas González, Miembro de la Sociedad Española de Microbiología. Catedrático de Microbiología, Universidad de Salamanca
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2023-04-25T10:13:09Z
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Por qué deberíamos dejar de usar el móvil en el baño
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/522741/original/file-20230425-14-72wzu5.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C2%2C1920%2C1434&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Usar el teléfono cuando estás en el baño no es un buen hábito.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/cropped-image-beautiful-young-woman-using-488716744">Canva / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Lo llevamos con nosotros a todas partes (a la cama, a la cocina, al baño) y es lo primero que muchos vemos nada más abrir los ojos. Más del 90 % de los humanos poseemos o utilizamos un <a href="https://doi.org/10.3390/microorganisms11020523">teléfono móvil</a> a diario, y nos cuesta imaginar cómo sería la vida sin ellos.</p>
<p>Las preocupaciones sanitarias sobre el uso de los teléfonos suelen centrarse en las <a href="https://theconversation.com/why-using-a-mobile-phone-while-driving-is-so-dangerous-even-when-youre-hands-free-71833">distracciones que causan</a> mientras se conduce, los posibles efectos de la <a href="https://theconversation.com/theres-no-evidence-5g-is-going-to-harm-our-health-so-lets-stop-worrying-about-it-120501">exposición a radiofrecuencias</a> o lo <a href="https://theconversation.com/seven-tips-for-a-healthier-relationship-with-your-phone-202215">adictivos que pueden llegar a ser</a>. Y aunque el riesgo de infección microbiana a través del teléfono es mucho menos apreciado, <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-021-93622-w">es muy real</a>.</p>
<p>Una <a href="https://yougov.co.uk/topics/society/articles-reports/2019/02/28/most-britons-use-their-phone-toilet">encuesta de 2019</a> descubrió que, en el Reino Unido, la mayoría de la gente utiliza su teléfono en el retrete. Así que no sorprende que estudios recientes hayan descubierto que nuestros teléfonos móviles son <a href="https://cals.arizona.edu/news/why-your-cellphone-has-more-germs-toilet">más sucios que los mismísimos asientos de los inodoros</a>. </p>
<p>Para colmo, le damos nuestros teléfonos a los niños (que no destacan precisamente por su higiene) para que jueguen con ellos. También comemos mientras los usamos y los apoyamos en todo tipo de superficies, muchas de ellas sucias. Todo ello puede transferir microbios al teléfono, junto con depósitos de comida que esos microbios pueden ingerir. </p>
<p>Se calcula que la gente toca su teléfono <a href="https://www.dailymail.co.uk/news/article-2276752/Mobile-users-leave-phone-minutes-check-150-times-day.html">cientos</a> si no <a href="https://dscout.com/people-nerds/mobile-touches">miles</a> de veces al día. Y mientras que muchos de nosotros nos lavamos las manos con regularidad después de, por ejemplo, ir al baño, cocinar, limpiar o trabajar en el jardín, es mucho menos probable que consideremos la posibilidad de lavarnos las manos después de <a href="https://www2.deloitte.com/content/dam/insights/articles/us175371_tmt_connectivity-and-mobile-trends-interactive-landing-page/DI_Connectivity-mobile-trends-2022.pdf">tocar nuestros teléfonos</a>. </p>
<p>Dado lo asquerosos y llenos de gérmenes que pueden estar los teléfonos, quizá sea hora de empezar a pensar más en <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/19267892/">la higiene del móvil</a>.</p>
<h2>Móviles repletos de gérmenes, bacterias y virus</h2>
<p>Las manos recogen bacterias y virus todo el tiempo y son <a href="https://www.cdc.gov/handwashing/when-how-handwashing.html">reconocidas como una vía</a> para <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK144014/#parti_ch7.s3">contraer infecciones</a>. Lo mismo ocurre con los teléfonos que tocamos. <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-022-14118-9">Varios</a> <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7196688/">estudios</a> realizados sobre la colonización microbiológica de los teléfonos móviles demuestran que pueden estar contaminados con muchos tipos diferentes de bacterias potencialmente patógenas.</p>
<p>Entre ellas se encuentran la <em>E. coli</em>, que provoca diarrea (y que, por cierto, procede de la caca humana). También el <em>Staphylococcus</em>, que infecta la piel; así como las <em>Actinobacterias</em>, que pueden causar tuberculosis y difteria; el <em>Citrobacter</em>, que puede provocar dolorosas infecciones urinarias; y el <em>Enterococcus</em>, conocido por causar meningitis. Asimismo se han encontrado <em>Klebsiella</em>, <em>Micrococcus</em>, <em>Proteus</em>, <em>Pseudomonas</em> y <em>Streptococcus</em> en los teléfonos, y todas pueden tener efectos igualmente desagradables en los seres humanos.</p>
<p>Las <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6130244/">investigaciones</a> recientes han descubierto que muchos patógenos de los teléfonos suelen ser resistentes a los antibióticos, lo que significa que no pueden tratarse con medicamentos convencionales. Esto es preocupante, ya que las bacterias mencionadas pueden causar infecciones cutáneas, intestinales y respiratorias potencialmente mortales. </p>
<p>Incluso si se limpia el teléfono con toallitas antibacterianas o alcohol, los microorganismos pueden volver a colonizarlo, lo que indica que la <a href="https://www.mdpi.com/2076-2607/11/2/523">desinfección</a> debe ser un <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-022-14118-9">proceso regular</a>. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="Mujer con jersey amarillo limpiando la pantalla del teléfono con una toallita." src="https://images.theconversation.com/files/522184/original/file-20230420-23-ne9bdl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/522184/original/file-20230420-23-ne9bdl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/522184/original/file-20230420-23-ne9bdl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/522184/original/file-20230420-23-ne9bdl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/522184/original/file-20230420-23-ne9bdl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/522184/original/file-20230420-23-ne9bdl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/522184/original/file-20230420-23-ne9bdl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">La importancia de limpiar el teléfono y cómo hacerlo de forma segura.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/coronavirus-global-epidemic-woman-disinfecting-phone-1677416521">Volurol/Shutterstock</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Los teléfonos contienen plástico que puede albergar y <a href="https://www.clinicalmicrobiologyandinfection.com/article/S1198-743X(15)01034-4/fulltext">transmitir virus</a>. Algunos, entre ellos el virus del resfriado común, pueden sobrevivir en superficies de plástico duro hasta una semana. Otros virus, como el causante de la covid-19, el rotavirus (un germen estomacal muy infeccioso que suele afectar a bebés y niños pequeños), la gripe (infecciones respiratorias) y el norovirus (infecciones intestinales graves) pueden persistir en forma infectable durante varios días. </p>
<p>De hecho, desde el inicio de la pandemia de covid-19, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. han introducido <a href="https://www.cdc.gov/hygiene/cleaning/cleaning-your-home.html">directrices para la limpieza y desinfección de los teléfonos móviles</a>. Junto con las manillas de las puertas, los cajeros automáticos y <a href="https://theconversation.com/from-the-bed-sheets-to-the-tv-remote-a-microbiologist-reveals-the-shocking-truth-about-dirt-and-germs-in-hotel-rooms-202195">los botones de los ascensores</a>, se consideran <a href="https://www.clinicalmicrobiologyandinfection.com/article/S1198-743X(15)01034-4/fulltext">reservorios de infección</a>. </p>
<p>En particular, se ha expresado preocupación por el papel que pueden desempeñar los teléfonos móviles en la propagación de microbios infecciosos en <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7196688/">entornos hospitalarios y sanitarios</a>, así como en <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5466825/">escuelas</a>. </p>
<h2>Instrucciones para limpiar el teléfono</h2>
<p>Está claro que deberíamos empezar a limpiar nuestro teléfono con regularidad. De hecho, la Comisión Federal de Comunicaciones de EE. UU. recomienda <a href="https://www.fcc.gov/consumers/guides/how-sanitize-your-phone-and-other-devices">higienizar a diario</a> el teléfono y otros dispositivos, entre otras cosas porque todavía estamos dentro de una pandemia activa de covid-19 y el virus puede sobrevivir varios días en superficies de plástico duro. </p>
<p>Lo mejor es usar <a href="https://www.fcc.gov/consumers/guides/how-sanitize-your-phone-and-other-devices">toallitas o esprays a base de alcohol</a>. Tienen que contener al menos un 70 % de alcohol para desinfectar las carcasas de los teléfonos y las pantallas táctiles, y hay que aplicarlas todos los días si es posible. </p>
<p>No pulverice los desinfectantes directamente sobre el teléfono y mantenga los líquidos alejados de los puntos de conexión u otras aberturas del dispositivo. Evite absolutamente el uso de lejía o limpiadores abrasivos. Y lávese bien las manos cuando termine de limpiar.</p>
<p>Pensar en cómo manipulamos el teléfono también nos ayudará a evitar que se llene de gérmenes. Cuando no esté en casa, guárdelo en el bolsillo o en el bolso y utilice una lista de papel desechable con las tareas pendientes, en lugar de consultar constantemente el teléfono. Cuando lo toque, hágalo con las manos limpias, lavadas con agua y jabón o desinfectadas con un desinfectante de manos a base de alcohol. </p>
<p>Acostúmbrese a guardar el teléfono cuando no lo utilice y a desinfectarlo o lavarse las manos. También puede desinfectar de vez en cuando el cargador del celular cuando lo limpie.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/204465/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Primrose Freestone no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
Nuestro teléfono móvil está diez veces más sucio que la tapa del váter. Y lo tocamos cientos o miles de veces al día sin que se nos pase por la cabeza lavarnos las manos después de hacerlo.
