No es extraño que los vecinos de Tameiga, un pueblo gallego en el concello de Mos, en la comarca de Vigo (Galicia), estén en la lupa de una revolución energética mundial. La Comunidade de Montes e Veciños de Tameiga trabaja desde hace décadas porque los bienes sean mancomunados.
Ahora, han unido fuerzas para producir su propia energía renovable, ya sea solar, biomasa o eólica, y compartirla entre todos. Esta iniciativa revitaliza la tradición de los bienes comunales en las áreas rurales, como el reparto de leña y la gestión de recursos hídricos, pero con un enfoque moderno. Esta vez colectivizando lo más preciado y caro, la electricidad, para conseguir un bien común: reducir la factura de la luz y proteger el medio ambiente.
¿Suena a ciencia ficción? ¡Para nada! Es algo que ya está sucediendo en toda Europa. Desde España hasta Suecia. Estas iniciativas están despegando gracias a la creciente conciencia ambiental y a la necesidad de reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Es el resultado de proporcionar las herramientas necesarias a los ciudadanos para que tomen el control de su propio suministro energético.
CMVMC de Tameiga - más de 20 años repartiendo leña
La CMVMC de Tameiga es un caso de manual. Una comunidad ejemplar capaz de aprovechar los recursos locales para crear un futuro más sostenible. Hace ya más de 20 años, un grupo de vecinos decidieron unirse. Su propósito era gestionar y proteger sus recursos naturales, prestando especial atención a los bosques que los rodeaban.
Además, desde la comunidad también se gestiona un polígono industrial, un centro social, cultural y deportivo o la Sala Rebullón, sala de conciertos bien conocida en la zona. Este enfoque no solo ayudó a conservar el entorno natural, sino que también reforzó los lazos comunitarios. Además aseguró un uso sostenible de los recursos de la zona.
El éxito derivado de sus actuaciones ha tenido un impacto medioambiental sobresaliente. En la actualidad, la mayoría de comuneros han sustituido sus sistemas de calefacción tradicionales (calderas de gas y gasóleo) por sistemas de combustión de biomasa. Impulsada por este primer éxito, la comunidad de montes decidió dar un paso más allá, transformarse en una comunidad energética para alinearse con las políticas energéticas. ¿Su principal objetivo? Convertir los tejados industriales y residenciales en fuentes de energía solar. Esto proveería las necesidades energéticas de los más de 400 vecinos de la comunidad actual.
El asunto va de modelos de sostenibilidad comunitaria
Según la Comisión Europea, las comunidades energéticas (CE) se dividen en dos tipos: las Comunidades Ciudadanas de Energía y las Comunidades de Energía Renovable. Las primeras se basan en la participación voluntaria de personas locales, autoridades o pequeñas empresas. Las segundas son grupos autónomos vinculados a proyectos de energía renovable.
¿Qué tienen de especial las CE?
Además de mejorar la sostenibilidad en áreas altamente pobladas, ponen en valor la diversidad de participación ciudadana y empresarial. Ejemplos destacados como Energent en Bélgica, Vauban en Friburgo o Izgrei en Bulgaria demuestran avances significativos en la promoción de la energía renovable y la participación ciudadana.
Pero esto no es algo nuevo. Existe otro tipo de comunidades que han sido pioneras en la gestión de recursos, como las Comunidades de Montes Vecinales en Mano Común (CMVMC). Se trata de una práctica tradicional bien establecida en Galicia y norte de Portugal, enfocada hacia la gestión comunitaria del territorio de propiedad vecinal y sus recursos, como los forestales o los hídricos, entre otros. Al igual que las CE, las CMVMC promueven la sostenibilidad y la participación activa de los miembros. La implicación ciudadana en la toma de decisiones y la gestión de recursos naturales las hace auténticos motores de empoderamiento comunitario y sostenibilidad ambiental.
Una piedra de “papel” en el camino
No todo es un camino de rosas. La comunidad de montes de Tameiga se enfrenta a obstáculos significativos, como la burocracia y la falta de financiación. Los trámites administrativos pueden ser largos y complicados, lo que ralentiza el progreso de los proyectos.
Los cambios legislativos y políticos han contribuido al avance lento de las CE. Pese a las barreras, la tecnología ha seguido evolucionando a un ritmo imparable. Además, las preocupaciones climáticas se han convertido en una prioridad del horizonte político.
Hoy, las comunidades energéticas juegan un papel cada vez más importante en la transición ecológica. Pese a ello sigue siendo un desafío conseguir la financiación necesaria para instalar y mantener infraestructuras energéticas.
La colaboración con instituciones públicas y privadas es crucial para superar estos obstáculos.
La misión está clara: seguir adelante con la visión de un futuro energético sostenible. La visión en la comunidad energética de Tameiga pasa por empoderar a la gente de a pie de la comunidad de montes local, y evitar que agentes externos entren a hacer negocio, ofreciéndoles las herramientas necesarias y estableciendo una organización fuerte: el límite es el cielo.
La revolución comunitaria no se detiene
A pesar de todo, los integrantes de la comunidad energética de Tameiga siguen al pie del cañón. Trabajando duro para conseguir su objetivo. De hecho, ya disfrutan de instalaciones fotovoltaicas que permiten el autoconsumo de electricidad. Esto les permite reducir costes y mejorar la competitividad local. ¿Lo siguiente? Aprovechar el potencial fotovoltaico de la zona. Según los datos recabados gracias a la colaboración de la directiva de la CMVMC, en los próximos 10 años está previsto instalar hasta 1 MWp. Pero aquí no se detienen: ¡piensan a lo grande! Puntos de carga de coches eléctricos, programas comunitarios de concienciación e incluso el aprovechamiento de otros recursos energéticos. Tameiga demuestra así que la distribución de energía limpia es viable y beneficiosa para todos.
El enfoque comunitario fortalece los lazos sociales. También establece un modelo que otras comunidades pueden seguir. Tameiga se está preparando para el futuro energético sostenible. Además, está inspirando a toda la población a unirse a esta revolución verde. Este espíritu de cooperación y autosuficiencia que fomentan evidencia que las comunidades pueden tomar el control de su futuro energético. ¿La lección? Cuando una comunidad se une, puede lograr cosas extraordinarias.