tag:theconversation.com,2011:/id/topics/emociones-55423/articlesemociones – The Conversation2023-09-14T20:19:18Ztag:theconversation.com,2011:article/2134612023-09-14T20:19:18Z2023-09-14T20:19:18ZSi la ansiedad está en mi cerebro, ¿por qué me late el corazón? Un psiquiatra explica la neurociencia y la fisiología del miedo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/547946/original/file-20230830-27-pr5ir8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4429%2C1900&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Ante una amenaza percibida, el cuerpo suele activar una respuesta de lucha o huida.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/illustration/woman-with-shocked-facial-expression-royalty-free-illustration/1444323335">George Peters/DigitalVision Vectors via Getty Images</a></span></figcaption></figure><p>El corazón en la garganta. Mariposas en el estómago. Mal presentimiento. Todas estas son frases que mucha gente utiliza para describir el miedo y la ansiedad. Es probable que hayas sentido ansiedad en el pecho o en el estómago, y normalmente no te duele el cerebro cuando tienes miedo. Muchas culturas vinculan la cobardía y la valentía más <a href="https://afosa.org/the-meaning-of-heart-qalb-in-quran/">al corazón</a> <a href="https://byustudies.byu.edu/article/bowels-of-mercy/">o a las tripas</a> que al cerebro.</p>
<p>Pero la ciencia ha considerado tradicionalmente que el cerebro es el lugar donde nacen y se procesan el miedo y la ansiedad. Entonces, ¿por qué y cómo se sienten estas emociones en otras partes del cuerpo?</p>
<p>Soy un <a href="https://scholar.google.com/citations?user=UDytFmIAAAAJ&hl=en">psiquiatra y neurocientífico</a> que investiga y trata el miedo y la ansiedad. En mi libro “<a href="https://rowman.com/ISBN/9781538170380/Afraid-Understanding-the-Purpose-of-Fear-and-Harnessing-the-Power-of-Anxiety">Miedo,</a>” explico cómo funciona el miedo en el cerebro y en el cuerpo, y lo que un exceso de ansiedad provoca en el organismo. Las investigaciones confirman que, aunque las emociones se originan en el cerebro, es el cuerpo el que ejecuta las órdenes.</p>
<h2><strong>El miedo y el cerebro</strong></h2>
<p>Mientras que tu cerebro evolucionó para salvarte de la caída de una roca o de un depredador a toda velocidad, las angustias de la vida moderna suelen ser mucho más abstractas. Hace cincuenta mil años, ser rechazado por tu tribu podía significar la muerte, pero no hacerlo bien en un discurso público en la escuela o en el trabajo no tiene las mismas consecuencias. Tu cerebro, sin embargo, <a href="https://doi.org/10.1006/nimg.2002.1179">podría no notar la diferencia</a>.</p>
<p>Hay algunas áreas clave del cerebro que están muy implicadas en el procesamiento del miedo.</p>
<p>Cuando percibes algo como peligroso, ya sea una pistola apuntándote o un grupo de personas que te miran descontentas, estos estímulos sensoriales se transmiten primero a <a href="https://doi.org/10.1038%2Fnpp.2009.121">la amígdala</a>. Esta pequeña zona del cerebro, con forma de almendra y situada cerca de las orejas, detecta la relevancia emocional de una situación y cómo reaccionar ante ella. Cuando ves algo, determina si debes comértelo, atacarlo, huir de él o tener relaciones sexuales con él.</p>
<p>La <a href="https://theconversation.com/the-science-of-fright-why-we-love-to-be-scared-85885">detección de amenazas</a> es una parte vital de este proceso, y tiene que ser rápida. Los primeros humanos no tenían mucho tiempo para pensar cuando un león se abalanzaba sobre ellos. Tenían que actuar con rapidez. Por esta razón, la amígdala evolucionó para evitar las áreas cerebrales implicadas en el pensamiento lógico y puede activar directamente respuestas físicas. Por ejemplo, ver una cara enfadada en la pantalla de un ordenador puede desencadenar inmediatamente una <a href="https://doi.org/10.1006/nimg.2002.1179">respuesta detectable de la amígdala</a> sin que el espectador sea siquiera consciente de esta reacción.</p>
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<figcaption><span class="caption">Ante una amenaza inminente, los mamíferos suelen luchar, huir o congelarse.</span></figcaption>
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<p><a href="https://doi.org/10.1038/npp.2009.83">El hipocampo</a> está cerca y estrechamente conectado a la amígdala. Participa en la memorización de lo que es seguro y lo que es peligroso, sobre todo en relación con el entorno: contextualiza el miedo. Por ejemplo, tanto ver un león enfadado en el zoo como en el Sáhara desencadenan una respuesta de miedo en la amígdala. Pero el hipocampo interviene y bloquea esta respuesta cuando estamos en el zoo porque no corremos peligro. </p>
<p><a href="https://doi.org/10.1176/appi.ajp.2016.16030353">El córtex prefrontal</a>, situado encima de los ojos, se ocupa principalmente de los aspectos cognitivos y sociales del procesamiento del miedo. Por ejemplo, puedes tener miedo de una serpiente hasta que leas un cartel que indique que no es venenosa o hasta que el dueño te diga que es su amigable mascota. </p>
<p>Aunque el córtex prefrontal suele considerarse la parte del cerebro que regula las emociones, también puede enseñarte a tener miedo en función de tu entorno social. Por ejemplo, puede que te sientas neutral ante una reunión con tu jefe, pero te pongas nervioso de inmediato cuando un compañero te hable de rumores de despidos. Muchos <a href="https://theconversation.com/trump-the-politics-of-fear-and-racism-how-our-brains-can-be-manipulated-to-tribalism-139811">prejuicios como el racismo</a> tienen su origen en el aprendizaje del miedo a través del tribalismo.</p>
<h2><strong>El miedo y el resto del cuerpo</strong></h2>
<p>Si el cerebro decide que una respuesta de miedo está justificada en una situación concreta, activa una <a href="https://doi.org/10.1093/med/9780190259440.003.0019">cascada de vías neuronales y hormonales</a> para prepararte para la acción inmediata. Parte de la respuesta de lucha o huida, como el aumento de la atención y la detección de amenazas, tiene lugar en el cerebro. Pero es en el cuerpo donde se produce la mayor parte de la acción.</p>
<p>Varias vías preparan a distintos sistemas corporales para una acción física intensa. La <a href="https://doi.org/10.3389/fnins.2014.00043">corteza motora</a> del cerebro envía señales rápidas a los músculos para prepararlos para movimientos rápidos y enérgicos. Entre ellos se encuentran los músculos del pecho y el estómago, que ayudan a proteger los órganos vitales de esas zonas. Eso podría contribuir a una sensación de opresión en el pecho y el estómago en condiciones de estrés.</p>
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<figcaption><span class="caption">El sistema nervioso simpático interviene en la regulación del estrés.</span></figcaption>
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<p>El <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK542195/">sistema nervioso simpático</a> es el acelerador que acelera los sistemas implicados en la lucha o la huida. Las neuronas simpáticas están repartidas por todo el cuerpo y son especialmente densas en lugares como el corazón, los pulmones y los intestinos. Estas neuronas hacen que la glándula suprarrenal libere hormonas como la adrenalina, que viajan por la sangre hasta llegar a esos órganos y aumentan la velocidad a la que experimentan la respuesta de miedo.</p>
<p>Para garantizar un riego sanguíneo suficiente a los músculos cuando están muy solicitados, las señales del sistema nervioso simpático aumentan la frecuencia de los latidos del corazón y la fuerza con la que se contrae. Usted siente tanto el aumento de la frecuencia cardíaca como la fuerza de contracción en el pecho, razón por la cual puede relacionar la sensación de emociones intensas con el corazón.</p>
<p>En los pulmones, las señales del sistema nervioso simpático dilatan las vías respiratorias y suelen aumentar la frecuencia y la profundidad de la respiración. A veces esto provoca una sensación de <a href="https://theconversation.com/pain-and-anxiety-are-linked-to-breathing-in-mouse-brains-suggesting-a-potential-target-to-prevent-opioid-overdose-deaths-174187">falta de aire</a>.</p>
<p>Como la digestión es la última prioridad durante una situación de lucha o huida, la activación simpática ralentiza el intestino y reduce el flujo sanguíneo al estómago para ahorrar oxígeno y nutrientes para órganos más vitales como el corazón y el cerebro. Estos cambios en el sistema gastrointestinal pueden percibirse como el malestar asociado al miedo y la ansiedad.</p>
<h2><strong>Todo vuelve al cerebro</strong></h2>
<p>Todas las sensaciones corporales, incluidas las viscerales del pecho y el estómago, se transmiten al cerebro a través de las vías <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK555915/">a través de la médula espinal</a>. El cerebro, ya de por sí ansioso y muy alerta, procesa estas señales tanto a nivel consciente como inconsciente.</p>
<p><a href="https://doi.org/10.1176/appi.ajp.2016.16030353">La ínsula</a> es una parte del cerebro que participa específicamente en la percepción consciente de las emociones, el dolor y las sensaciones corporales. El <a href="https://doi.org/10.1038%2Fs41598-019-52776-4">córtex prefrontal</a> también participa en la autoconciencia, especialmente al etiquetar y nombrar estas sensaciones físicas, como sentir opresión o dolor en el estómago, y atribuirles un valor cognitivo, como “esto está bien y desaparecerá” o “esto es terrible y me estoy muriendo”. Estas sensaciones físicas a veces pueden crear un bucle de ansiedad creciente, ya que hacen que el cerebro sienta más miedo ante la situación debido a la agitación que percibe en el cuerpo.</p>
<p>Aunque las sensaciones de miedo y ansiedad empiezan en el cerebro, también se sienten en el cuerpo porque el cerebro altera las funciones corporales. Las emociones tienen lugar tanto en el cuerpo como en el cerebro, pero uno se da cuenta de su existencia con el cerebro. Como cuenta el rapero Eminem en su canción “Lose Yourself”, la razón por la que le sudaban las palmas de las manos, le flaqueaban las rodillas y le pesaban los brazos era que su cerebro estaba nervioso.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/213461/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Arash Javanbakht no recibe salario, ejerce labores de consultoría, posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pudiera beneficiarse de este artículo, y ha declarado carecer de afiliaciones relevantes además de su cargo académico.</span></em></p>Aunque emociones como el miedo y la ansiedad se originan en el cerebro, al final recorren el cuerpo y hacen que el corazón se acelere y el estómago se retuerza.Arash Javanbakht, Associate Professor of Psychiatry, Wayne State UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2052342023-05-21T19:40:12Z2023-05-21T19:40:12ZPor qué lloramos de pena pero también de alegría<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/526774/original/file-20230517-9960-6nkgbv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=166%2C51%2C3150%2C2103&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/sad-woman-crying-suffering-pain-eyes-1264149037">Motortion Films/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><blockquote>
<p>Yo no ambiciono el mármol, monumento</p>
<p>que la vanidad levanta;</p>
<p>manto suntuoso con que el necio orgullo</p>
<p>cubre su nada;</p>
<p>no darán sus emblemas a mi nombre</p>
<p>el falso orgullo ni la gloria vana;</p>
<p>lo que yo quiero, lo único que pido,</p>
<p>es una lágrima.</p>
<p><strong>La lágrima.</strong> Lord Byron (1788-1824)</p>
</blockquote>
<p>Al finalizar este poema, se diría que Lord Byron conoce bien los secretos, la composición y las funciones de estas gotitas que acompañan a uno de los mayores logros evolutivos del ser humano: el lloro. </p>
<p>Técnicamente se puede describir una lágrima como un <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2720680/">gel interactivo de mucina hidratada</a>, con lípidos asociados a proteínas, distribuidos. Aunque su principal componente no es otro que el agua. </p>
<p><a href="https://theconversation.com/lo-que-una-lagrima-puede-decir-sobre-nuestra-salud-189398">Las lágrimas</a> actúan de lubricante, son la principal fuente de oxígeno de la córnea, funcionan como antiséptico del globo ocular, eliminan cuerpos extraños y actúan de lente ocular. De hecho, son el primer punto de contacto que tiene la luz al entrar en nuestros ojos.</p>
<h2>No es lo mismo producir lágrimas que llorar</h2>
<p>Pero, como se deduce del poema de Byron, no todas las lágrimas son iguales. Una cosa es producir lágrimas para cubrir esas funciones fisiológicas, las llamadas <a href="https://www.aao.org/salud-ocular/consejos/datos-sobre-las-lagrimas">lágrimas basales</a>, que tras su función se reabsorben y rara vez caen por la mejilla. Y otra cosa muy distinta es llorar produciendo lágrimas emocionales.</p>
<p>¿Por qué lloramos? ¿Qué hay detrás de esta reacción evolutiva del ser humano? ¿Qué activación neurofisiológica requiere el llanto?</p>
<p>El llanto es un acto muy complejo. La liberación de lágrimas emocionales implica la interacción de mecanismos cognitivos, psicobiológicos y socioculturales. Ocurre automáticamente en respuesta a situaciones como la tristeza o la pena, una estrategia inconsciente que nos ayuda a conseguir apoyo emocional para salir cuanto antes de la situación. Eso convierte a las lágrimas en la herramienta de comunicación no verbal más poderosa que existe. </p>
<p>Nuestro código filogenético sabe que derramar lágrimas emocionales es la vía más rápida para despertar empatía, <a href="http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1657-92672007000200009">obtener apoyo emocional y terminar con el sufrimiento que nos genera la tristeza</a>. Por ello, cuando estamos tristes, el sistema nervioso envía órdenes a las glándulas lagrimales para que produzcan una cantidad mucho mayor de lágrimas y de <a href="https://www.noticieromedico.com/post/neuropsicobiolog%C3%ADa-del-llanto-la-am%C3%ADgdala-y-las-emociones">composición diferente a las habituales</a>. Concretamente, son lágrimas con mayor cantidad de lípidos (grasas) y de mucina, más densas. Esta composición evita tanto su evaporación como su eliminación por los conductos lacrimales. Por eso se desbordan del párpado inferior cayendo pegadas a la mejilla.</p>
<p>Además de esta función comunicacional, en busca del apoyo del otro, el lloro reduce el estrés, cumpliendo una función de catarsis. Al llorar, <a href="https://www.gaceta.unam.mx/funciones-del-llanto-desestresar-y-generar-empatia-con-los-demas/">aumenta el metabolismo cerebral y se liberan orexinas y endorfinas</a>, que nos generan sensación de paz, de bienestar, de placer. Gracias a la catarsis generada por el llanto se restaura el equilibrio emocional, vuelven la paz y la eutimia (el estado emocional controlado y normalizado). </p>
<h2>Cuando la emoción positiva nos desborda</h2>
<p>Entonces, ¿por que lloramos de alegría? El mecanismo es bastante similar: el desencadenante es también una excitación emocional potente, pero en este caso positiva, que genera así mismo una activación metabólica cerebral, un gasto energético potente, una especie de “cansancio cerebral” que requiere autorregulación. </p>
<p>Las <a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/0956797614561044">lágrimas emocionales de alegría</a> también restablecen el equilibrio ante una emoción que nos desborda. Restaurar el equilibrio emocional es preciso para regresar al funcionamiento normalizado y fisiológico; para que el cerebro se reponga del estadillo emocional, repose y deje de gastar ese exceso de energía que nos nubla el razonamiento y la capacidad de tomar decisiones. </p>
<p>Por cierto, que las personas que lloran de alegría tienen mayor capacidad de <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2014.00502/full">regular las emociones intensas</a>.</p>
<blockquote>
<p>…podrán los labios engañar fingiendo</p>
<p>una sonrisa seductora y falsa;</p>
<p>pero la prueba de emoción se muestra</p>
<p>en una lágrima.</p>
<p><strong>La lágrima.</strong> Lord Byron (1788-1824)</p>
</blockquote><img src="https://counter.theconversation.com/content/205234/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Iván Santolalla Arnedo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Las lágrimas actúan de lubricante, son la principal fuente de oxígeno de la córnea, funcionan como antiséptico, eliminan cuerpos extraños… Pero también comunican emociones y ayudan a que el cerebro recupere el equilibrio.Iván Santolalla Arnedo, Professor of Mental Health and Management; Researcher in Health Sciences, Universidad de La RiojaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2029282023-05-08T21:14:18Z2023-05-08T21:14:18ZEn Finlandia y China expresan con menor intensidad las emociones negativas: así se siente en diferentes países<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/524337/original/file-20230504-19-v47tvu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4089%2C2152&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/mature-asian-man-city-park-face-659802853">Blvdone / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Las <a href="https://globalizationandhealth.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12992-017-0290-0">emociones</a> son reacciones afectivas que experimentamos ante estímulos. Pueden ser positivas, tales como sentirse relajado o disfrutar de lo que se está haciendo (sea ir de compras o dar un paseo, por ejemplo); y lo opuesto, negativas, como estar enfadado, triste o preocupado. </p>
<p>Pero ¿nos mostramos felices, irritados o deprimidos de igual manera en diferentes países y en distintas culturas? Parece que la respuesta es un rotundo no: los niveles diferentes de emociones positivas y negativas difieren según nuestra procedencia. </p>
<p>En un estudio en el que participaron más de 50 000 adultos de España, México, India, China, Rusia, Ghana, Sudáfrica, Finlandia y Polonia, el <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0061534"><em>método de reconstrucción del día</em></a> permitió evaluar en qué medida las personas se sentían preocupadas, irritadas o enfadadas, apresuradas, deprimidas, tensas o estresadas; o bien calmadas, relajadas y disfrutando. </p>
<p>Los resultados revelaron que en Finlandia, China y los países africanos las personas expresan menos emociones negativas. En cuanto a las emociones positivas, resultan más homogéneas en todos los países, destacando los africanos por valores más altos. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/523646/original/file-20230501-14-k8mn3q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C1920%2C1080&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/523646/original/file-20230501-14-k8mn3q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C1920%2C1080&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/523646/original/file-20230501-14-k8mn3q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/523646/original/file-20230501-14-k8mn3q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/523646/original/file-20230501-14-k8mn3q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/523646/original/file-20230501-14-k8mn3q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/523646/original/file-20230501-14-k8mn3q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/523646/original/file-20230501-14-k8mn3q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">La cultura, en relación con el contexto socioeconómico, puede influir en la manera en que las personas perciben y expresan sus emociones.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://pixabay.com/photos/holi-girl-indian-india-dance-fun-2416686/">Murtaza_ali / Pixabay</a></span>
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</figure>
<h2>En China las emociones se consideran factores patógenos</h2>
<p>La cultura, en relación con el contexto socioeconómico, puede influir en la manera en la que las personas perciben y expresan sus emociones. Por ejemplo, en <a href="https://www.jstor.org/stable/10.1525/j.ctv1wxs1d">China</a> existe la tradición de considerar las emociones como factores patógenos, desalentando su expresión. </p>
<p>Los finlandeses, por su parte, suelen ser emocionalmente reservados y raramente puntúan alto en la expresión de alegría o rabia. De hecho, el concepto finlandés <a href="https://www.bbc.com/travel/article/20180617-why-the-finns-dont-want-to-be-happy"><em>sisu</em></a> significa demostrar fuerza, estoicismo y resiliencia. Por su parte, las normas sociales <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s10531-004-8787-2">africanas</a> señalan como indeseables las emociones negativas.</p>
<p>Tener en cuenta los factores sociales es importante, ya que la promoción y mejora del bienestar emocional de las personas debe constituir un aspecto clave de las agendas sociales públicas.</p>
<p>¿Y estos factores se asocian con las emociones de igual forma en diferentes países? A pesar de las diferencias existentes en la magnitud con la que se reportan las emociones y de la brecha cultural, social y económica, coincidimos en muchos aspectos sociales. Entre ellos, destaca <a href="https://systematicreviewsjournal.biomedcentral.com/articles/10.1186/s13643-018-0935-">la soledad no deseada</a>, es decir, la discrepancia entre las relaciones que una persona posee y las que quisiera tener. Que es unos de los grandes enemigos del bienestar emocional vivamos donde vivamos.</p>
<h2>La soledad aumenta sentimientos de depresión</h2>
<p>La emoción más afectada por la soledad es la depresión, especialmente en los países europeos. Mayores niveles de soledad se corresponden con mayores niveles de depresión y menores niveles de emociones positivas. Hablamos de sentimientos y emociones de depresión: no es lo mismo sentirse deprimido que padecer una depresión.</p>
<p>Sorprendentemente, en un solo país, México, la soledad no se asoció con ninguna emoción. <a href="https://journalofchinesesociology.springeropen.com/articles/10.1186/s40711-019-0106-0">La evidencia previa</a> afirma que las consecuencias negativas de la soledad en la población mexicana son atenuadas por las interacciones sociales y el apoyo familiar. En efecto, menos del 1 % de los participantes vivían solos, posible indicador de la relevancia de los vínculos familiares. Esto indica que los efectos de la soledad varían culturalmente. </p>
<p>La participación social se asocia con mayores emociones positivas y la confianza en la sociedad con menores emociones negativas. La <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s11205-013-0361-4">confianza</a> crea una sensación de seguridad, aportando calma en la vida diaria y estimulando la cooperación, aumentando la percepción de apoyo social. Vivir solo conlleva mayores sentimientos de depresión, sin asociarse a otras emociones. </p>
<p>Quizás sea la experiencia subjetiva de la soledad la que influye en mayor medida en las emociones del día a día de las personas, más que una medida objetiva como vivir solo, que puede ser o no deseado.</p>
<p>Los seres humanos estamos naturalmente inclinados a las relaciones sociales y al intercambio social. Los aspectos sociales resultan relevantes para las emociones en todos los países, pero la forma y la fuerza de sus relaciones dependen del país y la cultura.</p>
<p>Teniendo en cuenta los diferentes escenarios culturales, deberían implementarse políticas de promoción del bienestar emocional. Por ejemplo, se podría intensificar la participación social, involucrando a las personas en su comunidad a través del voluntariado y facilitando el acceso a actividades de ocio. Otra estrategia interesante sería garantizar las relaciones sociales en todos países para evitar la soledad y el aislamiento, además de aumentar la seguridad de los barrios para fomentar la confianza social. </p>
<p>Simultáneamente, sería necesario crear un diálogo internacional sobre la soledad para ampliar la conciencia sobre este problema, saber identificarlo y reducir su impacto en el bienestar emocional de las personas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/202928/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Marta Miret recibe fondos del Instituto de Salud Carlos III (PI19/00235 y PI22/00309). </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Chiara Castelletti no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Personas de diferentes países reportan niveles diferentes de emociones, cuya relación con aspectos sociales depende del país y la cultura. La promoción de emociones positivas y la atención a la soledad deben ser prioritarias en las políticas sociales.Chiara Castelletti, Doctoranda en Psicología clínica y de la salud, con contrato FPI-UAM en el departamento de Psiquiatría (Facultad de Medicina), Universidad Autónoma de MadridMarta Miret, Profesora de Psicología Médica, Universidad Autónoma de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2046362023-05-08T11:28:09Z2023-05-08T11:28:09ZEl sorprendente efecto secundario del bótox en el cerebro<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/524610/original/file-20230505-23-k3g9u0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=232%2C184%2C6233%2C3751&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/treatment-botox-hyaluronic-collagen-ha-injection-156881528">Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>En la sociedad actual, la imagen y la apariencia física se han convertido en una obsesión cada vez más común. De ahí la proliferación de tratamientos y productos cosméticos, entre ellos, el popularísimo bótox. </p>
<p>Con el nombre científico de toxina botulínica, esta sustancia es una neurotoxina de origen natural producida por la bacteria <em>Clostridium botulinum</em>, que aparece en alimentos mal conservados y <a href="https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000598.htm">produce intoxicaciones alimentarias</a>.</p>
<h2>Un veneno con efectos terapeúticos</h2>
<p>El mecanismo de acción de la toxina botulínica se basa en su capacidad para bloquear la liberación de <a href="https://www.cancer.gov/espanol/publicaciones/diccionarios/diccionario-cancer/def/acetilcolina">acetilcolina</a>, un neurotransmisor esencial para la contracción muscular. Como resultado, el músculo se relaja temporalmente y pierde su capacidad de producir contracciones involuntarias o espasmos. </p>
<p>En medicina estética, este efecto paralizante se utiliza para reducir las líneas de expresión.</p>
<p>A pesar de que su uso está asociado a –en ocasiones desafortunados– retoques estéticos, el bótox también se emplea para combatir diversos trastornos, incluyendo espasmos musculares, migrañas crónicas, incontinencia urinaria y sudoración excesiva, <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5310164/">entre otros muchos</a>. Está, por tanto, considerada como una sustancia segura y efectiva cuando es administrada por un profesional. </p>
<p>Sin embargo, <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-023-29280-x">un reciente estudio</a> de la Universidad de Irvine (California) sugiere un sorprendente efecto secundario del bótox sobre el procesamiento de las emociones. Su origen estaría en los mecanismos más básicos que emplea el cerebro para reconocer las expresiones de las personas que nos rodean. </p>
<h2>El valor de las microexpresiones</h2>
<p>Sin la mediación de la palabra y simplemente empleando un variado repertorio de muecas, sonrisas, ceños fruncidos, pestañeos y gestos oculares, se pueden comunicar un sinfín de emociones, como el miedo, la ira, la tristeza y la felicidad. También información social y de estatus, como la sumisión o la agresión.</p>
<p>De esta forma, las expresiones faciales –especialmente las microexpresiones, que duran sólo una fracción de segundo– pueden revelar emociones a nuestros interlocutores incluso antes de que sepamos conscientemente qué sentimos.</p>
<p>Pero ¿qué sucede si se reduce nuestra capacidad de gesticular? Claramente podríamos pensar en un obstáculo para comunicarnos. <a href="https://theconversation.com/el-efecto-mascarilla-por-que-nos-comunicamos-mucho-peor-147041">Esto se puso de manifiesto durante la pandemia de covid-19</a>, cuando el uso generalizado de mascarillas repercutió negativamente en la calidad de las interacciones sociales. </p>
<p>De igual forma, el bótox disminuye la movilidad de los músculos faciales, limitando nuestra capacidad para expresar emociones de manera natural y completa. </p>
<p>Hasta aquí todo parece tener sentido, pero es que además el mencionado trabajo describe un asombroso efecto en la facultad de la persona que recibe la toxina botulínica para reconocer e interpretar las emociones de los demás.</p>
<h2>¿Y qué ocurre si no podemos fruncir el ceño?</h2>
<p>Para comprender cómo nuestros propios gestos afectan a la interpretación emocional, los investigadores midieron la actividad cerebral en 10 mujeres de entre 33 y 40 años a las que se inyectó bótox para inducir parálisis temporal del músculo responsable de fruncir el ceño, conocido como músculo glabelar. </p>
<p>Los investigadores registraron la actividad cerebral de estas voluntarias mientras observaban imágenes de rostros que mostraban distintas emociones (alegría, tristeza, enfado, etc.) antes y después de recibir el tratamiento. Inesperadamente, los resultados mostraron cambios en la actividad de la amígdala, una región cerebral clave para reconocer e interpretar las emociones. </p>
<p>¿Cómo es esto posible? Los autores del trabajo sugieren que restringir nuestras propias gesticulaciones podría dificultar la llamada <a href="https://theconversation.com/sonria-por-favor-solo-con-hacer-el-gesto-se-pondra-un-poco-mas-feliz-193979">retroalimentación facial</a>. Según esta teoría, cuando vemos una cara enfadada o feliz, contraemos o flexionamos los músculos correspondientes para recrear la expresión y ayudarnos a identificar la emoción reflejada. </p>
<p>Entonces, la prevención del ceño fruncido con el bótox impediría la formación de estas microexpresiones, afectando al procesamiento de las caras emocionales. </p>
<p>El estudio aporta nuevas evidencias <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/18562330/">a una creciente línea de pensamiento</a> que sugiere que la inhibición de la contracción del músculo glabelar <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25694806/">altera la actividad neural implicada en el procesamiento emocional</a>. Además, estos resultados nos ayudan a comprender mejor cómo interpreta el cerebro las emociones.</p>
<p>La capacidad de leer correctamente los gestos de los demás es esencial para la comunicación y la interacción social efectivas. Hasta el punto de que los defectos en el reconocimiento de la expresión facial son considerados uno de los principales síntomas de los trastornos sociales, como el <a href="https://theconversation.com/es/topics/autismo-66565">autismo</a>. </p>
<p>Los problemas para interpretar las señales sociales pueden dificultar el establecimiento de relaciones y la construcción de una red social sólida. Aunque se necesita más investigación para confirmar los hallazgos y comprender mejor el papel del bótox en la interpretación de las emociones, es importante sopesar sus posibles (e inesperados) efectos secundarios a la hora de considerar someterse a este tipo de tratamientos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/204636/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Sandra Jurado no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La toxina que reduce las líneas de expresión también podría disminuir la capacidad cerebral de quien recibe el tratamiento para interpretar las emociones en el rostro de los demás.Sandra Jurado, Cientifico Titular - Instituto de Neurociencias de Alicante (CSIC-UMH), Universidad Miguel HernándezLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2033552023-05-01T20:22:21Z2023-05-01T20:22:21ZLa retórica populista juega con las emociones<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/519546/original/file-20230405-14-gyiyl8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C25%2C1920%2C1250&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">El líder de Vox, Santiago Abascal, presenta en Pamplona el programa de su partido para las elecciones legislativas de 2019.