Primrose Freestone, Senior Lecturer in Clinical Microbiology, University of Leicester
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2023-04-16T18:41:38Z
2023-04-16T18:41:38Z
Un gen “robado” a las bacterias nos dio el sentido de la vista
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/520786/original/file-20230413-24-8wh1nm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=4%2C9%2C3213%2C2311&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Cuando las células fotorreceptoras captan un fotón, mandan una señal al cerebro. </span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/optic-nerve-section-brain-seen-side-2141765233">Naeblys / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>¿Conoce el libro <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_relojero_ciego"><em>El relojero ciego</em></a> de Richard Dawkins? Quizás no sea tan famoso como su gran éxito <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_gen_ego%C3%ADsta"><em>El gen egoísta</em></a>, pero es una buena lectura si le interesa el tema de la evolución de los seres vivos. </p>
<p>En su primera parte, Dawkins se dedica a explicar la solución a uno de los asuntos que más inquietaba a Charles Darwin: el origen evolutivo de algo tan complejo como <a href="https://theconversation.com/es/topics/ojos-92480">el ojo</a> a partir de la acumulación progresiva de pequeños cambios heredables. En sus páginas explica cómo los diferentes animales han resuelto de diversas maneras ese problema, desde el órgano de visión del calamar hasta el de los seres humanos.</p>
<p>Un reciente <a href="https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.2214815120">artículo</a> publicado por el grupo de Matthew Daugherty, profesor de la Universidad de California en San Diego, explica el origen evolutivo de uno de esos “pequeños cambios”. Y paradójicamente podría ser definido como un “<a href="https://www.science.org/content/article/ancient-gene-stolen-bacteria-set-stage-human-sight">gran robo</a>”. </p>
<h2>El vaivén del retinal y el retinol</h2>
<p>Hace más de 500 millones de años, el ancestro de todos los vertebrados integró en su genoma un gen de una bacteria gracias a un proceso de transferencia genética horizontal. Ese gen evolucionó y dio lugar a la proteína de unión al retinoide interfotorreceptor (IRBP por sus siglas en inglés).</p>
<p>¿Para qué sirve la proteína IRBP? Nuestros ojos pueden sentir la luz gracias a unas células fotorreceptoras que contienen una molécula fotosensible llamada cis-retinal. Cuando un fotón incide sobre ella, experimenta una serie de cambios que la transforman en trans-retinal y luego en retinol. Entonces, la célula fotorreceptora manda una señal al cerebro. </p>
<p>En ese momento, el retinol debe reciclarse. Para ello sale de la célula fotorreceptora y es empaquetado en la IRBP con destino a una célula del epitelio pigmentado de la retina, donde vuelve a convertirse en retinal. Desde allí, es empaquetado otra vez en la IRBP y viaja hasta la célula fotorreceptora con el fin de ser reutilizado. </p>
<p>Resumiendo, la IRBP es un “mensajero” que lleva el retinal o el retinol a sus respectivos destinos. Sin IRBP no habría reciclaje ni, por tanto, visión. De hecho, <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fncel.2020.577935/full">algunas retinopatías están asociadas con la disminución de los niveles de esa proteína</a>.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/520511/original/file-20230412-16-wktfms.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/520511/original/file-20230412-16-wktfms.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/520511/original/file-20230412-16-wktfms.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=576&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/520511/original/file-20230412-16-wktfms.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=576&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/520511/original/file-20230412-16-wktfms.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=576&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/520511/original/file-20230412-16-wktfms.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=724&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/520511/original/file-20230412-16-wktfms.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=724&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/520511/original/file-20230412-16-wktfms.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=724&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Figura adaptada a partir de la publicada en el artículo de Kalluraya et al. PNAS, 2023.</span>
</figcaption>
</figure>
<p>En el caso de los invertebrados, el proceso es muy distinto. La molécula fotosensible cis-retinal cambia a trans-retinal gracias a la luz azul. Y se recicla cuando la luz naranja transforma el trans-retinal otra vez en cis-retinal. Es decir, las moléculas fotosensibles no necesitan abandonar la célula fotorreceptora. El camino evolutivo del mecanismo molecular de la visión es completamente distinto entre invertebrados y vertebrados.</p>
<h2>En busca del origen bacteriano</h2>
<p>El peculiar parecido entre el gen que codifica para la IRBP humana y un gen que se encontraba en bacterias se conocía desde el año 2001, <a href="https://theconversation.com/la-revolucion-del-proyecto-genoma-humano-cumple-dos-decadas-155321">cuando fue secuenciado el genoma humano</a>. Sin embargo, se pensaba que podría ser algún tipo de error en el análisis o una contaminación de la muestra con ADN bacteriano.</p>
<p>Matthew Daugherty no pensaba lo mismo. Lo que hizo su grupo fue buscar genes semejantes en el genoma de otras especies de vertebrados que no estuviera en otros grupos animales. Eso podría indicar un “salto” desde las bacterias a los animales. </p>
<p>Es el caso del gen para la IRBP. Está presente en todos los vertebrados, desde la lamprea marina hasta los simios. Y las proteínas más parecidas a ella son las peptidasas bacterianas, cuya función consiste en reciclar otras proteínas mediante <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Prote%C3%B3lisis">proteolisis</a>. Gracias a este proceso, la peptidasa es capaz de degradar una proteína para reutilizar sus aminoácidos en la síntesis de nuevas proteínas. </p>
<p>Cuando el gen bacteriano se transfirió al ancestro de los vertebrados sufrió una serie de modificaciones, que le hicieron perder su actividad proteolítica a cambio de ganar la función de unirse al retinal y el retinol. </p>
<p>Una de las transformaciones fue una doble duplicación del gen. La peptidasa bacteriana es una proteína de 295 aminoácidos con un solo dominio funcional. ¿Qué significa eso? Las proteínas funcionan como herramientas, así que imaginemos que la peptidasa bacteriana fuera una navaja de una sola hoja. Con la doble duplicación pasó a tener 1 247 aminoácidos y cuatro dominios. Es decir, se transformó en una navaja suiza con cuatro herramientas distintas.</p>
<p>Así que tenemos una pieza más del rompecabezas que explica la formación del ojo, pero también plantea unos cuantos enigmas más. ¿Cuál fue el proceso de esa transferencia horizontal de genes entre una bacteria y el ancestro de los vertebrados? ¿Por qué solo afectó a las células involucradas en la visión? </p>
<p>Como suele suceder en ciencia, cuando respondes una pregunta aparecen otras cien.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/203692/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel Sánchez Angulo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
Según un nuevo estudio, un gen de origen bacteriano pone en marcha el “baile” molecular que posibilita la visión humana.
Manuel Sánchez Angulo, Miembro de la Sociedad Española de Microbiología. Profesor Titular de Microbiología, Universidad Miguel Hernández
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2023-02-21T13:05:24Z
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¿Por qué encadenamos una infección tras otra en invierno?
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/511417/original/file-20230221-16-1j2sq1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C0%2C4459%2C2984&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/flu-season-sick-man-winter-clothes-1616222188">Shutterstock / JacZia</a></span></figcaption></figure><p>Durante los meses fríos del invierno es habitual encadenar infecciones, generalmente respiratorias, una tras otra, y es inevitable hacernos la pregunta de si tendremos un sistema inmunitario potente o si, por el contrario, tanta infección es consecuencia de su mal funcionamiento. </p>
<p>Puede que sí o puede que no. No hay una respuesta única y podemos encontrarnos ante varias explicaciones a tanta infección.</p>
<h2>La facilidad de transmisión</h2>
<p>Si un patógeno encuentra las condiciones idóneas para su supervivencia y propagación, es evidente que va a tener mayor facilidad para infectarnos. <a href="https://journals.plos.org/plospathogens/article?id=10.1371/journal.ppat.0030151">La temperatura y la humedad contribuyen notablemente a la transmisión</a>, aunque no de igual manera para todos los patógenos. </p>
<p>Así, si un virus se transmite por gotículas (que son de tamaño grande, pesadas y con tendencia a caer pronto al suelo), una elevada humedad evitará que se deshidraten, sean por tanto más pesadas y caigan pronto al suelo, teniendo menos oportunidades para infectarnos. Pero como, aunque parezca lo contrario, <a href="https://www.datosmundial.com/europa/espana/clima.php">el aire es más seco en invierno</a>, estas gotículas se deshidratarán pronto, pesarán menos y permanecerán más tiempo en el aire, favoreciendo así la infección. </p>
<p>A esto se le suma que las temperaturas elevadas inhiben la capacidad de transmisión de algunos virus, con independencia de la humedad. Sin olvidar que en los meses fríos pasamos más tiempo en interiores, muchas veces con mala renovación del aire, muy expuestos por lo tanto a la infección por aerosoles. Argumentos de sobra para entender por qué muchas enfermedades respiratorias son más frecuentes en invierno. </p>
<p>Y todo lo anterior no tiene nada que ver con un sistema inmunitario que no funciona bien, sino con una elevada capacidad de infección del patógeno.</p>
<h2>Sí, puede que estemos inmunodeprimidos</h2>
<p>Las inmunodeficiencias son enfermedades que se caracterizan por la incapacidad del sistema inmunitario para montar una respuesta eficaz frente a los antígenos. Como consecuencia, los pacientes sufren frecuentes infecciones. Pueden ser de nacimiento (<a href="https://journals.lww.com/co-allergy/Fulltext/2012/12000/History_of_primary_immunodeficiency_diseases.3.aspx">inmunodeficiencias primarias, generalmente graves</a>) o bien adquiridas (inmunodeficiencias secundarias). </p>
<p>Entre estas últimas, la más frecuente y grave ha sido el SIDA (<a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4196796/">síndrome de inmunodeficiencia adquirida</a>), producido por la infección con el VIH, con las consecuencias por todos conocidas. Pero no es la única. Ciertos tratamientos médicos, <a href="https://www.spandidos-publications.com/ijo/54/2/407">como es el caso de la quimioterapia</a>, producen una depresión importante del sistema inmunitario. <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8561260/">También es el caso de las personas trasplantadas</a>, que deben tomar inmunosupresores de por vida para evitar el rechazo, o de muchos pacientes con enfermedades autoinmunes, que también deben seguir este tipo de tratamientos. </p>
<p>Además, el sistema inmunitario también se ve alterado con el paso de los años, en un proceso llamado inmunosenescencia. Debido a ello, las personas mayores no son capaces de montar respuestas inmunitarias potentes, y por ello son susceptibles a sufrir infecciones que habitualmente no causan patología grave en personas adultas. </p>
<p>Un ejemplo de las consecuencias que tiene este <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fimmu.2022.942796/full">proceso de inmunosenescencia</a> y de las respuestas alteradas en mayores lo hemos visto en la COVID-19, en la que el principal factor de riesgo de mortalidad era la edad avanzada.</p>
<h2>Una infección nos lleva a otra</h2>
<p>Incluso si nuestro sistema inmunitario es robusto, puede que unos días después de sufrir una infección nos venga otra (superinfección). No debe sorprendernos. Desde hace muchos años sabemos que <a href="https://www.annualreviews.org/doi/pdf/10.1146/annurev.me.35.020184.002345">sufrir una enfermedad viral aumenta la probabilidad de sufrir otra producida por bacterias</a>. </p>
<p>Esto lo hemos visto, por ejemplo, en las sucesivas epidemias de gripe en la que muchas muertes fueron debidas a <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/irv.12089">complicaciones por neumonías bacterianas</a>, incluyendo la llamada gripe española de 1918 que causó unos 50 millones de fallecimientos. </p>
<p>¿Pero por qué? La explicación no ha empezado a ser entendida hasta hace muy poco. Por un lado, está relacionado con el hecho de que los virus pueden facilitar directamente la <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/ppul.24699">adhesión de ciertas bacterias a los epitelios respiratorios</a>, a través de la inducción de moléculas de adhesión o de receptores que favorecen esa unión. Por otra parte, el virus respiratorio sincitial, que afecta especialmente a los niños, suele unirse a bacterias que provocan neumonía, y les hace aumentar su capacidad de infección. </p>
<p>Hay otro grupo de causas relacionado con los daños que ciertos virus causan en las estructuras respiratorias. Por ejemplo, el virus de la gripe A causa múltiples daños en los epitelios respiratorios que son aprovechados por las bacterias para <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1369527416301953?via%3Dihub">infectarnos con mayor eficacia</a>. </p>
<p>Y no acaba ahí la cosa. La infección en sí misma puede <a href="https://www.nature.com/articles/nrmicro2836">aumentar la disponibilidad de nutrientes</a> para otros microbios. ¿Cómo? Muy sencillo: al modificar las estructuras epiteliales libera elementos como carbono, nitrógeno o hierro, necesarios para el crecimiento de muchas bacterias. </p>
<h2>Un sistema inmunitario “tocado”</h2>
<p>Que una infección lleve a otra tiene que ver también con las <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fimmu.2018.02640/full">alteraciones que provoca el virus en el sistema inmunitario</a>. Por ejemplo, tras la infección por gripe se producen mediadores antiinflamatorios durante semanas, además de reducir la capacidad de las células innatas para eliminar bacterias. El virus respiratorio sincitial, por su parte, inhibe la interacción entre las células presentadoras de antígeno y las respondedoras, lo que deja al sistema inmunitario vulnerable ante nuevos ataques. La infección por <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/science.aay6485">el virus del sarampión disminuye sustancialmente la memoria inmunológica</a>, con lo que perdemos la protección frente a infecciones pasadas. </p>
<p>Como colofón, también hay infecciones causadas por la <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fimmu.2018.02640/full">alteración de la microbiota respiratoria</a>, es decir, el conjunto de bacterias no patógenas que residen en nuestras mucosas y que son esenciales para mantenerlas sanas teniendo, además, un efecto beneficioso sobre nuestro organismo. Estas bacterias hacen de escudo al ocupar toda la mucosa, evitando la infección por patógenos. Además, modulan la respuesta inmunitaria innata y la producción de citocinas antivirales. Cuando algo las destruye o las desequilibra, nos volvemos presa fácil de la infección por patógenos. </p>
<p>La relación entre esta microbiota, respiratoria e intestinal y una salud adecuada es actualmente un excitante campo científico.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/198686/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>El laboratorio del Dr. Ignacio J. Molina recibe fondos competitivos de agencias de financiación de la investigación nacionales y regionales, así como de Action for A-T, United Kingdom charity.</span></em></p>
Durante los meses fríos del invierno, es habitual encadenar infecciones, generalmente respiratorias, una tras otra y es inevitable hacernos la pregunta de si tendremos un sistema inmunitario potente o si, por el contrario, tanta infección es consecuencia de su mal funcionamiento.
