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Imágenes de un cangrejo superpuestas sobre fondo blanco
Composición con la imagen del cangrejo Procambarus virginalis. M. Clavero, CC BY-SA

La invasión de las cangrejas clónicas

El titular de este artículo parece sacado de una película de terror de serie B, pero en realidad describe con bastante precisión una de las invasiones biológicas más extravagantes y espectaculares descritas hasta la fecha. Esta, por cierto, sigue en marcha sin dar señal alguna de debilitamiento.

En 1995 un biólogo alemán se paseaba por una feria comercial en Frankfurt (Alemania). En uno de los tenderetes había unos cangrejos de río identificados únicamente como Texas crayfish (cangrejos de río de Texas). Los animales tenían un extraño y bonito diseño jaspeado y nuestro biólogo, aficionado a los acuarios, se llevó el lote a casa.

Los cangrejos se reprodujeron abundantemente. Tanto, que su propietario empezó a distribuirlos entre conocidos. Estos volvieron a ver que los cangrejos, a los que habían comenzado a llamar marmorkrebs (en castellano, cangrejo jaspeado), se multiplicaban de forma asombrosa.

Pero esa era poca sorpresa comparada con las que estaban por llegar.

Los machos y hembras de cangrejos de río adultos suelen presentar diferencias morfológicas muy claras que permiten determinar fácilmente su sexo. A los acuariófilos alemanes no les costó mucho darse cuenta de que entre sus marmorkrebs no había machos. ¿Cómo hacían para reproducirse?

En 2003 se publicó en la revista Nature un estudio que demostraba que esas cangrejas no necesitaban a los machos para nada. Eran hembras partenogenéticas (del griego parthenos, virgen, y génesis, origen o nacimiento) obligadas. Cada una de ellas daba lugar a una abundante descendencia genéticamente idéntica a la madre: clones de cangrejas jaspeadas. Entre las 15 000 especies de crustáceos decápodos que existen en el mundo (incluyendo a cangrejos, langostas, gambas, camarones y galeras) jamás se había descrito –ni se volvió a hacer– este tipo de reproducción unisexual.

Cangrejo sobre una roca
Procambarus virginalis. André Karwath/Wikimedia Commons, CC BY-SA

¿Una especie que nace en un acuario?

El estudio genético de ese extraño linaje de cangrejas clónicas mostró que estaba estrechamente emparentado con Procambarus fallax. Se trata de una especie originaria del suroeste de los EE. UU., en los estados de Georgia y Florida. Como podría esperarse, tiene machos y hembras y los dos sexos participan en la reproducción.

En los años siguientes se fueron describiendo más peculiaridades de las marmorkrebs, como que son triploides (llevan tres copias de cada gen). Además, se diferencian de Procambarus fallax tanto morfológicamente como en su estrategia de reproducción: no solo son partenogenéticas, también mucho más fecundas.

En 2015 se propuso que debían considerarse como una especie independiente, con el nombre de Procambarus virginalis. La descripción formal se publicó en 2017.

De entre todas las sorprendentes particularidades de Procambarus virginalis destaca el hecho de que la especie podría haber surgido en un acuario. El origen del cangrejo jaspeado se ha podido trazar hasta los Everglades de Florida, pero no sabemos a ciencia cierta si el linaje partenogenético ya existía en la naturaleza (no se ha detectado) o se generó en cautividad. El segundo escenario, más probable, es inaudito. Estaríamos ante una especie formada de un día para otro a partir de unos cuantos cangrejos metidos en un acuario, asociada a una mutación espontánea.

En ese caso, lo más parecido a un área nativa que tendría la nueva especie sería un tenderete en una feria de Frankfurt. Lo que sí tiene es un área no-nativa. Mucha y en aumento. Procambarus virginalis ha resultado ser una portentosa especie invasora.

