Recuerdo bien el cúmulo de emociones que se agolparon en mí aquel 24 de septiembre. Acababa de empezar a ser parte de un programa de internacionalización universitaria en la Universidad Complutense de Madrid y sabía que pasarían al menos 4 años antes de volver a mi país, Colombia.
Era el tiempo promedio entonces para realizar un doctorado, en mi caso, en derecho constitucional. Mucho tiempo, sin duda, y eso hacía que justo al lado de una ilusión y una felicidad inmensas, se instalaran una tristeza serena y un miedo suave, mientras miraba el atardecer desde ese avión que me llevó desde Bogotá hasta Madrid.
Internacionalización: ¿cómo y por cuánto tiempo?
Aún hoy, cuando se habla de “internacionalizar” las universidades, suele hacerse referencia a la puesta en marcha de esta clase de programas de movilidad física de media o larga duración para los actores universitarios (estudiantes, docentes, investigadores o personal de gestión). Es decir, que los alumnos, docentes, investigadores e incluso personal de gestión de una universidad pasen periodos de tiempo en otras universidades de otras ciudades y países.
Pero existe otro significado más amplio y dúctil de la internacionalización universitaria. Se trata de instaurar modelos pedagógicos más flexibles que combinen la formación presencial con la enseñanza en línea.
La pandemia y la movilidad virtual
Desde que la pandemia de covid-19 provocara en 2020 el desarrollo urgente y muy generalizado de un formato digital en universidades que eran fundamentalmente presenciales en todo el mundo, las universidades han podido observar cómo la formación virtual y la internacionalización expresada en forma de movilidad académica también virtual continúan siendo interesantes en un contexto no pandémico.
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Ambas habían demostrado ampliamente sus beneficios inclusivos, lo que ha obligado a las instituciones de educación superior a mantener y aumentar la oferta de formación y programas de movilidad internacional híbridos o combinados (con enseñanza presencial y virtual).
La formación híbrida y la movilidad internacional híbrida suponen la combinación de experiencias educativas presenciales con experiencias educativas en línea. Ambas se complementan y permiten optimizar el proceso de aprendizaje y la internacionalización de los estudiantes, docentes, investigadores y personal de gestión universitario.
La propia UNESCO la considera el formato que mejor garantiza la flexibilidad que demandan actualmente los diversos actores universitarios.
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Programas intensivos combinados
Un ejemplo relevante de la incorporación plena en el mundo universitario de la movilidad internacional híbrida lo encontramos en la reciente puesta en marcha de los llamados Programas Intensivos Combinados (Blended Intensive Programmes, BIPs).
Los BIPs son programas que, dentro del marco europeo del programa Erasmus+, promueven la colaboración entre universidades socias que trabajan en red. El objetivo es la creación de un proyecto educativo que combine la enseñanza colaborativa virtual con un periodo de movilidad presencial de corta duración, abriendo la posibilidad de internacionalizar el currículo de estudiantes que, por cualquier circunstancia, no pueden o no desean realizar una movilidad de larga duración.
Pero la incorporación de este formato de movilidad internacional híbrida ya no es monopolio de universidades presenciales y dentro del espacio europeo. Otras universidades cuya formación era exclusivamente virtual, y en otros espacios como el iberoamericano, lo han incorporado. Esto ha abierto por primera vez la posibilidad a un estudiante de grado o postgrado en línea de terminar o complementar sus estudios con periodos cortos e intensivos de formación presencial en un país iberoamericano.
Sin duda, los programas de movilidad internacional híbrida se han convertido en catalizadores de la innovación académica y social pospándemica. Su formato potencia, desde la diversidad, la inclusión de muchos más actores universitarios, permitiéndoles disfrutar de las innegables ventajas de la internacionalización.
La diversidad es mezcla de culturas y saberes, y la movilidad internacional híbrida la permite.