Ignacio J. Molina Pineda de las Infantas, Catedrático de Inmunología, Centro de Investigación Biomédica, Universidad de Granada
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2023-02-12T19:21:46Z
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¿Cómo funcionan los desodorantes?
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/508597/original/file-20230207-15-ph3gcf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=18%2C0%2C6164%2C4115&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/beautiful-young-woman-using-deodorant-under-1894312687">Shutterstock / Ground Picture</a></span></figcaption></figure><p>Los desodorantes y los antitranspirantes son productos que muchas personas emplean a diario y que, con frecuencia, son usados indistintamente. Sin embargo, los dos términos no son intercambiables, porque emplean sustancias activas y mecanismos de acción completamente diferentes para reducir el sudor y el olor corporal. </p>
<h2>Las diferencias entre desodorantes y antitranspirantes</h2>
<p>La principal diferencia entre los desodorantes y los antitranspirantes es la forma en que reducen el olor corporal. En gran parte, el olor corporal que emitimos es consecuencia de la actividad metabólica de las bacterias que habitan en nuestra piel, y que, según la ocasión, producen una combinación maloliente de compuestos orgánicos volátiles, <a href="https://theconversation.com/por-que-nos-huelen-los-sobacos-y-el-aliento-158466#:%7E:text=En%20general%2C%20se%20acepta%20que,dominante%20que%20coloniza%20la%20axila">con los ácidos grasos volátiles y los tioalcoholes como los principales ingredientes</a>. </p>
<p>Para afrontar el problema, los desodorantes contienen compuestos antibacterianos, como el triclosán y la clorhexidina, que combaten el olor atacando directamente a las bacterias. En Europa, la concentración máxima permitida de triclosán en desodorantes, polvos faciales y otros cosméticos es <a href="https://ec.europa.eu/health/ph_risk/committees/04_sccp/docs/sccp_o_166.pdf">del 0,3 %, pero tan solo del 0,2% en enjuagues bucales</a>.</p>
<p>En cuanto a los antitranspirantes, no actúan sobre las bacterias que producen los compuestos malolientes que acompañan al sudor. Los antitranspirantes contienen ingredientes químicos cuyo objetivo es evitar o limitar la producción de sudor, y por tanto eliminar la materia prima utilizada por las bacterias para que apestemos. </p>
<p>Estos compuestos son siempre a base de aluminio o circonio. Concretamente, el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8915165/">clorhidrato de aluminio</a> es uno de los más utilizados. Actúan formando un tapón polimérico, que impide, por bloqueo físico e inhibición química, que la transpiración salga de las glándulas sudoríparas. El efecto de los antitranspirantes no es permanente, porque con el tiempo el tapón se rompe y el sudor emerge liberado. </p>
<h2>Sin alcohol y nada pegajosos</h2>
<p>A pesar de todo, desodorantes y antitranspirantes comparten algunas características. En ambos casos usan una base de <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8840497/">ciclometiconas</a>, unas moléculas cíclicas que se evaporan con rapidez y facilidad. Esta particularidad les permite transportar los ingredientes del desodorante o antitranspirante a la superficie corporal, y acto seguido evaporarse con celeridad, evitando que la piel quede pegajosa. El <a href="https://op.europa.eu/en/publication-detail/-/publication/f7e5fcc7-ffef-11e6-8a35-01aa75ed71a1/language-en">ciclopentasiloxano</a> es un solvente habitual en los productos de la compañía Unilever, como los populares desodorantes-antitranspirantes en barra de la marca Axe. </p>
<p>Por lo general, antes de la llegada de las ciclometiconas, era común, y todavía lo es en muchos productos, usar los alcoholes como solventes, pero tardan más tiempo en secarse y también pueden irritar la piel con mayor facilidad.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Un hombre con barba sonriente con el torso desnudo sonríe a un espejo mientras se aplica desodorante en el sobaco." src="https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/508598/original/file-20230207-19-owvlbb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/mirror-reflection-smiling-young-man-applying-1792421014">Shutterstock / fizkes</a></span>
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<h2>Un poco de historia: de MUM a Rexona</h2>
<p>La primera marca de desodorante comercial, desarrollada por un inventor desconocido de Filadelfia (EE. UU.), se llamó MUM y fue registrada en 1888. Consistía en una crema cerosa que contenía óxido de zinc como ingrediente activo para eliminar las bacterias productoras de olores. En 1952, MUM volvió a innovar al presentar el primer desodorante <em>roll-on</em>. Hoy en día, el <em>roll-on</em> es una de las formas de aplicación más importantes en la industria de los desodorantes, y la marca <a href="https://www.mum-deo.com/es">MUM</a> continúa activa en el mercado. </p>
<p>En cuanto al primer antitranspirante comercial de la historia, recibió el nombre de Everdry y era aplicado con un hisopo de algodón. Se lanzó al mercado en 1903. Algunos años más tarde llegó Odor-o-no (<em>Olor, ¡oh, no!</em>), una loción de tocador para evitar la transpiración excesiva desarrollada y registrada como marca comercial en 1909 por Abraham D. Murphey. Tanto Everdry como Odor-o-no utilizaban cloruro de aluminio como ingrediente activo. </p>
<p>La popularidad de Odor-o-no comenzó a crecer a partir del verano de 1912, tras ser promocionado en una exposición de Atlantic City. En 1914, Odor-o-no se convirtió en Odo-ro-no por primera vez. Y en los años siguientes la línea de productos se diversificó. El potencial y la aceptación popular de la marca hizo que pasara por las manos de diferentes compañías a lo largo del siglo XX. Hasta que en 1986 fue comprada por Unilever N.V., que abandonó la marca Odo-ro-no en favor de Rexona. Aunque hoy en día es la marca de desodorantes y antitranspirantes que la compañía vende en la mayoría de los países en los que opera, en algunos productos <a href="https://www.rexona.com/ar/productos/rexona-odorono-antitranspirante-en-crema-60gr/">sigue apareciendo la palabra odorono</a>. </p>
<h2>El desodorante que no te abandona</h2>
<p>En la actualidad, Rexona se ha convertido en la marca de desodorantes más vendida en el mundo y la artífice de una de las mejores frases publicitarias de la historia: el famoso eslogan “Rexona no te abandona”. La sentencia cobró especial sentido cuando la marca incorporó la tecnología Motionsense a sus productos. </p>
<p>Según Unilever, el sistema Motionsense emplea exclusivas microcápsulas que se activan con la fricción generada en las axilas al movernos, haciendo que las cápsulas estallen y liberen frescura. Eso permite que el efecto del desodorante perdure durante más tiempo. ¿Cómo es posible?</p>
<p>Pues muy sencillo, entre los ingredientes de este tipo de desodorantes hay unos especialmente interesantes, utilizados como aditivos, que reciben el nombre de maltodextrinas. Al igual que otras ciclodextrinas, son oligosacáridos cíclicos (azúcares circulares) obtenidos a partir del almidón de diferentes cereales, entre ellos el maíz. Algunas bacterias poseen enzimas específicas (<a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4822754/">ciclodextrina glicosiltransferasas</a>) que catalizan la conversión de almidón en ciclodextrinas.</p>
<p>Las maltodextrinas poseen una <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0927776522006968">cavidad hidrofóbica capaz de acomodar moléculas hidrofóbicas</a>, es decir que son repelidas por el agua. Eso les permite atrapar y encapsular moléculas aromáticas como el <a href="https://theconversation.com/estos-son-los-microbios-que-fabrican-nuestros-perfumes-195842">linalool, el geraniol, el citronelol</a> y otras que suelen estar presentes en los desodorantes. Cuando aplicamos desodorante, la pareja maltodextrina y sustancia aromática se deposita sobre nuestra piel, adhiriéndose a la zona pulverizada. El movimiento y la fricción rompen las microcápsulas que, poco a poco, liberan las agradables fragancias, y de esta forma, el desodorante no te abandona, porque el aroma es liberado progresivamente y así consigue perdurar durante un tiempo prolongado.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/198176/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raúl Rivas González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
¿Es lo mismo desodorante que antitranspirante? ¿De qué están hechos los productos utilizados para reducir el sudor y el olor corporal? ¿De verdad existen desodorantes que no nos abandonan o es solo un eslogan?
Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología, Universidad de Salamanca
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2023-01-23T18:13:24Z
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El mayor estudio para entender cómo compartimos bacterias entre nosotros
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/505817/original/file-20230123-3880-sv3ko5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4493%2C2991&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/pink-blue-viruses-bacteria-various-shapes-749202751">Shutterstock / ImageFlow</a></span></figcaption></figure><p>Se acaba de publicar el <a href="https://www.nature.com/articles/s41586-022-05620-1">trabajo más completo y extenso hasta ahora sobre la transmisión de bacterias intestinales</a> y de la boca entre generaciones y entre personas que viven en contacto estrecho. Y la conclusión se resume en una frase: heredamos bacterias de nuestra madre y las compartimos en nuestro círculo más cercano.</p>
<p>En el estudio han colaborado 43 investigadores procedentes de 18 centros de investigación de una decena de países. Su análisis se basa en más de 9 000 muestras de heces y saliva de madres e hijos, nonagenarios (entre 94-105 años) y sus descendientes, voluntarios sanos que conviven juntos en la misma casa, familias completas, grupos de gemelos… </p>
<p>Para identificar a los microorganismos se han empleado técnicas de metagenómica. Para entender cómo funciona, imaginemos por un momento que digo una frase, solo una, para que identifiquen el título del libro al que pertenece y su autor. Si pronuncio “En un lugar de la Mancha…”, muchos sabrán que hablo de la novela <em>El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha</em>, escrita por Miguel de Cervantes Saavedra. Los más listos incluso serán capaces de ponerle fecha: escrito entre los siglos XVI y XVII. Y todo a partir de solo seis palabras. No necesitamos leer el libro entero para saber eso.</p>
<p>De manera similar, las técnicas de metagenómica permiten detectar e identificar qué bacterias hay en la muestra, concretando hasta el tipo de cepa, sin necesidad de cultivarlas en el laboratorio: solo leyendo un pedacito de la información que contiene su ADN.</p>
<h2>Un tercio de las bacterias que intercambiamos ni siquiera tiene nombre</h2>
<p>Ya sabíamos que <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1931312818303172?via%3Dihub">heredamos bacterias de nuestra madre</a> en el momento del parto. Y que, como <a href="https://www.wageningenacademic.com/doi/10.3920/BM2021.0098?url_ver=Z39.88-2003&rfr_id=ori:rid:crossref.org&rfr_dat=cr_pub%20%200pubmed">la leche materna no es ni mucho menos estéril</a>, nos seguimos nutriendo de bacterias durante la lactancia. Sabíamos también que compartimos bacterias entre nosotros y que cada uno posee una microbiota única que <a href="https://peerj.com/articles/1258/">nos distingue unos de otros</a>. Pero hasta ahora todos estos resultados se habían obtenido con un número de muestras muy limitado. </p>
<p>Los autores del nuevo estudio han caracterizado y cuantificado el patrón de transmisión de bacterias, de persona a persona y en distintos escenarios, para entender exactamente cómo las intercambiamos. Lo primero que les ha llamado la atención es que el 37 % de todas las cepas detectadas corresponden a genomas de bacterias desconocidas, que no somos capaces de cultivar en el laboratorio y que ni siquiera tienen nombre. Es como si nos perdiéramos la información de más de un tercio de la novela: está escrita, pero no sabemos su significado. </p>
<p>Es evidente que todavía nos queda mucho por descubrir del mundo microbiano que habita en nuestro interior. </p>
<h2>Un 12 % de bacterias compartidas viviendo en la misma casa</h2>
<p>Los bebés de 0 a 3 años comparten con sus madres un 34 % de las bacterias, un porcentaje que aún es mayor durante el primer año de vida en los bebés que han nacido por parto vaginal. </p>
<p>Algunas bacterias se transmiten con mayor frecuencia de madres a hijos, como por ejemplo <em>Bacteroides vulgatus</em> y <em>Bifidobacterium longum</em>. Después de los tres años, esa tasa de bacterias compartidas va disminuyendo hasta acabar siendo similar al de las personas que viven juntas. </p>
<p>Pero no hay solo transmisión vertical de bacterias de la madre al bebé. También juega un papel esencial en la composición de nuestra microbiota la transmisión horizontal, es decir, entre convivientes y vecinos. Cuanto más tiempo pasan juntas las personas, más bacterias comparten, sobre todo bacterias de la saliva. </p>
<p>El estudio estima también que los mayores de cuatro años que viven en la misma casa comparten un 12 % de las bacterias. Por su parte, los adultos que no habitan juntos, pero viven en el mismo pueblo, comparten un 8 %. Con la edad ese efecto es menor, lo que confirma una mayor resistencia a la colonización en personas mayores. </p>
<p>Se observa también que los gemelos adultos que no habitan juntos comparten también un 8 %, aunque esa tasa disminuye conforme pasan más años separados. En el caso de los gemelos, existe un efecto genético moderado, ya que los gemelos idénticos (monocigóticos) tienen tasas ligeramente más altas. </p>
<p>Las bacterias que más intercambiamos coinciden con las observadas entre madres e hijos, lo que sugiere que los géneros <em>Bacteroides</em> y <em>Bifidobacteriumson</em> son supertransmisibles, independientemente del modo de transmisión. </p>
<h2>¿Significa eso que se transmite el cáncer?</h2>
<p>Por el contrario, el porcentaje de bacterias compartidas entre personas que viven en pueblos distintos es prácticamente inexistente. Cuando se comparan poblaciones distintas que no tiene ningún tipo de contacto o relación entre ellas, el porcentaje de individuos que no comparten ninguna bacteria es del 97 %. Es lo que se conoce como tasa de bacterias no compartida, y confirma que compartimos bacterias con nuestros parientes, las personas con las que convivimos o nuestros vecinos, siempre que haya contacto. </p>
<p>Lo interesante del asunto es que la composición y la diversidad de la microbiota influyen en nuestra salud. Entender cómo compartimos algunas bacterias entre nosotros es fundamental para controlar ciertas enfermedades. Este nuevo trabajo refuerza la hipótesis de que algunas enfermedades que consideramos no transmisibles pero que sabemos que están influidas por la microbiota, como el cáncer o la <a href="https://theconversation.com/asi-es-la-microbiota-de-una-persona-con-depresion-177571">depresión</a>, podrían tener un cierto grado de transmisibilidad.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/198258/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ignacio López-Goñi no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
Los bebés de 0 a 3 años comparten con sus madres un 34% de las bacterias. Y a partir de los 4 años, compartimos un 12% de las bacterias con quienes viven en nuestra misma casa.
Ignacio López-Goñi, MIembro de la SEM (Sociedad Española de Microbiología) y Catedrático de Microbiología, Universidad de Navarra
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2023-01-15T18:04:03Z
2023-01-15T18:04:03Z
La carrera científica contra las bacterias multirresistentes
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/502399/original/file-20221221-19-pm9l0w.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Placas de petri con cultivos de bacterias resistentes a antibióticos aisladas de pacientes. En azul puede observarse a 'Klebsiella pneumoniae', y en rojo, a 'Escherichia coli'. </span> <span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span></figcaption></figure><p>En <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Las_aventuras_de_Alicia_en_el_pa%C3%ADs_de_las_maravillas"><em>Alicia en el país de las maravillas</em></a> hay un momento en el que Alicia y la Reina Roja corren a toda velocidad. Es entonces cuando la primera nota que, a pesar de no parar de correr, siempre permanecen en el mismo sitio. </p>
<p>—Pero ¿cómo? ¡Si parece que hemos estado bajo este árbol todo el tiempo! ¡Todo está igual que antes! —dice Alicia.</p>
<p>—Aquí es preciso correr mucho para permanecer en el mismo lugar —responde la Reina.</p>
<p>Esta escena inspiró el nombre de lo que se conoce en biología como la <em>hipótesis de la Reina Roja</em>. Propone que los organismos deben estar en continua evolución para mantener su <em>statu quo</em> en el entorno.</p>
<h2>Un ecosistema microscópico en nuestro intestino</h2>
<p>Las bacterias son ubicuas y se han encontrado en todos los ambientes donde alguna vez alguien las ha buscado: desde las calientes <a href="https://www.nps.gov/yell/learn/nature/thermophilic-bacteria.htm">fuentes termales de Yellowstone</a> o <a href="https://theconversation.com/rios-rojos-el-problema-ambiental-de-las-aguas-acidas-de-mina-163947">las ácidas aguas del río Tinto</a> a los <a href="https://theconversation.com/antarctic-bacteria-live-on-air-and-make-their-own-water-using-hydrogen-as-fuel-171808">fríos lagos del Antártico</a>. </p>
<p>Uno de los ecosistemas bacterianos más poblados del planeta se encuentra en el intestino humano: se estima que contiene al menos tantas células humanas como bacterianas. Allí conviven un sinfín de seres microscópicos, entre los que destacan las bacterias. El conjunto de microorganismos que habitan en nuestro intestino se conoce como <a href="https://theconversation.com/es/topics/microbioma-85738">microbiota o flora intestinal</a>.</p>
<p>La microbiota intestinal es fundamental para nuestra salud. Sabemos que los cambios en la comunidad bacteriana están <a href="https://theconversation.com/lo-que-pensamos-y-sentimos-afecta-a-la-microbiota-y-viceversa-192960">asociados a una amplia gama de enfermedades</a>, que incluyen el cáncer, enfermedades inflamatorias y el trastorno depresivo, entre otras. Además, los microbios de nuestro intestino pueden actuar de barrera contra la infección de bacterias patógenas. Así pues, es fundamental comprender cómo cambian y evolucionan esos microorganismos para entender su impacto en nuestra salud.</p>
<h2>Seres en permanente cambio</h2>
<p>Las bacterias evolucionan principalmente mediante un fenómeno conocido como <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5753221">“transferencia horizontal”</a>, que permite el intercambio de genes entre microorganismos no emparentados. Uno de los principales agentes involucrados en este proceso son los <a href="https://theconversation.com/las-resistencias-a-los-antibioticos-se-mueven-a-traves-de-los-plasmidos-163951">plásmidos</a>, moléculas de ADN que se encuentran distribuidas en la práctica totalidad de especies bacterianas. </p>
<p>Mediante el intercambio o la captación de plásmidos, las bacterias pueden adquirir nuevas funciones de forma rápida, lo cual les confiere una gran capacidad de adaptarse a cambios en el ambiente.</p>
<p>Desafortunadamente, una de las funciones que pueden adquirir las bacterias vía plásmidos es la capacidad de resistir a los antibióticos, las sustancias capaces de inhibir su crecimiento.</p>
<p>Antes del descubrimiento de estos fármacos, las enfermedades asociadas a las bacterias eran una de las principales causas de muerte. Tras el descubrimiento y el posterior uso clínico de los antibióticos, las infecciones bacterianas pasaron a un segundo plano. </p>
<p>Además, el uso de antibióticos ha permitido alcanzar importantes avances en la medicina, como cirugías o tratamientos que deprimen el sistema inmune. Son fundamentales para sostener la medicina moderna.</p>
<p>No obstante, la capacidad de las bacterias de evolucionar en respuesta a los tratamientos ha impulsado la <a href="https://theconversation.com/aumenta-la-amenaza-mundial-de-la-resistencia-a-los-antibioticos-que-podemos-hacer-194088">aparición de resistencias</a>. Este fenómeno se ha convertido en una amenaza especialmente importante en ambientes clínicos.</p>