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/fr/image-photo/pamplona-spain-february-7-2019-president-1311382343">MiguelOses/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Si nos fijamos en los discursos de los <a href="https://www.touteleurope.eu/fonctionnement-de-l-ue/comprendre-la-vague-populiste-en-europe/">partidos populistas</a>, en auge en numerosos países europeos desde hace varios años, podemos constatar que estos partidos sitúan en el centro de sus estrategias de comunicación un lenguaje fuertemente emocional con el objetivo de convencer y seducir a los electores.</p>
<p>Los análisis presentados en la obra colectiva <a href="https://www.editions-harmattan.fr/livre-emotions_strategies_politiques_et_engagement_citoyen_david_bousquet_alexandra_palau-9782806106506-72999.html"><em>Emotions, political strategies and citizen engagement</em></a> que coeditamos ponen de relieve las estructuras afectivas movilizadas por estas ideologías y su instrumentalización en un paisaje mediático cambiante. </p>
<p>¿Hasta qué punto el uso de esta retórica emocional explica la actual ola populista? ¿Cuáles son los contextos políticos y culturales que favorecen la expresión de las emociones? ¿Y cuál es la influencia de las herramientas digitales en la propagación de argumentos basados en las emociones y la formación de comunidades emocionales?</p>
<h2>Internet: un catalizador de los afectos</h2>
<p>La generalización de las herramientas digitales y las redes sociales ha tenido un gran impacto en el debate político y cívico. Al materializarse <a href="https://www.cairn.info/revue-etudes-2018-11-page-43.htm">las relaciones (intangibles) de poder</a> entre, por un lado, “una élite alejada del mundo” y, por otro, “un pueblo anclado en la realidad”, estas nuevas prácticas alimentan un proceso de identidad social que favorece el apoyo emocional a los valores nacionalistas que portan determinadas formaciones políticas.</p>
<p>La capacidad de influencia de los dispositivos digitales se ve así favorecida por los líderes populistas que buscan <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7791273">una comunicación directa y personal con su público</a>. Para muchos de ellos, se trata de promover sus referencias ideológicas en un contexto de ansiedad identitaria, a través de temas que despiertan emociones como el miedo, la ira o el resentimiento.</p>
<p>El énfasis en los valores compartidos, combinado con la viralidad de las nuevas tecnologías de la información, permite crear comunidades morales imaginarias populistas. Estas, apoyándose en referentes simbólicos y afectos, pretenden borrar las diferencias dentro del grupo y centrarse en intereses y objetivos comunes.</p>
<p>En la retórica y la imagen del partido de extrema derecha español Vox, estas lógicas de pertenencia comunitaria se encuentran, por ejemplo, en la exaltación de una temática <a href="https://www.lesechos.fr/monde/europe/vox-chasse-le-vote-rural-en-vantant-lespagne-authentique-1014520">ruralista</a> que se apoya tanto en símbolos patrióticos como la bandera española como en la defensa de ciertas tradiciones como la tauromaquia o la caza.</p>
<p>El espacio de debate digital permite nuevos formatos, con interacciones más inmediatas y espontáneas que las tradicionales tertulias y entrevistas televisivas. El impacto de las nuevas tecnologías en el discurso público es significativo. Los medios digitales impulsan nuevas formas de influencia mediática y redefinen las relaciones e interdependencias entre la esfera política y la sociedad civil. Las emociones se convierten en una herramienta de movilización, a través de la estigmatización o deslegitimación de ciertos grupos minoritarios, por ejemplo, los inmigrantes ilegales.</p>
<p>Durante las últimas campañas electorales en varios países europeos como Francia, España o Italia, se utilizó una retórica emocional, <a href="https://www.cairn.info/geopolitique-des-extremes-droites--9791031805030-page-167.htm">amplificada a través de las redes sociales</a>, para convencer a los votantes de los peligros de la inmigración, un tema no había tenido peso electoral en España hasta 2017. </p>
<p>En otros países, las redes sociales han facilitado la difusión de este tipo de argumentos que apelan a las emociones. Esto se ha traducido en un aumento de votos en las últimas elecciones (que, por supuesto, también puede explicarse por otros factores, como los sentimientos de decadencia, la crisis sanitaria, las dificultades económicas, etc.).</p>
<p>En el discurso alarmista, difundido en forma de vídeos cortos, <em>spots</em> electorales o mensajes breves como <em>hashtags</em> o tuits, observamos que el tema identitario se coloca en el centro. El objetivo es construir lógicas de exclusión basadas en el miedo a los extranjeros y el rechazo de los valores cosmopolitas, presentados como una amenaza para la nación. </p>
<p>Esta manipulación bélico-ideológica exacerba los temores y, al dividir el espacio político, alimenta una radicalización en el espacio público y mediático favorable al populismo. La implicación afectiva que caracteriza la fabricación de estos conflictos se utiliza para alimentar las frustraciones y actuar en la construcción de las posiciones ideológicas de los ciudadanos.</p>
<h2>Emociones y estrategias electorales</h2>
<p>Basando sus argumentos en la <a href="https://www.sciencespo.fr/ceri/fr/content/dossiersduceri/populisme-mode-d-emploi">ansiedad identitaria</a>, varios líderes populistas han podido acceder al poder –como en Italia, donde <a href="https://theconversation.com/quelle-politique-migratoire-pour-litalie-de-giorgia-meloni-191023">Giorgia Meloni</a>, líder del partido Fratelli d'Italia, se convirtió en presidenta del Consejo de Ministros– u obtener una mayor representación parlamentaria. </p>
<p>Es el caso, en particular, del Rassemblement National en Francia o de Vox en España, que, tras las elecciones generales de noviembre de 2019, se <a href="https://www.lemonde.fr/international/article/2019/11/11/elections-legislatives-l-extreme-droite-vox-devient-la-troisieme-force-en-espagne_6018732_3210.html">convirtió en la tercera fuerza política del país</a>. Desde el final del proceso de transición democrática, en 1982, ninguna formación de extrema derecha se había sentado en el Congreso de los Diputados de Madrid.</p>
<p>En esa campaña electoral, Vox utilizó en exceso al tema “antiinmigración”, asociándolo a una exaltación de la nación y los valores patrióticos. En su cuenta oficial de Twitter, el partido difundió numerosos <a href="https://www.youtube.com/watch?v=-_Lck24ut6Q">vídeos</a> que apelaban a este polémico argumento en un tono vehemente y con el acompañamiento de una música animada, explotando los mecanismos de la viralidad mediante <em>hashtags</em> llamativos.</p>
<h2>La construcción de una oposición amigo/enemigo</h2>
<p>El registro de la emoción también pretende explotar el descontento social y el resentimiento de las poblaciones desclasadas por las dificultades económicas. En un contexto político europeo marcado por una <a href="https://www.cairn.info/la-politique-en-france-et-en-europe--9782724610192-page-15.htm">crisis de representatividad</a> y una desafección de los ciudadanos hacia el Estado y los partidos tradicionales, los discursos de las formaciones populistas se basan en ataques destinados a desacreditar el funcionamiento de las instituciones y a designar chivos expiatorios.</p>
<p>El vocabulario afectivo se plasma en la retórica antiélites y en el uso de diatribas destinadas a alimentar el resentimiento de la población hacia esas élites. Además, los dispositivos emocionales utilizados buscan promover formas de identificación colectiva proponiendo una visión maniquea de la sociedad. </p>
<p>Así, Vox se presenta como “el partido del sentido común” y se alimenta de un desencanto democrático oponiendo el pueblo a la élite. También se distancia de las ideologías, como demuestra su eslogan: “El sentido común no necesita ideologías”. El objetivo es transcribir un sentimiento de indignación hacia el sistema de partidos tradicional que, según este argumento, ya no parece responder a las expectativas de la sociedad.</p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1578675687493632001"}"></div></p>
<p>Como ocurre con muchos populismos nacionalistas, este tema, que divide sistemáticamente el espacio público, se ha convertido en un elemento central del dispositivo comunicativo de Vox. Destaca el uso de un lenguaje sencillo y muy a menudo binario que opone un “ellos” (la élite) a un “nosotros” (el pueblo), así como un rechazo de la complejidad. </p>
<p>Las imágenes y narraciones publicadas en Internet pretenden mostrar a un partido que escucha a la “gente real” y sus dificultades. Un vídeo titulado “<a href="https://www.youtube.com/watch?v=PPZ3J924T_U">Los trabajadores del asfalto, la España olvidada</a>” se centra, con una cuidada estética, en las precarias condiciones laborales de ciertas profesiones. Así, por ejemplo, los repartidores de las plataformas digitales aparecen como si hubiesen sido abandonados por los líderes políticos. </p>
<p>A través del retrato de un repartidor de 31 años, Vox castiga las decisiones tomadas por las empresas, el gobierno y los sindicatos. La lógica acusatoria es característica de esta retórica, que privilegia el uso de las emociones y la presentación de soluciones simples frente a los argumentos racionales.</p>
<p>En el contexto actual de incertidumbre política, social y económica, las emociones son una herramienta esencial de comunicación política para las formaciones populistas. El estudio de estos mecanismos abre nuevas perspectivas para analizar no sólo las estrategias aplicadas y su impacto electoral, sino también los elementos que subyacen a la construcción de un discurso identitario.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/203355/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Les auteurs ne travaillent pas, ne conseillent pas, ne possèdent pas de parts, ne reçoivent pas de fonds d'une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n'ont déclaré aucune autre affiliation que leur organisme de recherche.</span></em></p>Los partidos populistas, sobre todo en España e Italia, explotan al máximo las emociones de los electores, especialmente en las redes sociales, donde estas fuerzas políticas destacan.Alexandra Palau, Maître de conférences en Civilisation de l'Espagne contemporaine, Université de Bourgogne – UBFCDavid Bousquet, Maître de conférences en études culturelles, Université de Bourgogne – UBFCLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2015942023-03-23T17:55:53Z2023-03-23T17:55:53Z¿Por qué la música evoca tantos recuerdos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/514673/original/file-20230310-18-s9v4c0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C6036%2C4036&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Escuchar ciertas canciones puede evocar recuerdos muy intensos.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.pexels.com/photo/portrait-photo-of-smiling-woman-in-black-top-and-glasses-wearing-white-headphones-3765147/">Andrea Piacquadio / Pexels</a></span></figcaption></figure><p>Imagínese atravesando una calle concurrida de camino al trabajo. Se cruza con un músico callejero que toca una canción que hacía años que no escuchaba. De repente, en vez de fijarse en todo lo que pasa en la ciudad, su mente empieza a revivir la primera vez que escuchó esa canción. Esa pieza le transportará directamente al lugar donde estaba entonces y aflorarán los sentimientos asociados a ese recuerdo.</p>
<p>Esta experiencia –cuando la música nos trae recuerdos de acontecimientos, personas y lugares de nuestro pasado– se conoce como <a href="https://doi.org/10.1371/journal.pone.0251692">memoria autobiográfica evocada por la música</a>. Y es una <a href="https://doi.org/10.1177/0305735619888803">experiencia muy común</a>. </p>
<p>A menudo se produce como un <a href="https://doi.org/10.1177/0963721410370301">recuerdo involuntario</a>. Es decir, no nos esforzamos por evocar esos recuerdos: simplemente nos vienen a la mente de forma espontánea. </p>
<p>Pero ¿por qué la música es tan buena para evocar recuerdos? En primer lugar, la música suele acompañar muchos acontecimientos vitales señalados, como fiestas, graduaciones, bodas y funerales, por lo que puede desempeñar un papel importante a la hora de reconectarnos con estos <a href="https://doi.org/10.1017/S1041610215000812">momentos de autodefinición</a>. </p>
<p>La música también suele captar nuestra atención debido a la forma en que afecta a nuestras <a href="https://theconversation.com/the-power-of-our-song-the-musical-glue-that-binds-friends-and-lovers-across-the-ages-73593">mentes</a>, <a href="https://theconversation.com/rhythm-on-the-brain-and-why-we-cant-stop-dancing-56354">cuerpos</a> y <a href="https://theconversation.com/why-sad-songs-say-so-much-to-some-people-but-not-others-65365">emociones</a>. </p>
<p>Cuando la música capta nuestra atención, aumenta la probabilidad de que se codifique en la memoria junto con los detalles de un acontecimiento vital. Esto implica que puede ser una señal eficaz para recordar ese acontecimiento años más tarde.</p>
<h2>Recuerdos positivos</h2>
<p>En <a href="https://doi.org/10.1016/j.jarmac.2021.09.002">una investigación reciente</a>, mi colega y yo descubrimos que la naturaleza emocional de una pieza musical es un factor importante a la hora de utilizarla como señal de recuerdo. </p>
<p>Comparamos la música con otros recuerdos emocionales que, según un amplio grupo de participantes, transmitían la misma expresión emocional que los fragmentos musicales que utilizamos. Esto incluía comparar la música con “sonidos emocionales” –como ruidos de la naturaleza y de fábricas– y con “palabras emocionales” –como “dinero” y “tornado”–. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="Cantante sobre un escenario y público con las manos en alto y ambiente rojo y neblinoso." src="https://images.theconversation.com/files/513752/original/file-20230306-18-98emau.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/513752/original/file-20230306-18-98emau.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=429&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/513752/original/file-20230306-18-98emau.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=429&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/513752/original/file-20230306-18-98emau.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=429&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/513752/original/file-20230306-18-98emau.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=539&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/513752/original/file-20230306-18-98emau.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=539&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/513752/original/file-20230306-18-98emau.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=539&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">La música puede evocar recuerdos y crear momentos mágicos.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.pexels.com/photo/people-in-concert-1763075/">pexels/sebastian ervi</a></span>
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</figure>
<p>Los resultados revelaron que la música evocaba más recuerdos que las palabras y los sonidos, sobre todo recuerdos positivos. Sorprendentemente, la música triste evocaba más recuerdos positivos que los sonidos o palabras tristes. </p>
<p>Teniendo en cuenta la capacidad de la música de reconectarnos con momentos emocionalmente positivos de nuestro pasado, no es descabellado pensar que su poder <a href="https://theconversation.com/why-researchers-are-turning-to-music-as-a-possible-treatment-for-stroke-brain-injuries-and-even-parkinsons-171701">terapéutico</a> pueda resultar especialmente fructífero. </p>
<h2>Cómo y cuándo</h2>
<p>La familiaridad de una pieza musical también desempeña un papel importante. En <a href="https://doi.org/10.1177/17470218221129793">otro estudio reciente</a>, descubrimos que la música más familiar evoca más recuerdos y los trae a la mente de forma más espontánea. </p>
<p>Así que, en parte, la música puede ser una señal más eficaz para los recuerdos que, por ejemplo, nuestra película o libro favoritos, porque solemos volver a escuchar canciones con más frecuencia a lo largo de nuestra vida que volver a ver películas, programas de televisión o leer libros.</p>
<p>Las situaciones en las que escuchamos música también pueden influir. <a href="https://doi.org/10.1017/CBO9780511575921">Investigaciones anteriores</a> demuestran que es más probable que los recuerdos involuntarios vuelvan durante actividades en las que nuestra mente tiene libertad para divagar pensando en nuestro pasado. Estas actividades tienden a ser poco exigentes en cuanto a nuestra atención e incluyen cosas como ir al trabajo, viajar, las tareas domésticas y relajarse. </p>
<p>Este tipo de actividades coinciden casi perfectamente con las registradas en otro estudio en el que pedimos a los participantes que llevaran un diario y anotaran cuándo la música les evocaba un recuerdo, junto con lo que estaban haciendo en ese momento. Descubrimos que las actividades cotidianas que suelen ir de la mano de escuchar música –como viajar, hacer tareas domésticas o salir a correr– tienden a despertar más recuerdos involuntarios. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="Mujer en una tienda de discos." src="https://images.theconversation.com/files/513757/original/file-20230306-22-ijo2xo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/513757/original/file-20230306-22-ijo2xo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/513757/original/file-20230306-22-ijo2xo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/513757/original/file-20230306-22-ijo2xo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/513757/original/file-20230306-22-ijo2xo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/513757/original/file-20230306-22-ijo2xo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/513757/original/file-20230306-22-ijo2xo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Cuando escuchamos una pieza musical de hace años, parece que viajamos a ese momento.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.pexels.com/photo/woman-in-red-and-white-plaid-shirt-checking-the-vinyl-record-6862365/">pexels/cottonbro studio</a></span>
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</figure>
<p>Esto contrasta con otras aficiones, <a href="https://doi.org/10.1525/mp.2021.38.5.435">como ver la televisión</a>, que pueden requerir que nuestra mente esté más concentrada en la actividad que estamos realizando y, por tanto, es menos probable que divague hacia escenarios de nuestro pasado. </p>
<p>Parece, pues, que la música no sólo es buena para evocar recuerdos, sino que los momentos en los que es más probable que escuchemos música son los momentos en los que nuestra mente puede <a href="https://theconversation.com/how-your-brain-decides-what-to-think-198109">naturalmente ser más propensa a divagar</a>.</p>
<p>La música también está presente en muchos acontecimientos de la vida que son distintivos, emotivos o autodefinitorios, y <a href="https://theconversation.com/how-your-brain-decides-what-to-think-198109">este tipo de recuerdos</a> tienden a recordarse más fácilmente. </p>
<p>De hecho, el poder de la música para conectarnos con nuestro pasado demuestra que la música, los recuerdos y las emociones están relacionados, y parece que ciertas canciones pueden actuar como una línea directa de comunicación con nuestro yo más joven.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/201594/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Kelly Jakubowski no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La música, los recuerdos y las emociones están unidos y ciertas canciones pueden actuar como una línea directa de comunicación con nuestro pasado.Kelly Jakubowski, Assistant Professor in Music Psychology, Durham UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2009562023-03-19T22:07:23Z2023-03-19T22:07:23ZAtracones emocionales: cuando asaltamos la nevera para aliviar el malestar psicológico<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/515800/original/file-20230316-26-fzynav.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=27%2C0%2C4562%2C3034&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/young-hungry-brunette-girl-overeating-junk-250554517">Shutterstock / Fotos593</a></span></figcaption></figure><p>El termino alemán <em>Kummerspeck</em> es una de esas palabras, como las españolas sobremesa y vergüenza ajena, difíciles de traducir a otros idiomas. Proviene de <em>kummer</em>, pena, tristeza, y <em>speck</em>, tocino o panceta. O sea, significaría algo así como <em>penapanceta</em> y actualmente es utilizada por algunos psicólogos <a href="https://hyperbole.es/2020/04/el-sindrome-de-kummerspeck-kummerspeck-syndrom/">para definir los atracones emocionales</a>, tan frecuentes hoy en día. </p>
<p>¿A qué nos referimos exactamente? Todos nos podemos identificar con esas situaciones en las que el estrés, la ansiedad o la carga de trabajo acumulada influyen, casi siempre de forma negativa, en nuestra dieta. Cuando un mal día acaba con un ataque indiscriminado a la nevera. Y no para atiborrarnos de fruta o verdura, precisamente.</p>
<p>Podríamos hablar de <a href="https://www.mundopsicologos.com/articulos/alimentacion-emocional-que-es-y-como-controlarla">alimentación emocional</a>, entonces, como aquel proceso en el que nuestro estado de ánimo genera conductas alimentarias que pueden dañar nuestra salud.</p>
<h2>En busca de recompensas inmediatas</h2>
<p>Esto se debe a que nuestro cerebro busca una recompensa inmediata frente a los déficits emocionales. Alimentos como los que contienen elevadas cantidades de azúcares, sodio o grasas, o potenciadores del sabor como el <a href="https://www.uoc.edu/portal/es/news/actualitat/2017/088-umami-glutamato.html">glutamato monosódico</a> son capaces de enviar mensajes de satisfacción casi inmediatos a nuestra mente. Estos compuestos aumentan, además, la sensación de apetito.</p>
<p>Las causas que provocan <em>hambre emocional</em> son muy variadas. Saber el origen del problema es la mejor forma de comenzar a resolverlo. He aquí algunas situaciones que pueden desencadenarlo:</p>
<ul>
<li><p>Conflictos personales, discusiones con seres queridos y problemas familiares o de pareja. Estas circunstancias pueden generar un vacío emocional importante que se intenta llenar mediante alimentación emocional.</p></li>
<li><p>Estrés, situaciones en las que el trabajo o las obligaciones provocan un agotamiento de los recursos mentales. Especialmente <a href="https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/003211.htm">el estrés crónico</a>, que perdura y genera un desgaste emocional intenso, hasta el punto de provocar el <a href="https://theconversation.com/el-sindrome-de-estar-quemado-la-proxima-pandemia-195968">síndrome de estar quemado</a>.</p></li>
<li><p>Aburrimiento, que nos hace darle vueltas a las cosas y pensar en exceso. Múltiples estudios relacionan la desmotivación que surge del hastío con la necesidad de buscar estímulos. <a href="https://repositori.uji.es/xmlui/handle/10234/155725">La ingesta de alimentos</a> puede generar el neurotransmisor dopamina, que compensa esa sensación de vacío.</p></li>
<li><p>La ansiedad y otras patologías mentales como la depresión <a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-48082007000200005&script=sci_arttext&tlng=en">están íntimamente ligadas con la sobrealimentación emocional</a>. El vacío que generan se intenta llenar con la satisfacción inmediata de la alimentación. En muchas ocasiones se convierte en un círculo vicioso, pues tras el atracón viene el remordimiento y el malestar.</p></li>
</ul>
<p>Esta conducta en alza contribuye a agravar un problema de salud global. <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/obesity-and-overweight">Según la Organización Mundial de la Salud</a>, la obesidad se ha triplicado desde 1975. En 2016 había un 39 % de adultos con sobrepeso, cifra que sigue aumentando y que a menudo está en el origen de las llamadas <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/noncommunicable-diseases">enfermedades crónicas no transmisibles</a>: trastornos vasculares, cánceres asociados al sedentarismo, enfermedades respiratorias y diabetes.</p>
<h2>Primer paso: identificar el problema</h2>
<p>¿Y cómo podemos evitar este tipo de conductas? El primer paso es reconocer cuáles son las causas y los motivos que nos llevan al atracón emocional. Ser capaces de distinguir qué tipo de hambre estamos padeciendo puede ser una buena forma de comenzar:</p>
<ul>
<li><p>El hambre emocional aparece de forma repentina y nos fuerza a darle una solución urgente. Además, es selectiva: demanda unos tipos concretos de alimentos. Y normalmente, como hemos visto, poco saludables. Este tipo de apetito no genera sensación de saciedad, o sea, seguimos comiendo aunque ya no necesitemos alimento. Finalmente, nos deja una sensación de malestar, de culpabilidad, siempre un sentimiento negativo.</p></li>
<li><p>El hambre fisiológica es paulatina, va creciendo gradualmente y puede esperar. No demanda urgencia para saciarla. Atiende a una gama mucho más amplia de alimentos, no es tan “caprichosa”. En el momento en el que se cubren las necesidades, dejamos de comer. La sensación final es de satisfacción, sin sentimientos de culpa.</p></li>
