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La incertidumbre: el peor aliado de las empresas españolas frente al Brexit

Este próximo 29 de marzo se cumplirá el plazo de 2 años estipulado en el Tratado de la UE para que se haga efectiva la salida oficial de Reino Unido del club comunitario. Sin embargo, a día de hoy, no se ha alcanzado todavía un acuerdo sobre el marco que ha de regir la futura relación entre las islas y el continente. Por lo tanto, la posibilidad de que se materialice el tan temido “brexit duro” cobra fuerza con el paso de las horas.

Ante esta tesitura de indefinición política, la incertidumbre se torna en el factor imperante sobre las decisiones a corto y a largo plazo de los agentes económicos (con todas las consecuencias que este hecho acarrea). Bien es sabido que, en cuestiones económicas, la confirmación de las malas noticias suele ser una circunstancia preferida a la propia incertidumbre ya que, en última instancia, la primera permite llevar a cabo una planificación previa que posibilita sortear o, al menos, minimizar el impacto negativo inicial.

Sin embargo, la duda transmitida por el futuro inmediato únicamente permite, en el mejor de los casos, diseñar diferentes escenarios y ejecutar un determinado modo de proceder en función de cuál de ellos sea el que, a la postre, acabe concretándose y, por tanto, en el que finalmente nos debamos desenvolver.

Estrechas relaciones bilaterales

En esta coyuntura se hallan las empresas de todos los países pertenecientes a la Unión Europea, aunque, en el caso de las españolas, las repercusiones del Brexit pueden ser mayores debido a los estrechos vínculos que nuestro país mantiene con determinados sectores de la economía británica. La industria turística es una de las que más se puede resentir ya que, sólo en 2017, 18 millones de personas procedentes de Reino Unido visitaron España, su principal destino de ocio.

Otras, como las de bienes de equipo, la automoción o la agroalimentaria, ya han comenzado a notar los efectos perniciosos del contexto actual. Estos tres sectores concentran el 68% de las exportaciones de España a Reino Unido y la depreciación de la libra (como consecuencia, precisamente, de la incertidumbre aludida) ha dificultado enormemente la entrada de productos en el mercado británico.

De hecho, que las consecuencias del Brexit se empezaran a notar al día siguiente de la celebración del referéndum, debiera haber alertado a las empresas españolas y servido como acicate para que se preparasen con una mayor premura: frente al incremento del 33% de las exportaciones nacionales con destino a Reino Unido durante el período 2012-2017, en ese último año se produjo un retroceso del 6%, (consecuencia, sobre todo, de la depreciación de la libra) hasta los 37.889 millones de euros.

Pesimismo empresarial

Sin embargo, la tendencia es claramente a la baja, y España es el sexto exportador de la UE a tierras británicas. Probablemente, sea este uno de los principales motivos de que, según una encuesta del banco suizo UBS, los empresarios españoles sean los más pesimistas ante la perspectiva del brexit. Un 41% de los encuestados considera que esta situación afectará negativamente a sus negocios, frente a un 32% de los empresarios italianos, un 31% de los alemanes y un 25% de los franceses.

A su vez, esa misma encuesta revela que las empresas españolas son las más predispuestas a llevar a cabo reajustes en sus decisiones de inversión: un 24%, frente al 21% de las francesas y las italianas y el 13% de las alemanas. Este dato contrasta con un informe elaborado por la consultora KPMG en el que se señala que tan sólo el 31% de las empresas españolas ha realizado algún tipo de plan de contingencia para encarar esta nueva realidad y que el 36% de ellas ni siquiera lo considera necesario. Si a ello le añadimos que hasta el 46% de las empresas patrias afirma tener algún tipo de relación económica con las islas, se puede concluir, fácilmente, que “nos está pillando el toro”.

El brexit afectará, sobre todo, a las pequeñas y medianas empresas, que son las que conforman el grueso de las aproximadamente 11.600 que exportan bienes y servicios a territorio británico. Sin embargo, los pesos pesados de nuestra economía no quedarán incólumes.

Traslado de sedes

Si nos centramos en las compañías del Ibex 35, y aun admitiendo que no todas están expuestas al mismo nivel de riesgo, existe cierta preocupación por cómo la evolución de los acontecimientos puede perjudicar sus resultados. Tanto es así, que algunas de ellas han decidido trasladar las sedes establecidas en Reino Unido a otras localizaciones del continente.

Este es el caso de Ferrovial, que fijará en Holanda la nueva plaza de su holding internacional, si bien cabe destacar que grandes multinacionales procedentes de otros países han obrado de la misma manera. Sony también mudará su sede desde Londres a tierras neerlandesas.

En definitiva, el shock inicial que va a suponer el brexit para nuestras empresas debería ser absorbido, en la medida de lo posible, por los planes de contingencia que éstas elaboren. Dicha provisión resulta especialmente importante en aquellos sectores más dependientes de la economía británica, como los anteriormente aludidos o como las industrias farmacéutica y química, en donde las cadenas de producción de ambos países se encuentran ampliamente integradas.

Si a todo ello le añadimos que Reino Unido es uno de los destinos más importantes de las inversiones españolas (el tercero, tan sólo por detrás de Alemania y Luxemburgo), y que, a pocos días de la materialización del brexit el devenir de la situación es completamente imprevisible (el Parlamento Británico ha aprobado la petición de una prórroga a la Unión Europea), hay elementos más que de sobra para que nuestro tejido empresarial esté a la altura de la magnitud de tamaño suceso histórico.

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