<h2>Los antibióticos de último recurso</h2>
<p>Aunque existen muchos tipos de antibióticos, muchos de ellos son ya ineficaces para tratar infecciones comunes. Con el fin de lograr la máxima eficiencia y controlar el desarrollo de resistencias, el uso de algunos de estos medicamentos está limitado. </p>
<p>Los <a href="https://www.msdmanuals.com/es-es/hogar/infecciones/antibi%C3%B3ticos/f%C3%A1rmacos-carbapen%C3%A9micos#:%7E:text=Los%20f%C3%A1rmacos%20carbapen%C3%A9micos%20son%20antibi%C3%B3ticos,Doripenem">antibióticos carbapenémicos</a>, que se emplean como tratamientos de última opción terapéutica, funcionan precisamente para tratar infecciones por bacterias resistentes a múltiples antibióticos. No obstante, también <a href="https://isid.org/guia/patogenos/enterobacterias/">se han detectado microorganismos</a> que han evolucionado para ser resistentes a estos compuestos.</p>
<p>En <a href="https://www.pbelab.es/">nuestro grupo de investigación</a>, y en colaboración con el <a href="https://www.irycis.org/es/">Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria</a>, nos preguntamos cómo se diseminan y evolucionan las bacterias resistentes a los antibióticos carbapenémicos. Para ello, aislamos bacterias del intestino de más de 9 000 pacientes de un hospital madrileño a lo largo de cuatro años. Esto nos permitió seguir la transmisión y evolución de los microorganismos.</p>
<p><a href="https://doi.org/10.1038/s41564-021-00879-y">En un primer estudio</a>, identificamos zonas de contagio entre pacientes. Observamos que una vez una bacteria resistente llega al intestino de una persona, ésta es capaz de transmitir su resistencia a otras bacterias de la microbiota del paciente. Este proceso ocurre mediante la transferencia horizontal, mediada por plásmidos que contienen genes de resistencia.</p>
<p>Entonces, el individuo puede contagiar la bacteria resistente a otro individuo y volver a iniciar el proceso de transmisión. En esta dinámica, es muy importante el papel de un grupo de plásmidos llamados pOXA-48: su intercambio permite a las bacterias volverse resistentes a los antibióticos carbapenémicos.</p>
<p>Por este motivo, <a href="https://www.nature.com/articles/s41559-022-01908-7">en un segundo estudio</a> nos centramos en entender el modo en que evolucionan las bacterias una vez han recibido este tipo de plásmidos. Nuestros resultados muestran cómo los antibióticos administrados a cada paciente afectaron la forma de evolucionar de los plásmidos, afectando a su vez a la evolución de las bacterias que los portan. </p>
<h2>Más allá del tubo de ensayo</h2>
<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Louis_Pasteur">Louis Pasteur</a> creó el primer medio de cultivo bacteriano a mediados del siglo XIX. Su descubrimiento y optimización ha permitido el desarrollo de la microbiología; hoy en día constituye una herramienta fundamental en cualquier laboratorio de este campo de investigación, ya que permite aislar y hacer crecer a las bacterias. </p>
<p>En los medios de cultivo podemos <a href="https://theconversation.com/asi-descubrimos-como-muchas-bacterias-pueden-volverse-resistentes-a-los-antibioticos-167234">hacer <em>evolucionar</em> bacterias</a> y poder así estudiar su adaptación a diferentes ambientes. Este tipo de experimentos ha aumentado nuestra comprensión de sus dinámicas evolutivas y nos permite ver cómo estas responden a cuestiones importantes que afectan a la salud humana.</p>
<p>Sin embargo, los factores que actúan sobre las poblaciones bacterianas en entornos reales son mucho más complejos que los que pueden estudiarse en el laboratorio. En ecosistemas como el intestino humano entran en juego múltiples factores como tratamientos médicos, cambios en la dieta o la interacción de las bacterias con el sistema inmune.</p>
<p>Hoy en día, los avances en las tecnologías de <a href="https://theconversation.com/la-revolucion-del-proyecto-genoma-humano-cumple-dos-decadas-155321">secuenciación</a> y <a href="https://theconversation.com/charpentier-y-doudna-ganan-el-premio-nobel-de-quimica-por-sus-tijeras-geneticas-147711">manipulación del ADN</a> nos abren una puerta a estudiar la evolución de estos microorganimos en sus ecosistemas reales. Cada vez más estudios demuestran <a href="https://theconversation.com/si-la-salud-es-una-sola-por-que-la-ensenamos-por-partes-185054">la importancia de integrar conceptos evolutivos</a> en todos los campos de la lucha contra el avance de las bacterias resistentes: desde el diagnóstico clínico al diseño de nuevos fármacos y posibles tratamientos.</p>
<p>Sabemos que las bacterias poseen una capacidad sorprendente de adaptación a nuevos ambientes. Esta capacidad hace que, por mucho que las tratemos con antibióticos, finalmente aparecerán bacterias resistentes. </p>
<p>Volviendo a <em>Alicia en el país de las maravillas</em>, las bacterias están <em>corriendo</em> constantemente para poder sobrevivir. Entender en qué dirección y a qué velocidad lo hacen nos puede dar una gran ventaja al permitir anticiparnos a sus posibles efectos negativos en nuestra salud.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/195218/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Este trabajo ha contado con el apoyo del Consejo Europeo de Investigación (ERC) en el marco del programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea (subvención ERC nº 757440-PLASREVOLUTION) y del Instituto de Salud Carlos III (PI19/00749) cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional "Una vía para alcanzar Europa". El proyecto R-GNOSIS recibió apoyo financiero de la Comisión Europea (subvención nº R-GNOSIS-FP7-HEALTH-F3-2011-282512).
</span></em></p>
Es vital conocer a fondo cómo evolucionan las bacterias para evitar que desarrollen resistencias a los antibióticos, un problema sanitario de primera magnitud.
Javier de la Fuente Hidalgo, Investigador, Centro Nacional de Biotecnología (CNB - CSIC)
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tag:theconversation.com,2011:article/194833
2023-01-02T18:51:43Z
2023-01-02T18:51:43Z
Wolbachia: el parásito más abundante en la naturaleza favorece a las hembras y perjudica a los machos
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/502695/original/file-20221228-74258-96d4y4.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=4%2C8%2C2867%2C1575&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Micrografía electrónica de transmisión de Wolbachia en una célula de insecto.
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Wolbachia.png">Wikimedia Commons / Scott O'Neill</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>Es el parásito reproductivo más abundante en la naturaleza. Más de la mitad de todas las especies de insectos y artrópodos viven infectados por <em>Wolbachia</em>, un parásito que Marshall Hertig y Samuel Wolbach, patólogos de la <a href="https://www.harvard.edu/">Universidad de Harvard</a>, observaron por primera vez en 1924, en el ovario del mosquito <em>Culex pipiens</em>. </p>
<p><em>Wolbachia</em> ha inspirado colecciones de libros de ciencia y es la protagonista en múltiples congresos internacionales. Hoy sirve como freno a una enfermedad devastadora, el <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/dengue-and-severe-dengue#:%7E:text=El%20dengue%20es%20una%20enfermedad,grado%2C%20de%20la%20especie%20Ae.">dengue</a>. Y todo por la extraña manera que tiene de transmitirse de generación en generación, perjudicando el éxito reproductivo de los machos (o aniquilándolos directamente) y favoreciendo la reproducción de las hembras de la especie que parasita. </p>
<h2>Se transmite a través de los óvulos</h2>
<p><em>Wolbachia</em> solo puede vivir en el interior de la célula. Así, se transmite a los descendientes a través de los óvulos, pero no de los espermatozoides, que carecen de un citoplasma desarrollado. Y a lo largo de millones de años de coevolución con sus hospedadores ha desarrollado estrategias reproductivas extraordinarias, favoreciendo el éxito de las hembras (que redunda en su propio éxito) y el fracaso de los machos. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/496125/original/file-20221118-15-oox3ka.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/496125/original/file-20221118-15-oox3ka.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/496125/original/file-20221118-15-oox3ka.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=348&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/496125/original/file-20221118-15-oox3ka.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=348&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/496125/original/file-20221118-15-oox3ka.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=348&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/496125/original/file-20221118-15-oox3ka.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=438&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/496125/original/file-20221118-15-oox3ka.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=438&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/496125/original/file-20221118-15-oox3ka.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=438&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Célula del tejido ovárico de un insecto infectado por Wolbachia.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://journals.plos.org/plosbiology/article?id=10.1371/journal.pbio.0020076">© 2004 Public Library of Science. Cortesía de Scott O'Neill</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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</figure>
<h2>La estrategia de <em>Wolbachia</em> en pro de las hembras</h2>
<p>En algunas especies de insectos los embriones masculinos infectados por <em>Wolbachia</em> mueren, los embriones hembra no. <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8192442/">La bacteria parásita no hace concesiones</a> a los machos. </p>
<p><a href="https://www.nature.com/articles/s41467-022-34488-y">Recientemente se ha descrito cómo <em>Wolbachia</em> inhibe una proteína necesaria para la masculinización</a>, lo que significa la muerte del embrión macho en el proceso de su desarrollo. </p>
<p>Pero la estrategia puede ser más sofisticada: no matar a los embriones machos, sino promover su feminización. La infección con <em>Wolbachia</em> altera el sistema endocrino de algunos crustáceos infectados, lo que provoca la feminización de los descendientes que de otra forma serían machos de acuerdo a su dotación genética. </p>
<p><em>Wolbachia</em> también puede “alentar” la multiplicación de las hembras sin contar con los machos. Una de las consecuencias más llamativas de la infección es que en algunos casos induce la partenogénesis, es decir, reproducción de hembras infectadas sin necesidad de machos, originando solo hembras en la descendencia. </p>
<p>Por último, la bacteria se convierte en un peculiar sistema anticonceptivo: provoca que los espermatozoides infectados no sean compatibles con los óvulos no infectados. Esta incompatibilidad citoplasmática es la estrategia más común. Si los machos infectados tratan de reproducirse con hembras no infectadas fracasarán. De esta forma solo las hembras infectadas se reproducen, extendiendo la bacteria en la población. </p>