</ul>
<h2>Maniobras de distracción</h2>
<p>Además de reconocer la situación que estamos viviendo, podemos buscar alternativas a esos comportamientos:</p>
<ul>
<li><p>Practicar ejercicio: <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0214916817300670">la actividad física</a> disminuye los niveles de grelina y aumenta las concentraciones de leptina, hormonas directamente relacionadas con el apetito.</p></li>
<li><p>Regular el descanso puede ayudarnos a controlar nuestras emociones y disminuir el apetito emocional.</p></li>
<li><p>Debemos adquirir hábitos de alimentación adecuados. Nuestro cerebro <a href="https://es.ara.cat/misc/cerebro-mejor-aliado-perder-regimen_1_1363232.html#:%7E:text=El%20cerebro%20tarda%20unos%2020,de%20lo%20que%20hemos%20comido">tarda más de 20 minutos</a> en percibir que nuestro estómago está lleno. <a href="https://theconversation.com/alimentacion-consciente-por-que-es-importante-concentrarnos-en-lo-que-comemos-y-como-lo-comemos-184883">Comer lentamente nos ayuda a ser conscientes</a> de lo que nos llevamos a la boca y a sentirnos satisfechos antes.</p></li>
<li><p>Finalmente, acudir a un profesional puede ayudarnos a regular nuestra ansiedad y estrés. Puede ser un guía para reconocer cuales son nuestras necesidades, pues nosotros mismos a veces no somos conscientes del problema.</p></li>
</ul><img src="https://counter.theconversation.com/content/200956/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Iván Fernández Suárez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La ansiedad, la depresión o el mero aburrimiento pueden despertar un tipo de hambre que no tiene que ver con nuestras necesidades fisiológicas y que demanda alimentos poco saludables. ¿Cómo podemos hacerle frente?Iván Fernández Suárez, Profesor en el máster en Prevención de Riesgos Laborales. Consultor PRL para Fraternidad Muprespa. Grupo de investigación TR3S-i, Trabajo Líquido y Riesgos Emergentes en las Sociedad de la Información., UNIR - Universidad Internacional de La Rioja Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1993142023-03-01T18:41:35Z2023-03-01T18:41:35ZNunca va a dejar de tener ansiedad y eso no es un problema<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/511971/original/file-20230223-30-6o3ld4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=18%2C9%2C6211%2C4138&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/tired-frustration-man-working-using-laptop-1940793439">Shutterstock / Perfect Wave</a></span></figcaption></figure><p>“Quiero dejar de sentir ansiedad, ¿vas a quitarme la ansiedad?”. Esta frase es una de las más oídas en terapia. Y no es de extrañar, porque se trata de una de las emociones más incómodas que se pueden sentir. </p>
<p>Dejar de experimentar descontrol y evitar ciertas situaciones, percibir que podemos hacer las cosas que ahora dan miedo… Esas son las razones por las que las personas quieren desprenderse de la ansiedad.</p>
<p>Sus síntomas constituyen el problema principal, dado que incluso les pueden impedir <a href="https://www.sciencedirect.com/sdfe/pdf/download/eid/1-s2.0-S0025775302733149/first-page-pdf">realizar las tareas más cotidianas</a>. Quieren asegurarse de que no volverán a sentir esas sensaciones y van a poder vivir la vida en calma para siempre.</p>
<h2>¿A qué llamamos ansiedad?</h2>
<p>Ya hemos dicho que la ansiedad es una emoción, pero también puede definirse como una respuesta a un estímulo. Tiene un sentido y se activa con una finalidad; es productiva y útil.</p>
<p>Se compone de un conjunto de reacciones fisiológicas que están destinadas a la supervivencia: aumento de la frecuencia cardíaca, respiración acelerada, tensión muscular, temblor y alteraciones gastrointestinales. En resumen, la persona siente la agitación propia de una situación de peligro.</p>
<p>¿Por qué ocurre esto? Cuando el cerebro detecta que estamos en un situación de peligro se ponen en marcha una serie de cambios, principalmente <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/02109395.1992.10821176">en la amígdala y otros sistemas neurales</a> como el sistema septohipocampal y el hipotálamo, que ayudan a responder de la mejor manera posible y aumentan la probabilidad de sobrevivir.</p>
<p>Es lo denominamos respuesta de lucha o huida. Esta reacción, a pesar de ser aguda e intensa, no tiene ningún efecto negativo para la salud si sucede de manera esporádica. Sin embargo, algunos estudios apuntan a que, si se alarga en el tiempo, podría convertirse en un problema, sobre todo para la <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S002561961162137X">salud cardiovascular</a>.</p>
<h2>¿Qué ocurre cuando alguien viene a terapia por ansiedad?</h2>
<p>Cuando una persona acude a consulta psicológica y se evalúa su nivel de ansiedad, la inmensa mayoría de las veces no existe una situación que lo justifique. </p>
<p>De hecho, cuando el afectado o la afectada dice “quiero dejar de sentir ansiedad”, se refiere a que esta es demasiado aguda y demasiado frecuente para lo que está pasando en ese momento. Lo que realmente necesita es dejar de <a href="https://www.proquest.com/openview/b4124a31fbec2ee598ad710319fcad98/1?pq-origsite=gscholar&cbl=1216408">rumiar</a>, o sea, dejar de darle vueltas a ciertas ideas o recuerdos que generan esa tensión.</p>
<p>Nadie querría dejar de responder ante una situación que realmente pusiera en peligro su vida, si eso fuera posible. Lo que deseamos es no sentir ansiedad como consecuencia de pensamientos negativos, que pueden ser un repaso de algo que ya ha ocurrido o la anticipación de un futuro que nos preocupa. </p>
<p>Véanse los siguientes ejemplos: </p>
<blockquote>
<p>“¿Y si no consigo plaza en las oposiciones?” </p>
<p>“Eso que he dicho seguro que han pensado que era una tontería” </p>
<p>“¿Y si algo va mal en mi parto?”</p>
<p>“Siento que algo malo va a ocurrir, aunque no sé qué es” </p>
<p>“Ese recuerdo me va a perseguir toda mi vida” </p>
<p>“¿Y si tenemos un accidente?”</p>
</blockquote>
<p>Gran parte de nuestro trabajo como psicoterapeutas radica en enseñar a gestionar la ansiedad y hacer que deje de aparecer en esos momentos en los que no es necesaria para la supervivencia.</p>
<h2>Entonces, ¿se puede dejar de sentir ansiedad?</h2>
<p>Sí pero no. </p>
<p>Se puede dejar de experimentar en los momentos en los que no está justificada. La terapia ayuda a aprender a gestionar el malestar que provocan dichos pensamientos y a enfrentarse a las situaciones que provocan el miedo.</p>
<p>Pero no se va a poder suprimir la ansiedad. No es posible (ni deseable) que ese mecanismo natural de supervivencia se desactive. Así que la persona seguirá sintiéndola <a href="https://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1989-38092009000300006&script=sci_arttext&tlng=pt">cuando algo le atemorice o le preocupe</a>, aunque sabrá cómo gestionarla para que no sea demasiado aguda en relación con la situación.</p>
<p>Podríamos decir que se trata de perder el miedo al miedo. Esto es: la idea de poder sentir ansiedad provoca ansiedad. Y la terapia enseña a conocerla, gestionarla y dominarla cuando no es adaptativa y perderle el miedo cuando sí lo es. </p>
<h2>¿Y en qué consiste exactamente la terapia?</h2>
<p>Lo ideal es hacer una evaluación adecuada de los tipos de pensamientos que están provocando este malestar y si quien acude a consulta está evitando situaciones para aliviarlo. A partir de ahí se desarrolla una intervención adaptada a cada individuo, que suele ser el resultado de la combinación entre terapia cognitiva, terapia conductual y terapias de tercera generación. </p>
<p>A grandes rasgos se podrían definir así:</p>
<ul>
<li><p><strong>La terapia cognitiva</strong> se centra en trabajar a partir de los pensamientos que nos hacen sufrir; evaluarlos, identificar su raíz y el efecto negativo que tienen en el estado de ánimo para, finalmente, formularlos de una manera más objetiva.</p></li>
<li><p><strong>La terapia conductual</strong> trabaja conjuntamente con la anterior para que, una vez esos pensamientos negativos han perdido fuerza, nos podamos enfrentar a las situaciones que hemos estado evitando. El conjunto de ambas es el modelo cognitivo-conductual.</p></li>
<li><p><strong>Las terapias de tercera generación</strong>, también llamadas contextuales, son un paraguas que abarca diferentes terapias. Tienen en común que se sustentan sobre las dos ya mencionadas, pero ponen el foco terapéutico no tanto en que los síntomas se reduzcan, sino en mejorar la calidad de vida. Se trata de comprender sentimientos como el que aborda este artículo o un concepto solo aparentemente sencillo como que el bienestar no consiste en algo que se pueda alcanzar y mantener para siempre.</p></li>
</ul>
<p>Con terapia podemos sentir que controlamos la ansiedad, que podemos enfrentar la situación que nos atemoriza. Nunca dejaremos de sentirla cuando esas cosas dan miedo por una razón real y objetiva. Porque a veces, cuando es acertada y adaptativa, la ansiedad nos señala dónde no debemos estar.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/199314/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Begoña Albalat Peraita no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Muchas personas acuden a terapia con la esperanza de suprimir la ansiedad de sus vidas. Pero ¿sería adaptativo y saludable dejar de sentirla?Begoña Albalat Peraita, Psicología General Sanitaria, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1983302023-01-27T17:51:31Z2023-01-27T17:51:31ZA los hombres les estresan los parques y a las mujeres las calles estrechas: ¿qué emociones despierta la ciudad?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/506540/original/file-20230126-22936-6btduf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C592%2C4486%2C2398&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/istanbul-turkey-october-07-2020-view-1899311257">Shutterstock / Balakate</a></span></figcaption></figure><p>Son muchas las personas que alguna vez han experimentado miedo o estrés en la calle. También las que salen para relajarse o desconectar de sus vidas domésticas o laborales. El espacio es el mismo, pero las experiencias son claramente distintas. Así, pese a que la calle es un espacio importante de nuestras vidas, apenas sabemos por qué a algunas personas les generan emociones positivas y a otras, negativas.</p>
<p>Numerosos municipios han invertido cantidades importantes de dinero para “adecentar” “mejorar” o “modernizar” sus calles, plazas o parques. Generalmente consiste en cambiar la urbanización, aumentar el mobiliario urbano o añadir vegetación. Pero, en realidad, no pasan de ser intervenciones meramente formales: no se ha estudiado hasta qué punto mejoran las emociones que la gente experimenta en los espacios públicos. Por lo tanto, ¿son realmente efectivas estas medidas?</p>
<h2>Identificar las emociones</h2>
<p>Tradicionalmente se han venido identificando las emociones <a href="https://accedacris.ulpgc.es/bitstream/10553/76943/1/Constancio_de_Castro_Aguirre.pdf">a partir de distintos tipos de encuestas</a>. Esta aproximación tiene algunos problemas; principalmente, que la gente, de modo consciente o inconsciente, miente. No se acuerda, no quiere admitir que una cosa le da miedo o no rellena correctamente el cuestionario. </p>
<p>Era necesario un nuevo método. Y eso ha sido posible en los últimos años gracias a la miniaturización (y abaratamiento) de algunos aparatos médicos. Ahora la gente puede desplazarse por la calle con instrumental que mide sus emociones. </p>
<p>Un indicador es la <a href="https://fundaciondelcorazon.com/prevencion/riesgo-cardiovascular/frecuencia-cardiaca.html">frecuencia cardíaca</a>. Cuando decimos que alguien tiene un ritmo cardíaco de 60 latidos por minuto cabría deducir que el tiempo entre latidos es de un segundo. Pero en realidad, durante esos 60 segundos la frecuencia se altera para adaptarse los cambios que experimenta la persona. Medir estas variaciones permite identificar cambios en las emociones experimentadas. </p>
<p>¿Y cómo podemos detectarlos? Por ejemplo, con instrumental como bandas cardíacas deportivas, capaces de medir los intervalos entre latidos. Si esta información se localiza en un punto concreto –por ejemplo, con el GPS del móvil– podemos saber en qué lugares se han producido alteraciones en los latidos y buscar posibles causas. </p>
<h2>Distintas reacciones en función del género</h2>
<p>Los cambios de frecuencia cardíaca ponen de manifiesto algunas diferencias importantes en cómo distintos grupos de personas viven el espacio público. Por ejemplo, permiten identificar cambios en la percepción del espacio según el género.</p>
<p>En una de las primeras pruebas realizadas para identificar estos cambios, que se desarrolló por el centro histórico de Lleida (España), <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0264275122004395?via%3Dihub">los resultados</a> han mostrado que las mujeres experimentan un grado de estrés un 17,34 % mayor que los hombres durante todo el recorrido. Además, un 20,51 % de participantes femeninas calificaron alguno de los espacios visitados como “desagradable”, respecto un 8,6 % de los varones. Así mismo, se identificaron diferencias significativas en los espacios que generaban estas emociones. </p>
<p>Las mujeres tienden a presentar mayores niveles de estrés en calles peatonales estrechas, especialmente si hay otras personas o vehículos aparcados que generan espacios con escasa visibilidad. En cambio, a los hombres les estresan más los parques y jardines y las calles comerciales con una presencia elevada de gente. </p>
<p>Una situación curiosa se observa precisamente en los parques y jardines. Estos lugares producen una sensación de bienestar a las mujeres, mientras que en los varones el sentimiento mayoritario es de estrés. Un ejemplo de cómo un mismo sitio puede ser percibido de forma distinta por varios colectivos.</p>
<p>También es importante señalar que, en el momento de identificar las emociones vividas a lo largo del recorrido, las mujeres expresan el miedo y la tristeza con mayor facilidad que los hombres. En cambio, estos tienden más a exteriorizar la alegría y la ira.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/506544/original/file-20230126-19246-5iw3bt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/506544/original/file-20230126-19246-5iw3bt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/506544/original/file-20230126-19246-5iw3bt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/506544/original/file-20230126-19246-5iw3bt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/506544/original/file-20230126-19246-5iw3bt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/506544/original/file-20230126-19246-5iw3bt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/506544/original/file-20230126-19246-5iw3bt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/506544/original/file-20230126-19246-5iw3bt.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/american-man-traveling-central-park-new-524686774">Shutterstock / Alexander Image</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Hay que planificar la ciudad pensando en las emociones</h2>
<p>Con la pandemia de la covid-19, <a href="https://www.liebertpub.com/doi/abs/10.1089/ECO.2021.0021">se pudo observar un aumento de la ansiedad y del miedo a salir a la calle</a>. Conocer el origen de estas emociones permite conocer las causas de esta situación y generar un diseño de los espacios públicos que incorpore criterios relacionados con el bienestar y la salud mental de la población. </p>
<p>Pequeños microespacios que vemos a diario, como pasos de cebra, aceras estrechas o coches aparcados, pueden tener relación directa con que nos sintamos bien o mal en los lugares públicos. Pensarlos de forma adecuada resulta fundamental para generar espacios amables para la población.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/198330/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Daniel Paül Agustí recibe fondos del Institut de Desenvolupament Social i Territorial (INDEST) – Universitat de Lleida i del Plan Nacional - Unión Europea (RTI2018-094142-B-C21)</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Montserrat Guerrero Lladós recibe fondos de Institut de Desenvolupament i Territorial (INDEST) Universitat de Lleida i del Plan Nacional - Unión Europea (RTI2018-094142-B-C21)</span></em></p>Un estudio pionero ha identificado cómo afectan emocionalmente los espacios públicos en función del género. El objetivo de este tipo de investigaciones es ayudar a crear espacios públicos amables para la población.Daniel Paül Agustí, Profesor de Geografía, Universitat de LleidaMontserrat Guerrero Lladós, Profesora de Sistemas de Información Geográfica y Cartografía, Universitat de LleidaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1855112022-10-13T17:12:46Z2022-10-13T17:12:46Z¿Qué es el síndrome del corazón roto? Cuidado con las emociones fuertes<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/489569/original/file-20221013-21-8ioben.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C22%2C5000%2C3300&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/broken-heart-lollipop-377425018">Stas Knop / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Roscoe_Arbuckle">Roscoe Arbuckle</a> –conocido por el público como <em>Fatty</em>, Gordito– fue un actor cómico estadounidense de cine mudo, extraordinariamente famoso en su época y mentor de colegas como Buster Keaton, Charlie Chaplin y Bob Hope. Con contratos millonarios en Hollywood y en la cima de su carrera, Arbuckle fue acusado de la violación y muerte de la joven actriz Virginia Rappe durante una fiesta privada. El caso se montó con las declaraciones a la prensa sensacionalista y a la policía de una amiga de la actriz que había intentado previamente sacarle dinero al cómico. </p>
<p>Aunque finalmente fue demostrada la completa inocencia del actor –incluida una inédita disculpa por parte del tribunal que lo juzgó–, el escándalo mediático del proceso judicial destruyó su carrera y lo hundió en la depresión y el alcohol. Su amigo Keaton –que siempre estuvo a su lado– consiguió que el estudio Warner le diera una nueva oportunidad, pero una hora después de firmar su flamante contrato, la rueda de la fortuna volvió a girar y el desventurado Arbuckle murió de un ataque al corazón. ¿Paradójico? Desde el punto de vista humano, sin duda, pero desde la biología, en absoluto.</p>
<h2>Un corazón con forma de trampa para pulpos</h2>
<p>En no pocas ocasiones, las sorpresas –alegres o tristes– pueden afectar significativamente al corazón, produciendo una cardiopatía cuyos síntomas se solapan con los de un infarto agudo de miocardio. Es el llamado síndrome del corazón roto o cardiomiopatía takotsubo. Este curioso nombre deriva de la palabra japonesa para <em>trampa de pulpos</em>, ya que el ventrículo izquierdo del corazón se deforma adquiriendo la forma de esta arte de pesca tradicional. </p>
<p>La enfermedad no fue descrita científicamente hasta 1991 en Japón y constituye un paradigma de la interacción entre las emociones, el cerebro y el resto del organismo. <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0019483217301967">Los desencadenantes son variados</a> e incluyen impresiones fuertes como una fiesta sorpresa de cumpleaños, la boda de un hijo, ganar la lotería, el nacimiento de un nieto, un accidente que deja el coche en siniestro total, la pérdida del trabajo o de los ahorros y la muerte de un ser querido. También puede aparecer después de intervenciones quirúrgicas o como efecto secundario de algunos tratamientos farmacológicos. </p>
<h2>Síntomas coincidentes con los de un infarto</h2>
<p>El cuadro clínico es similar al de un infarto agudo de miocardio, con dolor intenso en el pecho y respiración difícil y arritmia cardíaca. Además, las pruebas clínicas como el electrocardiograma y los biomarcadores en sangre revelan un patrón coincidente con un infarto convencional. Sin embargo, el cateterismo no encuentra ninguna obstrucción de las arterias coronarias. </p>
<p>El consenso actual en la comunidad médica indica que la base fisiológica está determinada por una <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6373712/">brusca elevación de la adrenalina</a> por una hiperactivación de sistema nervioso simpático, el que media las reacciones de lucha o huida. La deformación del corazón durante esta patología parece estar determinada por las diferencias de expresión de los receptores de adrenalina a lo largo del ventrículo izquierdo. </p>
<h2>Pocos casos graves</h2>
<p>Afortunadamente, el síndrome del corazón roto no hace justicia a su nombre y la tasa de complicaciones graves es relativamente baja si no hay comorbilidades (presencia de otros trastornos), no siendo necesario un tratamiento específico. </p>
<p>La lesión en el corazón es transitoria, y este vuelve a curarse prácticamente solo en unas pocas semanas. Aunque <a href="https://secardiologia.es/blog/9070-tako-tsubo-disquinesia-transitoria-dano-permanente#">algunos estudios</a> apuntan a que queda una pequeña lesión en el músculo cardíaco que a largo plazo podría generar otros problemas.</p>
<p>Este síndrome tiene una incidencia del 0,02 % de los ingresos hospitalarios, lo que para España, por ejemplo, supone unos 80 000 casos anuales. Aparece fundamentalmente en mujeres –90 % de los casos– y ha sido vinculado también a bajos niveles de estrógenos después de la menopausia. Además de los factores hormonales, <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2352906722000392">la predisposición genética y problemas psiquiátricos previos parecen influir en la aparición de este síndrome</a>. </p>
<p>Aunque aún queda mucho camino para poder predecir qué personas tienen mayores probabilidades de desarrollarlo, <a href="https://www.abdn.ac.uk/news/16047/">un estudio reciente</a> ha encontrado diferencias significativas en los patrones de interconexión del cerebro entre las personas que han sufrido el síndrome del corazón roto frente a controles sanos del mismo sexo y edad. Esto podría abrir el camino al conocimiento predictivo y a su posible tratamiento preventivo.</p>
<p>En todo caso, me atrevería a decir que los estoicos están completamente protegidos frente a este síndrome. Quizás el tratamiento preventivo consista en releer a Séneca o a Marco Aurelio.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/185511/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Antonio José Caruz Arcos recibe fondos de recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación, Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Junta de Andalucía (Consejería de Salud), Universidad de Jaén, Fundación para la Investigación y Prevención del SIDA en España, Fundació Marató TV3 y Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER). </span></em></p>Eventos como una tragedia familiar, un despido o una fiesta sorpresa pueden desencadenar el síndrome del corazón roto. Sus síntomas se parecen a los de un infarto, pero, por lo general, tiene consecuencias mucho menos graves.Antonio José Caruz Arcos, Catedrático de Genética, Universidad de JaénLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1854202022-07-26T16:02:14Z2022-07-26T16:02:14Z¿Debemos enseñar a los niños a controlar sus emociones?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/475688/original/file-20220722-15646-7pex47.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C1000%2C711&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/crying-baby-girl-holding-onto-mothers-588075287">Shutterstock / PKpix</a></span></figcaption></figure><p>Múltiples avances en diversos campos, sobre todo en las neurociencias, han ampliado considerablemente nuestro conocimiento sobre las emociones. Pero, a pesar de ello, en nuestra cultura todavía tendemos a distinguir entre dos caras de una misma moneda: en una está la razón, el saber, la serenidad, el bien… y en la opuesta las pasiones, el error, el desenfreno, la maldad. Aristóteles ya nos avanzó que “educar a la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto”.</p>
<p>En general, la tendencia actual es reconocer que <a href="http://www.developingchild.net">emoción y razón son parte de una misma “arquitectura cerebral”</a> orientada hacia la vida en grupo o en relación. Por eso hay quienes hablan de las habilidades o competencias emocionales como habilidades esencialmente “participativas”, aunque lo más común es hablar de habilidades “socioemocionales”. Porque los seres humanos nacimos para relacionarnos unos con otros, y conocer el lenguaje de las emociones, saber hablarlo y leerlo, es una capacidad fundamental para ello. </p>
<h2>Beneficios y contagio</h2>
<p><a href="https://doi.org/10.1111/cdev.12739">Numerosos estudios empíricos</a> han demostrado que un armonioso desarrollo socioemocional trae beneficios a mediano y largo plazo, independientemente del género de la persona. Estos beneficios incluyen el éxito académico y laboral, la capacidad de relacionarse constructivamente con otras personas, adaptarse a los cambios y superar obstáculos, etc. </p>
<p>Por otra parte, <a href="https://www3.nd.edu/%7Ednarvaez/documents/Elias.pdf">la investigación</a> también ha puesto de relieve que la salud socioemocional de los niños está estrechamente ligada al mayor o menor bienestar socioemocional de sus padres, familias y comunidades. Por eso, las destrezas socioemocionales son algo que en principio se promueve más por “contagio” que a través de una enseñanza sistemática. De padres empáticos, normalmente, nacen hijos empáticos.</p>
