Muchos de los problemas de conducta en jóvenes y adultos, así como trastornos de la personalidad y otros problemas de salud mental, se vinculan a experiencias traumáticas en la infancia.
Dos son los aspectos claves que explican esta vinculación: el apego y el trauma.
El apego, base del desarrollo social y emocional
Por un lado, el apego es clave en la formación de un vínculo seguro entre el niño y los adultos de referencia. Esta teoría, formulada por John Bowlby y Mary Ainsworth a finales de los años 50 , es fundamental para entender cómo las primeras respuestas afectivas del mundo adulto influyen en el desarrollo socio-emocional del niño.
Sigue siendo un planteamiento vivo y una área de investigación sólida de la psicología evolutiva; y aun con modificaciones y actualizaciones hay consenso científico sobre cómo influyen en el desarrollo socio-emocional las primeras respuestas afectivas del mundo adulto.
Traumas y sus secuelas
Por otro lado, es también conocido el impacto negativo de la adversidad temprana: los traumas infantiles, negligencias, guerras, migraciones y desastres naturales puede tener graves consecuencias en el desarrollo emocional y afectivo de las personas. Estos eventos pueden causar secuelas inmediatas y a largo plazo en el desarrollo cognitivo y socioemocional, y están relacionados con conductas disruptivas, falta de control de impulsos y otros problemas de salud y desarrollo.
Tanto las situaciones de adversidad temprana como la desorganización del apego ayudan a la comprensión de las dificultades en la adaptación al entorno y la socialización de las personas. ¿Por qué entonces hay individuos que logran superar estas adversidades? ¿Es posible intervenir y ayudar a reconducir sus secuelas?
Boris Cyrulnik y ‘Los patitos feos’
Boris Cyrulnik, un destacado neuropsiquiatra francés, perdió a sus padres durante la Segunda Guerra Mundial, en un campo de concentración nazi. Pasó por diversas instituciones de acogida, por lo que su niñez fue triste, compleja y dura, con diferentes referentes (una institutriz, una enfermera, casas de acogida…) hasta que, acabada la guerra, terminó viviendo en París con una tía.
En su obra Los patitos feos (2001), Cyrulnik describe cómo la resiliencia permite a las personas transformar el dolor en creatividad y crecimiento personal. Propone ejemplos célebres como los de Maria Callas y Georges Brassens, quienes transformaron sus experiencias traumáticas en fuerzas creativas.
Con ello, intenta demostrar que un niño traumatizado no está condenado a tener dificultades o trastornos. Incluso aquellos que han sido maltratados en la infancia no necesariamente se convertirán en futuros maltratadores: la clave está en el entorno y el apoyo emocional.
La metamorfosis desde el trauma
El libro está dividido en dos partes que facilitan su lectura: La oruga y La mariposa: esta idea de la metamorfosis describe el proceso que diferencia a las personas traumatizadas de las resilientes.
Aquellos que han sufrido traumas pueden recuperarse si disponen de los recursos internos adecuados, un entorno favorable y al menos una persona que les muestre que es posible seguir viviendo después del trauma. Por tanto, la resiliencia para Cyrulnik es un proceso dinámico entre los recursos del individuo y del apoyo externo.
Recursos y estrategias para la resiliencia
Gracias a Los patitos feos, empezamos a comprender que proporcionar un entorno seguro que no humille ni perpetúe la herida, que no revictimice y que proporcione recursos y estrategias es crucial para el desarrollo de la resiliencia.
La educación y el amor incondicional del entorno pueden convertir cualquier “patito feo” en un cisne, facilitando una metamorfosis que permite a los individuos superar el trauma y alcanzar su potencial máximo.
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La importancia en el ámbito educativo
La mirada de Cyrulnik trasladada al ámbito educativo se centra en ofrecer espacios seguros que no humillen ni encasillen una desgracia. Se trata de ponerse delante de las personas que han sufrido traumas y no juzgarlos por ello. Sobretodo, es imprescindible no tener prejuicios o dar por hecho que su pasado les va afectar negativamente.
Se trata de ofrecer la oportunidad de vivir otras realidades, dar apoyo, ser ejemplo y facilitar las situaciones de éxito, y las vivencias que ayuden a experimentar la seguridad y confianza en las propias posibilidades. Construir para ellos un entorno confiable, coherente, y respetuoso.
Los patitos feos es además una lectura positiva, que ofrece esperanza y comprensión sobre los recursos necesarios para construir la resiliencia; ayuda a ver los desafíos como oportunidades para el crecimiento y la transformación.
Todos los profesionales que trabajamos con una infancia frágil y rota encontramos en sus líneas pautas para convertirnos en ese medio, ese entorno y esos recursos que permiten desarrollar la resiliencia.