Procambarus virginalis. Chucholl C./Wikimedia Commons, CC BY-SA

El invasor casi perfecto solo tiene 30 años

Volvamos a aquellos primeros acuariófilos alemanes. Las cangrejas que tenían no paraban de producir crías que, a su vez, empezaban a reproducirse de forma precoz y abundante. El intercambio entre aficionados llegó hasta las tiendas de mascotas y distribuidores de internet, que rápidamente se hacían con un enorme excedente de cangrejos jaspeados para vender.

Las especies que se tienen en las casas a menudo acaban en la naturaleza. Los cangrejos de río no son una excepción, ya sea por escapes indeseados o porque sus responsables los acaban liberando. El cangrejo jaspeado no solo no iba a ser menos, sino que es bastante más.

Como no hay forma de parar su reproducción, sus dueños tienen que decidir continuamente qué hacer con una buena cantidad de individuos. Las reticencias a sacrificarlos (la opción aconsejable) hacen que a menudo la decisión sea llevarlos a algún punto de agua, donde puedan seguir viviendo (las charcas urbanas suelen ser un popurrí de especies introducidas). Con los cangrejos jaspeados en cada vez más casas de más países, el número de sueltas fue en aumento.

Los cangrejos de río son buenos invasores y a menudo forman poblaciones autosuficientes allá donde se introducen, pero el caso del cangrejo jaspeado es extremo porque un único individuo basta para formar una población. Estamos ante algo cercano al invasor perfecto.

Era fácil de prever que irían apareciendo poblaciones silvestres, y así ha ocurrido. Tras menos de 30 años de existencia de la especie (por raro que suene, es así) el cangrejo jaspeado vive en libertad en unos 30 países de Europa, América, Asia y África. En Madagascar la expansión fue meteórica: su área de distribución se multiplicó por 100 en 10 años hasta ocupar unos 100 000 kilómetros cuadrados en 2017.

Procambarus virginalis. Faculty of Fisheries and Protection of Waters, University of South Bohemia in Czech Republic

¿Qué hacemos con esta invasión?

El espectacular potencial invasor del cangrejo jaspeado genera una enorme preocupación por los impactos que pueda acarrear, pero también da lugar a interesantes preguntas.

Se suele asumir que la diversidad genética permite a las especies adaptarse a la variabilidad espacial y temporal de los ecosistemas. En el caso de las especies invasoras, una elevada diversidad genética estaría relacionada con un mayor éxito de invasión.

Cartel de la película The claw monsters (1966).

Pero, en la especie que nos ocupa, la diversidad genética es prácticamente cero. Y, aun así, puede sobrevivir y llegar a ser muy abundante en lugares tan dispares como Madagascar, Polonia y Canadá. La especie se convierte así en un modelo único para estudiar la adaptabilidad de los organismos a partir de cambios epigenéticos, que modulan la función de los genes sin modificar la secuencia del ADN.

En España originalmente no vivía ninguna especie de cangrejo de río y hay una larga tradición de introducción de estos animales. Se intuía que el marmokrebs no tardaría en añadirse a la lista y así ha sido.

En 2022 se detectó la especie en Asturias y al año siguiente apareció en un parque urbano en Tenerife.

Con la experiencia acumulada, parece que va a ser difícil controlar esas poblaciones. Lo importante ahora es evitar que se liberen más individuos. Procambarus virginalis se encuentra en la lista europea de especies invasoras. Esto implica que, aunque no se haya incluido aún en el catálogo español, su tenencia está prohibida.

A pesar de esta restricción, no es difícil imaginar que habrá acuarios con esta especie en cientos o miles de hogares españoles. Es importante que esas familias comprendan que, si no quieren deshacerse por completo de sus cangrejas, deben ir sacrificando la prole generada. En ningún caso deben distribuirla entre conocidos y menos aún liberarla en la naturaleza. Solo así podremos evitar que haya un nuevo cangrejo invasor por todos los ríos y masas de agua dulce ibéricas.

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