<p>Los <a href="https://www3.nd.edu/%7Ednarvaez/documents/Elias.pdf">expertos</a> en el tema han distinguido diversos componentes dentro del aprendizaje socioemocional: </p>
<ol>
<li><p>Conocerse y quererse a sí mismo. </p></li>
<li><p>La sensibilidad hacia uno mismo y hacia los demás. </p></li>
<li><p>La autorregulación del comportamiento. </p></li>
<li><p>La toma de decisiones responsable. </p></li>
<li><p>La gestión de las relaciones interpersonales. </p></li>
</ol>
<p>Así mismo, <a href="https://doi.org/10.1080/10409289.2018.1539557">han ideado múltiples actividades</a> o técnicas educativas que pueden contribuir a un adecuado desarrollo en todas esas áreas específicas, y que pueden compensar los déficits socioemocionales que puedan estar afectando a los niños afectados por dificultades económicas, sociales y familiares. </p>
<h2>Una meta educativa fuera de la familia</h2>
<p>Por todo ello, en la actualidad se entiende que la promoción del desarrollo socioemocional no debe limitarse al ámbito familiar ni concebirse como una asignatura extra, merecedora de unas pocas horas a la semana. </p>
<p>Cada vez más, la salud y la madurez socioemocionales son vistas como metas prioritarias en los centros educativos. Porque, por muchos conocimientos que tengan los niños, si no saben controlar o gestionar sus emociones no podrán desarrollarse como personas. </p>
<p>¿Qué significa controlar o gestionar emociones?</p>
<p>Enseñarles a controlar y gestionar sus emociones implica, en primer lugar, enseñarles a conocerse a sí mismos, a aprender a sentir y a entender de dónde y cuándo surgen sus emociones. </p>
<p>Pero, sin duda, el mayor aprendizaje proviene del ejemplo, de los modelos de conducta que ofrecemos los adultos, principalmente los padres o miembros de su familia. Porque la mayoría de las veces, los niños no hacen lo que los adultos dicen, sino lo que les ven hacer. </p>
<p>Por ejemplo, cuando los adultos mantenemos la calma les estamos enseñando la actitud correcta; pero cuando los niños se enfadan, hay que transmitirles que no son malas personas, sino que están expresando su malestar, que puede ser dolor, tristeza, miedo…</p>
<p>El autocontrol emocional de niños depende, pues, de cómo padres y madres expresen sus emociones, de cómo les enseñen a interpretar las emociones de los demás, a aplazar las gratificaciones si realizan una conducta positiva. Sobre todo, no debemos premiar las rabietas: dejarles gestionarlas es la vía para que aprendan a solucionar sus problemas. Debemos enseñarles también a pensar en positivo, a ser asertivos y empáticos.</p>
<h2>Gestionar no es ocultar o reprimir</h2>
<p>Pero no sólo lo que hacemos los adultos tiene influencia en lo que ellos hacen. Otra cuestión para tener muy en cuenta es lo que les decimos a través de nuestro lenguaje verbal y no verbal. </p>
<p>Por ejemplo, cuando un niño llora, no es positivo decirle que no lo haga. El llanto es una forma de comunicación, y quizá en ese momento sea lo que necesite. Es mejor utilizar frases empáticas que validen sus emociones y les sirvan de apoyo; por supuesto, nunca avergonzarles ni ridiculizarles. </p>
<p>Tampoco es necesario reprimir, sino ayudar al niño a tomar conciencia de qué le está pasando, cómo se está sintiendo para que lo comprenda y pueda expresarlo al adulto, pueda poner palabras a sus sentimientos. </p>
<p>Hay que tener en cuenta que lo más importante es que los adultos, los padres, posean una gestión emocional positiva. Sin ella la situación se vuelve complicada. Una buena gestión emocional de los padres conlleva una buena gestión emocional de los hijos.</p>
<h2>Todo es información</h2>
<p>Para las perspectivas tradicionales, la razón era la “señal” o el mensaje, y lo emocional o afectivo eran simple “ruido”, estático, perturbaciones de fondo sin las cuales la comunicación marcharía mejor. </p>
<p>Ahora sabemos que no es así, que las emociones también son señal, aunque vengan por otro canal o con otros códigos, y que estimular la inteligencia emocional se traduce en mayor salud y un óptimo desarrollo psicológico.</p>
<p>Las emociones están presentes en todos los momentos de nuestra vida diaria. Saberlas gestionar y controlar facilita, sin lugar a duda, la relación con los demás y con nosotros mismos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/185420/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Maria Rosa Buxarrais Estrada no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Ni controlarlas ni reprimirlas: las emociones han de gestionarse para un desarrollo adecuado. Cuando un niño llora, no hay que decirle que se calle, sino ayudarle a entender y comunicar lo que siente.Maria Rosa Buxarrais Estrada, Catedrática de Universidad, en la Facultat d'Educació. Area: Teoria i Història de l'Educació, Universitat de BarcelonaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1847682022-06-26T19:11:46Z2022-06-26T19:11:46ZCómo la experiencia del poder cambia al individuo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/468015/original/file-20220609-1203-ai0xws.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C35%2C6000%2C3952&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Reducir el ejercicio del poder a la simple consecuencia de las tendencias individuales no permite dar cuenta de las transformaciones que puede producir en cada individuo.</span> <span class="attribution"><span class="source">Shutterstock</span></span></figcaption></figure><p><a href="http://expositions.bnf.fr/montesquieu/de-l-esprit-des-lois/citations.htm">Lo dijo Montesquieu</a>: “Quien tiene poder tiende a abusar de él”. Escándalos financieros y judiciales, abusos físicos, psicológicos o sexuales en el ámbito político, mediático, religioso o policial: no faltan ejemplos de abusos por parte de personas con autoridad o poder sobre otras.</p>
<p>¿Hace falta conseguir poder para sentirse tentado de ir demasiado lejos y abusar de él? ¿O, más bien, aquellos que aspiran intensamente al poder ya parten de un perfil de riesgo, debido a ciertos rasgos individuales como <a href="https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/0033294120926668?">narcisismo</a> <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0191886916303828">maquiavelismo</a> o <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S135917892100104X">psicopatía</a>?</p>
<p>Creer que un ejercicio inadecuado del poder solo es consecuencia de problemas individuales no tiene en cuenta las <a href="https://doi.apa.org/doiLanding?doi=10.1037%2Fxge0000427">transformaciones que puede producir</a> en cualquier persona cuando accede a él. </p>
<p>De hecho, varios estudios que citamos a continuación demuestran que quien experimenta el poder adopta un estado mental particular que puede favorecer un comportamiento más egocéntrico y menos civilizado. </p>
<h2>Menor capacidad de ponerse en lugar del otro</h2>
<p>En un ingenioso experimento, Adam Galinsky y sus colegas de la Universidad de Columbia <a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1111/j.1467-9280.2006.01824.x">demostraron</a> que las personas a las que se les recordaba la idea del poder tenían más dificultades para ponerse en el lugar de los demás y adoptar un punto de vista diferente. Veamos cómo.</p>
<p>Imagine que le piden que escriba sobre una situación personal en la que haya tenido cierto poder sobre los demás. Inmediatamente después de esta sutil inducción de la idea de poder, se le somete a una <a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1111/j.1467-9280.2006.01824.x">prueba de descentración perceptiva espontánea</a>.</p>
<p>Para ello, le damos un rotulador con el que debe dibujarse rápidamente la letra <em>E</em> mayúscula en la frente. En este experimento se produjo un fenómeno notable: en comparación con aquellos a los que les pedimos que pensaran en una situación en la que su poder era débil, los que acababan de recordar un episodio personal en el que ejercían poder sobre los demás tendieron mayoritariamente a escribirse la letra <em>E</em> al revés (desde el punto de vista del espectador).</p>
<p>O sea, los que habían recordado una situación en la que habían ejercido mucho poder eran menos propensos que los otros a dibujar la letra en la dirección de lectura correcta para los demás.</p>
<h2>Reconocer las emociones del prójimo</h2>
<p>Otro fenómeno en el que influye el poder es en el reconocimiento de las <a href="https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/0956797610387613">emociones en los rostros</a>. Michael Kraus, de la Universidad de California, pidió a algunos de los participantes en su estudio que pensaran en personas que tuvieran más poder, riqueza o prestigio que ellos, y a los otros participantes que pensaran en personas que tuvieran menos poder, riqueza o prestigio que ellos.</p>
<p>Tras esta inducción, se pidió a los participantes que, en un dibujo que representaba una escala social, marcaran una cruz en uno de los peldaños de la jerarquía. Como era de esperar, aquellos a los que se les pidió que se compararan con personas con menos poder que ellos se situaron más arriba, eligiendo un peldaño más alto de la escalera que los que pensaron en personas de mayor estatus social que ellos. A continuación, se mostró a los participantes una serie de retratos y se les pidió que reconocieran una serie de expresiones faciales de carácter emocional.</p>
<p>Los que fueron inducidos momentáneamente a mantener un estado mental de mayor poder tuvieron una capacidad de reconocimiento de emociones significativamente menor que los que no lo fueron.</p>
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<figcaption><span class="caption">¿Qué sabemos realmente sobre la expresión facial de las emociones? (Anna Tcherkassof / MSH Alpes).</span></figcaption>
</figure>
<p>Estos resultados se confirmaron al comparar en la misma prueba a personas de clase social alta y baja: las primeras obtuvieron peores puntuaciones en el reconocimiento emocional. </p>
<p><a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3909703/">Otro estudio</a> realizado por Keely Muscatell, de la Universidad de California en Los Ángeles, consistió en escuchar un relato sobre el inicio de un semestre universitario a estudiantes de clase social alta y baja. Al mismo tiempo, los investigadores midieron la actividad cerebral de los participantes. Demostraron que la <a href="https://www.cairn.info/revue-de-neuropsychologie-2010-2-page-133.htm">red neuronal implicada en la empatía</a> se activaba menos en los estudiantes de clase social alta.</p>
<p><a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23815455">Otro estudio</a> demostró que la <a href="https://papyrus.bib.umontreal.ca/xmlui/handle/1866/4418">resonancia motora</a> (la activación de una <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0033298407000477">red cerebral homóloga</a> al observar el comportamiento de otra persona) se debilitaba tras la inducción de un estado mental de poder, como si la capacidad de compartir la experiencia de otro se debilitara por el poder.</p>
<h2>Cuanto más caro es el coche, menos cívico es el conductor</h2>
<p>Estas observaciones sugieren que la experiencia del ascenso en estatus parece debilitar ciertas habilidades sociales y cognitivas que se sabe que son fundamentales en las relaciones sociales. Esto se traduce a veces en un comportamiento incívico.</p>
<p>Un <a href="https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.1118373109">estudio estadounidense</a> observó los comportamientos transgresores en carretera que cometían los automovilistas en función del valor económico del coche que conducían.</p>
<p>Se compararon cinco tipos de vehículos, con precios estimados crecientes. Los resultados mostraron que los conductores de coches más caros cometieron más infracciones por término medio.</p>
<p>Por ejemplo, los conductores de Mercedes no esperaron su turno, cuando varios vehículos estaban esperando en un cruce, una media de cinco veces más que los conductores de modelos antiguos de Ford.</p>
<p>Los mismos conductores de coches caros cortan con más frecuencia el paso a los peatones: los propietarios de coches grandes tienen un nivel más bajo de civismo.</p>
<h2>Desinhibición</h2>
<p>El poder también puede promover un comportamiento desinhibido. <a href="https://psycnet.apa.org/record/2003-00307-004">En un estudio</a>, se pidió a los participantes que redactaran las normas de funcionamiento de un grupo en la universidad. Al principio de la sesión, el investigador asignó al azar a un participante como supervisor, que debía recompensar a los demás por su trabajo dándoles puntos. A los treinta minutos de la sesión, se trajo una bandeja con apetitosas galletas para los participantes. El número de galletas era limitado, y sólo una persona podía comer dos. La observación del comportamiento mostró que los que tenían la condición de supervisor tenían el doble de probabilidades que los demás de reservarse una segunda galleta.</p>
<p>Como la escena se filmó discretamente, los investigadores también examinaron otros aspectos del comportamiento de los participantes, como el grado de apertura de la boca durante el consumo de la galleta, el número de veces que se lamieron los labios o si dejaron caer las migas mientras comían. Los resultados mostraron que los participantes a los que se les asignó un estatus alto comían de forma menos comedida y educada delante de los demás.</p>
<h2>¿Una metamorfosis inducida políticamente?</h2>
<p>Estos estudios demuestran que el poder puede dificultar la comprensión de las experiencias de otras personas y fomentar un comportamiento incívico o desinhibido. Aunque es cierto que se trata de experimentos y estudios limitados que no pueden aplicarse directamente al comportamiento de ningún personaje político en particular.</p>
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<figcaption><span class="caption">Ponencia de Dacher Keltner sobre <em>La paradoja del poder</em> (05/19/16).</span></figcaption>
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<p>Según el psicólogo Dacher Keltner o el neurocientífico Sukhvinder Obhi, el poder puede causar lesiones equiparables a un traumatismo craneal. Para Keltner, el riesgo es <a href="https://greatergood.berkeley.edu/article/item/power_paradox">la paradoja del poder</a>: una vez que se tiene, se pierden algunas de las cualidades que fueron necesarias para conseguirlo.</p>
<p>Sin embargo, observamos que la historia política está salpicada de ejemplos de metamorfosis <a href="https://www.books.fr/la-maladie-du-pouvoir/">que el acceso al poder</a> parece <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23815455/">haber provocado</a> (a veces denominado <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4952940/pdf/428.pdf">síndrome de hubris</a>).</p>
<p>En el laboratorio o en el ámbito político y social, estos hechos se hacen eco, a su manera, de las teorías de Montesquieu, parte de cuya obra se dedicó precisamente a defender la <a href="https://www.vie-publique.fr/parole-dexpert/270289-la-separation-des-pouvoirs">división de poderes</a> para evitar sus efectos más perniciosos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/184768/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Laurent Bègue-Shankland ha recibido financiación del Instituto Universitario de Francia.</span></em></p>Quien experimenta el poder se encuentra en un estado de ánimo particular que puede llevar a un comportamiento más egocéntrico, menos civilizado y más desinhibido.Laurent Bègue-Shankland, Professeur de psychologie sociale, membre de l’Institut universitaire de France (IUF), directeur de la MSH Alpes (CNRS/UGA), Université Grenoble Alpes (UGA)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1828012022-05-24T17:58:37Z2022-05-24T17:58:37ZEl reto de emocionarse en otro idioma<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/464742/original/file-20220523-26-v3d8at.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=11%2C0%2C7928%2C5297&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/lifestyle-portrait-young-happy-attractive-asian-2063013341">Shutterstock / TheVisualsYouNeed</a></span></figcaption></figure><p>¿Nos cuesta más expresar las emociones cuando hablamos en otra lengua? ¿Somos más locuaces cuando contamos un hecho desagradable o cuando nos embarga una emoción positiva? ¿De qué recursos nos servimos para transmitir intensidad en nuestras emociones? ¿Empleamos esos recursos según nuestro nivel de dominio en una lengua que aprendemos? </p>
<p>La experiencia habitual cuando aprendemos lenguas extranjeras, incluso al alcanzar niveles altos de competencia, es la autopercepción de falta de palabras y expresiones adecuadas cuando se trata de manifestar una emoción de manera espontánea y natural. </p>
<p>No nos sentimos tan “auténticos” como cuando hablamos en nuestro idioma, ni con la seguridad de estar comunicando lo que realmente pretendemos:</p>
<blockquote>
<p>“No nos enseñan en clase a expresar nuestras emociones, y las sentimos cada día de nuestras vidas”. </p>
<p>“Si cuando hablo con mis amigas hispanohablantes no puedo expresar bien mis emociones, se pensarán que no tengo sentimientos”. </p>
</blockquote>
<p>Estas son respuestas de dos participantes chinos en nuestra investigación, de próxima publicaicón, sobre cómo expresan estos aprendices la alegría y la tristeza en español y cómo se sienten al hacerlo. </p>
<h2>Emociones y detalles</h2>
<p>Entrevistamos a un total de 81 sinohablantes usuarios de español repartidos en tres contextos diferentes: </p>
<ol>
<li><p>Estudiantes universitarios en China (contexto de no inmersión lingüística).</p></li>
<li><p>Estudiantes durante una estancia académica en Madrid (inmersión lingüística). </p></li>
<li><p>Trabajadores asentados en Madrid (contexto de migración). </p></li>
</ol>
<p>Para lograr que produjeran narrativas orales emocionales, les proyectamos secuencias cinematográficas que provocaban las emociones pretendidas (tristeza y alegría). Estas emociones las medimos con un cuestionario validado por investigadores anteriores, y les pedimos que inmediatamente después nos relataran en español una experiencia personal triste, en el primer caso, y alegre, en el segundo. </p>
<p>Como medida de control, proyectamos entre ambas una secuencia sin carga emocional que daba pie a la descripción de su rutina en un día cualquiera y servía de transición entre los dos estados emocionales activados.</p>
<h2>¿La tristeza, más fácil de explicar?</h2>
<p>El análisis de las 243 narraciones orales recogidas puso de manifiesto que usaban más palabras y se expresaban con mayor detalle en los relatos sobre una situación reciente triste que en los alegres y en los de su rutina diaria (los más concisos con diferencia). </p>
<p>La tristeza, podríamos decir, provocaba una producción oral más extensa y rica en recursos lingüísticos.</p>
<p>Estos recursos servían, principalmente, para expresar matices de intensidad, como era el caso de las sufijaciones apreciativas (me siento un poquito triste, supertriste o sentí muchísima tristeza); los cuantificadores e intensificadores (demasiado, mucho, un poco) y las repeticiones del mismo término tres o cuatro veces (muy, muy, muy triste). </p>
<p>También las expresiones metafóricas recogidas fueron muy numerosas (he sentido un vacío en el corazón, su tristeza me ha contagiado o me transmitió la emoción a través de sus ojos).</p>
<h2>Los efectos de la inmersión</h2>
<p>Al comparar las narrativas en función del contexto de aprendizaje y uso de la lengua (no inmersión, inmersión académica e inmigración laboral), se observó que la inmersión académica no conllevaba un uso mayor de ninguno de los recursos analizados. </p>
<p>Sí se observaron diferencias, como era de esperar, según el nivel de dominio lingüístico, pues los que tenían un mayor nivel de español producían más palabras y empleaban mayor número de recursos descriptivos, expresivos y figurados que los de niveles inferiores. </p>
<p>La abundancia de recursos metafóricos en todos los contextos y niveles de dominio del español fue uno de los rasgos más destacados e interesantes. </p>
<h2>Metáforas de cada día</h2>
<p>Desde que se publicara en los años 80 la obra <a href="https://www.unebook.es/es/libro/metaforas-de-la-vida-cotidiana_67577"><em>Metáforas de la vida cotidiana</em></a>, de Lakoff y Johnson, sabemos que no es posible expresarnos verbalmente sin emplear metáforas, inconscientes para el hablante por su familiaridad. </p>
<p>Esta imposibilidad se agudiza al comunicar emociones, ya que se trata de constructos abstractos, intangibles. Como revela nuestro corpus de narrativas orales, este mismo fenómeno del recurso al lenguaje figurado se produce al expresar emociones en una lengua adicional en la que tenemos un domino intermedio.</p>
<p>La investigación de las relaciones entre lengua y emoción, actualmente en auge, está llevándose a cabo desde perspectivas interdisciplinares enriquecedoras que ya arrojan luz sobre factores relativos a los procesos de aprendizaje y uso de las lenguas por parte de las personas bilingües y plurilingües. </p>
<p>Estos resultados van calando poco a poco en el diseño de los materiales didácticos y en las prácticas docentes, un desarrollo que esperemos continúe para contribuir al desarrollo de hablantes pluriculturales desde una concepción integral que abarque las dimensiones emocional e identitaria del uso de la lengua.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/182801/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Teresa Simón Cabodevilla recibe fondos de FEDER/Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades – Agencia Estatal de Investigación por el proyecto Emoción, memoria, identidad lingüística y aculturación emocional: su influencia en el aprendizaje de español como lengua de migración (FFI2017-83166-C2-2-R) y del proyecto de investigación La población migrante de la comunidad de Madrid: estudio multidisciplinar y herramientas para la integración sociolingüística (IN.MIGRA3-CM) (ref. H2019/HUM5772), financiado por la Comunidad de Madrid y cofinanciado por el Fondo Social Europeo.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Susana Martín Leralta recibe fondos de FEDER/Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades – Agencia Estatal de Investigación por el proyecto Emoción, memoria, identidad linguística y aculturación emocional: su influencia en el aprendizaje de español como lengua de migración (FFI2017-83166-C2-2-R) y del proyecto de investigación La población migrante de la comunidad de Madrid: estudio multidisciplinar y herramientas para la integración sociolingüística (IN.MIGRA3-CM) (ref. H2019/HUM5772), financiado por la Comunidad de Madrid y cofinanciado por el Fondo Social Europeo.</span></em></p>Una cosa es transmitir información o comunicar ideas en una segunda lengua; otra expresar emociones. Esta investigación analiza la destreza para expresar pena o alegría en estudiantes de español.Teresa Simón Cabodevilla, Profesora de grado y posgrado en la Universidad Nebrija, Universidad NebrijaSusana Martín Leralta, Decana de la Facultad de Lenguas y Educación, Universidad NebrijaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1821942022-05-19T18:07:10Z2022-05-19T18:07:10ZAprender a tolerar la incertidumbre podría ayudarnos a sobrellevar algunas enfermedades<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/461019/original/file-20220503-10802-sdzomu.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=24%2C8%2C5439%2C3628&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/sad-serious-illness-woman-emotion-panic-1810793920">Shutterstock / panitanphoto</a></span></figcaption></figure><p>“Tengo cáncer, ¿y ahora qué?” “¿Tendrá cura?” “¿Mejorará con el tratamiento?” “¿Habrá metastatizado?” Son muchas las preguntas que rondan la cabeza de quien es diagnosticado de una enfermedad con un futuro incierto. Pero lo cierto es que, a lo largo de la vida, hay pocas certezas absolutas. Y esa falta de seguridad a la que llamamos incertidumbre podemos enfrentarla de dos maneras: con ilusión y creatividad, o dejándonos arrastrar por las emociones negativas.</p>
<p>La incertidumbre no mata, pero puede llegar a doler. En el caso de pacientes que se enfrentan a enfermedades con cursos desconocidos, como la fibromialgia o el cáncer, la incertidumbre mal gestionada puede hacerles experimentar más intensidad de su dolor. Incluso podría cronificarlo. </p>
<p>Lo malo de la intolerancia a la incertidumbre es que nos vuelve impacientes y genera un esfuerzo constante (habitualmente sin éxito) por controlar aquello que nos rodea. Durante la pandemia, hemos observado la dificultad que han tenido algunas personas para construir estrategias de afrontamiento activo ante lo desconocido. En este periodo, el estrés, la incertidumbre y la desinformación (o el exceso de información, en algunos casos) <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33022993/">han tenido implicaciones</a>, a veces desastrosas, en la calidad de vida de la población. </p>
<h2>Miedo a lo desconocido en un escenario de enfermedad</h2>
