Menu Close
‘El rapto de las hijas de Leucipo’, de Peter Paul Rubens. Alte Pinakothek / Wikimedia Commons

La antigua Grecia también utilizó la violación como recurso para colonizar

Durante el periodo arcaico, los griegos se lanzaron al mar Mediterráneo en busca de tierras para fundar nuevas ciudades. Eran fundamentalmente varones solteros, que habían sido expulsados de manera más o menos voluntaria de su tierra. Los motivos eran variados: hambre, tensiones políticas o incluso enfermedades.

No obstante, llevaban con ellos ciertos favores: el fuego sagrado de la ciudad, las indicaciones del oráculo, sacerdotes y el líder de la expedición. Este hombre era el mayor del grupo y era posiblemente el único acompañado por su esposa.

En su periplo se enfrentaban a varios problemas, desde encontrar un lugar adecuado hasta conseguir convencer a la población local de que les aceptara. Además, había un asunto urgente: conseguir esposas para engendrar hijos y llegar a la segunda generación.

Las posibilidades de los colonos

Los colonos griegos no podían llevar a mujeres griegas en la expedición porque sus padres no lo consentían. El cabeza de familia criaba a sus hijas hasta la pubertad para darlas en matrimonio. Con un enlace, el padre buscaba mejorar sus contactos políticos o tener ayuda en caso de necesidad. Por ello las mujeres griegas se quedaban cerca de su casa.

A pesar de todo, los nuevos colonos necesitaban esposas legítimas para que dieran a luz hijos griegos. Así que, obviamente, lo primero que intentaban conseguir era un pacto con la autoridad local.

Ajax y Cassandra de Joseph Solomon. Wikimedia Commons

Es lo que ocurrió en casos como la antigua Masalia (Marsella, Francia). La hija del rey local se casó con un griego llamado Protis y formaron una prestigiosa dinastía, “los Protíadas”.

No obstante, no siempre los griegos eran aceptados por la población local. Eran un grupo poco numeroso que llegaba de nuevas y provocaba desconfianza. Por lo tanto, a veces las mujeres eran “raptadas”, como en el caso de Mileto (Asia Menor, Turquía). Unos griegos tomaron a unas mujeres argivas y mataron a sus padres. Años después, las mujeres aún recordaban el suceso y mantenían costumbres de protesta. Por ejemplo, no comían en compañía de sus maridos ni les llamaban por su nombre.

Reflexionando sobre el rapto vs violación

Debemos pararnos a pensar en la palabra rapto y el uso que hemos hecho. Rapto es una palabra bastante neutra, que se parece más a un secuestro que a una violación. Un rapto nos puede parecer reversible mientras que la violación es un término muy negativo. Pero es que la situación descrita era dramática.

La violación en la antigüedad no era entendida como en la actualidad. Las mujeres tenían algo parecido a la honra, que es un estatus de pureza que perdían si eran violadas. La vergüenza de haber sufrido una violación afectaba a la muchacha y a su familia. Por ello suponemos que conocemos muy pocos casos, porque no se denunciaban.

El rapto de Helena, de Luca Giordano. Musée des Beaux-Arts de Caen / Wikimedia Commons

La violación era un acto de castigo. Se asociaba a la humillación del enemigo en tiempos de guerra, después de tomar una ciudad y esclavizar a su población. La violación era también una forma de apropiarse del cuerpo de las mujeres y robárselo al enemigo.

No obstante, en el caso de la fundación de Mileto no estamos ante esta idea de humillación, pues los griegos buscaban conseguir esposas. ¿Cómo pudieron en ese caso recurrir a la violación masiva? Precisamente por lo que hemos referido con anterioridad: usaron la misma lógica en su propio beneficio.

La política de hechos consumados

Aunque los griegos no pudieran pactar con la población local, seguían necesitando esposas. Una manera de conseguirlo era raptándolas y violándolas para hacerlas perder valor de cara a sus familias y ofrecer una compensación. Su deseo no era degradarlas, sino que fueran aceptadas en un segundo momento como uniones legítimas.

Quizás no era lo que el padre de familia consideraba que le convenía más, pero le ofrecían un arreglo. Este tipo de “solución” estaba profundamente relacionado con la idea de las mujeres siempre dependientes de un varón. Hoy se considera un acto cruel, pero no era mal visto en el mundo antiguo, ya que no se pensaba que una mujer pudiera tener capacidad de consentir.

Heródoto, el autor del texto, no recrimina este acto. Los propios milesios lo contaban como parte de su historia de fundación. Mileto no era una excepción, conocemos también el rapto de las sabinas en la fundación de Roma, según la cual los romanos raptaron a las sabinas basándose en “una antigua costumbre griega”.

El rapto de las sabinas, de Francisco Pradilla y Ortiz. Universidad Complutense de Madrid / Wikimedia Commons

Finalmente, si miramos profundamente en la historia, este tipo de “arreglo” ha sido usado durante siglos bajo el nombre de matrimonio reparador. Son leyes que obligan a la víctima de una violación a casarse con su agresor si el padre está de acuerdo.

De hecho, aún existe en más de dos decenas de países del mundo. Los países con esta ley vigente están en diferentes lugares del mundo, con diversas religiones y devenires históricos, pero todos comparten una misma concepción del cuerpo femenino. La voluntad de la mujer es siempre dependiente del cabeza de familia y su honra es colectiva.

Desde este prisma debemos mirar la violación masiva en el mundo colonial griego: una lógica de dependencia de las mujeres y una necesidad de reparar los daños. No era la solución ideal, pero existió en determinadas ocasiones.

Want to write?

Write an article and join a growing community of more than 182,400 academics and researchers from 4,942 institutions.

Register now