Menu Close
Uno de los volúmenes del legado de Manuel Villegas López. Emeterio Diez, Author provided (no reuse)

Manuel Villegas López, un sabio del séptimo arte

El 11 de octubre de 1980, a la edad de 74 años, fallecía en Madrid Manuel Villegas López. La fecha nos da la excusa para rememorar aquí la figura de un intelectual que merece ser recordado por su trabajo como historiador, teórico y crítico cinematográfico.

Esta actividad le llevó a participar en tres de los grandes logros alcanzados por España en el siglo XX: fue miembro de la llamada Edad de Plata; formó parte de la aportación cultural que el exilio republicano español supuso para América; y, tras su regreso a Madrid en 1953, actuó de mediador entre los intelectuales rojos y azules, siendo precursor de la Transición.

Hoy su legado, más de 25 000 páginas de crítica cinematográfica, está siendo objeto de conservación y estudio. Pronto estará al alcance de todos los hispanohablantes a través de Internet gracias a la colaboración de entidades públicas y privadas, como la Universidad Camilo José Cela, Filmoteca Española y la empresa Código Media.

La crítica

En 1979, Iván Tubau, en su estudio sobre la crítica cinematográfica española en las revistas especializadas de aquel momento, resaltaba dos cosas que son de importancia para reseñar la figura de Manuel Villegas López.

En primer lugar, señalaba que en España se había estudiado muy poco el papel que había tenido la crítica cinematográfica, ya fuese en la configuración del gusto, el impacto de la recepción del filme, la política de autor, su relevancia mediática dentro de la prensa cultural, su expresión de las ideologías del momento, etc.

Argumentaba Tubau que ello se debía a una falta de tradición teórica entre los críticos españoles que no se daba en Francia, Italia o Gran Bretaña, por mencionar países próximos. Además, estos escritores cinematográficos ignoraban la crítica literaria y de arte, una tradición que en España estaba mucho más asentada y actualizada. Ambas circunstancias explicaban, por ejemplo, que la crítica cinematográfica española hubiese llegado tarde al estructuralismo, la semiótica o el psicoanálisis.

En segundo lugar, Tubau señalaba que este “aislamiento voluntario” había tenido sus ventajas y sus inconvenientes. El mérito más importante es que había evitado que el crítico español antepusiese el aparato teórico al filme, analizando con calzador las películas. Pero, al mismo tiempo, la crítica española, por su falta de un paradigma, se había convertido en una especie de reparto de elogios y reproches, en una valoración subjetiva sin ningún rigor, o lo que es peor, en un juicio de gusto conchabado con las empresas o dedicado a saldar cuentas con los “enemigos” de grupo mediático, de clase, de opinión.

El crítico

Este era el panorama de la crítica cinematográfica a finales del franquismo, un contexto que nos permite entender la singularidad y la relevancia de Manuel Villegas López. En primer lugar, desde los primeros momentos de su carrera, intenta evitar las presiones económicas. De hecho, en 1933 había participado en la fundación del Grupo de Escritores Cinematográficos Independientes, donde “independientes” significa “vacunados contra las presiones que convierten la crítica en publicidad pagada por las distribuidoras de películas y recaudada por los empresarios de periódicos mediante la publicación de la cartelera”.

Por otro lado, siendo un autodidacta (solo nos consta que estudiase bachillerato), Villegas López tenía una sólida formación artística. Su padre era el pintor catalán Manuel Villegas Brieva, discípulo de Francisco Pradilla, y su madre, Ana María López, era descendiente del pintor valenciano Vicente López Portaña, primer pintor de cámara de Fernando VII e Isabel II.

Es decir, Villegas López conocía la crítica de arte y hasta la ejerció. Es más, durante muchos años, su principal objetivo como crítico fue que el cine fuese reconocido como el “séptimo arte”. Esto hoy resulta muy obvio, pero, en los años treinta del siglo pasado, decirlo era un extravagancia o había que argumentar, como él hizo, por qué el cine es el arte de la sociedad industrial y de masas.