<p>La <a href="http://dx.doi.org/10.1016/j.janxdis.2016.03.011">raíz de todos los miedos</a> del ser humano es el miedo a lo desconocido. Y está directamente relacionado con nuestra capacidad de gestionar la <a href="http://dx.doi.org/10.1016/j.janxdis.2016.03.011">incertidumbre</a>. Que, a su vez, depende de nuestra forma de <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3146626/">interpretar y responder ante circunstancias desconocidas</a>. </p>
<p>Por otro lado, distintos estudios han demostrado la relación directa que existe entre una mala gestión de la incertidumbre y el <a href="https://doi.org/10.1016/j.jpain.2019.04.009">miedo al dolor</a>, al movimiento, a la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25728373/">recurrencia de la enfermedad</a> o a la muerte. </p>
<p>En la evolución de las enfermedades crónicas con un pronóstico impredecible juega un papel relevante. Este es el caso de la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32466421/">fibromialgia</a>, el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/20735467/">cáncer de mama</a>, el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33949061/">dolor persistente</a> o las <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28759635/">adicciones</a>. Incluso la intolerancia a la incertidumbre del entorno (la familia) se posiciona como factor de riesgo clave en la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32701651/">cronicidad del dolor en niños y adolescentes</a>. </p>
<p>Al final, el miedo a lo desconocido suele conducir a <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32701651/">sentimientos de ansiedad, frustración e impotencia</a>. Incluso, puede repercutir en cómo la persona percibe su dolor y nivel de discapacidad. Por eso, merece ser considerado un factor clave en el entorno clínico.</p>
<h2>Factores que nos protegen frente a lo desconocido</h2>
<p>Afortunadamente, existen herramientas que ayudan a manejar mejor el miedo a lo desconocido y a la incertidumbre. Por ejemplo, en personas mayores se ha observado que la autoeficacia es importante en la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/14518809/">percepción del miedo a la muerte</a>. Es decir, la creencia de ser capaz de conseguir el resultado deseado a pesar de las circunstancias <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/847061/">nos protege frente a ese miedo</a>.</p>
<p>Por otro lado, tener un estado de mayor bienestar emocional ayuda a <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/19418885/">disminuir el sentimiento de incertidumbre en personas con fibromialgia</a>. Para ello funcionaría, entre otras cosas, tener un propósito de vida. Es decir, percibir que nuestra vida tiene un sentido, que importamos a los demás y tener claros nuestros objetivos vitales <a href="https://doi.org/10.1037/gpr0000077">favorece una menor ansiedad en contextos de enfermedad</a>. </p>
<p>Asimismo, disponer de una red de apoyo social y tener esperanza en el futuro <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27400910/">se han descrito como factores protectores del estrés</a> en mujeres con cáncer de mama.</p>
<p>Visto lo visto, evaluar la presencia del miedo a lo desconocido en consulta podría ayudarnos a entender mejor a personas con enfermedades crónicas o que se enfrentan a diagnósticos inciertos. Una <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/16647833/">herramienta</a> muy interesante en este sentido es la escala de intolerancia a la incertidumbre. Consta solamente de doce preguntas y es de fácil uso y alta fiabilidad. Esta escala nos permite saber si tendemos a gestionar mejor o peor la incertidumbre y a valorar el impacto que esto puede tener en la salud mental del individuo.</p>
<h2>Ayudar a manejar el miedo a lo desconocido en la práctica clínica</h2>
<p>Responder a <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6540987/">situaciones inciertas de manera asertiva</a> favorece la tolerancia a lo desconocido, el bienestar emocional y el desarrollo de hábitos de vida saludables. Asimismo, fomentar que la persona con una enfermedad crónica comprenda y acepte que debe ser parte activa de su proceso de recuperación es necesario para implementar conductas de automanejo. </p>
<p>Como investigadores en el campo de la salud, nuestro trabajo debe fortalecer aquellas habilidades personales (como la autodeterminación y la autoeficacia) que mejoran la tolerancia a la incertidumbre. Podrían actuar como <a href="https://doi.org/10.1016/j.ejpn.2018.05.008">mecanismos de protección en procesos crónicos</a>. </p>
<p>Además, escuchar activamente al paciente <a href="https://doi.org/10.1080/09593985.2018.1516015">sin prejuzgar</a>, priorizar sus necesidades y promover su autonomía son estrategias esenciales para aumentar la alianza terapéutica, la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28401666/">adherencia al tratamiento</a> y la <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/nuf.12658">motivación intrínseca del paciente</a>. </p>
<p>Todo ello debe entenderse como parte de un modelo asistencial que entiende la recuperación del individuo como un proceso continuo (más que como un objetivo final) y en el que debemos animar a las personas a que aprendan a conocerse mejor.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/182194/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Alberto Marcos Heredia Rizo es miembro de la sección sindical (PDI) de la Universidad de Sevilla del Sindicato Andaluz de Trabajadores</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Javier Martínez Calderón no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El miedo a lo desconocido puede repercutir en cómo una persona percibe su dolor. Aprender a gestionar la incertidumbre puede ayudar gestionar enfermedades como la fibromialgia, que tienen un curso desconocido.Alberto Marcos Heredia Rizo, Profesor Titular de Universidad en Fisioterapia. Investigador en el automanejo de la cronicidad. UMSS Research Group, Universidad de SevillaJavier Martínez Calderón, Profesor Ayudante Doctor en Fisioterapia, investigador postdoctoral automanejo en cronicidad. UMSS Research Group, Universidad de SevillaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1819842022-05-18T17:15:57Z2022-05-18T17:15:57Z¿Por qué nos incomoda tanto el silencio?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/462813/original/file-20220512-22-s06t1s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=25%2C25%2C5725%2C3802&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/business-people-waiting-elevator-office-1496313050">Shutterstock / sirtravelalot</a></span></figcaption></figure><p>Es bien sabido que las palabras que empleamos en una conversación solo constituyen <a href="https://www.researchgate.net/publication/316420752_Nonverbal_Communication">un porcentaje discreto de todo lo que comunicamos</a>. La expresión de nuestra cara, los gestos que articulamos con el cuerpo, la posición que ocupamos en el espacio e incluso el tono de la voz (<a href="https://www.researchgate.net/publication/329541457_Prosody_Stress_rhythm_and_intonation">prosodia</a>) son imprescindibles para hacernos entender.</p>
<p>Puede decirse que comunicar nos permite <a href="https://www.researchgate.net/publication/26329389_Speaking_silence_The_social_construction_of_silence_in_autobiographical_and_cultural_narratives">construir puentes</a> entre realidades individuales que de otro modo serían impermeables, compartiendo así nuestras necesidades con quienes nos rodean y entendiendo mejor las de los demás. Esto es, posibilita que nos encontremos en el insondable océano de las relaciones sociales.</p>
<p>No debemos olvidar que la comunicación es un proceso increíblemente complejo. Incluso si tomamos la decisión de mantenernos callados estaremos trasladando sutilmente un mensaje que dependerá del contexto, de las experiencias compartidas con nuestro interlocutor y del modo particular en que procesamos esta sutil forma de intercambio.</p>
<p>El término con el que solemos aludir a este fenómeno es el de <em><a href="https://steinbock.org/pubs/steinbock_icls2014.pdf">silencio social</a></em>. Pese a que la sensación aparente es la de un vacío, como un paréntesis en el flujo natural del discurso, lo cierto es que nos permite sugerir una extraordinaria variedad de estados emocionales. Algunas personas serán receptivas a los mismos, mientras que otras los vivirán con cierta desazón.</p>
<h2>¿Qué tipos de silencio existen?</h2>
<p>Los silencios <a href="https://www.researchgate.net/publication/271842302_SILENCE_BECAUSE_WHAT'S_MISSING_IS_TOO_ABSENT_TO_IGNORE">han sido objeto de estudio científico desde hace décadas</a>, pues pueden tener efectos muy importantes sobre las dinámicas de interacción y sobre los sentimientos de quienes participan en ellas. En este sentido, los investigadores del fenómeno <a href="https://steinbock.org/pubs/steinbock_icls2014.pdf">distinguen tres modalidades</a>: la pausa individual, los lapsos en la conversación y el silencio social inexplicable.</p>
<p>La pausa individual tiene lugar cuando una única persona se dirige a un auditorio, como un cómico que ofrece un monólogo o como un estudiante que expone frente a sus compañeros de clase. Aquí el silencio suele usarse para <a href="https://gloriacappelli.it/wp-content/uploads/2009/05/silence.pdf"><em>atrapar</em> a los oyentes</a> o para generar interés, pero también puede sugerir desconocimiento respecto al tema del que se habla (algo especialmente temido por quienes sufren <a href="https://www.researchgate.net/publication/283836688_Social_Anxiety_Disorder">ansiedad social</a>).</p>
<p>Los lapsos en la conversación representan lo que se aproxima más fielmente a lo que conocemos como “silencios incómodos”. Hablamos de aquellos que se producen entre dos personas y que <a href="https://www.researchgate.net/publication/229579190_Talk-Silence_Sequences_in_Informal_Conversations_I">rompen las expectativas de un intercambio fluido</a>. Pueden suceder en quienes apenas se conocen pero también en quienes han mantenido un vínculo durante mucho tiempo, dependiendo su efecto de la confianza que se haya fraguado.</p>
<p>Por último, el silencio social inexplicable describe una situación que todos hemos vivido alguna vez. Ocurre cuando más de dos personas interactúan simultáneamente (narrando anécdotas, trazando conversaciones paralelas, etc.) y de repente todo se detiene, quedando un vacío atronador. En tales casos, entre perturbadores y jocosos, suele decirse que “ha pasado un ángel”.</p>
<p>Hay que tener en cuenta que los silencios son un recurso comunicativo <a href="https://www.researchgate.net/publication/341028615_Exploring_How_Silence_Communicates">que puede ser legítimamente usado</a> y que en determinadas circunstancias incluso llega a ser productivo, sobre todo cuando se dan en el contexto de una <a href="https://www.researchgate.net/publication/228144342_Active_Listening">escucha activa</a>. Como dijo Jorge Luis Borges: “No hables a menos que puedas mejorar el silencio”.</p>
<h2>¿Por qué el silencio puede vivirse como algo incómodo?</h2>
<p>El silencio implica una <a href="https://www.researchgate.net/publication/222527474_The_functions_of_silence">ruptura en la dinámica natural de las conversaciones</a>, cuya lógica es idéntica a la de otros procesos sociales que requieren la coordinación de las partes implicadas. Cuando fluyen sin problemas se ensalza la predictibilidad del encuentro, lo que redunda en una mayor seguridad dentro de la incertidumbre que acompaña a toda relación.</p>
<p>Existe evidencia de que la fluidez de la conversación <a href="https://www.researchgate.net/publication/348905663_The_Importance_of_Belonging_A_Study_About_Positioning_Processes_in_Youths'_Online_Communication">estimula el sentido de pertenencia</a> y la coherencia de un vínculo particular, reivindicándolo como algo diferenciado de todos los demás. Asimismo, cuando ofrecemos respuestas rápidas promovemos la sensación de consenso respecto a los temas importantes, lo que sugiere que estamos ideológica y emocionalmente alineados con el otro.</p>
<p>Las conversaciones fluidas alimentan el sentido de pertenencia social, nos validan como parte del grupo, nos proporcionan una sensación de control sobre las dinámicas relacionales y contribuyen decisivamente a la autoestima. En cambio, el silencio <a href="http://journal-of-conflictology.uoc.edu/joc/en/index.php/journal-of-conflictology/article/view/vol2iss1-gendron.html">puede sugerir una confrontación velada</a> o la existencia de emociones que se prefiere no expresar, avivando con ello cierta inseguridad.</p>
<h2>¿El silencio es siempre incómodo?</h2>
<p>El silencio no siempre es incómodo. Cuando el vínculo está suficientemente consolidado y existe una relación de confianza, <a href="https://www.researchgate.net/publication/257198759_Semiotic_silence_in_intimate_relationships_Much_silence_makes_a_powerful_noise_-_African_Proverb">constituye una oportunidad para estrechar lazos</a>. Si no existen conflictos sin resolver, el silencio queda despojado de las cualidades negativas que tiene para aquellas personas cuyos lazos sociales son frágiles o están bruñidos de temor.</p>
<p>Por otra parte, las personas con una buena autoestima <a href="https://oaji.net/articles/2016/1170-1463651532.pdf">suelen vivir los silencios con mayor comodidad</a>. Esto es así porque no albergan expectativas negativas sobre lo que los demás pensarán de ellas, por lo que el silencio (que tiende a <em>rellenarse</em> con nuestros miedos e inseguridades) adquiere matices más sosegados e incluso reconfortantes.</p>
<p>En todos estos casos, el silencio puede ser aprovechado y extraerse de él algo positivo: una <a href="https://www.researchgate.net/publication/254437920_The_Effects_of_Thinking_in_Silence_on_Creativity_and_Innovation">mayor reorganización de las ideas que queremos expresar</a>, un instante de intimidad, etc. También nos proporciona calma en un mundo generalmente bullicioso, algo que solo deseamos compartir con las personas más allegadas a nosotros.</p>
<p>En definitiva, los efectos del silencio sobre nuestro bienestar pueden estar más asociados a nuestra forma de interpretarlos que a la intención de los demás cuando hacen uso de él. Entender este matiz puede ayudarnos a afrontarlos de una manera mucho más constructiva.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/181984/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Joaquín Mateu Mollá no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Las conversaciones fluidas nos proporcionan sensación de control, mientras que el silencio puede sugerir una confrontación velada y generarnos inseguridad. Pero no todo el mundo lo siente igual.Joaquín Mateu Mollá, Profesor Adjunto en Universidad Internacional de Valencia, Doctor en Psicología Clínica, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1824742022-05-12T17:54:27Z2022-05-12T17:54:27ZSer hipersensible: ¿una ventaja o una desventaja?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/461299/original/file-20220504-13-axqxzv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C23%2C5320%2C3504&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">La hipersensibilidad suele ir asociada a la vulnerabilidad. Pero también puede ser un punto fuerte.</span> <span class="attribution"><span class="source">Veja / Shutterstock</span></span></figcaption></figure><p>La sensibilidad es un término que aparece mucho en nuestro entorno, a menudo para referirse a cosas diferentes. Por ejemplo, podemos hablar de sensibilidad a las sensaciones, es decir, a la capacidad de experimentar percepciones. Pero también podemos referirnos a la susceptibilidad de una persona que se ve afectada por la más mínima acción o agresión exterior.</p>
<p>Y más allá de la simple sensibilidad, algunas personas son descritas como hipersensibles. En referencia, por ejemplo, a que son especialmente emotivas, a que lloran fácilmente con las películas románticas o las canciones tristes.</p>
<p>El término <em>hipersensibilidad</em> <a href="https://trends.google.fr/trends/explore?date=all&geo=FR&q=hypersensibilit%C3%A9">se ha ido extendiendo gradualmente entre el público desde hace varios años</a>. Suele hacer referencia, en parte erróneamente, a la hiperestesia (“tener los sentidos excesivamente excitables”) y a las emociones intensas demasiado frecuentes. Aunque nosotros preferimos usar el término <em>alta sensibilidad</em>, que no tiene la connotación peyorativa del exceso. </p>
<p>La manifestación de la sensibilidad puede ser interna, ligada a una reactividad fisiológica o una emoción, o externa, asociada a un gesto reactivo, por ejemplo. Siempre está vinculada a un desencadenante llamado estímulo, a veces interno (un pensamiento) y otras externo (del entorno). Los estímulos pueden ser de distinto tipo: sociales (una llamada de un amigo, un compañero que viene a hablar con nosotros, un desconocido que nos llama por la calle), emocionales (un recuerdo de un ser querido, un abrazo de nuestra mascota), fisiológicos (unas tripas que resuenan, un ritmo cardíaco acelerado) o sensoriales (auditivos, olfativos, visuales).</p>
<p>Sean cuales sean, estamos expuestos a estos estímulos de forma diaria y continua. El ser humano, que depende de los recursos del entorno para sobrevivir, debe ser capaz de captar, integrar y procesar todos estos estímulos para adaptarse. </p>
<h2>Diferencias de sensibilidad: ¿qué es?</h2>
<p>No todos reaccionamos de la misma manera ante un determinado estímulo…. Por eso, a las personas que reaccionan con más fuerza se les dice que son más sensibles. Varias teorías han intentado describir estas diferencias y en 2016 se reunieron bajo el concepto global de <em><a href="https://psycnet.apa.org/record/2015-18508-001">sensibilidad ambiental</a></em>.</p>
<p>Este concepto incluye el concepto de alta sensibilidad al procesamiento sensorial (<a href="https://hsperson.com/test/highly-sensitive-test/">SPS, medido por el cuestionario de autoevaluacion HSPS</a>, que es el más cercano en teoría a lo que se conoce como hipersensibilidad en el lenguaje cotidiano). Fue introducido en 1997 por Elaine y Arthur Aron y sugiere que <a href="https://psycnet.apa.org/record/1997-05290-010">la sensibilidad es un rasgo de personalidad</a> caracterizado por:</p>
<ul>
<li><p>Mayor profundidad en el procesamiento de la información.</p></li>
<li><p>Mayor empatía y reactividad emocional.</p></li>
<li><p>Mayor conciencia de los matices del entorno.</p></li>
<li><p>Facilidad para ser sobreestimulado.</p></li>
</ul>
<p>Este concepto de sensibilidad ambiental intenta ser un metarrasgo. Es decir, una dimensión de personalidad de orden superior que capta y explica, en parte, conceptos psicológicos existentes. Por ejemplo, la introversión, la timidez, la inhibición conductual o el temperamento reactivo.</p>
<p>Esto tiene fuertes implicaciones para la terapia, en el diagnóstico clínico de las enfermedades mentales y en la búsqueda del origen de ciertos trastornos mentales.</p>
<h2>Una alta sensibilidad suele estar asociada a efectos negativos</h2>
<p>Existen factores genéticos, psicológicos y fisiológicos que dan lugar a una mayor sensibilidad ante diferentes estímulos. Por ejemplo, si un individuo tiene una determinada versión de un gen <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/15654286/">asociada a una expresión reducida de la molécula transportadora de serotonina</a> (conocida como la hormona de la felicidad), es más probable que <a href="https://ajp.psychiatryonline.org/doi/full/10.1176/ajp.2006.163.9.1588">desarrolle síntomas depresivos</a> durante acontecimientos estresantes. Por tanto, un factor genético unido a estímulos negativos puede tener consecuencias negativas.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="Vista artística de una doble hélice de ADN" src="https://images.theconversation.com/files/459596/original/file-20220425-26-qdefzq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/459596/original/file-20220425-26-qdefzq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/459596/original/file-20220425-26-qdefzq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/459596/original/file-20220425-26-qdefzq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=338&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/459596/original/file-20220425-26-qdefzq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=425&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/459596/original/file-20220425-26-qdefzq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=425&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/459596/original/file-20220425-26-qdefzq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=425&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">El nivel de sensibilidad está relacionado con muchos factores, incluidos los ambientales, psicológicos y fisiológicos, pero también genéticos.</span>
<span class="attribution"><span class="source">MiniStocker / Shutterstock</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>En los estudios realizados sobre el asunto se ha identificado un sesgo: preponderan las investigaciones que asocian la alta sensibilidad a vulnerabilidades. Por eso, la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/19883141/">abrumadora mayoría de los estudios</a> describen asociaciones entre los entornos negativos (maltrato infantil, insensibilidad de los padres, acontecimientos vitales negativos…), la alta sensibilidad y las consecuencias adversas de esta última (predisposición a trastornos mentales o mala calidad de vida).</p>
<p>Algunos ejemplos son los vínculos entre la alta sensibilidad y la <a href="https://www.researchgate.net/publication/11029804_Behavioural_inhibition_and_symptoms_of_anxiety_and_depression_Is_there_a_specific_relationship_with_social_phobia">fobia social</a>, el <a href="https://www.researchgate.net/publication/230777339_Sensory_Sensitivity_Attachment_Experiences_and_Rejection_Responses_Among_Adults_with_Borderline_and_Avoidant_Features">trastorno de la personalidad por evitación</a> y la <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0191886905001911">ansiedad y la depresión</a>. También incluiríamos el <a href="https://psycnet.apa.org/record/2006-03378-010">estrés autopercibido</a>, la <a href="https://psycnet.apa.org/record/2007-13420-006">agorafobia</a>, la <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0191886908001281">alexitimia y el trastorno del espectro autista</a> y la <a href="https://www.researchgate.net/publication/270516287_Is_the_relationship_between_sensory-processing_sensitivity_and_negative_affect_mediated_by_emotional_regu">dificultad para regular las emociones</a></p>
<p>Pero ¿estamos realmente predispuestos a estas consecuencias adversas si tenemos alta sensibilidad?</p>
<h2>Una ventaja adaptativa</h2>
<p>Las investigaciones revelan que <a href="https://www.nature.com/articles/s41380-020-0783-8">la influencia genética representa un 47 % de los casos</a>. El 53 % restante se debe a las influencias ambientales. Esto indica que la susceptibilidad es un rasgo que se puede heredar. Por tanto, debe tener una ventaja adaptativa, aunque sea mínima (o al menos no ser incapacitante), para que la selección natural la conserve a lo largo de las generaciones.</p>
<p>Este rasgo incluso se podría haber conservado evolutivamente desde hace mucho tiempo. Recordemos que también está presente en otras especies de mamíferos (en 2017 se validó un <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0177616">método de evaluación de sensibilidad en perros</a>).</p>
<p>Paralelamente, las simulaciones numéricas y la investigación empírica sugieren que <a href="https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.0805473105">la alta sensibilidad sería ventajosa si estuviera presente en el 15-20 % de la población</a>. Estos datos la convierten en un rasgo de baja frecuencia. Esto quiere decir que los individuos de un grupo pueden optar por diferentes estrategias, incluidas las diferencias de sensibilidad, para adaptarse mejor a las variaciones del entorno y estar más receptivos.</p>
<h2>Hacia los beneficios potenciales</h2>
<p>Desde hace más de una década, los efectos positivos de los entornos beneficiosos para los individuos con alta sensibilidad son muy estudiados.</p>
<p>En 2015 se realizó un <a href="https://www.researchgate.net/publication/273789708_Sensory-Processing_Sensitivity_predicts_treatment_response_to_a_school-based_depression_prevention_program_Evidence_of_Vantage_Sensitivity">estudio</a> sobre la relación entre la alta sensibilidad y la respuesta a un programa de prevención de la depresión con chicas adolescentes. Los resultados mostraron que los individuos sensibles respondían mejor a la ayuda ofrecida. Y aún hay más: los cambios fueron mucho mayores para los individuos altamente sensibles.</p>
<p>En 2018, <a href="https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/2167702618782194">otro estudio</a> encontró una relación entre la alta sensibilidad y la respuesta a un programa de intervención contra el acoso escolar. No solo disminuyó de manera significativa el acoso escolar, sino que los individuos muy sensibles contribuyeron casi exclusivamente a ese resultado.</p>
<p>Así pues, estos estudios sugieren que los individuos altamente sensibles tienen una mayor capacidad de integración con los demás, de pensamiento reflexivo y de aprendizaje y consciencia.</p>