<p><a href="https://sfamjournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/1462-2920.16125">Actualmente se empiezan a desvelar los mecanismos celulares y moleculares de la incompatibilidad citoplasmática</a>. Los espermatozoides infectados, cuando entran en el óvulo sano, tienen problemas para reorganizar su núcleo, que está fuertemente condensado. Esto impide que comience el desarrollo embrionario. En cambio, en el óvulo infectado hay factores que contrarrestan esta anomalía y permiten la unión normal de los núcleos masculino y femenino. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/496162/original/file-20221118-9492-4r4lvk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/496162/original/file-20221118-9492-4r4lvk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/496162/original/file-20221118-9492-4r4lvk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/496162/original/file-20221118-9492-4r4lvk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/496162/original/file-20221118-9492-4r4lvk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/496162/original/file-20221118-9492-4r4lvk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/496162/original/file-20221118-9492-4r4lvk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/496162/original/file-20221118-9492-4r4lvk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Las cuatro estrategias desarrolladas por Wolbachia para aumentar su éxito reproductivo aumentando la frecuencia de las hembras infectadas en las poblaciones.</span>
<span class="attribution"><span class="source">author provided</span></span>
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<h2>El importante papel de <em>Wolbachia</em></h2>
<p>La habilidad de <em>Wolbachia</em> para incrementar su éxito reproductivo explica su extraordinaria expansión en la naturaleza. Sin embargo, la consideración de esta bacteria como parásito no debe esconder que en muchos casos la relación con el hospedador puede considerarse una forma de mutualismo, es decir, de beneficio para ambas partes. </p>
<p>De alguna forma poco conocida, <em>Wolbachia</em> puede proteger al hospedador contra otras infecciones, y aumenta su longevidad y fecundidad. Esto tiene una potencial importancia biomédica. También puede sintetizar nutrientes necesarios para el hospedador. Algunas filarias (nemátodos parásitos) solo pueden sobrevivir o reproducirse si están infectadas. En un caso concreto (<em>Brugia malayi</em>, causante de filariasis linfática) <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2703803/">se ha visto que la bacteria, pero no su hospedador, sintetiza el grupo hemo</a>, un cofactor esencial para el funcionamiento de muchas enzimas. </p>
<p>La incompatibilidad citoplasmática que induce la infección de <em>Wolbachia</em> no solo se da entre machos infectados y hembras no infectadas. También se produce entre machos y hembras infectados con cepas diferentes de la bacteria. Esto puede dar lugar a la segmentación de poblaciones de insectos, lo que favorece la aparición de nuevas especies. Es concebible que la infección por <em>Wolbachia</em> esté relacionada con la diversificación de estos animales, aunque está por determinar en qué medida ha sido relevante.</p>
<h2>Aliada contra el dengue y otras enfermedades</h2>
<p><em>Wolbachia</em> protege a su hospedador frente a otros patógenos. En algunos casos reduce la replicación de virus, o acorta el ciclo de vida del hospedador, limitando la multiplicación vírica. Esto convierte a <em>Wolbachia</em> en un aliado potencial para frenar la expansión de enfermedades transmitidas por insectos, fundamentalmente por mosquitos. Una estrategia puede ser liberar machos infectados, que intentarán reproducirse con hembras no infectadas sin conseguirlo, reduciendo la población de mosquitos. O liberar tanto machos como hembras infectados que extiendan la bacteria por toda la población, reduciendo la carga total de patógenos. </p>
<p>Ya se están produciendo importantes avances en este terreno. <a href="https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa2030243">En un ensayo reciente</a>, la introducción de mosquitos infectados en Yogyakarta (Indonesia) ha reducido la incidencia del dengue en un 77%. </p>
<p><a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/chagas-disease-(american-trypanosomiasis)#:%7E:text=La%20enfermedad%20de%20Chagas%2C%20tambi%C3%A9n,de%20la%20enfermedad%20de%20Chagas.">La enfermedad de Chagas</a>, la <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/yellow-fever">fiebre amarilla</a>, la <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/leishmaniasis">leishmaniasis</a>, el <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/zika-virus">virus del Zika</a> e incluso la <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/malaria">malaria</a> son otros potenciales objetivos de esta guerra biológica que utiliza <em>Wolbachia</em> como aliado.</p>
<p>Algunas filarias son dependientes de la infección con <em>Wolbachia</em> para completar su ciclo vital. Las filarias están implicadas en gravísimas enfermedades tropicales, como la filariasis linfática o la oncocercosis. <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2918796/">Su dependencia de la <em>Wolbachia</em> ha planteado la posibilidad de tratamientos antibióticos (doxiciclina o rifampicina)</a>, que ataquen a la bacteria, complementarios a los tratamientos con antiparasitarios. </p>
<p>Ha habido avances en este sentido, pero los tratamientos son muy largos, tienen contraindicaciones y no pueden aplicarse a niños o mujeres gestantes o que estén amamantando a sus bebés. Por ello, es imprescindible que se desarrollen antibióticos más eficaces contra <em>Wolbachia</em> para paliar este terrible problema sanitario, ya que las <a href="https://www.amse.es/informacion-epidemiologica/112-filariasis-epidemiologia-y-situacion-mundial">filariasis</a> afectan a más de 150 millones de personas en todo el mundo, sobre todo en países de bajos recursos económicos.</p>
<p>Y así, estamos ante un parásito reproductivo de indiscutible éxito, mutualista imprescindible, manipulador endocrino, motor evolutivo y diana terapéutica. Todo esto, favoreciendo a las hembras sin discusión.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/194833/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ramón Muñoz-Chápuli Oriol no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
Es el parásito reproductivo más abundante en la naturaleza. Y favorece a las hembras por encima de los machos sin discusión. Las estrategias de Wolbachia están siendo estudiadas.
Ramón Muñoz-Chápuli Oriol, Catedrático de Biología Animal (jubilado), Universidad de Málaga
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2022-12-22T18:58:13Z
2022-12-22T18:58:13Z
¿Cómo afecta comer tarde o dormir poco a nuestra salud intestinal?
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/502425/original/file-20221221-11-aoikhz.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=2%2C2%2C1911%2C1074&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://docs.google.com/presentation/d/1wx_F0SjqH1EGKW_yd7AJhgsY8jXocgWV2OmZF-Aqp5Y/edit#slide=id.p">Shutterstock / kanyanat wongsa</a></span></figcaption></figure><p>Se repite día tras día y semana tras semana. Tenemos un horario para todo: para comer, para trabajar, para hacer ejercicio, para actividades de ocio, para dormir… Todo esto repartido durante las 24 horas del día, de manera que presentamos unos patrones periódicos que nos vienen dados desde nuestros antepasados. </p>
<h2>Al compás de nuestro reloj interno</h2>
<p>Durante el día nos mantenemos activos y con la llegada de la noche se producen cambios fisiológicos que nos preparan para el sueño. Es como un reloj. Un reloj interno que nos avisa que va a producirse un cambio en el organismo y que se está preparando para comer, para dormir, para despertarse… Recibe el nombre de <a href="https://theconversation.com/luz-arquitecta-de-la-vida-185993">ritmos circadianos</a>. </p>
<p>Estos hacen referencia a todos los tipos de cambios (físicos, mentales y de conducta) que se repiten día a día, cada 24 horas aproximadamente. No es difícil percibir la importancia de mantenerlos. Todos alguna vez hemos estado en una celebración hasta altas horas de la noche o hemos tenido días cargados de tareas sin tiempo para comer ni dormir correctamente y hemos sufrido las consecuencias. </p>
<p>Lo cierto es que el estilo de vida occidental no ayuda a que los ritmos circadianos se mantengan. Disfrutamos de menos horas de luz natural que nuestros antepasados, ya que somos más sedentarios y hemos aumentado considerablemente el número de horas frente a las pantallas. A esto se suma un mayor nivel de estrés, una vida social que nos descabala el horario y una alimentación basada en productos azucarados y ultraprocesados. </p>
<p>Son factores que alteran significativamente nuestros ritmos naturales. ¿Qué implicaciones puede tener? Este desajuste <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23899601/">se relaciona</a> con falta o mala calidad del sueño, cambios de humor, aumento del estrés, desorientación, problemas de memoria, fatiga y ansiedad, entre otros males. Y si se mantienen en el tiempo pueden acarrear consecuencias mucho más graves. </p>
<h2>Las bacterias tienen sus propios biorritmos</h2>
<p>Pero las alteraciones del ritmo circadiano no solo nos afectan a nosotros: también las acusan <a href="https://theconversation.com/microbiota-como-funciona-y-como-afecta-a-nuestra-salud-185832">nuestras bacterias intestinales</a>, que tienen sus propios biorritmos sincronizados con los nuestros. ¿Puede entonces un desarreglo en los relojes internos afectar a nuestra salud intestinal? Definitivamente sí. </p>
<p>Las perturbaciones en los ritmos biológicos están estrechamente relacionadas con cambios en la digestión y metabolismo. Entonces se produce un desajuste en el metabolismo de la glucosa y más riesgo de aumento de peso y presión arterial, así como una desregulación de las hormonas que controlan el apetito y que favorecen la preferencia de alimentos ricos en azúcares y grasas saturadas. </p>
<p>Esto puede provocar una disminución en la sensibilidad a la insulina, una menor tolerancia a la glucosa y una alteración del perfil de lípidos en el organismo. Son alteraciones que impactan directamente en la salud intestinal y, por tanto, en la microbiota. </p>
<p>Y no es extraño que se produzca esta relación, ya que la digestión de los alimentos ocurre durante el día, momento en el que el intestino se mantiene activo y en condiciones óptimas para absorber nutrientes. Cuando comemos, ponemos <em>en hora</em> los relojes de los órganos y tejidos implicados en la digestión: el estómago, el páncreas, el hígado, el intestino y el tejido adiposo.</p>
<h2>Si alteramos los horarios, alteramos la microbiota</h2>
<p>¿Y qué le pasa a la microbiota <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29621737/">si comemos tarde</a>? Por ejemplo, tomar la comida del mediodía a las 4 de la tarde provoca un desfase en el reloj, <a href="http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23737937">una interrupción del ritmo normal de la función intestinal y una alteración de la composición y funcionalidad de las bacterias intestinales</a>.</p>
<p>La microbiota se ve principalmente afectada por el tipo de alimentación que seguimos día a día. Pero la alteración de los horarios de ingesta (ya sea por conducta alimentaria, por ayuno o por aumentar la frecuencia de comidas) también tiene un impacto sobre ella. Las bacterias intestinales presentan sus propias fluctuaciones dependiendo el momento del día, tanto en composición como en funciones.</p>
<p>De hecho, la <a href="https://www.mdpi.com/2076-2607/7/2/41">evidencia científica</a> nos muestra que cuentan con un ritmo circadiano propio, que intentan sincronizar con su hospedador para poder sacar el máximo provecho de él. </p>
<p>La mayor parte de las investigaciones sobre la microbiota y los ritmos circadianos <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35576592/">se han llevado a cabo en animales</a>. Cabe señalar los estudios enfocados al ayuno intermitente, que <a href="https://www.mdpi.com/2072-6643/14/15/3120">han revelado algunos beneficios en ratones</a>, como el aumento de la diversidad microbiana, la reducción de la inflamación y la producción de compuestos beneficiosos por parte de las bacterias intestinales. </p>