Emeterio Diez, Author provided (no reuse)

Finalmente, Villegas López incorpora un aparato teórico a sus reflexiones cinematográficas, a sus argumentos a favor del cine como una manifestación artística. Hay que recordar que, en 1964, José María García Escudero le otorga un premio por el conjunto de sus libros sobre teoría e historia del cine: Arte de masas. Ruta de los temas fílmicos (1936), Cinema. Técnica y estética del arte nuevo (1954), Arte, cine y sociedad (1959)… Pero nunca pretendió que su forma de acercarse a la crítica de las películas fuese un método, una plantilla, en la que encajar con fórceps la valoración.

Si existe un paradigma Villegas López, ese modelo se basa en una premisa: el crítico es ante todo un escritor y su obligación, como en cualquier forma de arte, es deleitar, enseñar y mover al público a ver cine. Esta fórmula es la que hizo que Villegas López fuese muy conocido desde sus inicios. En ello tuvo también mucho que ver su voz microfónica, gruesa y resonadora, pues en los años treinta alcanzó gran popularidad con su programa de cine en Unión Radio (hoy Cadena SER) y, posteriormente, siempre conseguía el éxito con sus conferencias.

La persona

Lo que resulta sorprendente es que este oficio le condujese a una experiencia vital tan azarosa como la que tuvo, es decir, tan llena de éxitos y peligros, sobre todo, después de julio de 1936.

Como en el caso de tantas personas de su generación, Villegas López vive una peripecia propia de una novela. La vive siempre acompañado de Remedios Zalamea Herrera, su esposa, su secretaria, su escudera. Durante la Guerra Civil, el crítico se convierte en censor de la Delegación de Propaganda y Prensa de la Junta de Defensa de Madrid y, poco después, pasa a ser propagandista al ser nombrado jefe de los Servicios Cinematográficos de la Subsecretaría de Propaganda del Ministerio de Estado de la República. Por esta actividad, y por sus artículos en la prensa, puede ser acusado de entorpecer el triunfo del bando franquista y, en consecuencia, debe tomar el camino del exilio.

Manuel Villegas López y su esposa en el exilio en Francia. Emeterio Diez, Author provided (no reuse)

Sale de España en 1939 formando parte de una expedición de refugiados protegida por cuáqueros norteamericanos. En Francia, su esposa se corta el pelo a lo garçon para hacerse pasar por hombre y estar juntos en el campo de refugiados. Consigue la ayuda del cineasta francés René Clair y llega a París. Pero estalla la guerra en Europa y, de nuevo, debe de huir.

Logra salir hacia la Argentina gracias a un familiar de su esposa, un falangista que vive en Buenos Aires y les avala ante las autoridades migratorias, opuestas a que el país se llene de “rojos”. En la capital argentina, tras los primeros aprietos, se produce el milagro. Villegas López se convierte en un referente intelectual por sus conferencias sobre cine y sus libros: El film documental (1942), Charles Chaplin (1943)… Incluso escribe guiones de cine.

Pero la nostalgia, la familia, el no tener delitos de sangre y sí buenos avales de altos cargos franquistas, hace que en 1953 vuelva a España. Manteniéndose cuidadosamente alejado de la política, pero siempre haciendo de mediador entre las dos Españas, participa en las Conversaciones de Salamanca, uno de los eventos medulares de la cultura en los años cincuenta.

Un familiar se interesa por los antecedentes policiales de Villegas Lopez para explorar su regreso a España. Emeterio Diez, Author provided (no reuse)

Publica sus críticas en, entre otras, las revistas Índice (1945-1976), Triunfo (1946-1982) y Cinestudio (1961-1973). Saca nuevos libros: El cine en la sociedad de masas: arte y comunicación (1966), Los grandes nombres del cine (1973)… Preside o participa en numerosos jurados de premios cinematográficos: Valladolid, San Sebastián, Gijón…

En fin, volviendo a Iván Tubau, en los años setenta, su figura es una excepción, casi una rareza. Representa, por un lado, uno de los pocos críticos activos que viene de la tradición de las Bellas Artes. Por otra parte, en aquel momento tan ideológico del tardofranquismo, Villegas López antepone, al marco teórico-ideológico, una crítica apreciativa fundamentada, elegante y constructiva. Sumado a que es un sénior en el oficio, cuando fallece en 1980, recibe el afecto y el respeto de compañeros de profesión y cineastas.

Want to write?

Write an article and join a growing community of more than 180,900 academics and researchers from 4,919 institutions.

Register now