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<img alt="Unos niños sonrientes hacen el corte del jardín de infancia" src="https://images.theconversation.com/files/459599/original/file-20220425-95080-hw4jm1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/459599/original/file-20220425-95080-hw4jm1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/459599/original/file-20220425-95080-hw4jm1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/459599/original/file-20220425-95080-hw4jm1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/459599/original/file-20220425-95080-hw4jm1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/459599/original/file-20220425-95080-hw4jm1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/459599/original/file-20220425-95080-hw4jm1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Un entorno positivo y la infancia son claves importantes para que las personas hipersensibles puedan desarrollar todo su potencial.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Wavebreakmedia / Shutterstock</span></span>
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<p>Estos hallazgos se han constatado en un <a href="https://www.researchgate.net/publication/322402052_Sensory_processing_sensitivity_and_childhood_quality%27s_effects_on_neural_responses_to_emotional_stimuli">estudio</a> de imágenes cerebrales que muestran que los individuos altamente sensibles, cuando se enfrentan a estímulos emocionales positivos o negativos, tienen una mayor actividad cerebral en regiones relacionadas con estas habilidades. Por ejemplo, el hipocampo, el área parietal/frontal, la corteza prefrontal, etc.</p>
<p>Además, si se les presentan imágenes positivas (si tuvieron una infancia positiva), muestran una mayor activación de las áreas relacionadas con la calma, con el trato a los demás (córtex insular) y con la respuesta a la recompensa (área tegmental ventral, sustancia negra y núcleo caudado). Esto último sirve como motivación básica para la supervivencia y <a href="https://link.springer.com/chapter/10.1007/7854_2015_387">puede ser utilizado para el placer</a>.</p>
<p>Cuando se dan imágenes negativas, las regiones relacionadas con el autocontrol (córtex prefrontal medial) y la autorregulación cognitiva y emocional se sobreactivan.</p>
<h2>Aprovechando la hipersensibilidad</h2>
<p><a href="https://www.nature.com/articles/nrn3119">La investigación sobre la adicción y los trastornos del estado de ánimo</a> ha demostrado el papel del córtex prefrontal medial en el autocontrol. Además, se ha comprobado que el aumento del control de los impulsos en respuesta a estímulos positivos está <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1369-1600.2009.00193.x">asociado con la reducción de la asunción de riesgos y la adicción</a>.</p>
<p>Esto sugiere que una alta sensibilidad unida a un entorno de desarrollo favorable sería un factor de protección contra las adicciones. En otras palabras, los individuos altamente sensibles serían menos propensos a tener comportamientos excesivos y problemáticos (en relación con internet, los juegos en línea o de azar, etc.) o a convertirse en adictos a las drogas.</p>
<p>Todos estos estudios coinciden en el papel clave de la calidad de la infancia y el entorno. Como los factores ambientales contribuyen a cerca de la mitad de la varianza de la susceptibilidad, es necesario limitar las experiencias negativas (o moderar los efectos nocivos) que se ven exacerbados por el rasgo de la susceptibilidad.</p>
<p>Identificar cómo de susceptible es cada individuo podría ser útil para estimar el éxito o no de las terapias y los programas de intervención. Este último es importante hasta el punto de que <a href="https://www.researchgate.net/publication/51819108_Therapygenetics_Moving_towards_personalized_psychotherapy_treatment">la investigación en terapia génica</a> se centra ahora en la psicoterapia personalizada.</p>
<h2>Ayudar a las personas hipersensibles a prosperar</h2>
<p>Los estudios de sensibilidad ambiental ya están ayudando a explicar las diferencias individuales en el desarrollo en determinados contextos y en las vulnerabilidades a determinadas psicopatologías. También permiten una intervención temprana para prevenir desarrollos anormales en individuos altamente sensibles. Al mismo tiempo, se les podrá ayudar a prosperar en la sociedad moderna, que es una fuente de estímulos difícil de controlar.</p>
<p>Estudios futuros arrojarán más luz sobre este rasgo, tanto en lo que respecta a los mecanismos neuronales implicados como a su origen y su vinculación con otros trastornos.</p>
<p>La alta sensibilidad o hipersensibilidad puede ser, parece evidente, una valiosa baza. Lejos de estar ante un trastorno mental, es un rasgo cuyo papel en los mecanismos de adaptación al entorno es esencial. La riqueza de sus implicaciones evolutivas, médicas y sociales puede apreciarse en los numerosos estudios que se están llevando a cabo en psicología, biología genética y neurociencia. Unos resultados que permiten que los individuos afectados puedan superar los juicios a menudo negativos de los que todavía son objeto con excesiva frecuencia.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/182474/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Evan Giret ne travaille pas, ne conseille pas, ne possède pas de parts, ne reçoit pas de fonds d'une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n'a déclaré aucune autre affiliation que son organisme de recherche.</span></em></p>El término suele ser peyorativo: ser hipersensible es llorar por nada, sentir demasiado las cosas… Pero ahora sabemos que este rasgo tiene ventajas evolutivas y sociales.Evan Giret, Doctorant en psychologie au 2LPN (EA 7489), Université de LorraineLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1736922022-04-11T16:41:03Z2022-04-11T16:41:03ZEmociones infantiles sobre la vida en pandemia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/455026/original/file-20220329-21-14mbams.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=2%2C5%2C1914%2C994&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Una de las postales escritas del proyecto Postales2020.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://2020postalak.eus/es/postales-2020-es/">2020postalak.eus</a></span></figcaption></figure><p>La promoción del bienestar infantil y adolescente, incluyendo la de sus derechos humanos, se ha planteado ya como <a href="https://www.psicoperspectivas.cl/index.php/psicoperspectivas/article/viewFile/601/409">uno de los grandes retos de las ciencias sociales</a> de este siglo. </p>
<p>La covid-19 ha sumado nuevas necesidades y ha puesto más en evidencia aún las necesidades de la infancia y la adolescencia. Como revela el <a href="https://eurochild.org/uploads/2020/12/2020-Eurochild-Semester-Report.pdf">último informe de la red Eurochild (2020)</a>, la población infantil ha sufrido a causa de la Covid-19, no solo un confinamiento particularmente restrictivo, sino también una fuerte invisibilización de sus necesidades y derechos. </p>
<p>Desde el trabajo colaborativo llevado a cabo entre <a href="https://www.donostia.eus/ataria/es/web/osasun-publikoa/promocion-de-la-salud">Promoción de la Salud </a>y <a href="https://www.donostia.eus/info/ciudadano/mayores_presentacion.nsf/voWebContenidosId/NT00000A3E?OpenDocument&idioma=cas&id=A483407405217&cat=&doc=D">Donostia Laugunkoia</a> del Ayuntamiento de Donostia, <a href="https://www.tabakalera.eus/es/">Tabakalera</a>, <a href="https://www.emaus.com/eu/">Emaus Fundazioa</a>, <a href="http://telesgi.org/">Teléfono de la Esperanza de Guipuzkoa </a>y <a href="https://www.kutxakultur.eus/es/">Kutxakultur</a> en las primeras semanas de desescalada se impulsó el <a href="https://2020postalak.eus/es/">proyecto Postales 2020</a>, que tiene como objetivo ofrecer un espacio experimental para el encuentro, la escucha y la conversación. Este espacio quiere facilitar la construcción colectiva de una narrativa sobre las emociones que nos están acompañando en este contexto de pandemia, que pueda ser sanadora y no deje a nadie atrás.</p>
<h2>Ayudarles a expresar emociones</h2>
<p>Dentro de esta iniciativa, a los menores de entre 6 y 11 años que participaban en las actividades de <a href="http://www.donostiaeuskaraz.eus/euskaraz/sorria/oporretan-euskaraz-2020--informacion/lang/eu">Oporretan Euskaraz 2020</a> se les propuso que escribieran una postal –comprada, hecha a mano, dibujada y todo lo que consideraran que tuviera cabida y ayudara a expresar su estado emocional– para después depositarla en alguno de los buzones habilitados para ello. Así, niños y niñas de entre 6 y 11 años participaron en Postales 2020, y eso les permitió expresar emociones y sentimientos que les habían estado acompañando desde que se declaró la pandemia.</p>
<p>Desde el <a href="https://kideon.eus/es/">Grupo de Investigación KideON</a> se realizó un análisis de estas postales y dibujos con el objetivo de recoger cómo estaban siendo las vivencias, experiencias, sentimientos y emociones que emergían en aquel momento. Una de las conclusiones a las que se llega a través de este análisis es que los niños y niñas participantes tenían dificultades para expresas sus emociones por ejemplo utilizando la palabra “gaizki”, que significa “mal” en castellano, pero sin poder poner nombre a la emoción que sentían, como tristeza, enfado o aburrimiento. </p>
<p>Partiendo de los dibujos realizados por los niños y niñas, se creó un cuento que recogía de manera visual cómo expresaban los más pequeños sus vivencias, sus emociones y sentimientos para poder devolver así el trabajo realizado y que pudiera servir de soporte para contar y compartir lo vivido y sentido. </p>
<p>Además, se diseñó una unidad didáctica dirigida a la etapa de Educación Primaria ofreciendo un soporte dirigido a los centros educativos y a otros espacios socioeducativos para la mejora del bienestar y la gestión emocional desde una mirada integral y atendiendo tanto a aspectos emocionales como a aspectos de salud, alimentación, hábitos de vida saludables, higiene del sueño y otros: Talleres para la gestión de las emociones y promoción del bienestar en diferentes <a href="https://www.gipuzkoa.eus/es/web/gazteria/equipamientos/haurtxokos-gaztelekus/haurtxokos">Haurtxokos</a>.</p>
<p>Los Haurtxokos son espacios de ocio educativo dirigido a niñas y niños de 5 a 11 años que buscan capacitar y prestarles apoyo durante su tiempo libre a través de la educación no formal para ayudarles en su camino hacia la autonomía personal, así como contribuir a que los niños y las niñas vivan con plenitud la infancia, etapa de disfrute experimentación y maduración, base de su vida adulta. Los programas y actividades que se ponen en marcha en los Haurtxokos se basan siempre en las necesidades de la infancia, el protagonismo recae en ellos y ellas y el objetivo es su desarrollo emocional y social.</p>
<p>Desde el servicio de promoción de la salud se veía necesario ofrecer herramientas a la infancia para afrontar los malestares cotidianos que se les presentan a lo largo de la vida y poder dar respuesta a esas situaciones estresantes a través de estrategias saludables. En colaboración con el servicio de juventud del Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián se planteó el poder poner en práctica la unidad didáctica en diferentes Haurtxokos municipales de la ciudad. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/455028/original/file-20220329-21-3y9r9p.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/455028/original/file-20220329-21-3y9r9p.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/455028/original/file-20220329-21-3y9r9p.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=432&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/455028/original/file-20220329-21-3y9r9p.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=432&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/455028/original/file-20220329-21-3y9r9p.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=432&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/455028/original/file-20220329-21-3y9r9p.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=543&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/455028/original/file-20220329-21-3y9r9p.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=543&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/455028/original/file-20220329-21-3y9r9p.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=543&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Una de las postales escritas del proyecto Postales2020.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://2020postalak.eus/es/postales-2020-es/">2020postalak.eus</a></span>
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<h2>Técnicas para que aprendan a expresarse</h2>
<p>Los miembros del Grupo de Investigación KideON, y dentro de la investigación de I+D+i (PID2020-119011RB-I00) <a href="https://kideon.eus/proiektuak/diagnostico-y-propuestas-de-intervencion-sobre-el-bienestar-desigualdades-y-necesidades-socioeducativas-de-la-poblacion-infantil-y-adolescente-tras-la-covid-19/">“Diagnostico y propuestas de intervención sobre el bienestar, desigualdades y necesidades socioeducativas de la población Infantil y adolescente tras la COVID-19”</a>, diseñaron dos sesiones en seis Haurtxokos de Donostia. La propuesta se basó en metodologías activas y participativas que combinaban técnicas de psicodrama, técnicas de autoexploración, juego, movimiento corporal, teatro y técnicas de relajación y <em>mindfulness</em>. </p>
<p>En total participaron 169 niños y niñas de entre 5 a 11 años. El primer taller tuvo como objetivo trabajar las emociones, identificarlas y nombrarlas y adquirir un mayor conocimiento de uno mismo respecto a aspectos emocionales. Asimismo, se ofrecieron estrategias para gestión de las mismas desde una perspectiva saludable y se incorporaron recursos para una mayor comunicación asertiva. </p>
<p>El segundo taller se centró en el bienestar desde una mirada integral, partiendo de qué es lo que cada uno hacemos para sentirnos mejor y qué podemos hacer para mejorar nuestras emociones y aumentar el grado de bienestar con nosotros mismos y con nuestro entorno, centrándonos también en la importancia de realizar deporte y adquirir hábitos de alimentación saludable. </p>
<p>Para evaluar las sesiones, al final de las mismas se pidió a los menores que recogieran a través de un dibujo aquello que habían aprendido o les había gustado de las sesiones. </p>
<p>Podemos concluir que los talleres han ayudado a un mejor autoconocimiento de las emociones y del bienestar, ofreciendo por un lado más recursos para saber identificar y expresar sus emociones y la gestión de las mismas y por otro para conocer mejor qué es lo que beneficia a su bienestar y cuáles son los hábitos para una vida saludable. La importancia del cuidado personal, el cuidado de nuestro cuerpo, la alimentación saludable y la práctica del deporte han cogido especial fuerza en el discurso de los menores a lo largo de las sesiones. </p>
<p>En este sentido, es necesario seguir incorporando en los currículos oficiales y en la educación no formal espacios y momentos donde se le preste especial atención a la educación emocional y la educación en salud, resultando aún más imperiosa esta labor en situaciones críticas como la actual. No solo es un reto, sino un derecho que marcan ya las diferentes agendas mundiales y también europeas, y es nuestro deber, desde diferentes ámbitos, seguir investigando, formando y ofreciendo espacios y momentos que nos nutran en esta dirección.</p>
<hr>
<p><em>En este artículo han colaborado Aitziber Etxezarreta (Técnica de promoción de la salud del Ayuntamiento de Donostia), Nora Urkidi (Técnica de juventud del Ayuntamiento de Donostia) y Unai San Sebastián (Coordinador Haurtxokos Donostia).</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/173692/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Nahia Idoiaga Mondragon recibe fondos de Grupo de investigación del Gobierno Vasco, con referencia IT1342-19 (categoría A)</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Amaia Eiguren Munitis, Naiara Berasategui Sancho y Sorkunde Jaca Miranda no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>Es necesario incorporar en los currículos oficiales y en la educación no formal espacios donde se le preste especial atención a la educación emocional y la educación en salud de los niños y niñas ante las carencias en este sentido que la pandemia ha sacado a la luz.Naiara Berasategui Sancho, Profesora en el Departamento de Didáctica y Organización escolar, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaAmaia Eiguren Munitis, Docente del departamento de Didáctica y Organización Escolar. Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaNahia Idoiaga Mondragon, Profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaSorkunde Jaca Miranda, Enfermera Promoción de la Salud Ayuntamiento DonostiaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1806372022-04-10T18:40:37Z2022-04-10T18:40:37ZDopamina: el neurotransmisor que nos da la felicidad, pero también nos la quita<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/457210/original/file-20220410-69677-f1khst.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=26%2C0%2C5946%2C3988&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Fórmula química dopamina.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/dopamine-cheimcal-formula-over-pink-background-1305983566">Shutterstock / bogdandimages</a></span></figcaption></figure><p>La dopamina es un neurotransmisor, es decir, una molécula que se encarga de llevar un mensaje desde las neuronas que lo producen hacia otras células. Por eso interviene en una gran cantidad de procesos como el control del movimiento, la memoria, la recompensa cerebral –ese mecanismo de nuestro cerebro que nos refuerza a repetir una conducta– o el aprendizaje.</p>
<p>También influye en numerosas funciones fuera del cerebro como la motilidad gastrointestinal, la liberación de hormonas, la presión arterial e incluso en la actividad de las <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31077015/">células del sistema inmune</a>.</p>
<p>“El que canta su mal espanta”, dice el refrán. Pero no es lo mismo que Rosalía le cante “Si me das a elegir”, a que su hijo de tres años vocifere al son de “Baby shark”. Tampoco es lo mismo cantar “Paquito el chocolatero” en las fiestas patronales del pueblo, que hacerlo en medio de un entierro, un examen o dentro de un avión. Esto precisamente explica la disparidad de funciones que tiene la dopamina. Y es que su acción depende de dónde, cuándo, cómo y en qué cantidad se produzca.</p>
<h2>Almacenar recuerdos a través de las emociones</h2>
<p>La dopamina es conocida mundialmente por ser una de las moléculas de la felicidad. No en vano, <a href="https://theconversation.com/las-flechas-de-cupido-cambian-de-direccion-el-amor-esta-en-el-cerebro-155228">es una de las herramientas que Cupido usa para enamorar</a>. </p>
<p>También proporciona placer y relajación. Interviene en procesos de memoria y aprendizaje porque regula la duración de los recuerdos. Es decir, decide si una determinada información se puede almacenar durante un tiempo o se elimina inmediatamente. </p>
<p>Y esto lo consigue fomentando que la memoria y el aprendizaje vayan asociados a emociones. En este proceso interviene la dopamina en el accumbens -una parte del cerebro muy implicada en el control de las emociones, que comunica con zonas encargadas de la memoria, como el hipocampo-.</p>
<p>Por eso, el aprendizaje que contiene una carga emocional dura más, porque aprender provoca placer y la información se retiene durante mas tiempo. Así que de nada sirve aquello de “la letra, con sangre entra”.</p>
<h2>La cantidad de dopamina en el cerebro da información sobre su personalidad</h2>
<p>Nuestro horóscopo no influye ni determina para nada nuestra personalidad. La dopamina, sin embargo, sí. Y es que numerosos estudios científicos sostienen que la dopamina podría estar relacionada con rasgos de la personalidad como la inseguridad, la <a href="https://www.nature.com/articles/nn.2222">cobardía</a> o incluso el grado de <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-017-18784-y">extroversión</a>. </p>
<p>Tanto es así que la cantidad de dopamina en la amígdala cerebral -región del cerebro relacionada con emociones como la ira, el placer o el miedo- nos permitiría saber si una persona es tranquila o insegura o si se estresa con facilidad. </p>
<p>Es lo que ocurre con las personas con predilección por las “emociones fuertes”. Ciertas <a href="https://www.nature.com/articles/npp2017302">regiones de su cerebro</a> tienen una mayor cantidad de dopamina, por lo que son mas “inconscientes” en sus actos. Al contrario, bajos niveles de dopamina se han relacionado con <a href="https://ajp.psychiatryonline.org/doi/full/10.1176/appi.ajp.157.3.457">fobia social</a>.</p>
<h2>Dopamina, adicciones y motivación</h2>
<p>La dopamina es la culpable de nuestras adicciones, de las malas y de las menos malas. Entre las malas, las drogas aumentan la cantidad de dopamina en el sistema de recompensa del cerebro, lo que produce un estado de placer que refuerza que sigamos consumiéndolas. Algo parecido pasa con las menos malas, como el dulce o la comida basura.</p>
<p>Además, cada persona no responde de la misma manera ante estas adicciones. La razón es que no todos sentimos el mismo placer al comer una tarta, por ejemplo. Un <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3124340/">estudio científico</a> asegura que es debido al número de receptores a los cuales se une la dopamina. </p>
<p>De esta manera las personas con tendencia a la obesidad tendrían menos de estos receptores y por tanto necesitarían comer más para notar la misma satisfacción que produce el acto de comer. Son, por tanto, “más adictos” a la comida. Y esta es otra característica de la dopamina: su liberación nos puede convertir en adictos ya que nos impulsa a una búsqueda continua del placer.</p>
<p>La dopamina también tiene función motivacional. No solo nos recompensa cuando realizamos una actividad placentera, sino que también se libera mucho antes de realizar una acción. De esta manera, consigue motivarnos a buscar situaciones o actividades agradables, evitando las negativas. </p>
<p>Prueba de esto es que la baja producción de dopamina ocasiona <a href="https://dicciomed.usal.es/palabra/anhedonia">anhedonia</a>, uno de los síntomas mas característicos de la depresión. Al contrario, altos niveles de dopamina en la corteza prefrontal hacen que las personas estén más motivadas a cumplir con objetivos más exigentes.</p>
<h2>La cara oculta de la dopamina</h2>
<p>Pero no todo son alegrías. La dopamina también está relacionada con muchas enfermedades psiquiátricas y neurológicas. </p>
<p>Cuando tenemos un exceso de dopamina pueden aparecer trastornos <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24485387/">como la esquizofrenia o el trastorno bipolar</a>. </p>
<p>En caso de que la cantidad de dopamina disminuya, aparecen el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27256556/">trastorno depresivo mayor</a>, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24911152/">el trastorno por déficit de atención e hiperactividad</a>, la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/4272516/">enfermedad de Huntington</a> y la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29733459/">neurodegeneración asociada al VIH-1</a>. </p>
<p>Aunque si hay una enfermedad que irremediablemente nos viene a la cabeza cuando hablamos de un déficit en dopamina es la enfermedad de Parkinson, cuyo Día Mundial se celebra el 11 de abril. En este caso, la causa de este trastorno es la muerte de las neuronas que producen dopamina en una región del cerebro que se llama sustancia negra. Esta dopamina está implicada en el control de la actividad motora, de ahí los síntomas que presentan los pacientes que la sufren.</p>
<p>A pesar de que en la actualidad no hay una cura contra el párkinson, algunos tratamientos permiten mejorar los síntomas y, por tanto, la calidad de vida de los pacientes.</p>
<p>En este sentido, el fármaco estrella desde hace décadas es la levodopa, precursor metabólico de la dopamina. Es decir, cuando se consume por vía oral, se absorbe rápidamente en el intestino y rápidamente llega al cerebro, donde se transforma en dopamina, mejorando el control del movimiento.</p>
<p>En resumen, la dopamina es la Mary Poppins de nuestro organismo, “prácticamente perfecta en todos los sentidos”. En cuanto a sus acciones, al igual que la niñera inglesa, puede ser severa pero también amable y educada.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/180637/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>José A. Morales García no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Cada 11 de abril se celebra el Día Mundial de la enfermedad de Parkinson, una enfermedad producida por la muerte de las neuronas que producen dopamina, conocida como la molécula de la felicidad.José A. Morales García, Profesor e Investigador Científico en Neurociencia, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1794282022-03-28T19:34:25Z2022-03-28T19:34:25ZEl coste psicológico de tener que combatir en la guerra<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/452860/original/file-20220317-15-n62nhk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4134%2C2976&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Funerales de soldados ucranianos muertos durante la invasión rusa a Ucrania, en el cementerio de Lychakiv, en la ciudad de Lviv, el 9 de marzo de 2022.