<p>En humanos, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29233857/">un trabajo llevado a cabo con mujeres</a> observó que comer tarde invierte el ritmo de la diversidad microbiana oral. Entonces, por contra, aparece un patrón propio de situaciones de enfermedad similar al que ocurre en la obesidad o en trastornos de inflamación intestinal. </p>
<p>Sin embargo, no hay que olvidar que la microbiota intestinal es como una firma única y personal de cada sujeto, por lo que cada persona responderá de manera diferente tanto al ayuno intermitente como al cambio del horario de comida.</p>
<h2>El influjo de los microbios en nuestro sueño</h2>
<p>Estos estudios evidencian que la microbiota intestinal se ve afectada por un desfase en los ritmos biológicos, ya que estas activan o desactivan genes involucrados en el metabolismo bacteriano dependiendo del momento del día. Pero se trata de una relación bidireccional: el metabolismo de las bacterias intestinales también es capaz de modular el ritmo circadiano.</p>
<p>¿Cómo lo hace? <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32050806/">Su influencia puede darse de dos maneras</a>: mediante la producción de metabolitos a partir de los alimentos que ingerimos o respondiendo al desfase horario con cambios en la abundancia de ciertos grupos bacterianos. </p>
<p>Así, el microbioma intestinal es responsable de la producción de algunos de los compuestos químicos (los citados metabolitos) que acaban en nuestro torrente sanguíneo y pueden inducir o favorecer el sueño. Las bacterias sintetizan esas sustancias a partir de los alimentos que tomamos, y cuándo los tomamos, gracias a su propio metabolismo. </p>
<p>Por ejemplo, las bacterias <em>Streptococcus</em> y algunas cepas de <em>Escherichia</em> y <em>Enterococcus</em> contribuyen significativamente en <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25078296/">la vía de producción de serotonina</a>, vinculada al ciclo de sueño y vigilia. Otro neurotransmisor, el ácido gamma-amino butírico –procedente de la fermentación de la fibra alimentaria por la microbiota— podría promover el sueño mediante una acción en los mecanismos sensoriales de la vena porta del hígado.</p>
<p>Nuestra comunidad microbiana también puede responder a la alteración del ritmo circadiano o a su baja calidad modificando la cantidad de algunos grupos bacterianos. En casos extremos se puede llegar a un estado de disbiosis, es decir, una predominancia de bacterias perjudiciales sobre las beneficiosas.</p>
<p>Con el fin de aportar más información sobre los efectos de la desregulación de los ritmos biológicos, investigadores de la <a href="https://www.ufpe.br/web/english">Universidad Federal de Pernambuco</a> (Brasil) e <a href="https://www.food.imdea.org/">IMDEA Alimentación</a> (Madrid) trabajan en conjunto para estudiar los ritmos de ayuno y alimentación sobre la microbiota intestinal, el efecto que esta puede tener sobre la obesidad y la búsqueda de biomarcadores bacterianos de ingesta dietética en los proyectos denominados DIETARY DEAL y METAINFLAMACION.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/195315/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Amanda Cuevas Sierra recibe fondos del proyecto DIETARY DEAL (ref. AC21_2/00038), METAINFLAMACION (ref. Y2020/BIO-6600) y de Acción Estratégica en Salud. Contratos Sara Borrell 2022. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Alfredo Martínez Hernández recibe fondos del proyecto DIETARY DEAL (ref. AC21_2/00038) y METAINFLAMACION (ref. Y2020/BIO-6600)</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Elizabeth do Nascimento recibe fondos de Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico (CNPq) y de la Fundação de Amparo a Ciência e Tecnologia de PE (FACEPE) de gobierno de Brasil.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Nathalia Caroline de Oliveira Melo recibe fondos de Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico (CNPq), de la Prorrectoría de Posgrado de la Universidad Federal de Pernambuco (PROPG) y de la Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior (CAPES) de gobierno de Brasil.</span></em></p>
La alteración de los ritmos circadianos afecta, para bien y para mal, a la comunidad de bacterias que coloniza nuestro aparato digestivo.
Amanda Cuevas Sierra, Postdoctoral researcher, IMDEA ALIMENTACIÓN
Alfredo Martínez Hernández, Director de Precision Nutrition and Cardiometabolic Health Research Program y Cardiometabolic Nutrition Group, IMDEA ALIMENTACIÓN
Elizabeth do Nascimento, Associate Professor II of the Department of Graduation in Nutrition of UFPE. Professor in the Postgraduate Program in Nutrition of UFPE in the research line of Experimental Nutrition and Metabolism, Universidade Federal de Pernambuco (UFPE)
Nathalia Caroline de Oliveira Melo, Doctoral student in Nutrition at UFPE/Brazil, in the area of experimental nutrition, intestinal microbiota and chrononutrition, Universidade Federal de Pernambuco (UFPE)
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tag:theconversation.com,2011:article/195881
2022-12-06T19:43:51Z
2022-12-06T19:43:51Z
Nace una nueva terapia: así son los primeros biofármacos elaborados a partir de heces sanas
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/499012/original/file-20221205-22-e9ol0y.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=1%2C2%2C797%2C540&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Micrografía de una bacteria Clostridioides difficile. </span> <span class="attribution"><span class="source">CDC/ Lois S. Wiggs (PHIL #6260), 2004</span></span></figcaption></figure><p>Hace unos meses comentaba en un <a href="https://theconversation.com/son-nuestras-heces-el-elixir-de-la-juventud-187819">artículo</a> el uso de los trasplantes fecales para el tratamiento de las infecciones producidas por la bacteria <em>Clostridioides difficile</em> (antes conocida como <em>Clostridium difficile</em>). Aunque los trasplantes de heces están reconocidos como una terapia efectiva, no todo son ventajas.</p>
<p>Uno de los problemas es que los excrementos deben provenir de un donante sano. Otro es que deben ser analizados y procesados para asegurarse de que no presentan microorganismos potencialmente patógenos. Y por si fuera poco, cada donante tiene su propia <a href="https://theconversation.com/microbiota-como-funciona-y-como-afecta-a-nuestra-salud-185832">microbiota</a>, por lo que la variabilidad es enorme. </p>
<p>El tratamiento de las infecciones por <em>C. difficile</em>, que causan diarreas y colitis, se simplificaría bastante si los médicos dispusieran de una preparación de bacterias con el potencial terapéutico deseado y que su seguridad y su eficacia estuvieran garantizadas. Es decir, conseguir un biofármaco diseñado para desplazar al microorganismo patógeno. </p>
<h2>Un preparado de esporas</h2>
<p>Una de las primeras farmacéuticas en explorar dicha idea fue la empresa <a href="https://www.serestherapeutics.com/">Seres Therapeutics</a>. En 2015 consiguió que la <a href="https://archive.nytimes.com/dealbook.nytimes.com/2015/01/06/nestle-health-sciences-to-invest-65-million-in-a-boston-biotech-start-up/?_r=0">multinacional Nestlé invirtiera 65 millones de dólares</a> para el desarrollo de sus productos basados en <a href="https://www.nature.com/articles/nrgastro.2014.66">probióticos</a>. </p>
<p>Entre los más prometedores estaba el producto denominado SER-109. Consistía en un preparado de esporas obtenidas de cincuenta especies bacterianas aisladas de heces de portadores sanos. El preparado de esporas se administra por vía oral. </p>
<p>Los resultados fueron tan buenos que en julio de 2015 la empresa salió a bolsa. En la primera jornada de cotización llegó a <a href="https://www.nature.com/articles/nbt0815-787">valorarse en 139 millones de dólares</a>, y en los días posteriores siguió subiendo. </p>
<p>Sin embargo, el 29 de julio de 2016 la compañía tuvo un tropiezo. Se publicaron los resultados de la fase 2 del ensayo clínico del SER-109 y <a href="https://www.nature.com/articles/nbt1016-1004b">no fueron tan buenos como se esperaba</a>. En solo un día las acciones se desplomaron un 70 %, lo que significó la pérdida de 1 000 millones de dólares en la valoración de la compañía.</p>
<h2>Bacterias en suspensión</h2>
<p>Seres Therapeuthics fue la primera compañía en realizar un ensayo clínico de este tipo de medicamento, pero no era la única. Otra firma que empezó a investigar en ese campo fue <a href="https://www.rebiotix.com/">Rebiotix</a>, una pequeña <em>start-up</em> de Minnesota. </p>
<p>En su caso, la estrategia es algo distinta. En lugar de un preparado de esporas lo que usan es una suspensión de bacterias aisladas de heces humanas de portadores sanos. La suspensión bacteriana es administrada en los pacientes mediante un enema de 150 mililitros. </p>
<p>Los primeros resultados también fueron prometedores, y en 2014 <a href="https://www.rebiotix.com/rebiotix-receives-25m-for-series-b-funding/">llegó a reunir 25 millones</a> de dólares para continuar sus ensayos. En abril del 2018 Rebiotix fue <a href="https://www.pmfarma.es/noticias/25620-ferring-adquiere-rebiotix-una-innovadora-compania-biotecnologica-pionera-en-la-investigacion-en-el-microbioma.html">adquirida por la farmacéutica suiza Ferring</a>. </p>
<p>La empresa helvética tenía el capital suficiente para cubrir los costes del ensayo clínico de Fase 3, la etapa final antes de que un medicamento pueda ser aprobado para su venta. En mayo del 2021 presentaron los <a href="https://www.rebiotix.com/wp-content/uploads/efficacy-rbx2660-vs-placebo-reduce-recurrence-c-difficile-infection.pdf">resultados positivos</a> de dicha fase y solicitaron la evaluación a la FDA (la agencia del medicamento estadounidense). </p>
<p>El pasado 30 de noviembre, por 13 votos a 4, <a href="https://www.fda.gov/news-events/press-announcements/fda-approves-first-fecal-microbiota-product">la FDA dio su aprobación al medicamento denominado Rebyota</a> para el tratamiento de las infecciones recurrentes por <em>C. difficile</em>. </p>
<p>¿Y qué ha pasado con Seres Therapeutics? Fue la primera en salir pero va a ser la segunda en llegar. Tras rediseñar sus procedimientos, consiguió seguir adelante con los ensayos clínicos (Nestlé puso otros 175 millones de dólares encima de la mesa). En enero del 2022 presentaron los <a href="https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa2106516">resultados positivos de la fase 3</a> del ensayo clínico de su producto. Se espera que para abril del 2023 hayan conseguido el permiso de la FDA. Es decir, que en breve habrá disponible no uno, sino dos tratamientos para tratar las infecciones recurrentes por <em>C. difficile</em>.</p>
<h2>Un nuevo campo terapéutico</h2>
<p>Con la aparición de este tipo de biofármacos deberíamos empezar a hablar de terapia por reemplazo de microbiota en lugar de trasplantes fecales. Rebyota es el primer medicamento de este tipo, pero probablemente no será el último. </p>
<p>Además, tanto Ferring como Seres Therapeutics creen que el reemplazo de microbiota puede ser usado en el tratamiento de otras afecciones. Por ejemplo, la colitis ulcerosa, las infecciones recurrentes de orina por microorganismos resistentes a los antibióticos o algunos trastornos metabólicos. Y quién sabe, quizás en un futuro también sean usados como <a href="https://microbiomejournal.biomedcentral.com/articles/10.1186/s40168-022-01243-w">terapias de rejuvenecimiento</a>.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/195881/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel Sánchez Angulo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>
Se ha aprobado el primer producto de reemplazo de microbiota, elaborado con bacterias de excrementos para desplazar a los microbios patógenos.
