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Los mandos intermedios también son líderes y deben comportarse como tales

El liderazgo es uno de los temas que más se han tratado en las ciencias de la organización. Es un tema atractivo y sugerente que ha generado un gran volumen de investigaciones. En internet, son millones los resultados que arroja tras una consulta (128 millones de resultados en castellano y 2 090 millones de resultados en inglés, el 27 de diciembre de 2022). Podemos decir, sin riesgo a equivocarnos, que es un tema que interesa.

Los líderes siempre fascinan. Su capacidad para entusiasmar a sus seguidores, su inclinación natural al grupo o su capacidad para pensar creativamente y ser innovador forman parte del ADN del líder.

Tenemos ejemplos de líderes que han surgido en prácticamente todos los campos del saber y del conocimiento. Todos identificamos y tenemos como referentes de liderazgo a personajes como Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela, Winston Churchill o Napoleón Bonaparte.

No obstante, pocas veces se presta atención a aquellos que han acompañado a los grandes líderes y que les han ayudado –con su entrega, confianza y dedicación– a hacer realidad un proyecto. Son los mandos intermedios, líderes de equipos que han contribuido a alcanzar los objetivos propuestos.

Los mitos del liderazgo

Uno de los grandes expertos en el tema, Warren Bennis, desmontaba en 2010 los 5 mitos sobre el liderazgo:

  1. El liderazgo no es una rara cualidad, sino que abunda más de lo que pensamos. Decía Theodore Roosevelt: “El hombre común que tiene éxito no es un genio, es un hombre que solo tiene cualidades ordinarias, que las ha desarrollado a un grado que trasciende lo ordinario”.

  2. Los líderes nacen (como todos), pero también se hacen. De hecho, el liderazgo no puede enseñarse: tiene que ser aprendido con la práctica. Nuestro comportamiento determina nuestro camino.

  3. Los líderes no son carismáticos. Son como cualquier otra persona.

  4. El liderazgo no se da solo en la cima. Los mandos intermedios juegan un papel crucial en las organizaciones.

  5. El líder ni controla, ni dirige, ni manipula a los demás. El liderazgo es servicio, no egoísmo. Debemos liderar con el ejemplo. Del yo al nosotros. De hecho, el deber del líder es favorecer el proceso de otros, no el suyo.

El liderazgo es una cuestión de carácter; lo esencial es generar y mantener la confianza de los demás. Los verdaderos líderes implican a los demás, con un sesgo hacia la acción que produce resultados.

El líder necesita de los demás. Si no hay otros, no hay liderazgo.

Comprender a las personas, inspirar a los seguidores, crear un ambiente que haga que se sientan a gusto y ayudar a conseguir los objetivos son algunos aspectos claves del éxito del liderazgo.

El liderazgo de los mandos intermedios en las organizaciones

El liderazgo de los mandos intermedios es clave para el éxito de cualquier organización, pues actúan como enlace entre la alta dirección y los trabajadores. Juegan un papel fundamental a través de la comunicación efectiva y la solución de problemas a nivel de equipo.

Además, son importantes para el desarrollo profesional. Al ser líderes a nivel de equipo tienen la oportunidad de fomentar el aprendizaje y la formación continua de sus trabajadores, lo que puede contribuir al crecimiento y éxito a largo plazo tanto de las personas como de la empresa.

Los mandos intermedios tienen que tener claros el objetivo y los valores que les han de servir de guía incluso en circunstancias complicadas. El liderazgo en mandos intermedios implica establecer metas claras y definidas para su equipo y fomentar un ambiente de trabajo positivo y colaborativo. Son, de hecho, los agentes del cambio y deben ser un buen modelo de conducta ética y profesional.

Cualidades de los mandos intermedios

Para ser un buen líder en mandos intermedios es esencial cultivar ciertas cualidades y habilidades, como son:

  • La comunicación efectiva.

  • La habilidad para motivar y liderar a otros.

  • La capacidad de tomar decisiones rápidas y efectivas.

  • La capacidad de resolver problemas y buscar soluciones, asumiendo responsabilidades.

  • La capacidad de anticipar problemas futuros y de tomar medidas para que no sucedan.

  • La capacidad de adaptación a nuevas situaciones y entornos, modificando la estrategia de liderazgo a medida que cambian las circunstancias.

Para poder ser un buen líder es fundamental saber escuchar al equipo y estar dispuesto a recibir y considerar la retroalimentación de los trabajadores. También ser justos y equitativos al tomar decisiones y tratar a todos los miembros del equipo con respeto y dignidad.

Además, es importante ser un líder servicial y estar dispuesto a ayudar a los trabajadores a alcanzar sus metas y objetivos personales y profesionales. Esto puede incluir la asignación de responsabilidades y tareas de acuerdo a los perfiles de cada empleado.

Empoderar al equipo delegando funciones

Finalmente, el líder tiene que delegar funciones, de manera que pueda dedicarse a la estrategia y no a gestionar las urgencias. Muchas veces, el miedo a la pérdida de poder, o incluso a llegar a ser prescindible para la organización, hace que el líder no comparta algunas funciones. Pues bien, todos somos prescindibles, y el éxito pasa por empoderar a los colaboradores para que todo continúe, lidere quien lidere. Los empleados asumirán sus responsabilidades y podrán crecer y dar solución directa a los problemas, asumiendo su parte en el proceso.

El reto de ejercer el liderazgo como mando intermedio no está exento de cometer errores. La excelencia consiste en enmendarlos y aprender de ellos.

No podemos cambiar a nadie, pero sí inspirarle, provocarle, acompañarle y ser un referente importante en su evolución. El liderazgo consiste en hacer salir lo mejor de los demás, y así cambiar (y mejorar) la organización.

El liderazgo en mandos intermedios es esencial para el éxito de cualquier organización. Los líderes en esta posición deben cultivar una serie de cualidades y habilidades, incluyendo la capacidad de comunicación efectiva, la habilidad para motivar y liderar a otros y la capacidad de resolver problemas y tomar decisiones importantes. Además, deben ser capaces de adaptarse a nuevas situaciones y entornos y estar dispuestos a aprender y probar cosas nuevas. Pero, sobre todo, tienen que aprender a delegar y empoderar a sus colaboradores, para dotar de significado a su trabajo y lograr la autorrealización laboral.

Como decía Bennis, “los líderes no surgen de la nada. Deben ser desarrollados: educados de tal manera que adquieran las cualidades del liderazgo”.

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