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/lviv-ukraine-march-9-2022-funerals-2133905257">Shutterstock / Bumble Dee</a></span></figcaption></figure><p>Sin lugar a duda, una misión de combate es el desafío más difícil al que se puede enfrentar un soldado. Requiere no solo entrenamiento físico y táctico completo, sino también una preparación psicológica acorde. </p>
<p>Entrar en combate implica la <a href="https://psycnet.apa.org/record/2007-00766-000">exposición a un gran número de factores estresantes</a>. Además de la lucha por la supervivencia, tienen que afrontar una serie de factores situacionales. Por ejemplo, las variaciones de temperaturas, desde muy altas a varios grados bajo cero, ruidos constantes, explosiones frecuentes y luces deslumbrantes. </p>
<p>También a situaciones de inmovilidad, permanecer durante horas o días dentro de un vehículo acorazado y ser testigos de muertes alrededor. Estas situaciones llevan al límite, superando en muchas ocasiones el punto de fractura psíquica de la persona. Se convierten así en una fuente de estrés crónico. </p>
<h2>¿Qué hemos aprendido de guerras anteriores?</h2>
<p>Durante la Segunda Guerra Mundial se utilizaron términos como “fatiga de batalla” o “reacción de estrés de combate” para describir una variedad de comportamientos resultantes del estrés de la batalla. Los síntomas más comunes fueron la fatiga, el alargamiento de los tiempos de reacción, indecisión, desconexión con el entorno, incapacidad para priorizar y, en algunas ocasiones, “bloqueo de la acción”. </p>
<p>Por eso, <a href="https://www.jstor.org/stable/10.7249/mg720ccf">se habla de tres trastornos mentales principales</a>: trastorno de estrés postraumático (TEPT), depresión y lesión cerebral traumática. Existen mecanismos obvios que vinculan cada una de estas condiciones con experiencias específicas en la guerra. Desafortunadamente, estos trastornos son a menudo invisibles a los ojos de los demás. </p>
<p>Sin embargo, en las últimas tres décadas, ha habido un importante <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26407792/">esfuerzo de investigación</a> para comprender los costes generales del servicio militar en combate. A menudo en respuesta a la presión de la comunidad de veteranos de guerra en las naciones occidentales. </p>
<p>Los temores sobre las consecuencias para la salud por exposiciones a armas químicas, nucleares y biológicas (después de la primera Guerra del Golfo Pérsico, por ejemplo) han sido <a href="https://ajph.aphapublications.org/doi/10.2105/AJPH.2006.090910">impulsores significativos de estos programas de investigación</a>. </p>
<p>Estos estudios a largo plazo de los veteranos también han demostrado que hay una frecuencia en el patrón de TEPT de inicio tardío, lo que <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/16585441/">confirma la realidad del riesgo prolongado</a> derivado de la exposición al combate. </p>
<p>Asimismo, tras revisar varias <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/labs/pmc/articles/PMC1472271/">investigaciones</a> se ha detectado la aparición de una gran variedad de síntomas y síndromes psicológicos en las poblaciones en situaciones de conflicto.</p>
<p>Sin embargo, esas investigaciones también proporcionan evidencia sobre la resiliencia de más de la mitad de la población frente al trauma en situaciones de guerra. </p>
<h2>Vulnerabilidad y resiliencia</h2>
<p>Junto con el acontecimiento en sí mismo (la guerra), interaccionan una serie de factores tanto personales como contextuales que pueden tener una doble vertiente. Por un lado, factores de riesgo para favorecer la vulnerabilidad para el desarrollo de diversos trastornos psicológicos. Por otro, factores que estimulan la resiliencia y potencian el crecimiento personal.</p>
<p>Entre los factores personales se pueden considerar el género (las mujeres parecen ser más vulnerables), la edad (se ven más afectados los niños, adolescentes y las personas mayores), la acumulación de experiencias traumáticas previas, tener antecedentes de trastornos mentales, etc.</p>
<p>Por su parte, la motivación puede tener efecto amortiguador del estrés de combate y servir para aumentar la resiliencia y la fe en la victoria.</p>
<p>Entre los factores contextuales, además de los ya citados como la temperaturas extremas, ropas o armamentos pesados, se puede considerar alguno de especial trascendencia: considerar que es una guerra justa, si es que alguna guerra lo es, y recibir apoyo nacional e internacional a la causa.</p>
<h2>¿Querían combatir los civiles ucranianos?</h2>
<p>Si los soldados profesionales supuestamente seleccionados y preparados para afrontar las exigencias del combate están expuestos a todos estos estresores, ¿qué puede suceder cuando alguien que no tiene esa preparación física y psíquica que se le exige al soldado profesional se ve impelido por las circunstancias a empuñar las armas?</p>
<p>Nos centraremos en el caso concreto de la actual invasión de Rusia a Ucrania. El pasado 1 de marzo, la organización <a href="https://ratinggroup.ua/en/research/ukraine/obschenacionalnyy_opros_ukraina_v_usloviyah_voyny_1_marta_2022.html">Rating Sociological Group entrevistó telefónicamente a 1 200 personas mayores de 18 años</a> en todas las regiones controladas por el gobierno. Los resultados mostraron que la gran mayoría de los ucranianos (el 88 %) cree que Ucrania podría defenderse del ataque de la Federación Rusa. La nota de prensa correspondiente indicaba que casi todos los días esta cifra crecía. </p>
<p>Por otro lado, alrededor del 98 % de los encuestados apoyaba las actividades de las Fuerzas Armadas de Ucrania, el 93 % apoyaba las actividades del presidente y el 84 % apoyaba las acciones de los funcionarios locales. Asimismo, alrededor del 80 % de los encuestados señalaron que estaban dispuestos a defender la integridad territorial de Ucrania con las armas en la mano, mientras que en el este del país esta cifra es menor, pero llega casi al 60 %. </p>
<p>En términos de género, el 90 % de los hombres y el 70 % de las mujeres expresaron su disposición a luchar con las armas por Ucrania. Un 90 % de los encuestados hace dos años, pensando en la situación del país, expresaba esperanza. Solo el 5 % de estaba decepcionado. En comparación con la época anterior a la guerra, el número de aspirantes se ha triplicado. En casi todas las regiones, hay un nivel máximo de sentimiento de esperanza.</p>
<p>Es decir, nos encontramos con un pueblo que ha sido agredido externamente y con conciencia de defensa nacional de su integridad territorial. Tienen fe en la victoria y están dispuestos a luchar por ella, entregando su vida si fuese preciso. Si además es un pueblo con un fuerte sentimiento religioso, con toda probabilidad estas variables serán potenciadoras de su resiliencia y amortiguarán el estrés provocado por los diferentes escenarios creados por la guerra. </p>
<p>No obstante, el actual conflicto bélico entre Rusia y Ucrania tendrá efectos sobre la salud mental a medio y largo plazo. Si nos atenemos a los registros de conflictos anteriores en todo el mundo, hasta el 30 % podrían verse afectados por Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). </p>
<p>No hay duda de que las poblaciones en situaciones de guerra y conflicto deben recibir atención de salud mental como parte del socorro total, rehabilitación y procesos de reconstrucción. Así sucedió en la primera mitad del siglo XX, cuando la guerra dio un gran impulso a la salud mental.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/179428/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>José Ignacio Robles Sánchez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Nos encontramos con un pueblo ucraniano que ha sido agredido externamente, con fe en la victoria y están dispuestos a luchar por ella. Pero ¿qué repercusiones podría tener sobre su salud mental?José Ignacio Robles Sánchez, Teniente Coronel Psicólogo (Retirado). Director Ejecutivo de la Revista de Sanidad de las Fuerzas Armadas de España “Sanidad Militar”. Profesor de la Facultad de Medicina, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1796882022-03-23T19:12:06Z2022-03-23T19:12:06ZInstagram incorpora una herramienta para tratar la ansiedad y la depresión: ¿sirve de algo?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/453406/original/file-20220321-17-12q9xs5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4601%2C3062&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/young-woman-during-relaxation-meditation-park-309547775">Shutterstock / Bakhur Nick</a></span></figcaption></figure><p>Instagram es una de las redes sociales con mayor volumen de usuarios activos actualmente (1 478 millones). En ella los usuarios reivindican cada vez más crear un espacio seguro. Además, la promoción de <a href="https://theconversation.com/la-salud-mental-una-nueva-moda-en-redes-169198">la salud mental está en auge</a> en esta y otras redes sociales. Por eso, <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2451958821000695?via%3Dihub">muchos estudios</a> han querido profundizar en la probabilidad de que esta herramienta afecte a la salud mental.</p>
<h2>Instagram y la salud mental</h2>
<p>Instagram siendo la red social de preferencia para subir contenido amistoso y enmascarado en filtros que desdibujan la realidad, convirtiéndola en una supuesta perfección. Se ha convertido en un nicho para el desarrollo de estándares de belleza inalcanzables, expectativas en la vida y transmisión de ideas que en ocasiones no están fundamentadas en datos. </p>
<p>En 2017, la Royal Society for Public Health de Reino Unido publicó un <a href="https://www.rsph.org.uk/static/uploaded/d125b27c-0b62-41c5-a2c0155a8887cd01.pdf">informe cuyo título era #StatusOfMind</a> que enfatizaba que la red social que mayor impacto negativo tenía en la salud mental de los jóvenes era Instagram. Asimismo, en 2019 el mismo organismo resaltó en su informe <a href="https://www.rsph.org.uk/static/uploaded/23180e2a-e6b8-4e8d-9e3da2a300525c98.pdf">#NewFilters</a> la huella negativa del uso de filtros en Instagram. Sobre todo, en la imagen corporal y, por ende, en la ansiedad y depresión generadas por estándares inalcanzables de belleza. </p>
<p>Estos informes y diferentes sentencias provocaron que <a href="https://www.asa.org.uk/news/the-mis-use-of-social-media-beauty-filters-when-advertising-cosmetic-products.html">Reino Unido prohibiera a los <em>influencers</em> el uso de filtros</a> en las fotos o vídeos para propósitos publicitarios (si estos resultan engañosos) relacionados con productos cosméticos.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/453276/original/file-20220321-15-150m92g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/453276/original/file-20220321-15-150m92g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=998&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/453276/original/file-20220321-15-150m92g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=998&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/453276/original/file-20220321-15-150m92g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=998&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/453276/original/file-20220321-15-150m92g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1255&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/453276/original/file-20220321-15-150m92g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1255&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/453276/original/file-20220321-15-150m92g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1255&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Herramienta de ayuda de Instagram frente a problemas de ansiedad y depresión.</span>
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<p>En este escenario, Instagram ha lanzado recientemente un nuevo servicio en el que ofrece ayuda a quien busque las etiquetas #ansiedad y #depresión. Como resultado, aparece una pregunta: “¿Podemos ayudarte?”. Al hacer clic en ella, este servicio ofrece tres posibles respuestas: aporta consejos generalistas que pueden ayudar (por ejemplo: cambiar de entorno), ponerse en contacto con un amigo o familiar y, por último, llamar al <a href="https://telefonodelaesperanza.org/">Teléfono de la esperanza</a>, que es un servicio de consulta psicológica telefónica. </p>
<p>La iniciativa de desarrollar este servicio ha contribuido a una mayor visualización de la problemática. Pero no por ello el problema desaparece, e Instagram sigue considerándose la <a href="https://akjournals.com/view/journals/2006/7/3/article-p686.xml">red social que más afecta negativamente a la salud mental</a> de los jóvenes. Por tanto, sería interesante profundizar más en los pros y en los contras que ofrece este servicio. </p>
<h2>Visibilizar para romper el estigma</h2>
<p>Entre las ventajas más inmediatas se encuentra no solo la visualización del problema sino también el acercamiento de la salud mental a lo cotidiano. Normalizar problemas de salud mental es un paso indispensable para dejar atrás la estigmatización que sigue imperando en la sociedad. </p>
<p>Otra ventaja que presenta es la atención inmediata que da. Gracias a esto, personas con pocos recursos, con pocos conocimientos o sin sistemas de apoyo sólidos pueden acceder a una información básica, genérica pero útil, sobre la ansiedad y la depresión. </p>
<p>Además, esta herramienta puede impulsar a los usuarios a educarse, cuestionarse y profundizar sobre su propio estado psicológico. </p>
<h2>¿Acceder a Instagram para pedir ayuda?</h2>
<p>Sin embargo, existen ciertas desventajas. Una de ellas es que poca gente conoce este servicio ya que no se encuentra en ninguna de las opciones del menú principal. Otra vez más la salud mental se encuentra en las “sombras”. De hecho, para poder usar este recurso, el usuario debe buscar la palabra “ansiedad” o “depresión”. </p>
<p>Para bien o para mal, Instagram es la red social donde se comparte material audiovisual cuyo contenido principal se centra en el estilo de vida. Es decir, belleza, viajes, consejos para tareas diarias, vida social, etc. </p>
<p>Por tanto, es extraño que las personas usuarias inicien sesión en Instagram para buscar la solución a sus problemas psicológicos. Más bien, acudirían a algún recurso de Google o YouTube para orientarse sobre los temas que les preocupan. </p>
<h2>Ayuda solo en casos de urgencia</h2>
<p>Por otro lado, otra de las desventajas que presenta es el contenido. Esto es, las pautas recomendadas están destinadas a saber cómo actuar ante un pico alto de ansiedad o depresión. Son consejos diseñados para situaciones en las que la persona está desbordada por las sensaciones y emociones. Lo que llamaríamos “medidas desesperadas”. </p>
<p>Igualmente, los consejos son genéricos y pueden ser aplicados también a gente con una buena estabilidad emocional. Sin ir más lejos, el “cuidarse a uno mismo” es un consejo que podría ser válido para cualquier situación estresante ocasional. </p>
<h2>Un tratamiento superficial frente a la depresión</h2>
<p>En la misma línea, todos los consejos están destinados a distraer a la persona y no a observar las consecuencias a largo plazo. Habría sido interesante introducir términos como el de gestión emocional, que se define como la capacidad de ser consciente de las propias emociones y de reaccionar de manera adaptativa frente a ellas. </p>
<p>Esto conlleva saber identificarlas y conocer el impacto que tienen. A largo plazo, la <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s11920-012-0262-2">gestión emocional permitirá a la persona con ansiedad y depresión identificar sus emociones</a>, a predecir sus posibles reacciones emocionales ante escenarios hipotéticos y poder regular sus acciones cuando se encuentren en una situación complicada.</p>
<h2>Una guía para entender la depresión y la ansiedad</h2>
<p>Por último, en ningún momento se hace una breve introducción de lo que es la ansiedad o la depresión. Tener pensamientos o síntomas asociados a la depresión o a la ansiedad es normal e incluso adaptativo. ¿Quién no ha tenido días malos en los que se siente apatía e irritabilidad? La ansiedad y la depresión no son días tristes o en los que las personas nos sentimos nerviosas. </p>
<p>Por eso se precisa una introducción sobre lo que son estas enfermedades para distinguirlas de lo que no son. Por esta misma razón, dar una pequeña guía que defina lo que es cada trastorno y describa qué síntomas, conductas y sensaciones se asocian a la ansiedad y a la depresión sería de gran ayuda para personas que no entienden qué les sucede. </p>
<h2>Desconectar de las redes sociales como estrategia de gestión emocional</h2>
<p>Afirmar que Instagram es la causa de trastornos como la ansiedad y depresión es una afirmación categórica que de momento no tiene fundamento científico. </p>
<p>La ansiedad y la depresión <a href="https://doi.org/10.1007/s11920-012-0262-2">son trastornos multicausales</a>. Sin embargo, también es importante señalar que determinados factores podrían contribuir en diferentes momentos vitales a su aparición. Por ejemplo, iniciar sesión en Instagram para ver imágenes de vidas perfectas que se alejan de la realidad desesperanzada o del futuro incierto de la persona que sufre ansiedad o depresión. </p>
<p>Otro consejo que debería integrarse dentro de la aplicación sería mantenerse desconectado temporalmente de las redes sociales. Si los síntomas o signos depresivos o ansiosos empeoran consumiendo contenido en Instagram, la red debería aconsejar la opción de descansar temporalmente, hasta que la persona usuaria se encuentre con una mayor estabilidad emocional.</p>
<p>En conclusión, este acercamiento tímido por parte de las redes sociales hacia temas relevantes como la salud mental es un gran hito. Es un paso adecuado para una mayor concienciación y entendimiento de la salud mental como un pilar fundamental de la salud. Y, sobre todo, por la integración de la salud mental en actividades que son comunes en la vida diaria.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/179688/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Si buscamos en Instagram los términos ansiedad o depresión, la red social pondrá a nuestra disposición diferentes recursos de salud mental. ¿Son útiles? ¿Acudiría a ellos para gestionar sus emociones?Milena López Montón, Psicóloga Sanitaria, Universidad de DeustoAna Isabel Estévez Gutiérrez, Profesora titular e Investigadora en el Departamento de Psicología, Universidad de DeustoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1781132022-03-22T15:17:32Z2022-03-22T15:17:32Z¿Por qué han aumentado los trastornos de la conducta alimentaria tras el confinamiento?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/453285/original/file-20220321-25-hpklka.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5106%2C3396&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/asian-woman-who-eats-junkfood-1493525162">Shutterstock / buritora</a></span></figcaption></figure><blockquote>
<p>“Tengo pensamientos negativos todo el rato y lo único que me ayuda a sentirme mejor es la comida. Mientras como no pienso en nada, los problemas desaparecen y eso me da algo de respiro. Es como si durante esos 15 minutos sintiese paz. Me doy cuenta de que me reconforta el haber comido, incluso no teniendo hambre. A veces intento aguantar el fuerte deseo de comer tras una situación que me produce ansiedad, tristeza o simplemente malestar, pero una vez que empiezo a comer lo hago cada vez más deprisa, engullo la comida casi de manera automática y en ese momento sé que he perdido el control. Luego me siento mal y aparecen los remordimientos y los sentimientos de vergüenza y culpa. ¿Si no tengo hambre porque me tengo que pegar atracones? Todo empezó cuando yo tenía 10 años y mis padres alcohólicos pasaban gran parte de su tiempo en el bar de enfrente de casa. Descubrí que la comida anestesiaba mi malestar y desde entonces se convirtió en mi mayor secreto”.</p>
</blockquote>
<p>Así comenzaba la declaración real de una persona que acudió a una profesional de psicología ante una situación de inestabilidad y atracones constantes. Ahora estos han aumentado tras el confinamiento. </p>
<h2>¿Cómo identificar un atracón?</h2>
<p>Son varias las señales que pueden indicar que nos estamos pegando atracones. Como características fundamentales encontraríamos la cantidad excesiva de alimentos consumidos y la sensación de pérdida de control. Esta percepción puede aparecer antes de empezar a comer; gradualmente, a medida que se empiezan a ingerir los primeros alimentos; o tras considerar que han comido en exceso. </p>
<p>Además, comienza con un fuerte deseo de tomar, sobre todo, alimentos con alto contenido calórico. Debido a esto, conseguir comida adquiere una importancia extrema. La velocidad de la ingesta durante los atracones es más rápida y se engulle la comida sin apenas masticarla. También es frecuente pasear o moverse de manera inquieta mientras se come de manera compulsiva. </p>
<p>En un primer momento, las emociones son placenteras, pero poco después empiezan a aparecer los sentimientos de malestar. Algunas personas describen los atracones como la inmersión en un trance. Es decir, como si no fueran ellos los que comen. Y hay quienes utilizan distracciones para evitar pensar en lo que están haciendo.</p>
<p>Además de esto, <a href="https://www.planetadelibros.com/libros_contenido_extra/36/35713_LA_SUPERACION_DE_LOS_ATRACONES.pdf">los atracones suelen desencadenarlos emociones negativas</a> como la soledad, tristeza, ira, aburrimiento o ansiedad. Son conductas que se mantienen en secreto.</p>
<p>Siguiendo el DSM-5, uno de los manuales de diagnóstico clínico más aceptados internacionalmente, los principales trastornos de la alimentación son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón.</p>
<p>Recientemente, se ha calculado que <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2021.671652/full">afectan a un 15 % de la población mundial</a> y su incidencia continua en aumento. Los atracones pueden darse en las tres manifestaciones de trastorno alimentario. Sin embargo, en el trastorno por atracón no se producen conductas compensatorias posteriores como es el caso de los vómitos autoinducidos y uso de enemas o laxantes. Esto si puede suceder en la anorexia nerviosa y bulimia nerviosa. </p>
<p>Además, el DMS-5 señala que los atracones deben producirse al menos una vez a la semana durante tres meses para considerar la presencia de un trastorno por atracón. </p>
<h2>Experiencias traumáticas desencadenantes de los atracones</h2>
<p>A pesar de su etiología multifactorial, se ha comprobado que las <a href="https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/10640266.2020.1869369">experiencias traumáticas</a> contribuyen al desarrollo de los trastornos alimentarios, <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s40653-019-00275-z">especialmente de los atracones</a>. Un estudio reciente encontró que el 91,5 % de las personas que experimentaban atracones informaban de una historia de <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/erv.2722">trauma</a>. </p>
<p>Los atracones se consideran una modalidad de comunicación no verbal de los aspectos dolorosos que son difíciles de verbalizar. Proporcionan beneficios secundarios a corto plazo que derivan en su <a href="https://www.iberlibro.com/9788449302183/caja-Pandora-Manual-psiquiatr%C3%ADa-psicopatolog%C3%ADa-8449302188/plp">manteniendo a lo largo del tiempo</a>.</p>
<p>Se <a href="https://es.slideshare.net/estebanlaso/terapia-familiar-de-los-trastornos-alimentarios">describen</a> como “una estrategia que fue empleada en una ocasión con resultados ‘positivos’ y que siguió utilizándose cada vez más hasta ‘apropiarse’ de la identidad de la persona y sus circuitos relacionales”.</p>
<p>Las experiencias traumáticas (como fallecimientos, divorcios, conflictos parentales, distancia emocional parental, violencia física, psicológica o sexual, etc.) podrían producir una gran agitación emocional en las personas. </p>
<h2>Comer como forma de consuelo emocional</h2>
<p>Además, algunas personas pueden tener dificultades para verbalizar el malestar o no cuentan con figuras de apoyo disponibles. Es decir, evitan hablar sobre ello, emplean las bromas o la ironía para restarle importancia o se muestran inaccesibles y distanciadas emocionalmente. </p>
<p>En estos casos, <a href="https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/03630242.2017.1282398">los atracones podrían proporcionar alivio a corto plazo</a> de las emociones negativas relacionadas con el trauma. Igualmente, ayudarían a evitar pensar o desplazar la atención de lo que realmente les preocupa, les hace daño o no pueden controlar, hacia otro problema más soportable y autocontrolado. </p>
<p>Así, la comida en los trastornos alimentarios tiene un significado simbólico. Esto es, proporciona consuelo emocional, reduce las emociones negativas y estresantes y facilita la desconexión o anestesia emocional de los eventos traumáticos. </p>
<p>Así es como se va generando una intolerancia a las emociones negativas y <a href="https://doi.org/10.3390/nu9111274">se recurrirá a los atracones cada vez que se experimenten</a>. Sin embargo, el dolor evitado se mantiene, se incrementa y aflora en forma de síntoma, como es el caso de los atracones.</p>
<p>Siguiendo a Sigmund Freud recordamos que: “Las emociones no expresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde en formas más feas”.</p>
<h2>¿Por qué aumentaron en el confinamiento?</h2>
<p>La <a href="https://doi.org/10.1002/eat.23317">pandemia de covid-19 ha desencadenado un aumento de casos de trastornos alimentarios</a>. También ha agravado la sintomatología preexistente. Concretamente, los atracones han aumentado significativamente entre las personas que ya tenían este problema antes del confinamiento, pero también entre la población general. Sobre todo, <a href="https://doi.org/10.1002/eat.23368">se ha comprobado que las personas con algún trauma temprano</a> han sido particularmente vulnerables. </p>
<p>Hay muchas razones que podrían explicar este aumento. La pandemia ha aumentado los sentimientos de soledad, tristeza, estrés y ha disminuido la sensación de control. Tal y como hemos mencionado, estas emociones preceden a los atracones. </p>
<p>Además, durante este periodo han aumentado las experiencias traumáticas. En esta línea, en el confinamiento es probable que hayamos sentido emociones que antes estaban anestesiadas o enterradas en la actividad frenética del día a día. Esto también ha podido deberse a la disminución de estímulos a nuestro alrededor. </p>
<p>Los atracones, por tanto, se han utilizado como una manera disfuncional de afrontar la situación, aliviar las emociones negativas y volver a <a href="https://doi.org/10.1186/s40337-020-00319-y">recuperar la sensación de control</a>.</p>
<p>Desde la Universidad de Deusto, en colaboración con la Universidad de Nottingham Trent, estamos llevando a cabo un estudio para analizar por qué algunas personas que han sufrido experiencias traumáticas desarrollan problemas relacionados con la alimentación y otras no. Es decir, el objetivo es delimitar los factores de riesgo y los factores protectores. La investigación, que está financiada por el Gobierno Vasco, todavía <a href="https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfpRJmqLVu1Zkm9o2c2mXaxo5kOx1RMFp3vxmg6McGHOUBRtQ/viewform?usp=sf_link">está abierta para recoger datos</a> de participantes voluntarios.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/178113/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Janire Momeñe López está realizando un proyecto de investigación postdoctoral sobre los factores implicados en el comer emocional, financiado por el Departamento de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno Vasco.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Mark Griffiths has received research funding from a wide range of organisations including the Economic and Social Research Council, the British Academy and GambleAware (formerly the Responsibility in Gambling Trust). He has also carried out consultancy for numerous gaming companies in the area of social responsibility, responsible gaming and player protection. Griffiths' university currently receives funding from Norsk Tipping (the gambling operator owned by the Norwegian Government) for his research evaluating responsible gambling tools. Views expressed here are his own and not those of these funding bodies.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Ana Isabel Estévez Gutiérrez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los atracones se utilizan para resolver problemas emocionales a los que no somos capaces de enfrentarnos. Suelen ir acompañados de traumas previos y han aumentado durante la pandemia.Janire Momeñe López, Doctora en Psicología, Universidad de DeustoAna Isabel Estévez Gutiérrez, Profesora titular e Investigadora en el Departamento de Psicología, Universidad de DeustoMark Griffiths, Director of the International Gaming Research Unit and Professor of Behavioural Addiction, Nottingham Trent UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1785502022-03-16T19:52:38Z2022-03-16T19:52:38ZLa guerra y la personalidad<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/451393/original/file-20220310-21-1nuj21n.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=26%2C26%2C8648%2C4669&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/collage-portraits-serious-man-military-uniform-2133891019">Shutterstock / Master1305</a></span></figcaption></figure><p>La guerra es un fenómeno universal que existe desde el inicio de la humanidad. Parece ser que esta hace aflorar los defectos y virtudes del ser humano de formas sorprendentes y, en ocasiones, contradictorias. </p>
<p>En la primera guerra mundial (<a href="https://www.casadellibro.com/libro-1914-1918-la-historia-de-la-primera-guerra-mundial/9788499923574/2190050">1914-1918</a>), los soldados Ernst Jünger y Siegfried Sassoon se divertían enormemente con sus expediciones aéreas para cazar enemigos. Por aquel entonces, los cuerpos militares de élite atraían a individuos particularmente agresivos para luchar. </p>
<p>En tal escenario, valores como la camaradería, la reputación o la audacia eran clave en la moral de las tropas. Por el contrario, otros participantes en la contienda fueron detenidos y ejecutados por deserción.</p>
<p>Comportamientos similares también se dieron en la segunda guerra mundial (<a href="https://www.casadellibro.com/libro-la-segunda-guerra-mundial/9788494289057/2400969">1939-1945</a>). En la resistencia de Varsovia, por ejemplo, un niño de unos nueve años se encaramó a un carro de combate alemán para arrojarle granadas de mano.</p>
<p>Entre otros ejemplos, en la batalla de Stalingrado, los soldados rusos que trataban de abandonar el frente eran fusilados desnudos con el fin de aprovechar el uniforme para otros reclutas. Dadas las circunstancias, no debía parecer demasiado motivador entregar uniformes con agujeros de balas.</p>
<p>Entre tales prácticas, nos preguntamos qué personalidad debería tener una persona para afrontar una situación como la que se está dando actualmente en Ucrania. Y llegado el momento, cómo un civil puede lidiar con un arma que nunca había utilizado.</p>
<h2>La respuesta depende de la personalidad</h2>
<p>Los modelos de personalidad ayudan a comprender la complejidad del comportamiento de las personas en actividades humanas como la educación, el trabajo o, como en el caso que hoy nos ocupa, la guerra.</p>
<p>Un modelo de personalidad bastante conocido es el ‘Modelo de los cinco grandes’ (<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Modelo_de_los_cinco_grandes">Big 5</a>). Se trata de una clasificación que contempla cinco patrones de personalidad: extraversión, neuroticismo (estabilidad emocional), afabilidad, responsabilidad y apertura a la experiencia. </p>
<p>Existe evidencia que sugiere diferencias interesantes cuando se estudian estos factores con personal militar. Por ejemplo, recientemente <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7214609/">se observó que el personal militar noruego</a> de operaciones especiales poseía una mayor responsabilidad y estabilidad emocional y menor afabilidad en comparación con el personal de servicios regulares. </p>