Manuel Sánchez Angulo, Miembro de la Sociedad Española de Microbiología. Profesor Titular de Microbiología, Universidad Miguel Hernández
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tag:theconversation.com,2011:article/186219
2022-09-29T20:22:56Z
2022-09-29T20:22:56Z
¿Pueden las bacterias influir en nuestro estado de ánimo? Hablemos (seriamente) de los psicobióticos
<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/486323/original/file-20220923-15006-1bz36l.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=11%2C8%2C1905%2C937&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-vector/large-intestine-active-beneficial-bacteria-1744421873">Shutterstock / logistock</a></span></figcaption></figure><p>-Doctor, no me siento bien desde hace meses, tengo ansiedad, me cuesta concentrarme.</p>
<p>-¿Y cómo se siente su intestino?</p>
<p>-Disculpe, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra?</p>
<p>-Mucho, déjeme que le cuente…</p>
<p>Quizá haya escuchado alguna vez que nuestro cerebro y nuestro intestino están conectados. El concepto <a href="https://www.youtube.com/watch?v=0aUwADMjxD4"><em>eje intestino-cerebro</em></a> describe un concepto fisiológico que integra todas las señales neuronales, endocrinas, nutricionales e inmunológicas entre un sistema y otro. Ya sabemos la importancia del <a href="https://theconversation.com/microbiota-como-funciona-y-como-afecta-a-nuestra-salud-185832">microbioma</a> para que el aparato digestivo funcione correctamente. Sin embargo, es ahora cuando comenzamos a descubrir las relaciones entre el sistema nervioso central y el gastrointestinal.</p>
<p>Ciertas enfermedades neurológicas y del comportamiento <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33394083/">se han asociado</a> a un aumento de la permeabilidad intestinal y al paso de compuestos inflamatorios (llamados citoquinas) y neuromoduladores al torrente sanguíneo, y de ahí a nuestro cerebro. De hecho, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29903615/">algunas bacterias son capaces de producir dopamina, serotonina o norepinefrina</a>, claves en procesos fisiológicos, de memoria, aprendizaje y comportamiento. </p>
<p>Así pues, la alteración de la microbiota intestinal puede modificar nuestra conducta y se ha asociado a trastornos nerviosos centrales, como el autismo, la depresión o los comportamientos de ansiedad. </p>
<h2>¿Qué son y cómo actúan?</h2>
<p>El término <em>psicobiótico</em> <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23759244/">fue acuñado en 2013</a> por un grupo de investigadores del Centro farmacéutico Alimentario de Cork (Irlanda). Lo definieron como “un organismo vivo que, cuando se ingiere en cantidades adecuadas, produce un beneficio para la salud de los pacientes que padecen enfermedades psiquiátricas”.</p>
<p>Por lo tanto, los psicobióticos se diferencian de los probióticos en que, debido a sus propiedades, los primeros influirían directamente en esa comunicación bidireccional entre el cerebro y el intestino. Hoy en día es un término controvertido ya que, según algunos autores, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27793434/">debería ampliarse a cualquier intervención que tenga un efecto psicológico a través de cambios en el microbioma intestinal</a>, como el deporte o la dieta.</p>
<p>¿Cómo mandarían estos microorganismos mensajes al cerebro? Se postulan tres grandes líneas de acción. </p>
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<li><p>A través de la producción de neurotransmisores (o sus precursores), que viajarían desde el intestino hasta el cerebro a través del nervio vago. Curiosamente, casi la mitad de la dopamina del cuerpo humano (conocida como <em>la hormona del placer</em>) <a href="https://academic.oup.com/jcem/article/82/11/3864/2866142">está producida por los microorganismos</a> que habitan en nuestro intestino. </p></li>
<li><p>Mediante la modulación del principal sistema de respuesta neuroendocrina al estrés: <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/19319993/">el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HPA)</a>. Su desregulación e inflamación es patente <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23612048/">en personas con depresión, esquizofrenia o bipolaridad</a>. El <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/12433005/">estrés crónico</a>, por ejemplo, activa este eje, y, en el caso de una hiperactividad prolongada, podría generar daños cerebrales debido a una inflamación crónica. Los psicobióticos, a través de mediadores y el refuerzo de la barrera intestinal, ayudarían a atenuar el HPA y disminuir la neuroinflamación. <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28512033/">Estudios en ratones con estrés crónico confirman esta hipótesis</a>.</p></li>
<li><p>Finalmente, los psicobióticos podrían interactuar directamente con nuestro sistema inmunitario, produciendo ácidos grasos de cadena corta. Estos compuestos regulan la función de unos centinelas cerebrales (la microglía), que actúa frente a infecciones y daños en el tejido nervioso. Sin embargo, su disfunción debida a estrés crónico, dieta o sueño inadecuado puede desencadenar neuroinflamación, aumentando la susceptibilidad a futuras enfermedades neurodegenerativas.</p></li>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/486321/original/file-20220923-15006-t1qt1j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/486321/original/file-20220923-15006-t1qt1j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/486321/original/file-20220923-15006-t1qt1j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=310&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/486321/original/file-20220923-15006-t1qt1j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=310&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/486321/original/file-20220923-15006-t1qt1j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=310&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/486321/original/file-20220923-15006-t1qt1j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=389&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/486321/original/file-20220923-15006-t1qt1j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=389&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/486321/original/file-20220923-15006-t1qt1j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=389&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/belly-second-brain-human-body-relation-2123700926">Shutterstock / laurence soulez</a></span>
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<h2>¿Y hasta qué punto son eficaces?</h2>
<p>Pues depende de cuál escojamos y del problema a tratar. Sería un error pensar que si me tomo cualquier psicobiótico me va a ayudar a disminuir el estrés, dormir mejor o mejorar el estado de ánimo.</p>
<p>Cada psicobiótico (al igual que un probiótico) tiene <em>nombre y apellidos</em> que les otorgan unas características concretas, un código de números y letras (a la que llamamos <em>cepa</em>) que la diferencia de otros organismos pertenecientes a la misma especie. </p>
<p>Por hacer un símil, todos los perros pertenecen a la misma especie (<em>Canis familiaris</em>), pero existen múltiples razas (cepas en nuestro caso) con características muy dispares. Por lo tanto, no es de extrañar que encontremos en la literatura científica resultados contradictorios en cuanto a la eficacia de los psicobióticos en estudios clínicos.</p>
<p>Las cepas psicobióticas más relacionadas con la salud mental son las pertenecientes al género <em>Lactobacillus, Bifidobacterium, Lactococcus y Streptococcus</em>. Su uso ha demostrado, en general, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30566363/">resultados satisfactorios</a> en <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30882244/">ansiedad</a>, calidad del sueño, estrés y <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33658952/">depresión</a>. </p>
<p>Sin embargo, recientes revisiones y <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29197739/">metaanálisis</a> han mostrado que sus efectos son más notables cuanto <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33652962/">mayor nivel de ansiedad</a> o depresión haya inicialmente. De hecho, diversos estudios muestran que ciertas cepas <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27865949/">no producen efectos</a> cuando se administran a una población sana. </p>
<p>También es importante destacar que es erróneo relacionar una mayor eficacia con tomar una mayor cantidad o una amplia combinación de cepas. Esto no solamente pasa en patologías como la ansiedad o la depresión, sino que <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32274669/">también se ha visto</a> en otras tan distintas como la dermatitis atópica, el síndrome del intestino irritable o la enterocolitis necrotizante. Por ello, la elección de un probiótico o psicobiótico debería basarse principalmente en su evidencia clínica antes que en la carga de producto que nos ofrezcan. </p>
<h2>¿Qué nos depara el futuro en el campo de los psicobióticos?</h2>
<p>Afortunadamente comenzamos a dilucidar el mecanismo de acción de los psicobióticos. Los estudios sobre su eficacia clínica ya comienzan a analizar el porqué de su efecto y su relación con el eje intestino-cerebro. Estamos viviendo una época de auge en este campo y como consumidores buscamos activamente alternativas <em>naturales</em> para mantener nuestra salud mental, sobre todo tras los trastornos emocionales y conductuales derivados de la covid-19. </p>
<p>La búsqueda en internet de probióticos que puedan mejorar la ansiedad y estrés se ha disparado en los últimos años, pero debemos ser cautos. Estos productos pueden ayudar, pero nunca reemplazar un estilo de vida saludable o el control por parte de un profesional sanitario.</p>
<p>Como hemos comentado anteriormente, la efectividad de los psicobióticos depende de sus características, y estas deben ponerse a prueba en estudios clínicos. Solamente así podremos afirmar si tienen o no un efecto significativo en determinadas poblaciones y comprender su mecanismo de acción.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/186219/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>
Se llaman psicobióticos a los microorganismos que, tras ingerirlos en cantidades adecuadas, pueden ejercer un efecto beneficioso en nuestra salud mental. No obstante, aún hay mucho que averiguar sobre sus verdaderos efectos.
Vicente Andreu Fernández, Director del Instituto de Investigación Biosanitaria de la Universidad Internacional de Valencia, Universidad Internacional de Valencia
Elisabet Navarro Tapia, Coordinadora del Máster de Epidemiología y Salud Pública de la Universidad Internacional de Valencia, Universidad Internacional de Valencia
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