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Los obstáculos para las embarazadas se multiplicaron durante la pandemia

Tras dos años de pandemia volvemos a ver nuestras caras al descubierto, a juntarnos en familia, entre amigos y colegas de trabajo y estamos recuperando la libertad plena para viajar sin barreras.

No obstante, estos dos años de pandemia dejan una importante huella sobre muchos de nosotros. Principalmente ha dejado su impronta sobre la salud mental. Hoy nos centraremos, en particular, en la de las mujeres embarazadas.

Pensemos por un momento en aquellas mujeres que se quedaron embarazadas bien antes de estallar la pandemia o bien justo cuando comenzó. En el imaginario colectivo, el embarazo es una de las etapas más felices de la vida de una persona. Sin embargo, durante los meses de gestación y en el parto muchas mujeres experimentan situaciones muy estresantes que les impiden disfrutar de este acontecimiento, convirtiéndolo incluso en un trauma.

Ya en el 2020, investigadores de la Universidad de Oxford alertaron de que aquellas mujeres que estaban viviendo su embarazo durante la pandemia estaban más expuestas a estos estresores.

Más tarde, los resultados de un estudio de revisión, en el que se analizaron los datos de más de 17 000 mujeres embarazadas durante los peores meses de la pandemia, constataron que la frecuencia de síntomas de depresión y de ansiedad había aumentado de forma importante en esta población a nivel global.

Ello fue debido a la gran preocupación que estas mujeres experimentaron por su propia salud y la del futuro bebé. Además, estuvieron expuestas a diferentes situaciones negativas para su salud mental que veremos a continuación.

Aislamiento también del sistema sanitario

El miedo a contagiarse en los medios de transporte o en los centros sanitarios ha propiciado que una gran proporción de mujeres no haya acudido a las visitas programadas para el control del embarazo. Así lo indican los datos de un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Gotemburgo.

Ello les ha impedido resolver con el personal sanitario las dudas e inquietudes que surgen durante esta etapa. Además, muchas de estas mujeres no han podido realizar educación maternal, que es muy importante para la preparación del parto y de la maternidad.

Por otra parte, esta desprotección las ha empujado a solventar sus dudas en internet, que se ha convertido en otro foco de estrés. Al igual que el resto de la población, las mujeres embarazadas han sido objeto de numerosos bulos acerca de la transmisión del virus. También sobre los efectos secundarios de la vacunación, provocando una gran desconfianza sobre la vacuna en muchas embarazadas.

Soledad durante el embarazo

Al igual que el resto de la población, las mujeres embarazadas han estado expuestas a un importante aislamiento. Se han tenido que alejar del ámbito laboral, del ámbito familiar y de su círculo de amistades en un momento muy frágil.

Durante este periodo, el apoyo a nivel emocional se hace de vital importancia, ya que es una etapa llena de incertidumbres y de importantes cambios a nivel fisiológico y psicológico que afectan a su vez a su salud física y psicológica.

Además, según un estudio liderado por la Universidad de Granada, durante el confinamiento se observó un aumento de las agresiones machistas, ya que las víctimas tuvieron que vivir 24 horas acompañadas de sus agresores.

Asimismo, estas situaciones de violencia se han intensificado, aumentando los niveles de estrés en estas mujeres, que se han sumado a las secuelas físicas sobre ellas mismas y sobre el bebé.

shutterstock. Shutterstock / JOKE_PHATRAPONG

Problemas socio-económicos

Por último, no se puede entender un aumento de los niveles de estrés sin mencionar los problemas económicos que buena parte de la población ha enfrentado durante la pandemia. Es bien sabido que cualquier crisis económica afecta desigualmente a mujeres y hombres. Igualmente, aquellas mujeres con un embarazo de riesgo han tenido que dejar de trabajar, haciéndoles perder en muchos casos su empleo. De este modo, muchas mujeres han pasado a encontrarse en una situación vulnerable a nivel económico y social.

Estas circunstancias han propiciado un aumento considerable de la prevalencia de las alteraciones psicológicas a nivel mundial en esta población, siendo los síntomas de depresión y de ansiedad los más frecuentes.

Las consecuencias a largo plazo tanto para la madre como para el bebé pueden llegar a ser nefastas. Por eso, son necesarias estrategias a nivel comunitario capaces de detectar estas alteraciones con el objetivo de intervenir cuanto antes, especialmente en un escenario como el que hemos vivido durante los meses más duros de la pandemia.

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