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Los adolescentes rechazan más el desconocimiento que la mascarilla

Adolescentes y jóvenes están siendo estigmatizados por tener comportamientos supercontagiadores como incumplir la distancia de seguridad o no hacer uso de la mascarilla a pesar de su obligatoriedad.

Un proyecto de divulgación científica en el que hasta el momento han participado más de 1000 estudiantes de secundaria y bachillerato nos muestra que su actitud es más responsable de lo que presuponemos.

El proyecto ¿De verdad funcionan las mascarillas? ¡Vamos a demostrarlo! explica a través de un taller la ciencia que hay detrás de una mascarilla.

Si hablamos de virus, el tamaño importa. En una mascarilla actúa, en primer lugar, el proceso físico de la filtración, y saber por qué en su elaboración se utilizan materiales no hilados con poros microscópicos y por qué tienen distinta eficacia ayuda a distinguir los momentos y lugares para utilizar una u otra.

Otro detalle importante: no es lo mismo filtrar gotas de 5 micras que aerosoles nanométricos. En ambos, el SARS-CoV-2 campa a sus anchas en interiores y se mantiene y se transmite, por lo que la distancia y la ventilación también cuentan.

El experimento estrella del taller es comprobar cómo un estornudo conteniendo virus es capaz de destruir células bacterianas en pocas horas. Y que la mascarilla, la distancia y la ventilación afectan al resultado. Si, además, se visualiza cómo consiguen infectar y el daño que los virus provocan en nuestros tejidos mediante contenido multimedia, el impacto queda asegurado.

Placa bacteriana no infectada (derecha) e infectada por virus (izquierda). M. Jiménez

Mascarilla, distancia y ventilación. Sabiendo el porqué, aparece el cómo, sin forzarlo.

Formar parte de la solución para evitar ser el problema

Cartel del taller. M. Jiménez y B. García

Pero no solo es comprender la ciencia, los estudiantes deben contarla después. A través del medio audiovisual o gráfico de su elección ellos mismos se convierten en divulgadores de lo que han aprendido y deciden lo que consideran importante comunicar.

Los docentes sólo tienen que solicitar el taller y lo que podría suponer un sesgo en el interés inicial se minimiza en el momento en el que los destinatarios del mensaje se convierten en emisores, en protagonistas del acto comunicativo.

Este ejercicio de retorno es lo que nos permite analizar y extraer puntos interesantes sobre lo que perciben, lo que les parece más importante, cómo lo comunican y sus formas de expresión.

No solo importa qué se dice sino cómo y a quién

Lo que hemos recibido de los cerca de mil estudiantes cuenta mucho más que lo que han aprendido. Este material es muy valioso porque a los científicos y divulgadores nos sirve para aprender, directamente de los destinatarios, cómo mejorar el mensaje y obtener así herramientas comunicativas para llegar a una población que está siendo estigmatizada y habitualmente se resiste a los mensajes generalistas y paternalistas. Si el problema es de comunicación, nos da pistas para solventarlo.

Así, trabajando a su manera, se acercan más a una actitud proactiva en su labor divulgadora, dijéramos que se reubican formando parte de la solución y no del problema.

A su vez, lo aprendido y contado sirve para fomentar un pensamiento crítico en una población susceptible de recibir mensajes erróneos o carentes de validación científica.

Contar la ciencia es comprenderla y disfrutarla

La respuesta al concurso de convertirse en divulgadores nos ha sorprendido muy gratamente. A pesar de la carga de trabajo que suelen tener los estudiantes de estos cursos, han sacado tiempo para elaborar propuestas de todo tipo: algunas más serias, otras muy divertidas, algunas más sencillas, otras muy elaboradas… Hemos podido percibir a través de ellas la motivación por transmitir el aprendizaje del taller.

El formato ha sido variado, vídeos cortos como Tik-Tok, otros más largos (¡hasta guionizados!), formatos gráficos como carteles o trabajos más académicos en forma de presentaciones con las que habríamos disfrutado escuchando su defensa. No hay un formato predominante, sino que, teniendo libertad para expresarse, cada grupo ha trabajado de forma distendida.

Cartel ganador en una de las ediciones del taller realizado por Irene Rodríguez y Paula González del IES Joaquín Araujo de Fuenlabrada, Madrid.

Lo que se percibe en todos, sobre todo en los vídeos, es que han disfrutado del proceso. Y si, tal y como demuestran los trabajos, han aprendido y lo aplican en su día a día, este proyecto habrá cumplido su objetivo. Los trabajos ganadores se han ido exponiendo en las redes sociales y también se pueden ver en el canal de divulgación del CIB Margarita Salas. Su labor como divulgadores es ya una realidad.

El vídeo de Paula Cañal (responsable del trabajo), Alejandro Ayala, Carlos Domínguez, Celia Luna y Marina Sánchez, del IES Chaves Nogales de Sevilla, es uno de los ganadores del concurso del Taller de Mascarillas Cuenta la Ciencia del día 13 de mayo.

La encuesta de satisfacción realizada nos muestra que el 97,3% de los participantes aseguran haber aprendido algo y el 93,1% da una nota al taller en su conjunto de 7 o superior, en una escala del 1 al 10. Con respecto al concurso, al 72% le ha gustado y del 28% restante tan solo el 13,3% le ha disgustado tanto como para eliminarlo. En general la gran mayoría de las respuestas son positivas y, lo más importante, el 93,7% recomendaría la actividad.

Por último, hemos recogido sugerencias de mejora para próximos talleres y en lo que más se ha insistido, como era de esperar, es que se hubiera desarrollado presencialmente.

El papel de la ciencia y la importancia de transmitirla

Los docentes son esenciales en la formación de nuestros estudiantes, adolescentes y jóvenes que decidirán en un futuro muy próximo las políticas de nuestro país. Siendo la educación reglada la base primaria de adquirir conocimiento, la utilización de canales más cercanos para comunicar contribuye a facilitar el aprendizaje de la ciencia. También a modificar conductas asumiendo de manera más directa una responsabilidad que se nos ha pedido a todos y que ha contado con una respuesta muy variable en todos los segmentos de la población.

Es importante saber para poder decidir y actuar.


El proyecto está financiado por la Fundación General CSIC dentro del programa Cuenta la Ciencia y se desarrolla en forma de taller desde el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas del CSIC hasta el próximo mes de diciembre.


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