<p>Cuando se trata de civiles sin formación o vocación militar, distintos patrones de personalidad podrían facilitar o bien entorpecer el hecho de afrontar un evento vital estresante como una guerra. Por ejemplo, uno puede ser más <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22275337/">propenso</a> a emprender la carrera militar cuando dispone de menores niveles de neuroticismo, afabilidad y apertura a la experiencia.</p>
<p>Asimismo, ciertos patrones podrían ser más adaptativos y permitir afrontar de una forma más eficiente un cambio tan drástico como pasar de llevar una vida normal a tener que combatir contra soldados profesionales.</p>
<h2>¿Luchar o huir?</h2>
<p>Comportamientos parecidos a los que se dieron en las dos grandes guerras se repiten ahora en la guerra entre Rusia y Ucrania. En la era de internet, estas conductas las podemos ver a diario mientras desayunamos tranquilamente, a través de las redes sociales, buscando en Google o en la televisión.</p>
<p>Particularmente llamativas son algunas imágenes de la población civil ucraniana. Adolescentes y ancianas que siguen instrucción militar de forma acelerada, empuñando armas ligeras de asalto. Ciudadanos que preparan barricadas, obstáculos, y cócteles Molotov. Pero también, grandes grupos de refugiados que escapan de la guerra.</p>
<p>Las diferencias individuales en personalidad también tienen una influencia importante en la forma de afrontar esta guerra: luchar o huir. Además, los patrones de dicho modelo podrían contribuir a atenuar o intensificar los efectos traumáticos de la guerra que afectarán, sin duda, al bienestar psicológico de los contendientes.</p>
<h2>Convertirse en militar sin la personalidad para serlo</h2>
<p>Según el Modelo de los cinco grandes, las personas más emocionalmente estables, con un cierto punto de agresividad y más organizadas, responsables y constantes podrían mostrar una mayor tendencia a la lucha. Por el contrario, aquellas personas inestables emocionalmente, buenas por naturaleza e incapaces de matar una mosca y altamente desorganizadas, podrían mostrar una mayor tendencia a la huida. </p>
<p>Este podría ser un esquema muy general, lo cual no significa que tenga que ser de la misma forma para todo el mundo. Los seres humanos podemos llegar a ser impredecibles, sobre todo en situaciones límite como cuando nos enfrentamos a una invasión militar.</p>
<p>Por ejemplo, las personas de la población civil que se han involucrado directamente en el conflicto podrían experimentar de forma muy notable emociones como el miedo, la tristeza o la ira, pero también la alegría, la ternura o la pasión. </p>
<p>Además, huir o luchar podría depender de otros factores como las relaciones familiares, particularmente si existen niños pequeños, la experiencia previa militar o la salud y el bienestar individual en ese momento.</p>
<h2>El estrés postraumático: ¿una secuela asegurada?</h2>
<p>Por último, los cinco grandes también se han relacionado con el <a href="https://academic.oup.com/milmed/article/183/9-10/e475/4954085">trastorno por estrés postraumático</a>. Con este modelo podemos predecir que las personas más desorganizadas e inconstantes, un tanto agresivas, más encerradas en sí mismas y emocionalmente inestables podrían ser más vulnerables y sufrir más síntomas por <a href="https://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/trastorno-por-estres-postraumatico">estrés postraumático</a>.</p>
<p>Por el contrario, las personas más responsables y organizadas, con niveles de agresividad normal, con una mayor tendencia a interactuar con los demás y emocionalmente estables podrían ser más resistentes al estrés postraumático.</p>
<p>En definitiva, se dice que la forma de ser de las personas se ve y se comprende mejor cuando vienen mal dadas, como en la guerra. Permanezcan atentos a los acontecimientos de esta triste guerra y podrán ver a un tiempo los actos más deleznables pero también los más sublimes de los que es capaz el ser humano.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/178550/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Angel Blanch Plana no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los modelos de personalidad ayudan a comprender la complejidad del comportamiento de las personas en actividades humanas como la educación, el trabajo o, como en el caso que hoy nos ocupa, la guerra.Angel Blanch Plana, Profesor agregado (Personalidad, evaluación, y tratamientos psicológicos), Universitat de LleidaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1774032022-03-10T22:02:01Z2022-03-10T22:02:01ZFamilia o escuela: ¿quién debe enseñar a los adolescentes sobre sexo?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/451319/original/file-20220310-15-fmo2po.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=2%2C250%2C1914%2C827&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-vector/sex-education-kids-vector-color-cartoon-1532291855">Shutterstock / Barandals</a></span></figcaption></figure><p>En nuestro entorno se ha pasado de ver la sexualidad como algo prohibido a contemplarla como algo accesible e interesante. No solo por el placer que pueda proporcionar sino por el estatus que otorga dentro del grupo de iguales. Se relaciona una mayor conducta sexual con más atractivo físico, reconocimiento o capacidad de liderazgo dentro del grupo. Así se pone de manifiesto en el cine, la música o las redes sociales. Pero esto no significa que sepamos más.</p>
<p>Partiremos de la base de que no son ciertas muchas afirmaciones populares sobre sexualidad. Por ejemplo, que “todos nacemos sabiendo”, que “llegado el momento todo el mundo sabe lo que hay que hacer” o “que el amor todo lo puede y lo enseña”. Persistir en estos mitos solamente perpetúa patrones de relación que generan gran insatisfacción en hombres y mujeres.</p>
<h2>Del entorno familiar a las páginas web</h2>
<p>Tanto niños como jóvenes tienen dudas (y muchos adultos también) y se sienten inseguros ante este aspecto esencial de su desarrollo personal y social. También respecto a las emociones que sienten y las sensaciones que experimentan. Por eso, tal y como hacemos en cualquier otro ámbito, <a href="https://theconversation.com/que-esperan-los-adolescentes-del-sexo-172321">tratan de buscar respuestas</a>. </p>
<p>Estas dudas se expresarán abiertamente si el entorno familiar y educativo les ofrece seguridad. Si esto no ocurre, es posible que busquen el apoyo y comprensión de los iguales alejándose de los adultos de referencia. Otra posibilidad es que lo encuentren en lo que se ha convertido en su principal herramienta de información: internet.</p>
<p>En este sentido, no debemos olvidar que vivimos en una sociedad saturada de información, donde el acceso a la misma no solo es fácil sino inmediato. Los adolescentes actualmente tienen evidente acceso a muchas páginas sobre sexo, pero ¿a qué tipo de sexo?, ¿qué intereses tiene algunas de las páginas que visitan?, ¿están preparados para comprender los contenidos a los que acceden? </p>
<p>Y con estas preguntas no pretendemos hacer referencia únicamente al porno (quizás la principal preocupación de familias y formadores) sino también a cualquier contenido que puedan encontrar relativo a su salud sexual. Por ejemplo, recomendaciones sobre prácticas sexuales (muchas de ellas combinadas con el consumo de alcohol u otras sustancias) o sobre el papel que juega cada sexo en las relaciones emocionales y sexuales (en muchos casos perpetuando estereotipos de desigualdad).</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/451321/original/file-20220310-25-1abz39a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/451321/original/file-20220310-25-1abz39a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/451321/original/file-20220310-25-1abz39a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=460&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/451321/original/file-20220310-25-1abz39a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=460&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/451321/original/file-20220310-25-1abz39a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=460&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/451321/original/file-20220310-25-1abz39a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=578&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/451321/original/file-20220310-25-1abz39a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=578&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/451321/original/file-20220310-25-1abz39a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=578&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/using-mobile-phone-dark-search-pornography-361443878">Shutterstock / Portb</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>¿Cuál es el papel de la familia?</h2>
<p>El papel que desempeña la familia en la formación sobre sexualidad y afectividad es esencial. No solo a través de la educación específica sino a través de los modelos que ofrecen a sus hijos e hijas y de las relaciones afectivas que establezcan con ellos.</p>
<p>Las relaciones de pareja que mantengamos a lo largo de nuestra vida estarán determinadas por las relaciones de apego que hayamos desarrollado previamente con nuestros padres o cuidadores principales. Es decir, aprendemos a sentirnos cómodos, seguros, a mostrarnos como somos, a buscar la intimidad y a saber dar y recibir afecto a lo largo de nuestra infancia. Sobre todo, a través de la seguridad y la confianza que <a href="https://revistas.um.es/analesps/article/view/123081">hayamos recibido en las relaciones afectivas con nuestros padres</a>.</p>
<p>Sin embargo, que los padres hablen abiertamente con sus hijos de sexo sigue sin ser todo lo frecuente que debería. Recordemos que cuando hablamos de sexo no solo nos referimos a los peligros y la necesidad de protegerse (de saber decir que no ante la presión o coerción, de las enfermedades de transmisión sexual o de los embarazos no deseados) sino también de cuidarse y quererse, de saber dar y recibir afecto, de placer y de comunicación.</p>
<p>En este sentido, muchos progenitores reconocen que les avergüenza hablar de este tema. O, sencillamente, que no saben qué decir o se sienten inseguros ante sus propios conocimientos o sus experiencias. Todo ello es una respuesta natural a la falta de formación específica recibida.</p>
<p>Ante tal situación, siempre pueden buscar ayuda en el profesorado de sus hijos, en sus pediatras o médicos de familia, en lecturas científicas sobre el tema: hay grandes autores en nuestro país que han trabajado mucho para acercar la educación sexual a todas las etapas de la vida, destacando el <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=229451">profesor Félix López</a>, catedrático de la Universidad de Salamanca. </p>
<p>Pero sobre todo deben recordar que pueden ser un referente de educación emocional para sus hijos, incluso cuando reconocen desconocer algunos temas en profundidad pero se ofrecen a acompañarlos en su camino de descubrimiento.</p>
<h2>¿Cómo debe intervenir la escuela?</h2>
<p>Lamentamos tener que insistir en que la escuela tampoco está cumpliendo con su papel formador en este ámbito. Todavía encontramos que la única información sobre el tema que se ofrece a lo largo de la educación hace referencia a la reproducción y a los métodos anticonceptivos. </p>
<p>No ha existido en nuestro país ninguna ley educativa que haya incluido la educación afectiva y sexual en el currículum. No obstante, en Europa llevamos años trabajando para potenciar una educación sexual de calidad, basada en el conocimiento científico y que potencie la salud entre los ciudadanos. Para ello, se han desarrollado algunos documentos de consenso con la idea de homogeneizar unas bases generales que puedan compartir todo los países miembros. </p>
<p>Una muestra de esto es la publicación de la Oficina Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud y la organización alemana BZgA, en la que establecieron unas <a href="https://docplayer.es/49097-Who-regional-office-for-europe-and-bzga.html">líneas generales</a> que ayuden a los especialistas en salud a diseñar programas de educación sexual.</p>
<p>También en nuestro país se ha intentado establecer un marco general que ayude a los especialistas, principalmente profesionales de la salud y de la educación, a desmitificar algunas creencias sobre la educación sexual y a implementar propuestas basadas únicamente en el conocimiento científico. Así nació el documento <a href="http://biblioteca.udgvirtual.udg.mx/jspui/handle/123456789/698"><em>Educación para la sexualidad con bases científicas. Documento de consenso</em></a>, que indica qué es educación sexual y qué no debemos considerar como tal. Sus conclusiones incluyen: </p>
<ul>
<li><p>Abordar un amplio número de temas relacionados con los aspectos físicos, afectivos, sociales y culturales de la sexualidad.</p></li>
<li><p>Fomentar la tolerancia y evitar juicios morales.</p></li>
<li><p>No limitarse a la prevención de enfermedades y no basarse en el miedo.</p></li>
<li><p>Fomentar el desarrollo de una actitud positiva hacia el bienestar sexual.</p></li>
<li><p>Utilizar un lenguaje apropiado y comprensible.</p></li>
<li><p>Debe basarse en el cambio de las personas en cada etapa del ciclo vital y adecuarse a sus necesidades.</p></li>
<li><p>Enmarcarse siempre en la defensa de los derechos humanos universales.</p></li>
<li><p>Cooperar con la comunidad y con las familias, entre otros.</p></li>
</ul>
<p>Seguimos necesitando <a href="https://es.scribd.com/book/444875794/Educacion-sexual-integral-Guia-basica-para-trabajar-en-la-escuela-y-en-la-familia">formación continua para los profesionales de la educación</a> en el ámbito de la sexualidad, que se reconozca la educación afectiva como un ámbito esencial en el desarrollo de nuestros niños y niñas y que se incluya en los programas de estudio la sexualidad en toda su amplitud (placer, afecto, salud, comunicación, identidad). </p>
<p>Y debemos seguir ofreciendo apoyo a las familias para que puedan encontrar formación e información realista y fiable que les ayude a educar a sus hijos de manera sexualmente sana y libre de ideologías.</p>
<p>Si los padres o la escuela no cumplen con esta función se está dejando vía libre a la búsqueda de información en internet, las redes sociales o los iguales. Información que no siempre será fiable y ante la que siguen estando igual de indefensos sin la formación necesaria para seleccionarla. Si no se les ofrece formación específica, seguirán considerando la pornografía como un manual de aprendizaje básico, con todos los valores e ideales que, además de la conducta sexual, se transmite en esta.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/177403/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Carmen Santín Vilariño no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Durante la niñez surgen las primeras dudas sobre sexualidad. Ante tales preguntas, los jóvenes buscarán respuestas. ¿Quién debe dárselas: la escuela o la familia?Carmen Santín Vilariño, Profesora Titular de Universidad en el Departamento de Psicología Clínica y Experimental. Área de conocimiento Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos, Universidad de HuelvaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1789512022-03-09T22:05:32Z2022-03-09T22:05:32ZConfianza, esperanza y transparencia, una triada virtuosa frente a las pandemias<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/451028/original/file-20220309-22-hqutkg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C9%2C3121%2C2068&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/new-york-mar-1-2021-huge-2115061388">Shutterstock / AndriiKoval</a></span></figcaption></figure><p>Se cumplen estos días dos años desde que se decretase el confinamiento. Durante este periodo, las autoridades han tomado medidas diversas para controlar la extensión de la pandemia de covid-19 o para limitar sus efectos sobre la población. </p>
<p>Unas medidas han sido farmacológicas, como la administración de vacunas, y otras, no farmacológicas, como la obligatoriedad de uso de mascarillas en diferentes instancias, las restricciones a la movilidad, las cuarentenas y otras limitaciones de derechos y libertades.</p>
<p>La eficacia de esas medidas ha dependido, en gran parte al menos, del comportamiento de la gente, de su disposición para hacer lo que las autoridades han ordenado o aconsejado. La disposición de las personas a modificar hábitos, a incorporar rutinas nuevas y a cambiar el comportamiento es importante cuando se trata de controlar una pandemia, porque ello afecta al modo en que se relacionan.</p>
<p>Es previsible, por tanto, que si la ciudadanía interioriza los cambios que se le proponen, si actúa como se le indica, la incidencia de la pandemia, así como la letalidad, serán inferiores a como lo serían si no lo hace.</p>
<p>Dos estudios publicados en las últimas semanas han puesto de manifiesto la importancia de factores de índole emocional a la hora de conformar la actitud de la ciudadanía y el cumplimiento de las normas o recomendaciones; y también, por tanto, el modo en que las autoridades pueden incidir en ello.</p>
<h2>Más confianza, menos infección</h2>
<p><a href="https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(22)00172-6/fulltext">En el primer estudio se analizaron datos procedentes de 177 países</a>, correspondientes al periodo comprendido entre el 1 de enero de 2020 y el 30 de septiembre de 2021. En él se ha observado que las tasas de infección fueron menores cuanto mayor era la confianza de la gente en el gobierno y en los demás, y cuanto menor era la corrupción gubernamental.</p>
<p>Cuando se confía en el Gobierno, las personas se muestran más dispuestas a modificar su comportamiento porque así se les indica, y cuando se confía en los otros miembros de la comunidad, lo hacen porque están convencidas de que ellos harán lo propio. Nos referimos a los comportamientos que se han mostrado más efectivos para limitar los contagios y también a la disposición a vacunarse. Hay ahí una reciprocidad implícita, espontánea, en las relaciones de confianza. </p>
<p>Por otro lado, en los países con menores niveles de corrupción también se siguieron en mayor medida las indicaciones de las autoridades para limitar la movilidad.</p>
<h2>Esperanza contra la fatiga pandémica</h2>
<p><a href="https://www.nature.com/articles/s41598-022-06316-2">En un segundo estudio, este de carácter experimental</a>, se analizó el efecto del tono de los mensajes dirigidos a la población por las autoridades para motivar la adopción de comportamientos prudentes, que minimizasen el riesgo de contagios en un momento crítico del desarrollo de la pandemia. Fue en el invierno de 2021: entre la aparición de la variante alfa (más infecciosa) y la administración de las primeras vacunas contra la covid-19.</p>
<p>La aparición de la nueva variante hizo necesaria la adopción por la ciudadanía de nuevas medidas de protección, en un momento en el que se había acumulado mucha tensión a causa de la fatiga pandémica. Ya no tenía sentido invocar la necesidad de “aplanar la curva” que había resultado tan útil a comienzo de la pandemia. Fue entonces cuando se realizó el experimento, comparando el efecto de recurrir a mensajes de esperanza, miedo o neutros.</p>
<p>Los mensajes de esperanza aumentaron la percepción por el público de que las variantes más infecciosas eran una amenaza para la salud y la motivación para hacer suyas las directrices de las autoridades sanitarias; la gente comprendía mejor la forma de superar la pandemia de manera segura y por qué se necesitaban medidas más severas. </p>
<p>En definitiva, en una fase de la pandemia con mucho cansancio acumulado, el mensaje de esperanza fue más efectivo para motivar una mayor adhesión a las pautas de salud y facilitó una mejor comprensión pública de la situación pandémica, que un enfoque centrado en la amenaza y el miedo a la nueva variante más infecciosa.</p>
<h2>La relevancia de los factores emocionales</h2>
<p>Los dos estudios citados pusieron, pues, de relieve la importancia de factores emocionales, factores cuya incidencia se verifica en planos temporales diferentes.</p>
<p>Tenemos, por un lado, el plano a lo largo del cual actúan los mensajes. En pleno desarrollo de la pandemia es crucial acertar con su contenido y, como se ha visto aquí, con el tono de los mismos. Este elemento puede incidir sobre la evolución de la pandemia en plazos de tiempo relativamente breves.</p>
<p>Por otro lado, está el plano temporal en el que incide la confianza. Es este un sentimiento relativamente estable en las relaciones humanas. No obstante, a pesar de su estabilidad, se puede promover incluso en el marco de una crisis. En el contexto que nos interesa, los gobiernos pueden mantener o elevar la confianza del público si proporcionan información puntual y precisa acerca de la pandemia –incluso cuando tal información es limitada aún– comunicando con claridad los riesgos y vulnerabilidades relevantes.</p>
<p>El tercer plano corresponde a periodos de tiempo más prolongados aún. Porque la confianza también puede promoverse de forma eficaz en situaciones normales (en ausencia de crisis), mediante un esfuerzo sostenido en el tiempo. Los esfuerzos para mejorar la preparación para afrontar la próxima pandemia se podrían beneficiar mucho de mayores inversiones en capacitación para la comunicación de riesgos y en estrategias de compromiso comunitario orientadas a mejorar la confianza de la gente en las indicaciones de las autoridades sobre salud pública.</p>
<p>En definitiva, a tenor de las conclusiones obtenidas en los estudios citados, hay elementos de carácter emocional, como la esperanza y la confianza, cuya consideración y tratamiento cuidadoso por parte de las autoridades puede resultar clave a la hora de incidir de forma positiva en la evolución de una epidemia.</p>
<p>Los mensajes que se dirigen a la población son más efectivos cuando, sin minimizar la amenaza, se formulan con tono de esperanza, porque las visiones positivas (las botellas medio llenas) ayudan a enfrentarse a las crisis y son más útiles que las que pretenden meter miedo.</p>
<p>Por otro lado, debe cultivarse la confianza en las autoridades y en los demás. Porque la confianza es un recurso compartido que capacita a grupos de personas a hacer de forma colectiva lo que los individuos solos no pueden hacer. Se puede perder, pero también se puede ganar si se cultiva.</p>
<p>Tanto a la hora de emitir mensajes en tono esperanzado, como para fortalecer los sentimientos de confianza, es esencial la claridad y la transparencia en la información. </p>
<p>No basta con decir qué hay que hacer, <a href="https://www.nature.com/articles/s41599-020-00701-w">es preciso explicarlo bien, a través de las plataformas adecuadas y modulado para sus destinatarios. Y, si es posible, lo deben explicar personas capacitadas para ello, que cuenten con la debida credibilidad</a>. Difícilmente se conseguirá transmitir esperanza y confianza si quienes han de hacerlo no son capaces de inspirar esos sentimientos. </p>
<p>Por último, pero no por ello de menor importancia, en el contexto al que nos referimos, la comunicación científica adquiere especial relevancia, y <a href="https://www.nature.com/articles/s41599-020-00645-1">debería ser considerada un mecanismo de inmunización social</a>.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/178951/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Hay elementos de carácter emocional, como la esperanza y la confianza, cuya consideración y tratamiento cuidadoso por parte de las autoridades puede resultar clave a la hora de incidir de forma positiva en la evolución de una epidemia.Ignacio López-Goñi, Catedrático de Microbiología, Universidad de NavarraJuan Ignacio Pérez Iglesias, Presidente del Comité Asesor de The Conversation España. Catedrático de Fisiología, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1786492022-03-08T18:59:47Z2022-03-08T18:59:47ZCómo explicar a la población infantil que ha estallado una guerra<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/450620/original/file-20220308-13-mjaetz.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C1200%2C795&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Las personas que huyen de Ucrania entran en Polonia por el paso fronterizo de Medyka. </span> <span class="attribution"><span class="source">UNHCR/Chris Melzer</span></span></figcaption></figure><p>En pleno siglo XXI estamos viviendo múltiples guerras en el mundo que percibimos como lejanas, y nos afectan menos que la reciente la invasión de Ucrania. Esta última, a las puertas de Europa, nos ha provocado un sentimiento de injusticia, amenaza y empatía sin precedentes. Tal situación nos retrotrae al siglo XX y pensamos que un conflicto más generalizado es posible, cosa que veíamos como impensable desde la guerra de los Balcanes.</p>
<p>Ante esta situación, observamos reacciones por parte de las personas adultas de ayuda, de acogimiento, de apoyo, etc. Las redes se inundan de manifiestos en contra de la invasión, se toman medidas contra intereses económicos rusos, las empresas toman decisiones sobre su geolocalización… Todos hacemos algo para mostrar nuestra repulsa ante esto. Sin embargo, en esta situación no debemos olvidarnos de los más vulnerables: la población infantil.</p>
<h2>¿Cómo afecta a la población infantil una guerra?</h2>
<p>De repente, se ha roto su mundo, su familia. Esta situación rompe con lo cotidiano y constituye un potente estresor al que enfrentarse. La reacción de los niños y niñas tendrá mucho que ver con cómo su entorno se adapte y responda a la realidad.</p>
<p>Por este motivo, en esta situación es fundamental explicarles lo que ocurre. Pero no sólo es importante que los menores que están sufriendo la invasión reciban una información adecuada. También debemos preguntarnos: ¿qué sienten y piensan nuestros niños y niñas en un entorno seguro, pero con múltiple información sobre una invasión en la que ven a otros niños y niñas como ellos? ¿y cómo explicarles y tratar a los niños y niñas que están viniendo a nuestro país como adoptados temporales?</p>
<p>En los tres casos, niños en el entorno de la invasión, niños desplazados o adoptados temporales y niños en nuestras casas, seguros, pero viviendo la situación a través de los medios de comunicación, reaccionarán de forma distinta. Unos no expresarán lo que sienten, otros sí.</p>
<h2>El impacto de una guerra en la infancia</h2>
<p>Un factor fundamental será el propio entorno, es decir, la reacción de los adultos y cómo hablen de ello, así como el afrontamiento que hagan. De esta forma, en cada individuo la resolución será distinta.</p>
<p>En todos los casos se trata de una situación de crisis en la que se observa violencia y, por ello, la intervención debe ser psicosocial. Aunque los menores tienen una mayor capacidad de aprendizaje y adaptación que puede ser un amortiguador de la situación de crisis, también son más vulnerables.</p>
<p>Por ello, un trabajo reciente, de 2021, señala que las estrategias de afrontamiento de los mayores, sus padres, el apoyo de la comunidad y el mantenimiento lo más posible de la cotidianidad (como el juego, el colegio, las rutinas) será lo que <a href="https://doi.org/10.1177/1524838019833001">les permitirá reducir el trauma</a> y tendrán un efecto significativo en su ajuste psicosocial posterior. </p>
<p>Sin embargo, no solo los niños y niñas en la zona de conflicto son vulnerables. También lo son los desplazados, y los que observan lo que ocurre aún desde otro país.</p>
<h2>Observar una guerra desde lejos</h2>
<p>Nuestros menores están expuestos a los medios de comunicación al mismo tiempo que nosotros. Y se enteran de todo. Aunque son los menores de cinco años los más vulnerables, en todos los casos esta situación va a repercutir y van a estar atentos a las emociones y acciones de los adultos que les rodean.</p>
<p>Por eso, debe ser la familia más cercana la que le explique lo que sucede, con tranquilidad y, sobre todo, ofreciendo seguridad. Una <a href="https://doi.org/10.1007/s11920-020-01165-0">revisión sistemática</a> publicada en 2020 sobre las investigaciones centradas en menores señala que los niños más pequeños se ven más afectados por las noticias con señales visuales. Por su parte, a los niños mayores les angustia más el hecho de oír historias sobre amenazas reales.</p>
<p>Y esto es inevitable cuando se trata de un tema de tanta preocupación en nuestro entorno. La clave está en permitirles expresarse, a cada uno según su edad. Podemos hacerlo, por ejemplo, mediante dibujos o hablando, que pregunten y les respondamos con sinceridad, tranquilidad y dando seguridad sobre el presente.</p>
<h2>Cómo explicar la situación cuando están siendo desplazados</h2>
<p>Sin duda, es un trauma añadido abandonar su casa, sus juguetes, sus amigos… Esto genera un estrés superior en todas las personas que se desplazan como refugiados. De hecho, la investigación muestra que los padres en estas situaciones se muestran menos eficaces en la reducción del impacto negativo en sus hijos e hijas. Su propio estrés podría llevarles a niveles elevados de dureza, algo que <a href="https://doi.org/10.1177/1524838019833001">está demostrado que es perjudicial para los niños y niñas</a>.</p>
<p>En estos casos, la intervención psicosocial de emergencia es clave. El apoyo social que permita a los padres aumentar su calidez, disponibilidad y apoyo a sus hijos e hijas, así como reducir la hostilidad pueden ser particularmente útiles para las familias afectadas por la guerra que se encuentran desplazadas o acogidas en otros países.</p>
<p>En esa línea, observamos en nuestro país que familias que acogieron a niños de Chernóbil, acogen ahora de nuevo a estos niños y familiares. El mero hecho de hacer este acto de altruismo y generosidad ya sirve como amortiguador del dolor para estos niños y sus familias.</p>
<p>Pero también en esta situación tendrán que ser amables, pacientes y ofrecer seguridad a estos niños que seguramente sufrirán pesadillas, llanto, ira por no entender lo que ocurre. Esto implica que han de pasar por fases de dolor, de duelo, que solo permitiendo expresar emociones y ofreciendo respuestas, apoyo y atención reducirán su impacto futuro.</p>
<h2>Permitirles expresar las emociones y ofrecer apoyo</h2>
<p>En resumen, si queremos amortiguar el dolor de los niños y niñas expuestos a la guerra, tanto en directo como a través de los medios de comunicación, en todos los casos, la comunicación, permitir que expresen lo que sienten, escucharles y explicarles con paciencia, sinceridad y seguridad en el presente, amortiguará el daño que inevitablemente causa esta situación, si bien en distinto nivel según los casos, en función de su entorno, su edad, madurez cognitiva…</p>
<p>Y a nivel social tenemos la responsabilidad de acoger, ofrecer apoyo social, comunitario, que permita disminuir el sufrimiento psicológico, prevenir secuelas a corto y medio plazo, atender a su aprendizaje, relaciones y afrontamiento futuro, y muy importante, reincorporar a la cotidianidad.</p>
<p>De esta forma, aunque no se borren las imágenes y la realidad, se permitirá amortiguar el daño psicológico y psicosocial, y pensar en un futuro distinto del pasado. Sin duda, la comunidad internacional está dando muestras de apoyo. Ahora hay que concretar más la atención a los más vulnerables: la población infantil.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/178649/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Esther Lopez-Zafra recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Investigación y la Universidad de Jaén con fines de investigación científica</span></em></p>Una guerra impacta especialmente durante la infancia. Tanto los que están en el lugar afectado como los desplazados y los que la viven a través de los medios necesitan expresarse y recibir apoyo.Esther Lopez-Zafra, Catedrática de Psicología Social, Universidad de JaénLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.